Educación Religiosa
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Mt. 3, 13 - 17
Llegó Jesús
desde Nazaret de Galilea a que Juan lo
bautizara en el Jordán" (Mc 1, 9). La
discusión entre el Bautista y Jesús, de la
que nos habla Mateo, expresa también la
pregunta que él hace a Jesús: "Soy yo el
que necesito que me bautices, ¿y tú acudes
a mí?" (Mt 3, 14). Mateo nos cuenta,
además: "Jesús le contestó: "Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así toda justicia.
Entonces Juan lo permitió" (Mt 3, 15). Al entrar en el agua, los bautizados reconocen sus
pecados y tratan de liberarse del peso de sus culpas. Jesús había cargado con la culpa
de toda la humanidad; entró con ella en el Jordán. Sólo a partir de aquí se puede entender
el bautismo cristiano. La anticipación de la muerte en la cruz que tiene lugar en el bautismo
de Jesús, y la anticipación de la resurrección, anunciada en la voz del cielo, se han hecho
ahora realidad. Así, el bautismo con agua de Juan recibe su pleno significado del bautismo
de vida y de muerte de Jesús. Aceptar la invitación al bautismo significa ahora trasladarse
Él es el
Hijo predilecto, sobre el cual descansa el beneplácito de Dios. Finalmente, quisiera
señalar que aquí encontramos, junto con el Hijo, también al Padre y al Espíritu
Santo: se preanuncia el misterio del Dios trino, que naturalmente sólo se puede
manifestar en profundidad en el transcurso del camino completo de Jesús. En este
sentido, se perfila un arco que enlaza este comienzo del camino de Jesús con las
palabras con las que el Resucitado enviará a sus discípulos a recorrer el "mundo":
"Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre,
y del Hijo, y del Espíritu Santo" (Mt 28, 19). El bautismo que desde entonces
Una amplia corriente de la teología liberal ha interpretado el bautismo de Jesús como una
experiencia vocacional: Jesús, que hasta entonces había llevado una vida del todo normal
en la provincia de Galilea, habría tenido una experiencia estremecedora; en ella habría
tomado conciencia de una relación especial con Dios y de su misión religiosa, conciencia
madurada a las que Juan había dado una nueva forma, y debe causar también una
conmoción personal provocada en Él por el acontecimiento del bautismo.
ORACIÓN
Señor Dios nuestro, te pedimos, que no nos
dejes caer en la tentación, danos fuerzas
para permanecer fiel a tu palabra, con fe
esperanza y caridad.
Que nuestros ojos, oídos y boca sean
instrumentos, para animar, aconsejar,
escuchar y observar, la realidad que hoy
nos toca vivir.
No permitas que el orgullo, la riqueza y la
vanidad invadan nuestro ser, nuestra
familia y comunidad.
Ayúdanos a ser humildes, sencillos y
generosos.
Derrama Señor tu bendición sobre cada uno
de nosotros, para anunciar tu palabra
siendo siempre buenas noticias.
Amén