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Reflexiones Acerca de La Existencia de Las Colonias Espirituales en Las Obras de La Codificación.

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REFLEXIONES ACERCA DE LA EXISTENCIA DE LAS ESFERAS ESPIRITUALES EN LA

CODIFICACIÓN KARDECIANA
Por: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia

El tema de las colonias espirituales genera


resistencia a ser aceptadas por parte de quienes se
aferran psicorrígidamente a la Codificación
Kardeciana, asegurando que El Espíritu de Verdad en
sus respuestas a Allan Kardec en ningún momento
habló de las supuestas esferas ni de las colonias
espirituales ubicadas en ellas, razón por la cual
rechazan de plano las obras complementarias de la
codificación y otras fuera de ella, que mencionamos
en el artículo referente a la historiografía de las
colonias espirituales. Empero, examinando los libros
de la codificación, observamos que el término esfera
aparece en la mayoría de los libros, en algunos
refiriéndose a los planetas (mundos) y en otros
haciendo alusión a regiones espirituales.

En El Libro de los Espíritus, pregunta 87, El


Espíritu de Verdad nos clarifica sobre aquellas
regiones ocupadas por los Espíritus que, errantes,
deambulan de acuerdo a su estado de evolución
espiritual después de la desencarnación. Eh aquí la
respuesta:
“Los Espíritus se encuentran por doquier. Los
espacios infinitos se hallan poblados por ellos. Los
hay que están sin cesar al lado de vosotros,
observándonos y obrando sobre vosotros sin que lo
advirtáis, pues los Espíritus son una de las
potencias de la Naturaleza y los instrumentos de que
Dios se sirve para el cumplimiento de sus designios
providenciales. Pero no todos van a todas partes,
porque hay regiones que están prohibidas a los menos
adelantados”.

En la pregunta 279, el maestro lionés vuelve a


preguntar: ¿Todos los Espíritus pueden acercarse
recíprocamente? Y la espiritualidad responde:

“Los buenos van a todas partes, y precisa que así


sea para que puedan ejercer su influencia sobre los
malos. Pero las regiones habitadas por los buenos
están prohibidas para los Espíritus imperfectos, a
fin de que éstos no puedan llevar a ellas la
perturbación de las malas pasiones”.

Aquí surge la pregunta: ¿A qué regiones se refieren


los Espíritus? ¿Serán las regiones a las que se
refirió Jesús en la parábola del mal rico1? En dicha

1
Lucas 16: 19 a 31.
parábola, Abraham le responde a Epulón, ante el
requerimiento de agua que le hacía a Lázaro: “una
gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de
manera que los que quieran pasar de aquí a vosotros
no pueden, ni de allá pasar acá”.

En la obra El Cielo y el Infierno, o La Justicia


Divina según El Espiritismo, Capítulo III, Espíritus
de mediana condición, encontramos una comunicación
suministrada por el guía del médium, mensaje
recibido del espíritu que se identificó como Eric
Stanislas:

“Hijos míos, éste es un Espíritu que ha sido muy


infeliz porque estuvo mucho tiempo extraviado.
Ahora, comprendiendo sus faltas, y arrepintiéndose
por fin, ha vuelto sus miradas hacia Dios, a quien
había desconocido. Su posición no es la de dicha,
pero aspira a ella y no sufre. Dios le ha permitido
venir a escuchar, y después ir a una esfera inferior
a instruir y hacer adelantar a los Espíritus que,
como él, han quebrantado las leyes del Eterno. La
reparación es lo que se le ha pedido. En adelante
conquistará la felicidad, porque tiene voluntad para
ello”.
Analizando esta comunicación, observamos que el
Espíritu que se identifica como el guía del médium,
asegura que el espíritu de Eric Stanislas, irá a
“una esfera inferior a instruir y hacer adelantar a
los Espíritus que, como él, han quebrantado las
leyes del Eterno”; contextualizando y de acuerdo con
las definiciones que poseemos sobre dichas esferas,
la simple lógica nos lleva a inferir que se refiere
a aquellas esferas ubicadas en el denominado Umbral
donde, tal como aconteció con André Luiz, se
encuentran gran cantidad de Espíritus sufriendo la
insania de sus equivocaciones como encarnados, para
después resurgir en colonias como Nuestro Hogar
donde, luego de los reajustes espirituales
necesarios, terminan sirviendo y aprendiendo antes
de regresar a una nueva experiencia en la carne.

En esta misma obra, Capítulo IV, Espíritus


Sufrientes, encontramos una comunicación de un
espíritu identificado como Clara, quien ante algunas
explicaciones ofrecidas por el espíritu de San Luis
acerca de las tinieblas, participa con la siguiente
comunicación:

“Heme aquí, puedo responder también a la citada


pregunta sobre las tinieblas, porque he errado y
sufrido largo tiempo en esos limbos, donde todo son
sollozos y miserias. Sí, las tinieblas visibles de
que habla la escritura existen, y los desgraciados
que, habiendo terminado sus pruebas terrestres,
dejan la vida, ignorantes o culpables, son
sumergidos en la fría región, ignorantes de sí
mismos y de sus destinos. Creen en la eternidad de
su situación, balbucean todavía las palabras de la
vida que les han seducido, se admiran y se espantan
de su gran soledad.

Son tinieblas estos lugares vacíos y poblados, estos


espacios, a donde van a parar dolientes espíritus,
errantes y pálidos, sin consuelo, sin afecciones,
sin ningún socorro. ¿A quién se dirigirán? Sienten
por un lado la eternidad que pesa sobre ellos, y
tiemblan y lloran los mezquinos intereses que miden
sus horas. Por otra parte, echan de menos la noche
en que, sucediendo al día, pasaban muchas veces sus
cuidados en un sueño feliz. Las tinieblas son para
los espíritus la ignorancia, el vacío y el horror a
lo desconocido... No puedo continuar...”.

Ante esta lectura nos preguntaríamos, ¿Cuáles son


estas regiones o lugares vacíos y poblados en el
mundo espiritual? Y si existen, porque dudar de los
denominados “abismos y tinieblas, esferas sub-
costrales, ubicadas debajo de nuestra superficie y
las cuales corresponden a regiones de intensos
sufrimientos y manifestaciones del mal2”.

Emmanuel en el prefacio a la obra Nuestro Hogar nos


dice:

“Reconocemos que este libro no es único. Otras


entidades comentaron ya las condiciones de la vida,
más allá de la tumba…

Sin embargo, desde hace mucho, deseamos traer a


nuestro círculo espiritual a alguien que pueda
transmitir a otros, el valor de la experiencia
propia, con todos los detalles posibles a la
legítima comprensión del orden, que preside el
esfuerzo de los desencarnados laboriosos y bien
intencionados, en las esferas invisibles a la vista
humana, aunque íntimamente ligadas al planeta.

Con seguridad, numerosos amigos sonreirán al


contacto con determinados pasajes de estas
narraciones. Es que lo inusual causa sorpresa en
todos los tiempos. ¿Quién no se sonreiría en la
Tierra, años atrás, cuando se le hablase de
aviación, de electricidad o de radiofonía?

2
Las esferas espirituales, Salvador Gentile, Anuario Espírita 1993. Editora Mensaje Fraternal, 1993.
La sorpresa, la perplejidad y la duda son propias de
todos los aprendices que aún no pasaron por la
lección. Es más que natural, justísimo. No
comentaríamos, de ese modo, ninguna impresión ajena.
Todo lector necesita analizar lo que lee”.

Continuando con la obra El Cielo y el Infierno, en


el Capítulo VIII, Expiaciones Terrestres, en la
comunicación titulada Instrucción de un espíritu
sobre los idiotas y los imbéciles dada a la Sociedad
de París, Allan Kardec hace un comentario referente
a la posición de los imbéciles y su futuro
espiritual, asegurando que:

“No teniendo ninguna noción del bien y del mal,


¿cuál es su suerte en la eternidad? ¿Serán dichosos
al igual que los hombres inteligentes y
trabajadores? ¿Más por qué se concedería este favor,
puesto que no han hecho bien? ¿Irán a lo que se
llama limbo, estarán en un estado mixto que no es ni
la dicha ni la desgracia? Pero, ¿por qué esta
inferioridad eterna? ¿Es culpa suya si Dios los ha
creado imbéciles? Desafiamos a todos los que
rechazan la doctrina de la reencarnación a que
salgan de este círculo estrecho y sin salida. Con la
reencarnación, al contrario, lo que parece injusto
viene a ser una admirable justicia. Lo que es
inexplicable, se explica de una manera muy
racional”.

Y continúa: “Cada uno tiene la posibilidad de no


volver a ella, mejorándose lo suficiente para
merecer pasar a una esfera más elevada. Pero en esas
esferas venturosas no se admite el egoísmo ni el
orgullo. Es necesario trabajar despojándose de estas
dolencias morales, si se quiere ascender un grado”.

Nuevamente apelamos a la racionalidad que nos ofrece


la Doctrina Espírita para interpretar lo que Allan
Kardec, con sus oportunos comentarios, nos esclarece
con relación a las esferas elevadas o venturosas a
las cuales todos tenemos la posibilidad de acceder
en la medida en que mejoramos de nuestras dolencias
morales.

En el Libro de los Espíritus, pregunta No. 300,


Allan Kardec vuelve a inquirir a los Espíritus: “Dos
Espíritus que simpatizan por entero, cuando ya se
han reunido ¿lo están para la eternidad, o bien
pueden separarse y unirse a otros Espíritus?

Responden los Espíritus: Todos los Espíritus están


unidos entre sí. Me refiero a los que han llegado a
la perfección. En las esferas inferiores, cuando un
Espíritu se eleva no siente ya igual simpatía por
aquellos que ha dejado”.

Asimismo, en la pregunta 342, Allan Kardec inquiere:


En el momento de su reencarnación ¿es acompañado el
Espíritu por otros Espíritus amigos suyos, que
asisten a su partida del Mundo Espírita, así como
acuden a recibirlo cuando en él reingresa?

Responden los Espíritus: Esto depende de la esfera


en que el Espíritu habite. Si se halla en alguna de
las esferas en que reina el afecto, los Espíritus
que le aman lo acompañan hasta el último momento,
alentándolo, y a menudo incluso lo siguen en la
vida.

En otra obra de la Codificación, El Evangelio según


El Espiritismo, Capítulo VI, El Consolador
Prometido, Advenimiento del Espíritu de Verdad, en
una comunicación ofrecida por El Espíritu de Verdad,
leemos: “Nada está perdido en el reino de nuestro
Padre, y vuestros sudores y vuestras miserias forman
el tesoro que debe haceros ricos en las esferas
superiores, en donde la luz substituye a las
tinieblas y donde el más desnudo de todos vosotros
será, tal vez, el más resplandeciente”.
Más adelante en el Capítulo VIII, Bienaventurados
los que tienen el Corazón Puro, ítem Bienaventurados
los que tienen los ojos cerrados, el Cura D´Ars nos
esclarece que: “¡Oh!, sí, bienaventurado el ciego
que quiere vivir con Dios; más feliz que vosotros
que estáis aquí, siente la felicidad, la toca, ve
las almas y puede lanzarse con ellas a las esferas
espirituales, que aun los predestinados de vuestra
Tierra no ven”.

Una vez más nos preguntamos: ¿A qué esferas


espirituales se refiere el Cura D´Ars?

En El Libro de los Médiums, Capítulo XXV, De las


Evocaciones, 282, preguntas sobre las Evocaciones,
igualmente encontramos una referencia directa a las
esferas espirituales, ante la pregunta que Allan
Kardec plantea:

¿Cuáles son las causas que pueden impedir a un


Espíritu el venir a nuestro llamamiento?

Los Espíritus responden entre otras cosas: “Hay


Espíritus que no pueden comunicarse nunca; estos son
aquellos que por su naturaleza pertenecen aun a los
mundos inferiores a la Tierra. Los que están en las
esferas de castigo tampoco lo pueden a menos de un
permiso superior que solo se concede con un fin útil
y general. Para que un Espíritu pueda comunicarse,
es menester que haya alcanzado el grado de adelanto
del mundo en que es llamado; de otro modo es extraño
a las ideas de este mundo y no tiene ningún punto de
comparación. No sucede lo mismo con los que son
enviados en misión o en expiación en los mundos
inferiores; éstos tienen las ideas necesarias para
contestar”. Considero que la respuesta diferencia
muy claramente entre esferas y mundos (planetas).

En El Génesis, Milagros y Profecías según El


Espiritismo, todas las referencias que existen en
relación a las esferas, involucran a los planetas o
mundos de la inmensidad del Universo.

En Obras Póstumas, en el capítulo Influencia


perniciosa de las ideas materialistas, Allan Kardec
recibió la siguiente comunicación del espíritu de
San Luis, denominado La música celeste: “Cuando
leías a tu hija el pasaje de El Libro de los
Espíritus que trata de la música celeste, ella
dudaba; no comprendía que pudiese existir la música
en el mundo espiritual, y he aquí por qué esta noche
le he dicho que era cierto; no habiéndola podido
persuadir, Dios permitió, para convencerla, que le
fuese enviado un sueño sonambúlico. Entonces,
emancipándose su Espíritu del cuerpo dormido, se
lanzó al espacio, y admitido que fue en las regiones
etéreas, su éxtasis fue producido por la impresión
que le causó la armonía celeste; así ha exclamado:
“¡qué música!, ¡que música!”, pero sintiéndose por
momentos arrastrada hacia las regiones elevadas del
mundo espiritual, por lo cual ha pedido que se la
despertara, indicándote como, esto es, con agua.

“Todo se hace por la voluntad de Dios. El Espíritu


de tu hija no dudará más; aun cuando al despertar no
haya conservado claramente en la memoria cuanto le
ha sucedido, su Espíritu sabe a qué atenerse”.

Una vez más observamos en esta lectura como se hace


referencia a las regiones elevadas del mundo
espiritual, adonde fue llevada en el desprendimiento
propio del sueño (desdoblamiento inconsciente) la
joven hija del médium, viviendo una hermosa
experiencia con la música propia del mundo
espiritual.

Por último queremos referirnos a la nota que aparece


en La Revista Espírita 1858 y denominada Platón:
doctrina de la elección de las pruebas, donde Platón
haciendo alegoría del Huso de la Necesidad, supone
un diálogo entre Sócrates y Glaucón en un cuadro
imaginario que conduce al desarrollo de la idea
principal: la inmortalidad del alma, la sucesión de
las existencias, la elección de esas existencias por
efecto del libre albedrío, en fin, las consecuencias
felices o desdichadas de esa elección, a menudo
imprudente; y termina Allan Kardec planteando que
“todas estas proposiciones se encuentran en El Libro
de los Espíritus, y vienen a confirmar los numerosos
hechos citados en esta Revista”.

Para tener una idea del dialogo entre Sócrates y


Glaucón, planteado por Platón, transcribimos un
pequeño trecho del mismo por su extensión y
remitimos a nuestros lectores a la Revista Espírita
1858:

“En primer lugar vio que las almas juzgadas


desaparecían, unas dirigiéndose al cielo, las otras
descendiendo a la Tierra a través de las dos
aberturas que se correspondían: mientras que por la
segunda abertura de la Tierra vio salir almas
cubiertas de polvo y de inmundicia, al mismo tiempo
que por la segunda abertura del cielo descendían
otras almas que eran puras y sin mancha. Todos
parecían venir de un largo viaje y se detenían con
gusto en la pradera como en un punto de reunión. Las
que se conocían se saludaban entre sí y se pedían
noticias de lo que sucedía en los lugares donde
ellas venían: el cielo y la Tierra. Aquí, entre
gemidos y lágrimas, recordaban todo lo que habían
sufrido y visto sufrir durante su estancia en la
Tierra; allí, se contaban las alegrías del cielo y
la felicidad de contemplar las maravillas divinas3”.

Más adelante continúa: “Esa alma añadía que, entre


tantos objetos terribles, nada les causaba más miedo
que el bramido del abismo, y que había sido para
ellas una extrema alegría salir de allí en silencio.
Tales eran, aproximadamente, los juicios de las
almas, sus castigos y sus recompensas”.

3
El Mito de Er, es una leyenda escatológica que finaliza La República de Platón. En ella Er habla de su viaje al
más allá, da cuenta de la reencarnación y de las esferas celestes del plano astral.

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