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Bruja

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¿Cómo entiende usted el episodio de la mosca?

Debo empezar intentando resolver la primera duda que me suscitó la pregunta


realizada para este punto, a saber: ¿qué tiene de especial este episodio? ¿Por
qué es diferente la mosca de las demás creaciones? Más allá del producto
específico de cada creación (mosca, muñeca, bombones, casa, marido…) el
proceso para lograrlas siempre fue el mismo: desearlas intensamente, anhelarlas.
Pero con respecto a las otras, la mosca sobresale por un aspecto particular.
Siendo el primero de los episodios de esta índole, refleja una característica que
será en adelante determinante en la relación de Paula con sus deseos, y esta es
la falta de voluntad. Puedo decir que en este momento Paula es inocente en el
sentido de que no se “sabe” aún capaz de crear. Este aspecto se hace evidente en
el texto en oraciones como: “Piensa que si la casualidad trajera una mosca a
precipitarse en la inmensa ciénaga amarilla del plato, le permitirían suprimirlo, la
salvarían del abominable ritual”. Vemos como en su intención no está crear una
mosca, no pretende hacerla aparecer en el plato, ella simplemente la desea, la
espera, la anhela. Relata el texto cómo es descrita siendo testigo del acto y,
sorprendida como el lector, guardando en secreto lo sucedido. “Pero ella jamás
confesará la verdad; jamás dirá que no ha visto caer la mosca en la sémola. La ha
visto aparecer, que es distinto”. Paula no es el artífice de lo que acaba de suceder,
es un testigo. Entonces ¿quién creó la mosca? La respuesta parecerá un poco
curiosa: la creó su deseo, no ella.

En este punto, llegamos al que es en mi opinión el aspecto más importante de


este episodio, la relación de Paula con su deseo. Entenderé este deseo en su
acepción más general, como el anhelo de saciar un gusto. Esta relación (Paula –
deseo), aparentemente dócil y ventajosa a favor de paula siempre que todo lo que
desea lo tiene (lo crea), es en el fondo una amalgama conflictiva entre sus
grandes anhelos, sus miedos, sus gustos y sus caprichos.

Pareciera que por un lado está Paula con su anhelo de irse, de ser feliz, de
conseguir eso que quiere y no sabe qué; y por otro su deseo, que la complace en
sus caprichos inmediatos, le da gusto, la hace “pasablemente dichosa”. Lo que la
obliga a abandonar los primeros (anhelos) y refugiarse en los segundos (deseos)
es su miedo. El deseo creador de gustos y caprichos es eso que le ayuda ante la
acometida de sus anhelos, para contrarrestar sus miedos. “Sonríe ante la fácil y
ventajosa sustitución de anhelos; su horrible ansiedad de fuga se ha resumido en
un modesto capricho”.

Este deseo amigable, complaciente y creador, tiene una cara oscura. Narra el
texto cómo aparece como otro que la invade, la acomete, sucede en forma de
necesidades imperiosas, sensaciones intensas hasta darle nauseas, opresiones
físicas, y un sinfín de nominaciones similares que denuncian cómo es dominada
por ese otro, el guardia que custodia la prisión de sus anhelos y, en colaboración
con sus miedos, hacen que le sea forzoso refugiarse en sí misma, la obligan a
concluir que no hay alternativa, que no puede ser descubierta, de manera que
debe quedarse, incluso aislarse. El deseo es ese otro que hace ver a los demás
como un peligro.

Ese otro se camufla entre los gustos de su huésped y la hace pensar que es su
voluntad la que actúa. Pero en este episodio de la mosca nos queda claro que no
es un acto volitivo y, por el contrario, es otro dentro de ella el que crea. Imagino
que si en el instante alguien hubiera preguntado a Paula sobre el origen de aquella
mosca, su respuesta más sincera hubiera sido: “apareció sola” ó “sólo apareció”, y
no “yo la hice aparecer”. El texto señala como ella misma tiene que construir una
seguridad sobre lo que apenas sospecha, y enuncia de manera particularmente
impersonal la frase en la que la protagonista se afirma en su pensamiento: “Paula
ha guardado en el basto cofre de sus muchos silencios una íntima seguridad; algo
le dice que ella puede” algo, ese otro, su deseo creador.

Todo esto puede resumirse en el pasaje del texto que introduce el suceso de la
mosca, que dice: “Pero deja de sonreír como si le arrancaran la risa de la boca: el
recuerdo de la mosca se asocia a su deseo, le trae un temblor a las manos
vacantes”. Tiembla, claro. Después de todo, no es tan apacible su relación.

Según el contexto del cuento ¿qué quiere decir bruja?

Creadora, demiurgo, creencia, miedo, maldita, hereje, terror, persecución, castigo,


locura, aislamiento. Todas estas palabras servirían para explicar de un modo u
otro lo que quiere decir bruja en el contexto del cuento. La tarea es unirlas a través
de un hilo conductor que haga de su arbitrariedad aparente, un argumento
coherente. Para ello, encuentro conveniente hallar los significantes de más peso,
los más gruesos, los troncos comunes dentro de esa variedad de posibilidades.

No es gratuito que en la primera alusión que se hace en el texto de la palabra en


cuestión, se le relacione directamente con la creencia, diciendo: “nadie cree en las
brujas, pero si descubren una la matan”. Tampoco es nuevo el hecho de pensar
que en el corazón mismo de la brujería está la creencia, la superstición, el
pensamiento mágico. En lo que respecta al texto, la creencia juega un doble
papel, y los dos roles se relacionan y se determinan mutuamente. Por un lado está
la creencia activa, que consiste en que se debe creer para poder crear, para hacer
aparecer y desaparecer cosas, para ser bruja; por otro está la que llamaré
creencia pasiva, que la ata a una tradición católica, y con ella a sus pilares de
pecado y culpa. Pasajes como: “Paula reza diariamente en la iglesia del pueblo”, o
“por ella y por sí misma, la asesina rezaba, diariamente en la iglesia” muestran la
relación que mantiene con la creencia pasiva. La intensidad de esta creencia suele
estar relacionada (si se quiere, determinada) con nivel de anclaje al miedo que
hace cada persona. Por este camino, llegamos al segundo significante de peso: el
miedo.

El miedo es quizás el aspecto de mayor relevancia anímica, la emoción más


representada, más presente y descrita a lo largo del cuento. Las menciones sobre
miedo que siente Paula son constantes, y determinan en gran medida muchas de
sus acciones, incluso de sus creaciones. En sentencias como “tiene miedo: esa
es la respuesta. Toda su vida ha tenido miedo” o en la afirmación “su vida es así:
tiene miedo, quisiera comer bombones” vemos como se sitúa al miedo de Paula
es una posición privilegiada, es un compañero de toda la vida. Pero ¿a qué le
teme alguien que puede crear, materializar sus deseos? ¿Al señalamiento? ¿Al
nombre y el castigo de las brujas? ¿A lo que pueden hacer los otros si se enteran?
Paula puede crear cosas, hacer aparecer sus deseos, materializar sus gustos,
pero hemos analizado ya en el episodio de la mosca cómo esa puesta en lo real
de sus caprichos es una jugarreta de otro, el captor de sus anhelos. De este
modo, Paula teme a ese otro que está en ella misma. Sus anhelos de escape
aparecen en principio aterradores, y es entonces cuando el otro actúa, toma el
miedo, hipertrofia la sensación de angustia hasta que la obliga a desistir, y de
consuelo materializa alguno de sus caprichos. La protagonista sabe que es ella
misma el monstruo que la atemoriza. El texto lo describe así “Pero su razón le dice
que mientras se lleve a si misma consigo el miedo ahogará su felicidad en todas
partes” insinuando esa relación de paula consigo misma como si se tratase de dos
partes, de alguien más, de un otro. Según nuestra línea de pensamiento, ese otro
se manifiesta a través de su deseo creador. Esta palabra, creador, es el tercer
significante que vale la pena estudiar con algo de detalle.

Incluso a la luz de una mirada apresurada, es obvia la relación entre brujería y


creación que se plantea en el texto. Paula materializa una suerte de caprichos con
solo fijar intensamente su deseo en ellos, los anhela y estos aparecen.
Aparentemente, la situación no podría ser más ventajosa para ella, pues todos
quisiéramos un poder semejante. Pero como hemos mencionado desde el suceso
de la mosca, la cosa no es tan sencilla. Es importante revisar cómo aparecen
estas creaciones, qué las motiva, cuál es su fundamento; así aparecerá para
nosotros de forma mucho más clara el nudo del asunto.

Hemos hurgado en el relato hasta encontrar el miedo en la base de todos y cada


uno de los acontecimientos de la vida de paula: miedo al regaño y al castigo por
no comer la sopa, miedo a escapar, miedo de sí misma, miedo a los otros, miedo
a ser descubierta, miedo al nombre y al castigo de las brujas, etc. Ella, en un
intento por deshacerse del miedo excesivo que la acompaña, se entrega al arbitrio
de su deseo caprichoso. Cuando llega a ella un anhelo que se refiere a sí misma,
a su vida, viene siempre cargado con una sobredosis de angustia insoportable. En
su afán por evadirse, este anhelo es reemplazado por un deseo pequeño, un
capricho insignificante que está despojado de toda angustia. La frase “su vida es
así: tiene miedo, quisiera comer bombones” hace manifiesta la relación íntima
entre sus miedos y sus caprichos. Pero los caprichos no se agotan en sí mismos.
Paula crea, materializa ese pequeño deseo, lo hace aparecer; mientras lo opuesto
le sucede a su anhelo primigenio, que se esfuma, desaparece. Tiene un método
para deshacerse de sus miedos: mientras aparece su deseo, desaparece su
angustia.

Pero Paula no crea por crear. Crea para quedarse, quiere alejarse, evadirse, y al
final aislarse. Crea porque le es forzoso crear, para no interactuar con los otros y
así no levantar sospecha, crea por miedo, así lo resuelve. La cárcel en la que
encerró sus grandes anhelos y su vida misma, tenía las paredes hechas de miedo,
y los barrotes forjados con caprichos materializados, premios de consolación.

Tenemos pues a la creencia íntimamente relacionada con el miedo, y este a su


vez lo asociamos a la creación. Pero entre la primera y la última hay una relación
tan estrecha como las que ya fueron descritas. Para crear, es indispensable que
paula crea que puede crear. Pero esta creencia está despojada de sospecha,
escapa del campo de las posibilidades, es una certeza fatal. En un lenguaje
cotidiano, diríamos que Paula no cree que puede crear, paula lo sabe, es más,
simplemente sucede. Este punto inquebrantable de certeza es indispensable para
que sea posible la creación. Dice el texto “Es ya algo fatal, hay que hacerlo. Y
como aquella vez, concentra su deseo en los ojos, proyecta la mirada sobre la
mesa baja puesta al lado de la mecedora, toda ella se lanza tras su mirada hasta
sentir de sí misma como un vacío, un gran molde hueco que antes ocupara, una
evasión total que la desgaja de su ser, la proyecta en voluntad”. Allí no hay campo
para dudas o posibilidades pues estas sólo están permitidas en el plano mental, y
esto simplemente sucede en lo real.

Así, la palabra bruja dentro del contexto del cuento es todo lo mencionado al
principio, condensado en los ejes de la creencia, el miedo y la creación.

Según el contexto del cuento, ¿cómo entiende el final?

Desde mi perspectiva, el final del cuento comienza en el siguiente apartado:


“Comprende, sin palabras, la tremenda fatiga de Dios. También ella necesita su
séptimo día para ser enteramente feliz.” Un deseo de muerte ronda por la cabeza
de Paula. Según esta cita, la muerte aparece para ella como un deseo libre de
angustia, de esos que suelen materializarse. Al fin y al cabo, la muerte es la forma
más contundente de evadirlo todo, de evitar el gran miedo. De paso, asoma en el
texto una razón más íntima, muy suya, de Paula y no de ese otro creador, cuando
dice “estoy cansada – se dice – he tenido que pensar tanto, que desear tanto…”
Pareciera que en su deseo de morir está puesto también un anhelo de liberarse de
ese otro que la enjaula, de descansar del peso que acumularon durante tanto
tiempo sus salidas rápidas. “como por fin liberada de una carga superior a sus
pequeños hombros que han conservado siempre algo de la forma de niña” reza el
relato.

Paula ha entendido que debe morir para liberarse del otro que es ella, y tiene una
herramienta expedita para lograrlo: su facultad para materializar sus deseos. Entre
todas las pequeñas salidas que configuraban siempre la realización de sus
caprichos, aparece la más contundente, una que no la mantendrá atada a su
destino, a su cárcel. La muerte la liberará de sus miedos y de sus deseos, los
captores de su vida. Por eso la necesita para ser enteramente feliz. Con un tinte
de engaño a ese otro creador, Paula pretende liberarse. Su muerte fue una más
de sus creaciones.

Los pocos amigos del pueblo que acuden a su velorio, observan el resultado de la
que podría ser la única acción voluntaria de Paula: la muerte del demiurgo, y a la
vez su propia muerte. Hasta aquí, todo parece claro, pero en el párrafo final las
cosas se ponen de película. Con la muerte del creador, todas las materializaciones
desaparecen. Lo relata el texto así: “a través del pecho de Esteban está viendo los
calados del respaldo del sillón. Los otros siguen su mirada y lividecen […] Más allá
de la puerta cerrada se yergue de pronto la masa espesa del monte de eucaliptos
bañado de luna; y ellos comprenden que lo están viendo a través de la puerta
cerrada.” Y hasta el punto final describe cómo las realizaciones de paula se van
desvaneciendo hasta desaparecer. Es comprensible que muerta la fuente de las
apariciones mágicas, estas desaparezcan con su creadora. Pero en el ambiente
queda una duda que retumba, ¿qué sucede entonces con su último deseo
materializado, su muerte? Por ser su muerte una materialización más de sus
deseos ¿se desvanece como las demás? El autor juega con nuestra imaginación,
dejando abiertas una suerte de posibilidades cuando propone “Y por los cinco
amigos pasa, alternativamente, el mismo tierno y manido pensamiento: parece
dormida”. Está claro que el demiurgo ha muerto, y con él sus realizaciones. Pero
¿y Paula?... y si paula viviera ¿Qué tan muerto estaría el otro, su deseo creador?
No lo sabremos. Solo sabemos que ahí están los cinco amigos con Paula, o su
cadáver, bajo la luna inevitable.

ANÁLISIS DEL CUENTO BRUJA DE JULIO


CORTAZAR
NELSON MAURICIO ARANGO RAMÍREZ

MEDELLIN

2017

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