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Uruguay I 2020 - Islas Desafío 2

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Historia del Uruguay I

Año 2020
Licenciatura en Historia

Desafío 2: Preparando el primer control de lectura - El problema de la retroversión de la


soberanía en España, América y el Río de la Plata, 1808-1813

Tarea 1)

La etapa que analizamos está marcada por una cronología muy intensa y que debe ser analizada en
diversas escalas sin perder de vista sus repercusiones. Te proponemos trabajar de la siguiente
manera:

a. busca información sobre los siguientes hechos que te permita ubicarlos en el tiempo y
presentarlos brevemente (no más de tres líneas).
b. completa la tabla adjunta en orden cronológico (puedes agregar todas las líneas que consideres
necesarias)

* Congreso de los delegados de los pueblos orientales en el alojamiento de José Artigas


* Tratado de Fontainebleau
* Batalla de Trafalgar
* Segundo sitio de Montevideo
* Instalación del Consejo de Regencia de España e Indias
* Inicio de sesiones de las Cortes de Cádiz
* Abdicaciones de Bayona
* Primera invasión inglesa a Buenos Aires
* Convención entre José Artigas y José Rondeau en la que se crea una provincia
* Junta de Mayo
* Instalación del Primer Triunvirato en Buenos Aires
* Llegada de la Corte de los Braganza a Río de Janeiro
* Reconocimiento y jura de fidelidad a Fernando VII
* Ocupación inglesa de Montevideo
* Junta de 1808
* Reconocimiento del Consejo de Regencia en Montevideo
* Primer sitio de Montevideo
* Constitución o carta de Bayona
* Motín de los regimientos de Infantería Ligera y de Voluntarios del Río de la Plata en Montevideo
* Jura de la Constitución de Cádiz en Montevideo
* Junta “tuitiva” en La Paz
* Proclama de José Artigas en Mercedes
* Instalación de la Junta Central y Gubernativa del Reino
* Asamblea de la quinta de la Paraguaya
* Convocatoria para una Asamblea Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata
* Precisión del Yi
* Instalación del gobierno provisorio de la Provincia Oriental
* Instrucciones dadas a los delegados de la Provincia Oriental ante la Asamblea Constituyente de
las Provincias Unidas

Episodio (incluir fecha o Breve descripción Se vincula con… (seleccionar


período aproximado) dos procesos o hechos de los
indicados y establecer
brevemente sus vínculos)

Tarea 2)

Identifique los párrafos siguientes en alguno de los artículos de los autores sugeridos para el control
de lectura. Hay dos trabajos que no fueron incluidos en la selección de párrafos.

Consejos: lea los párrafos y sepárelos por su temática en los temas 2 y 3 del control de lectura. Lea
o relea los capítulos y artículos propuestos y señale los autores y la página donde encuentra el
párrafo seleccionado. Recuerde que en este ejercicio se revisan conceptos y puntos de vista de autor
que le serán útiles al momento de hacer la prueba. El procedimiento procura a ayudarle a identificar
puntos importantes mientras estudia.

1) “Tanto en América como en la península, aquellos cuerpos nacieron con una vocación diversa: la
de constituir un depósito de soberanía. Entre la asunción de soberanía como depósito o como
atributo propio y esencial existe una notable diferencia. Lo primero significa asumir una capacidad
de tutela, de uso y administración, pero, al mismo tiempo, implica admitir la incapacidad para
alterar el ordenamiento. Lo segundo, la asunción de la soberanía como atributo esencial de la nación
o pueblo, significa literalmente una revolución, un desposeimiento de la monarquía y una exclusiva
atribución a un nuevo sujeto político que puede de este modo proceder a constituir un nuevo
ordenamiento.”

2) “Las expresiones de Curado dieron pie para formalizar acusaciones contra Liniers en las que
convergieron intereses sectoriales de ambas orillas. El Cabildo de Montevideo se dirió a su par de
Buenos Aires y a la Real Audiencia considerando que el virrey de origen francés debía renunciar o
ser depuesto de su mando. La intervención de la Real Audiencia procuró detener el creciente
deterioro de la unidad política virreinal, optando por ordenar la presentación del gobernador de
Montevideo en la capital con la documentación probatoria de sus acusaciones contra el virrey.
Justamente la desobediencia a este mandato forzó la destitución de Elío y, como consecuencia,
quedó expuesto el camino para la formación de la junta de gobierno en Montevideo. Las intrigas de
la corte portuguesa habían logrado su objetivo de dividir fuerzas en el Río de la Plata.”

3) “Pueblo, […] es uno de los vocablos que mayor confusión arrastra por cuanto resulta, justamente,
el más afectado por la coexistencia en tiempos de la Independencia de viejas y nuevas acepciones.
En la actualidad, estamos habituados a utilizarlo en diversas formas pero refiriendo siempre a un
conjunto de individuos abstractamente considerados en términos de igualdad política. Mientras que,
en la tradición política española vigente a fines del período colonial americano, prolongada durante
mucho tiempo luego de la Independencia, conservaba la acepción organicista y corporativa propia
de la sociedad del antiguo régimen. En este sentido, el pueblo era concebido no en términos
atomísticos e igualitarios, sino como un conglomerado de estamentos, corporaciones y territorios,
con las correspondientes relaciones propias de una sociedad que consagraba en lo político la
desigualdad enraizada en la economía. Es decir, una imagen de lo social en correspondencia con
formas de participación fundamentalmente corporativas, no individuales, y expresada en términos
metafóricamente asimilados al organismo humano “[…]. A esto se debe que en el uso inicialmente
predominante, la voz pueblo fuera sinónimo de ciudad, pero no en sentido urbanístico sino político.
Y es en esta acepción que va frecuentemente asociado a una forma de empleo característica de la
época: su uso en plural –“los pueblos soberanos”- para referir a las distintas ciudades que habían
“reasumido la soberanía” cuando, a raíz de los sucesos de Bayona y los posteriores acontecimientos
en la Península Ibérica, comenzaron a ejercer su autonomía. Porque justamente esos “pueblos” no
eran el conjunto de habitantes urbanos y rurales de una región, como podríamos interpretar
proyectando inconscientemente el sentido actual del término sobre el texto de época, sino las
ciudades políticamente organizadas según las pautas hispanas.”

4) “Los sucesos europeos aceleraron la crisis del régimen colonial y obligaron a la búsqueda de
nuevos caminos a quienes aspiraban a mantener (o mejorar) sus posiciones de poder. Bajo un
mismo principio -la reasunción de la soberanía por el pueblo- se defendieron tanto posiciones
españolistas como independentistas, así como posibles alianzas con Portugal o Gran Bretaña,
propiciadas por la presencia de la corte portuguesa y de una estación naval británica en Río de
Janeiro desde comienzos de 1808. Asimismo, fueron cobrando nitidez las diferencias entre los
españoles europeos y los americanos. En un escenario de gran incertidumbre, al Junta de
Montevideo fue el resultado de la confluencia efímera de grupos de intereses contradictorios. Se
constituyó a partir de un Cabildo abierto celebrado el 21 de septiembre de 1808 y se disolvió el 30
de junio de 1809, en obediencia a lo dispuesto por la Junta Central Suprema y Gubernativa. En sus
nueve meses de funcionamiento desconoció la autoridad del virrey interino acusándolo de ser
proclive a Napoleón, gobernó en forma autónoma su jurisdicción y realizó gestiones ante las
autoridades peninsulares, diversas ciudades del virreinato y representantes de gobiernos
extranjeros.”

5) “Las juntas españolas creadas para enfrentar la invasión bonapartista de la monarquía y defender
el derecho de la dinastía borbónica se concibieron como depositarias de la soberanía del príncipe, y
no como soberanas en sí mismas. Usaron atributos propios de la soberanía como declarar la guerra,
formar y comandar ejércitos, entablar relaciones otras potencias, batir moneda y ejercer la alta
jurisdicción. Utilizaron también denominaciones y emblemas que denotaban su carácter soberano.
En ningún caso, sin embargo, las juntas promovieron una ateración sustancial del ordenamiento
político que entendían proteger, tutelar y conservar.”

6) “De todas maneras era, sin duda, ya demasiado tarde. Nade podía saber cuándo tendrían lugar las
anunciadas Cortes, y las disposiciones electorales de entonces -28 diputados para América, contra
más de 200 para la Península- volvían a consagrar, agravada, la desigualdad entre España y
América. Algunas regiones americanas volverán a aceptar, como en 1808, el nuevo gobierno
peninsular y continuarán luchando por sus derechos dentro de la Monarquía, sin romper con la
Península. […] La constitución que, con sus colegas peninsulares, aprobarán en Cádiz será también
aplicada en esas regiones de América. Sin embargo, la unidad del mundo hispánico está ya rota y la
política moderna en marcha. Los americanos empiezan efectivamente, a tomar en mano su destino,
aunque tengan todavía que transcurrir bastantes años para que el paso a la política moderna sea total
en América y la separación con la España peninsular, definitiva y general. Se olvidarán entonces
estos “dos años cruciales”, en los que surgieron los agravios políticos que llevaron a la
Independencia: los provocados por el fin del absolutismo y la irrupción brusca de una necesaria
representación política de los diferentes “pueblos” de la Monarquía. “

7) “Cómo sustituir el dominio de la monarquía castellana, qué forma de asociación política adoptar,
qué procedimientos de representación política eran más convenientes, qué límites debía tener la
participación política, qué recursos prever para formar políticamente al sujeto de la soberanía, son,
entre muchos otros, los problemas que obsesionan a quienes escriben en lso periódicos o publican
folletos y libros. Pero lo político invade también otros terrenos, como el de la poesía. Pues si el
absorbente interés por lo cívico se traduce en una más que escasa producción de otra temática en
prosa, la escrita en forma versificada -dado que es difícil considerarla realmente poesía- es
dominada también por lo político.”
8) “La cuestión de la representación fue, entonces, central a los conflictos políticos de la primera
mitad del siglo por cuanto constituía uno de los rasgos definitorios de la posesión o carencia de
calidad soberana de los “pueblos”. Y esto se comprobaría entre otros terrenos, en la encendida
disputa que motivara en el seno de las reuniones constituyentes. Con la citada resolución de la
Asamblea del Año XIII los partidarios de un estado centralizado, y por tanto enemigos de la unión
confederal, querían conferir a la representación política la calidad de emanar de una supuesta nación
preexistente que por medio de una asamblea constituyente decidía respecto de la forma de organizar
su existencia. Mientras que para los pueblos afectados, como más tarde para las provincias, tal
medida significaba negarles la libertad de pactar, al desaparecer el requisito previo de su
consentimiento para ingresar al Estado que quisieran formar.”

9) “Si tenemos en cuenta que el tema de la organización confederal como forma de dar lugar a una
nueva entidad política no es en manera alguna privativo ni de la experiencia del ciclo revolucionario
de fines del siglo XVIII ni de la literatura política que lo prepara o acompaña, puesto que el asunto
de las ligas y confederaciones es antiguo en la literatura política, se podrán hacer más
comprensibles ciertos rasgos de su desarrollo en Hispanoamérica. Es útil así recordar que la
cuestión había sido también objeto de otros tratadistas políticos del siglo XVIII, desconocidos hoy
pero leídos entonces. Por ejemplo, el problema del gobierno confederal había sido abordado por
Gaspard de Real de Curban, un autor francés adverso a la Ilustración, conocido en el Río de la Plata
en su traducción al castellano […] En su obra Real de Curban se ocupa de la confederación como
una forma de “gobierno compuesto” esto es, una unión de estados que conservan su soberanía
particular pero que se ligan por alguna forma de lazo. Este lazo, señalaba, puede ser de dos
naturalezas. Una, cuando dos estados distintos, sin incorporarse uno a otro, se unen bajo un mismo
monarcq, aunque la soberanía se ejercida por autoridades distintas […] La otra es propia de “a
segunda especie de gobiernos compuestos”, esto es, la de “los estados, que queriendo conservarse
en la libertad de gobernarse cada uno por sus propias leyes, y no considerándose en un estado de
fuerza competente para poenrse a cubierto de los insultos de sus enemigos, se han unido por una
confederación general, y perpetua para hallar en la unión las fuerzas, que les han parecido
necesarias para la seguridad común”. “

10) “En diciembre de 1808, Elío se dirigió por nota reservada al Cabildo de Buenos Aires,
denunciando los “pérfidos” proyectos que con la complicidad o inoperancia de Liniers se estaban
gestando para “la ruina del Pais y hacerle presa dela Inglaterra, dela Princesa del Brasil, ó de
qualquiera potencia extranjera”. En términos generales, los proyectos apuntaban a mostrar “el
desorden” y “la anarquía” en que se hallaba la península para ganar adhesiones al reconocimiento
de la regencia de Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII y esposa del príncipe regente de
Portugal. En Buenos Aires, el creciente poder de las milicias locales podía otorgar ciertas
posibilidades de éxito a estos planes, con lo que había que asestar un golpe decisivo. El 1° de enero
de 1809, el “partido” de Alzaga intentó infructuosamente la destitución de Liniers y la formación de
una Junta. La de Montevideo continuó entonces como el único baluarte de quienes apostaban a
cimentar una autoridad que les garantizara el mantenimiento del orden colonial.”

11) “Los éxitos militares logrados ante aquel poderoso rival de España, dieron a los grupos de poder
locales la capacidad de gestionar la concesión de nuevos privilegios ante la corona. Así, en agosto
de 1806, el cuerpo de comerciantes y el Cabildo de Montevideo enviaron diputados a la corte a fin
de solicitar el establecimiento de un consulado de comercio en Montevideo, la transformación de la
Gobernación en Intendencia con la incorporación de territorios hasta entonces dependientes de
Buenos Aires, así como títulos y reconocimientos a la actuación victoriosa de la ciudad. El Cabildo
de Buenos Aires, por su parte, envió en noviembre de 1806 a su apoderado, a los efectos de solicitar
beneficios impositivos y económicos para resarcir a los comerciantes de los gastos extraordinarios
en que habían incurrido con motivo de la defensa. Asimismo, le indicaba que no podía tolerar que a
Montevideo se le diera otro título que el de “auxiliadora” a efectos de dejar en claro su carácter
subalterno frente a la cabeza virreinal.”

12) “Al mismo tiempo que se decide reunir las antiguas Cortes de acuerdo con las leyes
fundamentales se organiza, también, una consulta general para que todos los cuerpos -Consejos,
Juntas Superiores de las provincias, Tribunales, Ayuntamientos, cabildos, obispos y universidades_
y también “los sabios y personas ilustradas” den su opinión sobre las modalidades y el papel de las
futuras Cortes. Como lo hizo observar Tocqueville, a propósito de la idéntica consulta que en
Francia hizo Lomenie de Brienne en 1788, al hacer de la constitución un tema de debate se pasa, ya,
de la restauración de las leyes fundamentales a la política moderna, al reino de la opinión.”

13) “La palabra nación aparece en una multitud de escritos, algunas veces, con un sentido moderno,
como el conjunto de los españoles; en la mayoría de los casos, con una clara connotación de corona
o reino, como una comunidad política antigua. Aunque quienes actúan y se expresan son los reinos,
las provincias, los pueblos y otros cuerpos de una sociedad de Antiguo Régimen, su unanimidad
misma les hace tomar conciencia, a veces con admiración, de su extraordinaria unidad. La palabra
nación ya no designa nunca en la España peninsular a las comunidades particulares en el seno de la
Monarquía, sino sólo a “la nación española”. Lo mismo ocurre en América, en donde todas las
referencias remiten a una única nación, la nación española, aunque esta sea vista como formada por
europeos y americanos, como extendida a los dos hemisferios, o compuesta incluso por dos
pueblos. La nación, palabra clave del vocabulario político moderno, que se identificará luego con
los antiguos reinos o con las provincias a los que dará el fundamento de su independencia, hace
ahora su primera aparición solemne para designar al conjunto de la Monarquía.”

14) “[…] a pesar de su carácter muy tradicional, la sociedad tiene un conocimiento suficiente de los
acontecimientos políticos. Es difícil hablar aún -fuera de las élites- de una opinión pública en el
sentido moderno de la palabra. Pero hay ciertamente -sobre todo en las ciudades- una difusión
bastante amplia de las noticias y otras formas de opinión pública que habría que estudiar y en las
cuales desempeña un papel importante la transmisión al pueblo de los gérmenes de opinión pública
que existen en las élites. Incluso en el campo, en pueblos indígenas que parecen lejos de todo, hay
siempre gente que sabe leer, que es capaz de recibir noticias escritas y con un conocimiento -aunque
sea deformado- de personajes y acontecimientos de orden general.”

15) “Para comprender estos años cruciales es indispensable mantener siempre la visión de conjunto,
considerar a la Monarquía como lo que todavía es, una unidad, y analizar las consecuencias que los
sucesos en una de sus partes tienen para las demás. En esta visión de conjunto es normal que los
sucesos de la España peninsular tengan una importancia primordial, puesto que en ella se encuentra
el centro político de la Monarquía, se juega militarmente su destino y se toman las decisiones
generales frente a las que reaccionará América. Las coyunturas políticas peninsulares son las que
marcan entonces los ritmos de la evolución americana.”

16) “[…] las juntas tutelaron la soberanía regia de manera colectiva y en ello residió el hecho que
más drásticamente cambió el aspecto de la monarquía hispana durante esos primeros momentos de
la crisis que conduce al nacimiento de la nación española. Cada una de aquellas juntas, incluso
después de formada la Junta Central, se presentó como depositaria de la soberanía. Como
consecuencia, el depósito de soberanía adoptó un aspecto confederal. No debe extrañar que
observadores tanto españoles como extranjeros de lo que estaba ocurriendo denominaran aquello un
“sistema federaticio”. Evidentemente no se trataba de una federación similar a la creada por los
angloamericanos tras su revolución, pues ni las provincias españolas se dotaron de constitución
propia, ni formalizaron pacto federal alguno. “
17) “Dicho de otra manera, la visión global de la coyuntura política se impone pues por varias
razones. La primera, porque un estudio de las causas locales, no puede explicar el rasgo más
espectacular de este período: la simultaneidad y la semejanza de los procesos de independencia en
los diferentes países. Las causalidades internas, sean cuales fueren, no pueden llevar más que a la
constatación de una diversidad: diversidad de estructuras sociales y económicas, de los niveles
culturales, de la toma de conciencia de esos sentimientos de singularidad que serán llamados más
tarde nacionales… Lo diverso no puede explicar ni lo simultáneo, ni lo semejante: ¿por qué en los
mismos momentos, siguiendo procesos muy parecidos, las diferentes regiones de América
reaccionan de manera semejante? Hay, pues, que dar prioridad al conjunto sobre las partes.”

18) “Aunque la real orden parece proclamar la igualdad de derechos entre las dos partes de la
Monarquía, el hecho mismo de razonar en términos de “colonias” y, peor aún, de “factorías”, iba
contra todo lo que las Indias habían sido siempre en las leyes y en el imaginario de los americanos.
Ofensa suplementaria, la participación en la representación nacional aparece no como un derecho,
sino como una concesión, como una recompensa. La igualdad le es negada en el momento mismo
en que se afirma. La desigualdad aparece también en el número de diputados: nueve para América y
Filipinas contra 36 para la Península, cuando ambas tienen más o menos el mismo número de
habitantes.”

19) “Según un trabajo que contiene el resultado de una muy documentada investigación sobre el
vocabulario político del siglo XVIII español…’Términos como nación, patria, estado, país, reino,
monarquía, república, región, provincia, resultan intercambiables en muchos contextos y recubren
sectores de significación en los que reiteradamente se solapan unos a otros.’ Esto ocurrirá también
en Hispanoamérica, donde uno de los solapamientos más significativos será precisamente el de las
voces provincia y Estado […]”

20) “Se trataba de un proceso al que conviene prestarle debida atención: el resquebrajamiento del
orden social local y la abierta confrontación entre actores cuyos conflictos preexistentes se
canalizaban en antagónicos alineamientos políticos y adoptaban la forma de oposición entre
“europeos” y “americanos”. Para advertir mejor este antagonismo es preciso recordar que la
inmigración peninsular en las últimas décadas coloniales lejos estuvo de circunscribirse a las
ciudades y a sus elites sino que impactó también en muchos pueblos rurales. […] En tales
condiciones, las estrategias revolucionarias de desplazar a los europeos de puestos de autoridad y
luego segregarlos socialmente introdujeron en los pueblos de campaña divisiones y fuertes
desequilibrios en los entramados del poder local.”

21) “En la documentación artiguista también hay referencias a un espacio territorial que por el oeste
iba más allá del río Uruguay. En la Navidad de 1812, en la enérgica comunicación a Manuel de
Sarratea conocida como “precisión del Yi”, José Artigas conminó al jefe porteño a “repasar el
Paraná”, haciendo referencia a la acción de los orientales en Concepción, Curuzú Cuatiá y
Mandisoví. El continente de Entre Ríos también era una zona de fronteras, donde a excepción de
Corrientes y Bajada del Paraná (o Bajada de Santa Fe), las poblaciones eran de reciente creación y
dependían de distintos centros político-administrativos. Sin embargo, la experiencia de la migración
en masa de fines de 1811 contribuyó a generar una identificación vinculada al espacio que se
abandonaba (no necesariamente era su “patria” en el sentido de lugar de nacimiento), y el regreso
en 1812 para continuar la guerra delineó una forma de vincularse con el proceso revolucionario (un
“pueblo en armas”, una comunidad voluntaria de ciudadanos). Estos elementos es probable que
contribuyeran a afirmar a los territorios al este del río Uruguay como sede de una nueva soberanía.
22) “Una nación no es más que la reunión de muchos Pueblos y Provincias sujetas a un mismo
gobierno central, y a unas mismas leyes…’ Esta definición es característica de la época y, además
de notarse en ella la ausencia de cualquier atributo que implicase un sentimiento de nacionalidad,
también se observan los rasgos tradicionales, no individualistas, de la idea de nación, que la concibe
como formada por Pueblos y Provincias. Mientras que, por el contrario, en una definición similar en
el resto, el abate Sieyès la había concebido como formada por individuos asociados: ‘Qué es una
nación? Un cuerpo de asociados que viven bajo una ley común y están representados por la misma
legislatura.”

23) “Los reinos y provincias de América -utilizamos los nombres que ellos mismos se dan entonces-
participan, de lejos ciertamente, pero con idéntica pasión que los peninsulares, en el mismo debate
político y, por lo tanto, en el mismo proceso revolucionario. No quiere decir esto que los asuntos
locales no contaran, pero si que estos asuntos eran contemplados y definidos con relación al
conjunto de la Monarquía. Sin esta perspectiva global hay que dejar de lado, como no pertinentes, la
mayor parte de las fuentes, y limitarse a seleccionar en la enorme masa de documentos disponibles
cualquier manifestación de particularismo americano como prolegómeno de la futura
Independencia. Se olvida con frecuencia que, si había particularismo, es porque había una unidad
política más amplia y que el problema fundamental de la época era, precisamente, cómo conjugar lo
particular con lo general. No considerar el conjunto, sería como intentar estudiar el federalismo en
el siglo XIX escribiendo solamente la historia local de uno de los Estados, sin considerar ni el
Estado federal y su constitución, ni sus relaciones con los demás Estados.”

24) “[…] a fines de 1810, dictó un nuevo reglamento para el gobierno de los pueblos guaraníes por
el cual los “naturales de Misiones” quedaban liberados del tributo y establecía que serían “en todo
iguales a los españoles que hemos tenido la gloria de nacer ene l suelo de América” quedando
habilitados para ejercer todos los empleos civiles, políticos, militares y eclesiásticos. Dada la
“igualdad” proclamada el reglamento permitía que en los pueblos y sus campañas fijaran sus
poblaciones tanto los “naturales” como los “españoles”, si bien los primeros recibirían
“gratuitamente las propiedades de las suertes de tierra que se les señalen” y a los segundos se les
permitiría comprarlas “después de acomodados los naturales”. Para el gobierno de cada pueblo se
estableció que debían contar con un cabildo, una iglesia y una escuela […] Más aún, el reglamento
establecía que en cada capital de departamento se habría de reunir “un individuo de cada pueblo que
lo compone, con todos los poderes para elegir un diputado que haya de asistir al Congreso
Nacional” así como se disponía que “se levante un Cuerpo de milicia, que se titulará Milicia
Patriótica de Misiones, en que indistintamente serán oficiales, así los naturales como los españoles
que vinieren a vivir a los pueblos”. Aun cuando todavía falta un conocimiento preciso del grado de
aplicación de este reglamento y de otras disposiciones de Belgrano, resulta claro que la expedición
introdujo un estado de intensa movilización en los pueblos guaraníes y delineó un conjunto de
pautas y derechos que serían convalidadas durante la gestión de José Artigas como Teniente
Gobernador de las Misiones y que terminarían por integrar el programa de demandas y aspiraciones
de los pueblos guaraníes.”

25) “La acepción corriente de ‘territorio’ refería al ‘sitio, o espacio, que contiene una Ciudad, Villa,
o Lugar. En el Derecho Natural y de Gentes adquiría un sentido político: ‘Todo el espacio sobre el
cual una nación extiende su gobierno se transforma en la sede de su jurisdicción y es llamado su
territorio”. La ¿conversión de las tierras (como entidad geográfica) en territorios (como entidad
política: una tierra equipada o armada de jurisdicción)’ requiere, como ha señalado Carlos Garriga,
un “proceso de territorialización”. En el caso americano, además supuso no reconocer a los pueblos
amerindios un derecho “originario” sobre sus tierras que pudiera oponerse al “dominio pleno” del
rey.”

26) “De este modo, las estructuras administrativas coloniales no pudieron superar la crisis
revolucionaria y tras un proceso pletórico de vaivenes emergió una configuración estatal
conformada por entidades soberanas llamadas provincias: algunas (como Buenos Aires, Santa Fe o
corrientes) emergieron de las modificadas jurisdicciones de los cabildos de esas ciudades y
constituyeron el “primer fruto estable del derrumbe del imperio” dotadas del “grado máximo de
cohesión social”. Otras fueron una creación completamente nueva: así, la Banda Oriental -que no
conformaba una unidad administrativa colonial- emergió en 1813 como Provincia Oriental, en 1822
pasó a ser la Provincia Cisplatina del Imperio del Brasil y, desde 1828, el Estado de Montevideo y
poco después la República Oriental del Uruguay. Entre Ríos, que hasta 1810 tampoco era una
unidad administrativa, adquirió el estatuto de provincia en 1813, se transformó en efímera
República entre 1820-21 (pretendiendo incluir a Corrientes y los territorios misioneros) y desde
1822 se transformó en un estado soberano provincial. Pero una entidad desapareció por completo: la
provincia jesuita de las Misiones que no sólo se había desintegrado, sino que sus pueblos perdieron
cualquier tipo de administración común, quedaron bajo dependencia de los nuevos estados y sin
derechos de autogobierno.”

27) “Si bien el recurso a diputados o apoderados había sido utilizado en diversas oportunidades para
gestionar privilegios ante las autoridades metropolitanas, era un hecho inédito para los
vecinos/ciudadanos el intervenir en la constitución de una nueva unidad política. Ello podría
explicar la inclusión de temas estrictamente locales en las instrucciones otorgadas. Como ha
señalado la historiadora Marie-Laure Rieu Millán al estudiar las posturas de los diputados
americanos en las Cortes de Cádiz, el grueso de ellos se desempeñó en la práctica más como
diputado territorial que como de la nación, procurando “obtener una reorganización de la provincia
y un incremento de las competencias locales”. “

28) “En eso consistía exactamente la revolución entonces y hasta que los Congresos de Caracas,
Cádiz y otros vengan a liquidar este momento de las juntas protagonizado más por los pueblos que
por las naciones. Se trataba de una revolución de las provincias de España, siendo la primera
revolución justamente la eclosión de poderes e instituciones representativas provinciales en una
monarquía donde los poderes territoriales, empezando por la propia Castilla, brillaban ya […] por
su ausencia. Estos poderes adquirirán, en el contexto de la crisis que alumbra la modernidad
constitucional en el mundo hispano, un poder inusitado que se prolongará hasta las propias Cortes,
donde enviaron, junto a los diputados de las provincias, sus propios representantes. Estos firmaron
en 1812 el texto de la Constitución como “diputado de la Junta de…” o “diputado por la Junta
superior de…” y el nombre de la misma. Concretamente lo eran de Asturias, Burgos, Mallorca,
León, Sevilla, Cádiz, Galicia, Aragón, Cataluña, Murcia y Extremadura. Es decir, no había ni un
representante d ejuntas americanas que para las autoridades metropolitanas convocantes de aquel
Congreso eran, en el mejor de los casos, invisibles.”

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