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Teoría Sobre El Apego y Afrontamiento A La Soledad

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Teoría sobre el apego y afrontamiento a

la soledad
Apuntes
Charo Dávalos R.
La teoría del apego desarrollada por J. Bowlby (1969) intenta construir
una teoría del desarrollo de la personalidad. En oposición a los postulados
hasta ese momento, de que la razón por la cual un niño establece un vínculo
estrecho con su madre radica en el hecho que esta lo alimenta, quedando
relegado a un segundo plano la relación personal otorgada por el vínculo, J
Bowlby propone que los seres humanos presentan una tendencia innata a
buscar vínculos de apego, los cuales brindan una satisfacción personal y
constituyen a la supervivencia de la especie.
Aunque la alimentación y el sexo cumplan una función importante dentro
del vínculo, la relación de apego tiene una existencia, una dinámica y una
función propia. Existe de este modo una tendencia primaria por parte de los
individuos a establecer fuertes lazos emocionales con determinadas personas,
considerando esto como un componente básico de la naturaleza humana. En la
infancia los lazos emocionales se establecen con los padres en busca de
protección y apoyo, los cuales prosiguen a lo largo de todo el ciclo del
desarrollo, pero complementados por nuevos lazos de acuerdo a los periodos
evolutivos.

El modo en que los padres se relacionen y traten a un niño durante la


primera infancia determinará la pauta de apego que este desarrolle, las cuales
según Ainsworth (1971) pueden clasificarse en tres grupos principales,
relacionadas a su vez con las condiciones familiares que las favorecen. En
primer lugar una pauta de apego segura está dada por las circunstancias en las
que un niño puede recurrir a sus padres en busca de apoyo y cuidado, de
modo accesible, frente a circunstancias adversas. Esta pauta favorece la
exploración del entorno, permitiendo el desarrollo del juego, el contacto con los
pares y las actividades sociales, sin presentarse la necesidad de proximidad
continua. Para ello la madre especialmente tendrá que poder captar las
necesidades del niño, garantizándole la seguridad del cuidado en caso que la
necesite. 
Contrariamente a ésta se puede desarrollar una pauta de apego ansioso
resistente, frente a la cual el individuo se encuentra inseguro por la
ambigüedad del vínculo con el progenitor, quién en ocasiones se muestra
accesible y colaborador y en otras distante y rechazante. Los sentimientos y
amenaza de abandono favorecen este tipo de relaciones generando fuerte
ansiedad e irritación por quien la padece y obstaculizando la posibilidad de
exploración del entorno.
Por último encontramos la pauta de apego ansioso elusivo caracterizada por la
falta de confianza por parte del individuo frente a la posibilidad de encontrar
cuidado y apoyo de otras personas, sino que por el contrario espera ser
relegado. Generando esto posibles dificultades en el desarrollo de la
personalidad, propiciado por los constantes rechazos de la madre hacia el niño,
en situaciones de necesidad y desvalimiento por parte de éste.
Respecto al sentimiento de “Soledad”, la psicología social explica que las
personas solas les cuesta mostrar su soledad y la esconden, sufriéndola en
silencio porque temen ser estigmatizadas en una sociedad que valoriza el éxito
social (tener pareja, muchos amigos, etc.).
En términos psicológicos, existen diversas definiciones para la soledad,
tal vez la más antigua sea la de Sullivan, quien la concibió como una
experiencia displacentera, asociada con la carencia de intimidad interpersonal.
Continuando con esta línea, Young, concibió a la soledad como la ausencia
real o percibida de relaciones sociales satisfactorias, que pueden ser
acompañadas por manifestaciones de “distress” psicológico. Para Weiss, quien
fuera llamado “el padre de la investigación sobre la soledad”, dice que ésta es
una respuesta ante la ausencia de una provisión de relación particular. Otros
autores definen a la soledad como una discrepancia entre las relaciones
interpersonales actuales y las deseadas. Para Peplau y Perlman, “la soledad es
una experiencia displacentera que ocurre cuando la red de relaciones sociales
de una persona es deficiente en algún sentido importante, ya sea cualitativa o
cuantitativamente”.

También se ha conceptualizado a la soledad como un mecanismo de


retroalimentación adaptativo que informa al sujeto sobre el nivel de
estimulación de interacción social que está recibiendo, en términos de cantidad
y forma. Tal estimulación varía desde la falta (soledad), hasta el exceso
(hacinamiento) (4). Con base en esta variedad de definiciones, Peplau y
Perlman (25) identificaron tres características comunes de la soledad:
a)    Es resultado de deficiencias en relaciones interpersonales;
b)    es una experiencia subjetiva que contrasta con la evidencia física del
aislamiento social;
c)    es una experiencia estresante y displacentera.
Por otra parte, las características distintivas de las definiciones
propuestas se derivan de la naturaleza de los déficits interpersonales. Así,
pueden identificarse carencias afectivas y cognoscitivas. Las primeras están
asociadas con una necesidad de intimidad y/o apego, en tanto que los déficits
cognoscitivos están vinculados con una percepción de estimulación social por
debajo del nivel óptimo considerado por el individuo.
De esta manera, las estrategias de afrontamiento de la soledad hacen
referencia a los esfuerzos cognitivos y conductuales que las personas ponen
en marcha con el fin de minimizar, reducir o controlar los efectos adversos que
ésta les provoca (estrés).
Y es que, salir de la situación de soledad requiere estrategias de
afrontamiento y un primer paso puede ser revelar dicho estado. En los casos
en que la persona sola pueda identificar el origen de su soledad y compartirlo
con otros en una relación de intimidad, la soledad se atenúa. Es cierto que la
intimidad es un modelo con sus riesgos ya que uno al mostrarse solo pone en
evidencia su dependencia y vulnerabilidad.
Rubenstein y Shaver señalan cuatro estrategias de afrontamiento de la
soledad:

 Pasividad, tristeza, autocompasión: comer en exceso, refugiarse en la


TV, dormir, tomar tranquilizantes, alcoholizarse, caer en inactividad. Estas son
quienes más sufren la soledad en un círculo vicioso de baja autoestima y
aislamiento social.

 Actividad: buscar formas constructivas de pasar el tiempo solos por


ejemplo desarrollando un hobby, leyendo, realizando actividad física, etc.

 Gastar dinero: como forma de aliviar los sentimientos negativos


asociados a la soledad y como forma de pasar el tiempo.

 Buscar contacto social: llamar a amigos, visitar a alguien.


Por su parte, Edison plantea seis alternativas de afrontamiento:

 Una orientación activa sensorial, búsqueda en el alcohol, drogas o sexo


compulsivo.

 Una salida religiosa, mística.

 Búsqueda de relaciones interpersonales.

 Actividades de recreación no sociales diversas como leer, estudiar…

 Desarrollar contractos íntimos con amigos y figuras secundarias.

 Refugio en conductas de pasividad.


Desde una perspectiva de intervención clínica, existen diferentes
abordajes terapéuticos ya sea que se trate de la soledad como estado o como
rasgo: para la soledad como estado son más apropiadas las terapias
breves dirigidas a una intervención en crisis o a una reconstrucción de la red
social, ambas apuntando a un cambio en la situación; en cambio, para la
soledad como rasgo se requieren intervenciones que mejoren las habilidades
sociales e interpersonales del sujeto.
Karen Rook menciona que hay tres tipos de intervenciones:
         Las que facilitan los contactos sociales
        Las
que promueven mejores estrategias de afrontamiento de la soledad, mejor
identificación de los otros significativos (amigos, familia…), el desarrollo de
habilidades sociales…
         La prevención de
la soledad por ejemplo a través de grupos de apoyo en
situaciones de riesgo como hijos de padres divorciados, gente de edad
avanzada, etc.
Como mencionamos anteriormente la soledad por aislamiento social
requiere como solución una estrategia comunitaria mientras que la soledad por
aislamiento emocional requiere una estrategia dirigida al pasado que revise la
historia del paciente.
La soledad puede ser un problema cuando no la elegimos, no sabemos
estar con ella o no sabemos salir de ella. El fracaso de las relaciones
interpersonales puede ser útil si sacamos provecho y revisamos nuestro estilo
de relacionarnos con los demás. Pero también la soledad puede ser una
oportunidad ya que permite sentir los recuerdos, las ilusiones, los
pensamientos y el propio cuerpo, y lo que es mejor, es una oportunidad para
redescubrirnos, hacia un encuentro con uno mismo.

Consulta:

MUCHINIK, Eva; SEIDMANN, Susana, “Aislamiento y Soledad”. Editorial Eudeba, Bs. As. 1998.
MONTERO, María y LOPEZ L. Juan J. “La soledad como fenómeno psicológico: un análisis conceptual. Revista digital Salud
Mental. Vol. 24. Nº1, febrero del 2001.

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