Fundamentación Juridica
Fundamentación Juridica
Fundamentación Juridica
1. Definición.
Son argumentos que racionalizan, aclaran o generalizan la interpretación y aplicación
del derecho o de los métodos jurídicos. En el Fundamento Jurídico se dice que, descansa la
plenituddelordenamientojurídicoycuantoestesustenta.
Fundamentar algo jurídicamente, importa develar el sostén o la razón de ser de ese algo, así
como también determinar el origen y el sentido de lo que se pretende fundar. Toda expresión
jurídica contiene valoraciones (positivas o negativas) que giran siempre en algún sentido,
alrededor del valor de la justicia. Este valor, rector del conglomerado de valores jurídicos,
sirve de guía para el establecimiento del fundamento jurídico.
APORTE
Corren tiempos difíciles en muchos campos. Aparte de las recurrentes noticias sobre el estado
de la economía en el mundo, la pobreza, las guerras, el terrorismo, o el preocupante deterioro
del medio ambiente, reaparecen discusiones jurídicas de hondo calado sobre temas
controversiales, que remiten a un indispensable y saludable retorno a la fundamentación jurídica
y a los cimientos en que reposa el oficio de nuestra profesión.
Buena parte de esas discusiones se han gestado con el arribo de una novedosa manera de
entender el Derecho, con amplias repercusiones en su práctica, y que comúnmente se conoce
con el nombre de Fundamentación Jurídica; no sin ciertas discrepancias sobre el término y su
significado de neoconstitucionalismo, o menos problemático quizás, el modelo de Estado
Constitucional.
Así mismo se trata, por un lado, de un constitucionalismo que ha traído consigo elementos
significativos para humanizar el Derecho después de la hegemonía de la concepción positivista
y formalista,en la medida en que promueve una visión de la realidad jurídica desde unos
criterios fuertes de legitimidad, en cuyo eje se encuentra el respeto incondicional a la dignidad
humana, la mayor protección y efectividad de los derechos fundamentales y la profundización
de los valores democráticos. Dicho modelo también ha estado acompañado de una notoria
incorporación del razonamiento práctico como modo de entender el quehacer de los juristas.
En dicho sentido, lejos de entender, siempre de manera forzada y mediante facciones de todo
tipo, el ordenamiento jurídico como una obra plenamente acabada y hermética, el
neoconstitucionalismo nos ha puesto ante la tarea de tomar el oficio del jurista de un modo más
responsable y por lo demás consistente con lo que acontece en la realidad jurídica, atendiendo a
las particularidades de cada caso, sugiere el imperativo de ajustar lo debido a la luz de una
multiplicidad de fuentes jurídicas, al tiempo que nos exige cumplir con la justicia aquí y ahora
como solía decir Viehweg desde unas coordenadas sustanciales y valorativas, algo de suyo tan
contrario a los postulados del modelo formalista y positivista que imperaba con anterioridad.
Sin embargo, por otro lado, esta incorporación de elementos de humanización del Derecho
también ha estado acompañada de un lado oscuro, que ciertos sectores han explotado y siguen
explotando con suficientes creces. Principalmente por la vía de la interpretación jurídica y
especialmente la del juez constitucional los puntos de indeterminación del Derecho son
ocasionalmente transformados enlicencias genéricaspara llevar a cabo agendas políticas bien
determinadas, pero sobre la base de ropajes de argumentación que promueven un discurso de
legitimidad aparente sobre los más variados temas: aborto, eutanasia, dosis personal de drogas,
limitaciones insostenibles a la objeción de conciencia, variaciones constitucionales a la
concepción de la familia, etc., sin contar para ello con un respaldo de justificación apropiado, y
haciendo del Derecho un ámbito de luchas por la legitimación de perspectivas y cosmovisiones
que, en muchos casos, instrumentalizan la dignidad humana.Todo ello se ha tornado en un
reacomodo de categorías positivistas y críticas, aunque ahora presentadas bajo la forma de un
nuevo Derecho, y una (consecuente) apuesta al juego de la argumentación como instrumento de
legitimación de los intereses personales y colectivos de los poderosos.
En este sentido, los ideales forjados por el neoconstitucionalismo se han venido convirtiendo en
una lucha de reivindicaciones de grupos minoritarios con gran capacidad para presentar sus
argumentos en el ámbito público; la interpretación jurídica en un instrumento de imposición de
ciertas cosmovisiones, sin marcos de referencia de razonabilidad práctica objetiva ni preguntas
por la verdad; la judicatura sobre todo en las altas cortes, y principalmente la que juzga temas
constitucionales, en un escenario propicio para ejecutar una agenda política e imponer una
concepción ideológica del Derecho.
Que, sea indispensable el retorno a la Fundamentación Jurídica tiene que ver mucho con la
forma como se sustentan debidamente las decisiones judiciales y, especialmente, la
comprensión de los supuestos inviolables de los derechos fundamentales, como medio para
hacerlos valer aun en contra de los poderosos. Pero, además, la vuelta a la Fundamentación
Jurídica también es importante porque nos pone frente a las exigencias no sólo jurídicas del
ejercicio de la profesión.
Sin renunciar a esa constante búsqueda del acierto en medio de las consecuencias
inevitablemente políticas de sus decisiones, los magistrados de las altas cortes no solo deben ser
respetuosos, en grado sumo y ejemplar, del contexto jurídico en que se sustentan sus
actuaciones, sino además sustraerse de las presiones políticas o de sus propias vanidades e
intereses personales. Una vuelta a la fundamentación jurídica tiene que ver mucho con ese
especial talante que es reclamado a todo jurista, y muy particularmente a quienes actualizan la
esencia de la vida del Derecho, reconociendo lo justo en cada caso concreto.
La situación descrita en el ámbito jurídico constituye una clara réplica de lo que sucede en el
mundo contemporáneo. Al irse poco a poco imponiendo por sectores poderosos e influyentes
una visión escéptica (y por lo demás militante) de lo que constituye un genuino sentido de la
existencia humana, del orden político o constitucional, o del bien común, los distintos ámbitos
de la vida terminan cediendo ante cualquier interés que sea capaz de imponerse por mayorías
episódicas y circunstanciales. A través de malabarismos propios de las ideologías y de los
intereses de grupo, las altas cortes de diferentes países parecen haber entrado abiertamente en
una etapa de confrontación con los propios cimientos de la juridicidad, quizás sin reparar en las
consecuencias que tal proceder trae consigo.