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Impresionismo Post Impresionismo y Puntillismo

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EL IMPRESIONISMO Y EL POSTIMPRESIONISMO.

1. EL IMPRESIONISMO.
Llamamos Impresionismo a un movimiento artístico que apareció en Francia en la segunda mitad del
siglo XIX, formado por una serie de pintores: Monet, Manet, Degas, Renoir, Pissarro, Sisley, Morrisot,
entre otros. La técnica de estos artistas era completamente innovadora; si observamos sus cuadros nos
daremos cuenta de su originalidad: al acercarnos a estas pinturas vemos solamente un conjunto de
manchas borrosas que no significan nada; sin embargo, al alejarnos del cuadro apreciamos paisajes y
figuras: las obras impresionistas están hechas para ser vistas de lejos. Los impresionistas fueron muy
censurados en sus inicios: tanto a la crítica como al público les parecía que aquellos artistas tenían una
técnica incorrecta, pintaban mal. Así, este movimiento tardó muchos años en ser asimilado. De hecho,
el nombre de “impresionistas” le fue dado a estos pintores por un crítico de la época, y de manera
despreciativa, a pesar de lo cual ellos no se desanimaron. Antes bien, como eran buenos amigos
decidieron seguir exponiendo juntos y apoyarse los unos a los otros hasta que su arte recibiera el debido
reconocimiento.

Ahora bien, ¿Por qué los impresionistas pintaban así?


Todos estos creadores pensaban que la pintura debía ser una especie de búsqueda científica y filosófica
de la realidad: ¿Cómo son de verdad los objetos, cómo se ven? A menudo –decían los impresionistas-
los artistas, al hacer pintura, dibujan y perfilan perfectamente el contorno de las cosas y cometen un
error porque en realidad dichos objetos no aparecen a la vista tan bien delimitados ni tienen colores
tan nítidos; por el contrario, según les de la luz, adquieren un aspecto borroso y fugaz. Según la hora
del día o las condiciones atmosféricas, las figuras cambian de forma y de color, se desdibujan. La
realidad se modifica siempre; todo se mueve, nada permanece. Lo que los impresionistas pretendían
era precisamente representar eso, la naturaleza en constante movimiento. Por eso plasmaban todos los
objetos mediante manchas irregulares; así obtenían en sus obras la impresión de que las cosas se
hallaban difuminadas, en eterno devenir.
Por otra parte, estos pintores pensaban que el artista debe pintar solamente lo que sus ojos ven, puesto
que la pintura es el arte de lo visual. La imaginación a menudo engaña artífice y éste acaba plasmando
en el lienzo cosas que en realidad no ve: pinta, por ejemplo un pendiente cuando en realidad
únicamente ve el reflejo brillante de una perla; dibuja un barco en medio de una gran tempestad aunque
verdaderamente es imposible que una tormenta de tal calibre permita la visión del buque. Los
impresionistas creían que la pintura debe buscar la verdad visual de las cosas sin echar mano de los
engañosos disfraces de la imaginación. Había que pintar sólo lo que se ve, no lo que se toca o se huele
o se percibe con otros sentidos distintos de la vista.

2 .EL POSTIMPRESIONISMO.
Llamamos Postimpresionismo a una de las escuelas de pintura que aparecen poco después del
Impresionismo, ya a finales del siglo XIX.
CARACTERÍSTICAS
• Reacción contra el impresionismo.
• Revalorización de la forma, que se había perdido.
• Se aúna la visión física del objeto con el sentimiento del artista.
• Los temas recuperan algo de importancia.
• La pincelada es pequeña y muy pastosa.
• Importa el color aleatorio (no proviene de la realidad sino de la imaginación)
• La pincelada da forma al objeto.
Ya hemos explicado lo mucho que les costó a los impresionistas ser aceptados por el público y la
crítica. Sin embargo, poco a poco se fueron abriendo camino y podemos decir que al cabo de veinte
año eran pintores muy reconocidos y casi célebres: sus obras se cotizaban a precios altísimos y eran
expuestas en los salones más prestigiosos. Pronto el Impresionismo se convirtió en una moda que llegó
a toda Europa e incluso a Estados Unidos.
Pero en los últimos años del siglo XIX una serie de pintores bastantes jóvenes se negaron a seguir la
moda impresionista. Aunque admiraban a Monet, a Manet, a Renoir... ellos querían ser originales y
pintar a su manera. A todos estos artistas nuevos se les suele agrupar bajo el nombre de
postimpresionistas, y aunque son autores muy distintos unos de otros, casi todos ellos tienen en común
una cosa: recuperan la línea y el dibujo, vuelven a delimitar de forma precisa los contornos de las
cosas; se acabaron las manchas etéreas y fugaces del Impresionismo, se terminó la sensación de que
la realidad es borrosa y desdibujada. No obstante, los postimpresionistas no hacen una pintura realista:
con mucha frecuencia en sus cuadros no hay una perspectiva real ni colores reales. Por el contrario, lo
que vemos son tonos planos, figuras sin volumen, caricaturas, deformaciones....
Entre los grandes postimpresionistas debemos destacar los siguientes:
Paul Cezanne: este pintor, muy poco conocido en su época, tiende a reducir cada vez más los objetos
a figuras geométricas: cuadrados, triángulos, cubos. Son muy famosos sus bodegones y también sus
paisajes. Sus obras influyeron poderosamente en otras corrientes artísticas posteriores, como por
ejemplo el Cubismo de Picasso.
Henri de Toulouse-Lautrec: la vida de este pintor no fue precisamente muy feliz. Era hijo de una
familia de la alta nobleza francesa y de pequeño sufrió una caída que le rompió las dos piernas. Por
problemas de genética los huesos no soldaron bien y éstas quedaron atrofiadas; el niño creció pero sus
extremidades inferiores no lo hicieron, lo que dio como resultado un cuerpo deforme, con torso y
brazos fuertes y musculosos sostenidos por unas piernas diminutas. Esa situación hizo que Toulouse-
Lautrec fuera un hombre solitario, amargado y cínico. Huyendo de sí mismo acabó refugiándose en
los burdeles parisinos y en las salas de fiesta del Moulin Rouge y el Moulin de la Gallette. Allí se
dedicó a pintar a prostitulas, bailarinas de can-can, actóres cómicos y a todo tipo de personajes
extravagantes. Toulouse-Lautrec era un genial dibujante de caricaturas, y fue él quien inventó los
primeros carteles de propaganda. Toda su obra destila un sentido del humor amargo y triste pero a la
vez una enorme ternura hacia los personajes marginales, nocturnos y solitarios que plasma en sus
lienzos.

Vincent Van Gogh: la existencia de este pintor fue aún más desgraciada que la de Toulouse-Lautrec.
Gran parte de su existencia la pasó luchando contra la locura, que siempre le estuvo acechando, y que
le llevó de sanatorio en sanatorio a lo largo de muchos años. Sus problemas mentales le empujaban a
veces a desahogarse en violentos ataques en los que era capaz de dañarse gravemente a sí mismo. Por
si fuera poco nunca tuvo éxito; sólo fue capaz de vender dos cuadros en toda su vida, lo cual es una
triste contradicción si tenemos en cuenta que en la actualidad dos de sus obras son las más caras del
mundo. Van Gogh es hoy día considerado uno de los mayores genios de la pintura de todos los tiempos.
Fue un gigantesco pintor de la naturaleza: sus paisajes están llenos de soles llameantes y de flores y
campos llenos de magia; parece como si la locura interior del artista se hubiera plasmado en sus
cuadros dando a sus imágenes una vida y un alma únicas en el arte. El último cuadro que pintó Van
Gogh se titula “la muerte” y en él aparece un sol rojo, un refulgente trigal y un pequeño segador que
avanza alzando la guadaña. La muerte no llega de noche, entre el miedo y la oscuridad, sino a pleno
sol, como si fuera una parte necesaria de la vida. A los dos o tres días de haber terminado el cuadro
Van Gogh se suicidó.
Paul Gaughin: este pintor fue amigo y compañero de alojamiento de Van Gogh en la ciudad de Arlés,
pero su obra es completamente distinta. Era un hombre ordenado, perfeccionista y meticuloso, aunque
bastante bohemio. Lo cierto es que como colegas, Van Gogh y Gaughin no se llevaban muy bien, y su
amistad duró poco tiempo. Gaughin poseía una personalidad independiente, y no estaba dispuesto a
permitir que nada ni nadie se interpusiera entre él y su trabajo artístico. Así, una vez iniciado el camino
de la pintura, abandonó a mujer e hijos y viajó a la lejana isla de Tahití, donde acabó pasando varios
años. Allí se dedicó a pintar a las mujeres indígenas, unas mujeres que, semidesnudas, aparecen en sus
cuadros como antiguas diosas prehistóricas de la fertilidad. Al contrario que la frenética pintura de
Van Gogh, la obra de Gaughin es serena, estable, llena de paz y de quietud: Figuras humanas
reposadas, de grandes volúmenes y colores planos, que muestran una enorme elegancia y dignidad.

El puntillismo o divisionismo es una técnica y un estilo pictórico que consiste en crear dibujos
mediante puntos que vistos de cerca se muestran como tales, pero de lejos recrean una figura
completa y compleja. Se enmarca en las escuelas del postimpresionismo, aunque su origen radique
en principios muy semejantes a los que encontraron los impresionistas en la naturaleza pero en lugar
de pinceladas, los artistas de este movimiento acudieron al punto.

El puntillismo apareció a finales del siglo XIX, en plena época de cambio de los inicios de
la Revolución Industrial. El avance tecnológico y el cambio en el paradigma de lo real tienen su
impacto, así, en las sensibilidades artísticas, que se ven por un lado amenazadas por nuevas
posibilidades técnicas como la fotografía, y por otro controladas por los salones artísticos
(considerados los espacios de legitimación estética de la época).

Esta nueva técnica, así, vendrá a explorar las nuevas texturas y teorías del color en el arte y a
llevar más allá el legado de los impresionistas: cuadros que de cerca se descomponen en puntos y de
lejos adquieren su armonía figurativo.

Si bien el nombre “puntillismo” fue y es el más popular para la técnica e incluso para el
movimiento artístico que la propuso —y ciertamente parece muy adecuado—, dos de sus más
grandes firmas: Georges Seurat y Georges Signac, jamás lo aceptaron oficialmente y prefirieron el
nombre de “divisionismo”, pues les parecía más apropiado artísticamente.

El puntillismo se convirtió en moneda corriente entre los neoimpresionistas.

El puntillismo aparece por primera vez en 1886, en el Salón de los Independientes, de la mano del
pintor francés Georges Seurat (1859-1891), quien exploraba el modo en que los tonos fríos y
cálidos, dispuestos en pequeñas pinceladas a manera de punto, crean en el ojo combinaciones y
sensaciones visuales complejas.
Los puntillistas: se trata de diversos pintores entre los que destacan los franceses Seurat y Signac. A
base de pequeños puntos de color plano estos artistas crean paisajes y figuras de una gran belleza y
colorido. El puntillismo es una especie de derivado del Impresionismo. Las manchas impresionistas
han sido sustituídas por puntitos

Seurat

• Aplica el rigor científico al impresionismo, consiguiendo un estilo propio: el puntillismo.

• Es un estilo tan elaborado (se realizan multitud e bocetos, y se pinta la obra con pequeños puntos
de colores básicos) que sólo tiene siete obras terminadas.

”Un baño en Courbevoie” Georges Seurat fue uno de los primeros en considerar que las propuestas
del Impresionismo se estaban agotando en sí mismas. Dentro de las diversas tendencias renovadoras
que se desenvolvieron durante el Postimpresionismo, este pintor francés inauguró una Escuela que
combinaba la libertad y las innovaciones impresionistas con el cientifismo positivista de fines del
XIX. Esta escuela se denominó puntillismo. La innovación consistía en utilizar la pincelada suelta y
descompuesta en colores primarios, que ya habían establecido los impresionistas, para realizarla con
exactitud matemática y rigurosa en puntitos de color básicos, cuyo efecto se combinaría
equilibradamente en la retina del espectador. Esta ordenación tan estricta de la pincelada requirió
unos contornos precisos, unas figuras estáticas y unas escenas compositivamente sólidas, sobre una
base geométrica estable. Ese cuadro fue uno de los primeros en experimentar a fondo con los avances
del cromo¬luminismo; como su nombre indica, esta técnica pretende resolver a través del color el
problema de la luz en el cuadro, que a través del punteado minucioso destacaría con un brillo propio.
El lienzo se realizó dentro de taller y no al natural, como pintaban los impresionistas. Sin embargo, el
tema (unos domingueros bañándose en los alrededores de París) necesitaba ser tratado al natural.
Seurat resolvió el problema realizando infinitos apuntes en vivo, que luego trató científicamente en
su taller, como si de un laboratorio de pintura se tratara

La técnica pronto ganó entusiastas, como Paul Signac, del mismo salón de artistas, y se convirtió
en moneda corriente entre los neoimpresionistas de la época.

Influencias del puntillismo

La publicación de Charles Blanc Gramatica Ades artes du dessin de 1865, fue un texto
fundamental para el puntillismo, sobre todo sus teorías sobre el color en la pintura.

Su postulado sobre el contraste simultáneo entre los colores y sus complementarios, de hecho, era
fundamental en el modo de pintar de los puntillistas, tanto como los tratados científicos de Cheverul,
Sutter y Rood.

Sin embargo, la influencia más radical fueron los propios impresionistas, que aspiraban a pintar
la luz de la realidad mediante pinceladas de color que, de cerca, eran solo eso, pero de lejos
reproducían paisajes enteros.
Los puntos debían combinarse entre sí en base a su color.

La técnica puntillista consistía en aplicar apenas la punta del pincel para crear trazos
redondos como un punto. Estos puntos debían combinarse entre sí en base a su color y al efecto
conjunto que se buscaba y podía hacerse incluso sobre minúsculas superficies.

En algunos casos se recurría al dibujo previo (borrador) ya que los puntillistas enfrentaban sus
obras con paciencia y tenacidad. Luego sería la retina del espectador la que hiciera el trabajo por
ellos, juntando los puntos en un cuadro.

Los puntillistas obedecían a una teoría del color que prefería los colores puros (de la paleta del
arcoíris) ya que consideraban la mezcla de colores los “ensucia”, es decir, los hace tender al negro.

Los puntillistas juntaban estos colores sin mezclarlos para que el contraste entre ellos generara los
efectos visuales deseados, si bien era frecuente el uso de blanco en mezcla con algunos de ellos, para
alcanzar un tono más claro.

Las obras puntillistas demandaban mucho tiempo de planificación y ejecución.


Los puntillistas empezaban sus cuadros al aire libre, como los impresionistas, pero los acababan en el
taller ya que demandaban mucho tiempo de ejecución.

Esto requería de mucho ordenamiento y planificación, así como la consideración de la obra de arte como
un efecto milimétrico a reproducir, algo que apuntaba a la matemática y la consideración lógica.

Quizá por eso en su pintura cobraron valor las formas geométricas, las nociones de volumen y el
ordenamiento espacial, pero sus resultados a menudo eran rígidos y carentes de vida.

Tipos de puntillismo
Más que “tipos”, el puntillismo tenía ejecuciones: cada una dependía del ánimo y el estilo del
artista que pintaba a pesar de que, en principio, la técnica elegida fuera común a todos.

Vincent van Gogh fue parte del movimiento puntillista.

Los principales exponentes del movimiento eran Charles Angrand, Chuck Close, Henri-
Edmond Cross, Henri Deavallée, Hippolyte Petitjean, Georges Lemmen, Maximilien Luce, Camille
Pissarro, John Roy, Vlaho Bukovac, Paul Signac y su fundador, Georges Seurat.

Sin embargo, pintores de la envergadura de Vincent van Gogh echaron mano a la técnica
durante algunas etapas de su obra.
Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte (1886), célebre obra de de Seurat.

Algunas de las obras más representativas del movimiento fueron La parade (1889) y Tarde de
domingo en la isla de la Grande Jatte (1886) de Seurat, Entrada en el puerto de
Marsella (1918) de Signac, Morning interior (1890) de Luce, o el famosísimo Autorretrato (1887)
de van Gogh.

Fuente: https://www.caracteristicas.co/puntillismo/#ixzz6TobbiFL2

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