Civil IV UDLA
Civil IV UDLA
Civil IV UDLA
Cristian Lepin
Responsabilidad Civil
ELEMENTO ELEMENTO
NEXO
SUBJETIVO OBJETIVO
CAUSAL
DOLO O CULPA DAÑO
ACCION U MENOSCABO
OMISIÓN PERJUICIO
Responsabilidad precontractual: responsabilidad que surge antes, cuando se inician las negociaciones hasta que el
contrato quede perfeccionado.
Responsabilidad civil = indemnización de perjuicios (elemento subjetivo)
Sistema de responsabilidad objetivo, legal o sin culpa (no se analiza si es con dolo o culpa)
El Patrimonio
Conjunto de derechos y obligaciones de una persona susceptible de estimación pecuniaria, en este sentido esta
concebido como un atributo de la personalidad. (El conjunto de derechos y obligaciones debe ser posible
valorarlo económicamente)
Del concepto se desprende que esta conformado por un conjunto de derechos lo que normalmente se conoce
como haber o el aspecto activo del patrimonio, pero también considera un aspecto pasivo determinado por las
deudas u obligaciones.
Dentro de la teoría clásica elaborada por los juristas franceses Aubry y Rau, el patrimonio es un atributo de la
personalidad, distinto de la capacidad, como consecuencia tiene las siguientes características:
1. Es único/unitario (cada persona es y debe ser titular de un patrimonio , único e indivisible al cual hemos
denominado patrimonio personal u originario)
2. Es inalienable
3. Es imprescriptible ( no se pierde ni se adquiere por prescripción)
4. Es inembargable (está fuera del comercio humano)
5. Es intransmisible ( No se aplica en nuestro derecho)
6. Es intransferible
Desde otro punto de vista el patrimonio es:
1. Una universalidad jurídica: está compuesto no por cosas u obligaciones determinadas, sino por la totalidad
de los bienes y obligaciones de que la persona es sujeto o titular. Se refiere al conjunto existan o no
existan bienes.
2. Consecuencia de la característica anterior el patrimonio es independiente, distinto de los derechos y
obligaciones que lo componen.
3. Tiene un activo y un pasivo, ya que esta integrado por derechos y obligaciones.
4. Por ser un atributo de la personalidad e independiente de los bienes que lo componen, no necesita un saldo
positivo para existir, una persona tiene patrimonio aunque no tenga bienes y solo tenga deudas.
5. Por ser una universalidad jurídica, tiene origen en la ley, ya que la voluntad de los particulares no puede
crear universalidades jurídicas.
Nuestro código civil siguiendo a su modelo francés, no define el patrimonio, sin embargo en numerosas
disposiciones se refiere a el.
Art. 85 inciso 2: Patrimonio del desaparecido
Art. 534: Patrimonio del pupilo
Art. 347: En las guardas, habla de la indivisión de patrimonios y de su división
Art. 1341: Se refiere a la confusión de patrimonios
Art. 1170 y 1172,: Patrimonio del difunto
Art 114 y 1115, hacen una clara distinción entre el patrimonio y las cosas que existen en el
Art. 1750: señala que el marido respecto de terceros es dueño de los bienes sociales, como si ellos y sus bienes
propios formasen un solo patrimonio. (se aplica a la sociedad conyugal)
Tal vez la disposición que puntualiza con mas claridad el concepto de patrimonio es el art. 549:
Art. 549. Lo que pertenece a una corporación, no pertenece ni en todo ni en parte a ninguno de los individuos
que la componen; y recíprocamente, las deudas de una corporación, no dan a nadie derecho para
demandarlas, en todo o parte, a ninguno de los individuos que componen la corporación, ni dan acción sobre
los bienes propios de ellos, sino sobre los bienes de la corporación. Sin embargo, los miembros pueden,
expresándolo, obligarse en particular, al mismo tiempo que la corporación se obliga colectivamente; y la
responsabilidad de los miembros será entonces solidaria, si se estipula expresamente la solidaridad. Pero la
responsabilidad no se extiende a los herederos, sino cuando los miembros de la corporación los hayan
obligado expresamente. Si una corporación no tiene existencia legal según el artículo 546, sus actos colectivos
obligan a todos y cada uno de sus miembros solidariamente.
Se trata de aplicar la teoría de la ficción, los bienes que le pertenecen a la persona jurídica no le pertenecen a los
individuos. Si la corporación tiene un patrimonio propio y sus actos no afectan el patrimonio de sus asociados, Si no
lo está, no tiene patrimonio, y los actos colectivos que realicen las personas que la forman obligan a éstas
solidariamente en sus propios patrimonios.
Este concepto es el que regula y hace posible la responsabilidad del deudor por sus obligaciones civiles.-
El art. 2465, establece la prenda general de los acreedores al disponer:
Art. 2465. Toda obligación personal da al acreedor el derecho de perseguir su ejecución sobre todos los
bienes raíces o muebles del deudor, sean presentes o futuros, exceptuándose solamente los no embargables,
designados en el artículo 1618.
Toda obligación personal da derecho a exigir perseguir su ejecución, excepto los embargables, y en definitiva los
que se encuentren a la época de hacerse efectivo el pago. Tanto es así, que en el pago por cesión de bienes o en el
pago con beneficio de competencia, con los cuales se libra el deudor de apremios pero no se solventan totalmente
las obligaciones, el patrimonio continúa respondiendo.
Art. 1619. inciso 3. Si los bienes cedidos no hubieren bastado para la completa solución de las deudas, y el
deudor adquiere después otros bienes, es obligado a completar el pago con éstos. La cesión no transfiere la
propiedad de los bienes del deudor a los acreedores, sino sólo la facultad de disponer de ellos y de sus frutos
hasta pagarse de sus créditos.
Art. 1625, Art. 1625. Beneficio de competencia es el que se concede a ciertos deudores para no ser obligados
a pagar más de lo que buenamente puedan, dejándoseles en consecuencia lo indispensable para una modesta
subsistencia, según su clase y circunstancias, y con cargo de devolución cuando mejoren de fortuna.
A la inversa, tal como son los bienes en el patrimonio los que responden a la obligación, los acreedores no pueden
perseguir los bienes que ya salieron del patrimonio, salvo el caso muy excepcional de la acción pauliana (art. 2468)
Art. 2468. En cuanto a los actos ejecutados antes de la cesión de bienes o la apertura del concurso, se
observarán las disposiciones siguientes: 1.a Los acreedores tendrán derecho para que se rescindan los
contratos onerosos, y las hipotecas, prendas y anticresis que el deudor haya otorgado en perjuicio de ellos,
estando de mala fe el otorgante y el adquirente, esto es, conociendo ambos el mal estado de los negocios del
primero. 2.a Los actos y contratos no comprendidos bajo el número precedente, inclusos las remisiones y
pactos de liberación a título gratuito, serán rescindibles, probándose la mala fe del deudor y el perjuicio de
los acreedores. 3.a Las acciones concedidas en este artículo a los acreedores expiran en un año contado
desde la fecha del acto o contrato.
Consecuentemente con lo señalado, si determinado patrimonio es del obligado, los créditos no pueden hacerse
valer en un patrimonio distinto, así por ejemplo el art. 150 del CC. Habla del patrimonio reservado de la mujer
casada en sociedad conyugal.
Art. 150. La mujer casada de cualquiera edad podrá dedicarse libremente al ejercicio de un empleo, oficio,
profesión o industria. La mujer casada, que desempeñe algún empleo o que ejerza una profesión, oficio o
industria, separados de los de su marido, se considerará separada de bienes respecto del ejercicio de ese
empleo, oficio, profesión o industria y de lo que en ellos obtenga, no obstante cualquiera estipulación en
contrario
Las obligaciones de la mujer no afectaran el patrimonio del marido, ni los acreedores del marido no tendrán acción
contra los bienes de la mujer, salvo en ambos casos, en que hayan obtenido beneficio de las obligaciones, pero esto
no en relación a una responsabilidad directa sino a la derivada del enriquecimiento sin causa.
Lo que sucede en la herencia que es aceptada por el heredero con beneficio de inventario, lo que determina que no
se confunda su patrimonio con el patrimonio heredado, va a responder de acuerdo a lo que le fue asignado como
herencia. De acuerdo con lo dispuesto en los art. 1247 y 1263 cc, su patrimonio personal no será responsable de las
obligaciones hereditarias o testamentarias.
Art. 1247. El beneficio de inventario consiste en no hacer a los herederos que aceptan responsables de las
obligaciones hereditarias y testamentarias, sino hasta concurrencia del valor total de los bienes que han
heredado.
Art. 1263. El heredero beneficiario que opusiere a una demanda la excepción de estar ya consumidos en el
pago de deudas y cargas los bienes hereditarios o la porción de ellos que le hubiere cabido, deberá probarlo
presentando a los demandantes una cuenta exacta y en lo posible documentada de todas las inversiones que
haya hecho.
El art. 253, establece que los actos y contratos del hijo de familia no autorizados por el padre, o por la madre o por
el curador adjunto en su caso, le obligaran exclusivamente en su peculio profesional o industrial, inversamente los
actos y contratos que el hijo celebre fuera del peculio que el padre o la madre autoricen o ratifique por escrito
obligaran directamente al padre o a la madre y subsidiariamente al hijo hasta concurrencia del provecho que
hubiere reportado.
Art. 253. El que ejerza el derecho legal de goce sobre los bienes del hijo tendrá su administración, y el que se
encuentre privado de ésta quedará también privado de aquél. Si el padre o la madre que tiene la patria
potestad no puede ejercer sobre uno o más bienes del hijo el derecho legal de goce, éste pasará al otro; y si
ambos estuviesen impedidos, la propiedad plena pertenecerá al hijo y se le dará un curador para la
administración.
La responsabilidad del patrimonio se ejerce indistintamente sobre los bienes que este contenga no sobre bienes
determinados, cuando existen garantías reales (hipoteca) puede perseguirse el bien gravado (característica que
deriva del derecho real), si el bien hipotecado no alcanza para ser integro pago de la obligación, el saldo se hace
efectivo en forma indeterminada sobre los demás bienes. En el caso de que el bien hipotecado sea traspasado a 3ros
igualmente puede hacerse efectiva la garantía a través de la acción persecutoria, pero no sobre el patrimonio del
tercero sino exclusivamente sobre el bien hipotecado. Si quedare por tanto un saldo, este no se puede hacer valer
sobre el patrimonio del tercero adquirente sino exclusivamente sobre el patrimonio del deudor original.
Art. 254. No se podrán enajenar ni gravar en caso alguno los bienes raíces del hijo, aun pertenecientes a su
peculio profesional o industrial, ni sus derechos hereditarios, sin autorización del juez con conocimiento de
causa
Se dice que es intransmisible, esto es debido a la ambigüedad del código napoleónico, específicamente en esta
materia el art. 711 del libro III de dicho código, en que se tratan las sucesiones hereditarias, se refiere a la propiedad
de los bienes que se adquieren y trasmiten entre otras fuentes por las sucesiones y donaciones testamentarias, en
los art 745 y siguientes trata de las sucesiones deferidas a los parientes y mucho mas adelante en el art. 1003, se
refiere a los legados universales, en que el testador ha dejado a una o varias personas la universalidad de sus bienes,
todo esto ha dado lugar a que se opine que no existe la trasmisión del patrimonio, o bien que esta solo puede
realizarse respecto de los herederos parientes y no de los herederos extraños, esta situación no ocurre en nuestro
derecho porque Bello con precisión y claridad señala en el art. 951, que “se sucede a una persona difunta a titulo
universal o a titulo singular”, el titulo es universal cuando se sucede al difunto en todos sus bienes derechos y
obligaciones trasmisibles o en una cuota de ellos, como la mitad, tercio o quinto. Luego agrega en el art. 1097, que
“los asignatarios a titulo universal con cualesquiera palabras que se les llame y aunque en el testamento se les
califique de legatarios son herederos, representan la persona del testador, para sucederle en todos sus derechos y
obligaciones trasmisibles”.
No cabe duda entonces que en nuestro ordenamiento jurídico el patrimonio es trasmisible; pasa del causante a sus
herederos, esta afirmación puede ser corroborada por los art. 996 y 1382 del cc.
Art. 996. Cuando en un mismo patrimonio se ha de suceder por testamento y abintestato, se cumplirán las
disposiciones testamentarias, y el remanente se adjudicará a los herederos abintestato según las reglas
generales. Pero los que suceden a la vez por testamento y abintestato, imputarán a la porción que les
corresponda abintestato lo que recibieren por testamento, sin perjuicio de retener toda la porción
testamentaria, si excediere a la otra. Prevalecerá sobre todo ello la voluntad expresa del testador, en lo que
de derecho corresponda. En todo caso la regla del inciso primero se aplicará una vez enteradas totalmente, a
quienes tienen derecho a ellas, las legítimas y mejoras de la herencia.
Art. 1382. Obtenida la separación de patrimonios por alguno de los acreedores de la sucesión, aprovechará a
los demás acreedores de la misma que la invoquen y cuyos créditos no hayan prescrito, o que no se hallen en
el caso del número 1° del artículo 1380. El sobrante, si lo hubiere, se agregará a los bienes del heredero, para
satisfacer a sus acreedores propios, con los cuales concurrirán los acreedores de la sucesión que no gocen del
beneficio.
Otra importancia del patrimonio en nuestro derecho es que hace concordante y orgánica la regulación de la
sucesión por causa de muerte. (La 1ra era que el patrimonio regula y hace la responsabilidad del deudor, sobre
quienes se puede dirigir el acreedor, la 2da importancia es que la sucesión la hace concordante y orgánica porque el
patrimonio se puede trasmitir).
En otra materia en donde la teoría del patrimonio tiene importancia es en las personas jurídicas. El art. 545 dice que
las personalidad jurídicas son capaces de ejercer derechos y contraer obligaciones civiles y el art. 549, agrega que lo
que pertenece a una corporación no pertenece ni en todo ni en parte a ninguno de los individuos que la compone
igualmente que estos no son responsables de as deudas de la corporación las que solo pueden hacerse valer sobre
sus bienes propios en que esta propiedad o responsabilidad pueden radicarse exclusivamente en la corporación y
no en los miembros que la componen no puede explicarse jurídicamente sino a través del concepto de que ella
tiene un patrimonio propio distinto del patrimonio personal de los asociados. El fundamento de las personalidades
jurídicas, ya sean corporaciones, fundaciones, sociedades civiles o comerciales adquiere a través del concepto de
patrimonio una base y explicación coherente.
Art. 545. Se llama persona jurídica una persona ficticia, capaz de ejercer derechos y contraer obligaciones
civiles, y de ser representada judicial y extrajudicialmente. Las personas jurídicas son de dos especies:
corporaciones y fundaciones de beneficencia pública. Las corporaciones de derecho privado se llaman
también asociaciones. privado se llaman también asociaciones. Una asociación se forma por una reunión de
personas en torno a objetivos de interés común a los asociados. Una fundación, mediante la afectación de
bienes a un fin determinado de interés general. Hay personas jurídicas que participan de uno y otro carácter.
Otra figura jurídica que la teoría del Patrimonio explica es la representación.
La representación se produce cuando una persona actúa jurídicamente a nombre de otra, estando autorizada para
hacerlo, y los efectos del acto se radican, no en sí mismo, sino en el tercero; es lo que se denomina “la
representación”.
Art. 1448. Lo que una persona ejecuta a nombre de otra, estando facultada por ella o por la ley para
representarla, produce respecto del representado iguales efectos que si hubiese contratado él mismo.
De la propia definición señalada se desprende que la representación puede tener dos orígenes, legal o convencional,
y así en el caso de la representación legal el art. 43 del cc, señala quienes son representantes legales de una persona
Art. 43. Son representantes legales de una persona el padre o la madre, el adoptante y su tutor o curador.
En cambio en el contrato de mandato regulado en el art. 2116 y sgtes del cc, se reglamenta la representación
voluntaria, como el caso del patrocinio del abogado. Si el representante actúa por el representado los efectos del
acto jurídico se van a radicar en este y no en la persona que materialmente concurre a la celebración del acto , el
patrimonio vinculado a la obligación será el del representado en el cual se radicaran todos los efectos del acto
jurídico celebrado, si el representante no adquiere ningún derecho ni contrae ninguna obligación es porque no ha
comprometido su patrimonio sino ha comprometido en definitiva el patrimonio del representado.
Art. 2116. El mandato es un contrato en que una persona confía la gestión de uno o más negocios a otra, que
se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera. La persona que confiere el encargo se llama
comitente o mandante, y la que lo acepta, apoderado, procurador, y en general, mandatario.
Existe una situación mas evidente todavía y es la del art. 2144, que dispone que el mandatario no puede comprar
para si lo que el mandante le ha mandado vender, salvo con aprobación expresa del mandante, este artículo
demuestra que el automandato es posible siempre con autorización del mandante, en ambos supuestos, es
imposible entender que la persona este contratando consigo misma sino entendemos que esta actuando por 2
patrimonios. El patrimonio propio y el del representado.
Art. 2144. No podrá el mandatario por sí ni por interpuesta persona, comprar las cosas que el mandante le ha
ordenado vender, ni vender de lo suyo al mandante lo que éste le ha ordenado comprar, si no fuere con
aprobación expresa del mandante.
Art. 2284. Las obligaciones que se contraen sin convención, nacen o de la ley, o del hecho voluntario de una
de las partes. Las que nacen de la ley se expresan en ella. Si el hecho de que nacen es lícito, constituye un
cuasicontrato. Si el hecho es ilícito, y cometido con intención de dañar, constituye un delito. Si el hecho es
culpable, pero cometido sin intención de dañar, constituye un cuasidelito. En este título se trata solamente de
los cuasicontratos.
El delito y el cuasidelito pueden surgir de un hecho o de una abstención. Lo que distingue el delito o cuasidelito civil
del delito o cuasidelito penal es que en el primer caso hay hechos culpables o dolosos que causan perjuicio, y en el
segundo, hecho culpable o doloso penados por la ley penal. En razón de lo anterior, un mismo hecho puede ser a la
vez delito o cuasidelito civil y penal (el hurto); un hecho puede ser cuasidelito o delito penal sin ser cuasidelito o
delito civil (delitos de mendicidad, vagancia); y un hecho puede ser cuasidelito o delito civil sin ser cuasidelito o
delito penal. Este último es lo normal, pues el concepto de ilícito civil es mucho más amplio que el de ilícito penal.
Para Rosende Alvarez, la responsabilidad civil es la obligación que pesa sobre una persona de colocar a quien se ha
causado un daño por la violación de un deber jurídico en la misma situación en que éste se encontraría con
anterioridad a dicho acto.
Obligación que pesa sobre una persona, para reparar a quien se ha causado daño, por un deber jurídico (deber legal
de no causar daño a otro), para que se repare el daño para volver al estado anterior si es posible o para compensar
el daño
Para Francisco Saavedra, “debe entenderse por responsabilidad civil la prestación obligatoria puesta a cargo de un
sujeto a consecuencias de un evento dañoso”. Evento dañoso: en realidad se paga el daño que causó, no lo que
provoco el daño
Fundamento de la responsabilidad civil
Se encuentra en el daño o dicho de otra forma en el incumplimiento de un deber que causa un daño. Parte de la
base del elemento subjetivo (conducta dolosa / culposa) La doctrina señala que el incumplimiento es de una
obligación general de no causar daño.
Teoría de la responsabilidad subjetiva:
El fundamento de la responsabilidad que la ley impone de indemnizar el daño causado es la culpabilidad del agente,
del autor del daño. Es precisamente la actitud ilícita del autor del delito o cuasidelito civil la que impone a éste la
necesidad de responder de su conducta. Para esta teoría son 2 los requisitos fundamentales que deben reunirse
para que exista responsabilidad extracontractual:
1. El daño,
2. Que el daño se haya originado por culpa o dolo de quien lo ha provocado. La responsabilidad civil, parte de
la base del elemento subjetivo, puede haber daño pero si no hay una conducta dolosa no existiría
responsabilidad civil.
Se le denomina teoría de la responsabilidad subjetiva o por culpa porque el fundamento mismo de la obligación
indemnizatoria es la actuación ilícita del autor del daño.
Según esta teoría, como las personas pueden actuar libre e independientemente, cada una de ellas debe aprovechar
los beneficios que le reporta su actividad y soportar los daños que le causa la naturaleza o el hecho ajeno. No basta,
para esta teoría, con que una persona sufra un daño en sí misma o en sus bienes para que surja la obligación de
repararlo.
Para que exista obligación de indemnizar ese daño, es necesario que provenga del dolo o culpa del autor: sin dolo o
culpa no hay responsabilidad.
Esta teoría subjetiva es criticada en la actualidad, señalándose que ella se conformaba a los requerimientos de la
sociedad de la época de su formulación, pero que no responde en manera alguna a los de la sociedad actual, ello
porque en este sistema la víctima de un daño va a poder obtener la reparación del daño mismo sólo si prueba el
dolo o la culpa del autor. De tal manera que, si no logra probar ese dolo o esa culpa, su demanda va a ser rechazada,
debiendo la víctima soportar la totalidad del daño. Es precisamente esta prueba la que enfrenta a la víctima del daño
a un serio problema, porque en numerosos casos la prueba de la culpa o del dolo es sumamente difícil y en otros es
imposible; así, por ejemplo, a un trabajador de una empresa que sufre un accidente de trabajo le será sumamente
difícil probar que ese accidente se debió a culpa o dolo de la empresa.
Teoría moderna o de la responsabilidad objetiva o sin culpa:
También se la llama teoría del riesgo, ello porque no se atiende a la conducta, a la culpabilidad del agente, sino que
al resultado material de esa conducta, es decir, al daño que se causa. Para esta teoría, la obligación de indemnizar
exige fundamentalmente la existencia de un perjuicio ocasionado a una persona por la conducta del autor del daño.
Se la denomina teoría del riesgo porque a falta de culpa se funda en la idea de que toda persona que desarrolla una
actividad crea un riesgo de daño para los demás (piénsese en un empresario de buces). Ahora, si ese riesgo se
concreta, es decir, si se produce el daño perjudicando a una persona, el que creó la posibilidad de riesgo tiene que
indemnizar a la persona dañada, exista o no culpa, porque la obligación de indemnizar se origina por el riesgo creado
y no por el acto que provoca el daño.
Esta teoría es también criticada, siendo la principal el hecho de que ella es peligrosa, porque si hay que reparar de
todas maneras el daño, puede producirse la idea de que ante el derecho es indiferente actuar con o sin diligencia.
De modo que aún la persona más diligente, si causa un daño a otro, va a tener que indemnizarlo, y para defenderse
de esta posibilidad de indemnizar todos estos daños y no actuar con la diligencia debida, puede contratar seguros
sobre la materia.
Por otro lado, hay que tener presente que el derecho civil se funda principalmente en la teorías subjetivas, y en
estas materias no puede dejar de considerarse a la persona y a su accionar para adoptar un criterio meramente
material, considerándose sólo el efecto que se ha producido.
Responsabilidad civil, daño a una persona producto de un actuar negligente o doloso. Todo acto ejecutado por una
persona con o sin la intención de producirlo (culpa o dolo), y surge la obligación de reparar.
Responsabilidad penal, realizar una actividad típica, antijurídica y culpable, determinados por ley (tipo penal) La
responsabilidad penal puede desencadenar una responsabilidad civil, cuando con su actuar genera daño a una
persona especifica
Orden privado, responsabilidad civil
Orden general, responsabilidad penal
Daño privado: consiste en todo menoscabo que experimente un individuo en su persona o bienes por el hecho de
otra persona, ya se trate de la pérdida de un beneficio moral y material, un perjuicio patrimonial o extrapatrimonial.
Daño social: se traduce en el incumplimiento de la norma legal, en el atentado de la conducta humana contra el
ordenamiento que la sociedad ha creado para la adecuada protección de sus principios, actividades o bienes más
preciados. (En contra del bien jurídico protegido por esta, tipificado en la ley penal. Sanción o pena como represión o
castigo punitivo).
Responsabilidad contractual: nace cuando el daño resulta de la violación de un vínculo jurídico preexistente entre
las partes, o sea, por el incumplimiento de la obligación contraída.
Responsabilidad extracontractual: todo hecho culpable o doloso que cause daño a otro, no existiendo un nexo
obligatorio
Responsabilidad cuasicontractual: cuando se produzca un desequilibrio injusto de patrimonios como consecuencia
de un hecho voluntario, lícito y no convencional. ej. Enriquecimiento sin causa
Responsabilidad legal será cuando por infracción de un mandato legal se cause daño a otro. Ej. Expropiación o
servidumbre.
Responsabilidad precontractual: cuando se causa daño a la persona o bienes de otro en el curso de la formación del
consentimiento. (codigo de comercio)
Diferencias entre la Responsabilidad Civil y la Responsabilidad Penal
1. Delitos y cuasidelitos civiles, no calificados (cualquier conducta que cause un daño, con culpa cuasidelito, con
dolo delito). Responsabilidad civil extra contractual, no existe en responsabilidad contractual.
a. No hay descripción de los hechos que produzcan perjuicio, la pena será la indemnización de perjuicio
(reparar económicamente el daño ocasionado)
b. La pena es pagar el daño causado (indemnización de perjuicio)
c. La acción es una demanda civil
d. La jurisdicción, tribunal ordinario, eventualmente arbitraje (solo responsabilidad contractual)
e. Capacidad :
i. Extracontractual (7 a 16 años),
ii. Menores de 7 responden los padres.
iii. 16 plenamente capaces para adoptar responsabilidad civil
iv. Civil contractual : mayor edad
v. Menor adulto: hasta su peculio profesional
f. La responsabilidad puede recaer en otra persona, tercero responsable, herederos; pueden serlo tanto
las personas naturales como las jurídicas.
g. Titulares de la acción: solo el que sufrió el daño o sus herederos o cesionarios
h. Prescripción de las acciones:
- extracontractual: 4 años desde la perpetración el hecho
- contractual: 5 años desde que se hizo exigible la obligación
2. En cuanto a su origen
a. Contractual: proviene de un acto jurídico previo del que ha nacido una obligación que se ha
incumplido, o cumplido imperfecta o retardadamente: La responsabilidad es sólo una sanción por
el incumplimiento de una obligación preexistente
b. Extracontractual: proviene de un hecho ilícito doloso o culpable
6. Capacidad
a. Contractual : 18 años
b. Extracontractual : 16 años
i. 7 a 16 con discernimiento
7. Solidaridad
a. Contractual: simplemente conjunta, expresamente, puede imponer el testador o la ley
b. Los autores de un delito o cuasidelito son solidariamente responsables del daño causado
(solidaridad legal pasiva) art. 2317
9. Prescripción acciones
a. Extracontractual 4 años desde la perpetración del hecho
b. Contractual 5 años desde el incumplimiento
2. Origen
a. Extracontractual: No hay vinculo jurídico preexistente
b. Legal: Hay un vinculo jurídico preexistente entre acreedor y deudor, creado por la ley (por ejemplo,
entre el alimentante y el alimentario).
4. Gradación de la culpa:
a. Extracontractual: no importa el grado de culpa en que se incurra, pues hay responsabilidad en
todo caso.
b. Legal: no existe una norma precisa, aun cuando puede destacarse como regla general la que obliga
a comportarse como un buen padre de familia, conducta que se asimila a la culpa leve
5. En materia de solidaridad:
a. Extracontractual: en caso de existir varios responsables de un acto ilícito, la responsabilidad de
éstos será solidaria Es solidaria
b. Legal: no obedecen a un principio general, en algunos casos la ley impone la solidaridad.
1. En el art. 130, inc 2º, al establecerse que serán obligados solidariamente a la indemnización de
todos los perjuicios y costas ocasionados a terceros por la incertidumbre de la paternidad, la
mujer que antes del tiempo debido hubiere pasado a otras nupcias, y su nuevo marido.
2. En el art. 328 al establecer que serán solidariamente responsables los que han participado en
el dolo destinado a obtener alimentos
3. En el art. 419 que se ocupa de la responsabilidad de los tutores y curadores, se establece la
responsabilidad solidaria de los mismos;
4. En el artículo 1281 al referirse a los albaceas conjuntos, se establece responsabilidad solidaria.
6. Constitución en mora
a. Extracontractual: No es necesario constituir al deudor en mora
b. Legal: el principio no siempre es el mismo:
1. En el art. 424 se exige al tutor o curador pagar los intereses corrientes del saldo que resulte en
su contra desde el día en que su cuenta haya quedado cerrada o haya habido mora en
exhibirla;
2. En el art. 100 del C. Comercio, no se exige constituir en mora al oferente para demandar
indemnización.
7. En materia de capacidad:
a. Extracontractual: se reglamenta expresamente en los artículos 2318 y 2319 del Código Civil.
Art. 2318. El ebrio es responsable del daño causado por su delito o cuasidelito.
Art. 2319. No son capaces de delito o cuasidelito los menores de siete años ni los dementes;
pero serán responsables de los daños causados por ellos las personas a cuyo cargo estén, si
pudiere imputárseles negligencia. Queda a la prudencia del juez determinar si el menor de
dieciséis años ha cometido el delito o cuasidelito sin discernimiento; y en este caso se
seguirá la regla del inciso anterior.
b. Legal: se rige sólo por las normas previstas para cada caso en particular. No habla de la edad.
8. En materia de prescripción:
a. Extracontractual: se extingue en cuatro años contados desde la perpetración del hecho.
b. Legal: en cambio, fija plazos especiales de prescripción: ej. la responsabilidad de los tutores y
curadores, se establece el plazo general de 5 años, propio de la responsabilidad contractual.
Origen de la Responsabilidad Extracontractual
Art. 2314. El que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido daño a otro, es obligado a la
indemnización; sin perjuicio de la pena que le impongan las leyes por el delito o cuasidelito.
Art. 1437. Las obligaciones nacen, ya del concurso real de las voluntades de dos o más personas, como los
contratos o convenciones; ya de un hecho voluntario de la persona que se obliga, como en la aceptación de
una herencia o legado y en todos los cuasicontratos; ya a consecuencia de un hecho que ha inferido injuria o
daño a otra persona, como en los delitos y cuasidelitos; ya por disposición de la ley, como entre los padres y
los hijos sujetos a patria potestad.
Lo que caracteriza a los delitos y cuasidelitos es que se trata de hechos ilícitos que además causan daño. Regla
general: delito o cuasidelito que causa daño es obligado a indemnizar al otro
Art. 2284. Las obligaciones que se contraen sin convención, nacen o de la ley, o del hecho voluntario de una
de las partes. Las que nacen de la ley se expresan en ella. Si el hecho de que nacen es lícito, constituye un
cuasicontrato. Si el hecho es ilícito, y cometido con intención de dañar, constituye un delito. Si el hecho es
culpable, pero cometido sin intención de dañar, constituye un cuasidelito. En este título se trata solamente de
los cuasicontratos.
Los art 2314, 1437 y 2284: la trilogía de la fuente de las obligaciones (dice lo qué se entiende por delito y cuasidelito)
Delito: Hecho ilícito cometido con la intención de dañar, por ende, hay dolo que en ocasiones también se llama
“malicia”
Cuasidelito: el hecho ilícito culpable, cometido sin la intención de dañar. Hay culpa, es decir, negligencia, descuido,
imprudencia, falta de la debida diligencia.
Art. 2329. Por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser
reparado por ésta. Son especialmente obligados a esta reparación: 1.º El que dispara imprudentemente un
arma de fuego; 2.º El que remueve las losas de una acequia o cañería en calle o camino, sin las precauciones
necesarias para que no caigan los que por allí transitan de día o de noche; 3.º El que, obligado a la
construcción o reparación de un acueducto o puente que atraviesa un camino lo tiene en estado de causar
daño a los que transitan por él.
Art. 2284. Las obligaciones que se contraen sin convención, nacen o de la ley, o del hecho voluntario de una
de las partes. Las que nacen de la ley se expresan en ella. Si el hecho de que nacen es lícito, constituye un
cuasicontrato. Si el hecho es ilícito, y cometido con intención de dañar, constituye un delito. Si el hecho es
culpable, pero cometido sin intención de dañar, constituye un cuasidelito. En este título se trata solamente de
los cuasicontratos
Art. 2319. No son capaces de delito o cuasidelito los menores de siete años ni los dementes; pero serán
responsables de los daños causados por ellos las personas a cuyo cargo estén, si pudiere imputárseles
negligencia. Queda a la prudencia del juez determinar si el menor de dieciséis años ha cometido el delito o
cuasidelito sin discernimiento; y en este caso se seguirá la regla del inciso anterior.
Art. 2323. El dueño de un edificio es responsable a terceros (que no se hallen en el caso del artículo 934), de
los daños que ocasione su ruina acaecida por haber omitido las necesarias reparaciones, o por haber faltado
de otra manera al cuidado de un buen padre de familia. Si el edificio perteneciere a dos o más personas
proindiviso, se dividirá entre ellas la indemnización a prorrata de sus cuotas de dominio.
Art. 2329. Por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser
reparado por ésta. Son especialmente obligados a esta reparación: 1.º El que dispara imprudentemente un
arma de fuego; 2.º El que remueve las losas de una acequia o cañería en calle o camino, sin las precauciones
necesarias para que no caigan los que por allí transitan de día o de noche; 3.º El que, obligado a la
construcción o reparación de un acueducto o puente que atraviesa un camino lo tiene en estado de causar
daño a los que transitan por él.
Art. 2333. Por regla general, se concede acción popular en todos los casos de daño contingente que por
imprudencia o negligencia de alguien amenace a personas indeterminadas; pero si el daño amenazare
solamente a personas determinadas, sólo alguna de éstas podrá intentar la acción.
Se critica la doctrina clásica sosteniéndose que no respondería adecuadamente a la realidad presente, en la que en
virtud del avance científico y tecnológico, las posibilidades de causar y de ser víctima de perjuicios han aumentado
considerablemente. En tal contexto, resulta también muy difícil para la víctima del daño probar la culpa del autor.
Para mitigar los inconvenientes planteados, el legislador, la doctrina y la jurisprudencia han adoptado diversas
medidas:
a) Art. 2320. Toda persona es responsable no sólo de sus propias acciones, sino del hecho de aquellos que
estuvieren a su cuidado. Así el padre, y a falta de éste la madre, es responsable del hecho de los hijos
menores que habiten en la misma casa. Así el tutor o curador es responsable de la conducta del pupilo que
vive bajo su dependencia y cuidado. Así los jefes de colegios y escuelas responden del hecho de los discípulos,
mientras están bajo su cuidado; y los artesanos y empresarios del hecho de sus aprendices o dependientes,
en el mismo caso. Pero cesará la obligación de esas personas si con la autoridad y el cuidado que su
respectiva calidad les confiere y prescribe, no hubieren podido impedir el hecho.
b) Art. 2322. Los amos responderán de la conducta de sus criados o sirvientes, en el ejercicio de sus respectivas
funciones; y esto aunque el hecho de que se trate no se haya ejecutado a su vista. Pero no responderán de lo
que hayan hecho sus criados o sirvientes en el ejercicio de sus respectivas funciones, si se probare que las han
ejercido de un modo impropio que los amos no tenían medio de prever o impedir, empleando el cuidado
ordinario, y la autoridad competente. En este caso toda la responsabilidad recaerá sobre dichos criados o
sirvientes.
c) Art. 2326. El dueño de un animal es responsable de los daños causados por el mismo animal, aun después que
se haya soltado o extraviado; salvo que la soltura, extravío o daño no pueda imputarse a culpa del dueño o
del dependiente encargado de la guarda o servicio del animal. Lo que se dice del dueño se aplica a toda
persona que se sirva de un animal ajeno; salva su acción contra el dueño, si el daño ha sobrevenido por una
calidad o vicio del animal, que el dueño con mediano cuidado o prudencia debió conocer o prever, y de que
no le dio conocimiento.
d) Art. 2328. El daño causado por una cosa que cae o se arroja de la parte superior de un edificio, es imputable a
todas las personas que habitan la misma parte del edificio, y la indemnización se dividirá entre todas ellas; a
menos que se pruebe que el hecho se debe a la culpa o mala intención de alguna persona exclusivamente, en
cuyo caso será responsable esta sola. Si hubiere alguna cosa que, de la parte superior de un edificio o de otro
paraje elevado, amenace caída y daño, podrá ser obligado a removerla el dueño del edificio o del sitio, o su
inquilino, o la persona a quien perteneciere la cosa o que se sirviere de ella; y cualquiera del pueblo tendrá
derecho para pedir la remoción.
e) Art. 2329. Por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser
reparado por ésta. Son especialmente obligados a esta reparación: 1.º El que dispara imprudentemente un
arma de fuego; 2.º El que remueve las losas de una acequia o cañería en calle o camino, sin las precauciones
necesarias para que no caigan los que por allí transitan de día o de noche; 3.º El que, obligado a la
construcción o reparación de un acueducto o puente que atraviesa un camino lo tiene en estado de causar
daño a los que transitan por él.
2.- Se ha extendido el concepto de culpa: el ejercicio abusivo de un derecho podría implicar culpa.
3.- Según el profesor Pablo Rodríguez Grez, hay al menos tres casos de responsabilidad objetiva en el Código Civil:
i) El caso del artículo 2316, inciso 2°, respecto del que se aprovecha del dolo ajeno, sin ser cómplice en él: El que
recibe provecho del dolo ajeno, sin ser cómplice en él, sólo es obligado hasta concurrencia de lo que valga el
provecho.
ii) El caso del artículo 2328, relativo a la cosa que cae o es arrojada de la parte superior de un edificio: El daño
causado por una cosa que cae o se arroja de la parte superior de un edificio, es imputable a todas las personas
que habitan la misma parte del edificio, y la indemnización se dividirá entre todas ellas; a menos que se pruebe
que el hecho se debe a la culpa o mala intención de alguna persona exclusivamente, en cuyo caso será
responsable esta sola. Si hubiere alguna cosa que, de la parte superior de un edificio o de otro paraje elevado,
amenace caída y daño, podrá ser obligado a removerla el dueño del edificio o del sitio, o su inquilino, o la persona
a quien perteneciere la cosa o que se sirviere de ella; y cualquiera del pueblo tendrá derecho para pedir la
remoción.
iii) El caso del artículo 2327, en lo tocante al daño causado por un animal fiero: El daño causado por un animal fiero,
de que no se reporta utilidad para la guarda o servicio de un predio, será siempre imputable al que lo tenga, y si
alegare que no le fue posible evitar el daño, no será oído.
Clases de daño:
1. Material o moral
a. Material: lesión de carácter patrimonial. La víctima sufre un menoscabo o disminución en su
patrimonio
b. Moral: dolor aflicción o pesar que causa en la victima el hecho ilícito
Art. 2314. El que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido daño a otro, es obligado a la
indemnización; sin perjuicio de la pena que le impongan las leyes por el delito o cuasidelito.
Art. 2319. No son capaces de delito o cuasidelito los menores de siete años ni los dementes;
pero serán responsables de los daños causados por ellos las personas a cuyo cargo estén, si
pudiere imputárseles negligencia. Queda a la prudencia del juez determinar si el menor de
dieciséis años ha cometido el delito o cuasidelito sin discernimiento; y en este caso se seguirá la
regla del inciso anterior.
Art. 2331. Las imputaciones injuriosas contra el honor o el crédito de una persona no dan
derecho para demandar una indemnización pecuniaria, a menos de probarse daño emergente o
lucro cesante, que pueda apreciarse en dinero; pero ni aun entonces tendrá lugar la
indemnización pecuniaria, si se probare la verdad de la imputación.
2.- Un daño imputable: la culpa o dolo
No basta con la existencia del daño para que nazca la responsabilidad: se requiere además que el perjuicio sea
imputable a dolo o culpa.
Art. 44. La ley distingue tres especies de culpa o descuido:
Culpa grave, negligencia grave, culpa lata: es la que consiste en no manejar los negocios ajenos con aquel
cuidado que aun las personas negligentes y de poca prudencia suelen emplear en sus negocios propios. Esta
culpa en materias civiles equivale al dolo.
Culpa leve, descuido leve, descuido ligero: es la falta de aquella diligencia y cuidado que los hombres emplean
ordinariamente en sus negocios propios. Culpa o descuido, sin otra calificación, significa culpa o descuido
leve. Esta especie de culpa se opone a la diligencia o cuidado ordinario o mediano. El que debe administrar un
negocio como un buen padre de familia es responsable de esta especie de culpa.
Culpa o descuido levísimo: es la falta de aquella esmerada diligencia que un hombre juicioso emplea en la
administración de sus negocios importantes. Esta especie de culpa se opone a la suma diligencia o cuidado.
El dolo: consiste en la intención positiva de inferir injuria a la persona o propiedad de otro.
De todas las definiciones que da el art.44, se puede concluir que la culpa es "la falta de aquella diligencia o cuidado
que los hombres prudentes emplean ordinariamente en sus actos o negocios propios".
Corrobora lo anterior el art. 2323, al decir “o por haber faltado de otra manera al cuidado de un buen padre de
familia.”.
Art. 2323. El dueño de un edificio es responsable a terceros (que no se hallen en el caso del artículo 934), de
los daños que ocasione su ruina acaecida por haber omitido las necesarias reparaciones, o por haber faltado
de otra manera al cuidado de un buen padre de familia. Si el edificio perteneciere a dos o más personas
proindiviso, se dividirá entre ellas la indemnización a prorrata de sus cuotas de dominio.
En materia de cuasidelitos civiles la culpa no admite graduaciones, es decir, no se diferencian en esta materia entre
culpa grave, leve o levísima, como sucede en materia de responsabilidad contractual. En este campo, cualquiera que
sea la culpa, hace al autor del daño responsable de la totalidad de éste.
En cuanto a la prueba de la culpa, la regla general en materia de responsabilidad extracontractual, es que ella tiene
que ser probada por la víctima. La regla es diferente de aquella que se aplica en responsabilidad contractual, en la
cual la culpa se presume y corresponde al deudor probar que no ha incurrido en culpa (art.1547 inc.3). En materia de
responsabilidad extracontractual no existe una norma similar a la del art.1547 inc.3, por consiguiente, tiene que
aplicarse la regla general en materia probatoria que es el art.1698. Este hecho hace que sea difícil para la víctima
obtener la reparación del daño causado, ya que la prueba de la culpa presenta dificultades, no obstante que aquí no
existen limitaciones en materia de prueba porque se trata de probar hechos, pudiendo por consiguiente, recurrirse a
todos y cada uno de los medios probatorios. No existen en este campo limitaciones a la prueba testimonial, como
sucede en la responsabilidad contractual.
Art. 1547. El deudor no es responsable sino de la culpa lata en los contratos que por su naturaleza sólo son
útiles al acreedor; es responsable de la leve en los contratos que se hacen para beneficio recíproco de las
partes; y de la levísima, en los contratos en que el deudor es el único que reporta beneficio. / El deudor no es
responsable del caso fortuito, a menos que se haya constituido en mora (siendo el caso fortuito de aquellos
que no hubieran dañado a la cosa debida, si hubiese sido entregada al acreedor), o que el caso fortuito haya
sobrevenido por su culpa. / La prueba de la diligencia o cuidado incumbe al que ha debido emplearlo; la
prueba del caso fortuito al que lo alega. / Todo lo cual, sin embargo, se entiende sin perjuicio de las
disposiciones especiales de las leyes, y de las estipulaciones expresas de las partes.
Art. 1698. Incumbe probar las obligaciones o su extinción al que alega aquéllas o ésta. as pruebas consisten
en instrumentos públicos o privados, testigos, presunciones, confesión de parte, juramento deferido, e
inspección personal del juez.
3.- La relación de causalidad entre el dolo, la culpa y el daño.
No basta con la existencia del daño y del dolo o culpa. Se requiere además que entre ambos elementos medie un
vínculo de causalidad, que el primero sea el resultado del dolo o de la culpa. Es decir, se producirá esta relación de
causalidad cuando el dolo o culpa ha sido la causa necesaria del daño, de manera que si no hubiera mediado, el
daño no se habría producido.
Dos consecuencias importantes fluyen ante la falta de relación de causalidad:
a. La responsabilidad no recaerá en el demandado, cuando el daño es imputable a culpa de la víctima. Tal exención
puede ser total o parcial. Habrá exención total de responsabilidad, cuando la culpa de la víctima excluya la del
demandado; la responsabilidad se atenuará, si la culpa de ambos provocó el daño;
b.- Si el daño es indirecto, por regla general no es indemnizable. Ahora bien, cuando más se aleja el daño del hecho
inicial que lo originó, más difícil resulta establecer una relación de causalidad.
Este requisito está contemplado en nuestra legislación en dos disposiciones fundamentales: arts.2314 y 2329 inc.1.
El art.2314, al emplear la expresión "inferido" está denotando la exigencia de la relación de causalidad. Lo propio
acontece con el art.2329, al emplear la expresión "imputarse".
Art. 2314. El que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido daño a otro, es obligado a la
indemnización; sin perjuicio de la pena que le impongan las leyes por el delito o cuasidelito.
Art. 2329. Por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser
reparado por ésta. Son especialmente obligados a esta reparación: 1.º El que dispara imprudentemente un
arma de fuego; 2.º El que remueve las losas de una acequia o cañería en calle o camino, sin las precauciones
necesarias para que no caigan los que por allí transitan de día o de noche; 3.º El que, obligado a la
construcción o reparación de un acueducto o puente que atraviesa un camino lo tiene en estado de causar
daño a los que transitan por él.
Art. 2325. Las personas obligadas a la reparación de los daños causados por las que de ellas depende, tendrán
derecho para ser indemnizadas sobre los bienes de éstas, si los hubiere, y si el que perpetró el daño lo hizo sin
orden de la persona a quien debía obediencia, y era capaz de delito o cuasidelito, según el artículo 2319.
d) Responsabilidad de las personas jurídicas.
Son plenamente capaces de delito y cuasidelito civil. Responden las personas jurídicas:
De los hechos ilícitos cometidos por sus órganos, es decir, por los hechos de las personas naturales a través
de las cuales se expresa su voluntad, cuando éstas actúan en el ejercicio de sus funciones (ej., el directorio
de una sociedad anónima, actuando en sala).
Responden asimismo por los hechos ilícitos de sus dependientes, cuando éstos también actúan en ejercicio
de sus funciones.
Presunciones de culpa.
Considerando que se exige al demandante o víctima, por regla general, probar la culpa del demandado o autor, la
ley, en diversas disposiciones, ha invertido tal principio general, con el objeto de asegurar a la víctima una justa
reparación del daño, reglamentado una serie de presunciones de culpabilidad. En virtud de tales presunciones, a la
víctima le bastará con probar la existencia del hecho y el daño causado, correspondiendo al demandado acreditar
que el perjuicio no proviene de sus actos, o que ha empleado la debida diligencia o cuidado, o en fin, que no existe
una relación de causalidad entre la culpa que se le imputa y el daño. Las presunciones de culpa se dividen en tres
grupos: a) Responsabilidad por el hecho propio; b) Responsabilidad por el hecho ajeno; y c) Responsabilidad por el
hecho de las cosas.
a) Responsabilidad por el hecho propio. (art.2329)
El art. 2329, ya citado, advierte que se debe responder de todo daño ocasionado a otro, cuando medio por el autor
malicia (dolo) o negligencia. Los casos que enumera esta disposición constituyen presunciones de culpabilidad
Cuando el CC utiliza la expresión "malicia", se está refiriendo al dolo y, con la expresión "negligencia", se está
refiriendo a la culpa. La importancia de establecer una presunción de culpa del autor es que se modifican por este
hecho las reglas generales en materia de prueba de la responsabilidad delictual y cuasidelictual civil, porque en estos
casos que enumera el art.2329, como se presume la culpa del autor, la víctima no va a tener que entrar a probar la
culpa de éste, sino que es el autor del daño quien va a tener que probar que actuó con la debida diligencia o
cuidado.
Art. 2329. Por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser
reparado por ésta. Son especialmente obligados a esta reparación: 1.º El que dispara imprudentemente un
arma de fuego; 2.º El que remueve las losas de una acequia o cañería en calle o camino, sin las precauciones
necesarias para que no caigan los que por allí transitan de día o de noche; 3.º El que, obligado a la
construcción o reparación de un acueducto o puente que atraviesa un camino lo tiene en estado de causar
daño a los que transitan por él.
b) Responsabilidad por el hecho ajeno. (art.2316, 2320, 2321 y 2322).
1) Fundamento de la responsabilidad por el hecho ajeno.
Regla General: Art 2316 se responde por hechos propios, no por hechos ajenos. Excepcionalmente, sin embargo, se
debe responder por los hechos ajenos, cuando una persona debe responder por el “hecho de aquellos que
estuvieren a su cuidado” (artículo 2320, inciso 1º). Es decir, la regla general es que la persona responde por hecho
propio y no por hecho ajeno.
El fundamento de esta responsabilidad por hecho ajeno radica en que la ley estima que cuando una persona tiene a
otra bajo su cuidado o dependencia, aquélla tiene que vigilar a esta última para evitar que cause daño. Pues bien, el
legislador razona sobre la base que es de suponer que si la persona que está al cuidado o bajo la dependencia de
otra causa un daño es porque la persona que debía vigilarla no empleó el cuidado suficiente para evitar que el hecho
se produjera.. De modo que lo que la ley hace es presumir en estos casos que el daño se produjo porque no se
empleó la debida diligencia para cuidar o controlar a la persona que se tiene a cargo, ya que si la hubiere empleado
el daño no se habría producido.
Es decir, el fundamento de la responsabilidad por el hecho ajeno es la culpa en que ha incurrido una persona que
tenía a otra bajo su cargo, cuidado o dependencia al no actuar con la debida diligencia o cuidado, con la
particularidad de que esta culpa se presume y, por ende, no debe probarse por la víctima.
En los casos de responsabilidad por el hecho ajeno hay una presunción de responsabilidad, la cual consiste en
suponer que el daño se produjo por culpa de la persona encargada de vigilar al autor del daño y es esa culpa la que
la ley presume.
Art. 2316. Es obligado a la indemnización el que hizo el daño, y sus herederos. El que recibe provecho del dolo
ajeno, sin ser cómplice en él, sólo es obligado hasta concurrencia de lo que valga el provecho.
Art. 2320. Toda persona es responsable no sólo de sus propias acciones, sino del hecho de aquellos que
estuvieren a su cuidado. Así el padre, y a falta de éste la madre, es responsable del hecho de los hijos
menores que habiten en la misma casa. Así el tutor o curador es responsable de la conducta del pupilo que
vive bajo su dependencia y cuidado. Así los jefes de colegios y escuelas responden del hecho de los discípulos,
mientras están bajo su cuidado; y los artesanos y empresarios del hecho de sus aprendices o dependientes,
en el mismo caso. Pero cesará la obligación de esas personas si con la autoridad y el cuidado que su
respectiva calidad les confiere y prescribe, no hubieren podido impedir el hecho. (Artículo no taxativo -
Presunción)
2) Requisitos de la responsabilidad por el hecho ajeno.
a) Relación de dependencia entre el autor del daño y la persona responsable: (responde la persona que tiene a su
cargo a otro. Deberá probar esta relación la víctima). que la persona que comete el daño tiene que estar
subordinada a la persona que responde civilmente. El fundamento de esta responsabilidad es la falta de
vigilancia y, para que exista este fundamento, es necesario que se tenga autoridad respecto de la persona por
quien se responde. El art. 2320 es muy claro al respecto al decir que se responde por los hechos de aquellos que
estuvieren a su cuidado.
b) Que ambas partes sean capaces de delito o cuasidelito: si el que tiene a su cuidado a otra persona es incapaz, no
responde. No cabe presumir la culpa del que tiene a un incapaz a su cuidado, para hacerle responsable, debe
probarse su culpa. ello fluye del art. 239, norma que establece la capacidad como elemento del delito o
cuasidelito civil y exige la concurrencia de la capacidad sin distinguir si se responde por hecho propio o por
hecho ajeno y, como la ley no distingue, el requisito se aplica a ambos casos. Es decir, la persona que comete el
hecho ilícito tiene que ser capaz de delito o cuasidelito civil y también tiene que ser capaz, en el mismo sentido,
la persona que lo tenía a su cuidado. En caso contrario, no hay responsabilidad por el hecho ajeno.
c) Que se pruebe la culpabilidad del subordinado: la presunción no abarca la conducta del dependiente, sino que
imputa exclusivamente culpa a la persona que tiene a otra a su cuidado. Pero para que responda, previamente
debe acreditarse que el subordinado actuó culpablemente. esto es así porque lo que la ley presume es la culpa
del guardián, es decir, de la persona que tiene a su cargo a otra persona, pero no se presume la culpa del hechor
y por eso la víctima, para que se configure la otra presunción, debe probar la culpa del hechor.
3) La presunción de culpa es simplemente legal.
Por tanto, el tercero civilmente responsable puede quedar exento de responsabilidad, si prueba que empleó la
diligencia o cuidado debidos: artículo 2320, último inciso. “Pero cesará la obligación de esas personas si con la
autoridad y el cuidado que su respectiva calidad les confiere y prescribe, no hubieren podido impedir el hecho”.
Excepción: El art. 2321 establece una excepción a esta regla, estableciendo una presunción de derecho.
Art. 2321. Los padres serán siempre responsables de los delitos o cuasidelitos cometidos por sus hijos
menores, y que conocidamente provengan de mala educación, o de los hábitos viciosos que les han dejado
adquirir.
4) Responsabilidad del subordinado.
La responsabilidad por el hecho ajeno no excluye la del autor directo del hecho ilícito. Ambas responsabilidades
coexisten y la víctima puede accionar contra ambos.
5) Acción del tercero civilmente responsable contra el autor del daño.
De conformidad a lo dispuesto en el art. 2325, quien responde por los hechos de otro que depende del primero,
tendrá derecho para ser indemnizado sobre los bienes del segundo, siempre y cuando se cumplan dos requisitos:
a) Cuando el que perpetró el daño, lo hizo sin orden de la persona a quien debía obediencia; y
b) Cuando el que perpetró el daño, era capaz de delito o cuasidelito, según el artículo 2319.
Art. 2325. Las personas obligadas a la reparación de los daños causados por las que de ellas depende, tendrán
derecho para ser indemnizadas sobre los bienes de éstas, si los hubiere, y si el que perpetró el daño lo hizo sin
orden de la persona a quien debía obediencia, y era capaz de delito o cuasidelito, según el artículo 2319.
Art. 2319. No son capaces de delito o cuasidelito los menores de siete años ni los dementes; pero serán
responsables de los daños causados por ellos las personas a cuyo cargo estén, si pudiere imputárseles
negligencia. Queda a la prudencia del juez determinar si el menor de dieciséis años ha cometido el delito o
cuasidelito sin discernimiento; y en este caso se seguirá la regla del inciso anterior.
Se trata de una aplicación del principio de reparación del enriquecimiento sin causa. El tercero civilmente
responsable deberá indemnizar a la víctima, pero luego, podrá repetir en contra del autor del ilícito civil. Se trata del
distingo entre la “obligación a la deuda” y la “contribución a la deuda”.
6) Responsabilidad de los padres.
El inc. 2º del artículo 2320 establece que “...el padre, y a falta de éste la madre, es responsable del hecho de los
hijos menores que habiten en la misma casa”. Debemos relacionar esta disposición con los artículos 222 y
siguientes, referidos al cuidado personal y la educación de los hijos. Dos requisitos deben concurrir para hacer
efectiva la responsabilidad de los padres:
a) Que el hijo sea menor de edad;
b) Que habite la misma casa que el padre o madre.
No obstante que la anterior es una presunción simplemente legal, el artículo 2321 establece una presunción de
derecho, bastando en este caso que sean menores, siendo indiferente que habiten en la casa de sus padres. El hecho
debe provenir de la mala educación dada al hijo o de hábitos viciosos que le dejaron adquirir sus padres. Pero
además, el hecho debe provenir “conocidamente” de estas causas. Por lo tanto, corresponderá a la víctima probar
que el hijo recibió una mala educación o que los padres lo dejaron adquirir hábitos viciosos.
Art. 2321. Los padres serán siempre responsables de los delitos o cuasidelitos cometidos por sus hijos
menores, y que conocidamente provengan de mala educación, o de los hábitos viciosos que les han dejado
adquirir.
7) Responsabilidad de los tutores o curadores.
Señala el inciso 3º del artículo 2320 que “...el tutor o curador es responsable de la conducta del pupilo que vive
bajo su dependencia y cuidado”. Para que el guardador sea responsable, deben cumplirse los siguientes requisitos:
a) Que el pupilo viva bajo la dependencia o cuidado del guardador:
b) Que el pupilo sea capaz: si el pupilo es incapaz, rige lo mismo que indicamos respecto del padre; no será
responsable el guardador, sino probándosele culpa.
En todo caso, como también estamos ante una presunción simplemente legal, el guardador podrá eximirse de
responsabilidad probando que no pudo impedir el hecho, pese a que ejercitó la autoridad derivada de su cargo y
empleó el cuidado a que estaba obligado.
8) Responsabilidad de los jefes de colegio y escuelas.
Establece el inciso 4º del artículo 2320 que “...los jefes de colegios y escuelas responden del hecho de los
discípulos, mientras están bajo su cuidado”.
En este caso, habrá responsabilidad para el jefe de colegio o de escuela, cuando el discípulo esté bajo su cuidado:
mientras el discípulo permanezca en el establecimiento, durante los viajes de estudio o visitas que efectúe bajo la
Art. 2323. El dueño de un edificio es responsable a terceros (que no se hallen en el caso del artículo 934), de
los daños que ocasione su ruina acaecida por haber omitido las necesarias reparaciones, o por haber faltado
de otra manera al cuidado de un buen padre de familia.
Si el edificio perteneciere a dos o más personas proindiviso, se dividirá entre ellas la indemnización a prorrata
de sus cuotas de dominio.
Art. 934. Si notificada la querella, cayere el edificio por efecto de su mala condición, se indemnizará de todo
perjuicio a los vecinos; pero si cayere por caso fortuito, como avenida, rayo o terremoto, no habrá lugar a
indemnización; a menos de probarse que el caso fortuito, sin el mal estado del edificio, no lo hubiera
derribado. No habrá lugar a indemnización, si no hubiere precedido notificación de la querella.
Requisitos Copulativos: (La víctima del daño deberá probar que se cumplen estos tres requisitos).
La cosa que ocasiona el daño, debe ser un edificio, es decir, una obra fruto de la industria humana, destinada a
la habitación o a fines análogos, y que adhiera permanentemente al suelo;
El daño debe tener por origen la ruina del edificio, vale decir, su caída o destrucción, su deterioro debe causar el
daño;
Que el dueño haya dejado de hacer las reparaciones necesarias, o en general, faltado al cuidado de un buen
padre de familia.
Art. 2317. Si un delito o cuasidelito ha sido cometido por dos o más personas, cada una de ellas será
solidariamente responsable de todo perjuicio procedente del mismo delito o cuasidelito, salvas las
excepciones de los art. 2323 y 2328. Todo fraude o dolo cometido por dos o más personas produce la acción
solidaria del precedente inciso.
Exención de responsabilidad.
El artículo 2323 precisa que no hay responsabilidad, si se configura el caso previsto en el artículo 934: si el edificio
cae por caso fortuito (como avenida, rayo o terremoto), no habrá lugar a la indemnización, salvo si se prueba por el
afectado que el caso fortuito, sin el mal estado del edificio, no lo hubiera derribado.
Art. 2323. El dueño de un edificio es responsable a terceros (que no se hallen en el caso del artículo 934), de
los daños que ocasione su ruina acaecida por haber omitido las necesarias reparaciones, o por haber faltado
de otra manera al cuidado de un buen padre de familia.
Si el edificio perteneciere a dos o más personas proindiviso, se dividirá entre ellas la indemnización a prorrata
de sus cuotas de dominio.
Art. 934. Si notificada la querella, cayere el edificio por efecto de su mala condición, se indemnizará de todo
perjuicio a los vecinos; pero si cayere por caso fortuito, como avenida, rayo o terremoto, no habrá lugar a
indemnización; a menos de probarse que el caso fortuito, sin el mal estado del edificio, no lo hubiera
derribado. No habrá lugar a indemnización, si no hubiere precedido notificación de la querella.
Si el edificio perece o amenaza ruina, en todo o en parte, en los cinco años subsiguientes a su entrega, por vicio de
construcción o por vicio del suelo o por vicio de los materiales, distinguimos, para determinar quien es responsable:
Tratándose de los vicios de construcción: será responsable el empresario;
Tratándose de los vicios del suelo: será responsable en principio el dueño, a menos que el empresario o las
personas empleadas por él hayan debido conocer el vicio del suelo en razón de su oficio;
Tratándose de los vicios de los materiales: será responsable el empresario, si él los proporcionó; en cambio, si
los proporcionó el dueño, él responderá, salvo que el vicio sea de aquellos que el empresario, por su oficio, haya
debido conocer, o que conociéndolo, no haya dado aviso oportuno (al dueño, se entiende).
Las reglas enunciadas, se extienden a los que se encargan de la construcción de un edificio en calidad de arquitectos
(artículo 2004 del Código Civil).
Art. 2004. Las reglas 3.a, 4.a y 5.a del precedente artículo, se extienden a los que se encargan de la
construcción de un edificio en calidad de arquitectos.
b) Responsabilidad por el hecho de la cosa que cae o es arrojada de la parte superior de un edificio: art. 2328.
Responden todas las personas que habitan la misma parte del edificio, y la indemnización se dividirá entre todas
ellas, a menos que se pruebe que el hecho se debe a culpa o dolo de alguna persona exclusivamente, en cuyo caso
será responsable esta sola. El fundamento es la culpa o dolo en que se presume han incurrido los habitantes de la
parte del edificio de donde cayó o fue arrojada una cosa. Cuando la cosa cae, hay responsabilidad por el hecho de las
cosas. Si la cosa es arrojada, hay responsabilidad por el hecho ajeno. Pero en ambos casos la responsabilidad es
compleja, pues cuando la cosa es arrojada de la parte superior de un edificio, la responsabilidad no sólo recae sobre
el autor del hecho sino sobre todos los que habitan la misma parte del edificio; de modo que quienes en el hecho no
participaron del acto de arrojar la cosa, responden de un hecho ajeno.
Es necesario que la cosa que cae no sea parte de la construcción (no sea una teja, una cornisa,...), pues en tal caso
habría ruina y se sometería a las reglas de la ruina. Si la cosa es arrojada, aunque sea parte de la construcción, no
sería ruina, pues la ruina supone una acción pasiva en que elementos de una construcción caen sin que intervenga
de un modo inmediato la mano del hombre. Es necesario que el edificio esté habitado, toda vez que la
responsabilidad afecta a quienes lo habitan. Concretamente, a quienes habitan la misma parte del edificio, siempre
que sean capaces de delito o cuasidelito. De las que se hallen al cuidado o servicio de otra, responderá ésta, sin
perjuicio de su responsabilidad personal.
Art. 2328. El daño causado por una cosa que cae o se arroja de la parte superior de un edificio, es imputable a
todas las personas que habitan la misma parte del edificio, y la indemnización se dividirá entre todas ellas; a
menos que se pruebe que el hecho se debe a la culpa o mala intención de alguna persona exclusivamente, en
cuyo caso será responsable esta sola. Si hubiere alguna cosa que, de la parte superior de un edificio o de otro
paraje elevado, amenace caída y daño, podrá ser obligado a removerla el dueño del edificio o del sitio, o su
inquilino, o la persona a quien perteneciere la cosa o que se sirviere de ella; y cualquiera del pueblo tendrá
derecho para pedir la remoción (Este artículo concede una acción popular, es decir, que cualquier persona
puede interponer, destinada a evitar la caída de la cosa.)
Se precisa que tratándose de cosas que se arrojan, en realidad no se responde por el hecho de las cosas, sino por el
hecho ajeno, puesto que siempre una persona debe arrojar la cosa en cuestión. La responsabilidad recae sobre
todas las personas que habiten la misma parte del edificio desde la que cayó o se arrojó la cosa. Los responsables
dividirán entre sí la indemnización.
Nada impide sin embargo singularizar la responsabilidad en una o más personas determinadas, si se acreditó que el
hecho acaeció exclusivamente por dolo o culpa de las mismas. Cuando no es posible probarlo, se genera, en opinión
de Rodríguez Grez, un caso de responsabilidad objetiva subsidiaria: obligación de reparar un daño sin atender ni a la
causa física que lo provoca ni al elemento subjetivo (dolo o culpa) de la responsabilidad. En este caso, el legislador
privilegia la situación de la víctima, que de otra manera se habría visto privada de toda reparación posible. Esta
responsabilidad objetiva, muy excepcionalmente, no exige ni siquiera una vinculación material con el daño. Basta
que la cosa haya caído o haya sido arrojada de una parte del edificio para que la responsabilidad afecte a todos
quienes moran o residen en él. Se podría decir que el riesgo es inherente a los edificios en altura. La responsabilidad
no tiene otro fundamento que el interés social y el amparo a quienes sufren el daño. Por lo mismo, no se aceptará
probar por alguno de los moradores que él adoptó medidas de seguridad de tal naturaleza que excluían
absolutamente la posibilidad de ser autor del daño. Es este un caso típico de responsabilidad objetiva.
c) Responsabilidad por el hecho de los animales: artículos 2326 y 2327.
El sujeto responsable es el dueño de un animal o el que se sirve (directamente o a través de dependientes) del
animal (sea que tenga como título para servirse de él un derecho real o personal, o no tenga título alguno), cuando
el animal produce un daño. Esto, aunque el animal se haya soltado o extraviado (la soltura o extravío denota per se
una culpa). Si el animal es fiero y no reporta utilidad para la guarda o servicio de un predio, el responsable es el que
lo tenga (2327). El sujeto responsable puede ser persona natural o jurídica. La ley no distingue. El fundamento es la
falta de vigilancia o imprudencia en que se presume ha incurrido el dueño o el que se sirve del animal ajeno.
Art. 2326. El dueño de un animal es responsable de los daños causados por el mismo animal, aun después que
se haya soltado o extraviado; salvo que la soltura, extravío o daño no pueda imputarse a culpa del dueño o
del dependiente encargado de la guarda o servicio del animal. Lo que se dice del dueño se aplica a toda
persona que se sirva de un animal ajeno; salva su acción contra el dueño, si el daño ha sobrevenido por una
calidad o vicio del animal, que el dueño con mediano cuidado o prudencia debió conocer o prever, y de que
no le dio conocimiento.
Responde el dueño del animal, aún por los daños ocasionados por éste después de haberse soltado o extraviado.
Con todo, su responsabilidad cesará, si acredita que adoptó todas las providencias para impedir el daño.
La misma responsabilidad recae sobre el que se sirve de un animal ajeno. Pero tal persona tiene derecho a repetir
contra el dueño, si el daño fue producto de un vicio del animal que el dueño, con mediano cuidado, debió conocer o
prever. Pero si el dueño informó al usuario del animal del vicio, éste no tendrá derecho a repetir contra el primero.
Art. 2327. El daño causado por un animal fiero, de que no se reporta utilidad para la guarda o servicio de un
predio, será siempre imputable al que lo tenga, y si alegare que no le fue posible evitar el daño, no será oído.
El art. 2327 establece que siempre se responderá por el daño causado por un animal fiero, siempre que de éste no
se reporte utilidad para la guarda o servicio de un predio. (El dueño responde si o si)
De los daños responderá quien tenga el animal, sea o no su dueño y se sirva o no de él. La disposición establece una
presunción de derecho, pues no se admite probar que fue imposible evitar el daño. Se trata, por ende, de un caso de
responsabilidad objetiva. Pero si el animal fiero reporta beneficio, la responsabilidad se transformará en subjetiva, y
sólo se responderá si el daño causado por el animal tiene como antecedente la culpa del tenedor. De tal forma,
dándose los supuestos del artículo 2327 (que se trate de un animal fiero y que no esté destinado a la guarda o
servicio de un predio), la responsabilidad será objetiva.
Debemos tener presente aquí lo dispuesto en el art. 608, que define qué se entiende por animales bravíos o salvajes,
domésticos y domesticados.
Art. 608. Se llaman animales bravíos o salvajes los que viven naturalmente libres e independientes del
hombre, como las fieras y los peces; domésticos los que pertenecen a especies que viven ordinariamente bajo
la dependencia del hombre, como las gallinas, las ovejas; y domesticados los que sin embargo de ser bravíos
por su naturaleza se han acostumbrado a la domesticidad y reconocen en cierto modo el imperio del hombre.
Estos últimos, mientras conservan la costumbre de volver al amparo o dependencia del hombre, siguen la
regla de los animales domésticos, y perdiendo esta costumbre vuelven a la clase de los animales bravíos.
El daño provocado por un animal tiene que ser consecuencia de alguna acción del animal. Si el animal ha
desempeñado un rol pasivo, si sólo ha sido ocasión del daño, como si una persona en la noche tropieza con un
perro dormido y se cae, o un animal muerto en pudrición provoca perjuicios, no se aplicarán estas normas. El
responsable será la propia víctima o quien dejó el animal muerto en estado de putrefacción. Tampoco se aplicarán
estas normas si se trata de daños provocados por la inadecuada conducción del animal. En este caso, la
responsabilidad es del conductor.
Art. 2314. El que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido daño a otro, es obligado a la
indemnización; sin perjuicio de la pena que le impongan las leyes por el delito o cuasidelito.
Art. 948. La municipalidad y cualquiera persona del pueblo tendrá, en favor de los caminos, plazas u otros
lugares de uso público, y para la seguridad de los que transitan por ellos, los derechos concedidos a los
dueños de heredades o edificios privados. Y siempre que a consecuencia de una acción popular haya de
demolerse o enmendarse una construcción, o de resarcirse un daño sufrido, se recompensará al actor, a costa
del querellado, con una suma que no baje de la décima, ni exceda a la tercera parte de lo que cueste la
demolición o enmienda, o el resarcimiento del daño; sin perjuicio de que si se castiga el delito o negligencia
con una pena pecuniaria, se adjudique al actor la mitad.
Art. 2315. Puede pedir esta indemnización no sólo el que es dueño o poseedor de la cosa que ha sufrido el
daño, o su heredero, sino el usufructuario, el habitador o el usuario, si el daño irroga perjuicio a su derecho
de usufructo o de habitación o uso. Puede también pedirla en otros casos el que tiene la cosa con obligación
de responder de ella; pero sólo en ausencia del dueño.
La enumeración no es taxativa y que la acción, podría interponerla el acreedor prendario o hipotecario. También
puede reclamar la indemnización, pero sólo en ausencia del dueño, los meros tenedores de la cosa, aquellos que la
tienen con la obligación de responder de la misma, como el arrendatario, el comodatario, el depositario.
Art. 2316. Es obligado a la indemnización el que hizo el daño, y sus herederos. El que recibe provecho del dolo
ajeno, sin ser cómplice en él, sólo es obligado hasta concurrencia de lo que valga el provecho.
El concepto de “autor” es más amplio en el ámbito del D° Civil que en el D° Penal. En materia de responsabilidad
extracontractual, el autor no es sólo el que ocasionó el daño, sino también a quienes concurrieron a provocarlo en
calidad de cómplices o encubridores. El art. 2316 establece dos reglas fundamentales a este respecto:
a.- Se responde hasta concurrencia del beneficio obtenido por el que se aprovecha del dolo ajeno sin ser
cómplice en él (regla similar en materia contractual: artículo 1458)
Art. 1458. El dolo no vicia el consentimiento sino cuando es obra de una de las partes, y cuando además
aparece claramente que sin él no hubieran contratado. En los demás casos el dolo da lugar solamente a la
acción de perjuicios contra la persona o personas que lo han fraguado o que se han aprovechado de él; contra
las primeras por el total valor de los perjuicios, y contra las segundas hasta concurrencia del provecho que
han reportado del dolo.
b.- A contrario sensu, el cómplice responde por el total de los perjuicios: artículo 2316, inciso 2°: “ El que recibe
provecho del dolo ajeno, sin ser cómplice en él, sólo es obligado hasta concurrencia de lo que valga el
provecho.” (Responsabilidad objetiva, puesto que la responsabilidad se impone por el solo hecho de recibir un
beneficio o provecho del dolo ajeno, sin atender a la situación subjetiva del obligado) se consagra un caso de
responsabilidad objetiva pero que no está fundado en la teoría del riesgo, sino en la reparación del
enriquecimiento injusto. (enriquecimiento sin causa)
Art. 2317. Si un delito o cuasidelito ha sido cometido por dos o más personas, cada una de ellas será
solidariamente responsable de todo perjuicio procedente del mismo delito o cuasidelito, salvas las
excepciones de los artículos 2323 y 2328.
Todo fraude o dolo cometido por dos o más personas produce la acción solidaria del precedente inciso.
Art. 2323. El dueño de un edificio es responsable a terceros (que no se hallen en el caso del artículo 934), de
los daños que ocasione su ruina acaecida por haber omitido las necesarias reparaciones, o por haber faltado
de otra manera al cuidado de un buen padre de familia. Si el edificio perteneciere a dos o más personas
proindiviso, se dividirá entre ellas la indemnización a prorrata de sus cuotas de dominio.
Es solidaria la responsabilidad de varias personas que han intervenido en la perpetración del delito o cuasidelito
como autores, cómplices o encubridores.
Excepcionalmente, no es solidaria la responsabilidad:
1. En el caso del artículo 2323, inciso 2º: se responde a prorrata de las cuotas de dominio, por los dueños
de un edificio que causa un daño con ocasión de su ruina.
2. En el caso del artículo 2328, inciso 1º: se responde en partes iguales por quienes habitan la parte del
edificio de la que cae o se arroja una cosa que causa daño.
Por su parte, el artículo 2317, inciso 2º, dispone que también produce obligación solidaria de indemnización de
perjuicios, “todo fraude o dolo cometido por dos o más personas”. Se ha entendido que esta disposición apunta
a dolo que no ocasione un delito civil, esta norma se referiría al dolo como maquinación fraudulenta o vicio del
consentimiento o al dolo en el cumplimiento de las obligaciones. Así, si varios contratantes infringen una
obligación común y media dolo en tal infracción, serán solidariamente responsables por los perjuicios que el
incumplimiento ocasione al acreedor. Se trata de casos de responsabilidad contractual, por ende.
d) Extensión de la indemnización.
Dependerá de la magnitud del daño, que debe ser íntegramente resarcido. Deberá abarcaro los perjuicios materiales
-daño emergente como lucro cesante-, y los morales.
Sin embargo, la extensión de la indemnización puede reducirse, cuando el daño se debió total o parcialmente a
culpa de la víctima: artículo 2330.
Art. 2330. La apreciación del daño está sujeta a reducción, si el que lo ha sufrido se expuso a él
imprudentemente.
La culpa de la víctima, si bien no libera de responsabilidad al autor, sí la atenúa. Esta regla del artículo 2330, nos
demuestra que si bien la culpa extracontractual no admite gradaciones y la responsabilidad dependerá de la cuantía
del daño, para el legislador no es completamente indiferente o inocua la gravedad de la culpa que exhibe el autor.
En definitiva, la culpa mutua del autor y de la víctima del daño, impone una compensación de las culpas. La
responsabilidad será compartida, aún cuando en proporciones diferentes, dependiendo de la gravedad de la culpa
de cada cual. La culpa más grave absorberá a la más leve, respondiendo el que incurrió en la primera, por lo que
exceda la segunda.
Cúmulo de indemnizaciones.
¿Puede acumularse la indemnización que se deba por el autor con otras prestaciones que se deban a la víctima por
terceros con motivo del daño sufrido? ¿Puede la víctima reclamar ambas indemnizaciones o prestaciones?
Ej. si la víctima de un accidente automovilístico tiene asegurado su vehículo: ¿Puede acumular la indemnización por
el cuasidelito con la indemnización que le debe la aseguradora?
Se señala que la acumulación de indemnizaciones implicaría un enriquecimiento para la víctima; en efecto, desde el
momento que ésta recibe una de las indemnizaciones -de la aseguradora, en el ejemplo,- no habría daño en
definitiva, y si el perjuicio desaparece, faltaría uno de los elementos de la responsabilidad extracontractual. Se
contesta al planteamiento anterior indicándose que no resulta equitativo que el autor del daño resulte beneficiado
de la prestación que un tercero haga a la víctima. En el caso del seguro, se agrega, se llegaría al absurdo que el
contrato cedería en la práctica en favor de un tercero extraño, causante del propio daño.
Para llegar a una solución, se sostiene que habría que indagar si la prestación del tercero significa o no una
reparación integral del daño causado. Si la respuesta es afirmativa, el cúmulo de indemnizaciones sería inaceptable,
pues implicaría una doble indemnización o reparación del daño. En cambio, si la reparación sólo fuere parcial, sería
procedente dirigirse en contra del autor, por la diferencia.
Art. 1547. El deudor no es responsable sino de la culpa lata en los contratos que por su naturaleza sólo son
útiles al acreedor; es responsable de la leve en los contratos que se hacen para beneficio recíproco de las
partes; y de la levísima, en los contratos en que el deudor es el único que reporta beneficio. El deudor no es
responsable del caso fortuito, a menos que se haya constituido en mora (siendo el caso fortuito de aquellos
que no hubieran dañado a la cosa debida, si hubiese sido entregada al acreedor), o que el caso fortuito haya
sobrevenido por su culpa. La prueba de la diligencia o cuidado incumbe al que ha debido emplearlo; la prueba
del caso fortuito al que lo alega. Todo lo cual, sin embargo, se entiende sin perjuicio de las disposiciones
especiales de las leyes, y de las estipulaciones expresas de las partes
Hay dos casos, con todo, en los cuales la doctrina y la jurisprudencia aceptan la posibilidad de que el acreedor elija:
cuando así lo han estipulado las partes;
cuando la inejecución de la obligación contractual constituye a la vez un delito o cuasidelito penal
Tribunales competentes.
La acción para perseguir la responsabilidad civil puede deducirse ante el juez civil o ante el juez de garantía.
Ante el juez civil deberá necesariamente deducirse la acción cuando el delito o cuasidelito reviste un carácter
puramente civil. Del mismo modo, deberá interponerse la acción ante el juez civil cuando la acción penal se haya
extinguido, por ejemplo, con la muerte del autor.
Pero si el delito o cuasidelito es civil y penal a la vez, en principio puede el actor elegir entre la justicia civil y la penal.
Esta facultad de optar tiene una sola limitación: la acción civil que tenga por objeto la mera restitución de la cosa
debe ser deducida ante el juez del crimen, que conoce del proceso criminal.
Extinción de la acción.
La acción encaminada a reparar el daño causado por el delito o cuasidelito se extingue por los modos generales de
extinción de las obligaciones.
Tres modos de extinguir requieren algunos alcances:
1. La renuncia: a diferencia de lo que acontece con la acción penal, la acción civil derivada de un delito o
cuasidelito es renunciable. La renuncia afectará solamente al renunciante y a sus herederos.
2. La transacción: artículos 2449 y 2461.
Art. 2449. La transacción puede recaer sobre la acción civil que nace de un delito; pero sin perjuicio de la
acción criminal.
Art. 2461. La transacción no surte efecto sino entre los contratantes. Si son muchos los principales
interesados en el negocio sobre el cual se transige, la transacción consentida por el uno de ellos no perjudica
ni aprovecha a los otros; salvos, empero, los efectos de la novación en el caso de solidaridad.
a) sin que haya novación: por regla general, cuando una obligación solidaria se extingue por uno de los codeudores,
se extingue también respecto de los demás; tal constante, que se da respecto a cualquier medio de extinguir las
obligaciones, se altera en la transacción, por tratarse de un contrato intuito personae. Por ello, si la transacción es
consentida por uno de los codeudores solidarios, no se extiende a los otros, a menos que dicha transacción envuelva
una novación de la obligación solidaria;
b) cuando aquélla envuelve novación: si la transacción con uno de los codeudores envuelve una novación, los otros
codeudores se liberan de la obligación (lo que guarda perfecta concordancia con los artículos 1519 y 1645).
Art. 1519. La novación entre el acreedor y uno cualquiera de los deudores solidarios, liberta a los otros, a menos
que éstos accedan a la obligación nuevamente constituida.
Art. 1645. La novación liberta a los codeudores solidarios o subsidiarios, que no han accedido a ella.
Art. 2332. Las acciones que concede este título por daño o dolo, prescriben en cuatro años contados desde la
perpetración del acto.
Art. 2329. Por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser
separado por ésta. Son especialmente obligados a esta reparación: 1.º El que dispara imprudentemente un
arma de fuego; 2.º El que remueve las losas de una acequia o cañería en calle o camino, sin las precauciones
necesarias para que no caigan los que por allí transitan de día o de noche; 3.º El que, obligado a la
construcción o reparación de un acueducto o puente que atraviesa un camino lo tiene en estado de causar
daño a los que transitan por él.
a) Eximentes de responsabilidad.
La ausencia de dolo o culpa del autor. Habrá exención de responsabilidad entonces, cuando el hecho no sea
imputable al autor:
El caso fortuito o fuerza mayor. Excepcionalmente sin embargo, el caso fortuito no exime de responsabilidad,
cuando sobreviene por culpa (artículo 934 respecto a la ruina de un edificio, pero la regla debe generalizarse).
Art. 934. Si notificada la querella, cayere el edificio por efecto de su mala condición, se indemnizará de todo
perjuicio a los vecinos; pero si cayere por caso fortuito, como avenida, rayo o terremoto, no habrá lugar a
indemnización; a menos de probarse que el caso fortuito, sin el mal estado del edificio, no lo hubiera
derribado. No habrá lugar a indemnización, si no hubiere precedido notificación de la querella.
La falta de culpa: artículo 2320, inciso final. “Pero cesará la obligación de esas personas si con la autoridad y
el cuidado que su respectiva calidad les confiere y prescribe, no hubieren podido impedir el hecho”
La culpa de la víctima, siempre y cuando sea la causa exclusiva del daño. Si el daño se debe sólo parc ialmente a
la culpa de la víctima, que comparte el autor del mismo, la responsabilidad únicamente se atenúa con una
reducción de la indemnización. Art. 2330.
Art. 2320. Toda persona es responsable no sólo de sus propias acciones, sino del hecho de aquellos que
estuvieren a su cuidado. Así el padre, y a falta de éste la madre, es responsable del hecho de los hijos
menores que habiten en la misma casa. Así el tutor o curador es responsable de la conducta del pupilo que
vive bajo su dependencia y cuidado. Así los jefes de colegios y escuelas responden del hecho de los discípulos,
mientras están bajo su cuidado; y los artesanos y empresarios del hecho de sus aprendices o dependientes,
en el mismo caso. Pero cesará la obligación de esas personas si con la autoridad y el cuidado que su
respectiva calidad les confiere y prescribe, no hubieren podido impedir el hecho. (Presunción)
El hecho de un tercero extraño, por cuyos actos no se responde: por ejemplo, el caso de un vehíc ulo que a causa
de ser colisionado por otro, causa daño.
Cuando se actúa en legítima defensa: rigen las mismas condiciones que en el ámbito penal. La agresión debe ser
ilegítima, el medio empleado para repeler el ataque debe ser proporcionado y no ha de mediar provocación
suficiente por parte del que se defiende y ocasiona el daño.
Cuando existe estado de necesidad: cuando una persona, puesta en situación apremiante de evitar un daño,
accidentalmente causa otro. Rigen las mismas reglas que en el campo del Derecho Penal.
b) Cláusulas de irresponsabilidad.
Cometido el delito o cuasidelito el afectado puede renunciar válidamente a su derecho a reclamar las
indemnizaciones pertinentes.
¿Qué ocurre cuando antes de la comisión de un delito o cuasidelito se pacta la irresponsabilidad del autor?
Tratándose del dolo y de la culpa grave, tales cláusulas serían inadmisibles por objeto ilícito: artículo 1465.
Art. 1465. El pacto de no pedir más en razón de una cuenta aprobada, no vale en cuanto al dolo contenido en
ella, si no se ha condonado expresamente. La condonación del dolo futuro no vale.
Se circunscribe el problema a la culpa leve y levísima. Aunque no hay unanimidad en la doctrina, la mayoría
considera que las cláusulas de irresponsabilidad referidas a la culpa leve y levísima, serían válidas. Con todo, habrá
que distinguir en la naturaleza del daño:
Si el daño recae en las cosas, la cláusula sería válida. El artículo 1558 establece su validez respecto de la
responsabilidad contractual, de manera que ninguna razón justifica que el mismo criterio no sea aplicable a la
responsabilidad extracontractual.
Art. 1558. Si no se puede imputar dolo al deudor, sólo es responsable de los perjuicios que se previeron o
pudieron preverse al tiempo del contrato; pero si hay dolo, es responsable de todos los perjuicios que fueron
una consecuencia inmediata o directa de no haberse cumplido la obligación o de haberse demorado su
cumplimiento. La mora producida por fuerza mayor o caso fortuito no da lugar a indemnización de perjuicios.
Las estipulaciones de los contratantes podrán modificar estas reglas.
Distinta debe ser la solución si el daño recae en las personas: en tal caso, la cláusula no sería válida, puesto que
no puede renunciarse o disponerse de la vida, la integridad física o el honor de las personas.
c) Atenuantes de responsabilidad.
Son las siguientes:
Si el daño ha sido causado parcialmente por la víctima.
Si se ha estipulado una cláusula atenuante de la responsabilidad, en los casos en que se admite su validez
conforme a lo expuesto.
Fundamentos Constitucionales de la Responsabilidad Extracontractual
La indemnización de perjuicios.
a) Generalidades y concepto.
Es el segundo de los derechos que la ley da al acreedor. Ordinariamente, cuando el deudor no cumple su obligación
o la cumple imperfecta o tardíamente, el acreedor es lesionado en su patrimonio, porque se ve privado de las
ventajas que le habría reportado el cumplimiento efectivo, íntegro y oportuno de la obligación.
Hay otros casos, como algunos de obligaciones de hacer y de no hacer, en que para el acreedor es imposible obtener
la ejecución de la obligación convenida, el cumplimiento real y efectivo de la obligación.
En todos estos casos, la lesión que ha sufrido el patrimonio del acreedor debe ser reparada, y ello se alcanza
mediante la indemnización de perjuicios.
Puede definirse como el derecho que tiene el acreedor para exigir del deudor el pago de una cantidad de dinero
equivalente a la ventaja o beneficio que le habría procurado el cumplimiento íntegro y oportuno de la obligación.
Por ello, se habla de cumplimiento por equivalencia, en oposición al cumplimiento por naturaleza, que corresponde a
lo originalmente pactado.
Dos son los fundamentos de este derecho:
1º Nadie puede ser lesionado en su patrimonio por un acto ajeno, sin derecho a exigir una reparación.
2º El que contraviene una obligación recibe una sanción por la ley.
Aunque la ley no lo ha dicho, los perjuicios se indemnizan en dinero. Este es un principio que no está consagrado en
la ley, pero que está uniformemente aceptado en la práctica y en la jurisprudencia.
b) Clases de indemnización.
La indemnización de perjuicios, de acuerdo al artículo 1556, procede en tres casos: cuando el deudor no cumple su
obligación; cuando la cumple imperfectamente; y cuando ha retardado su cumplimiento.
Art. 1556. La indemnización de perjuicios comprende el daño emergente y lucro cesante, ya provengan de no
haberse cumplido la obligación, o de haberse cumplido imperfectamente, o de haberse retardado el
cumplimiento. Exceptúense los casos en que la ley la limita expresamente al daño emergente.
Se desprende de lo anterior que la indemnización de perjuicios se divide en dos clases: COMPENSATORIA y
MORATORIA. Es compensatoria en los dos primeros casos; es moratoria en el último.
b.1) Indemnización compensatoria.
La indemnización compensatoria puede definirse como la cantidad de dinero que el acreedor tiene derecho a exigir
del deudor, cuando éste no cumple su obligación o la cumple sólo en parte. Se llama compensatoria precisamente
porque viene a compensar los perjuicios que el acreedor experimenta en su patrimonio por el incumplimiento
total o parcial de la obligación. ¿Puede el acreedor pedir INDISTINTAMENTE el cumplimiento de la obligación o la
indemnización de perjuicios compensatoria? ¿Puede elegir una u otra, o la indemnización compensatoria sólo
procede cuando la obligación es ya imposible de cumplir?
Con respecto a las obligaciones de hacer y de no hacer, no hay dificultad alguna para responder, atendido lo
dispuesto en los artículos 1553 y 1555: dichos artículos autorizan al acreedor para demandar, a elección suya, el
cumplimiento de la obligación o la indemnización de perjuicios.
Art. 1553. Si la obligación es de hacer y el deudor se constituye en mora, podrá pedir el acreedor, junto con la
indemnización de la mora, cualquiera de estas tres cosas, a elección suya: 1ª Que se apremie al deudor para la
ejecución del hecho convenido; 2ª Que se le autorice a él mismo para hacerlo ejecutar por un tercero a
expensas del deudor; 3ª Que el deudor le indemnice de los perjuicios resultantes de la infracción del contrato.
Art. 1555. Toda obligación de no hacer una cosa se resuelve en la de indemnizar los perjuicios, si el deudor
contraviene y no puede deshacerse lo hecho. Pudiendo destruirse la cosa hecha, y siendo su destrucción
necesaria para el objeto que se tuvo en mira al tiempo de celebrar el contrato, será el deudor obligado a ella,
o autorizado el acreedor para que lalleve a efecto a expensas del deudor. Si dicho objeto puede obtenerse
cumplidamente por otros medios, en este caso será oído el deudor que se allane a prestarlo. El acreedor
quedará de todos modos indemne.
La dificultad se suscita en las obligaciones de dar, con relación a las cuales la ley nada ha dicho. La doctrina
mayoritaria concluye sin embargo, que el acreedor de obligación de dar no puede exigir indistintamente las dos
cosas, es decir, la obligación principal o la indemnización de perjuicios. El acreedor tiene un solo derecho, pedir el
cumplimiento de la obligación. Si aceptáramos una conclusión distinta, habría que concluir también que las
obligaciones son alternativas y que la elección es del acreedor, lo que contraviene la regla general acerca de que el
tipo normal de obligación es la pura y simple. En consecuencia, el acreedor sólo puede pedir el cumplimiento de la
obligación, y en subsidio, cuando el deudor no pueda cumplir la obligación, puede exigir la indemnización de
perjuicios.
Cuando opera la indemnización compensatoria, la obligación infringida subsiste, pero varía de objeto: la cosa debida
se sustituye por la indemnización de perjuicios. En efecto, si pudiere el acreedor exigir ambas cosas (lo debido y la
indemnización de perjuicios), estaríamos ante un cumplimiento doble de la obligación: artículo 1537.
Art. 1537. Antes de constituirse el deudor en mora, no puede el acreedor demandar a su arbitrio la obligación
principal o la pena, sino sólo la obligación principal; ni constituido el deudor en mora, puede el acreedor pedir
a un tiempo el cumplimiento de la obligación principal y la pena, sino cualquiera de las dos cosas a su arbitrio;
a menos que aparezca haberse estipulado la pena por el simple retardo, o a menos que se haya estipulado
que por el pago de la pena no se entiende extinguida la obligación principal.
Excepcionalmente, puede pedirse CONJUNTAMENTE el cumplimiento de la obligación y el pago de la indemnización
compensatoria, en los siguientes casos:
1º Cuando en la cláusula penal, se estipula expresamente que por el pago de la pena no se entiende extinguida
la obligación principal (de igual forma, una vez que el deudor se encuentra en mora, el acreedor tiene el
derecho alternativo de demandar “indistintamente” el cumplimiento de la obligación o la pena, art 1537, final).
2º En la transacción (artículo 2463).
Art. 2463. Si se ha estipulado una pena contra el que deja de ejecutar la transacción, habrá lugar a la pena, sin
perjuicio de llevarse a efecto la transacción en todas sus partes.
Como conclusiones respecto de la indemnización compensatoria:
1º No admite acumulación de la obligación y de la indemnización, no pueden pedirse “conjuntamente”, salvo en los
mencionados casos excepcionales (cláusula penal y transacción).
2º No admite, en las obligaciones de dar, el pedir “indistintamente” el cumplimiento de la obligación o la
indemnización, salvo en la excepción legal (cláusula penal, cuando el deudor está en mora, artículo 1537, parte
inicial, interpretada a contrario sensu).
3º Sí admite en las obligaciones de hacer o de no hacer, el pedir “indistintamente” el cumplimiento de la obligación o
la indemnización de perjuicios.
b.2) Indemnización moratoria.
La indemnización de perjuicios moratoria es la cantidad de dinero que el acreedor puede exigir del deudor cuando
éste no cumple oportunamente su obligación.
La indemnización moratoria representa el beneficio que le habría reportado al acreedor el cumplimiento oportuno
de la obligación por parte del deudor. Subsiste el objeto principal de la obligación, pero el acreedor lo obtiene
tardíamente. Ello permite, a diferencia de la indemnización compensatoria, que la indemnización moratoria pueda
ACUMULARSE con la obligación principal, porque no reemplaza o sustituye el objeto de la obligación, sino que
reemplaza o sustituye el beneficio que el acreedor habría obtenido de cumplirse oportunamente la obligación. La
acumulación puede operar con el cumplimiento de la obligación principal o a una indemnización de perjuicios
compensatoria.
El art 1537, permite que se pida el cumplimiento de la obligación y la pena, cuando “aparezca haberse estipulado la
pena por el simple retardo”: aquí, se permite acumular una indemnización moratoria al cumplimiento de la
obligación.
Art. 1537. Antes de constituirse el deudor en mora, no puede el acreedor demandar a su arbitrio la obligación
principal o la pena, sino sólo la obligación principal; ni constituido el deudor en mora, puede el acreedor pedir
a un tiempo el cumplimiento de la obligación principal y la pena, sino cualquiera de las dos cosas a su arbitrio;
a menos que aparezca haberse estipulado la pena por el simple retardo, o a menos que se haya estipulado
que por el pago de la pena no se entiende extinguida la obligación principal.
El art 1672 establece que si la cosa perece por culpa del deudor, la obligación subsiste, pero varía de objeto: el
deudor debe el precio de la cosa e indemnización moratoria. Aquí, se permite acumular una indemnización
moratoria a una indemnización compensatoria.
Art. 1672. Si el cuerpo cierto perece por culpa o durante la mora del deudor, la obligación del deudor subsiste,
pero varía de objeto; el deudor es obligado al precio de la cosa y a indemnizar al acreedor. Sin embargo, si el
deudor está en mora y el cuerpo cierto que se debe perece por caso fortuito que habría sobrevenido
igualmente a dicho cuerpo en poder del acreedor, sólo se deberá la indemnización de los perjuicios de la
mora. Pero si el caso fortuito pudo no haber sucedido igualmente en poder del acreedor, se debe el precio de
la cosa y los perjuicios de la mora.
2º Cuando el caso fortuito sobreviene por culpa del deudor: falta aquí uno de los requisitos del caso fortuito, que el
hecho provenga de una causa enteramente ajena al deudor (“nadie puede aprovecharse de su propia culpa”).
Artículos 1547, 2º; 1590, 1º; y 1672 del Código Civil.
Art. 1590. Si la deuda es de un cuerpo cierto, debe el acreedor recibirlo en el estado en que se halle; a menos
que se haya deteriorado y que los deterioros provengan del hecho o culpa del deudor, o de las personas por
quienes éste es responsable; o a menos que los deterioros hayan sobrevenido después que el deudor se ha
constituido en mora, y no provengan de un caso fortuito a que la cosa hubiese estado igualmente expuesta en
poder del acreedor. En cualquiera de estas dos suposiciones se puede pedir por el acreedor la rescisión del
contrato y la indemnización de perjuicios; pero si el acreedor prefiere llevarse la especie, o si el deterioro no
pareciere de importancia, se concederá solamente la indemnización de perjuicios. Si el deterioro ha
sobrevenido antes de constituirse el deudor en mora, pero no por hecho o culpa suya, sino de otra persona
por quien no es responsable, es válido el pago de la cosa en el estado en que se encuentre; pero el acreedor
podrá exigir que se le ceda la acción que tenga su deudor contra el tercero, autor del daño.
Art. 1672. Si el cuerpo cierto perece por culpa o durante la mora del deudor, la obligación del deudor subsiste,
pero varía de objeto; el deudor es obligado al precio de la cosa y a indemnizar al acreedor. Sin embargo, si el
deudor está en mora y el cuerpo cierto que se debe perece por caso fortuito que habría sobrevenido
igualmente a dicho cuerpo en poder del acreedor, sólo se deberá la indemnización de los perjuicios de la
mora. Pero si el caso fortuito pudo no haber sucedido igualmente en poder del acreedor, se debe el precio de
la cosa y los perjuicios de la mora
3º Cuando el caso fortuito sobreviene durante la mora del deudor, porque la mora implica la idea de culpa. En todo
caso, si el caso fortuito igual habría sobrevenido estando la cosa en poder del acreedor, se aminora la
responsabilidad del deudor: sólo responde de indemnización moratoria (artículo 1672). Así, por ejemplo, cuando el
deudor de una especie o cuerpo cierto y el acreedor de la misma están domiciliados en un mismo sector de la
ciudad, que resulta inundado por la crecida de un río cercano, destruyéndose la cosa que el primero debía entregar
al segundo. Si dicha cosa se hubiere entregado oportunamente, la cosa igualmente se habría destruido al
encontrarse en el domicilio del acreedor.
Art. 1672. Si el cuerpo cierto perece por culpa o durante la mora del deudor, la obligación del deudor subsiste,
pero varía de objeto; el deudor es obligado al precio de la cosa y a indemnizar al acreedor. Sin embargo, si el
deudor está en mora y el cuerpo cierto que se debe perece por caso fortuito que habría sobrevenido
igualmente a dicho cuerpo en poder del acreedor, sólo se deberá la indemnización de los perjuicios de la
mora. Pero si el caso fortuito pudo no haber sucedido igualmente en poder del acreedor, se debe el precio de
la cosa y los perjuicios de la mora
4º Cuando la ley pone el caso fortuito a cargo del deudor: artículo 1547 inciso final. Por ejemplo, artículo 1676, que
dispone: “Al que ha hurtado o robado un cuerpo cierto, no le será permitido alegar que la cosa ha perecido por caso
fortuito, aun de aquellos que habrían producido la destrucción o pérdida del cuerpo cierto en poder del acreedor”.
Encontramos otros casos en el contrato de mandato, artículos 2152 (cuando por un pacto especial, el mandatario
tomó sobre sí la solvencia de los deudores y todas las incertidumbres y embarazos del cobro: aunque en este caso
hay pacto, es la ley la que agrega a continuación que en tal caso, son de cuenta del mandatario “hasta los casos
fortuitos y la fuerza mayor”); y 2153 (respecto de las especies metálicas que el mandatario tiene en su poder, es
decir dinero, que en principio, “perecen para el mandatario aun por fuerza mayor o caso fortuito”). Otro caso se
contempla en el artículo 2427 del Código Civil, respecto de la pérdida o deterioro que pudiere experimentar la finca
hipotecada. Será indiferente que la pérdida o deterioro se deba a un caso fortuito o a un hecho culpable o doloso del
propietario. Aún en el primer caso, responderá el dueño de la finca hipotecada. También se contempla un caso en el
artículo 1267 del Código Civil, respecto del que ha ocupado la herencia de mala fe, quien es responsable de todo el
importe del deterioro. Como la ley no hace distingos, quiere decir que el falso heredero responde de los deterioros
tanto si se deben a dolo o culpa suyos, como si ocurren por caso fortuito o fuerza mayor. Y la conclusión se impone
porque el art. 906, en las prestaciones mutuas, expresamente dispone que el poseedor de mala fe sólo responde de
los deterioros debidos a hecho o culpa suyos. Si el art. 1267 no hizo distingos al respecto, quiere decir que el falso
heredero que ocupó la herencia de mala fe, responde de todos los deterioros, sean dolosos, culpables o fortuitos. La
ley no hace el distingo efectuado claramente en las prestaciones mutuas, y si la ley no distingue, mal puede el
intérprete hacerlo.
5° Cuando el deudor se hubiere comprometido a entregar una misma cosa a dos o más personas por obligaciones
distintas: artículo 1550. Se sanciona aquí la mala fe del deudor.
Art. 1550. El riesgo del cuerpo cierto cuya entrega se deba, es siempre a cargo del acreedor; salvo que el
deudor se constituya en mora de efectuarla, o que se haya comprometido a entregar una misma cosa a dos o
más personas por obligaciones distintas; en cualquiera de estos casos, será a cargo del deudor el riesgo de la
cosa, hasta su entrega.
6° El riesgo de pérdida fortuita de la cosa debida bajo condición es de cargo del deudor (artículo 1486, inciso 1º y
artículo 1820). En este caso, no nace el contrato y el deudor nada podrá exigir al otro contratante.
En realidad, en el segundo y tercer caso no hay caso fortuito, no concurren todos los requisitos necesarios para ello.
Art. 1486. Si antes del cumplimiento de la condición la cosa prometida perece sin culpa del deudor, se
extingue la obligación; y por culpa del deudor, el deudor es obligado al precio, y a la indemnización de
perjuicios. Si la cosa existe al tiempo de cumplirse la condición, se debe en el estado en que se encuentre,
aprovechándose el acreedor de los aumentos o mejoras que haya recibido la cosa, sin estar obligado a dar
más por ella, y sufriendo su deterioro o disminución, sin derecho alguno a que se le rebaje el precio; salvo que
el deterioro o disminución proceda de culpa del deudor; en cuyo caso el acreedor podrá pedir o que se
rescinda el contrato o que se le entregue la cosa, y además de lo uno o lo otro tendrá derecho a
indemnización de perjuicios. Todo lo que destruye la aptitud de la cosa para el objeto a que según su
naturaleza o según la convención se destina, se entiende destruir la cosa
Art. 1820. La pérdida, deterioro o mejora de la especie o cuerpo cierto que se vende, pertenece al comprador,
desde el momento de perfeccionarse el contrato, aunque no se haya entregado la cosa; salvo que se venda
bajo condición suspensiva, y que se cumpla la condición, pues entonces, pereciendo totalmente la especie
mientras pende la condición la pérdida será del vendedor, y la mejora o deterioro pertenecerá al comprador.
Prueba del caso fortuito.
Corresponde al deudor, a quien lo alega: artículo 1547, 3º.
Art. 1547. El deudor no es responsable sino de la culpa lata en los contratos que por su naturaleza sólo son
útiles al acreedor; es responsable de la leve en los contratos que se hacen para beneficio recíproco de las
partes; y de la levísima, en los contratos en que el deudor es el único que reporta beneficio. / El deudor no es
responsable del caso fortuito, a menos que se haya constituido en mora (siendo el caso fortuito de aquellos
que no hubieran dañado a la cosa debida, si hubiese sido entregada al acreedor), o que el caso fortuito haya
sobrevenido por su culpa. / La prueba de la diligencia o cuidado incumbe al que ha debido emplearlo; la
prueba del caso fortuito al que lo alega. Todo lo cual, sin embargo, se entiende sin perjuicio de las
disposiciones especiales de las leyes, y de las estipulaciones expresas de las partes.
Este principio es una consecuencia de la regla general acerca del onus probandi del artículo 1698. Insiste el
legislador, en el mismo sentido, en el artículo 1674.
Art. 1674. El deudor es obligado a probar el caso fortuito que alega. Si estando en mora pretende que el
cuerpo cierto habría perecido igualmente en poder del acreedor, será también obligado a probarlo.
De tal forma, probada que sea la existencia de la obligación por el acreedor, corresponderá al deudor acreditar que
ésta se extinguió por caso fortuito.
La culpa.
Es la falta de diligencia o cuidado, en el cumplimiento de una obligación o en la ejecución de un hecho cualquiera.
Culpa contractual y extracontractual.
La culpa contractual: es la que incide en el cumplimiento de las obligaciones, la que proviene de un vínculo
establecido con anterioridad, y consiste en no cumplir una obligación preexistente o en cumplirla mal o tardíamente,
por desidia o negligencia.
La culpa extracontractual o aquiliana: es la que da origen al delito o cuasidelito. No hay aquí un vínculo
preexistente, a menos que se pudiera encontrarlo en la obligación negativa que tienen todas las personas de no
causar daño a los demás. En la culpa extracontractual, la relación jurídica que va a imponerle al deudor la
responsabilidad consiguiente, emana precisamente de la ejecución del hecho culpable.
Diferencias entre la culpa contractual y extracontractual:
1º La culpa contractual supone un vínculo obligatorio preexistente; la culpa extracontractual no, siendo el hecho
culpable el que genera el vínculo u obligación, que coloca al deudor en la necesidad de indemnizar los daños.
2º La culpa extracontractual no admite gradaciones, porque toda culpa aquiliana, cualquiera que sea su gravedad, le
impone al deudor la misma responsabilidad, a saber, la de indemnizar todos los perjuicios. La culpa contractual
admite gradaciones y la responsabilidad del deudor será mayor o menor, según sea el grado de culpa de la que se
responda. Puede ser grave, leve o levísima. Esta diferencia se explica en el hecho que tratándose de la culpa
contractual, las partes pudieron prever las consecuencias que para ellas podían derivarse del incumplimiento,
regulando entonces el grado de diligencia de cada una.
3º La culpa extracontractual debe ser probada por el acreedor. El acreedor que invoca un delito o un cuasidelito
como fuente de una obligación, debe probar esa obligación, cual es la comisión del hecho delictual o cuasidelictual.
Vale decir, corresponde al acreedor probar que el deudor actuó negligentemente. Tratándose de la culpa
contractual, el incumplimiento de la obligación se presume culpable. Vale decir, la culpa contractual se presume. Por
ello, tocará al deudor probar que actuó con la debida diligencia, y que el incumplimiento se debe a un caso fortuito o
fuerza mayor.
4º Para que la culpa contractual –tratándose de las obligaciones de dar y de hacer- de origen a la indemnización de
perjuicios, es necesario que el deudor haya sido constituido en mora. Tratándose de la culpa extracontractual, basta
la ejecución del hecho ilícito y culpable, que provoque perjuicios, existiendo una relación de causalidad entre la
comisión del hecho y los perjuicios. Igual cosa ocurre en las obligaciones de no hacer, donde basta la contravención
a la obligación.
Cabe señalar que respecto a las obligaciones nacidas de la ley o de un cuasicontrato, se aplican las reglas de la culpa
contractual (por ejemplo, arts. 2288, 2308, 256 y 391).
Art. 2288. Debe en consecuencia emplear en la gestión los cuidados de un buen padre de familia; pero su
responsabilidad podrá ser mayor o menor en razón de las circunstancias que le hayan determinado a la
gestión. Si se ha hecho cargo de ella para salvar de un peligro inminente los intereses ajenos, sólo es
responsable del dolo o de la culpa grave; y si ha tomado voluntariamente la gestión, es responsable hasta de
la culpa leve; salvo que se haya ofrecido a ella, impidiendo que otros lo hiciesen, pues en este caso
responderá de toda culpa.
Art. 2308. Cada comunero debe a la comunidad lo que saca de ella, inclusos los intereses corrientes de los
dineros comunes que haya empleado en sus negocios particulares; y es responsable hasta de la culpa leve por
los daños que haya causado en las cosas y negocios comunes.
Art. 256. El padre o madre es responsable, en la administración de los bienes del hijo, hasta de la culpa leve.
La responsabilidad para con el hijo se extiende a la propiedad y a los frutos, en aquellos bienes del hijo en
que tiene la administración, pero no el goce, y se limita a la propiedad cuando ejerce ambas facultades sobre
los bienes.
Art. 391. El tutor o curador administra los bienes del pupilo, y es obligado a la conservación de estos bienes y
a su reparación y cultivo. Su responsabilidad se extiende hasta la culpa leve inclusive.
En tal sentido, Meza Barros señala que las reglas de la culpa contractual constituyen el derecho común en esta
materia. Así:
Respecto del cuasicontrato de agencia oficiosa, el artículo 2288 establece que el agente debe emplear en la
gestión los cuidados de un buen padre de familia;
Respecto del cuasicontrato de comunidad, el artículo 2308 advierte que el comunero es responsable hasta de la
culpa leve;
Respecto de las obligaciones legales, el artículo 256 dispone que “El padre o madre es responsable, en la
administración de los bienes del hijo, hasta de la culpa leve”; la misma responsabilidad cabe al guardador.
La ley, entonces, concluye Meza Barros, aplica la gradación de la culpa a las obligaciones legales. Ahora bien, si hay
gradación de culpa, entonces estamos en el ámbito de las normas relativas a la culpa contractual.
La culpa contractual.
Nuestro Código Civil, apartándose de la doctrina del C. francés (que sólo concibe la culpa leve, aquella en la que no
incurriría el buen padre de familia), adopta la clasificación tripartita, elaborada por los escolásticos en la Edad Media
y acogida luego por Pothier. El artículo 44 divide la culpa en tres clases: lata o grave, leve y levísima.
Art. 44. La ley distingue tres especies de culpa o descuido:
Culpa grave, negligencia grave, culpa lata: es la que consiste en no manejar los negocios ajenos con aquel
cuidado que aun las personas negligentes y de poca prudencia suelen emplear en sus negocios propios. Esta
culpa en materias civiles equivale al dolo.
Culpa leve, descuido leve, descuido ligero: es la falta de aquella diligencia y cuidado que los hombres emplean
ordinariamente en sus negocios propios. Culpa o descuido, sin otra calificación, significa culpa o descuido
leve. Esta especie de culpa se opone a la diligencia o cuidado ordinario o mediano. El que debe administrar un
negocio como un buen padre de familia es responsable de esta especie de culpa.
Culpa o descuido levísimo: es la falta de aquella esmerada diligencia que un hombre juicioso emplea en la
administración de sus negocios importantes. Esta especie de culpa se opone a la suma diligencia o cuidado.
El dolo: consiste en la intención positiva de inferir injuria a la persona o propiedad de otro.
La culpa lata o grave es la que impone menos responsabilidad al deudor, es aquella que le exige un cuidado mínimo;
el que responde de culpa lata, deberá solamente abstenerse de ejecutar aquellos actos que sean de tal naturaleza
que puedan asimilarse al dolo, entendido en su definición del art. 44. Equivale entonces a un descuido mayúsculo, a
la negligencia máxima. El inciso 2° del artículo 44 define la culpa grave o lata, como aquella “…que consiste en no
manejar los negocios ajenos con aquel cuidado que aun las personas negligentes y de poca prudencia suelen emplear
en sus negocios propios.” De esta definición, pueden deducirse las siguientes observaciones:
1° El Código alude al manejo de negocios ajenos, partiendo de la base que en ellos, el individuo actuará con una
diligencia menor a la que emplea en los negocios propios;
2° El Código, sólo exige desplegar aquel cuidado que suelen emplear personas negligentes y de poca prudencia
… en sus negocios propios. O sea, un cuidado básico, mínimo, que cumplen aún los individuos negligentes.
3º La culpa lata se equipara al dolo en cuanto a sus efectos.
La culpa leve constituye en el Derecho la regla general, es la culpa de que ordinariamente se responde; ella consiste
en la falta de aquel cuidado o diligencia que la gente ordinariamente emplea en el manejo de sus negocios. La pauta
aquí es la conducta del “buen padre de familia”, considerado como paradigma de hombre juicioso y diligente,
entendidos como diligencia mediana. Impone una responsabilidad mayor que la culpa lata y por constituir la regla
general, cada vez que la ley alude a la “culpa” sin otra calificación, se refiere a la culpa leve. El inciso 3° del artículo
44 del Código Civil define la culpa leve como “…la falta de aquella diligencia y cuidado que los hombres emplean
ordinariamente en sus negocios propios.” Dos observaciones cabe formular al efecto:
1° Alude el Código al cuidado ordinario, usual;
2° Que emplean los hombres, en sus negocios propios.
El deudor que responde de culpa levísima es el que tiene un mayor grado de responsabilidad en el Derecho. Debe
emplear no sólo el cuidado del que responde de culpa leve, sino que además el cuidado esmerado que un hombre
juicioso emplea en sus negocios importantes. Precisamente, el inciso 5° del artículo 44 la define como “…la falta de
aquella esmerada diligencia que un hombre juicioso emplea en la administración de sus negocios importantes.” Tres
observaciones se deducen de esta definición:
1° La ley no exige cualquier diligencia, sino que una esmerada diligencia;
2° No se trata de la actuación de un hombre medio, sino de aquél juicioso;
3° No se trata de cualquier negocio, sino de los negocios importantes.
Concepto de dolo.
En la acepción que estamos analizando, el dolo puede definirse como los actos u omisiones intencionales del deudor
para eludir el cumplimiento de su obligación. A diferencia del dolo como vicio del consentimiento o de la voluntad, el
dolo que incide en el cumplimiento de las obligaciones es posterior al otorgamiento o celebración del acto o
contrato.
Agravante de la responsabilidad del deudor.
Por lo antes expuesto, el dolo que incide en el cumplimiento de las obligaciones agrava la responsabilidad del
deudor: éste debe indemnizar no sólo los perjuicios directos previstos (como acontece si hay culpa), sino también los
directos imprevistos (artículo 1558). La misma responsabilidad tendrá el deudor que incumplió a consecuencia de la
culpa lata o grave, atendido a que se equiparan sus efectos a los del dolo.
De los perjuicios indirectos no responderá ni siquiera el deudor que incurrió en dolo o culpa lata. Para responder de
dichos perjuicios, habría que haberlo pactado expresamente en el contrato.
Prueba del dolo.
El dolo no se presume, salvo en los casos especialmente señalados por la ley. Debe probarse por el acreedor que
imputa a su deudor dolo en el cumplimiento de la obligación (artículo 1459). Lo anterior, porque la ley presume la
buena fe de los contratantes: artículo 707.
Art. 707. La buena fe se presume, excepto en los casos en que la ley establece la presunción contraria. En
todos los otros la mala fe deberá probarse.
En algunos casos sin embargo, la ley presume la mala fe o el dolo:
1º Artículo 94, regla sexta: presunción simplemente legal.
Art. 94. En la rescisión del decreto de posesión definitiva se observarán las reglas que siguen: 6ª El haber
sabido y ocultado la verdadera muerte del desaparecido, o su existencia, constituye mala fe.
2° Artículo 706, inciso final: presunción de derecho.
Art. 706. La buena fe es la conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos,
exentos de fraude y de todo otro vicio. Así en los títulos translaticios de dominio la buena fe supone la
persuasión de haberse recibido la cosa de quien tenía la facultad de enajenarla, y de no haber habido fraude
ni otro vicio en el acto o contrato. Un justo error en materia de hecho no se opone a la buena fe. Pero el error
en materia de derecho constituye una presunción de mala fe, que no admite prueba en contrario.
3º Artículo 968 número 5: presunción simplemente legal.
Art. 968. Son indignos de suceder al difunto como herederos o legatarios: 5º El que dolosamente ha detenido
u ocultado un testamento del difunto, presumiéndose dolo por el mero hecho de la detención u ocultación.
4º Artículo 1301: presunción simplemente legal.
Art. 1301. Se prohíbe a el albacea llevar a efecto ninguna disposición del testador en lo que fuere contraria a
las leyes, so pena de nulidad, y de considerársele culpable de dolo.
5° Artículo 2510, regla tercera: presunción simplemente legal.
Art. 2510. El dominio de cosas comerciales que no ha sido adquirido por la prescripción ordinaria, puede serlo
por la extraordinaria, bajo las reglas que van a expresarse: 3.a Pero la existencia de un título de mera
tenencia hará presumir mala fe, y no dará lugar a la prescripción, a menos de concurrir estas dos
circunstancias: 1.a Que el que se pretende dueño no pueda probar que en los últimos diez años se haya
reconocido expresa tácitamente su dominio por el que alega la prescripción; 2.a Que el que alega la
prescripción pruebe haber poseído sin violencia, clandestinidad ni interrupción por el mismo espacio de
tiempo.
6º Art. 280 del CPC, en las medidas prejudiciales: presunción simplemente legal; quien obtuvo la medida, debe
presentar su demanda en el plazo de 10 días, presumiéndose dolosa su gestión en caso contrario.
7º Art. 22 de la Ley Sobre Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques.
El dolo puede probarse por cualquier medio de prueba, no rigiendo a su respecto las limitaciones a la prueba de
testigos establecidas en los arts. 1708 y 1709.
Art. 1708. No se admitirá prueba de testigos respecto de una obligación que haya debido consignarse por
escrito.
Art. 1709. Deberán constar por escrito los actos o contratos que contienen la entrega o promesa de una cosa
que valga más de dos unidades tributarias. No será admisible la prueba de testigos en cuanto adicione o
altere de modo alguno lo que se exprese en el acto o contrato, ni sobre lo que se alegue haberse dicho antes,
o al tiempo o después de su otorgamiento, aun cuando en algunas de estas adiciones o modificaciones se
trate de una cosa cuyo valor no alcance a la referida suma. No se incluirán en esta suma los frutos, intereses u
otros accesorios de la especie o cantidad debida.
La culpa lata se equipara al dolo.
Así lo establece el inciso 1° del artículo 44 del Código Civil.
¿Cuál es el alcance de esta equivalencia? No quiere decir que jurídicamente sean una misma cosa, sino que SUS
EFECTOS jurídicos son los mismos, o sea, que la responsabilidad del deudor es igual en el caso de la culpa lata o de
dolo. Y porque no son como instituciones la misma cosa, la regla que rige la prueba en materia de culpa no es
modificada por la equivalencia aludida: será el deudor quien deberá probar que no ha incurrido en culpa lata, y en
ningún caso recaerá esta carga en el acreedor, como acontece con el dolo. La equivalencia no implica identificación
de las instituciones.
Cabe advertir, sin embargo, que esta asimilación de los efectos de la culpa grave al dolo, no se produce en el artículo
1300, a propósito de los albaceas, quienes afrontan consecuencias más severas si actúan dolosamente, y menos
severas si actúan culpablemente, aunque incurran en culpa grave. En efecto, si bien en ambos casos podrá solicitarse
por los herederos o por el curador de la herencia yacente su remoción, la responsabilidad será distinta según se
trate de la culpa grave o del dolo, pues en este último caso, el albacea, además de la remoción, quedará sujeto a las
siguientes sanciones:
se hará indigno de suceder al causante;
deberá indemnizar de todo perjuicio a los interesados; y
deberá restituir todo lo que haya recibido por concepto de remuneración.
Art. 1300. Será removido por culpa grave o dolo, a petición de los herederos o del curador de la herencia
yacente, y en caso de dolo se hará indigno de tener en la sucesión parte alguna, y además de indemnizar de
cualquier perjuicio a los interesados, restituirá todo lo que haya recibido a título de retribución.
Somarriva señala que esta distinción entre culpa grave y dolo, desde el punto de vista de las consecuencias jurídicas,
no se justifica; pero admite que del tenor del artículo 1300, no cabe duda que las últimas tres sanciones sólo se
aplican si el albacea actuó dolosamente.
El dolo no puede condonarse o renunciarse anticipadamente.
Sólo puede renunciarse una vez cometido, siempre que esta renuncia sea expresa. Hay una doble condición: que se
renuncie el derecho del acreedor que la ley le da por la ejecución de un acto doloso por parte del deudor, y que la
renuncia sea expresa.
Pero si la ley no permite la condonación del dolo futuro y sólo autoriza la condonación del dolo ya realizado y hecha
expresamente, esto no obsta para que las partes puedan modificar la responsabilidad del deudor en caso de dolo
(art.1558). Por consiguiente, los contratantes pueden ampliar o restringir la responsabilidad del deudor, aunque sin
llegar a eximirlo por completo.
Art. 1558. Si no se puede imputar dolo al deudor, sólo es responsable de los perjuicios que se previeron o
pudieron preverse al tiempo del contrato; pero si hay dolo, es responsable de todos los perjuicios que fueron
una consecuencia inmediata o directa de no haberse cumplido la obligación o de haberse demorado su
cumplimiento. La mora producida por fuerza mayor o caso fortuito no da lugar a indemnización de perjuicios.
Las estipulaciones de los contratantes podrán modificar estas reglas.
Cláusulas modificatorias de la responsabilidad.
Teniendo presente lo dispuesto en los incisos finales de los arts. 1547 y 1558, es posible concluir que la
responsabilidad normal del deudor puede modificarse por disposición de la ley o por acuerdo de las partes. La
responsabilidad del deudor puede resultar así, mayor o menor de lo que sería según las reglas generales: