Lois
Lois
Lois
Siguiendo la ruta desde aquí la carretera discurre entre hoces calizas y a medida que nos
acercamos a Lois se hace más estrecha, paralela al río Dueñas donde podemos ver figuras en piedra que
parecen caprichos de la naturaleza pero son obra de artistas anónimos con manos habilidosas.
Y tras esta breve parada seguimos hacia el pueblo , pequeño pero coqueto y lleno de historia, en
un enclave realmente lejano. Tiene bonitas casonas señoriales -ricamente blasonadas- y solariegas, que
atestiguan la cantidad de familias hidalgas y notables que hubo entre sus habitantes, pese a lo cual nunca
logró la condición de 'villa'.
Cuenta también con una fuente de 6 caños, una casa de humo de reciente restauración, una fábrica
de luz y la Iglesia que es su mayor tesoro.
Declarado en su conjunto como Bien de Interés Cultural el día 5 de mayo de 1994.
En el camino de entrada al pueblo ya podemos contemplar esta obra arquitectónica de estilo neoclásico
que destaca, a su vez, por su sencillez y austeridad.
La casa del humo es una vivienda que no tiene chimenea o salida de humo, de
tal modo que éste se filtra a través de la cubierta vegetal formando una capa de
hollín negra y brillante que cubre el interior. Su principal característica es tener
una cubierta vegetal denominada 'cuelmo', que es un tipo de techumbre
habitual en muchas comarcas leonesas hasta mediados del siglo XX en que fue
sustituida por pizarra o teja. La parte más interesante de la casa estaba en su interior y era la cocina, pues
en ella aún existía el 'llar' *y las 'pregancias' **. Su último habitante fue Honorino Álvarez, conocido por
sus vecinos como 'Noris'. Tras un tiempo deshabitada, se produjo un incendio que arrasó la mayor parte
de su estructura. Finalmente fue reconstruida. Era el último vestigio de este tipo de vivienda en la
provincia.
Llar: Losa situada en el centro o pared de la cocina, sobre la que se prepara la lumbre para cocinar.
Pregancias: Cadenas que se colgaban de un gancho para sujetar el caldero en el que se cocían los
alimentos a fuego lento en la lumbre.
La casa de los Reyero, conocida como 'Casa de los mayorales' fue construida en el año 1794 por D.
Baltasar Álvarez Reyero Acevedo y Argüelles a su regreso de América, donde desarrolló su carrera
militar. Es un hermoso ejemplar de palacio o casa solariega, de elegantes y sobrias formas que se reflejan
en su fachada a pesar de encontrarse parcialmente abandonada. Construida con sillares de piedra caliza
rosada local, es de dos alturas y en su fachada se pueden ver tres escudos, ocupando el mayor de ellos la
parte central de la casona. En el de la izquierda aparecen los apellidos Reyero y Argüelles, mientras que
en el de la derecha se esculpieron las armas de los Álvarez y Acevedo.
A mediados del siglo XVIII había en Lois siete molinos harineros. En aquella época su uso estaba
muy extendido, pues jugaban un papel muy importante para la alimentación, tanto de personas como de
animales, pues ésta se basaba en cereales transformados en harina. De ahí el nombre de 'harineros'.
Los molinos aprovechaban el agua como fuerza motriz, por ello se debían
construir en las márgenes del río. El mecanismo era simple: el agua del río
conducía mediante una presa hasta el 'caz' (canal para tomar el agua) del molino,
movía la rueda - de madera o hierro - que, a su vez, ponía en movimiento la piedra
de moler. Por otra parte, este uso del agua hacía que los molinos centrasen su
funcionamiento desde finales del otoño hasta la primavera. Era un bien muy
preciado que se podía heredar, vender o compartir; por lo que era habitual que en
un mismo molino tuviesen derecho de molienda un determinado número de días al
mes varias personas.
Se construyó la fábrica de luz con la finalidad de tener todos luz propia en sus casas y moler grano de sus
cosechas. Funcionó hasta mediados del siglo XX, momento en que las nuevas tecnologías y la emigración
decidieron su cierre.