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Versión Corregida. Discurso Junta Nacional PDC

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Discurso del Presidente Nacional Fuad Chahin

Junta Nacional del PDC


26 de septiembre de 2020.

Estimadas y estimados camaradas:

Como tantas veces, una Junta Nacional del Partido se realiza antes de
un momento decisivo de nuestra historia. Por primera vez no es una
Junta presencial, no podemos abrazarnos y vivir nuestra camaradería
en directo, pero igual sabemos que nos toca asumir decisiones
importantes.

Estamos a mitad de camino de un nuevo horizonte para la Democracia


Cristiana y para Chile, hemos iniciado el camino de la rectificación
desde la crisis, tenemos que ratificar y consolidar ese rumbo hacia un
Partido fuerte al servicio de los grandes anhelos de la patria.

Quiero exponer, en pocas palabras, el camino recorrido desde la crisis


inicial, establecer dónde estamos y hacia dónde nos dirigiremos en los
próximos meses.

Hemos recuperado la relevancia política de la Democracia Cristiana.


Nos hemos ubicado en el centro de las decisiones y, por eso mismo,
muchas veces en el centro de las polémicas. Hemos tomado decisiones
difíciles, con acierto y también con errores, pero lo hicimos siempre por
convicción buscando defender a los sin voz y haciendo del Partido un
instrumento de cambio a través de resolver los problemas concretos que
agobian a nuestros compatriotas.

Nos conocemos bien. Sabemos que en 2 años de conducción partidaria


hemos logrado cambiar el tipo de problemas que encontramos al iniciar
nuestra gestión. Una señal de lo avanzado es que cambiamos la calidad
de los desafíos que enfrentamos, cambiaron las preguntas que nos
hacíamos hace poco tiempo.

¿Y qué partido teníamos hace dos años?

Era un partido que venía de una dura derrota electoral, que perdía
militantes y del cual se habían retirado figuras históricas; un partido que
veía debilitarse su estructura, con trabajo partidario inmovilizado en

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todos los niveles; un partido que carecía de posiciones políticas
compartidas y en el que sus vocerías públicas eran permanentemente
contradictorias.

Pero, sobre todo, nuestra voz ya no era escuchada en el país. Como lo


diagnosticó Victor Maldonado, en los foros éramos la quinta voz, la que
se caía cuando el debate era entre cuatro.

Es decir, dábamos la impresión de ser un partido irrelevante,


desgastado, dividido y sin capacidad de generar ideas.

Después de dos años podemos decir que el Partido Demócrata


Cristiano está de pie, hemos ido recuperando nuestro cuerpo, nuestra
estructura, hemos vuelto a hablarle al país, potenciado nuestras
comunicaciones y hemos ido retomando protagonismo y la influencia.
Hace dos años fijamos un rumbo y lo hemos mantenido en el tiempo.

Hemos detenido la caída de militantes y estamos iniciado nuestra


recuperación. Éramos 31.000 los demócratas cristianos inscritos, ahora
somos más de 35.000. Uno de cada 10 camaradas se ha inscrito
durante el mandato de esta directiva.

Nuestra estructura partidaria se está renovando en dirección a ser un


partido más descentralizado y con mayor participación. Por las razones
que todos conocemos, nos hemos demorado más de lo que hubiéramos
querido, pero, finalmente, el 12 de enero de este año hemos cumplido
con renovar el conjunto de nuestras directivas regionales, comunales,
delegados territoriales y de frentes. Tarea liderada por la Secretaría
Nacional.

Ahora tenemos 16 nuevas regionales y tenemos estructura organizada


en 284 comunas a lo largo de todo el país. Son muy pocos los partidos
que pueden decir que han pasado por un proceso democrático en el que
participaron 15.000 militantes y nos sentimos orgullosos.

Tengo conciencia que en estos años hemos tomado decisiones que no


han sido fáciles, pero de eso se trata el carácter de un Partido Político,
a veces recorrer un camino más difícil, muchas veces incomprendido,

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pero en búsqueda de lo que entendemos es el bien común del país. No
nos ha faltado carácter para defender nuestras posiciones.

En esto, permítanme reconocer la actitud de nuestros diputados, a


través de quien en ese momento era el Jefe de Bancada, me refiero al
camarada Gabriel Ascencio, ya que en lugar de buscar el aplauso fácil
optó por el camino del dialogo, modificando sustantivamente proyectos
presentados por el gobierno. Dialogar no es favorecer a la contraparte
gobierno sino favorecer el diálogo. Solo podemos defender nuestros
puntos de vista si hay debate y discusión. De nada sirve cerrar la puerta
antes del debate. Creemos que en esto la oposición, casi por completo,
ha llegado en el último tiempo a la misma conclusión que nuestras
bancadas han defendido desde el inicio.

Cuando avanzamos en acuerdos en la Cámara fue para defender a la


pymes, a los adultos mayores y a las regiones y comunas, luego en la
reforma tributaria nuestros Senadores continuaron la tarea y, en
conjunto, permitieron un cambio en el sentido opuesto del originalmente
planteado por el gobierno, ya que lograron una mayor recaudación
sobre los 1.200 millones de dólares y como lo dijo muy bien JM Ortiz en
un Consejo Nacional, no debemos avergonzarnos de haber logrado un
tratamiento tributario simple y con una menor tasa de impuestos para
casi un millón de pequeñas empresas, lo que nos llevó a ser
reconocidos como el Partido de las Pymes, tal como le consta a nuestro
querido Felix Luque. Tampoco de haber logrado que 600 mil adultos
mayores de clase media hayan visto rebajadas sus contribuciones
gracias al coraje de la Democracia Cristiana.

Fueron nuestras propuestas las que lograron terminar con las injustas
exenciones tributarias las grandes empresas forestales, que asfixian a
nuestros campesinos y comunidades mapuche en la zona centro sur,
dejándolas sin agua. Esa mega empresas gracias al beneficio que
eliminamos, desde 1974 no le pagaban un peso por Contribuciones al
Estado de Chile, y nosotros le pusimos fin a esa injustica.

Fui nuestra actitud la que permitió un reajuste de las pensiones básicas


solidarias, e iniciar el debate previsional reorientando la propuesta del
gobierno buscando darle un rol más relevante al Estado e incorporando
la solidaridad.

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Hoy le quiero decir en forma fuerte y clara a este gobierno, que sigue
defendiendo más a las AFPs que a las personas: NO ESTAMOS
DISPONIBLE PARA UNA REFORMA PREVISIONAL QUE NO
garantice dignidad, solidaridad y seguridad social a nuestros adultos
mayores. ¡Basta! La Democracia Cristiana no va a permitir que continúe
la lógica del individualismo y del egoísmo que solo garantiza pobreza a
nuestros viejos. Reiteramos nuestra propuesta de establecer una
pensión básica universal garantizada, por sobre la línea de la pobreza,
para todos los pensionados de Chile, como un mínimo de dignidad que
el Estado debe garantizar.

¿Por qué hemos estado disponibles al diálogo? Porque nuestros adultos


mayores no pueden seguir esperando. Para ellos no hay tiempo que
perder, las soluciones deben ser siempre para ahora, no para después.

Y créanme camaradas. Tener que conversar con un gobierno como


este, el más malo entre los malos, no fue fácil ni se hizo por gusto. Un
gobierno sin capacidad de respuesta, indolente, desconectado de la
ciudadana, dirigido por un Presidente que no sabe escuchar, fue mucho
más de lo que Chile pudo tolerar.
Allí donde había problemas, el gobierno los convirtió en crisis. Y cuando
todas se juntaron vino la explosión y la movilización social, vino el
reclamo por esa “revolución de la dignidad” de la que hablamos cuando
asumimos la conducción del partido. Ha sido un clamor por enfrentar
ahora las injusticias que nos duelen.

El gobierno, como de costumbre se paralizó en lo político y se activó en


la represión, pero la Democracia Cristiana tomo nuevo impulso para
responder a una inmensa mayoría que nos interpelo en lo más profundo.
No solo compartimos las demandas que subyacen a dichas
movilizaciones, sino que, siguiendo nuestra mejor tradición, nos
pusimos en la primera línea de la defensa de los derechos humanos.

Desde el 18 de octubre del 2019 en la noche, coordinador por el


vicepresidente Rodrigo Albornoz, abogados y abogadas demócratas
cristianos empezaron a asistir y orientar a quienes estaban siendo
víctimas de la represión y de las detenciones arbitrarias. Presentaron
recursos de amparo, incluso querellándonos por el uso excesivo de la
fuerza policial. Como Partido respaldamos decididamente la valiente

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labor del Instituto Nacional de Derechos Humanos, a la cabeza del cual
se encuentra nuestro excepcional camarada Sergio Micco.

También, desde el primer día, rechazamos el uso de la violencia, porque


en democracia nunca, nunca ni con palabras ni con silencios, se puede
avalar el uso de la violencia que deslegitima la más justa de las causas
y, cómo decía nuestro gran Gabriel Valdés, la cuenta la terminan
pagando siempre los más pobres y desvalidos.

Menos aún toleramos el atropello de los derechos humanos.

Nosotros no preguntamos de quien se trata, de qué bando se trata, de


qué país se trata para condenar la violencia y las violaciones a los
DDHH. Los derechos humanos no es un asunto de colores sino de
principios. No nos gustan las dictaduras….ninguna dictadura y eso
marca una diferencia.

En esos momentos tan difíciles, lo digo con orgullo, destacaron nuestros


alcaldes y alcaldesas. Ellos han sido la reserva de confianza y
legitimidad democrática en nuestras instituciones. Fueron el sentido
común y se jugaron por entero. Ahí estuvieron, por nombrar algunos
Claudia Pizarro, Felipe Delpin, Carolina Leitao, Carlos Adasme, Patricio
Ferreira, Álvaro Ortiz, Carmen Gloria Fernández, en ellos represento a
todos nuestros alcaldes y alcaldesa que hacen de la política un
verdadero servicio público. ¡Que orgullo escucharlos en los peores
momentos de la crisis!

Cuando un gobernante insensato hablaba de guerra y de


enfrentamiento, ellos y ellas fueron la voz de la cordura. Hablaron de
hacerse cargo de las necesidades de los vecinos, de enfrentar la
exclusión y la marginalidad. Hablaron con valentía cuando el gobierno
solo trasmitía temor y confrontación.

Fue en dicha crisis en que como Partido le planteamos con firmeza al


gobierno la necesidad de aprovechar esta crisis como una oportunidad,
no para deslegitimar un movimiento justo, sino para hacer los cambios
que estaban pendientes.

Aparecieron en ese momento otras voces de templanza y coraje, que


se hicieron sentir cuando más se les necesitaba en medio de tanta

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confusión. Quiero reconocer el liderazgo mostrado por el expresidente
de la Cámara de Diputados, camarada Iván Flores. ¡Que afortunado que
este país al tener a Iván como Presidente de la Cámara en medio de la
turbulencia! Él, supo trasmitir confianza, tranquilidad, empatía, es decir,
todo lo que el gobierno no supo ni hacer ni trasmitir.

Cuando parecía que no había salida y que la política había renunciado


a conducir, fue la Democracia Cristiana, a propuesta de la Mesa, en su
Consejo Nacional del lunes 11 de noviembre del 2019, la que aprobó
por unanimidad impulsar una nueva Constitución a través de una
Asamblea Constituyente…ese acuerdo desencadenó todo lo que
ocurrió en esa semana. También algunos nos criticaron entonces.

Nosotros no esperamos a que los temas se resuelvan para decidir, sino


que decidimos para que se resuelvan. Lo voy a decir con claridad, días
previos a la firma del acuerdo estuvimos a punto de perder nuestra
democracia. A punto de que la violencia, represión, el uso de la fuerza
y las armas del autoritarismo, le ganara a la política y al diálogo.

Nosotros pusimos los tiempos. La mañana del 13 de noviembre dimos


24 horas para alcanzar un acuerdo institucional y darle salida a la falta
de legitimidad de la Constitución Política. Eso fue lo que firmamos los
partidos políticos la madrugada del 15 de noviembre.

Aquello fue posible porque los demócratas cristianos actuamos unidos


en el Consejo Nacional primero y en la mesa de negociación después.
Le agradezco hoy día a Francisco Huenchumilla y a Matías Walker, de
las comisiones de Constitución del Senado y la Cámara y a nuestro
equipo de constitucionalistas, con quienes trabajamos, casi 48 horas sin
parar, hasta alcanzar un acuerdo que nos ha dejado hoy día a un mes
del plebiscito de pondrá termino a la Constitución de Pinochet.

Estábamos iniciando la campaña para el plebiscito de abril cuando nos


encontramos con la pandemia. Una vez más el gobierno actuó con una
soberbia y un triunfalismo solo superada por la improvisación y la
incapacidad de escuchar, tal como lo ha señalado claramente nuestros
médicos diputados Daniel Verdessi y Victor Torres. Eso nos ha costado
caro como país.

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¿Y dónde estuvimos los demócratas cristianos? Fuimos los primeros en
denunciar el error mayúsculo de anunciar una “nueva normalidad” que
no existía en ninguna parte. Dijimos que el enemigo poderoso era la
improvisación. Nos descalificaron como mentirosos, pero el tiempo
mostró que estábamos ante una estrategia fracasada.

Nuevamente destacaron nuestros alcaldes y alcaldesas, concejales y


concejalas. Han actuado con sentido de urgencia y con humanidad en
medio de la crisis sanitaria. Ellos han mostrado el rostro cercano,
solidario y valiente frente a un gobierno que llegó tarde y mal y que
operó de manera confusa. Pocas veces como ahora ha sido más cierto
que nuestras autoridades locales han sido, como decía Radomiro
Tomic, “la espada y el escudo de los pobres”. A nombre de todos
nosotros, quiero agradecérselos.

En esos momentos duros, de soledad de muchos, de angustia, carencia


e incluso hambre de tantos, con la partida de varios de camaradas,
amigos y familiares, aparece con más fuerza que nunca la solidaridad y
la fraternidad como acción más que palabra. La Mesa Nacional, a través
de Rodrigo Albornoz implementó nuestra campaña de apoyo a las ollas
comunes y comedores solidarios que se armaron en distintos lugares
de país y en todo Chile nuestros militantes se volcaron a acompañar y
apoyar a quienes más lo necesitaban.

Nuestros parlamentarios no se quedaron atrás. Con pleno respaldo de


la Mesa y el Consejo fuimos capaces de liderar desde el Congreso
medidas para enfrentar la crisis y sus dramáticas consecuencias
económicas y sociales. Con JM Ortiz representándonos en la
transversal donde se acordó el Fondo Covid 19 y numerosas medidas
de ayuda social y reactivación. Recordemos también que fueron los
parlamentarios del partido los que impulsaron el postnatal de
emergencia: Carolina Goic, Ximena Rincón, Yasna Provoste, Víctor
Torres, Gabriel Silber, acompañados desde la Mesa Nacional del
partido por la vicepresidenta de la Mujer, Camila Avilés liderando el
impulso legislativo y comunicacional para presionar por esa justa
medidad.

Como olvidar que fue nuestra vicepresidenta Joanna Pérez, la que con
fuerza y determinación impulsó la ley que prohíbe el corte y prorroga el

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pago de los servicios básicos. ¡No es ético que en una pandemia se
quede sin luz, sin agua, sin internet!, eso fue lo que defendió la
democracia cristiana. Y este gobierno insensible llegó al extremo de
vetar.

Digámoslo con claridad, muchos se sumaron después, pero fue la


Democracia Cristiana el primer partido que propuso y se la jugó por el
retiro del 10% de las AFP ante la insuficiencia de las respuestas del
gobierno. Ximena Rincón presentó el primer proyecto y Matías Walker
se la jugó apurando la tramitación de uno similar presentado con
posterioridad en la Cámara. Desde la Mesa y el Consejo apoyamos sin
titubeos la medida.

Nos trataron de populistas, que destruiríamos la economía y que no


escuchamos a nuestros técnicos.

¡En esta Democracia Cristiana, nosotros, los escuchamos a todos, pero


servimos a la gente y los que decidimos somos los líderes políticos!!

Bienvenido el aporte de nuestros excelentes profesionales y técnicos,


los necesitamos, pero no para repetir recetas del pasado sino para
descubrir los caminos del futuro para alcanzar el horizonte que
definimos desde la política.

No fuimos populistas, sólo entendimos que en la emergencia


requeríamos de medidas de emergencia. La clase media tuvo la certeza
y pudo comprobar que no la abandonaríamos en momentos de extrema
necesidad. Sin el gobierno llegaba mal, tarde y en forma mezquina,
nosotros no íbamos a hacer lo mismo.

Más allá de la emergencia, mención aparte merece nuestra senadora


Carolina Goic a quien le debemos el impulso vital a la ley nacional del
Cáncer, un aporte permanente a la salud del país, una ley que dispone
de un verdadero financiamiento, que apoyaron distintas organizaciones
y que contó con una novedosa participación ciudadana.

No tengo dudas de que en época de crisis, una vez más hemos estado
donde teníamos que estar. Y ahora nos enfrentamos al futuro.

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Este partido de pie, que ha estado presente en todos los momentos
claves de estos dos años, pone su vista en el horizonte para anticipar
las respuestas para los próximos meses y para los próximos tiempos.

Tenemos gigantescos desafíos políticos, desafíos de proyecto país y


desafíos electorales que superar.

¿Cuál es el desafío ético y político que tenemos este 25 de octubre?


¿Qué queremos conseguir con la campaña del Apruebo?

Antes que nada responder a los anhelos de Chile y sabemos que hemos
puesto esta tarea en buenas manos. ¡Que privilegio el nuestro al tener
a Carmen Frei a cargo de la campaña del Apruebo!

Pero esta tarea no es sólo de Carmen o del secretario ejecutivo Manuel


Gallardo, es una tarea de todo el Partido. Cada militante tiene una
responsabilidad que cumplir. Tenemos la oportunidad histórica de cerrar
el ciclo al que nos invitaba Eduardo Frei Montalva en el Teatro
Caupolicán hace 40 años. Frei nos planteaba un gobierno de transición
y una Asamblea Constituyente.

Tuvimos la transición con un presidente de lujo, un hombre justo y


bueno como fue Patricio Aylwin. Nos falta la Asamblea Constituyente
para terminar con el último gran enclave institucional de la dictadura que
es una constitución que nos divide, una constitución autoritaria y
centralista en lo político y que consagra un modelo neoliberal en lo
económico.

Hoy, podemos dar este paso como nos justa a los demócratas
cristianos: no por la fuerza y sí por los caminos institucionales, mediante
la participación y con las armas de la democracia.

Vamos a entregarles a las próximas generaciones una Constitución de


la que podamos sentirnos orgullosos, una democracia en la que
distribuyamos el poder como Chile quiere: entregando la capacidad de
decidir a los territorios por medio de la descentralización y a las
personas y comunidades a través de la participación. El gran desafío es
fortalecer la comunidad organizada, para construir entre todos, una
sociedad mejor.

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Un Estado más fuerte, eficiente y solidario que nos permita regular el
mercado para que la economía esté al servicio de la persona y no la
persona al servicio de la economía.

Tenemos la enorme posibilidad de garantizar los derechos sociales


como la salud, educación, vivienda, previsión y de una buena vez
concretar ese anhelo que hemos planteado en tantas Juntas Nacionales
de que el agua sea un bien Nacional de Uso Público y su acceso un
derecho humano. Ayer la DC fue el partido que planteo que la tierra
debía ser para el que la trabaja, hoy podemos garantizar en la Nueva
Constitución que el agua sea para quien realmente la necesita.

Vamos cerrar la transición con una Constitución que modernice y


renueve nuestras instituciones democráticas y que nos permita tener
normas para enfrentar no sólo los desafíos del presente sino de los
próximos 40 años. Esta responsabilidad histórica es también para
nosotros un imperativo ético, los DC nunca vamos a olvidar que el
discurso de Frei en el Caupolicán oponiéndose a la Constitución del 80
terminó siendo su sentencia de muerte en manos de los agentes del
dictador.

Tenemos también un desafío programático. Nuestra directiva se


comprometió a sacar a delante el VI Congreso. Por eso, contra viento y
marea, hemos mantenido nuestro apoyo para que culmine en un gran
evento próximo.

Generamos una comisión que primero dirigió el camarada Sergio Micco


y que después ha continuado con mucha fuerza Laura Albornoz, quien
nos dará cuenta del estado de avance en unos minutos. Le pedimos al
vicepresidente Humberto Burotto que, desde la Mesa, coordinara este
trabajo.

Tenemos que agradecer a Laura Albornoz a la comisión a cargo el


tremendo esfuerzo que ha desplegado en todo el país. Tuvimos hace
casi un año la Conferencia del Mañana, un evento de excepcional
calidad. Muchas conclusiones del V Congreso están vigentes, pero hay
nuevos problemas, nuevos desafíos y nuevas temáticas: el feminismo,
el cambio climático y el calentamiento global, la cuarta revolución
industrial, la inteligencia artificial, la migración, el narcotráfico y la
narcocultura que permea aceleradamente nuestra sociedad, el

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populismo, los desafíos energéticos entre los más destacados. Del
mismo modo debemos concordar una estrategia para reactivar nuestra
economía y recuperar el empleo después de una Chile empobrecido
después de la pandemia. El VI Congreso partidario será la hoja de ruta
para la década y nos entregará las propuestas partidarias que nos
identifiquen a todas y todos los DC.

Nosotros sabemos que la demanda ciudadana, expresada en las calles


y que se expresará en las urnas, no quiere más de lo mismo,
gobernados por mismos ni menos para los mismos. Quiere cambios
profundos, para que la dignidad sea para todos.

La paz social y la democracia ha llegado a ser incompatible con la


permanencia de un modelo que consagra la injusticia y el abuso como
fórmula de un crecimiento que favorece a unos pocos.

La Democracia Cristiana en esta de Congreso y hoy pido a la Junta que


se declare en estado Constituyente. ¿Qué significa aquello? Que
haremos carne la participación ciudadana y escuchando a nuestros
compatriotas impulsaremos una verdadera transición socioeconómica
que nos aleje del modelo neoliberal y concentrador de la economía
hacia un modelo de desarrollo humano basado en una economía social
y ecológica de mercado, moderna, sostenible ambiental y socialmente,
inclusiva, colaborativa e innovadora.

Para nosotros la construcción de un Chile mejor empieza con un cambio


de Constitución y continua con un cambio de modelo.

Necesitamos volver a crecer pero bajo las reglas de los tiempos que
vienen donde el valor agregado de la economía está dado por su
impacto en la justicia y la movilidad social, en la pertenencia cultural, en
la inclusión social y en el aporte al medio ambiente. Crecer con dignidad
es crecer con respeto y con justicia como Chile merece. Queremos
discutir el salario justo y no el salario mínimo, queremos discutir sobre
los indicadores de bienestar y desarrollo humano y no únicamente del
producto interno bruto, queremos hablar de innovación, de huella de
carbono neutral de una educación técnica profesional orientada a la
tecnología. Queremos democratizar el acceso a la cultura y al sano
esparcimiento, queremos ciudades y territorios justos amigables.

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En definitiva, queremos que nuestro nivel de desarrollo se mida por la
capacidad de garantizarle cada niño y niña realmente las mismas
oportunidades, independientemente del lugar geográfico o social donde
le tocó nacer.

Nuestros referentes no son los modelos fracasados. Son los modelos


transversalmente reconocidos como los de la Alemania de Angela
Merkel y el de nuestros amigos del País Vasco, por citar algunos
ejemplos.

Estamos ante un cambio cultural más que una simple demanda social.
Lo que viene no es para los expertos en cosmética ni para los
camaleones de la política. Lo que se requiere es un cambio en la
distribución del poder en favor de las mayorías, Lo que se necesita es
auténtica igualdad entre hombres y mujeres, entre gobernantes y
gobernados, entre Santiago y las provincias, entre empresarios y
trabajadores, entre los que pertenecen a un pueblo originario y los que
no.

Desde Eduardo Frei Montalva hemos probado que las reformas


profundas y bien preparadas permiten a la paz convertirse en justicia y
a la justicia en patrimonio permanente para el país. Lo nuestro es la
justicia que perdura. Y si alguien los quiere poner en riesgo ahí estará
la Democracia Cristiana para defender la dignidad de las personas y de
sus comunidades.

Nosotros sabemos que la Democracia Cristiana existe porque ponemos


los principios al principio y porque, como decía también nuestro gran
presidente Frei Montalva lo que nos caracteriza es unir “política y
espíritu”. A nosotros su legado no se nos olvida.

Finalmente nuestro tercer desafío es electoral. Necesitamos ganar las


próximas elecciones. Les agradezco a los más de 2.000 camaradas y
simpatizantes que se han inscritos como candidatos municipales, a los
más de cien que se inscrito para la convención.

Nos propusimos también presentar 300 candidatos menores de 35


años. Gracias en gran parte al trabajo de la directiva de la JDC y a su
presidente, el camarada Manuel Gallardo, ya hemos comprometido a

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cerca de 370 jóvenes como candidatos a concejales y como candidatos
a alcaldes y alcaldesas y esperamos superar todavía más la meta que
nos hemos propuesto de aquí a la fecha de inscripción.

Hoy en día la tarea partidaria se enfoca en aumentar el número de


candidatas. Hemos ido disminuyendo la brecha, pero no estamos
conformes. Tenemos más de 600 candidatas a concejales. Con o sin
ley de cuota en la elección municipal aprobada, la Democracia Cristiana
aspira a tener al menos un 40% de candidatas en la elección de
concejales.

Además, y a propuesta de la Vicepresidenta de la Mujer, Camila Avilés,


somos el primer partido que ha aprobado tener un “presupuesto
paritario” para las elecciones municipales.

Sabemos que enorme desafío del cambio requiere de mayorías. La DC


sola no puede y sin la DC no se puede!. Por eso, no desde ahora, desde
hace mucho tiempo venimos pidiendo la unidad de la oposición donde
es absolutamente imprescindible: en la elección de alcaldes y de
gobernadores regionales. Estamos a pocos días de que se venza el
plazo. Y desde aquí le hago un llamado y una invitación cariñosa y
fraterna a los liderazgos de la oposición: lleguemos a la unidad sobre la
base de la competencia democrática. Una unidad que nos exigen los
ciudadanos hoy en día: no candidatos nominados por secretaria, sin
competir, sino que sean los ciudadanos quienes definan en cada
territorio quienes son los candidatos y candidatas que nos representen.

Si no concordamos elecciones primarias le estaremos regalando a la


derecha, a siete meses de la elección presidencial, un triunfo de
excepcional importancia.

Nos alegramos de la decisión que hace dos semanas han tomado los
partidos de Convergencia Progresista a favor de las primarias de toda
la oposición. Confiamos en que aquello se concretará en un acuerdo en
las próximas horas.

Solo queremos repetir estas palabras dirigidas en febrero a los


presidentes de los partidos de Convergencia y del Frente Amplio
firmantes del “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución”:

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“proponemos iniciar desde ya el trabajo conjunto que nos permita ganar
las elecciones municipales y regionales”.

Esta postura es la misma que el Consejo Nacional del partido expresó


por unanimidad hace pocas semanas.

No hay otro partido que se haya mostrado más persistente en la


propuesta de unir a la oposición mediante el uso de primarias. Lo hemos
propuesto desde el estallido social sin ningún titubeo. Nuestras
gestiones para lograrlo se han prolongado hasta el inicio de esta Junta
y continuarán después de ella.

A los que aún dudan de la importancia de realizar elecciones primarias,


en especial al Frente Amplio, les decimos que la renovación de la
política no se realiza poniendo los cálculos por delante sino la voluntad
de construir mayorías en forma democrática, transparente y
participativa.

La descentralización avanzará más y mejor desplazando a la derecha


del poder. El camino fácil consiste en intentar la unidad en segunda
vuelta, es decir, para un evento que no es seguro que suceda. La
elección de gobernadores se decidirá a favor de quien reúna el 40% de
los votos y la derecha está más o menos en esta cifra a lo largo de todo
el país. Quién asumirá la responsabilidad de ese desastre?

Una nueva etapa de la descentralización del país no debiera ser


enfocada utilizando las más añejas prácticas políticas del cálculo de
muy corto plazo. La unidad fruto de la legitima competencia en primarias
no debiera ser lo último que se intenta, sino lo primero que se propone.
La vieja política no es la que practican los más antiguos, es la que
realizan aquellos que se dejan envejecer antes de tiempo, no
percibiendo lo inédito de los desafíos que se enfrentan.

Tenemos la responsabilidad de llegar a acuerdo en la Convención


Constitucional. Lo digo aquí hoy día: si no llegamos a acuerdo en un
máximo de dos o tres listas en la oposición, vamos a terminar
permitiendo que la derecha, con poco más de un tercio de los votos,
termine obteniendo la mitad de los convencionales.

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A la derecha no hay que regalarle nada. No convirtamos a un gobierno
fracasado en un gobierno que le gana a una oposición dispersa. Chile
no merece que lo gobierne una derecha sin proyecto, sin norte ni
destino.
Este es un gobierno sin propósito compartido, con una coalición dividida
frente a cada tema importante: está por el apruebo y por el rechazo; por
la Convención mixta y por la Constitucional; por el retiro del 10% y contra
el retiro del 10%; a favor y en contra de la elección de gobernadores
ahora.
Esta en todas partes y en ninguna. Partió dando lecciones y termina
dando malas explicaciones. La derecha ya no tiene nada que ofrecer y
lo confiesa a cada paso. Chile Vamos ha dejado de existir y ni siquiera
se ha dado cuenta.

La Democracia Cristiana sabe que ni nosotros ni nadie en la oposición


puede darse gustos electorales. Si la dispersión se acrecienta todos nos
veremos afectados. El momento que enfrentamos también requiere que
estén los mejores y las mejores disponibles para asumir el desafío
electoral, este no es el momento para las condiciones. Este es el
momento para las disposiciones.

Tomemos las decisiones, no pensando en el interés individual, sino


pensando en qué es mejor para el partido, para que nos abramos a los
independientes, a los jóvenes y a las mujeres para conectarnos con las
nuevas generaciones.

Para poder enfrentar estos desafíos necesita UNIDAD INTERNA. Una


Unidad interna que no es sinónimo de falta de ausencia de competencia
sino de una conducta: la conducta de pensar en el bien común partidario
por sobre cualquier otra consideración; la conducta de respaldar a los
que ganan y escuchar a los que pierden; la conducta de criticar en
privado y defender en público.

Este no es solo un tema de estrategia electoral, de elección de


candidatos, no es solo de nombres. Para volver a ser un partido
confiable, tenemos que ser un partido que habla de comunidad, pero
que hacer comunidad; que habla de fraternidad y que mantiene una
convivencia fraterna. La unidad interna del partido es la que nos permite
luchar por un Chile más unido. Estemos a la altura de nuestras
responsabilidades.

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Camaradas: la Democracia Cristiana no está para ser una minoría, ni
una minoría dirimente, ni tampoco una minoría subordinada a hacer lo
que otros decidan, a hablar lo que otros dicen que tenemos que hablar,
a votar lo que otros dicen que tenemos que votar.

La Democracia Cristiana tiene que ser capaz de liderar


colaborativamente y construir mayorías consistentes, creíbles, con un
proyecto que plantearle al país, capaz de dar gobernabilidad. Construir
esta mayoría es nuestra tarea y nuestra misión. Es un camino largo y
difícil, pero somos capaces de lograrlo.

Entre todos. Hagamos que la Democracia Cristiana sea sinónimo de


cambio profundo, el instrumento para avanzar a un nuevo modelo de
desarrollo, que se construye sobre la base de la confianza, del dialogo,
de la gobernabilidad que dé certeza y tranquilidad, pero, sobre todo,
seamos el partido de la esperanza. Como nunca antes lo podemos
hacer. Esa es nuestra fuerza. Unidos todo es posible.

Utopía….

Muchas gracias.

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