Reseña Constitucionalismo Más Allá Del Estado Luigi Ferrajoli 2018
Reseña Constitucionalismo Más Allá Del Estado Luigi Ferrajoli 2018
Reseña Constitucionalismo Más Allá Del Estado Luigi Ferrajoli 2018
Revista LIBERTALIA
El ú ltimo libro de Luigi Ferrajoli traducido al castellano (Constitucionalismo más allá
del Estado - y que puedes encontrar aquí -) comienza con un balance histó rico del siglo
XX: el ascenso de los totalitarismos y el establecimiento de las democracias
constitucionales; las dos guerras mundiales y la sanció n de las Cartas de Derechos
Humanos; la amenaza nuclear de destrucció n del planeta y la consolidació n del
Derecho Internacional. El resultado de esta dialéctica de luces y sombras, como la
denomina el jurista italiano, fue la “constitucionalización del proyecto jurídico de la paz
y de los derechos humanos, incluidos esos derechos de supervivencia que son los
derechos sociales.[1]”
La novedad singular –y que, al mismo tiempo, constituye su legado– de este programa
fue el haber positivizado de manera rígida ciertos principios, “límites normativos
equivalentes a un solemne nunca más a los horrores de la guerra y de los fascismos .[2]”
Naturalmente, este proceso de consolidación del constitucionalismo no fue fá cil y
muchos menos gratuito, puesto que, como nos muestra la historia, fue conquistado a
costa de terribles sufrimientos, horrores y muertes. Luego de presentar un panorama
del pasado siglo, Ferrajoli pasa a analizar en qué estado llega el paradigma
constitucional a la presente realidad global.
En la actualidad asistimos a una situación deconstituyente, es decir, factores
econó micos, políticos e ideoló gicos socavan y debilitan el poder de la Constitució n. He
aquí la causa de la crisis del paradigma constitucional: la subordinació n del derecho y
de la política a la economía; la crisis de integració n de la Unió n Europea (Brexit es el
caso paradigmá tico); la falta de una esfera pú blica internacional; la pérdida de
legitimidad de los ó rganos representativos y la marcada despolitizació n de las
sociedades. Se ha producido, segú n Ferrajoli, una inversió n de la jerarquía
democrá tica de los poderes. En efecto, el poder financiero –que califica de salvaje,
como hizo en el libro Poderes salvajes, publicado en 2011– impone a los gobiernos
reglas incompatibles con los límites constitucionales.
La respuesta o solució n a esta crisis, como apunta desde el título y tesis principal del
libro, es extender el constitucionalismo “más allá del Estado”. Esta ampliació n
debe hacerse en cuatro direcciones:
la primera es hacia un constitucionalismo social, donde deben asegurarse
gratuitamente las prestaciones bá sicas, pero no como dá divas de políticas
progresistas, sino como derechos fundamentales, por tanto, obligatorios y universales.
Luego, es imperioso desplazarse hacia un constitucionalismo de derecho privado,
añ adido al clá sico de derecho pú blico. Para el autor italiano, en nuestra cultura
jurídica, desde antañ o y hasta nuestros días, ha existido una confusió n, y es que se ha
identificado a los poderes pú blicos con los ú nicos poderes. Es decir, también
necesario establecer límites a la actuación del poder económico, regular sus
deberes y responsabilidades.
La tercera expansió n es hacia un constitucionalismo de los bienes fundamentales,
espacio donde Ferrajoli aboga especialmente por una Carta internacional de los
bienes fundamentales. En este punto, hay que tutelar y garantizar bienes primarios –
agua, fá rmacos, alimentos– para toda la humanidad. Para esto, es apremiante crear
un demanio planetario.
La cuarta y má s importante direcció n, y en la que Ferrajoli trabaja desde hace añ os, es
la de un constitucionalismo global. Ahora bien, para que se cumpla este proyecto es
ineludible establecer y reforzar las instituciones de garantía, es decir, un conjunto de
instituciones que se encargan de aplicar la ley y los derechos humanos, en un doble
registro: funciones jurisdiccionales o de garantía secundaria, y funciones
administrativas, que denomina garantías primarias, como los derechos sociales. Lo
destacable de este punto son las políticas concretas y realistas que propone: reformar
las principales instituciones internacionales –Banco Mundial, FMI, OMC– y dotar de
má s presupuesto a la FAO y a la OMS; crear organizaciones internacionales que
garanticen la vivienda, la educación y prestaciones alimentarias; establecer una
fiscalidad mundial, como por ejemplo fue el caso de la Tasa Tobin; e imponer tasas por
el uso y abuso de bienes comunes de la humanidad.
Ahora bien, diseñ ado el proyecto constitucionalista global, ¿qué condiciones son
necesarias para que se instaure? Ferrajoli enumera tres.
La primera es separar los partidos del Estado. Para el jurista italiano, la crisis política
de representatividad de las sociedades se debe, entre otros factores, a que los partidos
políticos se han estatalizado, es decir, han dejado de representar a las personas, para
cumplir una funció n exclusivamente institucional. La alternativa que propone
Ferrajoli para esto es declarar incompatible el ejercicio de cargos de partido y
cargos públicos.
La segundo condició n que debe darse es separar las funciones de garantía de las
funciones de gobierno. Las primeras, que reciben su fundamento de la ley y los
derechos fundamentales, no pueden quedar libradas a la representació n política. Las
segundas, por el contrario, sí reciben su legitimidad por el juego de la democracia y
del principio de las mayorías. Lo que ha sucedido en la realidad del siglo XX con el
Estado Social de Derecho, fue que las garantías recayeron bajo el á mbito de las
Administraciones. En la actualidad, y disuelto el Estado Social, los derechos sociales se
han visto recortados cuando no directamente desaparecidos. La ú ltima separació n que
promueve el jurista italiano es la relativa a las funciones pú blicas de los poderes
econó micos. La esfera política tiene que mandar sobre la economía. Este es el
grave problema que atraviesa todo el texto de Ferrajoli y que diagnostica como la
causa central del constitucionalismo en la actualidad. En este á mbito, Ferrajoli
también propone políticas pú blicas concretas: expulsar a los lobbies; el
financiamiento pú blico de los partidos políticos, visto que éstos reciben miles de
millones de euros de empresas, facilitando la corrupció n política; fortalecer los
partidos políticos europeos; establecer incompatibilidades para ejercer altos cargos
financieros y al mismo tiempo políticos, puesto que, en un conflicto de intereses,
terminan por prevalecer los intereses privados.
La segunda parte del libro –titulada “Refundar la política”– retoma los argumentos de
la primera parte y los reconstruye con similar lenguaje, por lo que en ocasiones es un
tanto reiterativo. Es una reelaboració n de una ponencia presentada en Salerno en
octubre de 2016 y publicada anteriormente en españ ol en la revista Jueces para la
democracia. No obstante, se destacan dos tesis: los momentos constituyentes y el
papel de la inmigració n. En cuanto a la primera, el primer momento fue el
del positivismo jurídico, que predominó en los siglos XIX y XX. De él rescata el
principio de legalidad, que no expresa ningú n contenido, sino solo la forma de
producció n del derecho. El segundo momento constituyente Ferrajoli lo sitú a luego de
la segunda guerra mundial: la aparició n del constitucionalismo rígido. Este programa
consistió en la positivizació n de principios y de los derechos fundamentales. En este
momento nace la democracia constitucional. El constitucionalismo perfecciona el
primer momento, es decir, al positivismo. Ahora la política desde arriba está vinculada
por estos principios contra mayoritarios. Por ú ltimo, y frente la crisis del paradigma
constitucional, es la hora de un tercer momento constituyente. El trabajo es harto
difícil y lleno de obstá culos, pero es plausible: el desarrollo de un constitucionalismo
europeo, instituyendo una Asamblea Constituyente Europea y expandiendo el
constitucionalismo en las cuatro direcciones antes explicadas.
En los dos ú ltimos pá rrafos del libro, Ferrajoli esboza una sugestiva hipó tesis: los
inmigrantes podrán ser la clave de la construcción de una democracia
supranacional. Ferrajoli sostiene que será n el “sujeto constituyente de un nuevo orden
mundial, basado en la integración global y en la igualdad de los derechos.[3]” Así, ese
pueblo mestizo, que día a día dejan sus tierras para buscar un mejor futuro, huyendo
de guerras civiles, recesiones econó micas, conflictos políticos, crisis alimentarias y
catá strofes climá ticas o, simplemente, con el objetivo de darse un nuevo y mejor plan
de vida, ayudará a “rediseñar los espacios de la política y del derecho, desanclándolos de
los espacios nacional y expandiéndolos a los espacios transnacionales.[4]”
Las virtudes del libro de Ferrajoli son varias: en primer lugar, está escrito de forma
transparente, no utiliza vocablos técnico-jurídicos que compliquen demasiado su
lectura y los argumentos se encuentran bien ordenados. En segundo lugar, constituye
un excelente mapa para ubicar y conocer el estado actual del constitucionalismo y
explica có mo afectan los poderes econó micos e ideoló gicos al derecho. En este
sentido, piensa el futuro del derecho superando el modelo positivista que marcó al
siglo XX, y en el que muchos juristas siguen pivotando. Ferrajoli renueva las categorías
jurídico-políticas y actualiza el paradigma constitucional a las necesidades del tiempo
presente. Asimismo, repasa varias de sus tesis sobre la democracia constitucional
desarrolladas en otros libros anteriores, y las reconstruye con el objetivo de extender
al constitucionalismo “má s allá del Estado”. En tercer lugar, y si tomamos la
contundente crítica que propina a los poderes fá cticos como la pars destruens del
libro, al mismo tiempo tiene una pars construens bien definida: la propuesta de
alternativas para el futuro del constitucionalismo. Así pues, la idea de
imponer impuestos mundiales al capital financiero y a las empresas que causan
daños irreversibles a la naturaleza; la necesidad de reformar las estructuras del
FMI, el Banco Mundial y la OMC; la de separar las funciones ejecutivas y de gobierno
con las funciones jurisdiccionales de garantía; la de robustecer los presupuestos de la
FAO y de la OMS; la expulsió n de los lobbies; el financiamiento pú blico de partidos
políticos; la sanció n de una Carta internacional de bienes fundamentales; etc., son
medidas al alcance de la mano para los Estados y las organizaciones internacionales,
só lo con voluntad política, diversas herramientas jurídicas y gubernamentales, se
llevarían adelante.
No obstante, el proyecto de Ferrajoli adolece de un serio problema: todas las reformas
jurídicas provienen desde arriba, es decir, el protagonismo lo tienen las estructuras de
gobierno que se encuentran, como no conoció ningú n período de la historia, en
extremo alejadas de las voluntades y los anhelos de las personas que se encuentran
abajo. Ademá s de que, como él mismo demuestra, tienen un enorme déficit de
legitimidad democrática. Bajo este orden de ideas, Ferrajoli sigue anclado en una
política que resulta de las mediaciones y consensos de los gobiernos. Quizá s el futuro
constitucional de la humanidad só lo tenga sentido cuando los estamentos má s bajos
de los pueblos consigan unificarse políticamente, hecho que no se producirá por
ningú n tratado ni acuerdo entre los que dirigen, sino, antes bien, solamente cuando
sus intereses y valores, que no está n adecuadamente representados en ningú n
parlamento, encuentren una misma representatividad política.
[1] Ferrajoli, Luigi, Constitucionalismo má s allá del Estado, Trotta, Madrid, 2018, p. 12.
[2] Ibíd., p. 14.
[3] Ibíd., p. 90.
[4] Ibíd., p. 89.
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