La predicación sin convicción no es humildad ni modestia. Stott (1996) mencionó que en la actualidad se padece de una humildad traspuesta, donde la modestia se ha trasladado de la ambición a la convicción, lo que nunca debería ocurrir, ya que un hombre debería dudar de sí mismo y no de la verdad. Michelén (2012) cita esta opinión de Stott.
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La predicación sin convicción no es humildad ni modestia. Stott (1996) mencionó que en la actualidad se padece de una humildad traspuesta, donde la modestia se ha trasladado de la ambición a la convicción, lo que nunca debería ocurrir, ya que un hombre debería dudar de sí mismo y no de la verdad. Michelén (2012) cita esta opinión de Stott.
La predicación sin convicción no es humildad ni modestia. Stott (1996) mencionó que en la actualidad se padece de una humildad traspuesta, donde la modestia se ha trasladado de la ambición a la convicción, lo que nunca debería ocurrir, ya que un hombre debería dudar de sí mismo y no de la verdad. Michelén (2012) cita esta opinión de Stott.
La predicación sin convicción no es humildad ni modestia. Stott (1996) mencionó que en la actualidad se padece de una humildad traspuesta, donde la modestia se ha trasladado de la ambición a la convicción, lo que nunca debería ocurrir, ya que un hombre debería dudar de sí mismo y no de la verdad. Michelén (2012) cita esta opinión de Stott.
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Predicación sin convicción no es humildad ni modestia. Como
dice Stott (1996) menciona que¨ Hoy estamos padeciendo de una humildad traspuesta. La modestia se ha trasladado de la esfera de la ambición para asentarse en la de la convicción, donde nunca debería estar. Un hombre debería dudar de sí mismo y no de la verdad; pero eso se ha invertido.¨ (Michelén, 2012, p.83) Cita de una cita