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La hora del lobo
Federico Campbell
El Pájaro Telegrafista
De pronto apareció y dijo que su padre había sido un pájaro carpintero y su
madre una paloma mensajera. Pero a partir de allí no sabemos a dónde ni por dónde nos lleva la historia. Me faltan peripecias. El caso es que Camilo (así se llama el niño personaje) está un día en su recámara armando un rompecabezas y de pronto entra por la ventana un pájaro con un copete tipo Pájaro Loco y tiene toda la facha de pájaro carpintero pero no exactamente. El insólito visitante se posa en la mesa sobre las piezas del rompecabezas y vuelve la cabeza hacia todos lados, con la actitud de alguien que quiere decir algo. Camilo lo mira, lo deja estar, y trata de acariciarle el mechón. Entonces el pajarillo salta a la mesa del comedor, una mesa ancha y pesada, de madera muy fina, caoba tal vez. Y empieza a picar la mesa, pero sin dañarla. Da un leve toquido y luego otro. Toc toc toc. Primero dos toques rápidos y seguidos. Luego otros toques más pausados y ligeramente largos y se detiene y mira a Camilo. Pero Camilo no entiende nada. Sólo sospecha que el pájaro está tratando de decirle algo. Le trae un mensaje. Pero no en un papelito escrito. Sólo tamborilea. Sólo golpea con el pico. Camilo va a ver a su amiguita Artemisa y juntos van preguntando por el pueblo si alguien entiende al pájaro. —Repite y repite los mismos golpes dice Camilo—. Avanza y se detiene. Una señora llega a la casa de Camilo y oye al pájaro que sigue sobre la mesa del comedor y toca y toca los mismos sonidos. —Eso es un mensaje cifrado, en código Morse. —¿Y eso qué es? —pregunta Camilo —El telégrafo —dice la señora. —¿El qué…? —dice Artemisa. —Pero yo no lo entiendo —agrega la señora—. No sé qué es lo que está tratando de decir. El que podría saber es don Saturnino. Van a ver al decano de los telegrafistas, un hombre de más de noventa años, regordete, encorvado, de pelo blanco muy tupido, que muy jovencito, en los años 20, empezó como telegrafista en Guaymas. —Es muy sencillo —dijo don Saturnino—. La A es punto y raya. La B es raya y tres puntos y así hasta la Z: dos rayas y dos puntos. El viejo les mostró un aparatito que semejaba un chapulín de bronce. Y sobre lo que parecía una moneda dejó caer la yema del dedo cordial. Recorrieron el pueblo todos juntos. —¿A dónde va Saturnino? —le gritaban desde las casas—. ¡Andariego! —Hoy tenemos pájaro. Hoy tenemos pájaro —contestaba don Saturnino. Se pusieron pues en la casa de Camilo a conocer al pájaro, que los esperaba atento, los ojos vivos, brillantes, como de persona bien educada. 2
El Pájaro Telegrafista volvió a tocar el mensaje. Toc toc toc. Don
Saturnino ya garabateaba en su libreta las palabras que descifraba. GUAROCHI. CHEREQUI. —No entiendo nada —decía don Saturnino.
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El profesor Jenofonte
El telégrafo era el Internet de mis abuelos y bisabuelos o tatarabuelos.
Samuel Morse, pintor y físico estadounidense, inventó en 1832 el telégrafo
eléctrico y el alfabeto que lleva su nombre, un código de puntos y rayas que podía transmitirse a largas distancias mediante impulsos eléctricos que circulan por un hilo metálico y que en México se empezó a utilizar, en 1849, durante el gobierno del presidente José Joaquín Herrera. La red telegráfica cubría todo el país hacia finales del siglo XIX y quienes aprendieron el oficio como empleados “meritorios” sin sueldo se incorporaron después a las tropas revolucionarias como combatientes y técnicos indispensables para la estrategia militar. Sin un telegrafista al lado, Pancho Villa hubiera sido como un ciego con una pistola.
una bodega de la Secretaría de Comunicaciones repleta, como chapulines
de bronce, de aparatitos Morse recogidos en toda la República. Son estatuas en miniatura. A la entrada del Museo del Telégrafo se expondrá una escultura que ha esculpido Iker Larrauri de Samuel Finley Breese Morse, que nació el 27 de abril de 1791 en Charlestown, Massachussets. El también notable pintor transmitió el 24 de mayo de 1844 3
el mensaje que se haría tan famoso: "¿Qué nos ha enviado
Dios?" El 1 de febrero de 1989, unos ciento cincuenta años después de que Morse inventara su sistema de puntos y rayas, su código desapareció finalmente de la escena mundial. La Marina francesa abandonó el alfabeto Morse en sus aguas territoriales en 1987; lo dieron de baja con un adorno galo: "A todos. Este es nuestro último grito antes del silencio eterno". Pero no sé si siguen utilizando para llamadas de socorro las letras S.O.S., que son las más fáciles de descifrar en Morse: tres puntos, tres rayas, tres puntos. S---S …---… Y este es el código de los hombres que utilizaban el lenguaje de los pájaros carpinteros –dice el profesor Jenofonte—- y que nunca más volverá:
A .- N -. 1 .---- . AAA .-.-.-
B -... O --- 2 ..--- ? IMI ..--.. C -.-. P .--. 3 ...-- , MIM --..-- D -.. Q --.- 4 ....- - DU -....- E. R .-. 5 ..... / XE -..-. F ..-. S ... 6 -.... ( KN -.--. G --. T- 7 --... ) KK -.--.- H .... U ..- 8 ---.. I .. V ...- 9 ----. J ...- W .-- 0 ----- K -.- X -..- L .-.. Y -.-- M -- Z --..