Krzysztof Pomian
Krzysztof Pomian
Krzysztof Pomian
Negar el tiempo, como señala Ilya Prigobrine, puede ser un consuelo o parecer un
triunfo de la razón humana , pero es siempre una negación de la r ealidad (Ilya
Prigogine, "De los relojes a las nubes", en Dora Fried Schnitman, Nuevos Paradigmas ,
Cultura y Subjetividad, Buenos Aires-Barcelona-México, Paidós, 1994, p.4.09). Para
plantearse siquiera la posibilidad de refutar el tiempo, hay que compartir el argumen-
to de la filosofía idealista que , después de negar el objeto que está detrás de las impre-
siones d e lo sentidos (Berkeley) y el sujeto que percibe los cambios (Hume), da un paso
más y r ech aza también el tiempo como un todo, fuera de cada instante presente . Luego
53.
Dirigido a
de exponer semejante argumento , Jorge Luis Borges, en su "Nueva refutación del tiem-
po" (Obras completas, 11, Barcelona, Círculo de Lectores, 1992, pp.351-365) , conclu-
ye : "Negar la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo astronómico, son deses-
peraciones aparentes y consuelos secretos. Nuestro destino (a diferencia del infierno de
Swedenborg y del infierno de la mitología tibetana) no es espantoso por irreal: es
espantoso porque es irreversible y de lúerro. El tiempo es la sustancia de que estoy
hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me des-
truye, pero yo soy el tig1·e; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo,
desgraciadamente, es real; yo, desgraciadamente, soy Borges" (Obras Completas,
Buenos Aires , Emecé, 1989 , vol.U, 1952-1972).
a)-En primer lugar el tiempo cobra existencia e incluso se visualiza con la ayuda de
los distintos instrumentos que miden el a ntes y el después , porque parece un rasgo con-
sustancial a la trayectoria de los objetos, una propiedad objetiva, algo así como la sus-
tancia de que están hechos , en tanto que objetos que cambian. La cronometría tiene ese
origen. Según Giuseppe Barletta, (Chronos. Figure filosofique del tempo, Bari, Dedalo,
1992, p.15), la etimología del término Chronos indica la maduración estacional de los
frutos y muestra el arquetipo de la dimensión temporal, originado sea en la cuotidia-
nidad circular del trabajo agrícola, sea en la naturalidad de la posición del sol y en la
alternancia del calor y del frío .
b)-En segundo lugar, la analogía con el río , o con cualquier otra sustancia que fluye
constantemente, no sólo visualiza el tiempo a través de la medida (relojes de agua, relo-
jes de arena, relojes metálicos ... ), sino que permite también que le asignemos una topo-
logía y una dirección determinada.
54.
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Dirigido a
Cambridge, 1983- resulta posible confrontar tema por tema diferentes épocas y cultu-
ras con menos confusión de cuanto implica la tentativa de confrontar histórica y cultu-
rahnente categorías interpretativas específicas como Estado, familia o burguesía.
Dos son las topologías y otras tantas las direcciones que definen las relaciones entre
el presente, el pasado y el porvenir, en palabras de K.Pomian, cuyas ideas paso ahora
a resumir.:
b )-En caso contrario, los acontecimientos son de dos clases: los que vuelven perío-
dicamente y los que sólo se producen una vez y luego desaparecen para siempre.
Incluso cuando el tiempo global se define como cíclico, el lugar del presente en rela-
ción con el pasado y el futuro no está definid!) de manera unívoca:
a)-Si el presente se sitúa en la fase ascendente del ciclo, el tiempo se vive y se pien-
sa como progresivo, el futuro es objeto de esperanza y al pasado se le supone caduco.
También las "cronosofías" -término empleado por Pomian- que definen el tiempo
como lineal, deben determinar su dirección. No basta con afirmar que el pasado, el
presente y el futuro difieren. Aún falta por precisar si esa tendencia es ascendente o
descendente, si los cambios acumulados son positivos o negativos. Responder a esas
cuestiones, determinar la dirección del tiempo como progresión o retroceso, crecimien-
to o descenso, auge o decadencia, equivale a emitir un juicio de valor sobre el presen-
te, a la vez que se opta por una actitud con respecto al pasado y al futuro. También la
cronosofía lineal puede, como la cíclica, expresarse mediante dos actitudes opuestas en
relación con los problemas de actualidad.
Tal y como señala Pomian, definir la topología del tiempo y determinar su dirección
son dos cosas distintas.
-En el tiempo definido como lineal, la dirección está determinada de una vez por
todas, y viceversa.
-La topología cíclica supone que la dirección del tiempo no es constante, sino que
existen puntos donde, de ascendente, se vuelve descendente.
55.
sofía el tiempo sólo puede tener una topología discreta, puntual; es una serie de episo-
dios divergentes crue no se integran en ninguna figura de conjunto". Excluye la posibi-
lidad misma de previsión y, por ello, impuga la legitimidad de todas las demás crono-
sofías. "Como expresión de una actitud escéptica con respecto al futuro , con frecuen-
cia va acompañada de una actitud similar respecto a la posibilidad misma d e conocer
el pasado. Sólo el presente halla gracia a sus ojos, y no siempre" (pp. 15-16).
a)-Por un lado, como un tiempo cíclico, que definen las revoluciones de los cuerpos
celestes y expresan los distintos tipos d e calendarios y de r elojes que miden su paso
como quien regula el curso de los ríos: un tiempo que gira en redondo y donde las repe-
ticiones predominan sobre las diferencias.
b)-Por el otro, el tiempo vivido por los seres humanos, que presenta una forma line-
al y un curso irreversible, el tiempo humano que Aristóteles contrapone al tiempo cós-
mico. Como un río que arrebata y destruye , ese tiempo es una fuerza enigmática que
nos limita y coacciona . "El lamento del poeta (Horacio) - esc1·ibe Norbert Elias- por la
cascada de los fugaces años nos llega desde la Antigüedad con frescura sin
merma ... Desde que el hombre es h ombre e incluso antes con sus antepasados homíni-
dos, el ciclo vital pasa sin cesar de la vida a la muerte. Y este p roceso con su s fases suce-
sivas era obligado y n o dependía de la voluntad o conocimiento de los hombres, que,
sin embargo, sí ordenaron este curso en forma de años, cuando desarrollaron para sus
propios fines este símbolo regulador" (N.Elias,Sobre el tiempo,México,F.C.E.,1989,
pp.31-32).
El lamento del poeta por la cascada de los fugaces años sur ge de la difícil aceptación
de ese curso irrever sible que acompaña a la finitud de la vida. "No se engañe n adie, no ,
/ pensando que a de durar / lo que espera / más que duró lo que vio , / porque todo ha
d e pasar / por tal manera. / Nuestras vidas son los ríos/ que van a dar en el mar / que
es el morir " ("Coplas que hizo Don Jorge Manrique a la muerte del maestre de
Santiago don Rodrigo Manrique su padre" en Poesía, Bar celona , Crítica, 1993, pp.
56.
Dirigido a
149-150). Va unido, ese lamento, a la esperanza de que el mundo visible, que sentimos
en constante movimiento, sea en definitiva el camino para el otro, concebido como
inmutable y eterno, un mundo invisible que las distintas religiones convierten en su más
preciado dogma. Así, a la experiencia más antigua y persistente, que asocia la sustan-
cia temporal de que estamos hechos a la corriente incontrolable del río, le corresponde
la idea de eternidad como remanso.
Porque, en efecto, existe una idea opuesta a la del tiempo como rasgo del cambio de
las cosas, tan antigua como ésta, que rechaza la noción de trayectoria y propone que el
presente, el pasado y el futuro son idénticos. Nada cambia, nada sucede; lo que anta-
ño fue es y será siempre lo mismo. En esta cronosofía de la intemporalidad, sólo tiene
sentido la noción de un presente local y globalmente simétrico. A este presente, "tiem-
po estacionario", se le da el nombre de "eternidad"; a los seres que se encuentran,
desde siempre y por siempre, en él, se les tiene por absolutamente inmutables. "Platón-
señala Pomian- llega a identificar el tiempo con el movimiento de los cuerpos celestes ,
al situarlo en lo visible, mientras que lo invisible se asimila a la sustancia eterna a la
que no se aplica expresión alguna que pudiera sugerir algún cambio" (p .263) . Platón,
como Parménides, creyó que detrás del devenir - mera apariencia sujeta a paradojas
como la de Aquiles y la tortuga (Zenón de E lea)- , se encontraba el mundo del ser, el
mundo real aprehensible por la inteligencia con la ayuda de la razón, como afirma en
el Timeo; un mundo a la vez indivisible e independiente del tiempo.
57.
Dirigido a
A pesar de que los seres humanos siempre han tenido plena conciencia d e vivir en
un mundo irreversible, de nacimiento y mortalidad , el tiempo, en el sentido del tiempo
direccional, hasta hace poco ha resultado una apariencia para la ciencia clásica. El
tiempo parecía algo impropio de una naturaleza estable y de una ciencia capaz de creer
que sólo cuando lo eliminaba alcanzaba la más absoluta certeza. Durante casi toda la
historia del pensamiento científico en Occidente, la física clásica ha imaginado al uni-
ve1·so como r ever sible. A lo largo de toda esa historia- como nos recuerda Ilya
Prigogine- , desd e Giordano Bruno hasta Einstein, el universo ha sido concebido como
uno, infinito e inmóvil; sin movimiento local, porque nada podía haber fuera de él; un
universo, en definitiva, sin generación propia, que no er a corruptible, ni tampoco alte-
rable. En consecuencia el tiempo, en el sentido del tiempo direccional , irrever sible,
parecía una ilusión. (l. Prigogine,¿Tan sólo una ilusión?.Una exploración del caos al
orden,Barcelona, 1983).
58.
Dirigido a
bió una colección de ensayos de Godel que incluía un modelo cosmológico en el que se
concebía como posible el viaje hacia el propio pasado. En las postrimerías de su vida,
para Einstein aceptar que se podía viajar hacia atrás en el tiempo era negar la realidad
del mundo, por lo que no se mostró estusiasta ante el trabajo de Godel. Esta imposibi-
lidad debía hacer, según él, que los físicos reconsideraran el problema de la irreversi-
bilidad. Sin embargo, poco antes de su muerte, en una carta escrita el 21 de marzo de
1955 a la familia de un amigo suyo que acababa de fallecer, todavía Einstein decía:
"Para nosotros, físicos convencidos, la distinción entre el pasado, el presente y el futu-
ro es solamente una ilusión, por persistente que sea". Como consecuencia de la nega-
ción del tiempo por la ciencia clásica, el orden inmutable ha reinado tradicionalmente
en la ciencia desde el átomo a la galaxia (E. Morin,El método,!) y se ha convertido en
la palabra maestra de una ciencia preocupada por las leyes inmutables que describen
el universo.
Sin embargo, los seres humanos siempre han vivido en un mundo de nacimiento y
mortalidad, donde el tiempo existe en un sentido irreversible y unidireccional. La lite-
ratura, desde Homero a Proust, lo ha representado así en todas las épocas. Mientras la
ciencia buscaba las leyes inmutables que· describían el universo estático, el dominio de
las acciones humanas, a diferencia de ese universo de repeticiones, ha sido siempre
concebido como el de las derivas y las bifurcaciones, la temporalidad irreversible, la
complejidad y el azar. Por ello , en el dominio de las acciones humanas desde antiguo
gobierna la narración. La literatura, la cronología, la crónica y la historia han dado
cuenta de la sucesión de los acontecimientos que interesan a causa de su singularidad,
cualquiera que sea su sentido y la significación que de los mismos proporcione cada
relato. La historia pretende explicar o comprender el pasado desde la perspectiva que
proporciona el historiador, mucho más completa que la del contemporáneo de los suce-
sos, que no conoce el futuro de los mismos. Para el historiador, el futuro de los hechos
que estudia ha pasado y, en consecuencia , su interpretación puede contener las dife-
rencias entre los tres tiempos. Sólo cuando existen esas diferencias hay posibilidad de
tener un pensamiento histórico. El pensamiento histórico ha roto así con la conciencia
estática del tiempo, en su forma antigua o moderna. Por el contrario, en las sociedades
antiguas", que según Mircea Eliade sienten nostalgia de un retorno periódico al tiempo
mítico de los orígenes, predomina la rebelión contra el tiempo concreto. (El mito del
eterno retorno, Barcelona, Planeta-De Agostini, 1984, p.7).
59.
Dirigido a
La historia como disciplina her edó el orden inmutable que presuponía la ciencia y
tuvo que hacedo compatible con la sucesión de los acontecimientos. En los Principios
Fundamentales de la Historia del rumano A.D. Xénopol - según Monod "la obra más
completa y cla r a que existe sobre la materia" (publicada en 1899 y traducida al castella-
no por Domingo Vaca, Madrid, Daniel Jorro, 1911)-, se nos dice que la r epetición es el
fundamento d e todo lo que existe, mientras que la sucesión no es más que su floreci-
miento. " La r ealidad es inmutable en sus bases ; pero, por una y otra parte, se liquida y
comienza a correr a lo largo del tiempo, como glaciar que diese origen a ríos"( .. . ). Los
hechos de repetición son los que se repiten sin diferencias importantes; aquellos cuyas
variaciones oscilan y pueden olvidarse, para preocuparse solo de la esencia, de la p arte
general del hecho. Los hechos de sucesión, por el contrario, son aquellos en los que repe-
tición se realiza de modo que la desemejanza supera al elemento común y en que las val'ia-
ciones son continuas" (pp.4-5).
Cuando la historia quiso parecerse aún más a la ciencia clásica , no tuvo más reme-
dio que ser concebida como una historia sin eventos, a la búsqueda de un pasado r emo-
to de r epeticiones y de ciclos donde encontrar sus leyes. Así se alejó cada vez m ás d e la
r ealidad contemporánea, la realidad del cambio social que iba unido a las revoluciones
sociales y a la r evolución industrial , en la que, paradójicamente, se sucedían los acon-
tecimientos y la transformación de las cosas a una velocidad vertiginosa. D e esa reali-
dad contemporánea huyó la "historia científica" de los Annales para r efugiarse en el
estudio del "antiguo régimen ":
"En el Mediterráneo del siglo XV, del siglo XVI, cuando llega el invierno, todos los
navíos regresan a puerto. No vu elven a r ecorrer los mares sino h as ta los b ellos días del
mes de abril. Es así como todos los años, cualesquiera que sean los acontecimientos, las
60.
Dirigi.do a
situaciones, las civilizaciones que están en torno al Mediterráneo, observáis ese movi-
miento. Encontrábais un movimiento comparable en los r ebaños que suben a las mon-
tañas y vuelven a descender a las planicies cálidas. Son movimientos que se r epiten, q ue
continúan, nada parece cambiar. Esta historia inmóvil, esta historia que he terminado
por llamar la lústoria de larga duración, es la estructura de la historia , es la explica-
ción d e la historia. Es la explicaciém del propio Mediterráneo, la de un país como el
nuestro"
Condicionada por una visión p esimista del presente, fascinada p or la eternidad que
iba unida a la imagen clásica de la ciencia y angustiada por la multipicación de lo efí-
mero -el acontecimiento es para Braudel lo superficial, lo efímero , lo provisional, lo
estrecho, el mundo de la ilusión, la r ealidad tal y como se aparece a sus agentes, "trans-
tornos superficiales, crestas de espuma que las olas de la historia llevan en sus fuertes
espaldas"-, la concepción del tiempo de la ciencia clásica dio origen a la llamada "lús-
toria científica". Sin embargo , en las últimas décadas los historiadores h an ido aban-
donando la preocupación obsesiva por encontrar r ep eticiones en la sucesión de los
h echos y han vuelto a interesarse por los acontecimientos y por la narración de los mis-
mos. Preguntar por la significación histórica de un acontecimiento -según reciente-
mente se ha venido repitiendo- es preguntar por algo que sólo puede ser r espondido en
el contexto de una narración, porque sólo el relato considera el significado de los acon-
tecimientos en r elación con una totalidad temporal que comprende el pasado, el pre-
sente y el futuro de cada uno d e ellos (A.Danto).
No en todos los casos, sin embargo , fue así. D.N.Furbank, en su biografía crítica
d e Diderot (1992), distingue la versión científica de la Ilustración de Diderot, de la
de D ' Alembert y la de Voltaire. Si Diderot era escéptico con respecto a las matemáti-
cas, d'Alembert sentía una devoción exager ada, en cuanto verdadera clave de la cien-
cia y único ámbito de verda des claras y d emostrables. D'Alembert era un "simplifi-
cador" y un "positivista". El científico, en cualquier campo, debía según él reducir
los principios científicos al menor número posible . El modelo entre las ciencias físi-
cas era, en su opinión, la física teórica, una ciencia esencialmente deductiva que no
61 .
Dirigido a
Diderot, por el contrario, dejó claramente expuesta sus diferen cias con
D'Alembert en L'interpretation de la nature(l 753) -t.IX de las Obras Completas,
París, Hermann, 1981-, el mismo año que se publicab a el volumen 111 de la
Enciclopedia. La idea central de Diderot era que la ciencia se encontraba en el
umbral de una revolución. Las matemá ticas, con toda su grandeza, estaban a punto
de ser destronadas y con ello la moda social que había generado una oleada d e expe-
rimentos inútiles sin aportar ningún conocimiento nuevo. Lo que se anunciaba, a
cambio, era un papel diferente y más creativo para el experimentalismo. La palabra
francesa experiénce, nos dice D.N. Furbank, significa a la vez "experiencia" y "expe-
rimento" y Diderot d esarrolló un concepto de experiénce en la ciencia que abarcaba
ambos significados . Por una parte, "experimento" se diferencia de la mera observa-
ción y requiere algún tipo de laboratorio y, por añadidura, dinero (los ricos debían
elegir esta forma de empobrecerse antes que otras menos r espetables) . Por otro lado
está la experiencia y la práctica de los mecánicos cualificados, que les da capacidad
para atrapar la verdad " por los pelos" donde los filósofos sólo ven calvicie. "Han
visto obrar a la naturaleza tan a menudo y tan de cer ca que pueden adivinar con
seguridad qué curso tomará cuando la fantasía los induce a ' provocarla' con los expe-
rimentos más extraños".
62.
Dirigido a
Hay un punto en que la ciencia debe ceder por completo el paso a la conjetura, pues
la filosofía da por supuesto que la naturaleza es constante, pero ¿qué sucedería si flu-
yera?. ¿Qué pasaría si tuviéramos que incluir el tiempo en nuestra definición de la
naturaleza y redefinida, olvidando toda verborrea mitológica, simplemente como
"resultado general actual, o resultados generales sucesivos, de la combinación de los
elementos"?. En este caso nuestra lústoria natural "sería tan solo la historia incomple-
ta de un solo momento; y la "conjetura" ocuparía su propio lugar. Se podría ver obli-
gada a suponer un proceso de transformación sin fin en el que las especies fueran tan
perecederas como los individuos y cualquier cosa que fuera lógicamente posible en
algún momento llegaría a ser real. Debería imaginar que algunos elementos naturales,
existentes desde la eternidad, se reunieron en algún momento para formar el animal
'Hombre', desarrollando sucesivamente el movimiento, la sensación , las ideas, el pen-
samiento, la reflexión, la conciencia , los sentimientos, las pasiones, los signos, los ade-
manes, los sonidos, los sonidos articulados, el lenguaje , las leyes, las ciencias y las
artes; lo que, a su vez, experimentaría luego un 'debilitamiento' prolongado durante el
cual todas estas facultades abandonarían al animal humano , desaparecerían de la
naturaleza para siempre o volverían a aparecer bajo una forma muy diferente"
(Furbank,op.cit., p.127).
Pocos meses después de la aparición del libro, nos dice Furbank, Diderot publicó
una edición r evisada con una dedicatoria curiosa e inquie tante. Empieza con las pala-
bras "Joven, toma y lee" y concluye así: "P.S. Unas palabras más antes de abando-
narte. Nunca olvides que la naturaleza no es Dios; que el hombre no es una máquina;
que una hipótesis no es un hecho ; y puedes estar seguro de que no me habrás com-
prendido si encuentras ago en mi libro que se oponga a estos principios".
63.
Dirigido a
De entre las flechas que marcan la dife1·encia entre pasado y futuro, la más famosa es
la tendencia de la ma¡,rnitud denominada entropía, que recoge la segunda ley de la termo-
dinámica. Sabemos que la razón última de la unidireccionalidad del tiempo es que el uni-
verso se encontraba hace unos quince mil millones de años en un estado muy diferente del
actual. El universo en sus orígenes era como un infierno capaz de convertir lo que conte-
nía en una gran fuente de ene1·gía , todavía hoy inagotable, repartida en millones de con-
centraciones galácticas. No conocemos de qué modo la energía del Gran Estallido se trans-
formó en esas partículas, jamás hasta ahora detectadas, que son a su vez el origen de las
partículas elementales con masa , descubiertas por la ciencia. Tampoco hemos averiguado
aún cómo las composiciones diversas de las partículas con masa , que dieron origen a múl-
tiples variantes de átomos y de moléculas , han producido una gran diversidad de formas
de vida y finalmente esa inteligencia, a la vez creadora y destructora, que es la inteligen-
cia humana. Sin embargo, toda esta cadena de acontecimientos establece en la naturaleza
la misma diferencia entre el pasado y el futuro que encontramos en la experiencia de nues-
tra vida. Si no estuvieran creándose constantemente formas nuevas -en la materia, en la
vida , en el pensamiento humano, en las organizaciones sociales- no tendríamos la sen sa-
ción de que el tiempo corre en una dirección única , como si fuera una flecha.
64.
Dirigido a
en el presente con el fin de anticipar lo que ha de venir más ta rde. La marcha del
progreso es, como señala Stephen Jay Gould (La vida maravillos a, Barcelona ,
Crítica , 1991, pp.25-27), la representación canónica de la evolución. La palabra
evolución en sí misma se convierte en un sinónimo de progreso. Sin embargo, la vida
se parece más bien, como señala Gould, a " un a rbusto que se ramifica copiosamen-
te y que es continuamente podado por el torvo segador que es la extinción, no una
escala de progr eso predecible" Por eso algunos científicos hablan hoy en día de un
tiempo de la naturaleza que se ha humanizado , es d ecir, que resulta tan caótico y tan
cr eativo como el d e los seres humanos, muy lej os de la imagen del universo mecáni-
co, ordenado y eterno , que antes tuvo la cien cia .
a)-La primera de ellas imagina el tiempo como algo externo e independiente de noso-
tros, como algo que percibimos a través de los sentidos y que va intrínsecamente unido
al movimiento de los objetos. E s un tiempo que puede ser medido y que se correspon-
de con la representación cuantitativo-espacial del movimiento de los objetos, sea cuál
sea la topog1·afía y la dirección del mismo . De alú procede la antigua noción del tiempo
como medida del movimiento, que pasará después a la ciencia moderna.
b )-La segunda de las concepciones clásicas del tiempo lo considera una construcción
subj etiva que, lejos de proceder directamente d e la experiencia externa del movimien -
to de los cuerpos, responde a la experiencia interna d el devenir de la existencia huma-
na. San Agustín consideraba el tiempo como una extensión de un alma que espera,
atiende y r ecu erda , de un alma en definitiva que contien e en sí misma la representación
del futuro , del presente y del pasado . El tiempo, en este caso, ya no procede sin más de
la experiencia del cambio, sino de una conceptualización previa construida subjetiva-
mente y que predetermina interamente dicha experiencia.
65.
Dirigido a
"Un año entero -prosigue Borges- ha bía solicitado de Dios p a r a terminar su labor:
un año le otorgaba su omnipotencia. Dios operaba para él un milagro secreto: lo mata-
ría el plomo alemán, en la hora determinada, pero en su mente un año trascurriría
entre la orden y la ejecución de la orden." No disponía de otro documento que la memo-
ria, no trabajó para la posteridad ni aun para Dios, de cuyas preferencias literarias
poco sabía. Terminó su drama. La cuádruple descarga lo abatió dos minutos después
de que el sargento hubiera vociferado la orden de ej ecución.
66.
Dirigido a
pos sólo serían signos para distinguir el tiempo, la naturaleza del tiempo es para San
Agustín una "cierta distensión", una "extensión del alma", con la que medimos los
tiempos gracias a la "expectación del futuro", la "atención del presente" y la " memo-
ria del pretérito" que residen en ella . El tiempo, como cualidad intrínseca del alma,
ordena el movimiento de los objetos en el eje psíquico continuo, formado por el pre-
sente de las cosas pasadas (la memoria), el presente de las cosas presentes (la visión) y
el presente de las cosas futuras (la expectación) . Muy diferente a la idea subjetiva del
tiempo es la del tiempo unido al movimiento de los cuerpos: un tiempo que puede ser
observado y medido del mismo modo por cualquier persona y que por ello se convierte
en una realidad independiente de la cualidad del sujeto que la percibe, en una realidad
objetiva, en donde cada instante se dispone inevitablemente en un eje como las etapas
de un proceso irreversible.
67.
Dirigido a
empirista, que identifica el tiempo con el movimiento de los objetos p ercibido a través
de los sentidos. En tanto que individuos, existe en cada uno de nosotros un concepto de
tiempo que es mucho más que una idea innata, en definitiva un concepto socialmente
aprendido, elaborado paso a paso en función de las distintas experiencias históricas
que ha tenido el ser huma no. Desde niños adquirimos gradualmente los conceptos por
medio del desarrnllo del uso del lenguaj e. Por ello nuestra manera de concebir los fenó-
menos y las acciones en el pasado, en el presente y en el futuro, dependen estrecha-
mente de las formas verbales temporales que hemos aprendimos y que resultan muy
diversas en cada una de las lenguas. " La adquisición gradual por parte del niño de con-
ceptos temporales puede relacionarse íntimamente con el desarrollo del uso del lengua-
j e . Pues , aunque la conciencia del tiempo es producto de la evolución humana, las ideas
del tiempo no son innatas, sino que son construcciones intelectuales resultados de la
experiencia y la acción"(G.J .Whitrow, El tiempo en la historia,Barcelona,
Crítica,1990,p.18, citando a J.Piaget)
Los conceptos abstraen del flujo de información que nos ofrecen nuestras represen-
taciones sen soriales, las constantes que pueden dar una pauta al conocimiento del
mundo. Según el físico y descubridor del quark Murray Gell-Mann, todo sistema com-
plejo adaptativo -son ej emplos de ello un niño que aprende su lengua materna, una bac-
teria que desarrolla r esistencia a los antibióticos y la empresa científica huma na -, que
adquiere información acer ca tanto de su entorno como de la interacción entre el pro-
pio sistema y dicho entorno , identifica regularidades y las condensa en una especie de
esquema o modelo, y actúa en el mundo r eal sobre la base de dicho esquema. Cuando
hay diversos esquemas en competencia, los r esultados de la acción en el mundo r eal
influyen de modo retroactivo en dicha competencia (El quark y el jaguar.Aventuras de
lo simple y lo complejo,Barcelona,Tusquets,1995,p.35).
68.
Dirigido a
Si conoce1· es producir una traducción de las realidades del mundo exterior, enton-
ces no cabe la menor duda de que somos coproductores del objeto que conocemos; coo-
peramos con el mundo exterior y es esa coproducción la que nos da la objetividad del
objeto, por lo que en definitiva somos coproductores de la objetividad. Es por ello que
la objetividad no es solamente un dato sino también un producto. La objetividad con-
cierne igualmente a la subjetividad y esto es precisamente lo que ocurre en el relato
sobre el tiempo físico y el psíquico que construyó Borges para mostrarnos que ambos
resultan inseparables.
El conocimiento de las cosas por los seres humanos y su actuación en el mundo real
va unido estrechamente a la adquisición de los conceptos y en definitiva del lenguaje.
Según Dereck Bickerton, tres son los rasgos que distinguen a los seres humanos.
a)-El primer aspecto que nos distingue de otras especies es el poder sobre la natu-
raleza. Si miramos a nuestro alrededor veremos que todo está construido, fabricado o
desarrollado por miembros de nuestra propia especie. Nuestro mundo es, en gran
parte, nuestra propia creación. Otras especies se adaptan al mundo natural; nosotros
adaptamos el mundo natural a nosotros.La mayoría de las especies están restringidas a
sus propios nichos , cercados por infranqueables barreras del clima, la vegetación y el
terreno . Tan sólo nosotros parecemos exentos de tales límites.
b )-El segundo aspecto que nos diferencia es que tenemos una aguda y persistente
conciencia de que no sólo podemos actuar en el mundo, sino también retroceder y ver-
nos a nosotros mismos actuando; revisar nuestras propias acciones y las de otras per-
sonas y ponderarlas y juzgarlas deliberadamente; catalogar nuestra esperanzas, nues-
tros temores, nuestros sueños y realizar innumerables operaciones que agrupamos bajo
el epígrafe de actividades "mentales" o "conscientes". "Es sólo porque podemos imagi-
69.
Dirigido a
nar las cosas de forma diferente a como son, por lo que somos capaces de cambiarlas"
(p.16). Puesto que ninguna especie altera el mundo , podemos decir que la con ciencia y
el p oder de la naturaleza son únicos de nuestra epecie y que sólo a través de la prime-
ra puede suceder lo segundo.
c)- No son solamente dos aspectos, la conciencia y el poder sob1·e la naturaleza, los
que no distinguen de otras especies. Hay un tercero: el lenguaje. El lenguaje no sólo fue
la fuerza que nos lanzó más allá de los límites de otras especies, sino también el requi-
sito necesario tanto de nuestra con ciencia como de nuestra capacidades únicas". El len-
guaje es, de todas nuestras capacidades mentales, la más profunda bajo el umbral de
nuestra conciencia, la menos accesible a la mente racionalizadora. Cuando por prime-
ra vez pudimos formular un pensamiento, allí estaba el lenguaje, puesto que difícil-
mente recordamos la época en que carecíamos de lenguaje y cómo lo adquirimos. "Es
como una lámina de vidrio transparente a través de la cual cualquier obj eto concebible
en el mundo n os parece claramente visible . Nos resulta difícil creer que si la lámina se
quitara , esos objetos y el mundo ya no existirían de la forma en que los hemos venido
conociendo". A su vez, esto es así porque para la mayoría de nosotros el lenguaje pare-
ce ser principalmente, o aún exclusivamente, un medio de comunicación. Pero ni
siquiera es principalmente un medio de comunicación. "Más bien es principalmente un
sistema de r epresentación, un medio para clasificar y manipular la plétora de infor-
mación que nos inunda a lo largo de nuestra vida".Cómo apareció dicho sistema, cómo
funciona y qué tareas cumple, son los temas principales del libro de Derek
Bickerton,Lenguaj e y especies (1990), Madrid,Alianza ,1994 ,"Introducción" (pp.15-
22)
El lenguaje, tal y como allí se argumenta, es una adaptación evolutiva de una espe-
cie determinada y funciona como tal en beneficio de la especie. E l lenguaj e es un siste-
ma de representación que no r efleja pasivamente lo que r epresenta, sino que crea un
nuevo mundo paralelo, limitado tanto por las leyes de su propia naturaleza como por
la naturaleza de los fenómenos que representa. El lenguaje no sólo nos permite una
representación más o menos obj etiva del mundo, sino también la posibilidad de imagi-
narlo de un modo difer ente a como es, lo que abre siquiera la posibilidad de que poda-
mos conscientemente transformarlo.
El conocimiento d e las cosas cambia en la medida en que cambian también los nive-
les de representación, por lo que la tra nsformación producida conscientemente por los
ser es humanos en el mundo depende,en grnn medida, de que se modifiquen estos nive-
les de r epresentación del mundo, especiamente los lenguajes y los sistemas de con cep-
tos. Los seres humanos se han pensado a sí mismos y han pensado el mundo de muy
diver sos modos, con lenguajes y conceptos producidos y apr endidos socialmente en
momentos determinados de sus vidas. Así ha ocurrido con la experiencia más universal
y básica de nuestra existencia, la experiencia de la sucesión temporal, del movimiento,
de la duración y del cambio; la sustancia de que estamos h echos, en palabras de Marc
70.
Dirigi.do a
Bloch, el plasma en el que están sumergidos los fenómenos que estudia el historiador y
el lugar de su inteligibilidad, como escribió Marc Bloch (Mar Bloch, Apología d e la
Historia, Barcelona , Empúries, 1984·). Cada una de las diversas concepciones del tiem-
po, tan importantes para nosotros los historiadores a la hora de estudiar cualquier tipo
de fenómenos , sintetiza aspectos muy variados de las experiencias adquiridas y de las
expectativas con que dichas experiencias se encuentran relacionadas, de un modo cara-
cerístico, en cada cultura y en cada época. Porque, como escribió Simone Weil: "El
presente es lo que nos une. El futuro nos lo creamos en la imaginación. Sólo el pasado
es la pura realidad". Una realidad que el historiador ha de aprender a concebirla.
71.
DEL ACTO, DEL OBJETO
3.
Lapsus, revista de psicoanalisi
ISSN: 1132-7642
Depósito Legal: V- 3.680 - 1996
Maquetación: JM.P, & R. V. B. & F. P. G.
Impresión: Arts Grafiques García Besó
4.
Sumario
Editorial
Analizando 9
0Entre Paréntesis
o Una Mirada
° Cuando las Mujeres Aman Demasiado
Dirigido a Analistas . . . . . 45
0 El Tiempo en la Física
0 Tiempo d e los Hechos, Tiempo de la Historia
Subrayado • . . . . . 97
0 La Razón Sexual en F1·eud
Resaltado 107
" Un Comentario a las "Cárceles del Goce"
0 A Propósito de M. Merleau-Ponty
0 Satisfacer al Entreprest
Encuentros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . • • . • . 131
° Comentario de un Stage
• Convocatorias
5.
editorial
uando el pasado septiembre nos sentamos, por primera vez juntos, ante una
Las preferencias, las opiniones, las discrepancias, algunas discusiones abrrias y bas-
tante desenfado, fueron enhebrándose en el hacer: este prime1· número.
Construido sobre una coincidencia: eje y pivote fundamental sería la clínica, abor-
dada desde las preguntas que rozan los límites de la teoría, como elemento transmisor
de un hacer que "hace caso".
Porque nuestra voluntad es que "LAPSUS" haga presencia: con ese criterio hemos
diseñado el entramado de distribución, de ventas, de suscripciones; la difusión, en una
palabra.
7.