Manual para Lectores
Manual para Lectores
Manual para Lectores
Desde los primeros días de la Iglesia, los Cristianos se han reunido para escuchar la palabra
de Dios proclamada dentro de la celebració n de la liturgia. A lo largo de los siglos, varios
grupos de personas han sido confiados con la tarea de leer la Palabra de Dios. Por ejemplo,
en el segundo siglo, la Iglesia comenzó a desarrollar una serie de "ordenes menores". Los
que recibieron estas ordenes menores eran responsables de la realizació n de diversas
funciones ministeriales en la liturgia, incluyendo, la lectura de la Palabra de Dios. En los
primeros siglos de la historia de la Iglesia, estos lectores a menudo eran laicos. Sin embargo
a principios de la Edad Media, los que se inscribieron en la orden menor de lectores eran
predominantemente clérigos que estaban estudiando para el sacerdocio.
En 1972, como parte del renuevo litú rgico post-conciliar, el Papa Pablo VI reemplazó las
ordenes menores con los ministerios de lector y acó lito (Ministeria Quaedam). Siguiendo la
antigua tradició n de la iglesia, estos ministerios fueron reservados para hombres. Sin
embargo , aquellos que ejercerían estos ministerios ya no serian ordenados, sino
simplemente instituidos en estos roles. Al mismo tiempo, el Papa Pablo VI resumió los
deberes del lector instituido de esta manera :
El Lector queda instituido para la función, que le es propia, de leer la palabra de Dios en
la asamblea litúrgica. Por lo cual proclamará las lecturas de la Sagrada Escritura, pero
no el Evangelio, en la Misa y en las demás celebraciones sagradas; faltando el salmista,
recitará el Salmo interlecional; proclamará las intenciones de la Oración Universal de
los fieles, cuando no haya a disposición diácono o cantor; dirigirá el canto y la
participa-ción del pueblo fiel; instruirá a los fieles para recibir dignamente los
Sacramentos. También podrá, cuando sea necesario, encargarse de la preparación de
otros fieles a quienes se encomiende temporalmente la lectura de la Sagrada Escritura
en los actos litúrgicos. Para realizar mejor y más perfectamente estas funciones, medite
con asiduidad la Sagrada Escritura. El Lector, consciente de la responsabilidad
adquirida, procure con todo empeño y ponga los medios aptos para conseguir cada día
más plenamente el suave y vivo amor, así como el conocimiento de la Sagrada Escritura,
para llegar a ser más perfecto discípulo del Señor (Ministeria Quaedam, 5).
Lector No-Instituido
En la prá ctica actual, la mayoría de los lectores instituidos son seminaristas y candidatos al
diaconado permanente. Sin embargo, reconociendo la importancia de la proclamació n de la
Palabra de Dios en la liturgia y la necesidad genuina de personas para realizar esta acció n
litú rgica , la Instrucció n General del Misal Romano (IGMR ) proporciona que otros puedan
servir en el papel del lector también:
En ausencia del lector instituido, para proclamar las lecturas de la Sagrada Escritura,
destínense otros laicos que sean de verdad aptos para cumplir este ministerio y que
estén realmente preparados, para que, al escuchar las lecturas divinas, los fieles
conciban en su corazón el suave y vivo afecto por la Sagrada Escritura.(IGMR, 101).
Por lo tanto, cuando lectores instituidos no estén presentes, es apropiado que hombres y
mujeres laicos proclamen las lecturas de la Misa.
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Convertirse en un Lector
Como se señ aló anteriormente, la Instrucció n General del Misal Romano afirma que los
lectores deben ser " verdaderamente adecuados para llevar a cabo esta funció n, " y que
deben ser " cuidadosamente preparados" ( IGMR , 101). En la Arquidió cesis de Nueva York,
a fin de que un individuo sea considerado como " verdaderamente adecuado " para ejercer
esta funció n, se requiere que el lector sea :
Preparacion
Es ló gico que la persona que va a ser Lector sea alguien una que participe en un programa
de formació n antes de recibir su mandato como lector, donde los temas de “La Sagrada
Escritura como la Palabra de Dios y una Introducció n al Leccionario, a su Contenido y
estructura” estén cubiertos.
La Formacion Continua
Los lectores deben esforzarse por desarrollar sus habilidades como anunciadores de la
Palabra de Dios má s allá de esta formació n inicial. Preparació n, la oració n, el estudio y la
prá ctica son la clave para una desarrollo efectivo como un ministro de la Palabra de Dios.
Estas prá cticas deben ser promovidas por la parroquia donde sirve el lector. Inicialmente,
una parroquia proporcionará oportunidades para que un nuevo lector practique la lectura
desde el ambó n y llegue a estar familiarizado con la acú stica y la amplificació n de un
escenario. Libros que proporcionan comentarios de las escrituras y herramientas para la
pronunciació n se pueden dar a los lectores durante su período de servicio. Otras
oportunidades para el estudio y la reflexió n pueden incluir tardes o noches de recolecció n,
con una conferencia o una reflexió n sobre algú n aspecto de la Sagrada Escritura o el
ministerio de lector. Una introducció n a las diferentes técnicas para orar con la Escritura
(por ejemplo, la lectio divina, el método Ignaciano, o el rosario bíblico) también pueden
servir como un medio ú til para integrar la devoció n personal a la Palabra de Dios con el
servicio del lector .
El Mandato
El mandato es una declaració n escrita por el Obispo que certifica que una persona ha
completado el curso preparatorio necesario y puede ejercer el ministerio de lector en una
parroquia designada u otra institució n.
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Al solicitar un mandato, se debe mandar una solicitud escrita que nombra a los que quieren
ejercer el ministerio, la solicitud debe ser firmada por el pá rroco o capellá n, debe ser
dirigida al Obispo . Esta solicitud debe indicar la duració n del servicio (generalmente 3
añ os). Existe una celebració n del Rito de Bendició n de los Lectores (Libro de las
Bendiciones , Ch .61 ).
El mandato de servir como lector es, en la mayoría de los casos, dado por un período de 3
añ os. El mandato podrá ser renovado por períodos adicionales. Esta prá ctica tiene ciertas
ventajas:
- Estimula la rotació n entre estos ministros, asegurando que ningú n individuo sienta
que él/ella tiene un monopolio de este ministerio y asi dar la oportunidad a otros
parroquianos de servir.
- Se evita la situació n en la que un individuo puede ser llamado a indefinidamente
sacrificar su propio tiempo personal para este servicio; y
- Tambien asegura , como cuestió n de rutina, la opció n de revisar todos los lectores en
una parroquia, haciendo menos difícil concluir el servicio de aquellos lectores los que
puedan ser menos adecuados para ejercer este ministerio.
Es posible que los lectores puedan servir por mas de un término, tomar tiempo fuera de
este servicio, y luego regresar.
El mandato de los lectores puede ser revocado en cualquier momento por el Obispo en
consulta con el pastor, o por un pastor sí hay buena razó n.
Cuando personas que han servido anteriormente como lectores vuelven a este ministerio,
es necesario que reciban un mandato nuevo del decano. Para recibir este nuevo mandato
no es necesario volver asistir a una formació n específica, pero es aconsejable repasar
brevemente los elementos esenciales del programa de capacitació n y un repaso de los
procedimientos específicos de la parroquia.
Circunstancias Especiales
Lectores No-Catolicos
A veces hay un deseo de tener un lector que no es cató lico en ciertas ocasiones, como en
una boda con participació n de religió n mixta, un funeral, o una reunió n ecuménica. El
Directorio para la aplicació n de los principios y normas sobre Ecumenismo indica que
bautizados no cató licos pueden proclamar las lecturas , con el permiso del obispo local
(Directorio para el Aplicació n de los principios y normas sobre el ecumenismo , 133).
Usualmente los lectores son adultos, pero esto no excluye la posibilidad de que los niñ os y
los adolescentes má s jó venes puedan servir como lectores, sobre todo en las misas para los
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niñ os, misas de la escuela, o misas de la familia. En estos casos , los que servirá n como
lectores deben ser elegidos principalmente en funció n de su competencia en la
proclamació n de la Palabra de Dios, y no só lo por el bien de proporcionar un medio
adicional de participes para la litú rgica. Los niñ os y los adolescentes má s jó venes que
sirven como lectores en su parroquia o la escuela no tienen que asistir a un programa de
formació n, y no se emiten mandatos para su servicio. Sin embargo, se les debe enseñ ar
cuidadosamente el sentido de la Sagrada Escritura como la Palabra de Dios, y recibir
capacitació n para su servicio.
Cuando no hay un lector que haya recibido su mandato presente en la misa, las lecturas
pueden ser proclamadas por un diacono, si hay uno presente. Al igual, que un
concelebrante, o hasta el sacerdote celebrante puede proclamar las lecturas (IGMR , 59).
Sin embargo se debería tener en cuenta, que la funció n de proclamar las lecturas es
ministerial, no presidencial (IGMR, 59). Por lo tanto, el sacerdote celebrante debe
proclamar las lecturas solamente cuando esto sea verdaderamente necesario.
Ocasiones Especiales
Habitualmente, cató licos que no han recibido un mandato para servir como lectores dentro
de la diocesis pueden desear proclamar las lecturas en ocasiones especiales, como en bodas
y funerales. Estos individuos pueden ser invitados a ejercer este rol durante tales
ocasiones. Siempre y cuando sean capaces de proclamar la palabra de Dios con claridad y
dignidad.
Consideraciones Generales
Vestimenta
No es necesesaria ninguna vestidura especial para el lector. Sin embargo los lectores deben
vestirse de manera que refleje la dignidad de la Palabra de Dios. Siempre se espera que los
lectores vengan con su mejor vestimenta.
Libros Liturgicos
Las lecturas de la Misa deben ser tomadas del libro de los Evangelios y el Leccionario en
una traducció n actualmente aprobada. Es ilegal usar otros textos no bíblicos y sustituirlos
con las lecturas y el salmo responsorial que contienen la Palabra de Dios (IGMR, 57). Copias
encuadernadas del Libro de los Evangelios y el Leccionario nos hablan de la permanencia y
la belleza de la Palabra de Dios. Por este motivo, las lecturas deben ser proclamadas
directamente de estos libros litú rgicos, y no de un misal, fotocopias impresas, o dispositivo
electró nico (Introducció n al Leccionario, 37).
Estilo de Proclamación
La Introducció n al Leccionario indica que se necesita, "una forma de hablar audible, clara e
inteligente, porque para el lector este es el primer medio de transmitir la Palabra de Dios
correctamente a la asamblea" (Introducció n General al Leccionario, 14). La proclamacion
de la Palabra de Dios debe de ser "audible, clara e inteligente y requiere un uso adecuado
del tono de voz, pausa, proyecció n, fraseo, articulació n, postura y ritmo”.
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En la aplicació n de estas técnicas de proclamació n, el lector debe tener en cuenta que su
tarea principal es presentar la Palabra de Dios en toda su riqueza y significado. Por lo tanto,
el lector nunca debe proclamar la Palabra de Dios de una manera aburrida o robó tica, sino
que debe trabajar para siempre para reflejar con precisió n el género, el tono y el estilo del
pasaje bíblico y con la propia forma y estilo de su proclamació n. Un estilo de la lectura que
usa gestos físicos que convierten la proclamació n de las escrituras en un acto dramá tico y
dirigen la atenció n de la asamblea fuera de la Palabra de Dios y hacia el lector debe ser
estrictamente evitado.
A lo largo de su tiempo de servicio, los lectores deben esforzarse por desarrollar la manera
mas eficaz de proclamar la Palabra de Dios, y los pastores deben dar regularmente
comentarios constructivos a lectores en cuanto a su estilo de proclamació n.
"Siempre que haya má s de una lectura, es mejor asignar a diferentes lectores, si está n
disponibles" (Introducció n al Leccionario, 52). Sin embargo, no se permite que dos lectores
dividan una misma lectura bíblico entre ellos (IGMR 109). Una excepció n a esta regla se
refiere a la lectura de la narració n de la pasió n del Domingo de Ramos y el Viernes Santo.
Durante estas lecturas, lectores pueden leer los textos designados para el narrador y la voz
mientras que la parte de Cristo es leída por el sacerdote celebrante.
Preparación
Los lectores deben prepararse a fondo para proclamar la Palabra de Dios, a través del
estudio, oració n y prá ctica. La familiaridad con el texto, el papel de esta lectura en el
contexto de toda la Sagrada Escritura, y su relació n con las otras lecturas del día, deben ser
consideradas cuidadosamente por el lector. El lector debe reservar un tiempo para orar con
el texto que será proclamado. Ademá s, la proclamació n de las lecturas se debe practicar en
voz alta antes de la celebració n de la Misa, y se debe prestar atenció n especial a la
pronunciació n de las palabras o frases difíciles.
Antes del inicio de la misa, el Leccionario debe ser colocado en el ambó n abierto a las
lecturas de ese día.
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Ritos iniciales
Los lectores pueden participar en la procesió n al comienzo de la Misa y caminar delante del
sacerdote celebrante. Al llegar al altar, el lector hace una profunda reverencia. Si el
Santísimo Sacramento está en el santuario, el lector hace una genuflexió n al acercarse al
altar (IGMR 274). Entonces, el lector puede tomar un lugar en el santuario con los otros
ministros o sentarse en un lugar conveniente con la asamblea.
En ausencia de un diá cono, un lector puede llevar el libro de los Evangelios (pero no el
Leccionario) durante la procesió n de entrada de una manera ligeramente elevada (IGMR
194). Si un lector lleva el libro de los Evangelios, él/ella debe colocar el Libro de los
Evangelios directamente en el altar sin inclinarse o genuflexió n al entrar en el santuario
(GIRM 195, cf. 173). Si no hay canto en la entrada o en la comunió n y las antífonas en el
Misal no son recitados por los fieles, el lector puede leer estos textos en el momento
adecuado (IGMR 198).
Las lecturas de la Misa deben ser proclamadas desde el ambó n (IGMR 196). cuando el
lector ya está en el santuario, él/ella pasa directamente al ambó n. Si el lector está entrando
en el santuario, él/ella hace una inclinació n profunda al altar (Ceremonial de Obispos, 72).
Las lecturas siempre deben introducirse con el texto que figura en el Leccionario, “Lectura
de ...". A su vez, las lecturas deben concluirse con la proclamació n: "Palabra de Dios".
Las lecturas deben leerse íntegramente y sin ningú n tipo de adiciones, omisiones, o
cambios en el texto, tal como se encuentran en el Leccionario. Con el fin de fomentar la
meditació n de la Palabra de Dios, las lecturas pueden ser seguidos por un breve período de
silencio (IGMR, 45, 56; Introducció n al Leccionario, 28).
El Salmo
Es preferible que el salmo responsorial sea cantado (IGMR, 61). Sin embargo, si no hay
salmista, el lector puede proclamar el salmo responsorial después de la primera lectura
(IGMR, 99). En este caso, el lector debe seguir la primera lectura con una breve pausa. La
respuesta al salmo se debe recitar, sin palabras introductorias (por ejemplo, "La respuesta
es ..."). El salmo en sí debe ser recitado de manera que fomente a la meditació n de la
Palabra de Dios (IGMR, 61).
Cuando no hay diá cono, un lector puede anunciar las intenciones universales desde el
ambó n (IGMR 197). Al anunciar las intenciones, el lector debe considerar que estos textos
son las oraciones de toda la comunidad reunida. Por lo tanto, un lector no debe añ adir sus
propias intenciones personales a la oracion universal.
Anuncios
Anuncios previos a la celebració n de la Misa no deben ser hechos por el lector, pero por el
diá cono, a menos que el sacerdote celebrante prefiere hacerlo (IGMR, 184). Los anuncios
no se deben hacer en el ambó n, sino desde otro lugar adecuado.
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Rito de Conclusion
Al términar la misa, el lector puede unirse a la procesió n. En este caso, un lector precede al
celebrante a un lugar adecuado a los pies del altar, donde los ministros hacen una profunda
reverencia o genuflexió n, junto con el celebrante, y salen en procesió n con él (IGMR 169). El
Libro de los Evangelios no se lleva durante la procesió n final de la celebració n.
Consideraciones Adicionales