Elegía Por Mi Madre
Elegía Por Mi Madre
Elegía Por Mi Madre
Recuerdo los días de hace algunas lunas, cuando en nuestra tierra nativa nos volvimos a
encontrar, y con tu presencia otra vez mi alma solitaria tornaste a alegrar.
Con seguridad repasando tu tiempo feliz en un sueño, tal como creíste haberlo vivido, como
contándote a sorbos la historia que ya me habías desgranado, de antes de mí:
Mirando hacia las aguas cristalinas de nuestro río grande tentado de pomarrosas y humedecido
de tus congéneres de la Ermita, los de tus primeros recuerdos.
Como tus primas hermanas, que a pesar de tu condición de hija natural, te acogieron en su
zócalo como a una más de entre las mimadas del abuelo.
Cuando de nuevo esa vez tuve que partir, tus ojos se volvieron a empapar, mientras me
empavonabas de mil persignaciones, como cuartelándome el futuro en ceros y unos, bases de
la ilustración del todo, y me despedías levemente con tu mano derecha.
Repetiste tímidamente con la diestra la seña, una última santiguación y quedaste sola.
Detenida allí permaneciste mientras yo corría tras mis utopías, creyendo cumplir estando en la
fuente de la ciencia, el arte y mi compromiso social.
Materias que no saciaron mis adentros sibaritas y me separaron de la felicidad como al
desterrado de su dominio.
Y decidiste cumplir la cita aplazada, ese 31 de enero de 2019, en tu batola de baño remangada,
sin permiso furtiva por los yambos y guaduales, cruzando las aguas atropelladas, para encontrar
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por la otra orilla las remanencias de mi padre, que con seguridad reavivaste con la deflación del
malogrado tiempo surcado desde aquel fatídico 4 de febrero de 1987.
¿Habrá un lápiz, espátula, pincel o lumbre para pintar a un ser como vos, que blindada de
entereza, equidad, afectos, y encalada de humildad, me transferiste tu arte, tu orden, tu chispa y
alegría, que urdiste mi ser y me despejaste el viento hacia la singularidad primigenia?
¿Habrá tiempos curvados que retrocedan, que vuelvan a repetir el tibio cielo de mi pueblo
como cuando alimentado con amor y bendiciones crecí de niño en casa a tu lado?
Mis lágrimas brotan a torrentes sobre este escrito en construcción, con la ilusión de aprender a
vivir como vos, madre, mucho tiempo.
Y ahora solo queda una piedra escrita con tu nombre, en donde persiste que la vida termina,
contradiciendo al acaso, sin elongación alguna.
Tus tibias manos acabaron en este mármol, que, además, como recordatorio, eterniza que aquí
lo tuyo se adelgazó en una brizna de infinitud.
Ahora yo, abrazado a tu pétreo nombre y con tus flores mirando a la quimera, no tengo
consuelo.
Seguiré en mi turbar con apócrifa esperanza, y así, en algún instante de eternidad, poder
renovar tu amor materno y tu bondad.
Pero en fin madre, como único alivio creería que entre toda la insolidaridad y la ignominia, no
la pasamos tan mal del todo que digamos.