Agresividad Infantil
Agresividad Infantil
Agresividad Infantil
I. INTRODUCCIÓN
El problema de la agresividad infantil es uno de los trastornos que más invalidan a padres y
maestros junto con la desobediencia. A menudo nos enfrentamos a niños agresivos,
manipuladores o rebeldes, pero no sabemos muy bien cómo debemos actuar con ellos o cómo
podemos incidir en su conducta para llegar a cambiarla. En este informe intentaremos definir
los síntomas para una correcta evaluación de este trastorno y establecer diferentes modos de
tratamiento.
Un buen pronóstico a tiempo mejora siempre una conducta anómala que habitualmente suele
predecir otras patologías psicológicas en la edad adulta. Un comportamiento excesivamente
agresivo en la infancia si no se trata derivará probablemente en fracaso escolar y en conducta
antisocial en la adolescencia y edad adulto porque principalmente son niños con dificultades
para socializarse y adaptarse a su propio ambiente.
Ciertas manifestaciones de agresividad son admisibles en una etapa de la vida por ejemplo es
normal que un bebé se comporte llorando o pataleando; sin embargo, estas conductas no se
consideran adecuadas en etapas evolutivas posteriores.
II. JUSTIFICACIÓN
Lo que esperamos lograr las responsables del Programa Educativo es contribuir en la mejora
del comportamiento del niño Josué Daniel Vásquez Gutierrez como también proporcionar
datos importantes a sus padres para poder corregir adecuadamente a su hijo, porque durante
los primeros años de vida del niño se configura la personalidad de la futura persona adulta a
través de las experiencias que va viviendo dentro de su proceso madurativo, teniendo como
guía principal a la familia.
III. OBJETIVOS
a. Objetivo general
Capacitar a la familia Vásquez Gutierrez a través del programa educativo de cómo manejar el
comportamiento agresivo del niño con la finalidad de que afronten asertivamente una
situación de agresividad infantil que presente su menor hijo Josué, en el centro poblado Bella
Unión en la ciudad de Cajamarca.
b. Objetivo especifico
Para captar la atención de la familia y sobre todo para la mayor comprensión del tema se
utilizarán los siguientes métodos:
Expositiva
Participativa
Demostrativa
Lluvia de ideas
V. RECURSOS
a. Humanos:
Docente: Dra. Elena Romero
Participantes: Familia Vásquez Gutiérrez.
Responsables: Noelia Belén Torres Mariñas
b. Materiales:
Cartulinas
Imágenes ilustrativas
Laptop
Proyector
Videos
Cita adhesiva
VI. CONTENIDO
Los arrebatos de agresividad son un rasgo normal en la infancia, pero algunos niños persisten
en su conducta agresiva y en su incapacidad para dominar su mal genio.
Este tipo de niños hace que sus padres y maestros sufran siendo frecuentemente niños
frustrados que viven el rechazo de sus compañeros no pudiendo evitar su conducta.
1) Las Activas: son aquellas que ponen el origen de la agresión en los impulsos internos,
lo cual vendría a significar que la agresividad es innata, que se nace o no con ella.
Defensores de esta teoría: Psicoanalíticos y Etológicos.
2) Las Reactivas: ponen el origen de la agresión en el medio ambiente que rodea al
individuo. Dentro de éstas podemos hablar de las teorías del impulso que dicen que la
frustración facilita la agresión, pero no es una condición necesaria para ella, y la teoría
del aprendizaje social que afirma que las conductas agresivas pueden aprenderse por
imitación u observación de la conducta de modelos agresivos.
Para poder actuar sobre la agresividad necesitamos un modelo o teoría que seguir y éste, en
nuestro caso, será la teoría del aprendizaje social. Habitualmente cuando un niño emite una
conducta agresiva es porque reacciona ante un conflicto. Dicho conflicto puede resultar de:
1. Problemas de relación social con otros niños o con los mayores, respecto de satisfacer los
deseos del propio niño.
2. Problemas con los adultos surgidos por no querer cumplir las órdenes que éstos le imponen.
3. Problemas con adultos cuando éstos les castigan por haberse comportado
inadecuadamente, o con otro niño cuando éste le agrede.
Sea cual sea el conflicto, provoca en el niño cierto sentimiento de frustración u emoción
negativa que le hará reaccionar. La forma que tiene de reaccionar dependerá de su experiencia
previa particular. El niño puede aprender a comportarse de forma agresiva porque lo imita de
los padres, otros adultos o compañeros. Es lo que se llama Modelamiento. Cuando los padres
castigan mediante violencia física o verbal se convierten para el niño en modelos de conductas
agresivas. Cuando el niño vive rodeado de modelos agresivos, va adquiriendo un repertorio
conductual caracterizado por una cierta tendencia a responder agresivamente a las situaciones
conflictivas que puedan surgir con aquellos que le rodean. El proceso de modelamiento a que
está sometido el niño durante su etapa de aprendizaje no sólo le informa de modos de
conductas agresivos, sino que también le informa de las consecuencias que dichas conductas
agresivas tienen para los modelos. Si dichas consecuencias son agradables porque se consigue
lo que se quiere tienen una mayor probabilidad de que se vuelvan a repetir en un futuro.
Como ya hemos dicho, uno de los factores que influyen en la emisión de la conducta agresiva
es el factor sociocultural del individuo. Uno de los elementos más importantes del ámbito
sociocultural del niño es la familia. Dentro de la familia, además de los modelos y refuerzos,
son responsables de la conducta agresiva el tipo de disciplina a que se les someta. Se ha
demostrado
que tanto un padre poco exigente como uno con actitudes hostiles que desaprueba
constantemente al niño, fomentan el comportamiento agresivo en los niños.
Asimismo, se da incongruencia cuando una misma conducta unas veces es castigada y otras
ignorada, o bien, cuando el padre regaña al niño, pero la madre no lo hace. Las relaciones
deterioradas entre los propios padres provocan tensiones que pueden inducir al niño a
comportarse de forma agresiva.
Dentro del factor sociocultural influirían tanto el tipo de barrio donde se viva como
expresiones que fomenten la agresividad "no seas un cobarde".
En el comportamiento agresivo también influyen los factores orgánicos que incluyen factores
tipo hormonales, mecanismos cerebrales, estados de mala nutrición, problemas de salud
específicos.
Finalmente cabe mencionar también el déficit en habilidades sociales necesarias para afrontar
aquellas situaciones que nos resultan frustrantes. Parece que la ausencia de estrategias
verbales para afrontar el estrés a menudo conduce a la agresión (Bandura, 1973).
Ante una conducta agresiva emitida por un niño lo primero que haremos será identificar los
antecedentes y los consecuentes de dicho comportamiento. Los antecedentes nos dirán cómo
el niño tolera la frustración, qué situaciones frustrantes soporta menos. Las consecuencias nos
dirán qué gana el niño con la conducta agresiva. Por ejemplo: " Una niña en un parque quiere
bajar por el tobogán, pero otros niños se le cuelan deslizándose ellos antes. La niña se queja a
sus papás los cuales le dicen que les empuje para que no se cuelen. La niña lleva a cabo la
conducta que sus padres han explicado y la consecuencia es que ningún otro niño se le cuela y
puede utilizar el tobogán tantas veces desee."
Pero sólo evaluando antecedentes y consecuentes no es suficiente para lograr una evaluación
completa de la conducta agresiva que emite un niño, debemos también evaluar si el niño
posee las habilidades cognitivas y conductuales necesarias para responder a las situaciones
conflictivas que puedan presentársele. También es importante saber cómo interpreta el niño
una situación, ya que un mismo tipo de situación puede provocar un comportamiento u otro
en función de la intención que el niño le adjudique.
Cuál o cuáles elegir para un niño concreto dependerá del resultado de la evaluación.
Vamos a ver algunas de las cosas que podemos hacer. En el caso de un niño que hemos
evaluado se mantiene la conducta agresiva por los reforzadores posteriores se trataría de
suprimirlos, porque si sus conductas no se refuerzan terminará aprendiendo que sus
conductas agresivas ya no tienen éxito y dejará de hacerlas. Este método se llama extinción y
puede combinarse con otros como por ejemplo con el reforzamiento positivo de conductas
adaptativas. Otro método es no hacer caso de la conducta agresiva, pero hemos de ir con
cuidado porque sólo funcionará si la recompensa que el niño recibía y que mantiene la
conducta agresiva era la atención prestada. Además, si la conducta agresiva acarrea
consecuencias dolorosas para otras personas no actuaremos nunca con la indiferencia.
Tampoco si el niño puede suponer que con la indiferencia lo único que hacemos es aprobar sus
actos agresivos.
El castigo físico no es aconsejable en ninguno de los casos porque sus efectos son
generalmente negativos: se imita la agresividad y aumenta la ansiedad del niño.
1. Debe utilizarse de manera racional y sistemática para hacer mejorar la conducta del niño.
No debe depender de nuestro estado de ánimo, sino de la conducta emitida.
2. Al aplicar el castigo no lo hagamos regañando o gritando, porque esto indica que nuestra
actitud es vengativa y con frecuencia refuerza las conductas inaceptables.
4. Hay que dar al niño una advertencia o señal antes de que se le aplique el castigo.
6. Cuando el castigo consista en una negación debe hacerse desde el principio de forma firme y
definitiva.
7. Hay que combinar el castigo con reforzamiento de conductas alternativas que ayudarán al
niño a distinguir las conductas aceptables ante una situación determinada.
8. No hay que esperar a que el niño emita toda la cadena de conductas agresivas para aplicar
el castigo, debe hacerse al principio.
10. Es conveniente que la aplicación del castigo requiera poco tiempo, energía y molestias por
parte del adulto que lo aplique.
Si hacemos un programa para cambiar la conducta debemos tener en cuenta que los cambios
no van a darse de un día a otro, sino que necesitaremos mucha paciencia y perseverancia si
queremos solucionar el problema desde casa. Una vez tenemos claro lo anterior, la
modificación de la conducta agresiva pasará por varias fases que irán desde la definición clara
del problema hasta la evaluación de los resultados. Vamos a analizar por separado cada una de
las fases que deberemos seguir:
2- Crear un clima familiar de confianza para que pueda expresar sus emociones. Debemos
explicarle que es normal enfadarse o sentirse enojado pero la respuesta no es pegar, sino que
puede decirnos cómo se siente y descargar así sus emociones.
4- Generar oportunidades de obtener éxito en su día a día: felicitarle por hacer bien la cama,
por recoger su plato de la cena, por haberse vestido solo o incluso por haber sabido contenido
en un momento determinado y no haber recurrido a una conducta agresiva
5- Ser un ejemplo para el niño: nuestra actitud no debe ser agresiva, si nos ven gritar, perder la
paciencia o dar portazos, no debemos sorprendernos si ellos se muestran agresivos. Debemos
ser congruentes y ser un modelo de conducta para ellos.
8- Hay que hacerle comprender después que su conducta no fue la adecuada e incluso realizar
algún castigo privativo o educativo y, por supuesto, debe pedir perdón a la persona que hizo
daño
9- Evitar que vea excesiva televisión, que tenga acceso a videojuegos de contenido violento y sí
favorecer que haga ejercicio y canalice su energía
10- En caso de que hayas puesto en práctica todo esto y nada funcione, conviene que acudáis a
un terapeuta infantil para que pueda encontrar la causa y canalizar sus emociones. Recuerda
que los niños son agresivos porque aprenden a ser agresivos, también pueden aprender a
dejar de serlo.
1. Definición de la conducta: Hay que preguntarse en primer lugar qué es lo que nuestro hijo
está haciendo exactamente. Si nuestra respuesta es confusa y vaga, será imposible lograr un
cambio. Con ello quiero decir que para que esta fase se resuelva correctamente es necesario
que la respuesta sea específica.
2. Frecuencia de la conducta: Confeccione una tabla en la que anotar a diario cuantas veces el
niño emite la conducta que hemos denominado globalmente agresiva. Hágalo durante una
semana.
3. Definición funcional de la conducta: Aquí se trata de anotar qué provocó la conducta para lo
cual será necesario registrar los antecedentes y los consecuentes.
• Ciertas condiciones proporcionan al niño señales de que su conducta agresiva puede tener
consecuencias gratificantes. Por ejemplo, si en el colegio a la hora del patio y no estando
presente el profesor, el niño sabe que, pegando a sus compañeros, éstos le cederán el balón,
habrá que poner a alguien que controle el juego hasta que ya no sea preciso.
• Debemos reducir el contacto del niño con los modelos agresivos. Por el contrario, conviene
suministrar al niño modelos de conducta no agresiva. Muéstrele a su hijo otras vías para
solucionar los conflictos: el razonamiento, el diálogo, el establecimiento de unas normas. Si los
niños ven que los adultos tratan de resolver los problemas de modo no agresivo, y con ello se
obtienen unas consecuencias agradables, podrán imitar esta forma de actuar. Para vosotros
papás entrenar el autocontrol con ayuda de la relajación.
• Reduzca los estímulos que provocan la conducta. Enseñe al niño a permanecer en calma ante
una provocación.
Asimismo, se indica qué coste tendrá la emisión de la conducta agresiva. El contrato deberá
negociarse con el niño y revisarlo cada X tiempo y debe estar bien a la vista del niño. Tenemos
que registrar a diario el nivel de comportamiento del niño (como hacíamos con la enuresis)
porque la mera señal del registro ya actúa como reforzador. Esto es adecuado para niños a
partir de 9 años.
6. Evalúe los resultados del programa: Junto con el tratamiento que usted ha decidido para
eliminar la conducta agresiva de su hijo, usted ha planificado también reforzar las conductas
alternativas de cooperación que simbolizan una adaptación al ambiente. Una vez transcurridas
unas tres semanas siguiendo el procedimiento, deberá proceder a su evaluación. Si no hemos
obtenido ninguna mejora, por pequeña que sea, algo está fallando, así es que deberemos
volver a analizar todos los pasos previos. La hoja de registro nos ayudará para la evaluación de
resultados. Si hemos llegado al objetivo previsto, es decir, reducción de la conducta agresiva,
no debemos dejar drásticamente el programa que efectuamos, porque debemos preparar el
terreno para que los resultados conseguidos se mantengan. Para asegurarse de que el cambio
se mantendrá, elimine progresivamente los reforzadores materiales.
No olvide que los procedimientos que usted como padre ha aprendido, los puede interiorizar
para provocar en usted mismo un cambio de actitud. Practique el entrenamiento en
asertividad y será más feliz.
VII. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
DATOS OBJETIVOS
Fecha:
- 05/7/17
Docente:
- Dra. Elena Romero
Asignatura:
Salud publica II
Responsables:
- Torres Mariñas Noelia
Tema:
- Agresividad infantil
Necesidades de capacitación:
Es importante que los hijos tengas una buena educación pues va a orientar adecuadamente su
conducta, de esa forma su interacción con la sociedad será beneficiosa sin amenazas de rechazo.
Grupo de objetivo:
Familia Vázquez Gutierrez