Unidad 2
Unidad 2
Unidad 2
UNIDAD N° 2
Crecimiento Urbano
El proceso de construcción de la ciudad
Proceso de urbanización en Argentina y América Latina
Crecimiento Urbano y Proceso de urbanización (Munizaga e Internet)
El proceso de urbanización es un proceso social que supone la transformación del medio natural mediante la dotación de infraestructura, equipamiento, servicios urbanos y
determinación de los usos de suelo. Se refiere al aumento relativo de la población residente en ciudades, en relación con la población total en un determinado territorio. Este
proceso se lleva a cabo a partir de la migración de las personas que residen en áreas rurales hacia la zona urbana en busca de una mejor calidad de vida, que esperan obtener
gracias al desarrollo de los servicios sanitarios, educativos, infraestructuras, oportunidades de trabajo, etc.
Si fuera en las periferias el aumento de población, no sería urbanización, sino contraurbanización. Esta urbanización se inicia como factor explosivo de la industrialización,
presentándose en el siglo XIX y dándose en ciudades de Europa y EE. UU.
Proceso de urbanización en América Latina (Gutiérrez e Internet)
Modos de ocupación Precolombinos
Se pueden tomar algunos ejemplos como Uaxactún (maya) o Teotihuacán (México/aztecas) y otro como referentes de los principios de planificación y diseño urbano usados
en América.
En Teotihuacán se encuentra un concepto básico de planificación precolombina, las cuatro direcciones que dividen la tierra y el cosmos en cuatro partes las que convergen en
un eje que unen subsuelo con el suelo pasando por la tierra, donde se forma el centro místico.
En Perú, el más claro ejemplo es su capital Inca, la ciudad de cuzco, donde aparecen los cuatro caminos que parten desde la plaza central en una organización en cruz. El rio
divide la ciudad en dos sectores, el noroeste, ceremonial y oficial (palacios, templos y escuelas) y el suroeste con el núcleo de las viviendas para toda la población de la
ciudad.
Las culturas precolombinas aplicaron distintos principios de planificación urbana como respuesta de los problemas derivados de sus ciudades, en permanente crecimiento y
con complejas interrelaciones funcionales, así como en la búsqueda por enfatizar y proveer un escenario adecuado para sus monumentos religiosos y políticos, cuyo rol fue
fundamental en el desarrollo a lo largo del tiempo de sus centros ceremoniales.
La estructura interna de la ciudad colonial
La división funcional de la ciudad – territorio definía un gradiente de articulación de lo rural con lo urbano; a su vez, la estructura del núcleo poblado en sí mismo presente
también características de gradiente desde el área central a la periferia suburbana.
El área central se estructura siempre en torno a la plaza mayor, donde se localizaban los principales edificios públicos, cuya concentración dependía de la calidad y
complejidad del núcleo urbano. En la distribución de los solares, la proximidad con la plaza señalaba el nivel jerárquico del propietario. La correlación de estos sectores
sociales con los ingresos económicos mas altos enfatizó la cisura jerárquica de las áreas inmediatas.
En las ciudades portuarias la forma del área central se veía alterada por el desplazamiento de la plaza sobre la costa (ej: bs as).
Formando un cinturón concéntrico se estructuraba una zona urbana de carácter intermedio que no presentaba ruptura espacial dentro de la ciudad con el área central pero si
se diferenciaba en cuanto a calidad del uso del suelo y tipologías arquitectónicas. Los elementos estructuradores de esta zona solían ser conventos y monasterios.
Un tercer sector dentro de esta estructura estaba definido por el suburbio o periferia del núcleo urbano. La trama tiende a hacerse menos densa, predominan los desarrollos
desarticulados junto a los caminos donde se localizan tambos, posadas y formas primarias de producción. Desgranando las áreas residenciales, se iban formando zonas de
chacras y quintas, junto con los estratos de clases bajas que servían para tareas. Los suburbios carecían en general de hitos relevantes.
Los problemas de infraestructura y equipamiento urbano estaban centrados básicamente en el abastecimiento de agua, el tendido de acequias, el aprovisionamiento, el
mantenimiento de caminos, etc.
El urbanismo americano del S XVIII
1. La política fundacional y la ampliación de fronteras
Cuando el modelo urbano americano de las ordenanzas de población había demostrado su vitalidad y el territorio parecía sujeto a una constelación orgánica de ciudades, el
crecimiento económico y poblacional en América determinaron renovadas campañas de urbanización. Lo importante es señalar que a partir de este plan de colonización
fueron numerosos los intentos de avances de fronteras en américa, dando lugar a nuevas pautas del urbanismo en las últimas décadas de este siglo.
2. Misiones Jesuíticas – Barroco Americano
Teniendo en cuenta los elementos conceptuales del Barroco en términos de ideas de persuasión y participación que transitan los caminos ideológicos de la contra reforma,
podemos constatar la vigencia de ciertos gérmenes Barroco.
Las misiones del Paraguay constituyeron un laboratorio excepcional para los jesuitas en cuanto a las potencialidades de formar una sociedad indígena con referencia al
modelo de la ciudad de Dios.
Los jesuitas fueron paradójicamente pragmáticos en la definición de su modelo urbano. Todos ellos respondían a un esquema similar, que se puede resumir brevemente en:
Limitación del crecimiento físico
Desaparición de la manzana
Jerarquización notoria del acceso
Constitución de un núcleo edilicio fijo
Tratamiento del entorno inmediato
Control de dimensión del poblado
uso escenográfico y ritual de la plaza
Desde mediados del siglo XIX la propuesta de formación de estas colonias con inmigrantes europeos adquiere relevancia en diversos países de América.
En la argentina los intentos de colonias agrícolas de inmigrantes se localizan en la provincia de corrientes.
El gobierno facilitaba las herramientas, los animales, el viaje de los colonos y la tierra, a cambio de la producción.
2. Los poblados ferroviarios
Las eficientes vías de comunicación constituían uno de los inconvenientes esenciales para la extracción de la producción agropecuaria y su traslado al centro de consumo
industrial. El ferrocarril fue la via de salida de productos y entrada de inmigrantes favoreciendo la instalación de nuevos poblados, unos mas vinculados a las propias obras
ferroviarias y otros como colonias agrícolas ganaderas.
En buena parte de los países de América el desarrollo y expansión de múltiples asentamientos estuvo vinculado a la traza del ferrocarril, como la marginación del mismo
significo la decadencia de otras ciudades.
Algunas provincias centrales como Córdoba y ciertas áreas como el sur de santa fe fueron colonizadas fundamentalmente a partir de la extensión del ferrocarril.
Aunque estos ferrocarriles desarrollaban las potencialidades urbanas en las terminales o puntos intermedios, su uso estaba centrado en la movilización comercial y no en la
ocupación territorial (Argentina, áreas abiertas y vacías).
3. La urbanización del esparcimiento
El deterioro de las condiciones de habitabilidad de algunos centros urbanos por la concentración poblacional y la carencia de adecuada infraestructura y equipamiento origino
epidemias que generaron movilidad interna a la población.
Al mismo tiempo los sectores de mayores ingresos buscaron a través del traslado a la periferia una recuperación de calidades ambientales y paisajísticas naturales,
organizando los suburbios de casas quinta de fin de semana o para temporadas de veraneo.
Evolución histórica del desarrollo territorial argentino (PET)
El territorio argentino reconoce sucesivos modelos de ocupación y desarrollo que determinaron su configuración actual y que, a excepción del característico de la América
precolonial, fueron fuertemente dependientes de la economía internacional, tanto en la valorización social de los recursos naturales, como en su organización política y
espacial.
La América precolonial estaba habitada por culturas autóctonas sin vinculación con el resto del mundo, y con desiguales niveles de desarrollo. En el Cono sur, entre los siglos
XII y XV el imperio incaico alcanzó un alto grado de evolución y se expandió en la zona montañosa del continente con centro en el actual Perú, incluyendo el noroeste
argentino. En nuestro territorio, en el siglo XV, previa a la conquista inca, se manifestaron una serie de pueblos influenciados por las culturas del Altiplano, que registraron un
alto desarrollo de sus sistemas de producción agrícolas (canales, presas y cultivo en andenes o terrazas), alfarería y la metalurgia del bronce.
Durante el período colonial, el territorio exhibió un segundo modelo de organización con centro en torno al actual noroeste argentino, con un desarrollo relativo en Cuyo y
muy fuerte en el nordeste. Aquí merecen destacarse las características particulares que alcanzaron las misiones jesuíticas diseminadas en lo que actualmente es territorio
argentino, paraguayo y brasileño, con un alto grado de organización y autosuficiencia. Basada en la valoración extractiva de los recursos del territorio por parte de la
metrópolis, su economía era tributaria de esta última y su estructura socio - productiva estuvo estrechamente ligada al comercio con el Alto Perú. Destaca su marcada herencia
en lo que respecta a la estructura de gran parte de las ciudades del país, cuyos trazados originales en damero responden a las normas del Tejido de Indias, dictadas por la
corona española.
El tercer modelo territorial que tuvo la Argentina se caracterizó por una concentración absoluta de población, recursos e inversiones en la región pampeana, particularmente
en torno a la zona metropolitana de Buenos Aires. Este modelo comienza a configurarse a mediados del siglo XIX, cuando triunfan sobre el conjunto de los intereses
regionales, los de algunos sectores vinculados al puerto de Buenos Aires y asociados a los capitales provenientes principalmente de Gran Bretaña. En el siglo XX, se establece
un sistema extensivo de explotación agropecuaria, se construye una extensa red de transporte ferroviario y se provee la mano de obra necesaria mediante una política de
inmigración masiva proveniente de Europa. La dinámica económica y política argentina se organiza desde la región pampeana y desde sus principales ciudades –con epicentro
en Buenos Aires– dando lugar a una “prosperidad” de enormes diferencias sociales.
El cuarto modelo se configuró con la ruptura del proceso caracterizado por la inserción al mercado mundial como productor de materias primas como consecuencia de la crisis
del ‘30 y se consolidó hacia mediados del siglo XX, con el advenimiento del peronismo. Surgido como respuesta a un proceso de deterioro social e institucional sostenido en
base al fraude electoral, constituyó un nuevo modelo de desarrollo que adoptó como ejes la industrialización del país basada en la sustitución de importaciones, la prevalencia
del mercado interno y la promoción de la justicia social. Las puestas en marcha de los planes quinquenales propulsaron la generación de fuertes inversiones en infraestructura
y equipamiento social –principalmente en las áreas periféricas de las zonas urbanas–, lo que permitió la inclusión de vastos sectores económicos y sociales y el desarrollo de
esas áreas junto a otras históricamente desarticuladas del territorio nacional. El Primer Plan Quinquenal, proyecto en el que se propone una nueva estructuración del sistema
económico y social, propone cambiar el perfil económico de la Argentina, pasar de un modelo exclusivamente agroexportador a una economía de base industrial, para lo cual
es necesario expandir el mercado interno, incorporando al consumo los sectores populares (Modelo Polarizado).
Durante el período 1958-1962, el “desarrollismo” encaró un proyecto de modernización del país que tuvo como ejes el desarrollo regional y la diversificación industrial,
fundamentalmente en base a la industria pesada. Este proceso queda inconcluso, cuando el gobierno es destituido por un golpe militar, inaugurando una etapa de inestabilidad
institucional. En este contexto, y más allá de los claros esfuerzos del peronismo y el desarrollismo para lograr un mayor equilibrio territorial, el país mantuvo una
organización estructuralmente dependiente de Buenos Aires.
En el último cuarto de siglo, el modelo territorial que se consolida tiene como pauta predominante la integración al mercado mundial a través del proceso de “globalización”.
Este fue impulsado en una primera etapa por el gobierno militar (1976-1983) con ejes en la apertura y desregulación de la economía, la constitución de un sector financiero
concentrado y el endeudamiento externo usados como instrumentos de lucha antiinflacionaria.
Desde el punto de vista territorial, este proceso agudiza los desequilibrios heredados y la configuración espacial centralista e inequitativa, en la medida que las inversiones en
infraestructura y equipamiento –pautadas por el mercado– se concentran en las regiones económicamente más competitivas, abandonando literalmente a las regiones
consideradas económicamente “inviables”.
El escenario actual muestra tendencias contradictorias que plantean nuevas amenazas y oportunidades. Se destaca la configuración de nuevos corredores de desarrollo,
expresión visible de la dinámica territorial que imprimen los intercambios del comercio regional, hecho que se verá consolidado a partir de los acuerdos del MERCOSUR.
Crecimiento Urbano en la Ciudad de San Juan (García, Cueli y Vedia)
Se parte de entender al territorio como una construcción social e histórica, que expresa las formas que adquiere la relación dialéctica que se establece entre una sociedad y su
medio físico. Este proceso, en el que se construye territorio, se denomina proceso de organización territorial, y es entendido como la práctica social mediante la cual un grupo
humano transforma un medio geográfico a través de la cultura, en el tiempo.
Fenómeno de contraurbanización o Ciudad dispersa en el periurbano de San Juan
En el periurbano de la Ciudad de San Juan comienzan a aparecer indicios del fenómeno de contraurbanización o ciudad dispersa, expresado como el proceso de propagación
de la población de la ciudad sobre el área rural de la
aglomeración, como consecuencia principal de su traslado de
residencia hacia las zonas periurbanas. Esto implica traslado de
modos de vida (en tanto pautas socioeconómicas), ya que esta
nueva población no se encuentra ligada funcionalmente a las
actividades propias del ámbito rural. Además, genera patrones
espaciales con características propias, denominados por el autor
como rururbanos, que se caracterizan por alojar una
superposición de patrones netamente urbanos y netamente rurales, de acuerdo con la definición tradicional de los mismos. Es decir, en esta área coexisten e interactúan
elementos urbanos y rurales en un mismo territorio como resultado de la difusión de actividades y población urbana hacia las zonas rurales que la rodean sin que éstas pierdan
totalmente sus atributos económicos, sociales o naturales.
Este fenómeno se diferencia de la simple expansión urbana reconociendo en estos atributos propios que la definen como una nueva ruralidad del periurbano.
Estas características, que, en términos generales, describen las áreas periurbanas de la mayoría de las ciudades, en San Juan adopta un rasgo distintivo que requiere de especial
atención: el crecimiento urbano por expansión sobre el periurbano implica la ocupación de terrenos fértiles de su oasis, invadiendo las escasas y limitadas tierras destinadas a
la agricultura.
Proceso Histórico de Crecimiento de la Ciudad y Transformación de su Área Periurbana
“El estudio del periurbano supone el abordaje de un complejo territorial que expresa una situación de interfase entre dos tipos geográficos aparentemente bien diferenciados:
el campo y la ciudad. Cuenta con la desventaja de que es, en cuanto al objeto de investigación, un territorio “resbaladizo”, en situación transicional, en permanente
transformación (o con expectativas de ser transformado), frágil, susceptible de nuevas intervenciones. Con el paso del tiempo, el periurbano “se extiende”, “se relocaliza”, “se
corre de lugar”; no le otorga demasiadas garantías de permanencia al investigador. Se trata de un territorio en consolidación, bastante inestable en cuanto a la constitución de
redes sociales, de una gran heterogeneidad en los usos del suelo”
Dadas las condiciones del medio natural donde se asienta la ciudad de San Juan, sólo la transformación del desierto mediante riego artificial ha posibilitado el asentamiento
humano. Es decir, el espacio debió acondicionarse para ser productivo. En las zonas áridas, a diferencia de las húmedas, el espacio agrícola necesita ser “creado mediante una
acción voluntaria y diferencial sobre el espacio natural, el hombre a través de una actividad colectiva y sostenida en el tiempo va más allá de la simple sustitución de una
vegetación natural por otra de mayor utilidad o rendimiento.
Es de destacar que las categorías ‘rural’ y ‘urbano’, de acuerdo con la definición clásica de los términos, no es aplicable en los ambientes de oasis donde ambas categorías se
encuentran íntimamente imbricadas. Consecuente con la definición de territorio inicialmente expresada, se utiliza el término oasis refiriendo no sólo a un tipo de
configuración particular del paisaje, sino al tipo de relaciones que se promueven entre dicho espacio y la sociedad que lo habita. En este sentido, se lo considera como
construcción cultural que trasciende los límites urbanos para incluir el concepto de ciudad-región, estrechamente dependiente del sistema de riego y condicionada por el tipo
de producción primaria y secundaria.
La ciudad de San Juan fue fundada el 13 de junio del año 1562, al sur del río San Juan, en territorio perteneciente a la antigua Provincia de Cuyo, perteneciente a la
Gobernación de Chile.
En términos generales, las Leyes de Indias concebían a la ciudad en un conjunto funcional con su área rural circundante, generando el criterio de ciudad-región que
comprendía a la ciudad y su territorio.
Las condiciones geomorfológicas y climáticas del valle de Tulum constituyeron condicionantes de la localización poblacional hispánica y su crecimiento inmediatamente
posterior. La ciudad fundacional se localizó al sur del río San Juan, en un sector con buenas posibilidades de abastecimiento de agua. En el año 1593, una importante crecida
del río hizo necesario el traslado de la ciudad en busca de una localización más segura, unas 25 cuadras al sur de la original.
El oasis del valle de Tulum-Ullum-Zonda ha presentado una configuración territorial que ha mantenido imbricadas ambas categorías espaciales, en una unidad indisociable.
En el caso de estas ciudades situadas en oasis de riego, lo específicamente urbano se reducía a unas pocas cuadras, no siempre delineadas en forma reticular, ya que las
arterias de comunicación bordeaban las acequias de trazado zigzagueante.
La descripción de la autora expresa claramente una realidad particular de la zona cuyana, diferente a la pampeana donde ciudad y campo se constituyeron desde las
fundaciones como dos realidades inconexas, casi hasta el Siglo XVIII.
El recinto urbano, delimitado por el cuadrado de las 25 manzanas fundacionales, se encontraba rodeado por las áreas destinadas a caballerías y cultivo extensivos. En esta área
fueron creciendo núcleos poblaciones en torno a la aparición de capillas, luego constituidas jurisdiccionalmente en Curatos.
Hasta inicios del Siglo XIX, en estas 25 manzanas fundacionales se localizaban la residencia de quienes cumplían con la condición de ‘vecinos’. Por “fuera” de esta área,
residían los sectores poblacionales excluidos de esta categoría: indios, negros y aún blancos sin recursos económicos.
Las áreas aledañas eran zonas destinadas a la agricultura, según lo permitían las obras de riego hasta entonces implementadas, con algunas concentraciones poblacionales
consideradas suburbanas y población rural dispersa.
Esta cuadrícula original, de cinco por cinco manzanas, presentó límites naturales en sus lados norte, este y sur y su crecimiento se vio directamente obstaculizado por ellos
hasta que pudieron ser controlados, ya sea por avances técnicos o por decisiones políticas.
La construcción de los canales matrices permitió brindar un caudal de riego relativamente estable a las áreas al norte, suroeste y este de la ciudad, extendiendo en ese sentido
el oasis irrigado. De esta manera, a mediados del Siglo XIX, se conforma una estructura territorial organizada por la actividad económica y constituida por anillos
concéntricos caracterizados por el tamaño de la unidad productiva, en relación con su localización respecto de la ciudad y del abastecimiento hídrico. El primer anillo aloja a
la ciudad que constituía el núcleo concentrador del poder. El resto del espacio lo constituía un sector de pequeñas propiedades, las chacras, localizadas en la ciudad y
departamentos aledaños, cuya producción está destinada al abastecimiento de la población local. En el segundo anillo aparecen extensiones mayores de tierra, las fincas,
localizadas en las áreas de borde del oasis, recientemente conquistadas, destinadas al cultivo de alfalfares para engorde del ganado a exportar. Por último, el tercer anillo está
constituido por propiedades de grandes extensiones localizadas en los espacios no irrigados en los cuales se realizaban actividades extractivas del monte nativo y cría del
ganado “cuando las condiciones ambientales lo permitían”, en establecimientos denominados estancias - que ocupaban grandes extensiones. Así, semidesierto y oasis
constituían espacios complementarios.
Es esta la distribución territorial que estructura el valle hasta la reconversión económica de fines del siglo XIX, hacia un modelo agroindustrial vitivinícola que permitió a la
región incorporarse al modelo nacional. Este proceso de conformación del modelo económico basado en la producción y comercialización vitivinícola tuvo lugar entre 1870 y
1914.
Consecuentemente, fueron Capital y sus departamentos aledaños los que más rápidamente se incorporaron al cambio. En esta zona se concentraron, entre fines del siglo XIX y
principios del XX más de la mitad de la superficie cultivada con viñedos, la mayor cantidad de bodegas.
La tendencia de la ciudad es la ocupación del suelo a lo largo de las vías de comunicación entre Capital y sus departamentos aledaños, lo cual deja espacios intersticiales
ocupados por la actividad agrícola.
Otro aspecto del cambio, remite a la llegada masiva de inmigrantes europeos que se concentró en la provincia en el área del valle bajo riego, particularmente en la ciudad.
La concentración poblacional en el valle incidió negativamente sobre los porcentajes de población rural del interior de la provincia reforzando el modelo de
hipercentralización económica y administrativa en la estructura provincial que perdura hasta la actualidad.
Después del terremoto del ´44, el estado construyó 25 barrios de emergencia, localizados en zonas suburbanas en áreas con importantes déficits de servicio e infraestructura.
Luego del ’60, la primacía la adquiere el IPV, construyendo viviendas masivamente mediante operatorias nacionales.
En la década del ’70, la construcción permanente se concentra en el casco urbano, situación que había comenzado a tomar cuerpo con las construcciones financiadas por el
BHN en la década anterior.
En los ’80, esta situación se profundiza. Dentro del anillo de la Av. de Circunvalación, coexisten construcción permanente y construcción precaria. Ya fuera del anillo, la
construcción permanente se da en islas constituidas por los barrios construidos por las operatorias oficiales.
Se considera que esta expansión desmedida de la planta urbana del Gran San Juan promueve el proceso de crecimiento urbano por dispersión que se acentuara durante la
década del ’90, coincidente con la coyuntura nacional e internacional que profundiza este proceso a nivel mundial.
Conclusiones
Al abordar al territorio desde una mirada sistémica, es decir comprendiéndolo como el sistema complejo que es, solo podremos explicarlo si conocemos los procesos que lo
llevaron a su estado actual. Dicha explicación “requiere reconstruir la historia, porque lo que ocurre hoy en el sistema es el resultado de esa historia. En otros términos: el
diagnóstico del funcionamiento de una estructura requiere conocer los procesos que condujeron a su estructuración”.
La ciudad de San Juan, como todas las ciudades fundadas por la Corona Española en América durante los Siglos XV y XVI, responde a un modelo organizacional en el que la
ciudad surge como expresión del dominio español sobre tierra americana.
El proceso en el que se fueron incorporando las tierras bajo riego explica las tendencias de crecimiento de la mancha urbana. La lectura de este proceso permite entender, en
un sentido territorial, el proceso de producción de lo urbano para el caso de San Juan.
En este proceso el agua es el elemento estructurante de la espacialidad urbana y rural, como posibilitante de las diversas actividades productivas.
Dinámica y formas de la expansión. Tipologías de crecimiento urbano. Tejidos en expansión. Parcelamiento, Urbanización y
Edificación
Fases del Crecimiento urbano
Consta de tres fases:
Expansión: Delimitación y fragmentación del área con asentamientos y servicios precarios sobre el área rural.
Consolidación: Proceso que prevé de infraestructura, equipamiento y servicios, lo que aumenta la calidad de vida y atrae población.
Densificación: Aumento de población en áreas consolidadas y completamiento de áreas vacantes en un determinado tiempo.
Reese plantea que en la Argentina se reconocen tres procesos simultáneos:
Expansión, Consolidación y densificación. Estos procesos operan de una
manera muy diferente a los procesos de producción de la ciudad en los
países desarrollados.
son los más dinámicos y los grandes núcleos pampeanos los menos dinámicos, mientras que los núcleos intermedios pampeanos y los grandes extrapampeanos presentan un
comportamiento similar y relativamente estable.
Existen tendencias en un conjunto de países latinoamericanos que reflejan un similar estancamiento poblacional de las ciudades principales, las que según diversos autores se
explican en la presencia de un conjunto de factores que las han hecho perder atractivo. Entre ellos cabe destacar la pérdida de empleo industrial, el desplazamiento de las
oportunidades laborales en las periferias urbanas o en otras ciudades, el atractivo de áreas alejadas de la ciudad (en términos de calidad de vida) para residir, y el uso intensivo
del automóvil para trabajar y consumir.
En síntesis, los fenómenos observados nos hablan de cambios presentes y tendenciales en el sistema de asentamientos humanos. Esto supone una presión sobre los centros de
las provincias que no forman parte del área más concentrada del país y que tienen demanda ya insatisfecha en materia de infraestructura y equipamiento. El hecho evidencia la
necesidad de importantes inversiones que permitan potenciar su dinamismo en el sentido del desarrollo buscado.
Por último, cuando se habla de la tipología de ciudades se refiere a la naturaleza del proceso urbanizador del territorio nacional, su morfología, su dinámica de crecimiento y
las tendencias que su modo de producción comportan. La gran mayoría de las ciudades de Argentina exhibe una estructura original en damero –heredera de los lineamientos
urbanísticos de la colonización española–, con áreas centrales mas o menos densificados en orden a su grado de complejidad como centro, mediante procesos de sustitución de
la edificación original de baja densidad. A lo largo de la mitad del siglo XX, las ciudades mas dinámicas –todas las grandes ciudades y parte de las intermedias– comenzaron a
complementar la densificación de sus áreas centrales con procesos de expansión de sus periferias, como producto de la localización de nuevas actividades industriales y de la
ampliación del tejido residencial formal e informal, provocando un crecimiento exponencial de la mancha urbana y una cada vez mayor indefinición de los límites entre lo
rural y lo urbano.
En la actualidad, si bien se observa que un buen número de las ciudades medias argentinas aún reconoce un patrón de urbanización compacto, con límites bastante definidos,
otro número significativo de ciudades medias y la totalidad de las grandes muestran el tipo de mutación que tiene lugar en la mayoría de los procesos urbanizadores
contemporáneos. Esto es, un fenómeno que tiene diversas denominaciones – suburbanización, metropolización, ciudad dispersa, ciudad archipiélago, rururbanización etc.–,
por el cual la ciudad central se expande asociándose en solución de continuidad con ciudades vecinas y la interfase urbano-rural es objeto de presiones múltiples. Los nuevos
requerimientos de suelo de las actividades industriales y logísticas, las nuevas pautas de localización de actividades comerciales –centros de consumo en las periferias de las
ciudades– la instalación en el mercado de tipologías residenciales suburbanas, todo ello asociado al aumento exponencial del uso del automotor y la expansión de las
tecnologías de información, han modificado sustancialmente el patrón organizacional de las ciudades más dinámicas.
Si bien el ejemplo más paradigmático de este proceso es la Región Metropolitana de Buenos Aires, el mismo se repite en todas las grandes ciudades. Asimismo, una serie de
ciudades medias tienden a configurar aglomerados con ciudades vecinas, dada su condición de proximidad y/o de compartir corredores de desarrollo, aunque en algunos casos
pertenezcan a provincias distintas. Esta dinámica territorial da lugar a la configuración de microregiones que se caracterizan tanto por sus potencialidades como por sus
riesgos: su potencialidad radica en las ventajas competitivas que conlleva la aglomeración para la radicación de actividades económicas y sus riesgos en el impacto que dicho
desarrollo ejerce sobre el medio natural.
Parcelamiento, Urbanización y Edificación
Todos estos procesos de crecimiento pueden ser comprendidos a partir del análisis del tejido urbano, que nos permite entender los fenómenos de yuxtaposición al interior de
cada unidad urbana.
El tejido urbano es un nivel de análisis morfológico y comprende el sistema de relaciones entre los componentes urbanos que tienen carácter constante y repetitivo: sistema de
calles, parcelas, edificios y espacios libres. Es el resultado de sucesos históricos. Es el reflejo de condiciones sociales, económicas, culturales, etc. Para su estudio, se
descompone el sistema ciudad en los siguientes subsistemas:
Subsistema viario (urbanización): Conjunto de relaciones entre las calles, sistemas de unión del espacio territorial. Organiza el espacio urbano, distribuye las
manzanas y comunica cada una de las parcelas. Carácter utilitario de conexión y comunicación.
Subsistema edilicio (edificación): Conjunto de masas construidas de la forma urbana sin tener en consideración las funciones que alberga ni tampoco sus
dimensiones. Carácter utilitario de habitar.
Subsistema parcelario (parcelamiento): Conjunto de relaciones entre las parcelas, es un sistema de partición o subdivisión del espacio territorial en unidades
mínimas.
Subsistema de espacios libres: Red de partes no construidas de la forma urbana, sean públicas o privadas. Tiene carácter utilitario de estancia, transito o servicio.
El espacio urbano se ha ido formando por la progresiva transformación del espacio rural en espacio construido, es decir, mediante el proceso de urbanización. En el
suelo urbano existen, a su vez, dos categorías de suelo: espacio público (“lo vacío” del espacio urbano) y espacio parcelado o construido (“lo lleno” del espacio
urbano, de carácter privado). La delimitación de una de estas categorías supone, automáticamente, la delimitación de la otra. La interrelación entre ambas y su
disposición espacial dan lugar al tejido urbano o trama urbana (la peculiar morfología de un área urbana que resulta del modo en que se disponen espacios públicos y
espacios edificados). Así, podemos hablar de tramas regulares/irregulares, espontáneas/proyectadas, tramas ordenadas/desordenadas, tramas conservadas/deterioradas
y tramas homogéneas/heterogéneas. Los espacios públicos se conectan unos con otros formando la red de espacios públicos (viario, plazas, paseos, áreas peatonales,
parques). Los edificios de la ciudad, por otro lado, tienen unas determinadas características (destino, procedimiento constructivo, factores culturales). La síntesis de
estas características nos da un tipo edificatorio, que puede variar según: la época histórica según manera de edificar, según manera de ocupar una parcela.
La densidad es uno de los componentes del debate teórico sobre la ciudad dispersa versus la ciudad compacta en el mundo y, particularmente, en América Latina. Gran parte
de los países latinoamericanos experimentó a lo largo de la segunda mitad del siglo XX diversos fenómenos que determinaron la forma urbana, el crecimiento y las
densidades habitacionales de las ciudades.
Las transformaciones urbanas resultantes de esos procesos incluyen el cambio de modelo económico hacia la industrialización sustitutiva de importaciones, que provocó una
fuerte migración poblacional del campo a la ciudad; y el boom petrolero y la influencia del modelo neoliberal.
Ciudad Dispersa/Difusa y Ciudad Compacta
Desde hace algunas décadas es posible identificar en el territorio un proceso de extensión de las ciudades sobre su espacio circundante periurbano. Este se verifica en la
mayoría de las grandes ciudades y ha dado lugar a la formación de áreas periurbanas cuyos límites físicos y peculiaridades socioeconómicas tiene un carácter mixto urbano –
rural.
El concepto de ciudad dispersa surgió a finales de los años ochenta en Italia, tendiendo a describir y explicar el proceso de conformación de un modelo de ciudad no basado
en la concentración sino en la baja densidad.
Éste es el punto fundamental del concepto que lo diferencia de otros similares, por cuanto no se trata de una “simple” suburbanización o extensión de la urbanización sino una
transición hacia una nueva ciudad.
Se conoce como tal aquel modelo urbano de baja densidad que presenta discontinuidad en sus partes, con poca diversidad, baja proximidad de usos y que ocupa las periferias,
en su mayoría, únicamente para vivienda unifamiliar, alejada de los centros urbanos y, por ende, de los servicios básicos y equipamientos.
Varias fueron las causas que contribuyeron a la dispersión de las ciudades:
necesidad de trasladarse hacia las periferias como reacción en contra de las malas condiciones de vida, contaminación y ruido de los centros urbanos.
caída de la calidad urbana en la ciudad densa.
avance en las tecnologías de la información y las comunicaciones, que disminuyeron el peso del factor distancia.
adquisición de vehículos privados.
adquisición de viviendas en las periferias, que, de acuerdo con De Mattos, se fundamentaba en el incremento del ingreso personal medio, la preferencia por una vivienda
unifamiliar con jardín y la generación de grupos familiares más pequeños.
incorporación de la mujer al mercado laboral, lo cual modifica la manera como las personas viven, trabajan y viajan.
La ciudad dispersa trae consigo numerosos impactos:
Económicos: aquellos relacionados, por un lado, con la provisión de servicios básicos, infraestructura y equipamientos que demandan las zonas alejadas de los centros
urbanos; y, por otro, con los altos costos para el control de la contaminación atmosférica y la seguridad ante el tráfico ocasionado por el uso masivo del automóvil.
Sociales: son los más difíciles de medir, pero son evidentes: inequidad; riesgos en la salud, ya que la ciudad dispersa desalienta la caminata y otras actividades físicas;
pérdida de sentido de comunidad, segregación, polarización, reclusión residencial; pérdida de espacio público y desigualdad en el acceso a la movilidad, ya que se favorece
principalmente al vehículo privado.
Ambientales: se destaca la pérdida de suelo natural, causada por su uso excesivo en las periferias, que deriva en disminución de biodiversidad, distorsión del ciclo hídrico,
afectación a los valores paisajísticos y contaminación del agua y del suelo, contaminación atmosférica y de ruido, debido al uso masivo del automóvil y el consumo excesivo
de recursos no renovables para abastecer las necesidades de su uso.
Como reflexión y respuesta a esta problemática, se busca el modelo de ciudad, que genere integración y equilibre el desequilibrio, a partir de la democracia, participación y
autogestión. Sus características son:
Desarrollo urbano continuo
Densificación
Reestructuración de usos (usos del suelo mixtos)
Reorganización del transporte
Consolidación de centralidades
Integración social por medio del espacio público
Una de las principales críticas al modelo DE CIUDAD COMPACTA radica en la paradoja según la cual, para conseguir sustentabilidad, la ciudad debe ser más densa, pero
para que una ciudad sea habitable, las funciones y la población deberían estar más dispersas. Esto se debe a que los volúmenes de tráfico locales son directamente
proporcionales a la densidad poblacional; en otras palabras, se reduce el uso del vehículo per cápita, pero se incrementa la concentración vehicular en el ámbito local y, por
ende, las emisiones.
Por ello, para que la ciudad compacta sea sostenible deben existir varias medidas interrelacionadas (redes de tranvía, ciclovías, áreas peatonizadas, reducción de los límites de
velocidad, restricción de estacionamiento, entre otras) que deberán sumarse a la densificación.
El modelo urbano que mejor se ajusta al principio de eficiencia urbana y habitabilidad urbana es la ciudad compacta en su morfología, compleja en su organización, eficiente
metabólicamente y cohesionada socialmente.
COMPACIDAD: se refiere a la realidad física del territorio y, por lo tanto, a la morfología urbana; de allí que aborde la densidad, la ocupación del suelo, el espacio
público, la habitabilidad, la movilidad y los servicios
COMPLEJIDAD: por su parte, se refiere a la organización urbana, a cómo se interrelacionan las actividades económicas, los equipamientos, las instituciones, y
aborda indicadores tales como la mezcla de usos, los espacios verdes y la biodiversidad.
EFICIENCIA: tiene que ver con los flujos tanto materiales como de agua y energía; estos flujos soportan a los sistemas urbanos, y para su análisis se utilizan
indicadores de metabolismo urbano.
COHESIÓN SOCIAL: se refiere a las personas y sus relaciones, cómo se reúnen, quién ocupa los espacios, cómo realizan intercambios, etcétera. En este sentido, la
ocupación dispersa genera patrones de vida poco sostenibles, mientras que una densidad adecuada, que no caiga en la congestión, permite conseguir una masa crítica de
personas y actividades en cada entidad residencial, lo cual permite la dotación de transporte público, los servicios y equipamientos básicos y las dotaciones comerciales
imprescindibles para desarrollar la vida cotidiana desde patrones de proximidad.
Cada uno de ellos contiene a su vez dimensiones que pueden ser medibles, analizables, comparables y, sobre todo, son ámbitos en los cuales se puede intervenir para mejorar
las condiciones de la ciudad.
Las dimensiones mencionadas difieren según cada lugar específico.
Conclusiones
Una manera de frenar los impactos negativos, tanto ambientales como económicos y sociales, de la ciudad dispersa es mediante la densificación planificada y en rela ción con
todas las variables de una ciudad habitable, que considere la calidad de vida de las personas como el eje de la reflexión.
El artículo analiza la variación de las densidades en las ciudades latinoamericanas con el fin de demostrar la tendencia innecesaria de crecimiento disperso y poco planificado.
El fin último de la investigación es motivar la búsqueda de estrategias de planificación y diseño urbano para aprovechar de mejor manera el suelo dentro de la ciudad
construida y evitar así los múltiples inconvenientes de la dispersión.
La densificación tiene que ir de la mano con estrategias de movilidad, espacio público, complejidad urbana, entre otras. Los incentivos a la densificación deberían promover
un uso adecuado de lotes vacantes. Al profundizar sobre la ordenanza vigente, se observa que ella responde a un modelo de ciudad enfocada al automóvil, que en ningún caso
permitiría un modelo de ciudad compacta que priorice al ciudadano de a pie. Existe un sinnúmero de artículos de la Ordenanza que promueven, defienden y legalizan el uso
del automóvil, en detrimento de otros sistemas de movilidad.
Entre las medidas para lograr este objetivo estaría la ocupación de los lotes vacíos a través de modelos específicos de densificación acordes con las distintas tipologías
morfológicas de la ciudad, y a través de políticas de densificación desde una perspectiva de sustentabilidad que definiera el uso del espacio público para la población y no solo
para el automóvil.
Existen dos escenarios posibles: continuar con el actual ritmo de crecimiento, dispersión y bajas densidades, o plantearnos un escenario de densificación sustentable dentro de
un modelo de ciudad habitable enfocado al respeto al ser humano y al medioambiente.
Sin embargo, y a pesar de estas buenas intenciones, no podemos olvidar que la producción de ciudad no es solo un acto de voluntad que obtenga de la academia las posibles
soluciones científicas y teóricas. En su construcción aparecen desafíos económicos, fiscales, ambientales, institucionales y de gobernabilidad que se relacionan, íntimamente,
con las diferentes áreas y niveles de gobierno que deben coordinarse entre sí, y en donde, además, se tienen que articular el sector privado y la sociedad civil. La voluntad
política, el equilibrio en la lucha de intereses, el mercado y la participación ciudadana en la toma de decisiones constituyen componentes fundamentales para que las
iniciativas en favor de una ciudad más humana se hagan realidad.
Un fenómeno que aparece producto del crecimiento suburbano de la ciudad es la franja periurbana, que se caracteriza por:
a) Suburbios: Agrupaciones de casas y población próximas a la ciudad. Es frecuente que el crecimiento de la mancha urbana absorba a entidades lejanas que antes eran
independientes de la aglomeración, pasando a formar parte de la aureola periurbana de la ciudad central.
b) Pequeñas urbanizaciones o agrupaciones de casas en torno a factorías: Se encuentran en medio de suelos de uso rural y responden a la tendencia de ciertas empresas a
trasladar sus instalaciones industriales fuera de la ciudad o a situar las de nueva creación en localizaciones periféricas.
c) Proliferación de urbanizaciones de viviendas unifamiliares y bloques multifamiliares: La tendencia a bajas densidades residenciales es un fenómeno que alcanza difusión
creciente como consecuencia del deseo cada vez mayor de la población urbana a vivir en contacto con la naturaleza.
d) Suelo ocupado por otros usos urbanos: Una gran proporción del suelo de las franjas periurbanas está ocupado por infraestructuras de transportes y equipamiento urbanos
(depósitos de agua, depuradoras, fábricas de gas, etc.).
Urbanización Marginal (P – E)
Es el fenómeno de la ocupación de grandes áreas de suelo periférico por asentamientos populares de residencia precaria, aquellas que se forman por subdivisión de terrenos
rústicos, se edifican casi siempre por autoconstrucción por los mismos residentes y sobre todo sin autorizaciones legales. La parcelación y edificación del suelo carece de toda
obra de urbanización (infraestructura o servicios) sobre todo en las primeras etapas.
Solá Morales plantea 4 hipótesis para interpretar la urbanización marginal:
a) Idea geográfica de espontaneidad del crecimiento: Se habla de hábitat espontaneas caracterizados por la ausencia de toda ordenación racional y planeada de urbanización.
La espontaneidad estaría en la falta de preparación física del suelo y del hacinamiento, como en el desorden de la edificación que suele perpetuar técnicas rurales degradadas y
aprovechar materiales residuales.
b) Idea sociológica de precariedad o sub-integración al consumo colectivo: Se tiende a identificar en la pobreza la causa de la urbanización marginal. La estratificación social
en la moderna sociedad urbana y / o los mecanismos de explotación capitalista provocarían la opresión de sectores de población sin capacidad económica para entrar en el
mercado de vivienda común, ni costearse los servicios públicos urbanos.
c) Idea macroeconómica autoconstrucción física: Parten de la contemplación del proceso de construcción de casas y viviendas, y toman como rasgos característicos aquellos
que se relacionan con el hecho de efectuarse por sus propios usuarios. La construcción de la vivienda y en definitiva todo el barrio, por sus propios residentes seria la nota
especifica de este tipo de crecimiento especifico.
d) Idea antropológica marginalidad social: Entendería la aparición de las formas culturales y sociales relativamente autónomas al interno de una estructura socio económico
dominante, como resultado de ese estado de marginalidad provocado por aquellos sectores sociales no integrados por el desarrollo.
La marginalidad es la no participación en las funciones, valores institucionales del desarrollo (urbanización, participación política, sistema ocupacional). Es un enfoque
culturalista y funcional que resulta de definir los grupos marginales como sectores culturales económicos y políticos ajenos al funcionamiento del sistema dominante, en vez
de interpretarlo como consecuencia directa de este.
La urbanización marginal es el resultado de la crisis fiscal del Estado en los 50, ha acumulado déficit urbano y carencias de viviendas, sobre todo en las ciudades del tercer
mundo generando asentamientos marginales y formas variadas de hacinamiento.
Segregación Física y Marginalidad Social
La fuerza de la especulación inmobiliaria está demoliendo antiguas áreas con identidad y tradición. Los ciudadanos latinoamericanos presentan una dispersión con el
surgimiento de centros secundarios y la aparición de una inmensa periferia desconectada, es decir existe segregación espacial. Esta estructura urbana poco cohesionada, junto
con la dificultad de acceso al trabajo, el desempleo y la desestructuración de la familia tradicional producen en áreas específicas una serie de problemas sociales de difícil
solución.
La avalancha migratoria del campo a la ciudad produjo la proliferación de villas miserias, favelas, etc. El Estado benefactor carece de recursos para afrontar el desmedido
crecimiento de la población pobre urbana. La presión especulativa, el peso de las actividades comerciales y el proceso de industrialización crea los suburbios, la acumulación
de edificios, talleres, comercios y viviendas con escaso control por parte de reglamentos vigentes.
Unos son expulsados de las áreas centrales hacia la periferia de terrenos de bajo costo, mientras que otros se encuentran en condominios privados, dentro de la ciudad o en los
suburbios.
Estos cambios están creando problemas nuevos y graves de habitabilidad y sostenibilidad, junto al desaprovechamiento del suelo y las infraestructuras, elevando los costos de
mantenimiento de servicios.
El crecimiento va acompañado de un aumento de exclusión social. Los pobres son desplazados muchas veces, en forma compulsiva, hacia nuevas urbanizaciones situadas en
los márgenes, floreciendo en las tierras más valorizadas los countries y barrios privados como homogeneidad social.
En el caso de San Juan el crecimiento que se está produciendo hacia el norte de la ciudad, en su periferia presenta una fragmentación desde lo físico, donde aparecen zonas
intersticiales, donde se establecen las nuevas localizaciones de personas que provenían de la erradicación de villas, sectorizando la población y diferenciando el acceso a
bienes y servicios sin el nivel socioeconómico y fundamentándose en la lógica de inversiones , donde las especulaciones inmobiliarias afectan a la democratización del
territorio, formando la segregación y marginalidad hacia la periferia . Esto se evidencia cuando vemos el tipo de crecimiento que está teniendo la ciudad hacia el oeste, donde
se van instalando los sectores sociales de mayores recursos y donde proliferan los barrios privados.
Anexo contraurbanización y suburbanización (Arroyo)
La diversidad de posiciones sobre el fenómeno de contraurbanización es considerable. Unos lo estiman como proceso que debe inscribirse en el mismo desarrollo del
capitalismo, como una más de las condiciones de su propia lógica espacial, es decir, como una simple continuación de la suburbanización. Otros consideran la
contraurbanización como algo completamente nuevo, como una ruptura con el pasado. Según algunos autores la explicación de esa ruptura debe buscarse en factores q
influyen en las decisiones individuales de las poblaciones urbanas, referidas al atractivo de algunas zonas rurales, al clima, o a la existencia de amplios espacios urbanizables,
es decir, toman al proceso de contraurbanización como un desarrollo del medio rural como tal.
Si la contraurbanización se entiende como un proceso de crecimiento al margen y a costa de los centros metropolitanos, con este concepto se está aludiendo a un proceso de
desconcentración de población de las áreas metropolitanas que dará lugar a la aparición de núcleos de población o al crecimiento de otros ya existentes, pero con un menor
grado de vínculo con el centro.
Efectivamente, si el término contraurbanización se aborda desde el punto de vista de una dinámica de población decididamente aparte del crecimiento de los centros
metropolitanos existentes y a expensas del crecimiento de la población de estos, entonces se entiende mejor que se trata de un proceso “contra” no por ser rural, lo cual es
indiferente, sino por el crecimiento de nuevos núcleos al margen de las áreas metropolitanas más antiguas.
Mientras que la Urbanización habría significado un proceso continuado de concentración de población en núcleos organizados jerárquicamente, la contraurbanización se
caracteriza, por lo contrario, por un proceso de desconcentración de población determinado por la funcionalidad de distintos núcleos urbanos en crecimiento.
La contraurbanización supone un mayor ritmo de crecimiento de algunos lugares menores que no están vinculados a los centros metropolitanos debido a sus relaciones con un
proceso de carácter más general en el que han variado las condiciones de producción y en las que las decisiones inversoras para la creación o destrucción de empleo pueden
ser factores determinantes en la redistribución de la población. En consecuencia, la definición de contraurbanización debería excluir específicamente los procesos de
“suburbanización” y “expansión metropolitana”, ya que implican una relación de dependencia mucho más fuerte respecto al centro metropolitano que la contraurbanización.
Sin embargo, las dinámicas de suburbanización y de contraurbanización han favorecido en distinto grado los movimientos de los flujos económicos y de población desde las
áreas metropolitanas hacia su exterior.
El autor sostiene que queda descartadas la salida de población sobrante y la revitalización del medio rural como razones de la contraurbanización y propone una tercera causa,
que son las condiciones esenciales del mercado de trabajo, que se habrían visto favorecidas por los cambios en la estructura sectorial de la economía. Se afirma que las áreas
urbanas en crecimiento han debido experimentar las necesarias restructuraciones de las actividades económicas, para que se hayan establecido unas determinadas condiciones
que han favorecido a que algunos segmentos de la población se desplacen hacia allí, no solo a vivir, sino que a trabajar.
La relación centro-periferia y el papel del planeamiento urbano
En lugar de un territorio vertical, jerárquico y único, un espacio dominado por un centro con una periferia dependiente, el área metropolitana empieza a ser percibida como un
modelo polinuclear de ciudades y de territorios fuertemente interdependientes en una estructura espacial dispersa.
Si se supera la organización regional basada en un solo núcleo organizador y polarizador, que había surgido con las primeras industrializaciones, se puede inferir que se está
derivando hacia una organización espacial en la que se combinan nuevas formas de urbanización dispersa y difusa con nuevas polaridades, lo cual está relacionado a su vez
con nuevas funciones socioeconómicas en un contexto de economía global.
Se puede producir lo que Jordi Borja denomina “ciudad-región”, en la que el protagonismo estará compartido entre el viejo esquema de área metropolitana, con un nuevo tipo
de poblamiento basado en un sistema de ciudades. Esto permitirá la descentralización.
Conclusión
La contraurbanización supone la desconcentración de población de los centros urbanos y muy especialmente, de los centros de las áreas metropolitanas. Se alude al fenómeno
contrario al de urbanización caracterizado por el proceso de concentración progresiva de población en los núcleos urbanos.
Se vincula la contraurbanización a un proceso de saturación de las áreas centrales: se señala como decisivas las consideraciones de carácter sociológico, la crisis
medioambiental experimentada en las grandes áreas urbanas, la percepción del medio rural como antítesis del medio urbano, en el que se ha producido un proceso de
saturación de las áreas metropolitanas, ya que éstas han aumentado sus necesidades de expansión en el territorio.
Se puede decir que la contraurbanización alude a otro fenómeno que el del renacimiento del medio rural o la saturación de las áreas metropolitanas. La principal
desconcentración de la población se encuentra en los cambios producidos por la emergencia de una nueva división del trabajo, producida por los requerimientos del mercado,
junto a un proceso de desarrollo de algunas áreas q puede que no estén vinculadas a las áreas metropolitanas, sino con una nueva organización del proceso productivo.