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Como Nos Ven Vascos en Venezuela

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Como nos ven a los vascos en Venezuela

En la ocasión, el Sr. Rojas le decía al Sr. Rodríguez: "Si al hablar en aquella (obra) de los
vascongados que se distinguieron en América, habéis olvidado el influjo que ellos tuvieron en
Venezuela, y cuánto debe ésta a los descendientes del pueblo vasco, aquí están estas líneas
que pueden quizá servir de apéndice a vuestro libro".

Este párrafo del Sr. Rojas revela que por primera vez se escribía respecto de la actuación de
la familia vasca en la empresa de colonización de la recién descubierta tierra del continente,
en la zona que baña el Mar Caribe. Procedía el Sr. Rojas a reseñar la historia del pueblo
vasco desde su cuna caucásica con los antiguos iberos del Asia y la remontísima antigüedad
en que, al alarde del Montmorency: "Debéis saber que nosotros datamos de mil años atrás",
contestaba el vasco: "Y nosotros no datamos". El paso memorable del "peregrino" Lope de
Aguirre; la fundación en Caracas de la Compañía Guipuzcoana, su monopolio, su influencia,
sus triunfos, la decadencia y fin de la célebre Compañía; el comienzo en Caracas de la
revolución de 1810; el patrimonio

Bolívar, desde el primer Bolívar en 1588; los sitios eos que lo llevan en ambos mundos; el
último Simón y la mención de las familias venezolanas de origen vasco.

Cuando el señor Rodríguez Ferrer dio a luz su Vascongados, era ya conocido por trabajos de
la misma , relativos a la Isla de Cuba. El libro antedicho reseña, forzosamente compendiada,
de la vida del karo en la antigüedad y en los tiempos modernos: país y su lengua,
arqueología, literatura, nombres organización social y Fueros.

En tanto que el venezolano sefíor Rojas halló que la obn lecía del defecto de silenciar la
influencia que tuvieron vascos en Venezuela, al escritor euskaro Ladislao y Fernández de la
Cuesta le parece que peca por el exceso su prólogo o introducción, obra del eminente Don
Ant Cánovas del Castillo, cuyas opiniones — erróneas en el cepto de Velasco — pertenecen
a la escuela de los que funden a los euskaros con los vascones. De manera que el critor de
Vitoria impugna principalmente las observack del estadista sobre la campaña de 1795 en las
Provincias Vi congadas, más conocidas con el nombre de Guerra de la pública. Aquella falta
o error "es — dice Velasco — un ño paréntesis apenas perceptible en la larga vida de pueblo,
que se pierde en los albores de nuestra primera cíón ibérica; es un grano de arena en la
gran playa de historia, que como tal debe apreciarse y juzgarse".

Las primeras noticias que se formalizaron en Venezud relativas a la familia vasca las obtuvo
Rojas de Don Antooi Trueba, quien se las suministró en un estudio publicado e la Ilustración
Española y Americana, en el 1876, bajo el títul de Venezuela y los Vascos. De él tomó el
escritor los dato referentes a la oriundez y a la genealogía del Libertador, quíe procedía del
solar de la Rentería, en el lugar o puebla de Bt lívar, en el Señorío de Vizcaya; de allí el
apellido, compuest de Bol, radical euskara de bolú, bo-lu-a, molino, el molino, de ibar, ibarr-a,
pradera, la pradera.

Sólo muy tarde y acaso solamente por el mencionado historie grafo Rojas, comenzaron a
llegar al país los trabajos y escrito sobre el pueblo y lengua vascongados, como el Diccionarí
Trilingüe del Castellano, Vascuence y Latín, de Larramend Sin embargo, éste y la Notifia
Ultriusque Vasconiae, de henardo, impresa en París en 1638, así como las Investiga nes
Históricas de las Antigüedades de Navarra, del P. Mol editadas en Pamplona en 1665, fueron
conocidas en Ale nia antes que en ningún otro país de Europa, y ya en 1784 había estudiado
en Weimar el P. Herder, por lo cual pudo escribir desde entonces, en su Filosofía de la
Historia de la Humanidad: "Los pueblos mismos que conocemos con el nombre de vascos y
cántabros, se nos presentan en la historia de la antigüedad como vivos, activos, bravos,
apasionados por la libertad.

Acompañaron a Aníbal en Italia, y su solo nombre es para los poetas romanos un objeto de
terror. Aliados a los celtas de España, fueron ellos quienes hicieron tan difícil a los romanos
el sostenimiento de aquel país. Augusto fue el primero que lo logró, y sólo en apariencia,
puesto que todos cuantos no quisieron doblegarse bajo el yugo de la servidumbre, huyeron a
las montañas. Cuando los Vándalos, los Alanos, los Suevos, los Godos y otras naciones
teutónicas comenzaron sus salvajes incursiones en los Pirineos, fundando de prisa algunos
reinos en sus cercanías, los Vascos supieron demostrar que eran el mismo pueblo valeroso y
rebelde al que no había podido domeñar el poderío romano; después, cuando Cario Magno,
tras de batir a los Sarracenos de España, atravesó su país, los encontró tales como habían
sido sus padres: y fueron ellos quienes, por un ataque imprevisto, consumaron la rota de
Roncesvalles, tan célebre en los romances de la Edad Media, y en la que pereció el gran
Roldan. Sostuvieron contra los Francos en España y en Aquitania luchas tan encarnizadas
como las que habían sostenido antes contra los Suevos y los Godos; no dieron tregua a los
Srracenos hasta que no les arrancaron la patria de sus manos; y su carácter permaneció el
mismo, en los siglos de la más profunda barbarie, y aún bajo el yugo de los monjes. Por
último, cuando después de una larga noche, se vio levantar sobre Europa la aurora de la
ciencia, la poesía de Provenza proyectó sus más brillantes resplandores sobre su país, al
que debe la Francia más de un bello genio".

Hombres de una cultura singular en Venezuela fueron cobrando afición a la historia y al


estudio de los pueblos vascos y adquirieron obras como la de Humboldt, en la cual se
hallaban indicadas las de Astarloa (Apología de la Lengua Vasca), de Erro y Azpíroz
(Alfabeto de la Lengua 'Primitiva de España), y de Hervás (Catálogo de las Lenguas
Conocidas). Más o menos, por los años 1880-1881, fueron conocidos los datos y notas de
don Ladislao Velasco y Fernández de la Cuesta, sobre los orígenes, historia, lengua, leyes,
costumbres y tradiciones de los euskaros en Álava, Guipúzcoa y Vizcaya; y esta obra
despertó el interés por conocer la de Blade, sobre el origen de los vascos, publicada en
París, en 1869; la de M. Garat, sobre los vascos de Francia y de España, del mismo año; la
fecha anterior (1857), de M. Michel, así como la Historia Primitiva de los Euskaros-vascos, de
M. Agustín Chao, de 1847; por supuesto que contando los trabajos de Landázuri y Romarate,
de 1797 a 1800, sobre la provincia de Álava, y el Compendio Historial del doctor Lope
Martínez de Isastí, en 1625, adicionado en 1781 por D. Rafael Floranes y Encinas, señor de
Taberneros.

En días más próximos a éstos, la Diputación Provincial de Guipúzcoa encargó a D. Carmelo


de Echegaray para que practicase investigaciones históricas en los depósitos literarios de
Madrid y El Escorial, en Enero de 1892, y en ellos pudo consultar la Biblioteca del Bascófilo,
de Allende Salazar, el Diccionario Bifolio gráfico-histórico de los antiguos Reinos, Provincias,
Ciudades, Villas, Iglesias y Santuarios de España, de D. Tomás Muñoz y Romero, y,
especialmente, los manuscritos de la colección de Vargas Ponce, que guarda la Academia de
la Historia. El informe del señor Echegaray fue publicado en San Sebastián en 1893.

Obra también muy moderna es la que publicó en Bilbao, en 1916, D. Luis de Salazar, sobre
Origen de 300 apellidos castellanos y vascongados. Pero los estudios que más
recientemente han venido a tratar sobre la presencia, acción e influencia de los vascos en
América, y particularmente en Venezuela, han sido: el de M. Jules Humbert, sobre la
Colonización española en Venezuela, y que es el volumen XI de la Biblioteca de las
Universidades del Mediodía, publicado en 1905; y los últimos 3 volúmenes de D. Segundo de
Ispizua, Los Vascos en América, IV, V y VI de la Historia de América, y que se refieren,
respectivamente, al viaje de Juan de la Cosa y Alonso de Ojeda, en que descubrieron Brasil,
las Guayanas, toda la costa venezolana y Colombia, al viaje de Lope de Águirre por los ríos
Marañón, Amazonas, Negro, Casiquiare y Orinoco, y a la ascendencia vasca de Simón
Bolívar, libertador de América. Por cierto que se lamenta el señor de Ispizua del abandono en
que se halla y de la indiferencia con que se mira entre los vascos de hoy el estudio de lo que
ha sido su propia personalidad a través del tiempo.

Sería demasiado extensa para este espacio la reseña, aun muy compendiada, de las familias
vascas que fundaron solar en Venezuela. Ciento cuarenta y ocho familias de las tres
provincias de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya dejaron aquí su apellido y descendencia, desde los
siglos XVI, XVII y XVIII y primera mitad del XIX; y a fe que aún pocos glóbulos de la vieja
sangre que corran todavía por las venas de los nietos, mantienen con cualquier rasgo del
carácter y de la conducta la honra del recio abuelo.

En la historia del país se ve enérgicamente grabada la huella de los seculares compañeros


de Aníbal y tienen duro relieve las personalidades del patronímico vasco. Comenzaría la
reseña por la obra tenaz de los Reverendos Capuchinos, fundadores y directores de
Misiones, particularmente, una referencia al valor, mérito y santidad del P. Catatantes y de
Fray Francisco de Pamplona, que en otra ocasión y con mayores espacio y despacio será
materia de monografía aparte.

De procedencia vasca era Bolívar, nieto de los Bolívar de Vizcaya y de los Villegas de
Burgos: D. Luis de Bolívar y Villegas fue el fundador de la villa de San Luis de Cura, en los
llanos de Caracas, en 1772, y vinieron sus antepasados con Alfinger y Spira, guerreando en
El Tocuyo y Nirgua. Maracaibo, Borbura-ta, Laguna de Tacarigua, Nueva Segovia y Coro.
Uno de aquellos abuelos fue D. Diego de Osorio y Villegas, quien se encargó de la
Gobernación de Caracas en 1588, junto con el primer D. Simón de Bolívar, y entrambos
fundaron puertos y aldeas, repartieron tierras, señalaron egidos, establecieron los primeros
archivos, facilitaron el comercio, asignaron propios y redujeron poblaciones indígenas.

De procedencia vasca era el P. Juan Félix de Aristeguieta, quien tuvo al Libertador en la pila
bautismal y fundó para él y sus descendientes el mayorazgo de la Concepción, que le fue
disputado en 1823 por José Ignacio Lecumberri, también de prosapia vasca.

Era igualmente vasco el Jefe de Escuadra Don Julián de Arriaga y Rivero, nombrado
Gobernador de Venezuela en sustitución de Castellanos, cuando más exaltados se hallaban
los ánimos contra el monopolio de la Compañía Guipuzcoana, y logró calmarlos con su tacto
y prudentes providencias y habría logrado extinguirlos, a no ser elevado después al rango de
Ministro de la Monarquía.

Vasco era Don Juan de Arteaga, nombrado, el primero, profesor de gramática en virtud de
Real disposición de Felipe II, en 1592, veintiséis años después de haber sido fundada
Caracas.
De la misma procedencia era Don José Felipe de Arteaga, Regidor Decano del Ayuntamiento
de Caracas, en 1749, cuando venía en armas hacia la capital el Capitán Don Juan Francisco
de León, fundador del Valle de Panaquire.

Y los Berroterán, el Maestre de Campo Don Francisco, Gobernador de Caracas en 1690 y en


1704, primer Marqués del Valle de Santiago, excelente Magistrado, autor del censo de
Caracas cuando ésta quedó con sólo 6.000 habitantes, después de la epidemia de viruelas
de 1693, defensor de la Guaira cuando los franceses expedicionaron sobre ella, en 1696. Su
última descendiente, Doña Socorro Berroterán, casó con Don Francisco Rodríguez, Marqués
del Toro. El segundo Marqués del Valle figuró entre los Notables de la Compañía
Guipuzcoana y perteneció en 1770 a la Compañía de Nobles Aventureros.

Don Martín de Echeverría, quien dio motivo al movimiento revolucionario contra la Compañía
Guipuzcoana, por haber ido a encargarse de las funciones de Teniente Justicia de los pue-
blos del valle de Caucagua, que ejercía, a general contentamiento, el Capitán Don Juan
Francisco de León. Factor de alto rango en la Guipuzcoana fue Don Nicolás de Francia,
cuyos descendientes forman hoy una de las más antiguas y significadas familias de Caracas.
Don Agustín y Don Pedro Manuel de Herrera, notables de Caracas en 1749 y fundadores de
la dilatada familia de Caracas y San Carlos de Austria que por el espacio de dos siglos ha
dado a Venezuela hombres ilustres en la Iglesia, en las armas, en el Foro, en las artes, en la
agricultura, etc. Los Ibarra, Gabriel, Juan, Tomás, Diego Francisco, José: este último
Brigadier de la Compañía de Nobles Aventureros; Tomás, Regidor de Caracas en los días de
la Guipuzcoana, y Francisco, primer Arzobispo de Venezuela en 1804. De esta familia vasca
venían Andrés y Diego, edecanes en primer rango del Libertador y el último, además, notable
general de Caballería.

Don Bartolomé de Iturralde, quien dejó encargo a su albacea Don Fernando de Echeverría
de que impusiera a censo la cantidad de dos mil pesos, para pagar con su rédito la
enseñanza de primeras letras en el Seminario Tridentino.

Blas, Antonio y Gabriel Landaeta, Notables de Caracas en el curso del siglo XVIII,
fundadores de las familias que llevan su patronímico en Caracas y en Valencia del Rey.
Bernardo de Quiróz, diputado por la provincia de Nueva Se-govia (Barquísimeto) para
representar ante Felipe II, y descendiente de Gonzalo Bernaldo de Quizós, de los pobladores
en Ayergas, cerca de Oviedo.

Don Gabriel de Rada, Notable de Caracas en el siglo XVIII y Brigadier de la Compañía de


Nobles Aventureros, del linaje de Martín Velas de Rada, constructor de la torre mayor de
Limpias, heredada por la familia de Álbarado.

Alonso de Rivas, Notable de Caracas durante los Gobernadores Ricardos, Ramírez de


Estenos y Solano, descendientes de la casa de Zamudio y de Sancho Fernández, heredero
del solar de los Rivas. De Don Alonso proceden las familias venezolanas Rivas Pacheco,
Rivas Tovar, etc.

Con Doña Beatriz de Rojas, de este linaje castellano, casó Don Simón de Bolívar, segundo
de su nombre, llamado el Joven; y con Doña Juana de Rojas casó Don Juan de Guevara.
Andrés y Miguel de Urbina, Notables de Caracas en el siglo XVIII, y D. Miguel, primer
marqués de Torrecasa, uno de los siete titulados de aquel siglo, en Venezuela. D. José
Ignacio de Ustáriz, Notable del mencionado siglo, fundador de la familia de su nombre y a la
cual perteneció D. Gerónimo de Ustáriz, quien escribió y publicó en Madrid, en 1753, la obra
titulada Teoría y Práctica del Comercio y de la Navegación, la cual fue vertida al francés. A
principios del siglo XIX fue notabilísimo en la misma familia D. Francisco Javier de Ustáriz,
Marqués de su nombre, Jurisconsulto, diputado al Congreso Constituyente de Venezuela en
1811, autor de la Ley Marcial de 1812, junto con los doctores Espejo y Róscio, como
miembros del Poder Ejecutivo y autor del Estatuto republicano de 1813.

Era también de prosapia vasca, por el linaje materno, D. Miguel Blanco y Uribe (contracción
de Urigabe), Alcalde ordinario de Caracas y Presidente de la Asamblea de Notables, que
conoció de las acusaciones contra la Compañía Guipuzcoana. Descendían de la vasta
familia vasca en Venezuela los proceres más significados —en la guerra, en la Magistratura y
en las asambleas—, del período de la Emancipación. De allí Anzoátegui, el joven General
Jefe del Estado Mayor en la batalla de San Félix, contra el Mariscal La Torre, y libertador (el
segundo) de la Nueva Granada, en la batalla de Boyacá, contra el jefe español Barreyro; —el
coronel Aramendi, jefe de escuadrón en el ejército de Páez y quien tuvo para su General, en
la batalla de Carabobo, una advertencia que no desmerece del famoso No datamos, réplica
del vasco al Motmorency: General, por delante de mí, la cabeza de mi caballo. Arguíndegui o
Árgiendegui, hermano político de Anzoátegui y jefe del batallón que llevaba el nombre de
éste; Arismendi, el indomable combatiente en la Isla de Margarita, que por su tenacidad de
resistencia mereció ser denominada por sus mismos contrarios españoles, la Esparta
americana; Iribarren o Uribarren, Jefe del Estado Mayor del ejército de Venezuela; Lecuna
(Vicente), Comisario del ejército durante la guerra, Tesorero de Venezuela, Administrador de
Aduanas, Ministro de Hacienda, Senador y Presidente del Tribunad Mayor de Cuentas; el P.
Madariaga,

Canónigo de la Catedral de Caracas, uno de los principales factores del movimiento


revolucionario de 1810; Santos Michele-na, parlamentarista, hacendista y diplomático, y a
cuya familia han pertenecido médicos, cirujanos, periodistas, literatos de fama en Venezuela
y el extranjero; Manrique, emparentado con familia vasca, en San Carlos de Austria,
libertador del Zulía, con Padilla; Mujica o Mújica, jefe de escuadrón en el ejército de Apure,
de familia proveniente de Fortun García de Ávendaño; Sagarzazu, coronel, ascendiente de
una familia de Juristas; Salaverría, de los antiguos pobladores de Coro; Sarria (contrac ción
de Suarría), reputado en las armas; Sístiaga, a cuya familia han pertenecido con brillante
nota militares, médicos, catedráticos, poetas, periodistas, etc.; Presbítero Dr. José Vicente de
Unda, miembro del Congreso Constituyente de 1811 y más tarde obispo de Mérida;
Urdaneta, el primer estratégico de las campañas de Venezuela y la Nueva Granada, como lo
fue el Mariscal Sucre de las del Ecuador, Perú y Bolivia; después del Libertador, el primer
Presidente Dictador de la Gran Colombia, y primer Plenipotenciario de Venezuela para firmar
el Tratado de reconocimiento de la Independencia, por España, muerto en París en viaje a su
misión; padre y fundador de una larga sucesión de hombres públicos notables, militares,
ingenieros, hacendistas, escritores; Urrutia (Wenceslao), abogado y hombre de Estado;
Zárraga, personalidades famosas en la Milicia, en el Foro y en el Bufete: el Dr. D. Nicolás de
Anzola o Ánzuela, catedrático de la Real y Pontificia Universidad de Caracas, ascendiente de
hombres políticos, abogados y escritores; Juan Pablo Ayala, de la descendencia de López
Díaz, señor de Vizcaya, capitán del regimiento en 1810, oficial del generalísimo Miranda,
prisionero en Cádiz y en Ceuta, y más tarde general de la República; el general José Félix
Ribas, el primero de los guerreros de la historia de los primeros años del siglo XIX, del linaje
vizcaíno de Ordoño de Zamudio; José Agustín Loínáz, Senador del Congreso de la Gran
Colombia, candidato al propio tiempo para la Presidencia de aquella república; D. Cristóbal
Hurtado de Mendoza, primer triunviro de la República de Venezuela, miembro del Congreso
Constituyente, jurisconsulto eminente, escritor, intendente de Venezuela, fundador de una
familia esclarecida de hombres del Foro, de la Tribuna y de la Prensa; Manuel, Antonio,
Miguel, Ramón, Luis y Agustín Palacios, del antiguo Solar de los Murgas, descendencia de
Martín Sánchez de Palacio, bastardo legitimado de Lope Sánchez: Manuel, el primogénito,
fue la figura descollante, Doctor en ambos Derechos y en Medicina, literato, diputado al
primer Congreso de 1811, cooperador de la Sociedad Patriótica, oficial de Miranda,
plenipotenciario en los Estados Unidos y en Europa,

Primer ministro de Hacienda en 1819, traductor al inglés del discurso de Bolívar en el


Congreso de Angostura, miembro de este Congreso, autor del Bosquejo de la Revolución en
la América Española (en inglés), que se publicó en Londres y se reimprimió en New-York, en
1817; Antonio fue magistrado de alto rango en Tunja, fusilado por la espalda por el general
Morillo en Nueva Granada; Miguel fue legislador en Colombia y Venezuela; Ramón fue militar
y Agustín abrazó la carrera eclesiástica y fue nombrado cura de almas de la ciudad de
Valera, en la provincia de Trujillo; Emparan, último Capitán general de Venezuela, procedía
de la casa heredera del solar Murguía; Francisco de Adarraga, coronel en los ejércitos de
Chile, Perú y Colombia; Miguel Zárraga y Arístíguieta, general en Jefe de Venezuela en 1863;
José Escolástico Andrade, Edecán del mariscal de Ayacucho y Comandante general del
Cauca; Presbítero Dr. Francisco Antonio Uzcátegui, Canónigo racionero de la catedral de
Mérida, en 1811; Ilustrísimo Sr. Dr. Críspulo Uzcátegui, Arzobispo de Caracas y Venezuela.

Los vascos fundaron las primeras factorías de Caracas, la Guaira, Puerto Cabello,
Barquisimeto y Coro, en 1730; talaron selvas impenetrables en los valles para sustituirlas con
sementeras; fundaron las primeras fincas agrícolas de cultivos mayores, centuplicando los
productos del cacao y pudiendo exportar a Europa el café, el añil y el tabaco, estableciendo
los primeros hatos de ganado vacuno en las llanuras; limpiaron de piratas las costas de
Puerto Cabello y transformaron las chozas de los pescadores en hermosas casas y
espaciosos almacenes, haciéndolo el primer puerto de Venezuela; los pueblos de los valles
de Aragua prosperan hasta alcanzar la categoría de villas, y los caseríos de las orillas del
Portuguesa y del Apure se convierten en aldeas; fueron los introductores del añil, los
primeros plantadores del algodón y de la caña de azúcar; en veinte años se apoderaron del
comercio y de la agricultura, librando al país de los tributos a Holanda, y transformaron el
aspecto de la tierra, y sólo en cincuenta años se arraigaron perpetua e indestructiblemente
en los valles de Aragua, en las orillas del lago de Valencia, en las llanuras del Cojedes, del
Portuguesa y del Orinoco, y en las costas de Caracas.

Y como muy acertadamente advierte el historiador Rojas, dejaron algo más que el
campanario: dejaron la familia, en el sentido último; esto es, el culto del hogar, el amor a la
Patria y la noción demostrativa del trabajo.
Dr. ELOY G. GONZÁLEZ
D. Eloy G. González Profesor de Anales Patrios en la Universidad Central de Venezuela y
Miembro de la Academia de la Historia. Es autor de la Historia Estadística de Cojedes (desde
1771) decretada por el Gobierno del Estado en la conmemoración del Centenario de
Venezuela, Caracas, Tipografía Americana, 1911.
LOS VASCOS EN VENEZUELA
I. — Opúsculo venezolano sobre los vascos. — II. La obra del Sr. Rodríguez Ferrer. —
Opinión del venezolano Rojas; opinión del euskaro Velasco. —- III. Fuentes de información,
en Venezuela, relativas a los vascos. — Obras del siglo XVII. — Fuente básica en los
trabajos de Larramendi. — Su conocimiento y estudio en Alemania en 1784. —
Investigaciones etimológicas de G. Humboldt. — Notas y documentos de Ladislao de
Velasco y Fernández de la Cuesta. — Investigaciones históricas de Carmelo de Echegaray,
referentes a Guipúzcoa. — Ensayo de Humbert. — Estudios recientes.

El primer trabajo histórico, de autor venezolano, sobre los vascos, data de 1874. Lo realizó y
publicó el historiógrafo D. Arístides Rojas como una ofrenda de la Universidad de Venezuela
al Libertador Simón Bolívar, el día de la inauguración de su estatua ecuestre; y lo dedicó su
autor al Itmo. Sr. D. Miguel Rodríguez Ferrer, autor del libro intitulado Los Vascongados.

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