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04 La Filosofia Helenistica PDF

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6.

LA FILOSOFÍA Grandes Pensadores de


la Época Clásica

HELENÍSTICA Jorge Otín Gavín


1. LA ÉPOCA
HELENÍSTICA
2
1.1. EL PERIODO
HELENÍSTICO

La época helenística ha sido considerada durante mucho tiempo una


simple coda de la cultura clásica justo antes de que el Imperio Romano
fuera instituido en sus territorios, representando así una suerte de
«decadencia griega». No obstante, hace ya bastantes décadas que se
estudia como un periodo histórico propio, con sus rasgos y sus
singularidades características.
Se considera generalmente que la época helenística abarca el periodo que
separa la muerte de Alejandro Magno (323 a.C.) del suicidio de Cleopatra
VII de Egipto (31 a.C.), si bien es cierto que su influencia cultural y
filosófica llegó a extenderse varios siglos más.

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Grandes Pensadores de la Época Clásica 3
1.2. ORIGEN
ETIMOLÓGICO

Los términos «helenismo» y «helenístico» proceden de una palabra griega


(hellênizein) que hace referencia al proceso por el cual Alejandro trató de
llevar la cultura y la lengua griegas a todos los dominios de su imperio.
Esta circunstancia provocó que los rasgos propios de la Grecia Clásica se
fusionaran con aquellos otros que pertenecían a los pueblos con los que
se encontraba en su expansión.
Esta fusión se condensó principalmente en una nueva idea de civilidad: ya
no se era griego o bárbaro, sino que se era o no se era «civilizado»
dependiendo de las costumbres y la idiosincrasia asimiladas.

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Grandes Pensadores de la Época Clásica 4
1.3. UN NUEVO CLIMA
INTELECTUAL Y POLÍTICO

La experiencia política alejandrina superó el modelo icónico de la polis


como forma definitiva de organización social. La convivencia política se
resquebrajó con el advenimiento del imperio y de las posteriores
monarquías helénicas.
Esto tuvo especial importancia en el desarrollo filosófico de la época,
pues se extendió un sentimiento general de desamparo por parte de las
instituciones públicas. En este sentido, la filosofía helenística se enfrentó
a la afirmación aristotélica según la cual el ser humano estaba hecho para
vivir en comunidad.

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1.4. EL SABIO
HELENÍSTICO

Todos estos rasgos se sintetizan en la figura ideal del sabio, común a


todas las corrientes helenísticas. En una época en la que florecieron
algunas de las disciplinas particulares que todavía hoy perduran —
medicina, filología, etc.—, el sabio helenístico apostaba por una visión
holista del conocimiento, es decir, por una concepción sistemática y
totalizadora de las distintas parcelas del saber.
En la cumbre de dicho sistema, en cualquier caso, se encontraba la
búsqueda de un camino de salvación y de una vida buena y dichosa,
búsqueda que cada cual debía emprender por su cuenta y riesgo.

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2. LOS CÍNICOS
7
2.1. EL CINISMO

De acuerdo con los testimonios de los que disponemos, el periodo de


actividad de los cínicos se extendería desde el siglo IV a.C. hasta
aproximadamente el VI d.C., por lo cual puede decirse que trascendió
ampliamente la época helenística y su influencia se dejó notar hasta bien
entrado el primer milenio de nuestra era.
Ha sido debatida en numerosas ocasiones la decisión de incluir a los
cínicos dentro de la historia de la filosofía, pero dados los rasgos propios
de la filosofía helenística —situar la praxis, como mínimo, al mismo nivel
que la teoría—, no resulta descabellado concebir al cinismo como una
particular corriente filosófica.

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2.2. TERMINOLOGÍA

El término «cínico» (kynikós) significa algo así como «perruno» «o


propio de un perro». Es probable que fuera Diógenes de Sinope el
primero al que le fue atribuido este adjetivo, quien con total
seguridad lo debió haber recibido con alegría.
Diógenes «el perro» y el resto de los cínicos renegaban de las
convenciones y normas sociales y abogaban por un retorno al
carácter más natural del ser humano, por lo cual solían
comportarse como animales, desatendiendo cualquier precepto
cívico y escandalizando a sus contemporáneos.

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Grandes Pensadores de la Época Clásica 9
2.3. MODO DE VIDA

Tal y como hemos dejado entrever, los cínicos no fundaron una escuela
filosófica propiamente dicha ni elaboraron una doctrina cerrada y
sistemática. Por un lado, su vida consistía en vagar de un lado para otro
sin más compañía que su zurrón, en el cual conservaban únicamente
aquellos escasos bienes que eran estrictamente necesarios para subsistir.
Por otro lado, esta visión no tenía nada de sistemático. Como Sócrates,
creían que la única finalidad del ser humano era vivir una vida virtuosa,
que ellos identificaban con la vida animal. En consecuencia, su único
precepto era alejarse de los valores de la época y, en todo caso,
escandalizar a sus vecinos con sus extravagancias.

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2.4. ANTÍSTENES

Es común situar a Antístenes como el fundador del cinismo. Este


ateniense habría nacido hacia el 450 a.C. y la fecha de su muerte se
situaría en torno al 365 a.C. En este sentido, no solo coincidió con
Sócrates y Platón en la ciudad del Ática, sino que se sabe que fue
discípulo del primero e incluso hay numerosos comentaristas modernos
que lo consideran como el filósofo socrático que mejor supo entender y
llevar a la práctica las enseñanzas del maestro.
Frente al idealismo de Platón —en uno de cuyos diálogos lo sitúa al lado
de Sócrates el día de su muerte—, Antístenes habría preservado el
carácter moral y eminentemente práctico de la filosofía socrática.

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2.5. DIÓGENES DE
SÍNOPE

No obstante, Diógenes de Sinope es indudablemente el cínico más


célebre y reconocido tanto en el ámbito popular como en el más
estrictamente filosófico. No por sus enseñanzas o sus escritos —en los
cuales, aunque no nos ha llegado ninguno, se sabe que defendía el incesto
y la antropofagia—, sino por su particular modo de vida y por la
innumerable cantidad de anécdotas que circulaban sobre su persona, la
mayoría de las cuales tienen posiblemente más de ficción que de pura
realidad.
En cualquier caso, todas ellas describen una figura nihilista y
provocadora, que se aleja de cualquier convención social y abraza los
instintos más primarios del ser humano.

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CONCLUSIONES

Los cínicos nunca elaboraron un sistema filosófico coherente ni


pretendieron responder seriamente a las cuestiones que se planteaban en la
Academia platónica o en el Liceo aristotélico. Muy al contrario,
ridiculizaban cualquier intento por explicar sistemáticamente el mundo y
condensaron su perspectiva en un modo de vida extremadamente
irreverente. De algún modo, su apuesta por animalizar al individuo y negar
las convenciones sociales respondía a la evidente crisis que atravesaba en
aquella época la civilización griega.
En este sentido, no debería sorprendernos el hecho de que, en un
momento de desconcierto como el actual, vuelvan a reeditarse antiguos
comentarios sobre los cínicos y se elaboren nuevos ensayos alabando la
postura de Diógenes y compañía.
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3. LOS EPICÚREOS
14
3.1. VIDA DE EPICURO

Hijo de un maestro de escuela ateniense, Epicuro nació en


Samos, ciudad donde a su familia, unos años antes, le había
sido otorgado un lote de tierras. Se dice que comenzó sus
estudios en filosofía a los catorce años bajo la tutela de un
platónico de esta misma ciudad. Sin embargo, su formación
se vio interrumpida por la obligación de todos los
ciudadanos atenienses —entre los cuales figuraba— a
prestar servicio militar, de modo que a los dieciocho años
abandonó Samos y emprendió el viaje hacia Atenas.

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3.1. VIDA DE EPICURO

A su regreso del servicio militar, las tensiones que mantenía la metrópoli


con el reino macedonio provocaron que la familia de Epicuro perdiera su
lote de tierras y éste se viera obligado a emprender un nuevo viaje que lo
llevaría por diferentes puntos de la región griega.
Cuando contaba ya con treinta y cinco años, Epicuro regresó a Atenas y
allí decidió fundar su propia escuela, ajeno a la influencia y la popularidad
de las que tanto la Academia como el Liceo gozaban desde hacía ya
mucho tiempo. Se estableció definitivamente en Atenas y permaneció allí
hasta el día de su muerte cuando tenía cerca de setenta años.

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3.2. EL JARDÍN

La escuela fundada por Epicuro se encontraba a las afueras de


Atenas y se caracterizaba principalmente por su jardín, en el cual
se reunían sus discípulos para discutir cuestiones de lógica, física
o ética.
Es necesario destacar el estatus especial con el que contaba el
jardín epicúreo, que constituía una alternativa a las grandes
escuelas atenienses. En él estaba permitida la entrada y
participación de cualquier persona, incluidas mujeres y esclavos,
lo cual resultó un verdadero escándalo para sus conciudadanos.

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3.3. INFLUENCIAS

La filosofía de Epicuro bebe de diversas fuentes, pero puede destacarse


una doble tendencia muy marcada. De un lado, una orientación ética y
práctica que comulgaba con el espíritu general de Atenas. Aristóteles
había reaccionado a los excesos metafísicos de su maestro e incluso la
Academia platónica había seguido un camino parecido. En términos
generales, la postura de Epicuro encajaba fácilmente con el interés
práctico que dominaba el clima espiritual.
De otro lado, rechazó frontalmente las tesis metafísicas de Platón y
Aristóteles y abrazó la doctrina de un presocrático como Demócrito.

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3.4. CANÓNICA

Con su canónica, Epicuro abandonó el estudio tradicional de


la lógica —cuyo culmen había alcanzado el Organon
aristotélico— y se orientó hacia el examen de los procesos a
partir de los cuales se llega a discernir los verdadero de lo
falso. En este sentido, distingue entre tres criterios de verdad
o mecanismos que hacen posible el conocimiento humano.

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3.4.1. LAS SENSACIONES

En primer lugar, Epicuro considera que son los sentidos la


primera y principal fuente de conocimiento, gracias a la cual
somos capaces de percibir las «impresiones» que los seres
materiales —es decir, los átomos— proyectan sobre nuestro
cuerpo. Como es natural, se trata de una herramienta que los
seres humanos compartimos con el resto de los animales.

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3.4.2. LOS
SENTIMIENTOS

En segundo lugar, las reacciones de placer


o dolor que siguen a estas impresiones
reciben el nombre de «sentimientos» o
«afecciones» y serían la base sobre la que
elaborar juicios morales.

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3.4.3. LAS
“ANTICIPACIONES”

Finalmente, una capacidad ordenadora propia de los seres humanos


nos permitiría racionalizar y recordar dichas impresiones y afecciones
con el fin de establecer generalidades y anticipar tanto el
comportamiento de la materia como el de las personas. Es importante
tener en cuenta que estas generalidades no tienen nada que ver con
ningún tipo de idea innata, sino que son construidas por el intelecto
humano a partir del material que le suministran los sentidos.

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3.4. CANÓNICA

Epicuro defiende, pues, que los principales objetos de conocimiento que


permiten discernir los verdadero de lo falso son las sensaciones, las
afecciones y las «anticipaciones».
Si alguien nos dijera que las vacas vuelan, por ejemplo, podríamos buscar
una vaca real para desmentirlo —sensaciones— o bien acudir a las
imágenes o recuerdos que disponemos de aquellas veces en la que hemos
visto una vaca —anticipaciones—.
Como ya he venido señalando, los sentimientos o afecciones servirían
fundamentalmente para distinguir lo “bueno” de lo “malo” —o lo
“placentero” de lo “doloroso”—.

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3.5. LA FÍSICA
EPICÚREA

Partiendo de su metodología
canónica, Epicuro elaboró una
física atomista, parcialmente
inspirada en las tesis de Demócrito,
con la que pretendía expresar el
modo en el que concebía el orden
de la materia y del cosmos.

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3.5.1. TODO ESTÁ
COMPUESTO POR
ÁTOMOS Y VACÍO

Tanto para Demócrito como para Epicuro, la materia no es


infinitamente divisible —aunque sí infinita en número—, sino que su
progresiva división lleva necesariamente al hallazgo de una partícula
última llamada «átomo». Junto a estas partículas mínimas, existen
también parcelas de «vacío» que posibilitan el cambio y el movimiento de
aquéllas.
Parafraseando a Parménides, si algo existe que es indivisible, eterno e
inmutable, ese algo —según Epicuro— no es otra cosa que el átomo.

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3.5.2. LOS ÁTOMOS
TIENEN FORMA,
EXTENSIÓN Y PESO

¿Cómo es posible que los objetos que se nos presentan a la experiencia


sean diversos cuando se nos ha dicho que todos ellos, sin excepción,
están compuestos por una acumulación de partículas que son
exactamente iguales?
Epicuro salva esta objeción diciéndonos precisamente que estos átomos
no son exactamente iguales, sino que varían en tamaño, forma y peso,
circunstancia esta última que explicaría, a su vez, el por qué los objetos
tienden a caer hacia abajo.

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3.5.4. LA DESVIACIÓN
EN EL ORIGEN

[…] cuando los átomos descienden en medio del vacío por su propio
peso, realizan, en un lugar y tiempo imprevisibles, unos ligeros
movimientos horizontales, suficientes para decir que han experimentado
un cambio de dirección. Si no lo hicieran seguirían descendiendo
verticalmente en un vacío sin fin como gotas de lluvia; y si no se
encontraran o chocaran, la naturaleza no hubiera llegado nunca a
producir nada. Insisto, una y otra vez, en su capacidad de desviarse.

(Lucrecio, De la naturaleza de las cosas, II, 216-260; citado en García Gual e Ímaz,
2008: 70)

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3.5.4. EL ALMA ES
MORTAL

Para Epicuro, absolutamente toda la realidad se reduce o bien a átomos o


bien a vacío, de forma que al afirmar la existencia del alma admite que
también ésta se compone de átomos, si bien sería de carácter más «sutil»
que los átomos del cuerpo. Además, esta alma material le sirve para
garantizar la libertad del ser humano, constreñido como está en la física
epicúrea por un materialismo fuertemente determinista.
En este sentido, también Epicuro —como Aristóteles— concibe la
relación entre alma y cuerpo de manera necesaria e inseparable, de modo
que la muerte de una persona conllevaría el fin tanto de su cuerpo —tal
y como era cuando estaba vivo— como de su alma.

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3.6. LA ÉTICA
EPICÚREA

A pesar de que la física atomista de Epicuro se integra dentro de una


corriente científica de larguísimo recorrido, lo cierto es que fueron las
cuestiones éticas y morales las que más importancia tenían dentro de su
doctrina. Ésta encajaba a la perfección en el clima intelectual ateniense,
cada vez más desengañado con la actividad política y comprometido con
la ética y el comportamiento individuales.
En este sentido, tanto la canónica como la física estarían subordinadas,
según el propio Epicuro, a la búsqueda de la felicidad personal, que
identifica con el placer: el conocimiento del cosmos no representaría un
fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar una meta más alta.

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3.6.1. PLACERES
“CATASTEMÁTICOS”
Y “CINÉTICOS”
Epicuro distingue dos clases de placeres organizados jerárquicamente:
los «catastemáticos» y los «cinéticos».
Los primeros harían referencia a la ausencia de dolor —físico (aponía) o
espiritual (ataraxia)— y representaría el mayor grado de felicidad al que
puede aspirar un ser humano. Los segundos, por su parte, constituyen
una clase de placeres más “activos”, es decir, que no se limitan a paliar el
dolor, sino que son promovidos activa y voluntariamente, y ocupan un
lugar secundario en la escala de los placeres.
Cuando una persona sacia la sed o el hambre, por ejemplo, estaría
sintiendo un placer catastemático, mientras que beber o comer, una vez
saciados aquéllos, solo podría llevarle a un tipo de placer cinético.
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3.6.2. TIPOS DE
DESEOS HUMANOS

Ahora bien, ¿cómo distinguir las necesidades


primarias de otras que, tal vez, son socialmente
construidas? Epicuro clasifica los deseos
humanos a partir de las siguientes tres categorías:
(a) Deseos naturales y necesarios
(b) Deseos naturales y no necesarios
(c) Deseos que no son ni naturales ni necesarios

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3.6.2.1. DESEOS NATURALES
Y NECESARIOS

Son las necesidades primarias de las que se


ha venido hablando, cuya satisfacción —
que Epicuro considera tarea fácil—
provoca un inmediato placer catastemático
y cuya insatisfacción provoca un intenso
dolor (hambre, sed, frío, etc.).

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3.6.2.2. DESEOS NATURALES Y
NO NECESARIOS

A diferencia de los primeros, su insatisfacción no provoca


un dolor natural y su satisfacción conlleva un placer de
tipo cinético. Sería el caso, por ejemplo, de aquél que
come no por calmar el hambre, sino por el afán en probar
cosas nuevas o por simple gula.
En cuanto a los placeres sexuales, Epicuro rechaza la
pasión amorosa (eros) por suponer grandes turbaciones en
el alma, mientras que recomienda el acto sexual
desapasionado con el fin de relajar tensiones.

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3.6.2.3. DESEOS QUE NO SON NI
NATURALES NI NECESARIOS

Son aquellos placeres socialmente


construidos como la fama, el honor, la
gloria, etc. Epicuro rechaza de plano
este tipo de necesidades, por no ser
naturales y por no conducir a ningún
tipo de placer, sino, más bien, a toda
clase de angustias y turbaciones.

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3.6.3. LA TAREA DE LA
FILOSOFÍA

La tarea del filósofo y del sabio consistiría, por lo tanto, en saber


distinguir los diferentes deseos y placeres que experimenta su cuerpo y
en ser capaz de sucumbir únicamente a aquéllos que son estrictamente
necesarios para la consecución de la felicidad.
Además, la filosofía epicúrea también demuestra que los seres
humanos no deberían temer ni a los dioses —que existen en el espacio
supralunar, pero no pueden intervenir sobre nuestro mundo— ni a la
muerte —que «no afecta a los vivos ni a los muertos» porque «no
existe para aquéllos y éstos no existen para ella»

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3.6.4. LA AMISTAD

Ya hemos visto cómo la ética epicúrea se posiciona en


una perspectiva individualista y rechaza cualquier tipo
de participación o intervención política. No obstante,
esto no debería llevarnos a pensar que Epicuro se
desentiende completamente de las cuestiones sociales y
de las relaciones humanas. Muy al contrario, considera a
un tipo de relación particular como el medio
privilegiado para procurarse una vida feliz: la amistad.

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CONCLUSIONES

La filosofía de Epicuro, en muchos aspectos, está más cerca de nuestro


propio sentido común que del de Platón o Aristóteles. El desarrollo de
una física atomista y su subordinación a un proyecto ético de salvación
personal resultaron muy atractivos para los lectores latinos de Epicuro,
siendo Lucrecio el más reconocido.
A partir de los siglos III y IV a.C., el epicureísmo fue desplazado por el
cristianismo y quedó relegado al ostracismo hasta que, ya en el siglo XVI
d.C., algunos escritores y científicos renacentistas volvieron a fijar la vista
en la física y la ética de Epicuro.
Hoy en día, la figura de este filósofo reluce con especial viveza a causa de
las semejanzas que existen entre su época y la nuestra.

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4. LOS ESTOICOS
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4.1. ZENÓN DE CITIO

Zenón de Citio, considerado generalmente como el fundador de la


escuela estoica, fue contemporáneo de Epicuro y también desarrolló toda
su actividad intelectual en Atenas.
Había nacido en Citio (Chipre) en el año 332 a.C. y tenía veintidós años
cuando llegó a la ciudad del Ática. Allí bebió de diferentes influencias
filosóficas y se hizo célebre por ofrecer sus enseñanzas en un pórtico del
ágora llamado stoa poikile, del cual deriva el nombre de la escuela.
Aunque se sintió atraído por diferentes corrientes intelectuales, fueron
Sócrates y algunos de sus discípulos los que más influyeron sobre la
personalidad de Zenón, que, como Epicuro, dotó a su doctrina de un
fuerte carácter práctico.

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4.2. EPICUREÍSMO Y
ESTOICISMO

Epicureísmo y estoicismo representan los dos grandes sistemas


filosóficos de la época y, en consecuencia, comparten muchos de
los rasgos esenciales del periodo helenístico. Sin embargo,
intelectualmente hablando, Epicuro y Zenón fueron grandes
adversarios y sus respectivas escuelas se encontraban muy
enfrentadas en algunos puntos.
Aunque epicúreos y estoicos centraron sus esfuerzos en descubrir
el camino hacia la felicidad humana, unos y otros diseñaron
caminos y soluciones muy diferentes, razón principal que explica la
rivalidad que en aquella época existía entre estas dos escuelas.

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4.3. LA FELICIDAD
ESTOICA

Ante el sentimiento de crisis y desorientación que vivía Gracia


tras la muerte de Alejandro Magno, podían imaginarse, al menos,
tres posibles reacciones.
La primera de ellas era la transformación de la realidad, senda
por la que transitaron las revueltas antimacedónicas, pero que la
mayoría de los filósofos rechazarían por haberse desengañado de
toda actividad política.
Otra posible solución era, como harían los epicúreos, limitar los
deseos al mínimo grado estrictamente necesario. De esta forma,
como ya hemos visto, el sabio no sufriría la angustia de
participar de una realidad que no le satisface.

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4.3. LA FELICIDAD
ESTOICA

Finalmente, Zenón y sus seguidores optaron por:


[…] proclamar que la realidad, tal como existe, tiene un sentido,
un sentido superior que engloba y justifica las apariencias
adversas, y que debemos comprender ese sentido profundo del
universo, ese orden ínsito en el cosmos, y adecuar nuestros
deseos a la voluntad providente de ese todo del que somos una
parte excelsa, puesto que hemos sido dotados de comprensión y
de capacidad de comunicación. Ése es el camino por el que
Zenón intenta conducir a quienes quieran seguirlo hasta la
felicidad. (García Gual e Ímaz, 2008: 110)

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4.3. LA FELICIDAD
ESTOICA

De acuerdo con esta descripción, el estoicismo parte, por lo


tanto, de un doble presupuesto: por un lado, existiría un cosmos
ordenado cuya historia estaría regida por un sentido racional
preestablecido llamado logos; por otro lado, el ser humano sería el
único ser vivo capaz de comprender dicho sentido.
En consecuencia, los estoicos sostenían que la felicidad se
encuentra en el conocimiento de la providencia y en el
sometimiento a ésta por parte del sabio. En pocas palabras: solo
sería feliz aquél que descubriera y aceptara el destino que logos le
ha reservado.

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4.4. LA LÓGICA
ESTOICA

Si la ética epicúrea estaba vinculada a la física


atomista heredada de Demócrito, el estoicismo
basó su doctrina filosófica en un elaborado
sistema lógico. A diferencia del Organon
aristotélico —que fue concebido como una
condición previa de todo conocimiento—, la
lógica estoica es parte fundamental del estudio
filosófico, pues se trata de desentrañar las normas
del logos que ordenan el universo y que prefiguran
la existencia de todo ser viviente.

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4.4.1. ASPECTOS
GRAMATICALES

Del estudio del vínculo que une al orden cósmico con la mente
humana, los estoicos —en lo que atañe a la lógica, se piensa que el
principal artífice fue Crisipo— extrajeron, en primer lugar, importantes
conclusiones gramaticales, algunas de las cuales llegan todavía hasta
nuestros días.
Tal es el caso de la distinción entre el significante (tò semaínon), el
significado (tò semainómenon) y la referencia, tan importante para la
gramática estructural de Ferdinand de Saussure. Por otro lado, también
desarrollaron el análisis sintáctico de los enunciados, que podían ser
completos o incompletos, verdaderos o falsos y simples o compuestos.

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Grandes Pensadores de la Época Clásica 45
4.5. LA TEORÍA DEL
CONOCIMIENTO

A pesar de su aparente reduccionismo racionalista, lo cierto es que


los estoicos no admitían ninguna clase de conocimiento que no
proviniera originariamente de los sentidos.
Tras este proceso pasivo de recepción de sensaciones, el intelecto
humano pondría en funcionamiento un mecanismo activo que las
convertiría en representaciones o imágenes mentales.
Finalmente, cuando nuestro repositorio particular de
representaciones mentales fuera lo suficientemente extenso, nos
encontraríamos en condiciones de enunciar conceptos generales.

Jorge Otín Gavín


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4.5. LA TEORÍA DEL
CONOCIMIENTO

Tal y como puede observarse, la teoría del


conocimiento humano propuesta por los estoicos no
difería sustancialmente de la de los epicúreos.
Aun así, aunque los estoicos concebían al ser
humano como una tabula rasa desprovista de
contenidos mentales innatos, sí que consideraban
que su forma de pensar estaba “sintonizada” con el
mundo exterior, es decir, que el razonamiento natural
de la mente humana estaría predispuesto a
comprender el orden existente en el universo.
Jorge Otín Gavín
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4.6. LA FÍSICA
ESTOICA

¿Cómo reacciona el universo al sentido y al orden que le impone el


logos, esto es, a su propia configuración lógica? La cosmología estoica
está basada en una concepción física radicalmente materialista.
Al igual que sucedió con los cínicos y con los epicúreos, también los
estoicos reaccionaron ante lo que ellos consideraban un exceso
metafísico por parte de Platón y, significativamente, también de
Aristóteles —por postular la existencia de una substancia suprasensible
que “movería” al conjunto de la realidad—.
El sentido de lo real sería inmanente y se encargaría de ordenar el
cosmos y dirigir los cambios y las transformaciones.

Jorge Otín Gavín


Grandes Pensadores de la Época Clásica 48
4.6.1. EL DETERMINISMO Y
EL DESTINO

La consecuencia principal de la física estoica, como podrá


imaginarse, es la existencia de un determinismo regido por el
logos y ante el cual no existe libertad posible para ningún ser.
Mientras que los epicúreos salvaban la libertad humana con el
concepto de clinamen o desviación atómica, los estoicos van a
aceptar la predestinación impuesta, añadiendo que es
precisamente esta aceptación el requisito necesario para que el
ser humano alcance la felicidad.

Jorge Otín Gavín


Grandes Pensadores de la Época Clásica 49
4.6.2. LA RELIGIOSIDAD

Otra importante consecuencia que muchas veces se ha extraído de la


cosmología estoica es la idea de que su doctrina no es tanto filosófica
como religiosa.
La idea de que todo el cosmos está regido por una suerte de
providencia divina y que el ser humano debe someterse a dicho destino
recuerda, en efecto, a otras corrientes intelectuales de carácter más
religioso.
Si bien no puede decirse directamente que el estoicismo constituye un
credo religioso, estas interpretaciones no están del todo
desencaminadas.

Jorge Otín Gavín


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4.6.3. LA CREENCIA EN LA
ADIVINACIÓN

Otro rasgo significativo del estoicismo es la firme creencia


en la adivinación: dado que el Destino está ya escrito en
algún sentido, la benevolencia de los dioses puede hacer que
éstos nos envíen señales a partir de las cuales podría
descifrarse el futuro.
Como podrá imaginarse, en este punto se oponen
frontalmente al epicureísmo, según el cual el devenir
histórico se sostiene sobre el azar, la contingencia y la
libertad humana.

Jorge Otín Gavín


Grandes Pensadores de la Época Clásica 51
CONCLUSIONES: EL
LEGADO ESTOICO

Durante todo el periodo helenístico y hasta bien entrado el primer


milenio de nuestra era, el estoicismo dominó el espectro intelectual de la
zona mediterránea. La principal razón de su ocaso fue el desarrollo del
cristianismo, que, por lo demás, tomó numerosos elementos estoicos y
los adaptó a su doctrina particular.
A partir del Renacimiento y con especial fuerza durante la Ilustración —
caracterizada en este sentido por la creencia en un progreso histórico
ordenado y teleológico—, el estoicismo recuperó parte de su antiguo
esplendor y muchos autores orientaron sus teorías hacia sus ideales
teórico-prácticos. Montaigne, Descartes, Spinoza o Kant son solo
algunos ejemplos.

Jorge Otín Gavín


Grandes Pensadores de la Época Clásica 52
CONCLUSIONES: LA
ACTUALIDAD DEL
ESTOICISMO

No obstante, las esperanzas de un futuro mejor y de una


providencia divina que estaría por llegar se vinieron abajo
con algunos de los acontecimientos que marcarían la historia
del siglo XX: las dos Guerras Mundiales, el lanzamiento de la
bomba atómica, etc.
En consecuencia, es comprensible que el estoicismo no goce
hoy en día del interés de la opinión pública, complicado
como está el poder pensar que la historia humana forma
parte del plan de un Dios clemente y bondadoso.

Jorge Otín Gavín


Grandes Pensadores de la Época Clásica 53
5. LOS ESCÉPTICOS
54
5.1. EL ESCEPTICISMO
ANTIGUO

Al igual que sucede con otras corrientes de pensamiento de


la Antigüedad —sofistas, cínicos, etc.—, el escepticismo
también ha recibido un tratamiento más bien ambiguo por
parte de muchos historiadores de la filosofía.
Llevados seguramente por alguno de los significados
populares de la palabra «escéptico», éstos han considerado a
esta particular escuela como una reacción negadora y
nihilista de todos los valores científicos y morales.
No obstante, aunque la posición escéptica tenga algo de
esto último, no por ello debe negársele la dignidad que
merece dentro de la historia de la filosofía.
Jorge Otín Gavín
Grandes Pensadores de la Época Clásica 55
5.2. EL CONOCIMIENTO

La postura escéptica se fundó sobre una negación. Hasta entonces,


muchos filósofos habían distinguido entre creencia y verdad. Parménides
mencionaba la vía de la opinión y al vía de la verdad, Platón separó un
mundo eidético de nuestro mundo sensible e incluso Aristóteles
diferenciaba el conocimiento de lo accidental y contingente del de lo
substancial y necesario. Pues bien: los escépticos aceptaron la existencia de
opiniones y creencias, pero negaron que el conocimiento humano pudiera
ir más allá.
El escepticismo, por lo tanto, se enfrenta a cualquier clase de dogmatismo
—filosófico, religioso o de cualquier otro tipo— y niega la posibilidad de
fundar una doctrina filosófica basada en criterios de verdad.

Jorge Otín Gavín


Grandes Pensadores de la Época Clásica 56
5.3. LA SUSPENSIÓN
DEL JUICIO Y LA
ATARAXIA
Como era habitual entre las escuelas del periodo helenístico,
también la posición escéptica lleva a una determinada
perspectiva ética.
De acuerdo con los escépticos, como nada puede afirmarse
con absoluta seguridad —nótese la influencia de los sofistas—
, lo más prudente es «suspender el juicio» y aceptar
humildemente que no puede existir ningún conocimiento
verdadero sobre las cosas.
Esta suspensión del juicio, consideraban, sería el único camino
que puede acercar al ser humano a la felicidad (ataraxia).

Jorge Otín Gavín


Grandes Pensadores de la Época Clásica 57
5.4. HISTORIA DEL
ESCEPTICISMO
ANTIGUO
La historia del escepticismo antiguo suele dividirse en dos etapas bien
diferenciadas. La primera de ellas es la inaugurada por Pirrón de Élide,
filósofo que no dejó nada por escrito y cuyas enseñanzas nos han llegado
principalmente a través de uno de sus discípulos, Timón.
Por otro lado, la segunda etapa se concentra en torno a la Academia
platónica y a algunos de sus miembros, especialmente Arcesilao y
Carnéades, que incluso llegarían a dirigir la institución.
Por último, cabe todavía mencionar a Sexto Empírico, un escéptico muy
posterior de escasa originalidad pero gracias al cual nos han llegado
muchas de las tesis defendidas por sus predecesores.

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Grandes Pensadores de la Época Clásica 58
CONCLUSIONES

En términos generales, aunque el escepticismo


nunca llegó a instituirse como una escuela
filosófica propiamente dicha, sus
cuestionamientos han sobrevolado siempre la
historia del conocimiento.
Especial relevancia tuvo en el advenimiento de
la filosofía moderna y en el desarrollo de
algunas de las más importantes corrientes
intelectuales del siglo XX, como la antropología
posmoderna o el posestructuralismo.

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Grandes Pensadores de la Época Clásica 59
Grandes Pensadores de
¡MUCHAS GRACIAS! la Época Clásica

Jorge Otín Gavín

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