Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

La Ley de Causa y Efecto

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 3

La ley de Causa y Efecto

Claudio Drubich
“Renovación”, nº. 4 - (Agosto 1997)
Órgano del Consejo de Relaciones Espírita Argentino “CREAR”, Rafaela
(Argentina)

Una revista espiritista de Barcelona, ha publicado recientemente (mayo/junio


1997), un artículo titulado “Saber vivir”. Entre otros párrafos positivos –como,
por ejemplo: “La Ciencia Espírita nos demuestra que las dificultades son las
mejores oportunidades para desarrollar y experimentar a los Espíritus”- hay en
cambio una frase que consideramos errónea en su planteamiento; expresa:
“Los sufrimientos sólo son deudas contraídas en el pasado.”

A tal efecto, hemos seleccionado un artículo, también de reciente publicación,


de la revista “Renovación”, de Argentina.

La definición que nos brinda el Espiritismo sobre la Justicia Divina se halla contenida
en dos basamentos fundamentales: la Reencarnación y la Ley de Causas y Efectos.

Las vidas sucesivas que atravesamos como seres en evolución es el escenario en el que
vamos teniendo las distintas experiencias evolutivas que nos llevan al progreso
espiritual.

La Ley de Causas y Efectos enseña que cada acto realizado lleva implícitas sus
consecuencias, y que cada uno cosecha siempre lo que ha sembrado; es la norma que
rige esa evolución.

Visto de este modo, el camino de los seres hacia estados de progreso se realiza a través
de sus actos, con las consecuencias que éstos van generando, y así se produce el
aprendizaje dentro del marco de la pluralidad de existencias.

Sin embargo, vemos que esta concepción, que encierra el sentido de Justicia Divina,
adquiere diferentes interpretaciones, a veces de los espíritas mismos, tornándola
confusa, cuando en realidad es simple y profunda.

Para acercarnos a su real comprensión deberíamos tener en cuenta algunos aspectos que
no siempre tenemos claros.

A. La Ley de Causas y Efectos y el tiempo.

Ya Einstein en su Teoría de la Relatividad afirmó que el tiempo es una variable no


absoluta y que depende de la visión de la persona que lo mide. De la misma manera,
nuestra falta de comprensión de muchos hechos que ocurren y nos ocurren, se debe a
que todo lo analizamos desde el punto de vista de esta existencia, adjudicándole un
valor absoluto y no tomándolo como lo que es: un capítulo en la marcha evolutiva de los
seres.

Nos es fácil comprender sucesos que se conectan entre sí en una existencia; por
ejemplo, una persona violenta que muere de la misma manera, una persona con
adicciones que termina su vida, privada de sus sentidos y enferma. Pero nos revela ver a
un ser sufrir sin saber por qué, desconociendo qué historia tiene ese ser detrás, en vidas
anteriores.

B. La Ley de Causas y Efectos no justifica nuestra falta de solidaridad

Si bien el conocer el mecanismo de la justicia a través de esta Ley, nos puede dar una
visión más amplia y optimista de los hechos, esto no justifica una inacción frente al ser
con problemas, con limitaciones, con dolor, pensando que es lo que merecen. Por el
contrario, el sentido del conocimiento de la misma nos debe dinamizar en estados
solidarios. Nada es irreversible ni inmodificable. Esta es la misericordia de Dios, y
tenemos el deber de hacer todo lo que podamos para aliviar el sufrimiento de nuestro
semejante.

C. La Ley de Causas y Efectos no es determinista

Ya que el ser tiene entre sus posibilidades la de evitar pruebas de dolor planificadas –
por él mismo o sus protectores- a través de sus esfuerzos en el progreso por su voluntad
de cambio.

D. La Ley de Causas y Efectos no se debe tomar en forma especulativa

Pensando en la mecánica del premio o castigo. Ampliando lo ya mencionado, los


espíritas debemos sacar de nuestro léxico este concepto; el sentido de la evolución no se
define como una sucesión de recompensas o dolores, según las acciones que
emprendamos, sino como una continua búsqueda del progreso. Un progreso en el que
transitando experiencias evolutivas iremos desechando aquellos obstáculos que
interfieren en la concreción de estados de amor, e iremos aquilatando en nuestro espíritu
sentimientos, capacidades y potencias positivas.

E. La Ley de Causas y Efectos y el juzgamiento

No debemos pensar que las tribulaciones y dolores que atraviesa un ser en una
existencia se deban indefectiblemente a errores cometidos en otras. Esta es una
observación simplista y constituye un acto de juzgamiento. Hay muchas razones por las
que un ser puede planificarse una existencia de limitaciones, como por ejemplo
misiones que se comprometa a llevar a cabo.
Otras veces se trata de espíritus muy evolucionados, pero que deben desarrollar
potencias específicas en algún aspecto y encarnan en un medio que, aunque difícil por
sus características, les permite concretar ese estado de progreso específico.

F. La Ley de Causas y Efectos y la familia

Atento a la manifestación de los espíritus y también a través de la información obtenida


por la regresión de memoria, encontramos que los seres que hoy conforman nuestra
familia, en muchos casos tienen un pasado común, con historias de luchas, de amor, de
enfrentamiento. Por ello es importante que centremos nuestro accionar en ella, porque
seguramente tendremos mucho que trabajar en la trama de relaciones que en una familia
se entretejen.
G. La Ley de Causas y Efectos tiene connotaciones muy profundas

Que en nada se parecen, ni cercanamente, a la definición de la Ley del Talión, y de


muchas de esas connotaciones sólo tenemos atisbos de comprensión, porque partimos
muchas veces de nuestra limitada visión, influida casi siempre de nuestros deseos, de
nuestra propia concepción, de nuestros errores personales. Estos hacen que en variadas
circunstancias deseemos adaptar la Ley de Justicia a nuestros gustos o necesidades.

Ante esto, el mundo espiritual nos reitera permanentemente una premisa para tener
siempre delante de nuestra vista: la Humildad.

La humildad para tratar de comprender los procesos, las situaciones, los seres y las
circunstancias de nuestra vida. Incluso para entender que no podemos saber todo sobre
la evolución, sobre la mecánica y el sentido profundo de la Ley. Pero no como si esto
fuera un misterio, sino como resultado de las limitaciones de nuestra visión de
encarnados que, aunque tratemos de evitar, nos hace apreciar a los seres y los hechos
desde nuestra óptica personal.

No especulemos ante la Ley de Justicia, implícita firmemente en la Ley de Causas y


Efectos. Esta existe, es inmanente. Tampoco actuemos oprimidos pensando en nuestro
pasado y sus consecuencias en esta existencia. No trabajemos en nuestro progreso como
si tuviéramos una espada de Damocles esperando nuestra equivocación.

Seamos espontáneos, tomemos nuestras limitaciones no como culpas o pecados, sino


como material que ha de ser reelaborado hacia estados positivos. Actuemos con
solidaridad, con amor por el solo hecho de ver felices a quienes nos rodean, por tratar de
sentir, aunque sea en forma intermitente, ese estado de plenitud, de vibración, que nos
hace sentir hermanados a todos los seres de la creación.

La percepción de la Justicia Divina, inmanente en la Ley de Causas y Efectos, nos


permite un estado de optimismo frente a la vida, adoptando –por un lado- una visión
amplia y positiva de la evolución, aun a pesar de las crisis y pruebas que nos toca
sobrellevar y nos impulsa a plasmar comportamientos éticos y responsables que, por
sobre todo, nos permiten transitar nuestra existencia con plenitud y felicidad.
Artículo publicado en nuestro boletín trimestral "Flama Espírita" 4º trimestre/1997

También podría gustarte