Inseguridad en Escuelas
Inseguridad en Escuelas
Inseguridad en Escuelas
Es de profunda tristeza saber que ahora esa violencia que vivimos como
ciudadanos guatemaltecos no solo se da en las calles de nuestro país o con
personas adultas, sino que ha llegado a propagarse en gran manera, tanto así que
ahora hasta en las escuelas se encuentra presente.
Un claro ejemplo es lo sucedido con los dos estudiantes Óscar Armando Top
Cotzajay, de once años, y Carlos Daniel Xiquin, diez años, ambos eran de la
escuela de su comunidad en Ajvix, San Juan Sacatepéquez. Los menores fueron
secuestrados el viernes diez de febrero del dos mil diecisiete, cuando caminaban
al centro escolar por un hombre que conducía un carro negro, que exigió un millón
de quetzales, que la familia no pudo pagarlo personas que conducían un automóvil
negro,
Los cadáveres de ambos menores fueron localizados el domingo cinco de febrero
del dos mil diecisiete, en un área rural de San Raymundo. Estaban juntos, entre
costales, atados de pies y manos, con señales de violencia.
Otro ejemplo de inseguridad es el problema de las pandillas, que hoy en día
nuestras escuelas se ven amenazadas por estas, como sucedió en la Escuela
Oficial Urbana Mixta Mezquital No. uno, situada en la zona doce de Villa Nueva,
donde la presencia de pandilleros acechaba a los alumnos de esa escuela para
obligarlos a integrar las denominadas maras y estos a cambio les ofrecían una
llamada “protección” en la cual no les harían daño a ellos o a sus familias.
Las características de violencia en las escuelas son diversas y tienen efectos
preocupantes en el aprendizaje, las emociones y la identidad de los estudiantes, lo
que preocupa a los maestros y directivos de las escuelas porque se relacionan
con el abandono escolar, las conductas no ciudadanas y en algunos casos con el
suicidio de los alumnos.
Ningún alumno está exento de sufrir un robo o una agresión dentro del plantel
educativo al que asiste, pero cuando esa situación se vuelve cotidiana, estamos
ante un problema severo de inseguridad. Se ha percibido la presencia de
pandilleros dentro y fuera de las escuelas, así como estudiantes haber lidiado con
algún robo, agresión o violencia en el interior o cerca de sus establecimientos, al
igual que se vende droga alrededor de los centros escolares.
Las agresiones físicas, los robos en las escuelas, las riñas entre pandillas, el
acoso, los abusos deshonestos, el exhibicionismo genital, el consumo de drogas,
los maestros golpeadores o la violencia contra profesores, son temas de discusión
vistos en campañas electorales, debates legislativos y conferencias en las
escuelas. Es importante que empecemos a abrir los ojos ante este tipo de
situaciones que solo hacen que la educación en Guatemala se vea detenida y por
lo cual muchos estudiantes decidan abandonar las aulas.
Varias escuelas han denunciado desde robo de tuberías de cobre y equipo de
cómputo, hasta robos con violencia y a mano armada, incluso dentro de los
planteles.
Todo esto implica, en términos de opinión pública, que tarde o temprano la
inseguridad ciudadana se transforme en un tema eminentemente político, respecto
del cual al Estado y sus organismos les cabe un protagonismo ineludible para
establecer prioridades, generar políticas, planes y programas destinados a su
superación, al mismo tiempo que se le demanda articular y definir los límites de la
acción legítima de los demás componentes de la sociedad.
Debemos enfrentarnos a esta problemática que aumenta día a día. Enfrentarlo
significa reconocerla, analizarla y actuar sobre ella, esta es una manera de
trabajar en prevención. El problema debe ser tomado sin dramatismo, pero con
firmeza y en toda su magnitud. Debemos evitar el miedo y la angustia que la
violencia produce para no caer en la impotencia y actuar desde una postura
reflexiva que nos permita encarar abordajes acordes a su complejidad.
En la escuela, la conducta agresiva parece estar relacionada con las variables
afectivas y de relación familiar, como puedan ser el rechazo de los padres, el
castigo agresivo y la carencia de identificación con los padres. Algunas víctimas
crecen en la convicción de que el empleo de la agresividad es el mejor camino
para conseguir lo que quieren. El haber sido víctima en la infancia propicia que de
adulto se victimice a otros.
En los procesos de interacción en el aula debemos tener en cuenta los factores
motivacionales, el autoconcepto académico, el ánimo con que se afronta la tarea y
los factores afectivos. Cuando un individuo se incorpora a un grupo social se dan
dos tendencias: el deseo de dominio y el de afiliación. El fenómeno de agresión
entre iguales podría deberse a la desintegración que sufre el niño cuando ingresa
por primera vez en el medio escolar. Su mundo, el familiar, queda relegado y
aparece su deseo de ser y hacer acrecentado por la novedad y el ambiente. Pero
su deseo y actividad se encuentran con los de otros y provocan un conflicto que se
resolverá en función de su temperamento e historia personal. Así, optará por
esforzarse en prevalecer sobre el otro, se someterá a él, o bien se aislará. De
cualquier manera, le permitirá encontrar a aquel o aquellos que lo acepten y
descubrirá el placer de pertenencia.
Una forma de disminuir los daños que la violencia puede causar sería:
Mayor presencia del personal docente y un trabajo con los alumnos respecto de
los objetivos que tienden a cuidar y respetar su propio ámbito escolar.
Estimularlos a colaborar, integrarse y actuar cooperativamente mediante talleres
de reflexión y de intercambio como así también la puesta en marcha de jornadas
voluntarias de trabajo tendientes a mejorar y embellecer las instalaciones.
Incluir a la comunidad, para que se sienta identificada con la tarea escolar.
Este tipo de violencia, comprende distintas modalidades del conflicto con la
autoridad educativa.
La influencia de una familia violenta en un contexto de violencia, provoca
consecuencias gravísimas.
Comprende tanto a autoridades, profesores , preceptores, como personal
administrativo y de mantenimiento, que trabaja en el ámbito educativo.
Esta violencia puede adquirir diferentes manifestaciones:
Física: Ha disminuido, notablemente en las últimas décadas, sin embargo se
registran algunos casos aislados.
Emocional: Consiste en humillaciones, violencia verbal, etiquetamiento de los
alumnos como problemáticos.
Expulsiones de alumnos de ámbitos educativos. La expulsión es una actitud
violenta que pone de manifiesto la impotencia institucional.
Relaciones confusas: Casos de relaciones impropias hacia los alumnos, cartas
pasionales, caricias, abusos...
Violencia del personal hacia los padres: Lamentablemente los padres son
citados por los docentes y autoridades escolares para transmitir los aspectos
negativos del alumno creando, muchas veces un círculo de incomunicación.
Violencia entre el personal docente: La violencia entre docentes en un espacio
educativo es una de las situaciones más delicadas y graves por los modelos que
significan estos comportamientos para los alumnos.