Cristo El Centro de Tu Hogar
Cristo El Centro de Tu Hogar
Cristo El Centro de Tu Hogar
Directora: Todos nosotros procedemos de diferentes hogares, tal vez unos sean de hogares
humildes y sencillos, otros de hogares sin dificultades económicas, otros de hogares
cristianos, etc. Pero lo que sí sabemos es que procedemos de un hogar y Cristo quiere que
nosotros y nuestros hogares le pertenezcamos.
La Escuela Sabática está compuesta por todos los hogares mencionados y representados
aquí, el tuyo y el mío, por lo tanto, para ser uno con Cristo, debemos unirnos.
En esta unión formamos una hermosa cadena compuesta de siete eslabones, el número
perfecto. Veamos cales son los eslabones que necesitamos y recuerden, no puede faltar uno,
porque rompería la perfección y no llegaríamos a Cristo.
Bienvenida: Para unir a Cristo con el hogar, en primer lugar tenemos que invitarle como
huésped distinguido, y darle una cordial bienvenida.
Bienvenida: (Muestra unas piedras y dice Las piedras tienen un mensaje para nosotros.
Hay piedras que contienen documentos antiguos muy valiosos para nosotros. Otras piedras
quedan encerradas en los edificios y los sostienen. Jesús debe ser la piedra angular o
principal en nuestros hogares, y así todos nuestros hogares estarán firmes y no serán
destruidos por el enemigo.
Invitemos a Cristo a nuestros hogares y también a nuestros corazones. Cristo es
nuestro invitado especial a la Escuela Sabática en esta mañana. Le decimos, y a su vez él
nos dirá a nosotros Bienvenidos sean todos a la casa de oración.
Himno: El segundo eslabón que forma esta cadena es la alabanza expresada de lo más
profundo de nuestros corazones, nos eleva y lleva a él. Así también en nuestros hogares
debe reinar un espíritu de alabanza a Dios. Cantemos himnos aun en los momentos tristes,
enseñemos a nuestros hijos a alabarle. Cantemos todos el himno 508.
Oración: La oración no puede faltar en la Escuela Sabática, porque es el medio que tenemos
para pedir la presencia y bendición de Dios a nuestro programa.
Gracias a Dios por esta gran familia que crecerá a medida que crezcan nuestros hogares, se
unirán a medida que se unan nuestros hogares.
Que Cristo sea el centro de nuestros hogares y de nuestra Escuela Sabática.
Promoción: La promoción en este segundo sábado del mes es de inversión. Casi todos los
hogares de nuestra iglesia trabajan en el fondo de inversión. Tenemos familias enteras
colaborando con este trabajo que es bendición para la familia. (Entrevistar a una persona
que tenga su familia o sus hijos en el fondo de inversión. Recoger ofrenda).
Parte Especial: (Trae un eslabón). La música sagrada es la que nos transporta al cielo, pues
sin la música qué triste es la vida, y qué triste es también un hogar sombrío sin cantar. Por
lo tanto, en la cadena que une el hogar con Cristo no puede faltar la música sublime, y yo
invito a los hijos presentes que embellezcan sus hogares con los dulces cantos de Sión.
(Parte especial)
Misionero: Yo compongo el último eslabón de la cadena que une a Cristo y al hogar, pues
por los campos misioneros se recogen las más bellas experiencias cristianos que luego
llegan a nuestros hogares a través de la Escuela Sabática.
Directora: Ya hemos formado esa hermosa cadena de Cristo unido al hogar. Ahora nos
conviene fortalecerla estudiando la hermosa lección aprendida durante la semana (los
maestros de pie)
Otra opción:
La inspiración nos dice que una familia ordenada y disciplinada influye más a favor del
cristianismo que todos los sermones que se pueden predicar. Queremos preguntarle al
director misionera: Cuánto puede hacer a favor de la obra misionera una familia unida a
Cristo. (Puede entrevistar una familia misionera de la iglesia)
Conclusiones:
Qué hermoso es el cuadro de un hogar cristiano, pero lamentablemente no todos los
hogares en este mundo son felices, y no en todos Cristo puede reinar.
La misión de Cristo el redentor fue expresada por él mismo: “El Hijo del hombre vino a
buscar y a salvar lo que se había perdido” (Luc. 19:10), y esta declaración no incluye al
hombre, sino al hogar.
Cristo vino a buscar y a salvar tu hogar y el mío, nos aguardo el hogar eterno. Todo lo que
necesitamos hacer es entregar nuestro corazón a Jesús. “Cree en el Señor Jesucristo, y será
salva tú y tu casa” (Hech. 16:31)
Cada uno es un candidato para ingresar en él. Aceptemos, pues, con gozo y plena
confianza, la segura promesa del Señor.