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Acciones Obsesivas y Prácticas Religiosas

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Freud, S. – Acciones obsesivas y prácticas religiosas.

Existe una semejanza entre las acciones obsesivas y las prácticas


religiosas. El ceremonial neurótico consiste en pequeñas prácticas,
agregados, restricciones, ordenamientos que, para ciertas prácticas de la
vida cotidiana, se cumplen de una manera idéntica o con variaciones que
responden a leyes. Al enfermo se le presentan como carentes de
significado, pero es incapaz de abandonarlas. El no hacer el ceremonial se
castiga con una insoportable angustia. La particular escrupulosidad con
que se ejecuta el ceremonial, y la angustia si este es omitido, lo hace
equiparable a una acción sagrada. Cualquier acción puede convertirse en
un ritual obsesivo si es adornado con pequeños agregados, ritmada con
pausas y repeticiones. No hay un nítido deslinde entre las acciones
obsesivas y el ceremonial. Forman parte de esta enfermedad prohibiciones
e impedimentos, permitiendo ciertas cosas bajo el ceremonial, y
prohibiendo otras. Tanto compulsión como prohibición solo afectan a las
actividades solitarias de los seres humanos, durante años queda intacta su
conducta social. Las similitudes entre el ritual religioso y el ritual obsesivo
son las siguientes: la angustia de la conciencia moral a raíz de las
omisiones, el pleno aislamiento en relación a todo otro obrar, así como la
escrupulosidad con que se ejecutan los detalles. Las diferencias incluyen la
individualidad de los ceremoniales neuróticos, versus la estereotipia de los
ceremoniales religiosos, el carácter público versus el privado. La neurosis
es una religión privada. Las acciones obsesivas poseen un sentido
simbólico que es posible develar gracias a la técnica analítica. Es un
requisito que la persona que obedece a la compulsión desconozca su
significado. La acción obsesiva sirve a la expresión de motivos y
representaciones inconscientes. Al igual que el neurótico, el individuo
piadoso práctica el ceremonial sin in quirie su significado. El que se
comporta obedeciendo prohibiciones y padece de compulsión, se comporta
como obedeciendo una conciencia de culpa inconsciente. Esta conciencia
de culpa tiene su fuente en ciertos procesos anímicos tempranos, pero
halla permanente refrescamiento en la tentación, renovada por cada
ocasión reciente. Por otra parte genera una angustia de expectativa
siempre al acecho, una expectativa de desgracia que, por medio del
concepto de castigo, se anuda a la percepción interna de la tentación. El
ceremonial empieza como una acción de defensa o de aseguramiento,
como una medida protectora, a que se desconoce el nexo entre la ocasión
a raíz de la cual emerge la angustia de expectativa y el contenido con el
que ella amenaza. Esto se corresponde con el rezo de lo creyentes, que en
su corazón saben que son unos pecadores, pero se protegen a través de
este. El mecanismo de la neurosis obsesiva es el siguiente: en su base se
encuentra la represión de una moción pulsional que estaba contenido en la
constitución de la persona, tuvo permitido exteriorizarse durante algún
tiempo en su vida infantil, y luego cayó bajo la sofocación. Una especial
escrupulosidad dirigida a la meta de la pulsión nace a raíz de su represión
pero esta formación psíquica reactiva no se siente segura sino amenazada
de continuo por la pulsión que acecha en lo inconsciente. El influjo de la
pulsión reprimida es sentido como tentación, y en virtud del propio
proceso represivo se genera la angustia, que se apodera del futuro como
una angustia de expectativa. El proceso de la represión que lleva a la
neurosis obsesiva debe calificarse de imperfectamente logrado, y
amenazado cada vez más con el fracaso. Se requieren siempre nuevos
empeños psíquicos para contrabalancear el constante esfuerzo de asalto
de la pulsión. Las acciones y ceremoniales obsesivos nacen en parte como
defensa frente a la tentación en parte como protección frente a la desgracia
esperada. Para la tentación las acciones protectoras parecen resultar
pronto insuficientes; emergen entonces las prohibiciones destinadas a
mantener alejada la situación de tentación. El ceremonial figura la suma de
las condiciones bajo las cuales se permite otra cosa, todavía no
absolutamente prohibida. Los ceremoniales siempre devuelven algo del
placer que están destinadas a prevenir, sirven a las pulsiones reprimida no
menos que a las que las reprimen. En la formación en la religión también
se tienen que sofocar ciertas pulsiones. También la conciencia de culpa
ante la tentación inextinguible, y la angustia de expectativa ante los
castigos divinos también se evidencian en la religión. El mecanismo de
desplazamientos gobierna los procesos anímicos de la neurosis obsesiva,
por medio de un desplazamiento de lo sustantivo a lo cotidiano. La
neurosis es un correspondiente individual patológico de una religión: una
religión individual. La religión podría ser una neurosis obsesiva universal.
Ambas coinciden en la renuncia a las pulsiones dadas constitucionalmente.
La diferencia radica que en la neurosis estas pulsiones son de tipo sexual,
y en la religión de tipo egoísta.  

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