Dialnet RepublicaSinCiudadanos 7138209 PDF
Dialnet RepublicaSinCiudadanos 7138209 PDF
Dialnet RepublicaSinCiudadanos 7138209 PDF
1
Juan Martínez Allier, Los huacdiilleros de! Perú, París, Ruedo Ibérico, 1973.
2
El psicoanalista Max Hernández ha dicho que Lima actual es una Sudáfnca "solapa": término de jerga que significa
encubierta, simulada. En términos parecidos se ha expresado Jorge Eduardo Eielson: "Si ya desde entonces Lima nos
parecía tan horrible a algunos de nosotros (...) era porque en ella veíamos el rostió de un organismo enfermo y postrado que
se llamaba el Perú. Y esto por más que los viejos y graciosos afeites de una ciudad cortesana, quisieran ocultárnoslo. Para
los demás limeñas de entonces, Lima era, en cambio de una ciudad civilizada, limpia y ordenada y hasta, para alguno,
aristocrática. Pero aristocracia como es hoy la minoría blanca, anglosajona en Johannesburgh, en Sudáfnca, aún -hay que
reconocerlo- sin violencia racista de los aftikaners" (Jorge Eduardo Eielson, "El respeto por la dignidad humana" en El
Comercio, Lima, 14 de febrero de 1988, sección D, Pág. 1).
- 13 -
REPÚBLICA SIN CIUDADANOS
3
Bernard Lavalle, "le Marquis el le imrchand", París, CNRS, 1987, Pág. 117.
- 14 -
FRONTERAS • No. 1 / VOL. 1 /1997 •
por ejemplo, servía para pensar, mientras los pies para caminar, pero la relación
vertical era imposible de trastocar a riesgo de generar un monstruo. Naturaleza y
sociedad eran inamovibles. Los hombres estaban clasificados de la misma manera
que las plantas y los animales. Estas ideas fueron esgrimidas por economistas del
siglo XVIII, expuestas desde el púlpito por algunos curas ultramontanos pero tam-
bién las asumieron escritores reformistas como Baquíjano y otros redactores del
Mercurio Peruano, ese supuesto instrumento de la élite ilustrada peruana. Todos creían
que la división en estamentos era necesaria para evitar el desorden. Eran hombres
que imaginaban al cielo como una apacible jerarquía mientras representaban al
infierno como la realización misma del caos.
La sociedad peruana colonial fue bastante menos integrada que sus coetáneas de
Europa y por eso, al lado del criterio estamental, coexistieron otros que separaban a
los hombres por su nivel de fortuna, por distingos culturales o por las demarcaciones
étnicas. Un mismo personaje podía estar emplazado de una u otra manera según el
criterio que se adoptase. El criterio más claro en apariencia era el de las castas. Este,
sin embargo, era un término ambiguo. De un lado aludía a lo que nosotros llamamos
clasificación étnica y de otro servía para denominar a un grupo específico, confor-
mado por el resultado de las diversas variantes del mestizaje negro. Existían por lo
menos nueve términos para denominar a cada una de estas "castas": mulato, sambo,
tercerón...5. Sin embargo, en el Perú las "tablas de raza" no fueron tan frecuentes
como en México.6
4 Pablo Macera, Trabajos de Historia, Lima, Instituto Nacional de Cultura, 1977, T. II, Pág. 155-
5 Gregorio Cangas, "Miscelánea étnica" en Inca, Vol. 1, N. 4, oct-dic. 1923, Págs. 929 y 933.
6 Alberto Varallanos, "El Cholo en el Perú". Esta observación fue hecha por el antropólogo Fermín del Pino.
7 Jan Szeminski, "La utopía tupamarista" Lima, Pontificia Universidad Católica, 1984.
8 Luis Glave y María Isabel Remy, Estructura agraria y vida rural en una región andina. Ollantaytambo entre los siglos XVII y
XIX, Cusco, Centro de Estudios Rurales "Bartolomé de las Casas", 1983, Pág. 160.
- 15 -
REPÚBLICA SIN CIUDADANOS
9 Luis Miguel Glave, 'Trajines: un capítulo en la formación del mercado interno colonial "en Revista Andina. Cusco, No.
1,1983.
10 El Virrey Gil de Taboada a Pedro de Lerna, 5 de febrero de 1791, criado por Carlos Deustua, Las Intendencias en el Perú, Sevilla,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1965.
- 16 -
FRONTERAS • No. 1 / VOL. 1 / 1997 •
posteriores. Lima era la capital de ese vasto espacio. La aristocracia mercantil allí
establecida no consigue, a pesar de todos sus esfuerzos, imponerse sobre las
élites locales de las ciudades del interior. Se fue gestando así la rivalidad subterrá-
nea entre las provincias y la capital. Esto explica que los movimientos sociales de
entonces, a su perfil anticolonial, añadan un enfrentamiento contra Lima y su
pretenciosa aristocracia. Esos intereses regionales permitirán articular a sectores
sociales diversos, desde las capas medias criollas hasta los campesinos indígenas,
como los convocados en 1780 por Túpac Amaru. Pero, como ya vimos, la rebe-
lión una vez desencadenada terminaría desbordando sus concepciones iniciales y
arrasando con estas propuestas.
- 11 -
REPÚBLICA SIN CIUDADANOS
18
FRONTERAS • No. 1 / VOL. 1 / 1997 •
"Como los indios son los que se han portado más mal y más hostilmente en
el partido de Huanta, he prevenido al prefecto que les haga pagar el tercio
de los tributos que debían entregar en diciembre al gobierno español, exi-
miendo a los pueblos de Quinua, Acos Vinchos y Huaichao de estos tribu-
tos y al pueblo de Quinua de toda contribución porque nos trataron muy
bien y sus vecinos dieron al ejército cuanto tenían".11
Pueblos enfrentados entre sí. Esa imagen se reiterará en uno y otro lugar. El nuevo
país es la imagen más cabal del caos. "Propiamente hablando, el Perú no tiene
administración ninguna: es un buque en el cabo sin velas y sin timón",12 escribirá
Tomás de Heres a Bolívar, quien estará completamente de acuerdo: "nadie obede-
ce a nadie y todos aborrecen a todos".13 Una primera explicación se encuentra en el
hecho que la independencia trajo consigo el derrumbe de la clase alta colonial.
Esa aristocracia limeña primero se vio afectada por las reformas borbónicas y el
crecimiento de un polo rival en el Atlántico, el puerto de Buenos Aires. Después
perdió el control que ejercía sobre el Reino de Chile y el Alto Perú. La supresión
de los repartos afectó al funcionamiento de su red mercantil. Al final vino la
guerra, la destrucción de su marina mercante, la emigración a Brasil, a la penín-
sula o la precipitada huida al Callao y la Sierra tras los pasos de los ejércitos
realistas. Hasta el último momento esos comerciantes limeños se mantuvieron
en el bando fidelista. No extraña que los bienes de muchos de ellos fueran ex-
propiados por el Tribunal de Secuestros.
La lista de los emigrados sería muy larga. En ella hemos podido ubicar a cerca de
cincuenta comerciantes. En los años que siguieron, más de cuarenta haciendas, la ma-
yoría ubicadas en la costa central, pasaron a manos del nuevo estado. Cuando el 20 de
septiembre de 1822 se instala el Primer Congreso Constituyente, que debería estable-
cer las bases jurídicas de la nueva república, sobre 91 diputados entre titulares y suplen-
tes, sólo figuran nueve comerciantes y un número similar de propietarios. La mayoría
de representantes serán abogados, médicos, eclesiásticos y militares, procedentes de las
capas medias provincianas. Este frágil sector social no conseguirá sustituir a la aristo-
cracia colonial. Muy tempranamente se torna evidente el vacío de poder como conse-
cuencia del radical cambio político que trajo la independencia. Antes que se cumpla un
año, José de la Riva Agüero, un exconspirador y caudillo en ciernes, se amotina contra
el congreso iniciando la tradición de los golpes militares. A su vez, sería depuesto en
noviembre de 1823.
11 Vicente Lecuna. Documentos referentes a la creación de Bolivia.. Caracas, 1924. Cara de Sucre al Ministro de Guerra, Huamanga,
5 de diciembre de 1825. Pág. 26.
12 Bouronde Cornejo. La confederación Perú- Boliviana. Pág. 8.
13 John Fisher, "La formación del Estado peruano (1808-1824) y Simón Bolívar", en Problemas de la formación del Estado y la
Nación en Hispanoamérica". Bordan Verlag Köln Wien, 1984, Pág. 467.
- 19 -
REPÚBLICA SIN CIUDADANOS
2. EL DISCURSO RACISTA
El derrumbe del orden colonial fue seguido por los años anárquicos de la iniciación
de la República. No fue posible que los caudillos militares consiguieran una estabili-
dad política como la que estableció Diego Portales en Chile. Al Estatuto Provisorio
de 1821, siguieron unas bases elaboradas en 1822 y después las constituciones de
1823, 1826, 1828, 1834 y 1839. El mariscal Agustín Gamarra, uno de los
gobernantes que consiguió mayor estabilidad durante esos años, debió enfrentar
catorce intentos subversivos. Heraclio Bonilla se ha referido a la situación de un país a
la deriva. Hubo que esperar hasta los años 40 ó 50 del siglo pasado para que se iniciara
la recomposición de clase alta peruana. Las rentas de las aduanas primero y las
exportaciones guaneras después, permitieron la conformación de rápidas fortunas
familiares.
14 Bernardo Monteagudo, Memoria sobre los principios políticos que seguí en la administración del Perú, Santiago de Chile, Imprenta
Nacional, 1823, Págs. 18-19.
- 20 -
FRONTERAS • No. 1 / VOL. 1 / 1997 •
habían pasado de mano en mano. Algunos especuladores las fueron adquiriendo y luego
ejercieron toda la presión de que disponían para conseguir que el Estado procediera a pagar-
los. Durante la administración de Echenique alcanzaron ese objetivo. Quienes se vieron
beneficiadas terminaron por ser una minoría no mayor de cincuenta personas, vinculados al
comercio de exportación y unidos con lazos de clientelaje al régimen. Todo esto ocasionó
un terrible escándalo. Se habló de falsificación de documentos. La palabra consolidado fue
incorporada al diccionario como sinónimo de estafa y peculado a costa del erario público.
Este hecho sería uno de los factores que desencadenó la sublevación de Castilla. Triunfante
la rebelión de 1855, si bien se abolió la esclavitud y se suprimió el tributo indígena, al poco
tiempo se repitieron los mismos procedimientos de la administración anterior en el pago de
la deuda, agravados por manejos similares para indemnizar a los propietarios de la casta por
la manumisión de esclavos. Se produjo el nuevo alzamiento, esta vez dirigido por Vivanco,
pero sin éxito.15
Los consolidados terminaron dilapidando sus fortunas. Habría que esperar algunos
años para que con base en el guano y el comercio de exportación se recomponga de
manera consistente la clase alta peruana. Entonces se estableció un rudimentario
circuito financiero que permitió el flujo de capitales del comercio a la agricultura de
exportación, a través del pago a los bonos de la deuda interna, la manumisión de
esclavos o los préstamos del Banco Central Hipotecario. Estos últimos estuvieron
abrumadoramente dirigidos a los departamentos de la costa norte y central. Los va-
lles allí ubicados vieron cambiar rápidamente a sus paisajes con la expansión de la
caña de azúcar y el algodón. Se establecen ingenios y desmotadoras, llegan los tracto-
res a vapor, se realizan obras hidráulicas. Estos beneficios no alcanzarán al sur del
país motivando los reclamos de la clase alta arequipeña. El eje económico del país se
traslada de la sierra a la costa. El espacio nacional se desequilibra en beneficio de
Lima y los puertos: son los costos del crecimiento basado en la agricultura de expor-
tación. La costa peruana termina más cerca del Asia que del "hinterland" andino: de
allá proviene la mano de obra que sustentará a esa supuesta burguesía guanera. Esos
ingentes capitales no permitieron la conformación de un mercado de trabajo. Dema-
siado tarde se piensa que esta desarticulación puede ser un problema y se concibe
entonces el proyecto de una red ferroviaria que articule a los puertos con la sierra.
Apareció en Lima una burguesía particular, provista de capitales pero sin fábricas y
sin obreros. Podría resumirse en la relación de treinta apellidos como Aspíllaga,
Ayulo, Barreda, Larco, Pardo... Entre los pocos que supervivieron de la antigua
aristocracia colonial podrían mencionarse a los Ramírez de Arellano (que pudieron
conservar algunas de sus haciendas) o esos Mariáteguí, que luego de años difíciles,
salieron a flote gracias al productivo enlace de una hija con Enrique Swayne y
- 21 -
REPÚBLICA SIN CIUDADANOS
Wallace, socio de una firma de Liverpool. Este no fue el único extranjero que hizo
fortuna. De manera tal que esa clase alta que emergía no sólo era numéricamente
reducida, sino además joven (una o dos generaciones en el país) y en cierta manera
extranjera o demasiado europea para un país cuya población mayoritaria era indí-
gena. Aunque la consolidación, como vimos líneas atrás, fue un fenómeno relativa-
mente pasajero y breve, allí estuvo el origen de una profunda fisura entre el Estado
y el país. Los escándalos de entonces y la concentración del dinero público en
pocas manos, hicieron que la naciente "opinión pública" de entonces perdiera toda
confianza en la administración estatal. Se trataba de pequeños propietarios, artesa-
nos, comerciantes, intelectuales que habían tenido su primera experiencia política
durante las elecciones de 1850. No obtuvieron nada esperanzador de los votos
pero tampoco del levantamiento liderado por Castilla. Habían llegado ecos de la
revolución de 1848 y algunos jóvenes imaginaron que algo similar podría ocurrir
en el Perú. Evidentemente no fue así. Aparecieron la frustración y el desengaño.
Nada de esto era terreno propicio para el consenso. Aquí está una de las fuentes de
esa imagen de Jorge Basadre según la cual la República ahondó el abismo entre el
país legal y el país real.
¿De qué manera un grupo tan reducido pudo controlar un país tan vasto, desarticu-
lado y conflictivo como el Perú de entonces? Durante la colonia el orden social
contaba con el respaldo de la idea monárquica y la garantía que eran ejércitos penin-
sulares contra cualquiera que pretendiera cuestionar al Rey. La república se erigió
justamente sobre la debacle del ejército realista. Otro sustento importante de la aris-
tocracia colonial era la Iglesia. Pero la independencia había implicado también una
ruptura con el clero. La jerarquía bendijo hasta el último momento a las tropas del
Virrey. El Papa León XII confeccionó una encíclica para instar a permanecer en la
obediencia a Fernando VII. Después el Vaticano se negó a reconocer a la nueva
república y sólo en 1852 sería admitida la primera legación peruana en Roma. El Perú
del siglo XIX, por uno u otro motivo, voluntario o no, era una sociedad cada vez más
profana que en su ordenamiento político reclamaba, por lo tanto, criterios terrenales.
- 22 -
FRONTERAS • No. 1 / VOL. 1 / 1997 •
16 Para estos lemas me remito a las primeras páginas de mi ensayo "El horizonte utópico".
- 23 -
REPÚBLICA SIN CIUDADANOS
La modernización iniciada durante la era del guano -a partir de 1840 cuando co-
mienzan las expoliaciones de este abono-, fue acompañada con la casi inevitable
reproducción de la servidumbre. El poder terminó compartido entre la burguesía
de Lima y la costa y los hacendados tradicionales del interior. A esta forma de
querer organizar el país se le ha denominado "estado oligárquico". El término
oligarquía sirve para designar el ejercicio minoritario y excluyente de la domina-
ción. La imprenta admitió esta palabra en 1877, como título de un folleto elabora-
do por José Andrés Torres Paz, La Oligarquía y la crisis, donde se denunciaba a una
clase social constituida con "dinero ganado sobre todo en los negocios del guano,
cuyo auge contrastaba con el abatimiento y la degradación del pueblo y que pre-
tendía elevarse políticamente sobre las ruinas del detestable caudillaje militar". Pero
esta afirmación para conservar su validez debe circunscribirse a Lima y parte de la
costa. Mientras la capital crece y se derrumban sus murallas coloniales, otras ciuda-
des como Cusco, inician una irreversible decadencia. En 1865, el viajero Squier
dirá que "en Lima se sabe mucho menos del Cusco que de Berlín; por cada nativo
de la capital que ha visitado el Cusco, hay cien que han visitado París. El viaje de
Lima a Nueva York se hace en menos tiempo que el que se puede hacer desde el
mismo punto hasta la altiva pero aislada ciudad de la sierra y con una cuarta parte
de sus molestias".17
Una visión similar podemos encontrar en quien elaboró los textos escolares de historia
utilizados entonces. Un español llamado Sebastián Lorente (1813-1884), hombre de
ideas liberales, profesor en el colegio Guadalupe en Lima y fundador del colegio Santa
Isabel en Huancayo (1851), autor de una Historia de la Civilización Peruana y de varios
manuales sobre el período prehispánico, la conquista, la colonia y la independencia,
17 George Squier, Un viaje por tierras incaicas. Crónicas de una expedición arqueológica (1863-1865), Buenas Aires, 1974, Pág. 247.
18 Santiago Távara, Emancipación del indio decretada el 5 de julio de 1854, Lima, Jasé María Mónterola, 1856, Pág. 20.
- 24 -
FRONTERAS • No. 1 / VOL 1 / 1997 •
escritos hacia 1866. Lorente fue quien contribuyó de manera más directa a modelar la
conciencia histórica de los niños y jóvenes peruanos que asistían a la escuela o de
cualquier adulto que supiera leer. Sustentó su versión de la historia peruana en un
esquema general que admitía la existencia de razas. Por entonces, habían llegado al Perú
las ideas de Gobineau y fueron admitidas muy rápidamente. Lorente encontró en ellas
la clave para cualquier explicación histórica. Distinguir entre razas opresoras y razas
oprimidas le permitió compadecer al indio, que desde siempre se había encontrado en
esta última situación, y reprochar a la vez la "prosperidad" y "locura" de los dominadores.
Sin embargo, por estar oprimido, el indio era la misma negación de valores modernos
como el cambio y el progreso: un personaje carente de cualquier energía.19 Estos ras-
gos eran tanto psicológicos como físicos.
- 25 -
REPÚBLICA SIN CIUDADANOS
blan".22 Pero hace la cita sin ninguna aclaración ni desmentido. Todavía más: no se
trata de cualquier animal sino de una "estúpida llama". Una imagen similar circuló
entre los intelectuales enemigos de Santa Cruz en los tiempos de la Confederación.
Pero es al promediar el siglo pasado que, junto con la recomposición de la clase alta
peruana, termina por cristalizar este discurso racista sobre la sociedad.
Es asumido por el Mariscal Ramón Castilla: el caudillo más importante del siglo
pasado, a quien se le atribuye la organización de la administración pública republi-
cana y a quien el ejército peruano ha querido esculpir con los rasgos de héroe y
conductor. Para Castilla la solución del problema nacional requería fomentar la
inmigración de "hombres robustos, laboriosos, morales, y cuya noble raza cruzán-
dose con la nuestra mejore".23 Una visión enteramente biológica de la sociedad.
Esos posibles inmigrantes eran la negación del retrato del indio hecho por Lorente:
debían ser blancos, occidentales, europeos. Como esos pocos tiroleses que se esta-
blecieron en el Pozuzo o los vascos que fueron a Talambo. Pero se trata de excep-
ciones. La inmigración que llegó al Perú durante esos años estaría compuesta en su
mayoría por asiáticos, hombres que para Castilla eran todavía más endebles y ocio-
sos que los mismos indios; venían para trabajar en las haciendas pero terminaban
huyendo para refugiarse en pueblos y ciudades: "allí mezclados con nuestros natu-
rales pervierten su carácter, degradan nuestra raza e inoculan en el pueblo y espe-
cialmente en la juventud, los vicios vergonzosos y repugnantes de que casi todos
están dominados".24
- 26 -
FRONTERAS • No. 1 / VOL. 1 / 1997 •
de la Sal volvía a ser una frontera militar, en la que de un lado estaban los civilizados
y del otro "los salvajes". Aunque no fuera motivo de noticias o informaciones perio-
dísticas, en esos parajes se desató lo que Pablo Macera ha llamado "una guerra de
exterminio terrible". El racismo tuvo un correlato demasiado dramático para algu-
nos sectores de la población peruana.
Un ejército con estas características sólo podía acabar derrotado ante una invasión
extranjera. Cuando se desencadena el conflicto con Chile (1879-1883), en medio
de la crisis política y del consiguiente desorden, se desencadenan los conflictos que
se venían acumulando. Los chinos se incorporan al ejército invasor cuando sus
tropas llegan al valle de Cañete pero no para pelear bajo su bandera, sino que
aprovechan la ocasión para entregarse al espontáneo saqueo y ataque contra las
haciendas. En Lima -sin mayores evidencias-, se sindicará a los asiáticos como los
culpables del incendio de Chorrillos, cuando esta localidad es ocupada por las tro-
pas chilenas (enero de 1881). Casi enseguida, en el puerto de El Callao serán sa-
queadas las tiendas de los chinos y no pocos, asesinados.
La derrota servirá para que algunos intelectuales, como Manuel González Prada,
cuestionen a una República establecida a costa de la población indígena, sin ha-
berle reconocido a éstos una efectiva ciudadanía. Pero en muchos otros escrito-
res el efecto fue inverso: achacaron el fracaso y la frustración a la inferioridad del
indio, al lastre que constituía para el desarrollo nacional. Chile venció porque
tenía menos indios y más europeos que el Perú. Su ejército, incluso, se había
adiestrado antes de la guerra en el exterminio de los Mapuches. En 1881 -en
26 Javier Tartalean, Política económico- financiera y la formación del Estado: siglo XIX Lima, Cedap, 1983. Pág. 195.
27 Testimonios británicos de la ocupación chilena en Lima, introducción, recopilación e ilustraciones de Celia Wu Brading Lima, Edit.
Milla Batres, 1986, Pág. 92.
- 27 -
REPÚBLICA SIN CIUDADANOS
3. SE NECESITA EMPLEADA
En sus Pensamientos sobre el Perú, Lorente incluye un texto titulado "El cholito". Allí
nos hace una curiosa confidencia: "Cuando salís para la sierra, las señoritas de Lima
no dejan de pediros un cholito y una cholita, y a veces os encargan tantos, que juzga-
ríais se encuentran en los campos por parvadas".32 ¿Qué era un cholito? diminutivo
de cholo, sinónimo de "indio muchacho", por lo general, huérfano o forastero, des-
tinado al servicio doméstico. En el periódico El Comercio en ocasiones se podían
encontrar avisos requiriendo a un muchacho o una muchacha para trabajar en dicho
oficio: "Se necesita con urgencia para el servicio de un matrimonio sin hijos, un
cocinero o cocinera y una sirvienta de mano".33
28 Jeffrey Klaiber, "Los "cholos" y los "rotos": actitudes raciales durante la guerra del Pacífico" en Histórica, vol. II, N. 1, julio
1978, Pág. 311.
29 Clemente Palma,, El porvenir de las razas en el Perú, Lima, Torres Aguirre, 1897,Pág. 15.
30 Alejandro Deústua, La cultura nacional. Lima, 1937.
31 Ernst Middendorf. Perú. Observaciones y estudios del país y sus habitantes durante la permanencia de 25 años,. Lima.
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1973, t. III, Pág. 53.
32 Sebastián Lorente, Pensamientos sobre el Perú, Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1967, Pág. 29.
33 El Comercio, Lima, año XX, No. 5894,3 de enero de 1859.
- 28 -
FRONTERAS • No. 1 / VOL. 1 / 1997 •
El Comercio fue fundado en 1839. Los primeros números tenían sólo dos páginas,
pero desde el inicio ese periódico fue publicando una sección compuesta por avisos
breves al precio de cuatro reales la primera vez y dos reales las siguientes veces en
que se reproducía el mismo texto. En los primeros años se pueden leer ofertas de
artesanos, solicitudes de profesores, avisos sobre esclavos fugados, algún profesor
que se ofrece para enseñar idiomas... Esta sección constituye una puerta de ingreso a
la vida cotidiana limeña. A medida que transcurren los años se vuelven frecuentes
los avisos en los que se busca empleados domésticos para una función específica
como cocheros, lavandera o ama de leche como, por ejemplo: "Se necesita un coci-
nero de buena conducta para que sirva en una casa de familia; la persona que quiera
alquilarse con ese objeto ocurra (sic) a esta imprenta donde se le dará razón".34
Después el lector encontrará avisos sobre "cholitos" o "cholitas" que se han fugado,
perdido, han sido raptados o convencidos de trasladarse a trabajar a otra casa. Estos
avisos se repiten al promediar el decenio de 1840 y todavía más, en el siguiente. Salen
dos o más en cada número. Es raro, en cambio, encontrar un aviso solicitando un
cholito. Los avisos se refieren a sirvientes que están trabajando ya en Lima. Esto
llevaría a pensar que son reclutados fuera de la ciudad, a través de algún viajero
ocasional como Lorente cuando iba a la sierra, de algún familiar (prefecto o hacenda-
do). El servicio doméstico parece ser una prolongación del pongaje (del servicio
personal) que los campesinos realizaban en la casa hacienda.
"De la casa situada junto a la caballeriza de Mr. Gárate No. 649, se ha salido
hoy un serranito nombrado José, natural de Huarás, lleva la cabeza y los
pies desnudos, blusa de género de pequeñas rayas azules desteñidas. La
persona que lo entregue recibirá una gratificación".35
"Aviso - Anoche ha fugado de la casa de sus patrones un muchacho de siete
a ocho años de edad, llamado Gregorio, casta indio, gordo, cara redonda,
ñato; varias cicatrices en la frente; muy cerrado para hablar el castellano, como
hijo de una de las provincias de Ayacucho; ha salido vestido con una camisa
de color morado, pantalón de casimir plomo, sin sombrero ni zapatos".36
34 El Comercio, Lima, no. 181,12 de diciembre de 1839.
35 El Comercio, Lima, año XX, no. 5750,7 de agosto de 1858.
- 29 -
REPÚBLICA SIN CIUDADANOS
Este hecho -el número de sirvientes- no podía pasar inadvertido para los viajeros euro-
peos. Middendorf, por ejemplo, describe entre los rasgos típicos de Lima, la cantidad
de criados que se podían encontrar al servicio de una familia: "La servidumbre de una
casa se compone por lo menos de tres personas: un cocinero, un mayordomo y una
muchacha o auxiliar de la señora. Los sirvientes son, por lo general, cholos, o zambos,
con excepción del cocinero, que frecuentemente es chino, y excepcionalmente francés.
En las casas más ricas se añade todavía un portero, un segundo mayordomo que ayuda
en la mesa al primero, un pinche de cocina o lavador de platos, una lavandera, costurera
y tantas criadas como el número de niños lo exija".39 Esta descripción se refiere a Lima
36 El Comercio. Lima, año XXI, no. No. 5906,14 de enero de 1859.
37 El Comercio, Lima, año XX, no. 5746,3 de agosto de 1858.
38 El Comercio, Lima, año XX, no. 5752, Ia de agosto de 1858.
39 Emst Middendorf, op. cit. T. I, Pág. 176.
- 30 -
FRONTERAS • No. 1 / VOL 1 / 1997 •
después de la ocupación chilena. En los años anteriores, hacia 1855, en plena era del
guano, no hay razón para suponer que el número de sirvientes fuera menor.
El racismo no sólo tenía que ver con una interpretación de la historia peruana o
con proyectos políticos; también formaba parte del entramado mismo de la vida
cotidiana, estaba presente en el ámbito doméstico y se aprendía desde temprano,
cuando los niños que nacían en esas casas de Lima observaban cómo sus padres
trataban a esos cholitos, que podían tener la misma edad y eventualmente compar-
tir algún juego con el hijo del jefe de familia.
El "cholito" era un forastero, en una ciudad cada día más grande, sujeto a lazos de
dependencia rígidos, obligado a servir en todo momento, a estar dispuesto a cumplir
con los requerimientos, demandas y exigencias de sus patrones. El poder total a
escala doméstica. De una sumisión semejante sólo se podía salir recurriendo a la
fuga. No faltó el caso extremo: eliminar al dueño. Algunos crímenes que conmovie-
ron a la ciudad tuvieron como protagonistas a un sirviente con varios años de trabajo
como asesino, y a sus amos como víctimas.
- 31 -
REPÚBLICA SIN CIUDADANOS
Entonces la servidumbre doméstica era una antigua institución urbana, tan vieja como
la ciudad. Cuando se piensa en la herencia colonial, convendría reparar en que logró
reproducirse a través de mecanismos como éste. Pero si bien hay una cierta estructura
invariable que puede llegar hasta nuestros días, en los años cincuenta del siglo pasado,
cuando se formulaba de manera tan explícita el discurso racista, el servicio doméstico
no sólo se incrementó como consecuencia de la manumisión de esclavos, sino además
apareció una especie de mercado de "cholitos".
40 Real Ministerio de Gobierno, Censo General de la República del Perú formado en 1876, Lima, Imprenta del Teatro, 1878, T. VI (Lima).
41 Perú, Dirección de Salubridad Pública, Censo de la provincia de Lima (26 de Junio de 1908), decretado y levantado durante la
administración del Excmo señor don José Pardo…, Lima, Imprenta de la Opinión Nacional, 1915.
42 Noble David Cook, Pachón de Indios de Lima de 1613, Lima, Seminario de Historia Rural Andina, 1968.
43 Mauro Escobar, "Un padrón de Lima -1771".
- 32 -
FRONTERAS • No. 1 / VOL. 1 / 1997 •
- 33 -