Abubakar II PDF
Abubakar II PDF
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ISBN
978-84-85736-64-5
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(Coordinadores)
Edición Km 13.774, Fundació Casa Amèrica Catalunya
Barcelona
2015
ISBN: 978-84-85736-64-5
Contacto:
Cristina Borrás - Casa América Catalunya: cborras@americat.cat)
1
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América
Argentina
Bolivia
Brasil
Colombia
Cuba
Ecuador
EE.UU.
Guatemala
Honduras
México
Nicaragua
Panamá
Paraguay
Perú
Puerto Rico
Uruguay
Venezuela
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G ABRIELA D ALLA-CORTE C ABALLERO
RICARDO PIQUERAS CÉSPEDES
MERITXELL TOUS M ATA
(COORDINADORES)
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1. Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
4. Abubakari II. El emperador que partió sobre el mar. La llegada del Imperio
de Mali a América, a debate
Abubakari II. The emperor who left across the sea. Discussing, the Mali
Empire arrival to America
Xavier Puigserver Blasco y Eric Garcia Moral 48
3
8. Recuperando identidades del temprano siglo XIX
Identities recovering early nineteenth century
Julio Lisandro Cañón Voirin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104
4
17. Tierras e indígenas en el Chaco Paraguayo: 1811-1885
Lands and indigenous lands in the Paraguayan Chaco: 1811-1885
Iñaki Marqués Rodríguez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 224
CV de Autoras y Autores
Authors Resumes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 339
5
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Gabriela Dalla-Corte Caballero
Ricardo Piqueras Céspedes
Meritxell Tous Mata
Universitat de Barcelona
6
en pactos bilaterales corona/comunidades cimarronas, donde los conceptos
de libertad y lealtad serían elementos clave para el establecimiento de una
nueva relación.
La propuesta de Natalia Moragas Segura, “Del Chicomostoc al Sepulcro
Sagrado cambio y transformación en los cultos subterráneos en el Altiplano
Central”, se propone efectuar una primera aproximación al proceso de cambio
y transformación que se dieron en el culto a las cuevas en las poblaciones del
Altiplano Central. Para las culturas mesoamericanas las cuevas tienen un valor
sagrado y simbólico asociado a los mitos de origen, el calendario agrícola y a
ritos de paso vinculados con el poder político y religioso de las elites. Durante la
Evangelización se evidenciarían cambios sustanciales en el culto en las cuevas,
que se transformarían, en su mayoría, en cultos de carácter popular y sincrético.
El proceso de independencia latinoamericana tiene un singular camino a
través de los trabajos de David Martínez y de Julio Lisandro Cañón Voirin sobre
la independencia rioplatense en el último virreinato creado en las colonias
hispanas. En el primer caso, el tema es “Aproximación a los voluntarios catalanes
en la Defensa y Reconquista de Buenos Aires (1806-1807)”, en el que se observa
la presencia catalana que defendió la región ante las invasiones británicas de
los años 1806 y 1807. De acuerdo a Martínez, los catalanes autogeneraron sus
milicias para defender su presencia en América, y la sociedad platina se movilizó
gracias a criollos y peninsulares, monopolistas y liberales, virrey y miembros del
cabildo, y en particular por la lucha gestada entre Alzaga y Liniers. En el segundo
caso, Cañon Voirin se vuelca al proceso independista con el artículo titulado
“Recuperando identidades del temprano siglo XIX”, en el que aborda a los
intelectuales que intervinieron en el proceso revolucionario del virreinato
rioplatense entre 1810 y 1813, y en el marco de la presión del terror jacobino de
la Revolución francesa.
Desde la perspectiva histórico-antropológica, Mónica Martínez Mauri
aborda el proyecto de colonización de Escocia en la organización de Darién,
Panamá, a finales del siglo XVII. El artículo se titula “De Puerto Escondido a
Sukunya Inabaginya. Poder, conflicto e identidad en el Darién del siglo XVII al
XXI”, y describe la historia de los gunas (kunas, dules) a partir del contacto
escocés, y los nombres adquiridos por la colonia: Puerto Escondido, Puerto
Escocés y Sukunya Inabaginya. La autora reflexiona sobre las relaciones de
poder, los conflictos y los procesos identitarios, que han modificado demasiado
poco el imaginario escocés sobre el pueblo indígena de Panamá hasta el día
de hoy.
Johana Patricia Ramos Ospina presenta una interesante reflexión sobre la
población venezolana que afrontó el proceso independentista. El título
“Catecismos políticos y manuales de urbanidad en la búsqueda de la
modernidad y formación de ciudadanos, Venezuela, 1830-1887”, resalta la
importancia que tienen los contenidos vertidos en los catecismos políticos y
manuales de urbanidad. Historias y actores son la base del estudio político-
social, centrado en las características adquiridas por el Estado en el proceso de
organización, diseño de discursos, y definición de la ciudadanía y la identidad
venezolana.
Del mundo del pacífico nos llega el trabajo de Chiara Pagnotta, titulado
“El Ecuador republicano y las migraciones transoceánicas (XIX). Entre esterofilia
y control de la inmigración”. La autora muestra las ideas sobre la inmigración
que circulaban en el Ecuador, y sus evoluciones y cambios durante el siglo XIX.
Destaca los momentos claves para la comprensión: en primer lugar la fase
7
inmediatamente post-independentista que llega al gobierno de García
Moreno, y que proyectó una inmigración católica, europea y norteamericana.
En segundo lugar, el periodo de la inmigración de finales del siglo en el que
Ecuador recibe población elegida pr su nacionalidad y su clase social.
Para el caso paraguayo contamos con el trabajo de Gabriela Dalla-Corte
Caballero, quien aborda el papel ejercido por los “Encargados de Negocios”
que se desplazaron desde América hacia la ciudad de Barcelona, cubriendo
así el ámbito de las embajadas internacionales desde inicios del siglo XX. Su
artículo lleva el título de “Cónsules y diplomacia: el proyecto americanista entre
Cataluña y Paraguay”. La documentación histórica que se utiliza en este trabajo
es conservado hoy día en el Pabellón de la República de la Universitat de
Barcelona, pero en sus orígenes fue una información de la Casa de América de
Barcelona, entidad que desde inicios del siglo XX reforzó los vínculos
americanistas de Cataluña con las antiguas colonias iberoamericanas. Una de
las estrategias fue definir las nuevas relaciones mercantiles, comerciales,
políticas y culturales con las antiguas colonias. Desde el año 2006, esta Casa
lleva el nombre de Fundación Casa América Cataluña, y su historia permite
analizar el rol ejercido por los cónsules de la República del Paraguay
establecidos en Barcelona, mostrando así la singularidad de esta entidad.
Eva Morales Raya, por su parte, aporta interesantes temas sobre la
migración española, y especialmente catalana, en la República del Paraguay.
El periodo elegido va del fin de la Guerra de la Triple Alianza gestada por los
ejércitos de Argentina, Brasil y Uruguay, al año 1932 en que este castigado país
inicia su guerra internacional contra la República de Bolivia, dando lugar a la
Guerra del Chaco. Su trabajo se titula “El desafío de emigrar al Paraguay de
entreguerras, 1870-1932”. La fuente de información para elaborar el texto son
las Guías y Cartillas de los emigrantes/inmigrantes, las cuales servían para
informar a los posibles migrantes, y que estos últimos emprendiesen el gran
desafío de la emigración con ciertas garantías.
El fin del siglo XIX le permite a Adriana Claudia Rodríguez brindarnos una
interesante reflexión sobre el conflicto surgido entre la monarquía española y los
Estados Unidos de América en el marco de la guerra internacional que tuvo
como escenario a la colonia cubana en el año 1898. Su trabajo está titulado “La
recepción del ´98 cubano en Argentina: categorías teóricas de aproximación”,
y nos muestra el proceso de independencia de Cuba que arrastró las
especificidades de las independencias de matriz hispana del continente
americano. El año 1898 constituye según la autora un punto referencial al
convocar la participación de diversas disciplinas hacia el desarrollo de una
mirada integral.
Marcela Lucci, por su parte, titula su trabajo “Así en Cataluña como en
América. Representaciones de la historia argentina en el imaginario del
catalanismo porteño, 1900-1945”. La fuente documental es Ressorgiment, la
revista de los catalanes de América que se instalaron desde inicios del siglo XX
en la ciudad de Buenos Aires, una publicación muy reconocida y escrita en
catalán que se editó mensualmente entre 1916 y 1978. A través de sus páginas,
la autora analiza las causas, los propósitos y los contenidos del discurso que
surgieron en Buenos Aires sobre el separatismo ultramarino. El mensaje de esta
revista catalano-americana estableció la manera en que la historia argentina
se convirtió en un ejemplo a seguir para el pensamiento y la acción. La
independencia argentina fue considerada un valor de la democracia, y sirvió
para sostener ideológicamente un posible y futuro Estado catalán.
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Cielo Zaidenwerg, en su trabajo “La integración del Territorio
norpatagónico de Río Negro al proyecto nacional desde instancias patriótico
festivas, durante las primeras décadas del siglo XX”, estudia las fiestas patrias,
en tanto actividades culturales. En el periodo analizado, se consagraron como
un factor simbólico esencial en la consolidación del Estado nacional argentino,
al buscar argentinizar a la población, mucha de la cual era migratoria, a través
de un discurso de carácter fuertemente homogéneo. En la práctica, dichas
conmemoraciones generaron espacios de sociabilidad entre la población de
localidades y regiones. Este trabajo estudia cómo se propiciaron dichas
celebraciones en el Territorio Nacional de Río Negro, tomando como referente
el Centenario de Mayo (1910) y el Centenario de Belgrano (1920).
Iñaki Marqués Rodríguez explora a través de los primeros años de
independencia del Paraguay, las políticas que se han llevado a cabo por los
diferentes gobiernos paraguayos con la problemática de la tenencia de tierras,
y la cuestión indígena hasta las consecuencias de la Guerra de la Triple Alianza
(Argentina, Brasil y Uruguay) en los años que van de 1865 a 1870. El artículo
“Tierras e indígenas en el Chaco Paraguayo: 1811-1885” busca dar una visión a
través de la geografía, la historia y la antropología del abandono al que han
sido abocados las comunidades indígenas del Chaco en el Paraguay. Como
vemos, Paraguay, indígena y tierras sigue siendo uno de los temás más
importantes de la historiografía de hoy en día.
“Lo público de la política de las mujeres, lo privado de las políticas del
Estado: Perú, siglos XIX-XX”, de Patrícia Martínez i Àlvarez, es un lúcido trabajo
que analiza la manera en que, entre fines del siglo XIX y las primeras décadas
del siglo XX se llevaron a cabo, en distintos países latinoamericanos, un conjunto
de prácticas protagonizadas por mujeres, política que puso en evidencia los
límites del proyecto estatal masculino. La práctica política de estas mujeres
estuvo expresada básicamente en la literatura y en la prensa –es decir, en la
palabra escrita- y partió de una idea de modernidad distinta a la que ostentaba
el estado: mientras las élites gobernantes proponían la “eliminación” de
determinados sectores de la población como indicador de modernidad, ellas
proponían su integración y representación.
“Estrategias familiares en la repatriación asistida de inmigrantes
españoles: el regreso desde México en el primer tercio del siglo XX”, de Alicia Gil
Lázaro, aborda los procesos de repatriación familiar de inmigrantes españoles
establecidos en la ciudad de México durante el primer tercio del siglo XX. La
autora estudia en primer lugar los datos cuantitativos acerca del conjunto de
repatriados y su perfil demográfico. Luego analiza las causas de estas
repatriaciones asistidas por el Estado español y las organizaciones asistenciales,
sobre todo la Sociedad de Beneficencia Española de México. Finalmente,
explica la tipología familiar y las diferentes estrategias que las familias adoptaron
con el fin de lograr los pasajes subsidiados.
Gabriel Alemán Rodríguez trata sobre la figura del intelectual
latinoamericano y desde esa perspectiva se atiende el caso del letrado
puertorriqueño José de Diego, y cómo este elabora su idea de raza y nación en
varios de sus discursos y en su poesía. En el trabajo, titulado “Raza, nación e
hispanofilia en el discurso de José de Diego” podrá apreciarse que para el autor
la nación está fundada sobre una idea de raza que no se centra en lo biológico
sino en lo socio-cultural y que le sirve de herramienta discursiva para reclamar la
independencia de Puerto Rico y buscar su apoyo en la comunidad de naciones
9
Iberoamericanas. Tanto su oratoria como su poética llevan la marca indeleble
de las corrientes de pensamiento predominantes en la época.
Gil Toll Deniel aporta su trabajo titulado “La prensa entre América y España.
Aproximación a una relación desconocida, siglo XX”, a través del cual analiza
el periodismo en español, que cabalga entre ambas orillas del Atlántico en un
territorio poco explorado: la prensa y su difusión. El artículo se aproxima así a los
personajes más reconocidos de la prensa del siglo XX, quienes tuvieron un pie
en cada continente. De acuerdo al autor, es importante resaltar que la
ideología de todos ellos es progresista y republicana, y que es el área menos
estudiada en la historia de la prensa española.
Juan Manuel Zurita Soto aporta su texto “El tango, el refugio de los hijos sin
familia de la inmigración”. El tango fue, según el autor, el fuego de las letras que
acompañaron la “Década infame” de la República Argentina. En esos años
fueron editados “El hombre que está solo y espera”, de Raúl Scalabrini Ortiz; o
el texto que salió en el diario El Mundo de Roberto Arlt llamado “Aguafuertes
porteñas”. Trabajos de este estilo le permiten analizar las discusiones sociales,
previo a la asunción al poder presidencial de la República Argentina del militar
Juan Domingo Perón. Tangos como “Cambaleche” y “Yira…yira”, de Enrique
Santos Díscepolo, expresan el descontento social a través del corte sentimental
y político de la época.
María Dolores Pérez Murillo aporta un interesante trabajo titulado
“Investigaciones sobre América Latina a través de la historia oral y el cine”, en
el que la autora sintetiza las líneas de investigación que desde la década de
1990 ha llevado adelante en el marco de la utilización de fuentes orales y
cinematográficas del espacio americano. A través de este mecanismo, se
centra en el papel ejercido por los sectores progresistas de la Iglesia Católica de
Nicaragua y de Chile para comprender las formas de resistencia a las dictaduras
de dos personajes históricos, Anastasio Somoza y Augusto Pinochet. La oralidad
le sirve para centrarse también en el Nuevo Cine Latinoamericano que desde
mediados del siglo XX a la actualidad plantea la búsqueda de la identidad
frente a las imposiciones gubernamentales de la construcción del Estado-
Nación.
Ilaria Bellatti se aboca a la educación secundaria con un trabajo titulado
“Un enfoque intercultural para la enseñanza de la Historia de América”. De
acuerdo a la autora, esta área educativa tiene que fomentar los contenidos de
los planes de estudios, utilizando por ejemplo los libros de texto que ayuden a
fomentar el conocimiento de la historia americana. Su trabajo consiste en la
aplicación de un cuestionario sociodemográfico que incluye una prueba de
conocimiento para los alumnos y las alumnas que cursan el último año de la
educación obligatoria. El caso elegido para conocer las divergencias entre los
grups educativos consiste en la elección de distintos centro escolares, tanto de
España como de la República del Ecuador.
Santiago Villar, finalmente, nos brinda un relevante artículo dedicado al
“Mercosur - Unión Europea ¿Acuerdo posible o negociaciones sin rumbo?”.
Como señala este político, la Comunidad Europea primero, y la Unión Europea
después, han mantenido estrechas relaciones con el Mercosur desde su
constitución producida en el año 1991. El acuerdo de la cooperación
interreginal del año 1995 fue acompañado cinco años después por las
negociaciones comerciales entre las diversas regiones con el espacio europeo.
El trabajo analiza los diversos momentos históricos, incluyendo la intervención
española en la estructuración comercial y en las barreras arancelarias
10
establecidas por los dos bloques. La Cumbre Mercosur-Unión Euroepa (UB) de
junio de 2015 mantiene una situación que hoy definiríamos propia de la historia
actual y reciente.
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Frédérique Langue
CNRS-IHTP
Resumen: De Argentina a Chile pasando por Venezuela, los usos políticos del
pasado se han convertido a lo largo de esta última década en un tema clave
para el historiador del tiempo presente. Insertándose en debates historiográficos
recientes, incluyendo el de la historia pública, este breve ensayo busca historiar
y resaltar la labor del historiador de oficio, contraponiéndola a determinadas
formas de instrumentalización de los pasados nacionales. Se trata aquí de tomar
en cuenta las historias oficiales así como al régimen emocional que en adelante
conlleva el “régimen de historicidad” característico de los países estudiados.
Abstract: Over the last few decades, political uses of the past have become a
key issue for the historian of the present time from Argentina to Chile and
Venezuela. Reckoning with recent historiographical debates, this brief essay
seeks to highlight the work of professional historians. So it will almost oppose the
historian craft to the embodiment of the national past, in other words to the
official histories and emotional regime which constantly overflows the so-called
regime of historicity in some Latin American countries.
12
convertirlo en un relato –función primera de la historia–, ha cambiado tanto de
naturaleza como de escala. Lo demuestra a todas luces el auge de la llamada
“historia pública”, en cuanto a los usos peculiares, publicitados, y también
públicos de la historia, así como la creciente implicación de la sociedad civil al
respecto.
Enfrentar el tema de las historias oficiales en la actualidad, otrora ceñido
al ámbito de los manuales de historia, implica por lo tanto reconsiderar el
estatuto del historiador ante la contemporaneidad y hasta la proximidad de los
hechos, y hasta su compromiso ético y ciudadano ante la intromisión de otros
actores de dicha escritura: este pasado que abarca una secuencia histórica
relativamente reciente del siglo XX “no pasa” por sus repetidos ecos en el tiempo
presente. Bien se sabe además que en no pocos países la sola normativa estatal
dificulta sobremanera el acceso a los archivos del pasado reciente mientras el
rescate de los testimonios ejemplificado en la “era del testigo” constituye otro
reto práctico e epistemológico a la hora de escribir una historia de un tiempo
presente inacabado. En semejante configuración, quienes escriben esta historia
sin la mediación que confiere el alejamiento en el tiempo tienden a ser asimismo
intérpretes de un proceso histórico, político y social, lo que plantea sin lugar a
dudas la cuestión de la imprescindible distanciación respecto al
acontecimiento, de la mirada crítica del historiador mismo hacia su propio
quehacer y posiblemente “ego historia”. Dicho de otra forma: de su “visión del
mundo”.
El ineludible compromiso social ante los “años de plomo” en el Cono Sur,
las dictaduras cívico-militares, el terrorismo de Estado y un pasado traumático
por rescatar y escribir), conlleva más que cualquier otra vivencia y experiencia
una subjetividad que hasta hace poco, ni se mencionaba en el medio
académico pese a las reiteradas proclamas a favor de una interdisciplinariedad
de las ciencias humanas y sociales. Los usos políticos del pasado llevan en
efecto a considerar mecanismos y prácticas memoriales que no coinciden
siempre con el propósito heurístico del historiador. En Europa así como en
América Latina, la lucha y hasta la guerra de las memorias, con sus
correspondientes reclamos comunitarios, o partidistas, como la memoria divide
cuando la historia reúne de acuerdo con el señalamiento de Paul Ricœur, llega
a invadir el espacio público, y más aún en su vertiente mediática, a la par que
desemboca en intentos revisionistas avalados por los gobiernos. En este sentido,
la historia del tiempo presente se diferencia claramente de la “historia reciente”,
expresión preferida por su aparente neutralidad diacrónica por algunos autores,
y hasta en la llamada historia inmediata, de hecho muy cercana al periodismo
de investigación, al considerar en primer término los “regímenes de historicidad”,
como la relación de una sociedad al tiempo histórico, que orientan en gran
parte los usos políticos del pasado, incluyendo la tendencia a conmemorar o a
edificar lugares de memoria (Ricoeur, 2004; Boholavsky y Franco, 2010; Hartog,
2003). Por ello Reproducimos el texto completo de la declaración de los
historiadores de diciembre de 2011 en Nuevo Mundo Radar.1
De este itinerario contrastado y constantemente renovado de la historia
del tiempo presente se intentará dar cuenta aquí haciendo hincapié en los retos
específicos que, hoy en día, son los de la historia de América. El manifiesto interés
por problemáticas del tiempo presente se ha generado en efecto una atención
a la demanda social, que no es sino “una demanda social de historia”, muy
alejada de los discursos oficiales pregonados por los gobiernos de turno (Rousso,
1 http://nuevomundoradar.hypotheses.org/89294
13
2007 y 2013; Sábato, 2011; Allier Montaño, 2010; Wieviorka, 1998; Langue, 2009,
2014).2
El primer reto con que se enfrenta el historiador del tiempo presente es el
olvido. A los pocos días del atentado en contra del periódico satírico Charlie
Hebdo, Henry Rousso, reconocido historiador del tiempo presente, señaló que lo
que quedaría en las memorias no sería el horrendo atentado en sí mismo sino la
ingente movilización a que dio lugar el 11 de enero de 2015, en defensa de la
libertad de expresión y de la democracia. Abrimos por lo tanto este análisis con
una aparente paradoja, que pone de relieve las enrevesadas relaciones entre
historia y memoria así como la necesidad del análisis crítico propio del proceso
de escritura.3
A diferencia de la memoria y del olvido e incluso de la anamnesis, en sus
distintas escalas, de lo individual a lo colectivo, la historia del tiempo presente
no se centra de forma exclusiva en unos acontecimientos en particular, aunque
puedan éstos desempeñar un papel de catalizadores tanto en el ámbito
académico como en la sociedad civil. Abarca más bien procesos considerados
en el tiempo largo así como sus respectivos ecos en el presente, a diferencia de
otras opciones historiográficas centradas en lo “inmediato”, la historia
inmediata.
Las conmemoraciones del golpe de Estado de 1973 en Chile, con el motivo
del cuadragésimo aniversario, tienden a ilustrar en ese aspecto el auge y la
validez de la historia del tiempo presente en Hispanoamérica. Arranca en efecto
con el regreso de la democracia en la región durante las últimas décadas del
siglo XX y especialmente el final de los “años de plomo” en el Cono Sur. De ahí
un relativo desfase respecto a lo que podría considerarse el modelo inicial para
no pocos investigadores e instituciones, l’Institut d’Histoire du Temps Présent. El
IHTP se creó en Francia en 1978 partiendo de un contexto doble: la anamnesis
colectiva que desembocó en el despertar de una memoria europea e incluso
compartida a nivel internacional acerca de la Segunda Guerra Mundial y los
grandes traumas del siglo XX. El IHTP es además heredero del Comité de historia
de la Segunda Guerra Mundial (1951), entidad directamente adscrita a la
Presidencia del Consejo (instancia gubernamental). Se remonta al año 1944,
cuando el gobierno provisional del General de Gaulle estableció una Comisión
para tratar de la historia de la ocupación y de la liberación de Francia y juntar
fondos documentales y testimonios al respecto. Fue el punto de partida de unos
nuevos paradigmas, de una nueva historiografía de lo contemporáneo así
como de una temprana historiografía de la Resistencia, de la Ocupación y de
la colaboración (el llamado gobierno de Vichy, que todavía suscita encendidos
debates en relación con la coyuntura política), y del conflicto militar a escala
mundial.
De tal forma que la “contemporaneidad” se origina en un acontecimiento
traumático y definitorio a la vez, en cuanta al mundo europeo contemporáneo
se refiere: la Segunda Guerra Mundial, ejemplificada en el período de Vichy en
el caso francés. En este sentido, la historia del tiempo presente contempla los
usos políticos del pasado, la construcción social de la memoria o mejor dicho
de una memoria colectiva traumática, de un pasado “que no pasa” y se le
impone por lo tanto al presente.
2 http://www.publichistory.org/what_is/definition.html https://www.historians.org/publications-
and-directories/perspectives-on-history/march-2008/defining-public-history-is-it-possible-is-it-
necessary
3 https://twitter.com/Henry_Rousso 11-1-2015.
14
En una dialéctica entre el pasado y el presente, se examinan
temporalidades significativas en el sentido de que convocan un imaginario
social y político, desde el período de Vichy hasta acontecimientos más recientes
–no siempre accesibles desde los archivos oficiales sino por medio de testigos–,
tales como la descolonización, las crisis económicas, el momento del mes de
mayo de 1968, su historia colectiva y sus actores alternativos, y, sobre todo, la
caída del muro de Berlín (1989) en cuanto símbolo del ocaso de los regímenes
comunistas. En muchos casos y de acuerdo con cada país, se va conformando
un momento de ruptura dentro de una secuencia trágica de los “extremos” que
explica en gran parte la elección de la “historia inmediata” o de lo “muy
contemporáneo” por ciertos historiadores: el pasado al que nos referimos en
primera instancia no ha terminado, no está “archivado” y sin embargo no deja
de plantear varios interrogantes en el mismo presente y en un espacio público
ampliado (Langue, 2011; Zancarini-Fournel y Artieres, 2008; Voldman, 1992;
Hobsbawn, 1999; Hussey, 2015; Delacroix, et. al., 2010; Garcia, 2003). Mostramos
los orígenes de la historia del tiempo presente desde el IHTP y sus derivaciones,4
y las problemáticas actuales, que se expresan a todas luces en su blog de
reciente creación.5
Si consideramos los casos de Brasil, Chile o Argentina (“historia del pasado
reciente”, “historia del pasado vivo”, “historia del tiempo presente”), esta historia
dista de ser “una historia como otras”. La denominación empezó a cobrar fuerza
y legitimidad en la década de los años 2000, al renovar radicalmente las
problemáticas de la disciplina. Aunque la historia y la historiografía del tiempo
presente se impusieron también a través de otras iniciativas de alcance
internacional tal como “Historia a Debate”, cuyo proyecto ideado desde
España se aproxima más bien como lo señalamos a la llamada historia
inmediata, o el Institute of Latin American Studies de Londres donde la “historia
reciente” adquiere especial relevancia a partir del año 2003. La violencia
política sigue constituyendo en ese aspecto un eje fundamental de la reflexión
iniciada desde América Latina, a la par que una experiencia vivida a veces por
el propio historiador, observador y testigo de los acontecimientos referidos. De
ahí el programa de investigación “el pasado vivo”, que se dio a conocer desde
Chile e Inglaterra en 2007 (Romero, 2007; Rousso, 2012 a, b; Stabili, 2007).
Reproducimos el dato de “Historia a Debate”;6 así como el de “Historizar el
pasado vivo en América Latina”, coordinado por Anne Pérotin.7
Es importante recordar que este tipo de iniciativas coincide no tanto con
el final de una dictadura sino con el despertar de la sociedad civil. Tiene que ver
con la restauración de la libertad de expresión en un nuevo marco legal y
político que posibilite además el acceso a los archivos y la divulgación de las
investigaciones sobre estos hechos traumáticos. En semejante contexto, se
resaltará la relación al pasado, o el pasado-presente, dicho de otra forma las
interacciones entre el acontecer histórico, el eco del pasado en el presente y
las percepciones del futuro que fundan un imaginario y unas sensibilidades
propias. Desde el punto de vista de los “regímenes de historicidad” (Hartog,
2003), o sea, la relación de cualquier sociedad con su pasado y por lo tanto la
manera como va elaborando y enfocando su propia historia partiendo de
formas culturales preexistentes, hay que señalar que lo “muy contemporáneo”,
4 http://www.ihtp.cnrs.fr/spip.php%3Frubrique241&lang=fr.html.
5 http://ihtp.hypotheses.org
6 http://www.h-debate.com/
7 http://www.historizarelpasadovivo.cl/
15
tal como lo definió Pierre Laborie a raíz de sus trabajos sobre la Guerra Civil
española y la Liberación de Francia, abarca una secuencia histórica similar,
aunque mucho más centrada en el papel del testigo (Laborie, 2003).
En cambio, la “historia inmediata” tal como la ejemplificó el periodista y
escritor Jean Lacouture y la desarrollaron los Cahiers d’histoire immédiate,
presupone una confrontación permanente del investigador no sólo con la
sociedad en general, sino también con otros actores omnipresentes de la
escritura de esta historia revivida tales como los jueces o los medios de
comunicación. Para sus partidarios, se aproxima incluso a un combate social o
político (Rousso, 2001 y 2003; Laborie, 2001; Soulet, 2004; Julia, 2011: 181).
Si bien la última década del siglo XX se caracteriza por la emergencia de
temáticas relacionadas con esta tensión pasado/presente, la “obsesión” por el
pasado, “hantise du passé”, tiene a privilegiar temas vinculados con el “hecho”
colonial o la problemática de los imperios, la historia de los fenómenos guerreros
y de la justicia, incluso en su vertiente internacional, por ser las instancias
judiciales internacionales una herencia de los principios de Nuremberg,
productora a su vez de “normas históricas” y de memorias. La “herencia del
pasado”, estudiada por Ricardo García Cárcel, lleva sin embargo a abusar del
término “memoria histórica” para invocar la necesidad de rescatar del silencio,
o del olvido del determinado episodio llamado la Guerra Civil Española.
Otros temas como la violencia y su componente racial tienden a ubicar la
historia de un tiempo presente en un tiempo largo que traspasa la experiencia
traumática de la segunda Guerra Mundial. Pese a la paulatina mundialización
de las problemáticas políticas y culturales, esta corriente historiográfica va a
arrojar sin embargo características distintas a lo largo y ancho del continente
latinoamericano (Garcia Cárcel, 2011; Casaus, 2008; Capdevila y Langue, 2009;
Rousso, 1998, 2008).
La relación simbólica a la historia, tal como se expresa a través de los
denominados lugares de memoria o del calendario conmemorativo resulta muy
distinta, al insertarse en temporalidades específicas y por lo tanto en regímenes
de historicidad diferentes: no se dan en América Latina acontecimientos
mayores como la segunda Guerra Mundial, en el sentido de una ruptura del
orden político y estratégico así como de punto de partida en la redefinición del
escenario internacional. Tampoco se registran secuelas claras de la Guerra Fría
sino conflictos comparativamente de “escasa intensidad”, excepto quizás en el
caso de la Revolución Mexicana de 1910, que desempeña por cierto un papel
fundador a escala del imaginario continental, al igual que otra Revolución del
siglo XX; o la Revolución Cubana de 1959, de señalada importancia en lo que a
historia de las ideas políticas se refiere.
En los conflictos del siglo XX la vertiente paroxística no se observa
verdaderamente sino en el caso de Guatemala y del genocidio de la década
de los ochenta, o en las dictaduras militares del Cono Sur que integraron la
Operación Cóndor dentro del Sistema interamericano, que se estableció
oficialmente en 1975, con base a trabajos de inteligencia. Una tendencia
historiográfica reciente, que le dedica especial interés al contexto continental,
cuestiona tajantemente la interpretación clásica según la cual la violencia
política en América Latina se deriva de condiciones “preexistentes”, es atávica,
y se origina en la brutal conquista de la región por los europeos.
En cambio, al reconsiderar este paradigma latinoamericano de la
violencia estatal y del genocidio, pone de relieve las interacciones entre
políticas estatales, estrategias cívico-militares y represión mediante el uso de la
16
violencia tanto a nivel del Estado mismo como de determinados grupos o
comunidades, legando a idear “tecnologías del terror”. La violencia política,
más allá de sus componentes locales, como rivalidades por la tierra en
Guatemala, aparece en este sentido como el resultado de un “contexto
sistémico”. Dicho de otra forma, de políticas regionales ligadas a los intereses
norteamericanos, como el “sistema Cóndor”; o de lo más racionales en sus
propósitos, sofisticadas y eficientes en sus instrumentos, como la DINA en Chile,
la “Técnica” en Paraguay, o el CSNI en Brasil… (Casaus, 2008; McSherry, 2005;
Menjivar y Rodríguez, 2005).
A la inversa, sí se observa una mayor presencia de las figuras heroicas
relacionadas con las gestas nacionales y hasta con mitos fundacionales
arraigados en las “revoluciones de Independencia” y guerras civiles del
republicano siglo XIX, las “historias patrias”. Todo esto a diferencia de Europa,
donde la víctima y por ende, la compasión, alcanza un estatuto relevante en la
interpretación de un pasado traumático. Los regímenes heroicos se caracterizan
sin embargo por una fuerte “inercia”, habida cuenta de las repetidas
referencias a una historia oficial o a una movilización social auspiciada por culto
cívico a los héroes y “padres de la patria”, a veces mártires, como es el caso en
Paraguay. De ahí la voluntad política reciente de algunos gobiernos de levantar
lugares del recuerdo consagrados a la memoria del conflicto que ha marcado
la historia nacional y las memorias colectivas (Capdevila, 2008; Capdevila y
Langue, 2009).
Una interpretación reciente descansa en los recién desclasificados
“archivos del terror”’ de la National Security Archives,8 tanto en los países del
Cono Sur como en Estados Unidos que brinda los casos de El Salvador,
Guatemala, Honduras, Perú, México y Nicaragua (en este caso desde la lucha
contra Sandino en los años 1930). Esto apunta sin embargo hacia la
trascendencia de la Guerra Fría desde 1947 y el hecho de que ésta se subestimó,
a la hora de “anticipar” el golpe de Estado militar en Chile, para tomar tan sólo
este ejemplo representativo de las relaciones hemisféricas en su vertiente
político-militar y financiero. También es más que obvia la influencia de un
contexto internacional bi-polarizado en el caso de la Guerra de los Misiles en
Cuba de 1962, en función de la lucha contra la “subversión”. O sea: el
comunismo que apoya la contrainsurgencia, doctrinas de seguridad nacional
durante la presidencia de J. Kennedy en los años 1960, propaganda
ideologizada a nivel internacional (Capdevila, 2010, 2012; Capdevila y Langue,
2009)…
En síntesis y más allá del uso reiterativo del terror como instrumento de
control social en la perspectiva que mencionamos, los gobiernos nacionales
llegaron a respaldar la difusión de interpretaciones autorizadas del pasado y
hasta de historias oficiales que llegan a ocultar partes enteras de las historias
nacionales: de la Argentina de Bartolomé Mitre nacido en 1821 y fallecido en
1906; a la Venezuela de la “segunda Independencia” de Hugo Chávez, del año
1954 y fallecido en el año 2013; pasando por el Paraguay del general Stroessner,
este último de 1912 y muerto en 2006, y por la Cuba martiana de Fidel Castro
(Menjivar y Rodríguez, 2005; Esparza et al., 2010).
Entre los olvidados de esa historia, “los de abajo” ocupan un lugar
intermedio en la medida en que la reivindicación indigenista que sustenta las
historias alternativas tienden asimismo en legitimar a los vencidos –y no las
víctimas, como en el escenario europeo de los dos conflictos mundiales –en el
8 https://www.nsa.gov
17
tiempo largo y a justificar la escritura de una suerte de contra historia, dentro de
una tendencia revisionista continua que llega hasta nuestros días. Hasta
mediados del siglo XX, llenó el vacío que existía en la formación de profesionales
de la historia, imponiendo por lo tanto una visión sesgada de la historia. A pesar
del proceso de democratización y de la consiguiente reconstrucción de la
memoria histórica en países que recién dejaron atrás dictaduras o regímenes
autoritarios. Una reconstrucción que se asienta en las Comisiones de la Verdad,
en la defensa de los derechos humanos, y posiblemente en la búsqueda del
“perdón".9
Los usos políticos del pasado siguen operando de forma selectiva de
acuerdo con la ideología o la profesionalización de sus portadores. Poco tienen
que ver en definitiva con el “deber de memoria” tal como se expresó en varios
países europeos, a la par que introducen a un cuarto actor de la escritura de la
historia (aparte del historiador, del juez y de los medios de comunicación) no
siempre presente en la Europa de estas últimas décadas: el sector militar, parte
de ese “oscuro pasado”, expresión que figura en la declaración pública de la
Asociación de Magistrados chilenos,10 que las recientes conmemoraciones en
los países del Cono Sur sacaron precisamente del olvido, y revisitaron entre otros
temas no resueltos. Nos referimos a las “responsabilidades”, el tardío “perdón”
tal como lo destacó Steve Stern para Chile, desencadenándose unas notables
“batallas por la memoria” (Capdevila y Langue, 2009; Soler, 2012; Allier Montaño,
2010; Escudero Alday, 2011).11
El segundo reto que obstaculiza la labor del historiador del tiempo presente
y dificulta a veces la escritura de esta historia por naturaleza inconclusa consiste
en analizar y escribir en un contexto de conflicto, por el solo hecho de estar
inmerso en una contemporaneidad marcada a veces por paroxismos. En su
último libro, La última catástrofe, H. Rousso señala que el interés por el pasado
muy reciente remite precisamente a momentos de intensa violencia, lidiando
con su secuela, junto a su interpretación y toma de conciencia: entre la
tentación del olvido y la necesidad de recordar. De cierta forma, cualquier
historia contemporánea empezaría “con la última catástrofe registrada”. A
diferencia de lo que sucedió en Europa y especialmente en Francia, donde
desde finales del siglo XIX el ejército no tiene derecho a opinar, las fuerzas
armadas latinoamericanas nunca se han señalado, salvo determinadas
coyunturas de consenso fundado en prácticas de democracia inclusiva, por su
alejamiento del espacio público y político. La paulatina restauración de la
autoridad civil por las élites políticas y sociales no tuvo mayores implicaciones a
nivel institucional. No cambió mayormente la definición de la misión que se les
asignó a las fuerzas armadas como defensa territorial o seguridad nacional. O
las modalidades del control democrático, o mejor dicho, del “control civil”, la
expresión acuñada por los especialistas del tema relaciones civiles-militares
(Rousso, 2012; Diamint, 1999; Pion Berlín, 2005).
9 AZNÁREZ, Juan Jesús. “Entrevista a Mario Amorós: ‘Salvador Allende no midió la trascendencia
de la guerra fría’”, El País, 10-9- 2014.
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/09/10/actualidad/1378839929_978340.html
10 CEA, Rodrigo Cea. “Jueces chilenos piden perdón por sus “omisiones” en la dictadura de
18
El tiempo presente venezolano nos brinda aquí una oportunidad especial
de analizar un proceso del siglo XXI de por sí binario en términos de designación
del bien y del mal y por lo tanto del enemigo, tanto interior por la oposición, o
simplemente quienes no estén conforme con el gobierno; como la exterior, el
neo liberalismo de los Estados Unidos de América. Bien se sabe además que el
sector militar alcanzó además a convertirse en una suerte partido político
gracias la Constitución Bolivariana de 1999. Elemento clave del proyecto
bolivariano desde los inicios del movimiento en los años ochenta hasta hoy a
pesar de que llegó al poder mediante el sufragio electoral, acompañó una
larga década de “democracia electoral” hasta la desaparición de su líder
carismático, procedente del sector militar (Castillo, 2013; Langue, 2003 y 2005;
Ricoeur, 2004). Este clivaje ideológico constituye el punto de partida de una
historia oficial particularmente ofensiva aunque volcada sin embargo hacia el
pasado como lo veremos más adelante (Irwin, 2000; Irwin y Langue, 2004).
En semejante contexto, los usos políticos del pasado plantean en primer
término la necesidad de analizar la historia de un tiempo presente en un siglo XX
predominantemente democrático que es el “excepcionalismo” venezolano, tal
como lo evidenció Michael Coppedge (Coppedge, 1994). Teniendo siempre en
cuenta el protagonismo mayor de las fuerzas armadas y más precisamente el
pretorianismo recurrente que se observa en el siglo XX venezolano como lo puso
de relieve a ciencia cierta el finado Domingo Irwin (Irwin, 2000, 2001, 2004, 2008,
2010, 2014; Langue, 2010, 2014).
Este protagonismo arraigado en el consenso de las élites, políticas, dio
origen a una “simbiosis militar-civil”, no se manifestó a través de los “clásicos”
golpes de Estado y otras intentonas golpistas, más propias del primer siglo XX y
hasta del siglo de los caudillos si nos apuntamos a una historia regresiva que nos
llevaría al “republicano” siglo XIX. Durante la IV República, y más aún durante el
gobierno de Hugo Chávez, la institución militar se valió de un imaginario político
polarizado que oscilaba entre democracia plebiscitaria y pretorianismo
recurrente. Se convirtió además en un instrumento de cara a objetivos políticos
y más precisamente a contiendas electorales, por ejemplo la llegada al poder
en 1998, en condiciones aparentemente distintas a la llamada fusión civil-militar.
Objetivos ahora mucho más obvios y expresados incluso por facciones
irreconciliables dentro del mismo proceso.12
Cómo integrar esta constante de la historia nacional no sólo en unas
prácticas políticas que se benefician de un largo respaldo electoral y de un
imaginario asentado en adelante en una historia oficial “insurgente” tal como
la promueve el Centro Nacional de Historia en 2007, y en el llamado, no sólo a
la polarización de la sociedad civil, y a la denuncia de un enemigo tanto exterior
como interior, ejemplificado en la figura del opositor o “escuálido”,13 sino a la
conformación de una “cultura militar” muy distinta del consenso propiciado por
el “control civil” operativo de 1958 a los años noventa (Castillo, 2013; Irwin,
2014).14
19
Otra pregunta recurrente tiene que ver con la validez que puedan tener
hoy en día los símbolos de la gesta bolivariana, ante un relato genésico
“invariable” que arranca con la Revolución de Independencia de 1810 y las
acciones guerreras del “hombre de las dificultades”, Simón Bolívar, sienta las
bases de la llamada “historia patria”, para luego retornar a los “orígenes” con la
“segunda independencia” pregonada por el gobierno de H. Chávez, en un
contexto además de conmemoraciones de las Independencias
iberoamericanas. Son muchos los símbolos manejados: no sólo el más preciado
de los gobernantes venezolanos, o sea la espada del Libertador, sino también
los que encierra el culto a Bolívar en cuanto religión cívica, “por y para el
pueblo”, debidamente reformulada por H. Chávez: “símbolos patria”, traslado
del archivo del Libertador y del Precursor Francisco de Miranda, exhumación de
los restos del “divino Bolívar”, edificación de un nuevo mausoleo que sin
embargo nunca llegó a recibir al “Bolívar del siglo XXI”, Hugo Chávez. La
marcada tendencia del venezolano a la religiosidad, donde el mismo Chávez
llevaba un crucifijo junto al librito azul de la Constitución bolivariana durante sus
apariciones públicas, de acuerdo con la antropóloga Michelle Ascensio,
favorece este tipo de instrumentalización (Quintero, 2011; Straka, 2009; Langue,
2009 y 2010; Lynch, 2010; Pino Iturrieta, 2003).
La historia del tiempo presente en sus últimos aportes historiográficos
muestra que el interés oficial por él coincide con momentos de conflictos, de
trauma o de violencia, o recordatorios de estas situaciones. Es el producto de
tensiones entre la necesidad de recordar y la tentación del olvido, mientras la
labor del historiador, testigo de su propio tiempo e involucrado en debates que
no siempre le corresponden (propaganda llevada hasta los medios de
comunicación nacionales o internacionales) desemboca en una exigencia
social de reconocimiento y de reparación. Esta no se confunde necesariamente
con la tendencia a la judicialización del pasado. Asimismo, el análisis
académico permanece ajeno a la lógica de guerra y de aniquilación del
enemigo que incide en las conflictivas memorias producidas por la historia oficial
y cuyos casos más polémicos se encuentran actualmente en la Argentina
heredera del tardo-peronismo, y en la Venezuela “bolivariana” (Nora, 1997,
2011; Rousso, 2012, a y b; Manero, 2003; Franco, 2012).
En el caso venezolano, son obvias las semejanzas con el régimen
gomecista o con la década “pérezjimenista”, la concentración de poder,
violencia institucionalizada en contra de la “subversión”, en el sentido de
situaciones paroxísticas y de sus avatares en las que se enfrentan dos bandos
irreductibles, incluyendo el papel del Estado en su lucha contra la “subversión”,
más precisamente contra la “lucha armada” en la década de los 60. Sin
embargo, estas circunstancias no se han analizado en relación a la escritura de
la historia nacional y a sus consecuencias sobre la práctica académica u oficial
de ésta. La noción de paroxismos, desarrollada en la historia moderna europea
de autores como D. Crouzet y A. Dupront (Corbin, 1990), tiene la ventaja de
insertar esta problemática en una interpretación de historia social y cultural sin
por eso descartar la imprescindible arqueología del conflicto y de las crisis a que
acabamos de referirnos.
En su acepción actual, nos remite más bien a situaciones extremas de tipo
genocidios, silenciadas hasta determinado momento pero portadoras de una
“actualidad” sin terminar. Desde este punto de vista, desempeñan un papel
fundamental las conmemoraciones y nuevas lecturas, sensibles, de los
acontecimientos a través de la escritura cinematográfica, como las imágenes
20
se convierten en prueba a nivel de la justicia internacional, de exposiciones, de
lugares de memoria o gracias al desvelamiento de fuentes (Mouradian, 2009).
Como el genocidio armenio debidamente recordado en 2015, la Shoah, el
Rwanda, o el Guatemala en los años 1980 (Jablonka y Wieviorka, 2013; Maeck,
2009; Rousso, 2012; Delage, 2001; Tisseron, 2014; Dumas, 2014; Casaus, 2008).
Las manifestaciones del paroxismo venezolano nos llevan asimismo hacia
un desenlace teleológico, tema de estudio predilecto de la antropología
religiosa en su versión criolla (Ascensio, 2012). La rebelión de los ángeles, con el
intento de golpe de Estado protagonizado por Chávez en 1992, obra de una
escritora y ex guerrillera (Zago, 1998), conforta esta interpretación mientras el
Presidente electo llega a tener fama de “mago de las emociones” (Uzcategui,
1999).
Desafiando al “imperio”, el mismo Chávez declaró además desde la
tribuna de la ONU que quería “salvar al mundo” en 2006. No en balde se le
representó en un dibujo animado producido por Venezolana de Televisión –
luego de su desaparición en marzo de 2013–llegando al cielo para encontrarse
con sus héroes, de Guaicaipuro a Allende pasando por Bolívar, el cantante Alí
Primera, El Che y Evita Perón entre otros héroes de la izquierda revolucionaria
continental.15 Los paroxismos criollos, dicho de otra forma los “excesos”
enmarcados en un imaginario de cariz religioso, si se entiende por religión un
sistema de creencias y de prácticas, e incluso en un orden mágico-religioso,
generador de creencias al uso y provecho del gobernante de turno, “justifican”
de cierta manera las decisiones radicales tomadas por los contrincantes, y el
mismo hecho de que las consultas electorales se lleven a cabo en un contexto
de enfrentamiento político permanente. La movilización ideológica, la
justificación del “mal”, la denuncia del “enemigo” junto a la carga afectiva y
emocional presente en el resentimiento en actos, presente dicho sea de paso
en no pocos regímenes populistas, se le contraponen al “pensamiento mágico”
fundado en elementos tan diversos como la herencia religiosa indígena,
española y africana, con especial protagonismo de los “vencidos” en su
dimensión reivindicadora; o las secuelas del colonialismo con su visión fatalista
del mundo, de tal forma que corre parejas con la búsqueda de la salvación, la
de antes y la de ahora, que tuvimos la oportunidad de abordar en otros estudios:
por ejemplo, el culto a la diosa indígena María Lionza (Ascensio, 2012; Caballero,
1998; Langue, 2007 y 2010).
Si bien este escenario nos remite sin lugar a dudas a ciertos episodios de la
historia de la Argentina peronista (véanse sobre el particular los trabajos de
Edgardo Manero y Marina Franco), hay que subrayar una diferencia
fundamental respecto a otros países del continente, sometidos a una notable
ofensiva revisionista de su historia nacional como es el caso de Argentina: el
aspecto “subversivo”, omnipresente en la historia “criolla”/venezolana no se
puede borrar por el simple hecho de que los mismos partidos democráticos
llegaron al poder por medio de golpes de Estado cívico-militares. Así sucedió en
1948.
Otro tanto puede decirse del año 1958, cuando la caída de la
“dictablanda” de Pérez Jiménez llevó a la Presidencia de la República, al padre
de la democracia” Rómulo Betancourt después de unos cuantos episodios del
mismo alcance. Esta tendencia recurrente en la historia del país se ha
15“Chávez se encuentra con héroes de su ideario en una producción de ViveTv”, AVN, 28-3- 2014.
http://www.avn.info.ve/contenido/chávez-se-encuentra-héroes-su-ideario-una-producción-
vivetv
21
oficializado de cierta forma mediante la llegada al poder del movimiento
bolivariano fundado en 1983, en su primera etapa como logia militar
clandestina, y luego como partido político, el MVR-Movimiento Va República,
con vistas a las elecciones, y de su líder. Por otro lado, no se contemplan en
Venezuela fases de violencia represiva como fue el caso bajo las dictaduras
militares del Cono Sur, de acuerdo con un discurso vinculado con el tema de la
seguridad nacional y finalmente legitimado desde varios sectores políticos. Caso
también del peronismo durante la llamada “Revolución argentina” de 1966 a
1973 (Langue, 2010; Franco, 2012; Soria et. al., 2010).
El renacimiento de utopías vinculadas al Estado mágico en su acepción
fetichista y nacionalista y de ideologías caídas en desuso en otros lares no tiene
explica que la Revolución Bolivariana, al diferencia de otros procesos políticos
marxistas, se ubique en el registro de las creencias. Hasta fue el punto de partida
de la renovación del muy sincrético culto cívico mediante la referencia a un
imaginario redentor. Allí encuentra la tendencia pretoriana recurrente, junto a
un personalismo político sui generis, uno de sus mejores aliados desde las últimas
décadas del siglo XIX y especialmente desde la presidencia de Guzmán Blanco
(Langue, 2011; Coronil, 2002; Pino Iturrieta, 2007; Ascensio, 2012).
La teleología bolivariana se nutre de creencias disímiles, aunque hay que
señalar que el término teología también ha sido utilizado, así por Luis Castro Leiva
que lo relacionó a ciencia cierta con una “elocuencia de las pasiones” y no sólo
de las “razones”. Nos parece más adecuado el primer término por la finalidad
que supone. Se asienta en acciones providenciales, recoge ideales morales
fundados en la necesidad de creer más allá del uso folclórico del mito y de un
historicismo político no exento de referencias al salvador de la nación, junto a
figuras carismáticas como lo fue H. Chávez, discursos asentados en un ejercicio
personalista y discrecional del poder y a la debilidad del llamado control civil y
hasta el espejismo a que dio lugar de acuerdo con los trabajos realizados sobre
relaciones civiles-militares por Domingo Irwin, Karen Remmer, Francine Jácome,
Hernán Castillo o Brian Loveman para mencionar tan sólo a estos autores (Castro
Leiva, 1987; Irwin, 2000 y 2001; Irwin y Micett, 2008).
Dentro del sincretismo manejado por este tipo de líderes, el elemento
religioso, elemento clave del imaginario redentor al que nos referimos
anteriormente, descansa tanto en discursos como en elementos expresivos de
la simbología revolucionaria: no en balde se le decía el “mago de las
emociones” a Chávez en los primeros años de su gobierno, y “rebelión de los
ángeles” al intento de golpe de Estado que protagonizó en el 1992. Otro tanto
puede decirse de las proclamas de Chávez para “salvarle al mundo”, en 2006
por ejemplo desde la tribuna de la Organización de Naciones Unidas (ONU), y
del crucifijo enarbolado por el Comandante, junto al “librito azul” de la
Constitución Bolivariana, al tallado de Cristo con la hoz y el martillo que Evo
Morales le obsequió al papa Francisco en julio de 2015, una réplica de una obra
del sacerdote jesuita Luis Espinal, asesinado por la ultraderecha en 1980 en La
Paz, Bolivia (Remmer, 2013; Loveman, 1999; Petkoff, 2005; Zago, 1992; Uzcategui,
1999; Jácome, 2010; Dirwin y Langue, 2004).16
Derivándose de lo anterior, los últimos retos que le acechan al historiador
del tiempo presente consisten por lo tanto en lidiar con una historia oficial
ampliamente amplificada por el manejo de las emociones de parte de los
16“Polémica por tallado de Cristo en hoz y martillo obsequiado al Papa en Bolivia”, La Tercera, 9-
7-2015. http://www.latercera.com/noticia/mundo/2015/07/678-638094-9-polemica-por-tallado-
de-cristo-en-hoz-y-martillo-obsequiado-al-papa-en-bolivia.shtml
22
oficialistas. El caso venezolano resulta ser, otra vez, muy representativo de la
partida de ajedrez que opone en un escenario o espacio público mediatizado
e internacionalizado a ultranza las ideologías y posiblemente las creencias
reformuladas a una labor y consiguientemente a una ética científica. Odio,
cólera y resentimiento sobresalen en un panorama donde el amor sólo aparece
con propósitos electorales para convencer a los “ni-ni”, o para quebrar en el
exterior la imagen de una sociedad extremadamente polarizada. En términos
de prácticas de la democracia, semejante instrumentalización del
“resentimiento social” equivale sin lugar a dudas a una inversión de estas
prácticas. Es el “enemigo para la nación”, como el caso argentino. Son los
“oligarcas” y “escuálidos” quienes obstaculizan el “proceso”, o sea la
“Revolución”, o el “Socialismo del siglo XXI”, como el caso venezolano,
concentrando el odio y el resentimiento oficialistas y del “pueblo”.
El resentimiento, en cuanto a emoción aparentemente negativa aunque
catalizadora de no pocos movimientos revolucionarios hace referencia a
violencias pasadas, a traumas y afrentas. En adelante, este “pasado que no
pasa” se convierte en un elemento clave del discurso y de las prácticas políticas
de ambos bandos. El discurso moral de la revolución se nutre de este pasado
real o reinterpretado, la IV República, es decir, los gobiernos post 1958 como
“dictadura”, y desemboca en un maniqueísmo constante que opone a los
vencidos de ayer a sus opresores, tanto de ayer como de hoy, cómplices del
neoliberalismo. Legitima en el tiempo largo opciones que contradicen las formas
y prácticas de la democracia representativa. Así se convertiría el intento de
golpe de Estado de Chávez el 4 de febrero de 1992, el “por ahora”, en hito del
calendario conmemorativo de la Revolución (Ferro, 2007; Jarrige, 2012;
Capdevila y Langue, 2014; Langue, 2014 b).
La denuncia de la “conspiración”, del “complot” tal como se conoce en
la Cuba de los hermanos Castro, se extiende a la misma Venezuela. Así inspira
las distintas leyes orgánicas de las fuerzas armadas que se aprobaron a lo largo
de la década chavista, es aliciente de las milicias y reforzaría un mito bolivariano
ejemplificado en el “pueblo en armas” y en su “salvador”. El régimen de
historicidad de la Revolución reivindica dos temporalidades distintas en este
proceso de salvación y esperanza: la gesta independentista de las primeras
décadas del siglo XIX, con el héroe epónimo, y la de hoy, del “Bolívar del siglo
XX/XXI” en su lucha contra el imperio “de hoy”. Es el lema antiimperialista
movilizador de los “dos imperios” (España, Estados Unidos) y de las “dos
Independencias”, de ayer y de hoy. Tuvimos la oportunidad de señalar que la
impronta pretoriana facilitó el recurso a la “simbiosis” civiles-militares, incluso por
medio de golpes de Estado que contaron con la participación o benevolencia
de los “políticos de nación”, iniciándose de esta forma una legitimidad
confortada por medio de elecciones (tema de la “democracia electoral”) junto
a una radicalización creciente de los discursos y de las prácticas propias de un
líder carismático y, de acuerdo con varios autores, hasta neopopulista. Hay que
señalar que en una perspectiva similar, aunque en la Argentina peronista, M.
Franco puntualiza que “el golpe de Estado (…) emerge como parte de un
proceso y no como una mera interrupción” (Franco, 2012; Langue, 2011).
La historia del tiempo presente venezolano encierra en ese aspecto dos
paradojas: la primera es, a partir de 1958 y del pacto de Punto Fijo (caída de la
“dictablanda” de Pérez Jiménez) y la de un gobierno democrático en un
continente dominado por los regímenes autoritarios/dictaduras (el
“excepcionalismo “ venezolano, de acuerdo con Michael Coppedge), hasta la
23
crisis de los noventa; segundo aspecto : el hecho de que no pocos demócratas
del siglo XX, entre ellos Rómulo Betancourt, llegaron al poder por medio de
golpes de estado (cf. Revolución de 1948, 1958), y se mantuvieron gracias al
“consenso de las élites”, a la “simbiosis” civiles-militares que señalamos
anteriormente (véanse los trabajos de Domingo Irwin), e incluso mediante un
populismo “instrumental y discreto” (Elizabeth Burgos). En el caso de la
Venezuela bolivariana, el intento de golpe de Estado de 1992 integrado en el
calendario conmemorativo del Estado llegó a reivindicarse desde muy
temprano como parte no sólo de un imaginario político de cuño izquierdista y/o
militar sino también de la nueva historia nacional. Hasta se convirtió, como lo
indicó el nuevo presidente, en una revolución en sí misma: ya no se celebra sólo
la insurrección cívico-militar del 4 de Febrero de 1992,17 el día de la “Rebelión
Patriótica” y “Día de la Dignidad Nacional”,18 sino la “Revolución del 4F”, como
homenaje al presidente H. Chávez y las Fuerzas Armadas.
Desde la desaparición de Chávez (producida el 5 de marzo de 2015), las
conmemoraciones oficialistas se llevan a cabo en el Museo Histórico Militar de
La Planicie o Cuartel de la Montaña, ubicada en el barrio del “23 de Enero”, así
nombrado en recuerdo de la insurrección contra Pérez Jiménez en 1958; en
Caracas, con la participación de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. La
historia nacional con visos oficialistas aboga por el rescate de una memoria
nacional junto a una “conciencia histórica” colectiva de la misma, donde lo
“sagrado republicano” alcanza una dimensión patrimonial (Pérez Betancourt,
2012; Bertrand y Langue, 2015; Langue, 2015).
El ejemplo venezolano muestra que el acontecer histórico, cuando se
empieza a conmemorar, puede cambiar de sentido e incluso adquirir un
significado adverso al que le confiere la historia académica, en el sentido de
una nueva historia oficial que privilegia el “gobierno de las emociones” y la
consiguiente identificación con determinados líderes. En este sentido, el análisis
de las memorias de hoy, por más opuestas y adversas que resulten, puede
convertirse en el eje interpretativo del pasado reciente. En el caso de
Venezuela, recordamos la modificación de los símbolos patrios o el traslado
poco consensual del archivo del Libertador y de Francisco de Miranda al
Archivo General de la Nación en 2010.
La dificultad de una historia del tiempo presente criollo consiste
precisamente en investigar y escribir sobre un presente donde uno está inmerso,
dentro de un contexto donde el pasado no ha terminado por completo, donde
el objeto del relato es un “todavía aquí”, en una dialéctica entre pasado y
presente siguiendo las pautas marcadas por el imaginario político de turno. De
ahí el hecho de que al historiador del tiempo presente le toque experimentar
relaciones conflictivas con el poder, ya sea religioso o bien político, junto a la
tensión insuperable entre libertad de escribir, escribir la historia de los
vencedores o responder a una demanda social, de reconocimiento de una
pasado traumático, rescate y reparación a la vez, ubicándose ésta en el terreno
de la justicia, y hasta de esperanza colectiva. Esto apunta no sólo a comprender
sino también a “cambiar las cosas”.
El “Nunca más” de los países del Cono Sur no tiene otro sentido. Si bien
hacer historia no es hacer memoria, estilo Paul Ricoeur, la confusión explícita
17http://www.vtv.gob.ve/articulos/2014/02/01/el-pueblo-se-movilizara-con-alegria-para-
conmemorar-el-4-de-febrero-de-1992-1316.html
18http://www.telesurtv.net/articulos/2014/02/04/venezuela-conmemora-21-anos-de-la-
insurreccion-civico-militar-del-4-f-3933.html
24
entre ambos términos obedece a un propósito ideológico: “Hacer memoria es
hacer historia”, reza en 2008 el editorial del primer número del boletín del Centro
Nacional de Historia, Memorias. En semejante contexto, la “guerra de las
memorias”, el manejo de fetiches ideológicos, la designación de un enemigo
para el “pueblo bolivariano “y su Revolución, junto a la imposición de una
“cultura militar”, convierten a la Venezuela de hoy en una ilustración más del
uso de la historia por el poder y de la contradicción señalada por
Paul Ricoeur: entre la labor pacificadora de la historia y la desunión que
procede de memorias enfrentadas y sumamente simplificadoras, expresivas de
creencias y mitos para el uso y provecho exclusivos de los gobernantes de turno.
Investigar acerca de la(s) memoria(s) requiere sin lugar a dudas reconsiderar la
cuestión del tiempo a través de sus distintas modalidades sociales –los
denominados regímenes de historicidad–, al incluir éstos la práctica de la historia
profesional, y los usos políticos que de ella se derivan (Nora, 2011; Langue, 2011
y 2015; Camps, 2011; Rousso, 2012 a y b; Crenzel, 2014).
La imprescindible distancia crítica requerida por las ciencias sociales no
lleva sin embargo a encerrar al historiador del tiempo presente en una torre de
marfil y a privilegiar un relato lineal. Al contrario. Pone de relieve el desafío, de
orden metodológico, epistemológico y hasta político, que consiste en dirigir una
mirada histórica a su propio tiempo, pisando ocasionalmente el terreno de la
“ego historia”, a la par que reconoce que reconoce que todo proceder
historiográfico es anacrónico por definición.
Ensayos recientes, tales como el de Henry Rousso, le confieren un estatuto
nuevo a la subjetividad anteriormente ninguneada en aras de la ética o de la
verdad. En situaciones donde peligra la democracia, el historiador del tiempo
presente tiene en efecto un compromiso ineludible, bien parecido a las
iniciativas de los “lanzadores de alerta/filtradores/Whistleblower, como el caso
Snowden, para contrarrestar la labor no sólo de “opinadores de oficio” y de los
medios de comunicación sino también de los mismísimos gobiernos. Señal de
que la historia del tiempo presente y el trabajo de periodista no se quedaron
varados en prácticas de antaño, recientemente se equiparó la labor del buen
periodista con la del historiador del tiempo presente (Rousso, 2008 y 2012).19
En el mismo orden de ideas, se observa sin embargo la imposición de
historiografías dominantes en un solo y exclusivo marco nacional, historiografías
sometidas hoy en día a un relativo “regreso del pasado” y uso político sesgado
del mismo. Aunque también hay que señalar que este pasado puede ser
reinterpretado y posiblemente “curado” en determinados contextos si nos
referimos a la interpretación de la psicoanalista Elizabeth Roudinesco acerca de
los 40 años del golpe en Chile y del enfrentamiento entre las herederas de dos
figuras opuestas de la dictadura con motivo de las elecciones presidenciales de
2013. Ahora, esta “cura” relativa no le pone término a la búsqueda de justicia y
de verdad donde el historiador se encuentra involucrado en primer lugar como
testigo de su tiempo, ante la demanda social también que le corresponde
satisfacer por lo menos en parte, junto a la labor desarrollada por organizaciones
defensoras de los derechos humanos y jurisdicciones internacionales, como por
ejemplo el caso de Víctor Jara.20
chileno tendrá que responder por cargos de tortura y ejecución extrajudicial ante un juez en
Estados Unidos”, El Pais, 17 de abril de 2015.
25
Al contrario, puede ser que tanto el historiador como el periodista tengan
que lidiar contra la imposición de una pujante “historia oficial” como lo
demuestran aunque de forma distinta y hasta disímil los intentos “revisionistas”
de estos últimos años, tanto en Venezuela como en el Cono Sur y especialmente
en Argentina. La confrontación entre historia y memoria así como la
contraposición de los regímenes de historicidad e imaginarios democráticos, el
auge de una “historia pública”, con nuevos actores o productores y hasta
mediadores, que traspasan la comunicación “horizontal” alimentando debates
abiertos sobre el pasado. En diversos escenarios, fundados en prácticas y
nuevas modalidades de transmisiones también: no se exime de la
instrumentalización y mediatización de un resorte político de las “sociedades de
memoria”, como el caso de Santos Juliá con su Elogio de historia en tiempo de
memoria.21 Las emociones, en cuanto “construcciones culturales” dentro de
esas “políticas de la memoria”, quizás más fáciles de interpretar ahora, que se
le concede alguna que otra subjetividad al historiador de oficio (Langue, 2013;
Moscoso, 2015; Pino Iturrieta, 2005; Stern, 2010; Capdevila y Langue, 2014;
Hartog, 2014; Rousso, 2012).
Para finalizar, recordaré una vez más a H. Rousso, cuando señala que las
sociedades contemporáneas van tejiendo una relación conflictiva con la
historia reciente: conflictos íntimos o colectivos originados en traumas
insuperables, guerras de memorias, polémicas públicas y controversias
científicas, a veces mezcladas. De ahí el hecho de que la historia del tiempo
presente se convirtió en un campo de la acción pública, respondiendo a una
exigencia social de reconocimiento mientras se aboga por políticas de
reparación y excusas. Por eso mismo no se libra el historiador del tiempo presente
de un último reto, de que se podía pensar que la modernidad democrática lo
tenía desterrado por lo menos en parte del escenario intelectual, académico, y
cultural europeo.
Ahí va una pequeña historia, que tiene que ver por cierto con una de las
“últimas catástrofes”: en enero pasado, a raíz del atentado en contra del
periódico satírico Charlie Hebdo, escribí un pequeño texto. Lo que me motivó a
tratar este tema fue el regocijo que se apreció a todas luces en determinados
sectores de la izquierda “altermundialista”, en desprecio de la libertad de
expresión, y no sólo de prensa, de la solidaridad ejemplar que se manifestó en
muchos lugares y, simplemente, en desprecio de la vida. Sentí la necesidad de
recordar el itinerario de una forma de expresión vinculada desde sus principios
con la defensa de la libertad de expresión y los principios republicanos del siglo
XIX, y luego con la democracia de los siglos XX-XXI.
Una segunda parte de este pequeño texto versa sobre la contribución
satírica de Charlie Hebdo a la defensa de la democracia latinoamericana
mediante unas cuantas viñetas dedicadas a los dictadores latinoamericanos,
de Stroessner a Pinochet (con especial insistencia en el tema del juicio) y,
últimamente, a Castro y Chávez. Concluye con una referencia a un caricaturista
venezolano recién desparecido y a su compromiso por la democracia
venezolana. Aunque no lo crean, ahí me topé con “el último reto, la censura, ya
que este texto fue censurado “en aras de los intereses españoles en Venezuela”.
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/04/16/actualidad/1429213015_071741.html
21 ROUDINESCO,Elisabeth. “Entrevista por H. Rossio: Las dictaduras siempre intentan dominar el
26
Lo censuró un blog de historia que había solicitado anteriormente mi
colaboración, un blog de España. El IHTP me hizo el inmenso honor de publicarlo
hace poco en su propio blog, donde lo podrán consultar. Con toda libertad. Al
poco tiempo, el gobierno de España sacó a luz su “ley mordaza”, de julio de
2015, en un siniestro regreso a unas prácticas de que se podía esperar que
pertenecían al pasado (Langue, 2015).
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Resumen: Para mediados del siglo XVII existieron tres espacios culturales bien
delimitados en el Istmo centroamericano, por un lado el Litoral Pacífico con una
alta concentración de población criolla, por otro, el reino de la Mosquitia con
una mayoría zamba. Y entre ambos espacios, un rosario de poblados; antiguos
palenque, que se fueron fortaleciendo gracias al fructífero negocio del
contrabando. Estas rancherías de frontera fueron conocidas como La Marca
Segoviana.
Border Villages: Key players in the Central American smuggling, during the
seventeenth century
Introducción
33
actividad, la razias continuaron por algunos años más, provocando el
abandono de amplias zonas de cultivo y con ello la escasez de alimentos y
oleadas de hambre en la región (Muñoz, 1975: 65). Esta situación de agitación y
violencia afectó directamente a los procesos de consolidación de los
asentamientos españoles, que necesitaban de poblaciones indígenas estables
para mantener las haciendas y los lavaderos de oro.
Fueron muchas las voces que se levantaron en contra de la captura y
venta de indígenas, como por ejemplo el Obispo Pedraza1 quien informó en
1544 al Gobernador Cereceda que un esclavo indígena alcanzó en pública
almoneda un valor de 20 pesos de oro de 450 maravedíes de peso, y que los
indígenas centroamericanos de las plazas de Cuba, La Española, Jamaica o
Puerto Rico, alcanzaban un alto precio. Cuestión que, según Cristóbal Pedraza
había provocado que casi no quedaran indios en la provincia. Así lo explicó:
“en toda esta provincia donde está la dicha ciudad de Trujillo, no hay casi indios
ninguno [...] los destruyeron todos sacándolos en barcadas de sus pueblos y
vendiéndolos a los que a este puerto venían con navíos” (Pedraza, 1980: 23-24).
La falta de mano de obra indígena junto a la aparición de betas de plata,
justificó la entrada de importantes cantidades de esclavos bozales financiados
por la Corona, ya que se creía que aquellas lejanas tierras eran el origen del oro
azteca.2 Recordemos que existen varias referencias a minas de oro al sur de los
territorios bajo dominio azteca. La referencia más temprana es de 1522. La
pureza del mineral extraído en las altas montañas de la actual Honduras, atrajo
la atención de cuadrillas de lavadores de oro instaladas en las grandes islas
caribeñas. Estas “empresas mineras” entraron en el Istmo de manera irregular
provocando enfrentamientos con los mineros locales, añadiendo con ello más
inestabilidad en la región. La desventaja de los colonos frente a las expertas
cuadrillas, fue denunciada a la Corona en largas cartas como la de
Maldonado, donde afirma que una solución podría ser que se envíen más
negros bozales para repartirlos entre los locales, argumentado que: “en toda
aquella tierra muy rica de oro, aunque faltase aquel río Guayape, donde ahora
lo sacan, hay ya descubiertos otros ríos, y como entra cantidad de negros, cada
día han de descubrir más.”3
Mientras se debatía sobre la manera de detener el tráfico de indígenas, se
buscaba la financiación real para la entrada de grandes cargazones de
esclavos. Las densas selvas de la vertiente Atlántica del Istmo estaban sufriendo
un proceso de colonización muy distinto. Las originarias poblaciones
organizadas básicamente en tribus con rasgos Macrochibchas (Lehmann, 1910:
692), se vieron invadidas por pequeños grupos que huían de las razias
castellanas. Sobre todo mujeres y niños mesoamericanos, quienes cruzaron las
altas montañas instalándose en los pequeños valles fluviales de los grandes ríos;
únicos espacios cultivables en la Vertiente Atlántica. Las rutas y pasos
“intermontanos” ya eran conocidos desde época precolombina, gracias al
comercio que existió entre los habitantes de ambas vertientes. Las llanuras del
Atlántico eran conocidas por los indígenas con los nombres de La Tagusgalpa y
La Tologalpa; correspondían a un extenso territorio, que incluye toda la vertiente
Atlántica, que iría desde el Río Tinto hasta la ribera norte del río San Juan y cuyos
límites interiores fue una frontera variable, a medida que avanzaban las
1 Archivo General de Indias (AGI), Audiencia de Guatemala, legajo 39, “Informe de Andrés de
Cereceda, gobernador de Honduras”, 1545, p. 2 reverso.
2 Archivo de la Biblioteca Nacional de México (ABNM), nº 455, Vol. 1522, 1522, p. 160.
3 Archivo General de Centroamérica en Guatemala (AGCA), A.I, Legajo 1898, 1540, pp. 2-4.
34
estancias y haciendas coloniales, pero que en muchas ocasiones llegó muy
cerca de asentamientos de españoles. La Tagusgalpa, significa en lengua
Lenca “Tierra del Oro”, también se suele traducir como Casa donde se funde el
oro (Hasemany, Lara, 1993: 188-191). Mientras que La Tologalpa, fue el nombre
indígena con el que era conocida la vertiente Atlántica nicaragüense, entre la
ribera norte del río San Juan y el Rio Coco (Durón, 1838: 23).
El resultado de este otro proceso de conquista fue la formación de nuevos
asentamientos pluriculturales donde los negros cimarrones y sus descendientes
tendrán una gran influencia, no sólo desde un punto de vista demográfico sino
político y cultural también, como veremos en este artículo en el que utilizamos
la documentación ofrecida por el Archivo General de Centro América (AGCA);
el Archivo General de Indias (AGI); el Archivo de la Biblioteca Nacional de
México (ABNM); así como el Archivo Nacional Histórico de Honduras (ANHH).
4 Archivo Nacional Histórico de Honduras (ANHH), Paquete 17, “Negros y mulatos en la ciudad de
35
Un buen ejemplo es la denuncia que hizo don Diego Juárez minero
acusado de contratar a negros huidos de Guasucarán, en su defensa dijo que:
“son esos indios y negros que vienen y trabajan en mi mina y viven con sus
sementeras en la orilla del río como libres y no como esclavos”. 7 La incapacidad
de los funcionarios de obligar a los mineros a “devolver” a los negros a sus
legítimos dueños causó nuevos enfrentamientos entre los bandos, causando
graves daños a la producción minera. El Cabildo de Comayagua se vio
indefenso frente a la prepotencia de los mineros de Tegucigalpa que negaba
la presencia de negros huidos en las minas. Por ello fue necesaria la intervención
del presidente de la Audiencia Valverde quien dictaminó: “y son esos negros y,
algunos mulatos y son ellos todos indios de las rancherías que están reducidos y
por lo tanto libres de cualquier carga”.8
Esta particular situación, fue la que llevó a Contreras a recorrer la zona,
sobre todo, porque él tenía importantes intereses en el territorio, así como los
tenían algunos empresarios guatemaltecos, quienes exigían se les concedieran
las nuevas betas encontradas en el cerro de Santa Lucía y Tegucigalpa. La
situación se agravó cuando la Corona financió azogue y esclavos pero sólo a
los vecinos de Comayagua y de la recién fundada Alcaldía Mayor de Minas de
Tegucigalpa (Valenzuela, 1981: 22), dejando explícitamente por fuera a las
empresas guatemaltecas y nicaragüenses que operaban en la zona. Esto
provocó un nuevo malestar general, que rápidamente se convirtió en un
conflicto armado, que afectó a la producción minera, en un momento que se
creía, que era uno de los más productivos de los últimos años.9
La fracción guatemalteca inició una serie de ataques a los mineros
hondureños, que paralizó la producción local causando el abandono de
importantes explotaciones como las betas de Santa Lucía o las de Guasucarán.
Además este ambiente de violencia facilitó la huida a muchos de los esclavos
bozales que, como afirma Contreras, encontraron refugio en los caseríos
vecinos. La continua huida de trabajadores y esclavos que encontraron refugio
en lo abrupto del terreno, provocó la ruina a muchos mineros. Así lo denunciaron
a Guatemala los funcionarios de la Real Caixa de Comayagua, quienes se veían
incapaces de cobrar los préstamos reales. En múltiples documentos desde
finales del XVI, los oficiales reales recomendaron la creación de cuadrillas para
recuperar a los esclavos, pero nunca fueron atendidas, como tampoco fueron
atendidas las advertencias de la presencia cada vez más frecuente de barcos
piratas en la zona. La Corona, viendo el poco éxito de su inversión, ordenó al
gobernador Contreras en Cédula Real la obligación de establecer un impuesto
mediante el cual pagar una cuadrilla de rastreadores, pero el corrupto
gobernador utilizó el dinero para otros fines, dejando que los mineros locales se
arruinaran, mientras que él y sus socios guatemaltecos compraban las
explotaciones abandonadas por pocos pesos.10
Por otro lado, la implantación del revolucionario procesamiento de la plata
basado en la amalgama, hizo que los mineros tuvieran que invertir mucho dinero
en construir la infraestructura necesaria, como lo eran hornos y patios. Debido a
7 AGCA, A.I, Legajo 34, “Carta de Valverde a Contreras, reclamaciones de negros huidos”, 1585,
p. 1.
8 AGCA, A.I., Legajo 56,1585.
9 AGCA, Cédula Real, A. I, Legajo 12, “informes enviados por el gobernador Contreras”, 1590, p.
18.
10 AGCA, Cédula Real, A. I, Legajo 004, “Respuesta Real enviada al gobernador para que de
cuentas sobre los repartimientos de los indígenas en Honduras y que tome medidas de ello”,
septiembre de 1590, p. 86.
36
que los molinos eran un monopolio guatemalteco, muchos medianos
productores se vieron embocados a la ruina por culpa de los excesivos precios
cobrados por los molineros.
Esta situación también fue denunciada en varias ocasiones al Presidente
de la Audiencia Valverde,11 pero él como muchos otros hombres poderosos de
Santiago de Guatemala contaba con intereses en la zona, por lo que no hizo
nada por devolver a los esclavos huidos a sus amos. Por el contrario, en vista de
la constante falta de mano de obra, los mineros guatemaltecos volvían
contratar a estos esclavos huidos como jefes de cuadrillas de indios, siendo una
y otra vez demandados por los antiguos dueños, sin recibir estos justica alguna.
Entre las demandas más importantes que llegaron hasta Sevilla estuvieron la don
Hernando Dalmao, quien denunció la pérdida de sus 18 piezas, por su parte Don
Diego García Celis 25 piezas y la mayor de todas, la de don Pedro Orellana, 42
piezas. Todos ellos, fueron hijos de adelantados de la época de Alvarado. En sus
juicios argumentaron que los culpables de la crisis minera eran los
guatemaltecos por tener a los esclavos huidos como hombres libres. El primer
gran colapso productivo se dio en los primeros años del siglo XVII, cuando el
ansiado azogue no arribó a las minas hondureñas, ya que había sido desviado
hacia México, donde alcanzó un alto precio en el mercado negro. Sin embargo
los esclavos bozales prometidos por la Corona, sí llegaron y fueron estrictamente
repartidos entre los vecinos de Comayagua y Tegucigalpa, dejando por fuera
a otros mineros de áreas como Olancho, San Pedro Sula o Trujillo, cuestión que
causó aun más malestar y enfrentamientos entre las diferentes fracciones.12
El conflicto sobre la desaparición del azogue, originó la caída del
gobernador y sus aliados, añadiendo más caos a la región, pero también causó
el cierre de muchas de las minas que habían recibido esclavos bozales. Muchos
de estos se mantuvieron en la mina extrayendo terrones de plata de manera
artesanal,13 intercambiándolos por víveres provenientes de la llanura Atlántica,
fortaleciendo con ello un contrabando desde y hacia el Caribe, donde las
rancherías asentadas en lugares estratégicos van a controlar la entrada de las
mercancías traídas hasta sus asentamientos por los Tawira, los Sumus o los Payas.
Las mercaderías eran rápidamente colocadas entre las explotaciones mineras
de la zona, ya que existió una gran demanda de artículos básicos entre los
pobladores de las pocas minas que estaban en activo.
La escasez general de productos básicos fue el resultado de las políticas
llevadas a cabo por los funcionarios reales, quienes habían impuesto a los pocos
indígenas tributarios, el pago de sus arbitrios en especies exportables, no
permitiendo que se abonara con maíz o frijoles. Esta nueva situación de hambre
y represión volvió a provocar que pequeños grupos huyeran abandonando las
reducciones y los campos de cultivo, volviéndose a formar nuevas rancherías no
lejos de la línea de frontera. Es en este contexto donde los negros y zambos
dueños de sementeras, establecidas no lejos de las zonas mineras, encontraron
un espacio para comerciar con sus productos logrando especular con frutos tan
elementales como el maíz. Sobre ello el presidente de la Audiencia Valverde
hizo una interesante observación en su visita al mercado de Tegucigalpa,
11 AGI, Audiencia de Guatemala, Legajo 10, “Carta del Presidente de la Audiencia de Guatemala
37
afirmando que “había muchos negros de las rancherías en el mercado y que
con sus piraguas transportaban maíz.”14
La recomendación del presidente Valverde fue la de incorporar esos
caseríos, para ello fue necesario que el mismo gobernador Contreras visitara a
los líderes locales de las rancherías más importantes entre 1580 y 1585, logrando
tímidas alianzas que irán cambiando a lo largo del tiempo, y que será la génesis
de una “cadena de pueblos de frontera.”15
La Marca Segoviana representó un importante avance en la colonización
del territorio centroamericano, ya que al integrar al sistema colonial a
poblaciones claves como: Pelaníz, San Antonio de los Achiotes, Guayabillas, El
Corpus, Yoro, Barajana, Gasaule, se podía evitar el contrabando y la huida de
indígenas y esclavos hacia la llanura Atlántica.16 Pero además se logró que para
principios del siglo XVII otras rancherías como Culmí, Catacamas, Los
Encuentros, Juticalpa, Danlí, Paraíso, Muy Muy, o Matagalpa, aceptaran filtrar el
contrabando y colaborar con la futura colonización de las Tierras de Frontera
(mapa 1). Para elaborar este mapa, hemos utilizado la obra del cartógrafo
Nunez realizada en 1723, donde se muestran algunas de las rutas terrestres y
fluviales del contrabando (Davidson, 2006). Hemos agregado nuestra propuesta
de caminos que comunicaban las diferentes rancherías, así como su posible
ubicación.17 Otros pueblos que se sumaron fueron Acoyapa, Lóvago,
Camoapa, Boaco o Sonaguera a las afueras de Trujillo.18 Se desconoce la
ubicación de estas poblaciones, sólo hay referencias a ellas en varia de la
documentación referente a pago de impuestos.
14 AGCA, A.I, Legajo 29, “Hernando Marure, Informe del reparto de alimentos”, 1590, p. 220.
15 AGCA, A.I, Legajo 255, “Nuevos pueblos mineros”, 1590, p. 128.
16 AGCA, A.I, Legajo 256, “Pago de tributos, nuevos pueblos mineros”, 1590, pp. 135-150.
17 Ibid, p. 163.
18 ANHH, Cajón 1584, Legajo 56, “Quejas del tesorero Quinteros por la baja recaudación de la AGI
38
En los últimos años, los habitantes de estas estratégicas poblaciones de
frontera, han interesado a muchos investigadores, quienes han intentado
establecer límites temporales. Además muchos de ellos han hecho interesantes
propuestas sobre la composición étnica de las rancherías, por ejemplo, Gabriela
Peña de Macarlupú propone que aquellos eran territorios habitados
principalmente de zambos, descritos así desde 1633 (Peña de Macarlupú, 1993:
284). También otros investigadores han denominado a estos asentamientos
como pueblos de “montaña”, reconociendo en ellos una gran diversidad de
habitantes (Offen, 2002: 53; Romero, 1988: 73; Hall y Pérez, 2003: 356).
La Frontera Segoviana o pueblos de montaña fueron considerados como
poblaciones totalmente españolas a partir de las reformas borbónicas. En su
mayoría contaron con alcaldes negros y zambos que guardaron en muchos de
los casos, formas de gobierno afro-amerindio, con algunos rasgos españoles,
como lo describe la investigadora Helms, para quien estas poblaciones
representaron una organización sociocultural a la que denominó “colonial
tribe”, con una fuerte influencia española (Helms, 1995: 126). Estas poblaciones
fueron intermediarias entre ambos mundos (el español y el misquito),
posiblemente por ello, fueron conocidos desde mediados del siglo XVII por los
mercantes ingleses como “Commerce Indians”. En varios documentos británicos
se les describen como grupos mixtos, con una fuerte presencia negra, donde
predominaron individuos de las culturas, Paya, Kukras, Woolwas, Panamacas y
Ramas (Potthast, 1998: 89).
A mediados del siglo XVII, los ingleses brindaban obsequios como ron y
otros productos para que los jefes de las rancherías permitieran el paso de las
mercaderías a las plazas españolas (Welcome, 1993: 204). Desde entonces, los
oficiales reales trataron de formar barreras contra el contrabando con estas
poblaciones, sobre todo a mediados del siglo XVII, cuando la presencia zamba-
mosquita comenzó a hacer una amenaza debido a su alianza entre las
comunidades y éstos con los comerciantes ingleses (Olien, 1984: 718).
La Corona reconoció con ello la importancia de acercar a los habitantes
de estos asentamientos al sistema colonial español. No será hasta el siglo XVIII,
cuando las incursiones de los zambos-misquitos provoquen la necesidad de
constituir una milicia fronteriza donde las rancherías se transformaron en
“cuarteles” y sus habitantes en militares. Al respecto, Juan Arana afirma que:
“Los españoles del interior resintieron las incursiones de misquitos e ingleses que
sufrían las ciudades y pueblos de la ‘frontera’, esa larga línea partía Nicaragua en
dos partiendo de Ciudad Vieja, la primera ciudad de Nueva Segovia, pasaba por
Muy Muy y bordeaba los actuales departamentos de Chontales y río San Juan.
Para los misquitos, los españoles o los centroamericanos o los nicaragüenses eran
simplemente el enemigo al que había que combatir, y por eso proveían a los
ingleses de la logística necesaria para remontar los ríos, adentrarse en la montaña,
y sobrevivir en un medio hostil para los europeos para perforar esa ‘frontera’ y
lograr cautivos y saquear los poblados españoles” (Arana, 2001: 44).
39
embrago, no pudo impedir que frente a la enorme carga de impuestos, los
comerciantes peninsulares provocaran carencias para asegurarse altos precios.
Paralelamente la pesada burocracia provocó el desabastecimiento de forma
regular en las colonias, especialmente en aquellas alejadas de los centros de
poder, como fue el caso del Reino de Guatemala. Este mismo sistema
monopolista tampoco logró absorber toda la producción indiana, ofreciendo
bajos precios a los colonos por sus productos. Todo ello facilitó que cada vez
más, los comerciantes buscaran participar en el comercio Intérlope consentido
por los oficiales reales de los puertos y las villas americanas (Suárez, 2014: 194).
El caso de Centroamérica no fue diferente que el resto del continente, muy
al contrario de lo que pensamos, la zona llegó a tener un importante atractivo
para los contrabandistas, gracias a la presencia de terrones de plata y la
eficiente red de alianzas que comunicaban el Caribe con las poblaciones
criollas del Pacifico. Existió un entrelazado sistema de relaciones comerciales al
margen de la legislación española que duró varios siglos, abasteciendo a las
poblaciones criollas de todo tipo de artículos europeos. A cambio, los
contrabandistas obtenían plata, cueros y añil (Sandner, 1985: 107).
De aquí que no fue inusual la presencia de embarcaciones inglesas,
francesas y holandesas en el litoral caribeño entre 1625 y 1655. La paz
conseguida por Felipe II no duró mucho tiempo, la subida al poder de Richelieu,
en la Francia hispanófila de María de Medecis y la llegada al trono de Jacobo
I, facilitaron el escenario para que las potencias iniciaran incursiones
comerciales cada vez más agresivas en la América española. Esto sin olvidar
que desde 1634 los holandeses se habían hecho fuertes en el Caribe gracias a
la toma de Curaçao y a su abundante flota que comerciaba con los misquitos
de la costa centroamericana. La oferta de mercaderías que llegaban a las
ensenadas era mayor y los precios más competitivos, que los que arriban en la
Nao de Honduras dos veces al año (Harin, 1979: 251; Chaunu, 1983: 1379).
Es en este contexto, donde el contrabando se irá fortaleciendo al amparo
de las autoridades indianas, contando con la complicidad de los colonos, y en
buena medida, representó un sobresueldo para algunos oficiales que
consideraban su destino en los puertos de Caballos y Trujillo, un castigo, un
“destierro”. Esto no fue el caso del tesorero López Quintanillos quien desde muy
temprano denunció el fortalecimiento de las redes de contrabando:
“son muchos y desde siempre los ingleses que vienen y comercian en el mismo
puerto de Trujillo pero no podemos expulsarlos al no contar con una armada no
barcos ni armas, son los ingleses bien recibidos y conocidos por los vecinos quienes
sacan su oro y plata para comerciar y comprarles esclavos sin marca real”.19
19 AGCA, A.I, Legajo 23, “Carta de López Quintanillos a los oidores del Consejo de Indias solicitando
una armada para expulsar a los ingleses, pide que se envíen barcos a comerciar al puerto de
Trujillo, 7 de octubre de 1590”, p. 95.
20 Ibid., p. 144.
40
la vida civilizada” (Bonetti, 1984: 185). La aparición de nuevas betas de plata
entre 1635 y 1643, en las cercanías de Tegucigalpa inició un nuevo periodo de
auge minero. En un momento en que las comunicaciones con la Metrópolis eran
escasas, la región estaba sufriendo un proceso de ruralización y la producción
de las haciendas y estancias se filtraban hacia un mercado interno orientado
más al Pacífico que al Caribe. La demanda de Acémilas, añil, cueros, cacao o
zarzaparrilla habían abierto nuevas rutas comerciales locales que atravesaban
el Istmo para llegar a las plazas comerciales de Panamá. Por otra parte, la
mayoría de la plata que se estaba produciendo en las altas montañas de
Tegucigalpa, Comayagua y la Nueva Segovia, se filtraba hacia el Caribe,
siendo el producto más cotizado en el fructífero negocio intérlope existente
entre el joven reino de la Mosquitia y la España centroamericana (Pérez, 1864:
131).
La eminente entrada en escena del Reino de la Mosquitia en 1633, como
un actor más en el comercio caribeño, provocó una honda preocupación entre
las autoridades coloniales españolas. La primera evidencia de la importancia
de este nuevo figurante, fue la presencia de una delegación inglesa liderada
por el corsario Cammock, quienes instalaron casas de comercio en Cabo de
Gracias a Dios donde los Zambos-misquitos tenían su principal centro de
contrabando (Floyd, 1990: 21).
La frenética actividad de Rio Tinto, hizo que las rancherías asentadas en
las riberas del rio se afiliaran con los zambos-misquitos. Lejos de intentar una
colonización de la zona, los ingleses se interesaron en asegurarse la exclusividad
de los productos provenientes del interior, sobre todo añil y metales preciosos. El
proceso de consolidación de las relaciones zambo-misquitas con los ingleses, es
descrito por Troy Floyd de la siguiente manera:
Durante la primera mitad del siglo XVII, los comerciantes ingleses iniciaron
acciones coordinadas con sus corsarios para establecer bases claves en el
Caribe. Un buen ejemplo de ello fue la ocupación por un grupo de corsarios
puritanos de la Providence Island Company en una pequeña isla frente las
costas Misquita, a la que bautizaron como La Providencia en 1629. En poco
tiempo se llegó a convertir en una de los más importantes enclaves del
contrabando del Caribe. La proximidad de la base inglesa a la ruta comercial
de cabotaje entre Trujillo y Portobelo, provocó el terror entre las autoridades
coloniales.
La posibilidad de que existiera un reino en el seno del mar Caribe, fue una
realidad nunca admitida por los españoles, quienes siguieron considerando
aquel territorio como Tierras de Frontera. Pero en realidad, esa región se había
constituido como una potencia autóctona con líderes que fueron reconocidos
por los ingleses como reyes soberanos desde 1640, formaron una estable dinastía
iniciada con Old Man hasta Robert Henry Clarence 1894. Se contabilizan un total
de 16 reyes en una sucesión que generalmente depositaba el mando en el hijo
41
mayor. Esto es uno de los más importantes símbolos de la estabilidad política del
Reino de la Mosquitia. El reino de la Mosquitia, lo podemos definir como una
forma sincrética de gobierno que fusionaba las tradiciones de liderazgo
amerindias y africanas con las convenciones simbólicas del poder mayestático,
pero en realidad no fue una monarquía en el sentido occidental de la palabra
(Offen, 2002: 12).
A lo largo del siglo XVII, los zambos-mosquitos junto a los Tawiras, Sumus y
Ramas lograron forjar espacios culturales independientes, al margen de los
imperios coloniales en pugna. Después de una violenta transición en los primeros
veinticinco años del siglo XVII, el reino de la Mosquitia se convirtió en una alianza
regional afro-amerindia que desempeñó un papel importante en la historia de
Centroamérica y en el Caribe en general, gracias al contrabando y a las redes
de clientelismo establecidas a lo largo del litoral caribeño.
La idea de un reino surgió entre los líderes de las más importantes tribus en
conjunto como un concepto compartido de identidad mosquita, inseparable
del contexto global de enfrentamiento entre las potencias europeas más amplio
que lo sustentaba. Las complejas alianzas con los diferentes pueblos que
componían la Mosquitia junto a las relaciones de vasallaje mantenidas con
pueblos tan distantes como los Talamanca, confirma esta singular idiosincrasia
que les caracterizó llegando a ser definidos por Karls Offen como: “quizá el
sistema de gobierno afro-amerindio más ignorado en el continente americano”
(Offen, 2008: 10).
Las complejas relaciones establecidas entre los diferentes grupos que
formaban la Mosquitia, siendo predominantes los Sumu, Paya, Kukra, Woolwa,
Panamaca y Rama. Estuvo basado en una perfecta distribución de las
diferentes tareas del contrabando. Por ejemplo los Zambos-Mosquitos, quienes
desde 1620 habían sometido a los demás grupos de la región, eran los que
comerciaban con los ingleses en sus bases costeras de Río Tinto y La Bahía de
las Perlas. Desde Río Tinto, ahora conocida como Black River, las mercaderías
eran transportadas por los Sumus y los Tawira, en canoas Payas, hasta las
rancherías de frontera, donde eran intercambiadas. Más al sur del río Coco en
la Tologalpa, las mercaderías eran interceptadas en la ensenada de Bahía de
las Perlas, y llevadas hasta las rancherías de frontera por los Rama y los Jicaques.
Así el contrabando también se convirtió en un elemento estructurador más para
las nuevas poblaciones asentadas en la frontera de ambos reinos, ya que sus
gobernantes se vieron forzados a establecer alianzas, cumpliendo una función
de intermediarios entre ambos reinos.
A diferencia de las tribus que componían la Mosquitia, las Rancherías de
Frontera contaron con complejos sistemas de autogobierno, que de manera
individual pactaron con unos y otros, según sus propios intereses. Varios de los
pactos se firmaron con las rancherías de Muy Muy, Culmí y Danlí.21 Sin embargo
para los oficiales reales, estos asentamientos representaron la avanzadilla hacia
la total colonización del territorio, por ello aceptaron, no de buen agrado, sus
singulares formas de gobierno.
Existieron muchos pequeños asentamientos que se vieron beneficiados del
trato ofrecido por los españoles; este fue el caso de las rancherías de Acoyapa,
Lóvago, Juigalpa, Camoapa, Boaco, que pasaron a ser consideradas como
pueblos españoles. Pero otras más como Muy Muy, Matagalpa, Jinotega, y
Danlí, Juiticalpa, o Catacamas o Sonaguera, mantuvieron formas de gobierno
21 AGCA, A.I, Legajo 255, “Pago de tributos de los nuevos pueblos mineros”, 1660, p. 128.
42
indígena con algunos rasgos españoles. Como lo fue el contar con alcaldes,
aunque estos generalmente fueron negros o zambos.
El papel que desempeñó la reciprocidad en estas alianzas volitivas, se
manifestó años más tarde cuando se organizaron razias zambo-mosquitas en
contra de intereses españoles. Es en estos momentos cuando las rancherías
toman un protagonismo vital, al ser sus líderes los que tenían la capacidad de
detenerlas, o dejarlas pasar. A la vez que estas negociaciones se llevaban a
cabo, rancherías como Muy Muy seguían controlando las rutas terrestres que
iban desde la ciudad de Nueva Segovia hasta Olancho. Los viajeros y
comerciantes debían en muchas ocasiones pagar un peaje para que les
permitieran continuar su viaje. Al respecto nos dice el contador Alonso: “son los
negros de Tagusgalpa los que roban las mulas y los tintes atacan y roban porque
conocen y tienen aliados entre los otros de las rancherías y saben dónde
atacar.”22
Los bandoleros no tuvieron ninguna dificultad en colocarle a los ingleses
las mercancías provenientes del pillaje en sus correrías por tierras españolas, por
lo general no fueron grandes cantidades como para provocar un colapso en el
comercio español, pero sí lo suficiente como para hacer inseguros a los caminos
y para alimentar una leyenda sobre la agresividad de los zambos, fama que los
acompañó durante todo el periodo colonial. El contador Alonso comentó en su
informe sobre la inseguridad de los caminos, que se podría solucionar mediante
pactos con los habitantes de ambas lados de la frontera.23 Lamentablemente
estos documentos no aportan mucha información sobre la manera en que se
establecieron dichas alianzas. Sabemos, por ejemplo, que los Tawiras, los
Wampú y los Sumus habían cerrado alianzas comerciales y pactos de paz con
los líderes de Catacamas y Danlí.24 Otro de los grupos importantes de pactos
fueron entre las rancherías de Los Encuentros y Muy Muy con los Rama: gracias
a esas alianzas atacaron en varias ocasiones a las poblaciones mineras de
Nueva Segovia.25
22 ANHH, Cajón 125, Legajo 2, “Informe del contador Alonso González, sobre el robo en los caminos
43
hace el tesorero Quinteros en 1593 identificándolos como los vendedores
ambulantes, calificándolos de cimarrones que traficaban con productos de
contrabando para gran daño de la Hacienda Real:
“son muchos los negros que venden cosas sin pagar impuestos van cargados con
telas y útiles que venden lejos trayendo plata cruda que venden y regresan a los
caminos, son estos cimarrones y amigos de los ingleses de las costas que son los
que se benefician de los mineras de esta hacienda.”26
Según Quinteros estos negros y zambos eran vecinos de las zonas fuera del
control español. Pero también hace referencia a los clientes de los buhoneros,
afirmando que contaban con redes ”…entre los suyos negros de las reducciones
que pagan con plata sin quintar.”27
Fueron muchas las rutas terrestres utilizadas en la introducción de
mercancías provenientes de las rancherías de frontera, conocemos algunas
que por su efectividad quedaron registradas en varios documentos. Un buen
ejemplo, fue la ruta que partía desde el informal puerto instalado en la última
zona navegable del Río Patuca, bajo control Sumu. Ahí se descargaban los
bultos traídos desde el Caribe por las canoas Payas, una vez desembarcados,
se trasladaban por mulas o tamemes –de la voz de Náhuatl Tlamama/es,
concepto que fue utilizado para llamar a los indígenas que transportaban todo
tipo de mercancías a sus espaldas–, a través de la sierra de Silca hasta la
rancherías de Danlí o Juticalpa, donde eran distribuidos hacia Tegucigalpa,
Comayagua y hacia las zonas mineras de Santa Lucía y Guasucaran gracias a
los buhoneros. Otra de las rutas más utilizadas, fueron los caminos que
conectaban la ranchería de Cedros con la hacienda de Lazacualpa, que
desde finales del siglo XVI era administrada por los zambos vaqueros, quienes se
prestaban al contrabando (Sariego, 1978: 35).
El presidente Valverde visitó la zona minera de Comayagua y Tegucigalpa
entre 1580-1583. La presencia de Valverde en la región levantó protestas por
parte de los mineros locales, quienes temían que el presidente favoreciera a sus
paisanos guatemaltecos y con ellos círculos de poder fuera del control colonial
local. Por otro lado, la visita de la delegación dirigida por Valverde fue
aprovechada por los religiosos para denunciar los abusos cometidos contra
indígenas reducidos bajo su custodia. Según el informe de Valverde, desde 1580
las rancherías de Culmí y de Catacamas recibían mercaderías traídas por el río
Tinto. Valverde también denunció que las rancherías de Juticalpa y Danlí
controlaban los últimos kilómetros navegables del río Patuca. Más al sur la
ranchería de Paraíso se convirtió en un centro de comercio importante gracias
a que controlaban el contrabando de mercaderías desde Pacífico
especialmente desde Sonsonate, Cholutega, y León desde donde llegaban,
cacao, zarzaparrilla, añil y cueros.28
Para acceder a las zonas mineras de la Nueva Segovia, los contrabandistas
necesitaron cruzar el Valle de Jamastrán bajo el control de los zambos de Danlí,
cuestión que les dio un gran poder frente a otras rancherías como Catacamas
o Mantó. Cualquiera que quisiera comerciar más allá del río Coco debía de
negociar con los habitantes de Danlí. Las denuncias por tales abusos, hicieron
26 ANHH, Cajón 1584, Legajo 56, “Quejas del tesorero Quinteros por la baja recaudación de la
1580, p. 25.
44
que Guatemala enviara a Luis Diez Navarro, para que realizara un informe sobre
el estado de la provincia, donde aseguró que: “son sus moradores los mayores
contrabandistas de todo el reino, no hay en toda jurisdicción plaza fuerte o
presidio que los defienda.”29
La llegada tardía de las reformas borbónicas al Reino de Guatemala y la
autorización obtenida por los ingleses para comerciar con algunos puertos
americanos, minó la influencia de las rancherías de la Marca Segoviana. La
nueva estructuración territorial planteada por los Borbones, transformó a los
habitantes de las rancherías en milicianos, logrando con ello una mayor
fidelidad de sus líderes al darle el rango de “coroneles”, creando con ello un
concepto sobre el enemigo (los zambos-misquitos) más claro. Desde que se
implantaron las reformas borbónicas las incursiones Misquitas fueron más
frecuentes y mejor organizadas. Paralelamente, los ingleses y sus aliados
centraron sus intereses comerciales en otros espacios indianos, perdiendo su
interés por las mercaderías tráficas al contar ahora con licencia para comerciar.
Por ello los misquitos buscaron otras actividades comerciales como fue la trata
de esclavos indígenas, la caza de tortugas y el cobro de tributos, dejando en un
melancólico olvido sus alianzas con las rancherías de la Marca Segoviana.
Conclusiones
BIBLIOGRAFÍA
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29 ANHH, Cajón 564, Legajo 129, “Sobre caminos del contrabando”, 1661, p. 136.
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Resumen: A finales de la primera década del siglo XIV el Mansa del Imperio de
Mali Mandé Bukari II, a quien los árabes llamaron Abubakari II, que por entonces
controlaba un vasto territorio del occidente africano, organizó y encabezó una
flota de más de dos mil embarcaciones que, partiendo de las costas
senegambianas, se aventuró a navegar las aguas del Océano Atlántico. Esta
expedición transatlántica nunca regresó a tierras africanas, según narra el
erudito egipcio Al-Umari en su obra Masalik al Absar fi mamalik al Amsar de 1342.
De manera sorprendente, Mandé Bukari II quedó relegado al anonimato en el
repertorio de la historia oral atesorada por los griots. En 1976 el historiador,
antropólogo y lingüista de origen guyanés, Ivan Van Sertima publicó una
polémica obra titulada They Came Before Columbus: the African Presence in
Ancient America, en la que defendía el origen africano de ciertas culturas
mesoamericanas, a la vez que narraba la expedición marítima del Mansa de
Mali. Trabajos más recientes, como los realizados por el lingüista y sociólogo
senegalés Pathé Diagne así como los del malí Gaoussou Diawara, se han
sumado a estas teorías sobre el contacto entre africanos y americanos
precolombinos. El presente artículo pretende mostrar las teorías de estos tres
autores quienes defienden la llegada de Mandé Bukari II a América, así como
las sucintas respuestas que estas han recibido desde la Academia, al tiempo
que se abre una ventana a la historia del imperio de Mali y a la reflexión en torno
a un tema controvertido en la historia de las relaciones entre África y América.
Abubakari II. The emperor who left across the sea. Discussing the Mali Empire
arrival to America
Abstract: At the end of the first decade of the 14th century, Mali Empire’s Mansa
Mandé Bukari II, called by the Arabs Abubakari II, which in those days controlled
a huge territory in West Africa, organized and led a fleet of more than two
thousand ships. They departed from the Senegambian coast towards the
Atlantic Ocean. This transatlantic expedition never returned to the African land,
according to the Egyptian erudite Al Umari who wrote about it in his book Masalik
al Absar fi mamalik al Amsar in 1342. Surprisingly, Mandé Bukari II has been
relegated to the anonymity by the repertoire of oral history kept by the griots. In
48
1976 the historian, anthropologist and linguist of Guyanese origins Ivan van
Sertima published a polemic book titled They Came Before Columbus: the
African Presence in Ancient America, on which he defended the African origin
of several Mesoamerican cultures, while he narrated the maritime expedition of
the Mansa of Mali. Recent works, like those of the Senegalese linguist and
sociologist Pathé Diagne and those of the Malian Gaoussou Diawara, have been
added to these theories about the relations between Africans and pre-
Columbian Americans. This article claims to show the theories of the three authors
who stand up for the arrival of Mandé Bukari II to America, and the short answers
that they have received, while opening a window to the history of the Mali
Empire and to the reflection around a controversial subject in the history of the
relations between Africa and America.
49
Al norte de las dos curvas divergentes que trazan los ríos Senegal y Níger,
nació durante el siglo IV d.C. el reino Sarakollé de Ghana que llegó a su apogeo
durante el siglo X, siendo el primero de los imperios sudaneses descritos por las
fuentes escritas y orales (Niane 1975: 31). Tras su desmembramiento, que durante
mucho tiempo se atribuyó de manera equivocada al ataque de los almorávides
(Conrad y Fisher, 1982 y 1983), se abrió un vacío de poder en el que diversos
grupos lucharon entre sí para tomar el lugar antes ocupado por Ghana. El más
destacado de ellos, por sus conquistas y sometimiento de otros pueblos, fueron
los soso. La historia oral habla de su líder, Sumaoro Kanté, como un herrero ducho
en las artes mágicas (Niane, 2011: 63). Sumaoro ocupó la cuenca alta del Níger,
entre Kangaba y Siguiri, en la región del Mandé, al sur del Mali actual, donde
destronó al soberano que gobernaba en aquel momento. En esa situación, los
ancianos del Mandé mandaron buscar a un príncipe en el exilio para reclamar
su ayuda. Su nombre era Sunyata Keita y en poco tiempo logró aglutinar en
torno a sí a un poderoso ejército con el que combatir a las tropas de Sumaoro.
El enfrentamiento final se dio en 1235 en la batalla de Kirina, localidad difícil de
situar, y se saldó con la victoria de los Manding. Tras esta batalla, Sunyata envió
a sus tropas a conquistar los lejanos reinos senegambianos bañados por el
Atlántico. Poco después, los diferentes jefes aprobaron el nombramiento de
Sunyata como Mansa, dando inicio a la dinastía Keita y al Imperio de Mali en
1240. En la asamblea fundacional se sentaron las bases administrativas por las
que se regiría el imperio (Niane, 1985 y 2008; Ki-Zerbo, 2011:193-197;). Los
sucesores de Sunyata continuaron con la voluntad de expansión de las fronteras
imperiales hasta los confines de Senegambia. El resultado de esas campañas
fue la apertura para Mali de una gran ventana al Océano Atlántico.
Se podría hablar largo y tendido sobre la estructura social y política del
Imperio de Mali pero ahora nos interesa poner de relieve el contacto que
mantuvo con el mundo. Dicho contacto, de manera resumida, se dio a través
de dos cauces: el comercio y la religión. Mali se articuló y sustentó su prestigio
sobre las rutas transaharianas, que controlaba y vigilaba. Bajo la hegemonía
mandinka, las relaciones comerciales entre el Sudán, la Tripolitania y Egipto se
intensificaron, y las ciudades sahelianas de Djenné y Tumbuctú se convirtieron
desde entonces en etapas indispensables, al tiempo que se transformaban en
centros comerciales de primera importancia. El grueso del comercio
transahariano se realizaba con oro y era Mali quien controlaba las zonas
productoras del metal aurífero (Galam, Bambuk, Buré y Bitu). El metal precioso,
que alimentó la vitalización monetaria árabe del siglo XIII (Iniesta, 2007: 182), era
intercambiado en el Magreb por tejidos, alfombras, sal y todo tipo de
manufacturas.
En los intercambios interiores el trueque parece que se impuso como
sistema dominante. Por otra parte, la sal, al tratarse de un producto raro en
territorios de sabana, resultó ser la moneda efectiva en los pequeños
intercambios (Niane, 1975: 67). En el este, en Gao, el cauri (la concha de un
molusco del océano Índico) predominaba sobre la sal pero su expansión fue
limitada hasta la llegada de los portugueses. El famoso viajero y erudito marroquí
Ibn Battuta también habla del cobre como moneda, aunque éste seguramente
era utilizado para las transacciones con el bosque meridional (Niane, 1975: 68-
69). Ibn Battuta destacó en repetidas ocasiones la riqueza del comercio y la
seguridad de los caminos del imperio. Incluso en el momento de señalar las
cualidades del vasto imperio de Mali, escribió que una de ellas era: “la total
seguridad en sus territorios, de manera que ni viajeros ni lugareños tienen que
50
temer a ladrones o salteadores” (Battuta 2005: 820). De esta manera la sabana
ofrecía sal, peces y cobre, productos que intercambiaban por aceite de palma,
oro y por nuez de cola, producto muy apreciado en toda el África occidental y
que el imperio también monopolizaba. Este comercio norte-sur estuvo
caracterizado por la infiltración de los comerciantes manding y diula en el sur,
actuando como portadores de la fe islámica por su contacto con los
comerciantes árabes y magrebíes y como difusores de la cultura manding
(Niane, 1975a: 69). En este aspecto, el islam facilitó al estado un soporte exterior
ideológico y económico (Iniesta, 2007: 121). Pero, entonces, ¿eran musulmanes
los manding? Las poblaciones que formaban parte del imperio de Mali se
mantuvieron fieles a sus religiones tradicionales, mientras que el mansa y los altos
dignatarios del estado abrazaron el Islam (Niane, 1975b: 247). Hay que tener en
cuenta que la figura del mansa no es la de un mero rey con poderes
administrativos y militares. Su rol dentro de la sociedad iba más allá, hasta la
esfera espiritual y religiosa. El mansa era visto por la población como un
elemento indispensable para la buena marcha de la sociedad. Era un
catalizador de fuerzas naturales y el enlace de éstas con la sociedad (Iniesta,
1983: 498). Era, al fin y al cabo, una especie de rey-dios. Este tipo de poder era
conocido como mansaya, un poder en el sentido de mando adquirido,
heredado. El título de mansa se reservaba al jefe cuyo poder era reconocido
como legítimo y desempeñaba un papel de árbitro (Konaré, 1983: 131-132). Por
lo que respecta a la fe musulmana del mansa, muy impregnada de religión
tradicional, la población la veía como un atributo más de su potencia mágica.
Por lo tanto, así como el mansa tenía unos privilegios, también estaba sujeto a
algunas constricciones y en caso de enfermedad, decrepitud o a raíz de algún
desastre natural, podía ver cómo su vida corría peligro (Iniesta, 200: 183).
Para cuando Ibn Battuta viajó por Mali a mediados del siglo XIV, el imperio
ya se había hecho famoso en el mundo musulmán debido al fastuoso
peregrinaje a la Meca que realizó uno de sus mansas, Kanku Musa. Su
peregrinaje tuvo lugar entre 1324 y 1325, y lo hizo acompañado por una
comitiva de miles de seguidores; 60.000 según el Tarij es-Sudan (Es Sa’di, 1964:
13), cargados de dos toneladas de oro en barra o polvo (Ki-Zerbo, 2011: 198). A
su paso por el Cairo asombró a sus gentes y repartió tal cantidad del metal
amarillo que provocó la devaluación del mismo, teniendo que pasar años para
que éste volviera a recuperar su valor anterior (Ki-Zerbo, 2011: 199). De este
modo, el reinado de Kanku Musa contribuyó al mito del oro sudanés que
alimentaría el Mediterráneo durante gran parte de los años venideros y avivaría
la codicia de marroquíes y portugueses, cuyas consecuencias se harían notar a
partir del siguiente siglo. De hecho, estos últimos llegaron a enviar dos
embajadas a la corte del mansa en los siglos siguientes (Ly-Tall, 1985: 200). Fue
precisamente durante su estancia en el Cairo cuando Kanku Musa habló sobre
su predecesor en el cargo y explicó que éste, Abubakari II, desapareció
intentando explorar el atlántico. Este es el relato que nos dejó escrito en su obra
publicada en 1342 el erudito egipcio Al-Umari tres décadas después del
supuesto viaje transatlántico. Su informante era Abu Hassan Ali, hijo del emir
Hajib, y quien mantuvo conversaciones con Kanku Musa en su estancia en el
Cairo, ciudad de la que él era gobernador. Ibn Amir Hajib continuó:
51
barcos llenos de hombres y el mismo número repletos de oro, agua y víveres,
suficientes para varios años. Ordenó al almirante que no volviera hasta haber
alcanzado el extremo del océano, o si se agotaban las provisiones y el agua. Ellos
partieron. Su ausencia duró un largo periodo y, al fin, sólo un barco regresó.
Interrogamos al capitán sobre sus aventuras’. Él dijo: ‘Príncipe, navegamos
durante mucho tiempo, hasta que vimos en mitad del océano como si un gran río
estuviera fluyendo violentamente. Mi barco era el último; otros iban delante de mí.
Tan pronto como uno de ellos alcanzaba ese lugar, se sumergía en el remolino y
no volvía a salir a flote. Navegué hacia atrás para escapar a esa corriente’. Pero
el Sultán no podía creerle. Ordenó equipar mil barcos para él y sus hombres y mil
más para agua y víveres. Me concedió a mí la regencia durante su ausencia y
partió con sus hombres hacia el océano, para nunca volver o dar señales de vida”
(Al-Omari, 1927: 70-71). (Traducción al español de los autores).
Los autores que han dedicado trabajos a la figura de este mansa de Mali
son pocos. En este artículo nos centraremos en los tres principales historiadores
que han tratado el tema y que comparten una visión común sobre la expedición
de Mandé Bukari a principios del siglo XIV: el mansa llegó a América. El primer
autor que habló del mansa fue el guyanés Ivan Van Sertima, en la época
profesor en la Rutgers University, en su polémica obra They came before
Columbus de 1976, en la que habla de una presencia, e influencia, africana en
América desde tiempos antiguos. De hecho, apenas dedica dos capítulos al
episodio histórico que nos ocupa. Tras la obra de Van Sertima hubo un lapso
prolongado en la que no hubo producción historiográfica sobre el tema hasta
que en 1992 el lingüista e historiador senegalés Pathé Diagne publicó su libro
Bakari II (1312) et Christophe Colomb (1492) en 1992, reeditado en 2014 con el
subtítulo “À la rencontre de Tarana ou l’Amérique” y con cambios en sus
hipótesis ya anunciadas poco antes en su obra de 2010 Tarana ou l’Amérique
précolombienne, un continent africain. Por último, también en 2010, Gaoussou
Diawara, profesor en la Universidad de Bamako y caballero de la Ordre
Nationale du Mérite de Francia, publicó “Abubakari II: Explorateur mandingue”.
Con el fin de analizar y comparar las teorías de estos autores hemos
realizado una división en tres epígrafes: Mandé Bukari II, personaje y expedición,
52
en el que hablaremos de lo que los autores nos dicen sobre el mansa y la flota
que emprendió la expedición; Razones de la expedición, en el que
expondremos las motivaciones que los autores atribuyen al mansa; y Llegada a
América, donde indicaremos los supuestos lugares de llegada y lo que esto
supuso para las poblaciones del lugar.
Con la intención de analizar al personaje Mandé Bukari II, en el capítulo
que dedica al mansa, titulado “The mariner prince of Mali”, Van Sertima
defiende que su reconstrucción se basa en las fuentes árabes y en los
testimonios de los griots. Sin embargo, a lo largo del capítulo, que resulta ser una
reconstrucción histórica novelada en la que incluso el autor nos muestra los
pensamientos y recuerdos del protagonista (en este caso, Mandé Bukari II), las
fuentes árabes en las que se basa son dos: Al-Umari para el relato general de la
historia e Ibn Battuta para recrear elementos o situaciones de la corte imperial.
Por lo que respecta a los griots, solo hace referencia a un testimonio, publicado
por el historiador guineano Djibril Tamsir Niane, y lo utiliza para referirse a eventos
pasados protagonizados por el fundador del imperio, Sunyata.
Por su parte, Diawara aporta más elementos procedentes de la tradición
oral. El investigador malí cuenta una anécdota muy relevante al evocar el uso
de una expresión recurrente en las zonas rurales de Mali: “ha desaparecido
como Mandé Bukari Toma”, y que se usa para referirse a los niños que salían de
sus casas para hacer algún recado y que tardaban más de lo normal en regresar
(Diawara, 2010: 21). Bata Mandé Bori es otro de los nombres utilizados para
referirse al precursor del Mansa Kanku Musa, un nombre muy significativo ya que
quiere decir “el que partió sobre el agua” (Ibid.: 13). En una de las entrevistas
que Diawara mantuvo con griots del ámbito mandinka (en Mali, Senegal,
Gambia y Guinea Conakry), uno de ellos le dijo “es un emperador que cambió
el trono imperial por la piragua de descubridor” (Ibid.: 21). Según Diawara,
Mandé Bukari II llegó a crear un ministerio del agua, llamado Ji Mansa Bonda,
dedicado a los espacios fluviales del imperio. Su vínculo con el sector marítimo
y naval fue ganando importancia y estimuló el desarrollo económico de Mali,
así como sus intercambios comerciales (Ibid.: 74).
Incluso creó una flota, llamada Farafina, que fue la que envió hacia las
aguas del oeste. Mandé Bukari II, sin embargo, no fue el primer Mansa de Mali
en crear una flota. Sunyata, el fundador del imperio, construyó una flotilla de
piraguas para navegar el río Djoliba (Níger). Según el tradicionalista Wâ
Kamissoko, Sunyata quería que Mali se abriera al mundo, sobre todo a las
ciudades del este (Cissé y Kamissoko, 1991: 56). Mandé Bukari II tomó la iniciativa
de su tío y la viró hacia el oeste, hacia aguas atlánticas. En uno de estos relatos
recogidos por Diawara se muestran las plegarias que los griots dedicaron a
Mandé Bukari para que no dejara huérfano el Mandé (Diawara 2010: 50):
Qui saura qui tu es, ô grand boa Ici ont vécu Bukari et Kankou
Protecteur du village? Ton père et ta mère qui vivront
Te trouveras-tu, mandé Bukari immortels.
Un père ou une mère dans les N'écoute pas l'appel de grands
lointains impies? larges
Veille sur le trône de tes ancêtres L'eau salée t'attire parce qu'elle
Qui ont porté l'honneur au-delà de la est jalouse de ta grandeur!
mort.
53
2.- Otros temas
54
esencial, no se encuentra apoyado por la citación a ninguna fuente concreta
(Van Sertima, 1976: 46). Diagne, por su parte, pese a que en 1992 decía que la
gesta de Mandé Bukari II no obedecía a ninguna presión interna o externa, en
sus trabajos más recientes, basados en la transcripción de una tradición oral
recogida bajo el título de Chronique Mandeng de Fabuhari, explica que éste
recibió presiones de su séquito islamizado y que, además, tenía una clara
intención de proselitismo religioso, de llevar el Islam más allá del océano
(Diagne, 2010: 173). Pero Diagne va más allá y sugiere la posibilidad de que la
primera expedición no fracasó, sino que el barco que volvió lo hizo para informar
de que habían avistado tierra. Este hecho habría motivado la gran expedición
posterior encabezada por el propio mansa. Que Kanku Musa dijera en el Cairo
que la flota había desaparecido, según Diagne, se debería a que quería alejar
de los poderes orientales la idea de tierra más allá del océano, un lugar que Mali
ambicionaba y no deseaba compartir (Ibid.: 114). Pese a todo, los tres autores
coinciden en que la empresa llevada a cabo por Mandé Bukari II seguía la línea
iniciada por Sunyata Keita de extender los límites del imperio.
La llegada a América es el punto de mayor confluencia entre los autores.
Todos coinciden en que la flota de Mandé Bukari II llegó a América y que tuvo
una influencia reseñable, cuando no esencial, en el desarrollo de algunas
culturas amerindias. En un principio, los tres autores defienden el desembarco
en las costas mexicanas. De hecho, Van Sertima afirma que las poblaciones
locales, al ver llegar a Mandé Bukari II, lo asociaron con la deidad Quetzalcoatl,
una de cuyas representaciones era un hombre blanco (el autor dice que el
blanco hace referencia al atuendo que llevaba el mansa y no al color de piel)
y barbudo. De esta manera, Mandé Bukari II habría sido una especie de
precedente de Hernán Cortés (Van Sertima, 1976: 73-74). Además, el autor
guyanés habla de la presencia de comerciantes mandinkas en la zona de
México. De hecho, dice que los mismos pochtecas procedían de Mali y que el
dios Ekchuah era de inspiración mandinka (Ibid.: 100). Por otra parte, señala
similitudes entre el culto al hombre coyote entre los amanteca y el culto al
hombre hiena entre los bámbaras de Mali, así como en sus rituales. El culto en
bámbara era llamado nama y su sacerdote el nama-tigi o aman-tigi. Esto le sirve
para defender que amanteca proviene de esta palabra de origen malí (Ibid.:
96). En esta línea, habla de multitud de objetos cuyos nombres tendrían una
procedencia en las lenguas manding como maxtli, que en nahuatl haría
referencia a una pieza de ropa que cubría la desnudez de la cintura y que
provendría del mandinka masiti, “adorno” y del bámbara masirili, “ornamento”.
Por último, Diawara participó en un proyecto noruego llamado “Sur les
traces d’Abubakari II” y que en 1999 financió investigaciones sobre el terreno.
Dicho proyecto culminó en unas conferencias en Oslo en las que diversos
investigadores aportaron nuevas informaciones sobre el tema. Uno de ellos,
llamado Bjorn Roar Bye, afirmó que, tras diversos análisis efectuados a los
metales que incorporaban los objetos de arte que Cristóbal Colón trajo consigo
a España después de su primera expedición, tanto el oro, como el hierro y el
bronce que estos contenían no procedían del subsuelo americano, sino de la
cuenca aurífera minera del Mandé (Diawara, 2010: 76-77).
Finalmente, Diagne apoya la tesis de la presencia e influencia africana en
América desde tiempos antiguos, siendo el caso de Mandé Bukari II uno más de
una larga tradición de contactos. Ve en muchas palabras en lenguas
amerindias indicios de un origen africano. Además, en sus últimas obras, cuyos
postulados cambian ligeramente debido a la mencionada Chronique
55
Mandeng de Fabuhari, nos dice que Mandé Bukari II bautizó el lugar del
desembarco en honor a su cartógrafo principal, Ibrahim Ismaël, que por
deformación equivaldría a Barasil/Brasil (Diagne, 2010:174). Por lo tanto, vemos
que Diagne ha cambiado en sus últimos trabajos la costa mexicana por la
brasileña.
Unas teorías de este tipo resultan cuanto menos controvertidas, por lo que
no sería raro encontrarnos con una lista de artículos científicos que se hubieran
detenido a refutar las hipótesis de los autores mencionados, sobre todo de Van
Sertima y Diagne, quienes tienen más impacto internacional. Sin embargo, las
respuestas desde la Academia han sido casi inexistentes. En el caso de Diagne
no hemos encontrado ningún autor que se haya molestado en rebatirlo, pese a
que algunos de sus postulados resultan fáciles de contradecir tal y como
apuntaremos en nuestras conclusiones. Por lo que se refiere a Van Sertima, tras
la publicación de su obra en 1976 se escribieron algunas breves reviews que
criticaban su metodología e intencionalidad (Davis, 1978: 147-150). No fue hasta
el año 1997 cuando diversos autores decidieron escribir una crítica ordenada y
sistemática de su trabajo, sobre todo en lo referente a la influencia africana en
la cultura olmeca. El artículo se publicó en la revista Current Anthropology bajo
el título “Robbing Native American Cultures: Van Sertima’s Afrocentricity and the
Olmecs” (Haslip-Viera, Ortiz de Montellano, Barbour, 1997). Este artículo se
caracteriza por un tono agresivo contra las tesis de Van Sertima en particular y
el movimiento afrocentrista en general. Los autores dedican la mayoría del texto
a rebatir las tesis referentes a la supuesta primera llegada de africanos desde
Nubia a tierras americanas. Al tema de Abubakari II sólo se lo menciona en un
pequeño párrafo y ya no se vuelve a traer a colación (Haslip-Viera, Ortiz de
Montellano, Barbour, 1997: 421).
Esto es debido a la decisión tomada por los autores de limitar su discusión
“to the most important claims and the most convincing types of evidence”
(Haslip-Viera, Ortiz de Montellano, Barbour, 1997: 422). En resumen, los autores
defienden que las tesis de Van Sertima no tienen ningún fundamento. Lo hacen
de manera vehemente sosteniendo sus argumentos en cuatro ejes principales.
El primero, que no se ha encontrado ningún artefacto genuinamente africano
en ninguna excavación arqueológica en América. Segundo, que la presencia
de plantas de origen africano demuestra un contacto entre África y el
continente americano, pero que este se produjo tan atrás en el tiempo que no
pudo deberse a la acción humana y, por lo tanto, es irrelevante para el
contacto entre egipcios y olmecas del que habla Van Sertima. Tercero, las
cabezas olmecas fueron esculpidas en una fecha que precede a la llegada de
los supuestos modelos. Y a esto añaden que los rasgos físicos de los nubios no se
parecen a los de las cabezas. Por último, arguyen que las afirmaciones de una
difusión de la construcción piramidal o de la momificación son también falaces
(Haslip-Viera, Ortiz de Montellano, Barbour, 1997: 419). En definitiva, los
argumentos desplegados por los autores, pese a conllevar un larvado encono
hacia Van Sertima, parecen confirmar que el escritor de origen guyanés erró en
sus apreciaciones sobre el pretendido contacto de africanos con los olmecas.
Sin embargo, no hacen referencia a argumentos que combatan el supuesto
contacto entre la flota de Abubakari II y las sociedades americanas.
56
A lo largo del período de investigación en el que nos adentramos en el
momento de escoger este tema hemos tratado de acceder a todas las fuentes
primarias de las que se han servido los tres autores sobre los que ha girado
nuestro artículo. Hemos podido consultar algunas de ellas, pero otras, incluso tras
una estancia en Mali de varios meses, han sido imposibles de encontrar. Sin
embargo, tras el estudio tanto de las fuentes primarias disponibles como de las
secundarias, creemos que lo más adecuado es terminar este artículo
redactando una crítica argumentada a algunas de las teorías expuestas en los
puntos anteriores. Con ello no pretendemos socavar el prestigio de los autores a
los que hacemos referencia ni demostrar nuestra sapiencia intelectual, pero
creemos que, como miembros de la Academia, es nuestro deber contestar de
manera científica unos postulados polémicos que todavía hoy no han sido
considerados. Esta ausencia de respuesta, en nuestra opinión, sólo puede
deberse a dos motivos: uno, que las hipótesis de los autores sean difíciles de
refutar, cosa que no pensamos; y dos, que los investigadores menosprecien
estas teorías y no consideren útil dedicar su tiempo a contestarlas. Como
africanistas creemos que es importante tratar este tipo de trabajos con seriedad
y rigor en un momento en el que los llamados Black Studies, sobre todo en
Estados Unidos de América, están empezando a ganar protagonismo y a
desplazar a los estudios africanos en su sentido más amplio. El estudio de las
culturas y sociedades africanas empieza a ser relegado por el estudio basado
en el color de la piel, una radicalización intelectual que gana adeptos, sobre
todo entre los afroamericanos, de manera progresiva en un contexto de tensión
racial creciente como el de Estados Unidos.
En primer lugar, el capítulo que Van Sertima dedica a Mandé Bukari II es,
como ya hemos mencionado, de estilo novelesco y toma licencias literarias. Por
otro lado, en este capítulo destacan la escasez de fuentes utilizadas tanto
escritas (Al-Umari e Ibn Battuta) como orales (la epopeya de Sunyata transcrita
por Niane). Por otra parte, el autor guyanés defiende que los megalitos
senegambianos se erigieron durante el proceso de construcción de la flota con
el objetivo de realizar cálculos astronómicos para la posterior navegación. Sin
embargo, las últimas investigaciones sobre el megalitismo senegambiano suelen
datar el fenómeno entre el siglo VII y el XV. La mayoría de megalitos, además,
señalan lugares de enterramiento y parecen haber tenido una larga función
ritual (Laporte, Bocoum, Cros, Delvoye, Bernard, Diallo, Diop, Kane, Dartois,
Lejay, Bertin y Quesnel, 2012: 410). Finalmente, pese a que en ningún caso somos
expertos en lingüística, una de las palabras que Van Sertima defiende que tiene
un origen africano “tianquizco”, que designaría un lugar de mercado,
provendría de la palabra oeste-africana “tangomao”. Esta palabra designaba
a los comerciantes portugueses que se integraban en las sociedades africanas
como intermediarios con los europeos. Por lo tanto, la palabra no puede ser
anterior al siglo XV y pretender que fueron comerciantes mandinkas quienes la
llevaron a América supone un error de apreciación cronológica y de
interpretación.
Respecto a Diawara, a lo largo de su breve libro destaca la ausencia de
fuentes citadas. En muchas ocasiones se citan tesis defendidas y presentadas
en el Congreso de Oslo de 1999. Hemos intentando obtener información sobre
este congreso pero no hemos podido acceder a ella, ni siquiera a unas actas
del mismo. Por ejemplo, lo que expone sobre los objetos traídos por Colón y
conformados con materiales de las cuencas mineras del Mandé sería una
prueba clave en el desarrollo de la hipótesis que defiende la llegada de Mandé
57
Bakari II a América. No obstante, no hemos encontrado ninguna referencia al
estudio que cita Diawara y que también fue presentado en el congreso de la
capital noruega. Por último, Diawara no esconde que a través de la figura del
mansa de Mali pretende extraer lecciones para el presente: que los
gobernantes africanos no se eternicen en el poder en aras de un bien mayor,
como la exploración y el saber científico en el caso de Mandé Bukari II.
Por último, Diagne presenta cambios en sus hipótesis debido a la
publicación de la Chronique Mandeng de Fabuhari, a la que tratamos de
acceder en Bamako pero no encontramos en ninguna biblioteca. Del autor
senegalés es prudente observar su voluntad férrea por demostrar el hecho de la
llegada de Mandé Bukari a América. En el año 1992, el estado senegalés creó
dos sellos, uno de 100 francos cfa y otro de 145. En el primero se mostraba la
efigie del mansa de Mali del Atlas Catalán de 1375 sobre la leyenda “Bakari II”.
En el segundo se mostraba el mapa de Viladestes de 1914 y las famosas cabezas
olmecas de Veracruz. También en esas fechas Diagne había instigado un
proceso de construcción de varias embarcaciones a lo que él consideraba
imagen y semejanza de las construidas por Mandé Bukari II y que debían
comprobar si era posible llegar a América con ellas desde Senegambia (Loude,
1994: 81). No hay constancia que este proyecto se llevara a cabo.
No obstante, lo más llamativo de las teorías de Diagne es el eje sobre el
que descansa gran parte de su argumentación: la cartografía mallorquina.
Diagne defiende que tanto el Atlas Catalán de 1375 como el mapa de
Viladestes de 1413 representan a Mandé Bukari II, incluso llega a decir que este
último mapa muestra la relación explícita del viaje transatlántico. No obstante,
la historiografía siempre ha considerado que estos mapas representan a Kanku
Musa, que se hizo famoso por la cantidad de oro que llevaba en su paso por el
Cairo. De hecho, en el atlas de 1375 la leyenda reza: “Este señor negro es
llamado Muza Melly, señor de los negros de Guinea. Este es el rey más rico y más
noble señor de toda esta región, por la abundancia en oro, que fertiliza su
tierra”. Por otro lado, en el mapa de 1413 bajo la efigie del mansa de Mali hay
escrito en letras doradas: Rex Musa Melli. Por lo tanto, ambas piezas
cartográficas hacen referencia a Kanku Musa y no a Mandé Bukari II como
pretende Diagne. Por otra parte, Diagne también aduce que el barco que
aparece en la costa frente al mansa de Mali es un gaal lébu, el tipo de
embarcación utilizada por la flota malí. Sin embargo, el investigador senegalés
Yoro Fall explica que dicho barco representa la expedición de un tal Jaume
Ferrer que se aventuró por las costas africanas y no volvió. De hecho, en el barco
vemos ondear la bandera aragonesa. De esta manera, el principal argumento
esgrimido por Diagne para defender la llegada de Mandé Bukari II a América,
proeza que le habría granjeado la admiración de Oriente y Occidente, parece
a todas luces equivocado.
Conclusiones
Hay indicios para pensar que existió la expedición (fuentes escritas como
Al-Umari, genealogías reales recogidas en fuentes escritas árabes, fuentes
orales) pero no las hay para defender con convicción que llegó a América y,
más todavía, que influenció a los pueblos amerindios.
No podemos evitar preguntarnos por qué Mandé Bukari II apenas aparece
en los relatos de los griots. Diagne explica que cincuenta años tras su partida, el
58
relato de su nombre e historia fue prohibido bajo pena de muerte (Diagne, 2010:
174). Pero nosotros nos inclinamos por otra teoría, atisbada por Diawara, y que
nos parece más probable. Mandé Bukari II era mansa de Mali y, como tal, tenía
unas obligaciones simbólico-religiosas que decidió abandonar al emprender la
expedición. Este hecho pudo haber sido recibido de forma muy negativa por la
población y pudo haber provocado la decisión de los tradicionalistas de relegar
la figura del mansa al olvido. Es muy probable que la flota de Mandé Bukari II no
fuera de las dimensiones recogidas por Al-Umari y es posible que naufragara en
el océano atlántico. La pregunta de qué ocurrió con este misterioso mansa de
Mali seguirá en el aire durante mucho tiempo. Por el momento lo único que
podemos decir, y ni siquiera tenemos una confirmación absoluta sobre ello, es
que Mandé Bukari II fue el emperador que partió sobre el mar.
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Javier Laviña
Ricardo Piqueras
Universitat de Barcelona
Resumen: Este artículo trata sobre las estrategias de la corona para acabar con
la amenaza de los grupos de esclavos cimarrones asentados en los espacios
coloniales de Panamá y Cartagena de Indias entre los siglos XVI y XVIII. Desde
su marginalidad inicial, estos grupos consiguen no sólo alterar el orden colonial,
sino condicionar y forzar cambios en la política de la corona, obteniendo
resultados favorables a sus intereses que se acabarán traduciendo en pactos
bilaterales corona/comunidades cimarronas, donde los conceptos de libertad
y lealtad aparecerán como elementos clave para el establecimiento de una
nueva relación.
Abstract: This paper examines the Spanish Crown strategies to end up with the
threat of marrons settled in colonial spaces as Panamá and Cartagena de Indias
in the 16th and 18th centuries. From its initial marginality, these groups not only
disrupted the colonial order but also acquired to force some changes in crown
politics, getting favorable outcomes to their interests. This will result in bilateral
agreements between crown and maroon communities, where concepts as
liberty and loyalty will be key elements to establish a new relationship.
Introducción
1 Este trabajo forma parte del Proyecto Arqueología Afro colonial - Costa Arriba de Colón.
Investigación e intervención arqueológica de sitios de memoria vinculados a la Ruta del Esclavo
de la UNESCO asociados al Camino Real Español Intercontinental en Panamá. AYUDAS EN
RÉGIMEN DE CONCURRENCIA COMPETITIVA PARA PROYECTOS ARQUEOLÓGICOS EN EL EXTERIOR
CORRESPONDIENTES AL AÑO 2014.MEC.
61
a los propietarios particulares como a la hacienda real. Por ello el cimarronaje
se intentó controlar y regular desde el inicio mismo de la trata de esclavos. En
época tan temprana como 1522, el virrey Diego Colón decretó las primeras
ordenanzas sobre cimarrones para la Española y San Juan (Puerto Rico) en
respuesta al alzamiento de los esclavos de Nigua, junto a Santo Domingo. Según
se desprende de las ordenanzas, las causas del levantamiento fueron las
escasas y tenues penas que se imponían a los esclavos que tomaban las armas
(Vide Lucena Salmoral, 2005); con la nueva orden se trataba de imponer
mayores penas para disuadir a los posibles alzados.
La primera cuestión que pretendemos mostrar en este trabajo es que la
medida inicial para combatir el cimarronaje por parte de la corona fue siempre
la represión, intentando acabar por la fuerza de las armas y la violencia con
dicha práctica. En el caso inicial de la Española, a los esclavos que no se
entregasen después de 20 días de huidos les cortarían un pie y a los 40, serían
condenados a la horca.
Para poder cumplir con lo dispuesto en las ordenanzas se pusieron en
marcha las cuadrillas de cazadores de esclavos, quedando el coste económico
de la caza por cuenta de los propietarios que podían así recuperar su inversión.
En la misma ordenanza se establecía que todos los propietarios de esclavos
varones debían contribuir con un impuesto especial para el mantenimiento de
la paz y la seguridad en las islas.
Como es bien sabido, los cimarrones se solían avituallar por medio del
asalto a caminos o haciendas, lo que ponía en peligro las comunicaciones y les
aseguraba la subsistencia cotidiana. Esto, que podríamos denominar
cimarronaje de contacto, fue un elemento fundamental y una característica de
dichas comunidades, la necesidad del mantenimiento de contacto constante
con la sociedad colonial y los espacios económicos de los que huían. Las armas,
y una buena parte de los alimentos los obtenían bien del intercambio, bien del
pillaje, por lo que debían asumir ciertos riesgos que podían poner en peligro la
supervivencia del grupo. Ciertamente los contactos con poblaciones indígenas
no sometidas facilitaron la supervivencia inicial de los cimarrones, así como la
obtención de algunas tierras dedicadas a sementeras:
62
el peligro de perder la vida o recaer de nuevo en el sistema esclavista colonial.
Pese a los esfuerzos que hicieron las autoridades coloniales para mantener el
orden establecido, el cimarronaje se extendió por todas las regiones esclavistas
de la América española, de manera que junto a la esclavitud surgían grupos de
cimarrones que, si bien no lograban desestabilizar el sistema sí ponían en graves
aprietos a las autoridades coloniales.
La huida de los esclavos obedecía a distintos motivos; desde resistirse al
trato inhumano que algunos propietarios infringían a sus esclavos, a intentos de
reconstruir sociedades alternativas y próximas a la memoria de los lugares
originarios, o bien resistencias parciales al trabajo que mejorasen las condiciones
de vida a la que estaban sometidos. Todos estos motivos y algunos otros estaban
presentes en las huidas de los esclavos hacia lugares de difícil acceso, pero no
desconectados del mundo colonial. Si exceptuamos algunas áreas de la selva
de Brasil, casi todos los espacios donde se asentaron los cimarrones tenían la
posibilidad del contacto con la sociedad dominante. No vivieron totalmente
aislados, sino que necesitaban del mundo colonial para complementar su
economía de subsistencia, obtener manufacturas en general o para tener
acceso a utensilios de hierro que ellos no podían fabricar por no haber minas en
los territorios ocupados o por la dificultad de obtener el metal. Esta, de alguna
manera, dependencia supuso en algunos casos el tendón de Aquiles de los
grupos cimarrones, respecto a la sociedad que de la que habían huido, si bien
en otros casos fue un elemento que jugó a su favor en el momento de entablar
negociaciones de paz con las autoridades coloniales.
Desde los primeros años de la colonia el castigo a los cimarrones estuvo
recogido por la legislación y en algún caso, la corona tuvo que intervenir para
aminorar las penas que recibían los esclavos que se levantaban en armas contra
los propietarios. En Castilla del Oro, donde inicialmente la ordenanza mandaba
castrar a los esclavos sublevados, la corona ordenó que se aplicara una pena
acorde con el delito cometido, pero que en cualquier caso no pusiera en
peligro la vida del esclavo.2 Este ejemplo muestra la situación de riesgo en la
que se ponían los esclavos que intentaran mejorar sus condiciones de vida. La
preocupación de la corona por la vida del esclavo respondía a la concepción
del poder que se generó con la llegada de los castellanos a las Indias. La corona
no cedió la jurisdicción de los súbditos a ninguna justicia que no fuera la
emanada del poder real, de manera que los únicos que podían aplicar la pena
de muerte eran los jueces capacitados por la corona.
Los esclavos, pese a las relativamente estrictas condiciones de vida,
reguladas por las leyes, tuvieron un cierto margen que les permitió participar
como sujetos en procesos económicos; esta participación era una estrategia de
los propietarios para mantener a los esclavos sujetos, pese a que por principio
todos los bienes de los esclavos pertenecían a los propietarios, pero se
estableció como costumbre que los esclavos pudieran recibir algún peculio por
trabajos extras, y se suponía que a partir de esta mejora económica los esclavos
podían llegar a obtener la libertad. De hecho, en la América Española se dio un
amplio grupo de libertos desde los primeros años de la ocupación, y si los
esclavos tenían alicientes económicos, la sublevación pasaba a un segundo
2 Real Cédula de 15 de abril de 1540. Cédula que manda no se execute en los negros la pena de
la oredenaça que esta puesta quando se alçan de cortalles los negros genitales, sino otra pena.
Fuente: ENCINAS, Diego de (comp.): Cedulario Indiano, libro IV. Madrid: Ediciones de Cultura
Hispánica, 1946, p. 387.
63
plano ya que los esclavos perderían esos beneficios, lo que reportaba un plus
de tranquilidad a los colonos. Pero pese a esta aparente medida de gracia, las
sublevaciones y el cimarronaje no cejaron a lo largo de todo el periodo colonial.
1.- Panamá
3 Según Omar Jaén Suárez, se calculaba que la población de cimarrones para el último tercio del
siglo XVI oscilaba entre 2.500 a 3.000.
64
Evolución de la Población de Panamá 1575-1607
1575 1607
Blancos 800 1.267
Indios 0 27
Libres de color 300 718
Esclavos 2.809 3.696
Total 3.909 5.708
Fuente: (Castillero Calvo, 2008: 82)
“En Nombre de Dios a 24 de agosto de 1551, los vecinos denunciaron una situación
que le era muy perjudicial (…) Estimaban que por el camino a Panamá los
cimarrones sobrepasaban el número de seiscientos individuos que robaban e
incluso mataban a los viajeros y arrieros. Se atrevían a penetrar en Nombre de Dios
con el mismo propósito o para llevarse negros y negras para engrosar sus filas (…)
a pesar de matar a muchos de ellos no conseguían acabar con los rebeldes”
(Tardieu, 2009: 67).
“El Rey, Doctor Loarte, presidente de la nuestra Real Audiencia que reside en
Panamá de la Provincia de Tierra Firme (…) de las relaciones que nos habéis hecho
y otras que se han recibido (…) de los muchos robos y muertes que cada día
hacen los negros cimarrones (…) que se haga guerra contra los dichos negros
cimarrones y corsarios , hasta los castigar y deshacer (…) y los corsarios que en
65
esto han entendido y entienden sean castigados con mucho rigor, para que los
demás no tengan atrevimiento a cosas semejantes (…)”4.
Cuando sir Francis Drake atacó Nombre de Dios en 1572 contó con el
apoyo de los cimarrones de Portobello que veían en los ingleses unos aliados
para minar el control de los españoles en la zona y asegurar al mismo tiempo su
libertad en los montes.
Los ingleses, después del saqueo de Nombre de Dios, hundieron varias
embarcaciones en la costa y un grupo de ingleses de los que habían atacado
Nombre de Dios se dirigieron hacia el interior por el camino de Nombre de Dios
a Panamá. Este grupo de atacantes iba guiado por cimarrones que no sólo les
facilitaban la entrada sino que les dieron alojamiento en su poblado. Llegaron
a la Venta del Chagres y la asaltaron.5 Una de las consecuencias de este asalto
fue la comprobación del peligro real que suponían los cimarrones en la zona y
que establecieran relaciones con los corsarios lo que incrementaría la amenaza
al comercio interoceánico y a la propia ciudad de Panamá, sede de la Real
Audiencia. Es posible que el pánico que generó el ataque a la Venta de
Chagres provocara en la Corona un cambio de actitud respecto a los
cimarrones y reconsiderara su postura ofreciendo el perdón a los cimarrones que
se entregasen y depusiesen su actitud.6
Sin embargo, esta alternativa de perdón de los delitos y regreso a la
obediencia esclava no era la respuesta que esperaban los cimarrones. El
cimarronaje representaba una alternativa a los poderes coloniales tanto desde
el punto de vista de la política como de la organización social, y finalmente el
cimarronaje era la libertad, a la que no estaban dispuestos a renunciar (Laviña,
Ruiz-Peinado Alonso, 2006).
Posteriormente desde el Consejo de Indias se enviaron órdenes para
pacificar la zona, y una de las soluciones propuestas era que todos los negros
alzados que se entregaran voluntariamente no fuesen castigados (Tardieu, 2009:
57-58). Con esta amnistía se pretendía atraer a un número importante de negros
sublevados; la orden causó el efecto esperado y algunas cuadrillas negociaron
la paz. Ni el emperador Carlos, inductor de esta medida, ni su sucesor Felipe II
lograron pese a ello acabar con el cimarronaje.
Pese al optimismo de las autoridades metropolitanas, los encargados de
administrar la cotidianidad en las colonias veían las medidas de la corona como
perjudiciales para el fomento de la riqueza, ya que el cimarronaje suponía una
gran pérdida para los propietarios, especialmente para los mineros que,
establecidos en zonas alejadas de los centros urbanos estaban a merced de los
ataques cimarrones (Ibid.: 58).
Esta presencia en el área del camino convertía a los cimarrones en un
peligro evidente para las comunicaciones, por lo que las autoridades coloniales
no dudaron en llevar a cabo una guerra contra los alzados que impedían la
circulación de metales, fundamentales para la marcha económica del imperio
(Mena García, 1992: 400-401). Los cimarrones se amparaban en la orografía del
terreno que dificultaba enormemente su persecución. Esta situación de
6 Real Cédula de 12 de enero de 1574. Dando licencia a la Audiencia de Panamá para perdonar
los delitos de los cimarrones que se redujeran voluntariamente, en Encinas, Diego de (comp.):
Cedulario…, op.cit., libro IV, p. 394.
66
dificultad del terreno unida a la imposibilidad de lograr un triunfo sobre los
alzados llevó a las autoridades coloniales, con el beneplácito de la corona a
intentar negociar una paz duradera.
Así en los conflictos entre propietarios y esclavos y entre estos y las
autoridades coloniales no siempre fue la violencia el elemento clave de la
solución del conflicto, sin que esto implique que el uso de la violencia para
reprimir el cimarronaje fue la tónica general aplicada a los cimarrones.
Ante la imposibilidad por parte de las autoridades coloniales de acabar
con el cimarronaje mediante la guerra, tuvieron que ceder a las aspiraciones
de los esclavos huidos, mientras que por parte de los cimarrones el acoso al que
estaban sometidos por las partidas de rancheadores y pese a contar con
buenos sistemas de camuflaje en el interior del arcabuco panameño las
posibilidades de triunfo para los cimarrones pasaban por un aislamiento tanto
geográfico como social en la colonia. Algunos grupos próximos a los caminos
creyeron más conveniente aceptar las condiciones de libertad que les ofrecía
la corona y colaborar, ya como súbditos libres con las autoridades coloniales.
Sin embargo, otros cimarrones decidieron no acogerse a la amnistía que
se daba a todas las cuadrillas de cimarrones que aceptaran las condiciones de
paz y muchos de ellos siguieron interrumpiendo el comercio entre los dos
océanos.
Los cimarrones de Portobello se avinieron a firmar la paz con la corona y se
les reconoció la libertad.
67
los objetivos de los cimarrones era la percepción de tierras por parte de la
corona, que en principio se otorgaron en una zona cenagosa e inviable pero
que consiguieron intercambiar por mejores tierras cercanas a Nombre de Dios,
que permitían la subsistencia del grupo.
Estas condiciones tan favorables poco tenían que ver con las propuestas
años antes de que no se castigase a los cimarrones que se entregaran a sus
amos. El reconocimiento de su libertad y su asentamiento/pacificación con
otorgamiento de tierras, permitió la validación del acuerdo mediante
capitulación7 por parte de los cimarrones de Portobello.
Estos nuevos súbditos libres sirvieron como ejemplo para otros cimarrones y
mediaron en el conflicto con otro grupo importante de cimarrones que todavía
actuaban en la zona.
En 1580 hay un informe de Cepeda que informa de cómo los negros
pacificados de Santiago del Príncipe servían como auxiliares en la guerra que
todavía mantenían contra los cimarrones comarcanos que no habían sido aún
reducidos.
“Otra parcialidad de los negros es de los que habitaban en Puerto Velo cerca de
Nombre de Dios (…) después de les haber concedido perdón general de sus
delitos y libertado sus personas, hijos y mujeres, y traídos al sitio que tenían poblaron
una legua de la ciudad y puerto de Nombre de Dios a donde viven en paz y
contentos, hicieron su elección de alcaldes en los caudillos que tenían antes de
ser reducidos. La amistad que se les guarda [a los negros pacificados] confunde
a estos contumaces rebeldes que han visto como algunos de estos negros de
Puerto Velo reducidos sirven contra ellos en la guerra que se les hace con buen
celo conociendo el beneficio que han recibido en admitirlos a buena amistad y
amparo que se les hace y entiendo que esta población sirve de freno contra esta
perbersa gente” (De la Guardia, 1976: 91).
68
principios del siglo XVII, el número de cimarrones en el monte era de un 35%. Se
repite el ciclo y una nueva psicosis sobre la indocilidad y la ferocidad de los
cimarrones, contrasta con la posición más astuta –más estratégica– de los
cimarrones reducidos, quienes ejercen una resistencia, “sin renunciar a la
libertad” (Tardieu, 2009: 242).
En 1583 hay un informe del capitán Antonio de Salcedo en el que da
cuenta de los méritos que acompañan a su gestión por haber sido el pacificador
de otra partida de negros:
69
comercio de la misma manera que lo estaban haciendo en el camino Real de
Panamá.
¿Qué salida tenían los productos de las colonias del sur si los cimarrones
interrumpían el tráfico por las dos rutas naturales, el istmo y el Magdalena? El
colapso de la economía colonial dependía de las comunicaciones regulares
entre el interior y los puertos principales de salida, Portobello y Cartagena de
Indias. Si este tráfico se interrumpía, o se volvía inseguro por la presencia de
grupos cimarrones, los problemas estaban asegurados y la rentabilidad
económica de las colonias quedaba en entredicho.
Pese a la escasez de cultivos que se dieron en la provincia, el número de
esclavos era considerable y desde su llegada se produjeron los primeros
conflictos, por lo cual el cabildo de Cartagena, a fines del XVI, determinó: “que
se haga entre las personas que tuvieren negros en esta dha ciudad, por el
beneficio que se les sigue de que dichos cimarrones se allanen, un repartimiento
de suerte, que pague cada señor de negro, por cada uno de 4 rs…”11
Los cabildos americanos tenían la capacidad de legislar para resolver los
conflictos internos de su área de influencia, es por esto que el cabildo de
Cartagena decretó ese pago sobre los esclavos para poder asegurar las
partidas armadas que se organizaban para la captura de los molestos
cimarrones.
Pese a las buenas intenciones del cabildo cartagenero, el problema de los
cimarrones no cesaba, antes bien, aumentaba a medida que se incrementaba
la población esclava del área de Cartagena.
Posteriormente, en el libro sexto de las ordenanzas del cabildo, se pide a
los propietarios el pago de cinco reales por negro que tuvieran, dando a
entender que los gastos generados por las capturas habían aumentado en unos
pocos meses. Con esta primera medida se pretendía hacer una caja para
poder llevar a cabo la captura de los cimarrones. El pago de los 5 reales
afectaba también a los barcos negreros que debían pagar la misma cantidad
que los propietarios, porque como el propio cabildo afirmaba “también es justo
que paguen, pues se suelen huir, y por tanto acordaron y mandaron que los
Navíos de negros que a este puerto llegaren, y desembarcaren, pague el dueño
de ellos dos reales y medio por cada pieza que sea, para la caxa de los negros
cimarrones.”12
Entre todas las cosas que legisló el cabildo de Cartagena estaba la de la
clasificación del castigo que debían recibir los cimarrones capturados. Se
clasificaba a los cimarrones en función del tiempo de huida, que iban desde
100 azotes para los esclavos que huyesen 15 días, la castración para los que
huyesen durante un mes y la pena de muerte para los que estuviesen fuera del
control de sus amos durante un año.13
Sin embargo de la misma manera que en el caso de Panamá, la represión
y los castigos no pudieron acabar con el cimarronaje; finalmente la corona tuvo
que ceder y firmar la paz con los apalencados en Cartagena. Así sucedió con
11 “Ordenanzas del libro 3 sobre los cimarrones. Hechas en Cartagena a 5 de marzo de 1588”, en
José Urueta (comp.): Documentos para la Historia de Cartagena, tomo 1. Cartagena: Tip de
Antonio Araujo. L. a cargo dr O’Byrne, 1887, p. 220.
12 “Ordenanzas del libro 7 sobre los cimarrones. Hechas en Cartagena a 5 de marzo de 1588”, en
70
la figura de Benkos Bioho y el pacto de paz de 1605.14 Benkos Bioho, cacique de
la región africana de la actual Guinea Bissau, capturado por los portugueses a
fines del siglo XVI llegó esclavizado a Cartagena a fines del XVI, siendo vendido
en 1596 y puesto a trabajar en la boga del río Magdalena. Bautizado como
Domingo Bioho, huyó de la boga y organizó la resistencia y el Palenque, en la
zona conocida como los Montes de María, al suroeste de Cartagena donde
llegó a ser conocido como “el rey del Arcabuco”15.
El gobernador de Cartagena, Gerónimo de Suazo y Casasola, ante la
imposibilidad de acabar militarmente con el palenque y la amenaza que
representaba para la paz de toda la región, le ofrece la paz en julio de 1605. El
acuerdo16 implicaba el reconocimiento de la autonomía del Palenque de la
Matuna bajo la autoridad, también reconocida, de Domingo Bioho y el derecho
de fundar pueblo, a cambio de que estos no recogieran a ningún cimarrón más,
ni estimularan la huída de los esclavos de Cartagena. Paz, a cambio de
seguridad para los propietarios de esclavos. La paz concertada y
fundamentada en la negociación entre autoridades coloniales y cimarrones
duró 16 años, hasta 1621. En dicho año, Domingo Bioho fue traicionado y
apresado por unas autoridades coloniales que no llegaron a aceptar nunca la
gran influencia, poder y prestigio que el “rey del arcabuco” había adquirido
entre el conjunto de la población esclava. Ahorcado y descuartizado, su muerte
no acabó ni mucho menos con la resistencia cimarrona. Heredero directo de
Benko Bioho fue Domingo Criollo, jefe de los cimarrones del Palenque de San
Miguel, también en la zona de influencia de Cartagena de Indias. En 1691, la
corona, tras casi un siglo de fracasos en los múltiples intentos de acabar
militarmente con los grupos cimarrones de la zona, cambia la política hacia
estos, intentando una “pacificación” en los mismos términos que se dieron en
Panamá un siglo antes. La Real Cédula de Carlos II de 1691, ordenando la
pacificación de los negros alzados en la sierra de María17, no deja lugar a dudas
sobre cuál era la situación alcanzada por ambas partes y la necesidad de
plagarse a unas realidades innegables. El contenido de la Real Cédula es un
reconocimiento de que décadas de resistencia armada efectiva, de amenaza
a los intereses económicos coloniales, a los intereses particulares de los
propietarios de esclavos y a la seguridad general del territorio acaban forzando
un pacto, basado, como con los negros de Portobello, en “libertad por lealtad”.
Se trataba de alcanzar la pacificación de grupos cimarrones situados en áreas
sensibles para los intereses coloniales a cambio de otorgarles la libertad. Con
ello perderían algunos propietarios, pero ganaría el interés mayoritario de la
corona.
14 SIMON, Fray Pedro: Noticias Historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias
Occidentales, tomo VI, pp.315-330. Simón es el cronista que mejor narra los acontecimientos sobre
la resistencia de Benko Bioho y el acuerdo final con las autoridades de Cartagena.
15 Arcabuco: Zona densa de matorrales.
16 AGI, Santa Fe, 212, Carta del gobernador de Cartagena don Gerónimo de Suazo, 18 de julio de
1605.
17 AGI, Santa Fe, 994, libro 11. Real Cédula dada por Carlos II, ordenando la pacificación de los
negros alzados en Sierra de María, Madrid, 23 de agosto de 1691, en María del Carmen Borrego
Plá, Palenques de negros en Cartagena de Indias a fines del siglo XVII, Sevilla, 1973, pp.129-131.
71
imposible la recuperación de ellos, y que el grande fruto que se lograre en
reducirlos, cederá en conocido servicio de Dios y mío, y en beneficio universal de
toda la provincia de Cartagena”18.
De estas negociaciones nació el pueblo que todavía hoy se mantiene, San
Basilio el Palenque19, el único pueblo de negros libres que perdura desde los ya
lejanos tiempos de la colonia. Otros, como los casos de Santiago del Príncipe o
Santa Cruz de la Real en Panamá, acabaron disgregándose y fusionándose sus
pobladores con la población de negros libres de Portobello o Panamá mismo.
La importancia de San Basilio la da su continuidad histórica como comunidad
afroamericana orgullosa de sus raíces y del mantenimiento de su identidad. La
lucha por la libertad, la constancia en la resistencia y las estrategias frente a los
poderosos intereses económicos coloniales, acabaron permitiendo la existencia
de pueblos de negros “libres” dentro de un sistema colonial explotador y
esclavista pero finalmente “pactista” con dichas comunidades.
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Abstract: This article will make a first approach to the process of change and
transformation that occurred in the cult in the caves by the populations of the
Central Plateau. To Mesoamerican cultures, the caves have a sacred and
symbolic value associated with the myths of origin, the agricultural calendar and
rites of passage connected with the political and religious power of the elites.
During the Evangelization, some substantial changes will be given and the cult
in caves will be mostly transformed in syncretic cults of popular character.
Introducción
1En el momento en que se me indicó el plazo de entrega para esta publicación, la presentación
que realicé ya estaba comprometida en otra revista; por lo que, de acuerdo con los
74
área significativa para la comprensión de la historia del Valle de México desde
el periodo clásico hasta el postclásico, resulta cuando menos sorprendente la
progresiva marginalidad que tendrá durante la época virreinal. Asimismo resulta
interesante analizar cómo de manera progresiva Teotihuacan pierde el
liderazgo religioso e ideológico después de su colapso. A pesar de que en el
Valle de Teotihuacan es uno de los lugares donde se instalaron los primeros
conventos, el contexto religioso prehispánico ya no tiene el mismo valor para
ser incorporado en el discurso de evangelización local. En un trabajo anterior se
realizó un estudio de las cuevas y túneles encontradas en Teotihuacan
(Moragas, 2015). En dicha investigación se pretendía hacer un estado de la
cuestión de la relación que tienen las cuevas y la sociedad teotihuacana a todo
lo largo de la historia prehispánica de dicha urbe. Ello llevó a preguntarnos cuál
fue el papel de las cuevas en la religiosidad del Valle de México a partir de la
Conquista.
El papel de las cuevas y túneles es clave para comprender la cosmovisión
prehispánica a lo largo de toda la historia mesoamericana. Desde el momento
en que se desarrollan las primeras sociedades complejas, la iconografía de las
cuevas se vincula con los mitos de origen y con el poder de las élites así como
de la progresiva construcción de una cosmovisión. Naturalmente es
comprensible que, a largo de tres mil años de diversas culturas prehispánicas, la
representación iconográfica de las cuevas sufrirá cambios tanto en la
representación gráfica como en su vinculación con las élites. La Conquista y la
consecuente colonización del territorio supondrán una transformación del
paisaje, una manera distinta en la explotación agrícola y ganadera del territorio,
así como el progresivo proceso de aculturación religiosa. En este nuevo
contexto, las cuevas y los vínculos que las poblaciones prehispánicas hacían de
éstas para sus propios intereses, se rompen, desaparecen o en algunos casos se
transforman en un ejercicio de dinámica cultural y religiosa.
En estos últimos años las investigaciones sobre los procesos de conquista y
colonización del territorio que conformará el Virreinato de la Nueva España ha
sufrido avances significativos superando la dicotomía de la historiografía más
tradicional y/o más indigenista que nos ofrecía una imagen en blanco y negro,
conjugando leyenda negra con leyenda dorada. Las aportaciones de los
documentos administrativos de época virreinal en los archivos locales, el re-
análisis de las fuentes de tradición indígena y los aportes de la arqueología nos
muestran una realidad mucho más compleja que incluso podríamos calificar de
caleidoscópica en las relaciones entre las poblaciones indígenas e hispanas en
la sociedad del siglo XVI-XVII (Restall y otro, 2012). Bajo este nuevo prisma
podemos contextualizar de manera más completa la dialéctica existente entre
el texto escrito y la cultura material y sus contradicciones aparentes y por lo
tanto construir una historia más acertada de unos tiempos convulsos.
Durante el proceso de implantación de las estructuras políticas y
económicas a lo largo del siglo XVI en el territorio de la Nueva España se darán
procesos diferenciados de transformación del territorio dependiendo de los
diversos escenarios indígenas. Distinta será la transformación de la capital
mexicana en una capital novohispana, la creación de una ciudad “ex - nuovo”
como Puebla de los Ángeles, la explotación de un territorio minero o de un área
75
de producción de materias primas para la subsistencia. La Conquista y
colonización supuso también el proceso de transformación religiosa y
aculturación del territorio creando un lenguaje propio que caracterizará la
religiosidad en el continente americano. Con la implantación de la religión
católica se darán también fenómenos de sincretismo, resistencia y
transformación de la doctrina con diferencias sustanciales dependiendo de la
intensidad de la evangelización y de la propia población local y el aporte de
otras comunidades como la africana.
En este trabajo se va a apuntar a algunos aspectos introductorios
vinculados con el proceso de cambio y transformación de las cuevas, sobre
todo a partir del siglo XVI y el papel que van a jugar en la implantación de un
nuevo modelo político territorial y religioso de la antigua Mesoamérica,
convertida a partir de 1535, en el Virreinato de la nueva España.
Parece una excusa decir que resumir en unos pocos párrafos el papel de
las cuevas en las sociedades prehispánicas es una empresa que supera el
tamaño de este texto pero realmente es así. Desde la prehistoria hasta hoy en
día, las cuevas han jugado un papel determinante en las diferentes sociedades
que han ocupado el territorio mesoamericano, siendo utilizadas tanto como un
espacio físico como simbólico-religioso (Limón Olvera,1990). En Mesoamérica,
las cuevas forman parte intrínseca de la cosmovisión desde los primeros
momentos de ocupación del territorio por parte de los grupos de cazadores
recolectores hasta el desarrollo y consolidación de las sociedades complejas.
Para las fases prehistóricas, además de ser lugar de refugio son espacios de gran
implicación simbólica, como lo demuestran las pinturas rupestres y los petroglifos
encontrados en numerosos lugares. El momento en que las poblaciones
consolidan la sedentarización y la agricultura como medio principal de vida
supone, entre otras cosas, un cambio en la percepción del territorio y del tiempo
vinculado ahora sí, al ritmo vital de las cosechas y las estaciones. La movilidad
se reduce y la percepción del territorio cambia. Los asentamientos se construyen
atendiendo a condicionantes medioambientales y astronómicos y una
organización espacial que nos retrotrae a un protourbanismo y a centros
ceremoniales. Asimismo se inicia el proceso de jerarquización y estratificación
social por la cual se genera una manera común de percibir la vida cotidiana y
la sagrada, y en este último punto se dará lo que denominamos cosmovisión
mesoamericana. Según Broda, se entiende como tal: ”(…) la visión estructurada
en la cual los antiguos mesoamericanos combinaban de manera coherente sus
nociones sobre el medio ambiente en que vivían , y sobre el cosmos en que
situaban la vida del hombre (…)” (Broda 1991,462).
Sin embargo, no debe de verse como una cosmovisión cerrada e
inmutable al paso de los siglos sino que cada cultura irá utilizando determinados
elementos dotándolos de valores y significados distintos. La representación de
las cuevas en las diferentes culturas mesoamericanas irá transformándose a lo
largo del tiempo. De esta manera, más allá de un mero habitáculo para habitar,
las cuevas son espacios que se irán construyendo física e ideológicamente. En
todo caso lo simbólico se adscribe a los procesos legitimadores vinculados con
la jerarquización política, la estratificación social y el fenómeno urbano. Un
buen ejemplo se da en la cultura maya o en la teotihuacana en la que las
76
cuevas se asocian a las estructuras ceremoniales principales. En definitiva, las
cuevas son parte indisoluble de la construcción del poder político y simbólico
desde las primeras ocupaciones prehistóricas hasta el desarrollo y consolidación
de las elites mesoamericanas.
Las evidencias arqueológicas son ingentes en todo el territorio
mesoamericano.2 Pero va a ser con el desarrollo del proceso de complejidad
social que se generará de una manera específica de entender el mundo; esa
cosmovisión que define Broda, en la que las cuevas se presentan como espacios
vinculados con el discurso de legitimación del poder de las élites
independientemente de la forma política en que éste se ejerza (dinástico,
corporativo, etc.) o el nivel de integración política (cacicazgo, estado…). Las
cuevas se convertirán en un arquetipo cultural como parte de la Historia oficial
mexica y de los incas, pero cuyas raíces trascienden épocas pretéritas (Limón
Olvera, 1990). Según Gendrop las cuevas son el centro del mundo que
comunicaba el plano terrestre (Gendrop, 1983: 71-72). Durante la época
prehispánica no pueden separarse las cuevas y las altas cumbres que son
consideradas como depósitos de agua y las fuentes que surgen de ellas se
interpretan como los “brazos de agua” que irrigan los campos agrícolas
(Montero, 2002: 26). Según Hernández Cruz, las cuevas, grutas, cavernas, grietas
y sumideros no tenían ninguna diferenciación para los pueblos mesoamericanos
(Hernández Cruz, 1999: 5). Sin embargo, no creo que sea de esta manera ya que
se ha confirmado que los mesoamericanos construyen, remodelan y
transforman las cuevas, grutas y cavernas de acuerdo a su uso y simbolismo. La
vinculación de las cuevas con el poder es indisoluble al concepto del mismo en
Mesoamérica no siendo extraño que, si conviene, las cuevas se construyan.
Según la tradición mexica, las cuevas, pozos y fuentes son los ojos del dios
Tlaltecutli una vez que es partido por Tezcatlipoca y Quetzalcoatl (Garibay, 1985:
6). Los ejemplos son numerosos en las diversas culturas mesoamericanas. Las
cuevas ya aparecen en el arte olmeca como un elemento figurativo bien
consolidado. En las representaciones de las elites olmecas en los altares/tronos
de San Lorenzo y en la Venta en las que el ancestro surge de una boca-cueva
felina que nos conecta con el inframundo. La propuesta de De la Fuente de que
el Señor de las Limas era una escultura que debió de encontrarse colocada en
el interior de una cueva vincula de nuevo el poder político con este elemento
(De la Fuente, 1995: 23). Las pinturas de estilo o tradición Olmeca de las cueva
de Oxtotixtlan en Acatlan, las de las grutas de Juxtlahuaca y la cueva de
Cahuaziziqui (todas en el estado de Guerrero) que es una muestra temprana de
la esencia del concepto del poder de las elites vinculadas a estos espacios
(Grove,1970a, 1970b; Schmidt, 2007-2008). En Chiapas, en las cuevas de la
región de Ocozocoautla existe una tradición de ofrendas masivas de carácter
ritual realizados de manera continuada desde el preclásico tardío hasta el
Clásico tardío y que está directamente asociado al poder de los gobernantes
en esta área (Acosta, 2011). En Teotihuacan, la principal metrópolis del Altiplano
en la época Clásica, incorporará en la planificación urbana de la ciudad tanto
física como conceptualmente la idea de la cueva construida con una doble
función primigenia: proporcionar materia prima para la construcción de la
77
ciudad y generar un espacio simbólico vinculado con los mitos de origen y la
transmisión del poder (Heyden, 1981; Manzanilla1994a,1994b,1994c). Dentro de
las complejas relaciones de los teotihuacanos con otros miembros de las elites
mesoamericanas destacan ejemplos como la lápida de Bazán que explica el
encuentro entre el Señor 8 Turquesa de Teotihuacán y el Señor 3 Turquesa de
Monte Alban en la que, según algunos autores, se ha interpretado que ambos
gobernantes irían a un cerro/cueva (Hernández Cruz, 1999: 173). Por otro lado,
no se descarta que las cuevas a lo largo de la historia teotihuacana
desarrollaron otras funciones desde algunas muy específicas como los
observatorios astronómicos hasta simples lugares de almacenamiento y
basureros (Moragas 1995, Morante 1996). La pervivencia del uso de las cuevas
en Teotihuacán va a ser larga y perdurará más allá del colapso de la ciudad. A
lo largo del epiclásico (650-900) y del postclásico (900-1521), algunas de las
cuevas serán reocupadas por parte de los nuevos grupos utilizándolos como
lugares de ocupación, consumo, almacenaje y enterramientos ( Manzanilla,
2009) . La vinculación de la cultura maya y las cuevas llenaría varios libros. Cabe
destacar las investigaciones de Jim Brady y su equipo que durante los últimos
treinta años han estado desarrollando investigaciones en torno al inframundo
maya y que son un referente en estas temáticas al estudiar las cuevas como un
objeto construido que se integra a la arquitectura (Bonor, 1989; Brady y
Ashmore,1999; Brady y Prufer, 2005; Brady, 2012). En la zona maya se vincula al
complejo cueva-pirámide en las que éstas juegan un papel clave en la
creación de las ciudades (Brady y Bonor, 1993: 76). De la misma manera, las
ciudades se encuentran ineludiblemente ligadas a las dinastías reales mayas y
las cuevas a ellas también. Las cuevas se vinculan de nuevo al poder, al agua,
a la fertilidad y a la renovación. Según Bonor Villarejo, las cuevas no van a ser
únicamente la representación del inframundo, sino que también serán
consideradas como el lugar habitado por los dioses e, incluso, la patria lejana y
primera de los primeros hombres. Esta serie de circunstancias originan que las
cavernas sean recintos donde los mayas prehispánicos celebraran ritos de muy
variada índole. Enterramientos, incineraciones, sacrificios y manifestaciones
artísticas, son el resultado de algunas de estas ceremonias (Bonor, 2003: 4-5).
Durante el Posclásico la cueva se incorporará de manera clara con el
discurso oficial del poder, siendo los mexicas los que le dotarán de una clara
connotación legitimadora. Es importante el papel que tienen las cuevas con el
sacrificio de niños asociados a los cultos de los tlaloque, los ayudantes de Tlaloc.
Según Motolínia, eran degollados y envueltos en mantas para luego ser
enterrados en cuevas como una metáfora de la semilla del maíz lista para
germinar (Montero, 2002: 32). Finalmente, la representación de las cuevas en los
códices es una constante, sobre todo en los vinculados con la historia dinástica
del Altiplano, para explicar los mitos de origen. Ejemplo de ellos los tenemos en
el Mapa Tlotzin con la representación de seis cuevas pintadas en un destacado
tono blanco en cuyo interior se encuentran seis parejas acompañados de una
cesta de las que se usaban para cuna de los infantes (Mohart, 2011: 15). El mismo
motivo se utiliza en el Mapa de Cuauhtinchan nºs 2 y 3 en la que la
representación de Chicomostoc, las siete cuevas, se vincula con la historia
oficial de los tolteca –chichimeca y los nonoalca-chichimecas como el lugar
sagrado en donde se reúnen los guerreros chichimecas (Güemes ,2011:95 y 99).
78
La Conquista y colonización del recién creado Virreinato de la nueva
España (1535) supondrá cambios significativos en la estructura política, social y
cultural de los territorios progresivamente apropiados a las poblaciones
indígenas. Cierto es que no va a ser un proceso homogéneo y que va a
depender de muchos factores que van desde la accesibilidad a las tierras, el
tipo de explotación que se puedan hacer de los nuevos territorios; así como el
papel que van a jugar las propias sociedades indígenas en la propia Conquista
que, con sus propios intereses son partícipes de este histórico, sea por asimilación
o resistencia. Olvidando la dicotomía español versus indígena como un binomio
indisoluble de conflicto continuo, la historia de la transformación del territorio
resulta fascinante. Bajo este prisma se pueden observar los diferentes procesos
por los cuales las poblaciones nahuas y acolhua se van a reorganizar bajo el
nuevo orden político negociando y manteniendo cargos en sus territorios
locales. En el caso del Valle de Teotihuacan, a lo largo de todo el siglo XVI, el
linaje gobernante de los Quetzalmamalitzin y la casa real de Texcoco
mantendrán el control político local en el territorio (Moragas, 2012).
A partir del siglo XVI se incorporan al conocimiento de este período nuevas
fuentes de estudio. Más allá de las crónicas oficiales y oficiosas de los hechos y
reclamos del proceso de conquista, resultan aún más sugerente las
documentaciones proporcionadas por el poder local; las que se generan por
parte de las administraciones y que conforman legajos de peticiones y
reclamos, notas, solicitudes informes y breves resoluciones y órdenes que nos
muestran la cotidianeidad de la vida administrativa de las poblaciones.
Progresivamente se va poniendo en valor la documentación cartográfica; es
decir, los mapas coloniales como un recurso histórico de gran importancia. Los
mapas del periodo novohispano responden a casuísticas muy diferenciadas.
Algunos muestran la mano experta de un profesional que responde a un
mandato Real, mientras otros son apenas esbozos que acompañan a una
reclamación por unas lindes y tierras. Los mapas coloniales del centro de México
muestran la mezcolanza de una tradición pictográfica indígena en la
representación de tierras y elementos naturales con la existencia de nuevos
elementos a representar, como van a ser las nuevas construcciones de factura
europea. Las iglesias, casas, caminos de postas (representados por las
herraduras de los caballos etc…) son, por citar algunos ejemplos, representados
de manera particular según la mano del ejecutor. La cartografía colonial nos
ofrece la posibilidad de estudiar los fenómenos de asimilación y cambio en la
representatividad indígena a lo largo del tiempo.
Bajo esta premisa resulta interesante observar cómo en algunos de estos
mapas se llegan a representar las cuevas casi siempre vinculadas a cuerpos de
agua. La cueva es enfatizada como lugar de donde surge el agua en la misma
manera que, en época prehispánica se configuró la idea inicial del altepetl –
cerro de agua en náhuatl. La representación perdura en el tiempo. Hernández
Andón nos muestra el mapa de San Ángel y Tlacopaque fechado en 1709 que
acompaña a una disputa sobre el agua del río de San Bartolomé. Dicho río
regaba las tierras de la Hacienda de doña Ana Pérez de la Barreda, los pueblos
de Tetelpa y Tlacopaque y el convento de San Ángel. El conflicto está servido a
tres bandas: por un lado entre la Hacienda y el Convento y de rebote la
población indígena perjudicada y que reclama su agua por ser los que
79
construyeron desde tiempos de la gentilidad los canales y acequias. Resulta
significativo que en la representación cartográfica, la fuente del agua surge a
raudales de la boca de una cueva con una representación en su forma que
nos retrotrae a la iconografía prehispánica más formal (Hernández Andón, 2011:
38-39). No sabemos si es un guiño del tlacuilo a las pretensiones indígenas o
simplemente que la convención iconográfica sigue presente aún a principios
del siglo XVIII.
Progresivamente se dará una profunda transformación del pensamiento
indígena en la que la compleja teogonía prehispánica se irá sustituyendo por la
doctrina cristiana. Si en la época prehispánica se integraba el pasaje natural en
una cosmovisión determinada es óbice que con la implantación de un nuevo
orden social la percepción se vaya adecuando a las nuevas prácticas culturales
mostrando una realidad poliédrica. Según Sánchez Vázquez, en el caso de las
poblaciones otomíes, los elementos rituales de la geografía cultural (cerros,
cuevas, piedras, manantiales…) conjuntan una nueva ideología religiosa
formada por las raíces mesoamericanas y elementos occidentales que
conformarán una cosmovisión sincrética. El estudio de las interrelaciones entre
ambas cosmovisiones en un marco cultural dinámico articularán un sistema
ideológico sui generis (Sánchez Vázquez, 2007: 2). Es por ello que debe de ser
visto como un proceso poliédrico en el que se conjugan numerosas casuísticas
políticas, económicas y sociales que generarán lo que MarÍa Angélica Galicia
Gordillo denomina una tradición católica indígena propia (Galicia Gordillo,
1997).
80
estructurada y con una liturgia muy bien definida. Pero mientras que a nivel
político, parte de la nobleza indígena verá en su pacto con los españoles la
posibilidad de recuperar tierras y poder en áreas anteriormente sometidas a los
mexicas a nivel religioso va a ser otra cuestión. Aparentemente y en un primer
momento, la población indígena abraza con entusiasmo la nueva religión pero
la realidad es que pronto intentarán incorporar las nuevas creencias con sus
propias tradiciones. El resultado será visto por parte de la jerarquía eclesiástica
como una herejía y una idolatría. Los juicios contra la población indígena
muestran, en algunos casos, el uso que hacen de las cuevas tanto para
esconder las estatuas de sus dioses y realizar allí los correspondientes ritos en un
intento de mantener la pervivencia no de una tradición cultural sino del correcto
funcionamiento del cosmos mexica en un tiempo convulso (Jiménez, 1946: 8-9).
La adopción a los nuevos cultos suponían también para las elites indígenas un
reto para mantener su coto de poder en una sociedad cambiante y en la que
la religión, antes y después, juega una factor clave para mantener la legitimidad
del poder, sobre todo a nivel local. Sin embargo no va a ser un proceso
homogéneo en la que la cultura de los pipiltin y de los macehuales marcará
diferencias sustanciales en los cultos.3
Uno de los cultos más destacados en el centro de México es el santuario
del Cristo de Chalma, lugar en dónde se asentaba el cacicazgo de Ocuilan que
fue conquistado por Axacayatl y por lo tanto incorporado al imperio azteca
como tributario. En la primera mitad del siglo XVII, Fray Juan de San José funda
el santuario del Cristo de Chalma que pronto tendrá una gran devoción. En
1683, Francisco de Florencia recoge las tradiciones del lugar mencionando la
devoción que tenían los lugareños a un ídolo -Dios de las Cuevas- y las penas y
esfuerzos que los frailes agustinos tuvieron para evangelizar a la población local.
En 1540 se sucede el milagro cuando Fray Nicolás Perea y Fray Sebastián de
Tolentino habían convencido a los lugareños y dispuestos estaban en colocar
una cruz que sustituyera al ídolo que se mantenía en la cueva, cuando
milagrosamente, apareció la imagen del Cristo crucificado. Los milagros se
suceden en este espacio subterráneo ya que milagrosamente la tierra se
reblandeció para acoger en su seno a Fray Bartolomé de Jesús María y así
sucesivamente. Toda el área es reconsagrada y cada una de las cuevas con
una imagen sagrada de la Virgen y de los beatos. Durante el siglo XVIII el lugar
se engrandece y finalmente en 1783 consigue la distinción de Real Convento y
Santuario de Nuestro Señor Jesucristo y San Miguel de las Cuevas otorgado por
Carlos III. Sin embargo y a pesar de tal engrandecimiento, el lugar siguió
manteniendo la devoción popular con bailes y ritos de tradición indígena (de
Mendizábal,1925; Carmona, 2013).
Otra vinculación interesante es la que se da en el culto al Señor de la
Cuevita en Iztapalapa, lugar de veneración aún en día. En este lugar el
antecedente nos lo da la veneración a Tlaloc, el Dios de las aguas de fuerte
raigambre en las poblaciones prehispánicas e indígenas del centro de México.
Las deidades prehispánicas tenían numerosas advocaciones y entre ellas Tlaloc
se asocia a los cerros, del camino o de la cueva larga (Jaramillo 2011: 31). En
este caso la figura del Cristo crucificado se relacionará con la idea del Santo
3 Según Broda, la progresiva eliminación del culto de las élites indígenas será clave en el proceso
de cristianización. “Mientras que el culto Católico se estableció en las ciudades y las cabeceras
municipales, los ritos agrícolas que guardaban una continuidad con las prácticas ancestrales se
trasladaron fuera de las ciudades al paisaje : a los cerros, las cuevas y las milpas” ( Broda 2003,16).
81
Sepulcro, lugar de entierro y resurrección, escena perfectamente comprensible
dentro de la imagen del ciclo agrícola con sus fases de muerte y regeneración
de la tierra. Esta idea está vinculada con el ciclo de regeneración del maíz
(Broda, 2004). Jaramillo identifica otros Santos Entierros de la siguiente manera:
4 Según la tradición oral, esta peregrinación tiene su origen en San Miguel Tolimán en el año de
1713; posteriormente se cuenta que llegó una creciente que “pegó de borde a borde” y que para
cuando pasaron las enfermedades de la gripa, el cólera y el hambre, hicieron una peregrinación
junto con los de Tolimanejo (hoy Colón, Querétaro) y Tierra Blanca (Guanajuato) al cerro
Zamorano, donde se reunieron las tres cruces, se celebró una misa y se dieron “la palabra de las
víboras que se les pasaban a la gente como a Moisés” (Castillo 2004:160).
82
diablos son sus habitantes y cuidan que no se les escapen las personas que
van a dar a ese lugar espantoso. Están armados de bieldos con los que sin cesar
pinchan las almas para hacerles mayores daños” (Gamio, 1922: 210).
4.- Explotación económica de las cuevas. El caso de los barros de San Lucas
Tenango
No hay que olvidar que las cuevas, a lo largo de su historia, nunca debieron
de perder sus aspectos más funcionales de la misma manera que así había sido
en épocas pretéritas. En la población de Santa María Cozotlan, en el valle de
Teotihuacan, se encuentran casas-cuevas que, Manuel Gamio destaca, no son
casa pobres sino lo considera una costumbre local en la que las clases más
pudientes embellecen las entradas y los interiores con muebles y enseres
(Gamio, 1922: 586). Las cuevas, hasta época contemporánea, seguirán siendo
usadas como lugares de habitación y sobre todo como lugares asociados al
almacenamiento de los aperos del trabajo agrícola y establo de animales de
labranza. También para usos tan pragmáticos como son basureros en épocas
algo más actuales.
Nos ha parecido interesante consignar el curioso caso que se dio a finales
del siglo XVIII en los lindes del Valle de Teotihuacan. En 1798, el Sr. Ignacio Javier
de Larrañaga y Doña Antonia Josefa Alva Cortés, viuda del cacique Don José
Antonio Torres, solicitan permisos para la explotación de los barros de las cuevas
situadas en ese lugar y que se encuentran bajo la jurisdicción de Teotihuacan.
Su argumento es la extrema calidad de dichos barros que los hace sujeto de su
explotación económica como materia prima para la producción de crisoles y
otras vasijas muy específicas. Con ello pretenden proporcionar la materia prima
para la producción de estos materiales vinculados a la producción y amalgama
del oro y la plata. Asimismo, la calidad de estos barros, argumentan los
solicitantes, es apta para la producción de morteros para los hospitales. El
Superintendente de la Real Casa de la Moneda no les es del todo positivo ya
que no considera que la calidad de dichos barros, dada la muestra de barro
crudo presentada, sea lo suficientemente adecuada para dicho uso,
aceptando la explotación del barro pero no para el fin propuesto5. Al parecer
5
Archivo General de la Nación (AGN), Instituciones Coloniales/Gobierno Virreinal/Industria y
Comercio (059)/Contenedor 03/Vol.4, exp. 12. .f 252-254.
83
era la segunda vez que los demandantes lo intentaban y como años anteriores
no garantizaron la calidad necesaria para tal uso. No debía de ser una cuestión
baladí o puramente anecdótica que deseen vincularse con la producción de
plata y oro y contribuir a la explotación minera. En todo caso, fueran o no fueran
lo suficientemente puros los barros de dichas cuevas sí que nos sugieren otros
modos de explotación de las mismas.
Conclusiones preliminares
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Abstract: The Catalan presence in the Viceroyalty of the Río de la Plata is not
only characterized by the commercial area. During the British invasions of 1806
and 1807, two militia of Catalan origin were autogenerated, which distinguished
for their military actions. Their evolution and internal relationships help us to
understand the battles inside the Plata's society: Creoles vs peninsulars,
monopolists vs liberal, Montevideo-Buenos Aires, Viceroy vs Council, Alzaga vs
Liniers
Introducción
Este artículo intenta dar una visión general de la actuación de las milicias
"de catalanes" que se instituyeron en el Montevideo y Buenos Aires para la
Reconquista (1806) y la Defensa (1807) contra la ocupación británica del Plata.
Este estudio inicial parte del marco en el cual se está constituyendo nuestro
estudio transversal de tesis doctoral.
A la hora de estudiar los procesos de independencia dentro del virreinato
de la Plata, no se puede obviar la fuerte influencia que tuvieron las llamadas
"invasiones inglesas" para los territorios administrados por Buenos Aires. Será a
partir de este conflicto, por ejemplo, que aparecerán los elementos que
88
provocarán el choque entre peninsulares y criollos camino de la independencia.
También provocarán que las poblaciones porteña y montevideana generaran
unas relaciones entre ellas y con la propia metrópolis que evolucionaron
radicalmente: De una primera colaboración para expulsar a los ingleses,
pasaron a una férrea oposición de modelo político-económico para,
finalmente, llegar a un proceso de escisión entre las dos orillas del Río de la Plata.
¡En menos de 5 años! Pero estos movimientos no serán sólo de tipo político de
las instituciones ya que si algo ha caracterizado a las Invasiones inglesas es el
provocar la implicación de la población en el conflicto e iniciar el asalto al
poder de la población criolla (e hispanos liberales) que posteriormente
protagonizará el proceso de independencia de las Provincias Unidas del
Virreinato del Plata (Cuadra, 2011: 52).
Para poder entender la gestación y evolución de estos procesos, llenos de
idas y venidas, de posibilidades y de encuentros y desencuentros, nos
centraremos en el caso paradigmático de esos catalanes que, pese a su
silenciada/silenciosa historia, participaron de forma muy activa en estas
contradicciones. Analizaremos primero cuál fue la presencia catalana a finales
del siglo XVIII, la gestación de dos grupos de oposición a las Invasiones, cuáles
fueron sus vinculaciones políticas y las consecuencias sufridas por sus
posicionamientos en los conflictos previos a los procesos independentistas.
89
El crecimiento de la Cataluña de mediados del siglo XVII no es un caso
aislado, pues coincide también con el ascenso de la periferia española. Su
aumento de producción y su salto al comercio atlántico y a la Carrera de Indias
no sólo tendrá como causa o consecuencia un crecimiento económico, sino
que, igualmente, será básico el crecimiento demográfico, ya que gracias a él
se pudo llegar a una expansión de la comunidad comercial catalana a nuevos
mercados. Inicialmente esta diáspora comercial se realizará hacia territorios
internos de la península (Pérez, 2010: 39-40), especialmente Galicia, desde
donde también partieron muchos hacia América. El sistema tradicional catalán
de herencia facilitó la presencia de muchos hijos pequeños de familias con casa
comercial en la península. Dado que el hermano mayor era el que heredaba el
patrimonio y las tierras, la cadena de herencia entre hermanos decrecía hasta
fomentar que, para ganarse un futuro, los más pequeños iniciaran su carrera
comercial en sedes de las casas familiares en territorios alejados (Dalla-Corte,
2011: 34). Así muchos de esos comerciantes o pilotos jóvenes, como pudo ser el
caso de Domingo Matheu, iniciaron su vida comercial inicialmente con viajes a
territorios americanos, en el caso catalán en su mayoría fue Cuba, para
posteriormente consolidar su posición asentándose en los territorios virreinales,
en nuestro caso Montevideo y Buenos Aires, donde abrir una nueva sede
vinculada a la península. Gracias a la estructura educacional de las escuelas
de pilotos de Mataró, Arenys de Mar o Barcelona, muchos de estos jóvenes
fueron educados en las artes del pilotaje o matemáticas, convirtiéndolos en
portadores de grandes conocimientos técnicos que después aplicarían a sus
carreras en Indias, y muchos a las nuevas estructuras independientes
americanas.
Como bien han remarcado los estudios de Pierre Vilar, Jaume Vicens-Vives
y otros sobre la Catalunya de finales del siglo XVIII serán las compañías de
capital familiar, "la barca", las que impulsarán los viajes a los puertos de Indias, e
iniciarán las redes entre comerciantes ya sea por vía matrimonial/familiar directa
o indirecta con los padrinazgos de hijos/as de comerciantes (Dalla-Corte, 2000:
24). La actividad catalana fue definida por Harrington como "factoría" y se veía
en Montevideo como "De todos estos proyectos en que hierve el pueblo se
puede decir que los catalanes son la levadura (...)" (Harrington, 2014: 33).
Esta estructura económico-familiar particular quedaba inmersa en las
conocidas como "reformas borbónicas" de Carlos III y sus ministros que intentaron
reconducir y modernizar el sistema virreinal a los nuevos tiempos, cosa que sirvió
para que se abrieran definitivamente las puertas del comercio con América a
los grupos comerciales hispánicos periféricos. La reorganización borbónica de
los virreinatos desgajó en 1776 del virreinato Perú, pese a su oposición (Socolow,
1991: 13) al nuevo virreinato de la Plata, con Buenos Aires como capital. El
sistema económico estaba cambiando y esta capital era un fuerte enclave
comercial, y de contrabando, ideal tanto para el circuito comercial atlántico
como de entrada al resto de territorios del continente (Socolow, 1991: 16-17). Su
ejemplo máximo es la promulgación del Reglamento y Aranceles Reales para el
Comercio Libre de España a Indias de 1778, que inició el librecambio de 13
puertos de la metrópoli (Barcelona y Tortosa) con otros tantos americanos
(Montevideo y Buenos Aires), rompiendo así el monopolio que las ciudades de
Sevilla y Cádiz mantuvieron durante años. Acompañando a esta medida, fueron
surgiendo otras Reales Ordenes, según las necesidades comerciales y
geopolíticas, por las intermitentes guerras con Inglaterra y el consecuente
bloqueo comercial. Así se promulgarán leyes que abrirán en el comercio con
90
neutrales en los casos de bloqueo con la metrópolis (1797), aunque serán
derogadas rápidamente por la oposición monopolista (1799) (Floria, 1999: 33).
Los grupos comerciales en Buenos Aires, muy beneficiados por el comercio
monopolístico, y vinculado entre sí por una enmarañada red de relaciones
personales y comerciales, decidieron buscar una institución propia que les
permitiera encontrarse para discutir sus negocios y defenderse en caso de
pleito. Así se promulgó en 1794 una Real Orden por la cual se erigía el Consulado
de Buenos Aires con una misión inicialmente estatalista, a diferencia de los
antiguos consulados, es decir fomentar el comercio con España aumentando
el control de ésta sobre sus actividades (Floria, 1999: 44 y 49). El sistema de justicia
se impartía entre pares, es decir, no necesitaban de asesoramiento legal si no
era un caso de difícil acuerdo entre las partes, que era lo que se pretendía con
esta institución que poco a poco fue aumentando su autonomía respecto a los
interese metropolitanos, producto de las interrupciones de su flujo por las
guerras, y generando sinergias internas reflejo de la realidad del propio territorio
que forjarían a gran parte de los elementos revolucionarios o harían circular sus
inquietudes (Floria, 1999: 47). Además, este sistema les otorgaba un marco legal
diferenciado del resto de la población, pues se regían por el derecho
consuetudinario comercial.
Como ya veremos, será en esta institución donde a inicios del siglo XIX,
coincidiendo con una época de crisis, se empezará a consolidar el grupo
comercial catalán con fuerza, desplazando levemente a otras comunidades
comerciales. Será este cambio "geográfico", que conllevaba sistemas de
comercio diferentes, donde también empezarán a entrar comerciantes criollos
de la élite económica y política. (Floria, 1999: 23). Significativamente, durante
las invasiones inglesas, muchas de las personalidades comerciales presentes en
el Consulado verán tanto en la política (Alzaga y sus seguidores con el acceso
al Cabildo) o en las milicias de defensa (como es el caso catalán, gallego y
vasco) un punto de inicio para ganar posiciones de poder en los huecos que
dejaban las grietas del sistema colonial. Este movimiento es el que pronto servirá
de pieza clave en las luchas entre peninsulares monopolistas/criollos-
peninsulares liberales.
91
urbes americanas, pese al férreo control de la monarquía hispánica, las obras
de los pensadores revolucionarios e ilustrados han calado y han acompañado
a los grupos favorables a la independencia.
Desde inicios de siglo ya se rumoreaba sobre las ansias expansionistas del
comercio inglés sobre Buenos Aires, por su importancia estratégica. Es
comprensible que para el Marqués de Sobremonte, a su llegada como nuevo
virrey en 1804, estas habladurías fueran una gran fuente de temor pues conocía
la gran falta de efectivos de ejército de línea de su época como Subinspector
de tropas (Aramburo, 2011: 33) y la deficiencia del armamento, desgastado y
minimizado desde las expediciones del primer virrey, Don Pedro de Cevallos, así
como por la rebelión de Túpac Amaru en 1780. De los 4.415 efectivos que en
teoría necesitaba el Virreinato, sólo había 2.020 (Roberts, 1938: 67) y sin previsión
de que la metrópoli enviara recambios. El sistema de milicias urbanas, que
formaban parte del sistema borbónico, tampoco funcionaba, pues de las 14.000
teóricas sólo se disponían de1.700 mal entrenadas y apertrechadas. Para
incentivar más el miedo de Sobremonte, en diciembre de 1804 España entraba
en guerra contra Gran Bretaña por el ataque que el 5 de octubre esta había
hecho contra una escuadra de cuatro fragatas españolas en el Cabo de Santa
María.
Significativamente el 14 de octubre, semanas antes de este ataque, el
comodoro Home Riggs Popham y Francisco de Miranda (político y militar
venezolano muy implicado en la lucha por la independencia de Latinoamérica)
presentaron al Primer ministro inglés William Pitt el joven, un memorando donde
se analizaban los grandes beneficios de un establecimiento comercial en
Buenos Aires para ganar influencia en el continente (Gallo, 1994: 38-39).
En este contexto se entiende que en 1805, tras el avistamiento por la costa
de Brasil de una flota inglesa al mando del Popham, Sobremonte envía las
escasas tropas de línea disponibles en la capital para defender a Montevideo
de un posible ataque inglés. En verdad, el destino de los ingleses era ocupar la
colonia holandesa del Cabo de Buena Esperanza pero, igualmente, dejaron un
barco de "inspección" en el Río de la Plata que no fue abatido por el virrey.
Pese a esta falta de efectivos y ante un posible ataque inglés, Sobremonte
seguía reacio a darle armas a la población para la defensa ya que temía tanto
a los intentos revolucionarios internos de los seguidores de Francisco de Miranda
como a los “pícaros” amigos de los ingleses (Aramburo, 2011: 11). Recordemos
que en 1783 se formalizó la independencia de los Estados Unidos de la corona
británica, esto abrió una nueva frontera de posibilidades políticas y económicas
en el continente. Ante esta falta de acción del representante del rey,
corporaciones como el Consulado de comercio y el Cabildo de Buenos Aires,
preocupados ante esta situación, decidieron armarse, organizar cañoneras
para la defensa fluvial y, ante un posible bloqueo, habilitar el acceso al mar por
la ciudad de Maldonado (Tjarks, 1962). Será la sensación de despreocupación
virreinal la que iniciará el sentimiento, entre algunos miembros de la élite
económica, de falta de apoyo por parte de las autoridades virreinales y de la
necesidad de valerse por sí mismos para garantizarse su seguridad.
92
del momento necesitaba cuidar todas las posibles alianzas incluso de antiguas
enemigas, si bien el gobierno inglés estaba al tanto de los posibles beneficios de
esta ocupación. Además, existía un aliciente personal de Popham por la
presencia en Buenos Aires del tesoro de la Compañía de Filipinas, gracias a los
informes de Guillermo Pío White, comerciante-espía angloamericano residente
allá.
Tras la ocupación del Cabo, Popham y su flota, junto con un refuerzo de
soldados y milicianos sobrantes al mando del general David Baird, navegaron
hacia a Buenos Aires e iniciando el 25 de junio de 1806 el desembarco en las
costas de Quilmes, a 20 Km de la capital, con una fuerza al mando del general
W.C. Beresford de unos 1.600 soldados, destacando el Regimiento 71 de
Highlanders. Pese a que Sobremonte fue avisado el día 23 de la llegada inglesa,
el desembarcó se produjo sin ninguna molestia para los ingleses (Roberts, 1938).
El 27 de junio, y tras algunas escaramuzas y combates frente a una
población poco entrenada y mal apertrechada las tropas inglesas ocuparon
Buenos Aires. Dejaremos de lado la gestión del gobierno de Beresford como
gobernador de Buenos Aires, así como el peso de las simpatías/antipatías contra
los ingleses por parte de la población porteña.
Llegados a este momento dividiremos la explicación en dos frentes,
siguiendo con el lenguaje militar, para analizar los dos grupos de defensa
compuestos por miembros de la comunidad catalana: un grupo en Montevideo
(Tercio de Miñones) y uno de interno en Buenos Aires (Patriotas de la Unión).
Analizaremos sus orígenes, composición y actuación, ya que serán sus
posicionamientos políticos, más allá de sus actuaciones militares contra los
ingleses, con respecto a la política porteña y virreinal los que participaron del
desmiembre del orden social y económico existente que consolidó posiciones
que poco a poco llevarán a la independencia.
Cabe destacar la rápida reacción de la población de Montevideo para
organizar la reconquista de Buenos Aires. Muchos autores hablan de la
solidaridad entre las dos ciudades como causa principal. Ciertamente esta
puede ser una, pero existen otras menos prosaicas: Montevideo era una ciudad
con gran población española, con ánimo para defender territorio de la corona
y es posible que el elemento criollo, que pudiera ver con buenos ojos la
protección inglesa, fuera menos fuerte. Pero tampoco hemos de olvidar que,
antes de iniciarse las oposiciones entre las dos ciudades el puerto de
Montevideo estaba sometido al de Buenos Aires, donde residía la Aduana, pese
a que orográficamente el primero era mejor. Mientras el puerto de Buenos Aires
estuviera bloqueado, el comercio montevideano no podía funcionar.
Si seguimos el hilo de la teoría económica entenderemos que los
comerciantes, los catalanes entre ellos, no sólo temerían la pérdida de
beneficios si no que luchaban contra de un cambio de modelo, de monopolista
a liberal, que les arrebataría su influencia en el virreinato. En contra de lo que se
ha insinuado, los comerciantes catalanes no lucharon por su "hispanidad" o
ausencia de ella, sino por algo que caracteriza a esta comunidad: su
practicidad. El modelo imperante les beneficiaba enormemente, en tierras
indianas y en la península (Harringotn, 2014: 39).
Un grupo de comerciantes catalanes en Montevideo, Miguel Costa y
Teixidor, Jaume Illa y sobretodo el barcelonés Miguel Antonio Vilardebó, vía los
hermanos Llavallol desde Buenos Aires, recibieron prontamente la noticia del
desastre contra los ingleses y decidieron actuar. Fue el propio Vilardebó el que
propuso la creación de una milicia catalana que acompañara a los regulares
93
enviados en 1805 quienes, liderados por el gobernador de la plaza fuerte
Pascual Ruiz Huidobro, irían a reconquistar Buenos Aires. Este comercial no sólo
sufragó la creación del tercio de Miñones catalanes ante el Cabildo, sin no que
también lideró la recogida de fondos para los gastos de la guerra con sus
compatriotas Joan Nonell, Magin Baltasar y otros así como realizaron empréstitos
sin intereses o abrieron sus almacenes para abastecer a la población y a las
milicias. (Etchechury, 2013: 132).
De esta forma se instituyó el llamado Tercio de Catalanes o de Miñones de
Montevideo compuesto por 120 milicianos, 60 de los cuales habían sido tropa
de línea en los ejércitos reales de Carlos IV. Por el momento, se conoce que
algunos de sus componentes lucharon en la Guerra del Rosellón, llamada
también Guerra de la Convención o Guerra Gran en Cataluña. La propia tropa
eligió al teniente de los Migueletes de Tarragona, Rafael Bufarull y al subteniente
José Grau i Font como oficiales del tercio.
Es importante destacar que pese a que en algunos textos se haga mención
a los Miñones como Migueletes, y siendo los dos términos alusivos a dos tipologías
de milicias que desde el siglo XVI lucharon contra franceses y castellanos, no
será hasta 1807 que se constituya un cuerpo llamado así (sin ligazón con la
comunidad catalana) y liderado por Alejo Cástex.
Finalmente, el 23 de Julio partieron las fuerzas reconquistadoras con
Santiago del Liniers, militar venido de Buenos Aires para liderar estas tropas en
lugar de Huidobro. A los 871 efectivos de tropas regulares se les unieron las
milicias generadas en la propia plaza: 150 de la Infantería de Montevideo, 120
Miñones y los 73 marinos del corsario Hipólito Mordeille.
Desembarcadas ya en territorio porteño, y engrosados con diversos grupos
de voluntarios, el avance de Liniers fue bastante rápido, destacando los Miñones
en diversas escaramuzas contra posiciones inglesas por su condición de tropa
ligera. El 11 de agosto Liniers ocupa y asegura a las afueras de la ciudad la plaza
del Retiro donde estaba situado el Parque de Artillería, e inicia los preparativos
para el asalto final de la Reconquista de Buenos Aires. En esta espera, los
Miñones protagonizaron una conocida anécdota que es mencionada en
muchas de las crónicas, incluyendo los papeles oficiales de Liniers:
Fue tan inesperada esta avanzada de los Miñones que pudo desbaratar el
plan de Liniers y Martín de Pueyrredon para comunicarse en secreto con
Beresford en el Fuerte y llegar a un acuerdo de paz. Iniciado este último ataque
de los catalanes, más concretamente durante la captura del cuartel de la
Ranchería, se produjeron la mayor parte de las bajas: 3 muertos y 4 heridos.
94
4.- Los patriotas de la Unión y la reglamentación miliciana
1Biblioteca de Mayo, Buenos Aires, Senado de la Nación, Tomo III: Autobiografías, Matheu, Tomo
XII, Sumarios y expedientes, 1961.
95
porteñas se estaban tomando en nombre de una metrópolis distante. Este
ascenso se produjo por una aclamada oposición a la figura de Sobremonte por
parte del pueblo, cosa aprovechada por el Cabildo que, junto a la Audiencia,
mantendrían el poder civil en el virreinato, para el cambio por el militar francés.
Las tropas pasadas por Montevideo fueron enviadas a reforzar a la ciudad
en septiembre de 1806 y se iniciaron las discusiones sobre si la creación de las
milicias populares podría ser un buen sistema para paliar la falta de efectivos. Es
importante entender que, pese a la tradición cuanto menos legalista de esta
institución miliciana, suponía un riesgo para las autoridades ya que con la
población armada se facilitaba el que algunos grupos indujeran al pueblo a la
insurrección. Pero, por otro lado, también esta opción era bien vista por las élites
del virreinato (de todo tipo) pues les proporcionaba una base para
sobreponerse a sus oponentes dentro de la ciudad (Halperin, 1979: 139). En este
caso se iniciaban los enfrentamientos entre las autoridades hispanistas y el
comercio monopolístico, por un lado, y las elites criollas con los elementos
liberales y Liniers como "títere" por el otro.
Será el 6 de setiembre cuando Liniers haga la proclama pidiendo a toda
la población "en estado de tomar las armas" la constitución de milicias
organizadas por procedencia, tanto de España como del virreinato (Di Meglio,
2006: 152), lo cual ya nos da un indicio del juego de influencias que se iba
organizando dentro de la ciudad y que alimentaba los sueños políticos de los
grupos independentistas. Además se constituirá la militarización de la población,
lo que servirá de base para el proceso revolucionario que se iniciará en 1810. Lo
más curioso del caso es que hay una petición oficial al Cabildo del 19 de Agosto
de 1806 por parte de Jaime Nadal y Guarda, Jaime Lavallol, Juan Larrea y
Olaguer Reynals para la creación legal de un tercio de "naturales del Principado
de Cataluña" (Vaquez, 2008: 90). Ya hemos destacado que la comunidad
catalana, junto a la vasca (que dominaba el Cabildo) y la gallega,
representaban a los intereses monopolísticos y en cierta manera a los del
virreinato tradicional. De ahí que se pueda entender el periodo de espera hasta
que Liniers no diera el visto bueno a la petición, ampliándolo a los grupos "afines".
En 9 de septiembre se les pidió que se estructurara internamente
presentando para aprobación de las autoridades, un cuadro de mando y un
reglamento básico donde se incluyeran su estructura, características, uniforme
y las insignias representativas. El día 10 se presentaron en el fuerte para la
petición ante las autoridades y el 25 de septiembre de 1806, 20 signatarios
envían el reglamento de las 6 compañías del Tercio de Voluntarios Catalanes, o
Miñones, a Liniers con un número total de 583 efectivos.
Creemos que para entender la idiosincrasia de estas milicias es importante
analizar su organización interna. Se estructuraban con un alto grado de libertad
interna y de actuación, diferenciándose del ejército cosa que, y ya quedando
fuera del alcance de este artículo, provocará diversos conflictos en posteriores
eventos, incluso durante el proceso de independencia. Este sistema libertario no
era desconocido para los catalanes pues seguían algunos esquemas de las
milicias ya citadas en las guerras peninsulares. De acuerdo a Vázquez, el
reglamento fue el siguiente:
“1º: Que el nombre de este Cuerpo, que servirá en clase de Infantería Ligera, sería
Urbanos Voluntarios de Cataluña y sus Vanderas serán fondo amarillo, con el
Escudo de Castilla y León á la derecha y á su izquierda el del Principado de
Cataluña.
96
2º: Que ha de tener por principales Gefes un primero y segundo Comandante
nombrado por el mismo cuerpo.
3º Que cada compañía se compondrá de un Capitán, un Teniente, quatro
Sargentos, diez Cabos y cinquenta hombres, debiendo ser el Capitán y Teniente
nombrados por sus respectivas Compañías, y los Sargentos y Cabos á elección de
sus oficiales.
4º: Que todos se uniformarán á sus expensas y para los que no tuviesen como
costearlo, los Oficiales del Cuerpo verán de proporcionar los arbitrios necesarios al
efecto.
5º: Que el uniforme será: Sombrero con una alita al frente, una tirade piel negra,
que saliendo del ala vendrá á concluir en lo más vajo de la copa á la espalda, y
un cordón amarillo que dando la vuelta á la copa, terminará en dos borlitas, que
caigan sobre la oreja izquierda: Chaqueta y pantalón azul con collarín, vueltas,
vivo y botones amarillos hechos á lo Úsar, faxa carmesí, que ciña el cuerpo, media
bota: todo según el adjunto diseño.
6º: Que nuestros Oficiales cada uno según su graduación deberán usar del mismo
distintivo que los de Exército.
7º: Que las armas que han de usar los individuos de este Cuerpo serán Carabina,
pistola, y sable, cuyo armamento deberán facilitárseles, de estos Reales Repuestos
sin pérdida de tiempo.
8º: Que se exercitarán en el manejo de las armas hasta su total perfección, siendo
á cargo de los Comandantes y Capitanes de cada Compañía instruirlos en él por
medios, que juzguen mas convenientes, hasta que se hallen en disposición de
reunirse cada Compañía para evolucionar juntas.
9º: Que en caso que el Enemigo hubiese desembarcado distante de la población
y saliese el Exército, no obstante que por nuestra clase de Urbanos solo
debiéramos limitarnos á la custodia y defensa de la Plaza, para dar una prueba
completa de nuestro patriotismo nos ofrecemos á marchar también á atacarlo
hasta diez leguas de distancia de ella sin entenderse que por esto se nos pueda
obligar á salida alguna á la banda Septentrional de este Río.
10º: Que no se nos podrá precisar á servicio alguno de Plaza sino quando no
hubiese tropas veteranas o Milicias que cubran sus atenciones y en este caso á
nadie hará honores este Cuerpo más que á Dios, al Señor General y al Muy Ilustre
Cavildo.
11º: Que ni oficiales ni soldados gozarán fuero de guerra, no estando en facción,
según es ordenanza, y de consiguiente solo en este caso tendrán jurisdicción los
primeros sobre los segundos para ocuparlos en asuntos meros del Servicio.
12º: Que ningún individuo gozará sueldo ni ración, porque cada uno se obliga á
mantenerse á su costa aun estando en Campaña y solo se le subministrará de
cuenta de Su Magestad, la pólvora, balas y demás pertrechos que necesiten para
defensa de estos Dominios, quedando al cargo y cuidado del Comandante y
Oficiales nombrar sugetos que cuiden del acopio y surtimiento de víveres que
necesiten.
13º: Que el Cuerpo no dependerá, ni obrará bajo otras ordenes, que las de sus
gefes inmediatos y del Señor General de esta Plaza, ya sea que se las transmita
verbalmente, por escrito, ó por medio de sus Ayudantes ó Edecanes.
14º: Que siempre que el Señor General comunicase al Comandante algun orden
relativa al servicio, deberá este acordar su cumplimiento en Junta de Capitanes.
15º: Que este Cuerpo cesará luego que se concluya la presente guerra, y así
mismo los Oficiales dexarán de serlo, y que sus Vanderas quedarán depositadas a
su disposición en las Casas Capitulares de esta Ciudad hasta que se acuerde el
destino que deba dárseles” (Vázquez, 2008: 91-92).
Este último punto nos da una pista del fuerte componente comercial que
formó parte de estas milicias para la Defensa. Ya hemos destacado como estos
cuerpos sirvieron de trampolín para la ascensión social de muchos comerciantes
97
vinculados al Consulado de Buenos Aires. De ahí que fuera importante para ellos
el carácter temporal del cuerpo, pues su principal actividad era comercial y no
podían permitirse el lujo de convertirse en tropas a tiempo completo al estilo de
las de línea, como si harán otros tercios, como ya veremos.
Curiosamente, existe un documento en el Archivo General de Indias2
correspondiente a un borrador de reglamento de los Miñones hecho el 16 de
julio y que nos muestra las múltiples aristas del proceso de "milicianización". En él
se incluían un par de cláusulas, borradas para su presentación final donde se
destacaba que si por asalto o combate las tropas milicianas arrebataban
pertenencias del enemigo, se las repartirían internamente y, en otro punto, en
el caso que el ejército repartiera algo, ellos también la percibirían. No hemos de
contemplarlo como un acto de simple avaricia, sino que dado el bloqueo
comercial supondría la mejor oportunidad para poder hacerse con productos
ingleses que posteriormente podrían vender de contrabando. Esta práctica no
será inusual, pues tras la definitiva expulsión inglesa, el propio Liniers, como otros,
aprovechó su posición para conseguir apropiarse de productos británicos para
su venta.
En cuanto al cuadro de mandos de los Miñones, aunque hasta el momento
no hemos encontrado el original, sí que por fuentes secundarias podemos ver
como en los más altos escalafones de la oficialidad encontramos a varios de los
miembros del Consulado de Buenos Aires. En el cuadro diferenciamos la
aportación de Kraselsky (2011: 291-294) y la de Vázquez (2008: 93).
2Archivo General de Indias, Gobierno - Audiencia de Buenos Aires - Expedientes sobre la invasión
inglesa de Montevideo y Buenos Aires, Buenos Aires, 555,11, 16 de julio 1806.
98
excelentísimo señor virrey, quien / mandando poner presos a Sentenach, y a
Llach".3
5.- La Asonada
Dada la extensión del artículo y para dar un cierre al tema de las milicias
catalanas saltaremos hasta 1809, a la llamada Asonada de Alzaga. Este
conflicto simboliza el choque frontal de los dos grupos que cómo hemos visto,
se amparaban en las instituciones del Cabildo y la figura del Virrey para
enfrentarse desde inicios del siglo XIX. Remarcar que en 1807 y por aclamación
popular y un juego de casualidades en la jerarquía virreinal, Santiago de Liniers
sustituyó como virrey interino al depuesto marqués de Sobremonte. Un virrey
depuesto y otro alzado por las instituciones virreinales y el pueblo, sin la previa
aprobación del rey, una señal más del uso de las brechas del poder que iba
dejando el resquebrajado imperio hispánico.
3Biblioteca de Mayo, Buenos Aires, Senado de la Nación, Tomo III, Autobiografías, Matheu, Tomo
XII, Sumarios y expedientes, 1961, 10933.
99
El 1 de enero de 1809 se realizó la elección del nuevo Cabildo, con el
mantenimiento de Alzaga como líder del mismo. Este, usando como excusa la
nueva situación en España pedirá la destitución del virrey Liniers y la creación
de una junta, al estilo español, liderada por los cabildantes. No se ha de olvidar
que tras los alzamientos y fusilamientos del 2 y 3 de mayo de 1808 contra la
monarquía de José I se rompía la alianza con Francia y la Junta en España
devenía la representante de Fernando VII, heredero de Carlos IV. De esta forma
el Cabilo intentaba quitar del medio a Liniers, que no favorecía a los alzaguistas
y de paso recuperar y aumentar su poder dentro de la ciudad. Las quejas contra
Liniers iban tanto desde la crítica por los múltiples excesos veniales cometidos
por Liniers en su cargo, como por su origen francés y por tanto posible traidor.
Alzaga llamó al "pueblo" a defender su opción juntista (Di Meglio, 2007: 89).
Acudieron a secundarla los tercios de vizcaínos, catalanes y gallegos,
"curiosamente" los tres grupos interesados en mantener el comercio monopolista
hispánico. La tropa criolla, y en especial los Patricios de C. Saavedra, apoyaron
a un virrey Liniers en horas bajas, usándolo como parte de su escalada al poder
hasta la "madurez" del partido independentista. También les secundaron
algunos tercios españoles, como el de andaluces y los Patriotas de la Unión con
Esteve y Llach a la cabeza, mientras que Sentenach se posicionó junto a Alzaga.
Numéricamente superiores, el partido de Liniers ganó y la represión fue
dura. Los cabecillas del bando del Cabildo fueron detenidos, acusados de
instigar a la secesión y desterrados a Carmen de Patagones (última ciudad al
sud de la provincia de Buenos Aires, a 937 km de la capital). Los tres tercios,
destacados en las invasiones inglesas, fueron desmembrados y sus armas y
banderas, requisadas. Se inició paralelamente una persecución de estas tres
comunidades hispánicas llegando a detener a Olaguer Reynals comandante
de los Miñones o desposeer de su cargo consular a Juan Larrea. Incluso a
Domingo Matheu, que permaneció en su casa durante la asonada, fue
amenazado por:
4Biblioteca de Mayo, Buenos Aires, Senado de la Nación, Tomo III: Autobiografías, Matheu, T.III:
2266, 1961.
100
identificación interna y uniformizando el nuevo ejército pre-revolucionario.
Conclusiones
101
independencia. Curiosamente fue nombrado por la Primera Junta
independiente, y en concreto por Manuel Belgrano, como director de la
Academia de Matemáticas de Buenos Aires en 1810.5 Es sorprendente, pues en
el 1812, en un segundo complot de Alzaga, con una dudosa resolución
gubernamental, participa activamente junto a éste, muriendo en los mismos
términos que aquel. Un personaje poliédrico y relativamente difícil de estudiar.
En conclusión, son múltiples los caminos de investigación que las invasiones
inglesas nos abren y en las cuales las evoluciones de estas dos milicias pueden
servir de punto inicial para entender el caleidoscópico panorama de los
procesos pre-independentistas pese a que dada su importancia en el ideario
de los territorios del Plata y las múltiples guerras /revoluciones/ dictaduras que
han sufrido nos es difícil encontrar fuentes completas y en las cuales edificar los
estudios. Será un puzle histórico donde cada pieza es clave para analizar algún
aspecto de esta convulsa época.
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103
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Abstract: We study the intervention of those intellectuals who took part in the
revolutionary process of the Viceroyalty of the Río de la Plata between 1810 and
1813. More specifically the actions of those who took as a model the period of
the Jacobin terror of the French Revolution. We will analyze a vast corpus of
sources, from the press of the period to autobiographies of the protagonists of
the period.
Introducción
104
de aquellos intelectuales empeñados en renovar la vieja estructura de la
sociedad” (Chiaramonte, 1982: 75-76).
En este trabajo nos importa recuperar la actuación de los intelectuales más
comprometidos en reproducir en tierras porteñas la experiencia revolucionaria
francesa, o mejor dicho lo que en su imaginario había sido el período de la
República Jacobina (1793-1794). Para ello, partimos de algunos lineamientos
planteados por Hobsbawm en Los ecos de la Marsellesa (Hobsbawm, 1992).
Como es sabido, en dicha obra, Hobsbawm no analiza la Revolución francesa,
sino cómo operó en el imaginario social de quienes la tomaron como modelo
en los albores del siglo XIX. Nos proponemos analizar la empresa de los
intelectuales que tomaron el período jacobino de la Revolución francesa como
guía, ya que entendieron el momento del Terror (por ello su identificación como
terroristas) como el modo de conformar un marco de comunidad/nación
dirigido por el Estado. Por otra parte, para estos intelectuales, el jacobinismo
aparecía como el elemento que permitiría destruir las reliquias de la dominación
monárquica; y finalmente como la manera de vehiculizar la intervención de las
clases populares en el proceso.
El jacobinismo aportó algunas características centrales a su proyecto
político, particularmente en lo que hace al intento de combinar la
transformación democrática de la vida política de las masas (hasta ese
momento excluidas), con medidas para prevenir una contrarrevolución de
manos de la derrotada clase dirigente. El intento por establecer en Buenos Aires
una sociabilidad al estilo del París de las barricadas pobladas de sans-culottes,
despertó la aversión de quienes temían el triunfo de un espíritu revolucionario
afrancesado y la consiguiente movilización revolucionaria de las masas. Por
tanto, la Revolución francesa oficia de paradigma en el imaginario colectivo de
los intelectuales de la época, ya sean radicales o no.
Una de las características de ese proceso es la creación de un lenguaje
propio, o más precisamente de una apropiación de la experiencia francesa,
rastreable en las producciones de la época: marchas, loas, sátiras, ensayos
políticos, etc. A través de ellas podemos observar la labor de la intelectualidad,
preocupada en conseguir la dirección intelectual y moral del conjunto social.
Partícipes necesario del proceso de politización en el breve, pero intenso, trienio
de la radicalidad 1810-1813. Partícipes activos de la transformación cultural,
emplearon la palabra escrita para transmitir sus concepciones y su imagen del
terror jacobino a través de la prensa. Repasaremos los ámbitos de sociabilidad
-asociaciones literarias-; y los papeles públicos donde volcaron parte de sus
esfuerzos programáticos: la conformación del estado-ciudadano.
105
No obstante haber sucumbido ante la autoridad colonial, los involucrados en
ambas empresas mantuvieron sus vínculos, y pronto los encontraremos
trabajando en otras organizaciones económicas, políticas, militares y culturales;
facilitando, a su vez, la incorporación de nuevos miembros. Algunos de los
intelectuales comprometidos en las empresas de Cabello y Mesa, continuaron
su actividad literaria, colaborando con Vieytes en el Semanario de Agricultura,
Industria y Comercio (1802-1807); y posteriormente con Belgrano en el Correo
de Comercio (1810).
En ocasiones, estos u otros literatos escogían a los cafés de Buenos Aires
para celebrar sus tertulias. Allí se reunían escritores, poetas, cuentistas, cronistas,
y ensayistas para departir a plena vista del público sobre política y literatura. Al
realizar las tertulias en los cafés les quitaban el carácter restringido que
caracterizaba a las celebradas en casas particulares; aunque también permitía
la intromisión de la autoridad local. Fundamentalmente cuando la falta de
moderación se convertía en un convidado de las veladas. Así uno de los Oidores
de la Real Audiencia de Buenos Aires1, debió intimidar a los dueños de los cafés
para que no permitieran a sus clientes exceso alguno de lenguaje. Para cuando
los ecos de la Marsellesa, se dejen oír sin la mediatización de las derrocadas
autoridades virreinales, y la conducción de la Revolución busque un rumbo, los
cafés acogerán a los jacobinos porteños. Así lo relata un ciudadano
preocupado por el accionar de “algunos presumidos de sabios y doctores”2 que
se reúnen en los cafés para hablar de la Revolución. De acuerdo al artículo
publicado en El Censor el 7 de enero de 1812:
“retirado en uno de los ángulos del patio de un café, bebía sosegado un poco de
agua una de estas noches calurosas. El extraordinario murmullo y gritos
descompasados de los que estaban en una de las salas altero mi sosiego, tentó
mi curiosidad, y como por encanto me hallé en la puerta de la pieza: diez o doce
individuos sentados unos y parados los más, con gestos y ademanes de cólera
execraban la gaceta del 31 que expiró, querrían devorar a su autor, y no
pudiéndolo hacer con su papel lo que hubieran querido ejecutar con él, uno de
ellos lo quemó públicamente.3
1 “Oficio de Juan Bazo y Berry al marqués de Sobremonte” (23 de abril de 1805), en MALLIE,
Augusto: Acuerdos del extinguido cabildo de Buenos Aires, años 1805-1807. T. II. Buenos Aires: Kraft,
1926.
2 SAAVEDRA, Cornelio: “Memoria Autógrafa”, en Senado de la Nación, Biblioteca de Mayo,
Senado de la Nación, Biblioteca de Mayo..., op. cit., T. VII Periodismo. Buenos Aires: [s.n.], 1960, pp.
5748.
106
evitar el alejamiento de Moreno, primero, y luego pretendiendo su regreso al
gobierno, los miembros del regimiento América en coalición con algunos civiles,
emprendieron dos acciones, ambas fallidas en sus cometidos. Sin embargo de
la última tentativa devino la conformación de un nuevo club: el Club de Marco.
Delineado a imagen de los clubes jacobinos de París, adoptando el
lenguaje –imponiéndose entre los asistentes el trato de ciudadanos-4, y el
simbolismo de la revolución jacobina, pretendía recuperar los principios políticos
del programa radical, reanimar el espíritu amortiguado de la Revolución,
extenderlo ilustrando a los hombres, e influir en la reforma del gobierno -en
momentos en que el gobierno era ejercido por la Junta Grande.
Tal como se habían propuesto, no tardaron en reanimar el proceso
revolucionario; a las pocas semanas habían generado alarma: “los
complotados tomaron por divisa un lazo de sintas azul y blanca, y corriendo por
las calles y plazas, convocaban al pueblo para el 23 de marzo en el Café de
Marco.”5
Los miembros de la Junta Grande ordenaron la detención de los
concurrentes y los sometieron a interrogatorios.6 Uno de los detenidos, Ignacio
Núñez, relata que una vez terminados los interrogatorios a los más de ochenta
detenidos, fueron todos ellos puestos en libertad. Se dirigieron todos hacia el
café de Marco, entonando la marcha patriótica, compuesta por uno de los
literatos, De Luca: “La América toda / se conmueve al fin, / y a sus caros hijos, /
convoca a la lid. / A la lid tremenda, / que va a destruir. / A cuantos tiranos la
osan imprimir.”7
Estos incidentes le dieron trascendencia a la naciente asociación, y al día
siguiente, en el café volvieron a reunirse en número mayor a trescientos. En esa
misma jornada se estructuró con una comisión directiva, con consejeros, y
elaboró un reglamento presentado al gobierno para su aprobación. La Junta
aprobó y felicitó su conformación, convidándola a continuar con su labor
literaria.
Durante las primeras reuniones, se estipuló la necesidad de editar un
periódico “que ilustrase y fortificase a los vivos en los sentimientos de unión y
libertad.”8 Aunque el periódico no alcanzó a concretarse, el editor de La
Gazeta, Pedro José Agrelo, se hizo eco de los planteos del Club. Además hubo
algunos papeles sueltos como recuerda Saavedra “los líbelos, e indecentes
4 Archivo General de Indias (AGI), Sevilla, 23-2-4, 1811. “Carta Número 270 de don José María
Salazar al Secretario de Estado y del Despacho Universal de Marina, remitiéndole copia de otra,
que el presidente de la Junta de Buenos Aires, dirigió a don Juan Viamont, comandante de una
división de insurgentes en el Perú, dándole detalles de los planes y manejos de los revolucionarios
de Montevideo”, Montevideo 20 de noviembre de 1811
5 “Manifiesto sobre los antecedentes y origen de la noche del 5 y 6 de abril del corriente”, Gazeta
extraordinaria de Buenos Ayres, lunes 15 de abril de 1811, en ZINNI, Antonio: Gaceta de Buenos
Aires desde 1810 hasta 1821, resumen de los bandos, proclamas, manifestaciones, partes, órdenes,
decretos, circulares, observaciones, declaraciones, tratados, oficios remitidos, noticias,
resoluciones, actas, reflexiones, promociones, donativos, renuncias, remociones, etc., por … .
Buenos Aires: imprenta Americana, 1875.
6 NUÑÉZ, Ignacio: “Noticias históricas de la República Argentina”, en Senado de la Nación,
107
pasquines que se derramaban, no anunciaban sino decapitaciones y
exterminios.”9
La asonada del 5 y 6 de abril de 1811, condujo al apresamiento y destierro
de casi cien de los socios del club10, provocando la disolución del mismo, mas
no de los lazos entre los socios11, siendo ellos quienes tiempo más tarde
organizarían la Sociedad Patriótica.
Los antiguos participantes del Club de Marco, y con Bernardo de
Monteagudo como cabeza visible, volvieron a postular los principios político-
ideológicos afines al programa de un estado-ciudadano. El 13 de enero de 1812
fueron inauguradas solemnemente las sesiones de la Sociedad Patriótico
Literaria, donde estuvieron presentes los miembros del gobierno (Primer
Triunvirato, que había permitido el retorno de los desterrados de abril),
dignatarios eclesiásticos, y militares. Finalizadas las palabras de apertura
pronunciadas por Monteagudo, los concurrentes entonaron las estrofas de la
marcha de De Luca -la misma que se canto una vez liberados los miembros del
Club de Marco. La apertura de la Sociedad Patriótica fue celebrada por Juan
Ramón Rojas. quien en uno de los versos de su oda refiere a la línea de
continuidad entre el club fundado por Moreno -Amigos de la Libertad-: “y el
Club, hoy renovado, sea de patriotas sociedad llamado.”12
La declaración de la oración inaugural, el prospecto y todos los artículos
publicados en El Grito del Sud, titulados “proyecto político literario”, expresan el
programa transformador de la Sociedad Patriótica. Principiando por convidar a
los literatos de América para que trabajen en la ilustración13, y en consonancia
con esta línea convocante se hacen llamamientos a los ciudadanos de
cualquier clase y condición para que participen en las reuniones para formar la
opinión:
“En una Revolución como la que nos hallamos, en que nada menos se trata sino
que las cadenas felizmente rompidas, no se vuelvan a eslabonar. Es preciso que
la libertad este asistida y sostenida, de las luces, de los conocimientos y energía
que debe hacer el mismo pueblo que quiera conservarla: todo esto nos hace ver,
que el establecimiento de esta sociedad patriótico literaria, es un establecimiento
si por muchos títulos interesantes, muy principalmente porque se dirige a la
ilustración del pueblo, y a rectificar el espíritu público.”14
Secretario de Estado y del Despacho de Marina, dando cuenta del alboroto, ocurrido en Buenos
Aires el 6 del corriente, la deposición de French y Veruti por orden de la Junta y su conducción a
Luján, justamente con los dos vocales Larrea, Azcuénaga, Peña y Veytes y otras personas hasta el
número de mas de 80.” Montevideo, 19 de abril de 1811.
11 POSADAS, Gervasio Antonio: “Autobiografía”; SAAVEDRA, Cornelio: Memoria Autógrafa, en
Senado de la Nación, Biblioteca de Mayo..., op. cit., T. II Autobiografías, pp. 1412 a 1420; pp. 1063
y 1064.
12 ROJAS, Juan Ramón: “Oda a la apertura de la Sociedad Patriótica”, Gaceta de Buenos Aires,
nº 20, viernes 17 de enero de 1812, en ZINNI, Antonio. Gaceta de Buenos Aires..., op. cit., p.80.
13“Prospecto”, El Grito del Sud, 1812, Buenos-Ayres. Imprenta de Niños Expósitos, en Academia
Nacional de la Historia, Periódicos de la Época de la Revolción de Mayo El Grito del Sud (1812).
Buenos Aires: ANH, 1961, p. 3.
14 “Memoria que dirige a la sociedad patriótico literaria un socio de ella”, El grito del sud, nº 24,
108
De hecho, en las reuniones celebradas los martes y viernes, participaba
cualquier persona fuese socia o no, pudiendo subir a la tribuna y leer el escrito
que gustase, proponer sus pensamientos, plantear sus objeciones a las opiniones
de otro, y sufragar en puntos de interés público. Además se leían periódicos de
otros lugares -leídos por algún socio en voz alta- memorias, odas y poemas.
Posteriormente algunas de las creaciones literarias eran reproducidas en las
páginas de los periódicos, pues en algunos casos se sostuvo que el autor había
tendido el placer de verla, preferida por sus compatriotas, “haciendo un uso
continuado de ella en sus reuniones patrióticas, y entonándola festivos por las
plazas y las calles hasta haber conseguido que los niños de menos de tres años
de edad, manden a su memoria algunos de sus versos.”15
Las marchas entonadas en reuniones, plazas y calles, fueron un instrumento
recurrente de los literatos, para que “los menos instruidos lo sean más en los
derechos que defienden.”16 Difundiéndose distintas piezas musicales como una
de las marchas patrióticas compuestas por Esteban de Luca, en cuya letra se
argumenta sobre la justicia de la causa revolucionaria: “Si el corso es injusto / no
lo es menos ella / pues ambos usurpan / posesión ajena.”17 Con el mismo objeto
se da a conocer una oda a los pueblos americanos, donde Juan Ramón Rojas,
justifica las luchas independentistas con los hijos del Inca: “Y hasta su estirpe, á
esclavitud condena. / Empero se oye LIBERTAD: el trueno / Sonó de Dios.”18
Otra creación del mismo autor reflexionaba sobre la suerte de las armas en
la Revolución: “muerte injusta ¿Por qué igualas al cobarde con el valeroso, y
porque hieres del mismo modo al asesino de la patria que á su libertador?”19 No
sólo las composiciones poéticas eran consideradas como recurso útil en la
instrucción del pueblo, también se recurrió a la publicación de la “Declaración
de los derechos del hombre y del ciudadano”, y así “todos los ciudadanos se
persuadan de lo que son, y de lo que valen en un pueblo libre.”20
Por aquel entonces los periódicos constituyeb el medio por el cual una
intelectualidad comprometida con la obtención de la dirección social puede
alcanzar sus objetivos. Los nuevos papeles públicos son su instrumento, en la
prensa, como hemos visto, literatura y política se entrelazan. En ella proclamas,
pasquines, folletos, y libelos, confluyen y reordenan el conflicto revolucionario.
La prensa recoge y comenta el acontecimiento político y militar con el propósito
de aclarar y orientar a la opinión pública. Aún antes de que se decretase la
libertad de expresión; las proclamas, edictos y demás documentos oficiales,
suscitan o controlan acontecimientos. El dato más singular de las producciones
literarias llegadas con la Revolución es su colosal profusión. Los escritos cuya
15 “Marcha patriótica con sus notas para inteligencia de la gente vulgar”, El grito del sud nº 2, en
op. cit., p. 9.
17 LUCAS DE, Esteban: “Marcha patriótica con sus notas para la inteligencia de la gente vulgar”,
El grito del sud nº 2, en Academia Nacional de la Historia, Periódicos de la Época…, op. cit., p. 11.
18 ROJAS, Juan Ramón: “Silva”, El grito del sud, nº 3, martes 28 de julio de 1812, en Academia
109
extensión no pasan de una o dos páginas son numerosísimos; a estas hojas
sueltas hay que añadir los periódicos, poesías, alocuciones, manifiestos, partes
de guerra, papeles extraordinarios, panfletos, escritos doctrinales, polémicas
político literarias, ensayos de todo género. Los lectores son particularmente
numerosos en Buenos Aires, que se afirma como la capital de la Revolución
cultural y de la lucha política en general.
Como sostiene Dieter Janik, fue en los papeles públicos donde confluyeron
textualmente las diferentes formas y expresiones del saber cultural. Ahí se
encuentra la ciencia al lado del pensamiento filosófico y de la poesía.
Precisamente la poesía y la expresión poética asumieron una función ancilar en
el proceso de la Ilustración. Sus temas, son de interés común; conciernen al
destino político de la comunidad, que debe reconocerse y entenderse como
tal (Janik, 2000). Pudiendo caracterizar a la Ilustración rioplatense por su fervor
de actuar como pedagogía social, conducida por el idealismo ilustrado de la
elite de la burguesía criolla el que impregna la producción literaria de aquel
tiempo y le da su unidad profunda (Camarero, 1967).
Como ya mencionamos durante el virreinato existieron tres periódicos:
Telégrafo Mercantil, Semanario de la Agricultura, Industria y Comercio, y Correo
de Comercio, aunque durante el virreinato la prensa política estaba totalmente
vedada, ya que las cosas en España empeoraban a los amigos, que buscaban
entrar en relación con Cisneros. Anhelaban que se publicase un periódico en
Buenos Aires, “tanto fue, que salió uno de mis papeles, titulado: Origen de la
grandeza y decadencia de los imperio, en las vísperas de nuestra Revolución,
que así contento a los de nuestro partido como a Cisneros.”21
Esta posibilidad, expresada por Belgrano, era más de excepción que de
ordinario. Por ello la irrupción de la prensa eminentemente política, a partir de
la Revolución, importa una doble novedad. Por un lado la nueva forma de
expresión y, por otro la también nueva materia de preocupación. Estas
novedades favorecieron la conformación de una opinión pública que ejercía
su presión sobre los asuntos públicos.
Mariano Moreno, como redactor de La Gazeta22, al mismo tiempo que
ejercía las funciones de secretario de la Junta, doctrinaba sobre los por él
considerados verdaderos intereses del pueblo, con recomendaciones sobre el
camino por donde debía ponerse a cubierto de los asaltos de la tiranía, y
asegurar los derechos de igualdad y libertad. En las páginas de La Gazeta los
himnos heroicos se engastan en la prosa doctrinaria, y alternan con las listas de
donaciones a la causa, algunos sueltos breves, manifiestos –como el de Moreno
explicando la política desde la instalación de la Junta hasta el fusilamiento de
los contrarrevolucionarios de Córdoba.
Alejado Moreno de la Junta, La Gazeta quedó en manos del deán Funes,
modificando sustancialmente la línea editorial. Luego el doctor Pedro José
Agrelo, abogado porteño y amigo de Mariano Moreno, reemplazó a Funes en
la dirección del periódico, y volvió a elevar el tono de la propaganda política,
retomó el hilo, que se había adelgazado casi hasta cortarse del reclamo
libertador. En noviembre de 1811, el clérigo Vicente Pazos Silva, asumió la
dirección, hasta que meses más tarde compartió la dirección de La Gazeta con
Bernardo de Monteagudo.
Imprenta de Niños Expósitos, en ZINNY, Antonio, Gaceta de Buenos Aires…, op. cit., p. 1.
110
Para 1812 cuando todos los protagonistas, y no sólo los agitadores e
ideólogos, coinciden en estar vivenciando un clima de terror revolucionario, los
periódicos aumentan y se suceden unos a otros El Censor, Mártir o Libre, El Grito
del Sud. En estos, como en sus antecesores, se insiste en la necesidad de ilustrar
al pueblo, pero el llamado se realiza de forma más sistemática, estableciéndose
las pautas de cómo y por qué debía realizarse.
Convencidos de que la propaganda incesante y la escuela constituían los
medios más idóneos para construir la hegemonía y enrolar a la multitud en los
programas de acción, trabajaron incesantemente por la ilustración del pueblo.
Pero ¿cuál era el objetivo de aquella preocupación?; se trata de un proceso
abocado a fundar una sociedad civil, como afirma Monteagudo “para
conducir un pueblo y organizar su Constitución.”23
Orientados por los preceptos de la Ilustración: a modo de ejemplo véase
la “Circular” que Cabello y Mesa dirigió a varias personas invitándolas a
asociarse a su proyecto literario curioso, vale decir aún en época colonial.
Argumenta su empresa:
“Como ami toca haora, privativamente nombrar los individuos y oficiales que han
ce componer y regir la Sociedad patriótica literaria. (…) Suplico á U. que la admita,
sino como presente honroso de mi voluntad, sea por la obligación que tenemos,
todo buen patriota, á promober las felicidades y ventajas de la nación é inspirar
entre las gentes las ideas heroicas de aquel sistema moderno de Política que
como infalible termómetro; observan vigilantes las potencias cultas.”
Y convocando a los literatos para que se ciñan a esta finalidad, son los
llamamientos como los que realizaba Julián Álvarez, en el artículo “Necesidad
de la ilustración de nuestras provincias para que no vuelvan a ser
encadenadas.”24 Y también por Monteagudo:
23 Mártir o Libre, nº 1, domingo 29 de marzo de 1812, imprenta de los niños expósitos, en Senado
de la Nación, Biblioteca de Mayo..., op. cit., T. VII Periodismo, p. 5859.
24 El Grito del Sud, nº 1, martes 14 de julio de 1812, en Academia Nacional de la Historia, Periódicos
111
“Buenos Aires se halla amenazado de tan terrible suerte; y cuatro años de glorias
han minado sordamente la ilustración y virtudes que las produjeron. La necesidad
hizo destinar provisionalmente el Colegio de San Carlos para cuartel de tropas (…)
ha resuelto la Junta formar una biblioteca pública, en que se facilite a los amantes
de las letras un recurso seguro para aumentar sus conocimientos. Toda casa de
libros atrae a los literatos con una fuerza irresistible.”26
7 al 11, en Academia Nacional de la Historia, Periódicos de la Época…, op. cit., pp. 54-88.
28 La Gazeta extraordinaria de Buenos Aires, lunes 15 de abril de 1811, en ZINNY, Antonio, Gaceta
1812, en: Senado de la Nación, Biblioteca de Mayo..., op. cit., T. VII Periodismo, p. 5824.
30 El censor, nº 9, martes 3 de marzo de 1812, en Senado de la Nación, Biblioteca de Mayo..., op.
112
La actividad política de la Sociedad pasó pronto a preocupar al gobierno,
quien dispuso medidas tendientes a controlar las sesiones. Primero se hizo un
pedido de los comisionados de la capital31, por el cual la Sociedad Patriótica y
en su nombre Julián Álvarez -primer presidente de la organización- debe
expresar fehacientemente cuándo se trata de documentos (escritos, memorias,
discursos) emanados de la Sociedad. Control que irá in crescendo tal como lo
demuestra el “Oficio del Superior Gobierno al intendente de policía”, donde se
le informa al intendente de policía sobre el apartamiento de la Sociedad
Patriótica de sus asuntos, y la discusión en ella de temas no aptos de ser
discutidos en tal institución. Pidiéndose al funcionario se ocupe del asunto.
Pazos Silva, redactor de El Censor, deseando comprobar los efectos de las
medidas del gobierno y del intendente de policía para con la Sociedad
Patriótica, concurre al local donde sesiona la misma. Y corrobora asombrado la
nutrida presencia de público. Amedrentado y afligido, apuesta a continuar con
las disposiciones gubernamentales, pues quiere combatir los riesgos de un
degeneramiento de la Sociedad Patriótica en club al estilo francés “lo cual sería
una calamidad fatal”32 valiéndose del ejemplo negativo de la Francia
revolucionaria
31 “La sociedad patriótica avisa al público”, El Censo,r nº 4, martes 28 de enero de 1812, en Senado
de la Nación, Biblioteca de Mayo..., op. cit., T. VII Periodismo, p. 5780.
32 El Censor, suplemento al número 10, martes 10 de marzo de 1812, en Senado de la Nación,
113
las diferentes capacidades de la ilustración de cada individuo, porque si los
literatos callan, mientras una multitud ignorante delibera.
Ese afán por transformar a las masas populares en ciudadanos, por proveer
de un fondo de ilustración y de una moral cívica a unas masas carentes de las
mismas, se explica por su programa del estado-ciudadano, donde la imagen
de una Revolución francesa triunfante jugó sus bazas.
Conclusiones
BIBLIOGRAFÍA
36El grito del sud, nº 7, del martes 25 de agosto de 1812, en: Academia Nacional de la Historia,
Periódicos de la Época…, op. cit., p. 50.
114
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bandos, proclamas, manifestaciones, partes, órdenes, decretos, circulares,
observaciones, declaraciones, tratados, oficios remitidos, noticias,
resoluciones, actas, reflexiones, promociones, donativos, renuncias,
remociones, etc., etc., por … Buenos Aires: imprenta Americana, 1875.
115
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Abstract: In this paper I will present the colonial project of the Scots in the Darien,
in the late seventeenth century, taking into consideration the scope of their
actions in Panama, in the eighteenth century Scotland, and how today the
Guna (Kuna, Dule) and the Scots reconceptualize this historical event that
1 Este trabajo ha sido redactado tras largos periodos de investigación etnográfica en Gunayala
(Panamá) y a la revisión de los fondos de la National Library of Scotland (NLS) y de los National
Archivals of Scotland (NAS) en Edimburgo. Muchas han sido las personas que han colaborado con
esta prospección etnográfica e histórica. En Panamá debo dar las gracias al Congreso General
Guna, al congreso local de la comunidad de Gardi Sugdub, y al profesor Francisco Herrera
(Universidad de Panamá). En Edimburgo mi reconocimiento va dirigido al personal de la National
Library of Scotland así como a Alison Lindsay y a su equipo de los National Archives of Scotland.
Mi estadía en Escocia fue financiada por el proyecto “Identidades ambivalentes. Estudio
comparativo de sistemas de clasificación social” (HAR2008-04582/HIST-AHCISP-UAB) dirigido por la
Prof. Verena Stolcke y financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación de España.
116
contacted them. From an analysis of the changes in the names of where the
colony was located (Puerto Escondido, Puerto Escocés and Sukunya
Inabaginya) I intend to reflect on the power relations, conflicts and identity
processes. It seems that both the ideas of Scots as the ideas of the gunas towards
"the Other" (the wild native or the colonizers) have changed very little over the
past three centuries. The descriptions of explorers as Lionel Wafer or the Scottish
settlers continue to permeate the Scottish imaginary about the indigenous
people. Based on these it is still considered that the indigenous population of the
area it was not responsible for the failure of the colony and that this was due to
the role played by other colonial powers and adverse environmental and
whether conditions. However, since the days of the Spanish colonization, the
Gunas are the ones who have occupied the area and recently have changed
the name of the place formerly occupied by the Scots.
Introducción
Antes de la llegada de los escoceses a las costas del Darién a finales del
siglo XVII, había en la costa atlántica de la actual República de Panamá una
gran ensenada conocida por los piratas y los españoles con el nombre de Puerto
Escondido. Constituía ésta un puerto natural de hondo calado bien
aprovisionado de agua dulce, unido a la Bahía de Calidonia con buenos
fondeaderos al abrigo de los vientos (Cuervo). El lugar, descrito ampliamente
por numerosos expedicionarios, era habitado en sus proximidades por los
llamados indios gunas (también conocidos como: kunas, dules o tules), unos
nativos hostiles a los españoles que se solían acercar a ingleses, holandeses y
franceses que frecuentaban su territorio.
Después de la ocupación escocesa de Puerto Escondido el lugar pasó a
ser conocido por los invasores extranjeros y los mismos nativos como Puerto
Escocés. No fue hasta el 9 de agosto de 2011 que el lugar adoptó un nombre
propuesto por los habitantes de la región. En el día internacional de los pueblos
indígenas de 2011 la Asamblea Legislativa de Panamá aprobó la ley 64 que
denominaba Sukunya Inabaginya a Puerto Escocés. Por primera vez un
diputado guna, Absalón Herrera, descendiente del brigadier Inabaginya,
consiguió nombrar este controvertido y estratégico lugar en el mundo.
En este capítulo me propongo reflexionar sobre los cambios en los
topónimos y las relaciones de poder, así como los conflictos y procesos
identitarios a ellos vinculados a partir de este caso singular. Las denominaciones
Puerto Escondido, Escocés e Inabaginya corresponden a tres diferentes
momentos de relaciones de poder, dominación y agencia entre los poderes
coloniales y los pueblos indígenas del continente americano que deben ser
analizados con más detalle.
117
españoles establecieron el poblado de Acla en una zona muy cercana. Este
núcleo urbano fundado por Pedrarias sustituyó a Santa María la Antigua del
Darién en su función de punto de partida de las expediciones de colonización
(Parson, 1996: 25; García Casares, 2007:136). Acla se encontraba en la zona de
influencia del cacique Careta y fue celebre por tratarse del lugar de origen de
la expedición de Vasco Núñez de Balboa hacia el Mar del Sur en 1513. También
es un lugar bien conocido por los panameños y los actuales gunas por tratarse
del lugar donde hacia el año 1519 Pedrarias y Gaspar de Espinosa encarcelaron,
juzgaron y decapitaron a Vasco Núñez de Balboa y a varios de sus compañeros
(Mena García, 1992: 112).
Acla se fue despoblando a partir de la década de 1530 hasta desaparecer
a mediados del siglo XVI. No obstante, durante el siglo XVII la zona de Acla
continuó siendo lugar de contacto entre los nativos gunas, los ingleses, franceses
y holandeses que rivalizaban con los españoles. El área, estratégica para el
comercio, también servía de punto de partida a numerosas expediciones de
piratas que junto a los nativos se adentraban en las tierras boscosas del Darién
para cruzar el istmo y atacar poblados hispanos (Casares García, 2007: 142). El
lugar, famoso en el mundo pirata y bucanero, cobró todavía más importancia
y visibilidad cuando Lionel Wafer, un cirujano que convivió cuatro meses con los
gunas tras ser herido a bordo de un barco pirata inglés, publicó las crónicas de
sus aventuras dando interesantes descripciones de la región y sus habitantes
(Wafer, 1681). Las narraciones del cirujano –traducidas al francés, holandés,
alemán y sueco- presentaban a los nativos como soberanos de su territorio,
enemigos acérrimos de los españoles y aliados de los otros poderes coloniales.
Sus descripciones despertaron el interés de los escoceses por establecer una
colonia en el nuevo mundo. Tanto que en junio de 1698, un mes antes de la
salida de la primera expedición escocesa al Darién, Wafer compareció ante los
directores de la Compañía de Escocia de Comercio para África y las Indias para
asesorarles en su empresa de colonización a partir de plantaciones en la zona.2
El relato que Lionel Wafer hizo del Darién como tierra fértil y de los gunas
como pueblo amable condicionó, sin lugar a dudas, la voluntad colonizadora
de Escocia en el Nuevo Mundo (Howe, 2009). El establecimiento de los
escoceses en la costa atlántica panameña a finales del siglo XVII documentada
por numerosos autores (Restrepo, 1930; Insh, 1932; Prebble, 2002[1968], Torres de
Arauz 1971; Langebeak, 1991: 375; Muñoz y Muñoz, 2003) tuvo como artífice a
William Patterson, fundador del banco de Inglaterra en 1694 (Barbour, 2010
[1907]). Patterson en seguida comprendió el potencial geoestratégico de la
región después de residir en el Caribe en la década de los 1680 y conocer la
historia de Wafer. Ante él el istmo del Darién se presentaba como “la puerta de
los mares y la llave del universo” (Muñoz y Muñoz, 2003: 93; Gallup Díaz, 2002). En
1695 el parlamento de Escocia aprobó el proyecto de Patterson y permitió que
la Company of Scotland Trading to Africa and the Indies tuviera el monopolio
sobre el comercio con Asia, África y América durante 31 años (Devine, 2004).
Después de superar algunos obstáculos, entre los cuales cabe citar las
dificultades para conseguir capital en Londres, Ámsterdam y Hamburgo,
Patterson consiguió asociarse con el escocés John Erskine y pudo reunir el
capital suficiente para llevar adelante el proyecto (Barbour, 2010 [1907]).
El 17 de julio de 1698 un grupo de 1200 pioneros escoceses partieron del
puerto de Leith hacia el Darién. Al cabo de tres meses y medio desembarcaron
en la arenosa bahía de Anachucuna, donde fueron bien recibidos por los
118
indígenas. Después de firmar un tratado de alianza y amistad con los nativos
establecieron ahí su colonia a la que denominaron Nueva Calidonia −en
recuerdo del nombre que recibía la actual Escocia durante la época romana−,
llamaron a su principal poblado Nuevo Edimburgo y para su defensa erigieron
el fuerte de San Andrés. Pennycook, el capitán que dirigió la expedición
escocesa en 1698, se comportó como el representante de un Estado europeo
en expansión. Desde un principio entendió que los líderes gunas eran
independientes los unos de los otros y fue lo suficientemente hábil para negociar
con ellos para sobrevivir (Gallup Díaz, 2002, cap. 4: 16).
Pero la buena sintonía con los habitantes de la zona no fue suficiente para
consolidar su presencia en el Darién. Los colonos escoceses sólo pudieron resistir
las hostilidades de los españoles y de los ingleses, el clima malsano y las
enfermedades3 hasta junio del año siguiente. Después de siete meses
decidieron emprender el viaje de retorno a su Escocia natal. De los 1.200
hombres que zarparon hacia el Darién el año anterior, 44 murieron durante el
viaje, cerca de 300 estaban muy enfermos durante el tiempo que
permanecieron en la colonia y más de 400 fallecieron a bordo durante la
travesía de retorno (Barbour, 2010 [1907]: 127).
A pesar del estrepitoso fracaso de la primera expedición, el 24 de
septiembre de 1699 un nuevo contingente de 1300 hombres zarpó del puerto
del río Clyde con la firme intención de reestablecer la colonia escocesa del
Darién (Prebble, 2002[1968]; Muñoz y Muñoz, 2003: 99). Llegaron a Nueva
Calidonia el 30 de noviembre pero, después de varios meses de enfrentamientos
con las tropas españolas, el 11 de abril de 1700 decidieron capitular y
abandonar definitivamente el proyecto de colonización (Muñoz y Muñoz, 2003:
99-105). Los españoles, sumidos en la guerra de Sucesión, vieron en este
establecimiento un serio peligro para sus intereses en la zona, ya que podía
convertirse en un punto de apoyo para el contrabando en el Caribe y un
reclamo para la armada británica (Garavaglia y Marchena, 2005: 199-200).
Es las capitulaciones los españoles aceptaron la mayoría de las
condiciones de los escoceses. Les permitieron embarcar libremente sus tropas y
salir con armas, les dieron tiempo para preparar su partida llevando agua y leña,
les retornaron los prisioneros, y se quedaron con el fuerte de San Andrés y la
plaza de Calidonia. Sin embargo, les fue negado el capítulo en el que pedían
que no castigasen a los “yndios que [habían] sido de su partido”.
Este hecho confirma que algunos nativos les dieron apoyo en sus
escaramuzas contra los españoles. Según los manuscritos de la época y los
posteriores análisis, los escoceses siempre mantuvieron buenas relaciones de
intercambio con los gunas. Durante los meses que duraron sus establecimientos
en la zona nunca se enfrentaron militarmente y tampoco se sirvieron de mano
de obra esclava nativa (Langebaek, 1991).
Cuando los escoceses abandonaron Nueva Calidonia los españoles
quedaron custodiando Puerto Escocés durante un año (Horton, 2009). Al
abandonar el lugar continuaron enfrentados con los gunas. Mientras tanto los
ingleses siguieron comerciando con los nativos, contratándolos como marineros
en sus barcos e incluso llevándolos a Jamaica (Cuervo, 1891: 210).
Evidentemente esto no gustaba a los poderes coloniales españoles, quienes
veían en estas alianzas un potencial peligro para sus intereses en el Caribe. Por
este motivo en 1785 el mariscal Antonio de Arévalo ocupó y construyó fuertes
3Según Stier, las expediciones escocesas fracasaron por culpa de la malaria introducida en el
Darién por esclavos negros (Stier, 1979: 75).
119
en Caimán, Mandinga, La Concepción y Calidonia. En este último lugar se fundó
una población, Carolina del Darién, (Santa Teresa, 1956) cerca del área ya
conocida como Puerto Escocés, la cual fue abandonada hacia 1791-92
(Cuervo, 1891).
120
Aggua Siggaled (piedra cortada), antiguo canal de la colonia escocesa
en el Darién, Puerto Escocés.
Fuente: Mònica Martínez Mauri, 30-6-2015.
Los gunas a pesar de los múltiples intereses que existen sobre el área, han
logrado mantener el control sobre Puerto Escocés hasta la actualidad. Un
ejemplo de estos intereses es el militar: en 1995 el servicio marítimo nacional tenía
la intención de instalar una base naval en Puerto Escocés4 con la finalidad de
acabar con el tráfico de drogas, la inmigración y la pesca ilegal entre Colombia
y Panamá.5 El Gobierno tenía tanto interés en el proyecto que incluso en 1996
envió al ministro de gobierno y justicia, Raúl Montenegro, a negociar con el
Congreso General Guna6, la máxima autoridad de la comarca de Gunayala.
Después de explicarles en qué consistiría el puesto policial, el Gobierno solicitó
al Congreso que analizara y aprobara la propuesta. Finalmente las autoridades
gunas debatieron el proyecto durante dos años y lo aprobaron, pero con la
condición de que se instalase en La Miel –en la frontera con Colombia- y se
realizara un estudio de impacto ambiental. Los congresistas consideraron que
en Puerto Escocés no existían problemas derivados del tráfico de drogas, la
emigración y el contrabando pero que, como sí los había en Puerto Obaldía y
La Miel, el Gobierno debía instalar la base naval en uno de estos sitios. El
Congreso por motivos históricos, sociales y políticos, se opuso a la construcción
de la estación policial en Puerto Escocés7 y nuevamente logró imponerse a los
intereses foráneos y mantener su control en el área.
121
2. Nueva Caledonia y el Darién disaster en el imaginario colectivo escocés
“In Scotland, the story of Darién was woven into national mythology. It became, as
required, a story of heroic Scots enterprise betrayed by English national ambitions;
a tale of honest endeavour sold out by the treachery of feckless aristocrats and
greedy merchants; a cautionary tale against hubris or simply an epic tragedy, set
out against an exotic and imagined tropical panorama. Considering Darién’s role
in the country’s history, its enduring capacity to be retold is not surprising” (Edwards,
2007: 203-204).
122
Varias expediciones consiguieron localizar el sitio de la colonia y del Fuerte San
Andrés. La primera de ellas fue la que realizó la United Fruit Company en los años
1920 para estudiar la plantación de banano en la zona. En 1923 Mr. H. S. Blair
exploró Punta Escocés y fotografió el sitio de la colonia y del Fuerte. Unas
décadas después llegó el Coronel John Blashford Snell, el fundador de la
Operation Drake y Raleigh. Durante los años 1970 este explorador se dedicó a
penetrar las selvas más “salvajes y vírgenes” del mundo, entre las que se
contaba el Tapón del Darién. En 1976 se dedicó a estudiar la relación que podía
haber entre la presencia de indígenas blancos (albinos) y la colonia escocesa.
Aunque constató que los gunas blancos no eran más que albinos, el viaje le sirvió
para ubicar el lugar de la colonia y empezar una expedición arqueológica en
1979. El arqueólogo de la universidad de Bristol Mark Horton inició con estas
campañas una serie de excavaciones en la zona (Edwards, 2007: 78; Horton,
2009).
Durante los primeros años del siglo XXI el interés escocés y panameño por
Nueva Caledonia ha inspirado nuevas producciones científicas, documentales
y artísticas. En Escocia fue publicada en 2003 la novela histórica The
Fundamentals of New Caledonia, de David Nicol y en 2007 cuando se celebró
el 300 aniversario de la Act of Union, la unión de Escocia al Reino Unido, la
tragedia del Darién Scheme fue un elemento de reflexión en los debates sobre
lo que se ganó o se perdió con la unión (Edwards, 2007: 94). Varios libros, como
el del mismo Edwards o el de Douglas Watt (2007) fueron publicados al calor de
estos debates. Este último, dando continuidad a los trabajos de Prebble,
realizaba un análisis de la compañía centrándose en el contexto escocés. Watt
estudiaba la dirección del proyecto, los socios, la gestión y las consecuencias
financieras y políticas del desastre.
Mientras tanto en Panamá la colonia escocesa y su metrópoli eran
redescubiertas. En 2005 el Museo del Canal Interoceánico de la capital del Istmo
acogió la exposición “La aventura del Darién”, una producción del Banco de
Escocia y los Archivos Nacionales realizada en 1999. Esta fue la primera vez que
la exposición fue mostrada fuera de Gran Bretaña, y si llegó a Panamá fue
gracias a las gestiones que realizó el entonces embajador británico, el escocés
James Malcolm. La exposición, y el excelente catálogo que resultó de ella,
narraban cómo Inglaterra, obsesionada por consolidar el imperio, orquestó un
bloqueo económico contra la naciente colonia escocesa abandonando a los
escoceses a la merced de las fuerzas españolas y negándose a ayudar a los
pocos sobrevivientes que alcanzaron las costas de Jamaica y Nueva York. Los
textos, documentos e imágenes que conformaban la exposición, contaban una
historia que no dejaba indiferente a los espectadores. Durante los meses que
estuvo abierta, la aventura del Darién fue dejando su huella en los visitantes
panameños.
Gracias a esta exposición y a la diplomacia de J. Malcolm, la aventura
escocesa en el istmo llegó incluso a despertar el interés del entonces ministro de
turismo, el popular cantante de salsa y actor cinematográfico, Rubén Blades. En
2005 el ministro vio en esta historia un posible negocio turístico, un producto muy
atractivo para los turistas escoceses ansiosos por revisitar los lugares que
intentaron conquistar sus antepasados. La idea de Rubén Blades era explotar el
turismo en el área con la complicidad de los gunas. En aquellos momentos se
encontraban negociando un convenio de cooperación que permitiría crear
seguridad jurídica en el área para favorecer negocios mixtos (Martínez Mauri,
2010). Blades pretendía promover la construcción de un resort ecoturístico -
123
administrado por los propios gunas y por agentes externos- cerca de un lugar
significativo: el cementerio escocés en el área de la colonia. Con el fin de
localizar el emplazamiento del cementerio, Blades convenció al historiador Nat
Edwards y a un grupo de investigadores nacionales y extranjeros para que
organizaran una expedición arqueológica a Gunayala. Los informes que
escribieron los españoles tras el abandono de Nueva Caledonia mencionaban
un gran cementerio escocés donde reposaban los cuerpos de los caídos
durante la primera expedición, pero hasta el momento no se habían
encontrado vestigios.
Edwards se dejó persuadir por Rubén Blades y el embajador británico, y
realizó una breve expedición a Puerto Escocés. Durante su viaje, además de
buscar el cementerio se propuso reflexionar sobre el legado escocés en
Panamá. Siguiendo los consejos del experimentado Mark Horton se dejó llevar
por la idea, un tanto romántica, de que
“the dry records in the National Library of Scotland could not tell the whole story of
Darién. It was here, on our hands and knees in the ant infested dirt of the jungle;
with the rain beginning to fall again; holding the last scraps of Scottish hopes of
resistance in our hands that the story came to life” (Edwards, 2007: 200-201).
En el libro que resultó de sus viajes a Puerto Escocés, Edwards explica sus
vivencias en el Panamá del siglo XXI, rinde homenaje a sus antepasados e
intenta promover nuevos lazos de cooperación entre Gunayala y Escocia
creando nuevos mitos que favorezcan el desarrollo de proyectos turísticos.
Estos intentos por revitalizar los lazos entre gunas y escoceses también
vinieron acompañados de una nueva visita del coronel escocés John Blashford-
Snell, director de la Sociedad para la Exploración Científica del Reino Unido, a
Panamá en 2004. El precursor de la Operation Drake se proponía organizar una
nueva expedición junto al famoso actor Sean Connery y reflotar el navío Olive
Branch hundido en las inmediaciones de la bahía de Nueva Calidonia en el año
1700.
Aunque intentaron negociar con las autoridades de la comarca, al final los
escoceses no lograron los permisos de investigación necesarios para excavar en
la zona. Las negociaciones fueron tan mal que incluso le negaron el permiso de
visita al famoso 007. Sean Connery no aceptó pagar los 20.000 dólares
americanos que pedía la Junta de la comunidades de Sasardi y Sasardi-
Mudadub (los actuales propietarios del sitio) para rendirse al lugar (Edwards,
2007: 79). La única incursión a Puerto Escocés que permitieron las autoridades
de Gunayala y de la comunidad de Mulatupu fue la de un equipo de filmación
de la BBC acompañados por el arqueólogo Mark Horton en 2003.
124
Esta falta de referencias a los gunas también es frecuente en la literatura
escocesa sobre el Darién Scheme. La mayoría de autores que han estudiado
este fascinante episodio histórico mencionan las descripciones de Lionel Wafer
o algunos pasajes del diario de la colonia para hablar de los gunas. En el trabajo
de Prebble (2002 [1968]) los gunas son presentados como indios cándidos con
creencias simples. En otros textos, como el de Insh (1932) los indígenas ni tan
siquiera son mencionados. Tal y como ha señalado Helen Paul (2009) los
panfletos de la época ponían mucho énfasis en señalar la opresión española
sobre las sociedades nativas del Darién como una de las causas de las alianzas
de los gunas con los escoceses, franceses e ingleses. Estos panfletos solían hablar
de la resistencia y oposición que mostraron las sociedades indígenas a los
intentos colonialistas pero no hablaban de estas sociedades en términos de
poder indígena. En general, todos los textos de la época reforzaban la tesis de
que la región estaba bajo el poder de los españoles.
Es interesante notar que esta invisibilidad de los gunas en la historia también
parece haber contaminado la aproximación arqueológica. Mark Horton (2009)
ha afirmado que el éxito de la colonia escocesa dependía de tres interacciones:
con el medio ambiente, con los españoles y con la población indígena. Sin
embargo el mismo arqueólogo inglés sostiene que el registro arqueológico solo
puede proporcionar evidencia para entender los problemas y dificultades que
marcaron las dos primeras. Las interacciones con los gunas no parecen pues ser
analizables desde esta perspectiva.
En definitiva, los debates sobre el control político del istmo durante los siglos
XVII y XVIII y los análisis históricos posteriores ignoran el protagonismo de los
gunas. Los últimos trabajos sobre el Darién Disaster están empezando a insinuar
que los gunas habrían jugado un papel destacado en esta triste historia (Paul,
2009) y que la influencia de los gunas en los acontecimientos ha sido poco
estudiada (Edwards, 2007). Pero a pesar de estos tímidos reconocimientos
todavía queda mucho camino por recorrer. Hasta el momento nadie ha
intentado comprender la historia de Puerto Escocés desde la perspectiva
autóctona y siguen dominando percepciones muy estáticas de las sociedades
indígenas. Así por ejemplo en el ya mencionado libro de Edwards los gunas son
presentados como igual de “diminutos” −en talla y peso− que en el pasado y
como una sociedad en la que el tiempo transcurre lentamente (Edwards, 2007:
212-213).
Es difícil saber a qué velocidad pasa el tiempo en Gunayala, pero lo que si
podemos afirmar es que el tiempo ha pasado. Muestra de ello es que los gunas
recuerdan que en el lugar por ellos conocido como Ordinag o Sukunya hubo un
asentamiento escocés, pero recientemente han decidido cambiar el nombre
del Puerto adoptando el de Sukunya Inabaginya. Este cambio empezó cuando
en 2010 algunas autoridades del sector de Muladub presentaron un
anteproyecto de ley a la Asamblea Nacional argumentando que tras la
presencia de los escoceses en el Puerto el lugar se volvió peligroso por las
enfermedades del pasado. No fue hasta el año 1914 cuando gracias a los
trabajos de saneamiento que realizó Inabaginya con la ayuda de algunos
célebres chamanes (neles), que los habitantes de Sasardi y Muladub pudieron
empezar a sembrar plátanos, guineos y aguacates y establecer un
campamento agrícola en el lugar hoy llamado Sukunya u Ordinag.
Inabaginya, nacido probablemente hacia 1860, fue uno de los caciques
tradicionalistas más influyentes durante el periodo de 1908 a 1938. Tras la
independencia de Panamá de Colombia en 1903, Inabaginya fue nombrado
125
brigadier y se mantuvo fiel al gobierno de Bogotá, hasta que en 1918 reconoció
la soberanía de Panamá (Richard y Artman, 2009). Su resistencia a la
penetración de las misiones católicas, su lucha por la reserva indígena y su
beligerancia contra la penetración de población no indígena en sus tierras a
principios de siglo XX lo ha convertido en una figura emblemática de lucha y
resistencia en la historia guna. No es por lo tanto casual que los habitantes de
Sasardi y Sasardi-Muladub le hayan querido rendir homenaje dando su nombre
a Puerto escocés.
126
Puerto Inabaginya, mural en la comunidad de Sasardi-Muladub.
Fuente: Mónica Martínez Mauri, 01-7-2015.
127
conscientes que venían con la misión de enriquecerse en sus tierras. Todo
parece indicar que los gunas no tenían nada que ofrecerles a cambio de sus
regalos porque no estaban en una lógica de intercambio, sino que consumían
la riqueza del otro para que este fuera tan humilde como ellos.
Conclusiones
La conquista del Darién no fue posible por parte de los españoles, ni de los
franceses, ni tampoco de los escoceses. Los antepasados de los actuales gunas,
−aunque diferentes de los de hoy en cuanto a su organización social, prácticas
matrimoniales y vestimenta−, lucharon por su territorio como los del presente. A
pesar de que un grupo de hombres gunas si tuvo relación con los poderes
coloniales, la gran mayoría continuó viviendo al margen de los extranjeros. No
confiaban en estos seres extraños que querían enriquecerse en sus tierras. Ellos
solo querían sobrevivir al margen de los conflictos entre los poderes coloniales y
los piratas.
En el Darién de la época colonial el poder indígena no fue reconocido.
Muestra de ello es que de todos los nombres que llegó a tener el puerto
ocupado por los piratas, los españoles y los escoceses, ninguno tuvo su origen
en la toponimia local. Han tenido que pasar más de 300 años para que los
habitantes del lugar puedan escoger el nombre del puerto en el que han
trabajado generación tras generación. Tres siglos después de enfrentarse a los
que les ignoraron y les quisieron someter siguen mostrándose dispuestos a vivir
humildemente, dificultando el acceso de aquellos que quieren instalarse en su
territorio con el afán de obtener grandes riquezas.
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Political catechisms and civility manuals finding modernity and citizen formation
(Venezuela 1830-1887)
131
Introducción
132
En Venezuela los principales grupos dirigentes durante el transcurrir del
periodo de estudio a través de activas y complejas alianzas debieron dar forma
a la estructura política y situación socioeconómica del país; sin duda, fue un
periodo marcado por avances así como también de algunas regresiones y
estancamientos. Claro está que dicho trabajo se topó con la proliferación y
constantes enfrentamientos entre los caudillos regionales que hicieron de las
constituciones meros elementos ornamentales, una administración difusa, una
escasa población con deficientes condiciones de salud y educación, y una red
infraestructural prácticamente inexistente. No por ello dejaron de lado la
búsqueda de un equilibrio entre la participación ciudadana y la estabilidad de
los intereses de los grupos dirigentes para establecer por diversos medios las
bases para la reconstrucción nacional y la modernización del país.
En la búsqueda o anhelo de transformación del desarrollo productivo del
país mediante el aprovechamiento de los recursos naturales se requería de la
presencia del hombre y su trabajo, labor que se encontró con el principal
obstáculo de laescasez de población, lo que evidenció la necesidad de fundar
nuevas poblaciones en las que se desarrollará la agricultura y minería con la
finalidad de atraer inmigrantes. Para 1840 (durante el gobierno de José Antonio
Páez) se realizó una reforma legislativa favorable a los grupos europeos que
tuvieran la disposición y la voluntad de trabajar en Venezuela. De acuerdo al
Cuerpo de leyes de Venezuela correspondiente al año 1851, el Congreso
promulgó en mayo de ese año una reforma de ley de inmigración que preveía
una política de intercambios económicos y culturales entre Venezuela y Europa.
Los empresarios obtuvieron créditos con la condición de traer inmigrantes
durante un período de dos años, dado el enorme déficit de población que
existía en ese momento en Venezuela. Algunos llegaron por su cuenta,
aprovechando contactos familiares y otros por mediación del Estado. Como
ejemplo, el caso de La Colonia Tovar, resultado de lo experimentado por el
gobierno. En realidad el proyecto, en pocas palabras, fue el de llevar personas
extranjeras de Europa para colonizar tierras “incultas” como se les llamaba para
entonces, con el objetivo de incrementar la población y el desarrollo
productivo. Fue fundada en 1843, por un grupo de inmigrantes provenientes del
entonces independiente estado de Baden (luego incorporado a Alemania).
Entre sus primeros colonos se contaban científicos, naturalistas, escritores y
pintores. Jhan asegura: “Los contratos con los colonos se firmaron con los jefes
de familia y con los solteros que emigrarían, en los que se especificaba las
obligaciones de las partes comprometidas (Jhan, 1999: 30).
Diferentes han sido las corrientes que se han propuesto enfatizar una u otra
de las dimensiones atribuidas a la ciudadanía, ya sea a la participación,
pertinencia, deberes o derechos lo que sin duda le ha ido proporcionando cada
vez más vigencia e importancia a la temática. En este trabajo asumimos que no
se nace, sino que se aprende a ser ciudadano como ya lo advirtiera Cortina
(1999) y tanto la escuela como la familia contribuyen a su formación, lo cual
implica formas de convivencia que reconozcan: la pluralidad, el
reconocimiento, la apropiación y creación de la significación de la cultura.
Podríamos decir que mientras la ciudadanía representa de alguna forma
la capacidad de reconocimiento de límites, de negociación, del sentido de lo
colectivo e identidad; la familia es un lugar de construcción de identidad y
simbólicamente es un escenario de vida social en el que la instrucción o
educación es un elemento que debe ser suministrado de acuerdo a unas
pautas y códigos de comportamiento social.
133
Interesa resaltar que la ciudadanía entendida como construcción social
para el proyecto de conformación del Estado-nación tuvo como eje
fundamental la modelación de hombres y mujeres que respondieran a cierto
estilo de vida, por lo que fue necesario diseñar un nuevo entramado cultural que
condujese sobre todo a los grupos dirigentes hacia un imaginario de la
comunidad nacional que comprendiera su pasado heroico y glorioso orientado
a magnificar el nuevo Estado nacional y la modelación de un tipo de
ciudadano que ocuparía las ciudades de los nacientes Estados. Reflejándose
así, la convicción de que las instituciones, son las encargadas de lograr la
homogeneización social, política y cultural, por lo que el acceso a la ciudadanía
lo indicaría el grado de “civilización” que llegaran a demostrar. De una u otra
forma, todo quedaba velado bajo un manto de homogeneidad, se actuaba
en función de una agenda compartida y sintética cuyas particularidades les
imprimieron el mismo conjunto de rasgos a todos sus protagonistas y sus discursos
crearon un imaginario definido que permaneció establecido hasta entrado el
siglo XX.
No obstante, conviene señalar que la idea de modernidad ha ido de la
mano de las formaciones económicas, políticas y sociales, presentes no sólo a
raíz de la renovación de las ideas fundamentadas en el racionalismo y la
ilustración, referentes filosóficos que jugaron un papel fundamental en la
construcción de las nuevas naciones latinoamericanas, sino también cuando
hace su aparición el positivismo, que se hace evidente en Venezuela durante el
gobierno de Antonio Guzmán Blanco (1870-1877 / 1879-1884 / 1886-1888).
De alguna forma, la mirada durante el periodo de estudio se centró en el
proyecto modernizador que hizo suyo el Estado y a la forma como éste se
transformó en imágenes que se proyectaron al exterior, para obtener el
reconocimiento y apoyo de los países más avanzados, en su esfuerzo por
alcanzar el progreso al igual que muchos países Venezuela no fue la excepción,
motivados además por diversas circunstancias de orden socio-políticas y
económicas no se dudó en participar por ejemplo, en las exposiciones
universales. Hablamos de espacios como las exposiciones universales en
general, que ofrecen una valiosa oportunidad para examinar los procesos de
formación de los imaginarios nacionales, ya que en ellos se puede observar
cómo se definían y representaban los países en pro de ser reconocidos como
naciones con cultura propia, escogiendo objetos e imágenes representarían
mejor su idiosincrasia nacional. Sin duda, las exposiciones parecían confirmar los
lineamientos progresivos de la Historia; en ellas se documentaba la
efervescencia de la era moderna, donde el auge de los conocimientos
científicos y técnicos pasaron a convertidos, junto al nacionalismo, en una
nueva plataforma. Estas exposiciones generaban una gran influencia al
momento de buscar capital extranjero, atraer inmigrantes y mostrar el nivel de
civilización y progreso material obtenido hasta el momento de la exposición.
Interesa destacar de dichas exposiciones los catálogos al entender
sumamente interesantes y valiosos; en estas líneas me permitiré hacer referencia
a uno de ellos. Se trata de las Notas estadísticas y catálogo de los expositores
de Vicente Marcano comisionado delegado de la República de Venezuela en
la Exposición Universal de Paris 1878. En ese catálogo se hace mención y
tratamiento especial a diversos catecismos políticos y manuales de urbanidad
que fueron llevados a la exposición lo que nos evidencia la importancia dada a
estas obras.
134
Se enfatizara de ese catálogo el Grupo II sobre Educación y enseñanza.
Destacando el material bibliográfico expuesto en cuanto a materiales y
procedimientos de las artes liberales, podemos encontrar en la clase 6
(educación infantil: enseñanza primaria y para adultos) el texto de Amenodoro
Urdaneta Catecismo republicano o sea la Constitución Política de Venezuela
adaptada al uso de las Escuelas Primarias de 1877 (originalmente publicado en
el Instructor Popular en 9 entregas entre el 28 de octubre de 1873 y el 15 de abril
de 1874, números 3 al 15); en la clase 7 (organización y material de enseñanza
secundaria); el de E. Fombona titulada Catecismo político, una obra que no ha
sido ubicada; y la de Joaquín Lorenzo de Villanueva llamada Catecismo moral
de 1841. Ya sólo por mencionar en ese grupo también se encuentra la clase 8
(organización, métodos y material de enseñanza superior), y la clase 9 (Imprenta
y librería).
Fueran cuales fuesen sus características, devinieron en espacios de
representación en los que se desarrollaron estrategias civilizatorias, cuyos
resultados se mostraron en objeto de la cultura material entendidas como
formas de hacer que se desarrolle determinado universo simbólico. De alguna
forma en el caso venezolano, representan la ruptura con un pasado cargado
de violencia y regionalismos profundos, pues cada región se sentía con
capacidad de gobernar.
Vale destacar que se busca la reflexión y relectura de estos catecismos y
manuales con nuevas preguntas, el papel y significado en la representación en
la cultura moderna y sus procesos de transformación; desde su especificidad,
pueden ofrecer indicios claves para recorrer dimensiones de la experiencia
histórica poco trabajados. Sin duda, es un material que ofrece el registro de lo
que para los autores sucedió atravesado por las variables sociales, políticas,
culturales e históricas anteriores y posteriores a su edición. Por lo cual se deben
empezar por estudiar el objetivo que con ellos persigue su autor; pues dan el
efecto de realidad.
De manera general se puede afirmar que durante el periodo de estudio la
educación y la urbanidad constituyeron un arma para desmarcarse de la
“incivilización”; además que es posible resaltar la idea que el reconocimiento
implica igualdad, nos hizo visualizar la imagen de dos mundos culturales
esencialmente separados e irreductiblemente enfrentados y plantearnos la
necesidad de analizar críticamente los procesos de construcción de
identidades y sus dinámicas.
Así como también resaltar el hecho que en estas fuentes se entienden
como vehículos de socialización, proyectan una determinada visión de la
sociedad, historia y actores, de acuerdo con el proyecto político-social de
quienes los producen. Estas fuentes operan dentro del sistema educativo como
transmisores de lo que entendemos por la “ideología oficial”, es decir, el
conjunto de cogniciones, valores, normas y “cosmovisión” que el Estado
establece y considera aceptable para la sociedad, y de la cual, como en todo
discurso, se derivan representaciones sociales, estereotipos y otras imágenes
sociales sobre ciudadanía, identidad, etc., los cuales se transmiten a la sociedad
institucionalmente, a través del sistema educativo, hecho que hace pertinente
el análisis de los contenidos vertidos en este tipo de material, como veremos a
continuación.
135
2.- A manera de ejemplo: gobierno representativo y expectativas sociales
respecto a la mujer
136
miembros de la comunidad, que se transformó en la realización del propio
interés personal y la libertad individual.
Otro aspecto interesante son las tres categorías de individuos que destaca:
primero, los ciudadanos para los que deja claro que son aquellos miembros del
pueblo que participan de la autoridad soberana (que eligen o son elegidos);
segundo el pueblo que aunque no lo específica se asume que la misma
responde en función del cual son incluidos todos los miembros de la Nación; y
tercero la de súbdito el cual lo define como aquel que obedece a la autoridad
del cuerpo político, lo que incluye a todos los ciudadanos. En definitiva se podría
afirmar que entiende que dicho gobierno representativo es la suma de las
fuerzas físicas y morales, que la sociedad deposita en las manos de aquellos que
ella elige y cree a propósito para conducirla a su término. En este sentido,
aunque sea difícil trazar el impacto real que tuvo dicha obra, el hecho cierto es
que las ideas desarrolladas a lo largo de la misma nos evidencia que en mayor
o menor medida, pasaron a formaran parte del proyecto que se implantó en
Venezuela a partir del primer gobierno de José Antonio Páez.
Por lo que respecta a las Lecciones de buena crianza, moral i mundo o
educación popular de Feliciano Montenegro y Colón, de 1841, el autor dedica
una serie de capítulos a resaltar su concepción relativa a la moral, educación y
buenas costumbres del ciudadano. Asimismo toca aspectos relacionados con
la religión, buenos modales, disciplina, cortesía, decencia, honradez y la
prudencia, entre otros. Sin duda es una obra en la que se refleja lo importante
que era la moral femenina, exponiéndose que era necesaria la buena
preparación de la mujer, pues la misma se convertiría en un genuino dispositivo
de conservación del honor familiar.
Me interesa destacar en este trabajo algunos aspectos referidos a las
expectativas sociales respecto a la mujer, en términos de la feminidad
hegemónica, entendida ésta como el conjunto de características genéricas
que comparten las mujeres, las cuales suponen un conjunto de atributos que
van desde el cuerpo hasta las formas de comportamiento sociales que las
caracterizan de manera real y simbólica. Como ya se dijo anteriormente, nos
proponemos mostrar el modelo femenino, transmitido y aceptado, cuyo
discurso formativo expone una serie de máximas incuestionables en cuanto a la
instrucción de la mujer que dieron paso a la formación de la feminidad
hegemónica y cómo esta se convierte en una configuración socio-cultural, que
se produce en estadios muy tempranos en la vida, momento en el que se les
enseñaban sus deberes de hijas, esposas y madres.
Siempre se les invitaba a reflexionar muy bien antes de escoger sus
amistades, pues iban a participar de su reputación. Si iban a hacer amistades,
aunque era preferible nunca las hicieran, debían hacerlo con mujeres virtuosas,
porque las conexiones eran parte de su reputación, tal como se lo establecía
en forma de dicho: “dime con quien andas y te diré quien eres” (Montenegro y
Colón, 1841: 71), advirtiéndoles así el influjo que ejercía en las costumbres las
buenas o malas compañías. Es por ello que debían procurar mantener su moral
y el orden social. Desde pequeñas se les enseña que: “El vestido debe ser
conforme á la edad y al estado de cada individuo” (Ibid.: 25). Este ocupa un
lugar importante, pues, las protege no sólo de las inclemencias del tiempo, sino
también cubre la honestidad y el pudor que produce la vergüenza. Este
mandato debían observarlo, dentro y fuera del hogar. El hecho de que se
encontraran la mayor parte del tiempo en sus hogares no quería decir que no
tuviesen que estar vestidas adecuadamente:
137
“En muchas de las mismas casas no tienen reparo las señoritas de recibir á sus
conocidos en el mayor desaliño; esto es indecoroso y rebaja mucho la dignidad
de su sexo. Tampoco proceden bien, cuando se las anuncia una nueva visita
entonces, como desprevenidas, corren á peinarse: se visten luego solo de medias:
se calzan tambien los zapatos; y mientras se quitan á la vez del estrado las
porquerías que parecen mas chocantes, tiene que aguardar media hora, ó mas,
el que las va á hacer el cumplido” (Ibid.: 167-168)
Así como el ejemplo anterior, encontramos otro, pero esta vez en un tono
más fuerte al exponer que muchas niñas se dan a la costumbre de andar en sus
viviendas
También era muy mal visto que las doncellas admitiesen a sus hermanos en
sus habitaciones o que estos entrasen sin permiso en las mismas “cuando y como
les parece, y á pretexto de hermanos, como si esta cualidad los eximiese de
tratarlas con el mayor miramiento; y de respetar el retiro, en que pueden hallarse
medio vestidas; ó atendiendo al aseo de su cuerpo, sin la preocupación de
cerrar bien la puerta”. Así como también las señoritas que se distraían
constantemente en la lectura de novelitas, en lugar de aprender lo realmente
necesario. No se creía que pudiesen llegar a ser buenas madres y esposas, “las
que prefieren aquellos libros á la instrucción moral que proporcionan otros”
(Ibid.: 120).
La urbanidad, no eran más que un conjunto de reglas que tenían “(…)que
observar para comunicar dignidad, decoro y elegancia a nuestras acciones y
palabras, para manifestar a los demás la benevolencia, atención y respeto que
les son debidos” (Ibídem: 31). A fin de cuenta todos esos principios establecidos
en el manual no eran otra cosa que las demostraciones de buena o mala
crianza, o “el resultado preciso del celo, ó de la indiferencia de nuestros padres
y maestros” (Ibídem: 14); ya que, el “abandonar la educación de las niñas, ó
descuidarla, es preparar la vergüenza de la propia familia” (Ibid.: 192)
139
fruto de una construcción socio-cultura”. En la noción de género, la diferencia
sexual deriva de una biología diferenciada pero la historia de las mujeres se ha
interesado por la construcción social de esta diferencia sexual y sus
implicaciones políticas y sociales. La naturaleza de género en la formación de
la sociedad contemporánea representa uno de los presupuestos analíticos de
la historia de las mujeres.
La idea que define a las mujeres en función de “su biología y de la
reproducción, actúa como mecanismo de control social que convierte en
natural el cometido social de las mujeres del mismo modo que las diferencias
culturales se racializan para determinar relaciones de subalternidad” (Ibid.,
párr.11).
Durante el período en cuestión, la sociedad venezolana estaba
adaptándose a una dinámica en la que se difundían un conjunto de normas a
través de manuales divulgativos, los cuales estaban destinados a transmitir los
cambios que traía consigo el proceso de modernización, revelar el modelo de
ciudadano, los valores, costumbres y maneras que debían imperar en la
sociedad de entonces. En el caso específico de las mujeres, no se produjeron
grandes cambios, pues casi todos los argumentos y fundamentos de esos
manuales estaban dirigidos a instruirlas en la formación moral y las destrezas
prácticas que le permitiesen desempeñarse adecuadamente para su función
esencial del lado adentro de la casa.
Conclusiones
140
funciones de representación. Se requiere así una relectura y reescritura que
proponga una reconstrucción crítica de nuestra experiencia societaria desde
esas prácticas, discursos y narraciones que han sustentado tradiciones políticas
y culturales.
Se espera que las contribuciones permitan estudiar la “representación”
desde las prácticas culturales, sociales, políticas, discursivas, corporales y
comunicacionales; sin caer en la generación de nuevas etiquetas o miradas
prescriptivas, sino permitiendo abrir la mirada hacia el fluir de las identidades.
La multiplicidad de discursos que en ellos se encuentran amerita un análisis
crítico en torno a la definición de género en sus diversas acepciones, discursos
textuales, icónicos, que ayuden a entender y comprender nuevas visiones en
torno a las representaciones culturales construidas mediante diversos géneros
textuales y retóricas propias del discurso social de una época determinada; es
decir, son bisagras entre los discursos y las prácticas (entre lo que se dice y lo
que se hace); en este sentido son parte esencial del proceso mediante el cual
se constituyen en el entramado social, posiciones subjetivas (in)válidas y se
(in)habilitan diversas prácticas.
Son fuentes que revelan y discuten las dinámicas en que éstas surgen. Ese
abordaje se hace desde la necesidad de visibilizar y de-construir los mecanismos
que han permitido y empujado una historia y una memoria que ha quedado
fija. Esas historias y memorias hoy resultan insuficientes para comprender la
complejidad de nuestras sociedades, que tienen historicidades no siempre
reconocidas y rara vez legitimadas. La intención principal es llamar la atención
hacia la ampliación de los horizontes que nos sitúen dentro de las nuevas
perspectivas conceptuales y metodológicas para alimentar la historiografía
venezolana y comprender el largo camino seguido para consolidar la nación.
A partir de lo expuesto resulta evidente la necesidad de continuar
reflexionando sobre las estrechas relaciones que vinculan a los manuales de
urbanidad y catecismos políticos con la formación de ciudadanos, cada vez
más conscientes del impacto que tienen los canales de difusión masivos como
las mencionadas fuentes en el proceso de construcción de conocimiento. Los
aportes consignados representan un intento preliminar de señalar la fertilidad de
un campo de estudio que hasta el momento ha recibido una atención
minoritaria en los programas de investigación académicos. La propuesta dista
de hallarse en una instancia conclusiva. Muy por el contrario, el presente trabajo
busca operar como un disparador de inquietudes antes que representar el cierre
de una temática. Confiamos en que la sumatoria de nuevos esfuerzos en las
actividades de pesquisa en la investigación general progresivamente configure
un espacio de análisis exclusivamente ocupado de las mencionadas fuentes.
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141
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Chiara Pagnotta
Universitat de Barcelona
Resumen: En este texto muestro las ideas sobre la inmigración que circulaban en
el Ecuador en el siglo XIX, sus evoluciones y cambios y, por ende, las políticas
migratorias que tuvieron lugar en el país andino. En particular, destaco algunos
momentos claves para la comprensión de dicha evolución: de la fase
inmediatamente post-independentista hasta el gobierno de García Moreno,
periodo en el que se requería una inmigración católica, europea y norte-
americana, hasta llegar al periodo de la inmigración a finales del siglo, cuando
desaparece el criterio religioso, pero se empieza a manifestar más claramente
la idea de que la inmigración tiene que ser escogida según los criterios de
nacionalidad y de clase social.
Abstract: In this article I show the ideas circulating about immigration in Ecuador
in the nineteenth century, its evolutions and changes and, therefore, migration
policies that took place in the Andean country. In particular I emphasize some
key points to understand this evolution: from the immediate post-independence
phase to the Garcia Moreno's government, a period in which a Catholic,
European and North American immigration was required, until the period of the
immigration in the late century, when the religious criterias disappear, and arise
the idea that immigration has to be chosen according to the ideas of nationality
and social class.
Introducción
143
Para la época es común la idea de progreso entendido como proceso
evolutivo. Por esta razón, según los positivistas latinoamericanos, se otorgaba
gran importancia a la educación del pueblo –alcanzada a través de un proceso
de civilización- a fin de superar el estadio de “barbarie” de la sociedad, el
“mejoramiento de la raza” a través de la inmigración europea especialmente
anglosajona o alemana, y la paulatina secularización del estado. La inmigración
era vista no solo como recurso de mano de obra, sino sobre todo como
instrumento de cambio social y de modernización.
Mismo si las ideas y practicas positivistas orientadas al progreso de la
nación ecuatoriana tuvieron pleno apogeo luego del ascenso de la revolución
alfarista a final del Siglo XIX, ya estas se habían difundido anteriormente en el
territorio ecuatoriano, en particular modo durante el gobiernos del la corriente
del progresismo (1884-1895) y estuvieron presentes en el discurso público hasta
la Segunda Guerra Mundial. Este articulo es parte de un trabajo más extenso
sobre migración hacia Ecuador en la época republicana que he conducido en
los archivos del país andino y en Italia a partir de 2010. En particular, en este
ensayo pretendo detenerme sobre las políticas ecuatoriana a lo largo del siglo
XIX y el papel que tuvieron las ideas positivistas en el orientarlas, desde el
momento de lo state-building hasta la prohibición de la inmigración china en
Ecuador (1889). Para ello, los archivos consultados son los siguientes: Archivo
Histórico Alfredo Pareja Diezcanseco, Ministerio de Relaciones Exteriores y
Movilidad Humana, Quito, Ecuador; Archivo Histórico Ministerio de la Cultura y
Patrimonio, Quito, Ecuador; y Archivio Storico Diplomatico, Ministero degli Affari
Esteri, Roma, Italia.
1 Archivo Histórico Alfredo Pareja Diezcanseco, GONZÁLEZ, José Miguel: Exposición que el Ministro
de Estado en los despachos del Interior y Relaciones Exteriores del Gobierno de Ecuador al
congreso constitucional de 1839. Quito: Imprenta de Gobierno, p. 14.
144
estaba interesado en transferir al Ecuador un elemento de población blanca y
católica se evidencia en la siguiente carta (Quintero, Silvia, 2001: 109):
2 Archivo Histórico Alfredo Pareja Diezcanseco, GÓMEZ DE LA TORRE, Manuel: Exposición que
dirige al Congreso Constitucional del Ecuador en 1848 el Secretario del Interior. Quito: Imprenta
Comercial por Juan P. Sanz, pp. 16-17; Archivo Histórico Ministerio de la Cultura y Patrimonio, El
Nacional, nº 202, 17 de noviembre 1848. Ortografía original.
3 Ibid.
4 Archivo Histórico Ministerio de la Cultura y Patrimonio (AHMCP), El Nacional, nº 227, 1849, p. 6186.
Ortografía original.
145
externa, conmoción interna de la Republica o para defenderse de las tribus
bárbaras que viven cerca de la Colonia.5
En este sentido, la primera ley pro-inmigración en Ecuador estaba limitada
a la población europea y católica. No todos los inmigrantes, como veremos más
adelante, eran bienvenidos, sino solo aquellos que eran funcionales y
complementarios al proyecto estatal ecuatoriano.
En el proceso de construcción de la nación se pone en evidencia como
las élites del gobierno ven como elemento distintivo de la ecuatorianidad la
ascendencia europea y católica. Para fortalecer estos elementos al interior del
proyecto nacional –donde viven descendientes de españoles, indios, mestizos,
negros que profesan diferentes creencias – se debía importar población que
respondiera al modelo ideal imaginado y deseado en Ecuador, de manera que
este podía convertirse en el componente étnico y religioso mayoritario.
Luego, en los quince años de garcianismo, se promovieron algunos
proyectos de colonización e inmigración que no tuvieron grandes efectos.
Siguiendo las ideas que Juan Bautista Alberdi había expresado algunos años
antes en Argentina, en 1861, el Ministro del Interior ecuatoriano afirmó que la
riqueza y el poder de la nación están en proporción a la base de su población.6
Por esta razón y disponiendo de tierras baldías, en el mismo año, fue creado un
decreto que autorizaba al poder ejecutivo promover la inmigración procedente
de Estados Unidos y Europa. Según el decreto, la inmigración debía ser
espontánea y debía también estar formada por artesanos y trabajadores
“útiles”.7
La inserción en territorio ecuatoriano de población católica parecía
funcional al fortalecimiento del proyecto de civilización a través de la religión
llevado a cabo por García Moreno. Además, según las ideas de la época, los
extranjeros “superiores” a los locales eran capaces de hacer progresar al país,
importando e enseñándoles artes y ciencias.
Un discurso parecido no puede no estar ligado idealmente a la cuestión
étnico-educativa. En 1869 los seguidores de la Compañía de Jesús estuvieron
encargados de la evangelización de la Amazonia. Los misioneros fueron
enviados al Oriente (Napo, Macas y Gualaquiza) con la tarea de suplir las
carencias de control estatal en los territorios periféricos. García Moreno dio
impulso a escuelas y misiones porque, según él, eran instrumentos de civilización
cristiana entre los indios.
Al mismo tiempo, García Moreno, buscó otras soluciones para reinsertar
bajo el control del estado las zonas periféricas o desérticas. Reapareció
nuevamente la idea de poblar las Galápagos con una colonia penal.
Se remontan a 1866 los contactos entre el gobierno ecuatoriano y el
italiano para establecer una colonia penal en las Islas Galápagos. Los italianos
trataban de sustituir, al menos en parte, el sistema de los trabajos forzosos, con
el de las deportaciones.8 El proyecto no tuvo seguimiento. Es cierto que las
relaciones entre el Ecuador de García Moreno y el Reino Italiano se
interrumpieron después de la Breccia di Porta Pia (1870) que puso fin al poder
dei dispacci inviati dal Ministero degli Esteri alle varie Legazioni nazionali all’estero”, 465-64 (22
febbraio 1864- 4 novembre 1866 Perù).
146
temporal del papado y Roma fue designada capital del Reino de Italia el año
siguiente.
9 AHMCP, “Carta del Excmo Presidente del Ecuador D. Antonio Flores acerca del derecho sobre
inmigración china”, Quito, octubre de 23 1889, en FLORES, Antonio: Crédito y Derecho Público,
Quito: Imprenta de Gobierno, 1890, p. 2.
10 AHMCP, FLORES, Antonio: Crédito y Derecho…, op. cit., p. 17.
147
de las razas mongola y americana no puede mejorar, sino rebajar la condición de
la nuestra (...).”11
"En cuanto á inmigración extranjera, que debe ser procedida del crédito de las
vias de comunicaciones y de la instrucción publica, la Junta que he nombré en
Guayaquil para promoverla, nada ha podido hacer, por falta de fondos.
¿Podremos nosotros tener inmigración, sin gastar lo que gastan anualmente otros
Estados Sud-Americanos (...)? El problema de inmigración extranjera, que he
estudiados prácticamente largos años en los Estados Unidos, y acerca del cual
veo se forjan entre nosotros muchas ilusiones, depende de los altos salarios, del
Interior y Relaciones Exteriores dirigida al Congreso Constitucional de 1888. Quito: Imprenta del
Gobierno, 1888, p. 43.
148
buen clima, expedidas vías de comunicación, de los medios para ganar la vida y
adquirir dinero; a lo que se añaden las facilidades suministradas por las oficinas de
información en Europa, el pago de los pasajes, las comodidades para los
inmigrantes (...) Y aunque nuestro presupuesto estuviera tan desahogado que
pudiéramos hacerlo, ¿sería de alguna utilidad este gasto mientras no tengamos
caminos y ocupación lucrativa para el que inmigre? (...) Restabìezcamos el
crédito, brindamos a los extranjeros garantías, facilidad de trasporte á la
República, y dentro de ella comodidades para la vida y medios de prosperar, y
sólo entonces tendremos inmigración. Mientras tanto tratar de ello es pura
pérdida de tiempo.18”
18 AHMCP, FLORES, Antonio:, Mensaje del Presidente de la República al Congreso Ordinario del
1890, en Alejandro Noboa (compilador), Recopilación de Mensajes…, op. cit., pp. 73-74.
Ortografía original.
19 AHMCP, FLORES, Antonio: Crédito y Derecho…, op. cit., p. 14.
20 Ibid., p. 17. Ortografia original.
21 Ibid.
149
Flores evidencian una tendencia que estaba surgiendo en aquel periodo. Se
puede ver como las elites en el poder empezaban a condicionar las políticas
anti-inmigratorias bajo el temor y el prejuicio hacia las clases populares. La
prohibición del ingreso al Ecuador de un grupo particular no resultaba algo
desconocido; como se mencionó anteriormente, se había dado ya con los no-
católicos y, después, con los no-blancos. Las restricciones hacia los inmigrantes
de una nacionalidad específica marcarán la primicia de lo que se repetirá, de
manera amplia, en el siglo XX.
Conclusiones
En este texto he querido mostrar las ideas que alrededor de las migraciones
circulaban en Ecuador en el siglo XIX. Indudablemente se destaca el hecho que
la palabra inmigración no tenía el mismo significado en aquella época y hoy en
día, igualmente la palabra inmigrante tenía un significado diferente. Los
inmigrantes de la primera mitad del siglo eran los europeos o norte americanos
católicos y eran requerido ya que se retenían portadores de progreso y
proveniente de una civilización mas avanzada. Fue solo en la segunda mitad
del siglo que empezó a circular la idea de que no todos los inmigrantes eran
"buenos" y que se habría que escoger los elementos sanos y alejar la hierba
mala, entre ellos los chinos y los proletarios. Si antes la religión católica y la
ascendencia europea o norte-americana era un factor determinante para la
entrada en Ecuador, ya, a mediado del siglo, los criterios son substituido del
criterio primero de raza, luego de nacionalidad (prohibición de la inmigración
china) y más adelante del criterio de clase, que tomará mas importancia a lo
largo del siglo XX.
Me captó mucho la atención, y habrá que reflexionar sobre esto en
trabajos futuros, que cuando en el siglo XIX se hacía referencia el inmigrante,
siempre se imaginaba alguien que llegaba en Ecuador cruzando un Océano,
pero no se utilizaba la misma terminología para lo que hoy en día llamaremos
inmigración limítrofe.
BIBLIOGRAFÍA
150
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Introducción
151
de la entidad americanista, y ofrecieron nombrar como “representantes” a Luis
Muñoz Ribera, el comisionado de Puerto Rico en el Congreso de los Estados
Unidos de América, y a Manuel Teno Gandia, el director del periódico La
Correspondencia de San Juan de Puerto Rico. Este original ensayo que se
organizó en diversas reuniones mantenidas los días 7 de mayo, 15 de julio y 30
de octubre de 1914, fue la primera experiencia fomentada y diseñada en el
seno de la Casa de América, la entidad internacional inaugurada de Barcelona
en abril de 1911. A partir de entonces el consejo directivo de esta Casa elaboró
un provisorio estatuto que distinguió la representación en dos categorías. Por un
lado, españoles establecidos en cada país americano que aceptasen ser
“delegados” para llevar adelante diversos proyectos comerciales, culturales y
políticos vinculados al país de origen. Por el otro, los cónsules americanos
radicados en Barcelona en calidad de “asesores honorarios”, que es el tema
abordado en este artículo.1
El primer proyecto que implantó la Casa de América de Barcelona fue la
promoción de las relaciones internacionales con la República del Paraguay,
país sudamericano, rico en algodón y en extracto tánico, que podía aportar los
recursos imprescindibles para la producción textil y para el curtido catalán. En
este artículo se analiza el papel ejercido por Alejandro Morillo Doremus, el cónsul
general de Paraguay en Barcelona; su hermano José Luis en calidad de
vicecónsul; y el cónsul Blay Pigrau que actuó en los años de organización de la
Guerra del Chaco sostenido entre los ejércitos paraguayo y boliviano. Por ello la
documentación del Archivo General de la Casa de América de Barcelona (CA-
AA), nos permite analizar la labor ejercida por esta entidad para gestar nuevas
relaciones económicas y mercantiles con la sociedad española establecida en
Paraguay a través del ámbito diplomático. Utilizamos también la Revista
Comercial Iberoamericana Mercurio, la publicación barcelonesa creada en
1901 que una década después, en abril de 1911, se convirtió en el órgano de
difusión quincenal de la Casa de América (Dalla-Corte, 2012, 2013). Mercurio se
publicó hasta el año 1938, y sus páginas nos permiten aprovechar las
aportaciones de los cónsules paraguayos a través de sus dos versiones
quincenales, la “Edición Ilustrada” (EI) que salió a la luz entre 1901-1938, así como
la “Edición Comercial y de Transportes” (ECT) que se publicó entre 1904 y 1935,
junto a la publicación unificada en 1937 con el nombre de Revista Comercial y
Producción Artística Ibero-Americana. Esta publicación nos permite abordar el
significado que sus páginas otorgaron a la Guerra del Chaco como
antecedente de la Guerra Civil española.
Desde inicios del siglo XX, los cónsules paraguayos instalados en la ciudad
de Barcelona fueron los siguientes: José Morillo, cónsul entre 1900 y 1909, y desde
esa fecha, cónsul general; su hijo Alejandro Morillo Doremus, cónsul general
desde 1909 hasta septiembre de 1920; y el hermano de este último, José Luis
Morillo Doremus, vicecónsul de 1909 a 1920,2 y cónsul general hasta 1924. Fue a
partir de 1911 cuando la novedosa Casa de América de Barcelona decidió
incorporar a Alejandro Morillo Doremus como asesor honorario para fomentar el
1 Casa de América – Archivo General (en adelante, CA-AG), Registro de acuerdos de la Casa de
152
comercio con el Ministerio de Relaciones Exteriores del Paraguay,3 y para
identificar los mejores puertos de embarque en ambos países,4 temas que
llevaría adelante el catalán Emilio Boix en su visita realizada a las tierras
paraguayas al acabar la Primera Guerra Mundial (Boix, 1920).
El director de la Casa de América de Barcelona, Federico Rahola Trèmols,
se dirigió también a Fernando Pigret, el cónsul general de Paraguay en Madrid,
para que este último definiese la verdadera capacidad de acción del
diplomático establecido en la ciudad condal. En abril de 1913, Pigret señaló que
los diversos cónsules paraguayos estaban distribuidos de la siguiente manera: el
de Santander era el único cónsul que dependía del Consulado de la capital
española. El resto de cónsules eran dependientes directos de los Consulados
Generales de Barcelona y de Cádiz.5 Como señalara en sus cartas el uruguayo
Luis Riera Soler, nombrado presidente de la Cámara de Relaciones Comerciales
de la Casa de América de Barcelona, esta ciudad tenía gran libertad
diplomática para organizar la recepción de información paraguaya a través de
los hermanos Morillo Doremus.6
Paraguay ya contaba con un buen número de empresas extranjeras
dedicadas a extraer y comercializar los recursos naturales. Las cartas
intercambiadas entre Genaro Romero, el director de la sección comercial del
Ministerio de Relaciones Exteriores de la República del Paraguay, y Luis Riera
Soler, el presidente de la Casa de América de Barcelona, demuestran las
relaciones gestadas a nivel internacional.7 De acuerdo a la carta que el
presidente Luis Riera Soler hiciera llegar a la sección consular y comercial de la
Cancillería Nacional de Paraguay, sabemos que el gran producto que podía
producir Cataluña eran las decocciones e infusiones concentradas de las
cortezas de encina, pino y roble. Y Paraguay, por su parte, podía aportar el
tanino del quebracho colorado para la curtición de toda clase de cueros y
pieles. El bajo precio de los extractos líquidos de corteza o taninos, así como su
manejable y fácil aplicación, permitían su importación en Europa. Pero este
producto carecía de clasificación en los aranceles establecidos por el gobierno
paraguayo. Riera Soler agregó que el curtido era una de las industrias más
importantes de todo el mundo, y Paraguay podía ofrecer los extractos de
quebracho como primera materia. La Casa de América se mostró dispuesta a
favorecer a la industria extractiva, con la condición de que se abriesen las
puertas del mercado de la República del Paraguay. Esta entidad catalana
propuso montar en Paraguay una floreciente industria de curtición,
aprovechando el valor industrial de aquellos extractos, y el derecho de poder
enviar técnicos catalanes encargados de aplicar los últimos procedimientos
industriales de curtiembre de cueros y pieles (Morales Raya, 2015). Riera Soler
3 CA-AA, 12.2, carta de Alejandro Morillo Doremus, Consulado General del Paraguay en
153
agregó que los resultados podían beneficiar a la nación paraguaya, pero
también al programa de aproximación iberoamericana.8
Esta propuesta impulsó el diseño de los acuerdos de importación y
exportación del quebracho colorado paraguayo. El 25 de septiembre de 1913,
el empresario Remigio Mazó establecido en Asunción del Paraguay, envió al
secretario general de la Cámara de Comercio de Asunción, José Rodríguez
Alcalá, las conclusiones sobre las relaciones comerciales y productivas que se
podían gestionar con los empresarios de la Casa de América barcelonesa. En
particular sobre los productos naturales paraguayos que podían llegar al Puerto
de Barcelona, y el ingreso de productos técnicos españoles en Asunción. Sobre
estos temas se mencionó la industria catalana dedicada a la producción de
cueros, la cual necesitaba sin duda el quebracho y el curupay, ya sea en
extracto o en aserrín, todos productos de los bosques suficientemente ricos en
tanino del Paraguay. En el Chaco funcionaban diversas fábricas de extracto de
quebracho, cuyo comercio principal radicaba en el extranjero, surtiendo al
mismo tiempo a las fábricas de cueros existentes en el país. El hecho de que
Paraguay tuviese todas las materias primas necesarias para una gran parte de
los trabajos de tenerías de Cataluña, no significaba, sin embargo, depender sólo
del quebracho. La fabricación de cueros requería adoptar otros recursos
naturales, es decir, extractos tánicos para las tenerías que se utilizaban en la
tintorería. Desde Asunción, Remigio Mazó agregó que las industrias catalanas
dedicadas a producir cueros se basaban en su mayor proporción en materias
primas, y era la “industria madre de otras muchas que elaboran para el
consumo mundial, artículos de primera necesidad”. La importación y la
exportación entre Paraguay y España era el ingrediente necesario para
acrecentar la cantidad y la calidad de los productos.9
Genaro Romero, el director de la sección consular y de comercio del
Ministerio de Relaciones Exteriores de la República del Paraguay, también hizo
llegar a Luis Riera Soler un informe sobre los materiales destinados a la
curtiembre. En ese informe, la Casa propuso importantes ventajas para la
explotación de los recursos naturales paraguayos que debían llegar al Puerto
de Barcelona.10
En ese mismo año 1913, el cónsul Alejandro Morillo cumplió con el pedido
del presidente de la entidad privada catalana de entregar formalmente al
Ministerio de Relaciones Internacionales del Paraguay los datos de exportación
del Puerto de Barcelona. A esto se sumó el pedido que le hizo Rahola Trèmols
de cómo administrar y enviar fotografías sobre la realidad actual del país.11
Morillo le sugirió que pidiese las remesas a la Oficina de Inmigración,
Propaganda y Colonización del Ministerio de Relaciones Exteriores del
Paraguay. Fue el director de la biblioteca de la República del Paraguay,
Desiderio M. Segovia, quien se encargó de hacerles llegar diversas obras
8 CA-AG, 12.3, carta de Luis Riera Soler, presidente de la Cámara de Relaciones Comerciales de
154
referidas a la historia paraguaya,12 mientras el vicecónsul José Luis Morillo
informó a la Casa barcelonesa sobre la cantidad de kilogramos (610.229,793 kg,
por un total de 822.269 pesetas) correspondientes a productos catalanes salidos
desde el Puerto de Barcelona, y que llegaron a Asunción en pleno año 1914.13
Diferenciamos los productos enviados a Asunción del Paraguay a partir de la
lista elaborada por los hermanos Morillo.14
155
llegada de 429.694 kilogramos.17 Hablamos de unas tierras paraguayas que se
ligaron en el periodo de entreguerras para levantar a un país destrozado (Brezzo,
Boccia Romañack y Rivarola, 2014).
Las siguientes cartas enviadas por el cónsul Morillo llegaron a las manos de
Claudio Ametlla, el entonces secretario de la Casa de América, quien en 1914
le solicitó una copia de la Ley de marcas de fábrica y de comercio, así como la
de Ley de propiedad intelectual.18 Y el catalán V. Calduch Roig, por su parte,
escribió desde Asunción ofreciéndose como responsable de los negocio de
comisiones y representaciones en Paraguay,19 una aportación que se hizo en
pleno desarrollo de la Primera Guerra Mundial.20 Por ello los hermanos Morillo
decidieron enviar una larga carta a Ametlla, haciendo referencia al peso
ejercido por los Estados Unidos de América en las difíciles relaciones mantenidas
entre Barcelona y Asunción del Paraguay. Apremiaba la necesidad de llegar a
un acuerdo para fortalecer el proyecto comercial y el futuro de las casas
exportadoras, ya que se preveía que Paraguay podía quedar “a disposición de
Nueva York y Buenos Aires”.21 Los dos hermanos permanecieron en el
Consulado; ratificaron que en su país no había ninguna normativa que
prohibiese la reproducción de las leyes, reglamentos nacionales y datos
económicos estadísticos; pero durante unos años vieron interrumpidas las
relaciones entre Paraguay y Cataluña.22
17 CA-AA, 12.2, carta de Alejandro Morillo, Consulado de Paraguay en Barcelona, a Rafael Vehils,
156
paraguayensis´, y que coincidió temporalmente con el que Cecilio Báez publicó
en París sobre la evolución histórica del Paraguay (1927). En sus escritos Blay
Pigrau hizo una importante defensa de los derechos paraguayos sobre su
territorio en litigio, que era habitado por indígenas chamacocos, chiriguanos,
sapuquíes, matacos, tobas, lenguas, pilagás, mbayás y guarañacas. Siendo
Paraguay el mejor país para el comercio español, su espléndida comunicación
fluvial con el Atlántico por los ríos de la Plata, del Paraná y del Paraguay avalaba
que España pudiese acercarse al “corazón de la América meridional”. Blay
Pigrau escribió sobre la riqueza territorial que ofrecía la República del Paraguay
desde la pérdida de la Guerra de la Triple Cisatlántica. Este cónsul describió la
escasa densidad poblacional de su país, y su capacidad para recibir a las
industrias extranjeras. Mencionó la producción de algodón, caña de azúcar,
yerba mate, tabaco, madera y extractos tánicos; la creación del Banco
Agrícola de Paraguay; y su homérica resistencia contra la Triple Alianza que
obligó a reconstruir el país (Warren, 2010). Según él, en Paraguay se podía
aplicar la estrofa del poeta rioplatense Andrade:
25 Blay Pigrau, Andrés, “La riqueza territorial: el Paraguay”. Mercurio (ECT), núm. 405, 27 de abril de
1922, pp. 111-112.
26 Blay Pigrau, Andrés, “El Chaco Paraguayo”. Mercurio (ECT), agosto de 1927, p. 405.
27 Blay Pigrau, Andrés, “Las conferencias sobre límites paraguayo-bolivianas”. Mercurio (EI), núm.
157
maderas y una infinidad de productos diversos, en particular palmares y
quebrachales de inestimable valor.28 La información estadística de Manuel
Benítez, el entonces secretario de Estado del presidente Eligio Ayala, permitió a
Blay Pigrau mencionar las empresas españolas. Se trataba de un importante
dato en medio de un momento de reconstrucción europea y de crisis universal
que afectaba especialmente a todos los productos. Según él, Paraguay llenaba
con desahogo todas sus necesidades, al mismo tiempo en que ambos
hemisferios debatían los problemas sociales y económicos. Paraguay podía
colaborar en la edificación del despojo y de los vestigios de la terrible
conflagración internacional. Paraguay tenía un presupuesto equilibrado por
medios ordinarios, recaudaba los impuestos preexistentes, y no tenía necesidad
de apelar al crédito ni a los procedimientos extraordinarios. Para Blay Pigrau, la
base de la producción de ese país era el algodón, que por entonces era
colocado a 25 centavos de dólar la libra. Ese algodón podía competir con el
de los Estados Unidos de América. Se sumaba la yerba mate de las plantaciones
de “ilex paraguayensis”, que en el año 1925 exportaron 9.277.580 kilogramos. El
tabaco se hacía en una superficie sembrada de 11.950 áreas, y daba un
rendimiento de 12.540.000 kilogramos. La explotación de los bosques ofrecía
tanino para la fabricación de curtidos. Y la presencia española en Paraguay
estaba verificada por la adquisición de productos de su país de origen. Ahora
bien: este cónsul señaló que España sólo ocupaba el décimo lugar entre los
países que importaban productos paraguayos: agrícolas, forestales y
ganaderos, incluyendo naranjas, arroz, trigo, mandioca, maderas, azúcar y
alcohol, plumas de avestruz y de garza, cueros, y carnes congeladas en
extracto y secas. Para llevar adelante las labores del campo, Paraguay había
adquirido 2.735 arados, y fue este cónsul quien anunció la empresa que por
entonces tenía gran trascendencia internacional: la conocida casa “Liebig´s”
que faenaba anualmente unas 100.587 reses. Como expresara en La
Vanguardia, era urgente fomentar la acción de los individuos y de los pueblos,
y los vínculos recíprocos, a través de una orientación más material y más
utilitaria. Concluyendo que “bien estará, siempre, la consagración de
Cervantes, si, viviendo las exigencias de la vida contemporánea, refractaría a
las quimeras quijotescas, cargamos con buen tonelaje los buques que surcan el
Océano”.29
Mercurio incluyó por entonces un interesante artículo de Blay Pigrau
titulado “Del Paraguay”, en el que el cónsul abordó los datos estadísticos
aportados por la sección del comercio exterior de España. La citada
publicación estadística había cometido tantos errores, que sólo el
desconocimiento sobre la situación paraguaya podía explicar la conclusión a
la que habían llegado las autoridades españolas de asignar al Paraguay uno de
los últimos puestos entre los países que, por su importancia comercial, se
relacionaban con la propia España. El propio desconocimiento de la realidad,
puesto en evidencia en las estadísticas de importación y exportación entre
España y Paraguay, merecía una crítica, pero también una descripción
aclaratoria. Blay Pigrau mencionó que “hojeando dicho ejemplar, y por lo que
a mi país se refiere, vi con estupor consignados datos tan erróneos, que no
resisten el más leve análisis ni la más somera crítica”. Según él, un organismo
28 Blay Pigrau, Andrés, “El nuevo presidente del Paraguay. Excelentísimo señor doctor don José P.
Guggiari, presidente electo de la República del Paraguay, 1928-1932)”. Mercurio (EI), núm. 573, 2
de agosto de 1928, pp. 237-238.
29 Blay Pigrau, Andrés, “Una memoria interesante”. La Vanguardia, 14 de agosto de 1926, p. 17.
158
oficial debía ser público, justo y serio, y no podía cometer equivocaciones al
integrar los valores comerciales internacionales.30
Siguiendo este propósito de demostrar la desatención ejercida por el
Gobierno de España ante la República del Paraguay, Blay Pigrau partió del texto
en el que se había afirmado que en el año 1925 la exportación española al
Paraguay había llegado a 165.813 pesetas, mientras que la importación de los
productos paraguayos, sólo habían cubierto unas 8.424 pesetas.
Contradiciendo este principio, firmó que en ese mismo año, y sólo por el puerto
de Barcelona, se había exportado para el Paraguay los siguientes productos por
un total de 1.237.596 pesetas: tejidos de algodón por 433.121 pesetas, vino por
317.750 pesetas, aceite de oliva por 135,230 pesetas, así como conservas y otros
productos por 351.948 pesetas. La República del Paraguay, por su parte, había
comprado a España una importante cantidad de mercancías por un valor de
384.579 pesos oro, precio equivalente a 2.307,474 pesetas. Blay Pigrau extrajo
estos datos de la “Memoria del Ministerio de Hacienda” correspondiente a 1925,
recordando a los lectores y a las lectoras que en febrero de 1927 se vencería el
Tratado de Comercio entre ambos países, y que era más que urgente aclarar la
situación de un país prácticamente desconocido en España. Paraguay cubría
ampliamente las necesidades del Estado español; su presupuesto nacional era
equilibrado; no recurría al crédito ni a gravámenes extraordinarios; y su “era de
paz” cimentaba con celo patriótico el sostenimiento de la esperanza y de la
voluntad. Ese país había surgido a una vida de florecimiento y de prosperidad
al cual se acercaban Norte América, Argentina, Brasil, Inglaterra, Francia, Italia,
Alemania y Holanda. España, por el contrario, sólo sabía presentar sus “legítimos
títulos de latino y de ascendiente”. Por ello los españoles no podían substraerse
de su romanticismo, y se conformaban “con el panegírico histórico que le
atribuye sobre las tierras de Hispanoamérica la supremacía de raza de
civilización y de idioma tan favorables como vehículo a la materialización de
intereses, pero inútiles, estériles desgraciadamente, si no conduce ese vínculo
por la ruta del positivismo”.31
No son frases casuales. Los directores de la revista –por entonces Mariano
Viada Lluch en la sección ilustrada, y su hijo Mariano Viada Viada en la sección
comercial– dedicaron la totalidad de las páginas ofrecidas a lectores y lectoras
barcelonesas a reflexionar sobre el futuro del conflicto bélico que podía
desatarse entre ambos países americanos por el control de la zona del Chaco
Boreal.32 A inicios de 1928 el propio Blay Pigrau envió una carta al presidente de
la Casa de América de Barcelona, describiendo la existencia de la Cámara y
Bolsa de Comercio de Asunción, con filiales en diversas ciudades de la
República del Paraguay que podían servir a España para fomentar las
relaciones comerciales.33 Poco después, el 2 de agosto de 1928, el cónsul Blay
Pigrau decidió defender a su país al referirse al territorio en litigio entre Paraguay
y Bolivia, todo ello en el marco del acceso a la presidencia de José P. Guggiari.
Sin embargo, el director de Mercurio, Mariano Viada, decidió apoyar a Bolivia
con la justificación de que era urgente llamar la atención sobre el hecho de
que Bolivia figuraba, pero en cantidad insignificante, en las estadísticas
30 Blay Pigrau, Andrés, “Del Paraguay”. Mercurio (EI), núm. 524, 16 de septiembre de 1926, pp. 227-
228.
31 Blay Pigrau, Andrés, “Del Paraguay”. Mercurio (EI), núm. 524, 16 de septiembre de 1926, pp. 227-
228.
32 “Ante la gran inquietud. Las raíces de la guerra”. Mercurio (EI), 1 de marzo de 1928, pp. 57-58.
33 CA-AA, 24.10, carta de Andrés Blay Pigrau, cónsul, a las Cámaras y Asociaciones Americanas
159
españolas del comercio exterior, aunque los productos exportados a Bolivia se
declaraban en los puertos de Perú y Chile en los que eran desembarcados.34
En la Revista Comercial Iberoamericana encontramos también las
palabras de José María de Sucre sobre la defensa a la República de Bolivia;35 la
biografía del presidente de la República de Bolivia, Hernando Siles;36 la del
ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Abel Iturralde;37 la descripción de la
industrialización del petróleo en Bolivia;38 la ley orgánica de presupuestos que
escribió V. Mendoza López en París en calidad de presidente de la Comisión de
Hacienda de la Cámara de Diputados de Bolivia;39 la defensa de José M.
Pascual de Foncuberta sobre “Bolivia”;40 los conceptos de la nacionalidad
americana de Jorge D. Alborta;41 un artículo escrito por Gustavo Adolfo Otero
en defensa de la producción industrial boliviana;42 las contribuciones de
Federico Nielsen Reyes, el agregado a la Legación de Bolivia en Alemania;43
datos sobre la legislación minera;44 los debates sobre las cuestiones agrícolas
bolivianas que quedaron en manos de Trifón Meleán, por entonces cónsul de
Bolivia en Barcelona;45 sobre las características de la aviación comercial
boliviana;46 y sobre el salitre boliviano.47 Como vemos, en ese año 1928 Mercurio
se volcó a la defensa de los intereses bolivianos frente a la República del
Paraguay, impulsando así al caucho frente al quebracho. No obstante, Viada
incluyó la información ofrecida por Blay Pigrau sobre el presidente paraguayo
José P. Giuggiari.48
34 Viada, Mariano, “Bolivia”. Mercurio (EI), núm. 573, 2 de agosto de 1928, p. 211.
35 Sucre, José María de, “Elogio de Bolivia”. Mercurio (EI), núm. 573, 2 de agosto de 1928, pp. 212-
213.
36 “Hernando Siles, presidente de la República de Bolivia”, Mercurio (EI), núm. 573, 2 de agosto de
1928, p. 215
37 “Abel Iturralde, ministro de Relaciones Exteriores y Culto”. Mercurio (EI), núm. 573, 2 de agosto
de 1928, p. 216.
38 “Bolivia y el petróleo”. Mercurio (EI), núm. 573, 2 de agosto de 1928, p. 216.
39 “La reforma integral de las finanzas bolivianas”. Mercurio (EI), núm. 573, 2 de agosto de 1928, pp.
217-218.
40 Foncuberta, José M. Pascual de, “Bolivia”. Mercurio (EI), núm. 573, 2 de agosto de 1928, p. 219.
41 Alborta, Jorge D., “La consolidación de la nacionalidad boliviana”. Mercurio (EI), núm. 573, 2 de
pp. 221-223.
43 Nielsen Reyes, Federico, “Perspectivas para el capital europeo en Bolivia”. Mercurio (EI), núm.
232.
45 Meleán, Trifón, “Cuestiones Agrícolas de Bolivia, el ramio o la seda vegetal”. Mercurio (EI),
574, 16 de agosto de 1928, pp. 237-238 y Viada Lluch, Mariano, “¿Quién fundó la Asunción del
Paraguay?”. Mercurio (EI), núm. 621, 5 de junio de 1930, p. 146.
160
Alejandro Morillo, cónsul del Paraguay en Andrés Blay Pigrau.
Barcelona. Fuente: Archivo General de la Casa de
Fuente: Revista Comercial Iberoamericana América de Barcelona, Pabellón de la
Mercurio, 1920. República de la UB.
En las páginas de Mercurio, Permanyer Nogués afirmó que Bolivia era rico
en caucho y en la producción mineral, sin mencionar la importancia del
quebracho en la zona chaqueña en disputa con Paraguay, y sugirió que ambos
países acudiesen al Archivo de Indias de Sevilla, “donde sería dado encontrar,
en muchos casos, los fundamentos legales, que serían base efectiva de
justicieros fallos”.49 Siguiendo las tradicionales aportaciones que había hecho
Sebastián Castedo (1911), Mariano Viada Lluch también se centró en la historia
boliviana, así como en el impulso otorgado por la explotación del caucho que
se utilizaba para la producción de los tejidos impermeables barceloneses.50
Incorporó los textos del escritor Luis Guzmán,51 así como los informes sobre la
edificación de la Bolivia republicana elaborados por Gustavo Adolfo Otero,
cónsul General de Bolivia en Barcelona.52 Adjuntó el texto que Mamerto
Urriolagoitia H. envió desde Londres para defender el principio de que el Chaco
era boliviano,53 e incluyó artículos e informes sobre la importancia del caucho y
de la plata;54 el homenaje que le hicieron a este último en calidad de cónsul
49 Permanyer y Nogués, José, “Por la paz de América Íbera. La paz sea con vosotros”. Mercurio
(EI), núm. 681-682, 22 de septiembre de 1932, p. 253.
50 Viada Lluch, Mariano, “Bolivia y su porvenir”. Mercurio (EI), núm. 677-678, 28 de agosto de 1932,
p. 189.
51 Guzmán, Luis, “Un problema sudamericano”. Mercurio (EI), núm. 677-678, 28 de agosto de 1932,
p. 202.
52 Otero, Gustavo Adolfo, “Las grandes ciudades bolivianas. La Paz”. Mercurio (EI), núm. 677-678,
28 de agosto de 1932, pp. 190-191; Otero, Gustavo Adolfo, “La creación de Bolivia”. Mercurio (EI)
núm. 704-705, 10 y 24 de agosto de 1933, pp. 177-178.
53 Urriolagoitia H., Mamerto, “Por la senda que abrió Ñuflo Chávez”. Mercurio (EI), núm. 677-678, 28
161
general;55 la riqueza petrolífera analizada por J. Millán González;56 la descripción
de ferrocarriles, carreteras, navegación fluvial y lacustre, así como transportes
aéreos de Bolivia;57 la evolución económica del país,58 que ha sido uno de los
temas más importantes a la hora de analizar ese país (Ugarte Centurión, 1983);
la descripción que hizo José Salmón Ballivián;59 los textos de Cristóbal de Castro
sobre el libertador cautivo….60 Nielsen Reyes, por ejemplo, entregó al director
de la revista un texto en el que se refirió a la necesidad de legitimar el uso de las
armas para que Bolivia pudiese recuperar los territorios del Chaco Boreal en
disputa con Paraguay. A través de la frase de que “los tratados no son, por
suerte, eternos”, Nielsen Reyes mostró cierta adhesión a los estadistas Bismarck y
Mussolini. En el primer caso, adjuntó su frase más conocida: “nada en el mundo
es duradero, ni los tratados de paz, ni las leyes, vienen y van, cambian”; en el
segundo caso, hizo lo propio al afirmar que “ningún tratado es eterno, pues el
mundo avanza”. Según Nielsen Reyes, los hombres de Estado debían
apresurarse para obrar, ya que los tratados de paz, es decir, las armas del
espíritu, podían cambiar sin problema alguno ante las armas de la violencia.61
Además de ese interesante texto pro-bélico de F. Nielsen Reyes, Mariano
Viada incluyó el texto escrito por José Vázquez Machicado sobre el sabio sueco
Erland Nordenskiöld, barón de Nordenskiöld, quien había elaborado una
importante obra sobre los aborígenes del oriente boliviano durante las visitas que
hizo a las tierras más bien ricas en caucho. Cuando Vázquez Machicado era
todavía un estudiante de secundaria, el sueco se desplazó a Santa Cruz de la
Sierra para estudiar la producción de goma elástica boliviana. Durante la
primera década de 1900, Nordenskiöld fue testigo de una de las últimas
tragedias consumadas contra los indefensos indígenas. Desde las ciudades
cabeceras de los Departamentos bolivianos, los indígenas eran trasladados en
masas a las insalubres y mortíferas regiones del cautchú (caucho), y en general
no podían regresar a su “rincón añorado de la querencia familiar”. De acuerdo
a los datos que le ofreciera Nordenskiöld, Vázquez Machicado afirmó que
desde que la goma adquirió un alto precio en los mercados europeos, más de
30.000 indígenas de Santa Cruz de la Sierra habían sido trasladados a la zona
del Beni. De acuerdo a Vázquez Machicado, esos indígenas formaban parte del
“lúgubre y aterrante pedestal de las casas millonarias”, y por ello concluyó que
el abuso ejercido por el gobierno y por los empresarios bolivianos contra los
indígenas llevó a Nordenskiöld a elaborar una conmovedora protesta fundada
en una “piedad humanitaria”. Bolivia era, para ambos autores, un país que
necesitaba colaboración internacional, pero no volcada esta última a la
industrialización y al comercio sino a los preceptos normativos. Vázquez
Machicado reprodujo una frase utilizada por Nordenskiöld durante una
55 “Homenaje al Cónsul General de Bolivia don Gustavo Adolfo Otero”. Mercurio (EI), núm. 767-
768, enero de 1936, pp. 7-8.
56 Millán González, J. “La riqueza petrolífera de Bolivia“. Mercurio (EI), núm. 704-705, 10 y 24 de
1933, p. 183.
59 Salmón Ballivián, José, “Bolivia Maravillosa”. Mercurio (EI), núm. 704-705, 10 y 24 de agosto de
1933, p. 186-188.
60 Castro, Cristóbal de, “El libertador cautivo”. Mercurio (EI), núm. 704-705, 10 y 24 de agosto de
1933, p. 182.
61 Nielsen Reyes, F., “La obra del Rotary Club en Bolivia”. Mercurio (EI), núm. 677- 678, 28 de agosto
162
entrevista que le hizo en la residencia señorial de la familia en Dalbyö. En
palabras del sueco Nordenskiöld: “los indios se van, y se van deprisa...y entonces
no quedarán sino los blancos, con todas sus taras y todas sus lacras”.62
Contrario a Nielsen Reyes, el escritor Pablo María Turull Fournols (1919) siguió
el rumbo elegido por José Vázquez Machicado en base a Nordenskiöld. En las
páginas de Mercurio, Nielsen Reyes se encargó de describir el conflicto del
Chaco, y de defender especialmente al Paraguay. El río Paraguay, según Turull
Fournols, se comunicaba con el río Paraná –el afluente del Río de la Plata–, y eso
le permitía, a diferencia de Bolivia, el acceso al Océano Atlántico. Dadas las
buenas relaciones de Paraguay con Europa, la comunicación internacional
paraguaya era mayor que la boliviana. Como opción, era preferible organizar
un Estatuto Internacional para el territorio chaqueño. Turull Fournols, pese a esta
propuesta que él mismo hizo llegar a Mercurio desde Ginebra, también
reconoció que el petróleo se sumaba a la lucha entre el caucho boliviano y el
quebracho paraguayo (Seiferheld Ruschinski, 1983). Es decir, además de los
factores geográficos, era urgente tener en cuenta diversos “factores ocultos”
vinculados estrechamente a las influencias financieras y políticas: los
yacimientos de substancia combustible de las empresas petrolíferas extranjeras
establecidos en el territorio del Chaco Boreal, eran por entonces más bien
desconocidos. Y eran precisamente esas empresas las que estaban facilitando
el armamento a los “beligerantes”. Por ello Pablo M. Turull Fournols afirmó: “en
los hilos de esta intrincada red van dejando su sangre generosa hijos de raza
hispana y europea de las dos Repúblicas y muchos indios indígenas”.63
Se trata de temas vinculados al conflicto bélico desatado en la zona
chaqueña paraguayo-boliviana, rica en quebracho. El director del Instituto
Iberoamericano de Derecho y Legislación, José Permanyer Nogués, se refirió al
desolador espectáculo ofrecido por las naciones iberoamericanas “envueltas
en un torbellino de desequilibrio insano”, que se encontraban afectadas por
luchas estériles y fratricidas que las desangraban moral y materialmente. Para
él, los pueblos hermanos ofrecían un espectáculo triste, deprimente y
desconsolador, y necesitaban con cierta urgencia la creación de un Tribunal
Internacional o de una Liga de Naciones Iberoamericanas para dejar atrás el
derramamiento de sangre.64
62 Vázquez Machicado, José, “Erland Nordenskiöld”. Mercurio (EI), núm. 681-682, 22 de septiembre
de 1932, pp. 255-256.
63 Turull Fournols, Pablo M., “El conflicto del Chaco. España y la Sociedad de Naciones.
Colaboración iberoamericana”. Mercurio (EI), núm. 735-736, noviembre de 1934, pp. 179-180.
64 Permanyer y Nogués, José, “La producción boliviana presenta amplios horizontes”. Mercurio (EI),
163
Paraguay, incluyendo el Chaco en disputa. Zonas petrolíferas bolivianas.
Fuente: Blay Pigrau, Andrés, “Las conferencias Fuente: Milán González, J., “La producción
sobre límites paraguayo-bolivianas”. Mercurio petrolífera de Bolivia”. Mercurio (EI),
(EI), julio de 1928. septiembre de 1935.
Reflexiones finales
65 Viada Viada, Mariano, “Paz”, Mercurio, Edición Ilustrada, Barcelona, XXXV, Tomo 34, núm. 751-
753, septiembre de 1935, p. 129.
66 “Ante una aurora de paz en Iberoamérica”, Mercurio, Edición Ilustrada, Barcelona, XXXV, Tomo
164
minera, en el caucho, y en la expansión de la curtiduría en Cochabamba, Beni
y Santa Cruz.70
La firma del Protocolo de Paz del 14 de junio de 1935 (Herken Krauer, 2010),
así como la Conferencia Panamericana organizada dos años después, supuso
el reconocimiento de los derechos paraguayos en el Chaco.71 Además de
difundir información sobre el futuro turístico, productivo,72 económico73 y artístico
boliviano,74 y en particular obtenida ya la paz,75 el director de la revista Mercurio
consideró que era el momento de defender a la empresa que había invadido
a las Repúblicas de Bolivia y Paraguay: la Standard Oil & Company en manos
de Spruille Brade. Permanyer Nogués, por su parte, se centró en el futuro
boliviano, mientras J. Milán González decidió elaborar un mapa sobre las tres
zonas petrolíferas del país.76
El hecho de que la ciudad condal haya sido siempre un centro urbano de
carácter internacional nos ha permitido analizar las páginas de Mercurio,
precisamente la publicación catalana dedicada estrechamente a la defensa
de los vínculos con las antiguas colonias hispanas, así como el funcionamiento
de su entidad, la Casa de América de Barcelona, que mantuvo una buena
relación con la diplomacia paraguaya. Las páginas de esa Revista Comercial
Iberoamericana sirvieron para fortalecer las relaciones catalanas-americanas.
Esta publicación cerró sus puertas en 1938 en plena Guerra Civil española, pero
hasta entonces la diplomacia impulsó a la prensa barcelonesa a disponer de
sus páginas en defensa de las necesidades comerciales y bélicas, mientras la
mencionada revista se encargó de difundir el apoyo a determinados y
específicos intereses: la Guerra del Chaco que enfrentó a paraguayos y
bolivianos fue por las posesiones estratégicas bajo supuestos diferendos
limítrofes. Pero los auspicios de esta guerra vinieron de la anglo-holandesa “Shell
Oil Company”, y de la estadounidense “Esso Standard Oil”, empresas
transnacionales interesadas en la extracción de petróleo.
BIBLIOGRAFÍA
70 Otero, Gustavo Adolfo, “Los arquetipos sociales del indio. Capítulo del libro `Figura y carácter
del indio ando-boliviano´”. Mercurio (EI), núm. 751-753, septiembre de 1935, pp. 142-143.
71 “La firma del Protocolo de paz entre Bolivia y Paraguay”. Mercurio (EI), núm. 751-753, septiembre
“Situación económica de Bolivia en el momento actual y sus perspectivas para el futuro”. Mercurio
(EI), núm. 751-753, septiembre de 1935, p. 144.
75 Montjoy, Pau de, “La Conferencia Panamericana de la Paz”. Mercurio, Revista Comercial y
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166
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Abstract: With this work we try to approach us to the issue of migration in the
interwar Paraguay (1870-1932) through the study and the analysis of
migrant/immigrant Guides and Books as a documentary source. These Guides
and Books were used to inform potential migrants and that they undertake the
big challenge of migrate with certain guarantees and guide newcomer
immigrants with useful information.
Introducción
167
colonias agrícolas que el Estado paraguayo había creado con la esperanza de
aumentar la productividad y volver al país más competitivo.
Este periodo conocido como de “entreguerras”, se caracterizó por el alto
grado de inestabilidad que vivió Paraguay (Brezzo, 2011). Inestabilidad política,
ya que durante estos 62 años se sucedieron 32 presidentes de la República a
causa de una pugna constante por asumir el poder entre el Partido Liberal y el
Partido Colorado; inestabilidad económica, debido a las crisis internas e
internacionales; e inestabilidad social, con brotes como la revolución de 1904,
la guerra civil de 1922-1923 o las protestas sociales en defensa del Chaco en
1932. Por todo esto, emigrar a Paraguay durante este periodo debió ser un gran
desafío, que publicaciones como las Guías o las Cartillas del
emigrante/inmigrante trataron de minimizar aportando toda clase de datos
prácticos. Unas publicaciones que nos servirán para aproximarnos al fenómeno
migratorio que se dio en Paraguay entre 1870 y 1932, el periodo de mayor
llegada de inmigrantes al país.
168
Alemania, mientras que sus hijos se establecieron como comerciantes en
Argentina.
Como respuesta a la primera de las preguntas, este folleto ofrece datos
históricos, la posición geográfica del Paraguay, su población, sus dimensiones,
los principales ríos y lagos, las principales localidades, las condiciones
climatológicas del país, los principales productos que se producen, las
importaciones y exportaciones o las colonias agrícolas que ya funcionan en el
país como la de San Bernardino o la de Villa Hayes, y los precios de las tierras en
comparación con Argentina. A este respecto Quistorp señala:
169
la pretensión de ser una completa obra descriptiva sobre Paraguay, sino que se
presenta como una guía o manual para colonos o recién llegados. Pero a falta
de alguna otra publicación más completa, debía servir para dar al inmigrante
una idea lo más aproximada posible de la República del Paraguay y aportar
algunos consejos prácticos a los trabajadores llegados de Europa.
El primer capítulo de esta guía contiene las consideraciones generales que
los emigrantes deberían leer antes de partir. Entre los primeros consejos prácticos
se encuentra el dónde y el cómo obtener los pasajes gratuitos de los que hacía
gala el gobierno de la República del Paraguay. Si el emigrante se encontraba
aún en Europa debía dirigirse al consulado del Paraguay más próximo, si ya se
encontraba en Asunción debía dirigirse al Ministerio de Relaciones Exteriores,
donde presentando debidamente los justificantes, le sería reembolsado el
importe. Y cuando llegaran las personas que se habían beneficiado de los
pasajes gratuitos, debían contactar con el Comisario General de Inmigración,
como medida de control.
El segundo apartado de esta guía trata sobre las formalidades a llevar a
cabo en el momento de la partida y durante el viaje. En los puertos de
embarque de Europa, la figura del cónsul del puerto se encargaba de que el
equipaje de los futuros colonos fuera despachado directamente hasta
Asunción, el destino final del viaje, para que los inmigrantes no debieran
preocuparse de él al hacer escala en Montevideo. Una vez en Montevideo, el
Consulado General del Paraguay en la capital uruguaya les asignaba a los
inmigrantes un vapor con destino a Paraguay, en el que viajaban de forma
gratuita hasta Asunción.
El siguiente apartado se refiere a la llegada a Asunción de los inmigrantes,
que eran recibidos por un empleado del Servicio de Inmigración, el cual se
encargaría de realizar el desembarco de los pasajeros y sus enseres personales
y de llevarlos al Hotel de Inmigrantes. La Guía aclara en este punto que los
encargados de recogerlos eran empleados especializados, que hablaban las
principales lenguas extranjeras. Una vez en el Hotel de Inmigrantes, situado en
el puerto de Asunción, junto a la estación del tranvía y de la aduana, en una de
las zonas más bellas de la ciudad, los inmigrantes lo encontrarían todo listo y
preparado para recibirlos.
Durante los siguientes cinco días de su llegada alojamiento, manutención,
y en caso de ser necesaria atención médica, sería totalmente gratuito. Aquellos
que desearan alargar la estancia en el Hotel lo podrían hacer por un módico
precio. Por las mañanas podrían disfrutar de café y pan a discreción, al
mediodía y por la noche tomarían sopa de verduras de primero y carne
acompañada de patatas o mandioca de segundo. Pasados estos cinco días
en el Hotel, las familias de inmigrantes agricultores serían llevadas, a cargo del
Estado, a su ubicación definitiva, y presentado al comisario de la colonia
agrícola a la que hubieran sido dirigidos. Los hombres que hubieran llegado solos
debían dirigirse a la Oficina de Colocaciones, un servicio especial creado por el
gobierno para facilitar de forma gratuita la búsqueda de empleo entre los
recién llegados.
Después de estas informaciones prácticas, que debieron resultar de gran
utilidad a los inmigrantes que tuvieran acceso a esta Guía, se ofrecen algunos
datos generales sobre la República del Paraguay, como el número de
habitantes, la densidad de población, los servicios educativos de instrucción
pública con que contaba o el volumen de comercio. Respecto a la población
170
del Paraguay merece la pena comentar un pequeño pero ilustrador fragmento
extraído de esta Guía:
171
incluye además, a diferencia de las otras publicaciones sobre materia
migratoria, números y material gráfico que muestra con imágenes qué se
encontrará el emigrante cuando arribe a Paraguay.
172
Cuando Romero define a Paraguay como “campo propicio para el
inmigrante” también advierte de las limitaciones económicas que este tiene
respecto a otros países vecinos para invertir en atraer un mayor flujo inmigratorio.
Por esta razón, insta a atraer a aquellos inmigrantes que posean pequeños
recursos propios que les permitan al menos adquirir solares de tierra en los
suburbios de las ciudades importantes o pequeñas tierras donde dedicarse a la
agricultura. Algunos de los primeros en llegar y que así empezaron –asegura
Romero– pasado algún tiempo se convirtieron en capitalistas, propietarios de
casas y dueños de grandes fracciones de tierra adquiridas con los frutos de su
esfuerzo. Está señalando aquí que los inmigrantes que llegan con un pequeño
capital propio, lo invierten en Paraguay y trabajan duro, tienen una mayor
garantía de éxito y de radicarse definitivamente en el país que si estos llegaran
sin ningún capital y auspiciados únicamente por el Estado paraguayo.
En su alegato final por intentar convencer al posible migrante de que
Paraguay es la mejor opción frente a otros posibles destinos migratorios, Genaro
Romero tranquiliza a los lectores que hayan podido recibir informaciones sobre
revoluciones o inestabilidad en el país con las siguientes palabras, sin olvidar que
es una pena que este bello discurso no se correspondiera con la realidad, en la
que la inestabilidad política y la lucha por el poder entre los dos partidos
mayoritarios, el Partido Liberal y el Partido Colorado, estaría presente de forma
más o menos acusada durante todo el periodo de entreguerras:
“No hay perspectiva segura para encontrar pronta y fácil colocación para
obreros y personas de profesiones liberales. Jornaleros rurales (peones para las
faenas agrícolas y agropecuarias) encuentran fácil colocación si están
capacitados y resueltos para todo trabajo; pero sin pretensiones. Los inmigrantes
que tiene el propósito de radicarse en las colonias deben traer, algunos recursos
pecuniarios propios para costear sus gastos de instalación y subsistencia durante
los seis primeros meses, por lo menos. Se contempla en primer término la necesidad
de que hagan uso de las libertades establecidas por las leyes de inmigración y
colonización vigentes los elementos verdaderamente útiles que puedan
adaptarse a la receptibilidad nacional y a la demanda de las industrias y se desea
prevenir anticipadamente a los que no puedan llenar las condiciones reclamadas,
173
que no hay seguridad para ellos de poder sacar provecho de sí mismos si carecen
de aptitudes para las faenas agrícolas e industriales” (Romero, 1920: 29).
“El poco desarrollo de las industrias existentes y las actividades del comercio, no
ofrecen todavía posibilidades más o menos seguras, para la receptividad y
adaptación de los empleados de comercio, dependientes, jornaleros y los que
tengan profesiones liberales, de modo que los extranjeros que quieran trasladarse
al Paraguay, ilusionados con la idea de poder encontrar de inmediato en la
Capital o en otras ciudades empleos con buenos sueldos, se expondrán a sufrir
desengaños” (Romero, 1930: 11).
174
4.- Las Cartillas y Guías del emigrante producidas en España
“El emigrante español debe ser el lazo más fuerte de unión entre España y los
pueblos ibero-americanos; por ello, desde el punto de vista de las aspiraciones de
nuestra Sociedad, tiene extraordinaria importancia no ignore aquel que al alejarse
de su patria, está lejos de abandonarle, le ampara en sus derechos
constantemente con celo maternal, y que no se deje seducir por sueños de
rápidos encumbramientos o por interesadas gestiones de empresas o negociantes
poco escrupulosos, sino que tome por sí y sobre su personal responsabilidad la
trascendental determinación de abandonar el suelo patrio” (Rísquez y Ordóñez,
1910: 6-7).
Esta obra escrita para ser leída y consultada por el futuro migrante español
a Iberoamérica, se presenta dividida en diez capítulos, que se ocupan
básicamente de los mismos temas que las otras Guías o Cartillas mencionadas.
Citaremos aquí únicamente las informaciones que la diferenciaron de otras
publicaciones en la materia. Primero, la documentación y diligencias necesarias
para emigrar, donde se aconseja la utilidad de portar certificados como la fe
de bautismo, el certificado de nacimiento, certificado de soltería o la
acreditación de un oficio o profesión. Si bien no son documentos obligatorios
para emprender la emigración, sí podían resultar de gran utilidad en el lugar de
destino a la hora de radicarse, contraer matrimonio o encontrar empleo.
Segundo, las líneas de navegación y precio del pasaje, en las que además
señalar las navieras autorizadas por el Consejo Superior de Emigración para el
transporte de emigrantes.
Tercero, indicaciones sobre la travesía hasta América. Se recomienda a los
posibles migrantes que se planteen si tendrán la resistencia necesaria para
soportar la duración e incomodidad del transporte, donde existe la posibilidad
de que caigan enfermos o contraigan alguna enfermedad; y si al arribar a su
destino se podrá adaptar al nuevo clima. Se recomienda a aquellas personas
de salud delicada que no se expongan a estos rigores. La cartilla recomienda
que el viaje se realice entre los veinticinco y los treinta y cinco, ya que los riesgos
que se corren en la emigración durante la infancia o la vejez son mayores. Se
aconseja también al emigrante llevar consigo un botiquín supervisado
175
previamente por su médico habitual, para cubrir cualquier eventualidad
durante la travesía y para tratar el frecuente mal del viajero: el mareo. Se
recomienda tomar una infusión de hierbas compuesta por hojas de coca,
mentol, tintura de canela o jengibre, y agua destilada de laurel cerezo. Para
finalizar este apartado los autores lanzan un último consejo que las personas
deben seguir y cumplir durante el viaje: “una vez instalado a bordo, el pasajero
no tiene que pensar más que en hacer llevaderos los días de travesía,
adquiriendo conocimientos y cultivando relaciones que luego podrán serle de
gran utilidad” (Rísquez y Ordóñez, 1910: 34-35).
Cuarto, recomendaciones relacionadas con las fechas en que se debería
emprender el viaje, dependiendo del destino al que se vaya a emigrar, para
que la adaptación a las temperaturas sea menos brusca. También se
recomienda antes de emprender el viaje, haber realizado un presupuesto
detallado de los gastos derivados de la emigración en relación con los recursos
de los que dispone el emigrante, y agregar a esta cifra un 25% extra para cubrir
imprevistos, ya que se advierte que no puede haber nada más angustioso que
encontrarse en un lugar extraño sin recursos (Rísquez y Ordóñez, 1910: 31).
Quinto, el recibimiento que los emigrantes españoles encontraban en los
países Iberoamericanos, que utilizando las palabras de los autores de esta
Cartilla, se sentían “como en su propia casa, se les abren todas la puertas y se
les brindan todas las facilidades” (Rísquez y Ordóñez, 1910: 38). Esto se debe a
los lazos históricos que unieron a la ex-metrópoli con las antiguas colonias
americanas, y que pese a las independencias, no se terminaron de cortar del
todo.
Sexto, las autoridades e instituciones del lugar de destino a quienes que
pueden acudir los inmigrantes una vez en Paraguay. En este apartado la Cartilla
explica a los futuros migrantes que dependiendo de si han sido contratados y
por quien, si van por cuenta propia o ajena, encontrarán empleados que les
reciban y asesoren o por el contrario deberán valerse de sus propios medios. En
cualquier caso, el primer paso debía ser dirigirse al Consulado de España, para
inscribirse y contar con el apoyo de la representación consular, aunque como
sabemos, en el caso paraguayo los inmigrantes no siguieron esta
recomendación, y eran pocos los españoles que se dirigían al consulado para
inscribirse, tal y como denunciaba el propio Cónsul de España en Asunción
Mariano Fábregas Sotelo, en su Informe sobre la República del Paraguay
publicado por el Centro de Información Comercial del Ministerio de Estado de
Madrid en 1913 (Fábregas Sotelo, 1913: 7).
El abogado especialista en asesoramiento sobre cuestiones migratorias
Alfredo Serrano Jover y el publicista Fernando de la Roda Antón, publicaron en
Madrid en 1909 la Guía del emigrante español a las Repúblicas Ibero-
Americanas. A diferencia de otras guías del emigrante/inmigrante analizadas,
esta no fue encargada o auspiciada por ninguna institución y el propósito de
esta obra era, según sus autores, el de contribuir a aminorar los desastres
causados por la emigración a la Nación y a aquellos que emigran, ofreciendo
datos reales que se alejasen de descripciones fantásticas y engañosas, así como
proteger al emigrante en su larga peregrinación y en el Estado en el que elija
fijar su residencia (Serrano y De la Roda, 1909: 4-5,8).
La guía está estructurada en cinco apartados, los cuales siguen el orden
cronológico de los procesos migratorios. Es decir, que la primera parte está
dedicada al proyecto de emigrar; la segunda, a la decisión efectiva de emigrar;
la tercera, a la travesía; la cuarta parte, al punto de destino; y la quinta y última
176
parte, a la repatriación. En la primera parte, con el objetivo de orientar al
emigrante cuando aún está proyectando emigrar, se ofrecen informaciones
generales sobre dieciocho Repúblicas Iberoamericanas: Argentina, Brasil,
Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras,
México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay
y Venezuela, tales como extensión, población, orografía, clima, división
territorial, producción o industrias. En el caso de Paraguay, esta guía indica al
hipotético migrante que la principal riqueza del país la encontrará en la
ganadería, ya que el suelo y el clima favorecen la explotación ganadera, pero
advierte que se requiere un cierto capital para la adquisición de buenos
terrenos, ya que el valor de estos aumenta cada año. También recomienda las
actividades exportadoras de productos producidos en el país, actividad a la
que sabemos se dedicaron muchos inmigrantes españoles, especialmente
catalanes. En la segunda parte, esta guía, explica qué se entiende por
emigrante y quién puede emigrar según la legislación española vigente en el
momento de su redacción, la Ley de Emigración de 1907:
177
porvenir y las condiciones de vida que encontrarán en cada República. Para
Paraguay recoge lo siguiente:
178
ciudadanos sudamericanos cuando se creen españoles” (Serrano y De la Roda,
1909: 194-195).
Conclusiones
179
llegada de inmigrantes la país, y conseguir que estos eligieran Paraguay como
destino migratorio frente a las demás opciones.
Como sabemos por otras fuentes, la mayoría de los inmigrantes que
llegaron a Paraguay en el periodo de entreguerras (1870-1932) fueron de origen
europeo, siendo los españoles el segundo grupo en importancia por detrás de
los de origen italiano y por delante de los de origen alemán, siendo ingleses y
franceses, grupos más minoritarios pese a los esfuerzos propagandísticos y
editoriales que como hemos visto se dirigieron a todos estos colectivos. Si bien la
corriente migratoria hacia Paraguay no fue tan numerosa como les hubiese
gustado a las autoridades paraguayas de la época, los esfuerzos que estas
realizaron en pro de la llegada de un mayor número de inmigrantes han
quedado patentes en numerosas fuentes oficiales y también en estas Guías y
Cartillas, que nos han guiado a través del gran desafío que supuso emigrar
desde Europa al Paraguay de entreguerras.
BIBLIOGRAFÍA
180
SERRANO JOVER, Alfredo, DE LA RODA ANTÓN, Fernando: Guía del emigrante
español a las Repúblicas Ibero-Americanas. Madrid: Imprenta Hijos de M.
G. Hernández, 1909.
VON FISCHER-TREUENFELD, Richard Friedrich : Le Paraguay décrit et ilustré. Étude
sur le progrès économique du pays. Bruxelles: Typographie et Litographie E.
Guyot, 1906.
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2008.
WHIGHAM, Thomas L., POTTHAST, Barbara: “La piedra de Rosseta paraguaya:
nuevos conocimientos de causas relacionados con la demografía de la
Guerra de la Triple Alianza, 1864-1870”. Revista Paraguaya de Sociología,
83 (1998), pp. 147-159.
181
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Introducción
182
Como primera referencia entonces, se observa un problema que incita a
ser estudiado en una interescalaridad de contextos que sin duda se focalizan
en un campo de tensión/conflicto que se hospeda en la Isla de Cuba como
parte de su itinerario independentista. Este hecho, de por sí ya complicado en
su endogeneidad, arrastra a su vez una serie de articulaciones obligadas que
se encuadran en tres grandes líneas certeras de acercamiento
epistemológico. En primer lugar, los contextos que se enlazan en torno al hecho
y van diagramando su desenvolvimiento y determinación en el espacio de la
guerra. En segundo lugar, el impacto de otros contextos como el
Latinoamericano que a su alrededor contornean una efervescencia y una
múltiple aparición de posicionamientos, que convierten y dotan a esta
contienda como un verdadero fenómeno político ideológico. Y en tercer
lugar, el problema de la independencia de Cuba en Argentina que eclosiona
en un amplio marco de recepción que aglutina actores de diferente origen y
mecanismos de legitimación diversos.
Otro punto a considerar se refiere a la semantización. Semantista el 98
como cubano, nos remite a la construcción de un enfoque que refiere a la
recuperación y empoderamiento del actor cubano como sujeto
revolucionario, es decir como sujeto de aspiración y acción libertaria. Partimos
de una afirmación que legitima sin dejar de poner en juego al resto de los
actores intervinientes que, conjuntamente, son parte de este devenir.
183
norteamericana que dibuja una geopolítica de corto, mediano y largo
alcance.
En principio la construcción de una plataforma teórica para la
intervención e injerencia, que incluye ejes claves para su futura acción, tales
como: la mayoridad continental en relación tradición democrática y el
republicanismo, la afirmación de su destino manifiesto vinculado con la
supremacía de sus intereses nacionales y la exhibición de los tópicos de su
crecimiento. El fin del siglo XIX para los Estados Unidos constituye un punto de
consolidación central en la ideología primigenia de los padres peregrinos,
asociada a un positivismo de claras aristas de progreso material pero
mediatizado por elementos de una religiosidad protestante que no choca sino
que va de la mano y legitima el crecimiento capitalista.
Así, el Destino Manifiesto con mayúsculas motoriza una serie de doctrinas
de justificación que recorren un camino paralelo y sustanciado con las
conductas de vocación hegemónica en la zona del Caribe. Tanto la doctrina
de Gravitación Política, como la del Interés superior se inscriben en este
momento.
La matriz colonial debe ser observada en la complejidad de un contexto
interno que alberga cambios y conflictividades, una crisis que se agrava con
la derrota española en Cuba; el llamado “desastre”, abre otro capítulo para
la historia de España con importantes discusiones hacia adentro y hacia afuera
con sus ex posesiones en América Latina.
Por otro lado el caso cubano se inscribe en una forma de liberación que
como señalamos se aparta del resto de las revoluciones continentales
latinoamericanas y a la vez se inscribe en un proceso particular asociándose a
sus hermanas islas antillanas de dominio hispano intentando en un principio
una independencia conjunta, para luego iniciar un trayecto largo de luchas
que se inician en 1868 con la guerra grande, sigue en 1869 con la guerra chica
y en 1895 con la llamada guerra necesaria inspirada por José Martí. La acción
martiana se potencia en su condición de revolucionaria exhibiéndose clara en
las conferencias panamericanas, la organización de la llamada Emigración, la
fundación del Partido Revolucionario Cubano (en adelante PRC) como único
partido de la Revolución y del periódico “Patria” como órgano de difusión del
partido. El partido inspirado por José Martí y creado en un ámbito exo-insular
juega un papel central en la construcción del tercer momento revolucionario
que el mismo Martí define como la “guerra necesaria” y la llamada “revolución
verdadera” o “revolución de 1895”. Para ello llevó a cabo una clara acción
dentro y fuera de la Isla: en el primero de los casos insuflando la condición de
revolucionario (Rodríguez: 2010: 11) y unificación de las fuerzas de resistencia y
desde fuera en una acción proselitista amplia a través de clubes y agencias
adheridas al PRC, que tenían como fin no sólo la ayuda material, sino también
objetivos continentalistas. En los dos campos trabajó en el plano
organizacional y estratégico de la guerra, que estalla como una revolución
que se expande a diversos puntos de la Isla. Por último, el giro de timón que
marca el año de 1898 y sus consecuencias ante la intervención de Estados en
el conflicto.
El proceso independentista cubano del ’98, entonces, si bien representa
o constituye un hecho individual y específico, al mismo tiempo se asocia a
distintos itinerarios históricos que se articulan a un contexto latinoamericano y
europeo, dado los intereses y las fuerzas que entran en el conflicto.
184
En este sentido, Cuba se vincula particularmente al complejo tablero
internacional que intenta estructurar nuevos focos de dependencia,
materializado objetiva y subjetivamente en el paradigma del pacto neo-
colonial. Focalizado de esta manera, el caso seleccionado se convierte en un
tópico faro a partir de la instalación de nuevas relaciones recreadas por el neo-
colonialismo que intenta crecer desalojando otras formas perimidas de
dominación, como lo fue por ejemplo el dominio formal tradicional de España
sobre la Isla.
185
España y Estados Unidos.1 Estos aspectos hemos podido seguirlos a partir de los
fondos documentales de: Biblioteca de Washington, Microfilms Estados Unidos
Argentina-Años 1892-1898; Biblioteca Nacional (Argentina) Hemeroteca;
Catálogo Publicaciones del S.XIX; Diarios La Nación, La Prensa, La Tribuna, El
Diario; Revistas varias de 1898; Archivo de la Cancillería Argentina, en particular
Cartas Diplomáticas España-Argentina de los años 1896-1898; el Archivo
Histórico Nacional de Madrid, Fondo Cuba, Marina, economía, administración;
y CEDINCI (Centro de Documentación de las Izquierdas) Semanario Cuba Libre
y República de Cuba. Microfilms (1895-1898).
Es dable también incursionar en la construcción de una mirada marginal
o contramirada, opuesta a la legitimación de la postura hegemónica. Este
campo es ocupado por los grupos socialistas y anarquistas, los residentes
cubanos en Argentina y los representantes argentinos que defienden la
independencia de Cuba a través de las juntas y comités asociados al PRC.
Una contextualización interna de Argentina resulta imprescindible para
ingresar en la fase explicativa que contempla la interacción dialéctica entre
el campo de conflicto y el perfil del país observador, que presenta parámetros
dinámicos de un momento sui generis. El proyecto modernizador ochentista
impulsor de una nueva configuración material política y cultural. Cabe
destacar en esta coyuntura la incidencia en la configuración de un espacio
intelectual y la dinámica y comportamiento de sus actores en relación a este
modelo de país, en términos generales, y su incidencia en los posicionamientos
respecto al hecho seleccionado, en términos específicos.
Es importante también incursionar en el proyecto de modernización que
se fue teorizando hasta alcanzar el plano objetivo de pragmatización y las
ideas que lo sustentaron (Vazeilles: 2002: 17-18). Noé Jitrik en su texto El ochenta
y su mundo (1968) y Hugo Biagini (1987), en su libro La generación del 80, nos
encuadran el contexto desde las letras y la filosofía, sin descuidar el enfoque
histórico.
Como características salientes de la etapa se identifican la instauración
de un orden político conservador, que asegura el control de la sucesión
presidencial al grupo gobernante en un proceso cruzado por tensiones y
conflictos diversos. Se afianza el sistema capitalista (modelo de producción,
circulación y acumulación), bajo la división internacional del trabajo que
encuadra al país como productor de materias primas. Se complejiza el cuadro
social, caracterizado por el cosmopolitismo ante el impacto demográfico y
cultural de la emigración extranjera que ingresa de manera masiva.
A su vez, precisamente el año de 1898 en Argentina se asocia a la puesta
en marcha de lineamientos de sus relaciones exógenas, es decir, las referidas
a su política internacional que presenta un perfil de complejidades y
compromisos exteriores direccionados en tres ejes principales: El primero en
relación al grado de articulación con los países centrales de la Europa
occidental teniendo en cuenta los factores de dependencia económica y
condicionamiento sobre los ámbitos decisorios. En segundo lugar la
1
Estos aspectos hemos podido seguirlos a partir de los fondos documentales de: Biblioteca de
Washington, Microfilms Estados Unidos Argentina, Años 1892-1898; Hemeroteca de la Biblioteca
Nacional (Argentina); Catálogo Publicaciones del S.XIX; Diarios La Nación, La Prensa, La Tribuna,
El Diario; Revistas varias de 1898; Archivo de la Cancillería Argentina, en particular Cartas
Diplomáticas España-Argentina de los años 1896-1898; el Archivo Histórico Nacional de Madrid,
Fondo Cuba, Marina, economía, administración; y CEDINCI (Centro de Documentación de las
Izquierdas) Semanario Cuba Libre y República de Cuba. Microfilms (1895-1898).
186
problemática situación de quasi-guerra con Chile, con quien se enfrenta por
el litigio de diversos territorios especialmente en el sur del país. Situación que
provoca la emergencia de la llamada paz armada y eleva al General Julio A.
Roca a su segunda presidencia.
En tercer lugar la respuesta argentina en relación a la guerra de Cuba
por su independencia. Este tema que involucra la neutralidad declarada por
el gobierno de José E. Uriburu, exhibe una contestación de carácter político y
oficial, pero de ninguna manera frena los posicionamientos y opiniones que
emergen de los campos de observación internos, es decir de actores
nacionales y de actores extranjeros como diplomáticos españoles y
norteamericanos radicados en la Argentina.2
2En particular, estos temas hemos podido seguiros a partir de documentación depositada en:
Fondos Documentales en Cuba; Biblioteca Nacional José Martí, Fondo Arístides Agüero; Centro
de Estudios Martianos, Biblioteca, originales Diario Patria años 1892-1898; Archivo Nacional de
Cuba, Sala X, Cajas del PRC 1-101.
187
y la dinámica de los móviles creados sobre el espacio en conflicto, de acuerdo
a las acciones desplegadas como parte de una hermeneútica histórica. En
este sentido, consideraremos principalmente que la acción política, cualidad
esencial de nuestro tema de estudio, no es comprensible fuera del orden
simbólico generado y el universo imaginario que ella engendra dentro de un
campo determinado de relaciones sociales que involucran obligadamente a
la estructura social material.
De acuerdo a los ámbitos de estudio elegidos en la investigación, se
particularizan distintas metodologías de trabajo asociadas a las necesidades
de la aproximación y tratamiento del objeto en estudio para resolver
problemáticas heterogéneas.
Algunas teorías desagregadas de la sociología y la antropología son
utilizadas para esclarecer las temáticas de identidad y alteridad de los grupos
en pugna, tema que además se complica al ser definidos desde una mirada
exógena. Así, la identificación de patrones identitarios sobre los que se
asientan los actores en pugna, tanto como la construcción de la imagen del
“otro” y de los “otros”, conducen a una introducción en las distintas visiones del
mundo que se reflejan a manera de ejemplo en la latinidad y la sajonidad pero
también en la americanidad y la argentinidad. Con respecto a la comunidad
hispánica, el discurso y la gráfica articulan un espacio fundante en la
conformación del universo simbólico, construyendo e instituyendo en el grupo
distintos sentimientos de pertenencia, solidaridades sociales e, incluso, las
relaciones de autoridad a través de un lenguaje expresivo plurivalente que
exhibe una tendencia ideológica y sumisión, dando forma además a lo
externo por oposición a lo interno, incorporando al adversario ideológico.
Al trabajar con fuentes escritas que esgrimen en su mayoría
posicionamientos o posturas frente a un hecho, los relatos construidos nos
conducen a la utilización de una herramienta importante el análisis de los
discursos en sus diferentes matrices; es este un camino preferencial para
acceder a los mecanismos imaginarios y simbólicos asociados a la realidad
social material en la que se insertan y para la cual son construidos. Y se
constituye en un instrumento válido para las fuentes epistolares, diplomáticas,
políticas y especialmente las emanadas de la gráfica consultada. En este
sentido, también resulta útil trabajar en la sutura entre la escritura,
especialmente aquella hospedada en la prensa analizada que construye un
relato en relación a los aportes de las teorías de la comunicación con énfasis
en la teoría de la noticia.
Teniendo en cuenta que los temas abordados enhebran actores de
diversa extracción, remarcamos también el valor del análisis de los discurso
construidos, principalmente el crítico que incluye al político (Van Dijk, 1987 y
1990). Además dado el cariz de algunas fuentes, incluimos el análisis crítico de
las noticias, (Van Dijk, 1997). En todos los casos entendidos como herramienta
/auxilio para la decodificación de las intencionalidades y posturas que
preceden a la acción y a la toma de decisiones de los sujetos involucrados.
El periódico, por su carácter de medio de comunicación masiva de la
etapa, asume la condición de un actor que mantendrá interacción con otros
actores sociales. Como actor político de naturaleza colectiva posee
capacidad para influir en el marco político ya sea el gobierno o los partidos,
los grupos de interés y los movimientos sociales y demás componentes del
público de fines del S. XIX. Esta fortaleza responde a que el periódico constituye
un grupo de interés con vocación de grupo de presión (Borrat, 1989: 150).
188
Otro punto nuclear de este enfoque lo constituye la reconstrucción de los
canales de información (prensa, escritos, cartas, etc.) que abordan el tema de
la independencia cubana en Argentina legitimando su necesidad, derecho y
legalidad. Estos circuitos son incluidos obligadamente debido al protagonismo
que alcanzan en el proceso de legitimación de la causa pro-cubana, hecho
que involucra tanto a quienes escriben, como a quienes conforman el campo
de recepción de las construcciones textuales, de las distintas fuentes
trabajadas, especialmente las periodísticas. Esta reconstrucción se realiza a
través de cruces de fuentes que revelarían el impacto de estructuración de los
grupos en apoyo a cuba.
La incursión en las teorías de la comunicación, entendida esta última
como producción de sentido históricamente situado (Ford, 1999 y 2005), si bien
se han desarrollado recientemente y abordan temas de la actualidad, ofrecen
sin embargo, herramientas metodológicas y conceptos que permiten
profundizar particularmente en la construcción de la noticia y sus formas de
tratamiento que incluyen las agendas consideradas como aquello que se
incluye en los medios y es noticiable. Por ello del campo comunicacional que
es transdisplinario, y está atravesado por diversas teorías, elegimos como
marco analítico trabajar con la teoría de la noticia, cuyas mayores aportes han
sido realizado por la Dra. Stella Martini.
Se exhibe claramente en los testimonios escritos en la prensa elegida, una
agenda de época. Este concepto es definido y estudiado por Mc Combs, en
los escasos estudios que existen sobre la misma en el S.XIX. Uno de los rasgos
fundamentales de esta prensa contextualizada, es la inclusión de temas de
conflicto, en especial aquellos que se rotulan como bélico; esto explica por
qué el caso cubano es noticiable en su etapa de confrontación. (Mc. Combs,
2004). Un indicio o huella clara de la importancia del tema en tanto noticiable
lo marca el estudio de la agenda temática y la agenda atributiva (tratamiento
de los temas), que maneja todo el arco de prensa seleccionado.
El corpus de prensa, entonces se podrá abordar desde la teoría de la
noticia, aplicando el análisis del discurso y asignándole a este último el lugar
desde donde se materializan las ideologías y se construyen identidades de las
posturas cruzando la reflexión crítica sobre ellos. Con este fin es dable
identificar y describir las unidades informativas, temas, actores y geografías,
modalidades y retóricas. (Martini, 2009, 26 et sig.).
El análisis de los discursos en las distintas fuentes a trabajar, en especial la
gráfica, se indicó como permeable al estudio de los relatos construidos en
nuestro caso de estudio, pero sin perder de vista su asociación al sentido de la
acción. Dado que si bien se interesan por la descripción de la configuración
compleja de las condiciones de producción de sentido, que determinan el
funcionamiento de un sistema de relaciones sociales en una situación dada,
esto no va dividido de la praxis de la acción impregnada en todo hecho
histórico que verticaliza siempre en una realidad social material particular.
Por último, el estudio de las vertientes ideológicas dominantes resultan
funcionales para la identificación y caracterización de los actores
protagónicos, grupos y personajes actuantes; a la vez que inducen a
introducirnos en otras temáticas importantes como el colonialismo, el
expansionismo, el imperialismo y la dependencia en sus diversas formas y
materializaciones. Estas vertientes ideológicas se pueden analizar desde el
posicionamiento de los actores en sus distintos lugares de expresión, ya sea en
el campo de conflicto como así también en los campos de observación.
189
Conclusiones
190
los campos de observación a fin de significar y evaluar su peso en la toma de
decisiones y el proceso de legitimación de las fuerzas intervinientes en el
conflicto. A su vez, Identificar la lógica y racionalidad de los actores que
componen los campos de observación delimitados a fin de examinar sus
tomas de posición.
Por último, la finalidad más amplia es la que se dirige a instalar una mirada
latinoamericana al tema en estudio, principiando por la selección de un país,
en este caso Argentina, pero utilizando y probando estrategias metodológicas
y de análisis que podrían servir como soporte de futuras investigaciones. A su
vez, buceando en actores y fuentes que podrían también ser incluidos en otros
estudios de este tenor.
A esta línea de análisis también se deberían asociar estudios de carácter
teórico, en tanto aportes a una nueva dimensión del contenido historicista de
la independencia de Cuba -a manera de ejemplo la acuñación del término
“98 cubano”-, y la ampliación de los encuadres de aquellas investigaciones
que han contribuido a re-pensar y re-elaborar el proceso independentista
nuestroamericano buceando en la electricidad de su consumación y la
genuinidad de su aspiración libertaria.
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Marcela Lucci
GHP-Universitat Autònoma de Barcelona
GEHA-Universidad de Cádiz
Abstract: From the point of view of Ressorgiment, the magazine of Buenos Aires-
based 'Catalans of America', analyse the causes, the purposes and the contents
of the speech on Argentina of Overseas separatism. We study his message in
order to establish the way in that the Argentinian history turned into a theoretical
and practical example for the American catalanism. The success of the
Argentinian independence crystallised in the perception of freedom as a
foundational value of democracy, and therefore desirable and recommended
to sustain a future Catalan state.
Introducción
El devenir asociativo de la colectividad catalana en América evidencia la
peculiaridad de sus propósitos. Las actividades de las entidades voluntarias
españolas que se fundaron en ultramar desde la segunda mitad del siglo XIX
centraron sus preocupaciones en paliar las necesidades sociales y asistenciales
192
de los emigrantes y en promover la cohesión de las diversas colectividades
peninsulares a través de actividades recreativas:
193
coexistido clases, grupos sociales, culturas políticas diferentes. El catalanismo no
es una línea unívoca, sino que es una corriente en la que confluyen estilos,
modas, tendencias, en el mismo momento histórico” (Termes, 2010: 65).
En ese contexto, el caso de los “catalanes de América” porteños -el sector
de la colectividad que adhirió al separatismo- comprueba la existencia de
motivaciones políticas en los movimientos de población españoles hacia
América durante el período conocido como de “emigración masiva”. Más allá
de reforzar la comprensión del exilio como una categoría estructural del devenir
histórico peninsular (Sánchez Alonso, 1999; Arnabat Mata, 2009), el estudio de
este grupo contribuye a superar las explicaciones meramente económicas del
flujo migratorio hacia el Nuevo Mundo. La preeminencia de esta perspectiva de
análisis está justificada por la envergadura de los movimientos de población
hacia América entre 1860 y 1930, especialmente en el caso español, donde ese
destino fue el elegido por excelencia:
1Els catalans de Catalunya als catalans d’Amèrica”. L’Intransigent, 17 de abril de 1919, p. 1. Texto
citado en: “La veu de la pàtria. Catalunya als catalans d’Amèrica”, Ressorgiment, nº 35-36, julio
de 1919, p. 563. En este artículo se traducen textos escritos originariamente en catalán, tanto obras
bibliográficas como los escritos de la revista Ressorgiment.
194
conectaba al catalanismo peninsular con ideas y experiencias de vanguardia
en un entorno de libertad republicana.2 Estas características del imaginario
separatista ultramarino tenían sus raíces en la progresión del pensamiento
político catalán que, desde finales del siglo XIX, se alejaba de posiciones
teóricas románticas y buscaba hacer converger las reivindicaciones culturales
del catalanismo con aspiraciones democráticas que reclamaban la total
autonomía política. El 10 de mayo de 1873, el escritor Josep Narcís Roca i
Fegueres expresaba en su artículo “La Tradició a Catalunya”, publicado en la
revista barcelonesa La Renaixensa:
2 NADAL i MALLOL, Hipòlit: “El nou camí”, Ressorgiment, nº 72, julio de 1922, p. s/nº.
195
impulsado a integrar lineamientos intelectuales y coyunturas políticas que
dejaron una impronta distintiva en su contenido ideológico (Lucci, 2015). Esta
posibilidad reafirma la conveniencia de profundizar la perspectiva sociocultural
de los estudios sobre las migraciones españolas hacia América, ya que ahondan
en aspectos poco transitados de la conformación y reproducción de la
identidad nacional peninsular durante el siglo XX.
Sin embargo, uno de los problemas de la cosmovisión de los “catalanes de
América” es que la distorsión de los espacios imaginados comprometió el
proceso de una integración fructífera con la cultura de la tierra de acogida. En
ese sentido, los testimonios orales recabados durante nuestras investigaciones,
la correspondencia de Nadal existente en los archivos de la revista que dirigía y
el contenido de la publicación nos han permitido establecer que los miembros
del grupo habían desarrollado lazos duraderos con la Argentina: Antoni de P.
Aleu había sido fundador de la Cruz Roja Argentina y Pere Seras –uno de los
activistas más conspicuos del separatismo argentino, cuya trayectoria se
destacó por la organización de la militancia política de ultramar– se había
afiliado al Partido Socialista en Buenos Aires.
Sin embargo, también resulta evidente, sobre todo para la primera mitad
del siglo XX, que el imaginario del grupo porteño estaba fuertemente arraigado
en la tierra natal y que, desde la distancia, continuaban considerándose
catalanes a todos los efectos: “Siendo nuestra patria de origen Cataluña, y
entendiendo que de Patria, como de madre, nadie puede tener más que una,
no aceptamos otro apelativo nacional que el de catalanes.”3 Esta percepción
identitaria estaba enraizada en la adhesión y difusión de la propia cultura, que
a su vez era el vehículo para legitimar el discurso nacionalista y el deseo de
participar en la vida política catalana desde la distancia (Lucci, 2011).
Desde esta identificación cultural con Cataluña, ¿a qué hacían referencia
los “catalanes de América” cuando hablaban de Argentina? ¿Desdibujaba la
patria catalana a la patria y a la geografía argentinas? ¿De qué manera la
incorporaron a su imaginario? Como órgano de prensa del grupo, Ressorgiment
es un recurso idóneo para intentar comprender las causas, los propósitos y los
contenidos del discurso sobre la Argentina que los intelectuales del catalanismo
ultramarino llevaron a la opinión pública. El repaso de su mensaje nos desvela
una presencia sutil de la historia del país de acogida que operó como un espejo
ejemplar a partir del cual intentaron la experiencia independentista. El éxito de
la gesta patriótica argentina cristalizó en la percepción de un país en el cual la
libertad era un valor integral, y por lo tanto deseable y recomendable para
sostener un futuro estado catalán. En la percepción de libertad del grupo
porteño podemos rastrear los “tres conceptos de libertad” formulados por
Norberto Bobbio: era liberal pues permitía acometer una acción lícita a nivel
individual, involucraba la idea de autonomía porque otorgaba a los miembros
de un estado la capacidad de procurarse las leyes para gobernarse a sí mismos
y era positiva, pues implicaba disfrutar de “la capacidad jurídica y material de
concretar las posibilidades abstractas garantizadas por las constituciones
liberales” (Bernal Pulido, 2006: 59-64)
3 NADAL i MALLOL, Hipòlit: “Marbre votiu”, Ressorgiment, nº 66, enero de 1922, p. s/nº.
196
1.- Ideales y vinculaciones
Durante los años previos al compromiso de los “catalanes de América” con
el proyecto separatista de Francesc Macià, el catalanismo de Buenos Aires se
concentró en adquirir y fomentar su experiencia organizativa a nivel local,
nacional y panamericano.4 Durante este período, la difusión de la cultura
catalana –incluido su devenir político a lo largo de la historia– fue fundamental
como vehículo de concienciación e incentivo de la militancia. Nadal tenía una
visión sumamente positiva de la Argentina, fruto de su historia familiar y de su
propia vivencia. Tal cual nos relató su hijo Joan, cuando el editor se exilió en
1913, eligió como destino Buenos Aires debido a que uno de sus tíos, que había
emigrado a finales del siglo XIX, había resaltado las auspiciosas perspectivas
sociales y económicas de la república. Pero en 1916 Nadal concurrió a las
manifestaciones populares que se desarrollaron durante los actos oficiales de la
investidura del presidente electo Hipólito Yrigoyen, y fue testigo de cómo la
multitud desenganchó los caballos de la carroza presidencial y lo condujo a
pulso hasta la Casa de Gobierno. Joan Nadal afirmaba que su padre recordaría
siempre el “fervor del pueblo argentino” hacia un presidente que provenía de
un partido que había renovado la arena política argentina. Comparó los
multitudinarios festejos de la asunción de Yrigoyen (Horowitz, 2008) con el escaso
interés que los gobernantes españoles generaban en Cataluña y lo asoció
definitivamente al espacio de libertad que la Argentina abría a la sociedad
para cultivar la vida democrática. Estos datos provienen de las conversaciones
inéditas que mantuvo Joan Nadal con la autora, en particular la fechada el 3
de junio del año 2006. Así, más allá de las posibilidades de progreso económico
apuntadas por el tío emigrante, Nadal advirtió por sí mismo las perspectivas que
la república sudamericana le ofrecía para expresar sus ideas en un entorno
donde la democracia era vista como un valor positivo y de utilidad para el
progreso de la sociedad (Romero, 2006: 54).
Por lo tanto, era inevitable que la política editorial de Ressorgiment se
nutriera de esas impresiones de su director. Nadal tenía los ojos puestos en
Cataluña pero justamente ese vector intelectual disparó su preocupación por
la Argentina. Se interesó por su historia, por los entresijos de su política, por sus
bebidas típicas –era un gran afecto al mate-, por el acento con que se hablaba
en castellano en su ciudad capital, y un gran mapa de su tierra de acogida –
en el cual marcaba las ciudades en las que había suscriptores de la revista-
presidía su despacho. Esta atención marcó la vida de la publicación en cuatro
sentidos. Por un lado, el distinguir la importancia de la prensa en Argentina como
forma de participación política alternativa le permitió dirigir la revista no como
un boletín literario sino como una publicación que buscaba reflexionar sobre los
problemas catalanes integrándose al espectro del periodismo vernáculo, sobre
todo al de las colectividades inmigrantes.5 En segundo término, difundió una
imagen de la Argentina –que era compartida expresamente por el catalanismo
peninsular y el ultramarino– como país “libre y tolerante” en el cual ni la censura,
ni el estado de guerra o la suspensión de garantías impedían “ayudar a la obra
gloriosa de la reconstitución catalana”.6 En tercer lugar, recordó a la opinión
pública los vínculos del pasado catalán con el argentino de manera positiva
12 de mayo de 1919, p. 1.
5 NADAL i MALLOL, Hipòlit: “Unes paraules”, Ressorgiment, nº 1, agosto de 1916, p. 1.
6 AGULLÓ, Ferran: Citado en “La veu de la pàtria. Catalunya als catalans d’Amèrica”.
197
estableciendo así una línea temporal y ética que entroncaba ambas
experiencias históricas. A lo largo de los años recalcó que Cataluña no había
participado del expolio colonialista de la Corona española sobre América7 y
que, por el contrario, patriotas de origen catalán habían integrado la Primera
Junta de Gobierno argentino en 1810 -como Domingo Matheu o Juan Larrea-,
y que Blas Parera y Vicente López i Planes habían compuesto el himno nacional
vernáculo:
7 CASES, Melcior: “La ‘Fiesta de la Raza’”, Ressorgiment, nº 16, noviembre de 1917, p. 250.
8 NADAL i MALLOL, Hipòlit: “Efemèrides Americana”, Ressorgiment, nº 80, marzo de 1923, p. 1270.
9 NADAL i MALLOL, Hipòlit: “Problemes de cultura”, Ressorgiment, nº 7, febrero de 1917, p. s/nº.
10 NADAL i MALLOL, Hipòlit: “Ciutadania adoptiva”, Ressorgiment, nº 79, febrero de 1923, p. 1239.
11 NADAL i MALLOL, Hipòlit: “Fem-nos ciutadans argentins”, Ressorgiment, nº 87, octubre de 1923,
p. 1385.
12 Ibid.
198
paso de Macià y su secretario Ventura Gassol por Argentina durante su exilio
americano reafirmó esa convicción, a pesar de que el grupo era consciente del
enrarecimiento del clima sociopolítico local, en especial del acercamiento
entre los gobiernos español y argentino respecto del problema catalán durante
la dictadura riverista.13 La defensa de la trayectoria de Macià y la obtención de
su residencia legal en Argentina –auxiliada por los “catalanes de América”,
quienes consiguieron el patrocinio legal del senador Alfredo Palacios- se hizo
evidente en Ressorgiment, que reivindicaba al pueblo y a la prensa –si no esta
vez al gobierno nacional, a quien denunciaba como demasiado pendiente de
los requerimientos de la diplomacia española en política exterior-, como “fieles
guardadores” de la tradición de libertad en Argentina.14 Durante la exposición
mediática de la solicitud de derecho de asilo de Macià y Gassol en la opinión
pública nacional –sobre todo a partir de la campaña dirigida por el periódico
Crítica- el discurso del separatismo porteño en Argentina alcanzó una
penetración a nivel nacional (Lucci, 2012).
Durante los años previos a la Guerra Civil, lo español fue concebido por el
catalanismo porteño como un imperativo racial que sólo se imponía por la
fuerza o la costumbre. A partir de un texto del escritor Leopoldo Lugones
reproducido excepcionalmente en castellano en 1930 en su revista, Nadal
plasmaba la admiración de los “catalanes de América” por la capacidad de la
Argentina de hacerse dueña de ella misma superando lo que denominaba un
anticuado y falso “prejuicio de la raza”:
3.- 1936-1950
13 Arxiu Nacional de Catalunya (ANC), “Carta de Francesc Macià a Pere Seras, 15 de febrero de
1928”, ANC1-264-T-1264, p. 1.
14 ANC, “Carta de Francesc Macià al Comitè Llibertat, 8 de febrero de 1928”, ANC1-264-T-pág.
1.264. En castellano en el original; el texto íntegro del telegrama fue publicado por el diario Crítica
en su edición del 8 de febrero de 1928.
15 LUGONES, Leopodo: “La Raza”, citado en Ressorgiment, nº 72, noviembre de 1930, p. 2870.
16 “Butlletí especial per als catalans absents de la patria”, Ressorgiment, nº 251, Aires, junio de 1937,
p. 4064.
199
y Roig, 2006)-, la idea central de espacio de libertad fue recurrente y estuvo
potenciada por la urgencia bélica. El prestigio de la democracia como “valor
en sí mismo” perduraba en el imaginario argentino (Romero, 2006: 54) y
preservaba la posibilidad del catalanismo de una libertad positiva, individual,
que congregara la voluntad colectiva de los catalanes en el exterior para
vencer al fascismo y asistir a la población catalana.
Más allá del socorro humanitario que llevaron a cabo los separatistas
argentinos durante los casi cuatro años de conflicto, el respaldo a la legalidad
de la II República promovió algunas actividades de relación e intercambio
cultural: en agosto de 1936 se publicó el Martín Fierro en catalán, para que
llegara a la colectividad asentada en Argentina: “He traducido el Martín Fierro
porque he creído que la lengua catalana, a la cual fueron vertidas las mejores
obras del mundo, no se vería desmerecida al poseer la traducción del
popularísimo poema de Hernández.”17 En 1937, Leopoldo Lugones patrocinó la
iniciativa del Casal Català de Mendoza –uno de los centros catalanistas más
antiguos del país-, de donar literatura catalana a la Bibiloteca Nacional de
Maestros.18 Durante esos años, el patrimonio del catalanismo americano fue
conservar una “ética de la militancia” que obligaba a la honestidad política:
apoyar a la II República pero resguardar la misión de ser el depositario del
“fuego sagrado” del patriotismo catalán que permitiera, una vez vencido el
fascismo, integrar a Cataluña en una confederación ibérica desde la cual
“poder regir su vida libremente.”19
Durante los años del primer franquismo la Argentina fue contemplada
como un refugio para los vencidos. En ese sentido, Ressorgiment lamentó que el
gobierno argentino no fuera tan hospitalario como otros en América, pero
agradeció que en 1940 esa situación comenzara a revertirse al permitir la
entrada al país de ciudadanos españoles provenientes del País Vasco que se
habían refugiado en Francia (Ortuño Martínez, 2012). En ese sentido, la revista
hacía una expresa separación entre la actitud restrictiva del gobierno de
Roberto M. Ortiz y la de prestigiosos políticos argentinos –como el ex presidente
Marcelo T. de Alvear, el senador socialista Alfredo Palacios, el premio Nobel de
la Paz Carlos Saavedra Lamas o el científico Mariano Castex-, que habían
solicitado desde el año anterior la flexibilización de las regulaciones de entrada
al país de exiliados españoles (Bocanegra Barbecho, 2009).
Nadal también subrayó la presencia catalana en la historia argentina
mediante artículos biográficos que evidenciaban las aportaciones de
inmigrantes catalanes a la gesta independentista y al desarrollo de la nueva
república desde principios del siglo XIX. Esta exposición era necesaria por tres
razones. En primer lugar, para dar seguridad a los refugiados de que
encontrarían a una colectividad formada desde hacía más de un siglo y que
había sabido ganarse un espacio de reconocimiento y actuación en el país de
acogida. En sentido inverso, también era oportuno que la opinión pública
estuviera al tanto de las aportaciones catalanas a la sociedad argentina,
cuando por primera vez la legislación sobre inmigración complicaba la entrada
legal de ciudadanos españoles. Finalmente, esta relación histórica reafirmaba
a la Argentina como ámbito geográfico desde el cual continuar la labor
17 MARTÍ i MUNTANER, Enric: “La meva traducció del Martín Fierro”, Ressorgiment, nº 240, julio de
1936, p. 3857.
18 NADAL i MALLOL, Hipòlit: “Relacions i intercanvi amb la metrópoli-IV”, Ressorgiment, nº 250, mayo
de 1937, p. 4043.
19 NADAL i MALLOL, Hipòlit: “Constatacions”, Ressorgiment, nº 251, junio de 1937, p. 4055.
200
catalanista. Desde Londres, donde era uno de los encargados de organizar el
gobierno catalán en el exilio, Carles Pi i Sunyer se dirigió en 1941 a los “catalanes
de América” para integrar sus esfuerzos en un plan “de carácter nacional”
consistente en “(…) asegurar la continuidad de la cultura catalana, la llama
inextinguible del espíritu de Cataluña.”20
La “misión histórica de los catalanes emigrados”21 fue analizada desde
entonces con detalle –los medios de prensa, la política, los intelectuales, etc.-
con miras a mancomunar los esfuerzos a partir de la aceptación de las
autoridades catalanas en el exilio. Como siempre, la distancia podía convertirse
en un valor positivo. Si el franquismo forzaba a aumentar y prolongar la
presencia catalana en América, era posible capitalizar las nuevas voluntades,
perspectivas y capacidades para trabajar por la independencia de los países
catalanes. En ese contexto floreció paulatinamente en el catalanismo porteño
la percepción favorable hacia el proyecto de una futura confederación ibérica
que incluyera a Cataluña. Si hasta el momento habían descreído de soluciones
al problema catalán que implicaran permanecer como integrantes del estado
español, la dictadura franquista los apremió a revisar su posición. La crudeza del
gobierno de Franco y la voluntad de contribuir a consolidar la unidad del
gobierno catalán en el exilio los hicieron más receptivos a nuevas fórmulas que
coadyuvaran a lograr una posición de convergencia. En ese sentido, la historia,
componente fundacional de la identidad nacional según los preceptos
catalanistas, llevó a Ressorgiment a apoyar la propuesta confederativa que
propugnaba el Consell Nacional de Catalunya en 1944:
“Es una idea que ya implantó nuestra patria con la Confederación Catalano-
Aragonesa hace ya unos siglos y a la que retornaríamos, a pesar de que sería
mirando al pasado. Todo lo que sea ponernos en pie de igualdad con los otros
pueblos ibéricos obtiene nuestra conformidad. Lo que no aceptamos ni
aceptaremos nunca es todo aquello que tienda a hacernos inferiores a ellos
políticamente, o que preconice la continuación del statu quo actual.”22
20 PI i SUNYER, Carles: “Un quart de segle”, Ressorgiment, nº 301, agosto de 1941, p.4863.
21 MAS i PERERA, Pere: “Missió histórica dels catalans emigrats”, Ressorgiment, nº 323, junio de 1943,
p. 5255.
22 NADAL i MALLOL, Hipòlit: “La confederació ibérica”, Ressorgiment, nº 343, 1945, p. 5575.
201
como ejemplo a seguir una vez que Franco fuera vencido y Cataluña lograra
plasmar su soberanía como estado independiente. Como ejemplo de
organización política para cuando ese momento llegara, Ressorgiment publicó
un artículo del periodista y político Joan Sauret i García que en el contexto de
analizar la estrategia para expandir el catalanismo en América durante el
franquismo, reclamaba atender al modelo republicano y federal argentino
como la opción ideal con la que los catalanes podían identificarse: “En lo que
se refiere al valor patriótico, los catalanes de la Argentina tenéis el arma
admirable del federalismo y del republicanismo con los cuales os habéis
identificado. Sólo es necesario encontrar la senda por la cual equiparar el
sistema argentino con el que pretendemos los catalanes.”23
Conclusiones
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Cielo Zaidenwerg
Universidad de Barcelona / CONICET
Integrating the territory of Río Negro in the argentinian national project through
festive patriotic instances, during the first decades of the twentieth century
Introducción
205
nacional’ es un aspecto crucial en la constitución y la reafirmación de lazos
sociales, sosteniéndose mediante diversas producciones simbólicas. Hobsbawm
destaca la importancia de estudiar las relaciones que establece una sociedad
con su pasado a través de la invención de una ‘tradición’, actuando como
factor de legitimación histórica y operando como núcleo de cohesión social. El
autor define las tradiciones como un conjunto de prácticas, normalmente
gobernadas por reglas aceptadas de manera abierta o encubierta, que a
través de un ritual de orden simbólico buscan inculcar por repetición ciertos
valores y normas de conducta (Hobsbawm, 1988: 3).
En el marco del vasto movimiento de construcción de la ‘tradición’ y del
pasado nacional que tuvo lugar en Argentina a finales del siglo XIX, se
desenvolvió un proceso de materialización en la definición de símbolos patrios,
la erección de monumentos a próceres, la institución de museos y sitios
históricos, y la reactivación de las fiestas patrióticas en los ámbitos educativos,
pero también en los espacios públicos. Durante este proceso de construcción
de la nacionalidad se utilizaron los símbolos, emblemas y representantes que
encarnaban la nación argentina tales como: los héroes nacionales que habían
participado en la revolución y gesta política de la independencia;1 la bandera;
el escudo; la escarapela y el himno nacional, herramientas que realzaron la
adhesión al terruño.
Asimismo y paralelamente, el proyecto nacionalizador concebido por las
élites en el gobierno central, buscó hacer efectiva la soberanía nacional en los
nuevos espacios recientemente incorporados al norte y sur del país, esto son, los
Territorios Nacionales (en adelante, T.N.).2 De esta manera, pareció ser relevante
dotar a la sociedad regional de elementos que permitiesen afirmar su identidad
nacional. Fueron frecuentes, entonces, las referencias a la necesidad de
“argentinizar” a la población; esto es, dotar al medio social de referencias
ideológicas que le hicieran sentirse parte de una comunidad nacional pensada
como culturalmente homogénea (Bandieri, 2005: 165).
Para cumplir con este objetivo, la clase política y económica que
detentaba el poder actuó sobre aquellos resortes que resultaron ser más
eficaces a largo plazo para lograr imponer la auto-reproducción legitimada de
las relaciones de poder existentes (Juliano, 2002: 255) y, en ese contexto, la
educación pasó a ser entonces un factor básico.3
1 Las nuevas naciones americanas que empezaron a constituirse alrededor de 1810 encontraron
como urgencia la necesidad de contar con héroes que actuaran como referentes morales,
políticos y militares.
2 Por ley Nº 1.532, el de 16 de octubre de 1884, se establecen los Territorios Nacionales de Chaco,
Formosa y Misiones en el norte, la Pampa en el área central del país y, en el sur, por división de la
Gobernación de la Patagonia, los de Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego,
estableciendo sus superficies, límites, forma de gobierno y administración. Hasta mediados de la
década de 1950, en que se completó el proceso de ‘provincialización’ de dichas gobernaciones
-con la excepción de Tierra del Fuego que se convirtió en provincia en 1990-, los Territorios
Nacionales fueron simples divisiones administrativas carentes de autonomía y absolutamente
dependiente del gobierno central. Para ampliar información ver Bandieri (2005).
3 En este sentido, resultó fundamental la sanción en 1884 de la Ley 1.420 de Educación Común,
una ley que estableció como principios básicos la obligatoriedad, gratuidad, laicidad y
gradualidad de la educación pública. Dicha legislación regía tanto para Capital Federal como
para los T.N. con el objetivo, entre otros, de construir escuelas, proporcionar maestros titulados a
las mismas, así como todo lo necesario para la pronta incorporación de las diferentes regiones a
la “civilización”. Tanto los grupos dirigentes como los intelectuales que participaron en la definición
de dicho sistema sabían de la importancia que esta ley comportaba; la máxima de formar al
ciudadano significaba la integración de los distintos grupos sociales, culturales y étnicos, en la
206
Si la escuela fue uno de los instrumentos más importantes para lograr el
objetivo de construir la nacionalidad, los actos cívicos fueron también una de
las herramientas más eficaces. En el caso de las evocaciones patrias en
Argentina, en tanto formas de institucionalizar el recuerdo (Cuesta Bustillo, 1998:
209), el objetivo primordial fue afianzar la identidad nacional remitiendo siempre
a los orígenes del país. En este sentido, a través de la conmemoración de fechas
claves para la historia nacional tales como el 25 de mayo o el 9 de julio, el estado
celebraba las hazañas de los comúnmente denominados “Padres de la Patria”,
sus gestas, sus símbolos, convocando al hacerlo a un consenso alrededor de su
legitimidad (Munilla Lacasa, 1995: 154). Por tanto lo nacional, lo argentino, entre
otras cuestiones, comenzaba a identificarse casi exclusivamente con esta
historia, personajes y emblemas, que pasaban a formar parte de una especie
de religión cívica, basada su espiritualidad en la veneración a La Patria.
Tal y como afirman Amuchástegui y Taboada, la capacidad evocadora y
sintética de los símbolos surte mejor su efecto al desplegarse dentro de un ritual,
pues entran en juego y se complementan con los cantos, desfiles, ceremonias y
otras actividades de esta naturaleza, y su poder para transmitir ideas, creencias
y valores se incrementa al complementarse con los mitos (Amuchástegui y
Taboada, 2007). De esta manera, las celebraciones de las efemérides fueron
cobrando progresivamente fuerza como instancias ritualizadas.
Desde hace ya algunos años, existe una abundante bibliografía que
aborda marcos teóricos y desarrollos empíricos dando cuenta de las
conmemoraciones y festejos tanto en el escenario latinoamericano, en el
territorio nacional, como en diferentes regiones del país.4 En el caso de los
trabajos sobre la Patagonia, abordan en particular el espacio fronterizo de la
Patagonia Austral y las zonas noreste y andina de la norpatagonia.5 Muchos de
estos estudios parten del supuesto de que en el proceso de construcción de la
nación también participaron activamente comunidades regionales o locales
según sus propias identidades e intereses.
Por otro lado, son escasos los estudios que abordan el análisis de las
celebraciones patrias en la Gobernación de Río Negro. Actualmente,
encontramos algunos trabajos que circunscriben su objeto de estudio al área
andina, resaltando especialmente la localidad de Bariloche y la zona
altovalletana, analizando las prácticas sociales que se daban tanto en las
conmemoraciones nacionales como locales.6 Asimismo, han prestado atención
a los vínculos dialécticos que se daban entre los mandatos del Estado nacional-
territoriano y la dinámica de la comunidad local, abordando también la
integración de las prácticas festivas de las diferentes zonas.7
No obstante, todavía es necesario analizar algunas cuestiones que resultan
fundamentales a efectos de percibir la realidad regional. Es así que en el
contexto del interés por comprender cómo “lo nacional” fue penetrando
simbólicamente en los T. N., en el presente trabajo buscamos analizar aquellos
ámbitos sociales donde, fuera del marco de la institución educativa, se asumió
la tarea de propagar y arraigar la conciencia nacional en la población,
creación de una identidad nacional y, no menos importante, en la legitimación del poder del
Estado y su proyecto nacional.
4 Entre ellas cabe mencionar, para el espacio nacional, los textos de Bertoni (2001) y Garavaglia
(2007).
5 Para el caso de la Patagonia destacan las obras de Baeza (2003, 2008, 2009); Boholavsky y
207
prestando especial atención a una instancia: las celebración de las efemérides
patrias.
Partimos de la idea de que estas actividades culturales no solo se
consagraron como factores esenciales en la consolidación del Estado nacional,
buscando ‘argentinizar’ a la población a través de un discurso de carácter
fuertemente homogéneo, sino que además su arraigo evitaría el surgimiento o
proliferación de cualquier tipo de discurso autonomista que pudiera subvertir el
orden establecido.
En este trabajo, indagaremos en las disposiciones y decretos en torno a
dichas celebraciones, que se buscó instaurar desde Buenos Aires para la
República en general y para los T.N. en particular. Esto nos permitirá explorar las
características asumidas en Río Negro en dos de los eventos que asumieron una
especial trascendencia para la gobernación, esto es, la celebración del
Centenario de Mayo (1910) y el Centenario del prócer Gral. Manuel Belgrano
(1920). Este recorrido nos ayudará a demostrar que el proceso de adhesión al
proyecto nacional asumido en el Territorio rionegrino adquirió un carácter
particular en la medida que se articularon las especificidades regionales con las
directrices y preceptos nacionales.
De esta manera, en primer lugar aproximaremos la mirada a algunas de
las disposiciones y decretos que, en torno a dichas celebraciones, se buscó
instaurar desde Buenos Aires, dirigido a la República en general y a los T.N. en
particular. A continuación, indagaremos en las dinámicas generales de
funcionamiento asumidas por las fiestas patrias en el Territorio Nacional de Río
Negro. Esto nos permitirá abordar, en el tercer lugar, el análisis de las dos
celebraciones centenarias que tuvieron lugar en el seno de diversas
comunidades locales rionegrinas.
Hacia finales del siglo XIX, las fechas patrias habían comenzado a
celebrarse en las localidades más consolidadas del Territorio rionegrino8; sin
embargo no fue hasta las primeras décadas del siglo XX cuando comenzaron a
adquirir mayor envergadura, coincidiendo con el impulso dado desde Buenos
Aires a la educación de carácter patriótico9 y con la proximidad del Centenario
de la Revolución de Mayo, o en la década del 20’, cuando los festejos
asumieron una mayor organización y una más lucida participación popular.
Las fiestas y efemérides se realizaban en plazas públicas, sedes
institucionales, iglesias, etc., por lo que estos lugares se convertían en espacios
donde la población se encontraba para conocerse, compartir, celebrar los
significativos acontecimientos históricos, a la vez que se demostraba el grado
8 Río Negro destacó entre los demás Territorios patagónicos, entre otras cuestiones, por ser una
208
de implicación de éstos en la comunidad. En este sentido, las efemérides patrias
ayudaron tanto a consolidar el sentimiento nacional como a propiciar
relaciones y lazos sociales en las mismas localidades dando como resultado
dinámicas regionales propias. Mientras que desde Buenos Aires se empeñaban
en hacer coincidir festejos, sincronizar actos a lo largo y ancho de la República,
en las regiones surgían actividades y coyunturas particulares, develando
iniciativas propias con el objetivo de confirmar la argentinización pero también
de reforzar la realidad regional.
Ya para 1908, el periódico rionegrino El Imparcial atestiguaba, en el caso
de la ciudad de Viedma, que:
Asimismo, otro periódico del Territorio, en este caso La Nueva Era, difundía
por primera vez para este mismo año, el programa completo de los festejos del
25 de mayo así como los nombres de los protagonistas que pronunciarían los
discursos y versos.11 En este sentido, la crónica que el periódico hacía de la
celebración venía a reforzar la anterior reflexión, cuando sentenciaba: “Es
opinión general que nunca ha obtenido Viedma un éxito más completo en los
actos y fiestas realizadas para conmemorar el aniversario patrio.”12
De esta manera, las fiestas patrias se caracterizaron por ser actividades
integradoras, capaces de aglutinar a los habitantes de una comunidad. En ellas
se celebraba y representaba la supremacía del interés general sobre el
particular. Los intereses particulares se transformaban en intereses públicos, al
inducir a sentirse parte de una comunidad política determinada, en la que
debían respetarse un conjunto de tradiciones y de valores nacionales.
En este sentido, buscamos demostrar cómo dichas instancias
contribuyeron a la conformación de una identidad de conciencia nacional y
de realidad local en el Territorio analizado. Este idea nos ayuda a definir un
fenómeno por el cual las conmemoraciones de las efemérides ayudaron a
concretar un imaginario colectivo bajo el ideal de una comunidad homogénea
y argentina; y mientras esto era ‘imaginado’ en las diferentes localidades, las
celebraciones se convertían a su vez en una coyuntura ideal para que las
poblaciones vecinas se vinculasen participando de forma conjunta, y en
consecuencia conociendo e interactuando con las realidades locales.13 De
esta manera, al regionalizar el análisis tomando como estudio de caso a la
gobernación rionegrina, buscamos descubrir cómo se fueron definiendo las
esferas locales a la luz de su inserción en los procesos nacionales.
10 “El 92º aniversario de la jura de la independencia”; “Ecos de las Fiestas Patrias en Viedma el 8 y
209
Analizar el período que abarca las primeras décadas del siglo XX nos
permitió entrever en dicha gobernación, en primer lugar, que los centros
urbanos fueron los encargados de llevar adelante estas conmemoraciones
patrias, en la medida en que los recursos económicos lo posibilitaron. En
segundo lugar, que la iniciativa de los diferentes sectores locales, fuera la
Gobernación, la Municipalidad, las Comisiones de Fiestas, los centros educativos
y/o los vecinos caracterizados14, se fueron alternando a lo largo de estas
décadas en la organización, preparación y posterior puesta en marcha de las
diversas conmemoraciones. Con mayor o menor esplendor, las celebraciones
fueron tomando cada vez un mayor protagonismo hasta convertirse en
instancias claves para la sociabilidad15 local.
A continuación indagaremos en las disposiciones y decretos en torno a las
celebraciones patrias que, desde Buenos Aires, buscaron instaurar las normas y
prácticas en la República en general y en los T.N. en particular. Esto nos permitirá
explorar dos de los eventos que, a nuestro entender, tuvieron una especial
trascendencia para la gobernación rionegrina: la celebración del Centenario
de Mayo (1910) y la del Gral. Manuel Belgrano (1920). A través de su análisis
observaremos cómo funcionaron las directrices emanada por el Estado y por sus
estancias ministeriales y Consejo Nacional de Educación (CNE), respecto a la
obligatoriedad de celebrar estos acontecimientos patrios en el Territorio, y el
impacto y nivel de compromiso de las localidades rionegrinas en dichas
celebraciones nacionales.
14 Se entendía por ‘vecinos caracterizados’ a los hombres y mujeres alfabetas, que detentaban
una cierta posición socioeconómica en las diversas localidades.
15 Desde los trabajos de Agulhon, el concepto de sociabilidad ha ido definiéndose como aquellos
sistemas de relaciones cuya naturaleza, nivel de sujeción de los miembros, número de integrantes
y estabilidad no se hallan estrictamente pautadas, pero que provocan la vinculación y la
gestación de sentimientos de pertenencia-solidaridad entre los integrantes. Dichas experiencias
suelen recrearse en asociaciones formales –con estatutos, comisiones directivas, locales fijos de
reunión, etcétera–, como así también en situaciones de agrupamiento informal, como las fiestas,
los paseos públicos, etc. (Navarro, 2006: 104).
16 Conmemorado el 2 de noviembre e instituido por el CNE en 1908, el Día de los Muertos por la
Patria era una festividad dedicada a salvar la memoria de aquellos que habían luchado y dado
su vida por y para consolidar la soberanía argentina. En Río Negro este día solía ser conmemorado
con una procesión escolar a la que, en algunos casos, se sumaba una columna popular. Alumnos,
autoridades escolares del distrito, personal docente de los establecimientos educativos, etc., se
dirigían en primera instancia al cementerio local para visitar las tumbas de los fallecidos “por la
patria” depositando en cada una de ellas, ofrendas de flores. Este homenaje no revestía grandes
celebraciones, sin embargo al perseguir un fin pedagógico-nacionalizador su conmemoración
era una instancia obligada sobre todo entre los escolares.
210
Raza; Día del Árbol, Día del Animal) fueron, sin embargo, adquiriendo un
significado patriótico a lo largo de los años.17
En este sentido, las circulares y decretos establecidos desde Buenos Aires
dictaminaron los parámetros a seguir en torno a dichas celebraciones. Solían
contener reglas y criterios de carácter obligatorio y varias sugerencias,
asociando en ellas la actividad escolar con la comunidad. Se entendía, en todo
caso, que las efemérides patrias debían ser evocadas por el pueblo en su
conjunto, animándose unos a otros a participar en su organización y desarrollo.
Las autoridades civiles y militares resultaban ser los agentes encargados de
controlar el cumplimiento de la norma y, en cierta forma, vigilar la afección al
ideal nacional entre los mismos habitantes.
Varias eran las instituciones que desde Buenos Aires enviaban circulares a
los T.N. fijando normas y pautas a seguir. A modo de ejemplo, y para concretar
el funcionamiento de dicho mecanismo, recogemos las siguientes
comunicaciones enviadas por el CNE a las máximas autoridades de cada
Provincia y Gobernación, en la que establecía ciertos preceptos que éstos
tenían el deber de hacer cumplir en sus respectivos territorios. A raíz del Decreto
de Exaltación del Sentimiento Nacional18 sancionado por el entonces presidente
Yrigoyen, se comunicaba: “Me permito expresar a V.E. [Gobernador] que el
Poder Ejecutivo Nacional desea dar la mayor trascendencia a esta ceremonia
obteniendo el concurso del pueblo, por lo que se conceptuó conveniente que
las autoridades de ese territorio traten de interesar a los vecindarios y conseguir
su adhesión.”19
17 Por ejemplo, para el caso de la Fiesta del Árbol, el Plan General de la Educación Patriótica
(1908) establecía que era “patriótico y moral saber respetar las obras de la naturaleza y propender
á conservar y difundir las especies que importen fuentes de trabajo, riqueza y bienestar”.
“Proyecto de plan general”, El Monitor, nº 44, 30 de abril de 1908, p. 268. Asimismo, sobre las
bondades de plantar árboles, un artículo afirmaba lo siguiente: “necesitamos repoblar, sembrar
árboles en todas partes, con entusiasmo y fe en el porvenir de la Patria”. El Monitor, nº 63, 31 de
octubre de 1910, p. 70. De este modo, desde diversas instancias se empeñaron en el fomento de
la arboricultura. La cuestión era pensar a las zonas arboladas como un signo de civilización y de
cultura, mientras las ciudades o pueblos vacíos de árboles presentaban un cuadro de páramo
salvaje, árido o inculto. En la región patagónica en particular, el clima árido, así como el viento,
provocaban malas pasadas a la vegetación que se intentaba arraigar, mientras que muchos se
quejaban del destrozo ocasionado por los animales sueltos. “Por el fomento del árbol”, La Nueva
Era, nº 423, 22 de mayo de 1910; “El Día del Árbol. Ideas para programas”, La Nueva Era, nº 527,
25 de mayo de 1912.
18 Decreto de Exaltación del Sentimiento Nacional (1919) sancionado por el entonces presidente
Justicia e Instrucción Publica, período 1916 a 1922. Buenos Aires: Talleres Gráficos Argentinos, p. 15.
211
intensamente al unísono y a la misma hora el alma nacional, en el supremo
homenaje a las tradiciones sacrosantas de la patria, reafirmando nuestra fe en
el brillante y grandioso porvenir de la nacionalidad argentina.”21
21Decreto 4 de mayo de 1919. Celebración de una gran procesión cívica en todo el país. (1923)
Memoria del Ministerio de Justicia e Instrucción Publica, período 1916 a 1922. Buenos Aires: Talleres
Gráficos Argentinos, p. 15.
22 Memoria del Consejo Nacional de Educación, año 1920. Buenos Aires: Talleres Gráficos
Argentinos, p. 227.
212
formación.”23 En el caso del Visitador Seccional, por ejemplo, se le sugería que
“aprovechando las jiras [sic] escolares se encuentren en tales fechas en
diferentes localidades de ese Territorio, a fin de que presten la cooperación
superior que queda indicada y aúnen sus esfuerzos con el personal docente en
pro del mejor cumplimiento de estas direcciones.”24 En este sentido, se trataba
de establecer ciertas líneas de actuación para que el objetivo de ‘argentinizar’
a la población fuera efectivo en los diferentes territorios.
Además, las fuentes nos permiten constatar que las diversas localidades
tenían cierta autonomía en la programación de las varias actividades que, no
olvidemos, eran diseñadas por el Estado central en forma homogénea para
todo el territorio, y que, además, vigilaba a través de sus representantes para su
efectivo cumplimiento. A modo ilustrativo recogemos a continuación dos
conmemoraciones, a partir de las cuales observaremos el funcionamiento de
las directrices emanadas desde el centro de poder en Buenos Aires, dirigido a
controlar la dinámica de transmisión identitaria en dos celebraciones, las
relativas al Centenario de la Revolución de Mayo y el Centenario del Gral. M.
Belgrano. Demostraremos así el nivel de sujeción y adhesión a los ideales y
doctrina nacional a los que se veía sometida la población territoriana, pero
también los espacios en los que la población local tomaba sus iniciativas.
23 Estas instrucciones publicadas dadas por el CNE eran un “recordatorio” que la Inspección
General se encargó de difundir nuevamente para reforzar su cumplimiento. “En enseñanza
patriótica” en Memoria del Consejo Nacional de Educación, año 1920. Buenos Aires: Talleres
Gráficos Argentinos, p. 110.
24 Ibid.
25 Comisión designada por decreto del Poder Ejecutivo en febrero de 1909, encargada de
213
enviaba desde Buenos Aires un telegrama dirigido al señor Gobernador del
Territorio Nacional de Río Negro, Ing. Carlos Gallardo, solicitándole:
“(…) quiera disponer sea informada esta Comisión respecto a las iniciativas que
haya tomado, proyecte ó propicie el Gobierno de su digno cargo, relacionadas
con las celebración del Centenario. Se esta preparando el programa general de
los festejos que tendrán lugar y la Comisión desea que no haya en él omisiones y
resulte la conmemoración de tan grande fecha digna por la variedad y
solemnidad de las ceremonias a efectuarse, del glorioso acontecimiento que
recuerda.”26
26 Archivo Provincial de Río Negro (Viedma) (APRN-V), “Telegrama de la Comisión Nacional del
Centenario”, 8 de marzo de 1910. Cajas de la Administración de Gobierno del Territorio de Río
Negro (1910). Hoja suelta
27 “Las fiestas del Centenario”, La Nueva Era, nº 423, 22 de mayo de 1910.
28 Asimismo difundía el origen de las fechas, de los símbolos nacionales (escudo, bandera, himno)
y de las instituciones que fueran el origen de la nación (el Cabildo) para estimular en el lector el
conocimiento de los valores patrios. Explicaba a su vez los hechos históricos que desembocaron
en la revolución en el mes de mayo, haciendo mención de los protagonistas de la misma,
tomando en cuenta personajes como Gral. San Martín, Don Bernardino Rivadavia, etc. “Las fiestas
del Centenario”, La Nueva Era, nº 423, 22 de mayo de 1910.
29 “Festejos del centenario de mayo de 1810. Crónica general”, La Nueva Era, nº 424, 01 de junio
de 1910.
214
3.1.- La Nación manda, la región paga
215
para sufragar las fiestas.34 Se argüía que “el vecindario ya cooperaba con
su propio peculio.”35
Constatamos que las peticiones solicitaban más bien la “cooperación”
de la Gobernación y de instituciones en Buenos Aires, aunque también es
percibido un tono de demanda y de queja.
En virtud del centenario, la gobernación de Río Negro insistió no solo
ante dicha Comisión, sino también solicitando fondos al CNE. Ahora bien,
si desde la Comisión del Centenario no se emitió respuesta alguna, lo cierto
era que el CNE se dispuso a zanjar esta negociación. Concretamente el 12
de abril del año en cuestión dicho Consejo resolvía, en virtud de los
pedidos de fondos que a diario recibían de las autoridades de las
Gobernaciones y Colonias Nacionales, dirigir una circular firmada por su
presidente J. M. Ramos Mejía, haciendo saber que eran los vecindarios de
cada localidad los que deberían sufragar los gastos que ocasionara la
celebración del Centenario. Asimismo, se sugería aprovechar esta ocasión
como “una brillante oportunidad para que se muestre el espíritu público.”36
En suma, la falta de respuestas de las autoridades centrales o, si las
hubo, de respuestas positivas a las peticiones de las localidades y del
mismo gobernador del Territorio, permiten confirmar que el esfuerzo
económico para la realización de las celebraciones provenía casi
exclusivamente de los mismos pobladores locales, lo que demuestra, en
todo caso, la idea de que la evocación y difusión de la conciencia
nacional y la evocación de los valores y símbolos patrios en la regiones
periféricas fueron posibles en la medida en que los habitantes estuvieron
dispuestos a su sustentación.
Con el devenir de los años se incrementaron y se hicieron más
específicas las directrices emanadas desde Buenos Aires como podemos
comprobar en la celebración del Centenario del héroe nacional Gral.
Manuel Belgrano.
34 Los fondos irían destinados a “embanderar y colocar arcos triunfales, en cuatro de las calles
principales de diez cuadras que ocupa la parte más céntrica, […] fiestas populares, veladas
literarias patrióticas y musicales, […] reparto de víveres y ropas a los indigentes.” APRN-V,
Telegrama 8 de abril de 1910, op. cit. Caja del Fondo de la Administración de Gobierno (1910).
Hoja suelta.
35 APRN-V, Telegrama 25 de abril de 1910, desde Conesa. Telegrama 26 de abril de 1910, desde
Argentina años 1909-1910. Buenos Aires: Talleres Gráficos de la Penitenciaria Nacional, pág. 222.
216
fue otro que divulgar las “altas virtudes del General Belgrano, como el más vivo
ejemplo de ciudadano patriota y ejemplar.”37
En cuanto al programa sancionado desde Buenos Aires, se establecía que
la celebración tendría lugar los días 18, 19 y 20 de junio, rememorando “con
motivo del centenario de su fallecimiento, la gloriosa personalidad del prócer”,
en un acto de “devoción” a la bandera de la patria que “él creó.”38 En este
sentido, la comisión adjuntaba el programa a realizarse en Capital Federal, a la
vez que se dirigía a los gobernadores -máxima autoridad de los Territorios-
solicitando que los programas de festejos fueran “simultáneamente ejecutados
en todos los puntos de la República.” Dicho requerimiento se hacía con el fin de
dar “mayor dignidad” a la celebración. De este modo se establecía el día 20 a
las 13,30 p.m. para celebrar el acto denominado “apoteosis a la bandera” 39,
requiriendo que:
30 de mayo de 1920. Cajas de la Administración de Gobierno del Territorio de Río Negro (1920).
Hoja suelta.
39 Ibid.
40 Ibid.
41 Ibid.
42 Ibid.
217
puerto; 2º: gestionar que todos los ciudadanos del país usen la escarapela
nacional durante los días 18,19 y 20; (…); 4º: Fijación en todas las ciudades y
pueblos de la República, de un manifiesto sobre la bandera de la patria. La
redacción de este documento ha sido encomendada al Dr. Joaquín V. González
(…).”43
Otros de los requisitos que debían hacer cumplir las autoridades de los
establecimientos de enseñanza primaria, secundaria, superior, militar y naval,
era que se pronunciaran conferencias alusivas a la obra patriótica del prócer y,
en particular, a la trascendencia de la creación de la bandera. Se llamaba,
además, a que “todos los diarios y revistas del país dediquen una página a la
memoria del General Belgrano y a la glorificación de la bandera argentina.”44
Sin embargo, no todo se reducía a la esfera formal u oficial, ya que en las
directrices de la Comisión también se apelaba al ámbito público-privado,
cuando se solicitaba que “las vidrieras de las casas de comercio de toda la
República sean adornadas en forma de homenaje a Belgrano y a la bandera
argentina.”45
Por otro lado, para esta misma efeméride, en concreto en relación al acto
de Jura de la Bandera, el CNE dictaminó:
“el acto de jura de la bandera no se suspenderá por ningún motivo, pues en caso
de mal tiempo o fuerza mayor que impida la concentración de los niños en lugares
especiales, se llevará a cabo en cada escuela con el número de alumnos que
concurra realizándose con el mismo programa y pidiendo el juramento el director
de la escuela.”46
43 Ibid.
44 Ibid.
45 Ibid.
46 “El acto de la Jura de la Bandera. Homenaje al General Belgrano”, El Monitor, nº 750, 30 de junio
de 1920, p. 56.
47 “Centenario de Belgrano”, La Nueva Era, nº 935, 6 de junio de 1920. También era el periódico
Río Negro el que comunicaba entre sus páginas las directrices del evento: “General Belgrano”,
Río Negro, nº 450, 17 de junio de 1920.
218
todo con el sostén económico ya fuera a través de subvenciones, ya mediante
el costeo parcial o total de los gastos. Pero también se dieron un espacio para
reforzar sus lazos internos al celebrar galas musicales o cenas exclusivas. Eran
organizadas cenas-bailes donde asistían los vecinos más destacados de la
localidad quienes también se hacían presentes en la parroquia durante la misa
y, más tarde, encabezaban la procesión cívica o pronunciaban los discursos de
carácter patriótico, cuyo deber era emocionar y entusiasmar a los asistentes.
De esta manera, los protagonistas destacados en las celebraciones en el
ámbito regional y local –organización, fomento, difusión, participación- fueron
el Gobernador del Territorio, las autoridades municipales y Comisiones de
Fomento de cada localidad; las fuerzas del orden, el cuerpo de comisarios,
policías y en ocasiones el ejército nacional destinado a estos espacios; así como
autoridades eclesiásticas; miembros de las escuelas públicas y de los colegios
de la Congregación salesiana (ver imagen nº 1, 2 y 3). Mientras en las diversas
localidades el grueso del vecindario era convocado a participar en las
celebraciones, eran los vecinos más ‘caracterizados’ los que, finalmente,
formaban parte de las comisiones de fiestas constituidas para la ocasión. En
dichas festividades, además, se hacía presente el elemento extranjero, de forma
individual o de manera colectiva cuando asistían representantes de las
asociaciones de socorro mutuo fundadas por las diversas colectividades. De
esta manera vemos como el grueso de las poblaciones se implicaban, de una
manera u otra, en el mantenimiento de las instancias patriótico festivas,
haciendo que dichas celebraciones nacionales fueran una realidad en sus
respectivas localidades.
219
Imagen 1: Procesión de escolares, vecinos y autoridades por las
calles con motivo de una conmemoración patria (Gral. Roca)
1920.
220
Imagen 3. Escolares protagonizando el acto, reunidos en la glorieta
de la plaza San Martín (Viedma) 1920.
Conclusiones
221
una buena excusa para exaltar la argentinidad, y favoreciendo en última
instancia la integración del Territorio al proyecto nacional.
BIBLIOGRAFÍA
222
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223
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Abstract: This article aims to explore policies that have been carried out by
different Paraguayan governments during the first years of its independence in
land tenure and indigenous issues as consequences of the Paraguayan War
(1865-1870). The main objetive is to understand the invisibilization suffered by
indigenous communities in th Chaco Paraguayo through a geographical,
historical and anthropological approach.
Introducción
224
robadas se suman a los viejos conceptos occidentales sobre el verdadero
significado respecto a la tierra y a la territorialidad.
La territorialidad para los pueblos indígenas implica unos vínculos con un
pasado común, es decir, histórico, una cosmovisión y un lugar donde se
producen todas las relaciones sociales esenciales para la una continuidad
cultural inscrita en una serie amplia de derechos y deberes colectivos. Para los
pueblos originarios latinoamericanos la territorialidad tiene que ver con lo
ancestral, con la herencia de parentesco devenida de los ancianos y ancianas,
es el escenario que hace posible la subsistencia de modos de vida solo plausible
dentro del entorno que engloba las costumbres, tradiciones e incluso el idioma
de cada pueblo (González, 2010: 18).
Por su parte la tierra en la sociedad capitalista que vivimos niega estos
valores sagrados que los pueblos indígenas le dan, superponiendo los valores
económicos a la legitimidad de la propiedad natural e histórica de los pueblos
originarios. La tierra está dentro de la cosmovisión indígena y ésta tiene un valor,
pero no monetario sino como lugar donde se llevan a cabo las diversas
manifestaciones de las culturas ancestrales.
En el Paraguay el problema de la tierra, lejos de dejar de ser un problema
en pleno siglo XXI, está al orden del día. Para poder entender cómo se ha
llegado a esta situación no podemos hacer solo una mirada histórica para
entender el problema de la tenencia de tierras y las reivindicaciones indígenas
en la actualidad. El debate sobre los derechos de los pueblos indígenas a poder
vivir bajo su propia cosmovisión, y en sus tierras ancestrales, en el Paraguay
requiere una transversalidad entre diversas disciplinas de las ciencias sociales.
No podemos entender esta problemática sin referirnos a la idiosincrasia propia
del territorio chaqueño, sin entender la convulsa historia del Paraguay, y sin
observar desde una visión antropológica cómo han ido evolucionando las
comunidades indígenas de la zona del Chaco.
Primeramente nos encontramos con la geografía, con la geografía del
Chaco paraguayo, abandonado a lo largo de la historia colonial como en el
principio del periodo de independencia, una zona con una climatología muy
dura, donde la actualmente la mayoría de sus tierras se encuentran en manos
de unos pocos terratenientes, y donde los pueblos indígenas reivindican el
derecho de propiedad para sus comunidades.
La historia de la zona del chaco es una historia convulsa, donde el Estado
paraguayo ha tenido un abandono total en la zona que actualmente aún se
puede observar, siendo las misiones oblatas y las comunidades menonitas
instaladas en el chaco paraguayo a partir de 1920 las únicas referencias
estatales en la zona. No se puede entender la venta masiva de tierras después
de la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870), sin entender antes las políticas
estatales anteriores a 1870, las relaciones del estado con los indígenas y las
políticas que se llevan a cabo en los primeros años de la independencia contra
los indígenas que viven en la zona chaqueña.
Es por ello que partiendo de una problemática actual, como es la
reivindicación de las tierras ancestrales por parte de las comunidades indígenas
que se encuentran en la zona del Chaco paraguayo, haré en el artículo un
recorrido por la historia del Paraguay independiente hasta las consecuencias
de la Guerra de la Triple Alianza.
225
1.- La geografía del Chaco
Cuando hablamos del Chaco Boreal o del Gran Chaco estamos ante una
región geográfica, así como también de un área cultural ubicada al norte del
Cono Sur, que se extiende por los territorios actuales de Argentina, Bolivia, Brasil
y Paraguay. El Gran Chaco posee una extensión aproximada de 1.144.000 Km2.
El Gran Chaco está dividido en tres subregiones: el Chaco Boreal, que se
extiende desde el río Pilcomayo hasta el paralelo 16ºS que ocupa el territorio de
Bolivia y Paraguay; el Chaco Central que se extiende entre el río Pilcomayo
hasta el antiguo cruce del río Bermejo, es decir el llamado por los guaraníes Ypitá
(Agua Roja) que ocupa el territorio de Bolivia y Argentina; y el Chaco Austral
que se extiende desde el rio Bermejo hacia el sur hasta los entornos de la laguna
de Mar Chiquita y la confluencia del río Salado con el río Paraná,
aproximadamente en el paralelo 30ºS, que ocupa territorios de Argentina,
Bolivia, Brasil y Paraguay (Nauman, 2006).
226
Filadelfia como sede la gobernación de Boquerón y Mariscal Estigarribia como
sede la la Municipalidad.
Es una región con una infraestructura muy limitada, que incluye una sola
carretera que cruza el Chaco desde Asunción hasta Bolivia, la Ruta 9 -más
conocida como las Transchaco de una longitud de 834 kilómetros-, pero que
solo está en condiciones aceptables hasta Mariscal Estigarribia, ultimo centro de
población grande hasta Bolivia. El resto de comunicaciones en el Chaco se
limitan a caminos sin asfaltar que en época de lluvias difícilmente son
transitables.
Hemos de tener en cuenta que el Chaco como región administrativa no
se incorpora al Paraguay hasta 1945 y lo hace con carácter de territorio militar;
no es hasta 1972 cuando se establecen nuevos departamentos tanto en la
región Oriental como en la región chaqueña. Se sigue utilizando el patrón
natural hídrico, los ríos y los arroyos como delimitantes territoriales; todo y que los
sistemas productivos agrícolas y ganaderos experimentan crecimientos
sostenibles, el estado no modifica su sistema de administración burocrática,
continuando así, con el error histórico de la ausencia de análisis territoriales para
la toma de decisiones e implementación de políticas públicas, dejando ríos y
arroyos como ordenamiento táctico del territorio (Vázquez, 2006)
2.- Historia
Todo y ser uno de los países más pequeños de América del Sur,
históricamente al Paraguay le ha sido muy difícil administrar su territorio. La
historia del poblamiento del Paraguay desde el siglo XVII se ha caracterizado
por el esquema de poblamiento ribereño, con la figura de un puerto como
principal dispositivo de integración. Esta forma de poblamiento tiene la
desventaja de que relega una gran porción del espacio que no disponía de río.
Para la corona española la provincia del Paraguay perdió interés cuando
se encontró oro y plata en el Alto Perú, es entonces cuando los españoles no
hacen más esfuerzos en la ocupación del territorio. El régimen colonial en
Paraguay mostró desde el principio características que lo distinguían del
establecido en México y Perú. El aislamiento de Paraguay respecto al polo de
crecimiento peruano, el reducido número de colonos que se instalaron en la
zona y la resistencia de los indígenas que vivían, provocó que el fortalecimiento
de las grandes propiedades feudales fuera imposible y se facilitó la
multiplicación de las chacras (pequeñas estancias) (Creydt, 2007: 1). Los
indígenas en la época colonial estuvieron muy influenciados por las reducciones
que se formaron en el Paraguay por la Compañía de Jesús, sobre todo en las
zonas del Paraná (guaraníes) y en la zona del Chaco (guaycurués). Con la
llegada de los jesuitas se formaron pueblos autosuficientes dentro de las áreas
donde vivían los indígenas, se logró que cada reducción formara una unidad
económica independiente y apoyándose sobre esta base territorial autónoma,
la Compañía extendió su actividad económica y su influencia política sobre
todo el Paraguay. Llego a dominar el comercio de yerba mate, que era en ese
momento el principal artículo exportable del país.
La conquista del territorio paraguayo por parte de los españoles supuso la
desarticulación de una sociedad cuya estructura social era relativamente
igualitaria, basada en el uso comunal de las tierras y en la economía
reciprocidad. Aún cuando los conquistadores pregonaban alianzas con los
227
indígenas, a través del cuñadazgo (casamiento de españoles con las mujeres
nativas), la estructura igualitaria no se mantuvo. Por el sistema de las
encomiendas las tierras y los indígenas pasaron a formar parte del patrimonio
de los conquistadores, quienes incumpliendo las Leyes de las Indias y las
ordenanzas de los gobernadores sometieron a los nativos a rigurosos trabajos,
acelerando su exterminio (Riquelme, 2003: 23).
228
diferentes acontecimientos políticos, sociales y económicos han afectado
al mundo indígena.
La asimilación de todos los habitantes del Paraguay en una única
ciudadanía negaba por vía del derecho positivo la realidad pluriétnica del
Paraguay. Despojados de sus tierras, los indígenas se vieron también
excluidos de la posibilidad de elegir y ser elegidos, ya que sólo podían
ejercer este derecho quienes poseyeran algún tipo de inmueble en
propiedad. La negación tanto de la identidad étnica, como de la
posibilidad de organizarse socialmente atendiendo a un sistema propio
sería en el futuro un presupuesto político por el que se guiarán y pondrán
en práctica los distintos gobiernos. La Dra. Branislava Súsnik lo exponía
claramente en su libro El indio colonial en el Paraguay diciendo que ese
decreto es una muestra del discurso hipócrita que el Estado paraguayo ha
mantenido frecuentemente con los pueblos indígenas (Súsnik, 1965).
Esta invisibilidad a la que son sometidos los pueblos indígenas dura
hasta el final de la dictadura de Strossner en 1989 con la nueva
Constitución de 1992, durante más de un siglo legalmente en el Paraguay
no existían los pueblos indígenas y por tanto sus derechos fundamentales
fueron violados constantemente.
En la presidencia de Francisco Solano 1862 y gracias a los avances del
barco de vapor, Paraguay, planea comerciar sus excedentes con Europa
gracias al puerto de Montevideo; será esta apertura la que condenará al
Paraguay a una de las guerras más crueles que se han visto en
Latinoamérica.
Es en 1865 que Brasil y Argentina lanzarán conjuntamente un ataque
sobre Uruguay para expulsar al presidente conservador y colocar en
Montevideo al liberal Flores en la presidencia. Ante este ataque por parte
de Brasil y Argentina hacia Uruguay, Paraguay decide declarar la guerra
por intromisión en la soberanía nacional del Uruguay (aliado de Paraguay);
así dan comienzo la conocida como Guerra de la Triple Alianza (1865-
1870). Los resultados del conflicto bélico son desastrosos para el Paraguay,
sobre todo a nivel económico, demográfico y territorial.
Los resultados demográficos de la guerra, son uno de los grandes
desastres que marcaron al Paraguay posterior a la guerra. Todo y que
existen profundas diferencias en la historiografía paraguaya para marcar
cual era la población antes de la guerra, se estima que la población del
Paraguay rondaba los 500.000 o 600.000 habitantes; después de la Guerra
de la Triple Alianza la población de Paraguay se quedó en 221.000
habitantes, de los cuales 106.000 eran mujeres, 86.000 niños y solo 29.000
hombres, en su gran mayoría ancianos. En pocas palabras, Paraguay
perdió casi toda su población masculina. A causa del desastre
demográfico que supone para el país la guerra, los gobiernos posteriores
aprobarán leyes en junio de 1881 (Ley de Inmigración y Colonización) y en
1885 (Ley de Venta de Tierras Públicas) que fomentarán la inmigración
extranjera, sobre todo en la zona del Chaco. La constitución que nació
posterior a la Guerra de la Triple Alianza concedía a los extranjeros la
exención de impuestos y el derecho a tener propiedades.
La guerra para el Paraguay también supone un desastre económico
enorme: pasa de ser uno de los países con una vida económica más sana
de la zona, sin ninguna dependencia con el capital extranjero, a tener una
dependencia económica con el capital argentino, brasileño, inglés y
229
francés (Pomer, 2008). Fue durante el mandato del presidente Bernardino
Caballero donde el Paraguay empezó a vender tierras a capital
extranjero, sobre todo a empresas de Brasil y Argentina, que se apoderaron
de gran parte de las tierras del país. Caso significativo es el de Carlos
Casado Alisal que fue uno de los latifundistas más conocidos del Chaco
Paraguayo: llegó a ser cono conocido como el “Emperador del Chaco”
(Dalla-Corte, 2012).
A causa de esta política nos encontramos un país que en 1900 había
vendido más del 50% de su territorio a empresas y particulares extranjeros,
ya que los mismos paraguayos se encontraron sin dinero para poder
comprar esas tierras.
230
duda es un momento clave para ver que este decreto, bajo el amparo de los
abusos que han sufrido los pueblos indígenas, lo que busca es apoderarse de los
bienes y las tierras que a los pueblos indígenas les pertenecen por derecho.
Esta invisibilidad nos hace muy difícil poder ver los abusos que sufrieron los
indígenas a partir de 1848, en una zona aislada del centro urbano de Asunción.
Además, sin la presencia en ningún tipo de forma del Estado en la zona, hace
que los abusos hacía los indígenas hayan sido habituales.
Con las políticas llevadas a cabo por los gobiernos posteriores a la Guerra
de la Triple Alianza, con la Ley de Venta de Tierras Públicas de 1885, el latifundio
se vuelve la forma principal de tenencia de tierras en el Chaco, vendiendo
incluso lotes de tierras a capital extranjero con las comunidades indígenas
dentro.
Así, la mayoría de los indígenas se ven abocados a trabajar de manera
esclavista en los grandes latifundios, encontrándose incluso casos de prácticas
tan denigrantes como la caza al indio, donde se da una recompensa al
terrateniente que mate a un indígena.
Conclusiones
Es sin duda un reto para los países actuales de América Latina el poder
encajar en el desarrollo que con tanta fuerza ha entrado en políticas
capitalistas, las sociedades indígenas y lo que ello conlleva en el marco del
respeto de cultura y tradiciones que muchas veces acaban chocando con una
visión desarrollista de nuestra sociedad
La principal conclusión del artículo es el abandono total por parte de los
diferentes gobiernos que ya tenido el Paraguay desde su independencia (1811)
hasta las consecuencias de las Guerra de la Triple Alianza. Con las leyes y
políticas que puso en marcha el Paraguay independiente se rompió la
cosmovisión y la forma de vida de las comunidades indígenas que vivían en la
zona del Chaco paraguayo.
Una segunda conclusión es que si el indígena ha tenido un abandono a
nivel político durante ese periodo de tiempo, no es menos cierto que también
ha existido un abandono cultural hacía los indígenas por parte de la sociedad
no-indígena paraguaya, que siempre ha tenido una visión negativa hacía el
indígena.
Es sin duda el trabajo transversal entre las diferentes ciencias sociales las
que nos podrá dar una visión más exacta y precisa de la problemática de los
indígenas en el Chaco paraguayo, ya que es evidente que no podemos
entender las relaciones Estado con las comunidades indígenas sin entender la
geografía e idiosincrasia propia que tiene una extensión tan grande terreno
como el Chaco.
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Resumen: Entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX en distintos
países latinoamericanos hubo, en un conjunto de prácticas protagonizadas por
mujeres, una política que puso en evidencia los límites del proyecto estatal
masculino. La práctica política de estas mujeres ─expresada básicamente en la
literatura y en la prensa─ es decir, en la palabra escrita, partió de una idea de
modernidad distinta a la que ostentaba el estado: mientras las élites
gobernantes proponían la “eliminación” de determinados sectores de la
población como indicador de modernidad, ellas proponían su integración y
representación.
The public of the policy of the women, the private of the state policies: Perú, XIX-
XX centuries
Abstract: Between the late nineteenth and early twentieth century in several
Latin American countries, in a set of practises carried out by women, there was
a policy that exposed the limits of the male state project.
The political practise of these women -basically expressed in literature and in the
press- that is to say, in the written word, came from a different idea of modernity
than the one that the state held: while the ruling elites proposed the "elimination"
of certain sectors of the population as a trace of modernity, they proposed their
own integration and representation.
Introducción
La distancia entre el contenido del código civil y otras normas y leyes del
estado nación y el contenido de la literatura escrita por mujeres entre fines del
siglo XIX y principios del siglo XX en Perú, respecto a la dependencia entre las
personas de distinto sexo (desigual para las mujeres respecto a los hombres de
sus familias) ocasionó la reacción política y cultural de muchos hombres, el
ataque y también la exclusión de las mujeres no sólo de la prensa, sino de la
Iglesia y del país, incluso. La distancia entre los discursos masculinos acerca de
233
la necesidad de que las mujeres tuvieran un rol educativo a favor de los
proyectos liberales de estado dentro de sus casas y familias y el impacto del
contenido de los escritos de las mujeres (en novelas, artículos publicados y
conferencias), acerca de la sociedad y acerca de las tradiciones andinas
cuestionando al estado liberal, también generó reacción cultural, política y
social.
Más allá de que la desigualdad entre unas propuestas y otros mandatos
sea evidente, y más allá de que esto generara violencia en una reacción que
podemos situar en el ámbito de la política del poder (institucional, social,
cultural), podríamos repensar el sentido del contenido de los escritos de estas
mujeres como políticos. Pero no como políticos porque el estado y las
instituciones y los hombres de cultura reaccionaron contra ellos: políticos por su
forma, por los ámbitos en los que circulaban, por lo que contenían y por lo que
las mujeres que los crearon pusieron en ellos de sentido. Por lo que significó, para
ellas, el hecho de escribir y decir.
Parto de la propuesta de que la palabra escrita aparecida en la literatura
hecha por mujeres y en la prensa escrita por mujeres fue política y me pregunto
si existe relación histórica entre la reacción que causaron las propuestas de estas
mujeres y la trayectoria de compleja relación entre el estado y las mujeres
durante las siguientes décadas.
A partir de la consolidación de los primeros partidos políticos en América,
durante la primera mitad del siglo XX -y muy explícitamente durante la segunda
mitad del siglo XX- la política de las mujeres se sitúa en tres escenarios que
mantendrán una relación casi de oposición entre sí: la lenta incorporación de
las mujeres a las políticas de estado, la rápida incorporación de las mujeres a las
políticas anti-estado y la masiva participación de las mujeres en espacios
políticos llamados “populares” o de “políticas sociales”, paralelos al estado.
1.- Lo político
234
informante entre los insurgentes en México y otras muchas como Xaviera
Carrara; Gregoria Batallanos; María Josefa Ortega; María Dolores Beltrán; María
del Carmen Castillo o Juana Azurduy (Guardia, 2010: 35). Sus nombres están
cosidos al tejido que explica el conjunto de las acciones por las independencias
de manera que se interpreta su “participación” en un proceso mayor, de
hombres, y las historias nacionales las identifican como mujeres que aportaron
a la construcción de las recién nacidas naciones.
Sobre el tradicional modo en que se explica la participación de algunas
de estas mujeres en los procesos impulsados por hombres hacia las
independencias, caracterizados por el belicismo y por la dinámica de destruir
para construir, sobre el lugar que ocuparon en aquél momento ellas y el hecho
de que se pudiera mantener, en sus figuras, la idea de una maternidad al lado
de la paternidad que ellos encarnaron para la patria, y sobre el silencio tanto
histórico como historiográfico acerca de ellas como mujeres de las que se
pudiera pensar o interpretar más que el hecho de ser participantes,
compañeras o cómplices, existen estudios que explican tanto cómo se ha usado
la idea de las mujeres para construir naciones cuanto cómo se ha usado la idea
y el cuerpo de las mujeres con el presupuesto de poderlas destruir a través de la
violencia (Aguado y Espigado, 2012: 77).
Las independencias, entonces, no podían devenir en la construcción de
repúblicas con ciudadanas (Lobato, 2012:192). Tampoco pudieron dar lugar a
repúblicas con ciudadanías culturales diversas, hay que recordar. Este hecho
explica en parte la necesidad, durante el siglo XX, e incluso durante el siglo XXI,
de insistir en la elaboración de discursos nacionales, nacionalistas, con
capacidad de adhesión.
A lo largo del siglo XIX las mujeres tuvieron una función, además,
modernizadora dentro del proyecto estatal liberal. Es evidente que el propósito
de colectivizar funcionalmente a las mujeres dio lugar, una vez más (como en el
mundo colonial) a perpetuar mandatos y lugares estancos socialmente
hablando, pero esto convivió y ha convivido durante décadas de construcción
estatal con la existencia de propuestas y prácticas políticas que denominaré
“femeninas” porque, de palabras y hechos de mujeres, encarnan una
diferencia que nace de la sexuación de la política.
Durante la segunda mitad del siglo XIX se debatió en el Perú si las mujeres
debían o no opinar acerca de cuestiones políticas. Hubo reformas educativas,
pero éstas no significaron mucho más que el acceso a la educación reglada.
Pero la modernización no sólo pasaba por el ámbito de las políticas de Estado y
de las preocupaciones de carácter social: tocaba, por ejemplo, al cuerpo. En
Argentina y Uruguay, otros dos países en los que se afirma que hubo un proceso
de modernización durante el siglo XIX, se aprobaron leyes que definían que las
mujeres debían permanecer bajo la patria potestad de los padres y después de
los maridos, por ejemplo. En el Perú el proceso higienista y laicista se mezcló con
la renovación de las alianzas entre las élites y la Iglesia, de manera que también
la transformación de los espacios públicos y la transformación en las dinámicas
por las cuales las mujeres podían o no estar fuera del ámbito doméstico,
convivieron con el mandato constante de que el lugar de las mujeres era el de
la casa (Suárez, 2006: 585-609 y Mannarelli, 2006: 915-933) y con el cultivo de
discursos que mezclaban la moralidad, el tema del cuerpo y del pecado para
hablar a las mujeres.
Si durante la época colonial, y hasta entrado el siglo XVIII, los hombres
criollos financiaban el enclaustramiento femenino en los lugares eclesiásticos, a
235
partir del XIX también los hombres organizaban la vida de sus mujeres sin dejar
de hacerlo en términos de relación de potestad sobre las mujeres.
Siglos después de que se escribieran las primeras biografías de mujeres que
habían muerto “en olor a santidad” en la colonia peruana y de que estos textos
expresaran ya de qué manera el color de la piel evidenciaba en el mundo la
cercanía o lejanía respecto al orden y a la pureza cristianas, los clérigos seguían
reproduciendo la idea de que la pasión –y el amor- eran desórdenes más
propios de mujeres de razas distintas a la raza perfecta. En plena modernización
y en pleno proceso de remodelación de las ciudades, de los espacios públicos
para que la gente viviera en ellos, en pleno desarrollo del saneamiento de Lima
tanto como de los cuerpos de quienes aquí vivían se utilizaban manuales como
el de Elías Passarell Nuevos estudios sobre la educación de la mujer y guía
práctica para las madres de familia.1 En la construcción de la nueva sociedad
se regulaba, aconsejaba, legislaba o practicaba una obvia exclusión de las
mujeres de la escena de la política del poder, una reclusión de las mismas al
espacio de la domesticidad para que en él desarrollaran la función educativa
que convenía al Estado (también desde las escuelas, por lo que se referirá a
mujeres laicas, aunque gran parte de la educación siguió estando en manos de
congregaciones y órdenes religiosas), y se seguía dejando espacio al discurso
católico que decía a las mujeres cómo debían estar, sentir y vivir. Esta exclusión,
funcionalidad y regulación, sin embargo, pone en evidencia algo que, aunque
es obvio, conviene señalar: las mujeres eran necesarias en el proyecto político
vigente (tanto como los grupos culturales excluidos de la representación y la
participación política).
A nivel de casi toda América Latina es evidente la contradicción entre
reformismo, modernidad y la utilización de las mujeres, la restricción de sus
libertades tanto como la presencia de la Iglesia o de grupos sociales vinculados
a ella a pesar de la pretendida ruptura con ella. En el caso de México se ha
escrito que este contexto, más bien, produjo la aparición de las mujeres en el
ámbito social, hecho visible desde los discursos políticos, y que se las mejicanizó
a fin de arrebatárselas a la Iglesia. En unos y otro caso, a pesar de la posición
distinta frente a la Iglesia, las mujeres tuvieron un lugar funcional a la
consolidación de proyectos políticos y sociales propuestos por quienes sí
mantuvieron la función tutelar: los hombres en términos amplios (Vogeley, 1996:
307-326). A la vez, para casi todos los países latinoamericanos se interpreta que
estos procesos fueron el antecedente del asociacionismo femenino que dio
lugar, por ejemplo, a los movimientos por el sufragio de las mujeres (Bidegain,
2004: 216-232) o el contexto en el que se forjaron las primeras generaciones de
mujeres escritoras.
Muchas autoras coinciden en la conclusión de que las estrategias de
control sobre las mujeres se mantuvieron evidentemente aún en contextos de
modernización liberal, después de las independencias. Guiomar Dueñas ha
planteado para el caso de Colombia de qué manera contribuyeron las élites a
la construcción de la nación analizando el mantenimiento del matrimonio y de
la familia y analizando las formas de obediencia de las mujeres respecto a los
hombres como ejes que sostenían el núcleo y, por lo tanto, al grupo social
1 PASSARELL, Elías. Nuevos estudios sobre la educación de la mujer y guía práctica para las madres
236
(Dueñas, 2004: 102-122). Ideas similares desarrolla Margarita Zegarra para el
caso del Perú (Zegarra, 2007). Arrom propone que el plan modernizador
mexicano tenía, en realidad, un proyecto para cada tipo de mujer: los
reformadores, afirma, seguían pensando que la función primordial de las
mujeres era la de ser esposas y madres de familia, pero pensaban también que
las mujeres de clase baja debían formar parte de la fuerza de trabajo, las de
clase media debían dedicarse a enseñar a otras de su mismo sexo, y todo ello
en el marco de la renovación de la importancia que recibía ahora la educación
(Arrom, 1988).
En el Perú se decretó el Código Civil en 1852 que regiría hasta el año 1936,
anulando el que el presidente Castilla había aprobado unos años antes y que,
entre otras cosas, había sido cuestionado por ser contrario al concilio de Trento
en cuanto a cuestiones relativas, por ejemplo, al matrimonio. El Código de 1852,
bajo la presidencia de Echenique, parece haber sido el resultado, en cuestiones
como ésta, de la participación de la Iglesia en el redactado definitivo.
En este contexto de funcionalidad otorgada a las mujeres se desarrollaron,
sin embargo, experiencias en las que no sólo las mujeres se reunieron a discutir y
a leer lo que escribían y en las que no sólo algunas de ellas pusieron en
funcionamiento imprentas y periódicos sino que lo hicieron, paradójicamente,
usando en muchas ocasiones, además del discurso que quería poner en el
centro la libertad de las mujeres, el que ponía en el centro la libertad de los
indígenas (Glave, 2007).
Denominemos a todo este proceso -el de las independencias, el de los
nuevos códigos civiles liberales y el del inicio de la construcción del estado
nación- “de la política del poder”. La idea que planteo en estas páginas es que
en novelas y artículos de prensa escritos por mujeres durante la segunda mitad
del siglo XIX e inicios del siglo XX, se pusieron en evidencia los límites de la idea
de estado del momento, es decir, los límites del proyecto estatal (y social) que
se elaboró desde “la política del poder” y que en esos mismos escritos y en el
hecho de que fueran mujeres quienes los escribieron hubo otra política que
denominaré política femenina.
“que un hecho sea político quiere decir que afecta al horizonte de sentido que
orienta la convivencia humana en el tiempo. Políticas, sin embargo, hay dos. Una
es la del poder social, la más conocida, la que busca por todos los medios
controlar los cuerpos, porque, para ella, el poder es ante todo poder sobre los
cuerpos. La otra es la política de las mujeres, una política en la que los cuerpos son
de quien lo recibe, de quien lo es, de quien lo sigue siendo, porque el cuerpo es,
en esta política, un don de la madre (no una instancia de poder): un don a
disfrutar, un don a vivir y, en lo posible, a amar y honrar” (Rivera Garretas, 2011:
61).
237
la escritura femenina latinoamericana se explica a partir del fracaso político de
los grandes proyectos políticos (Mattalia, 2003: 27-33).
Podríamos acercarnos entonces a la idea de que una vez roto el nexo de
dependencia respecto a la metrópoli, desatadas las guerras de límites entre
distintos países americanos e iniciados los procesos de pacificación que
aspiraban a construir estados modernos en América, los hechos pusieron en
evidencia no sólo la ausencia de proyectos políticos que realmente lograran
este fin sino, sobre todo, la existencia de proyectos cuestionables cuanto a
independencia, modernidad y capacidad de representación y que en este
contexto muchas mujeres plantearon, a través de la escritura, pero generando
impacto social, institucional y político, una distinta propuesta de sociedad y de
estado.
La escritura femenina de la segunda mitad del siglo XIX intenta construir
una representación que no existe en el llamado escenario público, cuestiona el
sentido de los “grandes actores” sociales en la escena pública porque destaca
en ella la existencia y la necesaria representación de múltiples actores y se
convierte, a la vez, para las escritoras, en un espacio para decirse a sí mismas.
Son rasgos, todos ellos, con los que podemos ir caracterizando “la política
femenina”.
Ha escrito Anna Gispert-Sauch que
238
Es interesante ver la relación que tuvo Clorinda con Piérola y con Cáceres.
Desde la perspectiva de la política del poder, de la política masculina, Piérola
castigó la deslealtad de la escritora. Ella, sin embargo, le había albergado a él
en plena guerra del Pacífico, más allá, seguramente, de la política del poder y
en una expresión evidente de la política de lo simbólico que muchas mujeres
han puesto en práctica a lo largo de la historia.
En 1889 publicó Aves sin nido, una novela en la que detalla el abuso por
parte de la iglesia y de las autoridades en un pueblo andino, la violencia contra
las mujeres y la violencia contra las familias pobres y andinas. En 1895, desde
Buenos Aires, escribiendo en el Búcaro Americano Clorinda hablaba ya de la
necesidad de dar a las mujeres derechos ciudadanos. Ese año publicó
Herencia, una novela que transcurre en la ciudad de Lima. En ella critica la
contradicción entre la imitación de lo europeo y la decadencia de lo andino
en la misma capital. Clorinda cuestiona en esta novela la doble vertiente vital
de las mujeres limeñas y propone, además, abiertamente, la necesaria
participación política de las mujeres.
Entre los años 1876 y 1877 se celebraron en la ciudad de Lima las conocidas
“veladas literarias” a las que, como he anotado antes, acudía Clorinda Matto y
que organizaba Juana Manuela Gorriti. Juana Manuela Gorriti vivió en el Perú la
mayor parte de su vida pero escribió sobre todo sobre Argentina, que era donde
había nacido. Publicó La quena y organizó “tertulias en donde ambos sexos
pudiesen reunirse libremente, ella ofreció su casa como un lugar de reunión en
donde los poetas pudiesen leer” (Denegri, 2004: 153). En sus veladas, figuras
como Teresa González y Mercedes Cabello planteaban abiertamente la
necesidad de que las mujeres pudieran formarse e introducirse en el mundo
laboral.
Esto se convirtió en el eje estructurador de las Escuelas Normales en
Cajamarca, Junín, Cuzco y Lima. En 1876 el Ministerio de Educación dictó un
Reglamento General de Instrucción Pública, por el que se establecía la
obligatoriedad de la educación primaria tanto para niños como para niñas
hasta los doce años de edad.
Años más tarde parece evidente que el movimiento tomaba forma en otro
tipo de escritos: en 1922 María Jesús Alvarado publicó en Evolución Femenina
un artículo titulado “Amor, matrimonio y divorcio”. En el texto la autora proponía,
abiertamente, la necesidad del divorcio como instrumento que permitiera la
gestión de la separación, de la ruptura del matrimonio, si éste no era garantía
de buen desarrollo para las mujeres.2
Mientras muchos “hombres de letras” contemporáneos a ellas escribían
beneficiándose del régimen de turno –el crecimiento económico gracias al
guano repercutía en la posibilidad de que el estado premiara con becas, por
ejemplo, a escritores que hacían buena propaganda de los proyectos políticos
en curso-, mientras se pagaba con puestos políticos y diplomáticos a escritores
que hacían buena propaganda de los cambios acontecidos desde la
independencia y bajo el paraguas del liberalismo (Denegri, 2004), a las mujeres
se las cuestionaba por escribir y publicar.
En los últimos años del siglo XIX mujeres como Clorinda Matto de Turner
tuvieron que irse del Perú. Los ataques de la Iglesia y también de parte de la
intelectualidad masculina de la época fueron contundentes. En 1892, por
ejemplo, Paz Soldán publicó, bajo pseudónimo, la siguiente carta dirigida a la
escritora:
2 ALVARADO, María Jesús. Amor, matrimonio y divorcio. Lima: Evolución Femenina, 1922.
239
“Querida tía Clorenda: hace tiempo que escondido me encuentro aquí en esta
hacienda pidiendo a Dios que se venda la obra de Aves sin nido. Para que así me
devuelvas mi plata que humo se hizo y que ser me madre no vuelvas y salga yo
de estas selvas de caña brava y carrizo. Por tu mala educación no he llegado a
vestir frac, pues metido en un rincón me enseñaste a chupar ron y tu tirabas coñac.
Te has metido a marimacho con los hombres en refriega, ya te darán un cocacho,
no lo ves porque eres ciega y zarca como mi macho. Con el olor que despides,
que es olor a vinagrillo, harás correr a cien como el añaz o zorrillo que usa los
mismos ardides. Por más que bajes y entornes esos ojuelos que gachos están de
puro borrachos, siempre serás Maritornes y escribirás mamarrachos. cuélgate un
mazo de llaves, métete de barchilona, déjate de nidos y aves, pues ni ortografía
sabes. Mi plata. Vieja jamona A costa de mis dineros publicas hojas inmundas y
echas a los basureros Bisturies y barberos y falsificadas Tundas. No me adules mula
zarca la más grande entre las grandes que pastan en las comarcas yo lo que
quiero es tu arca no tu pasquín de los Andes. Ya iré con una rienda y sin alzarte la
ropa te aplicaré en la trastienda una felpa reverenda por calumniante y por opa.
Y con esto se despide y dirá más si es preciso so vieja, sin nido Ave to sobreno. Por
Narciso Cadenas, porque no sabe firmar. Estevan Opiso”. (El Chispazo, Lima, II, 22
de abril de 1892).
Con un discurso que usaba un lenguaje que se hacía eco del acento
andino, el escritor usaba la prensa para reírse de la autora de una novela que
había denunciado la perseverancia de un sistema político e institucional que
todavía encarnaba la colonialidad, la exclusión y el abuso.
Conclusiones
BIBLIOGRAFÍA
240
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216-232.
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241
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Abstract: This paper deal with the processes of family repatriation of Spanish
immigrants settled in Mexico City during the first third of twentieth century. First of
all, we show the cuantitative data and the demographic information about this
group. In second place, we analyze the reasons of this intervention of the State
in the return of immigrants and the assistance of the Spanish associations,
specially the Spanish Charity Society in Mexico City. Finally, we explain the family
typology and the strategies that families adopted in order to get the subsidied
tickets.
Introducción
242
la colonia. Los pasajes fueron gestionados por las autoridades consulares
establecidas en la capital mexicana, aunque en su tramitación y financiación
participaron también de forma activa las instituciones del propio grupo
migratorio y las empresas navieras, sobre todo la Compañía Trasatlántica
Española.
En este texto pretendo destacar el carácter familiar que tuvieron los
retornos asistidos y las diversas estrategias que las familias inmigrantes
desarrollaron para lograr volver a casa con billetes subvencionados. Tomaré
para ello como ejemplo la asistencia al retorno de españoles realizada desde la
ciudad de México en un tiempo convulso para el país como fue el de la
revolución y posrevolución1. Antes citaré algunos datos cuantitativos y
demográficos que permitan entender cuántos y quiénes eran las personas que
volvieron a España bajo esta modalidad asistida y, finalmente, delimitaré las
razones por las cuales no pudieron regresar por sus propios medios (Gil Lázaro,
2015).
Las fuentes primarias consultadas se hallan dispersas en varias secciones
del Fondo del Consulado y Embajada de España en México, dentro de los
repositorios del Ministerio de Asuntos Exteriores guardados en el Archivo General
de la Administración Española (AGAE). Con la correspondencia, listas de
pasajeros y otros registros, construí una base de datos que permitió identificar a
cada persona por su nombre y apellidos y la fecha en la que fueron repatriados,
aparte de incluir, cuando se pudo, otras variables como la edad, estado civil y
ocupaciones. Además, se revisaron las Memorias de la Sociedad de
Beneficencia Española, que registraron, año con año, el número de sus
repatriados y las sumas gastadas en los pasajes y otras ayudas. Las cartas que
los inmigrantes escribieron o bien al Consulado o bien a la Beneficencia nos
permitieron conocer las causas por las que solicitaron los subsidios.
Se debe aclarar que, desde el último tercio del siglo XX, el Estado español
contempló la posibilidad de repatriar individuos bajo unas determinadas
condiciones y necesidades. Así sucedió tras el llamado desastre de Saída en la
región argelina de Orán, donde una guerrilla bereber atacó a una comunidad
de inmigrantes levantinos en 1881, dejando más de doscientas bajas. Los
colonos huyeron hacia las costas y el Estado español se vio obligado a repatriar
a más de veinte mil personas en los meses siguientes (Fernández Vicente, 2014).
Una década después, en 1891, una fuerte crisis en Argentina afectó a cientos
de inmigrantes que trabajaban en la capital y de nuevo el Estado tuvo que
hacerse cargo de sus repatriaciones considerando la posibilidad de redirigirlos
a Cuba (Sánchez Alonso, 1989: 444-445). Tras la guerra colonial en Cuba, Puerto
Rico y Filipinas, miles de soldados heridos y enfermos fueron repatriados en
condiciones penosas hasta España (Núñez Florencio, 1996; Martínez Mercader,
1998). No fueron los únicos casos. El Estado español tendría que afrontar estas
situaciones contingentes en diversas ocasiones más con posterioridad a la
Primera Guerra Mundial.
La Ley española de Emigración de 1907 –la primera con carácter integral
que se aprobó en España– estipulaba en sus artículos 46 y 47 que las compañías
1 Nuestra muestra recoge únicamente a los beneficiados con un pasaje subvencionado que
residían en la Ciudad de México o áreas aledañas (es decir, bajo la jurisdicción y tutela del
Consulado General de España en México, con sede en la capital). Las listas de repatriados emitían
separadamente los pasajes concedidos a individuos procedentes de otros puntos de la geografía
mexicana y estos últimos eran minoritarios y no siempre aparecían. Por este carácter fragmentario
de la documentación decidimos centrar el estudio en los repatriados desde el DF.
243
navieras que trasladaran emigrantes a América quedaban obligadas a pagar
la mitad del precio del pasaje de retorno de un quinto de los pasajeros
transportados a la ida como máximo cada trimestre (Gil Lázaro, 2014).
Este sistema de cálculo de pasajes tornó caótica la gestión y financiación
estatal de la repatriación en momentos de crisis económicas y desempleo en
los mercados de trabajo americanos. El enunciado de la reglamentación hacía
descansar las subvenciones en el número de salidas, pero obviamente, estas
disminuían mucho en períodos de contracción de la economía internacional,
de modo que reducían la posibilidad de ayudar a los retornados justo cuando
estos más lo necesitaban. Las navieras, además, solían resistirse a entregar los
pasajes semigratuitos, de modo que el sistema repatriador terminó
dependiendo en buena medida de los apoyos que dispensaran las instituciones
asistenciales creadas por los propios inmigrantes en los países de acogida, más
cercanos y sensibles a los problemas de sus connacionales. A lo largo del primer
tercio del siglo XX el mayor número de retornos a España desde los países
receptores de emigración se verificó en tres momentos críticos: los años de la
Primera Guerra Mundial, la crisis de la posguerra y la gran depresión (gráfico 1).
250000
200000
150000
100000
50000
-50000
244
El primer momento crítico de elevación de los retornos de españoles desde
México se dio a partir de 1910, pero sobre todo en los años más violentos de la
revolución, entre 1913 y 1916, a lo que se unió el retraimiento internacional
provocado por el inicio de la Primera Guerra Mundial. Tras una breve
recuperación, coincidente con el proceso constitucional queretano de 1917, el
saldo migratorio se tornó nuevamente negativo entre 1918 y 1920, con la crisis
de la posguerra mundial. Los años de 1920 volvieron a ofrecer cifras positivas de
llegada de españoles, por el momento de crecimiento bajo el régimen de los
caudillos sonorenses (el interinato de Adolfo de la Huerta, la presidencia de
Álvaro Obregón y el primer período de gobierno de Plutarco Elías Calles), que
coincide, a su vez, con una vuelta a la tendencia general alcista de los
desplazamientos poblacionales internacionales. Sin embargo, la economía
mexicana vivió un nuevo episodio crítico entre 1927 y 1928, cuando a la guerra
cristera se sumó la caída de los precios mundiales de la plata, lo que afectó de
manera especial a las exportaciones del país y a su balanza de pagos. Hubo
entonces un repunte de los retornos que se sumó, casi sin solución de
continuidad, al que sobrevino con la crisis económica mundial de los años
treinta, momento en el que volvió a darse un saldo negativo en la inmigración
española por varios años consecutivos.
Gráfico 2: Salidas, retorno y saldo migratorio de los españoles en México, años 1900-
1936.
5000
4000
3000
2000
1000
-1000
-2000
-3000
2Las cifras se refieren a pasajes concedidos y viajes efectuados, pues aparecen tanto en las listas
consulares como en las confirmaciones de pasaje de las navieras. Las listas de solicitantes que
elaboraba el Consulado eran mucho mayores, pero no todos lograban repatriarse con un pasaje
subvencionado.
245
La primera etapa, de 1909 a 1919, coincide con el tiempo de la revolución
y alcanza el máximo en 1913, uno de los peores años del conflicto para la
capital. En la segunda etapa las repatriaciones se concentraron sobre todo en
la segunda mitad de la década de 1920, con el tope máximo en 1927.
Finalmente, en el tercera etapa, entre 1932 y 1936, el gobierno republicano ideó
un nuevo sistema de entrega de los pasajes para hacer más efectivos y rápidos
los trámites. Durante la gran depresión se dio el mayor número de
repatriaciones, en el lapso entre los años 1932 y 1933 (Gil Lázaro, 2015).
3 Sociedad de Beneficencia Española de México (en adelante SBEM), Memoria anual 1913, p. 6.
246
Tabla 2. Repatriaciones por la Sociedad de Beneficencia Española, 1910-1930
Años Cantidades
1915 8.491
1916 11.069
1918 14.283
1919 16.034
1920 26.858
1921 20.653
Fuente: elaboración propia a partir de las Memorias de la Sociedad de Beneficencia
Española de México (SBEM), 1910-1936.
4No fue posible encontrar series completas de expedientes de modo que se desconoce el
universo total de repatriados en el período de estudio.
247
Tabla 3. Distribución por sexo de la población española en México y en la Ciudad de
México, censos de 1900 a 1930
248
Gráfico 3. Distribución de los repatriados por edad y sexo, 1910-1936
249
repatriaban eran bastantes menos. Estos datos confirman las pautas tardías de
casamiento de los inmigrantes españoles, los cuales ocupaban buena parte de
su edad joven y activa en el trabajo y el ahorro para un ascenso social que les
permitiera acceder al matrimonio dentro de su círculo social y con mujeres
allegadas a su ámbito de socialización primario (en el mejor de los casos, hijas
de sus patronos o protectores, factor clave de la movilidad social ascendente)
(Lida, 1997: 73-74). Esto, a su vez, suponía que, en los rangos centrales de edad,
las familias aparecieran con hijos de corta edad o recién nacidos pues,
retrasado el matrimonio, se rezagaban también los nacimientos. Respecto a los
viudos, estos conformaron un escaso 5 % del total frente al 19 % femenino. La
viudez no representó para los hombres una razón de peso para marcharse tanto
como lo fue para las mujeres.
Por otra parte, la información disponible sobre la actividad laboral de los
inmigrantes repatriados confirma el perfil eminentemente urbano de la
población española en México y en buena parte de los países de destino
americanos. Las ocupaciones productivas netamente urbanas (empleados y
dependientes, obreros, comerciantes, artesanos, artistas y profesionales)
conformaban un total de 57,8 % (excluyendo a las amas de casa y los
estudiantes) frente al minúsculo 4 % que se dedicaba a las labores agrícolas y
ganaderas.
250
también a otras denominaciones tradicionales tales como las tareas del hogar
o labores propias de su sexo—. Un 8 % de la muestra femenina eran empleadas
(sirvientas en casas de otros españoles, cocineras en restaurantes, costureras en
pequeños talleres y dependientas de comercio). Algo menores eran las
categorías de artesanas, artistas, estudiantes y profesionales. Las amas de casa
eran dependientes del ingreso externo, el sueldo del marido o compañero, o el
dinero que regular o eventualmente estos les dieran. En el momento en el que
dicho ingreso menguó o dejó de llegar de manera normal, las mujeres se
habrían visto obligadas a tomar la decisión del regreso, normalmente dentro del
núcleo familiar.
En los hombres la categoría más alta correspondía a los empleados, que
solían ser dependientes de comercio, mozos de cantinas, restaurantes o
cafeterías, repartidores o vendedores a domicilio, viajantes de comercio,
comisionistas, choferes y sirvientes domésticos, seguidos de lejos por obreros
(que declararon trabajar en fábricas de otros españoles), artesanos (carpinteros,
zapateros, sastres) y artistas. Estas categorías sumaban más del 60 % de la
muestra. Otras categorías significativas en la muestra fueron los artesanos
(sastres, carpinteros, zapateros, pintores, yeseros, cereros) y los artistas, entre los
que se incluía a los toreros —sobre todo en algunos periodos en que las corridas
fueron prohibidas—. También aparecieron deportistas, actores de teatro y
cantantes5, trabajadores rurales (jornaleros o capataces, fundamentalmente) y
aquellos dedicados a profesiones liberales (periodistas, escritores, escribientes,
impresores y empleos de cuello blanco). En la categoría de “otros” aparecen
los sacerdotes y también algunos individuos “sin ocupación lucrativa”. La
ocupación en el sexo masculino se especifica en un 81,7 % de los casos.
Claramente, la forma de vida de los repatriados estaba asociada al trabajo
asalariado, lo que los hacía vulnerables, por tanto, a los vaivenes de una
economía en crisis.
Las causas de los problemas que llevaron a los inmigrantes a solicitar ayuda
aparecen en un 59,7 % de la cifra total de 2.366 repatriados contabilizados, ya
fuera porque los mismos individuos la expresaron en su solicitud o porque el
Consulado u otras instituciones o personas la confirmaron en los trámites. En muy
pocos casos los individuos dieron una única razón, puesto que normalmente era
una concatenación de causas la que llevaba a la inviabilidad del proyecto
migratorio y a la solicitud de ayuda al retorno. La contabilidad que se presenta
a continuación únicamente ha recogido el motivo principal de cada
repatriado, a lo sumo los dos principales, como la enfermedad unida a la
pobreza. El porcentaje no especificado es alto y se debe a aquellos individuos
de los que solo se encontraron datos en las listas de confirmación de pasajes de
repatriación. No se debe olvidar que se trataba de individuos que deseaban
marcharse porque, fueran cuales fueran sus razones, consideraron que ya no
era posible continuar con su vida en México, de modo que muchos plantearon
su situación como desesperada, con el fin de fortalecer lo más posible su
argumento para lograr el propósito que perseguían: volver a España.
5 AGAE-CEM, caja 9652, Ángel Ibaceta, Felipe Larrinaga, Modesto Galarraga, Donato Goenaga
y señora, Justo Liz Fernando Zavala, Patricio San Esteban al cónsul de España en México, 10-10-
1913. Este expediente se refiere a un grupo de pelotaris del Frontón Nacional que escriben al
cónsul de España pidiendo su repatriación al ver que la empresa que los contrató incumplió su
contrato.
251
Gráfico 6. Causas de la repatriación, 1910-1936
252
Tabla 4. Tipos de familias repatriadas, 1910-1936
Categoría Frecuencia %
Nuclear 122 33,7
Monoparental 143 40,4
Extensa 6 1,7
Tío y sobrino 5 1,4
Hermanos 25 6,9
Primos 6 1,7
Matrimonio sin hijos 43 11,9
Nuclear más otro familiar 6 1,7
Menores con tutor 3 0,9
Total de familias 362 100
Fuente: elaboración propia a partir de AGAE,
CEM, “Repatriaciones”, 1910-1936.
Como muestra la tabla 4, un 33,7 % de las familias eran de tipo nuclear, los
cónyuges iban juntos y llevaban con ellos uno o varios hijos. En general, solían
ser matrimonios cuyos hijos habían nacido en México aunque los niños también
podían haber nacido en España y llevar poco tiempo en México tras viajar con
sus progenitores. El aviso obligado que el Consulado español enviaba a las
agencias navieras solía expresar:
253
California por lo que el cabeza de familia escribió al consulado solicitando una
ayuda. Diez años después, una nueva serie de cartas del mismo individuo
permitió saber que la familia se había instalado en la ciudad. Tiempo después
la esposa había muerto durante el parto y en medio de la crisis revolucionaria él
hombre se había quedado sin empleo y con seis bocas que alimentar, dos de
ellos todavía muy pequeños. Superado por las circunstancias, solicitaba la
repatriación de él y de sus hijos.
La otra opción consistía en que la esposa iniciara el traslado con los hijos
mientras el marido aguardaba en México a que la situación mejorara y
apareciera un empleo que reanimara nuevamente el proyecto migratorio. Si los
hijos eran pequeños la pauta habitual era que viajaran todos juntos. Si, por el
contrario, había algún hijo en la adolescencia a veces se quedaba con el padre
y viajaba después con él. En los casos en que esta mejora no sobrevino, el padre
pidió posteriormente su repatriación para unirse a la familia en España. De este
modo, lo que a simple vista podía parecer una repatriación individual,
acompañada de un seguimiento de los casos por los apellidos, en realidad
indicaba un proceso de repatriación familiar por etapas.
La reagrupación de las familias constituyó una prioridad para el Consulado
y la Beneficencia en la concesión de pasajes de repatriación. Esta estrategia de
diferir el retorno de algunos miembros familiares confirma la tendencia de los
inmigrantes a permanecer por todos los medios posibles en el proyecto
migratorio antes de tomar la decisión de volver al lugar de origen mediante la
asistencia pública, ya que, de forma simultánea a la repatriación, se
consideraban otras alternativas como el envío cautelar de parte de la familia a
España, mientras proseguía la búsqueda de empleo en el lugar de acogida, en
cuyo caso el esposo debía autorizar por escrito la salida de la mujer y los niños.
También se daba el caso de individuos que repatriaban a la familia
mientras ellos trataban de conseguir el pasaje por su cuenta, o que hacían el
viaje ellos solos y una vez que encontraban un trabajo en España solicitaban la
repatriación de la esposa y los hijos. Finalmente, hubo varios casos en los que el
cabeza de familia enviaba a la esposa y los hijos de regreso, mientras él
quedaba esperando a que la familia en España le encontrara un trabajo y así
poder volver. La autorización de José María Angulo escrita en marzo de 1917
decía: “[...] Por la presente, autorizo a mi esposa la Sra. Manuela Angulo para
que en unión de nuestros dos hijos […] embarque para Barcelona a reunirse con
sus hermanos, mientras me buscan un trabajo para que pueda yo marchar a su
lado”9.
Otras estructuras familiares reveladas por los casos de repatriación
estudiados son los hermanos que regresaban juntos —normalmente personas
8 AGAE-EEM, caja 294, Antonio García Mancera al cónsul de España en México, 6-5-1913. AGAE-
CEM, caja 9676, Antonio García al cónsul de España, 7-2-1918. AGAE-CEM, caja 9676, el cónsul
de España en México a la Sociedad de Beneficencia, 21-2-1918.
9 AGAE-CEM, caja 9677, Autorización de José María Angulo a su esposa Manuela Paul, 15-3--1917.
“por la presente autorizo a mi esposa la Sra. Manuela Angulo para que en unión de nuestros dos
hijos […] embarque para Barcelona a reunirse con sus hermanos, mientras me buscan trabajo
para que pueda yo marchar a su lado”.
254
adultas, hombre y mujer, a menudo uno de ellos enfermo o necesitado de
protección—, matrimonios sin hijos, primos, núcleos parentales a los que
acompañaba algún miembro familiar más (padres o tíos mayores de alguno de
los cónyuges, que iban al cuidado de estos), tíos y sobrinos y, por último, menores
acompañados de un tutor. Los lazos de dependencia eran comunes a todos
ellos y en sus solicitudes solían pedir que se les dejara viajar juntos en el mismo
vapor. Todos estos factores debían ser tomado en cuenta por las autoridades,
pues en cada viaje trasatlántico podía ir solamente un pequeño número de
inmigrantes y una de las claves consistió en no separar a quienes solicitaran
repatriarse juntos.
Varios expedientes atestiguan el retorno de niños acompañados de la
figura de un tutor aunque también viajaron solos en ocho ocasiones, en cuyo
caso el cónsul solía asegurar la presencia de algún familiar esperándoles en
España y solicitaba la protección de los responsables del vapor y de la naviera.
La orfandad y la ausencia de otros adultos a los que les unieran vínculos de
parentesco y que pudieran hacerse cargo de ellos parece ser la causa principal
de su retorno. Julia Souto, de trece años de edad, fue enviada de regreso a
España en un vapor que atracaba en A Coruña. La orden decía:
Conclusiones
255
La abundante presencia infantil en la muestra analizada permite distanciar
esta experiencia particular de regreso que fue la repatriación respecto a otros
movimientos migratorios de la época de las grandes oleadas migratorias pues
modifica la ratio de género tanto como la de edad y motivación frente al viaje.
Los niños acompañaban a sus padres en el retorno, era su primera emigración
y muy probablemente no fuera la última, pues se sabe, aunque no haya podido
contabilizarse, que algunas familias regresaron a México una vez que las
dificultades económicas o políticas quedaron atrás.
Esto nos anima a concluir que los movimientos migratorios, lejos de ser
lineales, muestran en procesos como los descritos su enorme versatilidad y su
despliegue de recursos relacionales, pero sobre todo su circularidad, su carácter
de fenómenos de ida y vuelta. La experiencia confería a los protagonistas una
serie de conocimientos que se traducían en una cultura migratoria con la que
dirigirse a las autoridades, solicitar ayuda, tocar a la puerta de las redes de
solidaridad de las comunidades migratorias de referencia y buscar así los
canales con los que enfrentar las dificultades propias de los procesos
migratorios.
BIBLIOGRAFÍA
256
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Abstract: In this article I briefly analyze the concept of race in the national
hispanophile speech of the intellectual Puerto Rican Jose de Diego, one of
the most importants politicians and poets of Puerto Rico at the beginning of 20th
century. I'm also presenting other ideas on his concept of nation, developed in
four writings known as: Puerto Rico in the problem of the race, Iberismo and
Latinism, Speech of the author, and Of my mother land and of my race. In
addition, following the above mentioned writings, I will elaborate an analysis of
the poem Flags written also by de Diego. Though the orthodoxy does not
consider the articles, essays and speeches to be literature in strict sense since
these works lack artistic pretensions, given the linguistic and semantic richness
that this author possesses as writer - joined with the unique aesthetics of the poet
- any of his writings qualifies to enter the literary canon.
257
concentran en la función que dichos intelectuales asumen frente a una
sociedad que se entiende atrasada y bárbara. También están los que se han
interesado más en el contenido temático que dominó la producción discursiva
como criterio principal para estructurar el pensamiento latinoamericano. Estos
personajes son figuras claves en la historia de nuestro continente, desde el
periodo colonial, pasando por las revoluciones de independencia y la
construcción de los estados-nacionales, hasta nuestros días. Es posible plantear
que durante el siglo XIX las elites cultas se dividieron ideológicamente en
liberales y conservadores y que estos dos bandos, dotados de concepciones
eurocéntricas, positivistas o religiosas, asumieron la obligación de dirigir los
destinos de las nuevas repúblicas en su marcha hacia el progreso asumiendo
valores universales (liberales) o defendiendo una identidad basada en los rasgos
de la sociedad tradicional heredados del periodo colonial (conservadores). En
el siglo XX, nuevas corrientes de pensamiento, el avance de las luchas populares
y la restructuración del orden internacional a partir del acenso del poderío
norteamericano y la revolución soviética, van a provocar nuevas luchas
políticas que estuvieron enmarcadas en las ideologías liberal, anarquista,
socialista, comunista, indigenista y nacionalista, y sus posibles combinaciones.
Las transformaciones económico-sociales provocaron una mutación del mundo
cultural acrecentando el espacio público, la aparición de nuevos tipo de
intelectuales ligados al auge de los periódicos, las revistas y la industria del libro
y a una profesionalización académica.
En el período bisagra que representa el modernismo, entre 1890 y 1910,
coexisten lo que Jorge Myers ha definido como cuatro tipos de intelectuales
latinoamericanos: “el científico”, “el militante de la revolución social”, “el
intelectual modernista” y “el escritor populista” (Myers, 2008, T.I: 47). Estos perfiles
podían distanciarse de un escritor a otro, pero también coincidir en la misma
persona. El siglo XIX sirvió de cimiento para las transformaciones que irán
presentándose en el XX. A medida que nos adentramos en los novecientos
podremos observar cómo los intelectuales, tanto hombres como mujeres, se
involucraron con más fuerza en el debate público asumiendo el rol cívico de ser
“conciencia” de su tiempo. Teniendo un papel más eficaz en los procesos
políticos, la intelillentzia latinoamericana participó como fundadores, dirigentes,
militantes, críticos o simpatizantes, de los nuevos movimientos político-sociales y
culturales (Altamirano, 2010, T.II: 9).
Las particularidades regionales hacen difícil identificar un autor o una obra
que recogiera los temas centrales que dominaban los escritos de los
intelectuales latinoamericanos. Probablemente el único capaz de tal hazaña
fue el uruguayo José Enrique Rodó con la publicación en 1900 de su obra Ariel.
Las tesis de este breve texto anegaron el ambiente cultural latinoamericano por
las próximas tres décadas (Ibídem: 144-145). Pero además de Rodó, es posible
identificar otros autores o escritos de trascendencia continental que como
Rubén Darío, José Ingenieros, José Vasconcelos, Leopoldo Lugones, José Carlos
Mariátegui y los europeos, José Ortega y Gasset, y Oswald Spengler. Por otro
lado, no hubo una ciudad o país que se convirtiese en capital cultural. Más bien
fueron los contextos nacionales los que definieron el rumbo que tomaría la
producción intelectual. Aunque podríamos identificar ciertos núcleos
importantes, como México, Rio de Janeiro y Buenos Aires, Europa seguía siendo
el mayor exportador de ideas y tendencias para América Latina. Esto a pesar
de que ya en las primeras décadas del siglo XX, distintas tradiciones filosóficas y
vanguardias literarias proclamaban el desgaste de la cultura occidental
258
burguesa y creían que el futuro pertenecía al vigor exótico de los pueblos
rezagados. Desde distintas posiciones ideológicas, figuras relevantes como el
dominicano Pedro Henríquez Ureña, el mexicano José Vasconcelos y el peruano
José Carlos Mariátegui llegaron a plantear la posibilidad de que el eje espiritual
del mundo español o de la civilización burguesa europea cruzara a esta parte
del Atlántico (Ibid.: 11; Williamson, 2013: 501-503; Mariátegui, 2005; Vasconcelo,
1928).
Incluyendo el caso caribeño dentro de la experiencia latinoamericana,
desde mediados de siglo XVIII hasta finales del XIX, el Caribe hispano, sobre
todo, estuvo más cerca de la economía estadounidense que de la economía
de su propia metrópoli. Asimismo, las primeras décadas del siglo XX se
caracterizaron por una ocupación militar norteamericana, prácticamente
simultánea en Puerto Rico, Haití, Cuba y República Dominicana, promoviendo
en cada territorio movimientos autonomistas, nacionalistas o anexionistas. En ese
contexto, los intelectuales caribeños, muchos de ellos procedentes de Estados
poscoloniales débiles, y otros de sociedades sometidos a un poder colonial,
concentraron sus esfuerzos en pensar asuntos como la nación, la identidad, la
ciudadanía, la modernización y el subdesarrollo para tratar de entender la crisis
que enfrentaban sus pueblos.
El desencanto producido por el atraso económico-social y la falta de
poder político provocó que, en un primer momento y asumiendo la
representación formada por “los ojos imperiales”, la elite pensante antillana
adjudicase estos problemas a la numerosa población negra, mulata y
campesina, pensada como principal obstáculo para el progreso y la civilización.
Sus posiciones, abiertamente racistas, eran ampliamente aceptadas. Pero las
luchas económico-políticas del siglo XX buscaron fundamentarse en registros
más democráticos e integradores y el racismo comenzó a ser combatido con
unas teorías del mestizaje que todavía poseen un papel relevante en la forma
de imaginar muchos pueblos-naciones caribeños. Poblar y educar, mezclar y
trasformar el mundo real y espiritual serán propuestas letradas para hacer
posible la civilización y la modernización de las naciones caribeñas.
En cuanto al nacionalismo en Latinoamérica, esta ideología albergó en su
interior tendencias de izquierda y derecha, laicas y católicas, moderadas y
radicales. Empero, todas esas tendencias coincidían en defender lo propio
contra lo invasor. A lo que se aspiraba en la mayoría de las versiones
nacionalistas era a la consolidación de un Estado que defendiese lo autóctono.
Existía una creencia generalizada de que la nación, el continente, la raza, la
cultura y la economía estaban en peligro debido a las amenazas constantes de
los enemigos externos. Ademas, el nacionalismo latinoamericano ha sido un
discurso plural que se constituyó teóricamente de un conjunto de elementos
procedentes del arielismo, la mestisofilia y de adaptaciones hechas de
tradiciones del pensamiento occidental como el liberalismo, marxismo-leninismo
y las teorías conservadoras de la decadencia europea (Devés, 2001: 231; Seda
Prado, 2010; 100).
Por eso, dentro de esta diversidad de versiones es posible encontrar
propuestas autoritarias pero también democráticas; imaginarios excluyentes,
pero también abiertos e inclusivos, jerarquías sociales inmutables pero también
apuestas igualitarias y esa extraña doble valoración, entre exaltación y crítica a
la tradición y a la modernidad.
259
1.- José de Diego
Creo que podría decirse que desde una mirada elitista y conservadora,
para de Diego el intelectual es la conciencia de la humanidad, presente, y por
lo tanto necesaria, en la evolución normal de los pueblos y componente
esencial del alma colectiva. De ahí que al mirar la trayectoria de este personaje
podamos reconocer su legado como intelectual. Y es que entre sus ejecutorias
es posible destacar que de Diego, junto a otras distinguidas personalidades,
fundó el Partido Unión de Puerto Rico en 1904. Posteriormente en 1907 ocupó la
presidencia de la Cámara de Delegados, y luego de la Cámara de
Representantes. Entre 1914 y 1916 viajó por Santo Domingo, Cuba y España
impartiendo conferencias y promoviendo la independencia de Puerto Rico, que
desde 1898 pasó a ser posesión de Estados Unidos tras la guerra
hispanoamericana. Pero ciertamente, el abogado egresado de la Universitat de
Barcelona no se limitó a esta faceta exclusivamente.
José de Diego, además de abogado y político era un laureado poeta,
reconocido como uno de los más prestigiosos de la Isla. Su poesía era muy
variada, llena de simbolismos y altamente estética. Desde la misma, “el Cantor
de Aguadilla” (como también se le conocía a José de Diego) combate y
promueve sus ideales, poniendo las letras al servicio de la política. Para él, la
poesía era su arma, su herramienta, provista por su Patria, la cual le pertenece
y a la que pertenece (Ibid.: 315). Para de Diego:
260
2.- La noción de Raza en el discurso nacionalista Hispanófilo de José de Diego
261
de Diego. La idea de una raza caracterizada por el idioma, la tradición, la fe,
los elementos étnicos y culturales, que se sustenta naturalmente en un mismo
origen, son claramente rastreable en sus discursos y ensayos. A partir de esa
idea, de Diego exalta la superioridad del pueblo puertorriqueño sobre el pueblo
norteamericano y se reclama la unidad de la comunidad iberoamericana (de
Diego, 1969, T.II: 429). Desde la premisa socio-cultural de la raza, la cual utiliza
para repudiar el imperialismo norteamericano que se impuso en la isla, se revive
una antigua rivalidad entre iberos y sajones que en ese momento se encarnaba
entre los puertorriqueños (iberos) y los norteamericanos (sajones) convirtiéndose
la pequeña Antilla en el nuevo campo de batalla de dos razas históricamente
antagónicas. Sin embargo en esta rivalidad, aparentemente desventajosa para
Puerto Rico, el país no está solo, cuenta con la raza compartida por todo el
mundo hispánico que le da fuerzas para luchar contra los cien millones de
norteamericanos (Ibid.: 437-439). A partir de una solidaridad iberoamericana, la
causa independentista de Puerto Rico se convertía en la causa de todos los
pueblos hispanos, poniéndose en juego su aptitud política. La lucha en Puerto
Rico era por el ideal de la “raza y la nacionalidad”; la emancipación de la isla
era un ideal que debían tener todos los herederos de la Cultura hispana (Ibid.).
Es justo sobre este ideal independentista que se afirma para el autor el
verdadero nacionalismo iberoamericano. Dice de Diego:
Por otro lado, de Diego entiende que España ayudó a construir “nuestra”
“súper-raza”, pero de continuar los norteamericanos en la isla esa raza se pude
convertir en una “sub-raza” (Ibid.: 437). El letrado no parece reconocer muchas
virtudes en el pueblo norteamericano; probablemente las pocas que pueda
tener fueron recibidas de la cultura latina. De Diego menciona que los ingleses
no son latinos, ni en conjunto los norteamericanos, y que las raíces latinas de su
idioma se dan por el contacto con Francia y España. Para explicar esta idea el
escritor comenta:
De Diego entiende que sólo España tiene derecho sobre Puerto Rico y que
lo que está sucediendo en el país es una persecución contra la raza (Ibid.: 414-
416). El orador plantea que prefiere la tiranía bajo su bandera, que la libertad
bajo bandera extraña. De esta forma se abre una reflexión en torno a la libertad,
la independencia y la soberanía que el letrado desarrolla de la siguiente
manera:
262
generar, es verdad, todos los deportismos; pero también todas las libertades, en
tanto que todas las libertades secundarias no pueden generar la superior unidad
de la soberanía nacional que es la creadora y todas las otras libertades son como
criaturas de ella emanadas e incapaces de la suprema creación”. (Ibid.: 440)
Pabellones
I
Viejo estandarte de la tierra mía,
noble bandera de tendidas llamas
en cuyo centro luminoso indemnes
los feudales castillos se levantan;
tú que en gloriosas luchas estampaste
sobre tu escudo las sangrientas barras,
y has estrechado al mundo entre los brazos
de la divina Cruz puesta en Granada;
tú tienes el león fiero y magnifico,
que oprimió al orbe en sus potentes zarpas…
II
Nuevo estandarte de la tierra mía,
bandera de las noches estrelladas,
firmamento de América, en que surge,
como en el cielo azul, la luz dorada:
tú, que en frente del Leopardo hundiste
por vez primera vencedora el asta,
y has consagrado en inmortales líneas
la eterna ley de la razón humana;
tú tienes, en la cumbre de los Andes,
independiente y poderosa, el Águila…
263
¡Águila de oro, que alumbraste al mundo,
tú eres la libertad, tú la esperanza!
III
Pendón nativo de la tierra mía,
pobre bandera que a la luz te alzas
sobre una roca, en medio de los mares,
como un ala tendida y solitaria;
por el martirio que sufriste, roja,
por la dulzura que conservas, blanca…
¿Qué tienes tú, bandera de los tristes,
tendida en el abismo, como un ala?
Tú tienes el Cordero, que te sube
al libre espacio donde vuela tu alma…
264
Pabellón I
Pabellón II
265
todo el continente Americano, símbolo de su grandeza. El “águila de oro”
viene a ser la antítesis del águila norteamericana, esa águila de valiosa
cualidad “que alumbra al mundo”, además que el águila dorada es una
especie que predomina en Latinoamerica.
Continuando con la interpretación de esta sección, que
probablemente sea la más complicada de todo el poema, podemos hallar
en los versos que dicen:
Esto podría ser una posible alusión a las constituciones redactadas por
las repúblicas hispanoamericanas recién independizadas de España a
principios de siglo XIX. El universo léxico que se figura en el segundo pabellón
presenta la frescura del nuevo continente Latinoamericano que deslumbra al
mundo con la hermosura de sus riquezas naturales y su aportación al campo
de la razón humana que representaron las revoluciones hispanoamericanas.
Finalmente la voz lirica apela a este pabellón como el ideal de libertad que
espera alcanzar. Dice la voz lirica:
Pabellón III
266
tendida en el abismo, como un ala?
Tú tienes el Cordero, que te sube
al libre espacio donde vuela tu alma…”
Conclusiones
BIBLIOGRAFÍA
267
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268
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Gil Toll Deniel
Periodista y Editor de www.heraldodemadrid.net
Resumen: El estudio del periodismo en español que cabalga entre ambas orillas
del Atlántico es un territorio poco explorado. Presentamos en este artículo una
aproximación a algunos personajes de la prensa del siglo XX que tuvieron un pie
en cada continente. A resaltar que la ideología de todos ellos es progresista y
republicana, que es la menos estudiada en la historia de la prensa española.
Palabras clave: Historia del periodismo; Desastre ´98; II República; guerra civil;
exilio.
Abstract: Studies of journalism on both sides of the Atlantic are scarce, like an
unknown territory. In this article, we present an approach to some figures of the
press of the XXth century who had a foot in each continent. It must be underlined
that they all shared a progressive and republican ideology, which is the less
studied by the history of the Spanish press.
Keywords: History of Journalism; ´98 disaster; 2nd Spanish Republic; civil war; exile.
Introducción
269
1.- El caso de Luis Bonafoux
270
Dreyfus en primera línea y toma partido por Zola en su denuncia del
antisemitismo. Defiende el periodismo libre que confronta la razón frente a la
fuerza y los prejuicios raciales de una Francia que enseña su cara más negra en
el episodio.
Se acerca el fin del siglo XX y con él la maduración del conflicto
independentista de las colonias españolas. En el seguimiento del conflicto, la
prensa española tuvo un primer tiempo de moderación y razonada indignación
para pasar más tarde a la exhibición del orgullo nacional y la retórica belicista.
En vísperas del conflicto con la armada norteamericana, los periódicos de
Madrid minimizaron al enemigo y dieron la falsa impresión de que la victoria
estaba al alcance de la mano (Santos, 1998: 132). El papel crítico en este
contexto se le ha asignado a la prensa ideológica de izquierdas, y más
concretamente a El Nuevo Régimen de Francisco Pi y Margall y a El Socialista
de Pablo Iglesias (Santos, 1998: 105). Sin embargo, Luis Bonafoux aportó una
visión crítica desde el periodismo profesional en periódicos de empresa que
merece ser reconocido. En1895, cuando la insurrección cubana es un hecho,
Bonafoux escribe:
“Otro refuerzo. Otros miles de jóvenes que van a la guerra de Cuba, a la manigua,
al surco, a la tumba… Hemos enterrados doscientos mil. Aún hay juventud. Aún
podemos enterrar muchos más hombres. ¡Cavemos, cavemos!... Franceses y
alemanes combatieron por algo grande. La juventud española combate y muere
por el pillaje colonial de sus Gobiernos. Es el destino de nuestra raza y el destino no
se evade” (Dicenta, 1974: 199).
271
y aunque vivo de mi pluma, y mi pluma es de la Prensa española, defendí aquel
derecho en los periódicos de Madrid, no como insurrecto cubano, que eso sería
muy poco para mí, sino como insurrecto cosmopolita; y no solo por el bien de
Cuba, sino, así mismo, por el bien de España, y más aún que por España y Cuba,
por el Derecho y la Justicia” (Dicenta, 1974: 215).
272
inocentemente condenado, superó a Bonafoux en energía y entusiasmo a favor
del mártir Dreyfus. A crear el estado de opinión que en España y toda la América
Latina estuvo a favor de Dreyfus puede decirse que contribuyó muy
principalmente con su ardorosa campaña Luis Bonafoux.
Y sobrevino la gran guerra europea de naciones. Bonafoux se colocó,
desde luego, con resolución inquebrantable, junto a los aliados. Los alemanes
no tuvieron enemigo más tremendo que Bonafoux. En Heraldo de Madrid, en El
Diluvio de Barcelona y en todos los periódicos americanos en que colaboraba
fustigó Bonafoux con terrible saña a los desencadenaron aquella infame guerra,
primero de los aterradores azotes que ha sufrido la humanidad. El segundo en
magnitud es, con toda seguridad, la actual lucha, también de origen teutónico.
Pero Bonafoux era siempre, ante todo, justo en sus juicios y apreciaciones. Y los
errores que los gobernantes franceses sufrieron en aquella pugna con Alemania,
Bonafoux se los señaló valientemente.
Así creyó que servía con toda fidelidad los intereses de Francia, que era la
nación de sus grandes amores. Porque, efectivamente, Bonafoux era en todo
un gran enamorado de Francia. A su región natal, Puerto Rico, apenas la
recordaba. Recordemos que el autor se confunde aquí, pues el lugar de
nacimiento de Bonafoux es efectivamente Francia y Puerto Rico el lugar de su
infancia. Aunque no puede decirse que fuese un antiespañol como otros
escritores americanos, la verdad es que no sentía por España ni grandes
admiraciones ni acendrados cariños. De muchas de las cosas típicas españolas
hablaba habitualmente Bonafoux irónicamente. Los juicios, siempre justos y
acertados de Bonafoux sobre la guerra despertaron las suspicacias de los
patriotas franceses, quienes en su incomprensión inexplicable llegaron a
formular contra él la acusación de enemigo de Francia. Y así sucedió que
Bonafoux, el extranjero más fervoroso adorador de Francia se vio perseguido
cual si fuese un entusiasta germanófilo.
Esta enorme injusticia se cometió con Luis Bonafoux, quien cual si no tuviese
motivos suficientes a la gratitud de Francia por su magnífica campaña aliadófila,
podía alegar que sus hijos luchaban valientemente contra la brutalidad
alemana. Bonafoux pasó por el dolor terrible de ver que la policía francesa
registraba su vivienda de las cercanías de París en busca de elementos de
prueba para acusarle como traidor a la causa de Francia. No pudo avenirse a
tan horrenda infamia y, poseído de la más profunda desesperación, el pobre
Bonafoux murió prematuramente. De acuerdo a los datos ofrecidos por el
Archivo Nacional de Cuba sobre la conferencia del doctor Jaime Claramunt
sobre Luis Bonafoux del año 1947, aquella muerte revistió todos los caracteres
de un suicidio.
273
Ejemplo de ello lo fue la campaña que en 1879 sostuvo el periódico contra
la implantación de un tributo municipal sobre el consumo de gas. El Diluvio llamó
a la ciudadanía a la desobediencia y el impago de la tasa municipal que,
finalmente, fue retirada. En este enésimo enfrentamiento con las autoridades, la
justicia prohibió la circulación del periódico y su representante en el juicio
amagó con rebautizarlo con el apellido del propio fiscal del caso, Mariano de
la Cortina. Ante la propuesta, el juez exclamó “se armará el diluvio” y tal
expresión fue cazada al vuelo por el representante del periçodico, Manuel
Laribal, para darle el definitivo nombre al revoltoso periódico barcelonés.
Jaime Claramunt encaja con naturalidad en este ambiente según nos
revela con sus propias palabras en una de las conferencias que pronunció en
CMZ Radio de La Habana en los años 40. Los textos de estas conferencias tenían
el encabezamiento común de “Memorias de un viejo reportero” y fueron
conservadas en el Archivo Nacional de Cuba, donde hemos obtenido copias
fotográficas. En la conferencia dedicada a sus inicios periodísticos, Claramunt
explica cómo sus ideas autonomistas encajaban con los ideales federalistas de
la redacción de El Diluvio, que tenía como referente político a Francesc Pi i
Margall.
Afirma Claramunt (siguiendo los datos aportados por el Archivo Nacional
de Cuba sobre la conferencia de Jaime Claramunt para ser radiada el 26 de
junio de 1947), que en 1896 fue detenido de forma aparatosa en la propia
redacción del periódico por un importante dispositivo de policía y Guardia Civil
que le condujo hasta su domicilio donde se practicó un minucioso registro. Allí
se encontraron fotografías de líderes independentistas, la bandera de Cuba y
numerosos documentos que le delataban como un activista proindependencia
de Cuba. De hecho, Claramunt explica que su detención fue posible por la
interceptación de su correspondencia con Ramón Betances, que entonces
dirigía la publicación La Republique cubaine en París y de la que Claramunt
actuaba como corresponsal en Barcelona. Como consecuencia de esta
detención pasó varios meses en distintas prisiones y cuarteles de la ciudad de
Barcelona.
La Guerra de Cuba, la movilización forzosa de los jóvenes y las acciones
de resistencia marcaban el ambiente social y político de aquella Barcelona que
se tornó en Rosa de foc con las acciones anarquistas. Jaime Claramunt vivió
como periodista y también como activista estos hechos y desarrolló
complicidades con algunos de los más destacados protagonistas. En una
conferencia dedicada a estos hechos, Claramunt describe la identificación de
los federalistas locales con la causa de los cubanos que en ocasiones califica
como autonomistas y en otras como independentistas.
En 1916, Jaime Claramunt ascendió hasta la dirección del periódico El
Diluvio y se mantuvo en el cargo hasta 1938, cuando fue desplazado del cargo
por la práctica incautación del periódico por la UGT. Durante su mandato,
puede afirmarse que El Diluvio vivió su plenitud ya que vio cómo sus objetivos
políticos de República y autonomía se hacían realidad al tiempo que su
popularidad se multiplicaba. Distintas fuentes le otorgan una tirada de entre 50
y 150.000 ejemplares en 1933. Claramente se trataba del segundo periódico de
la ciudad de Barcelona, gestionado con criterios empresariales, y dirigido hacia
el público más popular.
En paralelo a su trabajo en El Diluvio, Jaime Claramunt emprendió la
empresa periodística de editar Cuba en Europa, una publicación dedicada a
la promoción de las relaciones económicas entre la nueva república
274
independiente y los países del viejo continente. En su primer número, de 10 de
marzo de 1910, se afirmaba en la presentación:
275
“A lo que venimos”. Cuba en Europa, Revista Quincenal Ilustrada,
Barcelona, 10 de marzo de 1910.
Fuente: Colección depositada en la Hemeroteca Municipal de
Barcelona
276
3.- Diario Crítica y Heraldo de Madrid
En las primeras décadas del siglo XX, Argentina vivía un gran crecimiento
económico gracias a las exportaciones de carne de vacuno y cereales al Reino
Unido. La bonanza atrajo una gran corriente migratoria de la vieja Europa, que
veía en la Argentina un posible nuevo caso de éxito como lo estaban siendo los
Estados Unidos. Buenos Aires creció y se modernizó a grandes pasos, superando
a numerosas capitales europeas en muchos aspectos.
En este contexto nace, en 1913, el diario Crítica, que fundó el uruguayo
Natalio Botana. Crítica fue el primer periódico en publicar noticias sobre asuntos
policiales y también informaciones deportivas. Su presentación era de grandes
titulares para atraer la atención del público más popular. Hacía campañas en
defensa del interés de los consumidores frente a las grandes empresas y
mantenía una notable actividad social con asesoramiento legal, asistencia
médica o donación de máquinas de coser a los más desfavorecidos.
Políticamente, Crítica estaba del lado de los gobiernos progresistas y atacaba
a las dictaduras de Mussolini, Primo de Rivera o, más tarde, Adolf Hitler. Al mismo
tiempo editaba un suplemento cultural en el que publicó sus “Historias de la
infamia” Jorge Luis Borges. Fue un éxito de ventas que llegó a la monstruosa cifra
de 1 millón de ejemplares de tirada.
En 1930 se instauró en la Argentina la primera dictadura militar de su
historia, dirigida por el general José Félix Uriburu. Las libertades públicas fueron
gravemente ofendidas, se produjeron torturas y ejecuciones extrajudiciales de
militantes anarquistas, comunistas y radicales. Otra de sus víctimas fue la libertad
de prensa y en particular el diario Crítica que fue incautado por el gobierno y
cuyo propietario salió del país en exilio político hacia España en 1931.
Natalio Botana fue acogido intelectualmente en las páginas de Heraldo
de Madrid a los pocos meses de proclamarse la República. Una serie de artículos
del editor argentino denunciando las tropelías de la dictadura de su país se
publicaron en la portada del diario madrileño. Los dos periódicos ya habían
colaborado en años anteriores, pero esta experiencia llevó la relación a más
altos niveles.
Heraldo de Madrid era un diario vespertino perteneciente a la Sociedad
Editora Universal, que también editaba El Liberal de Madrid, El Liberal de Sevilla,
El Liberal de Murcia, El Defensor de Granada y La Moda Práctica. Un fuerte
grupo de prensa, propiedad de los hermanos Manuel y Juan Busquets George
que mantenía posiciones progresistas y abiertamente republicanas (Toll, 2013).
Heraldo de Madrid era el periódico con más ventas del grupo, mantenía una
línea popular que podía evocar al diario Crítica con abundantes reportajes
sobre temas sociales. Pero era reconocido sobre todo por sus posiciones a favor
de la República en los meses previos a las elecciones municipales de abril de
1931. Su director, Manuel Fontdevila, llegó a ser vitoreado en las calles de Madrid
el día de la proclamación de la República. En los años siguientes, Heraldo de
Madrid se distinguió por seguir defendiendo el régimen, aunque no el gobierno
de turno. Durante el llamado bienio negro sufrió suspensiones y multas de parte
de los gobiernos radical conservadores, lo que contribuyó a identificarlo todavía
más con la opción republicana progresista. A finales de 1935, el periódico
alcanzó su mayor tirada, con 500.000 ejemplares certificados por las fotografías
de los contadores de las 3 rotativas con que se imprimía el periódico en la
época.
277
Al iniciarse el golpe de estado del 18 de julio de 1936, Heraldo de Madrid
llamó a defender el régimen republicano y mantuvo esa posición hasta la caída
de la capital el 28 de marzo de 1939. Los periodistas que habían permanecido
en Madrid fueron apresados y cumplieron condenas por haber defendido la
República desde las páginas del periódico. Otros redactores y directivos habían
abandonado la ciudad en fechas anteriores y fueron saliendo al exilio. Francia
fue la primera etapa obligada para la mayoría, como Manuel Fontdevila, quien,
desde París, escribió para muchos medios extranjeros, entre ellos el diario Crítica
de Buenos Aires.
Al finalizar la guerra se organizó el viaje de los republicanos al exilio
definitivo en América. Un grupo de periodistas de Heraldo de Madrid se
embarcó hacia la Argentina y allí fueron recibidos fraternalmente por el editor
Natalio Botana. Fontdevila, Gerardo Ribas, Juan González Olmedilla o Carlos
Solís fueron algunos de los favorecidos por la hospitalidad de Botana, que les
proporcionó dinero fresco y trabajo en su periódico. Fontdevila llegó a dirigir el
Crítica durante un tiempo pero la suerte cambió cuando Natalio Botana murió
en un accidente de tránsito en 1941. El relevo en la propiedad no fue favorable
para los periodistas españoles que abandonaron el periódico.
Otro periodista del Heraldo que llegó a Buenos Aires fue Alfredo Cabanillas,
que había ocupado la dirección del periódico en los dos primeros años de la
guerra. Sus actividades en favor de personalidades conservadoras en el Madrid
republicano acabaron forzando su salida hacia el exilio en Buenos Aires, donde
tenía lazos familiares. Allí se relacionó con los círculos franquistas y se le encargó
la dirección de El diario español.
Así fue como se dio la paradójica situación de que en 1940 dos periódicos
de Buenos Aires fueran dirigidos por dos periodistas españoles, ambos ex
directores de Heraldo de Madrid. A pesar de que existe una bibliografía
accesible en la que comprobar datos como este, en obras de referencia
recientemente aparecidas, como el volumen del Diccionario Biográfico del
exilio español dedicado a los periodistas se obvia por completo. Alfredo
Cabanillas no está incluido en el diccionario, como muchos otros periodistas del
Heraldo que se establecieron en Argentina. Sí que se recogen con amplitud los
casos de los periodistas exiliados en México
Conclusiones
Los casos presentados en este artículo revelan una intensa relación entre
América y España a lo largo del siglo XX en el campo del periodismo. De hecho
era de esperar que fuera así, pues en el caso de otras profesiones más
estudiadas no hay duda de ello. Véase el caso de los escritores
latinoamericanos en España o de los españoles en América tras la guerra civil.
Destaca aquí el trabajo del Grupo de Estudios del Exilio Literario de la Universitat
Autònoma de Barcelona (UAB). Lo mismo puede decirse de actores, pintores,
músicos y científicos.
Los periodistas americanos cruzan el Atlántico para ampliar sus
conocimientos estudiando una carrera en España. Pero también ambas orillas
ofrecen su capacidad de asilo en tiempos de convulsión política. Una
circunstancia que vuelve a probar la cercanía del periodismo a la evolución
política de los países donde se desarrolla.
278
El retraso que arrastra la historia de la prensa en este campo se
corresponde con el escaso desarrollo de la disciplina en general. Son muchos
los periódicos y periodistas de gran calado que merecen mucho más trabajo y
atención por parte de los especialistas. Como ya han señalado oportunamente
notables especialistas del tema, la historia del periodismo en España tiene
muchos deberes pendientes de investigación básica (Guillamet, 2005). Un
déficit que esperamos se vaya resolviendo en los próximos años.
BIBLIOGRAFÍA
279
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Palabras clave: Década infame, tango, Buenos Aires, Enrique Santos Dicépolo.
Abstract: The so called "Década infame” fire marked the lyrics and all cultural
events in Argentina, specifically in Buenos Aires. This is the period when Raul
Scalabrini Ortiz's “El hombre que está solo y espera” was published. It was also
the time for Roberto Arlt to write his “Aguafuertes Porteñas” for the local
newspaper “El Mundo”. These chronicles realized how the city pounded the
years before the assumption of Juan Domingo Perón. Is in this context that the
most popular Enrique Santos Discepolo’s tangos were born, and they placed him
as a benchmark to all Buenos Aires lyrics. Songs like “Cambalache" or "Yira ...
Yira " became true anthems of discontent and gave a new dimension to a genre
that could have been stuck in a sentimental song, but achieved to be
representative of his time and discuss issues of political and social connotations.
Key Works: Década infame, tango, Buenos Aires, Enrique Santos Dicépolo.
Introducción
280
Samuel Castriota. El segundo período es el que va desde 1917, cuando la
registra el dúo Gardel-Razzano, hasta nuestros días. Ahí se inaugura el género
que se conoce como “tango canción” y que es del cual se ocupa esta
investigación.
A su vez, dentro de este segundo período, que ya casi abarca los cien
años, hay dos momentos que han sido clave en la historia argentina, y por lo
tanto, en el desarrollo de las distintas disciplinas artísticas, entre ellas el tango. El
primero, la llamada “Década infame”, y el segundo, el gobierno peronista
previo a la “Revolución libertadora” de 1955. Es ahí donde se concentran las
obras más representativas del género, las que, en palabras de Blas Matamoro
(1982), se llaman “de la mishadura” (en lunfardo, jerga del Río de la Plata,
mishiadura quiere decir miseria, pobreza), y que tienen como su principal
exponente a Enrique Santos Discépolo.
A modo de contextualización es preciso señalar que período en cuestión
va desde el golpe de estado que derroca al presidente Hipólito Yrigoyen el 6 de
septiembre de 1930, hasta la llamada “Revolución de 1943”, que a su vez da
paso luego a la asunción Juan Domingo Perón en 1946 a la presidencia
argentina. Es ahí donde se concentra el grueso de la obra musical de Enrique
Santos Discépolo, entre ellos sus tangos “Yira… Yira”(1930, Letra y Música: Enrique
Santos Discépolo), “¿Qué sapa señor?” (1931, Letra y Música: Enrique Santos
Discépolo) y “Cambalache” (1934, Letra y Música: Enrique Santos Discépolo),
que son sus composiciones más explícitas en cuanto a crítica social, así como
también “Confesión”, “Tormenta”, “Uno” y “Canción desesperada”, que si bien
mantienen el tono desencantado, no pueden considerarse de protesta.
281
Arturo Jauretche (1962), dirigente de F.O.R.J.A, señala que tras la caída de
Hipólito Yrigoyen y la instauración de la dictadura militar de José Félix Uriburu se
provocó un retroceso y se instauró un “estatuto legal de coloniaje”, lo que
traduce como un regreso a la dependencia argentina al imperio Británico,
asunto que ya acusaban en su lema "Somos una Argentina colonial, queremos
ser una Argentina libre" (Jauretche, 1962: 63). Exponen “excluido el pueblo del
poder en 1930, la oligarquía restaurada utiliza el intervencionismo de estado,
sólo que lo hace en beneficio del imperio Británico” (Jauretche, 1962: 32). El
sentimiento nacionalista comienza a cobrar un protagonismo decisivo en la
política nacional. Si bien se arrastraba desde el siglo anterior, los sucesos
ocurridos en la Italia de Mussolini no dejaban indiferente a los políticos
argentinos. Siguiendo a Rock, en 1930 también se registró una aceleración de
un profundo cambio ideológico –la decadencia del liberalismo y la ascensión
del nacionalismo– que más adelante daría color en la textura de la política
argentina. Siguiendo a David Rock, las primeras señales de una conciencia
nacionalista aparecieron antes de 1930 entre algunos sectores de la
intelectualidad. Pero después de 1930 el nacionalismo se convirtió en un
movimiento político que complementaba e intensificaba los otros cambios que
tenían lugar en el gobierno y las instituciones; la economía y la sociedad
formaba parte de un proceso de cambios complejos que se reforzaban
mutuamente. Ya en el mes de septiembre de 1930 cayó la “democracia” y
volvió la “oligarquía” (Rock, 2001: 167-168).
El propio general Uriburu sentía una simpatía especial por el corporativismo,
así como en el plano intelectual, Leopoldo Lugones abrazaba las ideas fascistas
y se trasformaba en uno de los ideólogos del nuevo gobierno, a la vez que
estandarte poético del grupo de Florida. Al mismo tiempo, dentro de grupos que
se encuentran en las antípodas políticas como el propio F.O.R.J.A., se va
acunando otro tipo de nacionalismo, más centrado en un profundo desprecio
a ese “estatuto legal de coloniaje” que sienten a la Argentina como un miembro
más del Imperio Británico. Este nuevo nacionalismo se fusionará más tarde al
movimiento peronista. De acuerdo a Rock, el nacionalismo surgió como fuerza
importante en la política argentina de los años treinta y poco después se
convirtió en una fuerza decisiva. Rock afirma que el movimiento nacionalista
tuvo diversos componentes y antecedentes históricos. Los impulsos chauvinistas
habían aparecido entre los conservadores desde antes de principios de siglo,
como un legado del esfuerzo consciente por construir una nación hecho por
Mitre y sus sucesores (Rock, 1988: 292).
Éste sentimiento contrasta con las negociaciones que hace Argentina
durante el gobierno de Agustín Pedro Justo, sucesor de Uriburu, quien para
garantizar un comprador a la carne Argentina conviene el llamado pacto Roca-
Runciman, donde el firmante, el vicepresidente Julio Argentino Roca (hijo), en
1933 desde Londres declarara ante Eduardo de Windsor, Príncipe de Gales “La
Argentina, por su interdependencia recíproca, es desde el punto de vista
económico, una parte integrante del Imperio Británico…así fue tratada. El pacto
Roca-Runciman selló por muchos años nuestra subordinación colonial a Gran
Bretaña” (Ramos, 1961: 352). Vale la pena recalcar que la frase ha sido luego
enmarcada dentro de distintos contextos, pero que de todas maneras sirvió
para agudizar aún más las críticas a la relación del gobierno de Agustín Pedro
Justo y los tratados con la corona:
282
tarifas aduaneras, favorable a las manufacturas imperialistas, el libre ingreso del
carbón británico al mercado argentino, el compromiso de no reducir las tarifas
ferroviarias, la obligación de invertir en productos ingleses todas las divisas
provenientes del comercio anglo-argentino y la promesa de conceder a las
empresas inglesas de servicios públicos un trato benévolo” (Ramos, 1962: 354).
“Las balas han escrito la última palabra en el cuerpo del reo. El rostro permanece
sereno. Pálido. Los ojos entreabiertos. Un herrero martillea a los pies del cadáver.
Quita los remaches del grillete y de la barra de hierro. Un médico lo observa.
Certifica que el condenado ha muerto. Un señor, que ha venido de frac y con
zapatos de baile, se retira con la galera en la coronilla. Parece que saliera del
cabaret. Otro dice una mala palabra. Veo cuatro muchachos pálidos como
muertos y desfigurados que se muerden los labios; son: Gauna, de La Razón,
Álvarez, de Última Hora, Enrique González Tuñón, de Crítica y Gómez de El Mundo.
Yo estoy como borracho. Pienso en los que se reían. Pienso que a la entrada de la
283
Penitenciaría debería ponerse un cartel que rezara: -está prohibido reírse; -está
prohibido concurrir con zapatos de baile.”
“La rápida caída de los ingresos provocada por la depresión agravó las
dificultades que tenía el nuevo gobierno para frenar la subida de la deuda
pública… los despidos masivos de personal de la administración pública –
alrededor de 20.000 en total– se convirtieron en el arma principal de la lucha para
reducir el gasto, siendo los radicales las víctimas principales” (Ibid.: 179),
284
despidiendo a unos 200 mil empleados del gobierno en Buenos Aires, entre 1930
y 1931. Los gastos del gobierno nacional cayeron de 934 millones de peso-papel
en 1929 a 702 millones en 1934 (Rock, 1988: 284).
Una prueba del desencanto de este período es la crónica que publica
para el año 1933 en el diario El Mundo el propio Arlt, bajo el título de “Discurso
que tendría éxito”. Dirigido al público, Arlt dijo que aspiraba a ser diputado.
Aspiraba a robar en grande y acomodarse mejor. Su finalidad no era salvar al
país de la ruina en la que lo han hundido las anteriores administraciones de
compinches sinvergüenzas. No era ese su elemental propósito, sino que
deseaba contribuir al saqueo con que se vaciaban las arcas del Estado. Su
aspiración era noble. Y todos tenían que comprender lo intensa y efectiva que
guardaba el corazón de todo hombre que se presentaba a candidato a
diputado (Arlt, 1998: 195). Por ello prosigue con su irónico discurso criticando a
los políticos que en esos momentos se encontraban representando a los
argentinos en el Congreso.
“Mis camaradas también quieren robar, es cierto, pero no saben robar. Venderán
al país por una bicoca, y eso es injusto. Yo venderé a mi patria, pero bien vendida.
Ustedes saben que las arcas del Estado están enjutas, es decir, que no tienen un
mal cobre para satisfacer la deuda externa; pues bien, yo remataré al país en cien
mensualidades, de Ushuaia hasta el Chaco boliviano…verán ustedes que yo soy
el único entre todos esos hipócritas que quieren salvar al país, absolutamente el
único que puede rematar la última pulgada de tierra argentina... Incluso, me
propongo vender el Congreso e instalar un conventillo o casa de departamentos
en el Palacio de Justicia, porque si yo ando en libertad es que no hay justicia,
señores” (Arlt, 1998: 196).
285
letras de Discépolo, “las letras de tango, bastante más creativas en este período
que sus demás géneros. Sin duda por la crecida pasividad del público, recogen
el paisaje de la mishadura y lo convierten en tema en sí mismo”, agrega que
“Gardel: Decime Enrique. ¿Qué has querido hacer con el tango Yira… Yira?
Discépolo: Una canción de soledad y de desesperanza.
Gardel: Hombre, así lo he comprendido yo.
Discépolo: Por eso es que lo cantás de una manera admirable.
Gardel: ¿El personaje es un hombre bueno?
Discépolo: Si. Es un hombre que ha vivido la bella esperanza de la fraternidad
durante cuarenta años y de pronto un día, a los cuarenta años, se desayuna con
que los hombres son unas fieras.
Gardel: Pero decís cosas amargas.
Discépolo: No pretenderás que diga cosas divertidas un hombre que ha
esperando cuarenta años para desayunarse”.
286
El parlamento, con ese remate en broma es típico de Discépolo y no sólo
se encuentra en sus tangos, sino que también en sus otros guiones para cine
como en “Cuatro corazones” (1939) y “El hincha” (1951) en ambas como actor
y guionista. Son estos tangos, que compone Enrique ya encumbrado como un
letrista importante e independiente de la tutela de su hermano, los que le
acarrean mayor éxito y dónde comienza a distanciarse rápidamente del resto
de los compositores para abordar temas novedosos en la canción porteña que
tuvieron correlato en otros autores como Francisco Gorrindo. Y si bien para ese
tiempo, como ya se señalaba, casi no trabaja como actor bajo la tutela de su
hermano mayor, su obra tiene estrecha relación con la de Armando. Siguiendo
esta misma temática está la obra más conocida de Enrique Santos Discépolo,
su tango “Cambalache” (1934, Letra y Música: Enrique Santos Discépolo ),
estrenado en 1935 en una revista teatral pero compuesto el año anterior para
la película “El Alma del Bandoneón” donde lo canta Ernesto Famá.
A modo de explicación es importante señalar el significado de la palabra
que le da título, “Cambalache”; la Real Academia define como prendería y el
lunfardo la señala como “Casa de compra-venta, prendería // desorden,
mezcla confusa de cosas u objetos”, que a fin de cuentas es el panorama que
se nos presenta en la letra y que usa la metáfora de la vidriera, que se observa
desde la calle, como también luego lo hace el chiquilín que apoya su ñata en
“Cafetín de Buenos Aires”. Sus primeros versos son quizás los más recordados y
basta recitarlos sin necesidad de su melodía para que se puedan reconocer sin
dificultad “que el mundo fue y será una porquería ya lo sé... / ¡En el quinientos
seis / y en el dos mil también!”. No es necesario citar acá la cantidad de
cantantes y orquestas que la han interpretado, pero van desde la mayoría de
las agrupaciones de tango hasta artistas de otros estilos como durante la
década de los ochenta en Argentina la banda de rock Sumo, de tendencia
punk, hasta artistas de otros países que se caracterizan por repertorios de música
política, como Ismael Serrano y Joan Manuel Serrat (este último también ha
grabado otros tangos del autor).
No viene al caso transcribir la letra completa (quizás uno de los tangos más
largos compuestos y que carece de estribillo a diferencia de la mayoría de sus
contemporáneas), pero sí rescatar algunos de sus versos y señalar que es el
tango más censurado a lo largo del siglo XX en la Argentina, siendo la última vez
durante el llamado “Proceso de Reorganización Nacional” que derrocara el
gobierno de María Estela Martínez, viuda de Perón. “Pero que el siglo veinte / es
un despliegue / de maldá insolente, / ya no hay quien lo niegue” y “¡Siglo veinte,
cambalache / problemático y febril!...” sentencia, y es que el año 1934, fecha
de su composición tiene a Argentina y al mundo en momentos de crisis, la
llamada “década infame” que mantendrá por trece años gobiernos de facto
tras el derrocamiento del presidente radical Hipólito Yrigoyen, mientras que en
Europa la disputa entre fascismo y socialismo comienza a cobrar un carácter
violento que tendrá su corolario en la Guerra Civil Española y el enfrentamiento
entre las Potencias del Eje y los Aliados. Según Héctor A. Benedetti, Cambalache
ponía en contraste figuras tan dispares como Alexander Stavisky (un estafador),
San Juan Bosco (sacerdote fundador de la Orden de los salesianos), La Mignon
(personaje de dos novelas francesas y casi un sinónimo de “mantenida”). Don
Chicho (hubo dos, Juan Galiffi o “Chicho Grande”, y Francisco Marrone o
“Chicho Chico” dos potentes mafiosos rosarinos): Napoleón Bonaparte; Primo
Carnera (boxeador campeón de peso completo) y José de San Martín
(Benedetti, 1988: 434). Todos ellos están amalgamados “igual que en la vidriera
287
irrespetuosa / de los cambalaches / se ha mezcla’o la vida” o “Es lo mismo el
que labura / noche y día como un buey, / que el que vive de los otros, / que el
que mata, que el que cura / o está fuera de la ley”.
Rolland Spiller cita un fragmento de la novela “Los siete locos” de Roberto
Arlt donde se reproduce una descripción similar a la del tango:
“estamos en el siglo veinte, amigo, y a estas horas todos los imbéciles honestos que
decoran el planeta se han enterado de la alianza de dos eximios bandidos, que
las leyes norteamericanas respetan y que se reparten en toda la costa del
Atlántico el contrabando del alcohol, la explotación de la prostitución y el juego”
(Spiller, 2001: 64).
Poco tiempo antes compone el recién citado “Yira… Yira” , junto a “¿Qué
sapa señor?”, que mantienen esa tónica de crítica social, pero con un mayor
humor que en “Cambalache”. Además, en los tres Discépolo juega con el
lunfardo, que es característico en gran parte de su obra. “Verás que todo el
mentira, / verás que nada es amor, / que al mundo nada le importa... / ¡Yira!...
¡Yira!...”, “Cuando te dejen tirao / después de cinchar / lo mismo que a mí. /
Cuando manyés que a tu lado / se prueban la ropa / que vas a dejar...”. Acá
es profuso el uso de la jerga, es más, la palabra que da nombre a la canción,
“yira”, que viene del verbo “yirar” significa caminar, dar vueltas sin rumbo, pero
se usa más que nada al paseo que hacen las prostitutas en las calle esperando
algún cliente. La crítica no tiene rostro, quizás por eso mismo puede ser
adaptada a cualquier época, sobre todo en “Yira… Yira” y “Cambalache”, ya
que la tercera en cuestión no goza tampoco de la popularidad de las otras dos.
De todas maneras, respecto a “¿Qué sapa señor?” se pueden encontrar en ella
similitudes a las reflexiones de Scalabrini Ortiz, en lo que Beatriz Sarlo denomina
como crisis presente, la cual se origina tanto en la privación de relaciones
normales entre los sexos, como en le defección del radicalismo y los
infatuamientos del viejo presidente derrocado, la soberbia de los militares
golpistas, la incapacidad de intelectuales y el avance del capital extranjero.
Según él, se trata de una crisis cuya dimensión moral es definitoria: una sociedad
que ha sacrificado a los hombres, que burla los mismos principios según los
cuales dice regirse, que produce ese sentimiento terrible de vaciedad que
corroe a todos los argentinos (Sarlo, 1988: 217).
“Las minas se han puesto / peor que los varones; / y embrollan al hombre
/ que tira boleao” o “Ya nadie comprende / si hay que ir al colegio / o habrá
que cerrarlos / para mejorar” son algunos de sus versos, los finales, en una
canción que alude a la salida de los Borbones en España y hay alusiones a los
graves conflictos armados que sacuden Europa. Discépolo se muestra alarmado
con el curso del siglo, pero no tiene esa mirada de “todo tiempo pasado fue
mejor” sino que, como dice Matamoro, quien afirma que en el tango abundan
las quejas contra la injusticia social, pero la sociedad es vista como algo malo
en sí mismo, algo inmejorable y, por lo mismo, ajeno a la política. El mundo fue
y será siempre la misma porquería, pues contiene una irreductible cantidad de
mal. Es el resultado de una falta fundante, quizás el pecado original, cuyo
fatalismo escapa a la obra de los humanos. Merece desprecio moral y
contemplación metafísica, no consideración humana (Matamoro, 1997: 131).
288
Conclusiones
BIBLIOGRAFÍA
289
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Resumen: Este artículo es una síntesis de las líneas de investigación que, desde
la década de 1990 hasta la actualidad, investiga la Historia de América Latina
desde las fuentes orales y desde las fuentes cinematográficas hasta la
actualidad. La presente investigación la hemos dividido en cinco partes
esenciales: en primer lugar, la Introducción que plantea un breve estado de la
cuestión y de los contenidos; un segundo apartado dedicado a las
investigaciones sobre Historia Oral que hace referencia a diversos aspectos
como la Historia Oral y las Migraciones Latinoamericanas; a la Historia Oral y al
pensamiento liberador que, desde los sectores progresistas de la Iglesia
Católica, tendrán lugar en Nicaragua y Chile como formas de resistencia a las
dictaduras de Anastasio Somoza y Augusto Pinochet respectivamente; también
tratamos la Historia Oral de la crisis socio-económica que se vivió en la Argentina
al iniciarse el siglo XXI y concluimos la Oralidad haciendo referencia a una
investigación inédita que, sobre la base militar naval de Rota, hemos realizado
por encargo de la Embajada de los Estados Unidos de América. en Madrid. El
tercer apartado de la presente investigación hace referencia al Nuevo Cine
Latinoamericano que desde mediados del siglo XX a la actualidad plantea la
búsqueda de la identidad esencial, de la esencia de América Latina frente a las
identidades “inventadas” por el Estado Liberal en la construcción del “Estado-
Nación”. El cuarto y quinto apartados de esta investigación están constituidos
por las conclusiones y la bibliografía.
Abstract: This article is a synthesis of the lines research that investigates the History
of Latin America from oral sources and from film souce, since the decade of the
´90s to the present day. This research have divided it into five essential parts: the
Introduction raises a brief State of the matter and contents; a second section
devoted to the research on Oral history makes references to Oral history and
migration, Oral history and the liberating thought that, since the progressive
sectors of the Catholic Church, will have place in Nicaragua and Chile as forms
of resistance to the dictatorship of Anastasio Somoza and Augusto Pinochet
respectively, also tried to make socio-economic to the Oral history of the crisis
were lived in the Argentina in the beginning of the 21 st century, concluded Oral
history studies referring to a research it inedita, on the naval military base in the
town of Rota, we have made on behalf of the Embassy of the USA in Madrid. The
third section of this research refers to the New Latin American Cinema than from
290
the mid-twentieth century to the present day it raises the identity search essential,
of the essence of Latin American, against the identities “invented” by the Liberal
Statate in the construction of the “State-Nation”. The fourth and fifth paragraps
of this research are referred to the conclusions and bibliography.
Introducción
291
centrado no sólo en estudios migratorios sino también historia política, social y
religiosa de América Latina Contemporánea a través de la Oralidad.
La segunda línea de investigación desarrollada por Intrahistoria y Oralidad,
después de llevar varios años trabajando la historia oral como una forma de
rescatar la historia silenciada por las historias oficiales y apologéticas, y sin
abandonar la oralidad, hemos creído conveniente abordar el cine como fuente
para la historia y recurso pedagógico. Cine que ha tenido (y sigue teniendo) un
rol muy importante en el siglo XX como instrumento para construir el imaginario
colectivo o formar una opinión determinada. Así, por ejemplo, los Estados Unidos
de América, cuya producción cinematográfica se consume al por mayor, ha
utilizado el cine tanto para construir o “inventar” míticamente su pasado como
para colonizar culturalmente al mundo. Sin embargo, el cine latinoamericano,
habitualmente lejos de los canales de comercialización para las masas, es muy
desconocido, lo cual no es algo casual si tenemos en cuenta que suele ser un
cine lleno de contenido crítico que igual denuncia la injusticia como fortalece
las identidades más marginadas. Cine en el que se recrea la historia,
convirtiéndose de ese modo en un documento de primera magnitud ya que
preserva la memoria filmándola. Por todo ello con una finalidad, no sólo
investigativa sino también docente, decidimos abrirnos a esos nuevos
contenidos y nuevas formas de ver el cine. La Bibliografía del presente artículo
hace mención a algunas obras inéditas que son tesis doctorales ya defendidas,
que se encuentran enmarcadas en las líneas de investigación del grupo
“Intrahistoria, Oralidad y Cultura en América Latina y Andalucía”.
292
Adriano Larentes da Silva nos habla de la presencia de brasileños en
Andalucía y, concretamente en la ciudad de Antequera, lugar al que llegaron
migrantes que fueron luchadores en su país del Movimiento de los Trabajadores
Sin Tierra (MTST), y que por lo tanto, siguen buscando la tierra prometida y
luchando por una vida mejor. Como ellos, miles de otros brasileños siguen
soñando con, al menos, un trozo de tierra para vivir y ganarse el sustento. Para
los que se quedaron en Brasil, ese sueño muchas veces termina en muerte,
resultado de innumerables confrontaciones entre campesinos sin tierra,
pistoleros contratados por hacendados y la misma policía. Para otros, la única
salida es la emigración. A través del trabajo de campo y de las historias de vida
de Eliana, Adão, Joyce, Dener, Márcia, Toninho, João, Maria y de tantas otras
personas, podemos conocer cómo vivían, en qué trabajaban y cuáles eran los
lugares por los que pasaron anteriormente. Lo que parece claro, es que la
estructuración de las redes de inmigración en Antequera ocurrió a partir de los
años 2000, aunque ya había brasileños en la ciudad antes de esa fecha. Otro
factor relevante se refiere al hecho de que las localidades de origen de esos
brasileños eran predominantemente pequeños municipios, pertenecientes a
tierras del interior en los Estados de Mato Grosso y de Rondônia, además de
regiones de fuerte emigración como el norte de Paraná y el interior de São
Paulo. La mayoría de ellos estaban vinculados a actividades agrícolas en sus
lugares de origen, de ahí que su adaptación al trabajo rural en Antequera fuese
relativamente fácil. Todos esos inmigrantes ya habían experimentado esa
movilidad en su propio país; incluso dentro de la propia España. También
quedan bien clarificadas las complejas redes de paisanaje, esenciales en todo
proceso migratorio. Igualmente llegamos a la conclusión de la difícil vida de
muchos de los brasileños que vivían en Antequera en 2008, ya que su situación
de irregularidad les convirtió en un objetivo policial, y para evitar la persecución
tuvieron que recurrir al apoyo de los paisanos y a la solidaridad de instituciones
como Antequera Acoge y a algunos sectores vinculados de la iglesia católica.
Las historias descritas son, por lo tanto, una pequeña muestra de algo nuevo
hasta esas fechas en Antequera, en Andalucía y en toda España: la inmigración
brasileña (Larentes da Silva, 2009).
Beatriz Vitar Mukdsi se hace eco de las historias de vida de mujeres
migrantes ecuatorianas en España, que nos ponen sobre la mesa el significativo
cambio de tendencia de los flujos migratorios, que suplantó el destino
tradicional hacia los EEUU para dirigirse a Europa. El colectivo ecuatoriano
ocupa un lugar preeminente, destacando, a su vez, la fuerte presencia de
mujeres desde finales de los años ’90 del siglo pasado. Este proceso, que forma
parte del fenómeno caracterizado y denominado como “la feminización de las
migraciones”, no tardó en convertirse en objeto de interés para los estudios
migratorios y de género. Desde ambos campos, la labor que se viene
desarrollando ha contribuido a poner de relieve el papel de las mujeres que
emigraron en solitario –sin esposos e hijos–, como protagonistas centrales de un
fenómeno de gran relevancia en el presente, tanto para los países emisores
como para las sociedades receptoras. Los factores que impulsaron esos flujos
migratorios deben buscarse en ambas orillas. Aparte de las motivaciones
económicas que existe en esa emigración de mujeres ecuatorianas, también
hay que tener en cuenta otras motivaciones profundas que intervienen en la
decisión de migrar, dependiendo de las singularidades de cada vida: son las
razones que a menudo permanecen en esa zona oscura. Muchas veces la
emigración es la salida para escapar de situaciones de violencia de género (a
293
menudo derivadas del alcoholismo entre los varones) o como vía para la
emancipación, siendo el motivo “oculto” que muchas de las migrantes no
mencionan expresamente en sus testimonios.
Fernando García de Sola Márquez apuesta por analizar el impacto del
fenómeno migratorio en los sistemas de valores y en la mentalidad no sólo de
los propios migrantes, sino también de sus familiares y de aquellos que viven de
forma más o menos directa su marcha. Lo que nos sitúa en un campo de análisis
en el que el recurso a la fuente oral, al testimonio directo de los protagonistas,
es fundamental. Así, la percepción que los propios protagonistas tienen del
fenómeno migratorio y de sus posibles causas y consecuencias será la fuente
básica a partir de la cual se desarrolla lainvestigación, rastreando en las distintas
versiones del proceso migratorio y enlos factores que indican algunos cambios
en el sistema de valores y en la mentalidad tradicional, así como otros elementos
comunes en cuanto a la percepción subjetiva de la realidad migratoria. Los
movimientos migratorios que desde Ecuador y Perú han tenido su destino en los
Estados Unidos de Norteamérica y en España, analizándolos a través de
testimonios en forma de historias de vida recopilados desde 1997 a 2003, en las
poblaciones de Cuenca (Azuay, Ecuador), Saraguro (Loja, Ecuador), Lima
(Perú), Vera (Almería) y Cádizen España. Si bien es considerable que muchos de
los aspectos aquí tratados son extrapolables a otras regiones latinoamericanas
sacudidas por el éxodo masivo de sus habitantes en busca de mejores
condiciones de vida.
Manuela Fernández Mayo forma parte de una investigación más amplia
que tiene por objeto la recuperación de las historias de vida de la emigración
andaluza en Argentina, que aún hoy constituye el lugar de destino de cerca de
cuarenta mil andaluces, una amplia muestra analizada a lo largo de la extensa
geografía argentina, nos ha proporcionado su singular visión de España y del
país receptor, al que llegaron, desde finales del siglo XIX, para buscar nuevos
horizontes, un futuro más próspero que el que su tierra les proporcionaba. Las
historias de vida recopiladas a lo largo de la geografía argentina son muestras
enriquecedoras de testimonios orales desde ámbitos muy diversos comoel
mundo agrícola de la zona cuyana, con especial atención en las provincias de
San Juan y Mendoza, junto con Tucumán y Salta en la región del noroeste.
También las zonas de la Pampa húmeda, entorno a Rosario y las localidades
bonaerenses de San Pedro, Arrecife o Pergamino, San Nicolás de los Arroyos o
Mar del Plata; además de la capital federal y su cono-urbano. La inextricable
vinculación que los migrantes andaluces en la Argentina siguen teniendo con
su tierra de origen, y cómo la huella de la migración permanece indeleble y se
proyecta en la receptividad que se sigue manteniendo en algunos lugares de
España respecto hacia América Latina. Ejemplo de ello son los hermanamientos
que la segunda y tercera generación de argentinos, descendientes de
españoles, están llevando a cabo con los familiares (segunda y tercera
generación) de España. Al respecto, un caso concreto fue el hermanamiento
que en 2010 tuvo lugar entre provincias españolas como Granada, y provincias
argentinas como San Juan.
Las investigaciones que sitúan a Andalucía y, sobre todo a las provincias
orientales, como las principales protagonistas del flujo migratorio que, a finales
del siglo XIX y comienzos del XX, se produce hacia el área cafetalera de Sao
Paulo. Planteamos la necesidad de seguir investigando sobre el tema. El objetivo
primordial es reconstruir su significado dentro del marco general de las
migraciones en la sociedad brasileña, dando visibilidad al importante
294
contingente español (andaluz concretamente) que, en el período de la
inmigración masiva, se dirigió al Estado de Sao Paulo, donde se estableció el
80% de los llegados a Brasil en ese período. Las fuentes orales constituyen el
grueso de la investigación, fuentes que fueron recabadas a comienzos de la
década de 1990 del siglo pasado.
Beatriz Vitar Mukdsi aborda cómo el fenómeno de las migraciones masivas
hacia las Américas en los siglos XIX y XX pobló el continente, de norte a sur, con
diferentes grupos procedentes de toda Europa como también del Medio
Oriente y otros países asiáticos. Dentro de las grandes oleadas emigratorias que
se originaron en el decenio de 1880, arribaron a América Latina importantes
contingentes humanos procedentes de Siria, Líbano y Palestina. En lo que
respecta al ámbito latinoamericano, aunque estos migrantes se instalaron
preferentemente en Brasil y Argentina, también optaron por países de la región
andina como Colombia, Ecuador y Venezuela; además de México y América
Central, y el área del Caribe (República Dominicana, Cuba, Puerto Rico).
Al iniciarse los flujos masivos hacia América, Siria y Líbano formaban parte
del Imperio Otomano, razón por la cual en los países de acogida los inmigrantes
procedentes de dichos territorios fueron denominados “otomanos” o “turcos”,
tal como se consignaba en sus pasaportes. Resulta paradójico que los sirios y
libaneses llegados a América terminasen catapultados con el nombre de sus
opresores, cuando fue precisamente el objetivo de escapar a su dominio una
de las más fuertes motivaciones de su emigración. Los testimonios orales de la
segunda y tercera generación tomados en Argentina y Venezuela, ofrecen
datos: Esmeralda Broullón Acuña plantea a través de las historias de vida el
retorno de la tercera generación de argentinos que, descendientes de
españoles, a raíz de la crisis de comienzos del siglo XXI, “vuelven” a la tierra de
sus abuelos y bisabuelos.
Otra investigación sobre Historia Oral de las Migraciones y la
Interculturalidad es el aporte que el sociólogo Jason Lloyd Good hizo a nuestro
Grupo de Investigación con sus pesquisas sobre la adaptación de los migrantes
a los sistemas escolares de España y los Estados Unidos de América (Good, 2013).
Dicha investigación está basada en un doble trabajo de campo: por un lado,
el realizado para su investigación de Máster en la provincia de Cádiz, referido a
los niños y adolescentes migrantes marroquíes en los centros públicos de
enseñanza primaria y secundaria y los esfuerzos por el diálogo intercultural. Por
otro lado, la segunda parte de su investigación y que le sirvió para obtener su
título de Doctor en la UCA, bajo mi dirección, estuvo basada en las pesquisas
realizadas con testimonios de migrantes hispanos en los Estados Unidos de
América, y las dificultades de los mismos para acceder a los estudios
universitarios.
295
es abundar en la experiencia mística, política, artística y, casi mítica, del
proyecto comunal, llevado a cabo por el poeta y sacerdote, Ernesto Cardenal,
en el archipiélago de Solentiname en el Lago de Nicaragua (Dueñas García de
Polavieja, 2013).
Dicho proyecto se encuentra enmarcado en una doble coordenada
temporal: por un lado, la coyuntura general, caracterizada por la contracultura
occidental de la década de los sesenta; y por otro, la coyuntura específica por
la que atravesaba Nicaragua en esos años finales de la dictadura de Anastasio
Somoza, lo que nos lleva a contemplar cómo desde la iglesia liberacionista
surgió una magnífica plataforma de resistencia al somocismo y apoyo a la
revolución sandinista. El autor de la presente investigación ha sabido aunar muy
sabiamente las fuentes bibliográficas, documentales escritas, y orales, para
comenzar ofreciéndonos un esclarecedor panorama del tardo somocismo,
reconstruyendo a través de la memoria de los informantes la historia de un
régimen, el del clan de los Somoza, estructuralmente represivo que, desde la
década de los años treinta del pasado siglo XX, detentó en Nicaragua el poder
absoluto, un poder entreguista al servicio de los Estados Unidos de América, de
características violentas y corruptas que infligió un gran sufrimiento a la mayoría
de la población del país centroamericano, la cual fue víctima de un expolio
institucionalizado y de un total abandono de los poderes públicos. Dentro de
esa coyuntura histórica surgió el proyecto de Ernesto Cardenal en Solentiname
como paradigma de la liberación. Ignacio Dueñas, a través de sus
investigaciones, nos ofrece un detallado análisis del proceso vital y espiritual del
sacerdote-poeta hasta culminar con la fundación de la comunidad de
Solentiname. Asímismo asistimos al desarrollo y a la proyección nacional e
internacional de la misma durante sus 11 años de existencia (1966-1977), para
después centrarse en el estudio de su evolución desde la dimensión monacal y
espiritual de los inicios, a la dimensión concreta, social y política, hasta acabar
integrada en el proceso insurreccional del Frente Sandinista de Liberación
Nacional, como una consecuencia directa de la toma de conciencia
comunitaria ante la cotidianidad que se estaba padeciendo en la Nicaragua
somocista.
Igualmente, la obra de Dueñas García de Polavieja, se detiene en
mostrarnos a Solentiname como núcleo de creación artística desde las artes
figurativas, pasando por la música, hasta el testimonio oral y que concientiza,
convertido en literatura. Desde la pintura primitivista al Evangelio de
Solentiname asistimos a un profundo proceso de creación llevado a cabo por
campesinos, la mayoría iletrados, que llegaron a interpretar la vida cotidiana
con un profundo sentido común y, sobre todo, lucidez, basada en la experiencia
vital, en la orto-praxis como único camino liberador. La presente investigación
transciende el plano de lo local, pequeño, modesto y cotidiano del proyecto
comunitario, para conducirnos a su proyección universal, pues Solentiname se
convirtió en faro revolucionario y en un referente obligado del pensamiento
religioso liberador, no sólo en Nicaragua, sino también para muchos sectores de
la sociedad occidental, inmersos en las manifestaciones contraculturales de las
décadas de los sesenta y setenta.
Las investigaciones de Ignacio Dueñas constituyen un aporte singular a la
línea de investigación que, desde hace más de 20 años, seviene trabajando en
la Universidad de Cádiz sobre la metodología de la Oralidad que, a través del
Grupo de Investigación Intrahistoria, Oralidad y Cultura en América
296
Latina,dirigido por la que suscribe ha generado 6 tesis doctorales de Historia
Oral.
Uno de los antecedentes de Historia Oral y Teología de la Liberación, con
un carácter pionero dentro de la investigación y producción americanista
española, son las obras del Dr. David Fernández Fernández, referidas a la Historia
Oral de la Iglesia Católica en Santiago de Chile como resistencia a Pinochet,
que formaron parte de su tesis doctoral que, bajo mi dirección, fue defendida
en la Universidad de Cádiz en 1995, presidiendo el tribunal Enrique Dussel, uno
de los historiadores y filósofos más representativos del pensamiento de la
liberación en América Latina (Fernández Fernández, 1996). Años más tarde
David Fernández investigó con testimonios orales la intrahistoria del cristianismo
liberador como base ideológica de las Ligas Campesinas en Paraguay
(Fernández Fernández, 2003).
Si analizamos la historia oral de la crisis de la Argentina, las investigaciones
de la Dra. Manuela Fernández Mayo están perfectamente enmarcadas en la
líneas del Grupo de la Universidad de Cádiz Intrahistoria y Oralidad, y sonfruto
de más de una década de pesquisas, llevadas a cabo en la República
Argentina, basadas primordialmente en un exhaustivo trabajo de campo, de
carácter etnográfico, que convierte a los testimonios orales en una de las
principales fuentes de la obra (Fernández Mayo, 2010). Así pues, más de 285
testimonios en forma de historias y relatos de vida, vividos por los protagonistas
de la crisis de 2001, avalan la investigación. Cronológicamente esta obra se ha
centrado en la crisis finisecular y en el primer lustro del siglo XXI; pero
profundizando en las causas estructurales de la misma. Para ello, su autora se
remonta al eufemísticamente denominado “Proceso de Reorganización
Nacional”, es decir, a la Dictadura de la Junta Militar (1976-1983), ya que ésta
representó una ruptura con el tradicional sistema económico nacionalista y
desarrollista, de décadas anteriores, siendo sustituido por un modelo de
capitalismo rentístico, financiero y especulativo, auspiciado por la Trilateral.
Dicha política económica excluyente, ese pensamiento único inspirado en
la racionalidad instrumental, con sus diversas variantes, ha llegado hasta
nuestros días adoptando un nuevo nombre, el de “globalización neoliberal”. La
última dictadura argentina (1976-1983) condicionaría el devenir económico del
país, a la vez que, en esos años se generaría la gran escalada de la deuda
externa argentina, acrecentada por las políticas neoliberales, hijas del Consenso
de Washington, aplicadas por Carlos Saúl Menen en los años noventa y que
derivarían en la profunda crisis económica-financiara que estalla en 2001. Las
investigaciones de la Dra. Fernández Mayo nos explican hasta el mínimo detalle
el devenir de la economía argentina que, de ser “granero del mundo” a
mediados del pasado siglo XX, pasó, por arte de magia del neoliberalismo, a
convertirse en los umbrales de la presente centuria en un país a la cola del
mundo. Pero en sus investigaciones igualmente abunda en el rostro humano de
la sociedad argentina desde la década de los noventa, desde el sueño de
nuevos ricos, materializado en la famosa convertibilidad de peso igual a dólar,
hasta la pesadilla del derrumbe económico, pasando, pues, del “derroche” al
“reciclaje”. Las pesquisas de Fernández Mayo nos van desgranando las
respuestas de la sociedad argentina ante la crisis, las estrategias utilizadas desde
la protesta y la confrontación de los movimientos sociales de base, y sus
originalísimas y pioneras formas de encarar la crisis, formas modélicas, frescas y
espontáneas. Y por, último en las conclusiones se desprende un destello de
optimismo hacia el “llamado ético”, “la sed de ética” como formidable
297
potencial que desde los pueblos de América Latina puede y debe irradiar una
nueva forma de ser y estar en el mundo.
Otras investigaciones de Manuela Fernández, relacionadas con la
temática y coyuntura de la crisis, es el estudio de la Historia Reciente de
Argentina desde diversos ángulos que abarcan desde lo socio-económico y
político pasando por el sistema educativo hasta las más diversas
manifestaciones religiosas, culturales y artísticas, habidas en dicho país a raíz de
la crisis de 2001.
En definitiva, las pesquisas y obra de Fernández Mayo responden a la
crónica histórica de unos hechos de los que su autora fue también testigo
presencial. Así, pese a su rigor científico, las investigaciones referidas están
pensadas y escritas al mismo tiempo desde el corazón. Es una obra en la que se
aúnan sólidamente lo que, en palabras de Eduardo Galeano, podríamos
denominar “sentipensamiento”.
298
destruyendo la grabación. Respecto a los informantes norteamericanos ha sido
más difícil el que se prestaran a narrarnos su historia de vida, especialmente los
varones, y sobre todo aquellos que participaron en complejas “misiones” como
la guerra de Vietnam o las guerras del Golfo Pérsico a partir de la década de
los 90. Igualmente algunos testimonios tomados a norteamericanos son
anónimos.
Esta investigación está conformada por más de 40 relatos de vida, de
españoles y norteamericanos, ordenados alfabéticamente. Queremos dejar
claro que nosotros no hemos elegido a los entrevistados, simplemente hemos
sugerido nuestro objetivo, y las personas han venido a prestar su testimonio en
la más absoluta libertad y con gran generosidad (Pérez Murillo y Díaz Buzón,
2015). Por ello esta investigación es una humilde contribución a la Historia Oral
de la Base Naval de Rota, ya que también se podían haber entrevistado a otras
40 personas distintas, pero no creo que sus testimonios hubieran diferido en
mucho de los que aquí presentamos, pues los paradigmas esenciales de los 60
años de presencia norteamericana en Rota quedan sobradamente indicados,
teniendo en cuenta que la Historia Oral siempre es subjetiva e inacabada.
299
contemporánea, dualidad que hunde sus raíces en el pasado colonial, en esos
dos “compartimentos estancos” que supuso el orden social colonial, esos dos
mundos: el de la “república de los españoles” o protagonistas de la historia con
mayúscula; y el de la “república de los indios”, los olvidados, los nadie, los que
no tienen museos ni historia.
Hemos subdividido los olvidados en tres apartados: Olvidados I: Los niños
de la calle que comprende películas como Los Olvidados de la etapa mexicana
de Luis Buñuel, año 1950; Sicario de José Ramón Novoa, producción venezolana
de 1994, referida al “sicariato” en la ciudad de Medellín; La vendedora de rosas
del colombiano Víctor Gaviria, rodada en forma de documental o trabajo de
campo con niñas y niños reales, no de ficción cinematográfica, que
deambulaban en la marginalidad de Medellín en 1998; La virgen de los sicarios,
coproducción francesa, española y colombiana del año 2000, del director
Barbet Schroeder, que basándose en la novela del mismo nombre, escrita por
el colombiano Fernando Vallejo, se hace eco de una doble problemática: la
realidad social de los sicarios y el mundo homosexual.
Los Olvidados II está dedicado al mundo indígena en su totalidad; para
ello las mejores muestras testimoniales las tenemos en el cine boliviano del
director Jorge Sanjinés, películas bilingües, cuyos protagonistas hablan quechua
y español como signo de diferenciación social y étnica, así Yawar Malku
(Cóndor Sangrante) de 1969; La nación clandestina, de 1989; Para recibir el
canto de los pájaros de 1994 nos ofrecen un magnífico panorama de la lucha
por la preservación de la identidad cultural y del medio natural en las
comunidades indígenas andinas ante un mundo blanco y/o mestizo que
pretende exterminarlas como en Yawar Malku,ignorarlas como en La nación
clandestina, o exhibirlas folklóricamente en Para recibir el canto de los pájaros.
Todas estas películas recogen la más pura tradición indigenista, comparables a
novelas como Huasipungo del ecuatoriano Jorge Icaza, o las obras de los
peruanos El mundo es ancho y ajeno de Ciro Alegría y Los ríos profundos de José
María Arguedas. En definitiva, el cine de Jorge Sanjinés nos introduce
profundamente en la cosmovisión circular del mundo indígena, concretamente
andino. Los Olvidados III nos lleva al sórdido mundo de la prostitución femenina
a través de Las Poquianchis, película mexicana de 1976.
La Deuda Interna es un eco de la película argentina del mismo título de
Miguel Pereira, ya que pretendemos reflejar la problemática interna de los
países latinoamericanos, el imperialismo económico y político impuesto
fundamentalmente por los Estados Unidos de América, generador de “deudas
externas” y casi “eternas” que merman la riqueza interior de América Latina. Este
proyecto está dividido en Deuda Interna I, donde plantea el debate entre
tradición o modernidad, y el triunfo del imperialismo económico de los Estados
Unidos de América. De este modo la película argentina de Miguel Pereira, La
última siembra (1991) es un buen testimonio.
Deuda Interna II se centra en Chile, y para ello hemos elegido un período
previo al Golpe de Estado de Augusto Pinochet que queda magníficamente
registrado en una de las obras-maestra del cine documental La batalla de Chile
(1973) del director Patricio Guzmán, que como el mismo refiere “un país que no
tiene cine documental es como una familia que no tiene álbum de fotos. Filmar
la realidad es fundamental para la historia, para la Memoria, para el presente”.
También siguiendo con la realidad chilena hemos elegido una película de la
década de los noventa de Gonzalo Justiniano que nos impone el olvido, la
300
desmemoria propia de las “pseudo-democracias” neoliberales en aras de la
“reconciliación” nacional, se trata de Amnesia (1994).
Deuda Interna III se centra en la dictadura brasileña que, pese a haberse
considerado como una “dicta-blanda” por el carácter civilista de sus
presidentes y respecto a otras dictaduras del Cono Sur, se fundamentó
igualmente en la represión y en la tortura, de ello nos dan testimonio Adelante
Brasil del director Roberto Farías de 1982; y Cuatro días de septiembre del año
1997 de Bruno Barreto donde recrea detalladamente una historia real al estilo
del cine político de los años setenta.
Deuda Interna IV está dedicada a la dictadura argentina,
eufemísticamente denominada “proceso de reorganización nacional”,
“proceso” de “limpia” y “guerra sucia” que desde 1976 a 1983 hizo desaparecer
a 30.000 argentino. En ese contexto dos películas, una en el medio rural, en la
Argentina profunda del noroeste, y otra en las ciudades de La Plata y Buenos
Aires, nos muestran los horrores de una dictadura que decretó el exterminio
universal a lo largo de toda la inmensa geografía del país. Estas dos películas: La
deuda interna del año 1987, del director Miguel Pereira, nos recrea un mundo
interior, olvidado, indígena y mestizo, el mundo de la puna inhóspita y de
“cabecitas negras” que sólo le interesan al Estado para reprimirlos o convertirlos
en carne de cañón de absurdas guerras “patrioteras” como lo fue la de las
Malvinas en 1982. La noche de los lápices (1986) de Héctor Olivera, basada en
testimonios reales, describe la crueldad de una dictadura que se ensañó
sádicamente con inocentes estudiantes de secundaria, muchachos y
muchachas de la clase media urbana, llenos de sueños por hacer un mundo
más justo. Pablo Díaz, superviviente por capricho del destino, sirvió de
asesoramiento testimonial al director.
Deuda Interna V con la película argentina Quebracho, que rodó Ricardo
Wulicher en 1973, pretende enmarcarnos dentro del típico debate de las
décadas de los sesenta y setenta sobre “el centro-periferia de la economía
mundial”, debate similar al planteado por Eduardo Galeano en su libro Las
venas abiertas de América Latina, o el pensamiento liberacionista de Enrique
Dussel. Ricardo Wulicher plantea su obra a modo de documental, donde recrea
cómo una determinada zona es ocupada, tecnificada, controlada, explotada
abusivamente, depredada, deteriorada en su equilibrio ecológico, y
posteriormente abandonada por el colonialismo económico, británico en este
caso.
Deuda Interna VI se plantea la no muerte de la ideología como esperanza
renovadora. Analizamos dos películas de la década de los noventa del siglo XX,
como desafío ante las pseudo-democracias impuestas por los Estados Unidos de
América: son dos obras con lenguaje no “políticamente correcto” como la
hispano-argentina, El dedo en la llaga, de 1996 de Alberto Lecchi, y la
coproducción argentina-cubana de 1993 de Alejandro Saderman Golpes a mi
puerta donde se plantea el debate, propio de la Iglesia católica postconciliar:
o estar con el poder; o al lado de los no triunfadores, de los perseguidos por el
sistema.
La erótica del poder se inicia con una película cubana de 1991 del director
Octavio Cortázar, Derecho de asilo, que es una magnífica reflexión sobre el
poder, el cual no entiende de ideologías, ya que el poder es siempre inmovilista
y reaccionario, lo cual queda reflejado en una frase tópica de dicho film que
reza: “los gobiernos van, los gobiernos vienen, pero el secretario Felipe siempre
se mantiene”.
301
La colombiana de 1984, llamada Cóndores no entierran todos los días de
Francisco Norden, refleja el eterno estado de guerra civil existente en dicho país
desde las guerras de independencia, motivado por el continuo enfrentamiento
dentro de la propia clase dominante entre liberales y conservadores por
conseguir el poder; esa eterna lucha, carente de sentido, está en la línea de la
novela de “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez. Siguiendo con
la crítica al inmovilismo del poder, la película cubana de 1966 de Tomás
Gutiérrez Alea Muerte de un burócrata nos refleja el opresor y paralizante poder
de la burocracia a pesar de las “revoluciones”, ya que la burocracia es siempre
un arma universal de vejación utilizada por cualquier forma de poder.
El film ecuatoriano de 1996, de Camilo Luzuriaga Entre Marx y una mujer
desnuda, analiza con gran clarividencia la estética blanca y ortodoxa de la
izquierda de los años sesenta y setenta, que siempre es similar en cualquier país
o hemisferio, tratándose de una izquierda etno-céntrica de cuño soviético, que
ignora la multiculturalidad, sobre todo al mundo indígena al que no necesitan
“convencer”, ya que para las comunidades indígenas el comunismo es natural
y ancestral, está en la intrahistoria, en la vida cotidiana, y no necesita de teóricos
blancos y/o mestizos, burgueses academicistas, procedentes de las aulas
universitarias que “sueñan” con modelos teóricos europeos, obviando lo mucho
que podrían aprender de los “olvidados”, de “los nadie” de sus propios países.
Las luchas por el poder desde opciones revolucionarias, bien sean
revoluciones burguesas, como la Revolución Mexicana; o revoluciones
“maoístas” de cuño mesiánico como las de Sendero Luminoso en Perú, quedan
magistralmente definidas en dos películas: una mexicana de 1970 de Paul Leduc
Reed, México insurgente; o la peruana de 1985 La boca del lobo del director
Francisco J. Lombardi. Sobre la erótica del poder, analizamos la conquista del
poder hecha por el líder carismático, basada en el engaño emocional a todo
un pueblo al que se le dan “leyes para rebaños”, en esta temática la película
argentina, de 1996, Eva Perón, del director Juan Carlos Desanzo, es una perfecta
síntesis para comprender los regímenes populistas en América Latina y sobre
todo en la Argentina peronista, de 1946 a 1955
Realidad y realismo mágico: vivir la realidad latinoamericana rompe los
esquemas de la racionalidad “eurocéntrica” comenzando a confundir lo real y
lo mágico. Las nociones lineales de “tiempo” y “espacio” desaparecen para
adentrar al espectador en una reiterativa circularidad que se debate entre la
“la realidad y el deseo”. Estos parámetros impregnan a todo el cine
latinoamericano. Las muestras fílmicas que presentamos son excesivamente
elocuentes: unas, como hiperrealistas y un esperpento de la realidad social y
mental del Continente Suramericano; otras, como recreación poética no
exentas de una realidad vista, como diría Valle Inclán, con “espejos cóncavos”.
Aparecen los siguientes títulos: dos muestras de cine colombiano de la década
de los noventa del siglo XX del director Sergio Cabrera: Águilas no cazan
moscas, y La estrategia del caracol.
Una película mexicana de Carlos Velo de 1966, titulada Pedro Páramo,
basada en la novela del mismo título de Juan Rulfo, donde se recrea un mundo
entre lo real y lo onírico. Una película ecuatoriana de 1990 de Camilo Luzuriaga,
llamada La Tigra, basada también en la novela del mismo nombre de José de
la Cuadra y centrada en las pasiones del Ecuador de la costa, del mundo
montubio. Se trata de un término muy común en la República del Ecuador y
Perú, viene a significar “montaraz”, “agreste”, adjetivos que sirven para definir
al campesino de la costa, que “vive en el interior de la costa y es símbolo del
302
hombre bravío frente a la naturaleza tropical del Ecuador. Su asentamiento
habitacional es disperso en la montaña o formando poblados en la ribera de los
ríos o junto a las carreteras. Se viste como los integrantes de otros grupos mestizos
de la costa, con ropa simple y sombrero de paja. Lleva siempre su machete.
Arroz, yuca, plátanos y frutas, además de la caza y la pesca componen su
alimentación. La agricultura es su actividad principal, generalmente
monocultivos para la exportación: cacao, café, banano. Ha desarrollado
también la ganadería. Trabaja artesanía de paja, textiles, alfarería, talabartería,
mueblería. Cuentos y leyendas sobre sus correrías y costumbres pasan de
generación en generación. La fiesta popular de más arraigo y colorido es el
rodeo montubio, que se desarrolla en el mes de octubre en varios lugares de la
costa. Los hábiles jinetes demuestran su pericia, domando y lanzando briosos
equinos y becerros”. Las fuentes son del Museo del Banco Central de la ciudad
de Cuenca (República del Ecuador).
Los films cubanos Fresa y chocolate (1993) de Tomás Gutiérrez Alea y Amor
Vertical (1997) de Arturo Sotto reflejan la realidad de Cuba en el denominado
“período especial” desde lo poético la primera y desde lo esperpéntico la
segunda. La coproducción argentina-canadiense, de Eliseo Subiela titulada El
lado oscuro del corazón (1992), obra impregnada de las poesías de Mario
Benedetti, Juan Gelman y Oliverio Girondo, y del mundo del relato de Julio
Cortázar, nos ofrece una magistral reflexión, empapada de realismo mágico y
poético, sobre el arte, el amor, y la muerte. Por último, tres películas exponentes
de la realidad social latinoamericana y del mundo de los valores y
mentalidades, a saber: “El Cuarteto”, “Caídos del Cielo”, y “Frida, naturaleza
viva”. La primera, del director brasilero Fabio Barreto, año 1993, es descriptiva y
lineal, hiperrealista, en ella se narra el progreso material de una familia de
colonos de origen italiano en Río Grande do Sul (Brasil) entre 1910 y 1930, como
una nueva clase emergente, la de los inmigrantes europeos, que propició y
protagonizó el cambio socio-político brasileño de la República Velha (1889-
1930) a la República Nova y al posterior Estado Novo, de Getúlio Vargas (1930-
1945). La segunda película, Caídos del Cielo del peruano Francisco J. Lombardi,
de 1990, a partir de tres historias paralelas, de tres clases sociales distintas, nos
ofrece una completa radiografía de la sociedad limeña de la década de los
ochenta, un cuadro en el cual la descomposición social y la fuerte crisis
económica que vivió el Perú durante la presidencia del aprista Alán García
(1985-1990), es el lienzo básico en el que se despliegan las imágenes del film. Y
la tercera película, Frida, naturaleza viva, coproducción francesa mexicana de
1984 del director Paul Léduc, es un valioso documento sobre la vida y las obras
de la comprometida pintora Frida Kahlo
Somos Andando es la frase de Paulo Freire, el creador de la “pedagogía
del oprimido” y de la “pedagogía de la indignación”: la identidad de los
hombres se forja andando, sólo poniéndonos en marcha podremos divisar la
utopía. Con esta frase hemos agrupado todas aquellas películas cuya temática
principal nos habla del viaje real (físico) y espiritual de los hombres, de ese
dinamismo que conforma nuestra experiencia y nos da identidad. No obstante
dividimos dos partes. La primera plantea el movimiento exterior del Continente
Suramericano hacia Europa y los Estados Unidos de América. Así a través de las
películas españolas Cosas que dejé en La Habana (1998) de Manuel Gutiérrez
Aragón; y Flores de otro mundo (1999) de Icíar Bollaín se nos presentan las
características de los migrantes caribeños, de Cuba y República Dominicana,
en la España urbana y rural finisecular. Por otro lado, la película del chicano
303
Gregory Nava El Norte (1983) nos sitúa en la Guatemala de Ríos Montt donde las
comunidades indígenas mayas fueron exterminadas por el ejército al servicio
del capital, y la única alternativa a la muerte era la huida al “Norte”, a los
Estados Unidos de América, el paso de la frontera física y espiritual que separa
al sur ancestral de un norte opulento, xenófobo, donde la identidad y la
dignidad son engullidas por el “trajín” cotidiano; ésta película plantea un
interesante debate sobre conceptos como “asimilación” o “integración”, muy
presentes en toda emigración exterior.
Los movimientos migratorios internos del interior a la ciudad buscan una
mejor vida material como Vidas Secas (1964) de Nelson Pereira dos Santos
donde se recrea el desierto del nordeste brasileño, el sertão; por el contrario,
Estación Central de Brasil (1998) de Walter Salles nos cuenta el viaje de la ciudad
a regiones interiores, al sertão, como símbolo de la búsqueda interna, de la
espiritualidad, de la utopía. En esa misma línea, el viaje hacia el interior del país
y hacia uno mismo, queda magistralmente reflejado en Un lugar en el mundo,
de 1992, del cineasta argentino Adolfo Aristarain, obra que plantea el eterno
debate entre “civilización” y “barbarie”, tan recurrente en el pensamiento y el
arte latinoamericanos. Concluimos los viajes con un peregrinaje por todo el
continente suramericano: desde Ushuaia a México a través de El Viaje, de 1992,
del director argentino Fernando Ezequiel Pino Solanas, película en la que la
realidad latinoamericana actúa como un ente espiritual que nos hace tomar
conciencia y transformarnos interiormente (Pérez Murillo, 2012).
Nuestras investigaciones sobre cine no sólo se quedaron en el Cine
Latinoamericano sino que a través de un segundo libro hemos intentado analizar
la historia colonial y contemporánea de América Latina tal y como es
concebida por el cine de los Estados Unidos de América, y, sobre todo, por el
cine europeo (Pérez Murillo, 2009). Desde 2011 hemos continuado con una
trayectoria de investigación sobre el cine y América Latina en colaboración con
los Grupos de Investigación Cine y Letras de la Universidad de Granada y
Pensamiento Artístico y Realidad Viual de la Universidad Carlos III de Madrid. Esa
investigación interdisciplinaria ha dado sus frutos en la presentación de
ponencias en varios Congresos Internacionales celebrados en Cádiz, Granada,
Madrid, Lisboa y París. En dichos eventos hemos contribuido en forma de
ponencias, posteriormente publicadas en obras colectivas. Las temáticas de
investigación han girado en torno a la escenificación del poder a través de la
obra fílmica de Glauber Rocha; iglesia y poder colonial en América Latinaen el
cine histórico cubano; los olvidados protagonistas del cine latinoamericano;
América en la expedición científica de Alejandro Humboldt a través del cine
documental; las dictaduras filmadas del Cono Sur Latinoamericano (Chile y
Argentina); cine y autor en América Latina: Fernando Ezequiel Pino Solanas a
través de “el Viaje”; cine y religión en América Latina; las ciudades
latinoamericanas: el espacio de los invisibilizados; el cine de viajes en América
Latina; cine y migraciones hacia y desde América Latina; paisajes de la
“barbarie” en el nuevo cine latinoamericano.
304
sobradamente. A través de una forma amena, rigurosa, científica y de
indudable finalidad docente las investigaciones en historia oral de las
migraciones han apostado por el valor de la memoria colectiva al servicio de la
interculturalidad.
El carácter pendular y cíclico de la Historia y,concretamente,de la Historia
de las Migraciones nos ha servido para analizar las causas que, con el devenir
del tiempo, generan que un mismo espacio geográfico se transforme de
expulsor en receptor; pero siempre con una tendencia pendular y abierta. La
Historia se repite, pues hace un siglo la crisis que se vivía en todo el Mediterráneo
generó un fuerte éxodo emigratorio de españoles hacia América del Sur; a
finales del siglo XX e inicios del siglo XXI estas mismas tierras se transformaron en
receptoras de inmigrantes; pero hoy, en 2015 los jóvenes españoles titulados
universitarios emigran a Europa, y muchos de ellos están desempeñando
trabajos subalternos; todos se van por un tiempo; pero ante la ausencia de
perspectivas laborales en España, su marcha temporal se está convirtiendo en
una emigración definitiva, constante y permanente.
En las primeras décadas del siglo XX la amenaza de las guerras coloniales
y el paro nos privó de una juventud; un siglo después, en el XXI, los nietos y
biznietos de aquella generación emigrada a América del Sur vuelven a repetir
el éxodo hacia Europa. Las migraciones son una constante pendular.
Los relatos de mujeres latinoamericanas migrantes se van construyendo
desde su partida del lugar de origen, haciendo un camino que, como la vida
misma, está sembrado de pérdidas, luchas y penalidades, aunque también de
luces esperanzadoras que las animan a seguir adelante. En el estudio de las
mentalidades, sistema de valores e identidades de los migrantes se observa un
fuerte proceso de de-culturación, y el conflicto que viven al retornar, y como
casi sin darse cuenta se han convertido en ciudadanos de ninguna parte, en
gentes que no pertenecen ni a un mundo ni a otro, en "híbridos" rechazados en
ocasiones por sus propios amigos o familiares, que a veces no entienden sus
nuevas costumbres o echan de menos las remesas de dólares que tanto
cambiaron sus modos de vida. Y así, en estas circunstancias, la exaltación de la
propia identidad nacional se convierte con frecuencia en una forma de buscar
la aceptación, de demostrar a los que se quedaron que el amigo o la amiga, el
padre o la madre, el hermano o la hermana que se marchó, ha regresado
porque añora su tierra y el cariño de los suyos, aquellos por los que tanto luchó.
Junto a esto, la exageración de los logros, el gusto por la opulencia y el ansia
por demostrar al vecino que se ha triunfado, camuflan las penalidades de un
proceso que, pese a todo, nunca deja de ser dramático, de una partida de la
que jamás se regresa del todo.
A través de la Historia Oral nos acercamos a la presencia sirio-libanesa en
distintas regiones de América del Sur, concluyendo que ésta es representativo
de sólo un pequeño avance respecto de las posibilidades de análisis que
ofrecen los testimonios recogidos, cuya riqueza es imposible “explotar” del todo
en unas pocas páginas. Recapitulando acerca de las cuestiones tratadas, sólo
nos queda aquí remarcar algunas consideraciones sobre el legado que los
migrantes dejaron a sus descendientes: éstos rescatan, sobre todo, la memoria
de una larga travesía y el tesón con el que se abocaron sus antepasados a la
conquista de un espacio en los países de acogida. Un elemento esencial del
bagaje étnico-cultural de los sirios y libaneses, la lengua árabe, fue perdiéndose
con el paso de las generaciones y por las exigencias del proceso de
adaptación, así como ocurrió con ciertas prácticas religiosas o normativas, muy
305
rígidas, de comportamiento. Abarcamos, pues, un amplio arco cronológico y
cultural que nos permite estar en disposición de confirmar, siempre desde lo
cualitativo, como la narrativa de los emigrantes es similar en casi todas las
épocas.
Igualmente hemos llegado a la conclusión de la difícil y precaria situación
que viven los migrantes para adaptarse a los sistemas escolares y universitarios
de los países de acogida, tanto la población marroquí en edad escolar en
España como los universitarios latinoamericanos en los Estados Unidos de
América. Ello nos lleva a sostener como conclusión esencial la ausencia de
políticas públicas reales y eficaces para lograr el éxito en la integración
educacional.
Con respecto a las fuentes orales para el estudio del pensamiento
liberador en América Latina se trata de una investigación que se considera a sí
misma con corazón. Lo que significa que, sin abandonar el denso contenido
conceptual y teórico, la oralidad apuesta por lo específicamente humano más
allá de la mera razón, como es el plano de lo poético, lo artístico, lo espiritual, lo
vitalista, lo emotivo, etc. El predominio de lo cualitativo, gracias a la Oralidad,
convierte a la investigación en un referente metodológico para posteriores
estudios de Historia socio-política Contemporánea de América Latina.
Muchas revoluciones de América Latina contaron y cuentan con el apoyo
espiritual y logístico de las comunidades eclesiales de base, que actúan
primordialmente en el medio rural. Al igual que instituciones surgidas en el seno
de la iglesia católica como “la Vicaría de la Solidaridad” en Chile se convirtió
en una solapada forma de resistencia a la dictadura de Augusto Pinochet.
Conclusiones
306
norteamericanos, hemos logrado acercarnos a un conocimiento preciso de las
relaciones entre ambas comunidades. Cada historia de vida ha estado
caracterizada por su sello específico que la hace única e irrepetible.
Singularidad al mismo tiempo que generalidad y transversalidad en cuanto a
temáticas comunes. La lectura de los testimonios logra ofrecernos un detallado
panorama de la microhistoria de la base naval de Rota. Los testimonios que
hemos investigado ofrecen una proporción más elevada de varones que de
mujeres, al igual que hay más españoles que norteamericanos. Lo primero
demuestra como los hombres han estado cuantitativa y profesionalmente más
vinculados a la base, al menos en los inicios de la misma, en calidad de obreros
manuales, militares, administrativos, taxistas y camareros en los clubs militares,
restaurantes y cafeterías de la base. Constatamos un número menor de
testimonios de norteamericanos debido a que, sobre todo, los varones han sido
remisos a contar su historia de vida, especialmente, los militares que habían
formado parte de complejas misiones como las guerra de Vietnam o las guerras
del siglo XXI en el Golfo Pérsico. Los testimonios de españoles coinciden casi
todos, con más o menos asertividad, en admitir el coste medioambiental sufrido
en la zona por la presencia de los barcos-taller, Hollandy Canopus, que durante
casi dos décadas estuvieron atracados en el puerto de la base con la finalidad
de reparar a los submarinos polaris que, a su vez, estaban cargados de misiles
nucleares. Sí es cierto que las referidas fábricas-flotantes emplearon a miles de
trabajadores y generaron mucha prosperidad materialpara toda la comarca
en el sector secundario y, sobre todo, en el de servicios.
En relación al cine, las películas y realizadores citados se hallan integrados
desde el punto de vista estético, y más allá de parámetros cronológicos, dentro
del El Nuevo Cine Latinoamericano, ese “cine imperfecto” como lo denominara
el director cubano Tomás Gutiérrez Alea, para referirse a la falta de medios
económicos y técnicos; lo que sobradamente queda compensado por la
desbordante creatividad y talento de sus directores, guionistas, técnicos y
actores. Estamos ante lo que podríamos denominar “cine de autor”, pues en la
mayoría de los films el director es guionista o coguionista, amén de otras
facultades y funciones como bien demuestran los títulos de crédito
Todos los films registrados en este artículo poseen unas temáticas
profundas, exhaustivas, complejas, completas y, ante todo, transversales. Los
más variados asuntos se aúnan en un mismo filme y toman vida a través de una
cuidada e impecable narrativa, casi siempre contada en forma circular, no
exenta de análisis, lo que entronca con el singular sentido del tiempo de
América Latina. Estamos ante obras muy bien narradas, debido a unos
magníficos guiones, muchos de los mismos de carácter literario pero no alejados
de la realidad social, donde ficción y el documental se fusionan y confunden.
Ello entronca perfectamente con lo que en la literatura del boom se dio en
llamar “realismo mágico“ o “lo real maravilloso”.
Otro de los elementos constitutivos de la mayoría de los filmes reseñados
es que están rodados en escenarios reales; como diría Glauber Rocha sólo es
suficiente “una idea en la cabeza y una máquina de filmar”, salir de los estudios
para narrar visualmente lo que nos rodea. Así, los actores, en muchas ocasiones,
son personas reales que se encuentran en el lugar, que no necesitan aprender
ningún papel porque interpretan su propia realidad. Y en este sentido, a lo largo
de las películas citadas están presentes los niños de la calle, la exclusión social
de las megalópolis latinoamericanas y la gente común siempre silenciada.
307
Estamos ante un cine de paisajes, plagados de imaginario simbólico. Un
cine que es capaz de filmar la invisibilidad deteniéndose en los primeros planos,
planos-detalle y en toda una gestualidad intertextual que elevan la obra fílmica
a su primera razón de ser, definida como “arte de la elipsis”.
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Ilaria Bellatti
Universitat de Barcelona
Introducción
312
Prats, el Dr. Rafael Valls y el Dr. Pedro Miralles, y titulada, Iberoamérica en las
aulas. Qué estudia y qué sabe el alumnado de Educación Secundaria
publicada contemporáneamente a mi participación en este congreso.
Con esta investigación se quería comprender el papel de la educación en
la construcción de las identidades culturales. Para ello se analizaron los
contenidos de historia de los planes de estudios y de los libros de texto, y se
aplicó un cuestionario sociodemográfico y una prueba de conocimiento a
alumnos que estaban cursando el último año de la educación obligatoria en
centro escolares españoles y ecuatorianos.
Aunque no fue posible realizar un análisis de datos correlacional, que nos
pudiese indicar la incidencia del proceso enseñanza/aprendizaje en las visiones
de los adolescentes, pudimos desvelar ciertas ideas implícitas en su enseñanza,
y detectar su grado de conocimiento histórico y geográfico de la historia de
América, ateniendo a su contexto de origen.
En esta intervención, me centraré en resumir brevemente los resultados
obtenidos en la primera de la tres fases de la investigación, que tenía como
objetivo el análisis de los contenidos curriculares de seis países del ámbito
iberoamericano: Argentina. Brasil, Ecuador, España, México y Portugal. Se
procedió a una distribución espacio/temporal de las temáticas indicadas en los
documentos oficiales de cada uno de los seis países, desvelando criterios
implícitos perseguidos por las instituciones en su selección y organización.
A pesar de las variaciones de las disposiciones curriculares, fue posible
llegar a una aproximación cuantitativa de esa misma distribución, adoptando
categorías espaciales y temporales que se crearon utilizando un método de
análisis comparativo constante. Las categorías se han ido modificando hasta su
versión final, comparando constantemente lo que se explicita en los enunciados
de los contenidos escolares, la periodización histórica adoptada y las escalas
espaciales asumidas implícitamente y explícitamente en las distintas
prescripciones curriculares estudiadas.
Eso nos permitió llegar a una descripción profunda de las escalas
espaciales utilizadas, también en relación a la tipología de contenidos históricos
aquí ubicados y secuenciados. Llegamos a la conclusión de que la
“simplificación” o transmisión del saber histórico en el aula en general, y de la
historia de América en particular, se puede convertir, en una manera implícita y
acrítica de asumir la identidad cultural y como tal se podrían convertir en
conocimientos históricos no contextualizados (Carretero, 2008).
Asimismo concordamos con autores del ámbito español Maestro y Facal
(1993, 2010), del ámbito argentino, Amézola (2008) o ecuatoriano Terán, (2015),
entre otros, sobre cómo ciertas ideas y visiones de la identidad, implícitas en una
narrativa histórica etnocéntrica, sean simplificadoras de las historias generales
del siglo XIX, y como tal no ofrecerían visiones y perspectivas alternativas a la
institucional.
Con la presente intervención nos centraremos en compartir tres
consideraciones fundamentales derivadas de nuestro estudio: la identidad
nacional sigue siendo considerada identidad de destino; el “otro”, como
fenómeno diferencial, se supera sólo con escalas homogenizadas o
uniformadas a nivel global. Se propuso que la identidad cultural sea tratada, en
ambientes escolares, como un proceso histórico en constante construcción. Se
ha destacado la importancia de una narrativa más plural de la historia, y un
enfoque más cultural, contextualizando las relaciones postcoloniales desde el
ámbito iberoamericano, alternativa al enfoque que oculta la asunción de una
313
identidad asociada al poder institucional. Asimismo, incidimos sobre la
importancia de una aplicación historiográfica de la materia en pro de evitar
que la historia escolar se convierta en una simplificación de las historia
generales, y del enfoque historiográfico del siglo XX. Se concluyó tratando de
abrir una brecha a favor de una mayor colaboración entre la historia disciplinar
y la historia escolar, definiendo esta última como cultura histórica.
314
la ciudadanía aquí defendida es una ciudadanía más jurídico-política que
ética. No es igual para todos y hay ciudadanos que tienen la nacionalidad y
por lo tanto gozan de derechos, y otros que no la tienen y que, muy a menudo
y cada vez más, no pueden acceder a los mismos derechos tal como propone
(Lizcano, 2012). En segundo lugar, el ideal de ciudadanía democrática no se
convierte en un espacio de dialogo entre los ciudadanos y sus instituciones, en
este caso entre la educación y la sociedad, sino que se fundamenta en la
aceptación de la institución, y la dialéctica entre individuo y colectividad en
esta jerarquía local-global no encuentra posibilidad de desarrollo.
La OEI, la Organización de los Estados Iberoamericanos, también, sobre
todo desde la más importante: conferencias para promover la educación
básica y de calidad para todos, celebrada en Tailandia en 1996, empezó a
fomentar América como un espacio en que se debían desarrollar los
acontecimientos históricos compartidos. Muchos estudios se desarrollan en
paralelo a las actividades de la Cumbre de Estados, para comprobar y
promover una visión más sincrética de la historia colonial. Es a partir de estos
retos educativos que se quiso comprobar si y cómo se reflejaban estas
intenciones en la selección de los contenidos escolares. En definitiva se propone
una visión de la historia más funcional y divulgativo que el propiamente erudito,
teniendo como objetivo ofrecer al alumnado herramientas para comprender la
hibridad de la sociedad actual.
En cuando al diseño de la investigación, en concreto de la parte de análisis
de currículos, para el análisis contábamos con el suporte de una comunidad
de colegas, y una red de investigadores especialistas en educación y
familiarizados con estudios de currículos, historia e identidades culturales que nos
ayudaron a avalar en cuanto a documentación y propuestas. De esta forma
tratamos que nuestro trabajo no fuese desarrollado sólo desde el ámbito
español, sino que pudiese ser contrastado por la experiencia de los compañeros
originarios de los seis países analizados.
Generalmente, ha sido posible realizar una distinción de estos temas dentro
de la asignatura de Historia, la de Geografía y la de Educación Cívica o
Educación para la Ciudadanía, al igual que en los casos donde estas diferentes
materias se aglutinan en una única asignatura que suele denominarse de forma
genérica como Ciencias Sociales. En cuanto a la franja de edad escogida, nos
hemos centrado en la etapa de enseñanza secundaria obligatoria, que discurre
generalmente entre los doce y los quince años de edad.
Para facilitar la compresión al lector, se adjunta una tabla comparativa
sobre las diferentes etapas educativas de los países analizados y su
correspondencia en edad. Aislamos los contenidos de enseñanza mínima o
máxima de los documentos oficiales curriculares de las demás partes que
conforman las normativas educativas, y los organizamos en tablas – secuencias
numeradas, de forma cronológica tal como aparece en las concreciones
curriculares. Se creó un documento de 26 páginas que resumen la enseñanza
de la historia en la etapa de la educación secundaria en los seis países
analizados, y tratamos de ubicar espacialmente, aquellos contenidos que nos
dieran la oportunidad de hablar de una historia compartida a ambos lados del
océano: las orígenes de la humanidad, la conquista y la colonización, los
procesos de independencia y formación de los estados nación, y temáticas de
la actualidad, como la vuelta a la democracia después de las dictaduras
latinoamericanas.
315
Los contenidos se distribuyen a partir de cinco categorías espaciales que
pueden variar en los diferentes países pero que se pueden resumir básicamente
en dos: la nacional y la supranacional. La nacional se refiere a los temas de
cada país o región, la supranacional comprende los contenidos que se refieren
a unidades de contenido más globales como América, Europa o el resto del
mundo. Son estos últimos temas los que consideramos más universalistas o
generales, así como los que también hacen referencia al sudeste asiático y a
África, entre otros.
Para identificar las categorías espaciales se ha tenido en cuenta la
organización de los ejes temáticos (o también llamados bloques), las unidades
de contenidos (los subtemas de cada bloque), los sujetos de los enunciados y el
contexto de la adjetivación de cada una de las escalas espaciales analizadas.
Se resume la categorización en gráficos, visibilizando la distribución total
de los contenidos seleccionados a través de las categorías establecidas. Estos
gráficos son acompañados de un análisis más interpretativo que nos ha
permitido distinguir las perspectivas nacionales de las supranacionales, según
unos criterios específicos. Entendemos por escala supranacional el contexto
iberoamericano tal como se define políticamente en la cumbre de las naciones
del espacio americano postcolonial vinculado a España y Portugal. Sin
embargo, utilizamos aquí el término para integrar en un único concepto el
pasado histórico compartido.
316
perspectiva identitaria del estado criollo victorioso. Con sus luchas, victorias o
fracasos políticos, problemas o desafíos económicos y sociales.
Los contenidos se organizan desde una escala supranacional americana,
hispanoamericana, latinoamericana, norteamericana; una escala europea,
una universal, y una nacional en la que quedan implícitas las demás escalas que
se ajustan al espacio histórico nacional de la actualidad a la unicidad cultural
ancestral, como indica el uso de la escala “Península Ibérica” en España y en
Portugal.
En cuanto a la organización de los contenidos, como hemos anticipado
brevemente, en los países latinoamericanos hemos podido observar, de la
misma manera que ya señalaban Blas y González (1998), un cierto interés por
parte de las instituciones en reconstruir la historia americana buscando unicidad
en temas históricos compartidos.
Aunque cada currículo propone una imagen diversa de la historia de
América, es posible reconocer el mismo enfoque humanista empleado en la
construcción de la idea de Europa. Es decir, se fundamenta la “unicidad
americana” en el reconocimiento de un espacio geográfico marcado por un
contexto histórico y cultural determinado y a partir de contenidos compartidos.
La escala supranacional americana es más frecuente en episodios
alejados en el tiempo y menos en los recientes, disminuyendo en la sucesión
cronológica. Es más frecuente en los contenidos sobre la conquista y
colonización, pero casi desaparece en las temáticas de los procesos de
formación del estado nación y en la actualidad, dónde aumenta
considerablemente la escala global.
De modo que no existe una escala espacial que haga de puente en la
reconstrucción de la narración de acontecimientos históricos compartidos. No
se ofrece una alternativa historiográfica que acerque las narraciones de los dos
lados del atlántico, ya que Hispanoamérica se utiliza para indicar sólo los países
latinoamericanos.
Los contenidos sobre la “conquista y la colonización” se organizan desde
la escala europea para explicar sus causas y desde la escala americana para
explicar sus consecuencias. Aunque también, se denota un mayor interés por
compartir una temática común tratando temas sobre la colonización y
descolonización africana.
Las consecuencias de la colonización se concentran más en la escala
americana en los países latinoamericanos: se valora positivamente el mestizaje
cultural, artístico y racial, se analizan las nuevas relaciones de trabajo y de
poder, el ascenso de una oligarquía criolla, la urbanización, el cambio de la
relación con la naturaleza, la convivencia de modelos culturales distintos, la
entrada de América en las actividades comerciales europeas y mundiales, la
posición desfavorable de las poblaciones originarias en las colonias, las
epidemias, los genocidios, la explotación, e incluso se reconoce la toma de
contacto entre poblaciones lejanas en el territorio, que darán sentido a los
procesos de independencia y el fracaso de una unicidad panamericana.
La “independencia” es un tema presente en todos los países, siendo más
eurocéntricas en las indicaciones española y portuguesa. Aquí se analizan las
causas de la independencia de las colonias como hechos relacionados con
acontecimientos políticos nacionales y la caída del antiguo régimen europeo, y
sus consecuencias económicas. En los países latinoamericanos las escalas
regional y americana compiten con la nacional. De la misma manera en la
317
formación de los estados americanos prevalece la escala nacional con algunas
excepciones.
Los temas sobre “tiempos recientes y actualidad” incluyen temáticas
nacionales cuando se explican las dictaduras militares, y la vuelta a la
democracia, y más universales cuando se trata la caída de la Unión Soviética,
los ajustes territoriales y políticos, la crisis del petróleo, etc. Las temáticas de
carácter más global se concentran en la actualidad, sobre todo a partir de
problemáticas como la pobreza, el reparto desigual de la riqueza, el
medioambiente, la globalización entendida en términos de nuevas tecnologías
y economía, la relación entre localidad y globalidad, etc. En resumen, el análisis
realizado, nos permite indicar la presencia, ausencia y frecuencia de contenidos
que hacen referencia a la historia de los “otros”.
Las escalas americanas (no se incluye América del Norte en los países
latinoamericanos) y europeas (eurocentrica), sirve de escenario a
acontecimientos históricos que se siguen organizando, implícitamente o
explícitamente, en una perspectiva nacional, llegando a ser en alguna ocasión
hasta anacrónica. Se privilegia una narrativa que parece tener la intención de
reconstruir el origen de la nación, y contextualizar los desafíos económicos de la
actualidad a través de los procesos históricos desfavorables. Ofreciendo, por
ello, diferentes alternativas identitarias, de carácter más inclusivo en los países
latinoamericanos y más excluyentes o asimiladores en los europeos. Por lo tanto,
la asunción de una escala supranacional no garantiza un relato histórico
integrado y no significa que no pueda generar otras posibles negaciones a la
historia compartida.
El tratamiento histórico de la pluralidad no se resuelve añadiendo
cuantitativamente historias del “otro”, ya que su selección podría decidirse por
la búsqueda de una unicidad que asimile las diferencias y que permita
contrastarlas, ya sean estas a nivel supranacional (oriente versus occidente) o
nacional. Por tanto, la materia escolar no debe reducirse a la simplificación
cuantitativa de los contenidos escolares, sino ofrecer una alternativa a la
comprensión de la complejidad de la realidad. Estudiar poblaciones y culturas
distintas significa, también, comprender su diferencia en su contexto. De ahí que
nos parezca muy acertada la intención de tratarlas no sólo en función de su
conquista e ingreso en los juegos geopolíticos europeos y occidentales, sino
dedicando contenidos en pro de la contextualización de sus realidades. Así que,
aunque apreciamos en los planteamientos curriculares una mayor
representatividad de una escala americana, en los países latinoamericanos, no
son los colectivos olvidados que protagonizan la narrativa histórica, sino que
subyacen a la narrativa tradicional. Concluimos que no necesariamente el
criterio para un relato histórico más compartido debería ser el espacial, ni
fundamentarse en similitudes y semejanzas, sin hacer entender a los alumnos los
valores etnocéntricos implícitos. Ciertos enfoques más globales, como por
ejemplo la narración, bajo las escalas, europea o americana, se convierten en
ulteriores simplificaciones de la diversidad, y no se consideran ocasiones para
tratar la complejidad de la relación entre globalidad y localidad.
Sugerimos que posiblemente la relación entre localidad y globalidad no
necesariamente debería organizarse desde lo más próximo a la lo más lejano
en términos territoriales y culturales, ya que en la actualidad esta relación puede
ser mucho más compleja que en el pasado. Avanzamos la idea de que
posiblemente la historia escolar podría desarrollarse más desde temáticas y
contenidos históricos que ayuden a los alumnos a procesar conceptos
318
fundamentales para el desarrollo de habilidades críticas como la empatía
histórica, la multicausalidad, el análisis e interpretación de las fuentes.
319
Iberoamérica permite dar un enfoque didáctico intercultural porque el
elemento “cultural” implicaría que los alumnos entendiesen las identidades
colectivas como un fenómeno social y un denominador común para entender,
comparar y medir la propia identidad, en el tiempo y en sociedades distintas.
Nos da pie a que los alumnos entiendan los procesos de rechazo y aceptación
de los diferentes colectivos y cómo estos van dialogando con dimensiones
nacionales o supranacionales. La historia exclusivamente política lleva a la
memorización de los hechos, la historia cultural a la comprensión de los procesos
constitutivos de los sujetos históricos.
Conclusiones
320
Los investigadores, además, tienen que lidiar con las resistencia del mismo
profesorado a cambios de sus rutinas didácticas. Porque la historia escolar no se
cuestiona a sí misma y no proporciona una reflexión de carácter más cultural
sobre su desarrollo y su relación con la institución que indica su normativa y
concreción didáctica. La historia escolar resulta una simplificación, más
didáctica, pero no menos ideológica, de las historias generales del siglo XIX. Los
didactas entonces necesitan, al menos en el contexto educativo del que estoy
hablando, de una colaboración más estrecha con la disciplina histórica para
convertir la historia en estrategias didácticas y metodologías de aprendizaje. Los
didactas necesitamos que los historiadores se interesen por lo que pasa en el
aula y que consideren la historia escolar como uno de los tantos usos de la
disciplina histórica, y concretamente el ámbito de la divulgación científica más
comprometido, ya que la educación es una manera para abrir dialogo entre
ciencia y sociedad.
La enseñanza de la historia conlleva aspectos cognitivos pero también
culturales que tienen que ser considerados a la hora de planificar lo que hay
que estudiar en historia (Carretero, 2008). Sólo de esta manera la historia escolar
puede ser una alternativa crítica para la comprensión de las dinámicas y de los
fenómenos sociales en relación al poder institucional o lo que es
convencionalmente aceptado.
Para concluir queríamos citar a un especialista de análisis de pensamiento
del alumnado sobre la materia histórica: “La historia debe ser presentada como
'antropología histórica "de un" animal aún no fijo y definido." Esta es la única
forma de entender al ser humano en su inmensa capacidad de metamorfosis,
cambio y alteración en su extraordinaria disposición a emprender una acción y
el sufrimiento extremo. Por lo tanto, llego a la conclusión de que la historia debe
también, aunque no exclusivamente, ser abordado como micro-historia de la
vida cotidiana.” (Von Borries, 2000: 155).
EDAD 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17
ARGEN (Provincia de Buenos Aires*)
TINA
ETAPA Educación inicial Educación General Básica Educación secundaria
Ciclo Primer ciclo Segundo ciclo Ciclo Básico Ciclo orientado
año* Sal 1º 2 3º 4º 5º 6º 1º 2º 3º 4º 5º 6º
a º
de
Año 5 1º 2 3º 4º 5º 6º 7º 1º 2º 3º 4º 5º
añ º
os
BRASI
L
ETAP Educação Infantil Ensino Fundamental Ensino Médio
A
Ciclo Creche (guardería) Pre- Classe 1º ciclo 2º ciclo 3º Ciclo 4º Ciclo
escolar de
alfabeti
zação
Sèrie 1 2ª 3ª 4ª 5ª 6ª 7ª 8ª 1º 2º 3º
ª
ano 1º 2 3º 4° 5º 6° 7° 8° 9°
°
ECUA
DOR
ETAPA Educación Ed. Educación General Básica Bachillerato
inicial 1 inicial General Unificado
2
321
Año 1º 2º 3 4º 5º 6º 7º 8º 9º 10 1º 2º 3º
º º
ESPAÑ
A
ETAPA Educación infantil Educación primaria Educación secundaria Bachillerat
o
Ciclo Primer cicló Segundo ciclo Primer ciclo Segundo Tercer
ciclo ciclo
Curso P3 P P5 1º 2 3º 4º 5º 6º 1º 2º 3º 4º 1º 2º
4 º
MÉXIC
O
ETAPA Educación Educación Educación primaria Educación Educación media
inicial preescolar secundaria superior
periodo 1er periodo 2º periodo escolar 3º periodo 4º periodo
escolar escolar escolar
grado 1º 2 3º 1º 2 3º 4º 5º 6º 1º 2º 3º 1º 2º 3º
º º
PORTU
GAL
ciclo pré Ensino Básico Ensino secundário
-
esc
ano ola 1º ciclo 2º ciclo 3º ciclo
r
año 1º 2 3º 4° 5º 6° 7° 8° 9° 10º 11º 12º
°
BIBLIOGRAFÍA
322
DE BLAS ZABALETA, Patricio, GONZÁLEZ MUÑOZ, María del Carmen, ROCA,
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Iberoamérica en el nivel medio. Madrid: OEI/Marcial Pons, 1996.
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323
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4$+(71*/$/!*5$'(,'($!*+/+(!/#&37$E$
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Santiago Villar
Investigador en CIDOB
Abstract: The European Community first and then the European Union, have had
close relations with Mercosur since its constitution in 1991. In 1995 both blocks
signed the Interregional Framework Cooperation Agreement, and in 2000
negotiations in order to develop a trade agreement has started. By September
2004, both parties exchange market access offers, which were rejected. This
situation determined the cooling of these negotiations until 2010. At that
moment, during the Spanish presidency of the EU Council, negotiations were
resumed. Trade structures of both regions, in addition to tariff barriers and other
obstacles to free trade, are only some examples of hurdles that prevent reaching
a successful agreement for both. After the last EU-Mercosur Summit in June 2015,
both blocks agreed on setting a date to exchange new offers by the last quarter
of the year.
Introducción
324
fue concebida desde el inicio de estas relaciones. Sin embargo, más de 20 años
han transcurrido y aún no existe certeza acerca de la concreción del mismo. El
presente trabajo intenta brindar una serie de herramientas para ayudar a
entender la situación actual y algunas causas que podrían explicar la no
existencia de acuerdo. Para ello plantearé algunas preguntas que intentaré
responder de la manera más clara posible a fin de no confundir al lector.
Empezaremos por explicar someramente a qué nos referimos cuando
hablamos del Mercosur, ya que su estructura interna no se encuentra tan
desarrollada, ni es tan conocida como la europea. Pasaremos revista al
progreso de las relaciones entre ambas entidades para centrarnos luego en el
proceso negociador en sí. En particular haré un breve repaso de las últimas
ofertas que han intercambiado ambas regiones y finalmente comentaré
algunos inconvenientes que se han presentado al momento de valorar estas
ofertas. Sin dudas esta cuestión es extremadamente amplia como para abarcar
su totalidad, con lo cual haré hincapié exclusivamente en aquello que
considero más relevante a la hora de entender el tema.
La posibilidad de que se concrete un acuerdo entre dos entidades
regionales es algo por demás novedoso y que por ello que genera múltiples
interrogantes. Asimismo, veremos que la aparente complementariedad entre
ambos mercados resulta ser una de las bases principales del problema. Además
debemos tener en cuenta tanto las diferencias estructurales entre ambas
regiones, así como también las existentes dentro de cada mecanismo de
integración.
Cabe aclarar que el potencial convenio entre ambos bloques no solo
abarcaría el pilar comercial, sino que también incluiría el diálogo político y la
cooperación. En este trabajo solo nos ocuparemos de lo referente al comercio,
que es donde mayores desencuentros se han producido.
1.- Mercosur
325
de esta nueva era. Por el lado de Brasil, 1985 fue el año del fin del gobierno
militar que regía desde 1964, consagrándose José Sarney como nuevo
mandatario. La situación de casi permanente confrontación durante las
décadas anteriores se convirtió en un acercamiento estratégico entre ambos
países, que en el año 1985 suscribieron el Acta de Foz de Iguazú, dando inicio a
un diálogo bilateral que desembocaría luego en la constitución del Mercosur.
En 1986 Brasil y Argentina suscribieron el Acta de Integración Argentino-
Brasileña la cual incluyó el Programa de Integración y Cooperación Económica
(PICE), conformado por tres protocolos: uno sobre bienes de capital, otro sobre
abastecimiento de trigo y el tercero sobre abastecimiento alimentario en
general. El primero respondía a intereses argentinos, mientras que los dos
restantes a intereses brasileños (Quijano, 2012).
Los países vecinos observaban que la alianza entre las dos primeras
economías del cono sur se encaminaba y quedar excluidos derivaría en graves
perjuicios a nivel interno. La República Oriental del Uruguay se adelantó y en
1988 firmó con sus dos países limítrofes el Acta de Alvorada donde formalmente
se unía a las negociaciones que los dos gigantes de Sudamérica se
encontraban realizando.
El inicio de los ‘90 fue testigo de importantes cambios en las
administraciones de Argentina y Brasil. En el primer caso, en las elecciones
presidenciales de 1989 se impuso el justicialista Carlos Saúl Menem mientras que
ese mismo año Fernando Collor de Melo ganaba en Brasil. Para refrendar sus
compromisos con el proceso de integración recientemente iniciado, ambos
líderes suscribieron el Acta de Buenos Aires en julio de 1990. Allí se formalizó la
necesidad de establecer un Mercado Común entre ambos países, el cual
debería estar definitivamente conformado al 31 de diciembre de 1994. Esto
implicaría arribar a un arancel 0 (cero) y eliminación de barreras para-
arancelarias sobre la totalidad del Universo Arancelario. Finalmente, este
instrumento carecería de efecto práctico ya que el 26 de marzo de 1991 se
firmaría el Tratado de Asunción, que finalmente daría vida al Mercosur,
conformado por cuatro países: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. El Tratado
recogió el plazo establecido en el Acta de Buenos Aires e incluyó -en
documentos anexos- un programa de liberación comercial, un régimen general
de origen (reglas de origen), un sistema de solución de controversias y cláusulas
de salvaguarda.
La década de los ‘90 estuvo marcada por la apertura de los mercados
hacia el exterior, el alineamiento a los Estados Unidos bajo el denominado
“Consenso de Washington” y sobre todo por el escaso compromiso con el
proceso de integración regional. Durante esta etapa basada en recetas
económicas de corte neoliberal, el impulso integracionista se ralentizó, y hasta
corrió peligro de desmembramiento. Asimismo, Estados Unidos intentó -sin éxito-
generar zonas de libre comercio con Latinoamérica, lo cual era visto por
muchos como intentos de desbaratar los mecanismos regionales
latinoamericanos. Primero fue en 1990 con la denominada Iniciativa para las
Américas impulsada por George Bush y luego el proyecto del Acuerdo de Libre
Comercio de las Américas (ALCA), lanzado en la primera Cumbre de las
Américas, celebrada en Miami en 1994 bajo los auspicios de la administración
Clinton.
Sin embargo, cabe destacar que si bien durante este periodo se firmaron
numerosos acuerdos, podríamos destacar como verdaderamente relevantes
sólo dos: la Reunión de Las Leñas de junio de 1992 (liberalización, mercado
326
interior y AEC); y el Protocolo de Ouro Preto de diciembre de 1994 (entramado
institucional).
Las denominadas crisis de fin de siglo golpearon con fuerza a Brasil
(1998/99) y a Argentina (2001), teniendo fuertes repercusiones en las economías
de sus vecinos del Mercosur. A partir de 2003, la llegada de Luís Inacio Lula da
Silva al poder en Brasil y de Néstor Kirchner en Argentina dieron un nuevo impulso
al regionalismo sudamericano.
En cuanto al sistema de integración comercial propiamente dicho, es difícil
categorizar al Mercosur, ya que en teoría debería tratarse de una Unión
Aduanera, pero que está aún incompleta debido que existen actualmente
muchos productos sin liberalizar, excepciones nacionales, restricciones
cualitativas, sumado ello al incumplimiento de muchas normas tendientes a la
constitución de la misma. Sin ir más lejos, los países miembro han aprobado dos
Códigos Aduaneros, el último de ellos en 2010, el cual solo cuenta al dia de hoy
con la ratificación del Congreso argentino. Sin la puesta en práctica -y
cumplimiento- de ese instrumento es muy difícil pensar hoy dia en la
consolidación de una Unión Aduanera. Es decir, el Mercosur posee un régimen
de liberalización interna de productos y cuenta con un Arancel Externo Común
(AEC), aunque mantiene numerosas excepciones que le impiden considerarlo
como una Unión Aduanera. Como ésta, existen una infinidad de normas que
habiendo sido acordadas a nivel regional, nunca han sido ratificadas por los
estados miembro. Esto ha sido una constante en estos casi 25 años de vida del
Mercosur, la falta de compromiso con la aplicación efectiva de la normativa
mercosureña y la violación de reglamentación regional ante una coyuntura
interna desfavorable.
Una parte del problema radica en la estructura misma del sistema. El
Mercosur es un mecanismo de integración puramente intergubernamental, y
hasta me permito decir “interpresidencialista”, lo cual es aún peor. El proyecto
integracionista depende pura y exclusivamente del impulso que le den sus
presidentes. El proceso de integración se acelera o ralentiza en virtud de la
afinidad de sus mandatarios. Está claro que éste no es el camino, ya que
mientras la tónica continúe siendo ésta, no podremos esperar grandes logros ni
mucho menos una integración “real” sudamericana. En tanto no se constituya
una estructura institucional supranacional, los avances serán escasos. La
normativa del Mercosur tiene que ir de la mano de esa supranacionalidad,
previendo mecanismos de voto por mayoría y dejando la votación por
consenso para casos puntuales, específicamente establecidos. Es decir, el voto
por mayoría debería ser la regla, y el consenso la excepción. Asimismo, una
mayor participación de la sociedad civil en el proyecto integracionista es un
factor clave, así como también la transparencia y la democratización del
aparato institucional.
327
instrumento apuntaba a brindar mecanismos de asistencia técnica,
entrenamiento de personal y apoyo institucional para la integración, lo que
derivaría indirectamente en un mayor desarrollo económico y social en la región
y para asegurar la estabilidad política (Grabendorff, 1999). El acuerdo previó la
creación de un comité consultivo conjunto formado por miembros de la
Comisión Europea y del Consejo del Mercado Común, a los fines de intensificar
el diálogo interinstitucional. Asimismo, se desarrollaron una serie de programas
de apoyo a la Secretaría del Mercosur.
En junio de 1994, durante el Consejo Europeo que tuvo lugar en Corfú la
Unión Europea confirmaría sus intenciones de fortalecer sus relaciones con
Mercosur, solicitando para ello la actuación de la Comisión Europea y del
Consejo. En octubre de ese mismo año la Comisión preparó un documento
llamado “Hacia un fortalecimiento de la política de la UE respecto al Mercosur”
(COM, 94, 428 final, del 19 de octubre de1994). Allí se analizaba la dimensión
estratégica de los vínculos entre ambas regiones, y se proponía la firma de un
Acuerdo Marco de cooperación económica y comercial, con el objetivo de
establecer en el largo plazo, una asociación interregional entre la UE y el
Mercosur. Este Acuerdo Marco se firmaría en diciembre de 1995, con entrada
en vigor recién en 1999, siendo hasta el momento el instrumento más ambicioso
firmado entre ambas regiones. Este convenio constituye un primer paso de un
acercamiento basado en dos etapas, que tiene como principal objetivo el inicio
de negociaciones destinado a la firma de un acuerdo interregional. Este
potencial acuerdo incluiría, además de cuestiones comerciales, el dialogo
político y la cooperación. Tras la denominada “Joint Picture” de 1998, en donde
se “fotografió” la situación de cada región de cara al inicio de las
negociaciones, se creó un Comité Birregional de Negociaciones (CBN).
Este Comité se reuniría quince veces entre abril de 2000 y agosto de 2004.
En septiembre de 2004 se presentaron las últimas ofertas de acceso al mercado,
las cuales al no cumplir con las expectativas de las respectivas partes, no fueron
aceptadas. Aquello derivó en la caída del proceso negociador, el cual fue
retomado recién en 2010, fundamentalmente debido al apoyo que la
presidencia española del Consejo de la UE brindó a las relaciones de Europa
con Latinoamérica en general.
Desde la reanudación de las negociaciones en junio de 2010, hasta la
fecha han tenido lugar más de diez nuevas rondas de negociación. Luego de
la cumbre EU-Mercosur de enero de 2013, al margen de la cumbre EU-CELAC
de Santiago de Chile, se estableció el cuatrimestre final de aquel año como
plazo límite para la presentación de nuevas ofertas de acceso al mercado. Una
sumatoria de sucesos y excusas derivaron en el incumplimiento de aquel plazo.
No obstante, tras la Cumbre del Mercosur celebrada en Caracas en julio de
2014, el bloque comunicó oficialmente que había acordado una nueva oferta
común para ser intercambiada con la UE, lo que fue reiterado tras la Cumbre
del Mercosur de Paraná de diciembre de ese mismo año. En junio de 2015 tuvo
lugar la segunda cumbre EU-CELAC y también una cumbre EU-Mercosur en
donde ambas partes se comprometieron a intercambiar ofertas para el último
cuatrimestre de este año.
En qué consistían las ofertas de 2004? Demasiadas cambios ha habido en
el mundo entre 2004 y el presente como para pensar en que aquellas ofertas
presentadas por ambas partes puedan ser la base de las nuevas negociaciones.
Sin embargo son de muchísima utilidad para explicar fundamentalmente las
ambiciones y las debilidades de cada parte. Es por ello que haremos un breve
328
repaso de ellas. La oferta de la Unión Europea incluía cuatro categorías
diferentes: productos agrícolas, productos agrícolas procesados, productos
derivados de la pesca y productos industriales. Sobre un total de 10.433
productos, la oferta cubría 9.987 de ellos, los cuales se clasificaban según la
reducción arancelaria y el periodo de reducción de la misma, tal como lo
muestra la siguiente tabla, aunque sin oferta 446.
Tabla 1. Oferta UE
329
Tabla 2. Oferta Mercosur
Año Año Año Año Año Año Año Año Año Año Año
Cat.
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
A 100% - - - - - - - - - -
B 50% 50% 100% - - - - - - - -
C 11% 22% 33% 44% 55% 66% 77% 88% 100% - -
D - 10% 15% 25% 30% 40% 50% 60% 70% 85% 100%
E - - 10% 15% 25% 35% 45% 55% 70% 85% 100%
Año Año Año Año Año Año Año Año Año Año
Cat.
8 9 10 11 12 13 14 15 16 17
F 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90 100%
Cabe remarcar en esta parte que a simple vista las ofertas –si bien
cumplían con el requisito del Artículo XXIV del GATT– no ofrecían mejoras
sensibles al acceso al mercado de productos considerados relevantes para
cada región. Los negociadores europeos, defendiendo a la PAC, mencionaron
que casi el 70% de los productos agrícolas ingresaban con arancel cero a la UE.
Pero sucede que los productos más relevantes a la hora de las exportaciones
mercosureñas se encontraban justamente dentro del 30% restante. Desde
330
Mercosur se destacó que más de 400 artículos no estaban incluidos en la oferta
y que finalmente sólo serían liberalizados inmediatamente 3.800 artículos de un
total de casi 11.000. Por otro lado, Mercosur había dejado sin oferta a más de
800 productos sobre un total de casi 9000 y que para un sector tan importante
como el automotriz, las restricciones seguirían siendo muy fuertes.
Es decir, los productos que Mercosur estaba interesado en exportar a la
Unión Europea continuaban teniendo aranceles altos o otras trabas para-
arancelarias, y viceversa. En conclusión, las ofertas no satisficieron a las partes,
por ello su rechazo y el posterior congelamiento de las negociaciones.
331
El comercio entre ambas regiones sufrió el impacto de la crisis de 2008,
pero ha logrado recuperar y superar los niveles pre-crisis. Sin embargo el dato a
destacar es que en 2012, por primera vez desde que se iniciaron las relaciones
entre los bloques, la Unión Europea consiguió exportar más de lo que importó,
tendencia que incrementó en 2013. Decíamos que el comercio tiene un patrón
centro-periferia, lo que aquí vemos claramente, como vemos en el gráfico 2 con
datos de DG Trade (Eurostat, 2013). El gráfico explica que un gran porcentaje
de las exportaciones de cada región se encuentran concentradas en pocas
categorías de productos. A primera vista, alguien podría imaginar que ambas
economías son perfectamente complementarias, ya que una exporta materias
primas y la de productos manufacturados, con lo cual se generaría un encaje
perfecto. Sin embargo, el efecto es exactamente el contrario. Esta aparente
complementariedad es la que genera gran parte de los desacuerdos
comerciales. Llevado al extremo: Mercosur quiere exportar alimentos a Europa
sin pagar aranceles, y la Unión Europea quiere exportar manufacturas al
Mercosur sin pagar aranceles. Pero ambos desean proteger sus sectores
sensibles. Sin perjuicio de que existen numerosos factores que han impedido que
al dia de hoy contemos con un acuerdo Mercosur-UE, nos referiremos aquí a los
meramente comerciales. Más específicamente, el sector agrícola y el sector
industrial, los cuales han sido identificados como principales obstáculos al
momento de negociar un acuerdo. Paradójicamente: el principal obstáculo
para el acuerdo comercial, es el comercio. Por un lado el Mercosur posee un
sector primario muy desarrollado, no solo por la abundancia de recursos, sino
también porque en gran medida los países miembros se han caracterizado por
tener modelos económicos basados en este sector (agro-exportación). Sumado
a la disponibilidad de materias primas, los costos de producción son
sensiblemente inferiores a los de los países de la UE. Mercosur posee un sector
primario más competitivo que el europeo.
332
Desde el origen mismo de las Comunidades Europeas, se desarrolló la
Política Agrícola Común (PAC) cuyo nacimiento fue en la década del ‘50. Su
importancia relativa dentro del presupuesto comunitario fue crucial. En aquellos
primeros años, el 90% del total del presupuesto común iba destinado a cubrir la
PAC. Luego esa proporción se redujo a un 70-75% y hoy en dia constituye
alrededor del 40%. Esta política implica básicamente proteccionismo sobre el
sector agrícola europeo. Ante la menor eficiencia comparativa del sector (por
sus elevados costos, menor disponibilidad de recursos, etc.) los órganos
comunitarios debieron garantizar no sólo la seguridad alimentaria de la región
en épocas de posguerra, sino también protegerlo de la invasión de productos
agrícolas provenientes de otras regiones del mundo. Es por ello que tuvieron que
garantizar precios mínimos a los agricultores, para que la explotación de la tierra
continúe siendo rentable, y por otro lado, tuvieron que garantizar precios
máximos a los consumidores europeos. Es por ello que las autoridades europeas
se vieron en la necesidad de distorsionar el mercado agrícola a través de la
PAC, generando subsidios directos a los agricultores, a los poseedores de tierras,
barreras aduaneras a los productos no europeos, incentivos a la exportación,
etc.
La gran influencia de esta política llevó a la UE a convertirse en el primer
exportador mundial de productos agrícolas. Lo que en su momento fue una
herramienta para combatir la escasez de la posguerra, hoy permite la
abundancia de recursos. Sin embargo la UE es también hoy en dia el primer
importador de productos agrícolas del mundo. Cabe preguntarse entonces,
porqué la UE sigue interesada en productos agrícolas no europeos, y en
particular del Mercosur. Podríamos encontrar varias razones para ello: precio,
calidad, disponibilidad estacionaria (productos de contra-temporada) o
acceso a productos que no se producen en la UE. En particular la PAC es más
permisiva con este último tipo de productos y más estricta con productos
sensibles de origen europeo. También tiene en cuenta el grado de
procesamiento de cada producto, es decir, el valor agregado. Cuanto mayor
valor agregado posee un producto, mayor será el arancel. A modo de ejemplo,
el café sin tostar ingresa con arancel cero (0) al mercado europeo, mientras que
si esta tostado y descafeinado sube al 12%. Lo mismo sucede con el cacao:
arancel cero (0) para los granos, pero de 30% para una barra de chocolate.
La PAC ha generado y genera una distorsión muy importante del mercado
agrícola europeo, y teniendo en cuenta su dimensión a nivel global, las
consecuencias repercuten también a nivel mundial. Tal es el caso de la Ronda
Doha de negociación de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que
comenzó en 2001 y aún no ha cumplido su objetivo. Un ejemplo son los subsidios
a las exportaciones agrícolas, que deberían haber desaparecido en 2013 y aún
se encuentran presentes.
En el sector industrial sucede justamente lo contrario. El mercado industrial
europeo es uno de los más competitivos del mundo. El mercado interior de la UE
está fuertemente consolidado y posee infraestructuras productivas de primera
calidad, recursos humanos y tecnológicos muy desarrollados y un mercado de
consumo interno enorme.
El sector industrial de los países del Mercosur dista mucho de ser
competitivo a nivel global. Es por ello que los países miembros tienden a poner
barreras arancelarias y para-arancelarias a los productos industriales extranjeros
a fin de no poner en peligro la industria local. Es decir, entrar en competencia
directa (en un supuesto modelo de liberalización total) con la Unión Europea -
333
en este sector- llevaría al desmantelamiento de numerosas industrias ya que al
ser menos eficientes, no podrían hacer frente a la competencia exterior. Los
precios de los productos extranjeros serían en muchos casos menores a los de la
industria nacional, con lo cual el nuevo precio mínimo de cara al consumidor
estaría dado por el producto importado. El tejido industrial del Mercosur se vería
seriamente afectado, y cada cierre de una fábrica generaría despido de
trabajadores.
Dentro del Mercosur, uno de los sectores industriales mas importantes es el
automotriz, a punto tal que se encuentra fuera del ámbito de la normativa del
Mercosur. Es decir, el sector automotriz se encuentra regulado por acuerdos
bilaterales y no liberalizado. Asimismo, este sector es uno de los más relevantes
a la hora de las exportaciones europeas con destino a Mercosur.
Hoy en día el Arancel Externo Común del Mercosur para vehículos
terminados provenientes desde el exterior es de 35%. Es un arancel elevado si se
tiene en cuenta que, salvo excepciones (nacionales o regionales) el porcentaje
varía entre un 0% y un 20%. Actualmente Argentina y Brasil poseen un listado de
100 excepciones cada uno, Uruguay 200 y Paraguay más de 600.
Cabe también destacar que en aquellos sectores en donde la industria
mercosureña podría ser competitiva (textil, calzado, etc.) encuentra fuertes
barreras arancelarias al llegar a la UE. El siguiente cuadro sirve para explicar
cómo la UE protege sus sectores más sensibles. El cuadro 1 sigue los datos
ofrecidos por WTO online database, “World Tariff Profiles”, 2010.
334
4.- Otros factores que pueden incidir
335
finales de este 2015 para ver si efectivamente se realiza un intercambio de
ofertas.
La fuerte presencia de China en Latinoamérica, y fundamentalmente en
Mercosur es un factor con el cual no se contaba en 2004, al momento de las
últimas ofertas. Entre 2000 y 2009 el comercio chino con América Latina pasó de
U$S13.000 millones a U$S120.000. Para 2010, el 7% del total de exportaciones de
Latinoamérica tenían como destino al gigante asiático. Actualmente China es
el primer destino de las exportaciones de Brasil y Uruguay, y el primer socio
importador de Paraguay.
China importa desde Mercosur casi exclusivamente productos primarios e
introduce manufacturas. Esto ha llevado a retomar lentamente un proceso de
reprimarizacion económica que se había intentado dejar atrás. Un acuerdo con
la UE profundizaría esa tendencia si no se establecen beneficios equivalentes a
ambas partes, promoción de inversiones productivas y transferencia de
tecnología hacia Mercosur.
Por último, vale recordar que Estados Unidos siempre ha tenido un rol
determinante en Latinoamérica y en el caso del Mercosur no ha sido la
excepción. El Tratado de Asunción fue firmado tan solo unos meses después del
lanzamiento de la Iniciativa para las Américas bajo la administración Bush. La
posibilidad de que Chile se convierta en miembro pleno del Mercosur parecía
aclararse hacia el año 2000, pero el repentino reinicio de las negociaciones
(suspendidas hacía más de una década) con Estados Unidos en torno a un
acuerdo de libre comercio y su posterior firma, echaron por tierra esa opción.
La denuncia del Tratado de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) por parte
de Venezuela y su posterior viraje hacia el Mercosur, fue producto de la firma
por parte de Perú y Colombia de un acuerdo de libre comercio con Estados
Unidos. Durante la presidencia de Jorge Battle, Uruguay impulsó la posibilidad
de un acuerdo con el país del norte, que finalmente no pudo llevarse a cabo.
Durante la década de 1990, los cuatro miembros fundadores del Mercosur
siguieron recetas económicas de neto corte neoliberal bajo el anteriormente
mencionado Consenso de Washington, en donde se pregonaba que la
presencia del Estado de por sí generaba ineficiencias y debía reducirse a su
mínima expresión. Argentina fue tal vez el caso paradigmático, a punto tal que
su presidente llegó a solicitar el ingreso a la OTAN.
Mencionamos que la UE firmó con Mercosur el Acuerdo Marco de 1995, en
parte como reacción y respuesta al lanzamiento en diciembre de 1994 del
Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que de haberse
concretado hubiese dejado a la UE en una posición desventajosa. Si bien ya en
la III Cumbre de las Americas realizada en Quebec (Canada) la propuesta del
ALCA habia generado rechazo, fue en 2005 en Mar del Plata (Argentina),
durante la IV Cumbre de las Americas, en donde finalmente el proyecto colapsó
por completo.
Hoy en día la administración Obama ha decidido intentar un
acercamiento a Latinoamérica, dando pasos muy concretos como es el caso
del restablecimiento de relaciones con Cuba, tema sensible para el conjunto
latinoamericano. Pero por otro lado se encuentra negociando con la UE el
Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP) que sin dudas generaría
consecuencias a nivel mundial, probablemente negativas para América Latina.
Tal como sugiere el estudio “Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP)
Who benefits from a free trade deal?” (Part 1: Macroeconomic Effects) llevado
a cabo por Gabriel Felbermayr, Benedikt Heid y Sybille Lehwald en el año 2013.
336
Otros factores que impiden o podrían impedir el acuerdo entre los bloques
también han sido destacados por diversos autores, como por ejemplo la
posibilidad de un acuerdo UE-Mercosur a dos velocidades, o inclusive de
manera bilateral, pero considero que no sería un planteo acertado para los
países sudamericanos. Lo que está claro es que ambas partes intentarán
intercambiar ofertas solo si existe una alta probabilidad de alcanzar el acuerdo,
ya que un nuevo fracaso podría ser muy perjudicial de cara al futuro cercano.
Conclusiones
BIBLIOGRAFÍA
337
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Chile: CEPAL. Statistics and Economic Projections Division Natural Resources
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338
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339
Ricardo Piqueras: Profesor Titular de Historia de América de la Universitat de
Barcelona donde ejerce la docencia en grado y máster desde 1991. Especialista
en historia de la América colonial, sobre la que ha publicado libros y numerosos
artículos con relación al período de conquista, hambre y alimentación o Afro-
américa entre otros temas. A destacar dos de sus publicaciones Entre el hambre
y el Dorado: Mito y contacto alimentario en las huestes del XVI. (Diputación
Provincial de Sevilla, 1997) y La conquista de América: Antología del
pensamiento de Indias (Península, 2001). Ha ejercido de jefe de estudios de la
licenciatura/grado de Historia durante el período 2004-2010 y actualmente
ocupa el cargo de delegado del rector para políticas de profesorado de la
Universitat de Barcelona.
piqueras@ub.edu
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Amérique latine (with Luc Capdevila, Rennes, PUR, 2009). Colaboradora de la
Historia general de América de la UNESCO, de Historia de América Andina
(Universidad Andina Simon Bolívar, Quito). Con Salvador Bernabéu, Fronteras y
sensibilidades en las Américas (Madrid, Doce Calles, 2011); y con Luc
Capdevila, Le passé des emotions. Une histoire à vif Amérique latine Espagne
(PUR, 2014) http://www.pur-editions.fr/detail.php?idOuv=3667. Elegida miembro
del CNRS Comité Nacional para la sección 33 “Modern and Contemporary
Worlds” (2012-2016). En EHESS, imparte cursos Mundos modernos ibéricos e
Historia del Tiempro Presente (seminaries para guraduados), con especiala
énfasis en Venezuela. Editora de Nuevo Mundo Radar – La atalaya del Nuevo
Mundo (Latin American - Spanish Studies and Digital Humanities monitoring
blog), http://nuevomundoradar.hypotheses.org/.
flangue@ehess.fr ; frederiquelg@gmail.com.
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Eric Garcia Moral: Graduado en Historia en 2013 por la Universidad de
Barcelona. Máster en Historia del Mundo en 2014 por la Universidad Pompeu
Fabra. Doctorando en historia africana en el programa “Societat i Cultura” de
la Universidad de Barcelona. Miembro desde el 2012 del grupo de investigación
consolidado Grup d’Estudi de les Societats Africanes (GESA- SGR1425). Becario
de colaboración 2012-2013 en el Departamento de Antropología Social e
Historia de América y África de la Universidad de Barcelona (Ministerio de
Educación, Cultura y Deportes) y realización del proyecto África desde los
mapas: un viaje cartográfico por la historia del África Negra. Becario de soporte
al profesorado universitario en el Departamento de Humanidades de la
Universidad Pompeu Fabra (AAD2 2014).
eric.gm21@gmail.com
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342
UB desde el 2014, con Gabriela Dalla-Corte y Ricardo Piqueras como directores.
Licenciado en Documentación (2010) por la Universidad Oberta de Catalunya,
2008-2010. Trabaja como Técnico especialista digitalizador en el Departamento
de Digitalización (CEDI) de la Universidad de Barcelona desde 2013. También ha
realizado un máster en Edición Digital (2011) por la Universidad de Alcalá y otro
de Historia Contemporánea y Mundo Actual (2014) en la UB. Ha sido Editor
freelance (2012-2013) en MULTIACTIVA, con los materiales didácticos de 4º ESO
de Historia (Edebé) y para organizar la base de datos de una obra de gran
formato (Planeta); documentalista y digitalizador para el “Archivo histórico de
la ciudad de Barcelona” (2010-2011); y coordinador de proyectos
documentales en “Docuteca, gestión de documentos y archivos” (2004 - 2010)
dmllamas@gmail.com
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343
especialización en Derecho y políticas internacionales por la Universidad Central
de Venezuela 2010; componente docente por la Universidad Santa María,
formación como docente en el Programa nacional de formación docente en
educación a distancia (modalidad e-learning) por la Universidad José María
Vargas; y participación en otras actividades académicas.
johana.ramos@gmail.com
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344
Adriana Claudia Rodríguez: Profesora de Historia de América III e Historia
Argentina II del Centro de Estudios Interdisciplinarios sobre Nuestra América,
Departamento de Humanidades, de la Universidad Nacional del Sur, Bahía
Blanca, República Argentina. Directora del Centro de Estudios Interdisciplinarios
sobre Nuestra América “José Martí”, de la Universidad Nacional del Sur, y de la
UNS-CONICET. Es coordinadora de la red CECIES (Centro de Educación Ciencia
y Sociedad) de pensamiento Latinoamericano alternativo; directora del
Proyecto “De Martí al 98 cubano en su esencialidad e impacto”, Secretaria
Ciencia y Tecnología de la UNS. Profesora externa del Posgrado Universidad de
La Habana Departamento de Historia de Cuba. Ex Decana de la Facultad de
Humanidades de la Universidad nacional del Sur. Periodos 2006-2009- 2009-2013.
acrodri@criba.edu.ar
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Investigaciones Andino Amazónico) desde 2008; de la AEA (Asociación
Española de Americanistas) desde 2010 y del IIEGE (Instituto Interdisciplinario de
Estudios de Género) desde 2015. Ha participado también en proyectos I+D+I,
financiados por Convocatorias Públicas, como el proyecto titulado “La
articulación del Estado en América Latina: problemas internos y transfronterizos,
1880-1950”, financiado por la Dirección General de Investigación. Subdirección
General de proyectos de investigación. Ministerio de Economía y
Competitividad (ref. HAR2009-07094), desde 2009 hasta 2012; o el titulado “El
mundo latinoamericano como representación. La construcción de una
representación política, social y cultural en América, 1880-1960” financiado por
el mismo organismo, desde 2013 hasta 2015. Asimismo, ha publicado su trabajo
en revistas nacionales (Boletín Americanista, Naveg@merica, Temas
Americanistas) e internacionales (Historia Unisinos, Páginas), así como en diversas
obras colectivas. cielozaidenwerg@ub.edu
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346
2015; “Financiación y gestión de la repatriación de inmigrantes españoles entre
1907 y 1936”, Hispania. Revista Española de Historia, vol. LXXXIV, núm. 247, 2014,
pp. 465-494; El retorno. Migración económica y exilio político en América Latina
y España, (editado junto a: A. Martín Nájera y P. Pérez Herrero), Madrid, Marcial
Pons, Universidad de Alcalá, 2013.
agillaz@gmail.com
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María Dolores Pérez Murillo: Realizó sus estudios universitarios en las Universidades
de Granada y Sevilla. Doctora en Historia de América por la Universidad de
Sevilla (España). Profesora Titular de Historia de América de la Universidad de
Cádiz desde 1989, Habilitada Catedrática de Historia de América, y
colaboradora honoraria de la Universidad de Cádiz desde octubre de 2014.
Directora del Grupo de Investigación P.A.I./ HUM 313 de la Junta de Andalucía,
titulado : Intrahistoria, Oralidad y Cultura en América Latina y Andalucía. Desde
1995 y continúa en la actualidad. Investigadora Principal Proyecto Intercampus
CAPES entre la Universidad de Cádiz y la Universidade Federal de Florianópolis
(Santa Catarina-Brasil) desde 2003 a 2006. Investigadora del Proyecto de
Excelencia de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla (CSIC):
Andalucía y América: Intercambios y Transferencias Culturales y Humanas, 2007-
2012. Investigadora del Proyecto (I+D+I): La tradición clásica y Humanística en
España e Hispanoamérica.- de la Universidad de León. Desde 2003 y continúa
en la actualidad. Investigadora principal y coordinadora del Proyecto
Embajada de EE.UU. sobre “Sesenta años de la Base Naval de Rota a través de
la Historia Oral”. Ha sido Profesora Invitada en Universidades Latinoamericanas
de Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela.
dolores.perez@uca.es
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Central-Oriental y América Latina y las relaciones entre Rusia y América Latina a
la luz de la crisis en Ucrania.
santiagoavillar@hotmail.com ; svillar@cidob.org
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