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Depósitos de nutrientes (absorción y ayuno) Al consumir alimentos ingresan al organismo
moléculas, que tienen como finalidad, en primer lugar, desarrollar y mantener los órganos y, en segundo lugar, proporcionar energía al organismo. Para el desarrollo del tema de este escenario solo se abordará esta última finalidad. Según Stuart (2008), las células del cuerpo necesitan el suministro de oxígeno y combustible para sobrevivir. El combustible proviene del tubo digestivo y se debe al consumo de alimentos, aunque en repetidas ocasiones el tubo digestivo se encuentra vacío, especialmente al despertar por las mañanas. Paralelamente, existen depósitos donde se acumulan nutrientes que permiten alimentar las células cuando el sistema digestivo está vacío. Estos depósitos son a corto (almacena carbohidratos) y largo plazo (almacena grasas). El depósito de corto plazo se localiza en células de los músculos y el hígado, que contienen glucógeno (carbohidrato insoluble), el cual se origina luego de que las células hepáticas transforman la glucosa en esa sustancia y la almacenan. Todo este proceso de conversión se logra gracias a la acción de la insulina, hormona que segrega el páncreas. Entonces, cuando hay presencia de insulina y glucosa en la sangre, una parte de esta última se emplea como fuente de energía y el resto se procesa y almacena como glucógeno. Es por ello que al ser absorbidos los alimentos del tubo digestivo, los niveles de glucosa en sangre descienden. Este descenso es detectado por las células del encéfalo y el páncreas, las cuales ordenan suspender la producción de insulina para segregar glucagón, que favorece la transformación de glucógeno en glucosa. Así, se incrementa el nivel de esta última y su excedente es absorbido por el hígado para almacenarlo como glucógeno, mientras la glucosa es liberada de sus depósitos hasta el tubo digestivo y, finalmente, disminuye su nivel en la sangre (Stuart, 2014). Por su parte, los carbohidratos depositados en el hígado se reservan para el funcionamiento del sistema nervioso central (SNC). Al despertar en las mañanas, el encéfalo es alimentado por el hígado que convierte glucógeno en glucosa y la vierte a la sangre. Al llegar la glucosa al SNC, los neurogliocitos y las neuronas la absorben y metabolizan. Este proceso puede tardar un par de horas o hasta que se agoten las reservas de carbohidratos. Es bueno aclarar que antes de que estas reservan se agoten, se ingieren alimentos debido a que se experimenta hambre. No obstante, si no se ingieren alimentos, el SNC utiliza las sustancias del almacén a largo plazo para seguir con su normal funcionamiento. El depósito de largo plazo lo conforma el tejido graso, adiposo o triglicéridos, localizado debajo de la piel, especialmente en el abdomen, el cual, a su vez, está constituido por células o adipocitos que absorben nutrientes del torrente sanguíneo, los convierte en triglicéridos y luego los almacena. En otras palabras, de este almacén depende la supervivencia en periodos de ayuno (Ira, 2014).