La Zarzuela y El Genero Chico RESUMEN
La Zarzuela y El Genero Chico RESUMEN
La Zarzuela y El Genero Chico RESUMEN
La
zarzuela
en
el
siglo
XIX
(Extractos
de
un
texto
de
Víctor
Sánchez)
Tras
un
período
inicial
negativo,
a
partir
de
1832,
se
estrenarán
una
serie
de
modestas
obras
cómicas,
inspiradas
en
la
tradición
de
la
tonadilla
dieciochesca,
que
culminarán
con
la
restauración
de
la
zarzuela
grande
en
1849.
Ésta
obtendrá
un
gran
éxito
entre
1850
y
1865,
en
el
que
participarán
los
principales
creadores
del
momento
-‐Barbieri,
Gaztambide
y
Arrieta-‐
creando
un
género
cómico
de
claras
aspiraciones
operísticas.
En
1866,
el
modelo
entrará
en
crisis
con
el
triunfo
de
la
compañía
de
los
bufos,
de
Francisco
Arderius.
Su
carácter
lúdico
será
el
germen
del
género
chico,
que
dominará
con
una
intensa
actividad
el
teatro
lírico
español
entre
1880
y
1900.
1.La
restauración
de
la
zarzuela
grande
(1849-‐1875).
Tras
un
comienzo
de
siglo
marcado
por
una
gran
inestabilidad,
generada
por
las
guerras
napoleónicas,
a
mediados
del
siglo
XIX,
España
vive
un
momento
de
estabilidad
que
facilitó
el
desarrollo
económico
y
social.
Surgió
una
nueva
burguesía,
en
ascenso,
que
se
unió
al
aumento
de
la
administración
en
torno
a
la
corte.
Esta
nueva
situación
se
aprecia
especialmente
en
Madrid.
Así,
la
consolidación
de
la
nueva
estructura
social
va
a
facilitar
la
demanda
de
actividades
de
ocio,
entre
las
que
destacarán
las
representaciones
teatrales.
Es
en
este
contexto,
donde
la
zarzuela,
que
está
surgiendo,
va
a
encontrar
su
principal
apoyo
y
se
va
a
convertir
en
uno
de
los
géneros
más
representativos
de
su
momento.
Será
aceptado
y
apoyado
por
el
público
madrileño,
y
difundido
por
toda
la
península,
teniendo
incluso
su
proyección
en
la
América
hispana.
Tras
los
primeros
y
modestos
intentos
de
representar
obras
líricas
de
carácter
español
realizados
durante
la
década
de
1840,
siempre
de
manera
aislada
y
sin
una
clara
definición
formal,
se
dio
el
paso
decisivo
para
la
creación
de
un
género
autóctono
que
adquiriese
una
nueva
dimensión
artística
y
económica,
que
fuese
aceptado
por
el
público
madrileño.
Este
fue
el
estreno
en
1849
de
la
zarzuela
en
dos
actos
Colegialas
y
soldados
de
Rafael
Hernando
en
el
Teatro
del
Instituto,
que
se
ha
considerado
el
inicio
de
la
nueva
etapa
de
la
zarzuela.
El
éxito
de
la
nueva
zarzuela
no
sólo
ofreció
la
forma
del
género,
y
su
denominación,
sino
que
favoreció
la
creación
de
una
empresa
que
impulsase
el
nuevo
tipo
de
espectáculo.
Nacía
lo
que
se
ha
denominado
zarzuela
moderna
o
restaurada,
en
referencia
a
la
reutilización
del
viejo
término
del
palacio
de
los
Austrias.
A
partir
de
1849
el
nuevo
género
nacional
iba
a
dominar
el
teatro
lírico
español.
En
la
siguiente
temporada,
la
empresa
de
actores
y
músicos
que
había
trabajado
en
el
Teatro
del
Instituto,
se
constituyó
en
sociedad
con
el
nombre
de
Sociedad
Artístico-‐Musical,
con
el
fin
de
cultivar
el
nuevo
género.
En
los
años
posteriores,
se
realizaron
numerosos
estrenos
y
en
1853
se
unió
a
la
sociedad
Emilio
Arrieta,
que
tras
su
paso
por
Italia
ofreció
una
nueva
perspectiva
más
italianizante,
sin
renunciar
al
carácter
nacional,
que
era
el
sello
distintivo
del
nuevo
género.
Destacará
la
popular
Marina
(1855),
transformada
en
ópera
casi
veinte
años
después.
En
apenas
unos
pocos
años,
la
zarzuela
se
había
convertido
en
un
género
consolidado.
Es
decir,
en
un
modelo
de
teatro
lírico
nacional,
capaz
de
competir
con
el
repertorio
operístico
internacional,
que
se
ofrecía
en
el
cercano
Teatro
Real.
Supuso
además
la
consolidación
de
una
nueva
generación
de
compositores
-‐la
mayoría
de
ellos
no
superaba
los
treinta
años-‐
que
encontraron
en
la
zarzuela
no
sólo
su
medio
de
expresión,
sino
también
un
aceptable
sustento
económico.
Además,
pronto
el
repertorio
que
se
estrenaba
en
Madrid
se
dio
a
conocer
en
toda
España
y
América,
alcanzando
una
dimensión
internacional
que
siempre
estuvo
limitada
por
el
idioma.
1
El
período
de
apogeo
de
la
zarzuela
grande
se
centra
en
el
tercer
cuarto
del
siglo,
entre
1851
y
1874,
años
que
vienen
enmarcados
por
el
estreno
de
dos
títulos
fundamentales
de
Barbieri:
Jugar
con
fuego
y
El
barberillo
de
Lavapiés.
Sin
embargo,
a
partir
de
1868,
el
género
va
a
entrar
en
crisis
debido
a
las
nuevas
circunstancias
políticas
y
sociales
que
van
a
favorecer
el
auge
de
nuevos
estilos.
De
esta
manera,
como
se
verá
posteriormente,
primero
la
irrupción
del
género
bufo
y
después
el
auge
del
género
chico,
van
a
arrinconar
la
zarzuela
grande.
Así,
a
partir
de
1870
las
compañías
del
Teatro
de
la
Zarzuela
comienzan
a
pasar
apuros
económicos
ante
la
marcha
de
un
público
que
prefiere
las
nuevas
alternativas
teatrales.
El
ritmo
de
estrenos
de
la
zarzuela
grande
fue
bastante
elevado,
con
una
continua
renovación
y
ampliación
del
repertorio,
en
la
que
participaron
la
mayoría
de
los
compositores
de
la
época.
Entre
ellos,
destacan
Francisco
Asenjo
Barbieri
,
Emilio
Arrieta
y
Joaquín
Gaztambide
-‐Características
formales
de
la
zarzuela
grande
En
el
aspecto
literario
destacan
tres
características:
a)
Se
trata
de
obras
de
tres
actos
que
se
diferencia
por
su
extensión
de
la
zarzuela
chica.
Abarcan
una
función
completa,
con
sus
respectivos
entreactos
y
una
duración
de
entre
dos
y
tres
horas.
b)
Recurren
a
los
temas
de
carácter
nacional,
muchos
de
ellos
ambientados
en
el
mundo
de
los
majos
dieciochescos,
como
en
El
barberillo
de
Lavapiés.
No
obstante,
en
el
repertorio
figuran
zarzuelas
ambientadas
en
muy
diferentes
lugares
de
España,
no
limitándose
a
los
temas
madrileños,
que
predominan
dado
el
lugar
habitual
de
estreno.
c)
La
zarzuela
alterna
partes
habladas
con
cantadas,
sin
que
predomine
ninguna
de
las
dos.
De
hecho,
los
cantantes
se
veían
obligados
a
recitar
escenas
de
verso.
A
nivel
musical,,
la
zarzuela
grande
une
el
lenguaje
operístico
internacional,
tanto
francés
como
italiano,
con
elementos
nacionales
muy
variados.
Entre
sus
principales
rasgos
musicales
:
a)
Las
partituras
constan
de
entre
quince
y
dieciocho
números
musicales,
distribuidos
regularmente
entre
los
tres
actos.
b)
La
plantilla
orquestal
responde
a
la
formación
clásica
habitual
en
el
teatro
lírico
de
la
época,
es
decir,
compuesta
en
torno
a
cuarenta
músicos,
con
las
habituales
familias:
viento-‐madera
a
dos,
metal
(trombas,
trompas
y
trombones),
cuerda
y
percusión,
que
frecuentemente
incluye
algún
instrumento
característico
como
las
castañuelas.
c)
Las
voces
son
de
carácter
operístico,
exigentes
tanto
en
las
tesituras
como
en
la
expresividad.
Así,
en
la
zarzuela
predominan
las
voces
habituales
de
las
compañías
operísticas:
soprano,
tenor
y
barítono.
d)
El
coro
posee
un
gran
protagonismo
y
elemento
principal
de
caracterización
popular.
e)
Son
utilizadas
numerosas
formas
folclóricas,
que
se
integran
en
el
discurso
musical.
En
la
zarzuela
se
incluye
música
popular
de
todas
las
regiones
españolas:
jotas,
seguidillas,
fandangos,
boleros,
zortzicos,
etc.
f)
Se
da
una
coherencia
global
de
la
música,
que
no
se
concibe
como
una
mera
ilustración
de
números
musicales
aislados,
sino
como
un
continuo
de
teatro
lírico.
En
este
sentido,
la
zarzuela
muestra
sus
aspiraciones
operísticas,
creando
un
lenguaje
musical
elaborado
e
internacional,
sin
renunciar
a
integrar
lo
nacional
y
autóctono.
2.El
género
bufo
(1866-‐1875).
En
1866
surge
la
primera
crisis
del
modelo
de
zarzuela
grande,
con
la
creación
del
género
bufo,
que
supuso
la
implantación
en
España
del
teatro
de
los
bufos
parisinos.
Se
trataba
de
un
género
muy
popular
en
la
capital
francesa
Su
concepción
eminentemente
lúdica
atrajo
al
público
madrileño,
que
prefirió
mayoritariamente
la
nueva
propuesta,
dejando
el
Teatro
de
la
Zarzuela
sumido
en
una
fuerte
2
crisis
económica
y
artística.
De
hecho,
los
bufos
supusieron
el
abandono
de
los
ideales
operísticos
de
la
zarzuela
restaurada,
marcando
el
inicio
de
una
nueva
etapa
dominada
por
lo
lúdico
y
festivo,
que
tendría
su
continuidad
en
el
posterior
auge
del
género
chico.
El
género
bufo
tuvo
una
duración
corta,
aunque
marcó
una
ruptura
importante
Elementos
formales
del
género
bufo
El
modelo
de
teatro
que
representa
el
género
bufo
se
propone
primordialmente
la
creación
de
un
arte
menos
transcendente,
más
inmediato
y
fácil,
un
intento
de
crear
espectáculo
con
fines
esencialmente
lúdicos.
En
su
esencia
está
la
idea
de
importar
modelos
culturales
para
alimentar
la
nueva
cultura
de
masas.
De
esta
manera,
los
bufos
están
en
el
origen
del
cuplé,
la
canción
ligera
o
las
variedades,
fenómenos
de
gran
transcendencia
social
que
definen
muchas
de
las
manifestaciones
artísticas
actuales.
A
pesar
de
la
lógica
diversidad
presente
en
las
obras
del
repertorio
bufo,
motivada
por
su
constante
interés
en
satisfacer
los
gustos
y
deseos
del
público,
se
puede
establecer
una
serie
de
características
que
definirían
el
estilo
de
la
zarzuela
bufa:
a)
El
libreto
es
el
componente
fundamental,
siendo
en
muchas
obras
más
destacado
que
la
propia
música,
que
se
limita
a
colorear
algunas
escenas,
sin
añadir
elementos
dramáticos.
Predominan
los
elementos
paródicos,
burlescos
y
humorísticos,
con
textos
llenos
de
juegos
de
palabras,
y
referencias
a
la
actualidad
política
y
social.
b)
El
espectáculo
teatral
se
concibe
de
manera
global,
en
el
que
todos
los
elementos
(texto,
música
y
puesta
en
escena)
están
al
servicio
de
agradar
y
sorprender
al
público.
En
este
sentido,
las
zarzuelas
bufas
poseen
una
puesta
en
escena
elaborada,
con
abundantes
cambios
de
decorados
y
un
intenso
movimiento
de
actores.
c)
La
música
es
ligera
y
sencilla,
sin
grandes
complicaciones
técnicas,
tanto
en
el
ámbito
orquestal
como
vocal.
De
hecho,
los
intérpretes
son
actores
que
cantan
y
que
conceden
mayor
importancia
a
la
caracterización
del
personaje.
d)
Destaca
una
amplia
utilización
de
danzas,
que
sirven
para
apoyar
el
elemento
coreográfico
de
las
compañías,
que
muchas
veces
es
el
mismo
coro.
Aunque
se
utilizan
algunas
danzas
españolas,
predominan
las
importadas
del
centro
de
Europa
-‐generalmente
siguiendo
las
modas
parisinas-‐
como
la
polka,
el
vals,
la
polonesa
y,
sobre
todo,
el
can-‐can,
especie
de
polka
rápida
que
definió
internacionalmente
el
género.
e)
Se
incluyen
elementos
picantes
y
eróticos,
tanto
en
los
textos,
como
en
la
interpretación
musical.
Todas
estas
características
reflejan
un
modelo
muy
diferente
de
teatro
musical,
en
el
que
predomina
lo
cómico
y
lúdico,
que
rompía
con
el
ideal
operístico
de
la
zarzuela
restaurada.
De
esta
manera,
el
género
bufo
supuso
una
importante
ruptura
con
el
teatro
burgués
anterior,
condicionado
por
los
cambios
sociales
y
económicos
de
la
Europa
de
la
segunda
mitad
del
siglo
XIX
3
.
El
género
chico
(1880-‐1900)
El
género
chico
constituye
la
segunda
gran
época
de
la
zarzuela
del
XIX,
tras
la
transición
que
supuso
la
época
de
los
bufos.
Iniciado
en
1868
irá
creciendo
hasta
dominar
completamente
el
panorama
teatral
de
fines
de
siglo.
De
hecho,
durante
la
década
de
1890
funcionan
en
Madrid
más
de
veinte
teatros,
algunos
de
ellos
con
gran
éxito
como
el
Apolo
o
el
Eslava,
lo
que
demuestra
la
enorme
aceptación
del
género.
La
denominación
'género
chico'
hace
referencia
a
la
duración
de
las
obras,
se
trata
de
piezas
breves
de
un
único
acto
con
una
duración
de
en
torno
a
una
hora.
Esta
brevedad
es
un
rasgo
común,
que
engloba
géneros
muy
diferentes
como
la
zarzuela
chica,
el
sainete,
el
juguete
o
la
revista.
3
La
auténtica
novedad
era
el
sistema
del
teatro
por
horas
en
que
se
encuadra
el
género
chico,
mediante
el
que
un
local
podía
ofertar
cuatro
funciones
distintas
a
precios
mucho
más
económicos.
De
ahí
el
éxito
de
público,
ya
que
facilitó
el
acceso
no
sólo
al
público
burgués,
sino
a
capas
sociales
más
modestas;
de
hecho,
a
finales
de
siglo
todo
Madrid
acudía
a
estas
funciones,
fenómeno
que
se
repite
en
otras
muchas
ciudades.
Además,
el
carácter
de
los
asistentes
era
diferente
en
cada
función,
desde
el
más
tranquilo
de
la
primera
función
que
comenzaba
hacia
las
ocho
-‐llena
de
niños
y
familias-‐
hasta
el
más
bullanguero
de
la
cuarta
función,
como
la
famosa
'cuarta
del
Apolo'
a
la
que
acudían
los
más
vividores
de
la
ciudad;
ya
que
comenzando
hacia
las
doce
(en
teoría,
porque
siempre
se
retrasaba
bastante)
podía
terminar
más
allá
de
las
dos
de
la
madrugada.
Los
teatros
que
ofrecían
el
género
chico
fueron
el
centro
del
ocio
de
la
sociedad
española
de
la
Restauración
y
resulta
difícil
encontrar
una
institución
que
caracterice
mejor
a
la
España
de
entonces.
El
éxito
del
nuevo
modelo
por
horas
será
tan
grande,
que
pronto
se
van
a
ir
sumando
nuevos
locales
durante
la
década
de
1870.
La
mayor
parte
de
los
teatros
adoptan
el
formato
de
sesiones
por
horas,.
Hasta
una
treintena
de
teatros
compiten
a
fines
de
siglo
ofertando
piezas
en
un
acto.
La
plenitud
se
va
a
alcanzar
en
la
última
década
del
siglo,
considerada
la
edad
de
oro
del
género
chico.
En
esos
años
se
estrenan
cerca
de
mil
obras,
entre
cuyos
títulos
se
incluyen
algunas
de
las
más
famosas
piezas
del
repertorio
zarzuelístico,
que
han
seguido
representándose
desde
entonces.
La
creciente
demanda
hace
que
en
la
creación
de
este
repertorio
participen
la
mayoría
de
los
compositores
de
entonces,
como
Ruperto
Chapí,
Tomás
Bretón,
Gerónimo
Giménez,
Manuel
Fernández
Caballero
o
Federico
Chueca,
entre
otros
muchos
menos
conocidos.
Entre
los
numerosos
locales,
destaca
la
intensa
actividad
del
Teatro
Apolo,
considerado
la
'catedral
del
género
chico',
cuya
compañía
era
una
de
las
más
populares.
A
partir
de
1900
la
zarzuela
chica
va
decayendo,
entrando
en
una
progresiva
crisis
que
terminará
con
el
género
en
pocos
años.
Entre
las
principales
causas
está
la
pérdida
de
la
rentabilidad
económica,
debido
al
aumento
de
los
gastos
de
representación
tanto
por
los
nuevos
derechos
de
autor,
como
por
las
reivindicaciones
salariales
de
músicos.
Además,
surgen
nuevos
formas
de
ocio
que
progresivamente
van
a
ir
desplazando
al
teatro,
como
los
espectáculos
deportivos
-‐en
especial
el
juego
de
pelota
vasca-‐
y
el
novedoso
cinematógrafo.
De
esta
manera,
a
partir
de
1900
el
género
chico
pierde
su
identidad
y
se
van
introduciendo
géneros
menores,
como
la
opereta
y
la
revista,
dentro
de
los
denominados
géneros
ínfimos,
en
los
que
predomina
lo
picante
y
obsceno,
Subgéneros
literarios
del
género
chico
El
género
chico
surge
como
teatro
sin
música,
hablado,
y
sólo
incorpora
la
música
como
un
medio
de
dar
un
aliciente
más
al
espectáculo.
Así,
el
componente
literario
es
fundamental
en
estas
breves
obras.
Una
costumbre
muy
extendida
fue
la
de
calificar
las
obras
con una
denominación
que
puntualizaba
el
título.
Existen
más
de
doscientas
diferentes,
muchas
haciendo
referencia
con
gran
imaginación
y
humor
al
carácter
de
la
pieza:
juguete,
a
propósito,
disparate,
humorada,
fantasía,
gacetilla,
etc.
Sin
embargo,
tras
esta
multitud
de
denominaciones
se
pueden
establecer
cuatro
subgéneros
básicos,
que
engloban
a
otros
muchos
y
que
fueron
los
más
utilizados
en
el
repertorio
chico:
1)
Sainete.
Destaca
por
su
intento
de
representar
un
cuadro
de
costumbres
en
el
escenario,
por
el
que
circulan
numerosos
tipos
y
personajes
característicos
del
lugar
de
la
acción.
En
estos,
la
trama
argumental
se
ve
reducida
al
mínimo,
interesando
más
la
caracterización
del
conjunto.
Un
conocido
ejemplo
es
La
verbena
de
la
Paloma,
en
el
que
participan
más
de
una
veintena
de
actores
representando
figuras
como
el
sereno,
unos
porteros,
un
tabernero,
unos
guardias,
que
4
crean
un
vivo
cuadro
del
Madrid
de
entonces,
con
el
que
el
público
se
sentía
muy
identificado.
El
sainete
no
se
limitó
al
ámbito
madrileño,
aunque
sí
fue
lógicamente
el
predominante,
mostrando
otros
lugares
de
la
geografía
nacional.
2)
Revista.
Género
que
surge
en
el
XIX
sin
ninguna
relación
con
el
teatro
anterior,
al
parecer
fruto
del
cosmopolitismo
de
las
nuevas
grandes
ciudades
como
París,
Londres
o
Berlín.
En
su
esencia
está
el
concepto
de
un
espectáculo
teatral
divertido,
de
mero
entretenimiento,
donde
se
unen
la
música,
la
danza
y
vistosas
decoraciones.
Su
nombre
hace
referencia
al
carácter
de
actualidad,
ya
que
en
la
revista
se
repasan
acontecimientos
recientes,
de
los
que
el
público
conocía
y
participaba
cotidianamente.
La
costumbre
de
escribir
el
libreto
entre
varios
no
era
exclusiva
de
la
revista,
siendo
fruto
de
la
premura
con
que
se
trabajaba
para
poder
estrenar
cuanto
antes,
mucho
más
en
el
caso
de
obras
que
trataban
temas
de
actualidad.
3)
Juguete.
Surge
a
partir
del
vaudeville
francés,
y
su
denominación
hace
referencia
a
un
carácter
intrascendente,
de
mero
entretenimiento.
Se
limita
a
presentar
una
breve
trama
de
muy
pocos
personajes
-‐generalmente
un
enredo
amoroso-‐
que
no
es
más
que
una
excusa
para
presentar
una
serie
de
escenas
divertidas,
llenas
de
chistes
y
confusiones.
4)
Zarzuela
chica.
Algunas
zarzuelas
se
centran
en
desarrollar
una
trama
dramática,
en
algunos
casos
con
momentos
melodramáticos
que
se
unían
a
otros
cómicos.
Eran
como
zarzuelas
grandes
condensadas
en
un
solo
acto,
lo
que
muchas
veces
provocaba
una
cierta
confusión
y
precipitación
al
desarrollar
la
trama
argumental.
Dentro
del
extenso
repertorio
del
género
chico,
cifrado
en
varios
miles
de
piezas,
lógicamente
existen
numerosas
denominaciones
y
muchas
no
se
adaptan
totalmente
a
estos
subgéneros.
Sin
embargo,
estos
cuatro
subgéneros,
al
margen
de
las
realizaciones
concretas
de
cada
obra
definen
los
cuatro
estilos
literarios
básicos
en
que
se
trabajaba
en
el
género
chico,
que
eran
conocidos
tanto
por
los
autores
como
por
el
público.
Frente
a
la
gran
variedad
de
géneros
y
subgéneros
literarios,
la
música
presenta
un
estilo
unificado
dentro
de
la
zarzuela
chica,
salvando
el
diferente
carácter
de
cada
pieza
y
por
supuesto
las
diferentes
calidades
musicales
de
cada
compositor.
En
realidad,
el
compositor
utiliza
su
arte
para
caracterizar
algunas
situaciones
dramáticas
y,
sobre
todo,
para
resaltar
con
la
música
algunas
escenas.
De
hecho,
el
desarrollo
dramático
está
en
el
libreto
y
la
música
no
es
más
que
un
añadido
que
enriquece
el
discurso
teatral.
Un
claro
ejemplo
de
gran
variedad
de
registros
se
puede
encontrar
en
los
números
de
La
verbena
de
la
Paloma.
Una
pieza
en
la
que
Tomás
Bretón
desarrolla
al
máximo
las
posibilidades
musicales
del
aparentemente
modesto
género;
desde
el
registro
cómico
de
las
escenas
de
D.
Hilarión,
hasta
el
más
dramático
de
Julián,
pasando
por
el
flamenco
(soledad),
un
descriptivo
nocturno,
unas
bulliciosas
seguidillas,
y
varias
danzas
de
salón,
como
la
mazurka,
el
vals
o
la
habanera,
que
es
la
base
del
famoso
dúo
"¿Dónde
vas
con
mantón
de
Manila?"
Esta
gran
variedad
refleja
no
sólo
las
múltiples
influencias
que
confluyen
en
el
género
chico,
sino
también
las
posibilidades
que
ofrecía
a
los
compositores
más
destacados.
Características
musicales
de
las
piezas
del
género
chico
a)
Las
partituras
constan
de
entre
cinco
y
siete
números,
distribuidos
entre
los
diferentes
cuadros
del
acto.
Lógicamente,
el
límite
viene
impuesto
por
el
acto
único
y
por
la
duración
de
en
torno
a
una
hora,
del
sistema
del
teatro
por
horas.
5
b)
Los
medios
musicales
son
limitados,
tanto
en
las
voces
como
en
las
formaciones.
Las
compañías
debían
rentabilizar
su
negocio,
por
lo
que
las
formaciones
orquestales
son
bastante
reducidas
y
se
suelen
limitar
a
acompañar
las
voces.
Esto
no
impide
que
algunos
compositores
realizasen
partituras
más
complejas
en
función
de
sus
intereses
estilísticos,
como
el
mencionado
Bretón,
Chapí
o
Albéniz.
c)
Las
voces
poseen
un
tratamiento
sencillo,
debido
a
que
las
piezas
de
género
chico
se
representaban
con
actores
que
además
sabían
cantar.
Así,
predominan
los
personajes
de
carácter
cómico,
con
voces
intermedias,
barítonos
en
las
masculinas
y
tiples
en
las
femeninas,
término
que
hace
referencia
a
una
voz
intermedia
y
sencilla.
De
hecho,
no
son
habituales
las
voces
de
tenor
ni
de
soprano.
En
las
compañías
solía
haber
algunos
artistas
con
mayores
capacidades
vocales,
en
las
que
se
interpretaban
auténticas
romanzas
de
carácter
operístico.
d)
Existe
una
amplia
presencia
de
las
danzas
de
moda,
insertas
no
sólo
en
los
números
coreográficos
sino
en
cualquier
momento,
como
la
mencionada
habanera
de
La
verbena
de
la
Paloma.
Entre
las
danzas
nacionales
se
puede
mencionar
la
jota,
las
seguidillas,
el
bolero,
el
chotis,
además
de
todas
las
del
mundo
flamenco
(soleá,
fandango
o
polo)
o
las
americanas
(tango
o
habanera).
Entre
las
extranjeras
destacan
la
mazurka,
el
vals,
la
polka,
el
can-‐can
o
la
polonesa.
e)
A
pesar
del
predominio
del
carácter
cómico
y
de
las
danzas,
en
algunas
partituras
se
intercalan
numerosos
elementos
melodramáticos,
con
una
música
de
carácter
operístico,
que
sigue
las
tendencias
de
finales
de
siglo,
en
especial
el
verismo.
El
realismo,
que
estaba
en
la
base
del
verismo,
resultaba
muy
apropiado
para
el
sainete
y
la
zarzuela,
y
muchos
compositores
introdujeron
estos
elementos
musicales
en
sus
zarzuelas
chicas.
Así,
algunas
obras
presentan
complejidades
que
resultaron
muy
difíciles
de
superar
por
los
intérpretes
que
las
estrenaron,
así
como
detalles
armónicos
y
formales
muy
desarrollados,
como
se
puede
ver
en
las
de
Chapí
y
Bretón.