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La Teoría de Deriva Continental

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La teoría de deriva continental

Como ya se ha mencionado, la Tierra se forma por varias capas superpuestas; la central que es el
núcleo, envuelto a su vez por el manto y sobre el cual descansa la corteza terrestre. La corteza
terrestre es una capa fina si la comparamos con el resto de las capas que conforman el planeta; ha
evolucionado de modo que no se pueden entender los fenómenos biológicos y atmosféricos sin
referirse a ella. Sobre esta capa se desarrolla la vida humana, vegetal y del resto de los
organismos que pueblan este planeta. Tres cuartas partes de ella están cubiertas por agua.

La estructura y dinámica de la litósfera es de gran importancia para los seres humanos, ya que
sobre ella se encuentran las formas de relieve, se manifiestan fenómenos sísmicos y volcánicos
que han dado origen a una cultura de protección civil, además de tener gran importancia en la
economía de las regiones, como en los casos de los suelos agrícolas y yacimientos de minerales y
combustibles fósiles.

Al observar la superficie terrestre dibujada en un planisferio, se percibe la irregular distribución de


continentes y mares. El porqué de esta distribución fue una interrogante que los científicos trataron
de contestar. Uno de los trabajos que explican esta serie de fenómenos, es el que dio lugar a la
Teoría de la Deriva Continental, propuesta en 1912 por el geofísico alemán Alfred Wegener. A
través de su teoría, trata de demostrar que en un momento todos los continentes estuvieron unidos
en un solo supercontinente denominado Pangea y que con el paso del tiempo la corteza ha
evolucionado y con ella la distribución de los continentes ya que esta masa se fragmentó y los
bloques comenzaron a “derivar”, es decir, a flotar sin rumbo fijo en el transcurso de millones de
años, trasladándose de un lado a otro como piezas de rompecabezas, hasta alcanzar su ubicación
y distribución actual.

Entre las observaciones que Wegener realizó para sustentar su teoría, destacan las siguientes:

• Las costas orientales de América del Sur y las costas occidentales de África, embonan como
piezas de un rompecabezas; coinciden como si antes hubieran formado un solo bloque.

• En éstas coinciden la orientación de los plegamientos, estructuras geológicas y rocas.

• Existen fósiles de plantas y animales semejantes en ambos lados del océano Atlántico.

• Hay similitudes en los fósiles y especies de flora y fauna que vivían en ambos lados del océano
Atlántico, lo cual sólo podría ocurrir si los continentes hubiesen estado unidos.

A pesar de que la Teoría de la Deriva Continental se sustentaba en evidencias convincentes,


consideraba que los océanos eran estables y permanentes, y no explicaba las causas que
provocaban el desplazamiento de los continentes. Por esta razón, las ideas de Wegener tuvieron
poca aceptación y con el tiempo fueron casi olvidadas.
La teoría de la tectónica de placas
No fue sino hasta 1960, cuando Harry Hess sustenta la teoría de tectónica de placas, basada en la
teoría de la deriva continental y la expansión de los océanos, y explica que, gracias a las corrientes
convectivas que se localizan en la astenosfera, es posible que enormes bloques de distintos
tamaño, conocidos como placas tectónicas, sobre las que se asientan continentes y suelos
oceánicos, puedan moverse lentamente con direcciones definidas, crear nuevas tierras, chocar
entre si y desarrollar grandes cadenas montañosas marinas, llamadas dorsales.

El movimiento constante de las placas tectónicas provoca que en ocasiones choquen entre sí o se
friccionen una con respecto a otra, o bien que se separen, por lo cual se observa en sus tres tipos
de límites o contornos distintos procesos: los convergentes o destructivos, los transformantes y los
divergentes o constructivos.

Son limites convergentes cuando las placas que acercan y colisionan forman cadena montañosas,
como es el caso de India y Asia, en donde este movimiento dio origen a las montañas del
Himalaya, incluyendo el monte Everest, el más alto del mundo, que seguirá creciendo mientras
este movimiento continúe. En la colisión de una placa oceánica con una continental, o cuando
chocan dos placas oceánicas entre sí, se da el “proceso de subducción”, que ocurre cuando una
placa oceánica se hunde por debajo de otra continental y se funde y se destruye, es decir, la placa
más delgada se hunde por debajo de la más pesada y el material se funde para salir a través de
las erupciones volcánicas. Este contacto también genera la formación de montañas, como los
Andes en Sudamérica. En ambos casos los desplazamientos provocan sismos o terremotos, como
sucede en nuestro país, en los límites de las placas de Cocos y Norteamericana (al desplazarse la
primera por debajo de la segunda). Además las zonas de límites de subducción crean las fosas o
trincheras en el relieve submarino, que son los espacios oceánicos más profundos. Los limites
transformantes son aquellos en donde una placa fricciona con otra a lo largo de una línea de falla,
es decir, el movimiento es lateral pero en sentidos opuestos. No forman montañas, pero sí generan
graves terremotos y continuos sismos, como el de 1906 en la ciudad de San Francisco, en Estados
Unidos de América, ubicada sobre la Falla de San Andrés, que es una ruptura de la corteza
terrestre que se desliza horizontalmente y se encuentra entre las placas Norteamericana y Pacifica
¿sabias que sobre esta misma falla esta ubicada la península de Baja California en nuestro país?

Los limites divergentes se dan en los océanos, cuando desde grandes fallas en los suelos surge el
magma del manto de la Tierra, provocando la separación de dos o más placas y dando lugar a
nuevos suelos, así como a cadenas montañosas submarinas, conocidas como “dorsales”, y a
profundas depresiones como el Gran Valle del Rif en África oriental, en donde con el paso de
millones de años se podría dividir este continente por una dorsal.

Figura 3.6. Los límites o fronteras de las placas se mueven en diversas direcciones ocasionando

choques o colisiones.

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