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Agente Penitenciario

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Derecho ejecución penal peruano


Lic. Luis Alfredo Alarcón Flores - alarconflores7@hotmail.com

1. Presentación
2. Introducción
3. El personal penitenciario
4. Los Derechos Humanos en el sistema penitenciario
5. Personal penitenciario, dinámica de los cambios culturales y organizativos
6. Problemas que ocasiona cambios de personal
7. Conclusiones generales
8. Recomendaciones
9. Bibliografías
10. Anexos

PRESENTACIÓN
El ámbito de trabajo del agente penitenciario es la cárcel (alcaidías, unidades de detención). De por sí
es un ámbito especial, un lugar social de casi nulo prestigio y a la vez blanco de atención por parte de
la opinión pública.
Por otra parte, el pensamiento mayoritario de la sociedad actual es que se deben construir más
cárceles, debe haber condenas más largas sin importar, demasiado, que no se cumplan los derechos
que tienen las personas privadas de su libertad mediante sentencias originadas en los juzgados
competentes.
El interés público no se posa sobre las condiciones de vida de los detenidos ni las condiciones
laborales de los agentes penitenciarios salvo que ocurran episodios que llamen la atención, sobre
todo en los medios de comunicación y que se consideran un atentado a la seguridad pública, que ha
sido denominado por algunos autores “pánico mediático sobre el crimen”. (Ferrel 1999) Es casi en
este único sentido en que el trabajo penitenciario se observa desde la opinión pública, también desde
las políticas estatales e, incluso desde la investigación social (Liebring 1999). Es decir, solo cuando
ocurren episodios donde se revela su fracaso.

INTRODUCCIÓN
Para la aplicación de normas que regulan el Sistema Penitenciario y para el cumplimiento de sus
objetivos se requiere contar con personal capacitado para llevarlos adelante. Evidentemente los fines
del Sistema Penitenciario exige un personal capacitado, a fin de cumplir con la labor que le toca
desarrollar en el interior del centro carcelario. Sin embargo, en la mayoría de países entre ellos el
nuestro no se cuenta con el personal idóneo para efectivizar en forma correcta el trabajo tratamientos
con los internos.
La cárcel como ámbito laboral tiene características propias que hace que también el trabajo del
agente penitenciario tenga rasgos que no comparte con la mayoría de otros trabajos. El agente
penitenciario se transforma para quienes están detenidos y condenados en el fantasma de su
condena.
Nuevo ordenamiento legal sobre el personal penitenciario, comprende al personal de tratamiento, de
administración y de seguridad, así como dispone que las plazas deben ser cubiertas por estricta línea
de carrera conforme al escalafón. Aquí se tiene que tener en cuenta y reconocer el carácter especial
de la carrera penitenciaria debido a función social que cumple, estableciéndose la organización del
personal jerárquicamente y está sujeto a un régimen laboral y de remuneraciones especiales.
El mundo carcelario se define también por la relación entre el agente penitenciario y los internos. Es
de esta relación de donde puede surgir el peligro que define el ámbito laboral penitenciario. Ese
peligro puede ser definido como producto de un campo de confrontación entre unos y otros. Cada uno
de los integrantes del escenario carcelario agentes penitenciarios y detenidos se consideran
“oponentes” entre sí. Si bien la tarea de los agentes penitenciarios es la de mantener una
organización preestablecida de las unidades penitenciarias, muchas veces se considera que es la de
“cuidar a los presos”. Esta última expresión no es del todo feliz, en tanto da la impresión de que el
agente penitenciario cumple una función de pacificar un lugar en donde el otro protagonista es a la
vez su contrincante.

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Nos parece que la tarea del agente penitenciario es respetar y hacer respetar los reglamentos, y las
leyes que ordenan la vida cotidiana de las personas sancionadas con la privación de la libertad
ambulatoria debido a la comisión de un delito. Sin embargo, la situación carcelaria nacional y
provincial, como la de muchos países, no permite que se cumpla con la función establecida y se
convierta, entonces, en un real campo de batalla donde se espera que cada uno muestre formas de
poder para imponerse sobre el otro.
Si bien es cierto que no habría agentes penitenciarios sin internos, quienes definen las reglas de
convivencia son las leyes y reglamentos y todos deben ser respetuosos de los mismos. Pero, en la
situación actual, es sabido que estas leyes están lejos de cumplirse debido a las condiciones de
internamiento de los detenidos que son ya muy conocidas: sobre población en las unidades
penitenciarias, convivencia de procesados y condenados (donde no se respeta, entonces, el principio
constitucional de inocencia previo a la condena), uso desmesurado de la prisión preventiva, lentitud
en los procesos penales, desinterés de los defensores en mantener actualizados a los detenidos del
estado de sus causas, factores todos éstos ajenos a la actuación laboral del agente penitenciario pero
que tienen consecuencias directas en el nivel de conflicto que a diario se plantea en una unidad
penitenciaria.
Por otro lado, está la llamada “cultura penitenciaria” que podría definirse como estilos de vida que los
internos van adoptando a lo largo de su estadía carcelaria y que está directamente relacionada con la
generación de códigos propios y “secretos” para poder comunicarse sin ser entendidos por aquellos a
quienes consideran sus “enemigos”. Además esta cultura puede ser considerada como una forma de
construir una identidad en el encierro, que a veces ya viene en ciernes y se consolida durante el
período de detención; y muchas veces subsiste en el período post-penitenciario.
Actualmente viene trabajando la organización Reforma Penal Internacional (RPI),implementar las
Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos. La realidad carcelaria y
penitenciaria en los últimos años viene atravesando una serie de dificultades por diversos situaciones
y allí cabe mencionar al personal penitenciario que requiere de una alta capacidad para dirigir los
centros penitenciarios. Es hora de que los centros penitenciarios dejen de ser un motivo de vergüenza
para los gobiernos y las sociedades que las presentan, para convertirse en un desafío prioritario y en
una urgente exigencia de labor mancomunada e integral de las instituciones públicas y de las
organizaciones independientes de la sociedad civil.
Cualquier reforma que se quiera implementar, será buena y positiva, siempre y cuando tenga como
eje el respeto de la dignidad y los derechos humanos, y la reinserción social productiva de la persona
privada de libertad.

CAPÍTULO I
EL PERSONAL PENITENCIARIO
1.1. Descripción del Personal Penitenciario.-
La forma en que el personal penitenciario trata a los reclusos es fundamental para el cumplimiento de
los derechos humanos. No existiendo una conducta adecuada de parte del personal fracasarán las
demás medidas de reforma. Sin embargo, la formación del personal suele ser inexistente, mínima o
incorrecta. Cambiar la conducta y actitudes del personal generalmente es clave para el éxito de la
reforma penitenciaria y se suele considerar que la formación es la solución. Pero sin un compromiso
visible de los directivos de la administración y sin el establecimiento de un marco ético claro para el
servicio penitenciario, dicha formación puede resultar ineficaz.
Se suele ver la formación en derechos humanos como una medida de reforma de bajo costo. Pero, su
eficacia depende de quién la imparte, cómo y en qué contexto. Si se la lleva a cabo en forma
incorrecta, puede resultar contraproducente. La formación que tendrá más probabilidades de
cosechar beneficios es la que implica liberar al personal penitenciario para que controle su trabajo y
tome decisiones. También se debe prestar atención a otros factores importantes para el personal,
como sus condiciones de empleo y el acceso a diversos recursos en caso de que se les nieguen sus
derechos.
2.2 LA IMPORTANCIA DEL PERSONAL PENITENCIARIO
En las prisiones, los dos grupos más importantes son los reclusos y el personal que trabaja con ellos.
La clave para tener una prisión bien administrada, que aplica normas de decencia y humanidad para
todos, es la interrelación entre estos dos partes. Para que los empleados penitenciarios puedan llevar
a cabo su trabajo de servicio público de manera profesional, deben ser cuidadosamente
seleccionados y recibir la formación adecuada.

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Los principales problemas tienen que ver con el personal penitenciario, que ven a los reclusos como
sus enemigos. El servicio de transporte es simbólico: los reclusos tienen que recostarse en el piso de
los furgones ‘como perros’. Es necesario capacitar al personal”.
Los ministros del gobierno y los directores de los servicios penitenciarios tienen que demostrar sus
buenas intenciones, producir para cada empleado tarjetas o guías de bolsillo sobre el cumplimiento
de los derechos humanos o colocar en la prisión carteles con fragmentos de las Reglas mínimas de
las Naciones Unidas para el tratamiento de los reclusos son todas medidas útiles, pero por sí mismas
no afectarán a la interacción entre el personal y los reclusos ni la mejorarán.
Las personas cruciales son los empleados penitenciarios que tratan con los reclusos en forma
cotidiana. Son ellos quienes abren las celdas de los internos por la mañana, quienes pasan junto a
ellos la mayor parte del día y quienes los encierran a la noche. Son testigos de las mayores fortalezas
y las grandes debilidades de los reclusos.
La forma en que traten a los reclusos determinará si una prisión es decente y humana, o brutal y
coercitiva. Ellos hablan con los reclusos de forma habitual, ya sea respetuosa o irrespetuosamente.
Controlan la asignación de camas y celdas, el acceso a las comidas, las visitas familiares, los
paquetes, la correspondencia, el acceso a los teléfonos, el trabajo, la educación, los médicos y los
traslados a otras prisiones. Son los empleados quienes mitigan un trastorno potencial o manejan los
incidentes con toma de rehenes, ya sea en forma violenta o por medio de una negociación.
Para que el personal penitenciario trate bien a los reclusos y respete sus derechos, es esencial que
ellos mismos sean respetados por la administración del servicio penitenciario y valorados por el
gobierno. También necesitan desempeñarse dentro de un marco ético claramente establecido y
valorado públicamente que defina los parámetros de las conductas aceptables.
Las mejoras, el respeto y la corrección tienen que ver con poner a los seres humanos en primer lugar.
El respeto por los derechos humanos de los reclusos comienza por el espacio donde viven y cuando
se hacen todos los esfuerzos posibles para asegurar que reciban un trato digno”.
El servicio penitenciario de Inglaterra y Gales sirve los intereses del público manteniendo en custodia
a quienes han sido recluidos por los tribunales. Nuestro deber es cuidarlos con humanidad y
ayudarlos a llevar una vida decente y útil durante su detención y al recuperar su libertad”. Se trata de
normas muy altas y difíciles de alcanzar. No todos los desean trabajar en el ámbito penitenciario
podrán lidiar con las complejidades de la vida en una prisión y las normas requeridas. En primer lugar,
es importante implementar un proceso de selección que asegure que los postulantes seleccionados
serán capaces de llevar adelante las difíciles responsabilidades inherentes al trabajo penitenciario.
El personal necesita recibir la formación adecuada a un nivel profesional. Se debe impartir cierta
formación cuando se designa al personal y antes de que asuma sus deberes en una prisión. También
se requiere un perfeccionamiento en una etapa posterior para ayudar al personal a desarrollar
habilidades específicas.
La formación es necesaria para mejorar la profesionalidad y las aptitudes del personal, pero también
para dejar en claro que las autoridades superiores consideran que una mayor profesionalidad del
personal penitenciario es una inversión importante. La certificación formal efectuada por una
institución educativa reconocida puede alentar la participación en actividades de formación.

3.3. LAS FUNCIONES DEL PERSONAL PENITENCIARIO


A menudo quienes apoyan los proyectos de reforma penitenciaria suelen considerar que brindarle una
formación adicional al personal penitenciario, constituye una de las mejores formas de mejorar la
administración de las prisiones y asegurar un mayor respeto por los derechos humanos. Se reconoce
que las actitudes del personal son la clave que determina el trato de los reclusos y que brindar al
personal formación y una oportunidad de desarrollo profesional es una forma significativa de cambiar
la actitud hacia su trabajo.
Los ‘carceleros’ o ‘agentes’, como se denomina a los guardias de las cárceles, ingresan al servicio
penitenciario por razones muy diferentes a las del personal directivo: la falta de educación y el
ambiente del que provienen les brindan distintas motivaciones. No sienten ni reconocen la necesidad
de que existan encumbrados ideales en la administración penitenciaria. Dadas sus propias
necesidades y requisitos, toman a mal que se espere que ellos les presten tanta atención a los
reclusos.
Esta actitud y el hecho de que interactúan al máximo diariamente con los reclusos, suelen revelar la
clase de fricción que surge cuando un grupo se ve obligado a proporcionarles beneficios a personas
por quienes sienten resentimientos. Los carceleros u agentes son un eslabón vital de la cadena de un

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buen ambiente penitenciario; sin embargo, sus actitudes suelen ser negativas y se transforman en la
causa por la que un régimen penitenciario puede ser descrito como ‘positivo’ o ‘negativo’”.
Por lo tanto, los programas de formación en derechos humanos a menudo son medios eficaces de
comenzar la reforma de los sistemas penitenciarios de manera eficiente, rápida y económica. Aun
cuando se cuente con escasos recursos, un cambio en la forma en que el personal maneja a los
reclusos puede mejorar radicalmente el trato de los reclusos. Incluso en una prisión hacinada y en
ruinas, una correcta formación del personal puede tener los siguientes resultados:
 Eliminar la violencia física hacia los reclusos.
 Permitir a los reclusos pasar más tiempo fuera de sus celdas.
 Reducir la cantidad de humillantes requisas sin ropa y requisas íntimas.
 Asegurar que los reclusos cero positivos no sean separados o aislados.
 Permitir el ingreso de material de lectura y colchones en las celdas de castigo.
 Permitir que los reclusos tengan efectos personales, como radios y relojes.
 Permitir a los reclusos organizar actividades culturales, por ejemplo conciertos.
3.4. METAS DEL PERSONAL PENITENCIARIO
El personal penitenciario debe preocuparse por encontrar metas y alternativas apropiadas, teniendo
en cuenta lo siguiente:
 Alternativas a la respuesta, que requieren que el delincuente comprenda el mal que ha
causado, disminuir futuros delitos y satisfacer las necesidades de las víctimas.
 El simbolismo y comprensión por parte del público de las alternativas a las sentencias y su
relación con el simbolismo y percepción pública de la prisión.
 Estrategias para la introducción de diferentes sentencias y métodos de organización y
ocuparse de tales asuntos.
 Las posibilidades inclusiva y reintegradora como alternativas.
 Métodos de acción para sentencias diferentes en culturas y tradiciones legales diferentes.
 La implantación de normas y directrices internacionales para las alternativas de las
sentencias.
 Preocuparse por responder con un trabajo profesional adecuado y capacitado.

CAPÍTULO II
LOS DERECHOS HUMANOS EN EL SISTEMA PENITENCIARIO
La formación y capacitación en derechos humanos puede ser ineficaz o contraproducente si no se la
imparte correctamente. Un curso que instruye al personal sobre la necesidad de respetar los
derechos humanos de los reclusos fuera de un contexto que incluya los derechos del personal
penitenciario puede crear resentimientos.
Esto resulta particularmente comprensible si el personal penitenciario tiene sueldos bajos, depende
de una mala administración y sufre una falta de respeto y de una protección adecuada contra la
violencia y las enfermedades.
Describir los derechos humanos que les corresponden a los reclusos en forma aislada sin hacer
referencia a la necesidad de que las personas convivan en una institución o sin entender las
realidades de la vida en la prisión puede conducir al cinismo y un rechazo de todo el mensaje sobre
los derechos humanos. El personal penitenciario que vive en dos habitaciones pequeñas con una
gran familia no recibirá con agrado clases sobre las Reglas mínimas para el tratamiento de los
reclusos y el objetivo de que cada recluso ocupe una celda individual.
Describir en forma abstracta los derechos humanos que deben gozar los reclusos sin relacionarlos
con la labor cotidiana del personal penitenciario puede tener muy poco efecto. Lo que tiene que
demostrarse es la aplicación práctica, por ejemplo, retener el respeto por la dignidad de una persona
al efectuar las revisiones y la actitud al comunicarse con los reclusos.
Con este propósito, se ha diseñado un programa de formación, en el que la mayor parte de los
aspectos de formación práctica hacen referencia a la forma en que las normas sobre derechos
humanos se aplican en cada situación y cómo el personal puede desempeñarse eficientemente al
tiempo que mantiene el respeto por la dignidad de los reclusos y los demás”.
Es importante brindar lo mejor al personal penitenciario y si vienen profesionales del exterior a
impartir formación al personal gocen de credibilidad. Lo más probable es que el personal penitenciario
se muestre escéptico hacia las clases dictadas por instructores ajenos al sistema, quienes tal vez
sepan mucho sobre derechos humanos pero quizá nunca hayan tenido que pasar diez horas a cargo

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de un gran grupo de reclusos inestables o bajar a un interno que se suicidó colgándose de una
ventana o una cama dada vuelta.
También se pueden obtener beneficios si se involucra en la formación del personal penitenciario a
personas con otras experiencias desde sus centros carcelario donde laboran. La participación de la
facultad de Derecho de una universidad local, por ejemplo, puede traer ventajas si se le demuestra al
personal que el trabajo penitenciario es un asunto de nivel universitario, si se logra que el docente
universitario aprenda cómo funciona el servicio penitenciario y desarrolle un interés en las prisiones, y
si tal vez la universidad establece un compromiso a largo plazo con el personal penitenciario.
La participación de grupos de la sociedad civil y organizaciones de derechos humanos puede resultar
beneficiosa si entienden los objetivos más amplios del curso de formación y la necesidad de aumentar
la autoestima y la seguridad del personal penitenciario, más que de erradicarlas.
2.1 ¿DÓNDE SE DEBE IMPARTIR LA FORMACIÓN?
En ocasiones se hace hincapié en la provisión de fondos para construir un centro de formación para
el personal penitenciario o para patrocinarlo. Otros proyectos se concentran en el enfoque
denominado ‘capacitar a los capacitadores’, que consiste en capacitar a un pequeño grupo de
empleados que posteriormente dictarán cursos de formación a sus pares. No se sabe con certeza
cuán eficaces son estos proyectos. Ciertamente, lo que se les enseña a los nuevos reclutas en los
centros de formación raramente resiste la presión de la cultura del personal penitenciario de la prisión
que se le asigna al recluta.
Aun en países desarrollados suele haber una disonancia entre lo que los instructores, que no tienen
ningún conocimiento de la realidad de las prisiones o cuyos conocimientos son muy anticuados les
enseñan a los nuevos reclutas y lo que les dice el personal de mayor rango cuando comienzan a
trabajar en una prisión. Para impartir cualquier formación avanzada en países con escasos recursos,
tal vez sea más fructífero organizar unidades de formación móviles con personal que visite las
prisiones, y utilizar las instituciones de la comunidad en general, por ejemplo las instituciones de
educación superior, más que construir un centro especializado en formación penitenciaria.
2.2. LA POLITICA PENITENCIARIA
En cuanto a la política penitenciaria de un Estado debemos tomar como los elementos más
determinantes los siguientes:
2.2.1. La Doctrina de los Derechos Humanos:
En 1955, el Primer Congreso de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito, celebrado en
Ginebra, aprueba las "Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos", cuerpo normativo que
regula la interacción entre los agentes del Estado encargados de operar la ejecución de penas y
quienes deben estar recluidos por orden de un tribunal. No es del caso analizar en detalle esas
normas, pero cabe indicar que se refieren a cuestiones aparentemente tan disímiles e inconexas
como la formación, remuneraciones y condiciones de vida del personal penitenciario, la presunción de
inocencia de las personas con detención preventiva o las características que debe reunir el diseño
arquitectónico de una prisión, integrando esos aspectos y muchos otros en cerca de cien artículos en
que es posible detectar la lógica y el espíritu de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre.
Es necesario plantearse metas que signifiquen un mayor respeto de los derechos de las personas
que en todo el mundo están recluidos, y los países así lo han entendido; por ello en los últimos
tiempos se han introducido políticas de Estado con el apoyo de un vasto movimiento de reforma
penitenciaria, inspirada precisamente en lo que deben ser los principios y valores básicos de nuestra
convivencia armónica en la sociedad y el respeto a los derechos humanos.
2.2.2. La Prisión como Ultima Alternativa:
Las múltiples experiencias sociales y políticas sobre la existencia de la prisión como mecanismo de
defensa social, han demostrado su ineficacia; este medio de protección de la sociedad nació como
institución que entiende que la finalidad de la pena era sobre todo el castigo de los delincuentes, sin
embargo, no pudo en su esencia adaptarse a una concepción moderna de la pena, basada en la
protección de la sociedad y la rehabilitación del delincuente.
Para eso la prisión no sirve, no rehabilita sino degrada al ser humano, y ello en todos los países e
independientemente de los recursos de los que dispongan. No es solamente un problema de
insuficiencia de recursos o de subdesarrollo cultural o de administración ineficiente; aún cuando estos
elementos puedan ser mejorados, subsistirá el error sistemático, la falla esencial: no se puede educar
para la libertad en un marco donde la libertad no existe; así mismo, no se puede educar en el respeto
de las leyes en un lugar en que éstas no son respetadas ni valoradas.

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Existen personas que presuntamente son inocentes -principio fundamental establecido en la
Declaración de los Derechos del Hombre- que se ven forzadas a compartir largos períodos de
reclusión con delincuentes comunes, en condiciones infrahumanas, que caracterizan a las prisiones;
es por ello que nos atrevemos a afirmar que la detención preventiva, en muchos casos, constituye un
atropello a un derecho fundamental que es el goce de la libertad, sin apartarnos por cierto de la
obligación del Estado y del Ministerio Público de perseguir el delito y la corrupción social, pero
respetando los derechos y los procedimientos para asegurar el debido proceso.
Estudios llevados a cabo han demostrado que la reincidencia de las personas que han cometido
delitos graves y han sido condenadas a penas alternativas (libertad vigilada, reclusión nocturna o de
fines de semana, trabajos en beneficio de la comunidad), es menor que la de quienes han sido
condenados a penas de prisión, y que las penas alternativas, además de ser más eficaces reducen
costos y sacrificios.
2.2.3. La Segregación del Procesado:
La segregación del procesado se define como la separación de la población carcelaria en grupos o
categorías atendiendo a algún criterio de clasificación, que permite manejar en forma más humana y
segura un establecimiento penitenciario y reduce el contagio criminológico posibilitando tratamientos
adecuados a las necesidades específicas de cada grupo, aumentando potencialmente las
probabilidades de rehabilitación. Los primeros y fundamentales criterios de clasificación para la
segregación carcelaria están establecidos en las Reglas Mínimas dadas por las Naciones Unidas, y
responden al género, edad y la calidad procesal o de peligrosidad del reo; así, las mujeres no pueden
estar recluidas junto con los hombres, los menores con los adultos, y las personas en detención
preventiva con quienes ya han sido condenadas; sin embargo, la sana práctica y la experiencia
aconsejan aplicar criterios adicionales de clasificación y segregación carcelaria, basados en la
aspiración al tratamiento individualizado de cada individuo, que constituye el ideal de todos quienes
se ocupan de los centros penitenciarios.
2.2.4. Personal Especializado y Calificado:
Si se desea realizar un esfuerzo para que el Sistema Penitenciario proponga la rehabilitación del reo,
el personal penitenciario debe estar capacitado para ello. La ONU en las recomendaciones sobre
selección y formación del personal penitenciario, anexas a las Reglas Mínimas de Tratamiento del
Recluso (Título VII art. 3), expresa que: "Se deberá seleccionar especialmente al personal, el cual no
se deberá formar con miembros procedentes de las Fuerzas Armadas, de la Policía o de otros
servicios públicos". Es evidente que las razones de esta disposición radican en lo que se percibe
como esencial en la formación que reciben los militares y policías, es decir, la preparación para la
guerra y para la represión en circunstancias que la labor del personal penitenciario es una labor de
vigilancia y tratamiento penitenciario, es decir no sólo es de custodia sino también educativa,
persuasiva, facilitadora, frente a la labor de los cuerpos uniformados que suelen ser, por su esencia,
beligerantes.
2.2.5. Locales Penitenciarios Adecuados:
La prisión no es ya un recinto inexpugnable y aterrador al cual se relega la mayor parte de su vida a
quien ha delinquido, como castigo ejemplarizador para quienes eventualmente se sientan
comprometidos en imitar ese comportamiento criminal. La administración penitenciaria no debe ser
como en épocas medievales y de la inquisición, un lugar de encierro y de cadenas, de necesario
sufrimiento físico y de absoluto aislamiento de la sociedad de los hombres libres. Quienes en ella se
encuentran no son seres extraños, con características físicas que les diferencian de los demás, sino
que esencialmente son seres humanos, iguales a todos los de la especie.
La prisión es un lugar transitorio para quien está recluido, ello quiere decir que los muros no pueden
ser ya la única preocupación de quienes las diseñan y construyen, pues una serie de recintos se
hacen necesarios al incorporarse este nuevo concepto, así talleres, lugares recreacionales, espacios
de visitas, etc. Debe también redefinirse los espacios de reclusión como patios, pabellones y celdas,
de acuerdo a un concepto de reclusión con dignidad que tiene como referente la reinserción social del
delincuente. La incorporación de personal especializado y la consideración a ellos debido a la
revalorización de su rol, hacen necesarios espacios y recintos para cohabitar transitoriamente.

CAPÍTULO III
PERSONAL PENITENCIARIO, DINÁMICA DE LOS CAMBIOS CULTURALES Y ORGANIZATIVOS
Abordar la temática sobre el personal penitenciario, quienes tienen que trabajar en los centros
carcelarios y además conocen directamente el sistema penitenciario. En este sentido se tiene que

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asistir a los trabajadores con talleres, charlas de capacitación en forma permanente, para el buen
desempeño de sus deberes y funciones a nombre de la sociedad de manera profesional, así
evaluaciones psicológicas y psiquiátricas de tal manera cumplan con eficiencia y eficacia su trabajo.
En este sentido, cabe hacer referencia al Centro Internacional para Estudios Penitenciarios, agrupa
su labor teniendo en cuenta cinco puntos:
1. Preparación del personal penitenciario para manejar la dinámica de los cambios
culturales y organizativos.- Tradicionalmente los sistemas penitenciarios han permanecido estáticos
en cuanto a organización jerárquica. Las órdenes han permanecido de arriba hacia abajo. El personal
de segundo nivel, importante en la determinación de la cultura de la organización, se ha sentido
subestimado y no se ha involucrado en el desarrollo del sistema. El cambio exitoso ha ocurrido en
ambientes donde se ha convencido al personal sobre la necesidad de un cambio y se han involucrado
en darle forma a ese cambio.
En años recientes muchos Sistemas Penitenciarios se han descrito como que están en un estado de
crisis permanente. Esto puede ser expresado de forma positiva si aceptamos que las cárceles y los
sistemas Penitenciarios deben estar sujetos al desarrollo y a cambios continuos. Si el personal de
todos los niveles puede ser motivado a que reconozcan esto, entonces pueden ser dirigidos y guiados
al cambio en vez de que reaccionen sólo cuando surja un problema. Existe un grupo de sistemas de
cárceles individuales y nacionales que pueden ser utilizados como casos para estudio.
Un grupo internacional de dirección, compuesto por varios administradores Penitenciarios
experimentados han aceptado invitaciones para dirigir este proyecto, el cual revisará sistemas
Penitenciarios que han enfrentado, de distintas formas, cambios organizacionales, y analizarán
lecciones que luego puedan estar ampliamente disponibles.
2. Estándares para el Personal Penitenciario.- Se tiene que tener en cuenta lo siguiente :
Código de ética para el personal penitenciario.- Existe un conjunto de normas e instrucciones las
cuales se refieren a los estándares de trabajo que deben cumplir las personas que trabajan en las
agencias que ejercen la ley. Muchos países tienen reglamentación nacional que aplica al personal
penitenciario. Sería extremadamente útil tener un conjunto de estándares convenido al cual el
personal penitenciario se pueda referir en su intento por llevar a cabo su labor de una manera
profesional.
Naciones Unidas.- Bajo un contrato con la Alta Comisión Para los Derechos Humanos de las
Naciones Unidas con base en Génova, ha preparado un manual de adiestramiento en derechos
humanos para el personal penitenciario.
Consejo de Europa.- Durante 1998 el Centro ha estado trabajando muy de cerca con el Consejo de
Europa. El director del Centro dirigió la doceava reunión de Directores de la Administración de
Corrección del Concilio Europeo en Strasbourg. También trabajó como consejero experto para el
Comité Europeo para la Prevención de la Tortura. Además, los asociados del Centro tomaron parte
en la misión del Concilio Europeo a Armenia. El Centro también emitió una opinión experta al Concilio
en el borrador de la Ley en Ejecución Penal para Bosnia Herzegovina.
India.- ICPS esta trabajando en India con la Agencia de Policía y la Comisión Nacional para los
Derechos Humanos en un proyecto de suma importancia financiado por el Concilio Británico titulado
Derechos Humanos y la Administración Correccional.
Chile.- En el transcurso de su labor el personal Penitenciario debe poder manejar distintos grupos de
encarcelados. Las destrezas que el personal debe poseer de manera que pueda lidiar con estos
grupos varían enormemente. Este hecho no es reconocido comúnmente en los adiestramientos que el
personal recibe. Estos grupos incluyen encarcelados, reincidentes, y los que cumplen sentencias
largas, los que tienen desórdenes mentales, encarcelados que son difíciles de controlar, encarcelados
juveniles y las mujeres encarceladas. El personal necesita adquirir estas destrezas para poder
manejar cada grupo apropiadamente.
3. El manejo de diferentes tipos de encarcelados .- En el curso de su personal de la prisión
del Área de Trabajo, esperan poder manejar a diversos grupos de presos. Las habilidades que la
necesidad del personal de tener para ocuparse de estos grupos varía enormemente. Este hecho no
se reconoce a menudo en el entrenamiento que brindan al carcelario. Estos grupos incluyen presos
del remand, las sentencias largas, el mentalmente desordenado, los presos que son difíciles de
controlar, los presos jóvenes y las mujeres. Encuentra en el personal la necesidad de dar los
conjuntos de las habilidades para manejar cada uno de estos grupos apropiadamente.
4. Personal.- Existen diversos asuntos importantes por incluir en un proyecto de esta índole.
Estos incluyen administración correccional, reclutamiento de personal, motivación y desmilitarización.

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Concilio Europeo, El Centro colaboró con el Concilio Europeo y la Administración Correccional de
Hungría en la organización de una conferencia en personal correccional en Budapest en noviembre
de 1998.
Federación Rusa, El Centro participa en un programa auspiciado por el Fondo "Know How" del
Departamento para el Desarrollo Internacional del RU, a fin fomentar asociaciones entre instituciones
académicas en el Reino Unido y la antigua Unión Soviética. El Centro está asociado con el Instituto
de Asuntos Internos de Ucrania y también con el Instituto de Derecho y Economía Ryazan y el
Instituto de Ministerio de Asuntos Internos Ufa en la Federación Rusa. Las asociaciones desarrollarán
nuevos currículos de adiestramiento para el personal senior en Ucrania y Rusia.
Reino Unido, El Centro ha trabajado con el Servicio de Cárceles de Inglaterra y Gales en un nuevo
curso de adiestramiento para administradores senior.
5. Colocación de cárceles dentro de la cultura de la sociedad civil.- Las normas e instrumentos
relacionados al encarcelamiento usualmente son de aplicación universal. Pero esto no es suficiente.
El personal correccional también tiene que trabajar dentro del contexto local. La administración
detallada de una prisión debe reflejar la cultura de la comunidad en la cual ésta existe En los países
en desarrollo es particularmente importante que el personal sea estimulado a encontrar maneras
aceptables de hacer las cárceles lo más autosuficiente posible.
Europa Oriental y Asia Central.- El Ministerio de Asuntos Exteriores del RU ha financiado un proyecto
de envergadura para alentar la reforma penal en Europa del Este y Asia Central. En julio del 1998 en
King's College el Ministro de Estado y la Oficina del Exterior del RU lanzó el proyecto que desarrolla
el Centro junto con PRI.
Tuberculosis.- En junio del 1998 el Centro organización; un seminario en Budapest para examinar el
problema del TB en las cárceles, particularmente en Europa del Este y Asia Central. La conferencia
mundial; personal penitenciario senior de muchos particulares en la región; incluyendo Armenia,
Azerbaidjacute; Bulgaria, Estonia, Kazajstacute; Kyrgystan, Lituania, Moldava, Mongolia y Rumania.
Personal medico senior de la región; también; asiste; como personal de agencias tales como la Cruz
Roja Internacional, la Escuela de Medicina de Harvard, Médicos sin Fronteras y la Royal Netherlands
Tuberculosis Association La conferencia fue financiada por el Open Society Institute, llevando a cabo
acciones de seguimiento.
ICPS esta cooperando con Dutch Interchurch Aid, la Royal Netherlands Tuberculosis Association y
Reforma Penal Internacional en un proyecto de 3 grupo en la región. Este proyecto incluye trabajar
junto a las autoridades Kazaksquentilde; para proveer un modelo para reforma carcelaria en un donde
el 25% de los encarcelados han contraído la tuberculosis

CAPÍTULO IV
PROBLEMAS QUE OCASIONA CAMBIOS DE PERSONAL
Los problemas que se han detectado, debido a los cambios frecuentes de las personas que trabajan y
dirigen los centros penitenciarios, es una situación que no permite que se realicen en el
establecimiento penal programas de largo plazo ni su evaluación adecuadas tanto a los internos, así
como la permanente capacitación a los trabajadores penitenciarios.
Por otro lado, en algunos casos se ha detectado que los directores de los centros penitenciarios no
realizan recorridos frecuentes en todas las áreas, en todos los pabellones, lo cual implica el
desconocimiento de situaciones que pudieran estar poniendo en riesgo la gobernabilidad del penal,
entendiendo ésta la capacidad de la autoridad penitenciaria para salvaguardar las garantías
individuales de las personas que habitan, visitan o laboran en el establecimiento, así como la
capacidad para supervisar que la ejecución de la pena sea de acuerdo con los principios legales
establecidos en las normas conducentes, tanto de carácter nacional como internacional.
Si bien el personal directivo no puede lograr por sí solo el mejoramiento de las condiciones de vida de
los internos, sí es fundamental la actitud y voluntad que se tengan para dirigir el penal, ya que
algunas mejoras pueden ser realizadas sin llegar a gastar grandes cantidades de dinero; ejemplo de
ello es la limpieza y orden de las cárceles.
Una tarea primordial del personal directivo es informar a la autoridad todo lo relacionado al Sistema
de Información Penitenciaria. La labor del trabajo del personal es ingresar los datos tanto de reclusos
como familiares en una sola base de automatizada, por medio de la cual se agilicen las
identificaciones, la administración de los beneficios de ley y el acceso a las visitas. La base de datos
debe contar además con información sobre el personal, específicamente de seguridad y custodia. La

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autoridad deberá asumir como prioritaria esta labor, dirigida a una mejor administración de la función
pública y, sobre todo, a una auténtica vocación de servicio público
Consideramos que el sistema carcelario ha fracasado en su intento de restituir al interno en nuestra
comunidad, y por ello se plantea las salidas como:
4.- EL PLENO RESPETO DE LAS GARANTÍAS DEL DEBIDO PROCESO
DURANTE LA EJECUCIÓN DE LA PENA
Artículo 139 Inciso 3) Constitución Política del Perú (C.P.P.): Todo proceso penal debe contener los
elementos principales que son la justicia y la equidad.
“Debido Proceso” es un concepto jurídico que refiere al respeto de los derechos básicos de todo ser
humano que está acusado por el sistema de justicia.
Según el artículo 137º del C.P.P la orden de detención que dicta un juez debe ser una excepción y
no la regla.
Si alguna persona ha pasado más de 15 meses en la cárcel, sin ser sentenciada debe ser
inmediatamente liberada.
La Constitución dice que toda persona tiene derecho a una defensa gratuita y que ésta se haga
efectiva.
Salvo los casos de delitos privados, los datos sobre los procesos son públicos y deben ser
difundidos.
La persona encarcelada tiene derecho a que resuelvan su caso rápidamente así como su pedido de
beneficio penitenciario.
Como el principio básico constitucional de la igualdad de todos ante la ley, todos los presos sin
excepción deben tener acceso a los beneficios penitenciarios.
Es un asunto administrativo, pero conviene notar que antes existía la figura del juez de Ejecución
Penal para garantizar el cumplimiento de los derechos del interno: es necesario volver a establecer
este papel.
La cárcel no es la única sanción posible; existen otras formas como la prestación de servicios a la
comunidad, la limitación de días libres y la multa.
Al respecto conviene que se reglamente las ya existente y se propongan
nuevas penas alternativas.
Aquí es necesario hacer referencia al norma que rige para el personal penitenciario corresponde al
Titulo VIII del Código de ejecución Penal, artículos 129º, 130º, 131º y 132º.

TITULO VIII
PERSONAL PENITENCIARIO

5. ELEVACIÓN DEL PRESUPUESTO DESTINADO A LAS CÁRCELES


Y SE CENTRE ESPECÍFICAMENTE EN LOS TALLERES DE PRODUCCIÓN:
A la persona que ha cometido un delito sólo se le debe suspender los derechos que manda la
sentencia recaída en su contra, respetando aquellos derechos que por su calidad de ser humano le
corresponde. Uno de ellos es el derecho a la educación y al trabajo que además de dignificar a la
persona, permitiría en un futuro hacer frente a sus necesidades.
Al respecto proponemos:
Comprometer al Ministerio de Economía y Finanzas para que incremente gradualmente la partida
presupuestaria a fin de ser redistribuido en los talleres de producción. Estos deben llegar a cubrir
algunos de los gastos de los internos.

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Comprometer a la sociedad civil, iglesia de todos los sectores, instituciones públicas y privadas,
medios de comunicación y poblaciones en general.
6.- MEJORA DE LOS SERVICIOS DE SALUD
Toda persona tiene derecho a vivir en condiciones humanas dignas que no afecten la vida, la salud e
integridad física y moral. Al respecto proponemos que:
Todo establecimiento penitenciario tenga un servicio médico dotado de medicamentos básicos
necesarios para situaciones de emergencias y de atención permanente.
Hay que realizar dentro de los establecimientos penitenciarios campañas de salud donde los
internos puedan acudir voluntariamente, especialmente en las áreas de prevención de enfermedades
infecto-contagiosas como tuberculosis, SIDA, etc.
Otorgar las facilidades necesarias, mediante convenios con centros hospitalarios para atender a
personas privadas de su libertad. Y se debe hacer todo lo posible para que el trato que reciban no sea
diferente a aquel que recibe de una persona con póliza de seguros.
Sensibilizar a las universidades e institutos superiores a fin de que programas como el SERUM se
implementen en el interior de los centros penitenciarios.
7.- ADECUACIÓN DE LA INFRAESTRUCTURA CARCELARIA
El objetivo del INPE es la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad. El
problema es que este ideal no se realiza en la práctica. Más bien la política penitenciaria se suele
llevar por criterios de seguridad o “correccionalismo”, es decir, castigo, reclusión y vigilancia.
Basándonos en ello proponemos:
Más que enfatizar la construcción de nuevos centros de reclusión sería mejor eliminar
progresivamente las “macro cárceles”; además, en los centros penitenciarios ya existentes, se debe
adecuar ambientes para terapias de grupo, tratamientos así como la formación de talleres
productivos y recreativos, sin dejar de lado los ambientes para la visita íntima.
Adecuar las cárceles a las necesidades específicas de las mujeres, como son la maternidad, crianza
y recreación de niños menores.
Descartar la idea de privatización de las cárceles. La experiencia en otras partes es que cuando se
llevan éstas con fines de lucro, la persona que sufre es la encarcelada.
8.- PLENO EJERCICIO DE LOS BENEFICIOS PENITENCIARIOS
Los beneficios no deben considerarse como premios, sino como derechos que pertenecen a todas
las personas que se encuentran en la cárcel. Esto nos lleva a proponer que el Estado:
Derogue las Leyes de Emergencia que imposibilitan a un gran porcentaje de internos a acogerse a
estos derechos debidamente calificados, es decir cumpliendo con los requisitos que exige la ley.
Contribuya en la formación de talleres que van a permitir al interno optar por la redención de la pena
por el trabajo o la educación y, de esta manera, apoyar económicamente a su familia y orientarse a
una labor que permita reintegrarse a la sociedad.
9.- FORMACIÓN ADECUADA DEL PERSONAL PENITENCIARIO
Es necesario que la formación del personal penitenciario sea permanente y profesional dentro del
campo que labora. Hay que recordar siempre que el interno es persona y debe ser tratada como tal.
Por lo tanto proponemos:
Erradicar la formación “correccionalista” del personal penitenciario y sustituirlo con el real
“reintegracionismo” del preso a la sociedad.
Solicitar el presupuesto adecuado para contratar a los médicos, psicólogos trabajadores sociales y
abogados, entre otros en los establecimientos respectivos.
Llevar a cabo convenios con instituciones que permitan capacitar a los funcionarios del INPE y de la
Policía Nacional en temas de respeto, garantía y vigencia de los derechos humanos.
10.- INTEGRAR A LA SOCIEDAD EN LA ATENCIÓN A LA PROBLEMÁTICA CARCELARIA
La situación en las cárceles mejorará notablemente cuando el público en general tome conocimiento,
reflexione y colabore activamente en la humanización de la cárcel.
Éstas son sugerencias iniciales presentan acciones que pueden desarrollarse desde las parroquias y
comunidades católicas. Por lo tanto, la tarea es:
Realizar campañas de difusión mostrando la cárcel no como algo ajeno sino como un problema que
afecta a toda la comunidad.
Comprometer a los ministerios, sobre todo de Educación, Salud y Justicia a fin de resolver los graves
problemas que aquejan a las cárceles, propiciando programas como SERUM y SECIGRA.

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Fortalecer los servicios post-penitenciarios promoviendo la participación de entidades estatales,
municipalidades, gobiernos regionales y los organismos privados que brinden servicios y
oportunidades de trabajo a los liberados.
11.- MEDIDAS URGENTES
Si bien es cierto que las propuestas señaladas requieren de un tiempo para llevarse a cabo, debemos
recordar que la dramática realidad de las cárceles de nuestro país nos reclama perentoriamente una
solución inmediata.
Corresponde a los agentes pastorales que frecuentan las cárceles animen a los fieles cristianos de
las parroquias y las comunidades para que presenten sus propuestas a sus obispos y ellos lo remitan
a la Conferencia Episcopal Peruana. Así como los pastores de otras religiones para aunar esfuerzos y
lograr cambios en el sistema penitenciario, para ello se requiere formas redes de Oficinas de la
sociedad civil, iglesia y medios de comunicación. Se requiere cumplir con una lista de propuestas
urgentes que podrían citarse:
Campaña de cartas a las autoridades, si hubiese la voluntad política de hacerlo.
Pedir indultos humanitarios para los enfermos terminales;
Buscar alternativas de hospitalización para los enfermos mentales;
Conseguir la excarcelación de personas procesadas con largo tiempo sin condena.
Buscar penas alternativas a la cárcel.
Promover mayor atención a las mujeres gestantes o con hijos pequeños;
Crear mecanismos rápidos de denuncia y difusión de los atropellos que ocurren frecuentemente en
las cárceles, como por ejemplo, una línea telefónica permanente en los penales hacia la Defensoría
del Pueblo;
Facilitar la visita de los familiares y amigos de los presos en todos los penales.

CONCLUSIONES GENERALES
La lectura de nuestra realidad carcelaria demuestra que la administración penitenciaria no cuenta con
el personal necesario y debidamente calificado, que debe ser seleccionado, formado y capacitado
permanentemente por especialista en temas de derechos humanos, derechos carcelarios, trabajo
interno de sensibilización, criminología, sicología, medicina forense, derecho penal, derecho
constitucional y demás cursos que tengan que ver con el trabajo carcelario.
El control penitenciario y administrativo es una variable multidimensional que incluye tanto los
controles formales e informales como los castigos.
Una de las lecciones más sobresaliente de los estudios sociológicos sobre las cárceles tradicionales
es que el uso de la coerción formal e informal lleva a cuestionados resultados positivos y puede ser
incluso contraproducente cuando se usa en ausencia de garantías.
Hay dos modelos sobre el trabajo de oficial en una cárcel: el que sigue las reglas y es obediente al
modelo, y un modelo de negociación que no es conocido en la en la mayoría de las prisiones
peruanas.
En ambas aproximaciones hay peligros. Estos modelos tienen diferentes implicaciones acerca de
nuestra visión sobre cómo trabajan en las prisiones, cómo se elige al personal y cómo se lo entrena y
cómo se obtiene la legitimidad del orden y la seguridad.
Frente a la ausencia de principios organizacionales claramente articulados, en general, los presos
prefieren que el agente penitenciario tenga un poder coercitivo que ellos pero que lo usen con justicia.
Esto significa procesabilidad pero también flexibilidad. Las relaciones interpersonales pueden llegar a
ser más importantes que un conjunto de reglas, que pueden aplicarse en forma discrecional.
Tiempos largos de encarcelamiento no son sostenibles sin que el principio de individualidad o
flexibilidad esté en el centro de las relaciones entre los detenidos y el personal penitenciario.
A la vez, se debería tener en cuanta las limitaciones que ofrece un modelo que incorpora el punto de
vista del agente penitenciario y la evaluación que hace de una situación: solo mejora la calidad de
vida de la persona como preso pero no como ser humano. Se logra mejorar las condiciones de su
detención pero nada tiene que ver con el llamado “tratamiento penitenciario”.
Este último, si es que pudiera llevarse adelante, está a cargo de otras instituciones del Estado.
No es el sistema penitenciario quien define el tratamiento de rehabilitación, aunque pudiera llegar a
hacerlo en forma indirecta o solapada cuando las instituciones destinadas a tal fin funcionan en forma
parcial o deficitaria.
Por esta razón, podría alentarse un trabajo interinstitucional más cooperativo y compartido con el
objeto de deslindar competencias que no corresponden o generar acciones lesivas para los detenidos

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cuando no prospera el entendimiento entre las diferentes agencias del Estado que deben encargarse
del control y tratamiento de los detenidos condenados.
Ayudaría la presencia sistemática de monitoreos independientes, de los agentes públicos, fiscales, y
de decisiones políticos a la hora de hacer prevalecer tanto el derecho que asiste a los detenidos
condenados como a los agentes penitenciarios como lugar digno de trabajo.
Trabajar en pos de técnicas, entrenamiento y experiencia, relativas a la mediación de conflictos
podría ser una forma útil de mejorar la calidad laboral del agente penitenciario como otras
herramientas o decisiones administrativas tendientes a disminuir el nivel de conflicto inherente a la
institución carcelaria.
A veces puede consistir en medidas simples, sin costos económicos y accesibles como evaluar el
sistema de horarios, la rotación de tareas, la situación familiar del agente penitenciario, apoyos
psicológicos cuando la situación lo amerite, mejoras en los salarios, equipamiento adecuado, etc.
También la enunciación de criterios claros y compartidos en lo que se refiere a la aplicación de los
reglamentos y las márgenes con que se cuenta para su modificación, ya sea circunstancial, transitoria
o permanente. El control administrativo puede ser un factor positivo cuando se analizan en forma
conjunta las diferentes situaciones con que se enfrenta el agente penitenciario en un momento dado
que pueden ser otras en poco tiempo, ya que el clima emocional y vincular entre ellos y los detenidos
y entre los detenidos entre sí cambia en forma brusca y acelerada.
Se pueden generar formas de disminuir la tensión del trabajo penitenciario: estabilidad en los
horarios, rotación de las tareas, y según nos parece, un análisis y evaluación periódicas del
funcionamiento institucional, que se lleve adelante en forma participativa y donde se incorpore la voz
y la opinión de todos los involucrados en la misma situación laboral.
Sin duda también la infraestructura disponible, que puede y debe ser mejorada y criterios definidos
para la ubicación de los detenidos hace que la tensión disminuya.
La amenaza que suele aparecer cada tanto expresada por detenidos acerca de un posible y cercano
traslado a otras unidades de detención que chocan incluso con principios constitucionales, acarrea un
monto de ansiedad que es excusa para el maltrato de unos y otros.
La necesidad de reubicar a algún detenido por una circunstancia que aparece en forma imprevista
debe ser solucionada sin crear motivos de alteración que se vienen a sumar a los ya existentes. Claro
está que sin un edificio adecuado, y una arquitectura que se acomode a estas necesidades, este
objetivo es difícil de lograr.
Plantear la necesidad de formular criterios de seguridad que no sean necesariamente represivos.
Este desafío estará en manos seguramente de las generaciones futuras que no han sido socializadas
en la idea de que un mal se soluciona con otro mal. Este cambio en los principios éticos será la base
de la inclusión de la dimensión humana del trabajo penitenciario, una plataforma que es vulnerable
pero también trascendente porque hace a la vida del agente penitenciario.
La dramática realidad de las cárceles de nuestro país requiere de una solución inmediata.
Capacitación permanente del personal penitenciario para cumplir una labor eficiente y eficaz.

RECOMENDACIONES
Uno de los problemas detectados es el cambio frecuente de las personas que dirigen los reclusorios
en la ciudad, situación que no permite el establecimiento de programas de largo plazo ni su
evaluación correspondiente.
Por otro lado, en algunos casos se detectó que los directores de los centros no realizan recorridos
frecuentes en todas las áreas, lo cual implica el desconocimiento de situaciones que pudieran estar
poniendo en riesgo la gobernabilidad del centro, entendiendo ésta la capacidad de la autoridad
penitenciaria para salvaguardar las garantías individuales de las personas que habitan, visitan o
laboran en el establecimiento, así como la capacidad para supervisar que la ejecución de la pena sea
acorde con los principios legales establecidos en las normas conducentes, tanto de carácter nacional
como internacional.
Si bien el personal directivo no puede lograr por sí solo el mejoramiento de las condiciones de vida de
los internos, sí es fundamental la actitud y voluntad que se tengan para dirigir el penal, ya que
algunas mejoras pueden ser realizadas sin llegar a gastar grandes cantidades de dinero; ejemplo de
ello es la limpieza de los centros.
Una tarea relevante que ha informado la autoridad es referente al Sistema de Información
Penitenciaria. Pretende ingresar los datos tanto de reclusos como familiares en una sola base de
datos automatizada, por medio de la cual se agilicen las identificaciones, la administración de los

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beneficios de ley y el acceso a las visitas. La base de datos se encuentra al 60 por ciento de
preparación, y aún falta el aspecto de información sobre el personal, específicamente de seguridad y
custodia. La autoridad deberá asumir como prioritaria esta labor, dirigida a una mejor administración
de la función pública y, sobre todo, a una auténtica vocación de servicio público.

BIBLIOGRAFÍAS
1. “Sistema Carcelario en el Perú”.- GERMAN SMOLL ARANA
2. “Código de Ejecución Penal”.- Asociación No hay Derecho.- EDICIONES
LEGALES, SAN MARCOS.
3. “Centro Internacional para Estudios Penitenciarios”.-
http://www.kcl.ac.uk/depsta/rel/icps/espanol/best_practice.html

ANEXOS
Un estudio publicado en marzo de 1999, titulado “Alternatives to Prison in Developing Countries”, el
cual demuestra que en los países en vías de desarrollo de África, Asia y América Latina existen pocas
alternativas al cautiverio. Muchos delincuentes juzgados y a la espera de juicio acaban hacinados en
celdas de prisiones plagadas de enfermedades, con escasez de alimentos y sin acceso a atenciones
sanitarias. En algunas cárceles, la tasa de mortalidad es muy elevada. Cuando la prisión constituye el
núcleo de sus sistemas penales, los países en vías de desarrollo no hacen más que seguir
planteamientos impuestos desde fuera. Sus propios sistemas tienen otras perspectivas. Obedeciendo
a estas perspectivas, hay un nuevo planteamiento de alternativas a la prisión, que va arraigándose en
distintos países africanos.
El estudio describe con detalle el plan de servicios a la comunidad en Zimbabue, que tiene muchos
rasgos de interés, tanto de puntos legales como de organización. El libro contiene índices de
orientación legislativa y legal que se dedican a los que vayan a poner en práctica el sistema, los
abogados y los encargados del planteamiento de programas.

Lic. Luis Alfredo Alarcón Flores


alarconflores7@hotmail.com
ABOGADO
Doctor en Derecho
* Conciliador Extrajudicial, Conciliador Especializado en Familia, Arbitro de Derecho *

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