Defensa Antidepredadora
Defensa Antidepredadora
Defensa Antidepredadora
La mayoría de los animales enfrenta una amenaza predatoria y deben evitar a los depredadores o
defenderse para sobrevivir y poder reproducirse—un importante factor determinante de la
aptitud.
Además de ciertas capacidades físicas, como armaduras o el camuflaje, los animales se valen del
comportamiento para evitar y sobrevivir la depredación.
Las presas pueden, generalmente, valerse de señales que denuncian la presencia de una amenaza
o señales específicas para identificar al depredador y determinar sus intenciones para poder
responder de la manera más apropiada.
Los encuentros con los depredadores pueden resultar fatales, por tanto, muchos animales dirigen
sus esfuerzos a evitar y prevenir los encuentros.
La vigilancia acarrea costos, incluyendo el gasto energético y de tiempo que no puede ser
utilizado para buscar comida o pareja. Como resultado, el comportamiento anti- depredador está
diseñado para minimizar sus costos y maximizar la eficiencia para sobrevivir la depredación.
Algunos animales, incluyendo los ungulados gregarios y peces de cardumen, pueden acercarse o
investigar al depredador para evaluar el grado de amenaza que representa. Luego de acercarse
rápidamente al depredador para investigar, el animal volverá a la manada, huirá o puede, incluso,
atacar al depredador, dependiendo de la información que obtenga sobre su identidad e intención.
Los animales nativos pueden no reconocer a estas nuevas especies como amenaza y fallan en
reaccionar de manera correcta; estos individuos ingenuos pueden sufrir altos niveles de
mortalidad. Los lagartos cerca del Este son un buen ejemplo; estas lagartijas nativas aprenden a
reconocer y reaccionar frente a las introducidas hormigas rojas de fuego solo después de haber
ocupado el mismo hábitat por varias generaciones.
Aunque efectivas, estas estrategias son enérgicamente costosas con periodos potencialmente
largos para regenerar partes del cuerpo o toxinas perdidas, tiempo durante el cual el animal está
más vulnerable a nuevos ataques.
Estrategias menos costosas incluyen comportamientos que logran que los animales parezcan
demasiado grandes o pesados para ser consumidos. Los sapos hinchan el cuerpo y las lagartijas
armadillo muerden sus propias colas para formar un anillo imposible de tragar.
Morder, embestir y rasguñar son otras defensas efectivas que alejan a los depredadores o los
obliga a liberar la presa una vez capturada.
Algunas especies gregarias reducen estos costos turnándose para vigilar. En las manadas de
mangosta enana común hay centinelas que se mantienen erguidos sobre sus patas traseras para
vigilar los alrededores y alertar a los demás en caso de peligro. Sólo aquellos que se han
alimentado recientemente operan como centinelas para no perder tiempo necesario para la
búsqueda de comida.
Las presas que viven en grupos grandes pueden intimidar al depredador acosándolo de manera
conjunta hasta forzarlo a huir antes de que pueda atacar.
Los animales pueden tener comportamientos con los que indican a los depredadores que sería
una pérdida de energía y de tiempo intentar atacarlos. Las flexiones realizadas por las lagartijas o
los brincos de las gacelas sirven como una muestra de aptitud física y de sus posibilidades de
huir. Son señales honestas, ya que son enérgicamente demandantes y solo los animales aptos
pueden realizarlas.
Si se acerca un depredador, la presa puede intentar huir. Esta táctica es útil si el depredador no
está demasiado cerca y/o si hay un refugio en las cercanías; la probabilidad de que la presa
escape es alta. Si el depredador está demasiado cerca o si el animal no puede huir, puede intentar
disuadir el ataque. Ciertos animales, como las zarigüeyas y algunos reptiles, pretenden estar
muertos; los depredadores no están interesados en carroña.
Otros animales pueden volver los mecanismos que los depredadores usan para detectarlos en su
contra.
Algunas polillas identifican la ecolocalizacion de los murciélagos que están atacándolos y
producen una respuesta de picada en una fracción de segundo para huir. Otras especies han
desarrollado la capacidad para hacer ruidos fuertes, los cuales interfieren con la ecolocalizacion
de los murciélagos y les permite evitar ser capturados.
Los animales bajo amenaza también pueden sacrificar partes no esenciales del cuerpo para
distraer a los depredadores y escapar. Estas tácticas incluyen la autotomía de colas y
extremidades en algunos reptiles, insectos y estrellas de mar y la expulsión de órganos internos
en los pepinos de mar.
Exudar compuestos tóxicos o hediondos también puede disuadir a los depredadores que ya han
atacado. El camaleón del litoral dispara sangre de los ojos, la cual actúa como un irritante que
inhibe a los depredadores caninos.
La mayoría de los animales corren el peligro de ser comidos. No puedes transmitir tus genes si
estás muerto por lo que la amenaza de depredación impone una fuerte presión selectiva sobre los
organismos. Esto resulta en una serie de estrategias conductuales que maximizan las chances de
sobrevivir.
Para evitar ser devorado, un organismo debe ser capaz de identificar amenazas de depredación y
emplear estrategias efectivas para evitar ser detectado por los depredadores. Si la evasión
fracasa, los animales implementan conductas para evitar que los depredadores ataquen y poseen
técnicas para incrementar sus chances de sobrevivir si ocurre un ataque.
Detección de Depredadores
A fin de poder evitar y responder a la depredación de manea eficiente, los animales deben
detectar la presencia de potenciales depredadores. La capacidad para reconocer señales
predatorias es esencial para el desarrollo de un comportamiento anti-depredador. Puede ser
innata, como en los animales que reconocen a sus depredadores como una amenaza aunque no
los hayan visto nunca antes, o aprendida al ser expuestos a esta amenaza.
En algunos programas de cría en cautividad exponen a los animales a señales predatorias durante
el cautiverio a fin de enseñarles a reaccionar ante los depredadores una vez liberados y
maximizar de esa manera sus posibilidades de sobrevivir.
Los animales pueden responder a señales generales de la presencia de una amenaza, como un
movimiento repentino o la aparición de un objeto extraño, o señales específicas a la especie,
como el olor o la apariencia. Esto les permite distinguir entre especies predadoras y no
predadoras.
Muchas especies se valen de varias señales para evaluar de manera más exacta el grado de
amenaza. En este caso, los animales pueden ser más propensos a reaccionar si un número mayor
de señales es detectado, siendo esto un indicador más confiable sobre la presencia e identidad de
un depredador.
Los animales se valen de una variedad de capacidades sensoriales para detectar señales
predatorias, incluyendo señales visuales, químicas, auditivas y táctiles.
Las señales visuales pueden ser menos útiles en hábitats con poca visibilidad o frente a
depredadores difíciles de localizar. En estas situaciones, la presa puede apoyarse en otras señales
para captar su presencia.
Auditivo — Las señales auditivas pueden aportar información confiable y directa sobre la
presencia, identidad, proximidad e, incluso, la dirección en que se encuentra el depredador. Estas
señales son especialmente útiles para los animales nocturnos o aquellos que evitan depredadores
que utilizan el sonido para cazar o comunicarse.
Los peces sapo (familia Batrachoididae), por ejemplo, reconocen las vocalizaciones de los
delfines, uno de sus principales depredadores, buscando alimento. En respuesta, reducen su
grado de actividad.
Táctiles — Las señales vibratorias pueden aportar información útil sobre la presencia de un
depredador y pueden ser difíciles de ocultar para el cazador. Muchos animales, incluyendo las
arañas, las orugas y los renacuajos utilizan las vibraciones en el substrato como indicadores de la
presencia de depredadores; pueden distinguir entre las vibraciones de depredadores, especies no
predadoras y señales abióticas, como la lluvia.
La lapa antártica (Nacella concinna) responde al contacto físico con las estrellas de mar
(Neosmilaster georgianus) alzando su caparazón y huyendo pero señales táctiles de una estrella
de mar omnívora, menos amenazadora, no incitan una respuesta.
Es importante para la presa ser capaz de distinguir entre señales amenazantes y no amenazantes
ya que responder a cada estimulo táctil seria una pérdida de tiempo y de energía y podría, de
hecho, atraer la atención de los depredadores.
El anolis marrón (Anolis sagrei), una especie de lagartija, se hizo más arbórea luego de la
introducción de depredadores que cazan en el suelo y la rata canguro de Merrian (Dipodomys
merriami) cambia sus hábitos nocturnos a crepusculares durante las noches de luna llena, cuando
son más vulnerables a la depredación.
Así como las presas se valen de señales para detectar la presencia de depredadores, los
depredadores se valen de señales para detectar a sus presas. Los animales pueden, por tanto,
evitar captar la atención de los depredadores minimizando estas señales, permaneciendo en
silencio, buscando refugio y disminuyendo su grado de actividad cuando el riesgo de
depredación es alto.
El termino camuflaje no solo aplica a la apariencia física de un animal, como su coloración. Hay
comportamientos que permiten a los animales esconderse para evitar ser detectados.
Los cefalópodos y algunos reptiles pueden cambiar el color, el patrón es e, incluso, la textura de
sus pieles para confundirse con el entorno. (Video 1).
Otros animales, como los cangrejos decoradores, enganchan objetos, incluyendo materia vegetal
y piedras, a sus cuerpos para confundirse con el entorno.
Los animales también pueden camuflar sus señales olfativas. Las ardillas hacen esto frotándose
el cuerpo con trozos que han cortado de la piel dejada en la muda por las serpientes de cascabel.
Enmascaran así su olor e identidad de potencial presa.
■ Huir y esconderse: estos son los principales mecanismos que algún animal puede utilizar.
Estos son básicos e instintivos.
■ Veneno
■ Sonidos
■ Caparazón: Estas armaduras naturales son impenetrables y en la mayoría de los casos los
depredadores no pueden romperla.
■ Su propio cuerpo.
■ Líquido pestilente
■ Cortina de humo
■ Hacerse el muerto
■ Camuflaje
■ Mimetismo
■ Imitación: Algunas serpientes imitan los colores de la serpiente coralillo (que es muy
venenosa) para ahuyentar a los depredadores.
Actitud amenazante: Existen animales que más que víctimas parecen el depredador. Esto es así
porque su mecanismo de defensa está basado en el enfrentamiento directo y agresivo hacia su
atacante.
Seguridad en números: La vida de grupo puede reducir el riesgo de depredación para cada
individuo.
Señales de alarma: Los animales que viven en grupos pueden advertir a los con específicos de
un posible ataque. Los monos cercopitecos verdes, por ejemplo, emiten diferentes llamados
según el tipo de ataque, ya sea un águila, un felino o una serpiente. Los otros miembros del
grupo muestran reacciones defensivas adecuadas al tipo de peligro.
Feromonas de alarma: Algunos animales usan señales químicas en vez de auditivas, por
ejemplo, feromonas.
EFECTO CONFUSIÓN DEL DEPREDADOR
MUCHOS OJOS
Un zorro cuando intuye la presencia de un humano, cuando este está cerca, hace que el zorro
quede frío e inmóvil. Quedar inmóvil es la forma más común en la que los animales muestran su
miedo, dentro de su cuerpo se producirán varias reacciones químicas que tienen el objetivo de
preparar su cuerpo para salir corriendo en cualquier momento.
El miedo es el sentimiento que todo el ecosistema tiene. Se define el miedo como una emoción
caracterizada por una intensa sensación desagradable por la percepción de un peligro ya sea real
o supuesto. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o a la
amenaza.
Algunos animales son más ágiles o tienen más fuerza que otros, pero la reacción del miedo es la
misma en los animales, de hecho cuando ven cazadores ya asocian a los humanos como sus
destructores.