Contraste Monarcas Saul, David y Salomon
Contraste Monarcas Saul, David y Salomon
Contraste Monarcas Saul, David y Salomon
Fuentes: I S 8- I Re 11; I Cr 3 –2 Cr 9
Fue la presión externa que significó la amenaza militar de los filisteos la que condujo a
este cambio de estructuras y al final de la poco firme confederación de tribus (si es que
lo era) mediante la cual “Israel” se había gobernado y protegido, con muy poca eficacia
al final del periodo. Los líderes carismáticos que surgían cuando eran necesarios (los
“jueces”) ya no eran adecuados a los tiempo.
El Reino unificado de Israel duró aproximadamente un siglo (c. 1030-931 a.C.). Tres
fuertes personalidades ocupan el trono: Saúl, David y Salomón.
Bajo Saúl, la monarquía israelita era un pequeño estado local. Bajo David, y después
bajo Salomón, Israel se transformó en un gran reino unificado con estados vasallos.
Asumió un papel internacional que los demás poderes del Antiguo Oriente Próximo,
especialmente Fenicia y Egipto, tenían que tomar en consideración.
La principal dificultad para reconstruir la historia del periodo es que dependemos casi
exclusivamente de la Biblia en cuanto a fuentes escritas. La relativa seguridad que
produce una variedad de fuentes no existe aquí, y el relato bíblico incluye a veces
tradiciones que no pueden ser consideradas con propiedad históricas. La aproximación
histórica a este periodo ha de considerar cuestiones de crítica literaria y del registro
arqueológico.
La amenaza filistea
Los filisteos son conocidos por la Biblia y por fuentes extrabíblicas 1. Inscripciones
egipcias mencionan los llamados Pueblos del Mar. Aparentemente proceden del área del
Egeo y/o del sur de Anatolia. Otros pueblos del Mar, además de los peléset (filisteos)
son los Tjekkar o Tjekel, Seklesh, Danuna y Weshesh o Washasha. Los pueblos del
1
T.Dotan, “The Philistines reconsidered”, en Biblical Archaeology Today, Jerusalem 1985, pp. 165-176
Mar destruyeron varias ciudades de la costa sirofenicia al comienzo del s. XII a.C. e
incluso amenazaron a Egipto. Sin embargo, fueron detenidos en una gran batalla y
batidos por tierra y mar en el año octavo del faraón Ramsés III (c. 1177 a.C.) . Relieves
y narraciones en jeroglíficos de esta batalla pueden verse en el templo de Ramsés III en
Medinet Habu en Tebas2.
La victoria no parece que fuera tan aplastante como quieren hacer creer los textos
egipcios, puesto que sin duda con el consentimiento egipcio los Pueblos del Mar se
asentaron en varias zonas de la aún provincia egipcia de Canaán: los filisteos ocuparon
la llanura costera entre Gaza y Yaffo; los tjekkel ocuparon la llanura de Sharon en torno
a la ciudad portuaria de Dor; y los keretitas (¿cretenses? ¿otro “pueblo del mar”?) se
asentaron en el llamado “Neguev de los Keretitas”(I Sam 30,14).
Los filisteos parecen haber usado las más sofisticadas armas y avanzado equipamiento
militar de su tiempo, tanto en bronce como en el cada vez más presente hierro 3. Las
descripciones del texto bíblico coinciden con los hallazgos arqueológicos y
representaciones plásticas.
El desastre de Ebenezer
La expansión militar cerca de Afek llevó a los filisteos cerca del territorio ocupado por
la “confederación israelita”. Los israelitas acamparon en las colinas dando vistas a
Afek, en un poblado llamado Ebenezer . En la primera fase de la batalla, los israelitas
fueron derrotados (I Sam 4,2). Desesperados, fueron a por el arca instalada en Shiloh
para que les precediera en la siguiente batalla, en la cual fueron otra vez derrotados, y el
arca capturada. Algunos israelitas hubieron de refugiarse en cuevas (I Sam 13, 3-5)
Después de la batalla de Ebenezer los filisteos ocuparon parte de la zona montañosa que
constituía el territorio de Efraím y Benjamín, instalando guarniciones (¿o
gobernadores?) de las que la más importante estuvo en Geba (I Sam, 14, 11,22).
La elección de Saúl
En tan difíciles circunstancias los israelitas deciden que deben tener un rey, achacando
la superioridad de los filisteos a su organización monárquica. Samuel, a la sazón una
mezcla de juez, profeta y sacerdote, se resiste y hace ver al pueblo los inconvenientes de
la monarquía.
2
ANET, pp. 262-263
3
Hacia el 1200 a.C. el bronce era el metal predominante en el mundo antioguo; en los siglos XII-XI a.C.
la tecnología del hierro se desarrolló en el Egeo, en Chipre y en Canaán (¿en este orden?)
2
(I Sam, 11-12). En esta tercera tradición, Saúl, a la cabeza de tropas israelitas, rescata
Yabes-Gilead de un ataque ammonita; el pueblo, con el consentimiento de Samuel,
proclama su adhesión a Saúl en Guilgal.
Las razones para la elección de Saúl por Samuel no se explicitan, pero se deducen: no
sólo su pertenencia a la tribu de Benjamín, que por su tamaño no causaría problemas de
competencia, sino también por su gran talla física y sus habilidades guerreras. Como los
anteriores jueces, la principal tarea de Saúl era librar una guerra de liberación. Y el éxito
contra los ammonitas debió inclinar definitivamente la balanza a su favor. Luego ha de
dirigirse contra los filisteos, bien organizados, equipados y motivados por ínfulas
expansionistas hacia todo el territorio al oeste del Jordán.
La primera batalla contra los filisteos en Micmash fue un éxito (detalles en I Sam 13,5-
14,46), por lo que parecía que la elección de un rey había sido una sabia decisión.
Durante todos los días de Saúl (I Sam 14,52) se luchó contra los filisteos. Fue
básicamente una guerra de guerrillas, puesto que las fuerzas de Saúl no eran muy
numerosas, ni capaces de ganar una batalla en campo abierto (véase el desastre final en
el monte Guilboa, I Sam 28-31).
Además de las guerras contra los filisteos, el texto bíblico menciona guerras contra los
moabitas, los ammonitas, los edomitas, el rey de Zobah y los amalecitas. (Asunto del
hérem y el rey Agag, intervención de Samuel: I Sam 15,35). Algunas , y aun todas, estas
guerras, han sido puestas en duda en cuanto a su historicidad especialmente en tiempos
de Saúl. Se aduce para estas dudas la dificultad de llevarlas a cabo desde las lejanas
bases de Saúl y la casi imposibilidad de abarcar otras guerras que no fueran contra el
enemigo filisteo, bien armado y organizado, con las modestas huestes de Saúl.
No hay seguridad en cuanto a la duración del reinado de Saúl, ni siquiera a partir del
texto bíblico (masorético), muy corrupto en ese punto. Según I Sam 13,1 Saúl tenía un
año cuando fue nombrado rey y reinó dos años. Es evidente que se trata de un error de
copista, que se corrige en general a “veintidós” sin evidencia de acierto.
3
Con el reinado de David “Israel” se convierte en una entidad nacional, en contraste con
la vaga confederación de tribus que antes era. Su existencia como nación se traduce en
un rey, un ejército, una administración, un territorio y unas relaciones con los países
vecinos. Incluso los más críticos historiadores de Israel, como Mario Liverani y Alberto
Soggin, que apenas mencionan una primitiva historia de Israel, están de acuerdo en que
hacia el año 1000 a.C. “la historia de Israel deja el ámbito de la prehistoria y de las
tradiciones populares y cúlticas y entra en el ámbito de la historia”. Lo que no quiere
decir que todo esté claro y que no haya problemas de interpretación histórica.
La Biblia cuenta la historia del reinado de David con detalle (I Sam 16 – IRe 2,11).
Según los datos bíblicos, David reinó 40 años, 7 en Hebrón y 33 en Jerusalem.
El énfasis (glorificación, según algunos) de David no deja de ser paradójico, puesto que
era de Belén, de la tribu de Judá, y no de las originales tribus septentrionales (Efraim,
Manasés y Benjamín). Además fue adversario de Saúl, y cuando éste murió David era
mercenario de los filisteos (el mayor enemigo de “Israel”).
Según I Sam 16,1-13 David era el hijo más joven de Jessé, y fue ungido por Samuel
siendo aún rey Saúl. Fue escudero de Saúl (I Sam 16, 14-43) (musicoterapia).
La ascensión de David tiende a justificar sus pretensiones posteriores al trono. Tal vez
se le atribuyen glorias ajenas (Goliat: 2 Sam 21,19; /2 Sam 23,21; ICr 11,22 ss).