Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Dignidad

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 24

http://www.salud.gob.

ar/dels/entradas/la-dignidad-humana

MSAL OPS

ACERCA DEL DELS

INSTITUCIONAL

AYUDA

BUSCAR

Inicio / Entradas / La dignidad humana

La dignidad humana

Lamm, Eleonora

Abogada. Doctora en derecho y bioética, Universidad de Barcelona. Subdirectora de Derechos


Humanos de la S. C. de Mendoza. Directora de la carrera de Bioética y Bioderecho de la
Universidad de Mendoza.

1. La dignidad humana. El Código Civil y Comercial (CCyC) inaugura el capítulo relativo a los
derechos personalísimos, consagrando el reconocimiento y respeto de la dignidad. Todos los
derechos de la personalidad derivan y se fundan en la noción de dignidad.

Así, el artículo 51 del nuevo CCyC sostiene: “Inviolabilidad de la persona humana. La persona
humana es inviolable y en cualquier circunstancia tiene derecho al reconocimiento y respeto de su
dignidad.”

Por primera vez se introduce la palabra “dignidad” en un Código Civil y Comercial de Argentina, lo
que implica un cambio de concepción y paradigma.

La etimología latina de “digno” remite primeramente a dignus y su sentido es “que conviene a”,
“que merece”, implica posición de prestigio “de cosa”, en el sentido de excelencia; corresponde en
su sentido griego a axios (valioso, apreciado, precioso, merecedor). De allí deriva dignitas,
dignidad, mérito, prestigio, “alto rango”.
Se parte de que la persona merece que se le reconozca, respete y por ende tutele su dignidad,
atento a que éstaderiva del hecho de ser, ontológicamente, una persona y, consecuentemente, el
derecho debe garantizarle esta dignidad precisamente por ser tal. El respeto por la dignidad de la
persona humana comienza por reconocer su existencia, su autonomía y su individualidad, de allí
que dicho artículo la considere inviolable.

Como ha dicho la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN, Fallos: 316:479): "el hombre es eje
y centro de todo el sistema jurídico y en tanto fin en sí mismo –más allá de su naturaleza
trascendente– su persona es inviolable y constituye valor fundamental con respecto al cual los
restantes valores tienen siempre carácter instrumental".

Entonces, coincidiendo con el criterio de la gran mayoría de la doctrina y la tendencia actual, se


considera a la dignidad como la "fuente", el fundamento, el sustrato, en el que se asientan y de la
que derivan todos los derechos humanos. Es "precisamente la conexión de un derecho con la
dignidad humana la que lo convierte en derecho fundamental".

La dignidad es algo sustancial. Tan sustancial e inalienable es esta dignidad que nadie puede ser
esclavo, ni tan siquiera por voluntad propia o por contrato. Y de ninguna manera podemos perder
tal dignidad; de modo que, no pudiéndose perder la dignidad humana sustancial en ningún
supuesto, es en ella donde hay que hacer pie para desautorizar la pena de muerte o la tortura y
para conceder al criminal más criminal la oportunidad y el derecho a la rehabilitación.

Dicho esto, dignidad humana significa que un individuo siente respeto por sí mismo y se valora al
mismo tiempo que es respetado y valorado. Implica la necesidad de que todos los seres humanos
sean tratados en un pie de igualdad y que puedan gozar de los derechos fundamentales que de
ellos derivan. Poseemos dignidad en tanto somos moralmente libres, por ser autónomos,
igualados a otros de la propia ley.

Esto es precisamente lo que viene a contemplar y procura comprender el artículo citado.

En definitiva, la dignidad constituye la fuente de todos los derechos y esto implica un cambio en la
concepción de la persona, atento a que ya no se puede hablar de persona o derechos a secas, sino
de persona digna y de derechos que contemplan esta dignidad de la persona humana.
2. Fuentes y reconocimiento legal de la dignidad. Desde una perspectiva filosófica y religiosa, el
concepto de dignidad humana posee una larga trayectoria histórica. No obstante, desde un punto
de vista jurídico, la dignidad es un concepto nuevo, que surge luego de la Segunda Guerra
Mundial, en tanto los textos que la mencionan son de la historia reciente. Así, la dignidad de la
persona humana aparece como núcleo central en importantes documentos internacionales (la
expresión dignidad se encuentra en la Conferencia de San Francisco (1945) («a reafirmar la fe en
los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana...».); la
Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) ("la libertad, la justicia y la paz en el
mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca [...] de todos los miembros de
la familia humana". (…) «La fe de las Naciones Unidas en la dignidad y el valor de la persona
humana»); el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966) cuyo preámbulo expresa
que la libertad y la justicia y la paz en el mundo, tienen por base el reconocimiento de la dignidad
humana inherente a todos los miembros de la familia humana y de sus derechos iguales e
inalienables («que conforme a los principios enunciados en la Carta de las Naciones Unidas, la
libertad, la justicia y la paz del mundo tienen por base la dignidad inherente a todos los miembros
de la familia humana...»); el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
(1966) («La educación debe orientarse hacia el pleno desarrollo de la personalidad humana y del
sentido de su dignidad»); la Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969) («Toda
persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de su dignidad»).

También en la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos (2005), dice que el
respeto a la dignidad humana emerge del reconocimiento que todas las personas poseen un valor
intrínseco, dado que todos tenemos la capacidad de determinar nuestro propio destino moral. El
desprecio de la dignidad humana podrá conducir a la instrumentalización de la persona humana.

La Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos (1997), la Declaración
Internacional sobre los Datos Genéticos Humanos (2003), la Convención de Derechos Humanos y
Biomedicina (o Convención de Oviedo) del Consejo de Europa (1997), entre otras declaraciones,
también mencionan a la dignidad.

Además, en constituciones del siglo XX de diferentes países, es enumerada entre los «nuevos»
derechos fundamentales.

En el texto histórico de nuestra Carta Magna la dignidad no se encontraba mencionada, ni como


derecho ni como principio, pero nadie duda que esté incluida dentro de las previsiones del artículo
33 de la Constitución Nacional (CN).

Sin perjuicio de lo dicho, entre las fuentes directas del artículo 51 del CCyC, cabe destacar el
artículo 19 del Código Civil del Bajo Canadá, que prevé la inviolabilidad de la persona, al igual que
el artículo 10 del Código Civil de Quebec, agregando éste la noción de “integridad”.Además, el
nuevo Código sigue al Código Civil francés, que en su artículo 16 hace referencia a la dignidad.

3. La inviolabilidad de la persona. El artículo 51 citado consagra la inviolabilidad de la persona


humana. Esta amplia fórmula implica, por un lado, que esté tutelada expresamente la integridad
de la persona, en todas sus dimensiones y, por otro, entraña intrínsecamente respeto por su
autonomía y, consecuentemente, exige su consentimiento para la disposición de los derechos
personalísimos que ésta contempla, como se verá en los artículos siguientes.

La inviolabilidad de la dignidad de la persona humana es una garantía que posibilita a todo el


mundo, incluso a los interesados, el establecimiento de restricciones a su significado y alcance. La
libertad y la dignidad pertenecen a la esfera de lo no negociable, de lo que está fuera del mercado.

De esta manera, el reconocimiento y respeto por la dignidad de la persona humana implica,


además, consagrar a la persona como un fin en sí mismo, proscribiendo todo trato utilitario. En
este sentido, la inviolabilidad de la persona consagrada en el mencionado artículo 51 se relaciona
con el artículo 17, CCyC, que establece el principio de no comercialidad del cuerpo humano y sus
partes, negándoles todo valor económico, pudiendo tener solo un valor "afectivo, terapéutico,
científico, humanitario o social".

Es en todo coherente establecer que es la propia persona la que puede disponer del cuerpo y sus
partes integrantes para los fines mencionados, sobre la base del reconocimiento de la dignidad
ínsita del artículo 51.

Bibliografía

BERGEL, Salvador (2015). Derechos y actos personalísimos: la inclusión de los temas bioéticos. En
BERGEL, S.; FLAH, L.; HERRERA, M.; LAMM, E.; WIERZBA, S. Bioética en el Código Civil y Comercial.
Buenos Aires: La Ley.

GARCÍA MANRIQUE, Ricardo (2004). Derechos humanos e injusticias cotidianas.Serie de Teoría


Jurídica y Filosofía del Derecho, N° 31, pp. 80 y ss.Universidad Externado de Colombia.
GONZÁLEZ VALENZUELA, J. (2005). Genoma humano y dignidad humana (p. 64).
Barcelona:Anthropos.

RODOTÁ,Stéfano (2010). La vida y sus reglas: entre el derecho y el no derecho(p. 31).


Madrid:Trotta.

VALLS, Ramón (2009). La dignidad humana. En CASADO, María (coord.). Sobre la dignidad y los
principios (pp. 72). Análisis de la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos,
UNESCO. Madrid: Civitas

http://bioetica.cat/valores-y-principios-la-dignidad-humana-y-sus-implicaciones-eticas/

VALORES Y PRINCIPIOS DE LA DIGNIDAD


HUMANA Y SUS IMPLICACIONES ÉTICAS
Dr. Joan Vidal-Bota
El criterio de valoración

Desde la perspectiva ética, un objeto tiene mayor valor en la medida en que sirve mejor para la
supervivencia y mejora del ser humano, ayudándole a conseguir la armonía y la independencia
que necesita y a las que aspira.

Es por tanto esencial que los valores que se elijan y que se persigan en la propia vida se
correspondan con la realidad del hombre, es decir, sean verdaderos. Porque sólo los valores
verdaderos pueden conducir a las personas a un desarrollo pleno de sus capacidades naturales.
Puede afirmarse que, en el terreno moral, un valor será verdadero en función de su capacidad
para hacer más humano al hombre.
Veamos un ejemplo. Puedo elegir como ideal el egoísmo, en la forma de búsqueda de la propia
comodidad y del propio bienestar, desestimando las exigencias de justicia y respeto que supone
la convivencia con otras personas y que exigen renuncias y esfuerzos. La personalidad se
volverá entonces insolidaria, ignorando los aspectos relacionales y comunicativos esenciales en
el ser humano. Hecha la elección, el crecimiento personal se detendrá e iniciará una involución
hacia etapas más primitivas del desarrollo psicológico y moral.

Por el contrario, si se elige como valor rector la generosidad, concretada en el esfuerzo por
trabajar con profesionalidad, con espíritu de servicio, y en la dedicación de tiempo a causas
altruistas y solidarias, entonces se favorecerá la apertura del propio yo a los demás, primando la
dimensión social del ser humano y estimulando el crecimiento personal.

Valores universales

Como acabamos de referir (tal como se deduce del proceso de desarrollo del ser humano), la
maduración personal sólo se facilitará procurando eliminar obstáculos que puedan originar una
detención de la misma o una regresión a etapas más primitivas (propio interés). Por eso, parece
acertado concretar algunos valores universales, deseables para todos.
En este sentido, la formulación clara y precisa del imperativo categórico kantiano ofrece
abundante luz. Así, en la segunda formulación del Imperativo, en la Fundamentación de la
metafísica de las costumbres, dice: «Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu
persona como en la de cualquier otro, nunca meramente como un medio, sino que, en todo
momento, la trates también como a un fin». Y en la tercera insiste en el mismo sentido: «Pues
los seres racionales están todos bajo la ley de que cada uno debe tratarse a sí mismo y debe
tratar a todos los demás nunca meramente como medio, sino siempre a la vez como fin en sí
mismo. De este modo, surge un enlace sistemático de seres racionales por leyes objetivas
comunes, esto es un reino, el cual, dado que estas leyes tienen por propósito precisamente la
referencia de estos seres unos a otros como fines y medios, puede llamarse un reino de los
fines»
Se trata de aquellos valores que se fundamentan en la dignidad incondicionada de todo ser
humano. Una dignidad que -como puede deducirse de su propia génesis- no admite ser
relativizada, no puede depender de ninguna circunstancia (sexo, edad, salud – calidad de vida –
y demás cualidades).
¿Qué es un principio?

En sentido ético o moral llamamos principio a aquel juicio práctico que deriva inmediatamente
de la aceptación de un valor. Del valor más básico (el valor de toda vida humana, de todo ser
humano, es decir, su dignidad humana), se deriva el principio primero y fundamental en el que
se basan todos los demás: la actitud de respeto que merece por el mero hecho de pertenecer a la
especie humana, es decir, por su dignidad humana.
Vamos a examinar a continuación este valor fundamental (la dignidad humana), el principio
ético primordial que de él deriva (el respeto a todo ser humano), y algunos otros principios
básicos.

 La dignidad humana, un valor fundamental

En la filosofía moderna y en la ética actual se propaga una subjetivización de los valores y del
bien.

Desde David Hume, existe una corriente de pensamiento que se expresa en la idea de que no es
posible derivar ningún tipo de deber a partir del ser de las cosas. El paso siguiente nos lleva a
concluir que por valores entendemos nuestras impresiones, reacciones y juicios, con lo cual
convertimos el deber en un fruto de nuestra voluntad o de nuestras decisiones.

En el positivismo jurídico tipo Kelsen el derecho es el resultado de la voluntad de las


autoridades del estado, que son las que determinan aquello que es legalmente correcto – y
legítimo – y lo que no lo es.

En ética, el positivismo y el empirismo afirman que bueno y malo son decisiones meramente
irracionales o puro objeto de impresiones o reacciones, o sea, del campo emocional. Tanto en el
positivismo como en el empirismo existe aún, es verdad, la idea de valores, pero sólo como una
idea subjetiva o como objeto de consenso. El acuerdo por ejemplo de un grupo o de un
pueblo crea los valores.
En realidad esto conduce a un relativismo total. Así por ejemplo, el grupo podría acordar que
los judíos no son seres humanos o que no poseen dignidad, y que por tanto se los puede
asesinar sin miedo a castigo alguno. Para esta teoría no existe ningún fundamento que se base
en la naturaleza de las cosas y cualquier punto de vista puede además variar de una a otra
época. No existe ninguna barrera segura de valores frente a la arbitrariedad del estado y el
ejercicio de la violencia.

Sin embargo, el propio conocimiento y la apertura natural a los demás nos permite reconocer en
ellos y en nosotros el poder de la inteligencia y la grandeza de la libertad. Con su inteligencia,
el hombre es capaz de trascenderse y de trascender el mundo en que vive y del que forma parte,
es capaz de contemplarse a sí mismo y de contemplar el mundo como objetos. Por otro lado, el
corazón humano posee deseos insaciables de amor y de felicidad que le llevan a volcarse – con
mayor o menor acierto- en personas y empresas. Todo ello es algo innato que forma parte de su
mismo ser y siempre le acompaña, aunque a veces se halle escondido por la enfermedad o la
inconsciencia.

En resumen: ala vez que forma parte del mundo, el hombre lo trasciende y muestra una singular
capacidad – por su inteligencia y por su libertad – de dominarlo. Y se siente impulsado a la
acción con esta finalidad. Podemos aceptar por tanto que el valor del ser humano es de un
orden superior con respecto al de los demás seres del cosmos. Y a ese valor lo denominamos
“dignidad humana”.

La dignidad propia del hombre es un valor singular que fácilmente puede reconocerse. Lo
podemos descubrir en nosotros o podemos verlo en los demás. Pero ni podemos otorgarlo ni
está en nuestra mano retirarselo a alguien. Es algo que nos viene dado. Es anterior a nuestra
voluntad y reclama de nosotros una actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo y aceptarlo
como un valor supremo (actitud de respeto) o bien ignorarlo o rechazarlo.

Este valor singular que es la dignidad humana se nos presenta como una llamada al respeto
incondicionado y absoluto. Un respeto que, como se ha dicho, debe extenderse a todos los que
lo poseen: a todos los seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que toda la sociedad
decidiera por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo una realidad
presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un trato indigno,
perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados, este desprecio no cambiaria
en nada su valor inconmensurable en tanto que seres humanos.

Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de pertenecer a la especie humana, por su
particular potencial genético – que la enfermedad sólo es capaz de esconder pero que resurgirá
de nuevo si el individuo recibe la terapéutica oportuna -, todo ser humano es en sí mismo digno
y merecedor de respeto.

Principios derivados de la dignidad humana

La primera actitud que sugiere la consideración de la dignidad de todo ser humano es la de


respeto y rechazo de toda manipulación: frente a él no podemos comportarnos como nos
conducimos ante un un objeto, como si se tratara de una “cosa”, como un medio para lograr
nuestros fines personales.

Principio de Respeto
«En toda acción e intención, en todo fin y en todo medio, trata siempre a cada uno – a ti mismo
y a los demás- con el respeto que le corresponde por su dignidad y valor como persona»
Todo ser humano tiene dignidad y valor inherentes, solo por su condición básica de ser
humano. El valor de los seres humanos difiere del que poseen los objetos que usamos. Las
cosas tienen un valor de intercambio. Son reemplazables. Los seres humanos, en cambio, tienen
valor ilimitado puesto que, como sujetos dotados de identidad y capaces de elegir, son únicos e
irreemplazables.

El respeto al que se refiere este principio no es la misma cosa que se significa cuando uno
dice “Ciertamente yo respeto a esta persona”, o “Tienes que hacerte merecedor de mi respeto”.
Estas son formas especiales de respeto, similares a la admiración. El principio de respeto
supone un respeto general que se debe a todas las personas.
Dado que los seres humanos son libres, en el sentido de que son capaces de efectuar elecciones,
deben ser tratados como fines, y no únicamente como meros medios. En otras palabras: los
hombre no deben ser utilizados y tratados como objetos. Las cosas pueden manipularse y
usarse, pero la capacidad de elegir propia de un ser humano debe ser respetada.

Un criterio fácil que puede usarse para determinar si uno está tratando a alguien con respeto
consiste en considerar si la acción que va a realizar es reversible. Es decir: ¿querrías que
alguien te hiciera a ti la misma cosa que tu vas a hacer a otro? Esta es la idea fundamental
contenida en la Regla de Oro: «trata a los otros tal como querrías que ellos te trataran a
ti». Pero no es ésta una idea exclusiva de los cristianos. Más de un siglo antes del nacimiento de
Cristo, un pagano pidió al Rabí Hillel que explicara la ley de Moisés entera mientras se sostenía
sobre un solo pié. Hillel resumió todo el cuerpo de la ley judía levantando un pié y diciendo:
«No hagas a los demás lo que odiarías que ellos hicieran contigo».
Otros principios
El respeto es un concepto rico en contenido. Contiene la esencia de lo que se refiere a la vida
moral. Sin embargo, la idea es tan amplia que en ocasiones es difícil saber cómo puede
aplicarse a un caso particular. Por eso, resulta de ayuda derivar del principio de respeto otros
principios menos básicos.

Vale la pena hacer notar que, en ética aplicada, cuanto más concreto es el caso, más puntos
muestra en los que puede originarse controversia. En esta área, la mayor dificultad reside en
aplicar un principio abstracto a las particularidades de un caso dado. En consecuencia,
convendrá disponer de formulaciones más específicas del principio general de respeto. Entre
estos principios están los de no malevolencia y de benevolencia, y el principio de doble efecto.
Principios de No-malevolencia y de Benevolencia
«En todas y en cada una de tus acciones, evita dañar a los otros y procura siempre el bienestar
de los demás».
Principio de doble efecto
«Busca primero el efecto beneficioso. Dando por supuesto que tanto en tu actuación como en tu
intención tratas a la gente con respeto, asegúrate de que no son previsibles efectos secundarios
malos desproporcionados respecto al bien que se sigue del efecto principal»
El principio de respeto no se aplica sólo a los otros, sino también a uno mismo. Así, para un
profesional, por ejemplo, respetarse a uno mismo significa obrar con integridad.

Principio de Integridad
«Compórtate en todo momento con la honestidad de un auténtico profesional, tomando todas
tus decisiones con el respeto que te debes a ti mismo, de tal modo que te hagas así merecedor
de vivir con plenitud tu profesión».
Ser profesional no es únicamente ejercer una profesión sino que implica realizarlo con
profesionalidad, es decir: con conocimiento profundo del arte, con absoluta lealtad a las normas
deontológicas y buscando el servicio a las personas y a la sociedad por encima de los intereses
egoístas.

Otros principios básicos a tener presentes son los de justicia y utilidad.


Principio de Justicia
«Trata a los otros tal como les corresponde como seres humanos; sé justo, tratando a la gente de
forma igual. Es decir: tratando a cada uno de forma similar en circunstancias similares».
La idea principal del principio de justicia es la de tratar a la gente de forma apropiada. Esto
puede expresarse de diversas maneras ya que la justicia tiene diversos aspectos. Estos aspectos
incluyen la justicia substantiva, distributiva, conmutativa, procesal y retributiva.

 
Principio de Utilidad
«Dando por supuesto que tanto en tu actuación como en tu intención tratas a la gente con
respeto, elige siempre aquella actuación que produzca el mayor beneficio para el mayor número
de personas».

El principio de utilidad pone énfasis en las consecuencias de la acción. Sin embargo, supone
que has actuado con respeto a las personas. Si tienes que elegir entre dos acciones moralmente
permisibles, elige aquella que tiene mejor resultado para más gente.
https://concepto.de/dignidad-3/

¿Qué es la dignidad?
La dignidad es un concepto complejo. Por un lado, entendemos por ella a un
valor intrínseco del ser humano, que no le otorga nadie sino que posee por el
mero hecho de serlo, por nacer, por estar provisto de racionalidad y libertad, sin
distingo de sexo, raza, religión, orientación sexual ni otros condicionantes.

Esta dignidad humana va de la mano con los derechos


humanos universales, es decir, con aquellas condiciones mínimas de existencia
que se merecen todos los seres humanos de manera automática y que no están
sometidos a debate o discusión por ningún juzgado.

Esto, claro, no siempre se ha cumplido y es un producto de la modernidad


humana, ya que antiguamente hubo legislaciones que permitían los esclavos,
personas desprovistas de esta dignidad ontológica (“del ser”).

Existe sin embargo otra acepción de dignidad que está emparentada con


el honor, la honra, el orgullo, es decir, con la pertenencia (real, simbólica o
imaginaria) a un grupo humano que merece y exige el respeto de los demás. Esta
noción proviene de las épocas antiguas y se vinculaba con las decisiones tomadas,
con la fidelidad a los ideales o a los mandatos divinos, por los cuales era decente
morir antes que retractarse o traicionarlos.

Los héroes trágicos, por ejemplo, protagonistas de las épicas antiguas, eran
capaces de sacrificarse por salvaguardar el honor, lo cual equivalía a “morir
dignamente” en lugar de vivir “deshonrosamente”. Este concepto luego fue
universalizado por el cristianismo, cuya filosofía daba al pecado una concepción
más o menos similar al deshonor antiguo, con la diferencia que no se podía
“limpiar” con la muerte (como sí hacía hasta no hace mucho la cultura japonesa,
mediante el suicidio ritual o harakiri) sino que atormentaría al alma en su camino
hacia el más allá (el infierno, purgatorio o paraíso).

En la actualidad, sin embargo, gracias al Humanismo y a las escuelas filosóficas de


la Era Moderna y Contemporánea, se entiende la dignidad del ser humano como
algo mucho más secular (laico) y vinculado con las condiciones en que vive su
vida. Las formas dignas de vivir implican una serie de
conceptos objetivos y subjetivos, como la libertad, la autonomía, la
pertenencia, la identidad, la plenitud de derechos y la autodeterminación.

Ver también: Misantropía
Ejemplos de dignidad
La dignidad humana se puede evidenciar en diversos ámbitos y actitudes. Por
ejemplo:

 Se dice de una persona que posee dignidad cuando se valora a sí misma


por encima por las necesidades del momento o de las exigencias de los
demás. En este caso se puede considerar sinónimo de integridad u honor.
 Se dice que una persona vive dignamente cuando puede brindarse a sí
misma la satisfacción de sus necesidades sin necesidad de suplicar a los
demás, de someterse a designios ajenos o de realizar actos contrarios a su
moral para sobrevivir.
 Comúnmente puede considerarse una actitud digna la de respetar a los
demás: tomar en consideración sus derechos, su valía, así como la propia.
Una persona indigna puede ser alguien que no se respeta a sí misma o que
no respeta a los demás, o ambas cosas.
 También se dice que una persona digna es aquella que honra
los compromisos adquiridos, que no se refugia en la mentira o la evasión
para no enfrentar sus responsabilidades.

Frases sobre la dignidad


 “La dignidad no consiste en tener honores, sino en merecerlos”.
Aristóteles (Filósofo griego, 384-322 a.C.).
 “¿Dónde está la dignidad a menos que haya honestidad?”.
Marco Tulio Cicerón (Filósofo romano, 106-43 a.C.)
 “Mediante la mentira, el hombre aniquila su dignidad como hombre”.
Immanuel Kant (Filósofo prusiano, 1724-1804).
 “La dignidad de
la naturaleza humana requiere que enfrentemos las tormentas de la vida”.
Mahatma Gandhi (Político indio, 1869-1948).
 “Solamente la moralidad en nuestras acciones puede darle belleza y dignida
d a la vida”.
Albert Einstein (Físico judío-alemán, 1879-1955).
 “El día en que nuestra dignidad será completamente restaurada,
es el día en que nuestro propósito deje de ser sobrevivir hasta que el
sol salga la siguiente mañana”.
Thabo Mbeki (Político surafricano, 1942-).
 “Cuando hablamos de dignidad humana, no podemos hacer concesiones”.
Angela Merkel (Político alemana, 1954-).
Fuente: https://concepto.de/dignidad-3/#ixzz6YMgitpNI

¿Qué es la dignidad?
Se llama dignidad a un valor propio del ser humano, es decir, que no
es otorgado por nadie sino que todos poseemos sin distinción de sexo,
raza, religión, orientación sexual ni otros condicionantes. Apunta
al respeto y la consideración que amerita cualquier individuo por el mero
hecho de ser humano. En ese sentido, el concepto de dignidad hoy en
día se vincula con la libertad, la racionalidad, la ética y
los valores humanos.

CHECK THIS

El Chico Apenas Logra Escapar De Una Amenaza ENORME


00:00
/
01:10

Sin embargo, en épocas antiguas, se lo asociaba a ciertos valores


tradicionales vinculados a la fe religiosa, el respeto de la tradición o
la pertenencia a un grupo humano que es considerado meritorio del
respeto de los demás. De allí que existan frases como “Preferible morir
con dignidad que vivir de rodillas” u otras expresiones que se aproximan
al orgullo.

Comúnmente, se refiere a vivir con dignidad o a condiciones dignas


de vida en un sentido muy diferente: al nivel mínimo aceptable, en
términos ideales (no pragmáticos) de riqueza y de bienestar, en que un
ser humano puede vivir, gozando del respeto y la igualdad de sus
semejantes.

Ver además: Necesidades básicas

Origen de la dignidad
Según el pensamiento cristiano, los seres humanos nacen dignos.

La dignidad en tanto valor es de larga data en la cultura del ser humano.


Sin embargo, con el cristianismo surge como un valor universal y
un mandato personal.

Esto se debe a que según la tradición judeo-cristiana el ser humano fue


creado a la “imagen y semejanza de Dios” pero con libre albedrío. Por
eso, en base a sus acciones puede resultar culpable (un pecador).

Así, en el modo de pensamiento cristiano los seres humanos nacen


dignos, pero a partir del pecado original con el que son concebidos (el
coito) y de sus elecciones en la vida, deberán resarcirse, expiar y
recuperar su dignidad para alcanzar la vida eterna cuando mueran.

En cuanto a su valía jurídica, recién en el siglo XX, pasada la Segunda


Guerra Mundial y reveladas sus atrocidades, se la propuso como un
valor a defender. Era un objetivo ya no individual sino colectivo, de toda
la especie.

En adelante, esta idea de la dignidad humana apareció en los tratados


internacionales y se consideró un cometido a alcanzar por la
comunidad organizada: condiciones dignas de vida para todos los seres
humanos sin distinción. Una meta todavía lejos de alcanzarse.

Tipos de dignidad
Según la filosofía, podemos hablar de tres tipos de dignidad:

 Dignidad ontológica o humana. Aquella que nace con los seres


humanos y que se fundamenta en su pertenencia a la especie.

 Dignidad moral. Aquella que atañe al comportamiento de las


personas en sociedad y al juicio que ésta se haga respecto al bien y al mal.

 Dignidad real o adquirida. Aquella que perciben los demás a


nuestro alrededor y que apunta a la consideración que de nosotros se
hagan.

¿Para qué sirve la dignidad?


La dignidad es uno de los pilares de la equidad y la igualdad.

La dignidad no es un valor “útil”, ni es algo que pueda “aplicarse”.


Es una categoría en base a la cual nos pensamos a nosotros mismos y
pensamos a los demás.

La dignidad es uno de los pilares de la equidad, la igualdad y la


libertad, pues en el momento en que nos convencemos (o nos dejamos
convencer) de que un tipo de personas o una persona puntual carecen
de dignidad, sentiremos que podemos tratarla como si fuera menos que
un ser humano.

Un claro ejemplo de esto es el trato que recibieron los esclavos en la


Antigüedad o lo que pasó con el pueblo judío durante el
llamado Holocausto de la Segunda Guerra Mundial.
Diferencias entre honor y dignidad
Estos términos pueden considerarse equivalentes en muchas
ocasiones, aunque no lo son exactamente. Sus límites son difusos
porque se trata de valores relativos, no absolutos y mucho menos
científicos.

Podríamos decir que la dignidad es un valor que ejerce el ser


humano sobre sí mismo, o sea, es autonómica, la define uno mismo
sobre sí. Tiene que ver con la autoestima, con la autoconsideración y
con lo que está dispuesto a hacer y lo que no.

El orgullo y el honor, si bien son consideraciones que el ser humano


ejerce sobre sí mismo, deben considerarse distintas pues este último lo
hace motivado por el “qué dirán”, es decir, por la consideración que
los demás darán a sus acciones o a sus valores, y a la posición frente al
resto de la sociedad en la que lo colocarán.

Ética y dignidad
La ingeniería genética de fetos humanos es considerada indigna de la especie.

La dignidad también opera como un concepto similar a la ética. Se la


menciona en los tratados sobre bioética y derechos humanos, por
ejemplo.

Esto se debe a que todas las conductas, proyectos o actividades que


consideren al ser humano como algo menos de lo que es, o sea,
que lo traten como un objeto, un animal o una propiedad y no como un
ser libre, racional y sufriente, son considerados indignos. Por eso, vejan,
humillan y degradan a quien los ejecuta más que a quien los padece.

Por ejemplo, la ingeniería genética de fetos humanos es


considerada indigna de la especie, pues supondría que somos cosas
manipulables, programables o manufacturables, como mercancías.
Además, implica grandes riesgos de cara a algo invaluable: el legado
genético de la humanidad.

Dignidad animal

La dignidad animal implica ver a los animales como seres que merecen respeto.

Este concepto es reciente y va de la mano de la consideración de


los derechos de los animales como algo real y legalmente vinculante. Se
trata de contemplar a los animales como seres sufrientes y
merecedores de respeto. Por eso, ameritan un trato que tome en
cuenta sus necesidades y sufrimientos, no que los considere meros
objetos.

Dignidad humana
Los seres humanos no siempre nos tratamos como nos lo
merecemos, es decir, con un mínimo de respeto por las necesidades y
los sufrimientos del otro. En ese sentido, la dignidad de las personas
tiene que ver con la cuota de consideración a la cual se sienten
merecedoras (su autoestima), pero también la cuota de respeto con que
los demás están dispuestos a tratarlos.

Así, una persona indigna es aquella que o bien se otorga a sí mismo


menos respeto del que amerita un ser humano cualquiera, o bien que le
otorga a los demás menos respeto del que se merecen. De cualquier
forma, la dignidad es algo que tiene que ver con lo que damos.

Elementos de la dignidad humana

Los elementos subjetivos atañen a la perspectiva individual de las personas.


La dignidad humana comprende dos tipos de elementos:

 Elementos subjetivos. Aquellos que atañen a la perspectiva


individual de las personas, y al convencimiento de las mismas de que las
condiciones de vida de las que dispone son suficientes para alcanzar la
felicidad y la plenitud.

 Elementos objetivos. Aquellos que atañen a la realidad objetiva, a


las condiciones de vida misma de las que dispone un ser humano para ser
feliz y ser libre.

Esta distinción puede apreciarse en el siguiente ejemplo: una persona


reducida a la esclavitud por otras personas puede estar sufriendo un
trato indigno y viviendo una vida indigna, pero hacerlo con la mayor de
las dignidades posibles, sin pactar jamás con la idea de merecer dichos
malos tratos.

Frases sobre la dignidad


 “La dignidad no consiste en tener honores, sino en merecerlos”.
Aristóteles (384-322 a.C.)

 “Mediante la mentira, el hombre aniquila su dignidad como hombre”.


Immanuel Kant (1724-1804)

 “La dignidad de la naturaleza humana requiere que enfrentemos las


tormentas de la vida”.
Mahatma Gandhi (1869-1948)
 “Solamente la moralidad en nuestras acciones puede darle belleza y
dignidad a la vida”.
Albert Einstein (1879-1955)

Ejemplos de dignidad

Discutir con dignidad requiere comportarse con respeto incluso en el desacuerdo.

 Se dice que una persona es digna cuando enfrenta las adversidades


sin rebajarse, esto es, comprendiendo que no por estar pasando un mal
momento deja de ser un ser humano en pleno uso de sus facultades y
derechos.

 Se dice que una persona es digna o responde con dignidad cuando


se enfrenta a otra en un debate, una riña o una discusión y procede con
respeto hacia su adversario.
 Una persona es digna cuando honra sus compromisos adquiridos,
consigo mismo y con los demás, al considerar que su palabra empeñada es
valiosa por el solo hecho de ser suya.

Referencias:
 “Dignidad” en Wikipedia.
 “Dignidad” en el Diccionario de la Real Academia Española.
 “La dignidad humana” de Lamm, Eleonora. DELS, Ministerio de Salud Argentino.
 “De la dignidad humana” en Entre Paréntesis.
 “Qué es la dignidad humana” (video) en Educatina.
 “What is the Real Meaning of Dignity?” en Psychology Today.

¿Cómo citar?

"Dignidad". Autor: Julia Máxima Uriarte. Para: Caracteristicas.co. Última


edición: 21 de abril de 2020. Disponible
en: https://www.caracteristicas.co/dignidad/. Consultado: 17 de
septiembre de 2020.

Compartir
 
Twittear

Temas relacionados

Fuente: https://www.caracteristicas.co/dignidad/#ixzz6YMhiHgOs

También podría gustarte