Enfoque Sistemico - Adicciones PDF
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INDICE
Resumen ……………………………………………………………………………….…..2
1. Las adicciones……………………………………………………………………… …3
1.1. Qué se entiende por adicción? …………………………………………………3
1.2. Uso, abuso y dependencia …………………………………………………….5
1.3. Etiología de las adicciones …………………………………………………….6
1.4. Comorbilidad de las adicciones con otros trastornos mentales………….…..8
1.5. La impulsividad como antesala de las adicciones comportamentales ….…..9
2. Modelo Sistémico………………………………………………………………….…..10
2.1. Epistemología Sistémica ….………………………………………………….…10
2.2. El adicto y su familia desde un abordaje sistémico ……………………….....14
Conclusiones…………………………………………………………………………….....34
Bibliografía..………….……………………………………………………………….…….37
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RESUMEN
Entiendo, en acuerdo con Eduardo Kalina y Santiago Kovadloff (1987), que la adicción
ha sido un emergente histórico de carácter psicosocial y que la curación cabal del
adicto se encuentra estrechamente unida a la transformación de las estructuras del
sistema social.
Para este modelo, en general los síntomas son entendidos como intento de soluciones
fracasadas que devienen de un sistema familiar disfuncional, por lo que se entiende
necesario que el foco de análisis no solo recaiga en el paciente identificado, sino
también en todo el sistema.
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1. Las adicciones
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- Existe un deseo persistente o se realizan esfuerzos infructuosos por controlar o
interrumpir el consumo de la sustancia.
- Reducción o abandono de importantes actividades sociales, laborales o
recreativas debido al consumo de la sustancia.
- Imposibilidad de abstenerse del consumo de la sustancia. Se continúa
consumiendo a pesar de tener conciencia de problemas psicológicos o físicos
recidivantes o persistentes que parecen causados o exacerbados por el uso de
la sustancia (p.ej., consumo de cocaína a pesar de saber que provoca
depresión rebote). (DSM-IV, 1995, pág. 182)
La abstinencia puede ser tanto física como psíquica. Puede ser aguda, (al poco tiempo
de dejar de consumir aparecen los síntomas), tardía, (al tiempo de dejar de consumir
aparecen los síntomas psiquiátricos) o condicionada, similar a la aguda, (cuando frente
a un estímulo vuelve el deseo de consumir) (DSM-IV, 1995, pág. 187).
Es necesario delimitar las diferencias entre los conceptos de Dependencia, Abuso así
como el de Uso.
El consumo de una sustancia tóxica, sea una droga legal o ilegal, no implica
necesariamente una Adicción sino un Uso. El Uso se define como el consumo
esporádico y circunstancial de una droga.
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Desde el punto de vista clínico‐psicológico definimos que un sujeto hace uso de
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aunque sí puede haber una dependencia psicológica. Sobre esta última Kaplan &
Sadock (2001) expresan: “La dependencia psicológica, también conocida como
habituación, se caracteriza por un anhelo continuo o intermitente por la sustancia, para
evitar los estados disfóricos” (p. 429).
Kalina y Kovadloff en Droga máscara del miedo (1987), entienden que si bien el adicto
suele pensar que el consumo de drogas responde a una libre opción, éste no hace
más que adaptar a su vida individual las relaciones alienadas que imperan en la
sociedad en la que está inmerso.
Para el adicto la injusticia que lo ahoga es una realidad suprasocial, no hay forma de
superarla, por eso el adicto renuncia a la acción.
Según varios autores las causas que explican la adicción son: individuales, familiares
e histórico-sociales.
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que la conducta individual actual se orienta más hacia paleativos de la soledad y la
desintegración que a la búsqueda de elementos capaces de reconstruir realmente su
identidad.
Sin embargo, explican los autores citando a Echeburúa et al (2010) que existe una
diferencia en el síndrome de abstinencia por sustancia frente al comportamental. En el
primer caso el síndrome desaparece inmediatamente con el consumo de la sustancia
mientras que en el caso de las dependencias comportamentales el sentimiento de
desasosiego y ansiedad requieren de más tiempo.
Por otro lado explican que la conducta adictiva no es definida tanto por la frecuencia
con que se realiza sino el tipo de relación que se establece con ella.
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El adicto puede recuperarse pero no curarse en el sentido estricto de la palabra,
siempre deberá cuidarse. (Arias, Labriola, & Kalina, 1990)
Según explican los autores, los jóvenes y los adultos jóvenes son los más afectados
por el uso de drogas, al identificarse que las generaciones actuales se encuentran más
expuestas a ellas.
Por otro lado, estos pacientes con comorbilidad son más resistentes a comenzar,
mantener y completar tratamientos psicológicos y/o farmacológicos, así como
presentan altos índices de recaídas.
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mental. Asimismo, reportaron que los trastornos de ansiedad y los trastornos afectivos
fueron los que más se presentaron en comorbilidad con los trastornos por consumo de
sustancias.
Según Gutiérrez, Rubio Valladolid & Rodríguez de Fonseca (2013) hay evidencias de
que la impulsividad es una antesala del comportamiento adictivo, por lo que la misma
es un claro predictor de la adicción. Pero no sólo es la antesala de la adicción sino
también uno de los ejes más relevantes, especialmente cuando se encuentran
patologías asociadas.
Para los autores la impulsividad como rasgo conlleva actos sociales inadecuados
donde existe un alto grado de desinhibición conductual. Está compuesta por
dificultades de atención sostenida y sesgada, búsqueda de sensaciones y novedad
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estimular, urgencia, dificultad de control, dificultad en el aplazamiento de un refuerzo
positivo inmediato por otro mayor en el tiempo, escaso análisis de la situación e
información relevante antes de emitir una respuesta, falta de perseverancia y alta
sensibilidad a refuerzos positivos.
Citando a Myrseth, Tverá, Hagatuny Lindgren (2012) los autores entienden que el
comportamiento impulsivo y la búsqueda de sensaciones suelen convivir en el
comportamiento adictivo.
2. Modelo Sistémico
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Por lo tanto, la característica principal de los modelos sistémicos es que sus
objetivos terapéuticos están centrados en la modificación de patrones de
interacción interpersonal.
Según Horacio Serebrinsky en Un Viaje Circular (2014) cada una de las partes que
comprende un sistema puede considerarse un subsistema, es decir un conjunto de
partes e interrelaciones que forman parte de un sistema mayor estructural y
funcionalmente. Pero a su vez, ese sistema posee sus propias características por lo
tanto los subsistemas son sistemas más pequeños dentro de sistemas mayores. Las
propiedades de los subsistemas, sistemas y suprasistemas son semejantes y se
pueden encontrar analogías entre ellos.
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90). En el caso de una terapia familiar sistémica podría decirse que no se trata de
sumar individualidades sino abordar las interacciones que conforman un todo más
complejo.
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de flexibilidad, y como consecuencia el endurecimiento del sistema proporcionando
respuestas repetitivas cada vez menos eficaces.
La equifinalidad tiene que ver con cómo los procesos fueron llevados a cabo. En los
sistemas abiertos las modificaciones pueden tener diferentes orígenes a diferencia de
los sistemas cerrados donde los resultados están determinados por las condiciones
iniciales.
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2.2. El adicto y su familia desde un abordaje sistémico
Por lo cual cuando una familia disfuncional o un miembro de la misma piden ayuda, los
terapeutas sistémicos consideran que la problemática involucra a toda la familia.
Eduardo Kalina en La familia del adicto y otros temas (Arias, Labriola, & Kalina,
1990) explica como desde el trabajo psicoanalítico se empezó a trabajar en la “familia
interna” de los pacientes y se descubre sobre los potenciales patogenéticos y
surgimiento de la teoría interaccional basada en la teoría de los sistemas.
Siguiendo al autor, una familia puede surgir en el momento en que dos personas
adultas se unen con el propósito de formarla. Etapa de transición entre un “yo” y un
“nosotros”, donde cada uno pierde individualidad pero gana pertenencia. Las pautas
de interacción pueden ser espontáneas, se negocian reglas sin advertirlo o son
productos de acuerdos explícitos. Las acciones de los miembros de la pareja no son
independientes sino co-determinadas, sujetas a fuerzas que las respaldan o polarizan.
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Desde el enfoque sistémico Layeiré Flores Alban (1987) tomando conceptos de
Stanton y Todd (1990) y Sánchez (2006) entienden la importancia de la familia en la
génesis, el mantenimiento y la atenuación del abuso de sustancias al plantearse la
aparición de una adicción en uno de los integrantes de un sistema familiar. A pesar que
entiende que componentes biológicos juegan un papel importante en la etiología de la
adicción a sustancias, pone más énfasis en las variables familiares. Las adicciones, se
desarrollan en un contexto familiar y frecuentemente reflejan dificultades que cumplen
con una finalidad en la interacción familiar, bien sea equilibrar, separar, unir o hacer un
llamado de alarma, entre otras.
Por lo tanto, el modelo de intervención propuesto enfatiza en el mutuo compromiso de
los miembros de la familia, es decir, en su funcionamiento interaccional, lo que
contrasta con otros métodos de intervención que se centran en la responsabilidad
individual.
Para el modelo sistémico la noción de sistema está compuesto por dos niveles: el de
elementos que lo conforman y el de las interacciones entre sus elementos. Gregory
Bateson citado por Serebrinsky (2014) trabaja el concepto de pauta o patrón. El autor
explica que cuando una serie de elementos comienzan a interactuar en forma
sostenida los patrones surgen como fenómenos que se repiten y aparecen sólo
cuando se juntan los elementos. Los elementos aislados no presentan esas
propiedades. Esto explica por qué un paciente en una sesión terapéutica individual se
comporta en forma diferente a cuando la sesión es familiar. Porque en presencia de
toda la familia se activan las pautas de interacción de ese sistema.
Según Kalina (1987) cada familia es una institución con códigos propios de conducta y
gran exigencia del respeto de los límites de su privacidad. En general se resisten a
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que alguien de afuera les exija cambios. Es una estructura muy conservadora y
autoritaria y se pretende que “el elegido” o “el emergente” siga ocupando el mismo
lugar. Normalmente la familia consulta, para que “se cure” a un miembro de la familia,
que es “el elegido”. Aunque curar pueda tener significados diferentes para todos.
Desde esta corriente se piensa en la familia como un sistema, donde todos tienen que
ver con todos, se observan los efectos de las conductas y no los “por qué”, y se
privilegian los “para qué”, dejando de lado la causalidad lineal y utilizando el concepto
de causalidad circular. (Arias, Labriola, & Kalina, 1990)
Aquí no hay víctima sin victimario, ni victimario sin víctima. Se intenta lograr una
redistribución tanto del juego de roles como del depositario de la patología grupal,
logrando así la co-responsabilidad. De alguna manera, la intervención del terapeuta
tendría un objetivo democratizante, intentando que cada integrante del grupo familiar
asuma la responsabilidad que le corresponde. (Arias, Labriola, & Kalina, 1990).
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Uno de los postulados de este autor, es la existencia en adicciones de una estructura
preadictiva. La experiencia le ha mostrado que surgen adictos de determinados grupos
familiares y no de otros. Hay determinadas circunstancias de la vida que son
inductoras y facilitadoras del consumo de drogas y conduce a que mucha gente
experimente con drogas aunque no necesariamente todos se vuelvan adictos.
En las familias donde se generan adictos siempre está presente el modelo adictivo al
ser la droga la consecuencia y no el por qué de la patología del drogadicto, a pesar de
ocasionar otras patologías orgánicas, familiares y sociales.
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lenguaje de la palabra, por lo que se plantean son trabajos que tengan que ver con lo
comunitario o de tipo dramático.
Marina Perrone (2011) en Dentro y fuera de la caja negra, sostiene que para que un
tratamiento sea exitoso se debe trabajar sobre cuatro ejes de interacción constante, y
estos son:
Con respecto a las recaídas, James Proschaska y Carlo Di Clemente citados por Juan
Diaz Salabert (2001) quienes crearan el Modelo Transteórico o también llamado
Modelo de los Estadios de Cambio, entienden que en el proceso de cambio en las
adicciones no es lineal, sino dinámico y en espiral y las recaídas son tan frecuentes
que deben integrarse como un eslabón más en dicho proceso de cambio.
Durante el proceso de cambio del adicto ellos plantean la existencia de cinco estadios:
El primero es la pre-contemplación - en este estadio el adicto no se plantea modificar
su conducta porque no es conciente de su problema. El segundo la contemplación –
en este estadio el adicto es conciente de su adicción y se ha planteado seriamente la
posibilidad de cambiar pero aún no ha creado un compromiso firme para lograrlo; el
tercero la preparación – en esta etapa el adicto toma la decisión, se compromete a
abandonar las conductas adictivas (se realizan algunos pequeños cambios como por
ejemplo bajar las dosis), el cuarto la acción – la persona con o sin ayuda especializada
logra cambios en su conducta y estilo de vida asociada. Es una etapa que implica un
gran compromiso y por último el mantenimiento – en esta etapa la persona intenta
conservar y consolidar los cambios logrados tratando de evitar una recaída. Es una
etapa de cambio pero de menor actividad.
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Según los autores las recaídas se dan cuando las estrategias de cambio fracasan al
intentar mantener al individuo en el equilibrio del estadio de acción o mantenimiento
provocando una vuelta a estadios anteriores, como ser contemplación, preparación o
incluso en la pre-contemplación.
Es preciso saber que el problema se agudiza al tomar en cuenta que la mayoría de las
personas adictas no son adictas a una sola sustancia, o tengan una sola adicción,
concepto definido mediante el término poliadicción.
Eje social, aquí hay que poner el foco en las redes sociales, en los compañeros con
los que consumía, como así también la red de no consumo con la cual normalmente
se distancia, buscando como objetivo la recuperación o construcción de vínculos
sanos.
Eje familiar, a medida que los síntomas van remitiendo comienzan a aparecer otros
problemas con los miembros de la familia. Hay que trabajar con los roles que ocupa
cada uno y con el tipo de relación que tienen, se buscan cambiar las pautas
interacciónales que sostienen la conducta adictiva, se trabaja con la co-dependencia y
las crisis vitales para que el sistema no se torne nuevamente disfuncional; por lo que
hay que correr del foco al paciente identificado como el único que tiene un problema,
para centrarse en la familia como portadora y generadora del problema.
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de controlar. Estas características del codependiente, lo convierten en un sujeto de
riesgo, ya que no identifica, expresa, ni maneja sus sentimientos y no tiene registro de
las alarmas de su cuerpo.
Salvador Minuchin sostiene que “el terapeuta está en el mismo barco que la familia,
pero él debe ser el timonel…” (Minuchin, Lee, & Simon, 2008)
Según este autor el terapeuta reorganizará los datos que la familia le ofrece, logrando
un nuevo encuadramiento de la realidad conflictiva y estereotipada que la familia tiene.
El terapeuta deberá convencer a los miembros de la familia de que el mapa de la
realidad que ellos tienen se puede ampliar o modificar.
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El terapeuta deberá cuestionar la definición que la familia da del síntoma. Puede
cuestionarse en forma directa o indirectamente, en forma implícita o explícita. El
objetivo es reencuadrar la concepción que la familia tiene del problema, intentando
que los miembros de la familia busquen respuestas diferentes de índole afectivo,
cognitivo y de conducta (Minuchin (2008).
También indagará la función del síntoma, es decir, el para qué, cómo, cuándo, por qué
y con quién un sujeto que consume construye una adicción.
Con respecto a los límites para Horacio Serebrinsky (2014) éstos tienen como función
separar subsistemas dentro del sistema familiar o pueden también separar la totalidad
del sistema respecto al exterior, hablándose en este caso de fronteras.
Entiende Serebrinsky (2014) que cuando los límites están bien demarcados, estos son
modificables, lográndose la adaptación social, pero las familias disfuncionales
presentan dificultades para su demarcación, pudiendo ser ésta débil o difusa, rígida o
con límites o fronteras generacionales desdibujadas. La demarcación difusa se ve en
familias aglutinadas donde no se sabe cuál es el rol de cada uno de sus miembros.
Estas familias tienden a vivir todo lo externo a ella como una amenaza, lo que dificulta
el intercambio con el mismo. La demarcación rígida es difícil de alterar y es
característica de familias con desapego. Sus integrantes tienen poco en común y
tienden a hacer desaparecer el sentimiento de pertenencia. El desdibujamiento de los
límites se expresa de diferentes formas, una puede ser la parentalización, o sea
inversión de roles, donde el rol parental es asumido por uno o más hijos así como la
tríada, donde los límites entre el subsistema parental y el filial están difusos. Se utiliza
al hijo para evitar o desviar el conflicto parental. En la tríada rígida pueden verse
conflictos de lealtades, donde cada progenitor intenta obtener apoyo del hijo en el
conflicto entre ellos, desviación de conflictos donde se define al hijo como “malo” y los
padres se unen para controlarlo o cuidarlo si lo definen como “enfermo”, y la alianza o
coalición, donde uno de los padres respalda al hijo en un conflicto con el otro
progenitor.
En cuanto al tema límites, Kalina (1990) sostiene que curar al adicto, “el elegido” tanto
como a su familia implica enseñarles que existe la palabra “no”. Es necesario delimitar
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quien es quien desde el comienzo de la vida. Plantea que son familias con estructuras
narcisistas, con vínculos simbióticos donde no está claro dónde está el Self de uno y
donde el del otro.
Deberán aprender esas familias que existe otra forma de vivir, donde el Otro es Otro,
con una otredad y tiempo propios. La estrategia es lograr que el adicto aprenda a tener
su subsistema de hijo, que nunca tuvo. Es necesario redistribuir la organización
familiar, así como establecer límites tanto individuales como generacionales.
“La mentira, los dobles mensajes, la falta de confianza en las palabras y el predominio
del lenguaje de acción, la manipulación, el modelo tóxico adictivo, los pactos
perversos, etc., son todos fenómenos que van configurando una estructura
psicopatológica que genera uno o varios hijos que tienen profundos sentimientos de
abandono, vivencias depresivas y que en la droga encuentran una ilusión de integridad
y muchas veces hasta de identidad: “Soy adicto”” (Arias, Labriola, & Kalina, 1990, pág.
33).
A tener en cuenta, según el autor, es que quien trabaje con adictos y sus familias
deberá estar muy entrenado para sobrellevar la manipulación que éstos ejercen. El
adicto es un maestro en manipulación porque lo aprendió de su familia.
Stanton mencionado por Kalina (Arias, Labriola, & Kalina, 1990) plantea que el mayor
objetivo de la terapia es ayudar al hijo a salir del sub-sistema de sus padres y ayudarlo
a recuperar el lugar en el sub-sistema de los hijos. Kalina discrepa con Stanton, no en
la estrategia sino porque entiende que en realidad el hijo nunca estuvo en el sub-
sistema de los hijos, por lo que no hablaría de recuperación de ese lugar sino
directamente de la obtención del mismo.
Eje espiritual, aquí la meta está focalizada en la realización personal, en el “ser” del
sujeto y en la construcción de su proyecto de vida.
Para trabajar este eje pueden tomarse los conceptos desarrollados por Ivo Studart
Pereira (2007) sobre la teoría del psiquiatra austríaco Victor Frankl, fundador de la
llamada Logoterapia, también conocida como la “Psicoterapia del Sentido de la Vida”,
El autor plantea un descentramiento del individuo a favor del sentido de vida, ya que el
sujeto sólo se singulariza en la medida que cumple con su orientación ontológica para
encontrar el significado de su propia vida. Por lo que el principio fundamental es que
no debe buscarse la felicidad. En la medida que hay una razón para la felicidad ella
ocurrirá espontánea y automáticamente.
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Esto podría ligarse con los conceptos de Watzlawich y Ceberio (1988) quienes
sostienen que lo que se hace para lograr la felicidad buscando la perfección puede ser
la causa de la infelicidad.
Características sociodemográficas.
De los 256 informantes el 77% corresponde a madres. , 2,3% fueron abuelas y 17,2%
padres hombres. En 10 familias existía un solo progenitor. Esto último se entiende
como factor de riesgo, mientras que se encontró como factores protectores que los
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padres vivieran juntos, cuidaran de los hijos y que hubiera una buena integración del
hogar.
El 57% de los padres y 44% de las madres tenían edad superior a 28 años. No habían
padres menores de 18 años de edad lo cual fue identificado como factor protector
frente al consumo de drogas.
Con respecto a las drogas ilícitas en el 92% no existe el consumo. Esto se evidencia
como un factor protector. Aunque solo el 66% de estas expresa estar en desacuerdo.
8% dijeron aceptar el consumo de vez en cuando y 31% se mostraron indiferentes.
Un alto porcentaje de las familias entiende que deben tomarse medidas de prevención
en los primeros años de vida del niño y que los factores de protección deben ser
reforzados, así como se deben controlar los factores de riesgo encontrados para
convertirlos en factores protectores.
El 90% de las familias entiende que la prevención deben hacerla los padres, y otros
familiares. El 1% considera que nunca deba hacerse. 89% cree que debe lograrse la
prevención a través del diálogo y 72% con el ejemplo. Estos resultados muestran que
la prevención debe realizarse en edades tempranas directamente con las familias.
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Se encontraron factores protectores como las demostraciones de afecto con los hijos,
jugar y hablar con ellos sobre lo que les gusta, comunicación fácil, toma de decisiones
en pareja, adecuada flexibilidad durante la educación familiar y la existencia de
normas
El 51% juega y habla con los niños, y se encontró que “compartir tiempo” ha sido la
más utilizada, seguida de caricias, regalos y otros. Este factor requiere ser reforzado y
comprendido por todos los padres. La falta de lazos familiares adecuados propicia un
perfil de adolescente incapaz que establecer relaciones saludables.
Como factores protectores está el hecho de que los padres vivan juntos, cuiden a sus
hijos y se desarrolle en la familia una comunicación fácil. Entre los factores de
protección personales y sociales se desatacan: mayor tendencia al acercamiento y
empatía, mayor nivel de autoestima, sentimientos de autosuficiencia, autonomía e
independencia, actividades dirigidas a la resolución de problemas. A nivel social se
destaca ambiente cálido, comunicación abierta en el interior de la familia, estructura
familiar sin disfunciones importantes, padres estimuladores y mayor apoyo social. En
el estudio se reconoce el papel vital de la familia en la niñez. Se entiende necesario
enfocar en la familia la atención como el primer ámbito de prevención e intervención.
Para el 34% de las familias es siempre fácil y “a veces” fácil para el 59% de ellas. 7%
entiende difícil lograr la comunicación. El 31% comparten una sola comida. Que la
comunicación no sea siempre fácil es un factor de riesgo
En cuanto a las decisiones de familia 56% se toman en pareja, 12% lo hacen los
padres con participación de los hijos y 32% por un solo padre. Este último es
considerado un factor de riesgo ya que existe un perfil de vulnerabilidad hacia el
consumo de drogas en adolescentes con baja cohesión familiar y dificultades para
tomar decisiones y resolver problemas con la participación democrática de todos los
miembros de la familia. Se ha constatado en un estudio con familias normales y
familias con un miembro adicto que en esta última existe una gran rigidez en cuanto a
la toma de decisiones
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Cuando los hijos están en problemas 82% acuden a la madre y 62% al padre.
En el 56% de las familias existen normas que se cumplen. En 21% existen pero no se
cumplen y en el 23% no son claras y por eso no se cumplen.
En cuanto al rezongo de los hijos, 49% le explica el error, 29% prohibiéndoles algo que
le gusta, 21% con una palmada o “correazo” y 2% no le dicen nada.
Los factores de protección que el SFP 10.-14 pretende promover son de tipo individual
como la autoestima y habilidades sociales, familiar como la eficacia en la relación
paterna, la organización familiar, la comunicación efectiva, vínculos padres-hijos y
manejo del estrés por parte de los padres; en lo escolar promover el buen rendimiento
escolar y los vínculos con la escuela y de relación con los compañeros con resistencia
a la influencia negativa de los compañeros y una comunicación eficaz).
La muestra inicial estaba compuesta por 380 familias procedentes de Gijón, Pola de
Siero, Cudillero y Oviedo. Familias de perfil socioeconómico bajo.
Consumo de drogas. De acuerdo a ítems que el Plan Nacional sobre Drogas aplica en
estudiantes de Secundaria, se evaluò historia de consumo en los últimos treinta días.
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Se le pide al alumno que valore cuantos de los últimos días ha consumido cada uno de
los diez tipos diferentes de dogas: tabaco, alcohol, tranquilizantes o pastillas para
dormir, hachís y marihuana, cocaína, heroína, speed y anfetaminas, alucinógenos,
sustancias volátiles y éxtasis y otras drogas.
Por otro lado se consideró necesario evaluar los factores de riesgo familiares. Para lo
cual se elaboró un cuestionario de los mismos.
Las siete sesiones como las cuatro de mantenimiento duran unas dos horas y se
componen de dos partes, una en que grupo de padres y grupos de hijos se reúnen por
separado, y la otra donde se reúnen las familias completas para la realización de
algunas actividades. Las sesiones se aplican semanalmente. Durante las dos últimas
sesiones del programa se le informa a los padres de la continuidad del mismo
mediante cuatro sesiones de mantenimiento en las que se repasarán los contenidos y
se evacuarán dudas. A los alumnos que participaron del programa se les entregó un
comunicado dos meses más tarde de finalizado, con la información referente a las
sesiones de mantenimiento.
Resultados
Conclusiones
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una disminución de la probabilidad de que esos adolescentes consuman drogas. Esto
también supone un importante factor de protección para otros comportamientos
problemáticos de la adolescencia.
Un factor esencial para el éxito de dichas intervenciones es que los padres asistan a
tales intervenciones pensando en el bienestar de sus hijos.
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consecuencias saludables o beneficiosas, dependiendo de sus características y de la
capacidad de las personas para resolverlos.
De esta forma, el énfasis no debe hacerse en el hecho de que una persona está sana
o enferma, sino más bien en qué lugar del continuo se coloca, entre la salud perfecta y
el completo estado de enfermedad.
Los conceptos fundamentales que Antonovsky desarrolla con esta teoría son los
Recursos Generales de Resistencia y el Sentido de Coherencia. Los Recursos
Generales de Resistencia (RGRs) son factores biológicos, materiales y psicosociales
que hacen que las personas perciban más fácilmente su vida como coherente,
estructurada y comprensible. Los típicos Recursos Generales de Resistencia son, el
dinero, el conocimiento, la experiencia, la autoestima, los hábitos saludables, el
compromiso, el apoyo social, el capital cultural, la inteligencia, las tradiciones y la
visión de la vida. Si una persona tiene este tipo de recursos a su disposición o en su
entorno inmediato tiene más oportunidades para hacer frente a los desafíos de la vida.
Estos ayudan a las personas a construir experiencias coherentes en la vida. Para
Antonovsky no es solo importante poseer estos recursos sino tener la capacidad para
utilizarlos, a lo que llamó Sentido de la Coherencia (SOC) (Sense of Coherence)
convirtiéndose dicho concepto en la clave de su teoría.
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que tiene sentido, que la propia vida está orientada hacia metas que se desean
alcanzar. Una de las críticas que recibió el modelo fue el que no hubiera incluido un
componente afectivo dentro de su teoría, estando enfatizado el aspecto racional o
cognitivo. Aunque Antonovsky fue consciente de este problema, decidió no extender la
teoría para incluir ese cuarto componente. El SOC es flexible, no se construye en torno
a un conjunto fijo de estrategias a dominar. Es decir, se trataría de un "sexto sentido"
útil para la supervivencia, ya que genera habilidades que promueven la salud.
Antonovsky, para explicar su teoría, utiliza una metáfora (el río de la vida)
comparando el punto de vista patogénico con la perspectiva salutogénca. Pensando
en un río con aguas embravecidas, el enfoque patogénico considera que las corrientes
de ese río representarían el estado de enfermedad, siendo el objetivo rescatar a las
personas que se encuentran dentro de ese río, sin tener en cuenta cómo llegaron allí o
por qué no son buenos nadadores. El objetivo no se centraría en “salvar” a las
persona, sino en conseguir que naden bien, para no ser arrastrados por dicha
corriente. Según esta perspectiva entonces, la salud implicaría “salvar a la gente de
ahogarse”.
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Bengt Lindstrom y Mónica Eriksson, son dos profesionales que han intentado darle al
trabajo de Antonovsky de manera sistemática una dimensión en Salud Pública. Según
los autores, el modelo salutogénico sería una buena base de fundamentación para la
Promoción de la Salud, fundamentalmente por tres razones: en primer lugar, porque el
foco se coloca en la resolución de problemas y en la búsqueda de soluciones; en
segundo lugar, porque identifica Recursos Generales de Resistencia que ayudan a las
personas a moverse en la dirección de salud positiva; y, en tercer lugar, porque
identifica un sentido o discernimiento global y omnipresente en los individuos, grupos,
poblaciones o sistemas, cuya capacidad se plasma en el SOC (comprensión,
manejabilidad y significatividad de los acontecimientos vitales)
- Protección. Desde este enfoque, las intervenciones tendrían como objetivo evitar los
riesgos de enfermar, dirigiendo los esfuerzos a la población general, pero otorgándole
un papel pasivo en el proceso. Según la metáfora, se trataría de colocar barreras al río
para evitar que las personas caigan en él.
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La educación sanitaria es aquí sustituida por el aprendizaje acerca de la salud, a partir
de la reciprocidad de un diálogo en salud.
Continuando con la metáfora, al nacer, las personas caen en el río y flotan con la
corriente. La dirección principal de la vida no es la muerte y la enfermedad,
representada por la cascada. Algunas personas nacen cerca del lado opuesto a la
cascada, donde pueden flotar con facilidad, las oportunidades de la vida son buenas y
tienen muchos recursos a su disposición, como en un estado de bienestar duradero.
En cambio, otras personas nacen cerca de la cascada, en el malestar o enfermedad,
donde la lucha por la supervivencia es más difícil y el riesgo de estar por encima del
borde de la cascada es mucho mayor. El río está lleno de riesgos, pero también de
recursos. Sin embargo, el resultado de la travesía a través del río de la vida se basa
principalmente en la capacidad para identificar y utilizar los recursos necesarios para
mejorar las opciones de salud y en definitiva, la calidad de vida.
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Conclusiones
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Como dicen Minuchin y Fishman (1984) el paciente individualizado es portador
del síntoma para proteger a la familia.
Los terapeutas sistémicos inciden a nivel familiar aunque quien asista a la terapia sea
solo un individuo, ya que parten de la idea de que el cambio en una de las partes del
sistema, provoca cambios en su totalidad. Es necesario que cambie el contexto para
que cambie el sujeto y de esta forma se rompa la homeostasis familiar.
Esta corriente se caracteriza por pensar a la familia observando los efectos de las
conductas y no los “por qué”, y privilegiando los “para qué”, dejando de lado la
causalidad lineal y utilizando el concepto de causalidad circular.
La terapia sistémica intentará lograr que ese sistema disfuncional, cuyos miembros
ocupan jerarquías incongruentes, donde la capacidad de los padres para poner límites
es exacerbada, contradictoria o deficitaria, pase a ser una “familia funcional”,
entendiéndose a tal como aquella donde la línea intergeneracional se encuentra bien
marcada, donde las funciones jerárquicas pertenecen al subsistema parental, cuyos
integrantes (en caso de existir ambos padres) comparten acuerdos con respecto a las
funciones “normativas y nutritivas”.
Los conceptos fundamentales que Antonovsky desarrollada con esta teoría son los
Recursos Generales de Resistencia y el Sentido de Coherencia. Los Recursos
Generales de Resistencia (RGRs) son factores biológicos, materiales y psicosociales
que hacen más fácil a las personas percibir su vida como coherente, estructurada y
comprensible.
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Pero la clave de su teoría está en lo que él llamó Sentido de la Coherencia (SOC)
(Sense of Coherence) y esto tiene que ver con la capacidad de los sujetos de utilizar
los Recursos Generales de Resistencia.
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