Monografía Historia
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La Revolución Francesa había sacudido al Antiguo Régimen hasta sus cimientos. Los
revolucionarios surgidos de una sociedad con fuertes jerarquías sociales y privilegios
de nacimiento comenzaban a proclamar los ideales de una nueva filosofía, en cuyo
centro se ubicaba la consigna surgida de la toma de la Bastilla: “Libertad, Igualdad,
Fraternidad”.
España se veía amenazada por estas nuevas ideas políticas, al mismo tiempo que era
asediada desde el punto de vista militar: los ejércitos napoleónicos ocupaban la
totalidad de la Península Ibérica; el rey Carlos IV y su hijo Fernando VII eran
desplazados y el hermano de Napoleón, José I nombrado rey de España.
Los acontecimientos europeos eran favorables al ideal de libertad para las colonias
americanas. Sus clases dirigentes sabían que tenían una gran oportunidad que no
podían perder. Desde Venezuela, Buenos Aires, el Alto Perú, Chile y otros Reinos, se
empezaba a escribir la historia de la independencia y el nacimiento de las nuevas
repúblicas.
Los gobiernos de Venezuela, Nueva Granada y Río de La Plata ya en 1811 se han
volcado con firmeza por un gobierno independiente. El tiempo parece avanzar
decididamente hacia adelante. Sin embargo, tras el desastre de Napoleón en Rusia,
su estrella se va apagando. Es el amanecer de España, que logra expulsar a los
franceses de su tierra, donde el Rey Fernando VII regresa al trono con la resuelta
decisión de reprimir los movimientos revolucionarios de América. Para desarrollar este
plan, Lima se ofrece como el escenario perfecto. La ciudad de los Reyes, principal
capital de España en América del Sur se había mantenido firme junto a la Corona, y tal
lealtad la hacía estratégica como base de operaciones de Fernando VII para aplastar a
los insurrectos.
Los proyectos del monarca español comenzaron a avanzar con éxito. El virrey del
Perú envió un fuerte ejército a Chile; derrotó a los patriotas en la batalla de Rancagua
y recuperó así el control de Santiago. Esta victoria reafirma las intenciones realistas y
abre el camino para pensar la forma de recuperar las provincias unidas del Río de la
Plata.
La caída de Chile demostró que la única forma de asegurar la independencia de
América era con la conquista del Perú. Así lo entiende José de San Martín y por ello
elabora un ambicioso plan que tendría como base de operaciones a la antigua
provincia de Cuyo.
INDEPENDENCIA DE ESTADOS UNIDOS
La hoy poderosa nación de los estados unidos de Norteamérica, tuvo su origen en los
territorios que los ingleses colonizaron en la costa atlántica de América del norte
(desde comienzos del siglo XVII), donde habían logrado establecer trece colonias, las
mismas que fueron incorporadas a los dominios del imperio británico. A fines del siglo
XVIII (1776), dichas colonias, por medio de sucesivas guerras contra Inglaterra,
consiguieron emanciparse del dominio anglosajón. La independencia de los Estados
Unidos de Norteamérica, es uno de los acontecimientos más importantes de la Historia
moderna, no solo porque sirvió ella de ejemplo a las colonias hispanoamericanas que
aspiraban también su liberación, su emancipación, sino, fundamentalmente, por el
preponderante rol que el país de Washington desempeña en los destinos del mundo
en los tiempos contemporáneos.
Características
Estas colonias formadas, mayormente, por gente culta de credo protestante, gracias a
su espíritu eminentemente laborioso como a las inmensas riquezas del territorio,
consiguieron en pocos años progresar grandemente, a la vez que su población
experimentó también considerablemente crecimiento.
Disfrutaban de autonomía política, es decir, que eran, prácticamente libres e
independientes. Hacían uso de sus libertades y derechos y, asimismo, cada colonia
elegía a sus propias autoridades, a la vez que resolvía sus propios problemas, aunque
en nombre se hallaban bajo el dominio de Inglaterra, la misma que se hacía
representar por un gobernador en cada una de ellas. Tenían, pues, por supremo
anhelo vivir en un ambiente de paz y de libertad para, así, poder desarrollarse y
practicar libremente sus creencias políticas y religiosas. En busca de ello, justamente,
fueron los primeros inmigrantes (“Los padres peregrinos” – 1620) quienes
abandonaron Inglaterra al implantarse en esta nación la persecución religiosa y el
despotismo real, y, después de cruzar el Atlántico, se establecieron en la costa este de
América del Norte.
Guerra de la independencia
La prosperidad de las trece colonias se vio alterada cuando Inglaterra, escasa de
recursos, impuso tres gravámenes económicos a dichas colonias, a saber:
1. Dispuso que las propias colonias deberían pagar los gastos que ocasionaron el
ejercito ingles destacado en ellas.
2. Creo, asimismo, el papel timbrado (papel sellado) para el uso en los contratos.
3. Estableció finalmente el impuesto del té.
Tales medidas no solo originaron la protesta unánime de parte de los habitantes de las
trece colonias, sino que decidieron estas romper definitivamente todo nexo que los
ligaba a la Madre Patria. Fue en el primer congreso de Filadelfia (1774), al que
asistieron, en condición de delegados, patriotas eminentísimos como Jorge
Washington y John Adams, que solicitaron la abolición de todas aquellas leyes que
imponían contribuciones a las colonias sin el consentimiento previo de estas, fieles a la
inviolable tradición inglesa: “que no existe impuestos sin la aprobación de los que
deben pagarlos”. Reclamando para sí las mismas libertades y derechos de que
disfrutaban los ingleses del Viejo Mundo. El gobierno respondió con medidas de fuerza
y con el envío de más efectivos militares, originando encuentros como el de Lexington,
favorable a los colonos.
Ayuda De Francia
Francia, rival y enemiga de Inglaterra a causa de que ésta le había arrebatado sus
colonias de Canadá y la India, ayudó a la Independencia Norteamericana en forma
franca y decidida, para lo cual envió no solo dinero, soldados y armas, sino también
poderosas fuerzas navales y generales de gran figuración. Finalmente, ambos países
firmaron la ALIANZA FRANCOAMERICANA con la finalidad de defender aquella
independencia proclamada. Y entre las acciones militares realizadas con la ayuda de
tropas francesas, se destaca la BATALLA DE YORKTOWN (1781), librada por
Washington y los generales franceses Rochambeau y La Fayette, que antes hemos ya
señalado, este ultimo de destacadísima actuación en toda dicha guerra separatista.
El Estado Republicano
Una convención Constitucional, reunida en Filadelfia en 1787, redactó la Constitución
de 1787, que es la misma que, con algunas modificaciones, rige actualmente en los
Estados Unidos de Norteamérica. Dicha Convención, asimismo, eligió como
presidente a Jorge Washington.
La Constitución de 1787 creó la REPUBLICA FEDERAL Y DEMOCRACIA, con un
gobierno central de tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. De estos poderes,
es el Legislativo (Congreso), el que propiamente dirige la política de la Nación.
El fin de la guerra llegó el 3 de septiembre de 1783 con la firma del Tratado de
Versalles o Tratado de París.
Los principales acuerdos de este tratado fueron:
Reconocimiento de la independencia de las 13 colonias americanas.
El territorio de Estados Unidos abarcaba desde el sur de Canadá hasta el norte
de Florida y el este del río Misisipi.
Los prisioneros de ambos bandos serían liberados.
Gran Bretaña y Estados Unidos tendrían libre acceso al río Misisipi.
El reconocimiento de las deudas debía de pagarse a los acreedores de ambas
partes.
Tras este acuerdo, se marcaron dos objetivos básicos:
Se iban a ocupar de crear un Gobierno federal que fuera capaz de mantener la
unidad entre las 13 colonias
Ampliar los 13 estados hacia el oeste (la conquista del Oeste)
En 1787 la Convención de Filadelfia llegó a un acuerdo: estableció una
República federal presidencial y se promulgó la constitución de los estados
Unidos.
30 abril 1789 George Washington fue nombrado presidente de los Estados
Unidos de América.
Consecuencias Económicas de la Independencia de los
Estados Unidos:
Estados Unidos se libró de las tasas mercantiles que les imponían el Imperio
Británico.
empieza la conquista del Oeste.
España se anexiona extensas áreas del sur de Norteamérica.
Consecuencias sociales de la Independencia de los
Estados Unidos:
La burguesía en algunos estados empezó a emerger como una clase social
poderosa.
Otros estados continuaban en sociedades estamentales.
En Francia estalló las Revolución Francesa.
Consecuencias políticas de la Independencia de los
Estado Unidos:
La Constitución americana (1787) fue la primera de la historia.
La guerra de la independencia fue la primera revolución de carácter liberal.
La República federal de los estados unidos llevó a la práctica la división de
poderes ideada por el barón de Montesquieu.
Fe en el progreso humano.
Los hombres mejoran a través de la educación.
Libertad religiosa. Todos los seres humanos son esencialmente iguales.
El gobierno de un pueblo surge por convenio de los ciudadanos.
Tales ideas fueron propugnadas por pensadores como Rousseau, Diderot, D'Alambert
y Voltaire. Se difundieron a través de la Enciclopedia y se apoyaron en gran parte en el
surgimiento de la Revolución francesa.
La Revolución
Ocurrió entre 1789 y 1799 que afectó a Francia tanto social como políticamente. Su
efecto para el resto de los países de Europa, así como sus consecuencias ideológicas
y políticas fue tan amplio que se la considera el inicio de la Edad Contemporánea.
Las acciones insurrectas comenzaron cuando el rey Luis XVI convocó a los nobles, al
clero y a los representantes del pueblo a una asamblea en la que se reveló el un grave
déficit presupuestario del Estado. Este descubrimiento sumado al descontento
acumulado de miembros de diversas clases sociales provocó una serie de revueltas
que terminaron con el derrocamiento del rey y la instauración de la República.
La Primera Coalición
Durante la guerra de la Primera Coalición (1793-1797), Francia luchó contra la alianza
formada por Austria, Prusia, Gran Bretaña, España, las Provincias Unidas (actuales
Países Bajos) y el reino de Cerdeña. El gobierno francés (el Directorio) confió a
Napoleón la dirección de las operaciones militares contra las tropas austriacas en el
norte de Italia en 1796. En menos de un año, Napoleón había vencido a las fuerzas de
Austria, superiores en número. En 1798 se le asignó el mando de una expedición que
tenía como objetivo conquistar Egipto para cortar la ruta británica a la India. La
invasión fracasó tras la batalla del Nilo y Napoleón regresó a Francia. Aunque ambas
campañas se produjeron durante el régimen del Directorio, antes de la asunción del
poder por Bonaparte, suelen ser consideradas como la primera fase de las Guerras
Napoleónicas. Fue en ellas donde el general francés desplegó por primera vez a gran
escala su talento como jefe militar.
La Segunda Coalición
La victoria de Napoleón en la campaña contra los austriacos en el norte de Italia puso
fin a la Primera Coalición. No obstante, durante su estancia en Egipto se formó la
Segunda Coalición (24 de diciembre de 1798) integrada por Rusia, Gran Bretaña,
Austria, el reino de Nápoles, Portugal y el Imperio otomano. Los principales combates
de la guerra de la Segunda Coalición, que se inició a finales de 1798, tuvieron lugar en
el norte de Italia y en Suiza al año siguiente. En el norte de Italia, los austriacos y los
rusos, dirigidos por el general Alexandr Suvórov, vencieron a los franceses en las
batallas de Magnano (5 de abril de 1799), Cassano (27 de abril), el río Trebbia (17-19
de junio) y Novi (el 15 de agosto). La Coalición también tomó Milán y abolió la
República Cisalpina, que se había constituido bajo los auspicios del gobierno francés
en 1797; ocupó asimismo Turín y privó a Francia de sus anteriores conquistas en
Italia.
El resultado de la lucha en Suiza fue más favorable para los franceses. Tras ser
derrotados en Zurich (7 de junio) por Carlos de Habsburgo, archiduque de Austria, las
fuerzas francesas dirigidas por el general André Masséna vencieron a las tropas rusas
del general Alexander Korsakov el 26 de septiembre. Suvórov y sus fuerzas
abandonaron el norte de Italia atravesando los Alpes para unirse a Korsakov en Suiza,
donde sus tropas se habían dispersado tras ser vencidas. El ejército de Suvórov hubo
de refugiarse en las montañas del cantón de los Grisones, donde quedó diezmado a
causa del frío y el hambre. Los rusos se retiraron de la Segunda Coalición el 22 de
octubre, alegando como motivo la falta de cooperación de los austriacos.
No obstante, esta paz resultó ser una mera suspensión de las hostilidades. En 1803 se
produjo una disputa entre ambos países a propósito de la cláusula del acuerdo que
establecía la restitución de la isla de Malta a la orden de los Caballeros de San Juan
de Jerusalén. Gran Bretaña se negó a entregar la isla, por lo que estalló una nueva
guerra contra los franceses. Una importante consecuencia de este conflicto fue que
Napoleón, al verse obligado a concentrar sus recursos en Europa, abandonó su
proyecto de establecer un gran imperio colonial francés en Norteamérica; así, pues,
vendió Luisiana a Estados Unidos. En 1805, Austria, Rusia y Suecia se unieron al
conflicto en apoyo del bando británico, y España se alió con Francia; éste fue el inicio
de la guerra de la Tercera Coalición.
La Tercera Coalición
Napoleón se apresuró a tomar medidas contra la nueva alianza. Había ejercido una
gran presión sobre Gran Bretaña desde 1798 al mantener a un ejército concentrado en
Boulogne (a orillas del canal de la Mancha), que hacía pensar a los británicos que se
preparaba una invasión de Inglaterra. Bonaparte aumentó considerablemente el
número de fuerzas destacadas en Boulogne cuando comenzaron las disensiones que
hicieron estallar la guerra en 1803.
Los ejércitos rusos, liderados por el general Mijaíl Kutúzov y Alejandro I, emperador de
Rusia, respaldaron a los austriacos, pero Bonaparte venció a las fuerzas austro-rusas
en la batalla de Austerlitz (2 de diciembre de 1805), también denominada «la batalla
de los Tres Emperadores». Austria se rindió nuevamente y firmó el Tratado de
Presburgo el 26 de diciembre de 1805. Una de las cláusulas del acuerdo estipulaba
que Austria debía entregar a Francia la zona del norte de Italia y a Baviera parte del
propio territorio austriaco; asimismo, Austria reconoció a los ducados de Württemberg
y Baden como reinos.
La formación de esta entidad política puso fin al Sacro Imperio Romano Germánico:
casi toda Alemania quedó bajo el control de Bonaparte. No obstante, los éxitos en el
continente quedaron contrarrestados en gran medida por la derrota que el almirante
británico Horatio Nelson infligió a la fuerza conjunta de la flota francesa y española
frente a las costas del cabo de Trafalgar (21 de octubre de 1805). Napoleón implantó
en 1806 el denominado Bloqueo Continental, por el que los puertos de toda Europa
quedaban cerrados al comercio británico. Pero la superioridad naval de los británicos
dificultaría la aplicación del Bloqueo Continental y haría fracasar la política económica
europea de Bonaparte.
La Cuarta Coalición
Ante el incremento del poder de Francia en Alemania, Prusia se unió a la Cuarta
Coalición compuesta por Gran Bretaña, Rusia y Suecia en 1806. Bonaparte aplastó a
las tropas prusianas en la batalla de Jena el 14 de octubre de ese mismo año y tomó
Berlín. A continuación, derrotó a los rusos en la batalla de Friedland (14 de junio de
1807) y obligó a firmar la paz a Alejandro I.
En la batalla de Friedland (cuadro de Horace Vernet)
De acuerdo con las principales condiciones del Tratado de Tilsit, Rusia tuvo que
entregar sus posesiones polacas y aliarse con Francia, mientras que Prusia perdió
casi la mitad de su territorio y hubo de hacer frente a cuantiosas indemnizaciones y
aceptar la imposición de severas restricciones al tamaño de su ejército permanente.
Rusia y Dinamarca emprendieron una acción militar contra Suecia que obligó a su
monarca, Gustavo IV Adolfo, a abdicar en favor de su tío, Carlos XIII, a condición de
que éste nombrara como su heredero al general Jean Baptiste Jules Bernadotte, uno
de los mariscales de Napoleón. Coronado en 1818 con el nombre de Carlos XIV, Jean-
Baptiste Bernadotte fue el fundador de la actual dinastía sueca.
El Nacionalismo antinapoleónico
En 1808, Napoleón dominaba toda Europa, a excepción de Rusia y Gran Bretaña. Las
principales razones del posterior declive fueron el surgimiento del espíritu nacionalista
en varias de las naciones europeas derrotadas y la persistente oposición de Gran
Bretaña, que, a salvo ya de una invasión gracias a la superioridad de su armada, no
cesó de organizar y financiar nuevas coaliciones contra Napoleón.
España fue la primera nación en la que Bonaparte tuvo que hacer frente a las
insurrecciones nacionalistas que acabarían provocando su caída. El emperador
francés, después de haber destronado al monarca español Carlos IV, nombró a su
hermano José Bonaparte rey de España en 1808. Los españoles se rebelaron y
expulsaron al nuevo gobernante de Madrid: se desataba así la guerra de la
Independencia española (1808-1814) entre los franceses, que intentaban restaurar a
José I Bonaparte en el trono, y los españoles, apoyados por las fuerzas británicas
mandadas por Arthur Colley Wellesley, duque de Wellington.
Los franceses fueron derrotados, y el número de bajas que sufrieron perjudicó
seriamente a Napoleón cuando se vio obligado a hacer frente a sus nuevos enemigos
del este y el norte de Europa. Su primer oponente sería Austria, que se unió a Gran
Bretaña para formar la Quinta Coalición en 1809. El emperador francés derrotó a los
austriacos en Wagram (julio de 1809) y les obligó a firmar el Tratado de Viena, por el
cual Austria perdió Salzburgo, parte de Galitzia y grandes áreas de sus territorios del
sur de Europa. Napoleón se divorció de su primera mujer, Josefina de Beauharnais, y
contrajo matrimonio con la hija de Francisco II de Austria, con la vana esperanza de
que este país no participara en nuevas coaliciones contra él.
La derrota de Napoleón
En 1812, Francia y Rusia entraron en guerra porque el zar Alejandro I se negaba a
aplicar el Bloqueo Continental. Dado que gran parte de sus soldados se encontraban
en España, Napoleón invadió Rusia sólo con 500.000 hombres. Derrotó a los rusos en
Borodino y llegó a Moscú el 14 de septiembre de 1812, pero los rusos habían arrasado
completamente la ciudad para impedir al ejército enemigo establecer allí cuarteles de
invierno. Las tropas francesas hubieron de abandonar Rusia y retirarse hacia
Alemania; la mayoría de los soldados murieron a lo largo de esa forzosa retirada a
causa del frío, el hambre y los ataques de la guerrilla rusa.
Sin embargo, durante el mes de octubre, Napoleón se vio obligado a replegarse sobre
el Rin tras la batalla de Leipzig, quedando liberados los estados alemanes. Los
ejércitos rusos, austriacos y prusianos invadieron Francia desde el norte al año
siguiente y tomaron París en marzo de 1814; Napoleón abdicó y hubo de exiliarse en
la isla de Elba, situada en el mar Mediterráneo.
BIBLIOGRAFÍA
https://www.caracteristicas.co/revolucion-francesa/
https://profeenhistoria.com/revolucion-francesa/
http://tustareasdesociales.over-blog.es/2014/11/las-campanas-napoleonicas.html
https://www.artehistoria.com/es/contexto/las-campa%C3%B1as-de-napole%C3%B3n
https://librotea.elpais.com/libros/las-campanas-de-napoleon/
INDEPENDENCIA DE ESPAÑA
Los veinte años de reinado de Carlos IV (1788-1808) estuvieron marcados por frecuentes
crisis, algunas internas (crisis agrarias y de subsistencia, gastos militares, inflación, déficit de
las cuentas del Estado y epidemias en 1804 y 1809) y otras a escala internacional (Revolución
francesa y enfrentamientos con Francia y Gran Bretaña). Igualmente, con Carlos IV fracasaron
las políticas ilustradas iniciadas en tiempos de su padre.
Durante la guerra de los Pirineos España se vio obligada a pedir el cese de las
hostilidades y a firmar la paz de Basilea, por la que a cambio de la retirada de sus tropas
Francia obtuvo la entrega de la parte española de la isla de Santo Domingo y la concesión de
ciertas ventajas comerciales. A pesar del fracaso, Godoy fue investido con el título de Príncipe
de la Paz.
La segunda fase
Se caracterizó por la amistad con Francia (1796-1808). El acercamiento a Francia implicó una
renovación de los pactos de Familia del siglo anterior; se firmaron inicialmente dos Tratados
de San Ildefonso (1796 y 1800) de carácter ofensivo-defensivo.
Sus consecuencias fueron desastrosas. En 1797 la flota española fue derrotada en el cabo de
San Vicente por la británica. A instancias de Napoleón se firmó el segundo Tratado de San
Ildefonso, por el que España cedió a Francia la Luisiana. En 1807, Francia y España renovaron
su alianza con el Tratado de Fontainebleau. En él se acordó la invasión y reparto de Portugal
entre ambos países, ya que el bloqueo contra Gran Bretaña sólo tendría éxito si se controlaba
toda la península ibérica. Para ello se permitiría el paso de las tropas francesas por nuestro
territorio.
La oposición al valido se organizó en torno a la figura del príncipe Fernando, que encabezaría
varias conspiraciones para deshacerse de Godoy y destronar a su propio padre. La primera
conspiración fue la conocida como proceso de El Escorial (1807), que terminó con el fracaso
de los implicados y el arresto temporal del príncipe de Asturias. No obstante, Fernando tuvo
más suerte en la siguiente ocasión.
En marzo de 1808, Godoy, temeroso de las intenciones de Napoleón, que había introducido
tropas en España para invadir Portugal, dispuso el traslado de la familia real a Andalucía y
después, probablemente, a América. Cuando los reyes se encontraban en el palacio de
Aranjuez estalló un motín promovido por los partidarios del hijo del rey, que también se
reproduciría en Madrid.
Como resultado, Godoy fue detenido y Carlos IV abdicó en su primogénito, que recibiría el
nombre de Fernando VII. Tras la entrada del ejército francés en la península ibérica, en
cumplimiento del Tratado de Fontainebleau, y de los sucesos del motín de Aranjuez, se
incrementó la desconfianza entre la población española. Las maniobras de Napoleón
favorecieron el estallido de las hostilidades. El emperador había logrado atraer a Carlos IV,
junto con Godoy (recién liberado), y a Fernando VII a la población francesa de Bayona. Una
vez allí consiguió que el nuevo rey renunciase al trono a favor de su padre y, a su vez, este lo
hizo en Napoleón. El resultado de las abdicaciones de Bayona fue la entronización de José
Bonaparte (José I), a quien su hermano Napoleón entregó la corona.
En Madrid, mientras tanto, se habían producido numerosos incidentes con las tropas francesas
acantonadas en la ciudad. Esta situación desembocó en el levantamiento popular del 2 de
mayo de 1808, originado inicialmente por la alarma suscitada entre la población ante la salida
de la capital de la familia real. Al final del día los ejércitos de Murat aplastaron todo conato de
resistencia y llevaron a cabo una brutal represión. De este modo comenzó la guerra de la
Independencia.
Primera fase:
El ejército francés intentó ocupar las principales vías de comunicación desde Francia, Sevilla y
Cádiz. El hecho más destacado fue la batalla de Bailén (julio), que supuso la derrota del
general Castaños. Era la primera vez que un ejército napoleónico era derrotado en campo
abierto.
Segunda fase:
Tras la derrota en Bailén, Napoleón acudió a España con la Grande Armée, ejército de 250 mil
soldados bien entrenados y equipados. La resistencia se organizó en guerrillas, pequeños
grupos de combatientes que, con el apoyo de la población civil, atacaban por sorpresa a las
tropas enemigas.
Tercera fase:
Se inició en la primavera de 1812. Aprovechando la retirada de tropas francesas para la
invasión de Rusia, los ejércitos españoles, ayudados por los británicos del general Wellington,
intensificaron su ofensiva y consiguieron las victorias de Arapiles (Salamanca), Victoria, Irún
y San Marcial. Napoleón no tuvo otro remedio que firmar el Tratado de Valençay (11 de
diciembre de 1813), por el que se reconocía la libertad de España y se liberaba a Fernando.
Tras hacerse cargo del reino, el hermano de Napoleón se enfrentó a la difícil tarea de dirigir el
país. La medida política más destacada fue la imposición del Estatuto Real de Bayona (julio de
1808), una carta otorgada que a causa de la guerra nunca llegó a aplicarse. Con esta ley se
constituía un régimen autoritario, parcialmente reformista, que establecía unas Cortes y
reconocía algunos derechos individuales y libertades económicas. Otras reformas significativas
llegaron con la aprobación de una serie de medidas de carácter modernizador: supresión de
secretarías y consejos, abolición de la jurisdicción señorial, disolución de la Inquisición y
reducción del número de conventos, etc. José I contó con el apoyo de una minoría de
españoles colaboracionistas, los afrancesados. Al finalizar la guerra fueron tachados de
traidores y tanto ellos como sus familias partieron al exilio. Las juntas: desde 1808, ante la
ausencia de autoridad debido a las abdicaciones de Bayona y la negativa de gran parte de la
población a aceptar a José Bonaparte, el pueblo español en su conjunto asumió la soberanía
en un acto verdaderamente revolucionario. La creación de las Juntas fue la manifestación más
palpable de la asunción de la soberanía. Estas instituciones declararon actuar en nombre del
rey, pero su legitimidad procedía del pueblo español. Estuvieron compuestas por las personas
más distinguidas de cada localidad. En septiembre de 1808 se formó la Junta Central, presidida
por el conde de Floridablanca. La Junta central se convirtió en la legítima institución política que
asumió el gobierno del país hasta 1810: acabaría por provocar una reunión extraordinaria de
las cortes en Cádiz. Esta sí que fue una iniciativa realmente revolucionaria, pues la potestad de
convocar las Cortes hasta entonces la tenían únicamente los reyes.
Las Cortes funcionaron hasta septiembre de 1813. El número de diputados sobrepasó los 200;
la mayoría eran clérigos, abogados, funcionarios o militares. Hubo escasa presencia de nobles
y de miembros del alto clero. La clase media urbana fue la verdadera protagonista de las
Cortes. En las Cortes gaditanas los diputados pertenecían a tres grupos ideológicos:
La obra más importante de las Cortes de Cádiz fue la constitución de 1812. Fue la
primera ley fundamental aprobada por un parlamento nacional en la historia de España.
Las Cortes institucionales la aprobaron el 19 de marzo de 1812 (el día de San José por
lo que fue llamada popularmente la Pepa). Sus principios esenciales fueron los
siguientes:
Con este sistema se puso fin a la anterior acumulación de poderes en la figura deL rey,
característica propia del Antiguo Régimen. Además, el monarca no podía disolver las
cortes y solo poseía un derecho de veto suspensivo transitorio durante dos años sobre
las leyes aprobadas en las cortes; después, el rey quedaba obligado a aceptar y
sancionar la ley si así lo aprobaba la mayoría de los diputados.
Supresión del régimen señorial. Se abolieron los derechos feudales y los señoríos
jurisdiccionales, es decir, la independencia que tenían los campesinos con respecto a
los señores. Desde entonces, los señores dejarían de administrar justicia y de percibir
rentas. No obstante, la nobleza consiguió conservar casi todos sus bienes porque sus
viejas posesiones fueron convertidas en títulos de propiedad privada.
Supresión de la Inquisición. Esta medida fue recibida con hostilidad por gran parte del
clero y suscitó fuertes protestas de varios obispos.
Tanto la Constitución como las medidas aprobadas en las Cortes de Cádiz apenas llegaron
a aplicarse a causa de la guerra y de los cambios políticos posteriores. No obstante, en las
décadas siguientes fue el referente fundamental de los liberales españoles. La Constitución
de 1812 también tuvo una gran repercusión e influencia Portugal, Italia y sobre todo,
Iberoamérica.
Lo que hoy en día consideramos como nuestra nación, antiguamente fue liberada tras
una campaña que duró cerca de un año gracias al Ejército Libertador liderado por José
de San Martín.
Siguiendo la ruta de la independencia de estos dos países sureños, era evidente que
se tenía que proseguir con la separación de los realistas en América y eso significaba
liberar al Perú, la vital colonia de España en el continente. Es así como ambas
naciones ya libres, pero no en su totalidad, tomaron la decisión de emprender la
liberación de nuestro país. Para esto se firmó un tratado entre las Provincias Unidas
del Río de la Plata (Argentina) y Chile. Aquel tratado contemplaba la participación de
tropas, suministros, armas, barcos y capital por parte de ambas naciones con el
intento de emancipar al Perú.
Hay que poner en relevancia que, como parte del tratado firmado por los dos países,
los peruanos debían, tras la victoria de la campaña, reponer cada uno de los gastos
que se iban a efectuar para su liberación. De acuerdo con el historiador Juan Luis
Orrego, Chile fue el país que se encargó de las negociaciones y los esfuerzos para
recolectar completamente el presupuesto posible para financiar el proyecto. Inglaterra
también contribuyo. Orrego indica que los ingleses aportaron un capital privado y
“apoyo político”, pues en aquel entonces deseaban darle una última estocada a la
influencia de la corona española en América.
Proceso independentista
Terminado el sitio de Rancagua, que culminó en un desastre para los patriotas, O
´Higgins llegó a Santiago con lo que quedaba de sus tropas el día 3 de octubre de
1814. Ahí se reunió con José Miguel Carrera, quien ya tenía planificado dirigirse con
sus fuerzas a Coquimbo para continuar la resistencia desde ese lugar. O´Higgins, sin
estar de acuerdo con ese plan, pero también carente de capacidad alguna para resistir
a los realistas en Santiago, condujo sus hombres a Mendoza. A la postre Carrera
también cruzaría la cordillera, pero sus desavenencias con San Martín y O´Higgins
provocarían su arresto y posterior envío a Buenos Aires.
Corría el año 1815 y los españoles habían causado duros reveses en las causas
independentistas americanas. El general San Martín, por su parte, mientras se
recuperaba de una grave enfermedad en Salta, escribía a Nicolás Rodríguez Peña:
“La Patria no hará camino por este lado del norte. Ya le he dicho a usted mi
secreto. Un ejército pequeño y bien disciplinado en Mendoza, para pasar a Chile
y acabar allí con los godos…Aliando las fuerzas…pasaremos por mar a tomar
Lima…hasta que no estemos sobre Lima, la guerra no se acabará”.
En tal sentido, el naciente Ejército de Los Andes no era para San Martín una fuerza
que tenía como fin último liberar a Chile, sino solo generar las condiciones para
posteriormente ir hacia Lima y el Alto Perú, destruyendo ahí a las tropas realistas y
asegurando en consecuencia la independencia de Argentina. Sin embargo, esta
concepción estratégica no era compartida por el gobierno en Buenos Aires, por lo que
no recibió el apoyo deseado; en consecuencia, la llegada de O´Higgins, quien pensaba
por sobre todas las cosas en la independencia de Chile y la necesidad de consolidarla
posteriormente con la derrota de los realistas en Lima, resultó de mutuo beneficio.
Con tal propósito final, San Martín consiguió ser nombrado gobernador de Cuyo, con
lo que en la primavera de 1815 comenzó en El Plumerillo —cerca de Mendoza— la
construcción del campamento que albergaría al naciente Ejército de Los Andes. Junto
con ello, inició la búsqueda de informaciones en territorio chileno3, periodo en el cual
se erigió —con ribetes de mito— la figura de Manuel Rodríguez, hombre que contó
con la confianza y amistad de San Martín y que fue relevante en la mantención del
espíritu revolucionario en Chile, así como en la búsqueda de la información clave para
las futuras operaciones del Ejército de Los Andes.
A fines de diciembre de 1816, en El Plumerillo se concentraba un reducido pero muy
bien adoctrinado, entrenado y equipado ejército, compuesto por más de 4.000
efectivos, entre oficiales, tropa, baquianos y auxiliares. Un 25% de los oficiales y un
30% de la tropa eran chilenos. El resto en su mayoría argentinos y una minoría de
diferentes países, incluyendo esclavos liberados por San Martín bajo la condición de
luchar por la causa. Fray Luis Beltrán, quien fuera magistralmente descrito por Claudio
Gay como un “…hombre valiente y activo, a quien la naturaleza había hecho
guerrero y las circunstancias religioso”, estuvo a cargo de la provisión de pólvora,
munición y otros equipos; las armas y el financiamiento fueron otorgados finalmente
por Buenos Aires.
La noche del 11 al 12 de febrero llegaron hasta Chacabuco alrededor de 500 hombres
al mando del brigadier Maroto, quienes sumados a los poco más de 1.600 realistas
que ya se encontraban desplegados para enfrentar al Ejército de Los Andes, ocuparon
posiciones defensivas un poco al norte de las Casas de Chacabuco.
Al amanecer del 12, las divisiones de Soler y O´Higgins marcharon hacia el sur para
atacar a las fuerzas realistas, las que luego de duros combates se retiraron hacia el
sur. Las pérdidas patriotas fueron 12 muertos y 120 heridos, mientras que el bando
contrario sufrió un 30% de bajas entre fallecidos, heridos y prisioneros.
El triunfo de Chacabuco fue uno de los hitos militares de mayor trascendencia no solo
para la independencia de Chile sino también, como se verá más adelante, para la
emancipación de América. A pesar de los errores tácticos con repercusiones
estratégicas cometidos7, esta batalla permitió el inicio de un nuevo período político
conocido como la Patria Nueva, bajo el proyecto del general don Bernardo O´Higgins,
elegido por aclamación como Director Supremo. El nuevo gobernante, entre sus
acciones inmediatas, formó un ejército nacional de gran valer militar denominado el
Ejército de la Patria.
Con este poderío se inició la Campaña al Sur, la que incluyó la expedición de Freire
hacia Arauco y el sitio de Talcahuano. En un intento por reconquistar Chile, a fines de
1817 y procedente de Perú llegaría a Talcahuano una fuerza comandada por el
brigadier Mariano Osorio, quien desde ahí iniciaría su progresión hacia el norte en
procura de Santiago, conocida como la Segunda Campaña de Osorio.
La Batalla de Maipú sellaría la derrota absoluta de las fuerzas realistas y la
independencia de Chile.
Siguiendo la victoria en Chacabuco y habiéndose consolidado el liderazgo político de
O´Higgins, San Martín regresó a Buenos Aires para conseguir los recursos necesarios
que le permitieran continuar con su idea original y avanzar hacia Lima. Las
autoridades argentinas, sin embargo, ante el temor de una invasión española retiraron
sus fuerzas y no hicieron efectivo el aporte en dinero previsto. Ante esto, el Congreso
chileno decidió asumir la preparación y ejecución de la Expedición Libertadora del
Perú, nombrando a O´Higgins como Comandante en Jefe, quien a su vez convenció a
un decepcionado San Martín para que volviera a Santiago, se enrolara como general
del Ejército de Chile y asumiera, con acuerdo del Congreso chileno, el mando en jefe
de dicha expedición.
Por lo demás, tras Chacabuco se fundó la primera Escuadra Nacional, la que al mando
del almirante Manuel Blanco Encalada obtuvo el dominio del mar derrotando a la flota
española a fines de 1818. Esto hizo posible que, dos años después y bajo la
inspiradora dirección de O´Higgins y San Martín, zarpara desde Valparaíso al mando
del vicealmirante Lord Thomas Alexander Cochrane, la escuadra integrada por 25
naves (8 de guerra y 17 de transporte), llevando a la Expedición Libertadora del Perú.
Bibliografía:
Estado Mayor del Ejército de Chile (1997). Historia Militar de Chile, tomo I.
Santiago: GENIART Editor. p. 136
GAY, Claudio. (1856). Historia de la Independencia Chilena. París. Recuperado
el 28 de febrero de 2017 en http://www.memoriachilena.cl
Op.Cit. (Estado Mayor del Ejército de Chile). p.137.
INFOGATE. (2017). 200 años del cruce de Los Andes por el Ejército
Libertador. Recuperado el 27 de febrero de 2017 en http://www.infogate.cl
CORRIENTE LIBERTADORA DEL NORTE
Para referirnos a la corriente libertadora del norte tenemos que hablar del comándate
Simón Bolívar, líder del movimiento de independencia latinoamericano. Su implacable
lucha contra los conquistadores europeos y las ideas innovadoras inspiradas por los
ideales de la Revolución Francesa, que amaban la independencia y la libertad,
expulsaron a los colonizadores españoles del norte de América del sur.
Bolívar nació en Caracas en el seno de una familia rica, uno de los pocos "criollos" que
poseía grandes extensiones de tierra. De 1804 a 1807, Bolívar viajó a Europa para
estudiar en Madrid, donde conoció a figuras influyentes, incluido el líder francés
Napoleón Bonaparte. Cuando regresó a Venezuela en 1807, vio el deseo de
independencia en la clase popular, un deseo que había iniciado un año antes con el
general venezolano Francisco de Miranda, quien llevó a cabo una serie de acciones
destinadas a promover la independencia en la América hispana, pero que fracasaron,
pese a su esfuerzo. Pero fue en 1808 cuando el movimiento de independencia ganó
un impulso innegable. En ese momento, Napoleón invadió España y encarceló al rey
Fernando VII, lo que debilitó al Imperio Español.
Batalla de Coyaca
Ocurrida el 7 de agosto de 1819, esta batalla marco no solo el punto final en las
disputas guerristas por el poder en el territorio colombiano, si no que fijo el triunfo
independentista que había trazado el país el 20 de julio de 1810. Esta confrontación
posee una gran importancia histórica en la independencia de Colombia, pues garantizo
el éxito de la liberación del imperio español con la caída definitiva del virreinato de
nueva granada.
Todo comenzó con una serie de luchas libradas por la Campaña Libertadora que
liderada por Simón Bolívar hacía resistencia a la reconquista española en 1819.
Después de superar diversos obstáculos, el ejército patriota salió victorioso en los
combates de Gámeza 11 de julio y el Pantano de Vargas 25 de julio, que fueron claves
en el resultado de la Batalla del Puente de Boyacá. Tras de 77 días de conformación
de la Campaña Libertadora, ese 7 de agosto fue decisivo. La estrategia de Bolívar era
clara: tomar por sorpresa al ejército realista que, sin remedio alguno, tenía que pasar
por el río Teatinos para dirigirse a Santafé, donde estaría a salvo de los ataques
patriotas. Bajo el mando de Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y José
Antonio Anzoátegui, la tropa patriota conformada por 2.850 combatientes (criollos,
mulatos, mestizos, zambos, indígenas y negros) asaltó al ejército realista que contaba
con 2.670 hombres liderados por el coronel José María Barreiro. En un combate que
duró cerca de seis horas, la tropa libertadora se llevó la victoria y logró la rendición de
los españoles, que fueron tomados como prisioneros. Tras ser tomado como
prisionero, Barreiro intentó sobornar al soldado de quince años Pedro Pascasio
Martínez, que se negó y lo entregó a Bolívar. En cuanto se supo de la derrota realista,
el virrey Juan Sámano huyó de Santafé, ciudad que quedó bajo el mando de los
criollos.
La Batalla de Carabobo
La batalla de Carabobo fue el principal conflicto bélico que consolidó la Independencia
de Venezuela. Esta ocurrió el 24 de junio de 1821 y representó la liberación definitiva
del territorio venezolano del dominio español. Durante la batalla de Carabobo se
enfrentaron los realistas que era liderado por miguel de la torre, en representación del
imperio español. Por otro lado, el ejército patriota que estaba liderado por simón
bolívar con el apoyo de José Antonio Páez, en representación de la gran Colombia. La
guerra entre patriotas y realistas había cesado con la firma del armisticio entre España
y Venezuela en el año 1820. Allí se había logrado poner un fin a los enfrentamientos
armados y una tregua de paz. Sin embargo, este pacto se rompió antes de lo previsto,
cuando el 28 de enero de 1821 las fuerzas patriotas decretaron a la ciudad de
Maracaibo una provincia unida a la Gran Colombia. De esta manera, Simón Bolívar
reunió a sus tropas y se preparó para enfrentar al ejército realista y librar
definitivamente a Venezuela del dominio español.
El fin del dominio español sobre el territorio de Venezuela, siendo esta batalla
el suceso más importante durante el proceso de independencia de dicho país.
Esta batalla contribuyó con que se debilite por completo el ejército realista en
América, permitiendo de esta manera la independencia de diversos países en
el continente.
Batalla de Pichincha
La batalla de Pichincha provocó la independencia de la ciudad más importante de
Ecuador, Quito. El general de brigada Antonio José de Sucre había llegado el 17 de
mayo de 1822 al Valle de Chillo. Consciente de la maniobra planteada por Sucre, el
mariscal de campo Melchor Aymerich ocupó la ciudad de Quito el 16 de mayo en la
noche. Sucre la pasó La colina de Puengasi, después de burlar los puestos avanzados
de Aymerich. El 21, bajó el ejército republicano al llano Turubamba y presentó batalla
a los realistas, quienes la rechazaron pues ocupaban posiciones impenetrables.
Después de algunas maniobras, Sucre llevó sus tropas al pueblo de Chillo gallo, a
unos 1.600 metros de las posiciones contrarias. Durante la noche del 23 al 24 de
mayo, Sucre marchó con su división con la idea de ocupar el valle de Iñaquito, al norte
de Quito, el cual, además de ser el mejor terreno, se hallaba entre Pasto y Quito.
Después de atravesar un camino muy escabroso, la columna de Sucre llegó a las 8
a.m. del día 24 a las alturas del Pichincha. Detrás había quedado el parque,
custodiado por el batallón Albión. A las 9:30 a.m., la compañía de cazadores del
batallón Paya, tomó contacto con la división realista. Se inició el combate, y poco
después llegó el batallón Trujillo (coronel Andrés Santa Cruz), seguido de 2 compañías
del batallón Yaguachi. El resto de la infantería, bajo las órdenes del general José
Mires, seguía el movimiento de estas unidades, hasta entrar en combate. Entre tanto,
el coronel Córdoba marchó con las 2 compañías del batallón Magdalena, buscando
situarse a retaguardia del enemigo; pero lo fragoso del terreno se lo impidió y tuvo que
regresar. Avanzaron los realistas, pero el batallón Paya los cargó a la bayoneta y les
hizo perder la ventaja que habían obtenido. Córdoba recibió la orden de relevar al
batallón Paya y cargó contra el enemigo, hasta desorganizarlo y derrotarlo. Al
mediodía, Sucre había obtenido la victoria; la explotación de ésta fue llevada a cabo
por los batallones Paya, Yaguachi y Albión, la cual fue llevada hasta la propia ciudad
de Quito. Imposibilitados los realistas para hacer frente a estas acciones, se refugiaron
en el fuerte del Panecillo, y hasta allí les hizo llegar Sucre su oferta para una
capitulación.
La Capitulación
El 25 de mayo de 1822 se firmó la Capitulación entre Melchor Aymerich,
general del ejército español, y Antonio José de Sucre, general de brigada del
Ejército de Colombia y comandante general de la División del Sur de la
República. Aymerich comisionó a los coroneles Francisco González y Manuel
María Martínez de Aparicio, y teniente coronel Patricio Bray. Sucre, nombró
como representantes del ejército patriota a los coroneles Andrés Santa Cruz,
jefe de las tropas del Perú, y Antonio Morales, jefe de Estado Mayor de la
División Libertadora. El trascendental documento fue ratificado y aprobado,
para que sea cumplido en todas sus partes fiel y rigurosamente. La batalla del
Pichincha librada el 24 de mayo de 1822 consolidó la independencia del
territorio de la Presidencia de Quito y representó otro buen augurio para el
resto de acciones en favor de la libertad continental. Esta victoria puso fin al
poder español en la presidencia de Quito, que el día 29 se incorporó a la Gran
Colombia
Con la rendición del ejército realista español, los patriotas pudieron entrar
victoriosos a Quito y en forma definitiva declararon la independencia.
Gran parte del material bélico de los realistas fue capturado, lo cual ayudó a
continuar con la campaña de independencia.
Bibliografía
Colectivo de autores. Historia Militar de Cuba (1510-1868). Centro de Información para
la Defensa, MINFAR. https://www.ecured.cu/Batalla_de_Pichincha
Batalla de Junín
Llevada a cabo el 6 de agosto de 1824, esta tuvo tan solo una duración de apenas 45
minutos y se libró con armas blancas. Cuando parecía una segura derrota peruana,
aparecieron los “Húsares del Perú” al mando de Isidoro Suárez y Andrés Rázuri, cuyos
hombres potenciaron a los Patriotas y lograron la victoria independentista. A partir de
ese entonces, los” Húsares del Perú” pasaron a ser” Húsares de Junín”.
Bibliografía
Pons, G (1978) Compendio de historia del Perú, pp. 120-141