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Visperas I Semana Del Salterio

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DOMINGO  -  SEMANA I

 
 Oración
del atardecer
I VÍSPERAS
    
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
 
HIMNO
Como una ofrenda de la tarde,
elevamos nuestra oración;
con el alzar de nuestras manos,
levantamos el corazón.

Al declinar la luz del día,


que recibimos como don,
con las alas de la plegaria,
levantamos el corazón.

Haz que la senda de la vida


la recorramos con amor
y, a cada paso del camino,
levantamos el corazón.

Cuando sembramos de esperanza,


cuando regamos con dolor,
con las gavillas en las manos,
levantemos el corazón.

Gloria a Dios Padre, que nos hizo,


gloria a Dios Hijo Salvador,
gloria al Espíritu divino:
tres Personas y un solo Dios. Amén.
   
 
SALMODIA
Ant. 1. Suba mi oración, Señor, como incienso en tu presencia.

Salmo 140, 1-9   Oración ante el peligro


Por manos del ángel subió a la presencia de Dios el humo de los
perfumes, junto con las oraciones de los santos (Ap 8, 4)

Señor, te estoy llamando, ven de prisa,


escucha mi voz cuando te llamo.
Suba mi oración como incienso en tu presencia,
el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde.

Coloca, Señor, una guardia en mi boca,


un centinela a la puerta de mis labios;
no dejes inclinarse mi corazón a la maldad,
a cometer crímenes y delitos;
ni que con los hombres malvados
participe en banquetes.

Que el justo me golpee, que el bueno me reprenda,


pero que el ungüento del impío no perfume mi cabeza;
yo seguiré rezando en sus desgracias.

Sus jefes cayeron despeñados,


aunque escucharon mis palabras amables;
como una piedra de molino, rota por tierra,
están esparcidos nuestros huesos a la boca de la tumba.

Señor, mis ojos están vueltos a ti,


en ti me refugio, no me dejes indefenso;
guárdame del lazo que me han tendido,
de la trampa de los malhechores.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Suba mi oración, Señor, como incienso en tu presencia.


Ant. 2. Tú eres mi refugio y mi lote, Señor, en el país de la vida.

Salmo 141   Tú eres mi refugio


Todo lo que describe el salmo se realizó en el Señor durante su pasión (S.
Hilario)

A voz en grito clamo al Señor,


a voz en grito suplico al Señor;
desahogo ante él mis afanes,
expongo ante él mi angustia,
mientras me va faltando el aliento.

Pero tú conoces mis senderos,


y que en el camino por donde avanzo
me han escondido una trampa.

Mira a la derecha, fíjate:


nadie me hace caso;
no tengo adónde huir,
nadie mira por mi vida.

A ti grito, Señor;
te digo: «Tú eres mi refugio
y mi lote en el país de la vida.»

Atiende a mis clamores,


que estoy agotado;
líbrame de mis perseguidores,
que son más fuertes que yo.

Sácame de la prisión,
y daré gracias a tu nombre:
me rodearán los justos
cuando me devuelvas tu favor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú eres mi refugio y mi lote, Señor, en el país de la vida.


Ant. 3. El Señor Jesús se rebajó, y por eso Dios lo levantó por los siglos de
los siglos.

Cántico  Flp 2, 6-11
Cristo, siervo de Dios, en su misterio pascual

Cristo, a pesar de su condición divina,


no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,


se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo


y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. El Señor Jesús se rebajó, y por eso Dios lo levantó por los siglos de
los siglos.
 
 
LECTURA BREVE  Rm 11, 33-36
¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios!
¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién
conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado
primero, para que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo.
A él la gloria por los siglos. Amén.
 
 
RESPONSORIO BREVE
R. Cuántas son * Tus obras, Señor. 
Cuántas son tus obras, Señor.

V. Y todas las hiciste con sabiduría.* Tus obras, Señor. 


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.  
Cuántas son tus obras, Señor.

 
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sed como la luz que alumbra a todos los de casa.

Magníficat   Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,


se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,


porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:


dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,


acordándose de su misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sed como la luz que alumbra a todos los de casa. 


 
  
PRECES
Glorifiquemos a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y supliquémosle,
diciendo:
Escucha a tu pueblo, Señor.

Padre todo poderoso, haz que florezca en la tierra la justicia


–y que tu pueblo se alegre en la paz.

Que todos los pueblos entren a formar parte de tu reino,


–y obtengan así la salvación.

Que los esposos cumplan tu voluntad, vivan en concordia


–y sean siempre fieles a su mutuo amor.

Recompensa, Señor, a nuestros bienhechores


–y concédeles la vida eterna.

Acoge con amor la los que han muerto victimas del odio, de la violencia o
de la guerra 
–y dales el descanso eterno.

Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que nos


enseñó el Señor:

Padre nuestro, que estás en el cielo,


santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos 
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

 
ORACIÓN
Vela, Señor, con amor continúo sobre tu familia; protégela y defiéndela
siempre, ya que sólo en ti ha puesto su esperanza. Por
nuestro Señor Jesucristo.

 
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
DOMINGO  -  SEMANA I
 
 Oración del atardecer
II VÍSPERAS
    
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
 
HIMNO
Quédate con nosotros;
la noche está cayendo.

¿Cómo te encontraremos
al declinar el día,
si tu camino no es nuestro camino?
Detente con nosotros;
la mesa está servida,
caliente el pan y envejecido el vino.

¿Cómo sabremos que eres


un hombre entre los hombres,
si no compartes nuestra mesa humilde?
Repártenos tu cuerpo,
y el gozo irá alejando
la oscuridad que pesa sobre el hombre.

Vimos romper el día


sobre tu hermoso rostro,
y al sol abrirse paso por tu frente.
Que el viento de la noche
no apague el fuego vivo
que nos dejó tu paso en la mañana.

Arroja en nuestras manos,


tendidas en tu busca,
las ascuas encendidas del Espíritu;
y limpia, en lo más hondo
del corazón del hombre,
tu imagen empañada por la culpa. Amén.
   
 
SALMODIA
Ant. 1. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará
eternamente. Aleluya.

Salmo 109, 1- 5. 7   El Mesías, Rey y Sacerdote


Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de
sus pies (1Co 15,25)

Oráculo del Señor a mi Señor:


«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,


entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:


«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,


quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará
eternamente. Aleluya.

Ant. 2. En presencia del Señor se estremece la tierra. Aleluya.

Salmo 113 A   Israel librado de Egipto: las maravillas del Éxodo


Reconoced que también vosotros, los que renunciasteis al mundo, habéis
salido de Egipto (S. Agustín)

Cuando Israel salió de Egipto,


los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.

El mar, al verlos, huyó,


el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.

¿Qué te pasa, mar, que huyes,


y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?

En presencia del Señor se estremece la tierra,


en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. En presencia del Señor se estremece la tierra. Aleluya.

Ant. 3. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.

Cántico, Cf. Ap 19,1-2.5-7   Las bodas del Cordero


Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
 
Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
 
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
 
Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya. 
 
 
LECTURA BREVE   2Co 1, 3-4
¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de
misericordia y Dios del consuelo! Él nos alienta en nuestras luchas hasta el
punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha,
repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios. 
 
 
RESPONSORIO BREVE
R. Bendito eres, Señor, * En la bóveda del cielo.
Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.

V. Digno de gloria y alabanza por los siglos. * En la bóveda del cielo.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo. 
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Vosotros, mis discípulos, sois la sal de la tierra  y la luz del mundo.

Magníficat   Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,


se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,


porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:


dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,


acordándose de su misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Vosotros, mis discípulos, sois la sal de la tierra  y la luz del mundo.


   
   
PRECES
Adoremos a Cristo, Señor nuestro y cabeza de la Iglesia, y digámosle
confiadamente:
Venga a nosotros tu reino, Señor.

Señor, haz de tu Iglesia instrumento de concordia y de unidad entre los


hombres
–y signo de salvación para todos los pueblos.

Protege, con tu brazo poderoso, al papa y a todos los obispos


–y concédeles trabajar en unidad, amor y paz.

A los cristianos concédenos vivir íntimamente unidos a ti, nuestra cabeza,


–y que demos testimonio en nuestras vidas de la llegada de tu reino.

Concede, Señor, al mundo el don de la paz


–y haz que en todos los pueblos reine la justicia y el bienestar.

Otorga a los que han muerto una resurrección gloriosa


–y haz que gocemos un día, con ellos, de la felicidad eterna.

Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:

Padre nuestro, que estás en el cielo,


santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos 
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

 
ORACIÓN
Vela, Señor, con amor continuo sobre tu familia; protégela y defiéndela
siempre, ya que sólo en ti ha puesto su esperanza. Por
nuestro Señor Jesucristo.

 
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
LUNES DE LA SEMANA I
 
 Oracióndel atardecer
VÍSPERAS
    
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
 
HIMNO
Hora de la tarde,
fin de las labores.
Amo de las viñas,
paga los trabajos de tus viñadores.

Al romper el día,
nos apalabraste.
Cuidamos tu viña
del alba a la tarde.
Ahora que nos pagas,
nos lo das de balde,
que a jornal de gloria
no hay trabajo grande.

Das al vespertino
lo que al mañanero. 
Son tuyas las horas
y tuyo el viñedo.
A lo que sembramos
dale crecimiento.
Tú que eres la viña,
cuida los sarmientos. Amén.

 
SALMODIA
Ant. 1. El Señor se complace en el pobre.

Salmo 10   El Señor, esperanza del justo


Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos
quedarán saciados (Mt 5, 6)

Al Señor me acojo, ¿por qué me decís:


«Escapa como un pájaro al monte,
porque los malvados tensan el arco,
ajustan las saetas a la cuerda,
para disparar en la sombra contra los buenos?
Cuando fallan los cimientos,
¿qué podrá hacer el justo?»

Pero el Señor está en su templo santo,


el Señor tiene su trono en el cielo,
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los hombres.

El Señor examina a inocentes y culpables,


y al que ama la violencia él lo odia.
Hará llover sobre los malvados ascuas y azufre,
les tocará en suerte un viento huracanado.

Porque el Señor es justo y ama la justicia:


los buenos verán su rostro.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor se complace en el pobre.

Ant. 2. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Salmo 14   ¿Quién, es justo ante el Señor?


Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo (Hb 12, 22)

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda


y habitar en tu monte santo?
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,

el que no hace mal a su prójimo


mi difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,

el que no retracta lo que juró


aun en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Ant. 3. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.

Cántico.  Ef 1,3-10   El  Dios salvador


 
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,


antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,


por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,


hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos. 


 
 
LECTURA BREVE   Col 1,9b-11
Conseguid un conocimiento perfecto de la voluntad de Dios, con toda
sabiduría e inteligencia espiritual. De esta manera, vuestra conducta será
digna del Señor, agradándole en todo; fructificaréis en toda clase de obras
buenas y aumentará vuestro conocimiento de Dios. El poder de su gloria
os dará fuerza para soportar todo con  paciencia y magnanimidad, con
alegría.
 
 
RESPONSORIO BREVE
R. Sáname, Señor, * Porque he pecado contra ti.
Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

V. Yo dije: Señor, ten misericordia. * Porque he pecado contra ti.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

 
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.  Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque Dios ha mirado mi
humillación.

Magníficat   Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,


se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,


porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:


dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,


acordándose de su misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.  Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque Dios ha mirado mi


humillación.
  
  
PRECES
Demos gracias a Dios, nuestro Padre, que, recordando siempre su santa
alianza, no cesa de bendecirnos, y digámosle con ánimo confiado:
Trata con bondad a tu pueblo, Señor.

Salva a tu pueblo, Señor,


–y bendice tu heredad.

Congrega en la unidad a todos los cristianos,


–para que el mundo crea en Cristo, tu enviado.

Derrama tu gracia sobre nuestros familiares y amigos:


–que difundan en todas partes la fragancia de Cristo.

Muestra tu amor a los agonizantes:


–que puedan contemplar tu salvación.

Ten piedad de los que han muerto


–y acógelos en el descanso de Cristo.

Terminemos nuestra oración con las palabras que nos enseñó el Señor:

Padre nuestro, que estás en el cielo,


santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos 
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
 
  
ORACIÓN
Nuestro humilde servicio, Señor, proclame tu grandeza, y, ya que por
nuestra salvación te dignaste mirar la humillación de la Virgen María, te
rogamos nos enaltezcas llevándonos a la plenitud de la salvación. Por
nuestro Señor Jesucristo.
 
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.

MARTES DE LA SEMANA I
 
 Oración del atardecer
VÍSPERAS
    
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
 
HIMNO
Libra mis ojos de la muerte;
dales la luz que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.

Haz de esta piedra de mis manos


una herramienta constructiva;
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.

Que yo comprenda, Señor mío,


al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.

Guarda mi fe del enemigo:


(¡tantos me dicen que estás muerto!..)
Tú que, conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo. Amén.
   
 
SALMODIA
Ant. 1. El Señor da la victoria a su Ungido.

Salmo 19   Oración por la victoria del rey


Cuantos invoquen el nombre del  Señor se salvarán (Hch 2, 21)
Que te escuche el Señor el día del peligro,
que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;
que te envíe auxilio desde el santuario,
que te apoye desde el monte Sión.

Que se acuerde de todas tus ofrendas,


que le agraden tus sacrificios;
que cumpla el deseo de tu corazón,
que dé éxito a todos tus planes.

Que podamos celebrar tu victoria


y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;
que el Señor te conceda todo lo que pides.

Ahora reconozco que el Señor


da la victoria a su Ungido,
que lo ha escuchado desde su santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa.

Unos confían en sus carros,


otros en su caballería;
nosotros invocamos el nombre
del Señor, Dios nuestro.

Ellos cayeron derribados,


nosotros nos mantenemos en pie.

Señor, da la victoria al rey


y escúchanos cuando te invocamos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor da la victoria a su Ungido.

Ant. 2. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Salmo 20, 2-8. 14   Acción de gracias por la victoria del rey


El Señor resucitado recibió la vida, años que se prolongan sin término (S.
Ireneo)

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,


¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,


y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama,


lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza,


y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Ant. 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro


Dios.

Cántico Ap 4, 11; 5, 9. 10. 12   Himno de los redimidos

Eres digno, Señor, Dios nuestro,


de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;     
porque  por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,   


porque fuiste degollado    
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado


de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Has hecho, de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro


Dios. 
 
 
LECTURA BREVE   1Jn 3, 1a. 2
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues
¡lo somos! Queridos, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha
manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos
semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. 
 
 
RESPONSORIO BREVE
R. Tu palabra, Señor, es eterna, * Más estable que el cielo.
Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

V. Tu fidelidad de generación en generación. * Más estable que el cielo.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

Magníficat   Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,


porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:


dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,


acordándose de su misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.


 
PRECES
Alabemos a Cristo, que mora en medio de nosotros, el pueblo adquirido
por él, y supliquémosle, diciendo:
Por el honor de tu nombre, escúchanos, Señor.

Dueño y Señor de los pueblos, acude en ayuda de todas las naciones y de


los que las gobiernan:
–que todos los hombres sean fieles a tu voluntad y trabajen por el bien y la
paz.

Tú que hiciste cautiva nuestra cautividad,


–devuelve la libertad de los hijos de Dios a todos aquellos hermanos
nuestros que sufren esclavitud en el cuerpo o en el espíritu.

Concede, Señor, a los jóvenes la realización de sus esperanzas


–y que sepan responder a tus llamadas en el transcurso de su vida.

Que los niños imiten tu ejemplo


–y crezcan siempre en sabiduría y en gracia.

Acoge a los difuntos en tu reino,


–donde también nosotros esperamos reinar un día contigo.

Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre:

Padre nuestro, que estás en el cielo,


santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos 
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

 
ORACIÓN
Te damos gracias, Señor, Dios todopoderoso, porque has permitido que
llegáramos a esta noche; te pedimos quieras aceptar con agrado el alzar de
nuestras manos como ofrenda de la tarde. Por nuestro Señor Jesucristo.

 
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
MIÉRCOLES DE LA SEMANA I
 
 Oracióndel atardecer
VÍSPERAS
    
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
 
HIMNO
Amo, Señor, tus sendas, y me es suave la carga
(la llevaron tus hombros) que en mis hombros pusiste;
pero a veces encuentro que la jornada es larga,
que el cielo ante mis ojos de tinieblas se viste,

que el agua del camino es amarga..., es amarga,


que se enfría este ardiente corazón que me diste;
y una sombría y honda desolación me embarga,
y siento el alma triste hasta la muerte triste...

El espíritu débil y la carne cobarde,


lo mismo que el cansado labriego, por la tarde,
de la dura fatiga quisiera reposar…

Mas entonces me miras..., y se llena de estrellas,


Señor, la oscura noche; y detrás de tus huellas,
con la cruz que llevaste, me es dulce caminar.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.
   
 
SALMODIA
Ant. 1. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? †

Salmo 26   Confianza ante el peligro.


Ésta es la morada de Dios con los hombres (Ap 21, 3)

I
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
† El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados


para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí,


mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor,


eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;

y así levantaré la cabeza


sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda sacrificaré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?


 

Ant. 2. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

II
Algunos, poniéndose en pie, daban testimonio contra Jesús (Mc 14, 57)

Escúchame, Señor que te llamo;


ten piedad, respóndeme.

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.»


Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.

No rechaces con ira a tu siervo,


que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.

Si mi padre y mi madre me abandonan,


el Señor me recogerá.

Señor, enséñame tu camino,


guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.

No me entregues a la saña de mi adversario,


porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia.

Espero gozar de la dicha del Señor


en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,


ten ánimo, espera en el Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.


Ant. 3. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

Cántico   Cf. Col 1, 12-20 


Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de entre
los muertos

Damos gracias a Dios Padre,


que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,


y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,


primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres visibles e invisibles,    
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo: y todo se mantiene en él.


Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.


Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.


 
 
LECTURA BREVE   St 1,22.25
Llevad a la práctica la ley y no os limitéis a escucharla, engañándoos a
vosotros mismos. El que se concentra en la ley perfecta, la de la libertad, y
es constante, no para oír y olvidarse, sino para ponerla por obra, éste será
dichoso al practicarla. 
 
 
RESPONSORIO BREVE
R. Sálvame, Señor, * Y ten misericordia de mí.
Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
 
V. No arrebates mi alma con los pecadores. * Y ten misericordia de
mí. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. 

Magníficat   Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,


se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,


porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:


dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. 


 
 
PRECES
Que en todo sea glorificado el nombre del Señor, que atiende a su pueblo
elegido con infinito amor. A él suba nuestra oración:
Muestra, Señor, tu caridad.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia:


–guárdala de todo mal y haz que crezca en tu amor.

Que todos los pueblos, Señor, te reconozcan como el único Dios


verdadero,
–y a Jesucristo como el Salvador que tú has enviado.

A nuestros parientes y bienhechores concédeles tus bienes,


–y que tu bondad les dé la vida eterna.

Te pedimos, Señor, por los trabajadores que sufren:


–alivia sus dificultades y haz que todos los hombres reconozcan su
dignidad.

En tu misericordia, acoge a los que hoy han muerto


–y dales posesión de tu reino.

Unidos fraternalmente, como hermanos de una misma familia,


invoquemos a nuestro Padre común:

Padre nuestro, que estás en el cielo,


santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos 
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

 
ORACIÓN
Escucha, Señor, nuestras súplicas y protégenos durante el día y durante la
noche; tú que eres inmutable, danos siempre firmeza a los que vivimos
sujetos a la sucesión de los tiempos y las horas. Por nuestro Señor
Jesucristo.

 
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
JUEVES DE LA SEMANA I
 
 Oracióndel atardecer
VÍSPERAS
    
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
 
HIMNO
Éste es el tiempo en que llegas,
Esposo, tan de repente,
que invitas a los que velan
y olvidas a los que duermen.

Salen cantando a tu encuentro


doncellas con ramos verdes
y lámparas que guardaron
copioso y claro el aceite.

¡Cómo golpean las necias


las puertas de tu banquete!
¡Y cómo lloran a oscuras
los ojos que no han de verte!

Mira que estamos alerta,


Esposo, por si vinieres,
y está el corazón velando,
mientras los ojos se duermen.

Danos un puesto a tu mesa,


Amor que a la noche vienes,
antes que la noche acabe
y que la puerta se cierre. Amén.
   
 
SALMODIA
Ant. 1. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por
siempre.

Salmo 29
Acción de gracias por la curación de un enfermo en peligro de muerte
Cristo, después de su gloriosa resurrección, da gracias al Padre
(Casiano)

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado


y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

Señor, Dios mío, a ti grité,


y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Tañed para el Señor, fieles suyos,


dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.

Yo pensaba muy seguro:


«No vacilaré jamás.»      
Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.

A ti, Señor, llamé, 


supliqué a mi Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?

¿Te va a dar gracias el polvo,


o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.»
Cambiaste mi luto en danzas,    
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi alma sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por


siempre.

Ant. 2. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

Salmo 31  Acción de gracias de un pecador perdonado


David llama dichoso al hombre a quien Dios otorga la justificación
prescindiendo de sus obras (Rm 4, 6)

Dichoso el que está absuelto de su culpa,


a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.

Mientras callé se consumían mis huesos,


rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había vuelto un fruto seco.

Había pecado, lo reconocí,


no te encubrí mi delito;   
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

Por eso, que todo fiel te suplique


en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas       
no lo alcanzará.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.

–Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,


fijaré en ti mis ojos.        
        
No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.

Los malvados sufren muchas penas;


al que confia en el Señor,
la misericordia lo rodea.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;


aclamadlo, los de corazón sincero.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

Ant.3. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le


servirán.

Cántico Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a   El juicio de Dios

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,


el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,


llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero


y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le


servirán.  
 
 
LECTURA BREVE  1P 1,6-9
Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en
pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe –de más precio que el
oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego– llegará a ser alabanza y
gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a
Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo
inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra
propia salvación. 
 
 
RESPONSORIO BREVE
R. El Señor nos alimentó * Con flor de harina.       
El Señor nos alimentó con flor de harina.

V. Nos sació con miel silvestre: * Con flor, de harina.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
El Señor nos alimentó con flor de harina.
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. 

Magníficat   Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,


se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,


porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:


dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,


acordándose de su misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. 
 
 
PRECES
Invoquemos a Dios, nuestro refugio y nuestra fortaleza, y digámosle: 
Mira a tus hijos, Señor.

Dios de amor, que has hecho alianza con tu pueblo,


–haz que recordemos siempre tus maravillas.
Que los sacerdotes, Señor, crezcan en la caridad
–y que los fieles vivan en la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.

Haz que siempre edifiquemos la ciudad terrena unidos a ti,


–no sea que en vano se cansen los que la construyen.

Manda, Señor, trabajadores a tu mies,


–para que tu nombre sea conocido en el mundo.

A nuestros familiares y bienhechores difuntos dales un lugar entre los


santos
–y haz que nosotros un día nos encontremos con ellos en tu reino.

Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, nos atrevemos a
decir:

Padre nuestro, que estás en el cielo,


santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos 
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
 
 
ORACIÓN
Tú, Señor, que iluminas la noche y haces que después de las tinieblas
amanezca nuevamente la luz, haz que, durante la noche que ahora
empieza, nos veamos exentos de toda culpa y que, al clarear el nuevo día,
podamos reunirnos otra vez en tu presencia, para darte gracias
nuevamente. Por nuestro Señor Jesucristo.

 
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.

VIERNES DE LA SEMANA I
 
 Oracióndel atardecer
VÍSPERAS
    
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
 
 
HIMNO
En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.

¿Cómo quejarme de mis pies cansados,


cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?

¿Cómo explicarte a ti mi soledad,


cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?

Ahora ya no me acuerdo de nada,


huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.

Y sólo pido no pedirte nada,


estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta. Amén.
   
 
SALMODIA
Ant. 1. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

Salmo 40  Oración de un enfermo


Uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo (Mc
14, 18)

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;


en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.

El Señor lo guarda y lo conserva en vida,


para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,


calmará los dolores de su enfermedad.

Yo dije: «Señor, ten misericordia,


sáname, porque he pecado contra ti.»

Mis enemigos me desean lo peor:


«A ver si se muere, y se acaba su apellido.»

El que viene a verme habla con fingimiento,


disimula su mala intención,
y, cuando sale afuera, la dice.

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,


hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse.»

Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,


que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.

Pero tú, Señor, apiádate de mí,


haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.

En esto conozco que me amas:


en que mi enemigo no triunfa de mí.

A mí, en cambio, me conservas la salud,


me mantienes siempre en tu presencia.

Bendito el Señor, Dios de Israel,


ahora y por siempre. Amén, amén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

Ant. 2. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el
Dios de Jacob.

Salmo 45   Dios, refugio y fortaleza de su pueblo


Le pondrá por nombre Emmanuel, que significa «Dios-con-nosotros» (Mt
1, 23)

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,


poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,


y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,


que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,


nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,


el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;


Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;


pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,


nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,


las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,


rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:


más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros,


nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios
de Jacob.

Ant. 3. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento,


Señor.

Cántico    Ap 15,3-4   Himno de adoración

Grandes y maravillosas son tus obras,


Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,


y glorificará tu nombre?
Porque tú solo, eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.


 
 
LECTURA BREVE   Rm 15, 1-3
Nosotros, los robustos, debemos cargar con los achaques de los endebles y
no buscar lo que nos agrada. Procuremos cada uno dar satisfacción al
prójimo en lo bueno, mirando a lo constructivo. Tampoco Cristo buscó su
propia satisfacción; al contrario, como dice la Escritura: «Las afrentas con
que te afrentaban cayeron sobre mí.»
 
 
RESPONSORIO BREVE
R. Cristo nos amó y nos ha librado * Por su sangre.
Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

V. Nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios.* Por su


sangre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre. 
 
 
CÁNTICO EVANGÉLICO
 
Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos,
acordándose de su misericordia. 

Magníficat   Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,


se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,


porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:


dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,


acordándose de su misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos,
acordándose de su misericordia. 
 
 
PRECES
Bendigamos a Dios, que mira propicio los deseos de los necesitados y a
los hambrientos los colma de bienes; digámosle confiados:
Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Señor, Padre lleno de amor, te pedimos por todos los miembros de la


Iglesia que sufren:
–acuérdate que, por ellos, Cristo, cabeza de la Iglesia, ofreció en la cruz el
verdadero sacrificio vespertino.

Libra a los encarcelados, ilumina a los que viven en tinieblas, sé la ayuda


de las viudas y de los huérfanos,
–y haz que todos nos preocupemos de los que sufren.

Concede a tus hijos la fuerza necesaria


–para resistir las tentaciones del Maligno.
Acude en nuestro auxilio, Señor, cuando llegue la hora de nuestra muerte:
–que seamos fieles hasta el fin y dejemos este mundo en tu paz.

Conduce a los difuntos a la luz donde tú habitas,


–para que puedan contemplarte eternamente.
 

Fieles a la recomendación del Salvador, nos atrevemos a decir:  

Padre nuestro, que estás en el cielo,


santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos 
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

 
ORACIÓN
Te pedimos, Señor, que los que hemos sido aleccionados con los ejemplos
de la pasión de tu Hijo estemos siempre dispuestos a cargar con su yugo,
llevadero y con su carga ligera. Por nuestro Señor Jesucristo.

 
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.

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