La Señal de La Santa Cruz
La Señal de La Santa Cruz
La Señal de La Santa Cruz
Es la señal del cristiano, pues en ella murió jesús para salvar a los hombres de sus
pecados.
Por la señal † de la Santa Cruz,
de nuestros † enemigos, líbranos,
Señor, † Dios nuestro,
En el nombre del Padre y del Hijo †
y del Espíritu Santo.
Amén.
* * *
El Padrenuestro
Es la oración que nos enseñó el mismo Jesús.
Padre nuestro
que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día:
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.
* * *
El Avemaría
En ella repetimos muchas veces las palabras que escuchó la Virgen del Ángel y de
santa Isabel, y las que le han dicho los buenos hijos de la Iglesia desde hace ventiún
siglos.
Dios te salve, María;
llena eres de gracia;
el Señor es contigo;
bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre,
Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
* * *
Gloria al Padre
Es un canto de alabanza dirigido a la Santísima Trinidad.
Gloria al Padre y al Hijo
y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
* * *
La Salve
Es una súplia a Santa María Reina, que lo puede todo, pidiéndole su ayuda y
protección.
Dios te salve,
Reina y Madre de misericordia,
vida y dulzura,
esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
A Ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros
esos tus ojos misericordiosos;
y después de este destierro
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh, clementísima!
¡Oh, piadosa!
¡Oh, dulce Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
* * *
Señor mío, Jesucristo
Llamada también «acto de contricción», es un modo de decir al Señor que nos
arrepentimos y que no queremos ofenderlo más.
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío;
por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón
haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme
con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia,
propongo firmemente nunca más pecar,
confesarme y cumplir la penitencia
que me fuere impuesta.
Amén.
* * *
El Credo
Es la confesión de nuestra fe, en la que declaramos verdades que creemos, reveladas
por Dios a los hombres.
Creo en Dios,
Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo,
su único hijo, Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo;
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó entre los muertos,
subió a los cielos,
y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso,
desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia Católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.
ACTO DE CONTRICCION
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy,
y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.
Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de
conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.
Amén.
YO PECADOR
Nuestro Señor.
Amén