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Aportes Teóricos Aproximación Al Concepto de Institución Educativa

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APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE CONVIVENCIA EN LA ESCUELA

Convivencia, un tema clave para la nueva escuela


Los autores, Raúl Moroni-Juliana Marino, proponen una escuela contenedora y formadora y sobre todo
reflexiva. Haciendo un análisis de la historia y los orígenes de la escuela media, notamos que ésta nació
para homogenizar conductas y adoctrinar a los ciudadanos; la educación perpetuaba a una élite que
apoyaba el proyecto de nación vigente. El objetivo de la enseñanza era la estabilidad política y el orden
establecido, y el bachillerato se consolidó como una modalidad principal. La educación mantuvo rasgos
tradicionales como el enciclopedismo y el positivismo. La escuela se consolidó bajo un mecanismo
punitivo centrado en la represión. La meritocracia o autoridad del mérito han sido otra de las
características de la escuela media original. Si bien la educación media ha cambiado, en la escuela, ha
persistido el autoritarismo, el ejercicio tutelar y la sobrecarga de normas y reglamentos que pretende
el control del alumno.

La escuela tiene una clara función de reflexión, aunque tampoco se trata, a nuestro juicio, de retener a
los jóvenes como sea dentro de la escuela. Existen otras alternativas y, si no, hay que inventarlas. Se
hace necesario trabajar en profundidad para lograr esa escuela creativa, capaz de dar respuestas
nuevas, de anticiparse y prevenir, de apoyar a todos los alumnos, pero con proyecto. Nunca ocultar, ni
negar, ni expulsar. La escuela debe descubrir los conflictos, afrontarlos y buscar soluciones que
integren y mejoren la convivencia.

Se pretende establecer un sistema en el cual participe toda la comunidad escolar y en el que cada uno
de sus actores se haga responsable de sus acciones, es avanzar hacia una escuela diferente. Un sistema
donde las normas se elaboren en conjunto y los compromisos se asuman socialmente, es decir, en el
interior de una auténtica unidad social, como lo es la institución escolar.

Tenemos conciencia de que son numerosas las estructuras que se remueven. Todos tendemos a
aferrarnos a lo conocido, aunque sea malo y aunque estemos de acuerdo en que hay que mejorarlo. Lo
conocido nos da seguridad, mientras que, en contraposición, lo nuevo siempre genera incertidumbre,
miedo. Pero éste es el gran desafío que tiene la escuela, es el reto que nos plantean los tiempos que
corren, en los que permanentemente se están produciendo cambios que nos obligan a reacomodarnos
y buscar alternativas.

LA CONVIVENCIA ESCOLAR
Es una tarea que requiere la consideración de distintos factores y aspectos que inciden en el desarrollo
de las acciones necesarias que permitan alcanzar el propósito buscado: instaurar el sistema de
convivencia escolar que posibilite acompañar el crecimiento de los niños, adolescentes y jóvenes,
promoviendo su desarrollo como sujetos de derecho y responsabilidad, es decir ciudadanos. Sin
embargo, la experiencia frecuente de muchas instituciones educativas, ha demostrado - y demuestra -
que la implementación del sistema de convivencia no es fácil ni sencilla y por eso queda postergado,
suspendido, olvidado o abandonado.
Cuestiones referidas al compromiso social de la escuela:
La escuela, como institución educativa, es una formación social en dos sentidos: está formada a partir
de la sociedad y a la vez expresa a la sociedad. Lo que se habla en cada escuela, es el lenguaje
particular de la sociedad.

Por ser una institución pública, está sometida y padece los efectos producidos por la crisis social que la
atraviesa, e incide tanto en la singularidad de cada uno de los actores como también en el colectivo
institucional que conforman, y se pone de manifiesto en problemáticas concretas y observables: el
miedo a un futuro incierto, el temor a estar cada vez peor, la vivencia de desolación, el debilitamiento
de vínculos de solidaridad y amistad, la pérdida de relaciones institucionales, de grupos sociales de
pertenencia y referencia; en realidad se trata de una progresiva pérdida del sentido de la vida. Estas
pérdidas son carencias que afectan, limitan y someten a los niños, adolescentes y jóvenes, como
sujetos de derecho en su condición y dignidad humana.

La función socializadora de la escuela se manifiesta en las interrelaciones cotidianas, en las actividades


habituales; también se hacen explícitas en las charlas espontáneas o en discusiones y diálogos
planificados para reflexionar sobre esas interrelaciones, para reconocer los acuerdos, las diferencias,
las formas de alcanzar el consenso, de aceptar el disenso. Sólo de esta manera se aprende a convivir
mejor. Una escuela que intenta responder a su cometido de ser formadora de ciudadanas y
ciudadanos, comprometidos crítica y activamente con su época y mundo, permite el aprendizaje y la
práctica de valores democráticos: la promoción de la solidaridad, la paz, la justicia, la responsabilidad
individual y social. Estos se traducen en las acciones cotidianas que transcurren en el aula. El desafío de
toda institución educativa es convertirse en propulsora de procesos de democratización y
participación.

Cuestiones referidas a la convivencia escolar y los aspectos pedagógicos:


La convivencia escolar, desde este ángulo, alude, fundamentalmente, a uno de los temas básicos de la
pedagogía: el aprendizaje, es decir, el proceso por el cual un sujeto adquiere o desarrolla una nueva
conciencia y conocimiento, que le proporcionan nuevos significados.

A partir de esta idea, surgen algunas preguntas:


¿es posible un adecuado aprendizaje sin una adecuada convivencia?
¿se puede lograr una buena convivencia sin
aprendizaje?
¿qué significa aprendizaje de la convivencia?
¿qué función y lugar le corresponde a la escuela
en relación a convivencia y aprendizaje?

Para que el aprendizaje sea posible, los intercambios entre todos los actores de la institución (alumnos,
docentes y padres) que comparten la actividad en la escuela y que conforman esa red de vínculos
interpersonales que denominamos CONVIVENCIA deben construirse cotidianamente, mantenerse y
renovarse cada día, según determinados valores. Sólo cuando en una institución escolar se privilegian
la comunicación, el respeto mutuo, el diálogo, la participación, recién entonces se genera el clima
adecuado para posibilitar el aprendizaje.
Convivencia y aprendizaje, se condicionan mutuamente. La causalidad circular permite comprender la
interrelación entre ambos: cada uno es condición necesaria (aunque no suficiente por sí solo) para que
se dé el otro.

Para comprender mejor esto, pensemos en algunas de las escenas escolares: una clase en la que el
profesor trasmite conocimientos desactualizados, o sobreabunda en detalles, o se va por las ramas, o
utiliza una metodología inadecuada (o todo esto junto), y además explica los experimentos, no los
hace, "lee y dicta" apuntes, "toma lección en el frente", genera desinterés, abulia, apatía - que
generalmente termina en indisciplina, primero pasiva pero luego es activa e incontrolable. Estos tipos
de actitudes, no permiten la apropiación de los conocimientos, operan en contra.

Los procesos pedagógicos y la convivencia institucional están indisolublemente vinculados entre sí.
La comunicación, el diálogo, el respeto mutuo, la participación, el compromiso, serán palabras carentes
de significado, vacías de contenido, si no se las reconoce en actos, si no se las vivencia. Para que cada
uno pueda apropiarse de estos "contenidos para la vida" hay que probarlos, ensayarlos, ejercitarlos,
practicarlos, repetirlos, es decir, vivirlos en el quehacer cotidiano de la vida escolar.

¿Qué significa aprendizaje de la convivencia?


En realidad, se trata de un doble aprendizaje. En primer lugar, la convivencia se aprende. Es más, es un
duro y prolongado -hasta podríamos decir, interminable- aprendizaje en la vida de todo sujeto, pues:
sólo se aprende a partir de la experiencia.
sólo se aprende si se convierte en una necesidad. sólo se aprende si se logran cambios duraderos en
la conducta, que permitan hacer una adaptación activa al entorno personal y social de cada uno.

Por otra parte, la convivencia enseña. De ella se aprenden contenidos actitudinales, disposiciones
frente a la vida y al mundo que posibilitan el aprendizaje de otros contenidos conceptuales y
procedimentales.

La institución educativa, aún cuando no se lo proponga, no se limita a enseñar conocimientos,


habilidades y métodos: va más allá. La escuela contribuye a generar los valores básicos de la sociedad
en la que está inserta. Los valores de la escuela influyen sobre los alumnos. Muchos de ellos están
claramente explicitados en el ideario institucional, en tanto que otros están íntimamente ligados a la
identidad institucional, y son los que vivencian diariamente; sobre estos principios se construye y
consolida la convivencia.

Los valores constituyen un proyecto compartido que da sentido y orienta la formación de actitudes en
la escuela. La escuela espera de sus actores una serie de comportamientos adecuados a los valores que
inspiran el proyecto educativo, para ello deben incorporarse normas. La meta máxima será que éstas
sean aceptadas por todos los actores como reglas básicas del funcionamiento institucional, que se
comprendan como necesarias para organizar la vida colectiva. Si esto se logra, se logró la
interiorización de las normas.

¿Cómo se aprende la convivencia?


Hay algunas ideas y conceptos como punto de partida:
“En la escuela siempre han convivido niños, adolescentes y jóvenes entre sí y con adultos; este proceso
constituye la socialización”.

La convivencia escolar no es un concepto nuevo; lo que ha variado es la relación entre los actores
institucionales: todos son considerados sujetos de derecho y responsabilidad, tanto los niños,
adolescentes y jóvenes, - los alumnos - como los adultos - los docentes. Merece aclarase que por las
funciones organizacionales que les compete a cada grupo, la mayor responsabilidad siempre recae en
los adultos.

Por lo antedicho, la convivencia es un intento de equilibrio entre lo individual y lo colectivo, entre el


deseo y la ley. Esto implica renunciamiento de los sujetos en pro del bien común, del colectivo
institucional: estos renunciamientos necesarios para la construcción de la convivencia escolar,
provocan malestar. La convivencia no se puede separar del conflicto (institucional, grupal, singular).
En la escuela, el encuentro entre docentes (adultos) y alumnos (niños/adolescentes/ jóvenes) se
produce en relación con el saber, con el conocimiento.

La convivencia escolar: consideraciones para su construcción cotidiana


En los últimos años comenzaron a cuestionarse los regímenes disciplinarios escolares indiscutidos
durante mucho tiempo, por su desactualización, por su rigidez burocrática, por su despersonalización,
pues no reconocían a los niños, adolescentes y jóvenes - los alumnos - como sujetos de derecho y
responsabilidad. Sin lugar a dudas tuvieron una marcada influencia en estos cambios de modelo, los
principios enunciados y proclamados por la Declaración de los Derechos del Niño adoptada por la
Asamblea General de las Naciones Unidas (1959) y posteriormente la Convención Internacional sobre
los Derechos del Niño (1989), en el que el niño y adolescente dejaron de ser considerados como
“objetos de cuidado y protección” para “ser sujetos de derecho y responsabilidad”.

Como consecuencia de ello, numerosas instituciones educativas han reformulado su propuesta


pedagógica, incluidos los aspectos relacionados con la convivencia escolar protagonizada por sus
actores: docentes (adultos) y alumnos (niños, adolescentes y jóvenes) y les ha exigido encontrar
alternativas distintas a las convencionales, pues las existentes ya no resultaban útiles, y no respondían
a las demandas formuladas. Además y conjuntamente con esto, quiénes trabajamos en instituciones
educativas, somos testigos y a veces, protagonistas, de innumerables situaciones que desconocemos,
que nos sorprenden, nos desconciertan, nos superan, y también, nos asustan. Problemáticas que
durante mucho tiempo eran ajenas al ámbito escolar o incidían indirectamente en la vida institucional,
hoy, repercuten directamente en la convivencia y constituyen su principal preocupación.

Para aprender a convivir deben cumplirse determinados procesos, que por ser constitutivos de toda
convivencia democrática, su ausencia dificulta (y obstruye) su construcción.
Interactuar (intercambiar acciones con otro /s),
Interrelacionarse; (establecer vínculos que implican reciprocidad)
Dialogar (fundamentalmente ESCUCHAR, también hablar con otro /s)
Participar (actuar con otro /s)
Comprometerse (asumir responsablemente las acciones con otro /s)
Compartir propuestas
Discutir (intercambiar ideas y opiniones diferentes con otro /s)
Disentir (aceptar que mis ideas o las del otro /s pueden ser diferentes)
Acordar (encontrar los aspectos comunes, implica pérdida y ganancia)
Reflexionar (volver sobre lo actuado, lo sucedido. “Producir Pensamiento” conceptualizar sobre las
acciones e ideas.)

Características de un sistema de convivencia en la escuela:


Requiere de un trabajo compartido para elaborarlo y sostenerlo en su aplicación. Cuando en una
escuela se convoca a participar a todos para mejorar los vínculos y la vida institucional en general, se
produce una gran movilización que se expresa a través de proyectos, actividades, diálogo, que obligan
a concretarlo. Es ésta, una responsabilidad de la conducción de la escuela si desea emprender la
construcción de un sistema de convivencia institucional.
Demanda tiempo para su diseño, para su aplicación, para pruebas y adecuaciones. Esta tarea requiere
de un plan previo, elaborado por el equipo directivo y el consejo de convivencia en primer lugar. Dicho
plan debe dar respuesta a las necesidades institucionales.
Habitualmente algunos actores institucionales (alumnos, docentes, auxiliares, padres) en forma
individual o pequeños grupos, hacen propuestas o expresan inquietudes personales, aisladas. Estos
"emergentes" pueden (en realidad deben) ser tomados en cuenta por las autoridades para realizar una
consulta institucional y tener un diagnóstico de situación (expectativas, frustraciones, quejas,
propuestas, etc.)

Se construye día a día, es decir, que siempre está a prueba y nunca está terminado. Es conveniente y
necesario planificar las distintas acciones, pero tener en cuenta que al llevarlas a la práctica podrán
surgir variaciones, modificaciones, omisiones y alteraciones (acordadas o imprevistas); por eso es
conveniente y necesario disponer de un tiempo para el seguimiento y la evaluación del desarrollo, que
permita hacer las adecuaciones necesarias a las propuestas originales.
No hay recetas infalibles. Sólo se pueden hacer sugerencias y propuestas. Las características de cada
institución, su historia, sus integrantes, los recursos, los obstáculos, los modos en que circula la
comunicación o se juega el poder, son ingredientes que, a la hora de poner en práctica las distintas
acciones, hacen variar por completo el resultado del proyecto original. Lo verdaderamente
"emocionante" de la propuesta es que cada experiencia es única e irrepetible, con la satisfacción de
sus logros y la incertidumbre de sus riegos.
Hay que generar distintos momentos de encuentro y participación entre los actores institucionales,
que permitan el diálogo, la reflexión, el debate. Quizá sea éste uno de los aspectos más problemáticos,
para resolver. Dado que en realidad son muy pocas las escuelas que cuentan con un "tiempo
institucional" para dedicar al sistema de convivencia, en el que es necesario considerar:
-las características de cada institución educativa (cantidad de alumnos, de docentes, turnos de
funcionamiento, etc.)
-la existencia, adecuación y/o creación de los tiempos institucionales (no es lo mismo contar con la
existencia de horas extraclase o tener que hacer la adecuación de los horarios de clase habituales, etc.)
-la disponibilidad horaria de los actores en particular para compartir encuentros entre sí.
-la disponibilidad y uso de los espacios existentes (escuelas que cuentan con salón de actos y/ o patios
cubiertos, escuelas que sólo cuentan con algún Salón de Usos Múltiples). Esto incluye también los
tiempos en que los mismos pueden ser utilizados.
Conviene aclarar que también hay un tiempo que cada institución necesita para ir haciéndose cargo de
los “movimientos” que se han ido generando durante la construcción de su sistema de convivencia
escolar; este tiempo no es el que consigna el calendario, sino una consecuencia del estilo o carácter
institucional, que surge de la interrelación de los distintos aspectos señalados anteriormente.

El aula, espacio institucional privilegiado para construir la convivencia, es:


El primer espacio de vida pública de los niños, adolescentes y jóvenes. Es el lugar donde transcurre la
mayor parte del tiempo escolar de los alumnos, es el espacio de la escuela donde se desarrollan las
actividades fundamentales; constituye la unidad de pertenencia y referencia de los alumnos
El espacio para construir las relaciones sociales. En este lugar se habla, se escucha, se dialoga, se
discute, se reflexiona, se enseña, se aprende, se juega, se permanece en silencio, se participa, se está
aburrido, se razona, se memoriza, se repite, etc. En el aula se vive la realidad de la escuela; la
construcción y conocimiento de la escuela como totalidad se construye a partir de las experiencias
vividas en ese ámbito.

El lugar en que el alumno desde su ingreso aprende gestos y rituales. Desde el inicio de su escolaridad,
el niño aprende distintas actividades que se realizan cotidianamente y regulan las interrelaciones con
sus pares y adultos, algunas son espontáneas, otras deben ser autorizadas, otras están permitidas, en
tanto otras, están prohibidas. Esto se manifiesta en las distintas formas de comunicación, los saludos,
los silencios, los permisos para desplazarse por el aula o por la escuela, las autorizaciones para el uso
de objetos comunes, etc. Estas acciones “pautadas” regulan la interrelación cotidiana, son elementos
constitutivos de la convivencia. Es fundamental que los alumnos conozcan la razón de ser de estos
actos y comprendan su sentido, para que la convivencia pueda construirse como contenido
significativo, considerando que lo que se hace (acciones) prevalece sobre lo que se dice (palabras).
El ámbito en el que se convive, se habla y se aprende sobre convivencia. La convivencia se va
construyendo día a día. Podremos decir que la convivencia es más o menos armónica, más o menos
placentera, con todos esos más y/o menos, los actores institucionales siempre están en relación unos
con otros: con pares y con no-pares. El lugar para transmitir, ejercitar, incorporar formas de
convivencia ligadas a la práctica de la vida democrática. Una escuela que intenta responder a su
cometido de ser formadora de ciudadanas y ciudadanos, comprometidos crítica y activamente con su
época y mundo, permite el aprendizaje y la práctica de valores democráticos.

La construcción de una cultura democrática


Las normas de convivencia en una escuela se deberían alinear con el proyecto educativo y los fines
institucionales. La escuela es un lugar de transmisión intergeneracional que hace posible y facilita la
transmisión de valores democráticos. Es así como la producción de los Acuerdos Escolares de
Convivencia se conecta con la visión de la democracia y favorece que los alumnos desarrollen
competencias como ciudadanos.
Mencionaremos algunas:
Aprender a diferenciar el espacio público del espacio privado.
Descubrir el sentido de la norma, la importancia de que sean respetadas.
Valorar la equidad y la justicia en su formulación y en su aplicación.
Aprender a participar responsablemente.
Descubrir la existencia de intereses comunes y su coherencia con los intereses individuales.
Vivenciar el significado democrático de la cesión de poder, que supone la construcción de una sociedad
entendida como contrato social.
Vivenciar el sentido y la importancia de representar a otros y ser representado.
Comprender que todos somos depositarios de derechos y deberes.
Vivenciar el valor de la igualdad ante la ley, la no discriminación.
Descubrir que un ambiente democrático estimula la expresión de las diferencias en el modo de pensar,
creencias religiosas, selección de valores.

La calidad democrática de nuestras normas.


La democracia es la conciencia de su carácter histórico, es un sistema abierto en el que sus leyes, sus
autoridades, sus mandatos se renuevan incesantemente. Es propio, entonces, de una escuela con
cultura democrática renovar sus normas periódicamente. La escuela no tiene una población estable de
alumnos y familias, por el contrario existe en ella una migración generacional permanente y deseable.

¿En qué consiste la participación?


Participar es “ser parte de algo” y esta expresión tiene un sentido especial cuando se trata de sujetos.
En nuestro caso particular, ser participante en la construcción de un acuerdo institucional supone
haber podido intervenir en su proceso de producción.
Esto se concreta de diversas maneras:
a) participar es estar informado sobre el proyecto, sobre su desarrollo y sobre el producto final.
b) participar es poder expresar la propia opinión, haber sido reconocido como un interlocutor
válido en el debate.
c) participar es poder elegir y decidir a través del voto.
d) participar es también haber recibido un rol específico en el proyecto (portavoz, redactor,
miembro del consejo de convivencia escolar, votante…). La verdadera participación no se instaura sólo
con los dispositivos.

EL CONCEPTO EDUCATIVO DE NORMAS ESCOLARES


La norma como parte del espacio público.
La norma democrática no atañe a la forma de pensar, a las creencias ni a los principios morales de la
persona. La norma se aplica al comportamiento humano. Para dar un paso más diremos que las
normas se aplican al comportamiento atestiguable de las personas. Es decir, el lugar propio de las
normas es el espacio público que aquí se define como el espacio del testimonio. Un hecho, sólo es
objeto de las normas, si puede ser atestiguado y contrastado con pruebas neutrales.
De lo dicho se pueden concluir algunos criterios:
a) Ninguna norma escolar puede contradecir lo que establece la Constitución Nacional ni otro
marco legal o reglamentario vigente en el Estado Nacional y/o Provincial. De lo contrario, perdería su
carácter democrático legítimo.
b) Las normas escolares están llamadas a transitar por el espacio público en donde se someten a
debate, en donde se piensa con los otros buscando normas de mejor calidad, las más razonables. Esto
sólo se produce como consecuencia de la apertura a todas las preguntas de los distintos miembros de
la comunidad escolar que quieran expresarse.
c) No todo se puede normar o legislar. Si la

ausencia de normas indicaría una ausencia de instituciones, el exceso de normas mostraría una
pretensión de control excesiva.
d) La norma no conocida no obliga. Por el contrario, la publicidad de los actos de gobierno y de la
legislación es algo central en el sistema democrático. No se puede pedir, por ejemplo, a directivos,
docentes, familias ni alumnos que cumplan con normas de las que no fueron informados claramente
con anterioridad y a las que no hayan dado su consentimiento.

LA NORMA COMO ESPACIO CULTURAL: NORMAS Y VALORES


Las normas se ocupan de los comportamientos públicos de las personas; hechos comprobables son su
materia. Es propio de una cultura democrática limitar el poder del Estado y establecer un espacio
protegido de privacidad. La intimidad de una persona es un terreno que no cae bajo legislación. En las
normas escolares hay que tener cuidado de no avanzar sobre este espacio de privacidad.

Las normas se inspiran en valores pero no prescriben valores. El descubrimiento de un valor y la


adhesión a él, son procesos que tienen una parte personal biográfica y ponen en juego la libertad de
cada persona y de cada colectivo humano. Las creencias, las convicciones se construyen “de adentro
hacia fuera” y no de “afuera hacia adentro”. Las normas no son plurales, son únicas: la misma norma
para todos. A esto lo podemos llamar principio de igualdad ante la ley, que también está en el corazón
de la democracia.
La norma no cae dentro de lo optativo y no debería haber impunidad para el que no la respeta; no son
negociables, de lo contrario dejarían de ser normas.

CRITERIOS DE GRADUALIDAD Y PROPORCIONALIDAD


La sanción o medida educativa1como parte del proceso
educativo.
La presencia de una sanción instaura al menos dos aspectos importantes para la formación de la
conciencia ética y democrática.
En primer lugar, la sanción logra un cierto equilibrio, una cierta reciprocidad entre el colectivo que se
regula por una norma y los miembros que la transgreden.

1- Medida educativa es la deniminación de las sanciones en Educación Primaria.


Si no hubiera sanción se diluye lo colectivo y se acentúa el individualismo, porque el encuadre
normativo se debilita.

En segundo lugar, la sanción favorece un aprendizaje cognitivo que consiste en poder establecer una
relación acción-consecuencia que permita el desarrollo de la capacidad anticipatoria de la mente: mis
decisiones producen consecuencias.
La gradualidad
La sanción no puede aplicarse sin procesos previos de advertencia, llamados a la reflexión, siguiendo
un proceso creciente en la importancia de la sanción. No parece conveniente que la primera respuesta
de una institución educativa sea aplicar una sanción grave. Es importante recordar que el objetivo
principal de las normas es educativo.
La proporcionalidad
Un principio general de justicia pide que la sanción tenga relación con la transgresión. Aquí es
necesario calificar las transgresiones como leves, graves o muy graves, siendo la sanción proporcional a
esta calificación.
Siempre es bueno recordar que conviene someter a debate los argumentos que sostienen estos
criterios.
El sentido y las modalidades diversas de sanción
Las normas son inseparables de las sanciones, pero éstas pueden tener diversos sentidos y, según ellos,
hay diferentes tipos de sanciones.
Lo propio de un AEC es que incluye una diversidad de sanciones, y deja opciones para elegirlas con un
criterio educativo en relación directa con el contenido de la transgresión. Norma, transgresión y
sanción forman un conjunto integrado. Mencionamos a continuación diferentes sentidos y tipos de
sanciones que podría incluir nuestro AEC.
a) La palabra sanción alude a un sentido punitivo;
en él se acentúa el estímulo del temor para ejer- cer control sobre las conductas.

El extremo de esta postura es la doctrina del “vigilar y castigar”, que hizo célebre a M. Foucault. El
mensaje es “quien transgreda la norma tendrá consecuencias desagradables”.

Apostar a la amenaza y al control externo no favorece el desarrollo del autocontrol y la autonomía. Es


muy importante evitar utilizar como sanción lo que pertenece al campo de las áreas de enseñanza (por
ejemplo, bajar la calificación en una evaluación por una conducta negativa, dar como sanción la lectura
de un libro, etc.).

b) La sanción puede tener también un significado reparatorio. Si se ha hecho un daño se propone


una reparación. El daño puede ser moral o material y la reparación también lo será. Es clara la ventaja
educativa que tiene el enfoque reparatorio porque permite adquirir una mayor conciencia del daño
que puede producir una transgresión a la norma. Arreglar lo que se ha roto, reponer lo que se ha
perdido o sustraído, favorece la percepción de los acontecimientos desde la perspectiva de los otros.

c) La sanción puede apuntar al cambio de conducta y adoptar la modalidad de un contrato de


cambio de conducta en un tiempo determinado (actas acuerdos). Esta opción puede acercarse a la
figura de la “probation” (tiempo de prueba), la cual consiste en suspender la sanción con el objeto de
que la persona que haya transgredido una norma muestre cambios de comportamiento; de lo
contrario, la sanción se aplica. Aquí también se acentúa el proceso educativo.

d) La sanción puede adoptar una forma experiencial. Proponer al alumno experiencias que le
favorezcan la empatía con los otros y el sentido comunitario. Propuestas de trabajos comunitarios,
experiencias en otros contextos. Se intenta ofrecer otro rol y otra perspectiva al transgresor,
apuntando a la raíz de su comportamiento, que puede estar fundado en la ausencia de una perspectiva
colectiva o de una capacidad de empatía. Por ejemplo, cuidar a los más pequeños, escuchar el relato
de alguien que ha sido víctima de la violencia, hacer juegos de roles, etc.

Contextualizar las transgresiones en la convivencia institucional


Ecuanimidad del juicio:
Debe intentarse (mediante un esfuerzo de crítica imparcial) que los diferentes casos sean analizados
con objetividad y en un marco de neutralidad. Tomar debida distancia de los hechos y no sancionar
bajo presión ejercida por el enojo, el arrebato o incluso la confusión. El distanciamiento es un ejercicio
muy constructivo que permite estudiar con cautela el camino a seguir, y evitar que los factores
emocionales intervengan negativamente impidiendo un justo tratamiento de la situación.

El derecho a réplica:
El/los responsables de una situación conflictiva deben tener la oportunidad de exponer su versión de
los hechos, de reflexionar sobre ellos y el daño que hayan podido ocasionar en sus pares, en otros
actores institucionales, en la escuela o a sí mismo.
Se les brindará una posibilidad, pautada en tiempo y forma, para revertir el daño moral o material
causado. La reparación exigida podrá incluir una actividad, siempre y cuando ella no ponga en riesgo la
seguridad del sancionado o de algún miembro de la comunidad educativa.
El arrepentimiento o el reconocimiento de la falta y su correspondiente desagravio no necesariamente
será causa para que no se apliquen sanciones.

Valorar el reconocimiento del error:


Es importante tener en cuenta que el reconocimiento sobre la percatación de errores o la modificación
de las conductas es parte del proceso de aprendizaje.

El diálogo, condición básica para la resolución de conflictos:


Dilatar la aplicación de una sanción para evitar posibles injusticias, y para sopesar la situación con
calma, no significa que el docente no pueda sancionar al alumno de inmediato; es necesario contener
la situación de manera urgente y afectiva.

Existencias de espacios institucionales:


Se convierte en un recurso impostergable que las escuelas cuenten con espacios institucionales para
que los docentes puedan interiorizarse y ocuparse de las problemáticas actitudinales de los alumnos,
de los grupos y del funcionamiento de la institución.

ESPACIOS INSTITUCIONALES PARA TRATAR LA CONVIVENCIA ESCOLAR


Tomando en cuenta estas consideraciones se pueden llevar a cabo distintas actividades, pero éstas
deben mantener una continuidad que quedará instituida si se conforman distintos cuerpos de
participación institucional, que posibiliten y garanticen a todos los actores institucionales: la consulta y
elaboración de propuestas de distintas actividades institucionales; la consulta sobre problemáticas
institucionales; el seguimiento en el cumplimiento de los acuerdos institucionales; el asesoramiento
sobre las sanciones o medidas educativas, cuando se transgredan las normas establecidas.
Se presentan algunas de estas instancias de participación, cuyas funciones esenciales están referidas y
relacionadas con la convivencia institucional.

Un primer agrupamiento está referido a la cantidad de actores:


Instancias de participación amplia (encuentros, asambleas): su funcionamiento se desarrolla con la
participación de todos los integrantes de la institución educativa o de algunos sectores en particular
(curso, turno, especialidad, ciclo).

Cuerpos colegiados de representantes (consejos, centros, etc.): participan en ellos los representantes
de los distintos sectores/estamentos de la comunidad educativa.

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