Alvaro Moreno - Desigualdad y Macroeconomía - 2016
Alvaro Moreno - Desigualdad y Macroeconomía - 2016
Alvaro Moreno - Desigualdad y Macroeconomía - 2016
Es sorprendente que todo esto que se enseña en los cursos básicos de macroeconomía en
cualquier universidad del mundo, sea ignorado o desvirtuado sin razones sólidas por los
partidarios del no. Este ejercicio muestra que se requiere una mayor ilustración desde la
perspectiva macroeconómica para entender los efectos reales del acuerdo de la Habana y
establecer las condiciones macroeconómicas para construir una paz duradera y sostenible
en el país. Este trabajo busca contribuir en algo en ese sentido.
1
Profesor Asociado de la Universidad Nacional de Colombia
2
Se descuenta el 27% para salud y pensiones
3
El multiplicador keynesiano es 1.5 para Colombia (Garay et al, 2007)
En Colombia, la solución a las tensiones distributivas que demandan “reformas”
estructurales e institucionales, se abortan o se aplazan mediante dos mecanismos:
primero, surge una facción disidente del “bloque histórico” 4 en el poder ya sea para
captar la impaciencia ciudadana por cambios progresistas o para dirigir desde posturas de
“derechas” los anhelos “reaccionarios” de los ciudadanos que se aterran por el ascenso de
sectores sociales y populares que buscan por medios institucionales mayor participación
democrática para extender los derechos reales de ciudadanía a un mayor espectro de la
población. El segundo ha sido históricamente el uso de la violencia como variable de
ajuste para cerrar la brecha distributiva que exige el patrón de acumulación de capital, sin
recurrir a mecanismos macroeconómicos civilizados como la inflación (Revéiz,1989;
Hirschman, 1974). El proceso de negociación en la Habana es el penúltimo de los
intentos de las elites para renunciar a la violencia como mecanismo para resolver el
conflicto social moderno en el país (Dahrendorf, 1988; Tovar Panzón, 2016).
De allí que la llamada “polarización” política de la “nación” no sea más que una ilusión
óptica producto de los medios. Es cierto que existe una especie de “patria boba” entre los
santistas y los uribistas, la que se reduce a una interpretación muy particular de la
naturaleza y especificidad de los diálogos de paz en la Habana. El uribismo considera que
la negociación es del tipo “esto o esto” (conflicto no divisible) , es decir, o pagar cárcel o
impunidad; mientras que los negociadores del gobierno insisten hasta la saciedad que son
del tipo “mas o menos” (conflicto divisible), por ello se requiere aceptar algo de
impunidad, para poder terminar con el conflicto armado y alcanzar un “segundo mejor”
que cumpla con los estándares internacionales de verdad, justicia y reparación que exigen
la justicia transicional (Hirschman,1994a).
Con lo anterior, no pretendo decir que los santistas y los uribistas no presenten
diferencias retóricas respecto a las consecuencias de los acuerdos, y su posterior
refrendación por el constituyente primario. Por supuesto que no. De hecho, los uribistas
con una prosa “incendiaria” consideran que sí la sociedad colombiana se compromete con
los acuerdos negociados entre el gobierno y la FARC, la economía colombiana podría
atravesar por una periodo de transición de bajo crecimiento y reducción del bienestar. Por
el contrario, el gobierno insiste que la terminación del conflicto armado es un activo neto
para la sociedad colombiana, a todas luces muy rentable en el mediano y largo plazo, ya
que no solo la tasa de crecimiento de la economía será mayor, sino que el bienestar de
todos los colombianos se incrementará, casi inmediatamente, sin valle de lagrimas -como
lo sostienen las más acaloradas voceras del uribismo-.
En el gráfico 1 se presentan las sendas -que según las dos facciones de la elite en el
poder- puede experimentar la sociedad colombiana después de los acuerdos de paz.
Como se puede ver, el gobierno insiste que la terminación del conflicto en el momento to
tiene efectos de bienestar positivos, el diferencial en términos de bienestar y crecimiento
siempre es positivo entre un mundo en paz y uno en guerra, el segmento b-a. El uribismo
anticipa un valle de lágrimas en el cual el bienestar y el crecimiento caen
sustancialmente, lo que significaría una perdida social en términos netos. Lo llaman
4
Este concepto es de Gramsci.
eufemísticamente el periodo Castro-Chavista. Lo curioso es que ninguna de las facciones
(Santistas y Uribistas) considera que sea necesario hacer cambios sustanciales en el
régimen de crecimiento, ni mucho menos en el orden económico y la regulación de los
mercados. En este sentido, decimos que el santismo y el uribismo son las dos caras del
mismo proyecto: conservador en lo político y neoliberal en lo económico.
Grafico 1
Senda Santista
a
Senda Uribista
t
to tn
Mientras que el santismo se aferra a la idea ingenua de que “todas las cosas buenas van
juntas”, es decir, que el progreso social y político irán de la mano después de la firma de
los acuerdos; los uribistas hacen uso de la retórica reaccionaria, resumida en la tesis del
peligro, según la cual el proceso de paz amenaza los supuestos “logros” de la mal llamada
“seguridad democrática”; a lo cual se suma la nueva tesis del efecto perverso
(Hirschman,1991), que sostiene que la aplicación de Ley de restitución de tierras traerá
consigo nuevas victimas.
Esta manera de presentar las alternativas, no solo es maniquea, sino que deja de lado la
discusión mas importante: ¿cuáles son las condiciones necesarias para liderar un
proceso de crecimiento sostenido y de cambio estructural que permita reducir las
desigualdades en el largo plazo y que respondan eficazmente a las demandas de los
sectores populares y de las victimas del conflicto armado?.
Este trabajo busca hacer un modesto esfuerzo en este sentido, con el fin de abrir las
discusiones en la sociedad colombiana, para ir más allá del llamado “momento uribista-
santista”. Es decir, reconocer que la relación entre progreso político y crecimiento es
compleja, siendo del tipo switch, a veces están conectados y en otras aparentemente cada
uno va por su lado, esto es lo que Hirschman(1994b) denomina procesos de “segunda
naturaleza”. Es por ello que la terminación de la confrontación armada mediante la
negociación es una condición necesaria aunque no suficiente para que la sociedad
colombiana tenga una segunda oportunidad. Solo en un escenario en el cual los conflictos
distributivos sean resueltos mediante procesos de negociación entre las partes,
reconociendo las tensiones y los intereses de las clases, será posible transitar hacia un
modelo democrático de crecimiento incluyente que penalice los comportamientos
predatorios y nepotistas, sustentados en “instituciones políticas y económicas extractivas”
(Robinson, 2016; Tovar Pinzón,2014).
En este orden de ideas, las economías latinoamericanas atravesaron por una edad de oro
entre los años 50s y principios de los 60s; luego, entre finales de los 60s y principios de
los 70s, siguió una edad de platino galopante, que concuerda con la culminación de la
primera fase de la industrialización. La década de los 80s es la edad de plomo del
continente -mejor conocida como la década perdida-, que significó un quiebre negativo
en la tendencia de crecimiento de largo plazo; y finalmente, el periodo que va de
principios de los 90s hasta 2015, que se asocia a una edad de platino incipiente,
acompañada de procesos de des-industrialización y des-agriculturación acelerada, altos
flujos de capitales y reevaluación de las monedas que terminaron por reversar la
especialización productiva, hacia exportación de materias primas, minería y bienes
intensivos en recursos naturales y maquila con bajos contenidos de valor agregado
(Fuentes, 2015; Vernengo,2015).
Es cierto que durante éste último período, las desigualdades y la pobreza se redujeron en
la mayor parte del continente, no obstante, la culminación del ciclo largo de altos precios
de los bienes primarios en el mercado mundial amenaza la continuidad de dichos logros,
a no ser que se implementan políticas industriales y comerciales estratégicas que
permitan cambiar el modelo “especulativo de crecimiento” por uno de desarrollo
productivo que abra el núcleo del “espacio de producto” hacia bienes de mayor
intensidad tecnológica y altas elasticidades ingreso en los mercados internacionales. Esta
es tal vez la única alternativa –en medio del estancamiento económico global- para
superar la heterogeniedad estructural y reducir los altos índices de desigualdad del
continente(Cimoli et al, 2016). Para Colombia no solo es la oportunidad de mejorar su
inserción económica internacional, sino la posibilidad de construir un camino al andar
que supere las causas objetivas del conflicto armado y ofrezca a los ciudadanos una
segunda oportunidad sobre “su” tierra recobrada.
2 Barrera Inflacionaria
1.5
0.5
0
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
2010
2012
2014
Inversión Indice de Productividad Media trabajo
Fuente: Dane, cálculos propios
Tal vez una de las razones de este fenómeno sea el cambio de especialización productiva
que sufrió la economía colombiana durante los últimos 20 años, pasando de una alta
participación de la industria y la agricultura en el PIB durante los 70s, a una abierta des-
industrialización y desagriculturación que comienza en la apertura y se profundiza con el
modelo de “confianza inversionista.” (Gráfico 3). Los sectores que han ganado
importancia son la minería y el sector financiero.
Gráfico 3
0.3
Edad de Platino Edad de Plomo
Edad de Platino incipiente
Galopante
0.25
0.2
0.15
0.1
0.05
0
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
2010
2012
2014
Agricultura Industria
Gráfico 4
2.5
Edad de Platino Edad de Edad de Platino incipiente
Galopante Plomo
2 Barrera Inflacionaria
1.5
0.5
0
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
2010
2012
2014
Gráfico 5
250
Edad de Platino incipiente
Edad de Edad de Platino Edad de Plomo
Oro Galopante
200
150
100
50
0
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Fuente: CINEP
Como se observa, la edad de oro se caracteriza por la menor tensión del conflicto
distributivo. En la edad de platino galopante, aumentan ostensiblemente las huelgas,
mostrando que las luchas sindicales tienen un gran espacio papa mejorar la participación
de los trabajadores en el ingreso, en la medida que mejora la productividad y la demanda
de trabajo crece a ritmos superiores de la oferta. En este periodo los trabajadores logran
sus objetivos y el salario crece por encima de la productividad. La edad de plomo
también revela un alto índice de conflictividad, sin embargo, en este caso la solución no
favorece a los trabajadores, pues la situación de crisis de la economía obliga a los
trabajadores a reducir sus pretensiones como consecuencia de los altos índices de
desempleo.
Por ultimo, la edad de platino incipiente muestra una reducción drástica del numero de
huelgas, sin embargo, esto no se explica por una distensión distributiva, sino por la
llamada pax uribista, que contempla una inflación de violencia contra el movimiento
sindical y social, acompañada con políticas regresivas de orden macroeconómico y
sectorial, que minan el poder de las organizaciones sindicales. El Banco Central olvida el
objetivo de pleno empleo y se preocupa esencialmente por el control de la inflación,
mientras que los gobiernos desde 1990 renuncian abiertamente a la industrialización,
asumiendo la ley de hierro de la división internacional del trabajo que le impone al país
como única alternativa la re-primarización de su economía y el resurgimiento galopante
de la búsqueda de rentas por las elites, a causa de la privatización y la desregulación de
todos los mercados, empezando con la flexibilidad aguda del mercado laboral. Mientras
que las políticas sectoriales y macroeconómicas debilitaban el poder de los sectores
populares urbanos, la inflación galopante de la violencia organizada en el campo
eliminaba cualquier resistencia campesina al despojo y a la locomotora minera y de gran
plantación. El gráfico 6 presenta el indicador más dramático: población víctima de
desplazamiento forzado.
Gráfico 6
450000
350000
300000
250000
200000
150000
100000
50000
0
1985
1987
1989
1991
1993
1995
1997
1999
2001
2003
2005
2007
2009
2011
Apenas un cuarto de siglo se necesitó para revertir los magros logros alcanzaros durante
la edad de oro y de platino galopante en Colombia. Desde principios de los noventa se
liberaron fuerzas económicas regresivas y acciones para-estales que desencadenaron un
modelo de crecimiento y cambio estructural sustentado en la especialización productiva
de bienes primarios e intensivos en recursos naturales y trabajo no calificado. Se
consolidaron economías de enclave en las zonas de gran explotación minera, cuyas
consecuencias fue el acelerado empobrecimiento de las poblaciones nativas.
“La oferta de recursos naturales, la cual en muchos países es concentrada en una pequeña proporción de la
población o centralizada en empresas publicas, muchas veces tiene una influencia negativa en la
distribución del ingreso. Cuando las empresas privadas, ya sea nacionales o extranjeras, están en el
negocio, los recursos son concentrados en pocas manos; en el caso de la empresa publica, el sistema
rentista puede reproducirse en cada empresa, la cual llega a ser una burocracia de dominio feudal, con una
considerable proporción de las rentas generadas dentro de la institución, en forma de salarios y beneficios
que son muchas veces mas altos que los recibidos en otras actividades. Transferir los derechos de propiedad
de estas empresas ya sea al sector privado nacional o extranjero, podría no cambiar el hecho fundamental,
el cual tiene que ver mas con la actitud a la acumulación de riqueza que con una forma particular de
propiedad” (Fajnzylber citado por Cimoli y Rovira, 2008).
Una simple manera de ver las consecuencias del modelo de acumulación y cambio
estructural colombiano es correlacionar la participación del sector minero y financiero en
el PIB con la distribución funcional del ingreso. Efectivamente, una mayor participación
del sector minero y del financiero en el PIB están relacionados con un deterioro creciente
en la distribución del ingreso, esto es, la participación de los beneficios –vía las mayores
rentas no ganadas como son los intereses y los arriendos del suelo- aumenta, mientras que
el rubro de los salarios pierde peso en el ingreso nacional (Panico y Pinto, 2015; CEPAL,
2016). Claramente, éste modelo también repercute en la estructura tributaria y la
elasticidad de los ingresos del gobierno. El patrón exige una mayor tributación indirecta y
reducciones sistemáticas de las obligaciones tributarias directas para el capital nacional o
extranjero, pues solamente con altas tasas de rentabilidad, los llamados inversionistas
tomaran el riesgo de invertir en sectores de recursos naturales y no transables
(construcción y turismo, por ejemplo). El modelo de “extraer para exportar” mina la
capacidad del Estado para corregir la inequidad, pues le impone reglas fiscales arbitrarias
de austeridad. En los gráficos 7 y 8 se muestra la evolución de la participación del sector
minero y financiero y la participación de los beneficios (Excedente Bruto de Explotación)
en el PIB.
Gráfico 7
0.22 0.6
Edad de Platino Edad de Edad de Platino Incipiente
Galopante Plomo 0.58
0.2
0.56
0.54
0.18
0.52
0.16 0.5
0.48
0.14
0.46
0.44
0.12
0.42
0.1 0.4
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
2010
2012
2014
Beneficios Finanzas
Gráfico 8
0.12 0.6
Edad de Platino Edad de Plomo Edad de Platino Incipiente
Galopante 0.58
0.1
0.56
0.54
0.08
0.52
0.06 0.5
0.48
0.04
0.46
0.44
0.02
0.42
0 0.4
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
2010
2012
2014
Beneficios Mineria
Por el contrario, la edad de platino incipiente que abarca prácticamente desde inicios de
los noventa hasta hoy, muestra un patrón de una creciente desigualdad en la distribución
funcional del ingreso, acompañada de un cambio estructural regresivo sustentado en una
re-primarización de la economía y el uso intensivo de recursos naturales, que en lugar de
compensar las mayores demandas de importaciones, han contribuido al deterioro del
saldo de la cuenta corriente. La des-industrialización y des-agriculturación acelerada de
los últimos 20 años ha sido una de las mayores externalidades negativas del modelo de
apertura económica, privatización y desregulación de los mercados. Aunque los campos
se llenaron de palma y de caña de azúcar, la economía colombiana se quedo sin sus
motores de crecimiento.
Gráfico 9
0.8
y = -0.555x + 0.9651
0.75 R2 = 0.2677
Tasa de consum o
0.7
0.65
0.6
0.55
0.5
0.5 0.51 0.52 0.53 0.54 0.55 0.56 0.57 0.58 0.59 0.6
Gráfico 10
0.3
0.25
Tasa de Inversión
0.2
0.15
y = 0.3377x + 0.0191
0.1 R2 = 0.1623
0.05
0
0.5 0.51 0.52 0.53 0.54 0.55 0.56 0.57 0.58 0.59 0.6
Participación de los Beneficios en el PIB
Fuente: Dane, cálculos propios
Aunque es cierto que el aumento de los beneficios en el PIB se acompañó de una
incremento en la tasa de crecimiento y de acumulación durante la edad de platino
incipiente, ello se vio favorecido por el boom de precios internacionales de las materias
primas y el mejoramiento de los términos de intercambio entre 2003 y 2008, así mismo
por el mayor acceso a los mercados crediticios, que facilitaron el aumento del gasto de
los hogares. Sin embargo, el ciclo de los commodities ya llegó a su fin, mientras que la
economía revela síntomas de mayor fragilidad financiera pues las unidades familiares
transitan de posiciones financieras cubiertas a especulativas y ponzi, todo lo cual reduce
las posibilidades de mantener el crecimiento, ya sea liderado por la deuda o las
exportaciones. Consideramos que es imperativo que se cambie el modelo distributivo y
de crecimiento en Colombia. Ello exige una serie de medidas que reversen las políticas
pro mercado y la llamada confianza inversionista que han sido la norma en los últimos
veinte años.
Seguimos el modelo propuesto por Palley(2012) que resume de manera didáctica lo que
se tiene que hacer. En términos simples: imponer cotas o restricciones a las
corporaciones, rentistas y mercados financieros (Gráfico 11).
Gráfico 11
Pleno Empleo
Corporaciones
Manejo de la Rentistas Finanzas
Globalización Mercados Funcionales
Financieros Gobierno
regulador
Palley(2012)
Albert Hirschman(1977) nos recordaba que una de las condiciones para el transito desde
sociedades fundadas en el nepotismo y la arbitrariedad del príncipe hacia la modernidad
fue el desplazamiento de las “pasiones” en el ágora pública por los llamados “intereses”.
En la “Colombia es pasión” del régimen uribista se presentó una reversión en la técnica
para constituir una sociedad moderna. La firma y la refrendación de los acuerdo de la
Habana en el plebiscito, sin duda, es el camino idóneo para reconocer una sociedad de
intereses y de adversarios políticos, en la cual se respeten las normas y reglas de juego,
donde las pasiones de los individuos y sus particulares ideas de “la vida buena” no se
impongan arbitrariamente sobre el resto de conciudadanos.
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