Simposio 2020 PDF
Simposio 2020 PDF
Simposio 2020 PDF
LO INFANTIL EN PSICOANÁLISIS:
IDEAS EN JUEGO
EN TIEMPOS DE PANDEMIA, AISLAMIENTO
SOCIAL Y ESTADO DE EMERGENCIA
LIBRO DIGITAL
CONTENIDO
PANELES Pag
0001 7
LO INFANTIL UNIVERSAL PROFUNDO EN CONDICIONES EMERGENCIALES: DIFERENCIA
ENTRE CONTACTO E INTERCAMBIO
Stefano BOLOGNINI
0003 9
FREUD Y LACAN COMO ESPECTADORES DE CHAPLIN
Juan Jorge Michel FARIÑA - Eduardo LASO
0004 13
EL PSICOANÁLISIS EN DIÁLOGO CON LA ANTROPOLOGÍA Y EL ARTE
Edgardo MADANES | María Laura MÉNDEZ | Gabriela GOLDSTEIN
0005 16
DIFERENTES PERSPECTIVAS DE LO INFANTIL EN PSICOANÁLISIS. TEORÍA, CLÍNICA Y
ABORDAJES DE LO INFANTIL
Carlos NEMIROVSKY | Rafael PAZ | Leonardo PESKIN
0008
EN EL NÚCLEO VIVO DE LO INFANTIL, HOY 30
FLORENCE GUIGNARD EN DIÁLOGO CON CLARA NEMAS
0013 31
TALLER CLÍNICO " LECTURAS DE BION"
Marcelo REDONDA | Silvina BRUNO | Cristiana COELHO | Ivana CARENA | Blanca
BENCHOUAN
0016 41
LOS ARTÌCULOS PSICOANALÍTICOS DESDE EL PUNTO DE VISTA BIBLIOMÉTRICO
Gabriel KUNST | Kuky CORIA | Lilia BORDONE
0017 42
LA TÉCNICA PSICOANALÍTICA EN JUEGO
María Fernanda IGLESIAS | Gabriel KUNST | Marcela PRATTO | Delia SAFFOIRES
0018 43
MOVIMIENTO DE MASAS; ENTRE SUMISIÓN Y REBELIÓN
Ezequiel ACHILLI | José AMADOR GONZÁLEZ BOJÓRQUEZ | Virginia Liliana ARMELLA |
Ricardo AVENBURG (†) | Nélida CABRERA | Adela COSTAS ANTOLA | Agustín GRECO |
Magdalena JACOBS | Guillermo LASEBNIK | Cristina LEHNER | Mercedes MAGALLÓN |
Gabriela MARELLI | Marta MARTINEZ | Julia MENGUAL | Jerónimo MORETTI | Marco Antonio
NEGRÓN | Patricia PRAT | Adolfo ZONIS
0019 43
EL MUNDO EMOCIONAL DEL AUTISTA: UNA MIRADA PSICOANALÍTICA
Mónica CARDENAL | José GALEANO DA COSTA
1
SIMPOSIO APdeBA 2020
Pag.
0029 47
PROGRAMA AVENTURÉMONOS EN FAMILIA: UNA AVENTURA DE RECONOCIMIENTO,
REGULACIÓN Y RECUPERACIÓN EMOCIONAL EN FAMILIA EN TIEMPOS DE COVID-19
Ana Rita RUSSO DE SÁNCHEZ | Luz Caroll GONZÁLEZ MANCIPE | Liceth Paola REALES
SILVERA
0034 51
DE LA ESTUPEFACCIÓN INICIAL A LA APREHENSIÓN DE LA SORPRESA EN EL
ENCUENTRO CON LO INFANTIL. RELATO DE UNA EXPERIENCIA GRUPAL
Clara NEMAS | Silvia NEBORAK | Ana KAPLAN | Miriam BOTBOL | Cristiana COELHO |
Cristina CUELLO | Violeta María FERNÁNDEZ | Carmen Eelena PENELA | María PISTANI |
Laura RAINOLDI | Silvia SIMEONE | Adela VINOCUR | Marta WEIS DE PELEGRIN
0042 55
PSICOANÁLISIS Y UNIVERSIDAD EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS
Oscar Alfredo ELVIRA | Jo GONDAR | Daniel KUPERMANN | Eric BETTROS
0043 56
CÓMO NOS AFECTA EL PRESENTE - DEPARTAMENTO DE PAREJA Y FAMILIA DE
APDEBA
Janine PUGET | Julio MORENO | Eduardo RUSSO | Laura BORENSZTEIN | Sonia KLEIMAN |
Marta MARTÍNEZ ROMÁN PALÓPOLI | Patricia Laura KUPFERBERG | Juana Raquel GUTMAN
| Paulina ZUKERMAN
0047 56
FERENCZI Y LO INFANTIL
Luis MARTIN CABRE | Oscar ELVIRA | Agustín GENOVÉS | Marcos Alberto TABACZNIK
0053 57
LO INFANTIL, EL GÉNERO Y LA DIVERSIDAD SEXUAL EN LA PELÍCULA “LAURENCE
ANYWAYS”
Haydée ZAC DE LEVINAS | Mónica ZAC | Alejandra Cristina ALFONSO
0056 62
ACERCA DE LA PUBERTAD. REVISIT ANDO LA OBRA DE TEATRO DE TENNESSEE
WILLIAMS "PROPIEDAD CLAUSURADA"
Javier GARCÍA | Carlos MOGUILLANSKY
0061 69
PRÓLOGO AL LIBRO “PSICOANÁLISIS A DISTANCIA” DE RICARDO CARLINO
Asbed ARYAN†
0065 72
LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS. ¿CÓMO SE VA GESTANDO LO INFANTIL?
Silvia NEBORAK | Violeta María FERNÁNDEZ | Valeria APEL | Juliana CAMACHO | Azucena
MERLINI | Rocío QUIROZ
0072 75
EL ESTABLISHMENT Y LAS IDEAS NUEVAS
Asbed ARYAN† | Ricardo CARLINO
2
SIMPOSIO APdeBA 2020
Pag.
0082 80
A LOS 100 AÑOS DE “MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DEL PLACER”
Adriana Laura TORRES | Enrique ALBA | Héctor CLEIN | Marcelo REDONDA | Horacio
ROTENBERG
0083 86
LO INFANTIL. CONCILIACIONES POSIBLES ENTRE EL PSICOANÁLISIS Y LAS
NEUROCIENCIAS
Horacio GARCÍA | Juan AGUILAR | Rafael GROISMAN | Alfredo ORTIZ FRÁGOLA
TEMAS LIBRES
Pag.
0010
EL SER INFANTIL 91
Horacio N. ROTEMBERG | Juan Carlos SCILLAMÁ
0012 93
LO INFANTIL, ÉTICA Y SUBLIMACIÓN.
José Guillermo MARTÍNEZ VERDÚ
0014 99
EL DIBUJO INFANTIL: UNA HERRAMIENTA DE ANÁLISIS CON NIÑOS ONCOLÓGICOS
Ruth VALLEJO CASTRO | Gabriela GUZMÁN LÓPEZ
0020 104
DON FULGENCIO ¿EL HOMBRE QUE NO TUVO INFANCIA?
Eliseo STORANI
0021 109
LO INFANTIL EN LOS VÍNCULOS DE PAREJA Y FAMILIA. EL PARTICULAR EFECTO DE
LA PANDEMIA.
Silvia AJMECHET | Blanca BENCHOUAM | Alba BRENGIO | Nora DAVID | Silvia Rosa DE
GRAZIA | Susana STORCH | Adriana UNGAR | Norma PAMPURO | Alba Mercedes GARCÍA
0022 113
FILIACIÓN Y SEXUALIDAD ¿TRANSTORNO ALIMENTARIO Y PROBLEMAS DE
VOCACIÓN?
Miriam RUDAEFF
0023 115
PRESENCIA DEL CUERPO EN EL TELEANÁLISIS.
Federico Raúl URMAN
0024 119
IMPOSICIONES EN EL DEVENIR DE UN DISPOSITIVO CLÍNICO.
Pamela FRANCO | Federico Raúl URMAN
0026 122
EL ANÁLISIS DE NIÑOS DURANTE LA PANDEMIA. LO INFANTIL EN JUEGO VIRTUAL.
Rosa B. SCHENKEL
3
SIMPOSIO APdeBA 2020
Pag.
0028 125
ELOGIO DE LO INFANTIL
Juan Carlos SCILLAMÁ
0033 127
SIENDO "CHICAS APdeBianas" TECH
Ivana CARENA | Soledad CANO | Graciela ANDRÉS | Mirta JEIFETZ | Silvina BRUNO |
Verónica DIAZ | Viviana ROSCIANI | Rosa SCHENKEL | Mariana CURA
0035 129
LO INFANTIL EN JUEGO EN LA SESIÓN DE ADULTOS
Andrés CASTAÑO BLANCO
0036 135
PRIMERO EL YO - LA IMPORTANCIA DE UNA BUENA ESTRUCTURACIÓN.
Amalia Angélica PANDIELLA | Graciela JAJAM DE WAGNER
0039 138
LO INFANTIL: HERRAMIENTA Y OBSTÁCULO ANALÍTICO
Patricia Laura KUPFERBERG
0041 141
ÁREA DE IDEAS DIRECTRICES EN PSICOANÁLISIS
Graciela JAJAM DE WAGNER | María Del Rosario SÁNCHEZ GRILLO | Mónica SEREBRIANY
0044 146
EL CENTRO LIBERMAN (APDEBA) Y LA ASISTENCIA EN TIEMPOS DE PANDEMIA.
EFECTOS EN EL PACIENTE, EN EL ANALISTA Y EN EL DISPOSITIVO.
Oscar Alfredo ELVIRA
0045 146
LOS MONSTRUOS NO EXISTEN, PERO EL VIRUS SÍ. LO INFANTIL EN EL MARCO DEL
TRABAJO DE UN EQUIPO DE ORIENTACIÓN ESCOLAR
María de los Ángeles RODRÍGUEZ FEITO
0048 148
LO INFANTIL DETENIDO, LO INFANTIL SIMBOLIZADO
Jorge Luis MALDONADO
0049 150
DEL TRAUMA COMO IMPACTO DE LO REAL AL ACONTECIMIENTO COMO
ELABORACIÓN NARRATIVA
Fernando ORDUZ | Ricardo APONTE | Juliana CAMACHO
0050 154
EL PSICOANÁLISIS VINCULAR Y LA ESCUELA EN TIEMPOS DE COVID-19.
IMPOSICIONES Y PRESENCIAS.
Pamela FRANCO | Roberta GORISCHNIK
0054 157
LOS CONFINES EN EL ORIGEN: OSCILANDO ENTRE LA UNIÓN Y LA SEPARACIÓN
Paula Maria CORTE
4
SIMPOSIO APdeBA 2020
Pag
0057 163
LO INFANTIL, LA SOLEDAD Y LA OBRA DE EDWARD HOPPER
Pilar GUZMÁN
0058 169
LOS DESAFIOS PSÍQUICOS DE LA INFANCIA. MENTES EN MIGRACIÓN.
Graciela de Luján GARCÍA | Susana Ruth MERLO | Nancy MORENO DUEÑAS
0060 172
UN TRAUMA REFLEXIONADO A PARTIR DE UN JARDÍN COMO MODELO. SU IMPACTO
SOBRE LAS TEORÍAS SEXUALES INFANTILES
Juan DITTBORN SANTA CRUZ
0064 178
"PIBES CHORROS": LA DELINCUENCIA JUVENIL COMO EXPRESIÓN FALLIDA DE LA
ADOLESCENCIA MASCULINA
Miguel KUNST
0066 180
DE LAS DIFICULTADES A LAS POSIBILIDADES EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS A TRAVÉS
DE LAS PANTALLAS
Laura Vanina RAMOS | María Mercedes DÍAZ
0067 184
JUEGO DE IDEAS SOBRE LO INFANTIL EN UN GRUPO
Diana ALTMAN | Graciela JAJAM DE WAGNER | Alfredo KARGIEMAN | Horacio ROTEMBERG
| Juan Carlos SCILLAMÁ | Andrés FRACTMAN | Alfredo ángel BERGALLO | Eliseo STORANI
0068 188
APUNTES DE TELEANÁLISIS INFANTOJUVENIL EN TIEMPOS DE COVID19
Alicia MALLO
0069 192
¿QUÉ ESTABAS HACIENDO DURANTE LA PANDEMIA DE COVID 19?
Diana ZAC | Isabel Inés MANSIONE | Marta Beatriz VIOLA | Santiago CARBALLO | Juan
Pablo TEMELINI
0073 192
REFLEXIÓN SOBRE LA DIVERSIDAD SEXUAL
Alicia I BRISEÑO MENDOZA
0074 197
LO INFANTIL, TRABAJANDO EN UN SERVICIO DE SALUD MENTAL EN TIEMPOS DE
PANDEMIA
Mónica ZAC | Sandra NOVAS | Andrea FRAENKEL | Luz ZAPPA | Julián ONAINDIA | Florencia
HARARI | Pedro BARRUTIA | Camila SERRA MOLEDO | Mercedes SANFELIU | Jennifer
BORDON | Micaela PÉREZ | Belén GONZÁLEZ | Joaquín ABREGÚ | Karen CIMERMAN |
Emilia FLORES
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SIMPOSIO APdeBA 2020
Pag.
0079 199
EL NACIMIENTO DE “LO INFANTIL”: DE LA HUELLA MNÉMICA A LA FANTASÍA.
Enrique ALBA | Adolfo Miguel ZONIS
0080 202
DUELO Y FORMACIÓN DE SÍMBOLOS
Eliana TOMASZEWSKI
0081 205
¿RETORNAR O ACTUALIZARSE? Y AHORA ¿QUÉ? Y ¿CÓMO?
Ricardo CARLINO
0085 209
LA SONORIDAD MUSICAL Y EL CRECIMIENTO MENTAL. FORMAS EN EL TIEMPO DE LA
MENTE. LO INDIVIDUAL Y LO SOCIAL.
Valeria APEL
0086 213
APUNTES SOBRE LA PANDEMIA: EL DESAFÍO DE LIDERAR UN GRUPO EN CRISIS
Lucas Manuel DOTTA
0088 217
CERCANÍA EN LA DISTANCIA
Paula LÓPEZ
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SIMPOSIO APdeBA 2020
PANELES
En los días del Covid 19, los analistas enfrentaron el desafío de mantener una relación a distancia, a pesar de
no haber sido su elección, se ha llevado a cabo de la siguiente forma:
1) Por necesidad, y sobre todo de repente: lo que implicó algo traumático, reduciendo dramáticamente el
tiempo de adaptación recíproca al nuevo encuadre (en la mayoría de los casos eran tratamientos ya
establecidos con un setting traicional). El timing casi instantáneo de esta variación contribuyó a lo traumático:
si pensamos en cuales movimientos interiores y cuanto trabajo implica la interrupción de las sesiones para las
vacaciones ya un mes antes, un cambio de setting de esta importancia en uno o dos días por el riesgo de la
pandemia ha sido indudablemente difícil de elaborar en poco tiempo.
2) Los analistas reaccionaron conteniendo y elaborando, pero también experimentando en muchos momentos
las mismas emociones que los pacientes. Desde el comienzo de la pandemia, en los Estados Unidos se
organizaron pronto debates online sobre el tema “¿Qué ocurre en análisis cuando analista y paciente
experimentan sentidos muy similares frente a una situación emergencial de alarme?”
Podemos imaginar que la mayoría de los colegas trabajaron sin negar estos comunes sentidos,
compartiéndolos, pero también contribuyendo a la contención y manteniendo una disposición de espera
constructiva y de escucha pro-activa, en una atmósfera de peligro.
3) Necesitó “inventar” para cada paciente, de manera personalizada, un trabajo fino de sastrería, creando
nuevas formas de diálogo analítico remoto, que tenían en cuenta la capacidad del paciente para enfrentar el
shock momentáneo y posiblemente, luego un inevitable periodo de adaptación, de ir más allá del concreto (sin
negarlo) y recuperar el nivel del simbólico para un diálogo analítico.
4) En este nuevo encuadre, la mayoría de los pacientes continuaron reportándonos acerca de su mundo
interior, de sus vivencias subjetivas, de sus historias, muy frecuente luego una primera parte de la sesión
dedicada a un informe sumario sobre la situación general existente, perturbadora y llena de incertidumbre.
En mi opinión, muchas sesiones en este período se han articulado en tres pasajes bien caracterizados:
a) Inicialmente, el paciente producía comentarios “objectivadores” acerca la realidad traumática actual.
b) Luego, seguía la recuperación de algo de subjectivo a través reflecciones sobre su propios sentidos
personales.
c) Limitadamente a unas sesiones, occurría el acceso a una ameliorada libertad de asociaciones y a un
contacto con fantasías, recuerdos y sueños.
5) Y finalmente recuperando, después del desconcierto traumático inicial, y luego un largo trabajo, la
capacidad de un intercambio interpsíquico entre analista y paciente. ¿Qué entiendo con esto? Entiendo algo
más allá del contacto (lo que pertenece a la función de la piel y a la dimensión del attachment): en el
intercambio, “cosas (sustancias) psíquicas” pasan del interior de uno a lo interior de otro. Esto implica
intimidad, confianza en el otro, y creciente hábito de compartir funciones complejas, pero de manera
progresivamente relajada y natural.
En el intercambio interpsíquico encontramos los equivalentes de los procesos nutricionales, sexuales, y de
cuidado intimo entre dos seres humanos. La evolución profunda en análisis requiere que estos procesos se
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SIMPOSIO APdeBA 2020
desarrollan; en mi opinión, un análisis de solo contacto (“de sola piel”) sin intercambio (“a través las mucosas”
que dan acceso al interior) no puede producir transformaciones sustanciales.
¿Puede todo esto haber sido una secuencia simple entre analistas e pacientes en una situación emergencial
como la de Covid 19? Yo no lo creo.
Quiero evidenciar un lado de este proceso en caso de cambio súbito y brusco de setting, del encuentro “en
persona” al remoto, un lado tàn macroscopico que podrìa aparecer casi obvio: es verdad que incluso antes de
esta circunstancia siempre compartíamos con los pacientes (más o menos conscientemente o bajo pista) el
sentido de la condición humana general, con momentos de simetría esperiencial parcial contenidos
técnicamente en un encuadre fundamentalmente asimétrico, apropiado al análisis.
Pero en este período todos hemos sido envolvidos - no solo como analistas, sino también como personas – en
las angustia de la pandemia, y hemos monitorado en nosotros mismos unas perturbaciones reales que tenìan
que ser reconocidas, contenidas y toleradas. Una tarea auto-analitica adicional para nosotros, para no
identificarnos in toto con nuestros pacientes y para no negar omnipotentemente lo que tenemos en común con
ellos.
A pesar que los analistas tendrían que ser (esperamos) al menos un poco más sólidos que sus pacientes en
la gestión de las ansiedades, siendo el tratamiento una condición regresiva para estos, no se puede olvidar
que a veces los analistas podrìan absorber de manera inconciente las proyecciones idealizadoras de los
pacientes: un proceso tendente a recrear en concreto en el campo, más que a representar, un objeto parental
omnipotente, protector y ansiolítico, en una fantasía illusoria y mágica.
En situaciones emergenciales lo infantil regresivo transferencial se infiltra en la escena de manera doblemente
potente y silenciosa, generando enactments: o sea movimientos inconcientes bilaterales que recrean una
fantasìa profunda en escenarios interpersonales compartidos.
Está el riesgo que el analista, para defenderse a si mismo de estas angustias profundas, al fin y al cabo
termìna “creyendo” estas proyecciones, y convertiendose inconscientemente en una especie de padre
idealizado, siempre presente y protector frente a cualquier peligro.
Su presencia totémica incluso podría impedirle de modificar adecuadamente el setting cuando sea necesario
(por ejemplo utilizando provisionalmente el setting remoto), y manteniendo sin embargo el setting clásico
como si fuera un heroíco médico comprometido en una misión a cualquier costo, minimizando los riesgos de
contagio.
Por supuesto, también pueden exister casos opuestos: analistas fóbicos que alejan a sus pacientes sin que la
emergencia sea real.
A nivel de la técnica, quiero añadir unas ideas a las muchas que ya circularon:
1) Trabajando con video bilateral, tenemos en cuenta que por la primera vez ingresamos concretamente el
mundo privado del paciente, por ejemplo su casa o su espacio profesional; a pesar que sea un simple
rinconcito de su apartamento o de una anónima pared atrás de él, esto siempre implìca el riesgo de un
sentido de invasión, y requiere respecto y reconocimiento declarado de la nueva situacóòn de encuentro e
de trabajo.
2) Trabajiando vis à vis, serìa oportuno y preferable mantenìr – cuando posible – nuestro habitual encuadre;
pero cuidando de no dirigirnos demasiado juntos a la pantalla, para no crear un impactante “efecto-
facciones”, que serìa desplazante, perturbador, intrusivo, y que no corresponde para nada a como el
paciente està acostumbrado vernos en las sesiones habituales. Es mejor utlizar auriculares y tener una
distancia realista de la videocamera.
3) Siguiendo el criterio de la “sastreíìa” en la preparación de un encuadre personalizado (un encuadre que –
no lo olvidamos – va a ser provisorio), unos colegas prefieren intercambiar un saludo recíproco cara a cara
a videocámara encendida, y luego comunicar solo por audio, hasta al final de la sesión cuando se
saludarán nuevamente en video. Otros se encuentran más fácil manteniendo la videocámara encendida y
pidiendo al paciente que se sienta de espaldas, tumbado en un sofá, como si fuera en el diván analítico;
otros analistas prefieren el teléfono tout court, lo que permite al analista una mayor libertad de movimiento.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
4) Un elemento común a todas estas situaciones es que preferentemente tendremos que no fingir que son
normales, obvias e inevitables: estaremos en una especie de tienda de campo provisional, y de esto debe
ser lícito hablar de manera realista, sin remordimientos y con franqueza, precisamente para consentir el
paso a niveles de pensamiento más reflexivos, de integración emocionàl y de asociación libre.
Para terminar: sesiones especiales ocurren, importantes y privilegiadas, onde se realizan momentos
compartidos bien integados, conectados con lo profundo y fundantes el sentido del Self. Esto puede pasar
tambien en distancia, cuando se realizan condiciones intra e inter-psíquicas ocasionalmente adecuadas; pero
desfortunadamente no planeables, y sin embargo bastante raras.
Pero estas ocasiones estan preciosas, y tenemos que agradecerlas como momentos de verdad permitidas por
el análisis: ocurren cuando el mundo interior y la mente del analista estàn solidos, consistendo a pesar de los
eventos traumáticos y de las adaptaciones con las que nos enfrentamos en nuestra aventurera profesión.
Él es, indudablemente, un gran artista. Con certeza, siempre representa una única figura: el débil, pobre, indefenso y
torpe joven a quien, sin embargo, las cosas terminan saliéndole bien. Pero ¿piensas que en este papel se ha olvidado de
su propio ego? Por el contrario, siempre se represent a a sí mismo, tal como era en su juvent ud. No puede alejarse de
esas impresiones y, hasta el día de hoy, obtiene para sí mismo la compensación por las frustraciones y humillaciones de
ese antiguo período de su vida.
Sigmund Freud, sobre Charles Chaplin, 1931
The Kid
En 1920, Sigmund Freud publica Más allá del principio del placer, obra en la que inaugura los conceptos de
compulsión a la repetición y pulsión de muerte, produciendo un giro crucial en su sistema teórico. Inspirado en
un inocente juego de su nieto Ernst, que arrojaba y recogía un carretel en ausencia de su madre, Freud
introduce allí la referencia al fort da, que iluminaría la noción de juego simbólico, inaugurando una nueva
comprensión sobre la niñez y su abordaje analítico.
Un año después, en 1921, Chaplin estrena su película The Kid, que como veremos también significó un hito, y
no sólo cinematográfico. Desde entonces, los niños, niñas y adolescentes, como gustamos denominarlos un
siglo más tarde, han tenido un protagonismo excluyente en el cine. Este protagonismo ha estado sin embargo
marcado, la mayoría de las veces, por lo que Alain Badiou denominó una concepción ética entendida en su
carácter negativo: denunciar la violación a sus derechos, suprimir el espectáculo del mal.
¿Es posible pensar la infancia en el cine sin sucumbir a esa lógica? Nuestro método será revisitar aquella
obra pionera de Chaplin proponiendo una lectura de los estragos en la infancia, que no quede anclada en la
denuncia del “espectáculo del mal”. Una lectura que nos permita sentar en cambio las bases para una ética de
la afirmación del sujeto.
El argumento del film The Kid, ideado por el propio Chaplin, es relativamente sencillo, pero de una enorme
profundidad. Una mujer joven da a luz a un hijo no deseado y con profundo dolor decide dejarlo en un hogar
acomodado. Pero las circunstancias hacen que el bebé termine abandonado en un barrio marginal donde es
azarosamente encontrado por el vagabundo interpretado por Charlie Chaplin. La primera reacción de este
hombre es deshacerse del niño, pero poco a poco se deja afectar por el vínculo y finalmente decide adoptarlo
y asumir su crianza. La historia continúa, el niño cumple cinco años, y es allí cuando nos interesa tomar dos
escenas que tendrán importancia analítica. La primera es la del momento en que la asistencia pública
pretende llevarse al niño a un orfanato, argumentando la precaria condición económica de su padre adoptivo.
La escena es desgarradora, porque el niño expresa su deseo de permanecer junto al padre, quien ha
cumplido cabalmente su función. Pero estamos en 1921 y los derechos de niños niñas y adolescentes no
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SIMPOSIO APdeBA 2020
estaban todavía en el horizonte de la humanidad. Es sin embargo el cine quien nos sensibiliza sobre el tema,
adelantándose en casi un siglo a la legislación contemporánea. Volveremos sobre la cuestión.
La otra escena, inmediatamente anterior en la trama y decididamente clave para nosotros, es el momento en
que el médico interroga al vagabundo respecto de si él es el padre del niño. Recordemos que este hombre lo
recogió de la calle, asumió su crianza, convivió con él durante cinco años y lo ama profundamente, como el
niño a él. Sin embargo, no saca ventaja de ello y responde de manera honesta con una bella fórmula
“prácticamente… sí”, y ante el pedido de explicaciones del médico, le muestra la breve nota que llevaba el
niño entre sus ropas cuando lo encontró: “por favor hágase cargo de este niño huérfano”. Y será esa nota,
escrita de puño y letra por su madre, la que le permita luego a ella reconocer al niño como propio y remontar
la historia de abandono.
Van siendo introducidos así los detalles clínicos de la trama. Esta secuencia, que muestra a un padre adoptivo
guardando amorosamente la nota manuscrita que dejó su madre, tiene su reverso ominoso en la escena en la
que el padre biológico del niño deja que el fuego consuma la fotografía de la madre del niño,
desentendiéndose así de su responsabilidad en la historia. Este hallazgo de Chaplin, de una letra que
permanece y otra que se consume, introduce la cuestión del significante en la batalla por la identidad. Es allí
cuando el film hace interlocución con los descubrimientos freudianos.
Porque en The Kid la trama está organizada para contradecir un supuesto orden “natural” de las cosas. La
Maternidad Pública expulsa a una madre con su bebé recién nacido; lo hace con un gesto despreciativo y
condenatorio por su condición de madre soltera. La madre a su vez, atormentada por el estigma, abandona
luego al hijo. El niño queda en un callejón que resulta ser el basural del vecindario, al que arrojan desperdicios
desde los departamentos altos. De hecho, el bebé es encontrado por el vagabundo, que busca entre los
desechos colillas de cigarrillos… Pero todo el film está allí para indicarnos que es contra esta adversidad que
se crea la vida. No la vida ordenada y homeostática –que resulta no existir finalmente– sino la otra que se
inventa a partir de la falla estructural en la primera. La pulsión de muerte se instala allí.
Recordemos que “pulsión de muerte” es el nombre freudiano que paradójicamente designa su opuesto: un
exceso de vida, un impulso que persiste más allá del ciclo biológico. En su seminario sobre la ética del
psicoanálisis, Lacan retoma esta vertiente del concepto cuando dice
Si todo lo que es inmanente o implícito en la cadena de los acontecimientos naturales puede ser sometido a
una pulsión llamada de muerte, esto es así sólo en la medida en que hay cadena significante. Es exigible, en
efecto, que aquello de lo que se trata sea articulado como pulsión de destrucción, en la medida en que pone
en duda todo lo que existe. Pero ella es igualmente voluntad de creación, voluntad de recomienzo (p. 257).
La actitud del personal de la maternidad pública, la iniciativa temeraria de la madre, el desinterés inicial del
vagabundo, están allí para introducir situaciones gozosas en que los personajes parecen realizar la paradoja
kantiana: estar bien en el mal. [2] Pero habrá un elemento que se sustraiga a esa serie. Se trata del deseo,
que se abre camino introduciendo una dimensión ética. Ante todo, el deseo no sabido de esa madre que deja
cifrada en una carta la marca de su cuerpo, abriendo con su grafía una oportunidad a la cadena filiatoria,
cadena que no sigue la vía de la biología sino la del significante.
También por cierto en el vagabundo, cuyas conductas se presentan bajo una moralidad francamente
objetable: cuando considera deshacerse de la criatura por los medios más abyectos, o cuando educa al niño
en actos delictivos para medrar con ello. ¿Dónde se juega entonces el deseo como instancia ética?
Justamente en la función paterna que se sobrepone a las miserias del personaje. Y en particular, en el deseo
de filiar.
Ello nos sitúa en el problema de la “identidad”. La pulsión de muerte evoca precisamente la nostalgia de un
estado anterior a la aparición de la individualidad y de la diferenciación sexual. Un estado en el que vivíamos
antes de convertirnos en mortales y de distinguirnos unos de otros. Si lo idéntico es la propiedad de los
organismos unicelulares, el gran logro de la humanidad es saber vivir (y morir) en la complejidad y la
diferencia.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
Para los humanos, para el parlêtre, según el bello neologismo con el que Lacan hace su relevo del
inconsciente freudiano, la muerte deviene una instancia vital. Y la identidad su correlato de conquista
significante que se sostiene en la diferencia.
Por eso The Kid está pleno de escenas lúdicas –el juego con los panqueques, la graciosa alternancia con la
tetera-mamadera- en las que el vagabundo improvisa la relación con ese hijo que lo inventa a sí mismo como
padre. Y el necesario final abierto de la trama resulta así otro acierto del guión: como en tantas historias sobre
la filiación tampoco ha llegado en esta el momento de concluir.
Monsieur Verdoux
Il es bon d´étre charitable
Mais avec qui? Voila le point.
La Fontaine, citado por Lacan, Kant con Sade
En Monsieur Verdoux (1947), Chaplin deja de interpretar a su célebre vagabundo. En su film previo, El gran
dictador, donde realiza su parodia de Hitler, todavía encontramos una variante del vagabundo en el doble del
barbero judío. Pero ese gesto se modifica drásticamente en Monsieur Verdoux: aquí Chaplin apela
nuevamente a imágenes documentales de los discursos multitudinarios de Hitler y Mussolini, pero como
veremos, la ironía ya ha perdido su valor.
La idea de la película se la ofreció Orson Welles, quien le propuso interpretar al célebre asesino francés Henri
Désiré Landru. Chaplin rechazó la oferta pero se interesó por el personaje y escribió el guión de una comedia
negra libremente inspirada en el asesino francés. Sobre la misma declaró: “Es una mezcla paradójica de virtud
y vicio: un hombre que, cuando está podando sus rosales, evita pisar una oruga, mientras al fondo del jardín
está incinerando en un horno los trozos de una de sus víctimas”. Chaplin se vale de Landru para crear un
asesino de mujeres que resulta paradójicamente simpático al espectador. Un amable burgués, casado con
una esposa discapacitada y un pequeño, que habiendo perdido su empleo luego de años de dedicación,
decide emprender otra fuente más lucrativa de ingresos: engañar mujeres solteras para seducirlas,
asesinarlas y quedarse con sus bienes, que luego invierte en la Bolsa. Mantiene así una doble vida y una
doble moral: una para los suyos y otra para con el resto de la sociedad, a la que en el fondo desprecia.
Al final del film, habiendo perdido a su familia en la guerra y las ganancias mal habidas en la Bolsa, Verdoux
se deja atrapar por las autoridades y acepta su destino de ser juzgado. Hace de la escena del juicio la ocasión
para acusar a la sociedad: se declara un aficionado frente a los grandes señores de la guerra. Cuando lo
condenan a muerte dice a todos los presentes: “Pronto os veré”, dando a entender que la sociedad que lo
acusa no es mejor que él.
En su breve referencia al film de Chaplin en el escrito Kant con Sade, Lacan no queda fascinado por el
discurso de Verdoux. Se trata de un discurso de desresponsabilización, ya que el hecho de que los gobiernos
envíen personas a la guerra no vuelve legítima la actividad de asesinar mujeres. Si el crimen de la sociedad
es monstruoso, como afirma Verdoux, también lo es el suyo a pequeña escala. No se trata de un problema de
números, como pretende justificarse el simpático asesino. Para Verdoux, si la caridad es buena, hay con
quienes sin embargo no se debe ser caritativo.
Lacan cita al film a propósito del problema de con quien se debe ser caritativo:
Un tal señor Verdoux lo resuelve todos los días metiendo mujeres en el horno hasta que él mismo pasa a la
silla eléctrica. Pensaba que los suyos deseaban vivir confortablemente. (…) la abnegación del señor Vérdoux
proviene de un error que merece severidad puesto que un poco de grano de Crítica, que no cuesta cara, se lo
hubiera evitado. Nadie duda que la práctica de la Razón hubiera sido más económica a la vez que más legal,
aunque los suyos hubiesen tenido que violarla un poco. 1
1
Lacan, J.: Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI, 1984, pág. 759.
11
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Es decir, para Lacan Verdoux incurre en un error que la lectura de la Crítica de la razón práctica de Kant le
hubiese ahorrado: el creer que soliviantar las necesidades de su grupo familiar lo legitima de hacer de otros
un mero recurso para sus fines. ¿Qué “grano” de la Crítica le hubiese resultado más económico? Aquél que
plantea que no debe emplearse al semejante sólo como medio sino también como fin. Lo que le hubiera
resultado más conforme con las leyes y más económica, en tanto no le habría costado finalmente la vida.
Como se sabe, Chaplin tuvo una infancia pobre, y tal vez por ello sus películas han mostrado a seres
desamparados, necesitados de afecto y acogida, como el caso paradigmático del bebé abandonado en un
basural en The Kid. Chaplin elevó este gesto caritativo a su máxima expresión en dos películas
imprescindibles. La primera, “Luces de la ciudad” (City Lights, 1931) y la segunda, “Candilejas” (Limelight,
1952). Es interesante que en ambas Chaplin debe intervenir ante casos extremos: un alcohólico
profundamente deprimido que está a punto de suicidarse, y una joven que también ha querido quitarse la vida,
en este caso intoxicada con gas. A ambos los salva con su arte.
En City Lights, Chaplin encarna a un vagabundo que paseando por el puerto encuentra a un hombre con una
soga al cuello y una pesada piedra para arrojarse a las aguas. Chaplin habla con él, le hace ampulosos
ademanes que indican el valor de la vida, hasta que logra hacerlo desistir de su intento… pero el sujeto en
cuestión no está verdaderamente convencido. Es allí cuando se produce el paso de clown. En un movimiento
torpe el hombre termina empujando al propio Chaplin a las aguas, de donde debe luego rescatarlo, pero en la
maniobra ambos caen y deben nadar juntos para salvarse. La escena se repite una y otra vez, multiplicando la
torpeza… El efecto hilarante se produce frente al reiterado paso de baile, que logra, entonces sí, conjurar el
deseo ominoso y ambos se van abrazados como camaradas de la vida.
Pero donde verdaderamente Chaplin despliega esta idea de la caridad bien entendida es en Candilejas,
rodada veinte años después. Chaplin protagoniza allí a Calvero, un cincuentón que en su juventud fue un
cómico de cierta reputación, pero que ha pasado definitivamente de moda. Deprimido y alcohólico lleva una
vida rutinaria y gris hasta que salva a una vecina que intentaba suicidarse con gas. A partir de ese momento
renace en Calvero su propia pasión por el clown. Calvero aloja solidariamente a Terry, la joven suicida, que
presenta una inexplicable parálisis de sus dos piernas. Triste y angustiada, siente que ya nunca más podrá
desempeñarse como bailarina. Pero Calvero ha hablado con el médico y sabe que la parálisis no tiene una
base orgánica. Se trata de un caso de psicoanestesia, una histeria de conversión, que como el propio Calvero
lo sugiere “¡es un caso para el Dr. Sigmund Freud!". En un nuevo gesto, consagra su arte a lograr que la joven
pueda desplegar su número de ballet.
En Monsieur Verdoux tenemos versiones ominosas de estos gags. La escena del borracho suicida, que tanto
nos divierte en City Lights, retorna con un signo siniestro cuando Verdoux pretende usar la piedra y la soga
para hundir irremediablemente en las aguas a una de sus víctimas. El gesto de caridad ante la florista ciega,
tendrá también su reverso en Monsieur Verdoux. Allí el personaje ayuda a una joven desamparada que acaba
de salir de la cárcel, pero lo hace luego de haberla recogido en la calle para experimentar con ella un nuevo
veneno. Cuando la joven hace referencia a un marido discapacitado, Verdoux se conmueve y le perdona la
vida. Pero el gesto no es altruista sino miserable: está puesto al servicio de su tesis sobre seres que deben
sobrevivir a costa de otros a ser sacrificados.
Entre The Kid y Monsieur Verdoux pasó un cuarto de siglo… y pasó la guerra. Chaplin abandonó al personaje
del vagabundo por el asesino serial que hace su cínico descargo ante el tribunal. Y allí está el comentario de
Lacan en Kant con Sade para sustraernos de todo ideal respecto de ese discurso seudo ético. 2
Las películas también terminan, nos abandonan, pero nos dejan con la secreta lucidez del porvenir. Son estas
lecturas singulares las que hacen que un acontecimiento pueda constituirse en motor de una verdad. Están
ligadas a la particularidad de una situación, pero sólo por el sesgo de su vacío. No estamos ya frente a una
2
Como dato curioso, la referencia de Lacan incluye la expresión “hasta que él mismo [Verdoux] pasa a la silla eléctrica”, equivocada
geográficamente, ya que el film de Chaplin está ambientado en Francia y el personaje es condenado a la guillotina. La “silla eléctrica”
fue un invento norteamericano. Tal vez no se trate de un error, sino de una ironía de Lacan, para aunar, ya en 1960, los escenarios a
ambos lados del océano.
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concepción “negativa” de la ética, a una ética de la opinión consensuada que se define por oposición al Mal,
sino a la que, haciendo acontecimiento, emerge como una verdad impensada del sujeto.
Por lo mismo esta verdad no alcanzará nunca potencia completa, total. Porque el sujeto resultante del proceso
de una verdad no tiene poder alguno de nominación sobre todos los elementos de la situación. Pero puede,
gracias a la magia del cine y la potencia de un análisis, volver a jugar el juego,
Nadie sabe lo que puede un cuerpo, (parafraseando a Spinoza) ni lo que puede el arte. La pregunta por la
creación y la creatividad, siguen pulsando, entre lo insignificante de un termino superficialmente usado, y la
dimensión escandalosa que puede tomar al aparecer en la potencia de su eficacia, en el arte y en el
psicoanálisis. Sin embargo, No hay creatividad sin limite, o frontera. ¿Qué lugar ocupa lo infantil y el juego en
el arte? ¿Cuáles son las ideas en juego en la obra de arte? ¿que emerge de lo ominoso en la experiencia
estética? Un abordaje es el que propongo a partir de la obra de la artista argentina Nicola Constantino en
relación con aspectos de la estética y lo infantil que aporta el texto de Freud “Lo Ominoso” (1919).
-En el artículo “Lo Ominoso” (1919) Freud afirma que el psicoanalista no es proclive a indagaciones estéticas
puesto que trabaja en otros estratos de la vida anímica, “ámbitos marginales” al estudio de lo bello. Sin
embargo, cuando Freud se interna en las profundidades de la palabra-concepto “Unheimlich” y está iniciando
3
Parte de este trabajo fue presentado en ingles en el congreso de IPA 2019 y en el apartado de Comité de Cultura de IPA en ingles
en el website de IPA
*Miembro titulas en función didáctica de Asociación Psicoanalítica Argentina gabrielagoldstein20@gmail.com
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un giro que será piedra angular para una estética psicoanalítica moderna, la cual da cuenta del fenómeno del
arte y específicamente del arte contemporáneo. El texto de Freud es la apertura a una categoría estética
psicoanalítica, que más adelante desarrolló Eugenio Trías, en su libro “lo bello y lo Siniestro” (1982) entre
otros. La riqueza conceptual que Freud despliega en el texto es uno de los caminos para un abordaje del Arte
desde el psicoanálisis. Allí emerge lo infantil más antiguo, el complejo de castración, la mirada y los ojos, el
autómata, lo inanimado, el doble, y la “compulsión de repetición”, iluminados en la obra de Nicola Constantino.
También surge desde otra de las acepciones de lo (Un) “Heimlich”, el lugar de la primera morada, que más
allá del narcisismo primario, da cuenta de un gran amor, perdido, del “otro prehistórico inolvidable” (Freud,
1895) al que nunca se podrá igualar, que tal vez, es causa del crear.
La experiencia estética, trasciende lo bello y placentero, tal como lo presenta en su obra Nicola Constantino.
La Inquietante extrañeza, en clave íntima (extima) presenta el registro del “fenómeno” de la creación en el
cuerpo de la obra como lo veremos en su obra “trailer”. El arte aparece en la obra como, condición de
reencuentro y elaboración del trauma. El arte implica un doble efecto: “anestesiar las heridas más profundas y
al mismo tiempo revivirlas” dice M. Schneider (2010, p.47) y Constantino afirma: “Sí, pero te digo, el arte
es lo único que todavía no está anestesiado por esa cosa permanente, repetitiva, porque no es algo
que ves todos los días.” Desanestesiar, despertar, desencapsular el narcisismo (G. Goldstein 2005, 2016), y
la emergencia del sujeto actual alienado es función del arte contemporáneo que nos interroga. Nicola
Constantino afirma en relación al arte: "La gente quiere entender todo, yo prefiero que se pregunten '¿Qué
carajo es esto?
2- Nicola Constantino es una artista argentina nacida en Rosario, provincia de Santa Fe de la que emigra a
Buenos aires siendo muy joven para formarse como artista. Su padre, era un cirujano que operaba en su casa
–consultorio, su madre era modista que luego Nicola diseñaba. Ambos cosían, la piel, y las ropas y vestidos.
Dos fuentes de su vida infantil de las principales que marcarían su fantasmática hecha obra en muchos
aspectos. "Hay cuestiones de mi infancia que nunca perdí. Afirma la artista”.
En su obra, Nicola va a darle La palabra a la obra, la palabra a la cosa, la cosa, que recupera así en das ding,
la plurivocidad del inconsciente, en la obra, sacudiendo el sentido y los sentidos. Los afectos. Nicola “juega”
con las ideas, entre el sentido propio, y el sentido figurado de la palabra, con las “ideas en juego” la
obra va produciendo metáfora, e ironía al tomar “la cosa”, por la palabra, como vemos en su
instalación “trailer”. (foto tráiler)
La obra “tráiler” (que es una instalación) es un tráiler (casa rodante), y “tráiler”, es al mismo tiempo su video
“Tráiler”. Resuena en homofonía con thriller, tráiler, thriller, homenaje intertextual al film noir que nos expone a
la crudeza de lo “un Heimlich” que emerge en este aislamiento y la pandemia de una manera radical.
3- Uno de los fenómenos que producen un efecto ominoso es el autómata, Olympia, de “lo Ominoso”
freudiano. Este fenómeno remite a lo más primario del psiquismo en donde “…la “duda sobre si en verdad es
animado un ser en apariencia vivo, y, a la inversa, si no puede tener alma cierta cosa inerte” produce sorpresa
y horror. En el arte esto aparece como la veladura y al mismo tiempo la dimensión subversiva en la
experiencia con la obra, del arte que es lo que Hal Foster, critico de arte americano contemporáneo, denominó
“El retorno de lo Real”, y que desde el psicoanálisis conceptualizo M. Recalcati, entre otros, siguiendo a
Lacan, en la estética del “Encuentro con lo real”. El fenómeno del doble, y el efecto ominoso que es puesto en
acto en la obra de Constantino, es uno de los ejes a señalar, en donde “…se indagan los vínculos del doble
con la propia imagen vista en el espejo y con la sombra, el espíritu tutelar, la doctrina del alma y el miedo a la
muerte…” (Freud, 1919). En la obra de la artista “tráiler” aparece su doble en forma inquietante, que la
acompaña…hasta que nace su hijo, momento en que decide eliminar a la doble. Lo extraño de la otredad se
transforma en la existencia de otro, lo ajeno en familiar y tiene lugar en la ecuación simbólica, con un hijo.
Pero también es con el otro, que como semejante será parte de lo familiar, y parte de lo singular del prójimo
que es un sujeto diferente.
4- La maternidad la lleva a la emergencia de lo infantil de sus vivencias que impregnan su obra y la
transfiguran. Miedos, fantasmas, y recuerdos tempranos configuran los aspectos más inquietantes de su
Obra. Lo inquietante es entendido de otra forma cuando escuchamos a la artista dar cuenta de lo que vivió
mientras estaba embarazada, y construía su obra. En sus propias palabras afirma: “Me sorprendió lo mal que
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se transmite la maternidad” dice Constantino en una entrevista (1). Igualmente nadie puede transmitir a
alguien que no tiene hijos lo que significa tenerlo”. “Lo tuve por donación anónima, continua diciendo, y habla
de la casa en la que vive, porque quería tener un hijo y no andar de acá para allá. “Cuando buscaba quedar
embarazada pensé en la obra “Tráiler”, en la cual construye a mi doble y “me dupliqué porque una sola no
puede con todo. Fue un paliativo de la soledad”(1). Lo ominoso pasa a ser en principio un objeto acompañante
de algo fallido en su infancia, de manera primaria. Y continúa diciendo: “Cuando yo empecé a construir la
doble tenía una idea muy diferente de lo que finalmente resulto. Yo creía que el embarazo iba a ser
devastador para mi cuerpo (un temor lógico a los 45 años de edad continua diciendo). Me pareció una
metáfora muy tierna preservar en mi calco a la mujer que yo era antes de los estragos del embarazo y la
maternidad, y convertirme yo en la madre que sufre la debacle física. Según mi idea original, la doble y yo
íbamos a ser dos cuerpos escindidos de una sola alma. Pero resultó ser todo lo contrario. Pese a todos mis
esfuerzos, mi doble nunca fue hermosa como yo quería. Además, siempre dio un poquito de miedo”(1). Y
continúa diciendo que “La doble nunca dejó de parecer un cadáver viviente, y terminó resultándome
amenazadora” dice Constantino. “Yo no quería que Aquiles (su hijo) viera ese monstruo igual a su madre. Con
mucho dolor, tome la difícil decisión de deshacerme de ella y terminé arrojándola por una escalera. La historia
que se ve en Trailer, es real”.
Vemos como los límites de la fantasmática, la ficción y la realidad y la obra, se borran, momentáneamente y
emergen trans-formados como parte de sus resortes creativos, en donde su vida propia, su historia infantil, y
el cuerpo, el narcisismo, y lo temido, dan forma a la obra.
5- La creatividad y lo femenino. Un universo de lo femenino que representa la maternidad, es muchas cosas
más que el recorrido de la ecuación simbólica y la posibilidad de procrear, precisamente es la dimensión más
potente de lo femenino que es crear. El cuerpo y lo femenino participan en el hacer obra, en lo que se llama
creación, y esta dimensión trasciende al género, se trata de algo de lo que genera, dar vida a la materia desde
lo sensible y lo inteligible. El elemento femenino, infaltable en la subjetividad para que el gesto espontaneo
tenga lugar, siguiendo el pensamiento de Winnicott. No sin la dimensión simbólica, como terceridad. En el
origen del ser, está lo femenino, cuyo destino, como posición sexuada, o modos de goce será singular para
cada quien. Eso femenino del origen está en la prehistoria de lo humano. La gran diosa nutricia también nos
hace pensar en otras épocas y otras lógicas de lo femenino, más allá de Edipo temprano. Más allá del
lenguaje, una forma de sensorialidad pensante, huellas al momento de inscribirse como posibilidad de crear y
dar sentido. “habla” le dijo luego Miguel Ángel a su gran obra, Moisés. El arte, y la experiencia creativa es, por
así decirlo, la estrategia posible, una de las mejores, junto al psicoanálisis ante la extrañeza del mundo, de la
“condición Humana” en la alteridad y del encuentro con aspectos del si mismo desconocidos, escindidos que
pueden “integrarse”, transfigurarse creativamente en la obra, y en la vida propia.
Referencias bibliográficas
- Freud, S. (1919): “Lo ominoso”, A. E., XV II, Buenos Aires.
- Foster, H. (2001), El retorno de lo real, la vanguardia a finales del siglo, Akal, Madrid
- Goldstein, G. ( 2005). “La experiencia estética”, Buenos Aires: del estante editorial.
- Recalcati, M. (2006) Las tres estéticas de Lacan, Ediciones del Cifrado, Buenos Aires.
- Trías, E. (1981), [Lo Bello y lo Siniestro (1982)].
- Noticias: Constanza Guariglia@congua
- Nota 1: Entrevista de Hans-Michael Herzong
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Guía par a un Panel coloquial. No se trata de un trabajo par a publicar. La bibliografía podrá encontrarse en:
http://www.bivipsi.org/wp-content/uploads/Carlos-Nemirovsky-Winnicott-y-Kohut-3a-reimpresion.pdf y en
https://online.flippingbook.com/view/1045111/256/ pags. 255 y sgtes.
5
Psicoanalista didáctico de APdeBA. Cnemirovsky22@gmail.com
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Las ideas que hoy arman el pool del psicoanálisis relacionales e intersubjetivas aparecen en el escenario
epistemológico de la complejidad, luego del auge estructuralista de mediados del siglo XX. Acusan el impacto
del cambio paradigmático a partir del principio de incertidumbre de Heisenberg y de las propuestas
epistemológicas de la complejidad.
Desde allí y en lo que atañe a n/oficio, a partir especialmente de la muerte de Freud y del fin de la segunda
guerra, comienzan a delinearse perspectivas que se quedan en las márgenes de alguna de las definiciones
con que Freud define n/tarea cuando dice:
Freud, S. (1919 [1918] Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica Amorrortu, T.XVII, p.155 “Hemos llamado
psicoanálisis al trabajo por cuyo intermedio llevamos a la conciencia del enfermo lo anímico reprimido en él”.
Freud, S. (1919 [1918]
Poco después, comienzan los trabajos de Prigogine, y las teorías que contemplan el azar, la incertidumbre, de
la indeterminación, así como la heterogeneidad y la crisis de la idea de orden. Se crean los primeros modelos
para pensar los fenómenos desde la complejidad y éstos necesitan, por lo tanto, de la transdisciplina. Se
replantea el mito del sujeto aislado, de la mente aislada.
Como dice Morin, E. (1980): “El método de la complejidad no tiene como misión volver a encontrar la
certidumbre perdida y el principio Uno de la Verdad. Por el contrario, debe construir un pensamiento que se
nutra de incertidumbre en lugar de morir de ella…es la conciencia de que lo que más falta nos hace no es el
conocimiento de lo que ignoramos, sino la aptitud para pensar lo que sabemos”.
La clínica indica nuevos caminos a las teorías, pero el dilema se establece cuando desde las teorías con las
que contamos solo podemos ver el recorte de la clínica que las confirma a pesar de que ver más allá,
sumergirse en la contradicción e intentar comprender el nuevo campo, es lo que hace crecer a nuestros
pensamientos.
Green, A. (1995) expresa: …”la obra de Freud es el reflejo de una práctica definida en un campo social
históricamente determinado. ...sus descubrimientos están necesariamente ligados, en parte, a las
determinaciones socio-históricas de la época. Esto no quiere decir que tal determinación baste para relativizar
su obra, quiere decir que ella está atravesada por esa determinación de cabo a rabo. Al cambiar la práctica,
cambia el psicoanálisis, lo cual significa que al cambiar las condiciones socio-históricas, cambian también los
analizantes y los analistas y por lo tanto cambian necesariamente sus relaciones y sus modos de intercambio
dinámicos, tópicos económicos”.
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En nuestro psicoanálisis, la línea que nace en la escuela húngara y llega hasta Winnicott, es una de las
corrientes que comienzan a formarse entre la tercera y la cuarta décadas del siglo pasado y va dando origen a
los pensadores actuales de la corriente intersubjetiva.
El conflicto edípico no es hoy la piedra fundamental de nuestras patologías. Aunque las complementemos con
las vicisitudes narcisistas, hoy hemos llegado a considerar otras instancias de la gestación y motorización del
psiquismo, relacionados entre sí en una trama compleja.
H. Bleichmar propone por un lado, al menos cuatro orígenes generadores de patología psíquica:
a) la clásica partiendo del conflicto,
b) la que resulta de un déficit del objeto externo: aquello que el objeto dejó de aportar para satisfacer
necesidades básicas del desarrollo humano,
c) la derivada de traumas: cuando el objeto persiguió, aterrorizó, culpabilizó, controló abusivamente,
d) por inscripción patológica originaria, es decir por identificación del sujeto con la patología de los padres.
Por otro lado propone una concepción modular. 6, Bacal, H. (1998) plantea que lo terapéutico no es el insight
derivado de la interpretación (ni siquiera principalmente). Sí lo es la experiencia relacional con un terapeuta
preparado para responder en diversas formas terapéuticamente específicas, tanto para el particular
sufrimiento del paciente como para sus esfuerzos en lograr sus particulares objetivos de vida. Específico de lo
Relacional es una laxa relación con la teoría (con su uso deductivo: por ej. el núcleo de la neurosis es el C. de
Edipo, ergo busco C. de Edipo y sus derivados y explico por la interpretación), pero un entrenamiento en el
uso heurístico: el sujeto es experienciante y el analista tratará de iluminar la experiencia en la medida que
vaya apareciendo. Esta experiencia será única de la pareja terapéutica. La labor del analista NO SERÁ
PROPORCIONAR INFORMACIÓN, sino que se implicará en la vivencia. La diferencia entonces con los
analistas clásicos son los medios utilizados para acercarse a la experiencia del paciente, su manera de
indagar y comprometerse y el dar otras perspectivas de la experiencia (Summers, F. CEIR, vol 9, pag. 22). La
teoría psicoan. no es objetivante. (pag. 25)
Otro de los conspicuos intersubjetivos (aunque él se defina como relacionalista) es S. Mitchell, fallecido
tempranamente. Plantea que todos los significados se producen en la relación y por ello nada es innato de la
misma manera que en el modelo pulsional. Señala que los acontecimientos corporales más elementales se
experimentan mediante las texturas simbólicas de la matriz relacional y en ese contexto se interpretan. Así
pues, en un sentido amplio, el propio establecimiento de la matriz relacional es innato, y quizás es mejor
definir el desarrollo humano como "el despliegue continuo de una naturaleza social determinada de manera
intrínseca" Mitchell, S. (1988)
Fundamenta su postura señalando que “Las teorías del modelo relacional…constituyen en común una
perspectiva muy diferente de la freudiana y, en conjunto, han cambiado la naturaleza de la investigación
psicoanalítica. No nos describen como un conglomerado de impulsos, sino como si estuviéramos
6
Volviendo al enfoque "Modular-Transformacional" de Bleichmar (1997), digamos que en cuanto a la psicoterapia: una técnica con
intervenciones terapéuticas específicas, activa, focal, flexible en sus múltiples formas de intervención y que, junto al papel fundamental
de hacer consciente lo inconsciente, enfatiza la importancia de la memoria procedimental, de la reestructuración cognitiva, del cambio
en la acción y la exposición a nuevas experiencias. Psicoterapia específica para cada caso, guiada por las preguntas: ¿qué tipo de
intervenciones para qué sub tipo de cuadro psicopatológico, para qué estructura de personalidad, para qué momento vital del paciente,
para qué condiciones del tratamiento (psicoterapia de duración prolongada o b reve, psicoterapia en el ámbito privado o en
instituciones, psicoterapia de familia, etc.). Una psicoterapia que no se limita a intentar modificar síntomas sino a camb iar la
personalidad, los rasgos que producen sufrimiento, los automatismos en las relaciones interpersonales surgidos desde la infancia que
estuvieron fuera del control de la persona y que le ocasionan perturbaciones en su vida cotidiana. Una psicopatología que intenta
superar los reduccionismos y explicaciones monocausales que desconocen los múltiples sistemas motivacionales que impulsan la
fantasía y la acción. Una psicopatología que describe sub tipos de cuadros depresivos, de trastornos narcisistas, de anorexia, de
trastornos b orderline, de drogodependencia, de condiciones activadoras de la agresividad, de masoquismo, de trastornos de la
identidad de género, de la sexualidad, etc.
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conformados por una matriz de relaciones con los demás, en la cual estuviéramos inscriptos de manera
inevitable, luchando simultáneamente por conservar nuestros lazos con los demás y por diferenciarnos de
ellos. Según este punto de vista, la unidad básica no es el estudio del individuo como entidad separada cuyos
deseos chocan con la realidad exterior, sino un campo de interacciones dentro del cual surge el individuo y
pugna por relacionarse y expresarse. El deseo siempre se experimenta en el contexto de la relación y este
contexto define su significado. La mente está compuesta de configuraciones relacionales. La persona sólo es
inteligible dentro de la trama de sus relaciones pasadas y presentes. La búsqueda analítica implica el
descubrimiento, la participación, la observación y la transformación de estas relaciones y de sus
representaciones internas. Desde este punto de vista, la figura siempre está en la trama y las hebras siempre
están en la figura (mediante identificaciones e introyecciones)”… “El modelo relacional no considera que los
significados psicológicos sean universales” …
“El modelo relacional, agrega, se basa en la premisa de que los esquemas repetitivos de la experiencia
humana no se derivan (como en el modelo pulsional) de la búsqueda de gratificación de presiones y placeres
inherentes (ni, como en la interpretación de Freud posterior a 1920, del funcionamiento automático del instinto
de muerte) sino de una tendencia general a conservar la continuidad, las conexiones y la familiaridad del
mundo personal e interactivo. Existe una poderosa necesidad de conservar el sentimiento duradero de uno
mismo relacionado con una matriz de otras personas y con referencia a ellas, en términos de transacciones
reales y de presencia internas”.
En 1988 señala que el comprender el pasado permite obtener las claves para descifrar cómo y porque el
presente se configura de una manera determinada. Estas experiencias iniciales, no constituyen “restos
estructurales”. Son importantes por constituir la primera representación de relaciones que se repetirán, una y
otra vez, con diferentes formas en fases del desarrollo posteriores.
Notas sobre lo inconsciente
INCONSCIENTE para los Intersubjetivos (Stolorow, Atwood)
1- Prerreflexivo: Deriva de la EXPERIENCIA de percepción de lo que el niño estima que se requiere de él
para mantener los vínculos vitales para su bienestar. Son los principios organizadores. Un ejemplo de estos
principios organizadores sería el superyó que derivaría de la percepción que tiene el niño de qué es lo que se
espera de él para poder seguir manteniendo los vínculos con sus cuidadores. Es el inc. Originario de las
interacciones de H. Bleichmar.
2- Dinámico: no constituido por derivados pulsionales, sino por estados afectivos que fueron tapiados
defensivamente por no haber conseguido resonancia empática. Estos estados afectivos no fueron validados
por sus cuidadores y que pasan a ser sentidos como peligrosos para uno mismo o para los otros. Cuando las
experiencias infantiles no son respondidas o son activamente rechazadas, el niño percibe que hay aspectos
que no son bienvenidos o son peligrosos para el cuidador, por tanto estos aspectos los ha de reprimir para
salvar la relación que es necesaria para la supervivencia. Como ya hemos dicho, éste es el origen del
inconsciente dinámico.
3- Invalidado: Porque nunca evocaron respuestas en su entorno BLEICHMAR llama inconsciente
desactivado a ciertos sectores del inconsciente, ciertas representaciones, ciertos deseos quedan
desactivados, disminuida su fuerza, habiendo sido objeto de lo que Freud (1924) denominara "Untergang”, y
ello como consecuencia de la falta de gratificación o de la acción de temores reales (traumas) o fantaseados.
No debe pensarse que la expresión de inconsciente originario se refiere a lo que se constituye exclusivamente
en la infancia. La formación de memoria procedimental continúa a todo lo largo de la vida como lo atestigua la
relación de pareja en que, para tomar un ejemplo, se llega al acoplamiento sexual –ritmo, forma de
entrelazarse los cuerpos, etc.- de manera automática. Que, a posteriori, se pueda reflexionar conscientemente
sobre la memoria procedimental relacional que se ha establecido, no implica que las formas de estar con el
otro emocional o corporalmente sigan las reglas de la organización verbal o de la conciencia.
Mientras que el pensamiento y el lenguaje son de naturaleza simbólica –algo representa a otra cosa- la
memoria procedimental se inscribe prevalentemente, a veces exclusivamente, como proceso afectivo y acto.
Es lo que Clyman (1999), en un trabajo fundamental que está en la base de muchos otros, afirma refiriéndose
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La cuestión de la infancia constituye una nube nocional colmada de saberes u opiniones y a m enudo
adornada con retóricas de futuro, aunque tardía en ser tomada cabalmente en consideración.
En Occidente fue recién en los siglos XVII y XVIII que comienza a ser reconocida como un segmento de la
vida merecedor de especiales consideraciones, en vez de concebir a los niños como adultos imperfectos o
seres subsidiarios respecto de las necesidades de los padres.
Lo cual se dio con enormes variaciones según latitudes, niveles culturales y la incidencia de circunstancias
límite: penurias, hambrunas y otras calamidades.7
Por otra parte, la experiencia de todos los días da cuenta de la precariedad de su estatuto: trabajo infantil,
maltrato, violencias y abusos.
Pero, más sutilmente, en el seno de las formas “modernas” de crianza puede coexistir perfectamente la
idealización de los niños con el englobarlos en la economía narcisista de quienes los engendran y los crían,
para cubrir fallos y carencias propias.
Ocurre que en estos niveles básicos de la socialidad juega siempre una verdadera conjunción de “humanismo
y terror” en la que precipita lo más alto y más bajo de la condición humana, así como el decantado histórico
entre ignorancia, uso y abuso, explotación e indiferencia, o, a la inversa, cuidados amorosos y gestación de
valores que dan cabida al reconocimiento del cachorro humano.
En la brecha entre dos vertientes del desconocimiento –una por idealización y la otra por insensibilidad- el
psicoanálisis abrió caminos inéditos para asumir a la infancia en su concreción real, partiendo de la
experiencia clínica, con sus rememoraciones y repeticiones.
Transitando así la compleja dialéctica verdad histórica / verdad material: como fueron las cosas y como se
versionó lo que fue, inscribiéndose en la mente y en el cuerpo, en subjetividades construidas en un plexo
relacional y no entendidas como meros emergentes desde un “natural” alterado por la cultura.
7
Valga por caso: es recién luego del triunfo de la Revolución, en 1949, que en China se explicita formalmente la
prohibición de vender a las hijas como esclavas.
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Los modos de crianza y los valores que allí se encarnan tienen gran inercia histórica, con el añadido
inconsciente de los mensajes transgeneracionales: “…No soy yo quien te engendra, Son los muertos. Son mi
padre, su padre y sus mayores.”, al decir de Borges. 8
Lo cual no remite necesariamente hacia algo recóndito, sino se manifiesta en la superficie de lo cotidiano y al
concretarse en figuras transferenciales suministran verosimilitud reconstructiva y potencia narrativa.
De modo tal que permite consumar el deseo reparatorio de trabajar atemporalmente, en lo peculiar del tiempo
transferencial, recolectando vislumbres y fragmentos que se movilizan “en busca de autor”.
La importancia que le asignó Freud radica en que constituyó una base explicativa sólida -conjugado con la
teoría del trauma y de las pulsiones- a su concepción tanto del enfermar - fijaciones, neurosis infantil-, como
de la cura: regresión, neurosis de transferencia, disolución de la neurosis de transferencia.
En sus “Conferencias de introducción al psicoanálisis” señala: “Si en períodos más tardíos de la vida estalla
una neurosis, el análisis revela, por lo general, que es la continuación directa de aquella enfermedad infantil
quizá sólo velada, constituida sólo por indicios. Pero, como dijimos, hay casos en los que la neurosis infantil
prosigue sin interrupción alguna como un estado de enfermedad que dura toda la vida…” 9
Enunciado terapéuticamente promisorio que debe ser puesto en conjunción con una crítica matizada de la
formulación conocida de “perversión polimorfa”: expresión “técnica”, sin duda, pero que en última instancia se
funda en una versión civilizatoria de la crianza.
La cual sugiere una suerte de Adán post pecado original, sumido en la imperfección, que demanda un ingente
esfuerzo para devenir un ser razonablemente conviviente y puede conducir las operaciones psicoanalíticas
hacia encaminamientos de adaptación plana.
De hecho y con sus contradicciones, en el seno del magma cultural, el psicoanálisis mismo se constituye en
un ejemplo de transformación de un conjunto de representaciones ideológicamente concebidas –el niño
demoníaco, peligroso- en material de indagación científica potencial y reconocimiento de complejidad a
respetar.
La misma transición oscilante entre pre-juicio y ciencia juega en Ernest Jones cuando define al inconsciente
como “primitivo, infantil, alógico y bestial”; esto es, lo salvaje en el propio espacio personal, no transformado
culturalmente o por maduración, en continuidad con la animalidad y desde donde emanaría una irracionalidad
activa y pertinaz, en contradicción absoluta con el orden del logos.
Esta tensión heurística de progreso sobre lo irracional, que permite alojar en tal desván cultural a todo lo distinto,
es una constante en el proceso de asimilación por el psicoanálisis de modos de ser y de vivir descalificados a
priori, por acuerdo espontáneo con el pensamiento convencional.
El punto reside en que los nuevos en desarrollo tramitan sus pulsiones en momentos de la vida de gran
inermidad, metabolizando en su devenir las pautas de trato y significancia que les tocan en suerte y no al
modo de un centrifugado instintual.
Siendo el proceso analítico el que torna visible retazos de estructuraciones que vienen desde la infancia y más
allá (“transgeneracionalmente”) y se muestran por indicios (evoquemos lo de “paradigma indiciario”), salvo en
el caso que la neurosis infantil hubiere persistido tal cual, como la cita evocada lo refiere.
Es decir: es la lectura minuciosa y reconstructiva desde el campo transferencial la que otorga encarnadura
actual a esa vigente fuente de sufrimiento, dislocada por defensas y sobreadaptaciones.
8
Cita unívocamente paterna que, según nuestra clínica y los tiempos que transitamos habría de ser modificada en su
literalidad.
9
T. XV I, pág. 331. Ed. Amorrort u. Bs. As.
21
SIMPOSIO APdeBA 2020
Por todo ello, el concepto de neurosis infantil continúa siendo nuclear, y sobre él ha obrado una singular
acumulación de resistencias, que operan rechazando la vertebración compleja de la estructuración neurótica y
optando por simplificaciones fundadas en matrices ideológicas que trivializan las formaciones clínicas.
Estas suponen una complejidad estructurada, rediviva por repetición y reconstruida de a dos en el contexto
psicoanalítico, uno de cuyos resultados es recomponer lógicas de comprensión y de explicación, así como
consolidar la “transferencia de trabajo”.
Ocurriendo a menudo que esta última se urde sobre una complicidad transgresiva que opera retroactivamente
sobre el orden familiar originario, con sus absurdos, arbitrariedades y silencios.
Permitiendo recuperar versiones consistentes de Selves infantiles escindidos, con sus cargas emocionales,
pulsionales y de recuerdos.
De hecho, negarse a otorgarle persistencia estructural a las diversas formas de neurosis infantil –y
obviamente de eventuales relictos psicóticos- es un modo de perfeccionar la tarea cultural entendida como
amaestramiento, tendiente a generar adultos aptos para el combate.
El tema de los niños convoca una masa extraordinaria de proyecciones de la más diversa índole, pues sobre
la preocupación por ellos se dirimen las incertidumbres, expectativas y miedos respecto del futuro de los
propios mundos de vida y, más allá, de la especie misma.
Y además, aun cuando predominen actitudes adecuadas y satisfactorias en los cuidados, en el plano de la
intimidad ha sido muy lento el desenvolvimiento de una actitud naturalmente empática para con ellos.
Ocurriendo lo mismo en la clínica psicoanalítica, y sobre todo con la empatía en regresión, que expande las
emociones primarias y representaciones ocultas en la superficie de la existencia.
Es allí donde podemos darle toda la trascendencia que merece al esquema freudiano en “Transmutación de
las pulsiones y especialmente del erotismo anal” 10, que abre perspectivas antropogénicas notables, pues
permite dar cuenta de la cosificación socio / simbólica que el fruto sufre al diferenciarse de las fusiones
narcisistas; recordemos la secuencia simbolizante allí formulada: pene-heces-niño-regalo-dinero.
El nuevo ser recorre el itinerario de crianza que va situándolo sucesivamente en puntos clave de sentidos que
lo representan en el seno de la trama familiar y más allá, en la conjunción de lo pulsional con la simbólica
social histórica y concreta que culmina en la intemperie de su ser, fundiéndose en ecuación indiscernible con
el cuanto vales.
El dinero, como equivalente general y situado en el extremo abierto del trazado freudiano, asume en plenitud
la representación del sujeto, de modo tal que las intervenciones (paternas) de corte de las fusiones y simbiosis
que diferencian el fruto del magma originario, se consuman en una red excéntrica respecto de los vínculos
primarios.
Donde opera la cruda trama social de subjetivación, que atravesando las fusionalidades primarias desemboca
en el universo regido en plenitud por el equivalente general dinero, chocando con aquellas modalidades de
trato y reconocimiento propias de las cotas de humanidad acumuladas en el seno de la civilización y en los
reservorios familiares y comunitarios de ternura y cuidados.
La venta de niños, los mismos como objeto de trueque, el uso (abuso) de los mismos, son formas de daño
que se tornan hirientes no sólo porque violentan hondos sedimentos de sensibilidad, sino porque a su través
asoma el proceso global de cosificación.
No son excepciones sino el síntoma que denuncia la regla subyacente, pues remite no ya a que compremos y
vendamos frenéticamente, sino que vamos siendo, con nuestras ensoñaciones e intimidades comprimidas,
entes de compra y de venta.
10
Vol. XV II, Amorrortu Editores, 1979.
22
SIMPOSIO APdeBA 2020
Infancia, entonces, connota un estado precario del ser, cuyo estatuto navega entre los extremos de la
explotación y el abandono, hasta, para quienes pueden, cuidados ansiosos: mientras se lo tenga cerca,
protegerlo muchísimo, porque después el mundo es pura incertidumbre.
Claro está que las circunstancias laborales y los tiempos concretos que así se definen, enlazan todas estas
preocupaciones con guarderías tempranas, escolaridades lo más “completas” posible y afanes atravesados
por la incertidumbre, engarzados en dispositivos de ensayo y error de generalización imposible, porque cada
crianza es única11.
Lograr cambios significativos requiere de mutaciones culturales, que nacen de un verdadero trabajo de
eticidad de la vida cotidiana colectivamente realizado.
En ciertas coyunturas, las transformaciones “para bien” se dan en cascada en lapsos históricamente breves y
producen importantes conmociones en los modos de asumir la cuestión.
Predominan entonces precipitadas búsquedas de recetas, pero la grieta en sentidos comunes inveterados
puede abrir perspectivas al reconocimiento de las delicadas tramas en que se gestan las singularidades.
Suelen entonces surgir demandas extraordinarias hacia el psicoanálisis -al fin de cuentas institución
supletoria-, para que cubra las precariedades de pautas y sentidos que la familia y la escuela muestran y, en
segundo término, discusiones referidas a las funciones de crianza, sobre todo al hacer y el lugar del padre.
Pero también remitiendo a otras (“maternas”) de contención y protección amorosa, que en los buenos casos
modula la potencialidad caótica de la chorá semiótica12 en coberturas de pieles y vectores de consumación
que suministran una base erótica sólida al propio ser, y esperanza relacional consistente.
Claro está, potencialmente atrapante y enclaustrante en el goce narcisista primario que también él -
insistamos- es siempre relacional: “el bebé aislado no existe”, la díada es fundacional, Winnicott dixit.
Pero si el estatuto del niño, en un arco que va desde concebirlo como adulto imperfecto y trasgresor contumaz
hasta la idealización flotante actual (con su contraparte ambivalente), es reconocido desde hace tiempo, la del
bebé vino después, como también la de la pubertad y adolescencia.
Entendámonos: es obvio que se reconocía la antecedencia de las etapas primeras de la vida y sus
características, pero todo ello desde una perspectiva impregnada de criterios madurativistas que no daban
lugar a entender las expansiones libidinales y la fluencia pulsional insistente.
Y es hacia todos aquellos niveles que vamos, en una clínica en regresión y transferencia, siendo bueno
aclarar que no se trata de que eso ocurra exclusivamente con los psicoanalistas “profundos”, o “maternales”, o
“buenos” 13 (o encarnizados kleinianos y post-kleinianos, o ferenczianos, kohutianos y winnicottianos).
Simplemente se da si el dispositivo básico se instala; la cuestión es la legitimidad transferencial que se le
otorgue y en vez de circunscribirla afanosamente no sólo la toleramos sino la apreciamos, dando cabida a la
regresión -tópica, formal y temporal, recordemos-.
Y ahí si surgen marcadas diferencias de escuelas y estilos personales.
Pues así como hay padres que con toda soltura dicen –desde hace un tiempo mucho menos porque las cosas
han cambiado o porque queda mal- que recién se entusiasman plenamente con sus hijos cuando comienzan a
11
¿Taekuondo o un tercer idioma? Tal era el dilema vuelto s íntoma obsesionante de un padre at ribulado, y que bien
ejemplifica las disyuntivas concretas.
Material de análisis que remit ía a las propias fragilidades y a una historia personal de logros forzados, que se
solucionaría transgeneracionalmente delegando aspectos de la función paterna en orient ales, concebidos como figuras
en las cuales latiría la solidez cultural de comarcas idealizadas, guardianas de disciplinas seculares intactas.
12
Julia Kristeva llamaba as í, inspirándose en el Timeo de Platón, a la no diferenciación primordial en que navega el
sujeto en constitución.
13
Cuenta una tradición oral consistente que a Enrique Racker se le asignaba esta cualificación, como manera cordial de
descalificar ad hominem sus ideas y estilo centrado en la jerarquización de la contratransferencia.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
sostenerse por sus propios medios y, sobre todo, a hablar, a muchos psicoanalistas les ocurre lo mismo con
sus pacientes.
Y esto, reitero, divide las aguas, pues no es fácil –y contraintuitivo- admitir la perdurabilidad de pautas muy
básicas emocionales y simbólicas en la vida de todos los días, y a fortiori, en las regresiones terapéuticas.
Más aún, en la medida que la sustancia infantil de la clínica psicoanalítica se muestra por fragmentos ocultos
en pliegues madurativos y sobreadaptativos, que operan por transformación, englobamiento o fragmentación
de los conjuntos emocional / significantes primarios.
Y cabe llamarla sustancia desde una perspectiva epistémica de evolución del psicoanálisis, en tanto remite a
que se tornan concretas en el proceso modalidades emocionales, corporizaciones y simbólicas que retornan
de lo disociado y reprimido, junto a las tentativas del Yo de ejercer sobre ellos algún tipo de comando.
La regresión trabajada va en pos de tales aspectos impedidos, teniendo en claro que la esperanza terapéutica
no se basa en un recomienzo adánico, desde una vincularidad que partiría de un imaginario punto “0”, sino en
la transformación de existentes que faciliten, como uno de los momentos de la dialéctica procesal, el
engendramiento de lo nuevo.
En esta perspectiva, lo infantil define aspectos del Self recuperados que –en trama- impregnan con sus
fantasmáticas y estilos de relación el campo analítico, mostrando sus inercias y también aperturas donde,
entre el hartazgo de las repeticiones y las osadías de cambios, nacen las posibilidades de transformación.
Pasando de este modo a constituirse en concreción sustancial de la materia psicoanalítica y no sólo núcleo
explicativo causal, como lo fuera el trauma en las primeras épocas (sin que éste pierda su lugar, por
supuesto), dando consistencia al trabajo clínico de transformación que procuramos y que se muestra en los
sueños o en el juego.
Pero sostenido en un orden propio de constitución y de perdurabilidad, mediante la regresión del analizando y
la percepción flotante del analista.
Por su parte lo actual relacional es crucial; más aún, es el dispositivo transformador por excelencia que
potencia la adultez productiva (y no sobreadaptada) en la medida que logre poner en juego los reservorios de
relaciones objetales reparatorias y emolientes.
Es tal “el adulto psicoanalítico buscado / construido”, que concilia o reconcilia –existen grados, sin necesidad
de idealizar (o sea como cada quién pueda y hasta donde se pueda)- a lo infantil con sus padres, incluyendo,
en paradoja temporal, “lo nuevo infantil impedido”, que se gesta confrontando con capas de existentes previos
que por inercia fantasmática y pulsional tienden a reiterar sus pautas. 14
Mientras que lo convencionalmente denominado “adulto” remite, en la mayor parte de los casos, a la
articulación de roles de sobreadaptación, organizados desde las líneas de fuerza de regímenes laborales,
exigencias de sobrevivencia y funciones de cuidado de los que de él o ella dependen.
Se constituyen así en organizaciones caracteriales que expulsan, disocian o guardan en sus pliegues
diferentes aspectos infantiles, los que se reavivan por circunstancias azarosas de la vida generando conflictos
intensos o francas crisis de inestabilidad.
El adulto psicoanalítico, en cambio, es una construcción subjetiva nueva, construida a partir del proceso -
cuando el mismo es fecundo-, con funciones del adulto adaptado que se tornan operativamente concordantes
con la manifestación expandida de lo reprimido, y puede incluir en el funcionamiento mental recuerdos,
saberes y capacidades imaginantes que salen del exilio impuesto por inhibiciones, angustias y prohibiciones.
14
Se trata de “nuevo” en tanto surge de lo reprimido, pero merced a una simbólica creada en el campo que posibilit a dar
cabida a lo infantil hasta entonces impedido, y lo versiona de diferentes modos, volviéndolo asequible a la elaborac ión.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
De este modo consolidan la transferencia de trabajo y rescatan para la propia vida capacidades postergadas,
o generan, por ejemplo, vocaciones sorpresivas.15
Lo cual requiere tiempo y jerarquización de la transferencia, así como la consolidación del proceso analítico
como valor construido y a preservar.16
Tal adulto psicoanalítico ha de compatibilizar el ambiente psicoanalítico, con matriz regresiva, con lo actual
traumático o “neutralmente adaptativo” donde transcurre su existencia, para que no sea coartada elusiva.
De ahí las trabajosas resistencias con las que hay que lidiar, así como las repercusiones en la propia
estructura del analista, como le sucediera a Freud, teniendo tantas veces que vencer sus dificultades para
cualificar como observables consistentes a mucho de aquello con que se topaba.
Puesto que, nunca hay que olvidarlo, el proceso que lanzamos es siempre exorbitante respecto de los medios
de modulación y encuadre.
De hecho, hubieron de llegar mujeres –muchas de ellas portando meramente su experiencia vital, inquietudes
culturales, afanes reparatorios y penetración, con hijos o sin hijos y no necesariamente provenientes de las
filas universitarias y las ciencias médicas-, para que la densidad de lo infantil fuera reconocida y adquiriera
plena (en verdad cuasi plena) carta de ciudadanía psicoanalítica.
Todas estas cuestiones se han puesto de relieve en el colosal experimento de sesiones no presenciales en el
que involuntariamente participamos en virtud de la pandemia.
Algunos, sobreadaptándose alegremente y los más haciendo lo mejor posible ante la privación corporal
recíproca, que suscita esfuerzos denodados para presentificar la ausencia, generando singulares formas de
fatiga.
Entonces: a) Los niños requieren cuidados presenciales diría una obviedad puericultural. Los pacientes
psicoanalíticos también.
b) Lo infantil primario se encuentra siempre tópicamente cercano pero topológicamente no, por defensas y
envolturas caracteriales.
c) “Lo infantil” erótico (y tanático) es la categoría explicativa y fundamento operacional que heredó el lugar
heurístico del trauma –sin descartarlo-, y define el corte epistemológico radical que otorga autonomía al
Psicoanálisis: lo infantil erótico / tanático primordial y primario en trama relacional.
c) La transferencia referida a cuidados, pulsionalidad y emociones primarias puede asumirse en todas sus
implicancias clínicas o no.
En este último caso transcurre un proceso –eventualmente terapéutico y eficaz- de alivio emocional y carácter
adaptativo.
d) Las consideraciones sobre continencia y sus derivaciones (continente, contenido, reverie, función de sueño
alfa), en tanto referencia implícita o explícita a soportes primordiales del ser frágil (o de la fragilidad del ser)
requieren particular rigor y fineza para no banalizarse.
Tales funciones elaborativas y reparatorias surgen de la recuperación de vínculos eróticos y emolientes, que
consolidan al Self-adulto-en proceso analítico que soporta el metabolismo transferencial, con sus niveles muy
distintos de necesidad y regresión. 17
e) El objetivo psicoanalítico de asumir tales versiones activadas de Self infantil es su expansión modulada y el
enfrentamiento, que se intenta sea fecundo y lo menos doloroso posible, con lo carencial traumático y sus
fantasmáticas derivadas.
15
La de psicoanalista, por ejemplo. El denominado “psicoanálisis didáctico” es un buen ejemplo de legitimación y
potenciación reparatoria para otros del adulto psicoanalítico.
16
R. Paz “Cuestiones disputadas en la teoría y la clínica psicoanalíticas” Biebel / S.A.P., Buenos Aires, 2008, pág. 335.
17
Tal como se comprueba en coyunturas de desastre o pandemia como la que estamos viviendo.
25
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Como herederos –muy modificados- de la teoría traumática, los núcleos de Self infantil (operacionalmente
podemos ligarlos a la heurística del Verdadero Self de Winnicott) constituyen verdaderos puntos de fuga de
emociones y representaciones que han de ser admitidas y contenidas por el Self del analista, el ambiente de
cura y, consiguientemente, el paciente en tanto adulto psicoanalítico en proceso.
Y en estado de flotación, como las configuraciones de juego en el análisis de niños, para poder ser revisitadas
por ambos con soltura (transferencia de trabajo), con el cuidado de que, siendo tales experiencias infantiles
extraordinariamente sensibles, la cuestión del “timing” es fundamental.
f) El analizando nos retribuye con dinero el haber aceptado y creado un ambiente adecuado para la
expansión de versiones (“regalos” para nuestra apetencia psicoanalítica) de sus Selves infantiles (“niño”),
incluyendo la aceptación de sus heces o de aquéllos mismos (los Selves) como deyectos despreciables.
Transcurriendo todo en el contexto cultural dominante de ordenamiento fálico (“pene”) y capitalista / dinerario,
pero movilizado, relativizado y puesto en cuestión en la regresión / producción imaginante.
g) Un constitutivo esencial del fin del análisis es la mejor reconciliación posible con tales versiones diversas
del Self (infantil), el hato de recuerdos y el dolor que transportan, así como el aligeramiento de las deudas de
retaliación que carcomen un buen equilibrio narcisista, para que pueda tener lugar el aprovechamiento del
eros sepultado y transferencialmente recuperado.
h) El adulto “social”, actuante en el medio hallado y construido, durante el proceso analítico asiste al mismo
transcurriendo su vida, y mutando sus rasgos de acuerdo a los grados posibles de asimilación de lo redivivo y
elaborado.
Pues todo análisis cabal es análisis del carácter, y penetra en grado variable (mutativa o parcialmente) en el
conjunto de relaciones prácticas con el medio actual que a cada quién le ha tocado en suerte.
Nuestra intención es referirnos a lo infantil sin restringirlo a un momento de la vida. El infans, como lo indica su
nombre, no es hablante y pasa varios meses hasta serlo. Recién unos años más tarde, de a poco, sedimenta
el lenguaje. Sin embargo, existen otras organizaciones relacionales de los bebes desde el inicio de la vida,
incluso capacidades muy tempranas de simbolización. No obstante, la constitución subjetiva y la adquisición
del lenguaje son más tardías, no mucho, ya que desde el vamos, apoyado en lo parental, comienza la
construcción de la subjetividad a partir de la asunción de un lugar en este Otro.
De este camino hay una descripción detallada tanto en la obra de Freud como la de Lacan; el ser pasaría a
existir a partir de la asunción del significante. Es muy ilustrativo el juego del fort-da freudiano, al que Lacan
transforma en par significante entre cuyos componentes se instala un sujeto. Ahí mismo la pulsión empuja a la
repetición buscando una salida en el universo de Lalengua para adquirir un lenguaje, inconsciente mediante.
La tempranísima sexualidad va orientándose progresivamente en el desfiladero del significante. Esto no quita
los diferentes momentos de dominancia oral, anal, la mirada, la voz y sobre todo la primacía fálica en la
medida en que se alcanza por el tránsito por el Edipo. Usamos Edipo en un sentido amplio, ya que debemos
independizarlo de la concepción imaginaria de: mamá, papá e hijo, para pasar a considerar la presión de la
pulsión, alguna interdicción y la emergencia del sujeto. El límite internalizado es indispensable para sobrevivir,
además de no caer en la dependencia de la prohibición y sanción externa. Es así que la cultura por vía de lo
parental presta elementos para construir la humanización que no viene preformada. Progresivamente se
internalizan las reglas que permiten la culturalización.
18
Freud, S. (1913). El interés por la psicología evolutiva (p.185). El interés por el psicoanálisis.
William Wordsworth usó la expresión “El niño es el padre del hombre” en el famoso poema Mi corazón da un salto,
también conocido como El arco iris, en 1802.
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La propuesta es jerarquizar al infans, no en la línea de His majesty the baby, más ligada al narcisismo y a la
actitud social o a la de los padres. Sería que, a pesar de la privación de un lenguaje instintual, el bebé dispone
de una cantidad de recursos presubjetivos que evitan que la inclusión en la cultura sea lo único que lo
sustraiga del Hilflosigskeit. Esto nos lleva a valorar y tratar de cuidar los recursos originarios, para que no
sean arrasados por la culturalización. Es comparable a lo que observamos en la antropología al estudiar los
pueblos originarios, o en la historia cuando se abordan épocas prehistóricas; descubrimos enormes
cantidades de recursos aun antes de la construcción del lenguaje y una organización ya histórica. No
obstante, todos los momentos que emergen no son sustituidos por momentos posteriores, más bien
consideremos una continua resignificación. Destaquemos una interrelación entre Anlehnung y
Nachträglichkeit. El desarrollo es continuo a lo largo de la vida, que incluye tendencias reales nutridas por
cualidades biológicas y las fuertes imposiciones culturales como condición de existencia subjetiva. En medio
está el narcisismo que no ceja de exigir su lugar en esta oposición entre lo pulsional y lo cultural. Nuestra idea
es que la condición humana implica una permanente contienda de tendencias, cuyo final en Freud queda claro
como "malestar en la cultura" y en Lacan como "lo que no cesa de no inscribirse" o el "no hay relación sexual".
Lacan señala tres posiciones posibles para el niño con relación a la madre, quizá tendríamos que decir a los
padres; estas son: como objeto, como falo y como síntoma. Cada una de estas posiciones predispone
respectivamente a la psicosis, la perversión o la neurosis. Aunque quizá sean posiciones universales en los
progresivos momentos de interacción con los padres o incluso lugares que se otorgan al niño en los discursos
sociales. Por ejemplo, lo fálico como “los únicos privilegiados son los niños”, como objeto en el filicidio o como
síntoma en las dificultades escolares como expresión de la decadencia cultural general.
En el avance de la constitución subjetiva es inexorable la alienación del sujeto en una determinada cultura. El
gradualismo freudiano nos lleva a pensar que el niño va renunciando a sus goces pregenitales hasta alcanzar
la capacidad de encauzarlos por vía de la significación fálica. Este último eslabón es el que deberá superar
para no quedar atado a lo que Lacan denomina “goce del idiota” como goce masturbatorio. Recién desde allí
tendrá la posibilidad de accionar en el mundo como “adulto”. Para Freud, en este largo camino que caracteriza
al humano habría licencias para el manejo de la represión, por ejemplo, las mentiras infantiles y las
capacidades de fantaseo lúdico. También en esta línea se evidencian una activa investigación infantil basada
en la experiencia y un uso muy particular de todo saber establecido, muchas veces no académico, siempre
cuestionado. Aun sabiendo necesita verificar su autenticidad. Un ejemplo de esto es la evolución de lo que
Freud llamó complejo de castración; no basta la amenaza por detentar el goce fálico, es necesario verificar
que algunos no tienen para recién entonces ceder. Lo real de la excitación es sancionado por prohibición
simbólica pero recién en la verificación imaginaria de la ausencia se anuda el complejo. Así el niño sale de la
aspiración a un todo gozoso al lograr el concepto de ausencia como falta.
Una cierta lectura del historial de Juanito puede proponer que se trata del testimonio de un período de
consolidación de la subjetividad y la típica emergencia transitoria de una fobia infantil. Juanito tiene que
resolver ese nuevo goce fálico, superando las sanciones que pretenden encauzarlo. En ese punto habría algo
para comentar acerca de la debilidad relativa de la función del Padre que lleva más a la sanción amenazante
“materna” que al acompañamiento hacia la exogamia, por ende, la aceptación de la falta. Esto plantea el típico
inconveniente en la fobia de que la fuente de la sanción es la misma que la de la excitación, la madre como
objeto excitante y la “legisladora”, no le falta nada. Y poco “falta” para que caigamos en “pegan a un niño”.
Típica cercanía entre la fobia y la perversión. Freud interviene como vocero de la moderación cultural, la que
él mismo estaba trayendo con el psicoanálisis, e intenta salvarlo de ser atropellado o devorado por el brioso
caballo de una pulsión no modulada. Juanito termina superando su síntoma; quizá, como en las fobias
infantiles cuando se termina de instalar la represión, esto no es la garantía de que hubiera resuelto la neurosis
propia y la de los padres.
Siguiendo a Freud, la represión induce una especie de latencia medieval y tiende a borrar, en el mejor de los
casos, encubrir los antecedentes infantiles. Estas fases pre represivas tienen sus reglas y potencialidades que
convendría conservar. Pasa como en la evolución antropológica, o en las sucesivas guerras de conquistas
étnicas y religiosas: lo posterior busca destruir o al menos encubrir lo anterior. Si se logra a pesar de todo,
incorpora lo anterior dejando que influya en lo que viene. Incluso este modelo lo vemos en la neurobiología y
en la embriología, que a medida que se desarrollan funciones evolutivas se borran las anteriores, por ejemplo
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se pierden amplias potencialidades perceptivas para ajustarse a las experiencias perceptivas que se van
ofreciendo. En esta línea mencionaría que las huellas mnémicas no son solo significantes, son también
significados e incluyen restos sensoriales que de algún modo perduran. Evoco la carta en la que Freud
describe el destino de lo visto, lo oído y lo vivido expresados en los sueños, las fantasías y los síntomas.
Siempre estas experiencias y vivencias comienzan desde el inicio de la vida y constituyen el fundamento
inicial de la personalidad, del carácter y de la subjetividad. Son los puntos de anclaje pulsional que como
fijaciones configuran los pilares de la represión, por ende, el diseño de las tendencias pulsionales y
deseantes.
Tomo un párrafo de la conferencia 32 de Freud:
En general, nuestra actitud hacia las fases de la organización libidinal se ha desplazado un poco. Si antes
insistíamos sobre todo en la manera en que cada una de ellas se disipaba ante la que le seguía, ahora
nuestra atención se ciñe a los hechos que nos muestran cuánto de aquella fase anterior se ha conservado
junto a las configuraciones posteriores y tras ellas, y se ha procurado una subrogación duradera en la
economía libidinal y en el carácter de la persona.
Todos estos argumentos apenas esbozados nos llevan a la idea de que lo infantil perdura toda la vida, aunque
ciertas dimensiones se encubran o busquen ser borradas por el proceso de represión psíquica y cultural. Esto
es evidente en los discursos y organizaciones sociales, cuando se impone la represión por medio de
amenazas y castigos. En contraposición se producen fenómenos de masa, estados emocionales o
levantamiento de la represión, por ejemplo, rebeliones, revoluciones o lo que observamos como desenfrenos
en las guerras. Así se explican ciertos fenómenos de regresión que llevan a descargas directas en cualquier
pueblada, aunque también nos suele maravillar cuando en el arte o en la creatividad científica emerge un
rupturismo que da lugar a revoluciones conceptuales motorizadas por la operatoria de esa creatividad que
consideramos de fuente infantil. Estos fenómenos de creatividad quizá solo son posibles cuando se armonizan
las herramientas histórico-culturales con una disposición sublimatoria que permite que la pulsión aproveche
estos recursos simbólicos adquiridos. Así vemos surgir un Miguel Ángel, un Bach, un Mozart, un Newton, un
Einstein y una continua sucesión de genios que dependen de su época, su historia personal y una capacidad
sublimatoria excepcional. Sin embargo, es importante considerar que esto no los hace necesariamente felices,
lo que nos abre nuevos problemas acerca de la dificultad de que arreglar algunas dimensiones no resuelve
otras.
Consideremos que las líneas esbozadas, si bien requerirían un desarrollo más extenso, nos van llevando a
ideas acerca de que la perdurabilidad de lo infantil, además de ser inevitable, enriquece y llena de
potencialidad a la condición humana. Probablemente la jerarquización del concepto de experiencia, que hace
Walter Benjamin y continúa Agamben, defiende esta dimensión abriendo un nuevo sentido a la necesidad
lúdica experimental y experiencial como camino a la creación. Y justamente vuelven a plantear la lucha
cultural por suprimir lo infantil educando en extremo, con el obvio riesgo al parafrasear a Freud, de “arrojar el
niño junto con el agua del baño”. Pero, por otro lado, sin ciertas afirmaciones simbólicas de axiomas rígidos no
se construye una disciplina artística, científica o social. Justamente es lo infantil lo que siempre denuncia que,
no habiendo un instinto que nos guíe, por qué no inventarse una forma de ser a cada momento haciendo,
experimentando y divirtiéndose, quizá con apariencias lúdicas carnavalescas. Desde muchas perspectivas
siempre se considera inexorable lo lúdico, el Carnaval, el Halloween o el Purim como necesidad infantil en lo
social. Lo mismo todo tipo de divertimentos donde el conjunto social se vuelca a parodiar el cotidiano
divertimento infantil, el que vemos en niños que no estén deprimidos o sojuzgados.
Una pregunta imprescindible que nos atañe como analistas es: ¿qué sostiene la fatigosa tarea de analizar si
no es la pulsión por vía de la curiosidad infantil? Por supuesto que sostener el deseo del analista requiere más
apuntalamientos que darles satisfacción a nuestros oídos, a nuestros ojos o cualquier sensorialidad en el
experimento analítico. Sin embargo, para que esta perseverante tarea tenga algo placentero, requiere de la
sublimación de esa curiosidad en la búsqueda de sentido en el relato del analizante. Sin esa curiosidad, y
especialmente la conservación de esa posición desprejuiciada y lo más incauta posible, como la observamos
en la investigación infantil, es difícil descubrir cosas que no sabíamos. Incluso, la posibilidad de sostener un
quantum de insatisfacción para relanzar muchísimas veces la escucha como el niño arroja muchísimas veces
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una pelota sabiendo que no hará un gol. Y aunque haga un gol la vuelve a lanzar. Sabemos que la esencia
del juego es perder aunque esté disfrazado del afán de ganar. Así, comprendemos la dominancia de la pulsión
con su cualidad de muerte como rasgo principal. Un modo de comprender la cualidad de muerte es la
repetición. Una esencia de la escena analítica como espacio experiencial es la repetición, quizá lo menos
ritualizada posible, de relanzar el deseo del analista para localizar el deseo del analizante. Y en ausencia de la
posibilidad deseante del analizante, cómo se puede dar oportunidad a que se construya.
Sin hacer la apología de lo infantil, reconozcamos que los cimientos activos de lo que somos provienen de esa
fuente. Lo mismo, siguiendo a Freud, es de dónde provienen los sueños y dónde se apoya el núcleo de
nuestro narcisismo. También de ahí proceden lo traumas que nos marcan creando los ritmos y modalidades
de toda nuestra vida. Es de ese origen el Deseo con su cualidad sexual y edípica. Asimismo, toda neurosis
adulta está antecedida por la infantil.
A medida que el psicoanálisis fue construyéndose y profundizando los factores más determinantes de las
cualidades y conflictos en la vida, fue corriendo las razones a lo más temprano. Así sucedió con el origen de la
subjetividad, el Edipo y las primeras conformaciones yoicas; también la creación de las bases de la identidad
sexual. No quiere decir que lo posterior no tenga incidencia, aunque la tendrá en la medida que altere el
equilibrio que se conquista en los primeros momentos de la vida. Comprender las series complementarias
freudianas es admitir que la base de la ecuación acerca de lo constitucional y la historia apunta a la infancia y
el factor desencadenante es lo circunstancial actual. Probablemente el auténtico límite, parafraseando el lecho
de roca, quizás sea esta base originaria infantil que se refiere a la castración como impedimento de cambio u
obstáculo del análisis.
Una evidencia de la potencialidad infantil es lo que se va denominando según su momento de nacimiento
como milenials, a los que se caracteriza como nativos digitales, a diferencia de lo adquirido de aquellos que
tenemos que aprender con mayor dificultad y limitaciones el uso de redes, dispositivos y programas
informáticos. Es obvio que en el momento en que incorpora un lenguaje o conocimiento temprano se
aprovecha la ventana que lo infantil ofrece y sedimenta como base de las capacidades posteriores. Sin
embargo, en aquellos que no pertenecen a los milenials y tienen capacidades creativas y de aprendizaje quizá
se conserva la libertad lúdica que muestran los niños.
La capacidad de imaginar, crear y fantasear, que es tan obvia en la infancia, probablemente es lo que facilita
la plasticidad para incorporar nuevas habilidades y conocimientos. Quizá sumergidos en este tema tendríamos
que considerar en qué medida la capacidad de analizarse y analizar depende de la expresión de estas
dimensiones pre represivas de un modo sublimado. Teniendo en cuenta que sea adecuado a un sentido de
transformación tan propio de la disposición infantil, en ese sentido explorar, experimentar y transformarse con
una libertad aún no coartada por los imperativos morales y culturales.
Por último, tengamos en cuenta que lo nuevo emerge por los jóvenes y los niños; dada la carencia de
inhibiciones y su contacto con las variaciones del Otro ellos traen las novedades. No es solamente por
necesidades de diferenciación de los adultos, sino por su proximidad más libre para ser atravesados por las
transformaciones de lo simbólico. El gran Otro no es solo fósiles decantados de generaciones anteriores,
también se va recreando y nutriendo por la operatividad permanente de la especie que siga produciendo
significantes. También quizá transformándose y recombinándose en tanto sea soportado por seres hablantes,
este soporte como agentes de cambio son los sujetos que se van originando y creciendo. Biológicamente
estamos sujetos a un programa genético inexorable a recorrer por cada persona que se incorpora a una
sociedad. La evolución cultural no está sujeta tan rígidamente a un programa preestablecido; tenemos que
cifrar alguna esperanza de cambio en que mejore la calidad del discurso social para cuidar las potencialidades
de la especie. Sin embargo, hay una típica tendencia a la repetición de ciertos fracasos que, a diferencia de lo
que pasa con los niños "sanos", no parecen dejar un aprendizaje. La típica afirmación bioniana de aprender
de la experiencia, quizás agregaría freudianamente para no repetir, requiere de defender el alegato de
Benjamin de sostener la posibilidad de la experiencia. Y para no dejarlo afuera a Lacan digamos que en
"Función y campo de la palabra" (Informe de Roma), discurso de lanzamiento de su enseñanza, menciona 51
veces la palabra experiencia. La experiencia es un modo de eludir la imposición de un saber que borre la
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SIMPOSIO APdeBA 2020
posibilidad de experimentar con libertad. Así pdemos evitar estereotipar la infancia y la adultez tanto de las
personas como de toda disciplina anulando las posibilidades de cambios creativos.
Referencias bibliográficas
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infancia. Psicoanálisis e investigación. C. R. Schejtman (Comp.). Buenos Aires, Argentina: Akadia.
-(2003) reeditado en 2008. Tres primeros capítulos del libro Los orígenes del sujeto y su lugar en la clínica psicoanalítica.
Buenos Aires, Argentina: Paidós.
(2015). Dos primeros capítulos del libro La realidad, el sujeto y el objeto. Buenos Aires, Argentina: Paidós.
Esta conversación intenta ser un intercambio abierto y espontáneo con una autora que desde hace ya
muchos años reflexiona con gran riqueza acerca de lo infantil. Su libro En el núcleo de lo infantil data de 1996,
con sucesivas traducciones y actualizaciones.
Dice Florence Guignard: lo infantil, ubicado en el límite entre el inconsciente y el preconsciente, es el punto
más profundo de nuestros afectos, el lugar de la esperanza y de la crueldad, del coraje y de la
despreocupación. Funciona toda la vida según una espiral procesal y significante, y se le puede encontrar
incluso en las patologías más graves, a condición de no confundirlas con el modo de organización normal de
este infantil. Lo infantil es una “preforma” – pulsional, protosimbólica, que otorga vigor y eficacia pulsional a las
organizaciones más maduras, “dando el tono” a nuestra personalidad en nuestro funcionamiento adulto
habitual. El psicoanálisis “descubre” y pone en movimiento este aspecto paralizado en los puntos de fijación
que paralizan nuestro modo de ser en una estéril repetición. ¿Cómo impacta lo infantil en el adulto y en la
relación analítica? ¿Lo infantil del paciente? ¿Lo infantil del analista?
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SIMPOSIO APdeBA 2020
Lo infantil también impone la omnisciencia y la omnipotencia de “su Majestad el Bebé”. ¿Qué capacidad de
aprendizaje de la experiencia requiere del abandono de la omnisciencia y omnipotencia? ¿En qué medida
requiere de un abandono o transformación de lo infantil?
En la sociedad contemporánea, ¿cómo contenemos lo infantil en su potencia? ¿Cómo asistimos a su
desarrollo? ¿Cómo descubrimos sus trampas en los puntos ciegos del analista? ¿Cómo se expresa lo infantil
en las teorías sexuales de la época? Y finalmente, parafraseando el título de uno de los libros de Florence
Guignard, ¿qué infantil para el Siglo XXI?
A continuación se presentan el trabajo del comentarista y moderador y luego los expositores del taller
Las preguntas podrían ser también: ¿qué observa el psicoanalista cuando está observando?¿ qué es
psicoanálisis y qué no? ¿ cual es el objeto de estudio del psicoanálisis?.
Así como cuando un químico observa un precursor químico y entiende que su objeto es predecir sus leyes y
función, el objeto del psicoanálisis tiene una forma, o al menos así lo creyó Bion, y a él dedicó una
metapsicología. ¿Qué le preocupaba a Bion? ¿ Cuál era su discusión?. Aprendiendo de la experiencia y
Elementos del psicoanálisis son una discusión con las ciencias que tratan con objetos inanimados. Bion
invierte la acusación con la que carga el psicoanálisis vinculada a probar su objeto de estudio. El objeto de
estudio del psicoanálisis es un objeto vivo, y las ciencias duras tienen un problema con ese objeto que
cambia, no han podido darnos modelos o teorías generales, cuando no matemáticas, que lo vuelvan un objeto
lógico. Bion indica de esta manera que el objeto psicoanalítico pone en evidencia que la singularidad de su
objeto de estudio no puede adaptarse a modelos lógicos preestablecidos, que lo que experimenta el analista y
su objeto de estudio, representa un vértice equivalente al microscopio que el biólogo utiliza para observar
microorganismos. El vértice psicoanalítico permite visualizar el objeto psicoanalítico. Bion se propone saldar
esa deuda.
Por lo tanto, Bion no intenta matematizar el psicoanálisis, intenta hacerlo científico, darle estatuto científico,
algo que consideraba significativo en relación a una práctica. Mantiene en la estructura de su postulado una
paradoja: habla con abstracciones, tomando las reglas de los objetos lógicos. ¿Por qué hace esto? Por qué el
psicoanálisis se dedica a la singularidad, pero también necesita encontrar formas lógicas de explicación: ¿o es
que dentro del psicoanálisis puede entrar todo?, la cultura, la sociología, la filosofía, ¿qué tiene que ver todo
eso con el psicoanálisis?. El psicoanálisis es una práctica, una práctica. Hecho para usar y hallar soluciones.
O sino eso, al menos para observar y decidir rumbos de la práctica. El psicoanálisis es una experiencia. Y
muy singular. El otro polo de la discusión, por lo tanto, lo establece con prácticas que no involucran rigor
científico, con la profusión de teorías. Ni lógico ni anárquico. Ni formado lógicamente a priori ni tan abierto que
se disuelva en la confusión.
La fórmula
Traducida a lenguaje no matemático la fórmula diría lo siguiente: “el valor del objeto psicoanalítico está
determinado por la experiencia precipitada en la relación de una Personalidad que decide si crecer o no ante
cada hecho”.
Esta sería al menos una traducción de la fórmula. La que, en esta lectura pone de relieve tres factores. La
experiencia como eje funcionamiento del objeto. La experiencia es la de un objeto vivo, no la experiencia con
un objeto externo a la Personalidad. El problema del pasaje del dato a la impresión, está atravesada en el
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SIMPOSIO APdeBA 2020
objeto vivo, tanto por la “relación”, como por la Personalidad que la realiza. Una experiencia psicoanalítica es
“parcial”, involucra el desconocimiento y su relación con él, se dirige a la verdad de un hecho, la Verdad del
hecho confronta la tolerancia de la Personalidad ante la presencia de algo que la trasciende, es decir, que
está fuera del campo lógico-conocido y su preconcepción.
Con esta Idea Bion cierra, luego de prepararnos los 21 capítulos anteriores para esta fórmula:
{(±Y) ϕ (M) (ξ)}
El crecimiento (o no crecimiento) depende de la combinación de la preconcepción y la Personalidad
enfrentando lo desconocido. El sujeto Bioniano está determinado por la especie y la experimentación, y es él
quien decidirá el futuro del hecho y su transformación o desintegración. El objeto psicoanalítico Bioniano
depende radicalmente del sujeto y su posibilidad. Lo que determina el ± son factores pulsionales, por ejemplo,
la mayor tolerancia a la frustración innata. A su vez, la preconcepción no antecede a la Personalidad en este
±. Si en la personalidad predomina. por ejemplo, el factor envidia, el envidioso atacará la preconcepción.
Dicho en otros términos, el objeto psicoanalítico es un objeto edípico, que acepta o no la terceridad, pero ella
es inherente a la percepción.
De esta manera dejo abierto el campo de discusión.
Escribir para el Simposio sobre algún concepto de Bion del Grupo de Estudio de los martes... Contesté que sí,
casi sin vacilar. Volví a leer y ¿pensar? sobre el último libro del grupo “Aprendiendo de la experiencia” (1962)
Me pregunté: ¿qué puedo escribir yo acerca de Bion?, ¿tomar estos conceptos, abstracciones? Quedé en
estado de admiración, de contemplación. Ahora comprendí por qué Grinberg (1966) en el Prólogo lo
comparaba con una obra de arte. Sentí perplejidad frente a semejantes ideas: realizar una abstracción
matemática para pensar el psicoanálisis, idear una fórmula para el objeto psicoanalítico, pensar en términos
funciones y factores, por mencionar algunos de sus desarrollos. Un trabajo de un epistemólogo, matemático,
filósofo, biólogo, además de psicoanalista, sintetizados en este escrito. Solo me dejó en una sensación de
turbación emocional, y seguramente, envidia por tanta genialidad.
Sin embargo, en un segundo momento, y con el auxilio de la clínica (y espero algo de función alfa) comencé
a escribir estas líneas. Lo que puedo aportar es esto: cómo me atraviesan a mí como analista las ideas de
Bion y cómo puedo observarlas en la clínica.
El título del Simposio acerca de “Lo infantil” me llevó a prestar atención al material de un niño de 7 años. El
juego de los niños, por su cercanía con las fantasías que despliegan y la imaginación, tiene figurabilidad. A la
manera de un sueño, representa con imágenes y diseños el mundo interno del paciente.
Se presentan viñetas de material clínico en el que se refleja el intercambio paciente – analista a través de una
plataforma en la que se desarrolla un juego con dibujos de la pizarra de dicha plataforma. Usando palabras,
imágenes, juego del ahorcado, líneas y flechas, cambios de colores en la pantalla.
Etchegoyen en su libro sobre técnica (1986) enfatiza la idea de que la función continente (relación pecho –
bebé) tiene la misma estructura que el encuadre en el proceso psicoanalítico. Este punto me llevó a pensar
19
1970. Let it be. The Beatles.
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que el “espacio” del consultorio en la mente de ambos analista y paciente y la experiencia de trabajo previo
ocupó un papel preponderante. El paciente que presento conoce: la periodicidad de las sesiones, el tiempo de
la sesión (suelo avisarle que quedan unos minutos antes del fin de la sesión) y tiene incorporado la consigna
de juego en el consultorio. “Este espacio es un lugar para que despliegues tu imaginación” suelo decir a los
pacientes niños. Otro factor es el tema de la privacidad que también está contemplado en la propuesta de
encuentro virtual. Es decir que había en él un saber acerca de este encuadre.
El “reverie”, ensoñación. Es ese estado de ánimo receptivo, que permitirá la transformación de elementos
beta en elementos alfa. La madre, el analista recibe elementos beta en su mente, los comprende, tolera y
devuelve de manera más digerible, tolerable. Luego el niño aprende a pensar por sí mismo. La función ♂♀
permite así desarrollar el pensamiento. Bion citando a E. Jaques dice:
“El aprendizaje depende de la capacidad de ♀ para permanecer integrado y sin embargo perder rigidez. Esta
es la base del estado mental del individuo que puede retener sus conocimientos y experiencias y sin embargo
estar preparado para reconstruir experiencias pasadas de un modo que le permita ser receptivo para una
nueva idea”20
Y tomando la idea de “retículo integrativo”, de la lógica de Tarsky desarrolla esta metáfora: Los elementos
dispersos están allí. Los manguitos que unen el retículo los convierten en una malla o continente. Son las
emociones, pero no cualquier emoción, es la emoción ligada a un continente. Las emociones del analista
pueden ser así como hilos del retículo que permitan tolerar, contener aquellos elementos que la personalidad
aún no puede contener.
Para pensar el dolor y la frustración Bion plantea que el bebé (el paciente) necesita que alguien desempeñe
una función continente. El analista, el encuadre (en este caso muy particular) irá, en mejor de los casos,
“amortiguando”. Gracias a la función continente las emociones que no son toleradas, podrán ser
paulatinamente mas tolerables. El difícil lugar técnico del analista es enhebrar con palabras y juegos, las
emociones, sensaciones para que sean reintroyectadas, vuelven a proyectarse y así sucesivamente. En el
vínculo, en ese intercambio, las vivencias, las experiencias quizás puedan transformarse en símbolos.
Referencias bibliográficas
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pacientes inestables” en Rev. Psicoanálisis. v. XL n.1 y 2. 2018. pp 263 -280.
El psicoanálisis puede ser pensado desde una mirada sumamente amplia y con un abanico de posibilidades
de abordaje. Seguramente podamos aproximarnos mas o menos, dependiendo de que sea lo que queremos
transmitir o pensar respecto a él. Por lo pronto, lo pensaré como un conjunto de interrogantes en búsqueda de
algo que lo pueda pensar.
Ese primer encuentro con un paciente en el consultorio ¿es un primer encuentro? Esta concurrencia de
personalidades conlleva la experiencia implícita de un modelo previo vincular que dispone y predispone al
encuentro con un otro. ¿Por qué viene un paciente, a que viene? ¿Porque esta un analista, que espera?
El análisis y el trabajo con el funcionamiento y expresión de la mente no deja de desplegar, casi a modo
constante, un continuo torrente de preguntas respecto a lo sucedido dentro del espectro vincular. En la lectura
20
BION, W. (1962) Aprendiendo de la experiencia. Bs. As. Paidós. pp. 125
33
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21
La noción de “pura” aquí toma valor relevante en tanto es una clara expresión de la teoría Bioniana. El aprendizaje de
la misma requiere el pasaje de juntar elementos dispersos (PS) por medios de los cuales se van constituyendo
preconcepciones que, en su concepción por medio de una realización posibilitan la idea de armar un concept o (D). Así, lo
primeramente concreto adquiere la posibilidad de la abstracción, y viceversa. Elementos propios de un proceso de
experiencia.
22
La barrera de contacto es introducida por Bion para para describir una entidad constituida por la proliferación de
elementos alfa. Funcionando como una membrana que discierna lo endopsiquic o de lo externo, transformará las
impresiones sensoriales de forma tal que, caracterizando un proceso de ex periencia en su aglomerado conjunto darán
lugar a la posibilidad de creación de una narrativa.
34
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El analista se nutre del paciente. Bion propone que en la relación comensal de continente contenido lleva a la
posibilidad de desarrollo de K, en el niño y en la madre, el analista también “crece” en el proceso de nutrición
realizadora.
El valor de la concepción pasa a tomar una importancia inestimable, es decir, la posibilidad de otorgar un
continente a una preconcepción es por momentos el eje de lo observado en la clínica misma.
En la escucha, el analista hace símbolo, transforma en pensamiento onírico lo que el analizando en la
narrativa del nadar con snorkel expresa, en donde su mente se relaciona con ciertas impresiones sensoriales,
aparentemente, dolorosas. Este relato, que bien podría ser pensado como un sueño, muestra no solo un
simbolismo de su evitación de la realidad (entendiendo la misma como la superficie encima del agua), sino
podría ser la expresión de su contacto con la verdad (K).
¿Qué pasa con este paciente que no puede darle forma abstracta a una idea, que la cosa tomar lugar, que el
cuerpo o el dolor es la cualidad sensorial en si y su aparato para pensar bucea por sobre su verdad? ¿Qué es
la verdad aquí?. Mínimamente lo que siente, ¿Qué siente? Que el aire es denso, que todo cuesta, las cosas
duelen. Duele su padre, duele su madre, duelen sus hijos. Hay dolor, dolor no pensado, dolor de espalda,
cuello, cintura, cabeza… dolor.
Aprender duele. La experiencia de apareamiento duele. El vincularse con el objeto en K duele. La duda es
implícita respecto al proceso de conocer. Una experiencia que se sienta dolorosa puede iniciar un intento de
evadir o modificar la realidad dependiendo de la personalidad y la tolerancia a la frustración. El evadir o
modificar tiene como finalidad la evitación del dolor (principio de placer subsumido a principio de realidad).
El escribir un trabajo duele. El pasar de una preconcepción a la realización de esta para armar un concepto,
una idea, un escrito, es atravesar la “angustia de la hoja en blanco”. El proceso de transformación de una cosa
en otra, de algo desintegrado en algo de mayor integración requiere la aceptación del dolor que la conjunción
de los elementos dispersos conlleva. En el modelo analítico esto está. El analizando puede ser la “hoja en
blanco” (-K) frente al cual debemos intentar ayudar por medio del análisis a que disponga de la pluma para
poder dibujar un símbolo, una idea, un pensamiento, una narrativa.
El esclarecimiento de su verdad dibujará y dará contenido al vacío blanco de su angustia frente a la hoja, su
narración podrá (o no) dar elementos más integrados para vincularse, a fin de cuentas, para aprender de la
experiencia.
APRENDIENDO A PENSAR
Cristiana COELHO
tenemos nuestras preconcepciones y nuestra personalidad y tendremos nuestras velas que serán nuestras
experiencias, que se irán sumando y se irán nutriendo a través de distintos símbolos…
¿Por qué aprendiendo a pensar? Porque en lo que llevamos de este breve recorrido vemos que Bion se
esfuerza por mostrarnos cómo es que pensamos.
A mí se me ocurre decir que hay dos Bion, uno el epistemólogo, preocupado en que el psicoanálisis es una
ciencia. Otro es el que sueña, preocupado en nuestras, emociones, sueños, pensamientos…. Uno es el que
construyó la Tabla, el otro el que la fue llenando… A Bion le interesa cómo crece la mente, o cómo es que no
crece.
Quizás tenemos que empezar por ahí. Por el par continente/contenido. Ya la idea de cajita de fósforos nos
habla de un continente y un contenido adentro nuestro. Pero para que este par quede instalado en nuestro
interior es necesario que primero exista alguien afuera que reciba todos nuestros contenidos (ya sean éstos
gritos, movimientos, lágrimas, es decir elementos beta) y los digiera para poder devolver de otra manera.
Así lo dice Bion en Aprendiendo de la experiencia: “El componente mental, amor, seguridad, ansiedad, a
diferencia de lo somático, requiere un proceso análogo a la digestión. Por ejemplo, cuando la madre quiere al
niño, ¿con qué lo hace? Aparte de los canales físicos de comunicación, tengo la impresión de que el amor se
expresa a través del “ensueño” (reverie). Y más adelante agrega: “…el reverie es aquel estado anímico que
está abierto a la recepción de cualquier “objeto” del objeto amado y es por lo tanto capaz de recibir las
identificaciones proyectivas del lactante, ya sean sentidas por el lactante como buenas o malas” (pág. 73 y
74).
Por qué damos toda esta vuelta? Porque para Bion para que haya pensamiento es necesaria una experiencia
emocional.
Pero volvamos al principio, cuando hablamos de la experiencia emocional que se producía si esos fósforos
encontraban quiénes los enciendan. Es fácil imaginarse ahí la construcción de un vínculo. Y creo que esto es
lo que nos quedó grabado “el pensamiento se hace en un vínculo”.
En el derrotero que fuimos haciendo en “Volviendo a pensar” nos quedó claro que hay mentes que no toleran
la unión; que no toleran que algo se junte con otra cosa (por ejemplo la boca con un pecho/pezón) y que de
esa experiencia pueda surgir algo nuevo, algo distinto. Es más dice Bion, hay personalidades que atacan al
vínculo porque no toleran la dependencia con el objeto, amar al objeto; y esto lleva a “una perturbación severa
del impulso de curiosidad, del que depende toda la capacidad para aprender” (pág. 146). Sin darme cuenta ya
hablé de las tres formas de vincularse que hay (o no) con el objeto, de las cuales habla Bion: a través del
Amor, del Odio y del Conocimiento.
No quiero finalizar este breve recorrido sin traer una idea que apareció en nuestra experiencia grupal “el
modelo de crecimiento de la mente es el que se aguanta”. El continente tiene que ser lo suficientemente
flexible y unido para soportar las impresiones sensoriales y el contenido tiene que tolerar la duda; tiene que
bancarse que sus elementos no estén unidos para esperar que se unan transformándose en algo nuevo. Así,
al decir de Bion, de éste apareamiento resultará una concepción.
Ahora quiero compartir unas frases de Bion en su artículo “Lenguaje y esquizofrenia” que a mi entender
hablan de la función continente del analista. Dice así:”…debe aceptarse que el paciente psicótico “actúa”, pero
no me cabe ninguna duda de que el analista siempre debería insistir en que se está dirigiendo a una persona
sana y está autorizado para esperar cierta aceptación sana. Este punto es de importancia porque los
pacientes harán uso del mecanismo de identificación proyectiva para desembarazarse de su “cordura”. Si el
analista parece por su conducta condonar esta posibilidad, queda abierto el camino a la regresión masiva, y
en mi experiencia, si se permite hacer esto una vez, tendrá que realizarse un gran esfuerzo para recuperar su
posición”.
Para terminar quiero comentarles que aprovechando el confinamiento obligatorio me ví compelida a ver
numerosas series (creo que nos pasó a la mayoría de nosotros). Voy a rescatar dos o tres de ellas porque nos
pueden ayudar a pensar lo que estamos hablando y quizás a Uds. se les pueda ocurrir algo más.
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La primera es del año 1998 pero bastante exitosa que fue “Los Soprano”. Cuenta la historia de un Capo de la
mafia italiana en la actual New Jersey de EE.UU. Empieza en el primer capítulo mostrando la casa de “Tony”
con una exuberante piscina dónde él se mete para chapotear con una familia de patos y patitos que usaron la
pileta como lugar para vivir. Para Tony no hay momento en el día más motivador que ese que comparte con
los patos; aunque su familia no está para nada contenta con el tema. Pero un día él sale a encontrarse con
sus patos y en el medio del juego la familia de patos levanta vuelo y se va. Suponemos que emigra; pero el
hecho es que no vuelven. A los pocos días de este suceso él tiene un infarto, del cual sobrevive; pero al
retirarse de la clínica le sugieren que recurra a un analista. La serie continúa entre sus sesiones, su vida
familiar y sus “actividades”. Por ejemplo muestran cómo su madre, una mujer fría y desconectada tiene que
dejar su propia casa e irse a vivir a una residencia en contra de su voluntad.
Quizás hay varias cosas para comentar pero a mí se me ocurría que se muestra cómo Tony no pudo tener en
su mente un continente que sostenga la experiencia emocional de la ida de esa familia de patos; que era
fuente de su preocupación y de su bienestar. ¿Se puede ligar esa familia de patos a la familia “unita” italiana?
Probablemente. Esas experiencias (la de los patos y la de su madre) no pudieron ser pensadas por su mente
cómo una separación o cómo una independencia o cómo un abandono; entonces, se tramitó de manera
somática y se infartó.
La otra serie es “Anne with an e”, la historia de una niña huérfana que es adoptaba por una familia compuesta
por dos hermanos (hombre y mujer), que esperaban a un varoncito para la ayuda del campo y por confusión
aparece Anne. La historia cuenta que ella vivió en un orfanato dónde sufrió varios maltratos y también fue
adoptada por varias familias que abusaban de su trabajo en la casa. Ella no sabe si fue abandonada por sus
padres o si ellos murieron. Es una niña vivaz y apasionada de los libros dónde ella se sumerge disfrutando de
todas las historias que lee. Es más, todas sus realidades son contadas desde su imaginación (donde ella es la
princesa Cordelia) y aunque son crudas y dolorosas sus conjeturas imaginativas la ayudan a sobrellevar esas
experiencias emocionales. Acá vemos la plasticidad de su mente para recibir las historias más aterradoras y
transformarlas en algo nuevo que sea de crecimiento para ella.
El presente trabajo intenta aproximarnos a las ideas de Bion sobre un aparato psíquico que se constituye a
partir de tolerar frustraciones, y en función de ello poder interrogarnos si los aspectos infantiles de la
personalidad, que conviven en nosotros (PS D), y que determinan nuestras partes neuróticas y psicóticas de
la personalidad, junto con las influencias del mundo exterior, pueden responder o no a las exigencias que
nuestra realidad hoy nos impone.
Esta época de pandemia y confinamiento social nos ha puesto a prueba de diferentes maneras, una de ellas
es a tolerar frustraciones, a sentir más aún la falta que nos constituye como sujetos de deseo. El afuera,
donde el virus se expande de manera invisible, se ha vuelto atemorizante y persecutorio, es un mundo -pecho
–malo, mortífero que nos ha confinado al aislamiento y a la privación. Bion nos dirá que la manera en que
podamos superar estas exigencias dependerá en gran parte de la personalidad del niño, de cómo se ha
constituido su aparato para pensar aquellos acontecimientos tanto internos como externos que nos ponen a
prueba en nuestra vida cotidiana.
Tanto en Volviendo a pensar (1966) como en Aprendiendo de la experiencia (2009), Bion desarrolla su teoría
sobre un aparato que produce pensamientos (preconcepciones de carácter innato, concepciones y
conocimiento), destaca la tolerancia a la frustración como un factor determinante en el funcionamiento del
aparato para pensar. Se la considera como la expectativa de un pecho que entra con la realización
(comprobación real) de un no-pecho o un pecho ausente dentro del aparato (Bion; 1966, pag.154), mientras
que la concepción es pensada como una experiencia de satisfacción, cuya realización coincide con la
expectativa de un pecho que nutre y ama.
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Si la frustración o el displacer acumulado es tolerado junto con los sentimientos destructivos, y puede
reconocer dentro de sí un pecho bueno que no solo satisface sus necesidades biológicas sino que también le
traduce las identificaciones proyectivas del niño como son sus sentimientos de muerte en buenas (Bion 2009,
pág. 74), se irán introyectando las vivencia con predominio de amor o de pecho bueno. Lo que se irá
instaurando en el yo es una barrera de contacto capaz de otorgar un ordenamiento mental, que permita
inscribir en la memoria las huellas mnémicas de las experiencias vividas (elementos –alfa). Esta estructura
que produce una barrera de contacto que ordena, Bion la denomina función- alfa (Bion 2009; pág. 60):
“desempeña un papel fundamental al trasformar una experiencia emocional en elementos alfa (…),
comprenden las imágenes visuales, los modelos auditivos, modelos olfativos, y son adecuados para ser
empleados en el pensamiento onírico, el pensar inconsciente de vigilia, sueños, barrera de contacto,
memoria.” (Bion 2009, pág. 60, 80).
Entonces, el establecimiento de la función -alfa constituiría el desarrollo normal en la estructuración de un
aparato que produce, liga de otro que evacúa: …”el fracaso en establecer una relación entre el niño y la
madre en la que la identificación proyectiva normal sea posible, impide el desarrollo de una función alfa y por
lo tanto de una diferenciación de elementos en conscientes o inconscientes (Bion 1966, pág. 159).
De esta manera el progreso de un aparato se irá desarrollando a partir de ir, mediante la experiencia,
acumulando elementos- alfa que quedarían disponibles para las futuras abstracciones que se irán alejando
cada vez mas de la primera experiencia. Esto permitirá adaptarnos a los nuevos acontecimientos que el
mundo nos ofrece. Apelamos a nuestros recursos internos para modificar aquello que es sentido como
intolerable.
Pero de qué depende que podamos tolerar la frustración? Bion nos ofrece una respuesta: “Depende de si la
decisión (del niño) es eludir la frustración o modificarla.” (Bion; 2006, pág. 154). Aquí tenemos por un lado la
personalidad del niño que determina de alguna manera la respuesta de éste frente a la manera que tendrá la
madre, o el ambiente en responder sobre los sentimientos del niño.
Este modelo de Bion está centrado en las ideas de Freud en términos económicos desde las teorías del
principio de Placer – displacer y el principio de realidad, tendiendo el aparato a lograr una homeostasis ya sea
generando nuevos pensamientos y abstracciones o evacuando. Estas experiencias son de carácter estructural
del aparato que ordena o enferma.
Si bien Bion no hace referencia prácticamente al concepto de trauma a lo largo de sus obras, podemos
introducirnos en el mas allá del principio de placer y pensarlo como un flujo de excitación que rompe la barrera
antiestímulo produciendo una inundación de elementos-betas que la función- alfa no podría tramitar. Lo qué
aquí se pone en juego es el desarrollo y continuidad del funcionamiento mental que logre ligar nuevam ente y
así recomponerse. Por ejemplo, en estos tiempos de pandemia hay muchos analistas que han observado que
sus pacientes han soñado más. En este caso se me presenta el interrogante si éstos corresponden a sueños
de deseo o, por el contrario, a sueños traumático con el intento de ligar y restituirle al aparato su homeostasis
libidinal.
Bion nos muestra un sujeto activo en el momento de configuración de su psiquismo, no somos sujetos
moldeados por otro solamente, sino que nuestros componentes innatos, preconcepciones, son una marca de
nuestras huellas psíquicas, marcadores identitarios que nos hace únicos. El desvalimiento con que nos
encontramos frente a las invasiones de elementos-betas dependerá en gran medida de la configuración
psíquica que nos fuimos constituyendo, por lo que el efecto de las experiencias de esta pandemia, como
tantas otras que nos han tocado atravesar a lo largo de nuestras vidas, se ha vuelto tan intransferible y único.
Esto es lo que Bion nos señala como objeto de estudio en psicoanálisis (Bion, 2009, pág. 120).
El COVID-19 invadió el aire que respiramos y las cosas que tocamos. Hasta el momento lo único que nos
protege es el aislamiento social y el confinamiento en nuestros hogares. Las paredes de nuestras casas se
convirtieron en barrera antiestímulo de nuestro cuerpo pero no lo han podido ser ante las sensaciones de
desconfianza y de temor que invaden nuestras mentes. Estas emociones traspasan las fronteras de la
espacialidad del cuerpo haciéndonos más vulnerables. Es así como en estos tiempos de pandemia y reclusión
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nuestros consultorios también se fueron trasformando intentando hacer de barrera protectora para nuestros
pacientes.
Aquel que posea la capacidad para reinventar esta realidad, será una oportunidad creativa para su
crecimiento mental, pero aquel que no tuvo mejor suerte y llegue a nuestros consultorios para transitar el
ámbito virtual del psicoanálisis, será nuestra función trasformar lo que el paciente no podría realizar solo.
Como la madre que tolera y metaboliza los temores en el niño, los psicoanalistas también debemos contener y
trasformar estas partes infantiles en ellos.
Referencias bibliográficas
- Bion W.R. (1966).Volviendo a pensar. Ediciones Horme. Buenos Aires, 6° ed. 2006
- Bion W. R. Aprendiendo de la Experiencia. Editorial Paidós. Buenos Aires, 1° ed. 2009
UN ACERCAMIENTO A BION
Blanca BENCHOUAM
Bion plantea que “la investigación psicoanalítica debe dirigirse al desarrollo y naturaleza de los
pensamientos, elementos alfa y beta y luego a la naturaleza del aparato usado para tratar con los
pensamientos, solo después puede dedicarse la investigación a averiguar que contenido o que factor
contribuyo a la crisis “.
En Aprendiendo de la Experiencia va describiendo como se va constituyendo la FUNCIÓN ALFA, que es la
capacidad que tiene el aparato mental para contener y transformar los estímulos en elementos alfa,
representaciones tanto para pensar, soñar, comprender. En sentido amplio es un proceso de simbolización.
EN SENTIDO ESTRICTO ES UN INTRUMENTO DE OBSERVACIÓN.
En la génesis de la función de pensar Bion describe los conceptos que arribaran a la complejización de esta
función, Las pre-concepciones que apareándose con las realizaciones o estímulos, dará lugar a las
Concepciones, La concepción es el nacimiento de algo nuevo pero se da solo en la relación de un
continente recibiendo un contenido si esta relación está atravesada por la emoción básica que en
psicoanálisis es el vínculo K querer conocer (con L y H como vínculos subordinados).
En este modelo el sistema de conocimiento nace en la fantasía primitiva de alimentación, El Pecho
Epistemológico de Bion, la relación BOCA-PECHO, esta pareja combinada que se arma y se introyecta en
el self, y se nace un adentro (recuerdo) y una percepción .Hay una transformación espacial. El desarrollo
simbólico implica hacer un duelo de lo sensorial, de la cosa en sí. Se inaugura un espacio interior.
Lo primero que tenemos son las Pre-concepciones que significan un estado de expectación, con ellas
siempre se busca y se elije algo. En un inicio fue un contenido (boca) en la búsqueda de un continente
(pecho).
La concepción es la unión de una pre-concepción con una impresión sensorial. Esta unión, esta
transformación depende de la pareja introyectada que tenga cada uno. Es la realización del mito edípico.
Dos se juntan atravesados por la emoción y nace algo nuevo, una idea.
Basándose en la teoría de la identificación Proyectiva de M Klein, Bion abstrae como modelo la idea de
continente en el que un objeto es proyectado y al objeto proyectado lo llamara contenido. Es un modelo
de representación abstracta que se desarrolla hasta llegar a la función Alfa.
La triangularidad es constitutiva de la función analítica, de la función alfa. La pre concepción es edípica,
supone que va haber otro objeto que lo va a realizar. El contenido representado por el signo femenino a la
espera del continente que lo va a penetrar representado por el signo masculino, a la espera de la gestación,
de la unión de los elementos dispersos en un PD el nacimiento de un símbolo, la emoción K es un
componente es esencial del mito edípico, va estimular la unión, es el deseo de saber, la emoción de querer
conocer, de comprender. Con un nivel de frustración y de no saber tolerado.
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El significado en todo este proceso es creado por el sujeto, los signos se van construyendo partiendo de
emociones más simples a más complejas, cada uno conceptualiza la experiencia emocional según como
pueda digerirla. Como ese sujeto pueda experimentarla ,pensarla, usarla, equivocarse, aceptar que es
nueva, tolera la duda a lo nuevo y la incertidumbre . Otra manera de decirlo es ver que factores deducimos
en ese acercamiento del sujeto: voracidad, envidia, intolerancia o factores donde se percibe la pulsión de vida
, emociones y tolerancias que facilitaran la generación de la función alfa.
Bion nos muestra que los componente mental también desarrollan en un proceso similar a la digestión .La
personalidad del lactante es incapaz de utilizar los datos de los sentidos y tiene que evacuar esos elementos
en la madre y confiar .Si la Identificación Proyectiva es moderada y encuentra un medio materno receptivo,
las emociones serán digeridas y la experiencia de alimentación y contacto irán construyendo una experiencia
emocional. A esta actividad de digestión BION le dará el nombre de una incipiente Función Alfa.
Si los factores los permiten esta FUNCIÓN se va desarrollando y abstrayendo cada vez mas hasta
transformarse en un instrumento de observación.
Que observamos nosotros, lo que se despliega en la sesión, lo que dice, lo que hace con lo que dice, lo que
hace con lo que recibe, que emoción predomina, lo que da y lo que no da. Observarnos como tolera el vinculo
triangular, observamos como tolera que algo entre dentro de algo y como deja que algo entre dentro de el.
Observamos la dinámica de sus pensamientos, la experiencia emocional en juego y que versión del mito
edipico deducimos según como digiere la realidad.
El eje que mueve el aparato es lo desconocido. Tanto continente –contenido son intercambiables y tienen una
relación dinámica y siempre van a depender del impacto de una experiencia nueva, de transformar las
realizaciones nuevamente en pre. Concepciones, abierta a nuevos significados en futuras sesiones, seguir
investigando, ir a la búsqueda de lo nuevo, ese es el objetivo del análisis y el motor del aprendizaje.
En la sesión la identificación proyectiva del paciente es un contenido que va a un continente, una mente del
analista que recibe, que espera, que integra, que se le arma un Hecho Seleccionado, se le arma una idea a
partir de elementos dispersos. Un Continente espero la maduración de los Elementos Beta y cuando se
puede se transforma en un contenido (Interpretación) cuando se da lo que el otro puede recibir. Si el
contenido descubre la interioridad como fruto de esa relación, el paciente se va y sueña (elemento alfa) El
contenido sale de manera sensorial y vuelve de manera inconsciente. La barrera de contacto formada por
elementos alfa en la que contiene las Funciones del yo, la que separa consciente de inconsciente y la que
reconoce sueño de vigilia.
Si en cambio la I Proyectiva es excesiva y la intolerancia a la frustración elevada, las violentas emociones no
van a la búsqueda de significados sino de acción, Son estímulos que no se pudieron digerir elemento Beta,
forman la pantalla beta, no son recuerdos son objetos inanimados, elementos dispersos, cosas en sí
misma, que se evacuan a través del acting out o en niveles somáticos. Son aspectos de la personalidad que
no pudieron ser digeridos por la función alfa. Que no se pueden pensar, que no ingresaron al espacio
simbólico.
El aprendizaje dependerá de que la emoción que predomine sea K querer conocer que la concepción
lograda se suelte y se tolere la duda , volver a la pre-concepcion y la capacidad del continente para
permanecer integrado sin rigidez, es decir que supone un estado mental donde el puede retener sus
conocimientos y experiencia y estar dispuesto a recibir nuevas ideas. No saturar, el sistema se va
multiplicando y las ideas nuevas son el alimento de la mente. Es una relación con un vínculo comensal donde
ambos se enriquecen con la experiencia. Esta relación va siempre del continente al contenido, siempre
tiene que haber un objeto externo capaz de recibir y unir los elementos del contenido, el contenido es
básicamente emocional, las palabras son medios para expresar sentimientos desarticulados.
Cuando continente, contenido están separados despojados de emoción disminuyen en su vitalidad, se
aproximan a los objetos inanimados si no predomina la ansiedad persecutoria y toleran la espera pueden
entrar en el proceso de transformación simbólica, que dará nacimiento a nueva representaciones generando
cambios en el soñar, pensar, observar e interpretar la realidad.
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Pero si la emoción que predomina es la envidia (intolerancia a las experiencias de satisfacción) dificultando un
vínculo de crecimiento, subvirtiendo las experiencias buenas y malas generando confusión). En este caso el
vínculo se torna–K no-conocimiento y el objetivo es hacer fracasar la interpretación.
Con la emoción – K, no hay búsqueda de la verdad sino ataques destructivos, no se puede aprender se cree
que se sabe todo, El contenido con el continente no se juntan, no se integran, no se acepta la unión edipica
que dará lugar al nacimiento al signo, del símbolo, del sueño.
Estas distintas emociones son dinámicas según la personalidad del paciente y el momento transferencial.
Viñeta la paciente viene trayendo su vínculo con su novio con el cual sufre y sabe que no esta dispuesta a
dejarlo. Ella plantea que él es impredecible y por momentos cruel, Vuelve a aparecer el recuerdo del padre
con el que tuvo un vínculo muy difícil. Sigue una etapa en el proceso con muchos recuerdos y sueños que
recordaba poco pero sentía que eran dolorosos.
Viene una sesión y dice que se fue muy triste por lo que trabajamos, algo le hizo un clic pero no sabe
explicarlo, pero primero me quiere contar un sueño para no olvidárselo, que no fue una pesadilla como la
mayoría de sus sueños.
“Estaba en un viaje y tenía que pasar distintas zonas limítrofes, iba a buscar amigos y gente que la tratara
bien, en cada frontera como no tenia documento tenía que contar cosas de su historia para que la dejaran
pasar.
En un paso a nivel conoce a alguien con el que se abraza con amor, Valora este amor pero le dice que tiene
que seguir su viaje porque va a buscar gente amigable.”
Cuando le pregunto me dice con él no se puede hablar tal vez algún día lo deje y siga mi camino.
Algo de lo que venimos trabajando en este largo camino entro y dio lugar al nacimiento de un sueño, un modo
trasnferencial de atravesar la encrucijada, a través del sueño alfa, vincular, que le permite “ a través del
diálogo” en la frontera transferencial, adquirir el soporte de identidad que la ayude a pensar y tomar sus
decisiones.
Referencias bibliográficas
- Bion W ”Volviendo a Pensar” Ediciones Horme
- Bion W “Aprendiendo de la experiencia”, Barcelona. Editorial Paidos Ibérica
El tema de las citas bibliográficas viene convocando un creciente interés. El desarrollo de las ciencias y la
posibilidad de la comunicación científica en forma de revistas especializadas de publicación periódica ha
convertido el estudio de las citas en un campo de conocimiento en si mismo. Realizamos un estudio
descriptivo observacional con carácter exploratorio cuyo objetivo fue identificar, analizar y describir algunas
modalidades propias de la sección “referencias bibliográficas” de los trabajos psicoanalíticos publicados en las
revistas de psicoanálisis.
Se han revisado los artículos publicados en la revista The International Journal of Psychoanalysis de los años
2017 y 2018 y se han consignado una serie de variables:
número de citas a textos de Freud y a otros autores clásicos del psicoanálisis, frecuencia de autocitas y
presencia de autorías múltiples (entre otras) en cada uno de los artículos publicados.
Se presentarán los resultados preliminares de la investigación y posibles conclusiones que derivan de los
resultados
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Observaciones:
El Dr. Gabriel Kunst presentará los resultados de una investigación en curso. La Dra. Kuky Coria y la Dra. Lilia
Bordone realizarán comentarios y reflexiones en relación a temas de investigación en general y sobre la
investigación presentada en particular
El tema de este trabajo se centra en textos cinematogràficos. En aquellos cuyos contenidos involucran
problemas vinculados con asuntos de salud mental referidos a cuestiones diagnósticas, terapéuticas y temas
epidemiológicos .
En el contexto de una investigación radicada en la maestría de psicopatología y salud mental del instituto
universitario de salud mental nos hemos propuesto en primer lugar identificar y describir la frecuencia de
personajes con problemáticas psicológicas presentes en las películas estrenadas en el circuito comercial de
cine y en segundo lugar, como resultado de nuestra búsqueda, desarrollar una base de datos con los casos
identificados en las películas.
Hemos recolectado 21 casos clínicos y los hemos transformado en breves videos clínicos a los que llamamos
videos clínicos ficcionados. El VCF es un producto resumido de aproximadamente 10 minutos en el que
logramos sintetizar la información de cada una de las películas que en el equipo de investigación definimos
como relevante en términos psicopatológicos.
Nos propusimos pensar cómo el cine ha utilizado muchos conceptos del psicoanálisis, al reflejar en sus
producciones tanto conflictos humanos, de relación, como así también mundos de fantasía e imaginación.
Nuestro trabajo tiene la intención de armar, en línea con los videos clínicos ficcionados, un producto que,
haciendo un recorte de escenas seleccionadas de películas en las que aparezcan problemas o temas de la
técnica psicoanalítica, permita ver como el cine refleja al psicoanálisis y en particular sus aspectos técnicos, y
como contar con un instrumento que pueda ser usado para la difusión y la docencia. A través de esta
selección de videos clínicos ficcionados es posible encontrar multiplicidad de datos concernientes al proceso
terapéutico: el aspecto formal que implica el contrato que se establece entre el paciente y el terapeuta; el
aspecto técnico observable a través de diferente tipos de intervenciones, el vínculo terapéutico que refleja el
compromiso ente el paciente y el terapeuta y el aspecto clínico desplegado en los impactos dentro de la
sesión ( catarsis, explosiones emocionales, reacciones violentas hacia el terapeuta, etc.) que se despliegan en
un proceso secuencial de interacción.
La técnica es el observable del Psicoanálisis. La imagen habla del analista. Como saluda, como se presenta,
como se sienta, que dice, como interviene en la sesión son algunos de los aspectos observables de lo que
constituye la técnica en Psicoanálisis.
Los videos clínicos ficcionados (VCF) son una herramienta que hemos utilizado en diferentes instancias
académicas de pregrado, posgrados, especializaciones y maestrías; y han sido el eje de nuestra presentación
en el XXXIV Congreso Argentino de Psiquiatría y en el WFMH 2019.
Cada una de las presentaciones de los VCF tuvo diferentes objetivos que iban desde la posibilidad de
transmitir contenidos hasta la discusión de casos clínicos y de cuestiones epidemiológicas. Dentro del ámbito
académico universitario hemos obtenido respuestas satisfactorias en encuestas anónimas sobre el material
presentado
El uso de estos recursos parece acortar los tiempos del aprendizaje.
El alumno, se puede enfrentar a situaciones desafiantes en un lugar seguro donde el error está permitido.
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El amor nos une, pero ¿y el odio? La propuesta de nuestro taller es trabajar en conjunto los Movimientos de
masa; entre sumisión y rebelión, a partir de dos fragmentos Freud de Psicología de las masas y análisis del yo
(1921); y sí elaborar juntos el poder unitivo del amor (sacrificio de sí, búsqueda de aproximación) y también
el efecto unitivo del odio.
“Libido es una expresión tomada de la doctrina de la afectividad. Llamamos así a la energía… de aquellas
pulsiones que tienen que ver con todo lo que puede sintetizarse como «amor». El núcleo de lo que
designamos «amor» lo forma, desde luego, lo que comúnmente llamamos así y cantan los poetas, el amor
cuya meta es la unión sexual. Pero no apartamos de ello lo otro que participa de ese mismo nombre: por un
lado, el amor a sí mismo, por el otro, el amor filial y el amor a los hijos, la amistad y el amor a la humanidad;
tampoco la consagración a objetos concretos y a ideas abstractas. Podemos hacerlo justificadamente, pues la
indagación psicoanalítica nos ha enseñado que todas esas aspiraciones son la expresión de las mismas
mociones pulsionales que entre los sexos esfuerzan en el sentido de la unión sexual; en otras constelaciones,
es verdad, son esforzadas a apartarse de esta meta sexual o se les suspende su consecución, pero siempre
conservan lo bastante de su naturaleza originaria como para que su identidad siga siendo reconocible
(sacrificio de sí, búsqueda de aproximación)”. (Freud, 1921, p. 86)
“…habría que ocuparse de la diferencia entre las masas que poseen un conductor y las que no lo tienen.
Averiguar si las masas con conductor son las más originarias y completas, y si en las otras el conductor puede
ser sustituido por una idea, algo abstracto, respecto de lo cual las masas religiosas, con su jefatura invisible,
constituirían la transición; si ese sustituto podría ser proporcionado por una tendencia compartida, un deseo
del que una multitud pudiera participar. Eso abstracto podría encarnarse a su vez de manera más o menos
completa en la persona de un conductor secundario, por así decir; en tal caso, del vínculo entre idea y
conductor resultarían interesantes variedades. El conductor o la idea conductora podrían volverse también,
digamos, negativos; el odio a determinada persona o institución podría producir igual efecto unitivo y generar
parecidas ligazones afectivas que la dependencia positiva…” (Freud, 1921, p. 95)
Referencia bibliográfica
Freud, S. (1921): Psicología de las masas y análisis del yo. Amorrortu Editores. Tomo XVIII. Buenos Aires.
“Con demasiada frecuencia y durante demasiado tiempo nos quedamos afuera y, con una creciente perplejidad teórica,
lo mirábamos (al niño autista) trasgredir de continuo con su conducta las leyes de la psicopat ología ortodoxa. En el
presente, nuestra única esperanza es entrar en él y contemplar el mundo con sus ojos”.
(James Anthony- Extraído de El cascarón protector en niños y adultos, Tustin)
Introducción
Este trabajo pretende hacer un breve recorrido sobre el mundo emocional del autista; intentar acercarnos a
una comprensión del funcionamiento mental de los niños y las niñas autistas; cómo sienten, piensan y se
vinculan con los demás.
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Desde una mirada post-kleiniana, teniendo como referencia a Bion, Meltzer y Tustin, así como algunas ideas
de Winnicott, intento explicar los procesos de simbolización que se dan en autismo, la sensorialidad en la que
viven, sus dificultades para conectarse afectivamente con otros. Así también se pretende explorar elementos
que hacen al lenguaje, la voz y la mirada en estos pacientes.
El escrito intenta aproximar una mirada de los primeros meses de vida de los niños y las niñas con autismo
para explicar algunas de sus defensas frente al dolor, así como proponer algunos lineamientos sobre el
trabajo clínico.
1. Reseña histórica:
Klein, en “La importancia de la formación de símbolos en el desarrollo del yo (1930)” aborda el tema de la
simbolización, a través de un caso clínico de un niño pequeño, Dick, paciente con un cuadro que hoy
consideraríamos dentro del espectro autista. Se puede observar en la descripción del caso que el niño tenía
intensas fantasías sádicas dirigidas a la madre, estas pueden generar un alto nivel de angustia que no puede
ser tolerado por el yo, y esto genera una detención en el desarrollo simbólico.
Al leer el caso, uno puede observar que Klein se encontró con un paciente diferente de los que ella
observaba, este niño no hacía contacto, tenía un pobre desarrollo emocional, que se observaba en su
lenguaje, en sus juegos, y en su relacionamiento con su entorno. El análisis propuesto por Klein consistió en
desarrollar sus capacidades simbólicas. Resulta interesante la descripción que la autora realiza, sin contar
con la teorización del autismo. Etchegoyen remarca que ella trató a este niño en 1930, y Kanner, el que
introdujo el concepto de autismo, lo hizo recién en 1943. Señaló esto para mostrar el valor de la clínica
psicoanalítica en el descubrimiento de los procesos psíquicos de la mente infantil.
Fueron autores post-kleinianos, como Meltzer y Tustin, los que elaboraron estos lineamientos de su teoría
pero revisaron sus ideas y profundizaron en la comprensión del funcionamiento mental en el autismo.
2. Los procesos de simbolización: De la sensorialidad a la emocionalidad
Uno autor que se ha dedicado a estudiar y profundizar las ideas de Klein y Segal sobre los procesos de
simbolización ha sido Bion. Postula que para el desarrollo de la mente humana se necesita de un objeto
continente (la madre o quien cumpliese esa función materna), que permita metabolizar las ansiedades
primitivas, y le devuelva desintoxicada estas ansiedades, esto permite lentamente introyectar el objeto
contenedor dentro del mundo interno, y de esa manera tolerar la espera, la ausencia y la frustración. A este
proceso lo denomina reverie.
La posibilidad de transformar las experiencias somático-sensoriales en pensamientos es lo que permite de
desarrollo emocional del infante. Pero ¿qué sucede si no se logra este proceso psíquico? Si el infante no
encuentra un continente disponible para sus emociones primitivas, se reintroyecta un terror sin nombre, y
sus salidas serán descargas en el cuerpo, en el campo perceptual o en los actos.
Desde otra línea teórica, Winnicott, rescata la función materna como fundamental para la maduración del yo,
si no se dan estas funciones el yo queda necesariamente distorsionado en ciertos aspectos vitales. El infante
humano está al borde de una angustia inconcebible. Esta angustia se mantiene a raya con la función
materna. La angustia inconcebible se expresa a través de: fragmentarse, caer interminablemente, no tener
ninguna relación con el cuerpo.
Terror sin nombre y angustias inconcebibles son expresiones que ayudan a describir aspectos del
funcionamiento mental infantil del autismo, y nos permiten a partir de ahí comprender su mundo interno.
3. Características del autismo:
Estos niños/as no han podido construir internamente un espacio para la simbolización, hay una carencia de un
espacio interno dentro de la mente, por lo tanto esto tendrá efectos significativos en la imaginación, en el
despliegue de la fantasía y de la creatividad necesarios para hacer frente a los problemas vitales de cada ser
humano. Estamos hablando de un mundo interno empobrecido, en el cual no hay lugar para introyecciones.
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Meltzer menciona algunas características observadas en los casos de niños/as autistas; una gran sensibilidad
al estado emocional ajeno, propensión al sufrimiento depresivo en forma masiva, mínimo sadismo, son de alta
sensualidad y posesividad, una fuerte tendencia a la fusión con el objeto.
Tanto Meltzer como Tustin remarcan esta característica como algo muy relevante: el mundo del niño autista
está dominado por las sensaciones; se encuentra en un estado de búsqueda de sensorialidad, no han
podido hacer la transformación al mundo emocional.
Por su parte Tustin describe algunas características; la evitación de la mirada, la falta de manifestación de
emociones asociadas a la sociabilidad, escasa motivación para comunicarse de manera común, con poco o
ausente lenguaje, que suele ser esporádico o ecolálico.
4. El lenguaje, la voz y la mirada:
Siguiendo con las características observables, en relación al lenguaje, Rhode, sostiene que el niño autista a
menudo se enfoca más en el nivel sensorial de las palabras, a expensas de su significado. Esto nos tiene
que llevar a ser cuidadosos en el análisis con el lenguaje de estos niños. No podemos interpretar como otros
niños los “significados” de una palabra repetida, de una canción, porque muchas veces están dando cuenta de
otros procesos; sonidos de autosostén y autocalmantes, por la sensorialidad que evocan esas palabras, otras
de procesos miméticos y adhesivos.
Tustin tiene un concepto que llama objeto autista; son las sensaciones duras que tranquilizan al niño
respecto a su existencia continua e integridad corporal. Los niños hacen sonidos vibratorios, para envolverse,
contenerse a través de ellos, porque no tienen un sostén interno, no cuentan con un objeto interno
continente.
Otro de los aspectos llamativos en niños autistas es la evitación de la mirada. Sabemos que la mirada es
esencial en el vínculo madre-infante, ya que sostiene, contiene, integra y le devuelve al bebé su propia
persona, su sí mismo. El bebé capta a través de la mirada las emociones de cuidador primario. Tustin
expresa que el bebé detecta la depresión de madre, es por ello que estos niños evitan la mirada con otras
personas, para evadir el contacto emocional con el otro.
5. Los orígenes del autismo: Los primeros momentos de vida
Tanto Meltzer como Tustin coinciden que los factores etiológicos son múltiples, pero describen una
perturbación en la relación con el pecho materno, en los primeros momentos de la vida.
Tustin señala que el trabajo clínico con niños y niñas aquejados de autismo psicógeno en quienes no se
comprueba deterioro cerebral con los métodos de investigación de que hoy se disponen, indican que han
desarrollado, cuando infantes, una formación masiva de reacciones evitadoras a fin de tramitar una
percatación traumática de separación física de la madre. Este shock de la separación corporal de la
madre trae como efecto la suspensión de la integración normal del tacto y la visión; el resultado es que el niño
vive en un mundo plano, dominado por lo táctil, de meras superficies.
Esta separación de la que menciona Tustin, sobreviene en el estado del propio ser emergente, antes de que
se haya desarrollado el núcleo del propio ser, antes de que se haya desarrollado un sentimiento seguro de
continuidad de existir. Entonces estos niños son asediados por terrores tan elementales como disgregarse,
caerse en un abismo (Winnicott), estrellarse con daño, esparcirse, explotar, perder el hilo de la continuidad
que garantiza su existencia. Estos terrores se han experimentado en un estado que era pre-verbal, pre-
imágenes. Y esto trae por consecuencia el aminoramiento o la detención del desarrollo emocional y cognitivo
del infante.
El niño autista no ha sido capaz de hacer duelo porque el pezón cuya pérdida sintió no había alcanzado el
estatuto de objeto; se lo experimentaba principalmente como un conglomerado de sensaciones. Y el
procesamiento de los sentimientos de pérdida tiene una gran importancia en la formación de símbolos.
Cuando se logra penetrar la fachada protectora del niño autista, se descubre que estos niños están
traumatizados. Han tenido una percatación lacerante de su separación física de la madre nutricia o de su
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SIMPOSIO APdeBA 2020
sustituto, que, para estos bebés y en el ambiente emocional de su situación de crianza, les resultó
insoportable.
Según su experiencia, Tustin sostiene que con frecuencia se encuentra que hubo una interacción entre una
persona maternante que no pudo estar junto a su bebé como habría querido, y un bebé particularmente
sensible que tendía a no tolerar grados de frustración que un bebé más plácido habría soportado.
Esta visión permite dar un giro a otras posturas que sostienen que estos niños son simplemente
desconectados. Detrás de esas barreras autistas, hay un niño/a muy vulnerable y sensible, con poca
tolerancia a la frustración.
6. La propuesta clínica:
El proceso de crecimiento mental en un análisis apunta a la simbolización y a construir un espacio mental, en
palabras de Bion, un continente que pueda ser capaz de contener objetos internos, que permitan el desarrollo
mental; la imaginación, la creatividad, la intimidad con otros y la posibilidad de vivir experiencias emocionales.
Como lo expresa Tustin, nuestra tarea es poner a estos niños y niñas en contacto con su propia humanidad,
ayudarlos a salir de esas modalidades de conductas automáticas en las que están envueltos, y que puedan
tolerar la tristeza, el dolor y las frustraciones, y disfrutar de los deleites de los vínculos profundos e
interactivos con otras personas.
Para ello es necesario que se sientan contenidos en un vínculo sano, firme y cálido, que el analista tome
contacto con su modalidad de funcionamiento mental y desde ahí lo acompañe en su crecimiento mental.
El proceso implica sostener y tolerar momentos difíciles de defensas autistas; juegos no simbólicos,
repeticiones y ecolalias. Cuando el infante empieza a abandonar el modo de protección autista, emerge un
niño hipersensible, muy vulnerable, susceptible, con poca tolerancia a la frustración. La encapsulación autista
los llevó a no experimentar su sensibilidad y vulnerabilidad. Hablarle directamente y con sentimientos, ellos se
sentirán comprendidos. Esto poco a poco los alienta a bajar las barreras de sus reacciones autistas más
extremas.
A medida que la encapsulación se modifica por medio de la transferencia infantil, ellos obtienen experiencias
más satisfactorias de las que podían procurarse cuando fueron bebés. Y empieza a instalarse dentro de su
mente un pecho bueno (en palabras de Klein) como fuente de integración y esperanza.
Tomo las palabras de Bion, quien expresa que “detrás de las masas de la neurosis o psicosis (yo agregaría
del autismo) siempre hay una persona que pugna por nacer”, y esta es la propuesta del análisis: dar lugar al
nacimiento de la experiencia emocional en estos niños/as.
Referencias bibliográficas
- Bion, W (1977). Bion en Nueva York y San Pablo. Buenos Aires. Gedisa.
- Etchegoyen, H; Minuchin, L. (2014). Melanie Klein: Seminarios de int roducción a su obra. Buenos Aires, Biebel.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o
privaciones” (p.1). La OMS clasifica la violencia en tres categorías generales, de acuerdo a las características
de quienes cometen el acto violento, la violencia autoinfrigida (comportamiento suicida y autolesiones), la
violencia interpersonal (violencia familiar, que incluye menores, pareja y ancianos, así como la violencia entre
personas sin parentesco) y la violencia colectiva (social, política y económica).
Esta definición y clasificación de la violencia, permite dimensionar no sólo sus características sino también los
daños y las consecuencias negativas que tiene este problema en las familias, analizando cómo la violencia
familiar genera un contexto hostil y disfuncional en los hogares, convirtiéndose en un círculo vicioso donde los
padres o los adultos que hayan crecido en familias en donde existió la violencia, repliquen estos patrones de
crianza con sus hijas e hijos. Según Dueñas (2013), la literatura especializada, define la violencia intrafamiliar
como un acto intencional que tiene lugar en el contextos de las relaciones interpersonales, en la interacción
familiar, ocasionando daño físico, psicológico, moral y espiritual tanto a víctimas como a victimarios,
vulnerando los derechos individuales de los integrantes del núcleo familiar, en especial, de niñas, niños,
adolescentes, mujeres y ancianos.
Diversas investigaciones muestran una relación significativa entre la violencia familiar y la salud mental, en un
estudio realizado por Suárez, Restrepo, Caballero & Palacio (2018) donde se analizó el riesgo suicida con la
exposición a la violencia en casa, calle, colegios y televisión, en una muestra de 210 adolescentes de Santa
Marta, entre 12-19 años con la escala de Riesgo Suicida de Plutchik, y la Escala de Exposición a la violencia,
se encontró una relación bivariada con la exposición a la violencia en casa, evidenciando cómo el apoyo de
los padres, hermanos y amigos es un factor protector para el riesgo suicida, mientras que el género femenino,
la exposición a la violencia en casa y las dificultades de ingreso a la educación representan factores de riesgo,
mostrando el estudio cómo las mujeres adolescentes víctimas de violencia en el hogar y con problemas para
acceder a la educación básica tienen una mayor probabilidad de presentar riesgo suicida.
Según la Encuesta Nacional de Salud Mental de 2015 (Gómez-Restrepo, Escudero, Matallana, González &
Rodríguez, 2015) los eventos críticos presentados antes de los 12 años de edad, están relacionados con
limitaciones por parte de los adultos en su expresión afectiva, en el cuidado, en la posibilidad de jugar o de
maltrato, la delegación de responsabilidades no concordantes con la edad, o las condiciones de precariedad,
presentando diferencias asociadas con la edad; asimismo, pone muestra que por lo menos un 44,7% de la
población infantil de 7 a 11 años requieren de una evaluación formal por parte de un profesional de la salud
mental para evaluar problemas o posibles trastornos. Además refiere que el 11,7% de la población infantil
entre 7 y 11 años ha estado expuesta a algún evento traumático, de ellos el 38,6% de los cuidadores
consideran que podrían tener algún problema psicológico secundario.
Desde la experiencia de 23 años del Programa de Educación emocional y desarrollo Psicoafectivo Pisotón de
la Universidad del Norte, en el territorio colombiano, incluyendo poblaciones víctimas del conflicto armado y la
violencia sociopolítica, se ha evidenciado que los niños que han sufrido formas de violencia como maltrato
infantil, violencia intrafamiliar y violencia social, presentan temores relacionados con la muerte, a ser dañados
o la desconfianza en el otro. Frente a esto, los niños tienden a responder desde la identificación con el agresor
y con la violencia como forma de expresión de emociones. Pasan de ser agredidos a agresores, de ser
violentados a ser violentos, de la agresión a la violencia (Manrique-Palacio, Zinke, y Russo, 2018; .Zinke,
Russo, y Vera-Márquez, 2016).
El Programa Pisotón en tiempos de aislamiento preventivo ha implementado estrategias de comunicación por
medio de canales y medios virtuales (página web redes sociales) orientadas al fortalecimiento de vínculos
afectivos, afianzamiento de relaciones y la comunicación familiar, compartiendo contenido digital, juegos,
canciones, cuentos y videos a los padres, madres, cuidadores, niños y niñas a través de la estrategia “Pausa
Afectiva”.
Estos resultados y estrategias son de alta relevancia, el acompañamiento a las familias y la intervención
temprana es fundamental para prevenir problemas de salud mental que afectan el desarrollo integral de la
infancia y el funcionamiento adecuado de la dinámica familiar, es así cómo el acompañamiento a las familias
en cuanto a la promoción del buen trato constituye una prioridad para mitigar el aumento de casos de
violencia intrafamiliar en el país, especialmente en esta situación especial de confinamiento donde se ha
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4. Implementación de técnicas proyectiva para cada una de las temáticas emocionales: contEmos,
expresEmos y dibujEmos, al igual que el juego en familia, enfatizan en el mecanismo de proyección,
mediante el cual se expresa todos aquellos temores, deseos y sentimientos, que son vivenciadas como
propias, procurando al mismo tiempo la identificación con los otros miembros del grupo. Dentro de estas
técnicas, se propone a las familias una construcción conjunta para ser representada a nivel colectivo, esto
permite que la persona que presenta el conflicto pueda transformarlo, en la medida en que lo de uno, se
convierte en una experiencia que es compartida y transformada por los otros. Las expresiones artísticas, de
folclor y/o literarias, con moto en la descarga motora, permite colocar sobre la escena, conflictos sin los
rodeos que a veces las palabras imponen y mediante un acto creativo devolver el pasado al pasado.
5. Video- Aventuras: Proyección de dibujos animados relacionados con las emociones trabajadas. Los
videos hacen parte del material del Programa Pisotón; pero también, se considerará, si es pertinente, el uso
de otros materiales audiovisuales que enriquezcan el trabajo con las familias.
6. CreSerEmos: Foro-chat para las familias, en donde con el apoyo y acompañamiento de un psicólogo a las
familias, trabajando lo relacionado con la temática vista, las situaciones vivenciadas por las familias, de tal
forma que se generen estrategas y herramientas emocionales para la consolidación armónica del Ser, del
bienestar familiar y la prevención de la violencia, no sólo como momento coyuntural; sino para toda la vida.
Es así como desde el Programa AventurÉmonos de la Universidad del Norte, se concibe que, en el núcleo
familiar, el ser humano vive las primeras experiencias de vida, que son determinantes para la construcción de
su identidad, su protección afectiva, su desarrollo integral y su bienestar. Es la familia mediadora activa entre
lo público y lo privado, asumiendo un rol fundamental en la sociedad civil como interlocutor dotado de
capacidades y recursos que le permiten participar desde su saber legítimo, con sus particularidades y
divergencias en los procesos de intervención y acción, dinamizando la construcción de futuros posibles que
transformen su realidad presente.
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Durante esta etapa de confinamiento obligado el grupo de colegas de desarrollos kleinianos nos hemos
estado reuniendo en forma virtual. Pronto nos dimos cuenta que estos encuentros estaban teniendo un
significado muy fuerte. No solo estaban resultando un medio para seguir pensando las ideas de los autores
que nos interesan, estaban deviniendo un intenso nexo grupal que nos ayudaba a enfrentar las dispares
ansiedades de este momento tan complejo. Naturalmente fuimos dedicando la parte inicial del encuentro a
hablar de nuestras vivencias frente al avance de la pandemia y de nuestras novedosas experiencias
trabajando a distancia. Comenzamos a intercambiar videos, películas, textos, poesías que nos ayudaron a
comprender algunos matices de lo que nos pasaba. Fueron estímulos que, con la posibilidad que brinda el
arte de tratar cualquier tema a través de un punto de vista estético, nos fueron inspirando de una manera
pasional. Nos dimos cuenta que el grupo se fue poniendo más unido y más productivo en estas circunstancias
a primera vista desfavorables.
Compartimos un video conmovedor que se desarrolla en un escenario imponente: una montaña escarpada y
nevada. Los personajes son una osa y su osito. Una banda de sonido inquietante acompaña todo el video.
El video del osito y la osa nos llevó a escribir nuestras vivencias dentro de un espectro que iba desde el
rechazo hasta las más intensas emociones. Espejando lo ocurrido con el avance mundial de esta epidemia,
nos generó primero un caos emocional que desembocó en un sentimiento de estupefacción. Nos dejó por un
momento en suspenso, quizás fue la parálisis de la sorpresa, hasta que pudimos seguir mirando identificadas
sobre todo con el osito en sus esfuerzos por escalar la empinada pared de hielo y nieve y llegar hasta la osa.
La secuencia del video es la siguiente: -Una osa y su osito ascienden por la montaña, cada uno a su ritmo, de
acuerdo a la dificultad del terreno. – La osa llega, el cachorro va más lento, de pronto se desliza por la
montaña, cae. Hace varios intentos por subir con el mismo resultado. Busca distintas alternativas para llegar,
pero no lo consigue. - La osa que llegó a la cima lo espera inquieta. En un momento cuando el osito está a
punto de llegar ella hace un movimiento confuso con sus patas (¿lo trató de ayudar o provoca nuevamente su
deslizamiento?)- En su caída el osito va directo a desembocar en una cascada, pero, a punto de ser
arrastrado por la corriente advierte la saliente de una roca y se agarra a ella. Es su salvación. Trepa por ella, y
va por terreno firme hasta encontrar un pasaje menos peligroso que lo lleva al encuentro de la osa. - Juntos y
correteando contentos siguen su camino.
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Estábamos en ese momento revisitando un texto de Klein: “Nuestro mundo adulto y sus raíces en la infancia”
(1959) y a partir del inspirador video de los osos, comenzaron a circular en el grupo una serie de conjeturas
teóricas sin perder de vista el marco de la situación actual de aislamiento por Covid 19.
Nos permitimos entonces, jugando con las ideas, pensar los osos del video como una pareja de crianza
madre-hijo y así tener una excusa para pensar lo infantil, por supuesto de manera metafórica, desde
diferentes perspectivas teóricas, pero dentro de los desarrollos kleinianos.
Dice Melanie Klein, en el texto citado anteriormente, que nuestras experiencias adultas sufren la influencia de
nuestras actitudes básicas y que las mismas tendrán consecuencias en la vida social.
De cómo transcurre la infancia dependerá en parte, con qué recursos contemos para enfrentar la adversidad a
lo largo de la vida.
Este osito del video podría ser ejemplo de la energía, fortaleza y vitalidad con que se transita el mundo de los
primeros momentos de la infancia. Supone tramitar los desajustes esperables de un mundo emocional caótico
y con la ayuda de la presencia externa e interna de la madre (representada de nuevo, metafóricamente por la
osa) dar lugar a la posible integración de los logros.
No se descartan las caídas, los intentos frustrados, los variados conflictos del proceso, pero siempre lo que
ilumina es el encuentro.
Se logra dice Klein, si todo va bien, una síntesis entre los aspectos buenos y malos del objeto, es decir se
puede amar a la gente a pesar de sus defectos y el mundo no es sólo blanco y negro. El superyó tiene a su
cargo el control de los impulsos más peligrosos. De la interacción entre factores innatos y la influencia del
ambiente puede generarse entonces en la persona un carácter genuino que “hace surgir en la gente alguna
esperanza acerca del mundo en general y una mayor confianza en la bondad”. Si la realidad se hace muy
difícil, en cambio, se pone a prueba la estructura básica por razones externas o a veces internas o la
combinación de ambas. Dice Klein: “puede llevar a fijaciones en el terrorífico mundo de los primeros
momentos.”
Esto también, por supuesto, tiene consecuencias sociales. Tanto el exceso de ambición en las personas en
general y en los gobernantes en particular, como el predominio de la ansiedad persecutoria, la avidez, la
envidia pueden poner en peligro las causas que promueven el bien común y la cooperación con los demás.
La pandemia nos ofrece múltiples ejemplos de esto en el mundo actual, por citar sólo algunos ejemplos: la
reactivación de conflictos raciales, los reiterados actos vandálicos en diferentes países, la sordera de los
gobernantes alejados de las verdaderas necesidades de sus pueblos.
Desde el punto de vista Winnicottiano ¿qué pensaríamos del video? La madre en sus aspectos buenos (la
madre que ama, ayuda, alimenta al niño) es el primer objeto bueno que el bebé transforma en una parte de su
mundo interno. Su capacidad para hacerlo es, hasta cierto punto, innata. El yo se desarrolla en gran parte en
torno de ese objeto bueno, y la identificación con las características buenas de la madre se convierte en la
base para ulteriores identificaciones beneficiosas.
El osito del video, quiere ir hacia la osa (También viene un pensamiento más actual ¿podrá ser un papa
Oso?), pero hay una ocasión inesperada: un obstáculo para alcanzar el destino deseado. La primera intención
es seguir las huellas maternas, pero falla y aparece el riesgo de que el camino elegido no sea el posible. O
que estas huellas no sean útiles. Esto lo lleva a tener que volver a intentar…y finalmente encuentra una zona
no marcada. Se afirma en lo nuevo, se sostiene y vuelve a iniciar el esfuerzo para llegar donde hay alguien
que espera y guía solo con una mirada. Hay preocupación en la osa que está en lo alto. Están ambos
compartiendo una experiencia.
Winnicott, usa el término Mutualidad. Es el comienzo de una comunicación entre dos personas, para él bebe
significa un logro en el desarrollo que depende de lo heredado y de la capacidad de la madre de hacer real
aquello que al bebé le permite crear, descubrir, alcanzar. También el autor usa el término Sostén. Implica una
madre que tiene que hacer por el bebé todo lo que se debe hacer y también saber apartarse y respetar su
ritmo personal, sin dejarlo caer. Esto habilita a ir adquiriendo una creencia en la confiabilidad personal, para
luego pasar al estado de ir “hacia la independencia”.
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Las vicisitudes de estos osos nos implican emocionalmente. Generan ansiedad, angustia ante el posible
fracaso de los intentos del osito de reunirse con la osa, que podían conducirlo a una muerte segura. Para el
espectador de este video es imposible no relacionar sus imágenes con experiencias personales, actuales o
las que están en su memoria. Nada que haya existido alguna vez en el inconsciente llega a perder por
completo su influencia sobre la personalidad adulta, sobre la formación de su carácter.
La madre espera inquieta sin embargo no hace nada para socorrerlo. A pesar de ello, él no se entrega. No lo
paraliza la frustración e incluso cuando aparece la saliente de la roca puede usarla para treparse a ella y
encontrar un camino más seguro y fácil.
¿Si fuera un bebé humano… cómo pensaríamos esta secuencia desde un punto de vista bioniano? En
principio tendríamos que retroceder en el tiempo, imaginar a un bebé que de pronto se ve asaltado por
sentimientos que no puede manejar: amor, odio, temor, desamparo, desesperación. Pero en este caso
encontró (Objeto primario) un continente. Si ella es capaz de aceptar y comprender estos sentimientos, sin
que su propio equilibrio se perturbe demasiado, podrá contenerlos y comportarse de tal modo que el bebé los
acepte mejor y pueda recuperarlos de una forma más manejable para él, a través de la función reverie. Quien
haya internalizado un objeto de esas características accede al conocimiento de sí mismo y a la comunicación
con los diversos aspectos de su persona. Habrá aprendizaje emocional de la experiencia.
Distinto sería si la comunicación con la mamá fracasa en absorber las proyecciones del bebé. La mamá será
percibida como hostil a toda tentativa de identificación proyectiva o a cualquier otro intento que realice el bebé
para conocerla, esto lo va a llevar a concebir la idea de un mundo que no desea conocerlo, ni quiera ser
conocido.
Estábamos pensando en teorías, cuando una de las integrantes del grupo imaginó que la situación del video
podría corresponder también a un relato en sesión.
La paciente imaginada, comienza la sesión que se realiza por video llamada, hablando de una experiencia
que la impactó.
P. “Miré un video que mostraba a un osito y su mamá osa trepando por la ladera de una montaña nevada. El
osito intenta subir siguiendo las huellas que la madre había dejado, la madre lo esperaba arriba, en la
montaña. En el primer intento el osito logra hacer una buena parte del trayecto, pero derrapa, cae
vertiginosamente. Ahí empecé a angustiarme, mi angustia aumentaba a medida que el osito lo volvía a
intentar y se venía abajo, yo me enojaba con la madre que no lo ayudaba, sentía que no lo agarraba y lo
dejaba caer, pensaba en una madre fría, como el paisaje, que no sostiene, pero el osito insistía, ¡qué fuerza
que tenía!, pero también tenía confianza, me preguntaba de dónde sacaba esa confianza con una madre que
parecía despreocupada. En la última caída encuentra una roca de donde se agarra y desde allí intenta un
nuevo camino que lo lleva a reunirse con la osa. Al fin ambos salen retozando por la planicie. Creo que me
identifiqué mucho con ese bebé…no, con el osito. Volví a mirar el video y observé mejor a la madre osa,
pensé: no está despreocupada, más bien está expectante y ansiosa, no deja de mirar al osito, en un momento
que el osito ya está por llegar la madre da un zarpazo, pero no sé si es para ayudarlo o para tirarlo, eso me
confundió y me asustó”.
A. El video la ha conmovido, la llevó a revivir experiencias infantiles primitivas en relación al vínculo interno
bebé-mamá.
P. Posiblemente sea así.
-Se queda en silencio, y luego dice: Lo primero que me viene a la cabeza es una imagen de mi hija con su
bebé, ella estaba semi recostada en un sillón y tenía al bebé acostado sobre su panza, yo veía como se
aferraba al cuerpo de la madre y parecía querer alcanzar la teta, mi hija lo sostenía amorosamente.
A. ¡qué imágenes distintas de madre aparecieron en Ud.! la madre despreocupada, la madre atenta que da
tiempo a su hijo para el aprendizaje y la madre que amorosamente acompaña a su hijo a llegar al pecho, la
cima de la montaña. Una madre que deja caer y otra que sostiene con la mirada. Todas esas madres habitan
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la mente del bebé que lo ayudan a confiar y a pesar de las sucesivas frustraciones querer llegar a unirse con
su madre, parece que el amor puede mitigar el dolor y el odio.
P. Esto me hace pensar en el vínculo que yo he tenido con mi madre, todas esas madres eran mi madre, y yo,
¿sería como el osito? Después de un breve silencio dice: en sesiones pasadas hablábamos de mi
desesperanza, mi enojo porque no salimos más de esta cuarentena, ahora se me ocurre pensar que me pasa
algo parecido a lo que debía sentir el osito… pero al final se llega. Por ahí yo también tengo que ser una
mamá paciente conmigo misma, con mi nena, como Ud. diría, que se cae, ¿se frustra y se enoja cuando se
deprime… Sabe?... me parece sentir que estoy más confiada…. ¡Creo que de esta salimos!.
¿Desde dónde observamos lo que el video nos ofrece? ¿Tal vez desde un “a posteriori”? ¿Desde un presente
que mira un pasado que se fue construyendo? Con asombro y conmoción vemos los variados intentos
realizados de hallar un sendero, una huella que facilite el andar.
Lo que prevalece es la fuerza de continuar, el keep going del título del video; porque el vínculo se ha logrado.
¿Cuál es la meta? ¿Sabrá el osito de su confianza? ¿Y de su fuerza?
Encontró su propia manera de seguir. Halló su base, su soporte. Nos resulta conmovedor.
Una de las acepciones que el término conmover tiene, se refiere a sacudir algo que estaba fijo en su sitio.
Momento de insight, de cambio catastrófico, de movilidad de un paradigma que hasta ese momento parecía
inconmovible.
¿Qué podría representar esa montaña de nieve que hay que escalar?
No en vano Frozen tuvo tanto éxito en el imaginario infantil u otros cuentos en donde el mundo se congela
cuando llega el fin del mundo ¿Qué mayor temor que quedar encerrado en un mundo de anti emocionalidad?
Surge un recuerdo de una de las integrantes del grupo, contándonos uno de los pocos recuerdos felices que
su padre se permitía contar de su infancia: el momento en que los ríos y lagos se congelaban y se podía
patinar sobre ellos, y el momento de euforia cuando se descongelaron y aparecían los peces para ir a pescar.
Supongo que una de las cosas que hacen tolerar ese frío es la esperanza del regreso de la primavera, del
reencuentro, del abrazo cercano.
Inmediatamente asociamos con un texto de Camus(1954), que habíamos compartido en el grupo al empezar
la cuarentena: “En medio del odio descubrí que había, dentro de m í, un amor invencible. En medio de las
lágrimas descubrí que había, dentro de mí, una sonrisa invencible. En medio del caos descubrí que había,
dentro de m í, una calma invencible. Me di cuenta a pesar de todo eso... En medio del invierno descubrí que
había, dentro de mí, un verano invencible. Y eso me hace feliz. Porque esto dice que no importa lo duro que el
mundo empuja contra mí; en mi interior hay algo más fuerte, algo mejor, empujando de vuelta.”
Seguimos trabajando, incluyendo la teoría y el contacto con la emocionalidad nos hizo evocar la teoría de
Meltzer sobre el conflicto estético.
Meltzer realiza un aporte más que original acerca del nacimiento de la mente. La postulación del conflicto
estético es su propuesta a un posible modelo de la mente. Para el autor, la esencia del conflicto se da entre lo
que puede ser percibido, el exterior bello y lo interior, que no es observable, es desconocido, enigmático, sólo
conjeturable y se convierte de ahí en más en fuente atormentante de toda ansiedad. Y ese poder que tiene
para provocar emocionalidad es solamente igualado por su capacidad para generar duda, incertidumbre y
desconfianza. Varias de estas emociones fuimos vivenciando en el grupo al ver a la osa caminar de un lado a
otro en la cima, el tirar nieve por la ladera montañosa que parecía tapar sus huellas; ¿qué estaba haciendo?
Pregunta que interroga acerca de si ese interior, a diferencia del exterior aprehensible por el sensorio, sería
tan bello como lo que captan los órganos de los sentidos. Difícil tolerar esa pregunta sin respuesta. Y para
Meltzer la opción hacia el desarrollo es la posibilidad de ser capaz de soportar la lenta construcción de la
noción del misterio esencial del interior de otra persona. El elemento trágico en la experiencia estética reside,
no en la transitoriedad, sino con el carácter enigmático del objeto. Su experiencia central de dolor reside en la
incertidumbre, tendiendo hacia la desconfianza, rayana en la sospecha.
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Es necesario reconocer, dice Meltzer, que el conflicto respecto del objeto presente precede, en significación,
a las innumerables angustias referidas al objeto ausente. Resulta entonces que la belleza implica el contacto
con la inaccesibilidad del objeto estético. El paradigma estético consistiría en que la verdad es belleza en
tanto se tolere el enigma inaprehensible y exista capacidad para soportarla.
J. Begoin escribe que el sentimiento estético descripto por Meltzer es el resultado de la belleza del encuentro
entre la madre y las nacientes capacidades de amar del bebé, contenidos por el padre. Tal maravilloso
encuentro parece muy necesario para confirmarle al bebé su estar en condiciones de “go on being”.
Evocamos a la osa y su osito en el gozoso reencuentro, trotando jubilosos en la cima de la montaña. Este
logro trae “seguridad básica”, compuesta por la confianza derivada de ser lo suficientemente protegido de las
ansiedades de aniquilación, lo que es el primer paso hacia el sentido de identidad. Y también el aspecto
libidinal de un hermoso y suficiente encuentro entre el bebé y la madre-y-el padre, lo que constituye el placer
de estar vivo.
Nos proponemos desarrollar y pensar en este encuentro, desde la perspectiva y vértice psicoanalítico, en las
vicisitudes inéditas hasta este momento en la enseñanza universitaria, en estos tiempos de coronavirus.
Trasmitiremos nuestras experiencias con el alumnado, instituciones y con las nuevas formas de trasmitir la
enseñanza vías las plataformas digitales, producto de la pandemia de coronavirus que afecta a la humanidad
toda.
Hemos sido receptores de una inmensa cantidad de vicisitudes subjetivas de nuestros alumnos, autoridades
universitaria y de nosotros mismos como sujetos de esta experiencia colectiva. Ansiedad, temores,
elaboraciones y conflictos, nos han atravesado a lo largo de las cursadas de las asignaturas curriculares.
Todos nosotros, desde hace mucho tiempo, ejercemos la docencia en la universidad, trasmitiendo las ideas
psicoanalíticas. Queremos hacerlos participes de nuestra trayectoria:
• Dra. Jó Gondar. Psicoanalista. Es miembro titular del Círculo Psicoanalítico de Río de Janeiro. Doctora
en psicología. Profesora titular del curso de post-graduados en Memoria Social de la Universidad Federal del
Estado de Río de Janeiro, dónde dicta e investiga “Trauma, subjetividad y memoria: Sandor Ferenczi una
desmentida social”. Su libro más reciente es: “Com Ferenczi: clínica, subjetivacao, política”, escrito en
conjunto con Eliana Reis.
• Dr. Daniel Kupermann. Presidente del Grupo Brasilero de Pesquisas Sándor Ferenczi. Docente libre
del Departamento de Psicología Clínica del Instituto de la Universidad de San Pablo, dónde coordina a psiA –
Laboratorio de Pesquisas e intervenciones en psicoanálisis. Autor de los libros: Estilos do cuidado: a
psicanalise e o traumático (Zagodoni). Transferencias cruzadas: uma historia da psicoanálise e suas
institucóes (Escuta). Presenca sensível: cuidado e criacao na clínica psicoanalítica e Ousar rir: humor, criacao
e psicoanálise (ambos pela Civilizacao Brasileira) y Por qué Ferenczi (Zagodoni editora).
• Lic. Eric Bettros. Doctorando en Psicología (UCES). Director académico. Ha cursado el Postgrado en
Filosofía Posmoderna (UBA-APA) 2013. Licenciatura en Psicología (Medalla de honor de oro) [Udemm] 2013.
Profesor Adjunto de Epistemología y Lógica (Lic. en Psicología. Universidad de la Marina Mercante) [2018-
Profesor adjunto de Filosofía (Lic. en Psicología. Universidad de la Marina Mercante) (2014-actualmente).
Profesor titular de Introducción a la Psicología (Tecnicatura en orientación familiar. Instituto de formación
integral: I.S.F.I) (2014-actualmente).
• Mag. Oscar Alfredo Elvira. Miembro titular en función didáctica (APdeBA). Full Member en IPA y
FEPAL. Director del Centro Asistencial David Liberman (APdeBA). Miembro de la Asociación Sándor Ferenczi
de Madrid. Profesor universitario. Titular en las universidades del Salvador (Sede Centro CABA y en Bahía
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Invitamos a conversar acerca de las dificultades que suelen surgir a la hora de discutir, nombrar, intercambiar
ideas sobre algún tema en el que estén activas categorías que hacen a la subjetividad social de cada uno.
A modo de ejemplo, algunos puntos posibles a considerar, podrían ser: la credibilidad en los medios de
información, los posicionamientos políticos, los intereses personales, la disponibilidad afectiva e intelectual
para alojar las diferencias, el estatus que para cada uno tienen las opiniones, la consideración respecto del
sentimiento de responsabilidad y probablemente surgirán muchos otros al encontrarnos.
Dado que los psicoanalistas estamos comprometidos desde distintos aspectos de nuestras vidas, puede
suceder que nos encontremos con mayor o menor dificultad para incluir o no la subjetividad social en su
práctica cotidiana. ¿Dependerá esto del cuerpo teórico que cada uno sostiene?
Discutir estas ideas entre varios, puede ayudarnos a pensar como las mismas nos afectan y también lo hacen
en la vida de las familias y parejas. Sumando así recursos y herramientas a nuestro pensar.
Sandor Ferenczi el más cercano discípulo y colaborador de Freud, en la tercera década del pasado siglo,
retomó la teoría del trauma abandonada por su maestro tiempo atrás y formuló una trascendente teoría acerca
del trauma precoz como productor de patologías no neuróticas. Con la importancia que le otorgó, amplió el
campo de la clínica al poner de manifiesto la relevancia de la etapa pregenital desplazando al Edipo de la
centralidad que le otorgaba la teoría clásica. Su concepción del trauma como producto de un vínculo, y no
solo de un problema de excitaciones no elaborables, lo transformó en el precursor de las actuales corrientes
intersubjetivistas o relacionales.
Agustín Genovés
Los artÍculos arriba enunciados se encuentran en: Obras Completas de Sandor Ferenczi ( Espasa Calpe)
El pequeño hombre gallo (1913)
El sueño del bebe sabio (1923)
El problema de la afirmacion del displacer (1926) opt ativo
La adaptacion de la familia al niño (1928)
El niño mal recibido y su pulsion de muerte (1929)
La confusión de la lengua entre los adultos y el niño (1932)
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formulación de la existencia de una sexualidad infantil, permitiendo así, diferenciar las nociones de sexualidad
y de genitalidad.
Sabemos que el bebé humano nace con una prematurez biológica y es en ese contacto humanizador, con un
otro significativo, que se va desarrollando y adquiriendo las diferentes marcas identificatorias, luego la
complejidad del proceso de constitución del psiquismo conlleva a considerar que éste sucede a partir de la
calidad del encuentro con el otro. Bleichmar (2005) considera que la necesidad del ser humano de
humanizarse en la cultura hace que la presencia del semejante sea inherente a su propia constitución.
Se trata de un encuentro fundante sobre varios aspectos, ya que las marcas derivadas de ellos traen
despliegues y efectos distintos en las etapas de la vida, entre ellas la adolescencia. Como las marcas de su
vida habrán influenciado a Laurence? Ese vínculo inexistente con su padre, esa relación distante inicialmente
con su madre… las características del vínculo entre sus padres… y la indiferencia, la brutalidad y las
violencias del padre para con él y su madre, nos preguntamos: Será que habrán dejado marcas en nuestro
personaje?
Como bien señala Cristina Rother Hornstein (2006) en su libro Adolescencias Turbulentas que la adolescencia
también pone a prueba la capacidad de transformación de los padres. Por lo tanto, es a partir de las
representaciones conscientes e inconscientes, tanto del hijo, como de quien ejerce las funciones parentales,
otro narcisizante fundamental en el proceso de construcción psíquica del ser humano (niño, adolescente,
joven) se termina como contraponiendo con la modalidad contemporánea de vida líquida y de pobre
investidura del otro.
En su libro” Paradojas de la sexualidad masculina” S.Bleichmar dice:”Que esta presencia inquietante del
padre devenga patológica o estructural depende de las vicisitudes y destinos de los movimientos constitutivos
que la engarzan, efecto tanto de las alianzas edípicas originarias como de los traumatismos que el sujeto
registra a lo largo de su constitución como sujeto sexuado”, estará esto relacionado con nuestro personaje y
su particular ubicación en la sexualidad, eligiendo el género femenino pero un objeto sexual femenino? Tanto
el vínculo con su padre como los recorridos del vínculo con su madre desde el rechazo como hijo, el rechazo
de la transición a “unicornio”, (se referirá al ser único mítico) en relación a los dichos del personaje principal,
sobre el final la ruptura con el padre al que abandona tanto la madre como él y la salida de la casa con
Laurence, posteriormente le enuncia que lo ve como su hija… o será como también menciona otro personaje
que “lo importante es la persona”, evidentemente algo de la constitución narcisista estaba en juego Laurence
sobre el final de la película dice: ahora al”mirar el espejo y estoy contento de lo que veo”.
Nuevos Aires, nuevas teorías
En 1955 el antropólogo John Money propuso el término gender role, “rol de género” para describir los
comportamientos asignados socialmente a los hombres y a las mujeres. Es en 1968 que Robert Stoller
definió que gender identity, la “identidad de género”, no es determinada por el sexo biológico, sino por el
hecho de haber vivido desde el nacimiento las experiencias, ritos y costumbres atribuidos a cada género; lo
que implicó un cambio revolucionario.
La primera escena de la película comienza con muchas miradas con caras de sorpresa, desconcierto,
confusión, inquietud, extrañeza y rechazo hacia una figura que va tardando en ser develada. La cámara se
llena de humo que tapa la visión y de a poco se ve el pelo, vuelve el humo, empieza a dibujarse un perfil de
una cara hasta que finalmente aparece una mujer caminando de espaldas.
Es interesante, porque ya desde el principio, el film nos muestra todas las sensaciones y sentimientos de
abyección que genera la matriz de inteligibilidad: sexo-género-deseo. (Sterling 2000). Dice Sterling en
“Cuerpos Sexuados:”: “el sexo, que se ha considerado como biológico, es en realidad una instancia cultural,
tan construida como el género. La visión de los cuerpos como pertenecientes a dos y sólo dos categorías está
mediada por un contexto social, histórico y cultural”
“El sexo de un cuerpo es un asunto sumamente complejo. No hay blanco o negro, sino grados de diferencia,
pues se trata de un continuum, como el espectro de los colores».
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El conocimiento científico puede asistirnos en esta decisión, pero sólo nuestra concepción del género, y no la
ciencia, puede definir nuestro sexo. Es más, nuestra concepción del género afecta al conocimiento sobre el
sexo producido por los científicos en primera instancia».
«Nuestros cuerpos biológicos colectivos, no comparten el empeño del Estado y la legislación por mantener
sólo dos sexos. Machos y hembras se sitúan en los extremos de un continuo biológico, pero hay muchos otros
cuerpos que combinan componentes anatómicos atribuidos a uno u otro polo […]. Si la naturaleza realmente
nos ofrece más de dos sexos, entonces nuestras nociones vigentes de femineidad y masculinidad son
presunciones culturales».
Esta matriz de pensamiento binario considera que existen dos sexos determinados por la genitalidad: pene-
vagina, donde cada uno se corresponde de forma exclusiva y excluyente a un género: varón es igual a
masculino y mujer es igual a femenino, el deseo va a ser cruzado, o sea heterosexual y además con la
vivencia de que el género es algo permanente.
Este modo de pensar está fundado aristotélicamente en una lógica de la identidad. Nuestro Yo, nuestra
identidad es algo que nos otorga unidad en la que nos sentimos reconocidos y que nos pertenece. Somos así
y para siempre. Esta lógica aristotélica produce una distribución jerárquica que organiza sujetos como entes y
predicados como meros hechos de los entes. Toma en cuenta un tiempo lineal, cronos, donde va a haber un
antes y un después, un porvenir.
Por ende, desde esta matriz de inteligibilidad existen identidades inteligibles comprensibles, los llamados
“normales” e identidades incomprensibles, o sólo comprensibles a partir de su patologización, en las que en
esta concepción entran las personas trans.
El personaje del film va a decir: “Estoy buscando una persona que entienda mi lenguaje y lo hable. Una
persona que sin ser un paria cuestione no sólo los derechos y el valor de los marginados sino también
de las personas que se dicen normales”.
Dado, que desde el modo vigente de pensar y razonar las cosas a partir de esta matriz de pensamiento
binario, no hay mucha posibilidad para sentirse diferente, ya que ser diferente es ser “anormal”.
Pablo Farneda dice al respecto: “Que lo monstruoso sea lo característico de la normalidad no es una
paradoja, más bien al contrario, y en un doble sentido que explicaré a continuación. Por un lado, lo
monstruoso es inscrito en la modernidad como su otro, funciona como réplica y sombra de la llamada
sociedad disciplinaria o sociedad de normalización (Foucault, Los anormales; Vigilar y castigar). También
Butler explorará en este mismo sentido el término abyección (19-20), trazando una cierta continuidad con la
categoría psicoanalítica de forclusión y dando cuenta, en esa conexión, de una operación desestructurante
que posee lo abyecto en relación con el campo social, una amenaza de desestabilización. En este sentido,
nuestro campo social se constituye eyectando, expulsando los cuerpos y las subjetividades que por el régimen
de normalización devienen insoportables, constituyendo así zonas inhabitables, vidas precarias, cuerpos que
no importan. Por esta misma razón, la normalidad es también monstruosa: no hay esencia que dictamine
aquello que será arrojado al territorio inhabitable de lo abyecto ni que establezca parámetros de una
“verdadera” existencia normativizada a priori o ad eternum: siempre es un proceso histórico y social el que
establece como normal algún tipo de singularidad en oposición a otro tipo o a una serie de singularidades
cualesquiera. La normalidad es una monstruosidad convencionalizada”.
Siguiendo con el film vemos el efecto de lo monstruoso en la angustia de Laurence escondida bajo el disfraz
de la “felicidad normativa”.
Después de la primera escena la película vuelve a varios años atrás. Ahí aparece un hombre Laurence, en
pareja con una mujer, profesor, por recibir el premio Berthiaume y a punto de cumplir 35 años. Pero, por otro
lado, diciendo “mi vida no es real, estoy esperando por la vida real”.
Vemos, que si bien el tiempo cronológico refiere que cumple 35 años, hay un otro tiempo que está detenido,
postergado, aplazado. “Un Otro Laurence” que está esperando por su vida real. Esta situación se refleja en un
juego muy significativo de su infancia que era estar con la cabeza debajo del agua con sus primos y mantener
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la respiración lo más que se pueda. El dice que todos se rendían, pero que él continuaba sin saber cuánto
tiempo había pasado, hasta que sus pulmones estaban a punto de explotar “a un segundo de la muerte”.
Otra escena en la que vuelve a estar presente esta idea es la imagen donde está él en el cementerio y dice:
“Hubo un tiempo que tiré todos los relojes. Incluso los de pared, no quería mirar las horas que
pasaban”.
Simultáneamente a este tiempo muerto, también hay un tiempo que no es lineal, aión, que siempre está
ocurriendo, en su dimensión actual (presente) o virtual (pasado y futuro). La temporalidad del aión sería en
gerundio.
Y ahí vemos a Laurence buscando y jugando con otros devenires. Está haciendo performance. Algunos
ejemplos de estas situaciones son cuando está jugando con los clips a modo de uñas largas, otra es haciendo
una lista con su pareja de cosas que minimizan el placer y burlándose de los padres que pintan las
habitaciones de sus hijos tonos pastel, quizás haciendo alusión al modo binario de pensar las cosas donde el
rosa significa nena y el celeste es sinónimo de varón. Después el estar observando a sus alumnas cuando se
peinan el cabello, y al mismo tiempo tocarse su nuca en búsqueda quizás de su cabello largo de mujer.
En estas escenas de la película se empieza a poner en evidencia una identidad en tránsito, en devenir, no una
identidad cristalizada y fija como se piensa desde la lógica aristotélica. Hay movimiento, hay horas que pasan
en los relojes.
Esto, va a ser tomado por las teorías queer que nos van a decir que el género es un medio discursivo cultural
que va produciendo el sexo. El sexo se construye, lo cual no quiere decir que no existe la biología.
La idea de que el sexo va de la mano del devenir, se va construyendo, se va performateando, se va
ensayando aparece también en la película cuando el personaje le propone a sus alumnos realizar un trabajo y
les dice: “Puede uno de los escritos, por lo tanto, ser lo suficientemente grande para eximirse del
rechazo y el ostracismo que afectan a las personas diferentes? Aquel que en otro tiempo-espacio
podría ser tú o yo. Ese será el tema de su próximo ensayo”.
A partir de este momento, surge una ruptura con el tiempo anterior, que ¿Podríamos llamar acontecimiento?
Se inscribe en el tiempo del aión que no es el tiempo lineal. Afecta la subjetividad, lleva la diferencia en el
mismo sujeto. Sería la condición bajo la cual el afuera nos fuerza a pensar, hay un corte del caos por un plano
de inmanencia. Guattari nos dirá que hay que tratar al acontecimiento “como portador eventual de una nueva
constelación de universos de referencia” (2006: 31).
En la película esta situación está representada con una imagen, que nos parece a nosotras, similar a un
nacimiento. Aparece una escena, donde están Laurence y Fran dentro de un auto bajo el agua. Agua que
antes lo ahogaba hasta que sus pulmones estaban a punto de explotar, como un bebé en el útero de su
madre, y él diciéndole a ella (¿su madre?) que se estaba muriendo. A partir de ahí, hay un corte en la relación
entre Fran y él momentáneo. Ella sale caminando sola después que él le dice su verdad y que el verdadero
crimen había sido vivir así durante 35 años.
Laurence empieza entonces a experimentar y a vestirse con ropa de mujer, algo que hasta ese momento
venía haciendo a escondidas de su pareja. Comienza a salir de la oscuridad que lo ahogaba y ella le dice
“Todo lo que vivimos hasta ahora debe ser reinterpretado”.
Más adelante la película nos muestra una escena donde Laurence y Fran se encontraban almorzando siendo
centro de las miradas de la gente que estaba sentada en el restaurante, con comentarios insidiosos de la
moza que los estaba atendiendo, hasta que su pareja reacciona defensivamente frente a esa situación.
Considero, que es a partir de que él se siente reconocido, defendido por ella, que se para, y de su boca sale
una mariposa. Como una larva que se transforma en mariposa. Otra bella y significativa imagen de la película
para mostrar esta idea del tránsito, del devenir de su identidad sexual.
Desde el psicoanálisis Leticia Glocer Fiorini (2010) plantea la existencia de presentaciones cambiantes de la
sexualidad, cita en ellas a las sexualidades nómades por un lado y a otras que consideramos se ajustan a
esta película: nos dice Glocer, “están relacionadas con cuestiones de género, no solamente el transexualismo
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como presentación clásica, sino también lo que en la actualidad se denomina transgénero, es decir una no
aceptación de las asignaciones y códigos de género normativamente aceptados.
Si bien habitualmente se las denomina diversidades sexuales o transexualidades en un sentido amplio, como
señala Baudrillard (1990), hay que enfatizar que hay diferencias importantes entre ellas. Por ejemplo, entre las
homosexualidades, los travestismos, el transexualismo, así como en el interior de cada una de estas
categorías. No hay una homosexualidad, ni un travestismo o un transexualismo.
Se trata de presentaciones o montajes que responden a distintos mecanismos psíquicos. Además, algunas
apuntan a la elección de objeto sexual y otras, a la llamada identidad de género (soy hombre, soy mujer).”
También plantea que existe en este momento un pluralismo, dos lógicas que permiten pensar por un lado el
género asignado al nacer: femenino o masculino y por el otro ideales identificatorios previos al acceso a la
diferencia de los sexos
Por lo tanto, desde el vértice psicoanalítico Glocer incluye al género como parte del proceso de subjetivación y
lo relaciona con los ideales identificatorios en el eje yo ideal-ideal del yo.
En la película Laurence dialoga con su madre y ella le dice:
“-Me molestaba cuando me llamabas por teléfono para decirme que llegaste bien a casa.” él le
responde: “Yo nunca te sentí como mi madre”
“Yo tampoco te sentía como mi hijo, en realidad eras como mi hija” responde la madre.
La transición y el paso del tiempo aparentemente estaban concluidos pero a diferencia de otros momentos de
la película trascendentes en este no llovía era solo una tormenta de viento y hojas otoñal.
Podemos decir que el recorrido en la sexualidad, la elección de objeto sexual, y la aceptación del género, son
parte de un recorrido y de la historia de cada sujeto, en relación con la sociedad y está ese devenir atravesado
por lo propio de la cultura de cada época? Serán los dilemas del ser o tener al padre/madre en lo edípico
freudiano reemplazados por otros elementos que marca nuestra cultura actual..Hace algunos años atrás
Mariam Alizade proponía repensar el Complejo de Edipo.Como analistas sólo podemos acompañar a nuestros
pacientes en su tránsito individual, así como espectadoras acompañamos a Laurence en el suyo.
Para finalizar, queremos destacar una escena que consideramos paradigmática de la película. Laurence está
en reunión con la Directiva del colegio en la cual le están informando que lo tienen que despedir. Él se para,
se acerca al pizarrón del aula y escribe:” Ecce Homo”.
Ecce Homo, es una expresión en latín relativa a Jesús, he aquí el hombre. Este pasaje bíblico se encuentra
en el Evangelio de San Juan, son palabras de Poncio Pilato cuando se lo vé a Jesús semidesnudo y atado,
torturado y dispuesto a ser crucificado ante una muchedumbre hostil.
Sin ser nosotras estudiosas de la filosofía, hemos leído que . Nietzsche toma esta frase y le agrega “Ecce
Homo,: cómo se llega a ser lo que se es”. Lo hace desafiando y dando a conocer su nueva forma de ver la
realidad.
Laurence también.
Nota de las autoras: Queremos agradecer la oportunidad de haber cursado la Diplomatura y de habernos
permitido realizar este trabajo en grupo ya que nos enriqueció mucho el intercambio.
Alejandra, Mónica y Haydée
Julio 2020
Referencias bibliográficas
- BLEICHMA R S. (2005) “P aradojas de la sexualidad masculina” Paidos
- BLEICHMA R S. (2006) “La subjetividad en riesgo” Topia
- BUTLE R,J. (1990) “El género en disputa” Paidos
- FARNE DA, P. (2018) “Teratologías”, UBA, Conic et
- FREUD S.- (1895) “Proyecto de una psicología para neurólogos”” AA Amorrortu
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SIMPOSIO APdeBA 2020
PUBERTAD
Carlos MOGUILLANSKY
Las autoridades de este encuentro nos invitan a comentar una breve obra de teatro realizada en APDEBA en
2013, la que fue comentada en ese momento por Asbed Aryan y Jorge Palant. Los invito a ustedes a su vez a
leer esos comentarios en la revista Controversias on line de ese año. Es un orgullo conmovedor retomar esa
posta fundada por Asbed y Jorge junto a Javier García, con quién me hermana un recorrido en común iniciado
hace años en simposia y congresos en los que hemos participado y disfrutado a ambos lados de este Río de
la Plata.
Muchas veces se pregunta si hay algo específico en el análisis de la adolescencia. Desde luego, esa pregunta
lleva a la siguiente: ¿Qué hay de específico en la pubertad? Se insinúan cuestiones técnicas que, en verdad,
no difieren de las dificultades de cualquier otro análisis. Y, es posible que la respuesta esté ante nuestros ojos:
la pubertad es una transición -a passage, según P. Blos (1979 23)- o, mejor, una metamorfosis -como señaló S.
Freud (1905 24). Una transformación sucede en dicha transición. Im-pone una metamorfosis del púber, dis-
pone nuevas herramientas y pro-pone un curso de acción a futuro. Ese tránsito parte de una posición anterior
y se encamina hacia un todavía incierto resultado futuro. Y el púber es el transeúnte que advierte que el
camino no sólo se hace al andar, sino que le impone cambios inesperados en su sí mismo personal.
Como todo tránsito, tiene dos aspectos simultáneos: im-pone cambios profundos y dis-pone que algo
necesariamente igual se ofrezca y funcione como un testimonio que se traslada en la posta generacional. La
trama de esa transformación va y viene como la lanceta del telar buscando cada hilo del púber, tanto en los
recuerdos de su niñez como en sus expectativas. Esa trama parte del mito de un ocaso previo, sostenido por
la generación anterior -sus padres y sus maestros, que “no saben hacer bebés”, tal como describe Meltzer-
para poder ir en camino de otra cosa, de una posición que está en un lugar más allá -μετα, meta- de ese punto
de partida. Este camino del saber se agrega a lo que Freud indicó como un reencuentro con las marcas de la
infancia, que se ofrecen como referencia del objeto de su deseo y de su propia posición deseante. Sin ello,
ningún recorrido podría ser hecho. Como se ve, el cambio imprescindible que im-pone esa transformación
coexiste con el eterno retorno de una mismidad que se desplaza y también se transmite desde los ancestros.
Estos ancestros no siempre son los padres reales. A veces ese lugar es ocupado por un vecino, un autor, un
superintendente o una hermana. Y las leyes que rigen a ese tránsito combinan la clausura de una puerta
dispuesta por Sanidad junto a las sutiles reglas de un intercambio de recuerdos y expectativas que se
enhebran en una pulsera, en un vestido o en una promesa tentadora e incumplida.
Estas peculiaridades del tránsito puberal ponen al analista en el lugar de un testigo, cuya tarea está signada
por su abstinencia, por su rehusamiento a participar de una acción que no es suya, por el ejercicio de una
potencia que se sostiene en “poder no”, vale decir, en el respeto por el protagonismo ético del púber, quien,
en última instancia, debe descubrir por sí solo quién es y qué desea. Si hay alguna especificidad en la
23
Blos, P. (1979): The adolescent passage. Developmen tal issues. New York, I.U.P.
24
Freud, S. (1905): Drei Abhandlungen zur Sexualth eorie. Wien. G. W. , Bd. 5:27.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
pubertad, ella está dada por ese tránsito hacia el sí mismo de cada joven, hacia el quien que se da en el curso
de sus vivencias de transformación. Y el analista testigo debe, dentro de su rehusamiento general, liberar al
púber de la confusión respecto de qué es de él y qué es de los otros, qué se le impone desde fuera de sí
mismo y qué se im-pone desde la éxtima exterioridad de su más íntima naturaleza.
El movimiento eslabonado de la pubertad combina dos procesos simultáneos: la transmisión de una mismidad
libidinal, ordenada por el lenguaje humano, y la realización de esa transmisión en este púber, quién debe
encontrar en sí mismo aquello que resuene con el mensaje que él lleva. Ese doble proceso pone al púber en
dos lugares contrarios: ser el mensajero de un discurso y, a la vez, el destinatario del mensaje. Llevar el
mandato de sus ancestros y ser una versión nueva, que lo amplíe, lo renueve, lo modifique y lo trascienda. Y
que, incluso, lo destituya o lo destruya.
La clave de la metamorfosis puberal se resume en el doble proceso de llevar y ser tocado por el mensaje que
se transmite. Ella no es necesariamente un pasaje pasivo. Por el contrario, requiere que el púber se enfrente
con una acción que debe realizar, a sabiendas de que nunca la hizo y de la que no sabe nada. No puede
evitar realizarla y sufrir sus consecuencias, pues la experiencia puberal lo tocará y lo marcará para siempre.
Ante el peligro, el púber se refugia transitoriamente en un uniforme, que responde artificialmente por el signo
enigmático que él es y da una respuesta banal a su indefinición, aún abierta a la experiencia. En todo caso, él
sentirá que es el último de su cadena, sentirá que es la culminación de un recorrido que lo unge como
heredero, pero también como una ruptura. Esta trama se advierte en la saga de Willie y Tom, tal como T.
Williams25 nos la ha contado. Ellos son los protagonistas de una historia que se ha repetido en cada púber y
que los tiene hoy como los que deben enarbolar la posta y transmitir un testimonio que, al igual que a Javier y
a mí, nos toca llevar por unos metros hasta que otros lo retomen y lo lleven más allá, siempre un poco más
allá. Ellos sentirán, al igual que nosotros, que su carrera es única y singular. Y así debe ser. También es útil
que sepamos, que esa carrera es una posta, siempre renovada, en la que algo se sostiene, se lleva y se
sufre, en su cualidad de un mensaje enigmático, que exige el recorrido de una experiencia personal.
Tom y Willie son dos jóvenes que oscilan entre sus juegos de la infancia y sus primeras vivencias de una
sexualidad que se les impone. Ambos hacen equilibrio, en un intento precario por saber y dominar las
vivencias que los sobrepasan: “quería remontar este barrilete…pero no puedo…no hay viento” o “hago
equilibrio sobre estos rieles, me voy a caer, ay, me caí”. En esas frases de Propiedad clausurada, T. Williams
resume el tránsito desde la escena infantil hacia otra futura.
Pero no debemos omitir que se trata de una saga sobre una propiedad clausurada, por una ley que define la
prohibición de “NO PASAR”. T. Williams nos propone una línea divisoria entre lo que se muestra y se oye ante
la puerta y eso que queda fuera de la vista, del oído y del olfato, pues su condición informe nos deja cerca de
un destino fatal. La clausura impone dos regímenes posibles, o más bien, uno que podemos compartir y sobre
el que podemos dar nuestra opinión y otro, que sólo se entrevé tras las rendijas de la puerta trabada, donde
aún se escuchan los rumores de la música, las risas apagadas, los bailes insinuantes, las caricias y las
promesas de una mujer que aún es una niña a una turba maloliente de borrachos. La inocencia de los niños y
la miseria de la clausura dialogan en un contrapunto impactante, que ilustra las resonancias del mundo infantil
y del mundo adulto en la confluencia de aguas de la pubertad.
Los accidentes personales de cada joven permiten comprender cómo se plasma la cadena de incidentes en
cada uno. Al mismo tiempo, dicha cadena ilustra el Acontecimiento general –el tránsito puberal- que acontece
en todos ellos. Las dos perspectivas son igualmente lícitas. La perspectiva individual nos lleva al problema
propio de Tom o de Willie. La general nos da una visión mediata de la transformación que sucede en todos y
en cada uno de ellos, como un recorrido obligado que genera consecuencias, tanto si se lo recorre como si
no. El delicado equilibrio que Tom y Willie deben realizar puede entenderse como un hecho práctico -la falta
de viento en Tom y el deseo de Willie de caminar sobre un riel con sus zapatos de tacón alto. O puede
entenderse como un destino general que acontece en ellos, más allá de los hechos prácticos: ellos hacen
equilibrio entre dos versiones de la vida y de sí mismos -la versión sexual propia de la vida genital infantil y la
25
T. Williams, Propiedad clausurada. Versión de Luis, R. Liciaga y Cristina Pereira. Depto. de drama. Univ. de Puerto Rico.
http://smjegupr.net/newsite/wp content/uploads/2020/03/Propiedad-clausurada.pdf
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SIMPOSIO APdeBA 2020
que sucede luego del impacto genital puberal, como S. Freud (1923 26) lo indicó en su estudio de la condición
bifásica de la vida sexual humana.
En el patio de una estación de tren, se encuentran Tom, un muchacho de 15 años, con una niña de 13 años
llamada Willie. En esta obra breve, Williams juega fuerte con los símbolos. El hallazgo metafórico del barrilete
y de las vías del tren ilustra la dificultad de ambos jóvenes para sostener una posición compleja que, en cada
caso, depende de factores ajenos a la voluntad de cada uno. Al mismo tiempo, son emblemas de una niñez
aún presente en los intentos de ambos por ser adolescentes. Ellos enfrentan ese cielo blanco y vacío como la
página aún en blanco de su futuro. Meltzer señaló la importancia del saber en el tránsito adolescente. La
página en blanco marca el punto cero inicial, desde el que todo comienza. Y alternan su saber sabihondo con
su falta de interés por los enigmas del álgebra de la maestra de quinto grado, la señora Preston. ¿Qué se
debe saber sobre estas cosas? ¿Dónde está la clave para no caerse de los rieles del tren? Como Willie le dice
a Tom: ¿qué se debe entender? Y responde a su incógnita con una falsa seguridad de manual: “Todo lo que
una buena muchacha necesita es tener roce social.” Ambos jóvenes se esfuerzan por sostenerse en ese
tránsito difícil. Saben que ni los tacones altos ni el barrilete los ayudarán a lograrlo, pero ambos coinciden en
que aprender a manejar esos objetos les ofrece la oportunidad de vivir algo que debe ser sabido, sido y
experimentado. Sólo así saldrían de la parálisis que aqueja a la señora Preston, quien está condenada a
enseñar siempre el álgebra inútil de quinto grado. La señora Preston es el punto cero del horizonte de partida.
Junto con los adultos que no saben lo que hay que saber sobre estas cosas. Ambos niños parten de esa
convicción. En el inicio de su camino ven el ocaso del saber adulto. Él les deja un futuro abierto, vacío y
blanco como ese cielo sin viento que ambos contemplan.
Se puede describir el aguafuerte de las miserias y destratos que sufren dos niños del arrabal de un pequeño
pueblo, pero eso ya es parte de la historia individual que me haría caer en el riesgo del psicoanálisis aplicado.
Prefiero mantener la distancia de una descripción general que una a Tom y a Willie con todos los otros
jóvenes que, en una estación de tren deben iniciar el viaje de su vida hacia un futuro donde alguna vez
conocerán quiénes son y quiénes se atrevieron a ser.
En ese recorrido, ellos deberán preguntar y luego responder las cuestiones elementales de su vida, la que les
tocó, junto con las barreras que deberán atravesar para llegar a algún lugar, el que luego llamarán el suyo.
Willie propone a Alba, su hermana, cuyo nombre prometedor de un día radiante parece que terminó en un
final difícil de adivinar y, sobre todo, difícil de asumir: ella no terminó ni en Memphis, ni en New Orleans ni en
Saint Louis. Ella terminó a sus 16 años en el Jardín de los huesos, un eufemismo para designar la muerte por
tuberculosis. Más allá del temor que inspira en esos jóvenes la muerte de Alba, esa niña muerta es un hecho
concreto que les augura un juego en serio, que va más allá de los juegos de muñecas y de barriletes. Willie y
Tom están a las puertas de un futuro de sexo y de muerte, que se despliega en las preguntas de Tom y en las
rápidas respuestas de Willie. Ellas giran alrededor de una casona amarilla, que alguna vez fue la sede de
fiestas, música, alcohol y alegría y que hoy esta vacía y clausurada.
El primer hecho que enfrentan en ese recorrido es un cartel de clausura en la puerta, que dice “No pasar”.
Detrás de esa puerta está el abismo. Un abismo hecho de personas y de cosas que han muerto y de
abandonos que han dejado a Willie huérfana. Willie huérfana contrasta con Tom aventurero. Dos destinos
muy distintos que, sin embargo, coalescen en la misma inquietud: ¿cómo enfrentar lo que habita tras la puerta
clausurada? El genio de Williams propone la clausura policíaca como explicación de un enigma que se repite,
generación tras generación: ¿Cómo reabrir la puerta y levantar la clausura de la propiedad vacía y desolada?
¿Cómo resolver el problema que la señora Preston no se atrevió a enfrentar? Allí hay una ley en juego. Willie
no la ha respetado. Desde su miserable orfandad, ella se atrevió a husmear y aprender de prestado en un
mundo adulto enigmático, del que todos han huido como las ratas de un barco. Willie se refugia en su fantasía
imaginaria y elude responder las agudas preguntas de Tom. Sea que haya iniciado una carrera de prostituta o
que haya enfrentado la sexualidad junto a Frank Waters, un joven de su misma edad, ella se sostiene en su
imagen de cantante de blues, en ser la fotografía imaginaria de su hermana muerta, con sus mismas pulseras,
sus vestidos y su figura. Ella se ha afiliado a esos emblemas y sostiene su fragilidad en su creencia de ser la
26
Freud, S. (1923): Die infantile Genitalorganisation. Gesammelte Werke. Frankfurt am Main: Fischer Verlag. Band XIII Werke aus
den Jahren 1920-1924: 293.
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heroína de una historia romántica. Tom le propone que ella baile desnuda para él y Willie se rehúsa fingiendo
no haber escuchado la propuesta. Ella sigue hablando de la cabeza rota de su muñeca y de su propia locura
en un diálogo de permanentes pararrespuestas. Prefiere su baile en esos escenarios a dibujar en una hoja lo
que no va a ser comprendido por nadie. Ella ya probó. La señora Preston confundió su dibujo de su padre
alcohólico con una caricatura de Carlitos Chaplin. Eso bastó para saber que la escuela no era para ella.
Tom sólo es el testigo frustrado de una exhibición sexual, en la que Willie se ofrece y se rehúsa. Lo que ella
hace no es para él. Ella se lo enrostra en las narices. Es un juego singular. Al rehusarse, ella muestra y
prohíbe. Ella es la propiedad clausurada. Tras su puerta cerrada, ella se exhibe como un señuelo sexual
prometedor. Al mismo tiempo, impone una prohibición a Tom. Él debe ser el espectador del espectáculo que
combina la lujuria inocente de una niña de 13 años junto a la palpable miseria del dolor abismal de su
orfandad y de las ratas que huyeron de su vida. Una vez más, Williams apela a una metáfora de tránsito. El
tren es reemplazado por el barco. Ambos prometen un viaje a otro lugar, que puede ser la casona amarilla, el
casino del superintendente, los bailes desnuda ante Frank, Memphis, New Orleans, Saint Louis. Un viaje que
se aleje de esta casona lúgubre que sólo huele a podredumbre y a comida que se busca en la basura.
Ambos chicos siguen su vida. Tom volverá a la escuela y Willie a su sueño sobre rieles. Ambos construyeron
un instante casi eterno, que nos mostró los resortes de la pubertad, escondidos tras la puerta prohibida. Por
eso buscamos revisitarla de nuevo. Javier, yo y ustedes, al igual que Asbed y Jorge, peregrinamos ante ese
instante, para buscar una respuesta sobre la vida de esos chicos, de nuestros chicos, en fin, de todos
nosotros.
APREMIOS
Javier GARCÍA CASTIÑEIRAS 27
El apremio de la sexualidad sobre la inserción sociocultural del joven y los apremios ideológico-culturales
sobre los tiempos necesarios para la construcción de los ideales y de la sexualidad adulta. Momento de
ingreso y organización de la sexualidad en el lenguaje y los actos en relaciones de intercambio con los otros.
El juego, como recurso, en el lenguaje y el cuerpo.
Mi agradecimiento a la invitación de Raquel y Clara y mi placer de compartir, como en otros tiempos, un panel
con Carli. Además, por si fuera poco, en esta actividad sobre la obra de T. Williams "Propiedad clausurada", el
recuerdo de quien guardo en mi con cariño: Asbed.
0-Performatividades.
Propiedad clausurada-condenada es una historia retrospectiva que la joven Willie cuenta de su infancia y de
su hermana Alva y esa historia se ambienta en un momento de la gran depresión, las hambrunas, crisis de
1930. El desamparo actual de Willie, sola en la casa abandonada, viniendo como de otro mundo, como de una
huerta de huesos y la sociedad condenada al hambre que es el contexto de su historia, se superponen. Se
sobrepone también una dimensión pulsional parcial, de sexualidades, curiosidades, aventuras, suciedades,
ropas a jirones, escupidas y lamidas, con un manto blanco de idealidad 28 maravillosa y mortal a la vez, Alva,
"albus" (blanco) 29, que envuelve como el cielo esas pulsiones.
La obra de Tennesse Williams se instala en una única escena entre los jóvenes Willie 30 y Tom 31 (¿Tom
Williams?), tras un encuentro en un lío de vías que Willie desafiaba caminarlas, trastabillándose hasta caer,
27
Psicoanalista. Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica del Uruguay. gp@adinet.com.uy
28
Kristeva, J. El adolescente, un síndrome de idealidad. Conferencia de Julia Kristeva en la UNSAM. Traducción:
Walter Romero; nv. 2011. Disponible en Academia.edu y Scribd https://es.scribd.com/document/261121528/Kristeva-
Conferencia-El-Adolescente-Un-Sindrome-de-Idealidad1
29
Nombre de origen latino que signica "blanca, de piel brillante". Variantes: Elva, Alvana, Alvanah. En Hebreo
el nombre Alva puede interpretarse como "su alteza" o "blanco"; es una variante de Alba, de origen latino. Su
variante Alvah es un nombre masculino, de origen hebreo, que significa “maldad”.
30
Willie, de origen germánico es diminutivo de William. Williams es hijo de William. El inglés "William" se ha
tomado de la lengua anglo-normando y se transmitió a Inglaterra después de la conquista normanda en el siglo II,
y pronto se convirtió en el nombre más popular en Inglaterra.
65
SIMPOSIO APdeBA 2020
mientras Tom intentaba sin éxito remontar un barrilete. La coreografía dibuja una escena de encuentro lúdico
a la vez que de relato que me interesa destacar como formas expresivas y de hacer experiencia en los
"chicos". Destacar también que, en ambos personajes, hay un lanzarse a algo que es a la vez un juego
(remontar un barrilete y hacer equilibrio sobre los rieles) y un viaje, como en los primeros pasos que buscan
descubrir el mundo en los cruces de lo sexual-social-cultural. No menos está presente en esos líos de: la
historia, que aparece ominosamente en la vetusta y maltratada muñeca, en el vestido de terciopelo,
desgarrado, como el grito de desgarro de los cuervos y sucio, como un resto de Alva muerta sostenido y
movido por el cuerpo fresco pero con coloretes y pintura labial desordenada en la piel de Willie. Rastros de
mujercita mal armada y en excesos pero cubierta por un manto de cielo blanco y chato como un papel o un
huerto de huesos o los despojos de un burdel.
La herida, el dolor, la lamida. El cuerpo de mujer y nombre de varón. Las manos sucias. Y también, testigo de
esa historia, la casa clausurada-condenada. Sitúo así el ambiente lúdico y terrible donde se cruzan, como las
vías, distintos relatos, distintas escrituras erógenas, ideológicas, sociales, culturales: pobrezas y patriarcado
decadentes, en el armado de los cuerpos y vidas de los jóvenes. Nos habla de performatividades 32.
1-Relatos.Juego.Testimonio.
Me interesa subrayar estos diferentes tipos de relatos en el análisis de jóvenes, en especial de estas edades,
por la frecuencia en que en estos análisis se da la coexistencia de significantes gestuales, gráficos,
corporales, coreográficos, junto a los verbales y que todos suelen escenificarse lúdicamente a la vez que
discursivamente. Los analistas nos vemos desafiados a entrar en esa arena, en esas tablas donde se juegan
sus vidas. Casa clausurada, la versión teatral me refiero, el texto de T. Williams (no la versión
cinematográfica), nos introduce desde el pique en estas formas lúdicas de lenguajes.
Para que este escenario lúdico de relatos sea posible, es preciso no llenar de sentidos interpretativos ni
pedagógicos, sino que, por el contrario, la transmisión de rasgos ocurrentes 33 en forma de juego tendría de
alguna forma que tener un lugar privilegiado para incluirnos en las escenas que los jóvenes nos proponen.
Como señala Carli en su texto, destaco el lugar del analista como testigo. Esto puede tener varias
derivaciones. Se trata de una ética en relación al deseo (al deseo icc), a que el joven se ubique en ese lugar
deseante y buscador. Permitirle con tiempo ir abriendo ese manto de idealizaciones. En esta línea podemos
seguir a Giorgio Agamben en "Lo que queda de Auschwitz", cuando remite a tres palabras para hablar de
testigo. Una de ellas es "terstis", que significa etimológicamente aquel que se sitúa como tercero en un
proceso o un litigio entre dos contendientes. Es una posible posición del analista incluso cuando él mismo es
tomado como contendiente en transferencia imaginaria. Se rehúsa o, como dice Carli34, usa su potencia que
se sostiene en “poder no". La segunda palabra que cita Agamben es "superstes", que refiere al que ha vivido
determinado acontecimiento y está, en consecuencia, en condiciones de ofrecer un testimonio sobre él” 35. Es
un lugar que tendrá que ocupar el analizante como sujeto de relato. Es lo que hace Willie cuando le habla a
Tom. Pero también el analista cuando se rehúsa da cuenta de haber vivido la castración simbólica en él, los
límites de la vida, y el rehusamiento es una forma de trasmitirla. Es una posición que no se enseña, no se
dice, se transmite. Finalmente Agamben remite a la palabra auctor-auctore, que “indica -entre otras cosas- al
testigo en cuanto su testimonio presupone siempre algo –hecho, cosa o palabra– que le preexiste y cuya
fuerza y realidad deben ser confirmadas y certificadas”. La conclusión de Agamben es que “el testimonio es
siempre un acto de “autor”, implica siempre una dualidad esencial, en que una insuficiencia o una incapacidad
se complementan y hacen valer. Así se explican también el sentido de “fundador de una estirpe o de una
31
Tom es el nombre original de Tennesse Williams, que lo cambió para firmar su obra.De modo que entre los dos
personajes: Tom y Willie tenemos a Tom Williams.
32 Austin,J.L. (1955);, Cómo hacer cosas con palabras; Edición electrónica de www.philosophia.cl / Escuela de
Filosofía Universidad ARCIS.
Austin llama enunciado performativo al que no se limita a describir un hecho sino que por el mismo hecho de ser
expresado realiza el hecho.
33
García, J. Adolescencia e interpretación; Rev. Controversias en Psicoanálisis de Niños y Adolescentes; APdeBA;
BsAs; Año 1, Nº 1; 2007.
34
Moguillansky, C. (2020) Pubertad. XLII Simposio; APdeBA; 2020.
35
Agamben, G. (2002). Lo que queda de Auschwitz, Valencia, Editorial Pretextos. Punto 4.6, pp. 155-157.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
ciudad” que otorgan los poetas al término auctor el significado general de “hacer surgir, dar existencia”. En
este caso la escena prepara el lugar de autor, quizás de ficción y no en Willie sino en Williams y en los rastros
inconscientes de Tom Williams. En cada autor de relato ese acto viene desde una dimensión inconsciente,
extraña al yo y cercana a las ocurrencias.
Vale también recordar un comentario de J. Lacan sobre el testimonio y lo que implica de compromiso del
sujeto. "No por nada -dice Lacan- testimonio en latín se denomina testis, siempre se testimonia sobre los
propios cojones". 36
Con respecto a los distintos discursos y al juego, lo que se destaca en testis es la presencia discursiva y
factual del cuerpo. La eclosión pulsional introduce un exceso mayor al habitual en relación a los recursos
sublimatorios. Esto pone a jugarse en el cuerpo, con el cuerpo, en toda su dimensión erógena, la circulación
discursiva y en acto, de la excitación. De ahí surgirá el placer sexual sublimado a través del juego y la
creación. Cuando un niño juega, sublima excitaciones reales que pasan a entrar en circuitos simbólicos mas
allá que también aparezca un placer “directo”. Para que la experiencia lúdica sea gozosa la cantidad de
excitación física real debe ser mínima. Esta “excitación física real” es de naturaleza traumática.
Octave Mannoni 37 ha destacado acertadamente la función del juego en el análisis de adolescentes. Tomando
en cuenta las teorías del juego de Winnicott propone abrir un espacio de juego en la consulta. En realidad
habitualmente estos espacios de juego son abiertos por el joven analizante. En juego se pondrán las
identificaciones para trabajar sobre las mismas, aunque sin intervenir el analista sobre las elecciones en el
campo de las identificaciones. El analista que mantiene el lugar “del que sabe”, lo que está bien y lo que no, lo
normal y lo enfermo, no tendrá buenos resultados trabajando, en general, pero en especial con jóvenes. Se
debe poder jugar a poner en tela de juicio ese saber. Jugar con las identificaciones y los ideales para
trabajarlos indirectamente. La adolescencia más que como una categoría etaria, tendríamos que verla como
una “estructura abierta” 38 por la mayor flexibilidad entre instancias psíquicas, entre el sujeto y el objeto, entre
la identificación y la des-identificación en sus diferentes formas, entre el yo y el otro. Esta apertura y
plasticidad, que incluye a los modos de hacer relato –lúdico, verbal, gestual, corporal, actos-, nos desafía en
nuestra posibilidad de ofrecernos también en esas disponibilidades discursivas, donde las palabras y
pensamientos pueden no ser más que balbuceos.
La obra de Williams nos muestra estas diversas materialidades y cualidades lúdicas de los relatos a través de
estos muchachos.
2-Discusión de un criterio evolutivo.
Me refiero a Willie y a Tom como "muchachos", podría decir "chicos", en el sentido de jóvenes. Claramente no
es un designación etaria formal, académica, justamente para evitar la fijeza de los cambios biológicos que
establece el concepto "pubertad" y los de "psicología evolutiva" desde su introducción en 1904 por Stanley
Hall que refiere el de "adolescencia". Prefiero abrir a una amplitud que acoja menos pautadamente lo que
aparece en esas edades, priorizando la singularidad, la historia, el contexto y las experiencias inconscientes
que fueron construyendo sujeto en la primacía de una sincronía que trastoca las temporalidades evolutivas.
Las descripciones del desarrollo pueden fácilmente implicar un eje moral subsumido en una idea de
normalidad-patología. La psicopatología tiene ese riesgo para la escucha analítica que necesita, en la medida
de lo posible, despojarse de prejuicios de cómo deben ser las cosas. Es decir, del bien y del mal. Si hay algo
que perciben con facilidad los jóvenes son las escuchas prejuiciadas. Por este motivo escojo ver en el objeto
del psicoanálisis a la sexualidad inconsciente y no a que ella fuera infantil o adolescente (concepto
"sexualidad infantil", en Freud). Es la infancia, la adolescencia y la adultez, lo que son sexuales y
determinadas por un reprimido sexual y un contexto sociocultural. Es la sexualidad nuestro objeto y no la
infancia, la adolescencia o la adultez. Sin dudas aquí ya hay un área de discusiones planteadas dentro del
psicoanálisis, en los comentarios de una obra como Casa condenada y en una jornada sobre lo infantil 39.
36
Lacan, J. El Seminario. Libro 3. Las psicosis.1955-1956.Ed. Paidós; BsAs; 1986; p. 62.
37
Mannoni, Octave. (1989) Un intenso y permanente asombro Cap. ¿Es “analizable” la adolescencia?, Ed. Gedisa,
Buenos Aires.
38
Kristeva, Julia; La novela adolescente. (Le roman adolescent). Revue Adolescence N°1,Tome 4, Printemps 1986.
39
XLII Simposio anual: Lo infantil en psicoanálisis: Ideas en juego.
67
SIMPOSIO APdeBA 2020
También abre en cuestión a que apliquemos conceptos psicopatológicos y psicogenéticos evolutivos sobre
una obra de teatro que, ella misma, es una retroactividad de temporalidades.
3-Apremios. Dar (el) tiempo.
La versión cinematográfica "This Property Is Condemned",1966, con un elenco actoral de estrellas, y
renombrados guionista y director40, a diferencia de la obra escrita de Tenesse Williams (que fue la
representada en APdeBA en 2013) hace un flashback o analepsis 41 introducido por Coppola - como
guionista- donde los despidos de funcionarios ferroviarios y una pensión, casi un burdel, de Dobson, un
pueblo de Misisipi en los EEUU, le dan imágenes al relato de Willie. El guión transforma una única escena
jugada, bailada, y hablada, como pueden hacerla dos chicos de sus edades, en varias escenas con múltiples
relatos donde aparece predominando la fuerza del mundo adulto. Recrea el clima de sexualidad y crisis
económica y cultural, donde una niña, sigue iluminada, encantada, los pasos de su hermana mayor, quien sí
está presente en la película. Alva, una bella joven, deseada por los hombres que frecuentaban la casa, como
un objeto sexual y a la vez de mercado, permitía ver la idea de intercambio sexual de la época y el lugar. Alva
fue entregada por su madre a ese mercado a la vez que seducida a veces por la virilidad y dureza de Charles
Bronson y otras por un joven Robert Redford, guapo, lindo; dos sex symbol de diferente estilo. De aquello
queda una historia y una casa en ruinas. En la escena teatral queda Alva en Willie, en su idealización
"blanca", y en los restos rasgados de terciopelo.
Desde esa historia, no sin tropiezos ni heridas se pueden dar los primeros pasos, que incluyen la fuerza de la
eclosión sexual adulta, como un exceso pulsional real que no encuentra aun sus vías de recorrido, ni su
remontar al viento, ni el armado propio de las decoraciones corporales o construcción del cuerpo por el
vestido y el maquillaje. Todo eso aparece a medio armar, entre el exceso y la insuficiencia; entre el deseo y la
frustración; especialmente marcado por la experiencia de vida. Las pulsiones parciales dibujadas en el cuerpo
y la vestimenta de Willie aparecen cubiertas por ese manto de idealidad "Alva". Sitúo así a esta joven entre el
apremio pulsional real y los apremios socio-culturales, ideológicos, políticos e históricos vivenciales. Por eso
hablo de "Apremios".
Podemos ubicar esta idea dentro de una más general de "El malestar en la cultura". Pero "apremios" me
permite dos acepciones que me resultan necesarias: 1) la urgencia o prisa en hacer algo; lo que remite a que
el cuerpo real pide hacer algo en un tiempo muy breve. Un exceso en relación a las capacidades simbólicas
de tramitar psíquica y socialmente. 2- el mandamiento proveniente de los ideales, de la cultura, la ideología, el
poder, a través de los representantes más fuertes para un joven, que pueden ser sus padres, su historia
familiar, un líder, sus pares o ideologías socio-culturales imperantes. Muchas veces vemos poderosas
creencias que envuelven la eclosión pulsional, dándole unidad a esos fragmentos y poniéndolas en acto.
Puede tratarse de un apremio que aplaste la excitación emergente o que la apure en el sentido de demostrar
sus capacidades sexuales o que lo apure a elegir cierto objeto sexual o a probar alternativas, más allá de la
incertidumbre y el tiempo que le requiera orientarse en sus deseos.
En algún momento histórico y lugar esto pudo significar para un joven varón probar tener relaciones con una
mujer, estrenarse con una prostituta, por ejemplo. Pero también podría significar hoy en algunos ambientes
probar diferentes relaciones en prácticas bisexuales u otras dentro de una oferta cada vez más variada. De
distintas formas estos apremios los viven tanto los jóvenes como las jóvenes, independientemente de sus
elecciones de objeto y sus identificaciones. Las acciones sobre los cuerpos suelen ser demandas imperiosas
que atentan contra los tiempos necesarios del procesamiento psíquico y social de la pulsión. También un
apremio para padres y analistas, donde el mercado ejerce también sus intereses.
El tiempo de armado del erotismo siempre es mayor que el que dejan al sujeto de deseo los apremios y eso
es un estado especial que recorre el joven entre la niñez y el ser adulto. Si algo es preciso es darse el tiempo
40
This Property Is Condemned, titulada en España Propiedad condenada, 1966, protagonizada por Natalie
Wood, Robert Redford, Kate Reid, Charles Bronson y Mary Badham y dirigida por Sydney Pollack. El guion fue
escrito por Francis Ford Coppola, Fred Coe y Edith Sommer a partir de la obra de teatro de un acto del mismo
título escrita en 1946 por Tennessee Williams. Paramount Pictures.
41
Recurso cinematográfico que consiste en retroceder en el tiempo, desde el «presente» en el que transcurre el
relato.
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y, desde los adultos, dar (el) tiempo42. Todo lo contrario del apresuramiento que genera la espera que
desespera en su incertidumbre. El tiempo permite la espera con confianza, la esperanza.
Todas estas líneas-vías podemos pensarlas cruzándose en Willie, haciéndola trastabillar, caer, lastimarse,
mostrarse mal armada y al mismo tiempo ubicándose como buscadora de vida en ese lío que se repite.
Montevideo, agosto pandémico de 2020.
42
Derrida, J. Dar (el) tiempo. La moneda falsa. Editorial: Ediciones Paidós; 1995.
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En síntesis, desde esta posición epistémica, Carlino expone con generosidad su experiencia clínica y sus
elaboraciones teórico-clínicas y espera, como todo autor que dedica su tiempo a un tema que lo apasiona, un
intercambio al servicio de la ampliación del Psicoanálisis. En los capítulos III, IV, V y VI expone
detalladamente y con claridad temas referidos a cómo se encuentran el Psicoanálisis como práctica clínica y
los medios de comunicación a distancia que se disponen en la actualidad, lo real y virtual de la voz, su
influencia en la subjetividad, su articulación, el realismo a través del diálogo telefónico, requisitos de encuadre,
tipo de diálogo, contrato analítico, características de aplicación, alcances y límites para su indicación.
Otro interés del autor es que esta ampliación de las posibilidades terapéuticas del psicoanálisis encuentre un
campo propicio para ser investigado, puesto a prueba. Carecemos todavía de conceptualizaciones teórico-
clínicas específicas para los tratamientos a distancia. La implementación del psicoanálisis por medio de estas
técnicas es un método en etapa de experimentación e investigación, que como toda modificación en curso del
psicoanálisis clásico requiere ser abierto al intercambio con otros psicoanalistas, necesita de la reflexión con
los pares para no transformarse en una peligrosa “aventura” de aprendiz de brujo.
En la actualidad hay muchos psicoanalistas que practican esta modalidad a la que han sido llevados como
mal menor frente a las exigencias que impone una comunidad que obliga a emigrar a sus hijos en busca de
trabajo u otras alternativas de crecimiento y que desean proseguir su análisis, en su idioma natal. En
ocasiones el trabajo trashumante tan común, es otro motivo que se impone a la hora de elegir una forma de
análisis.
Es hora que evaluemos a gran escala nuestra política científica tanto hacia adentro de nuestras instituciones
como hacia afuera de nuestra disciplina. El Psicoanálisis debe preocuparse por cómo y para qué evolucionar.
¿Quién autoriza esa evolución y transformación?
Todo esto es también preocupación del autor, como muchos otros psicoanalistas, si bien desde múltiples
puntos de vista.
Pienso que Psicoanálisis a distancia de Ricardo Carlino es la primera en Buenos Aires de una serie de
publicaciones similares que irán apareciendo, desafíos para el Psicoanálisis tanto en su forma de operar como
en sus objetivos a tono con los nuevos paradigmas del Siglo XXI. Naturalmente sus conceptos fundamentales
permanecerán.
Aportaré alguna idea acerca de este desafío que pienso es de todos, al esfuerzo y seriedad de este texto.
El Psicoanálisis amplió la comprensión de la subjetivación y resultó un saber re-fundante que se pregunta
acerca de la realidad como contexto. La mayoría de las ciencias avanzan sin preguntarse por qué, para qué,
ni para quién. El psicoanálisis en cambio se cuestiona a sí mismo negando la existencia de verdades
absolutas. Pues debemos nosotros mismos trazar nuestras políticas tanto científicas como filosóficas y
económicas.
Es impostergable redefinir nuevos paradigmas témporo-espaciales para aplicar a nuestras herramientas
conceptuales de encuadre, transferencia-y-contratransferencia. También se impone una amplia autorreflexión
que nos incorpore en el movimiento de la historia y la política mundial para así remediar la disociación
académica que nos ha mantenido aislados del resto de los saberes porque creímos que así resguardábamos
mejor al psicoanálisis. La evolución del psicoanálisis está forzosamente ligada a la defensa de lo humano en
la sociedad. El pensamiento psicoanalítico se preocupa del uso humanizado de la tecnología en tanto se
pregunta por el sujeto, la sexualidad y su emocionalidad.
Para el establishment, toda novedad es una amenaza a su poder, en este caso la amenaza es un aporte
tecnológico: el teléfono. Esta cuestión se ha tornado política porque peligra con redistribuir el poder de las
decisiones. Obliga a considerar el efecto de redistribución que tantos movimientos sociales y de
colonizaciones ha producido en la historia de la humanidad.
Es imprescindible hacer re-consideraciones contextuales y témporo-espaciales de la práctica psicoanalítica
con actitud y riesgos de pionero para asumir la práctica psicoanalítica en situaciones ahora fuera de las
tradicionales.
70
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Carlino muy claramente señala que no todos los pacientes serán analizables gracias al teléfono ni todos los
analistas podrán hacer uso del teléfono para analizar. Habrá que re-considerar el concepto de analizabilidad,
re-estudiar las nuevas distorsiones sintácticas, semánticas y pragmáticas. Re-escribir obras clásicas de Freud
tales como Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico y Sobre la Iniciación del tratamiento. Pero
¿quién escribirá esta vez? ¿quién autorizará? ¿Todos aceptarán aprender algunas cosas de nuevo? Llevó
mucho tiempo hasta que se aceptó que las relaciones grupales, de pareja y familia podían ser entendidas y
operar sobre ellas con el pensamiento psicoanalítico. Muchos analistas consideran a los adolescentes
inanalizables porque en realidad son analistas que no soportan pacientes “desobedientes”. Algo similar con
los pacientes borderline. De modo que una buena parte de nuestros primeros esfuerzos estarán dedicados a
las novedades en la transferencia-contratransferencia del analista con el Psicoanálisis (Freud y los pioneros).
Por esta razón considero que es muy oportuna la edición de este libro.
Y finalmente en cuanto a ¿cuál es el desafío del Siglo XXI? Ante todo es preciso señalar que más allá de las
instituciones psicoanalíticas, debemos propiciar que el Psicoanálisis tenga una mayor incidencia en la Cultura
del siglo XXI así como el aporte de Freud atravesó el Siglo XX sin proponérselo.
Freud se propuso un contacto distinto con el paciente cuando junto con Breuer aceptaron de Anna O. la
sugerencia de la talking cure. Con los años, mucha gente que necesitaba ser escuchada y sostenida fue
beneficiada. Opino que esta necesidad de ser escuchado ha influido mucho para que lo psicoanalítico se
difunda y se popularice, más aún en la Argentina y Latinoamérica, sea por el tipo de gobiernos que se ha
tenido a lo largo del Siglo XX que en general han escuchado poco a sus ciudadanos, como también por no
formar parte del “centro de la civilización” y haber sido poco escuchado por Europa. De una manera similar, la
concepción psicoanalítica de los vínculos no sólo ha atendido el aspecto académico y terapéutico, sino
también ha acudido para paliar el dolor social.
Estamos preocupados, como psicoanalistas y ciudadanos del mundo, por las consecuencias negativas de la
globalización que ha puesto la economía de los mercados y la actividad financiera de las multinacionales por
encima de todas las disciplinas e intereses, además de países y naciones. La mentalidad está regida por el
precio que se le pone a la mercadería. Así la creatividad, búsqueda de la verdad, solidaridad, experiencia,
responsabilidad, privacidad, honestidad, respeto por la diversidad sea étnica, idiomática, religiosa o de clase
social, todos valores sostenidos por el Psicoanálisis, no se “cotizan en bolsa” y son hasta burlados si no rinden
económicamente.
Una forma de hacer frente a la mercantilización de los valores éticos y morales han sido los fanatismos
religiosos que basados en la fe, y no el pensamiento y la simbolización, intentan contrarrestar los efectos de
esta mercantilización globalizada pretendiendo inyectar compulsivamente, hasta con violencia, valores
espirituales. El Psicoanálisis que se supone que entiende de estos temas porque los piensa y analiza la
causalidad y motivaciones inconscientes, tiene la obligación ética de rescatar los medios de difusión que
pueden procurarles a los socialmente alejados o relegados, posibilidades y oportunidades de reflexionar su
propia realidad interna y externa, en su propia lengua. Es invalorable como sostén de la subjetividad poder
contar con encuentros telefónicos regulares y sostenidos en situación analítica, donde tener la oportunidad de
reflexionar y dirimir la propia realidad y a la vez analizar los propios sueños, en la propia lengua materna.
Pueden rescatarse múltiples subjetividades singulares en cadena, en regiones amenazadas por la
globalización o los fanatismos. Es apostar a que la reflexión psicoanalítica multiplicada por miles de sujetos,
se convierta en antídoto contra el peligro de los fanatismos ideológicos. Psicoanálisis a distancia de Carlino
tiene infinidad de pasajes que aportan nutrido material teórico-clínico al respecto. Promoviendo
generosamente a que amplias regiones se equipen con nuestra herramienta, que les facilitará el pensar sus
realidades y tiempos históricos. De esa manera podremos decir que el Psicoanálisis pudo “crear un refugio en
la adversidad”, al decir de Diógenes Laercio (siglo III A.C.). De aquí a cincuenta años querría suponer que lo
esencial del pensamiento psicoanalítico seguirá generando y promoviendo Cultura o ¿desde ahora vamos a
decretar que la gente que se quedará varios años en las estaciones interplanetarias no podrá analizarse? Es
necesario pensar nuestro trabajo como de pioneros y por ende con las limitaciones e imperfecciones de todo
comienzo, en regiones alejadas y también pobres. Eso también nos permitirá conocer a ellos en su situación.
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Es claro que todo esto plantea una revisión de las funciones institucionales del poder central que
habitualmente tiende a velar por lo instituido, creyendo así alejar el peligro que pueden significar las
actividades pioneras que cuestionen algunas de sus instancias. Es que se reactivan con potencia e ímpetu las
instancias de permanencia vs. cambio. Por definición, el establishment tendría que pasar por revisiones y
cambios, cosa que a veces es sentida como su propia desnaturalización y no a favor de su enriquecimiento y
transformación.
“Considero que la observación de bebés, relacionada luego con la experiencia clínica con adultos y niños, aporta a los
analistas convicción acerca de la importancia de observar el comportamiento general del paciente como part e de los
datos de la situación analítica, así como también fortalec er su convicción sobre la validez de la reconstrucción
psicoanalítica de desarrollo temprano”
Esther Bick , leído en la Sociedad Británica en julio de 1963
La observación de bebés es una actividad que se ejercita semana tras semana en el hábitat del bebé. El
instrumento es la mente del observador aplicando la capacidad de observación despojada de teorías y
tolerando los sentimientos, los afectos, las identificaciones que circulan en cada observación. La mente del
observador como instrumento capta con todos los sentidos psíquicos las ansiedades más tempranas que
habitan en el ámbito donde nace un bebé y recoge en su mente las identificaciones tolerables hasta
elaborarlas en el grupo de trabajo. El observador hace una inmersión en los registros de la comunicación
preverbal, se impregna de la música de la comunicación y de las palabras que intentan crear algún sentido. El
cuerpo y las ansiedades tienen un rol protagónico.
Una de las experiencias más conmovedoras y llena de matices es la de poder testimoniar y acompañar el
proceso de descubrimiento, conocimiento y adaptación singular de cada dupla mamá (o cuidador) y bebé. En
cada sutileza existe la potencia de ser.
El vaivén entre observar y ser observado, as í como auto observarse, establece una especie de “espiral” que
favorece un registro profundo y resonante de la experiencia tanto hacia el exterior como el interior, dotando al
analista de herramientas para el trabajo psicoanalítico.
Uno de los elementos más llamativos, posible de ser observado desde el nacimiento del bebé es el ritmo. A
partir de movimientos, miradas o media lengua (“laleo”), se empiezan a establecer ciertas secuencias en
determinados tiempos y frecuencias que posibilitan el encuentro con el otro y motorizan el descubrimiento del
mundo por parte del bebé. El ritmo, el baile y la musicalidad, se dan así antes que la palabra, tanto en el
desarrollo de un niño normal como en presencia de alguna patología. Meltzer postula la importancia de la
media lengua (“laleo”), como un modo de comunicación interna que posteriormente dará lugar al juego y luego
al lenguaje, siempre y cuando se dé un encuentro con un otro, con un continente. Basta observar a un
lactante para darse cuenta de los sonidos que emite, así como el efecto que tiene en él su registro y el
acompañamiento por parte del entorno para facilitar u obstruir su vinculación y comunicación. El juego es así
el preludio de la simbolización en el niño y el arte en el adulto.
Algunos ejemplos de nuestra tarea:
En nuestra actividad como grupo de observadoras de APdeBA, nos conmovieron historias que implican
encuentros y desencuentros. Evocan sentimientos de diferentes tipos, a veces contradictorios, tanto a nivel
personal como grupal.
En primer lugar, nos referiremos brevemente, a una situación particular que fuimos siguiendo. Se trata de una
observación en la que se daban duelos que de diferentes maneras atravesaban la historia de un bebé desde
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el comienzo. Se conjugaban: la fantasía materna de interrupción del embarazo y un padre biológico que
anunciaba que no iba a estar presente de forma alguna en la vida del recién llegado.
En medio de todas estas dificultades tan complejas, pudimos observar como el resto de la familia
(fundamentalmente los abuelos) tomaron los lugares vacantes con decisión, promoviendo la vida del nuevo
bebé y sosteniendo a una casi adolescente mamá a llevar adelante su tarea.
Este bebé, visto en principio con ojos de duelo, fue encontrando un lugar en un contexto creado a la medida
de lo posible. La observadora vio desplegar frente a sus ojos como la adolescente-madre iba transformándose
lentamente en una mamá que cada vez tenía más placer al cumplir su función. Pudo también escuchar y
comprender, por un relato detallado que un día le hizo esta joven, cómo se frustró lo que parecía una historia
de amor. El padre –ausente fue apareciendo presente en la mente de la madre mientras el bebé repetía la
secuencia: mamama papapa.
El clima de tristeza y sombras de muerte de los primeros momentos fue dando lugar a la inclusión de la
música, el baile, la alegría, el crecimiento, la vivacidad. La observadora silenciosa, que miró con ojos de vida,
asistió al devenir de lo inesperado.
En otra de las observaciones realizadas y trabajadas en el grupo, la gestación de lo infantil en el bebé fue
difícil de pesquisar. Encontrar el lugar que ocupaba este bebé, nos ofreció todo un desafío. ¿Dónde ubicar a
este nuevo integrante en una familia tan confusa e híper numerosa? Los espacios que habitaban carecían de
puertas, las camas eran compartidas, se intentaban construcciones de división de espacios que no llegaban a
finalizarse. Este inconveniente para lograr construir compartimentos separados en el mundo externo parecía
reflejar una importante confusión similar a la que ocurría en la mente de los integrantes de esta familia. La
dificultad más importante parecía estar en la relación de la madre del bebé con su propia madre.
Es así, como el grupo comenzó a preguntarse por el lugar del recién nacido, quien lejos de tener una
investidura narcisista como su majestad el bebé de Freud (1914), pocas veces lograba captar exclusivamente
la atención. La interna familiar siempre por una cosa u otra estaba en primer plano. Una de las conductas que
llamaba la atención de la observadora era ver como se doblaba las orejas hacia adentro con sus manitos
¿funcionaba esto como encuentro con un propio límite y barrera con el exterior?
Nos preguntábamos ¿cómo se gesta lo infantil en un entorno indiferenciado? ¿cuál será la evolución en la
relación con su madre, y este gran conjunto familiar tan aglutinado? ¿qué posibilidades tendrá de lograr su
individuación?
Queremos compartir algunos testimonios de las observadoras que nos convocan a considerar el aporte de
este método en el campo psicoanalítico:
La primera de ellas (Azucena) atravesó la experiencia como parte de sus estudios de postgrado: “Antes de
comenzar mis observaciones no podía imaginar que todo esto que Esther Bick proponía, podía ser realmente
así. Y si así fuera, me preguntaba ¿Por qué está tan poco difundida la actividad? ¿No debería formar parte del
programa educativo, no como una actividad opcional sino como una obligatoria, que hace a la formación de
cada uno? Cuando inicié mi especialización en psicoanálisis de niños, tuve la oportunidad de comenzar
simultáneamente, la observación de un bebé bajo este método”.
“La actividad me permitió tener un espacio de observación, sin la necesidad de pensar en cómo intervenir ni
en articular lo que sucede con el marco teórico (como puede ocurrir en el consultorio). Es un encuadre único,
estamos en contacto con una familia donde ha nacido un bebé, registrando los inicios del nacimiento psíquico,
la dinámica familiar y lo que sucede alrededor de ese nacimiento. No sé cómo será en analistas ya formados,
pero para mí que estoy en formación, es muy valioso poder tener este espacio. Y el registro no termina ahí,
también observamos lo que ocurre en nuestro mundo interno: nuestros pensamientos, sensaciones,
asociaciones, identificaciones e impresiones contratransferenciales. Tener la posibilidad de registrar todo esto
y luego procesarlo en las reuniones de equipo es un aprendizaje único. Cada espacio nos brinda diferentes
experiencias y crecimientos: nuestro análisis personal, la clínica, las supervisiones, la formación continua, el
encuentro con otros colegas y, del mismo modo, la observación de bebés. Nos ayuda a pensarnos como
profesionales e ir formando nuestra propia identidad analítica.”
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Valeria nos cuenta: “luego de un largo derrotero como analista, fui observadora durante dos años de una
beba. ¡Cuán fructífero ha sido para la clínica con mis pacientes la experiencia de observación! Quisiera
mencionar las herramientas del método que fueron iluminados por la experiencia. La mente del analista como
instrumento en el consultorio, ha ido ganando capacidad expansiva hacia espectros primitivos no explorados,
la mente analítica fue ganando capacidad de alternancia por “el entre” de los vértices de las ansiedades
neuróticas y las ansiedades turbulentas de las psicosis. La escucha analítica se ha nutrido amplificando la
escucha de los registros verbales y pre-verbales tempranos. Podríamos decir que la escucha cobra mayor
espesor, mayor textura psíquica, permitiendo llegar a estratos profundos del lenguaje corporal. Al mismo
tiempo, la escucha ampliada fue creando luminosidad hacia la vía regia de las resonancias profundas de la
herramienta prínceps del método, la contratransferencia. La observación de bebés es una actividad que nutre
de manera directa las honduras de la contratransferencia de los registros más tempranos del desarrollo de la
mente de los pacientes, el lenguaje del cuerpo, las ansiedades híper-intensas, sensaciones de derrumbe
psíquico, etc.
Al mismo tiempo, el método de Bick a mí parecer, ha favorecido la atención libremente flotante en el
consultorio y el despojo de la mente de deseos y de conocimientos teóricos que funcionen como obstáculo,
para así hallar libre el camino hacia las resonancias psíquicas profundas de la contratransferencia.
Escucha analítica y contratransferencia, dos herramientas del método psicoanalítico, que han sido
enriquecidas con los aportes del método de Esther Bick.
Comentarios finales:
Quisiéramos compartir que nuestra convicción se basa en nuestra propia práctica y en la tarea de coordinar
grupos de observación de bebés con el método de la señora Bick durante muchos años. Pero pensamos que
no se trata sólo de observar sino, sobre todo, de tolerar lo que se observa. Si este método fue ideado por su
autora como preludio del ejercicio clínico, también imaginó que desarrollaría la capacidad de descubrir y
tolerar las emociones contratransferenciales. Lo que observamos es parte de una realidad que se espeja en lo
que nos hace sentir. Y muchas veces, como en cualquier sesión, nuestros sentimientos pueden ser parecidos
al transcurrir por una montaña rusa. A modo de ejemplo: Una observadora llega a su primera observación de
una beba nacida hace poco tiempo y tiene un encuentro muy formal durante el inicio. Todo parece en orden
para esta mamá y su beba que es su segunda hija. A esa altura nos preguntábamos ¿dónde está la
turbulencia emocional que provoca la llegada de un hijo en cualquier familia? Falta poco para que concluya la
observación cuando la beba intercambia una mirada con la observadora que le sonríe. En este mundo sereno,
de comienzo de un intercambio, la mamá se ausenta para atender el timbre y la beba se pone a gruñir primero
y a llorar después...la observadora nos cuenta que inmediatamente siente una tensión corporal “...los
músculos de mis piernas se tensan, mis puños, mis hombros se tensan...la mamá no aparece...me pregunto
por qué no vuelve...la beba llora fuerte, mueve los bracitos para arriba, se le baja el gorrito que tiene puesto
en la cabeza y se le tapan los ojitos, me dan ganas de subirle el gorrito pero dudo, no intervengo, la beba
sigue llorando y yo cada vez más tensa, hasta que como venida del cielo se escucha la voz de la mamá “ya
voooy” y aunque la beba continúa llorando me siento expectante hasta que la mamá aparece, alza a su beba
que deja de llorar y yo automáticamente suspiro y me relajo”.
Pensamos que la observadora se inaugura “a toda orquesta” con esta secuencia. El comienzo de la
observación, casi idílico, se complejiza notablemente cuando la observadora se identifica de esta manera con
la beba y siente en su propio cuerpo las ansiedades de la beba angustiada, cegada y que se siente
abandonada.
Nos parece una situación que nos hace evocar múltiples momentos de sesiones analíticas con niños y adultos
en las que el clima emocional cambia abruptamente y nosotros, acordes con ese cambio, tenemos que tolerar
la oleada emocional hasta poder descifrar lo que está sucediendo.
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Establis hment : a group in a societ y exercising power and influence over matters of polic y, opinion, or tast e, and s een
as resisting c hange.
Oxford Engli sh Dictionary (on line)
Esta presentación fue realizada en el IX Congreso A rgentino de Psicoanálisis: Mendoza, Argentina. 24 al 26 de mayo
2012
Es una continuación de un trabajo sobre esta temática: “Desafíos del y al psicoanálisis contemporáneo” presentado en el
VI Congreso y XV I Jornadas Asociación Psicoanalítica de Uruguay. Agosto 2010.
Introducción
El pensamiento y el pensar psicoanalíticos dentro de una institución son percibidos como que ofrecen la
garantía de una mirada grupal que se espera sea reflexiva y cuidadosa otorgada por el consenso de sus
miembros.
Para lograr y mantener este resguardo, toda idea nueva debe pasar entonces por esa mirada grupal.
Este proceso evaluativo conlleva un natural tiempo de elaboración. Hay ideas nuevas que advienen al
Psicoanálisis para ser implementadas clínicam ente. Éstas necesitan encontrar consenso institucional.
Sucede que su puesta a prueba requiere de un tiempo reposado acorde al que debe acompañar a un
proceso analítico. Si quien la presenta tiene antecedentes de ser un analista que se muestra más o
menos seguro y m otivado a poner clínicamente a prueba su idea, debería encontrar un eco o resonancia
en su institución para acompañarlo en esa investigación, prestándose ésta a establecer un espacio para
el diálogo y la mirada crítica.
Cuando esto no sucede, las ideas nuevas no pueden circular librem ente en los espacios de discusión
teórico-clínica. Y tom an un cam ino tangencial en diálogos “de corrillo”.
Freud se autorizaba a modificar su propia teoría pues él no se enfrentaba ni se rebelaba contra “Freud
autor” sino que ponía sus ideas en situación de desarrollo. Es posible observar que otros autores, hoy
clásicos del psicoanálisis, aportaron algo más o algo diferente al acervo teórico-técnico que aportaba a
lo establecido o lo m odificaba. Otras veces introdujeron pensam ientos no considerados hasta ese
momento, que podían o no acordar con los anteriores o que al sumarse producía un salto cualitativo a
algunas de las ideas previamente instituidas. En un primer m omento, ellos tuvieron que hacer un esfuerzo
grande para sostener sus ideas.
Fenómenos y señales de estancamiento
Nos vamos a ocupar de algunos factores que entran en juego para producir un atascamiento en la
evolución de las ideas psicoanalíticas, en su contenido y en su manera de implem entarlas ya sea en el
ámbito académico o bien al momento de articularlas com o praxis clínica.
La segunda semana de febrero pasado, en coincidencia con la elaboración de esta presentación, hemos
recibido una comunicación a través del Boletín de IPA (febrero 2012) las decisiones tomadas por la Junta
de Representantes. Reproducim os sólo uno de sus párrafos:
.....“Las discusiones más importantes giraron en torno a los problem as relativos al envejecimiento. En
algunos aspectos parecen diferir en las distintas partes del mundo, pero en términos generales la
membresía de la API parece estar envejeciendo, el número total de candidatos parece estar
disminuyendo y hay menos pacientes. La Junta acordó formar un subcomité del CAPR (Com ité de
Revisión de Políticas y Administración) para coordinar el trabajo en este campo que se realizará
conjuntam ente con varios otros comités de la API, entre ellos los de Perspectivas Psicoanalíticas sobre
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Este equilibrio arm ónico no puede pretendérselo com o perm anente. Para volver a alcanzarlo debe ir
pasando la prueba de reactualización que le im pone la reconfiguración dinámica de la realidad. Este
“poder” en circunstancias de sostenida reconfiguración ubica a las ideas y al entram ado social
institucional en una situación acuerdos no siem pre estables, en la que el aporte de nuevas concepciones
puede cambiarles su orientación, su meta y hasta su previa cualidad integradora. Esta situación de
momentáneo des-equilibrio podría ser aprovechada para re-pensar lo establecido y preguntarse por su
vigencia o su grado de caducidad actual, (Piera Auglanier). Cuando esta desestructuración temporal no
es aprovechada, es posible que esté operando la puesta de obstáculos ideológicos dogmáticos que
luchan para seguir haciendo prevalecer lo establecido. Este tipo de intercambio deviene estéril debido a
la diferencia de tensión entre las ideas establecidas y la nueva. La m ás fuerte operará sobre la otra por el
poder de la fuerza y no por la fuerza de un “poder” integrador. Frente a esto adviene a nuestra m emoria,
una vez más, el contenido preocupante del boletín de IPA. Cuando una parte deja de tener en cuenta a la
otra, a ésta últim a le resultará estéril y agobiante continuar operando en ese sistem a, sobre todo cuando
percibe el accionar de un poder usado como dominio. Se asiste así a un acto de sojuzgam iento y hasta de
violencia sobre el otro.
Resumiendo: cuando en un grupo institucional rige un “poder” productor de vínculos de integración se
produce una dinámica productiva que aporta algo más que la sum a algebraica de sus elem entos
constituyentes al generarse una creatividad enriquecedora. Su declinación puede devenir en una
momentánea descom posición reestructurante o, en su defecto, en una violencia latente, hasta
manifiesta. Un ejemplo extremo es observado en la formación de subgrupos institucionales que a veces
devienen en rupturas institucionales.
Ideas selladas versus ide as en elaboración
Este enunciado antinómico da cuenta de manera casi pictográfica del planteo en cuestión. Cuando en
una institución las “ideas establecidas” se postulan com o “pensamiento único”, ejercen un rol dictatorial.
Promueven ceguera y sordera a todo lo que resulte diferente, por considerarlo disruptivo. La sola
posibilidad de innovación es frenada con una repetición reduplicadora. Para que perdure lo conocido se lo
pontifica como ontológico y axiom ático. En m omentos institucionales que im pera lo dogmático, el
intercam bio de ideas tendrá lugar en un “lecho de Procusto”. En estas condiciones se trabaja en un clima
de “supuesto básico” (Bion, W. 1972). Los portadores de las ideas diferentes corren el riesgo de ser
tratados com o extraños y advenedizos, lo que prom ueve un clima y un sentimiento de autoexclusión o de
destierro. Este proceso opera siempre y cuando haya acuerdo grupal, explícito o im plícito.
El boletín de IPA transcrito contiene información sobre envejecimiento de sus m iem bros y escasez de
nuevos “candidatos”, es decir colegas en formación. Algunos de los factores recién enunciados son los que
seguram ente están entorpeciendo la llegada de jóvenes interesados en el psicoanálisis, potenciales
generadores de nuevos interrogantes. De éstos surgirían inquietudes que intentarían, a su turno, dar
cuenta de lo psicoanalítico en situación vigente. Es posible suponer que ello atraería a otros “candidatos”.
Camino a recorrer por una “idea nueva”. Efectos posibles.
Cuando las ideas ya establecidas continúan teniendo vigencia legítim a, su puesta en revisión les ofrece
un genuino reforzamiento a su solidez y armonía. Cuando una idea nueva no tiene aún dem ostrada su
valía, para desarrollarla es necesario aceptarla provisoriamente como apertura a la entrada de un pensar
crítico junto con los colegas. Ésta es, además, una de las funciones princeps de una institución, que
otorga un sentido trascendente al hecho de pertenecer e intercam biar en ella. Así también se legitima la
capacidad de pensar.
¿Cualquier idea nueva puede pretender instalarse en el acervo teórico-técnico del Psicoanálisis? Una
“idea nueva” adquiere su condición de tal cuando está pretendiendo dar cuenta de un vacío conceptual
reciente o de larga data. Depende tam bién de la solidez y armonía de la idea presentada en el contexto
el contexto institucional pertinente. Necesita de una audiencia en actitud receptiva. Cuando esto no
ocurre, el portador de la idea percibe que encuentra una barrera en su propósito de intercambio
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elaborativo que, insistim os, debe m antenerse como una de las finalidades esenciales de una institución
científica.
Un concepto teórico o una determinada manera de im plementación clínica son posicionados
institucionalmente en función del paradigm a ideológico del cual se parte.
Cuando una idea establecida ya no puede dar cuenta de un fenóm eno nuevo o poco com ún, debe
cambiar el enfoque habitual de consideraciones. Aparece así un vacío conceptual para abordar
fenómenos o situaciones que antes no eran detectados o no se presentaban. Esto dará lugar a la
búsqueda y creación de una “idea nueva”. Es necesario aquí discriminar entre una fractura
epistem ológica del conocimiento actual diferenciándola de una crisis personal que un analista tiene con su
propio sistem a de pensam iento. Esto debe considerarse com o un hecho particular y evitar su
generalización.
Cuando en los espacios de discusión se parte del supuesto que lo conocido es inm utable, se observa
que las ideas en situación de intercambio son esgrimidas –valga el doble sentido- para con-vencer a
quien no piensa igual. Se intenta así sostener una coherencia ideológica institucional y, por parte de
quien ejecuta este accionar, m antener su pertenencia institucional y el confort que brinda su adhesión
ideológica al paradigm a institucional im perante.
Es observable también un fenóm eno en dirección opuesta, cuando el prom otor de una idea nueva se
regodea de su adhesión a ella y la sobrevalora para encum brarla mesiánicam ente.
El “poder” de lo establecido ante lo que adviene.
Adquirir la formación analítica en determinada institución implica una fuerte marca de origen que hace a la
identidad profesional. Apartarse de ella implicaría sentir que se transita por un sentim iento de rebeldía
adolescente y hasta de repulsión de lo aprendido, por apartarse de lo enseñado por los padres analíticos
(Saúl, L. 1951). Un aprem io de naturaleza edípica se avizora en este tipo de conflicto.
Cuando desde un paradigm a institucional surgen norm as rígidas que prescriben uniformidad de valores y
definen lo que está bien y lo que está m al, qué es lo adecuado y lo inadecuado, el sólo hecho de pensar
diferente afecta de raíz a la identidad de pertenencia y promueve el sentim iento de ser un “indigno”
miembro de su institución. Juegan también afectos conscientes o inconscientes, rivalidades, prejuicios,
(Puget, J.) y convicciones irracionales elevadas al trono de lo obvio o usadas a la manera de un
“baluarte” (M. y W. Baranger, 1961/62). Estos procederes no em ergen del núcleo conceptual de las ideas
psicoanalíticas instaladas sino de sus pretendidos “pontífices” administradores.
En síntesis, estos factores que hemos descripto, en la forma en que influyen y la dirección a la que
apuntan, darán una orientación al ejercicio del “poder”, al mom ento de adoptar una actitud de apertura o
cerrazón a lo nuevo.
Intercambios intra, inter y transubjetivos
La puesta en consideración de una idea nueva puede producir diferentes reacciones. Algunos analistas
consideran su discusión com o un acto de conocimiento que hallará o no aceptación en ellos. En
contraposición están aquellos que sienten a todo lo nuevo como una invasión disruptiva al clima de
confort, a sus ideas instaladas y al establishment institucional, con los que m antienen una relación
egosintónica.
Aceptar la posibilidad de una idea nueva se vivencia com o una zozobra de la convicción de lo ya
incorporado com o inm utable. Lo conocido una y otra vez se reafirma dogmáticamente. El acto mismo de
su revisión es vivido com o amenaza.
El trabajo clínico cotidiano incluye al analista en una situación tal que logra penetrar e im pregnar su
aparato psíquico. Ello le exige un alto grado de reequilibrio interior para lidiar con los aspectos negativos
de las transferencias de cada uno de sus pacientes. Operar con la neutralidad pulsional y superyoica
necesarias no es nada fácil. Agregado a esto tiene que lidiar con sus contratransferencias negativas
correspondientes. El análisis personal no evita que queden restos de represiones de sus propias
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0082- A LOS 100 AÑOS DE “MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DEL PLACER”
Adriana Laura TORRES | Enrique ALBA | Héctor CLEIN | Marcelo REDONDA | Horacio ROTENBERG
ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA DE BUENOS AIRES
alguna autoridad, en síntesis “nada me sale bien, no puedo lograr nada” afirma el paciente ya sea en lo
afectivo, en lo laboral, etc. “Este eterno retorno de lo igual”, este retorno del fracaso, de la desgracia, a Freud
particularmente lo sorprende cuando se trata de personas ya sea en análisis o en la vida cotidiana en donde
ese encontrarse con “lo peor” parece vivenciarse pasivamente, como algo que se produce sustraído a su
poder…” a despecho de lo cual vivencia una y otra vez la repetición del mismo hecho”.
Se puede afirmar entonces, que allí se verifica borramiento del sujeto, no hay respuestas del sujeto. Freud va
a considerar que en esta repetición está la marca indubitable del más allá del placer.
Freud concluye: “En vista de estas observaciones relativas a la conducta durante la transferencia y al destino
fatal de los seres humanos, osaremos suponer en la vida anímica una compulsión a la repetición más allá del
ppio del placer.”
Tanto el trauma como el juego no van a quedar fuera de los problemas del más allá, pero van a considerarse
respuestas subjetivas primeras respecto del más allá. En ese sentido vale pensar los desarrollos sobre el
trauma tanto de Blanchot como de Lacan como la introducción de un borde respecto de lo mortífero. Pero esto
supone un desarrollo que merece otro trabajo
La nueva lectura que realicé de este texto me sorprendió, me llevó a descubrir, que un texto que lo recordaba
bajo la apariencia de lo especulativo, tenía una presencia viva de lo clínico, evidente también en la
cotidianeidad de nuestras vidas. La presencia del destino de fracaso, como referencia clave respecto del más
allá. Con el agregado que subrayo: el borramiento subjetivo.
para la composición de signos para trabajar la cesura entre instinto emoción y posible significación. Mas allá
del signo está la acción, el campo de lo que no es psíquico, la fila 6 de La tabla con más o menos elaboración.
No es mi intención recorrer los distintos tipos de acción , (en la fantasía, en el campo alucinatorio, en el soma,
etc), lo que me interesa es señalar el campo de significación, el campo del enunciado. El signo puede o no
avanzar a una unidad conceptual, puede o no evolucionar, o puede dispersarse. En ese sentido la operatoria
Ps↔D es central al mostrar como los elementos dispersos se “unen”. ¿Por qué se unen los elementos
dispersos?. Bion ha mostrado como la lucha indecidible entre los instintos de vida y muerte puede generar
que no se unan los elementos y no se produzca el signo. El signo depende de una “decisión” del sujeto frente
al signo generador de hechos. El signo necesita un interpretante, tiene una relación triádica. Cualquier cosa
puede transformarse en signo, pero solo se dice en el signo. Cualquier analista kleiniano que interpreta
utilizando su contratransferencia, pasa sus sensaciones articuladas a signos. Lo que está mas allá tiende a la
no unión, que puede significar una simple no salida de la sensorialidad o decididamente un acto destructivo de
“los sentidos que a través de la intención destructiva del sujeto, no se une a un objeto”. El signo
indefectiblemente requiere una operatoria que va de lo informe a la forma, y el análisis remite a esa formación
en el vínculo que el sujeto formador de signos realizará o no. El signo queda indefectiblemente relacionado
con un objeto lógico.
Ese punto de “unión” que es el signo, luego comenzará su recorrido de presentación, representación en
imágenes y transformaciones verbales. Pero el punto de unión es lo que Pierce denomina el ground, el piso o
apoyo en donde puede devenir el desarrollo del signo. Observemos que ese componente unitario fue
designado por Bion como “elemento beta”, un objeto tan sensorial como psíquico. Esa frontera sensorio-
psíquica, con claras resonancias de la frontera somato psíquica freudiana, Bion la utiliza para el pensamiento,
para la Idea. Por ello el signo Bioniano tiene estructura triangular y su posibilidad o no de aceptarla. La
preconcepción edípica es la matriz del pensamiento. La alteridad primitiva percibida en un vínculo hace que el
vínculo de soporte “a la tensión desintegrativa del elemento desconocido”, ese fondo que se toma de esa
unión primitiva, de ese ground que sostiene lo informe. Por ello, cuando alguno de mis jóvenes pacientes
graves me hablan a través de sus pantallas con juegos japoneses inentendibles, o cuando algún señor adulto
me relata los teoremas de “punto de exceso” o pasa algunas horas de la semana conversando sobre las
“enanas blancas” o otros objetos del espacio, pienso que es el ground desde donde detener el infinito que lo
arrincona, un una mente tan abierta, que ha perdido la unidad, o como la otra joven mentirosa de 30 años que
con sus mentiras ha tejido un mundo aparente, que en una unidad fallada, ha hallado una vida desde donde
detener la vertiginosa, poderosa tendencia desintegrativa, que al fin y al cabo, ¿pensamos que con estos
pobres signos vamos a poder detener?. Al menos los psicoanalistas lo intentaremos.
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En el “Más allá…” también se incluyen renovadas reflexiones sobre lo traumático. La pertinaz influencia de
esta dimensión sobre la dinámica psíquica lo lleva a pensar que la compulsión de repetición no sólo reedita
experiencias que fueron placenteras. El funcionamiento psíquico estaría también influenciado por un principio
cuyos fines atentan contra la continuidad existencial y la integración libidinal narcisista<>objetal. Estos fines
amenazan la capacidad integradora del Yo.
Esta nueva clase de sobre determinación mental disruptiva es silenciosa, opera extra territorialmente, desde
los confines de lo psíquico, desde lo no integrado mentalmente.
Recordemos que al término pulsión se lo define como un concepto límite entre lo anímico y lo somático. En el
devenir pulsional se produce una operación por la cual la energía de origen biológico se transforma en mental.
La pulsión, así procesada, aporta la base económica de los procesos que integran libidinalmente la
experiencia psíquica. Esta integración, para que sea efectiva, requiere del funcionamiento de lo que Freud
denominó barrera de protección anti estímulo. Esta barrera, a lo largo de la obra freudiana, incluye dos
factores que amortiguan, promueven y encausan el devenir libidinal: el primero, explicitado en el “Proyecto…”,
es la función adscripta al semejante quien, en los inicios de la vida psíquica, modula la intensidad de los
movimientos pulsionales; el segundo está representado por las sucesivas modificaciones que la dialéctica
edípica imprime en la estructura psíquica promoviendo su capacidad de procesar lo libidinal a través de sus
investiduras narcisistas y objetales.
Siguiendo esta misma línea diversos autores post freudianos - Klein, Winnicott, Bion, Lacan – profundizan,
desde diversas perspectivas, el papel que los vínculos y las funciones paternas desempeñan en la
configuración del cauce pulsional.
Freud, en su necesidad de captar las diversas vicisitudes que condicionan los destinos subjetivo, subraya en
el “Más allá…” el efecto nocivo que la dimensión traumática le imprime a la estructura psíquica. El trauma
impide la creación de sentido y su procesamiento cuando su impronta desborda la capacidad estructural de
contención libidinal.
Cuando los movimientos pulsionales perturban el entramado del sentido psíquico éste deja de estar
condicionado por los principios de placer/realidad. Estos dos principios son los que sostienen los movimientos
libidinales sobre la base de una realización de deseos acorde con un proyecto existencial. En extramuros de
lo psíquico opera un nuevo principio, el de Nirvana, con fines opuestos a los libidinales, al servicio de Tánatos.
El principio de placer devenido de realidad es el que determina la impronta libidinal pulsional que estructura
representacionalmente a la psíque, complejizándola. Este movimiento libidinal expande la creación de sentido
construyendo tanto a realidad consensual como a la psíquica dando lugar dentro de ese movimiento a la
aparición del conflicto psíquico.
Cuando la pulsión queda subordinada al imperativo tanático sus movimientos potencian una corriente
energética disruptiva que atenta contra la complejidad e integridad psíquica amenazando la continuidad
existencial.
El principio de Nirvana opera desagregando lo orgánico siendo el blanco de su accionar la organicidad de la
estructura psíquica.
Estos dos principios, el de placer y el de Nirvana, se sostienen desde registros vivenciales contrapuestos. La
concepción freudiana piensa la tópica inconsciente como un gran reservorio de memoria. Este reservorio
incluye experiencias placenteras y también alberga el registro vivencial de episodios y vínculos traumáticos
con la potencial carga aniquilante de la subjetividad que estos poseen.
Las vivencias traumáticas pueden promover, si se actualizan, un movimiento insidioso, disgregante, que
invada la estructura mental. Este movimiento pulsional disruptivo representa a un real no significado, no
integrable a la escena psíquica e implica, desde su virtualidad, una amenaza para la existencia toda.
Freud elabora estas hipótesis a partir del registro clínico de diversas circunstancias humanas. Este registro, en
el “Más allá…”, incluye el jugar de los niños. Sus observaciones le permiten diferenciar a los procesos de
elaboración, que requieren de la iteración para que el niño se afiance libidinalmente, de aquellos
padecimientos condicionados por la perturbadora compulsión a la repetición adscripta a Tánatos.
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El juego de los niños hace evidente la presencia del principio de placer en el reconocimiento de lo idéntico.
Este reconocimiento da lugar a la reiteración minuciosa, perfeccionista, de los movimientos lúdicos y a la
exigencia que el argumento de los cuentos relatados sean siempre los mismos, idénticos. También determina
el goce del infante cuando éste reencuentra la continuidad de su propia imagen en el juego de esconderse de
sí mismo que tiene al espejo por referente. Ese movimiento, que lo hace desaparecer y, luego, auto
descubrirse en la propia imagen reflejada, establece una dinámica placentera condicionada por la reafirmación
de una identidad que lo sostiene en su continuidad existencial.
Cuando está dinámica fracasa o es insuficiente para asegurar su objetivo la sombra de lo siniestro amenaza a
lo familiar.
La fijación de acontecimientos disruptivos que atenten contra la reafirmación identitaria del niño entroniza una
profunda dimensión tanática que incide dentro de la dinámica subjetiva. La cicatriz narcisista resultante de un
proceso identitario frustro puede ser de distintas proporciones. En un extremo puede ser causa, en la adultez,
de una oscuridad fantasmática invalidante gestora de pasajes al acto con resultados aniquiladores.
Por lo ante dicho estos dos principios interactúan dentro del ámbito psíquico con fines divergentes. “Principios
diferenciados y, simultáneamente amalgamados en proporción diversa.” (Textual freudiano)
La delimitación conceptual del principio de Nirvana nos permite reflexionar, desde una base comprensiva
ampliada, sobre ciertas realidades clínicas producto de estructuras particularmente yermas.
Las entidades clínicas que, a mi entender, dan cuenta de la realización de una significativa catástrofe
subjetiva son tanto la melancolía – la anhedonia, la abulia, la inmovilidad psicofísica son el reflejo de una
devastación psíquica que lleva a un dejarse morir - como los síntomas negativos presentes en la esquizofrenia
expresión de lo que puede denominarse una supresión<>forclusión subjetiva causa de diversos movimientos
restitutivos.
En la humanidad global este principio tanático preside las guerras, la devastación del planeta, las hambrunas,
la segregación, las infancias mutiladas, las grietas de todo tipo que están por fuera del alcance de cualquier
comprensión lógica. La conducta humana, bajo su influjo, genera periódicamente pandemias destructivas que
atentan contra la sobrevivencia de la especie toda.
En el común de los sujetos este principio tanático logra, en distintas proporciones, parasitar a Eros
usufructuando cuotas significativas de placer. La cicatriz narcisista puede restañarse gozosamente en el más
allá de una genuina integración con el semejante. La autoafirmación, frecuentemente, requiere de la gozosa
denigración del otro. El placer, en distintas circunstancias, puede ser un producto espurio de la gozosa
proyección malévola. En otro de sus destinos puede adquirir niveles de sometimiento gozoso que apañen a
una figura tiránica protectora.
El goce en su versión sufrida, tanática, se ejerce sobre el otro y retorna desde el otro. De ahí las expresiones:
“te voy a gozar<> te voy a joder…”, “no me jodas<> no me goces…”.
Esta compleja intrincación tanático<>erótica del devenir humano, teorizada por Freud, hace del psicoanálisis
terapéutico una tarea compleja, a veces imposible, siempre fascinante, a veces, sufrida, profundamente
placentera tanto cuando alcanza sus metas como cuando permite intercambios teórico-clínicos estimulantes
entre colegas como en esta ocasión.
Interpretación de los sueños, con el despertar con angustia, los sueños punitorios y los sueños infantiles,
viene interrogándose sobre el alcance del principio del placer y los límites que le imprime el principio de
realidad. ¿Hasta dónde la realidad se impone sobre este? ¿Hasta dónde el deseo no lo traspasa? Toda una
formulación de la fantasía apunta a este límite. ¿Si la fantasía se organiza sobre representaciones palabra,
que organizadas bajo el principio del placer, dan cuenta de la prehistoria infantil bajo represión, ¿qué queda
de las fantasías primordiales, aquellas que no se han organizado bajo estos principios? Si como nos lo indica
en “Pegan a un niño”, hay una dimensión de la fantasía que nunca fue consiente y que, por lo tanto, no
es resultado de la represión, ¿cómo dar cuenta de ella? Nos dirá que, con una construcción, pero la misma se
llevará a cabo por el material que surge tras la represión. Entonces, ¿cuál es el nexo entre lo reprimido y lo no
reprimido? Y si lo reprimido responde al principio del placer, ¿a qué responde eso, lo no reprimido? Punto de
partida de “El yo y el ello”, punto conclusivo del “Más allá del principio de placer”. Es llamativo que una
generación de psicoanalistas se haya afirmado en la segunda tópica sin considerar lo que esta le debe al
“Más allá”. Quizá para no tener que dar cuenta de la complejidad de lo que se trata en la perspectiva de Eros
y Tantos tiraron, como se dice, al recién nacido con las aguas, y se quedaron con las membranas. Y con ello
dejaron todo lo que tiene que ver con el inconsciente no reprimido en agua de borrajas. Sin embargo, estos
principios seguirán retornando en todos los escritos de Freud después de 1920, por más que fueran
considerados hipótesis ad hoc y no desarrollos centrales de sus trabajos. ¿Cómo considerar “El malestar en la
cultura” sin el “Más allá del principio del placer”? ¿o un masoquismo primario que se escapa misteriosamente
de este? Freud se asombra, y nos asombra, con la presentación del juego del niño, en el comienzo mismo del
lenguaje, como repetición gozosa de una pérdida, en un acto que pone en cuestión el sentido mismo de la
transferencia. Si lo que se juega en la transferencia es una compulsión (zwange) de repetir que sustituye al
impulso (impuls) de recodar, en tanto la resistencia responde al principio del placer, ahora la compulsión de
repetición ya no responde a este, y al igual que en el juego del niño la repetición esta “conectada a una
ganancia de placer de otra índole” en este caso “directa”. Entonces la defensa no es ya la guardiana del
principio del placer pues hay un placer, “de otra índole”, “que proviene de otra fuente”, más allá del mismo y
que no responde a este. Strachey, gran lector de Freud, nos recuerda que este “elevado goce”, que no ahorra
las impresiones más dolorosas, ya había sido considerado por Freud en 1905 –“Personajes psicopáticos en el
teatro”- y 1916 –“Los que delinquen por conciencia de culpa y los que fracasan al triunfar”- bajo el rótulo de
neurosis de destino, que será retomado en 1928 –“ Dostoievski y el parricidio”. Y por eso se interrogará por
un “malestar”, que más allá de las neurosis, retorna en la cultura.
Esta compulsión de repetición que se sitúa “en todos los sentidos, más allá del principio del placer” será un
“estorbo terapéutico, cuando al final de la cura, nos empeñamos en conseguir el desasimiento completo del
enfermo (respecto del médico); y cabe suponer que la oscura angustia de los no familiarizados con el análisis,
que temen despertar algo que en su opinion sería mejor dejar dormidos, es en el fondo miedo a la emergencia
de esta compulsión demoníaca”. Profunda impresión debió haber dejado en Freud el caso de “El Hombre de
los lobos”, en quien podría estar pensando en esta situación. Y estos pensamientos lo continuarán asediando
hasta 1937 – “Análisis terminable interminable” – cuando se interroga sobre esa situación de “auto inhibición
de la cura”, que hoy llamaríamos impasse, para diferenciarlo más explícitamente de la reacción terapéutica
negativa. Sin embargo, no hay una sin la otra, como lo atestigua ese caso, que avanza “desarrollando una
reacción negativa “pasajera” con la que “tras cada solución terminante, intentaba por un breve lapso negar”, y
que sobre el final de la cura se instala como un impasse, por lo que uno ya “no podrá sustentar la creencia de
que el acontecer anímico es gobernado exclusivamente por el afán del placer”.
Considerable conmoción debe haber dejado a Freud ese caso, que vuelve en el “Más allá…” en lo compulsivo
de un recuerdo en el borde de una alucinación, a la manera de un recuerdo “falseado por vía alucinatoria”.
Este relato, que se afirma desde la Jerusalén liberada de Tasso, para retornar en el caso, nos enfrenta con un
fenómeno en el cual “no estaba todavía en cuestión el juicio acerca de su realidad objetiva” y, sin embargo,
“seguía siendo sin duda activa”. Esta corriente, en la que Freud sostiene que se afirma ese recuerdo
alucinatorio, y que persiste, es la “más antigua y profunda”, anterior al juicio de realidad y del no, símbolo de la
negación en el que se afirma la represión. Como dice en su texto “La negación”, el “no” es una marca de la
represión que se constituye como “el sustituto intelectual de la represión”. Es decir, algo más allá de la
represión sigue “sin duda activo”, y como una “corriente más antigua” que sigue activa junto a la reprimida.
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Vemos acá una problemática que nos remite a cuestiones que, como el inconsciente no reprimido,
acompañan la represión desde el más allá del principio del placer. Y cuando digo acompañan, digo que no es
una sin la otra, que no hay inconsciente reprimido por fuera de una relación con la represión. Pero no es
abordable uno sin el otro, lo que implica que solo desde la representación de lo reprimido podremos dar
cuenta de lo que no ha caído bajo la represión. Y esto es lo que lleva a Freud a resaltar en “Construcciones en
psicoanálisis” que “nuestra atención se dirige únicamente a ese trabajo preliminar de las construcciones”, es
decir, a conceder el valor fundamental a las palabras del paciente, de cuyo análisis podrá surgir una
construcción, y que la misma solo será por vía di levare y no vía di porre, para no caer en “un abuso de la
sugestión”.
¿Qué queda entonces de un amor de transferencia que no sea en relación a lo que transcurre en el
deslizamiento de la palabra? Quizá solo el silencio, el momento en que la palabra permanece en latencia, a la
espera. Pero este momento no es sin la palabra. Y así como no hay nota sin silencio, no hay silencio sin
palabra, a no ser, según el decir de Pascal, cuando: “me aterra el silencio eterno de los espacios infinitos”,
podemos decir: la muerte. La vida humana y su correlato, la muerte, se sostienen en el campo del lenguaje y
en la función de la palabra.
Mi interés por resaltar los problemas de la práctica analítica que se ponen en juego en el más allá del principio
de placer no dejan de plantearme cuestiones a delimitar en los conceptos de pulsión de vida, pulsión de
muerte. Solo debemos recordar que Freud asienta su principio del placer sobre las bases científicas de su
época, en un desarrollo que recién comenzaban a vislumbrarse a mediados del siglo XIX, como esa tendencia
a la homeostasis (Bernard, 1860), que se afirma en la primera ley de la termodinámica propuesto por Carnot
en 1824. Sin embargo, en 1918 a raíz del caso del Hombre de los Lobos, introduce el concepto de entropía
propuesto por Clausius en 1865, afirmando el segundo principio de la termodinámica.
“Sé perfectamente bien que la teoría dualista que pretende poner una pulsión de muerte, de destrucción o de
agresión como copartícipe con iguales derechos junto a Eros, que se da a conocer en la libido, ha hallado en
general poco eco y en verdad no se ha abierto paso ni siquiera entre los psicoanalistas” nos dice Freud en
Moisés y el monoteísmo. Por eso creo que hoy no podemos dejar de pensar en estos desarrollos del
pensamiento de Freud, que, en los principios que fundamenta la clínica, nos conducen desde las perspectivas
actuales de la termodinámica biología y a las teorías de la información, que nos convocan, como analistas en
los desarrollos de la lingüística y las implicancias del lenguaje en el cuerpo.
En este panel, se nos plantea el tema de la multidisciplina, la interdisciplina y aún la transdisciplina (como
podría ser el Neuropsicoanálisis), porque en los últimos 50 años se han producido descubrimientos y
desarrollos en la investigación en neurobiología y en las neurociencias en general que hacen posible el
encuentro de puntos en común y la búsqueda de conciliaciones con el psicoanálisis, aunque no creo que sea
posible buscar la integración como objetivo final.
Buscamos el intercambio, el enriquecimiento mutuo, conscientes de la dificultad que plantea la falta de un
idioma común y sin buscar en las neurociencias un predominio sustituto o tribunal ante quien debamos probar
nuestras teorías. No buscamos un discurso común sino lo común en los discursos.
Puede que eso nos ayude a salir de lo que Fonagy (1982) llamó el ”espléndido aislamiento del psicoanálisis”
respecto a otras ciencias, y aumente la posibilidad de diálogo que tenemos los psicoanalistas para movernos
en esas áreas y ganar en conocimiento sobre los seres humanos y su SNC, que es algo que está actualmente
disponible y que en la época que Freud no existía.
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Las neurociencias nos ofrecen gran cantidad conocimientos y teorías sobre el funcionamiento del SNC,
muchos de los cuales probablemente se pueden conciliar con teorías que ha desarrollado el psicoanálisis.
Sobre esto se han planteado discusiones en los últimos 50 años en las que se plantea por un lado
A) que la investigación hay que hacerla “online” (siguiendo la denominación de Moser, U 1989) o sea dentro
del consultorio usando el método psicoanalítico y el estudio de casos (EC). En éste grupo tenemos a André
Green, Colette Soler y Roger Perron.
B) Por otro lado están los que aceptan la investigación “off line”, que es la investigación y trabajo que se
realiza en ausencia de paciente. Acá podríamos ubicar a R: Wallerstein (2001) Fonagy (1982) y Mark Solms.
La primera sería la “investigación psicoanalítica” que se puede diferenciar de la ”investigación en
psicoanálisis” Zukerfeld, R (2001)
Los psicoanalistas tenemos” intuiciones neurobiológicas” en las que creemos, a veces sin consciencia de ello.
Lo positivo de leer neurobiología es que eso nos permite hacer correlaciones, y disminuir los sesgos intuitivos.
Los neurocientíficos suelen tener una concepción sobre el funcionamiento psicológico general del ser
humano, aunque a veces no quisieran, porque tratan de circunscribirse a campos delimitados, intentando que
sus investigaciones sean falsables.
Los psicoanalistas de acuerdo a la descripción de Raichenbach (Barcenas,M 2002) trabajamos más en
contexto del descubrimiento, mientras los neuro6científicos trabajan en el contexto de la demostración. Hay
que conocer sobre el contexto de descubrimiento es en el que los psicoanalistas nos “sentimos demasiado
cómodos” porque no nos vemos exigidos a buscar maneras de demostrar de alguna manera la validez de
nuestras teorías e ideas, y sería útil intentar encontrar herramientas que se usan en el contexto de la
demostración que está más representado por los que lo usan en neurociencia. Algunos psicoanalistas
plantean que la investigación empírica es imposible, irrelevante e innecesaria. Esto fue estudiado por
shedler,2002 e intentó dar respuestas al problema. Es importante tomar en cuenta lo que pensaba B. Russel
cuando dijo que lo que distingue a un científico No es lo que cree sino como lo cree (fanáticos cuasi
delirantes hay en todos lados)
Conceptos generales de la neurociencia que son útiles para el estudio de la infancia
La infancia es hasta los 8 años de acuerdo a la definición de la OMS y comprende un período en el cual se
forman aspectos fundamentales del desarrollo del SNC, dentro de las limitaciones que tiene un esquema
etario. Se considera que para llegar a la madurez se debe esperar hasta alrededor de los 22 en la mujer y los
26 en el hombre. Durante toda la vida vamos a tener en cuenta en el desarrollo la influencia de la genética
(Natura) y la Epigenética (Nurtura), relación gen/entorno y Darwin/ Lamarck. Sobre esto hay grandes
desarrollos en el psicoanálisis y es un campo muy interesante para hacer correlaciones con la neurobiología.
El cerebro es lo más complejo que se conoce en el universo. Se describe a modo didáctico el cerebro trino, el
cerebro reptil, el mamífero inferior y el mamífero superior. Tiene alrededor de 100000 millones de neuronas y
cada una puede tener hasta 10000 sinapsis cada una. El cerebro hace lo mismo que un científico, analiza los
datos e intenta entender las causas y mecanismos subyacentes. Pero está más interesado en la coherencia
que en la verdad, porque adapta nuestra PERCEPCIÓN que son en parte ilusiones que nos permiten crear
un mundo interior que represente al exterior para que parezca previsible y coherente. Hace inferencias
inconscientes, hace comparaciones y correcciones. No es un sistema pasivo, las sensaciones subjetivas son
una creación de cerebro. Siguiendo ciertas leyes se crean los colores, los sonidos, los olores, la visión, y
además, lo que percibe cada sentido afecta a los otros, VER PARA CREER NO ES CREÍBLE. Buena parte de
esto es lo que utilizan los mecanismos de defensa que describe el psicoanálisis.
Un tema que les interesa a los NC es la CONSCIENCIA, de cada 110000000 de bytes por segundo que entra
al SNC, a la consciencia llega 40/80 (por este desfiladero deben pasar los pensamientos del Inc. para que se
hagan conscientes y eso es importante para el psicoanálisis), En general el cerebro prefiere mecanismos
automáticos que no impliquen la necesidad de toma de consciencia.
La MEMORIA es muy interesante desde el punto de vista psicoanalítico, Freud describió la amnesia infantil y
la entendió como una consecuencia de la represión de la sexualidad infantil. Desde la NC lo que se entiende
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es que no es una amnesia producto de una represión, sino que ocurre que para que se produzcan recuerdos
autobiográficos debe haberse desarrollado el hipocampo, lo que tarda unos años, Si se han desarrollado las
amígdalas cerebrales, donde se registran las emociones, esto parece justificar lo que describió M Klein como
“memories in Feelings”, no así las complejas fantasías tempranas que caracterizan su teoría del desarrollo
Desde la pediatría se considera que es fundamental todo lo que ocurre durante los primeros 1000 días desde
la concepción, Durante el desarrollo a menor edad, mayor neuroplasticidad, que se va mantener durante toda
la vida, pero disminuyendo con el tiempo. El medio ambiente influye más acorde a la edad y hay ciertas
ventanas temporales en las que se va desarrollar o no una función a través de integración y diferenciación,
por ej ,algunos mediados por la percepción por ejemplo la vista o la audición, A lo largo de estos períodos, se
van produciendo no solo neurogénesis y sinaptogénesis ”what fire together wire together” (Hebb 1949) sino
podas neuronales en diferentes momentos del desarrollo principalmente desde los 2 años hasta el fin de la
adolescencia. Se usa el principio de “use it or lose it” con lo cual se van reorganizando y potenciando los
circuitos activos
Análisis, me moria, represión, transferencia, reconsolidación y elaboración
En la infancia el SNC está en pleno desarrollo y tiene habilidad para consolidar recuerdos primero con
recuerdos en la memoria implícita (sin palabras) y posteriormente se agrega la memoria explícita (con
palabras). Esto ocurre por la neuroplasticidad a través de la creación de nuevos circuitos y un cambio en las
sinapsis que se llama Potenciación a largo Plazo
En el proceso de asociación libre y por el desarrollo de la transferencia de los recuerdos de la experiencia
infantiles produce una rememoración con lo que los recuerdos se tornan lábiles y posteriormente al
reconsolidarse el recuerdo, se produce la posibilidad de modificación de los recuerdos de la experiencia
infantil patógena. Esto nos da la posibilidad de elaboración de los conflictos a predominio neurótico. El
mecanismo del olvido (represión?) es un mecanismo activo, que está en estudio
No así de los que impliquen escisiones que neurobiológicamente es complejo y se lo ha estudiado en varios
campos, del funcionamiento del SNC cuando se ha separado quirúrgicamente los dos hemisferios
(Gazzaniga) en enfermedades como anosognosia, heminegligencia (en estos casos hay patología neurológica
demostrable) y en el psicoanálisis en la patología de déficit (Killigmo), en la Patología de Falso self
predominante (Winnicott). En todos estos casos el mecanismo de formación de los síntomas no está centrado
en la represión, y las posibilidades terapéuticas no pasan por la interpretación sino por un cambio en el
encuadre que permita la regresión a lo que él denomina “dependencia absoluta” y a una relación terapéutica
que no repita los errores del medio ambiente, que no va a estar mediada solo por las palabras.
Referencias bibliográficas
- Bárcena, Ramón 2002” Contexto de descubrimiento y cont exto de justificación, un problema filosófico de la
investigación” Acta universitaria. Vol 12 /2 pag. 48/52 U. de Guanajuato Mexico.
- Gazzaniga, M. Cerebral specialization and interhemispheric communication: does t he corpus callosum enable the
human condition? Brain, 2000; Vol. 123, No 7: pp 1293-1326.
- Fonagy, P (1982) Integration of psychoanaisis and experimental science a review. International review of
Pychoanalysis 9, 125-14
- Killingmo, B (1989). Conflict and Deficit. Implications for technique. Int j. Psycho-anal. 70:65-
- Moser, U (1989) Online and offline, practice and reaserch, a balance E n Psychoanalysis in the interdisciplinary
Scientific Dialogue (pp181-196). New York : Springer
- Shedler, J 2010 The Efficacy of psychodinamic psychoterapy. American psychology 65.2 98-102.
- Wallerstein, R (2005-2006) Será el pluralismo psicoanálitico un estado duradero de nuestra disciplina? Psicoanálisis
28(3),649-655.
- WInnicott,D (1965) El proceso de Maduración del Niño Barcelona Ed. LAIA
- Zukerfeld, R (2001) Alianza Terapéutica y enc uadre Analítico. VERTEX revista Argentina de Psiquiatría 12 211-218.
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Los mecanismos tanto del apego como del miedo se encuentran profundamente enraizados en nuestros
genes porque en estos mecanismos nos va la supervivencia.
La instalación de un apego seguro construye las bases para la salud mental y creativa.
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TRABAJOS LIBRES
La infancia, como territorio existencial, alberga experiencias que pueden ser de ensueño o bien de pesadilla.
Esta etapa vivencial es la sede de una serie de transformaciones que promueven subjetividades complejas y
siempre singulares.
La importancia de esta etapa no es suficientemente tenida en cuenta cuando se tilda de “infantiles” a ciertas
conductas definidas como inapropiadas de un adulto. Este tipo de definición desconoce a la infancia como el
necesario sostén de una adultez bien avenida.
La perspectiva freudiana (plenamente vigente en las bases del psicoanálisis contemporáneo) da un lugar
primordial al papel de la psicosexualidad infantil en la constitución subjetiva. Lo hace al teorizar el movimiento
pulsional tanto desde su vertiente desiderativa como desde la narcisista. Esta doble perspectiva acentúa el
papel que la fuerza libidinal integradora del Eros posee en la consolidación subjetiva: la libido narcisista
conforma paulatinamente la identidad del infante; en simultáneo la libido objetal orienta la circulación de
deseos hacia un contexto afectivo que le da cierto cause a su realización.
Este ensamble no es fácil de lograr. Sus diversos fracasos promueven infancias sufridas.
La admonición que contiene la expresión ¨no seas infantil¨ revela resabios de un prejuicio que sólo toma como
referencia existencial a las infancias mal avenidas. Este prejuicio desconoce al conjunto de atributos pródigos
que se manifiestan tempranamente en el desarrollo del infante. Los eventos traumáticos son los que impiden
su prevalencia y consolidación.
Enumeremos las capacidades emergentes en una infancia suficientemente buena:
1) La capacidad de expresar libremente necesidades y deseos,
2) La capacidad de experimentar en un mundo inicialmente desconocido,
3) La capacidad de crear mundos imaginarios y ponerlos a prueba jugando<>sé,
4) La capacidad de afirmarse gozosamente cuando los hechos convalidan sus expectativas,
5) La capacidad de expresar libremente su dolor, su desencanto, su enojo si capta que sus malestares van a
encontrar en quienes lo rodean el consuelo necesario y los límites apropiados dentro de una resolución
satisfactoria. El mundo del deseo circula dentro de esos confines.
6) La capacidad de ir construyendo, si el código familiar lo facilita, una categoría de otredad que incluya
paulatinamente referencias a una familia diferenciada en sus integrantes y en sus funciones. Estos hechos
habilitan ulteriormente la inclusión del niño en un medio comunitario en el que podrá realizarse culturalmente.
7) La capacidad de historizarse, de hacerse dueño de su propia novela familiar, de construir una cierta
identidad y, desde allí, transitar su propio devenir histórico.
8) La capacidad de ir encausando sus deseos dentro de un proyecto personal afectivo que le dé un nivel de
realización posible en la adultez.
La enumeración anterior pone de manifiesto que la definición de lo infantil necesariamente se conjuga con la
definición de lo que es devenir adulto. Este movimiento obliga a todo sujeto a atravesar y procesar las
vicisitudes de la propia odisea libidinal.
Desde esta perspectiva las bases constitutivas de la adultez se conjugan con aquellas que dieron lugar a un
niño bien integrado en su ser infantil. Este buen resultado depende de que los vínculos tempranos encausen
los movimientos pulsionales hacia el camino de la sublimación.
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Una dimensión infantil bien integrada mantiene su vigencia fantasmática sosteniendo la capacidad creativa
alcanzada.
Lo creativo expande la expresión vincular de las cualidades subjetivas y protegen al sujeto, desde su entretela
emocional, de aquellos altibajos que surjan en su camino.
Los altibajos, necesariamente, forman parte del devenir histórico de la infancia y los adultos que conforman el
entorno infantil no dejan de padecerlos.
¿Quién no los tiene?
Freud, con su formulación del Topos Inconsciente, los universaliza conceptualmente.
Las raíces infantiles creativas inconscientes potencian los logros en la adultez, sostienen la autoestima
personal y favorecen los vínculos intersubjetivos y comunitarios.
Ciertos acontecimientos, desde lo real, las ponen a prueba.
Los tiempos de pandemia desafían a las raíces infantiles creativas, aquellas que necesariamente acompañan
a la actividad psicoanalítica.
El vínculo psicoanalítico, en su función terapéutica restauradora, tiene la capacidad de atribuir nuevos
sentidos a aquellas configuraciones del Inconsciente Tópico que, por no haberse integrado estructuralmente,
angustian<>inhiben<>disgregan a un sujeto desarraigado de su ser infantil.
El vínculo psicoanalítico, en contextos perturbadores, hace evidente otra de las funciones que lo definen.
En tiempos de catástrofes humanitarias como la actual la práctica psicoanalítica terapéutica facilita la
modulación de aquellos factores disruptivos que, desde su influjo real, amenazan el equilibrio previamente
alcanzado por la estructura mental.
Dicha modulación atenúa la desesperanza, relativiza el pesimismo, incrementa la confianza, conjura la
angustia sin dejar de lado el principio de realidad. Apuntala las raíces infantiles de nuestra fuerza creativa
frente a las fuerzas disruptivas exteriores.
Nosotros los psicoanalistas, en tiempos tan difíciles como los actuales también necesitamos resguardar
nuestra capacidad creativa ante aquellos aspectos siniestros que invaden la realidad cotidiana.
En estas épocas los intercambios entre colegas atenúan la intensidad de nuestros propios altibajos al generar
un espacio reflexivo familiar contenedor.
Esta época nos provee además de recursos audiovisuales que, al relativizar las distancias reales, habilitan la
práctica psicoanalítica.
La práctica psicoanalítica se apoya metapsicológicamente en una concepción vincular del diálogo analítico.
Los vínculos virtuales no dejan de ser reales psicoanalíticamente en la medida en que promuevan dinámicas
transferenciales <>contra transferenciales que den lugar a la asociación libre y la atención flotante dentro de
un marco de contención. Estos tres factores, cuando están presentes, establecen las bases del psicoanalizar
tal como fueron establecidas en los así llamados psicoanálisis clásicos.
En los vínculos analíticos no clásicos, la consolidación de un enlace libidinal que conecta creativamente a la
dupla analítica más allá de la distancia física permite establecer un espacio de juego simbólico que incide en
la estructura comunicacional provocando cambios en la estructura inconsciente. Desde hace ya un tiempo hay
muchos testimonios que convalidan lo antedicho. Lo clásico y lo no clásico, se aúnan conceptualmente en un
encuadre vincular similar en cuanto a sus herramientas operativas.
Las diversas estructuras psicopatológicas son el resultado de infancias que por distintas causas han sido
perturbadas en su devenir. Dichas estructuras sostienen, desde diversas fantasmáticas, a adultos
conflictuados, infelices, agresivos, sometidos, tristes, con grados variables de alienación en sus convicciones,
en sus manifestaciones, en sus compulsiones, en sus impulsos. Con angustias de distinto tenor siempre
relacionadas con aspectos traumáticos encarnados en niños parcial o plenamente lesionados, sin libertad en
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sus juegos, con infancias acotadas o perdidas. En estas estructuras los mecanismos que encausan a la
psicosexualidad infantil han fracasado en su función integradora.
El psicoanálisis orienta su capacidad de simbolización hacia la búsqueda de sentidos liberadores para una
existencia sufrida. Simultáneamente opera instalando en el devenir de los procesos analíticos el asombro y la
espontaneidad de un juego representacional acorde con una infancia feliz, por más que ésta haya estado
ausente en el contexto histórico real infantil.
El juego analítico puede comenzar a mover ciertas piezas dentro de un tablero infantil rigidificado. En
ocasiones puede ayudar a reparar ese tablero si el mismo está parcialmente dañado.
El desafío vinculante del psicoanálisis es encausar el diálogo analítico dentro de los confines del Principio del
Placer.
Este Principio, en condiciones históricas apropiadas, alienta dinámicas subjetivo<> vinculares placenteras,
armónicas.
La práctica analítica, guiada por este principio y consustanciada con lo que pregona el Arroz con Leche
tendría que “saber abrir la puerta para ir a jugar” confiando en que el ser infantil, desde su creatividad
aletargada, escuche a la distancia este llamado y despierte.
“Más que la técnica, hoy creo que tenemos que evocar nuestra ética”. Esto recientemente enunciado por
Carlos Nemirovsky nos sirve de introducción al tema que sobre “lo infantil, ética y sublimación”, queremos ir
desarrollando. Duelo y Deseo del analista son también conceptos que hacen a una ética psicoanalítica. Si
como dijera Lacan (1959-60) en la sublimación el objeto es elevado a la dignidad de la cosa (das Ding), es
sólo a partir del trauma de lo infantil imposible de rememorar (aquello que no llegó a tener inscripción - o sí -
en la represión primaria relativo al mítico encuentro con el Otro primordial) que puede ser bordeado el vacío
de la cosa en lo real del goce del Otro: un real que surge de nuevo como traumático e innombrable en tiempos
de la covid-19 como en cualesquiera situaciones de violencias, pérdidas, catástrofes o inefables
acontecimientos difíciles de simbolizar y metabolizar.
Afortunadamente, gran parte de niños, adolescentes y adultos (también analistas) están siendo capaces (en
parte gracias a las nuevas tecnologías) de apañárselas creativamente, movilizando lo infantil que en su
momento posibilitó una primera matriz de la sublimación, una ursublimierung (Martínez Verdú, 1997) que
compensó de lo no inscrito - o sí - en la urverdrangung. De éste modo, juegos online, conversaciones en
grupos de WhatsApp con los amigos y familiares, coloquios científicos por videoconferencia, voluntarios para
ayudar a personas mayores, etc. en los momentos de confinamiento, dan cuenta para muchos
(desgraciadamente no para todos) de una resilencia efecto de una creativa capacidad de sublimación. Así, un
adolescente me comunica que cuando el grupo de juego de rol (de varios amigos y amigas) de Dungeons &
Dragons (Dragones y Mazmorras) ven interrumpida su actividad (la que venían realizando desde hacía años),
el deseo o las fuerzas pulsionales (drang) que les empujan a seguir jugando en esa actividad compartida,
plena de afectividad, ponen en marcha una imperiosa búsqueda en Internet para continuar con ella.
Anteriormente ya hizo falta que alguien aprendiera de memoria los dos descomunales tomos del reglamento
del juego. Ahora se trata de poder seguir reuniéndose a través de Internet si no en el mismo lugar, sí en un
espacio virtual compartido. Hay que decir que varios de ellos estudian y son expertos en temas informáticos e
internaúticos. Resulta que con el asunto del coronavirus comenzaron a aparecer plataformas de rápido
crecimiento que como “Zoom” o “WebEx” nadie había oído nombrar hasta entonces. Investigaron y buscaron
hasta dar con “roll20”, plataforma mediante la cual consiguieron seguir jugando y disfrutando, no sin algunos
problemas técnicos que debían ir resolviendo por el hecho de adaptar un difícil juego de mesa en persona al
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espacio virtual. Problemas como la existencia de reglas difícilmente aplicables sin comunicación personal, la
necesidad de una conexión de internet estable por parte de todos los participantes…
Por otra parte ya tenían un espacio compartido con los videojuegos online, esto anterior a la pandemia:
Discord, un espacio virtual enfocado al mundo de los videojuegos.
Otra cuestión es que tienen un grupo de música que se reunían los fines de semana y también se las
apañaron para poder tocar conjuntamente (lo que hemos visto en TV y en videos de YouTube) después de
probar varias plataformas hasta dar con la adecuada: la plataforma “JamKazam”, de modo que pudieran tocar
conjuntamente y cada uno desde su casa, la guitarra eléctrica, el bajo, el teclado, la batería, la voz de la
solista…).
Y aún algo más. Como en ocasiones salían o se quedaban en casa de uno de los amigos o amigas para
también compartir la comida o la cena después del juego o los ensayos musicales y eso ya no era posible,
pues tomaron nota de lo que hacía el padre de uno de ellos con los amigos (también trabajo sublimatorio,
hemos de decir, cuya fuerza también se origina desde lo infantil de cada cual) que consistía en que entre los
amigos mayores, padres y madres todos ellos, sacaban fotos de lo que cocinaban (fueran paellas, asados de
carne y embutidos o cualesquiera otros buenos manjares con sus buenos vinos o bebidas) y se las enviaban
por WhatsApp cual si de ricos dones se tratara, pues no se trata de ningún tipo de narcisista competición para
ver quién lo hace mejor; todo lo contrario, se trata de compartir. Precisamente el “don” es otro de los aspectos
de la sublimación a no perder de vista. Y es que vemos que algo tan sencillo como el compartir estas
fotografías, en tanto “don” es algo que ayuda a elaborar y superar, incluso reparar lo traumático del
aislamiento.
Del lado del analista, comenzaremos por revisar la propuesta freudiana de la sublimación como uno de los
objetivos de la cura psicoanalítica, al tiempo que ya desde Freud y, como señala Carlos Sopena (1993) “ La
cura misma puede ser considerada como una sublimación”, pues necesariamente del orden de la sublimación
es la propuesta del Freud de Construcciones en psicoanálisis, como la de Bion sobre devenir K0 de la
realización original, como la lacaniana del “atravesamiento del fantasma” con ese acto creativo de la
“construcción del fantasma” en tanto la ética del analista sea contraria a promover la identificación con su
persona y sus ideales, es decir que el deseo del analista sea acorde al franqueamiento del plano de la
identificación; dicho en palabras de Lacan (1964, p.277): «Por cuanto el deseo del analista, que sigue siendo
una x, tiende en el sentido exactamente contrario a la identificación, es posible el franqueamiento del plano
de la identificación, por medio de la separación del sujeto en la experiencia»
En la carta a Pfister del 9 de febrero de 1909, afirma Freud lo siguiente: “Un éxito perdurable del psicoanálisis
depende de las dos vías que logra abrir: por una parte, la descarga de la satisfacción, y por otra la dominación
y la sublimación de la pulsión rebelde ... Como las vías de la sublimación son demasiado penosas para la
mayoría de nuestros pacientes, gran parte de las veces nuestra cura desemboca en la búsqueda de la
satisfacción”. Aquí nos encontramos con un aparente contrasentido que vamos a comentar. Parece ser que
Freud está refiriéndose al concepto de sublimación en su acepción restringida, es decir, muy ligada a la
creación sublime y al arte. Pues, si cuando se refiere a una descarga de la satisfacción se está refiriendo a la
pulsión parcial rebelde -y desde luego que no se está refiriendo a la genitalidad pues, como nos recordaba
Bernardo Arensburg (1996-97), “la genitalidad no se reprime”-, para evitar el retorno de lo reprimido bajo la
forma del síntoma, no podría haber otra vía sino el acto perverso. Ahora bien, si se refiere a esa descarga de
la satisfacción bajo una forma genitalizada, entonces ya estaría haciendo entrar algo del orden de la
sublimación que produciría una integración de las pulsiones parciales en una creación que es la de la
sexualidad genital misma, en donde sí sería planteable una descarga que, levantada la represión, evitara un
retorno de lo reprimido bajo la forma de síntoma. Entonces, previo a esa descarga de la satisfacción sería
necesario un pasaje por la sublimación -entendida aquí en su acepción más amplia- que creara el mismo
hecho de la genitalidad. Lacan hablaría aquí de “la sexualidad en los desfiladeros del significante”, es decir del
goce ya temperado por la función fálica.
Es que del mismo modo que la sublimación del artista crea su propio objeto ex nihilo, la “vía de la satisfacción”
debe crear el objeto -que, recordémoslo, es lo más contingente de la pulsión- entonces es la genitalidad
misma lo que es creado en lo que Freud ahí denomina como “búsqueda de la satisfacción”; por tanto, se ve
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que ese camino es también una vía sublimatoria. Es distinto la instauración de un fetiche o cualquier otro
elemento denegatorio (rasgos de perversión) para acceder a una mujer, que plantear aquí a lo genital como
sublimación de lo pregenital con lo que no hacemos sino aplicar la formulación de Lacan (Seminario 16): “Si
me ocupé en mi seminario sobre la ética de dar un lugar importante al amor cortés, fue porque éste me
permitía plantear que la sublimación concierne a la mujer en la relación amorosa a costa de constituirla en
el nivel de la Cosa”. (Pg. 211). Y además: “la sublimación es este esfuerzo para permitir que el amor se
realice con la mujer, y no solamente - en fin, aparentar que eso sucede con la mujer.” (Pg. 222). Y es que si
“no hay relación - proporción - sexual” y “La Mujer no existe”, ésta sólo puede ser o bien alucinada, o bien
sublimatoriamente creada.
Bien, pues parafraseando a Lacan diremos que la sublimación también es este esfuerzo para permitir que
haya transferencia apropiada para la situación analítica y pueda funcionar como la puesta en acto de la
realidad sexual del inconsciente.
Es así que siempre ha remarcado Carlos Paz (1995) la importancia de valorar la capacidad sublimatoria de un
paciente a la hora de encarar un proceso psicoanalítico; lo que ya de antaño fuera incluido en su “Esquema de
analizabilidad” (1971, 1980). Y no solo la misma capacidad manifiesta sino también las posibilidades de
realizaciones sublimatorias futuras que el psicoanálisis pueda recuperar, pues “esta recuperación analítica
podría enfrentar con sufrimientos o imposibilidades a seres con escasa o nula autonom ía”.
Sin una cierta capacidad para la sublimación sólo podría desplegarse una transferencia erotizada, es decir,
aquella transferencia erótica y pasional que sólo quiere la satisfacción inmediata, en pacientes a los cuales
Freud (1915) caracteriza como de “lógica de sopas y argumentos de albóndigas”
Que la sublimación está presente en todo trabajo psíquico es algo que Freud explicita en 1923: “Si incluimos
los procesos de pensamiento en sentido lato entre esos desplazamientos, entonces el trabajo de pensar -
éste también- es sufragado por una sublimación de fuerza pulsional erótica”. Y no es otro el punto de vista de
Jean Hippolite (1954), avalado por Lacan (1954), en su comentario sobre el texto de la verneinung de Freud
de1925, cuando comenta «…la observación a la que va a apegarse Freud de que "aquí lo intelectual se
separa de lo afectivo"… lo intelectual es esa especie de suspensión del contenido para la que no sería
inconveniente en un lenguaje un poco bárbaro el término sublimación. Tal vez lo que nace aquí es el
pensamiento como tal; pero esto no es antes de que el contenido haya sido afectado por una denegación…
Literalmente, lo que aparece aquí es la afirmación intelectual, pero solamente intelectual en cuanto negación
de la negación…Freud… se ve capacitado para mostrar cómo lo intelectual se separa [en acto] de lo afectivo,
para formular una especie de génesis del juicio, o sea en definitiva una génesis del pensamiento.» (Escritos
2. Pg. 395-6)
Es aquí donde nos sentimos autorizados para retomar aquello de lo que hablaba al principio, esto es, de una
sublimación estructurante desde el origen, es decir una especie de URSUBLIMIERUNG, contemporánea de la
urverdrangung. Y si ubicamos esa primera matriz de la sublimación a nivel de la represión originaria es porque
la bejahung, la afirmación primordial, esa inscripción primera que quedará fijada por el efecto retroactivo
(nachträglich) de la verneinung (Freud, 1925), posee no pocas características de lo sublimado. La cuestión no
es baladí, pues aporta una vía de solución para el problema de la triebentmischung, de la desmezcla
pulsional, en el acto sublimatorio, y por ende en la sublimación en la transferencia. Es que Lacan desbiologiza
completamente a la pulsión. Contrariamente a Freud, para él no es un concepto límite entre lo psíquico y lo
somático pues cada una de las etapas libidinales son posiciones subjetivas frente al Otro y, por tanto, las
pulsiones mismas son efectos del deseo del Otro. Quiero decir que si el/la bebé come y establece un vínculo
oral con todas las característica que Freud va a referir respecto a la “experiencia de satisfacción” o a la
“amarga experiencia vital”, así como todo el mundo fantasmático que Melanie Klein nos va a describir; quiero
decir que si establece ese vínculo es porque hay un deseo materno que lo requiere en ese orden oral de
cosas. Seamos claros al máximo: “mamá tengo hambre” proviene de “hijo, déjate alimentar”. Es también una
forma de fundamentar el holding de Winnicott o el (no) innatismo de las preconcepciones de Bion. Pues no es
lo mismo para una madre que la ecuación niño = falo funcione como una renegación (verleulung) de la
castración (es decir, una especie de fetichismo femenino aparentemente normalizado) o que funcione como
una sublimación (es decir, una satisfacción sin desmentida y sin represión).
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Pero regresemos a la cuestión del peligro de la desmezcla pulsional. El resultado en este caso sería la muerte
por exceso del goce del Otro; tensión y goce con la Cosa materna más allá del límite de lo soportable, es
decir, más allá del principio del placer. Pero no la muerte por un exceso de sublimación de Eros (que dejaría
de ligar pulsión de muerte dirigiéndose ésta hacia adentro en forma autodestructiva). Antes bien, la
sublimación -y esto sería de gran relevancia ética- podría venir a poner límite al goce con lo real de la Cosa
irrepresentable en la medida en que ella produciría un nuevo intento de representación (al menos una nueva
forma de “presentación”) que traería como consecuencia un re-investimiento del antes innombrable objeto en
el orden del principio del placer. Y es en este sentido que creemos que Bernardo Arensburg (1996) -que solía
mostrarse más bien crítico frente al concepto de sublimación, por la idealización de la que se lo hacía objeto-
apela a él cuando habla de “regresiones a la Pulsión de Muerte con una garantía de retorno” (Arensburg y
Martínez Verdú, 1999). O Luis Fernando Crespo (1996), quien a través de la obra de Gómez de la Serna
encuentra “una vía sublimada para la pulsión de muerte”. Siendo el mismo Sigmund Freud quien apunta esta
posibilidad en una carta dirigida a Marie Bonaparte el 27 de Mayo de 1937: “Todas las actividades que
reestructuran algo o que producen cambios son, en cierta medida, destructivas. Aún el instinto sexual, como
sabemos, no puede actuar sin cierta dosis de agresión. Por ello, en la combinación regular de los dos instintos
hay una sublimación parcial del instinto destructivo. Se puede considerar finalmente la curiosidad, el
impulso de investigar -concluye Freud-, como una sublimación completa del instinto agresivo o destructivo”
(Jones, 1957).
Es así que Sopena (1996), siguiendo la evolución teórica de Lacan nos habla de dos repeticiones: “una
repetición de los signos, que está subordinada al principio del placer, y una compulsión a la repetición, que
está más allá de él, determinada por el empuje de la pulsión no articulada al significante y que nos lleva a
pensar en la insistencia del ello más que en el automatismo inconsciente y el retorno de lo reprimido”.
Si en la transferencia participan estos dos órdenes de repetición, la una quedaría del lado de lo que se puede
decir bajo cualquier modalidad, ya sea sintomática o no, pero del orden de lo simbólico metafórico y
metonímico en tanto significante, y del orden de lo imaginario en tanto significado; la otra, quedaría del lado de
lo real para lo que no hay palabras en tanto no tuvo inscripción ni quedó huella mnémica alguna.
Se hace pues necesario un rodeo por la sublimación para poder acercarse a lo irrepresentable que en el
desarrollo de la cura y durante largo tiempo no podrá ser dicho (o actuado) más que bajo la forma de la
transferencia.
Todo amor de transferencia tiene en cierto modo algo de esbozo sublimatorio en la medida en que -por más
que opere como resistencia- plantea una pregunta que se refiere al objeto profundamente perdido, o de otro
modo expresado, tiende a “elevar el objeto a la dignidad de la Cosa” (Lacan, 1959-60); siempre y cuando haya
- cuestión eminentemente ética - un deseo de analista dispuesto a escuchar renunciando a todo ideal,
sabiendo que le está vedado cualquier tipo de goce con su paciente. Pues si aquel que escucha se ubica
como un Amo (amo absoluto del saber) en el lugar del Ideal -que es el lugar en donde el paciente coloca al
analista- lo que se producirá es una intensificación de la transferencia idealizada, cuyo efecto será un cierre
del Inconsciente, creando la ilusión de que algún día se producirá la anhelada coalescencia entre significante
y significado, creando la ilusión de la adecuatio rei et intelectum. Promesa que por incumplida (versagung) no
tardará en dar paso a una transferencia negativa (persecutoria) y es entonces cuando aparece la posibilidad
de la actuación (agieren), bien en forma de acting out -como retorno de lo reprimido sintomático, en su
dimensión de mensaje al analista como forma de hacerse oír-, bien en forma de pasaje al acto -en tanto
retorno de lo real, en un intento de producir el ser frente a la frustración (versagung) de la promesa de ser.
Excepto que se trate de un analizante aspirante a analista que durante mucho tiempo podrá permanecer en
una situación de total sumisión, tapando toda falta de su amo, sin posibilidad de atravesar el plano de la
identificación, convertido el diván en lecho de Procusto, esperando la realización de la promesa de ser, en
este caso de ser analista.
Si todo trabajo analítico, incluso si toda teorización es sólo posible a partir de la transferencia, entonces será
necesario una transferencia sublimada para poder acceder a determinados puntos, que posibilite al menos
alguna aproximación a lo real irrepresentado, al menos un intento de bordear algo de lo real de la cosa, una
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simbolización a partir de sus bordes que en su quehacer traerá nuevos reales como cocientes y restos de esa
simbolización.
A modo de ejemplificación clínica de todos estos aspectos, me serviré de una pequeña incursión por la
intimidad transferencial de Sigmund Freud. Pues, ¿no constituye la relación de éste con Fliess un modelo de
transferencia -la sublimada incluida-, posibilitadora de un logro sublimatorio? ¿No le escribirá Freud a Ferenczi
-en 1910- diciéndole: “¡He triunfado donde el paranoico fracasa!”, es decir, “he conseguido sublimar la
transferencia homosexual con Fliess, allí donde el paranoico no y por eso se le vuelve el otro persecutorio”?
Frente al fracaso sublimatorio del que nos habla Freud (1911) a propósito de Schreber, frente a la
construcción delirante, nos encontramos con toda la construcción teórica freudiana, fruto de una constante
sublimación transferencial lograda, por la cual formulará en “Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci” (1910)
los tres destinos de la pulsión epistemológica: la inhibición, la erotización sintomática (fijación) y la
sublimación. El cuarto destino sería el total fracaso de la sublimación de la psicosis paranoica, ya apuntado.
“Y aún una quinta vía -señala Mannoni (1968)-, cuando la pulsión epistemológica sublimada y desexualizada
se orienta secundariamente hacia la curiosidad sexual...: es el psicoanálisis”.
Es cierto que Freud se identifica con Leonardo, lo cual le da cierto matiz megalómano. Es cierto que
reconocerá posteriormente no haber liquidado por completo el “asunto Fliess” - lo que remite a su propio
infantil imposible de rememorar- a propósito de sus desmayos frente a Jung, asunto que se repetirá y actuará
con éste y con otros de sus discípulos bien amados (¿o debemos decir "odioamados"?), pero sus grandes
potencialidades le conducirán a duelos y nuevos logros sublimatorios, y a nuevas construcciones teóricas.
Y es ya cerca del final cuando Freud nos lega ese extraordinario “don” confidencial -y digo nos lega porque se
trata de una carta “abierta”- que constituye el bello trabajo titulado “Un trastorno de memoria en la Acrópolis”
(1936).
Es que es la Acrópolis el lugar en donde lo infantil se desplegó con toda su potencia, tanto para producir como
efecto traumático aquellos estados de desrealización y despersonalización como para servir de motor de
trabajo de duelo y de ingente trabajo sublimatorio que, le llevó a la producción del inédito deseo del analista y
a la invención del Psicoanálisis.
Efectivamente, si en un primer momento ese “desautorizar un fragmento de realidad” aporta una momentánea
protección del aparato frente al efecto traumático del desbordamiento pulsional, es en un segundo momento
que la sublimación aporta una solución al problema -que nada tiene que ver con el síntoma como formación
de compromiso ni con el fetiche como una sustitución de la realidad desmentida- entre ese “llegar más lejos
que el padre” y el Superyó que lo prohíbe, pues lejos de una realización (erfülung) disfrazada de deseos,
como en el sueño, la sublimación procura una satisfacción (befriediung) de la pulsión sin represión.
A la pregunta ¿Qué contemplaba Freud sobre la Acrópolis?, responde Rosolato (1978): “Una visión prohibida
que habla de la intimidad del cuerpo materno”, “lo que no se puede ver”, la “relación de desconocido”.
Si en la Acrópolis, por haber llegado más lejos que el padre - y lo de menos es el viaje, pues lo que está en
juego es nada menos que la creación del psicoanálisis - se enfrenta con el horror del goce del Otro materno,
si eso lo deja anonadado, mudo, perturbado, extrañado, desrealizado y despersonalizado (fenomenología de
la que Freud señala su estirpe psicótica, matizando “su regular aparición en los sanos”), es porque se
encuentra frente a un real que evoca precisamente lo traumático más infantil, “lo imposible a simbolizar del
traumatismo primordial del encuentro mítico con el Otro” (Szpilka, 1996) y lo sitúa frente a las puertas del
vacío, a punto de caer la barrera del incesto De ahí que Freud haga referencia al sentimiento de devoción filial
de ambos hermanos: en el preciso momento en que vacila su fantasma y está a punto de perder aquello que
él mismo designa (1930) como la más grande de las necesidades infantiles, esto es, la protección paterna. En
el preciso momento en que algo retorna desde lo real (alucinación negativa, desrealización), algo también de
lo infantil pero sólidamente establecido (huellas mnémicas) retorna desde adentro en ese afecto filial. “Lo que
nos empañaba el goce del viaje a Atenas -apunta Freud- era entonces una moción de piedad [devoción filial]”.
Es claro entonces que ese sentimiento protegía a Freud del desvalimiento (hilflosigkeit) frente al goce absoluto
con la Cosa, o si se prefiere, de la imposible satisfacción directa y total de la pulsión; pero es también ese
mismo límite lo que le posibilitará una satisfacción de otra índole con desviación de la meta y el objeto: lo
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mismo que ahora nos autoriza a pensar el psicoanálisis como una enorme tarea sublimatoria mediante el cual
logró Freud bordear algo del vacío de lo real de la Cosa (Das Ding). Lo que nos hace plantearnos hoy, en
estos tiempos del coronavirus, la importancia de lo infantil en relación con la ética, el duelo, el deseo del
analista y la sublimación.
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Introducción
En el presente trabajo, se muestra el alcance que puede llegar a tener el dibujo infantil como una herramienta
útil en el análisis con niños oncológicos, los cuales, a partir de su padecimiento y tratamiento, se encuentran
impedidos de sus habilidades motrices para el juego libre. Para tal fin, se mostrarán dos casos de pacientes
oncológicos diagnosticados con cáncer; el primero es un menor de 7 años de edad, diagnosticado con
leucemia linfoblástica aguda, incapacitado para correr y realizar actividades recreativas; el segundo es un
menor de 10 años diagnosticado con osteosarcoma, el cual, llevaba dos años de tratamiento cuando le
amputan un pie. Ambos casos muestran la utilidad y el alcance que tuvo el dibujo libre para la resignificación
de su historia de vida y padecimiento.
Desarrollo
La técnica utilizada en el trabajo psicoanalítico con niños es el juego infantil, ya que este permite el despliegue
de lo inconsciente en el contexto de la actividad lúdica; actividad inherente al ser del niño que va acorde a la
etapa de desarrollo en la que se encuentra.
Una de las actividades lúdicas que el menor realiza con mucha frecuencia es el dibujo libre, ya que éste
favorece la comprensión del mundo interno a partir de la proyección de los conflictos psíquicos que el niño
despliega durante esta actividad; el psicoanálisis trabaja con lo simbólico, con palabras, con relatos y el dibujo
es una forma de relato. (Torres de Aryan & Cossu Giri, 2012, p. 530). El uso de la fantasía al momento de
dibujar, permite al niño mostrar tanto el mundo interno como externo y con ello la manifestación de sus
sentimientos, emociones, ansiedades, preocupaciones y deseos que, en muchas ocasiones, no pueden
apalabrar. Como menciona Doltó (1984) “es una expresión, una comunicación muda, un decir para el otro o
para sí” (p. 22), es en este sentido que el dibujo favorece la expresión de las tendencias inconscientes.
Con base en esto, podemos afirmar cómo el dibujo se convierte además en un escenario donde el menor
recrea, escenas de su vida cotidiana que se le dificulta apalabrar. La simbolización que realiza el menor en el
dibujo permite la organización interna y externa de significaciones importantes para él, donde, a partir de la re-
escenificación, toma un papel activo en el que puede “jugar” a ser un sujeto de palabra, o un devenir como
hablante-ser.
Durante un proceso analítico con niños, esta escenificación, siempre es representada frente a un otro, que,
como público espectador, contempla la obra e intenta darle un sentido, hasta llegar a una significación. “El
frente a frente, casi un cuerpo a cuerpo, plantea cuestiones a ser pensadas. Gestos, pequeños movimientos,
estados de ánimo, se exponen frente a la mirada del niño que es mirado” (Janin, 2012, pág. 53).
En este sentido, es bajo el precepto de un entre-dos que el dibujo como herramienta clínica cobra significado,
entre aquel que observa e interpreta lo que se dibuja y los comentarios que el infante puede decir en torno a
aquello que presentifica, ilustrando situaciones o escenas vividas en lo real o en la fantasía. La aparición de
un símbolo no basta, por sí misma, para permitir la conclusión de que se trata inconscientemente de esto o lo
otro. Es necesario el contexto, la situación afectiva del sujeto en el momento en que lo trae, el papel que tiene
este símbolo en el juego, el discurso en que lo envuelve, el dibujo, el sueño, la historia relatada. (Dolto F.,
1986, pág. 136)
El analizar niños supone una disposición del analista a estar atento a aquello que el menor intenta trasmitir,
implica un conocimiento del lenguaje particular de éste, y entender la conflictiva psíquica que determina su
producción discursiva. En algunas circunstancias, específicamente cuando de niños enfermos se trata, el
analista debe partir de este contexto específico en el que se produce la actividad lúdica para poder descifrar lo
que el niño nos muestra mediante el dibujo.
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Particularmente en los niños con cáncer sometidos a tratamientos oncológicos, ya sea quimioterapia,
radioterapia o cirugía, el dibujo como herramienta terapéutica cobra una relevancia considerable. Los
menores, al verse limitados en el movimiento por dolor y agotamiento, también se encuentran limitados en su
juego libre, de ahí que la técnica del dibujo cobre relevancia como una forma de apalabrar los distintos
malestares psíquicos por los que atraviesa, tales como miedo al tratamiento, temor a la muerte, tristeza por la
familia, etc.
Estos pacientes apalabran su malestar recurriendo a la proyección gráfica, en la cual, vierten todo contenido
simbólico que, al desplegarlo, proyectarlo y hablarlo, les permite resignificar su historia, su sufrimiento y sus
deseos. El dibujo libre en la experiencia de análisis infantil con pacientes oncológicos, ha sido una
herramienta invaluable; este mecanismo les permite armar su discurso a partir de las condiciones que le son
factibles de manejar. Los pacientes oncológicos se enfrentan a un cúmulo de situaciones y experiencias que
los confrontan con temas como la salud, problemas familiares, la enfermedad, el tratamiento, el dolor, la
pérdida, la muerte y la vida; que si bien, son temas ineludibles en el ser humano, en los pacientes oncológicos
estos temas se potencializan.
Cuando de niños se trata, el tema se vuelve complejo porque los menores no pueden armar un discurso
elaborado para nombrar lo que les sucede, por lo que de manera frecuente recurren a la proyección gráfica,
en la cual vierten todo contenido simbólico, que, al desplegarlo, proyectarlo y hablarlo, les ha permitido
resignificar su historia, convertirse en sujetos y encontrarse con su deseo. El dibujo ha sido un elemento
facilitador de elaboración del discurso; a partir de la fantasía y su proyección y desplazamiento, el niño expone
su conflictiva psíquica, lo que permite la presencia del sujeto de palabra en el acto creativo.
Chávez (2017), describe que el juego y el dibujo se constituye gracias a mecanismos proyectivos y
disociativos, que permiten la proyección de imagos; a través de este mecanismo el niño puede mantener una
tregua con el conflicto, lo que lo hace menos violento y factible de desplazarlo al mundo externo, con toda la
carga de ansiedad y culpa, permitiendo la descarga de angustia, y ello a través del proceso analítico permite
el contacto con la realidad y la resolución del conflicto.
A manera de ilustración, se mostrarán dos casos que evidencian el trabajo clínico con menores oncológicos,
donde el dibujo les permite hablar sobre la muerte, la culpa, la despedida, la pérdida de lo corporal y la
reconstrucción; se mostrará durante la presentación los dibujos realizados y el camino analítico por el que
transitó cada uno de los menores.
Caso 1: J, paciente oncológico de 7 años de edad, fue diagnosticado con leucemia linfoblástica aguda a la
edad de 3 años, cuando llevaba 3 años en tratamiento comenzaron a desarrollarse tumores cerebrales;
estaba incapacitado para correr y realizar actividades recreativas, sufría de un fuerte dolor en las piernas
debido a la quimioterapia y la pérdida considerable de plaquetas; lo cual lo mantenía en estado de reposo,
caminaba un poco y regresaba a la cama. Presentaba problemas de agresión, golpeaba a las personas y en
especial a su abuela; no quería hablar con nadie y lloraba constantemente. En torno a su historia de vida, no
conoció a su padre y la madre lo dejó a cargo de su abuela cuando tenía un año de edad.
El trabajo de análisis se dificultaba debido su condición de salud, aunado a ello su actitud y poca disposición
para hablar lo volvían más complejo; en las primeras sesiones sólo tomaba crayolas y hacia líneas, en otras
sesiones trazaba figuras de muñecos sin forma, en el transcurso de las sesiones, el dibujo comenzó a ser más
estructurado y apalabrado, en éstas se pone en juego el abandono, el enojo, la culpa, la y tristeza.
En una sesión dibuja un demonio, lo realiza con mucha fuerza; al desplegar el discurso argumenta que el
demonio es malo, que vino a romper las cosas, es un demonio muy enojado, siempre es malo; el demonio
está lleno de sangre, todo es sangre y cuando el demonio llegó todos se fueron y se quedó solo, el cáncer
estaba en la sangre, desde que él enfermo la madre se fue de la casa. En esa sesión daba cuenta de él
mismo, su fantasía al percibirse como malo, dentro de su mundo interno se ubicaba como responsable, creía
que su madre lo había dejado por ser “malo” (enfermo), se asocia la palabra malo a enfermo, dado que da
cuenta de la presencia de algo malo en él, lleno de sangre (leucemia, cáncer en la sangre) y la relación de lo
malo con la ausencia; esa era su fantasía de abandono, y dentro de ésta se sentía culpable y a su vez sentía
enojo y tristeza.
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Dolto (1986) dice que el dibujo es un medio de expresión espontáneo que le permite al niño contar lo que sus
manos han traducido de sus fantasías, verbalizando ante quien lo escucha, mostrando en estas producciones,
los fantasmas representados, que permiten descifrar las estructuras del inconsciente. En este dibujo el niño se
muestra, muestra su culpa, enojo y tristeza de enfermar y ser abandonado.
La última sesión con este niño fue un poco antes de ser intervenido con cirugía para extraer un tumor
cerebral, posterior a ello falleció. En esta sesión se permitió hacer un recuento de su propia historia, desde el
nacimiento hasta la edad actual, resolviendo así el abandono, al menos en la fantasía, resignificó su vida
desde el nacimiento hasta sus últimos días. El discurso fue: “había un hombre muy enojado, con algo en la
cabeza, era furia (asociado al tumor cerebral); luego había una mamá que tenía un niño en la panza, esa
mamá iba a tener un hijo, la llevaron al hospital y tuvo al hijo, estaban los dos acostados en la cama del
hospital, estaban juntos, solo ellos dos. Luego vino una moto por ellos y se los llevó a una casa, en esa casa
estaba la otra mamá, la que le hacía de comer, le preparaba unos ricos huevos, estuvieron solo ellos y la otra
mamá se fue a otra casa; hay dos casas, el niño tenía dos casas, la otra mamá estaba en una y el niño se
quedó ahí, la primera mamá no regresaba, era una mala y fea señora. Esas dos casas no le gustaban al niño,
no quería a la primera mamá, luego ya fue a las dos casas y las dos mamás lo cuidaban; una vez iba a una
casa y otra vez iba a otra y entonces al final, las dos mamás estaban juntas en una casa y el niño tenía dos
mamás y así ya fueron felices, en la nueva casa”.
A través de estos dibujos, el niño logró poner en palabras la conflictiva de abandono, la culpa, la tristeza y el
enojo por ser abandonado, verbalizó su historia, como una pequeña película ante lo que era inminente, como
resolviendo todo antes de partir, logró perdonar el abandono y aceptar la existencia de dos mamás, la primera
madre era la biológica, la segunda era la abuela que se hizo cargo de él. J. utilizó el dibujo para dar trámite a
una conflictiva, se plasmó en él, mostrando el conflicto y el deseo de soltar, de perdonar y de descansar.
Siguiendo a Dolto (1986) en Psicoanálisis y pediatría, menciona: “Por el dibujo, en efecto, penetramos en lo
vivo de las representaciones imaginativas del sujeto, de su afectividad, de su comportamiento interior y de su
simbolismo”. (p. 136).
El dibujo, en este caso permitió en el niño apalabrar y resignificar su historia, si bien comenzó por pequeñas
líneas sin discurso, figuras sin forma, finalmente logró proyectar sus fantasías y desplegar el discurso en torno
al dibujo, dando cuenta del conflicto; el psicoanálisis trabaja con lo simbólico, sin embargo, requiere de un
medio para que eso simbólico emerja, en el dibujo se proyecta este contenido.
La efectividad del dibujo como herramienta de análisis es efectiva, permite el acercamiento al simbolismo en
estos pacientes que están en cierto grado limitados a presentar otras manifestaciones del inconsciente como
el juego y el discurso del adulto. Como menciona Sanabria (2011) “La cualidad representativa de este nivel
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simbólico puede combinar la utilidad con la estética (como en la arquitectura) y expresar el contenido de
experiencias que no pueden (o no podrían todavía) ser enunciadas en el lenguaje y que carecen (aún) del
consenso lingüístico (como en los sueños), mucho más próximas a las emociones y al inconsciente que
cualquier figura del lenguaje”. Pues hay situaciones muy difíciles de nombrar y el dibujo con el uso de la
fantasía, permite una tramitación lúdica.
Lo consecuente del simbolismo es el lenguaje, en este caso, en efecto, primero el niño simbolizó la conflictiva,
para posteriormente ponerla en palabras, el discurso da cuenta de manera clara la situación en conflicto y la
posición del sujeto en éste, da cuenta del malestar y la angustia; en este caso, retomando a Chávez (2017),
se logró la descarga de angustia y la resolución del conflicto (en el mundo interno), lo cual dio fin a la
intervención.
Caso 2: G, paciente oncológico de 10 años de edad; diagnosticado con osteosarcoma a la edad de 8 años.
Llevaba dos años de tratamiento cuando le amputan un pie, hecho que fue devastador para el menor,
posterior a ello el niño no dejó la cama casi nunca, no salía y no quería contacto con nadie, excepto con la
madre. La condición de salud de G. era complicada, sufría de fuertes dolores, los días de curación eran los
más fuertes, después de ellos no quería que nadie se acercara. En cuanto a su historia de vida contaba con
una familia unida, el padre y la madre estaban a su cargo, ambos lo llevaban al tratamiento y estaban cerca
de él, casi todo el tiempo. G. presentaba una actitud de enojo y rechazo de los demás y de sí mismo.
En las sesiones de análisis, el niño no hacía casi nada, solo argumentaba que no podía, que ya era obsoleto,
que no tenía capacidad de nada, el juego dejó de ser una herramienta de trabajo; en sesiones consecutivas
fue intentando desplegar su discurso, pero le era complejo, hasta que comenzó a dibujar, práctica que al final
fue muy productiva, pues más allá del análisis, el niño se convirtió en un gran dibujante; cuando comenzó esta
práctica, empezó dibujando muy simple, utilizaba lapicero o lápiz, sus dibujos no contenían mucha estructura
ni color, sin embargo sí mucho contenido simbólico.
En una de las sesiones, G, dibuja un paisaje, donde vive un árbol que muere lentamente, todo es un caos,
discurso: “había un día con mucho color, un árbol con una ramita, el árbol muere lentamente, le cayó un
trueno y se rompió la rama, quedó colgando. El nido se cayó, porque había un nido donde la gallina ponía
huevos. Luego había un conejo, el conejo corre porque está temblando. Empezó a temblar en la tierra, por el
desastre natural, la tierra tiembla y se ve doble; el monte se está muriendo, por eso corre el venado, la
lagartija se cae, la rama del árbol se cayó porque se está rompiendo, el nido ya está en el piso, tiene huevos,
el ave lo ve y corre. El desastre natural se acabó, salió el sol y el árbol quedó vivo del tronco para abajo y en
un año se va a volver a regenerar; la lagartija si se murió, la gallina, el conejo y el venado si se salvaron”.
Había una insistencia en hablar del desastre natural, en otro dibujo comenta lo mismo, pero en otro contexto:
“Acá había un puente grande, no tiene un poste, bueno si lo tenía, pero ya no, otra vez había un desastre
natural y quebró un poste, se quedó sujeto solo por dos, pero se cayó porque no se pudo detener, se cayeron
los carros, es que la tierra se partió. Acá había unos cristales, es que era una casa; no, era un
estacionamiento, había muchos carros, uno se voló, se fue lejos y se desarmó, pasó un tornado con muchos
truenos, el puente se dobló, se partió y se cayó. Ya se pasó el tornado y el puente quedó destruido, el carro se
desarmó y las llantas quedaron por otro lado, todo está roto; pero acá sale un sobreviviente con su ropa toda
rota y un pie arrastrando”.
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Citando a Dolto (1986), El dibujo tan sólo es descifrable a través de las verbalizaciones del niño, quien
antromórfiza y da vida a las diferentes partes de sus dibujos, en cuanto se pone a hablar de ellos, la imagen
inconsciente del cuerpo se despliega. En ese caso, el niño pone en palabras un desastre natural, lo expresa
como algo que llega y arrasa con lo que encuentra su paso, dejando destrozos en los dos contextos de los
que habla. En el discurso se pone en evidencia la angustia y sufrimiento ante un desastre natural que está
ocurriendo. En el análisis es evidente que el cáncer como una condición biológica natural y sus procesos,
representan ese desastre que arrasa con su ser, con su mundo y con su vida; el dibujo le permite decir, poner
nombre y dar cuenta de lo que sucede; el desastre que vive lo deja casi muerto, los rayos cortan fuerte, los
rayos parten una rama, como la cirugía ha cortado su pierna; hay mucho estruendo, el estruendo es el propio
y el de la familia, se ha quedado sin un pie, como el árbol sin su rama, el carro sin sus llantas, el puente sin su
poste y el sobreviviente con su pie arrastrando (arrastrando un dolor por un pie que ya no está); un desastre
donde dice que queda sostenido solo por dos, por los padres, da cuenta del dolor de la gallina al ver a su nido
caer, al ver a su hijo caer; menciona que el desastre natural vino a destruir todo, pero en ese acontecimiento
hay varios personajes, representa a la familia, quien se ve afectada pero sobresaliendo a la situación; G.
describe que los otros que presencian el evento, salen vivos, al igual que él, pese a que no tiene un pie, como
el sobreviviente de su dibujo, quien sale arrastrando un pie, como el pie que G. arrastra, porque no está
físicamente, pero sigue en su mente y arrastra el dolor por ya no tenerlo.
En esta sesión se trabajó con el fantasma del pie, de la pérdida y el profundo sufrimiento de él y de su familia
(la casa con cristales rotos), la familia estaba rota por el desastre que ocurría, el niño lloró su dolor y puso en
palabras a través del dibujo toda la travesía de la enfermedad y el tratamiento y comentó el dolor de su madre
quien lo curaba todos los días y lloraba; describió ese dolor, ese caos que trajo profundo estruendo; también
habló de la reconstrucción que perseguía, habló del futuro, con la posibilidad de tener una pierna artificial.
En este caso, como en el primero, se puede observar la eficacia del dibujo como técnica de análisis, pero más
allá de eso, como un medio para la proyección y expresión de la fantasía, dando paso a la simbolización. La
simbolización es encargada de organizar las interacciones a partir de significaciones o significantes, que
permiten inscribir la experiencia en la memoria y en la fantasía (Sanabria, 2011). La simbolización permite
registrar las experiencias, en este caso, a partir de los elementos con que cuenta el niño, tanto en su nivel de
desarrollo, como de bagaje simbólico, logra apalabrar el desastre natural que vive, lo que ayuda a resignificar
la experiencia e inscribir de una manera distinta en la memoria.
La conflictiva que vivían ambos niños era tan compleja que a través del discurso era casi imposible de
articularlas, por ello era necesaria la utilización de un mecanismo que abriera la posibilidad del encuentro; en
este caso se muestra además de la efectividad del dibujo, su benevolencia, ya que a través de la
condensación y el desplazamiento, vuelve menos violenta la conflictiva y a su vez, con el uso de la fantasía,
permitió que a partir de los elementos con los que contaban los niños, de acuerdo a su edad y madurez
psicológica, sus posibilidades de salud, así como los medios para trabajar, lograrán proyectar, tramitar y
subjetivar el proceso que atravesaban.
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Con estos ejemplos vemos que el dibujo sigue siendo una importante herramienta de análisis, muy práctica en
pacientes con cáncer, el dibujo al igual que el discurso en el análisis de adultos permite el despliegue del
inconsciente, abriendo la posibilidad de un trabajo psicoanalítico. El dibujo permite una nueva construcción de
la realidad, una nueva resignificación, pues “Lo lúdico, en su amplio espectro, es a la vez constituyente y
constitutivo, al mismo tiempo que instituye nuevas concatenaciones.” (Donzis, 2013, pág. 17).
Conclusiones
A partir de los dos casos trabajados a partir del despliegue simbólico vía el dibujo libre, se intenta mostrar que
el dibujo sigue siendo una importante herramienta de análisis, muy útil en pacientes con cáncer, ya que el
dibujo al igual que el discurso en el análisis de adultos permite el despliegue del inconsciente, abriendo la
posibilidad de un trabajo psicoanalítico. El dibujo tan sólo es descifrable a través de las verbalizaciones del
niño, quien antromórfiza y da vida a las diferentes partes de sus dibujos, en cuanto se pone a hablar de ellos,
la imagen inconsciente del cuerpo se despliega. (Doltó, 1986)
Referencias bibliográficas
Chávez, F. (2017). El dibujo como herramient a de comprensión psicoanalítica. Centro Eleia, actividades psicológic as.
Blog https://www.centroeleia.edu.mx/blog/el-dibujo-como-herramient a-de-comprension-psicoanalitica/.
Dolto, F. (1984). La imagen inc onsciente del cuerpo. Buenos Aires: Paidós.
Dolto, F. (1986). Psicoanálisis y pediatría. México: Siglo XXI.
Donzis, L. (2013). Niños y púberes. La dirección de la cura. Buenos Aires: Lugar Editorial.
Janin, B. (2012). Las intervenciones del psicoanalista en psicoanálisis con niños. Cuadernos de Psiquiat ría y Psicoterapia
del Niño y del Adolescente (53), 49-56.
Torres de Aryan, D., & Cossu Giri, M. (2012). Dibujo y no dibujo de un niño de 8 años en Tiempos de Cat ástrofe Social.
Psicoanálisis, XXXIV(3), 527-545.
Sanabria, J. (2011). Dibujo infantil y comprensión escénica: análisis crítico hermenéutico desde un enfoque
psicoanalítico. Actualidades en psicología, 25(112), 135-162. Recuperado en 01 de agosto de 2020, de
http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0258-64442011000100007&lng=pt&tlng=es.
“A aquellos que no tuvieron inf ancia. A quienes habiéndola tenido, la conservan como un tesoro. A quienes la perdieron y
la añoran. A quienes la han olvidado, para que la recuerden. A quienes aman y admiran a los niños. A quienes no los
aman, con un reproche. A los niños que quieren ser grandes, con el deseo que no lleguen a serlo del todo. A los millones
y millones que quisieran volver a ser niños”
LINO PALACIO
Primera Advertencia: Hay en este relato, una situación ficcional que no corresponde a la realidad material,
sino a la pretenciosa realidad psíquica… e intenta desde el Psicoanálisis jugar con ideas.
Segunda Advertencia: Si vas a leer esta contribución y eres una persona muy joven, o de otras latitudes que
Argentina, te sugiero que si no has oído hablar de “Don Fulgencio. El hombre que no tuvo infancia”, lo
busques en los medios de información de los que ahora disponemos; así como también la rica biografía de
su creador, Lino Palacio. Dudo que entre los menos jóvenes de nuestro medio, alguien no lo reconozca. Se
trata de un personaje de comic, de larga figuración en tiras humorísticas de distintos medios durante muchos
años, y cuya característica era la de que al contrario de lo que indicaba su aspecto formal y atildado (de
smoking), solía encontrar siempre la forma de echarse a jugar como un niño. Relata su autor, que se inspiró
en una persona real (un recatado vendedor de biblias) al que vio, cuando aquel creía que nadie lo miraba, ir
pateando por la calle una caja de cerillas vacía.
Hace un tiempo, recibo el llamado de un señor muy circunspecto, que me solicita una entrevista “para un
tratamiento”. Le pregunto su nombre: “Don Fulgencio”, respondió. Automáticamente, vino a mí la imagen del
Don Fulgencio de mi infancia. Fue tal mi conmoción, que al concertar una cita, olvidé el pedirle su celular (hoy
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día casi no se pide el teléfono de línea) … claro, ¡si Don Fulgencio no podría tener celular!. Luego, quedé
capturado por una serie de asociaciones que me llevaron al pasado. Una especie de idea deliroide se me
impuso, y comencé a imaginarme al paciente (¿Me habría dicho “Don”?) con la imagen del personaje que de
niño, yo leía en “La Razón” y “Billiken” (periódico y revista infantil de entonces). Fui estimulado a remontarme
a lecturas de mi propia infancia, y sin darme cuenta de aquello de la atemporalidad del in, quedé preso de mis
asociaciones. Me permití asignar a este Señor, todo lo que podía elucubrar acerca de aquel Don Fulgencio de
mi niñez. En primer lugar, recuerdo que por entonces no me resultaba cuestionable aquello de “El hombre que
no tuvo infancia”. Transitaría ahora, la infancia que no tuvo. Me resultaba un personaje simpático, aunque ya
desde mi infantil apreciación, lo veía algo bizarro. Se comportaba siempre como un niño. No hacía otra cosa
que lanzarse a jugar como tal, cada vez que podía. Por otro lado, me evocaba ternura y simpatía, lo veía
cándido y vulnerable, incapaz de maldad…aunque un tanto extraño. Por entonces mi mirada llegaba hasta
allí.
Esta es la imagen de Don Fulgencio, que se ubicó en el “Paseo de la historieta” en Buenos Aires, donde en
esta figura se trata de representar la esencia del personaje
Pero para mí ahora: ¿Es posible no tener infancia? No me refiero solo a su dimensión temporal, sino a un
estadio que el cachorro humano comparte con otras especies, en donde forman parte de su evolución
psicofísica, la extrema dependencia, el aprendizaje, el juego, la dinámica de los cambios y adquisiciones, y
hasta la llamada “inmadurez del sistema nervioso” (claro que los adultos somos maduros en todo orden). Sí
sería privativo del humano entre otras cosas, el lenguaje, el pensamiento simbólico, la creatividad, la
cognición, la inventiva. Desde mi mirada de maduro psicoanalista (solo etariamente) lo imaginé en primer
lugar, algo así como con una “infancia congelada”. ¿Es posible que una persona tenga algo que se aproxime
a eso? En la literatura infantil (y no tanto) Peter Pan sería un ejemplo claro del “niño que no quería crecer”;
así como lo eran los habitantes del “País del Nunca Jamás”, en donde esos niños que viven en él, no tienen
normas que perturben un estado de divertido juego permanente y sin “malestar en su cultura”. Tan solo el
personaje de Wendy, que aspira a convertirse en mujer, y que tiene un trato maternal con los otros niños, es
la contracara. Nunca Jamás, parece ser ese mundo en donde se vive en una eterna infancia maníaca,
grandiosa (“His majestic the baby”) y eterna…Otra asociación que se me presentó fue la de la película “El
tambor de hojalata”, en donde lo que detiene y congela en los tres años la infancia de Oskar, es del orden de
lo traumático. Por razones de espacio, resistiré a considerar las referencias que sugieren estas obras, y
volveré sobre Don Fulgencio. Otras asociaciones me llevaron a pensar que podría encontrarme con un niño
camuflado como hombre. ¿Habría demandado él el tratamiento, o alguien de su entorno? En las tiras de
Palacio, él siempre terminaba jugando o pensando como un niño, y no hacía otra cosa. No aparecía su
familia… ¿Le tomaría una hora de juego? No podría hoy sostener que “no tuvo infancia”. Esto es
psíquicamente impensable. Y aquí me asaltó la idea, de que no soy terapeuta de niños. Me tranquilicé
pensando en que todos los analistas lo somos. Si bien en la práctica médica es bien diferenciable la
especialidad pediátrica de la de adultos, un analista de niños está en condiciones de acceder al psiquismo de
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un adulto mayor, y viceversa. Pero creo que el de niños está en mejores condiciones de rescatar a ese infante
atemporal que pervive en el adulto. Al de adultos, le falta recorrido en los medios diagnósticos, la técnica, el
trabajo con los padres… y muchas veces, el animarse a jugar con el paciente. Y como analista de adultos (o
de los niños de los adultos), elucubré otras hipótesis: ¿Y si se tratase de algo así como de una restitución
psicótica, una idea delirante de ser un niño? Eso que Freud nos enseñó a ver no como “la enfermedad” sino
como el intento de curación; de reconexión con la realidad externa. Por eso, debemos ver lo delirante como el
armazón que pudo construirse la persona que ha padecido un desastre psíquico, y ha creado como pudo una
identidad que lo estabilice, con los trozos de realidad psíquica que encuentra a disposición. De allí lo
irreductible del delirio. Claro, eso no se lo puede tratar como un síntoma neurótico, al que hay que darle otra
entidad. No podría pensar en una estructura neurótica con lo que conocía de Don Fulgencio. Desde esta
perspectiva, no esperaba que se presentase con una posición egodistónica, y se reconociese como alguien
que padece por lo que le ocurre. El delirante tiene su razón, y por eso este tipo de paciente no demanda que
le digan lo que no sabe de sí (como sí lo pide el neurótico). Exige que le digan que tiene razón….y tiene sus
razones. La iterativa conducta de don Fulgencio, apoyaría esta idea. Ante cada ocasión no hacía otra cosa
que ponerse a jugar. Lo rígido y reiterativo de este comportamiento, también me hicieron pensar en un niño
autista. Ese jugar automático, sin convocar a otro (en lo aparente), reconcentrado en una introversión que no
se conjuga con lo social… tampoco en muchos casos mostrando distonía. Un juego que parece en su
iteración, estar más allá del principio del placer que en el más acá. También su frente pequeña, podría dar
lugar a pensarlo un débil mental, pero si mal no recuerdo, detrás del telón de su presentación tenía algo de los
“normales” (ocupación, mayordomo, chofer). Era por ejemplo dueño de una calesita, pero no atendía a la
recaudación, sino a “dar gratis todas las vueltas que quiero”. Otra posibilidad, fue el de pensar: ¿Y si se
tratase de un personaje del que se vestía Don Fulgencio para asomarse a su tira, y su verdadera cara fuese
totalmente otra? Aquí pensé en un individuo que al contrario del ropaje del pseudoself, con que suele
presentarse en sociedad un sujeto (¿alguien no?), muestra su verdadero self infantil al desnudo…
Pensé muchas otras cosas. Hasta soñé con el don Fulgencio que recordaba de mis lecturas infantiles. En uno
de ellos, estaba yo con pantalones cortos. Los jóvenes no deben saber aquello de la ceremonia de “ponerse
los largos”. Una especie de bar mitzvah laico, que te incluía en el mundo de los “responsables”, y que
inauguraba el duelo por una infancia perdida y daba una bienvenida a la adolescencia). Una vez que el varón
se los ponía, ya formaban parte de su atuendo y de su rol definitivo, y debía afrontar la nostalgia por la pérdida
del niño que fue, así como la de los padres de su pasado. Quiero presentar otro sueño que tuve, y que como
el anterior, tampoco supe interpretar en su momento. Retenga este detalle el lector que ha llegado hasta
aquí, porque más adelante volveremos a los sueños… El otro sueño…será mejor visualizarlo.
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El analista, cuya fisonom ía me resulta familiar, está sentado en una silla de historieta. Don Fulgencio, está con
el juguete llamado en estas latitudes, “balero”.
Llegó por fin el día fijado para le entrevista. Lo esperaba particularmente ansioso. Y el supuesto Don
Fulgencio no vino!!!! No tenía como comunicarme con él. Llamaría en general a un paciente con el que
acordamos una primera entrevista a la que no concurrió. Pero ya dije que no se le podía pedir un celular al
Don Fulgencio de entonces…
Y allí, algo liberado de la sombra del objeto Don Fulgencio, que cayó sobre mi Yo, creo que me pude rescatar
como psicoanalista: ¿No habría padecido de una “contratransferencia preformada”(esto en relación al
concepto de Meltzer de “transferencias preformadas”) ¿Cómo es posible que un analista que estuvo en la
trinchera psiquiátrica en su residencia, y que después de más de medio siglo de práctica, el transitar
instituciones, formación teórica y técnica atesorada en tantos ámbitos pensantes, codeándose con analistas
de primer nivel (antes del COVID 19), haya caído en la trampa resistencial de adjudicar a una persona, toda
una serie de elucubraciones personales de su propia ecuación psíquica, guiado tan solo por una figura que lo
transportó a su propia infancia?..... ¡No dejar de escuchar en primer lugar al paciente. Darle primordial estatuto
a su hablar y al discurso de sus síntomas! .... ¿Dónde estuvo la sabia enseñanza de Bion en sus “Notas
sobre la memoria y el deseo”?. O sea deponer todo recuerdo acerca de nuestra representación del paciente.
Verlo como si fuese la primera vez, no recordar, esperar ni desear algo en especial de él (lo que deviene de la
propia prejuiciosa subjetividad, y nos aleja de la singularidad del paciente). No lo escuché hablar a Don
Fulgencio, y agregué mi propia impronta personal…un bochorno. Cuando ciertos aspectos de la subjetividad,
se encuentran particularmente catectizados, tal como las raíces infantiles, estos ingresan a las (al decir de
Freud) “transferencias recíprocas”. Raíces infantiles, que desde el analista, tienen como contenido manifiesto
determinadas representaciones conscientes, pero que se apoyan en núcleos conflictivos sujetos a represión.
Volviendo a mis sueños, ¿Cómo no se me ocurrió pensar que mis pantalones cortos, debían decirme algo?
Fui el último de mis compañeros del secundario en abandonarlos (era el menor de la división). Había allí un
niño desfasado. Otra enseñanza de Freud en relación a que cada personaje y situación de los sueños
encarnan un aspecto del soñante, me lleva al sueño graficado. Balero, en nuestro medio, es el juego en el
cual tenemos una esfera de madera con un orificio en su superficie, y que pendiendo de un hilo, debe echarse
a girar al aire, para intentar “embocarlo” en el palillo que se aprisiona en su base con la mano. No vi cual era
el balero que debía traer al análisis. Digo esto, porque en nuestro lunfardo (argot callejero), se le dice “balero”
a la cabeza, o en su extensión a la mente. Probablemente, porque figuraría una cabeza encajada en su cuello.
Desde un modelo freudiano, podríamos relacionar este juego de “embocar” con el acople sexual, o con la
escena primaria. La escuela inglesa, podría referirlo al acople de la boca y el pezón… Se puede sumar a
estas ideas, la del acople entre ambos miembros de una pareja analítica ¿O no es el balero una especie de
juego del carretel? ¿Un festejado reencuentro con el objeto “donde debe estar”?. Aparece también al costado
del diván entre los dos, su objeto transicional. He conservado algunos dibujos de mi infancia, que me han
hecho agradecer el no ceder al consejo familiar (padre y cuatro tíos médicos) de volcarme a una especialidad
“cómoda y rentable” como el ser oculista, y el haberme dedicado por elección propia e intuitiva al esotérico
Psicoanálisis. “Es terapéutico ser terapeuta”, escuché decir. Es claro que con los resguardos que dan las
instituciones y la formación permanente. En verdad, terminé siendo oculista…de la mente (de los pacientes y
de la mía); y más allá de mis puntos ciegos como los de este relato. Cada analista, tiene incorporadas las
teorías de acuerdo a su tamización subjetiva. Lo importante, es que no se encuentren delante de sus miradas,
y (como un oculista diría): cual lente opaca, rígida y deformante siempre en el mismo sentido (“estrabismo”) de
la imagen. Recuerdo lo que una vez me dijo David Liberman: “Tienen que pasar mucho tiempo y muchas
cosas entre analista y paciente”. Creo que lo que quiso decir, fue el rescatar la singularidad del inter-juego de
cada pareja analítica y su proceso como universo irrepetible en lo que se da a cada paso de una terapia.
“Inter-juego” me lleva a pensar en Winnicott, y en su tránsito desde el pediatra al analista. Él alertó acerca del
diferenciar el sustantivo “juego”, del adjetivo sustantivado “jugar”. Con Don Fulgencio, entré en un cierto juego
autoreferido, y recién pude intentar reponerme a posteriori. Allí pude poner algunas “ideas en juego”
(subtítulo de este simposio), cuando me aparté del “estímulo-reacción” que implica la automatización de un
cóctel representacional, al que le falta el acto creativo que compete el permitir jugar con las ideas, como algo
vinculado a la “identidad de pensamiento”. Espero un “segundo tiempo” de juego en el Simposio… ¡Quien,
aunque se encuentre en las antípodas del contacto con lo psíquico, no se alertaría ante un niño que no juega!
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También dijo Winnicott, que el jugar del adulto: “se muestra en la sesión psicoanalítica, con la elección de las
palabras, el tono de voz, la escenificación que se pone en juego, el lugar-tiempo en que ocurre, su sentido, su
capacidad creadora”. Pienso que es este juego el que le permite al analista la oportunidad de que el ser
terapeuta, sea además terapéutico para sí mismo. Creo que pude moverme un poco desde el “entrar en el
juego” narcisista con mis ideas, (al modo de la identidad de percepción), al de las ideas generadas en el
juego singular de cada sesión. Y no solo de la sesión. El campo del análisis, tiene además de la temporalidad
acotada del encuentro presencial, un permanente trabajo psíquico en la mente de ambos protagonistas,
donde también los sueños transferenciales y contratransferenciales, son textos privilegiados. Proceso que es
juego y trabajo, y me gustaría pensarlo como inter-juego que se da en la mente de ambos protagonistas, en
los niveles preconscientes e inconscientes. También Freud decía que “capacidad de goce y de trabajo”, eran
patrimonio de la salud psíquica. Escuchemos una vez más a Winnicott: “Resulta evidente que establezco una
diferencia significativa entre el sustantivo “juego” y el verbo sustantivado “el jugar”. Todo lo que diga sobre el
jugar de los niños también rige, en verdad, para los adultos, solo que el asunto se hace de más difícil
descripción cuando el material del paciente aparece principalmente en términos de comunicación verbal. En
mi opinión, debemos esperar que el jugar resulte tan evidente en los análisis de los adultos como en el caso
de nuestro trabajo con chicos. Se manifiesta, por ejemplo, en la elección de palabras, en las inflexiones de la
voz, y por cierto que en el sentido del humor”…. “El rasgo esencial de mi comunicación es el siguiente: el
juego es una experiencia siempre creadora, y es una experiencia en el continuo espacio-tiempo, una forma
básica de vida. Su precariedad se debe a que siempre se desarrolla en el límite teórico entre lo subjetivo y lo
que se percibe. Bueno es recordar siempre que el juego es por sí mismo una terapia”. En la evolución de la
técnica del Psicoanálisis de niños, hemos asistido al viraje histórico desde la utilización preponderante de la
interpretación verbal, al valorar el juego participativo con el paciente. Por supuesto que el jugar con el adulto
tiendo a pensar que se debe dar en el plano que refiere Winnicott, y no el caer en juegos resistenciales.
Ya que Don Fulgencio transita por el territorio del chiste y el humor, quiero por último, hacer una somera
mención acerca de su relación con la interpretación y el insight psicoanalítico. Para Freud, la comicidad y el
humor, son medios de retorno a lo infantil, y modos de generar placer, librando al yo de la coerción represiva.
Visualizar lo penoso o conflictivo, a través de un levantamiento de la represión, que permite tolerar situaciones
generadoras de displacer, y ahorrar un gasto de energía dependiente del mantenerla. ¿No es esto también lo
que logra la interpretación?....Y con respecto al chiste: ¿No utiliza el tratar representaciones de palabra y de
cosa con las leyes del proceso primario para producir un trabajo psíquico que genere placer y también
creación? (tal como el chiste elíptico, en donde el que lo escucha trabaja en crear los sentidos).
Para terminar una ilustración, en donde lapsus, chiste y humor, encuentran territorios diversos en donde
expresarse: A una alumna de la carrera de Psicología, le preguntan: ¿Cómo se manifiestan los efectos del
inconsciente?...y responde: “Los sueños, los síntomas…y los actos fálicos”. Es de suponer, que su lapsus,
debió generarle un cierto bochorno en clase. El efecto chistoso, habrá sido celebrado por docente y
compañeros (incluso, como material de aprendizaje). En el futuro, ella podrá contarlo con humor en alguna
ocasión, y el efecto será también chistoso, pero bajo su dominio . Si esto hubiese ocurrido como lapsus en su
análisis, le permitiría indagar acerca de su sexualidad, la represión que le incumbe, y esperemos que la
incorporación a su autoanálisis. Considero que la capacidad de autoanálisis, aunque siempre relativa, es uno
de los más preciados logros del Psicoanálisis. El análisis del otro, sin el previo y el simultáneo de sí mismo por
parte del analista, es un algo imposible, dentro de nuestra “profesión imposible”.
PD: Agradezco al artista Pablo Fayó por su ilustración. El apellido “Fayó”, es el real de su persona, pero al pié
del diván de mi sueño, complementa la escena. El objeto transicional (osito), fue agregado por él por su parte,
sin mi pedido.
Y por supuesto: ¡Gracias a Don Fulgencio por permitirme jugar con él!
Resumen
En el trabajo, parte de un supuesto “encuentro” con un personaje de historieta de la infancia del autor, y a
partir de allí, una serie de consideraciones técnicas acerca de la contratransferencia y sus raíces en la
infancia. Se le da particular miramiento al juego y al jugar como experiencia creadora, aplicable al vínculo
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analítico como experiencia terapéutica. Se roza el tema del chiste y el humor, en relación a la interpretación
psicoanalítica.
Referencias bibliográficas
- Bion Wilfred. “Notas sobre la memoria y el deseo”. Rev. Psicoanálisis. 26 (3) 67981.
- Freud Sigmund. “Obras Completas” Amorrortu Editores. 1978.
- Liberman David. Comunicación personal.
- Meltzer Donald. “El proc eso psicoanalítico”Paradiso editores 2013.
- Winnicott Donald. “Realidad y juego” Ed. Gedisa. 2018.
Pensar este trabajo nos ha llevado a recordar los diferentes materiales clínicos que hemos trabajado a los
largo de los años en el Taller de Familia y Pareja del Centro Liberman, el modo en que fueron cambiando los
enfoques teóricos a través del tiempo y las diferentes modalidades de cada integrante del grupo para
comprender la clínica.
Nos surgieron así diferentes interrogantes, entre los primeros nos preguntamos si los análisis vinculares, en
tiempos de pandemia y cuarentena, tienen peculiaridades distintas de aquellos que veíamos antes de la
Covid19. Observamos que esta pandemia nos enfrenta a un presente y un futuro temidos poniendo una lupa
en el temor al contagio, la muerte, la incertidumbre, la vulnerabilidad y la pobreza con sus diferentes
presentaciones.
Niños, adolescentes y adultos ven trastocadas sus costumbres y habitualidades. Los niños juegan, sueñan,
crean, aprenden, pintan, dibujan. Se los puede ver sorprendidos, asustados, regresivos, inquietos,
confundidos, encerrados…. sin comprender muchas cosas y lejos de sus pares. Los adolescentes, deprivados
del contacto con sus pares, vínculo esencial en esta etapa, oscilan entre incrementar el aislamiento con el
resto de los convivientes o transgredir las reglas. El home-office, el cierre de guarderías y colegios, obligó a
padres, niños y jóvenes al encierro. La sobrecarga de los padres debida al acompañamiento escolar virtual, el
trabajo doméstico, el trabajo profesional, ha generado todo tipo ansiedades. La convivencia 7x24 aproximó a
los integrantes de las familias muchas veces favorablemente y, en otras, de un modo dramático. La intimidad
se encuentra invadida o defendida con gran trabajo. Por otro lado está el dolor por el aislamiento de la familia
primordial, de los abuelos, tíos, amigos y el resto de las actividades sociales. Se tiene excesiva información o
desinformación, fake news que nos enfrentan con el temor al porvenir económico y social, con angustia,
depresión, trastornos del sueño, desórdenes en la alimentación, alteraciones en el comportamiento, violencia
de género etc.
¿Cómo saber qué efectos tendrá y qué marcas subjetivas advendrán? Nos implica como analistas estar
abiertos a novedades como así también escuchar las repeticiones. Vemos que estamos viviendo en un
espacio-tiempo trastocado que marca lo no anticipatorio, lo impredecible. Transitamos un momento traumático
del que aún no podemos decir nada y es importante no empujar a decir, tanto a los pacientes como a nosotros
mismos como analistas. Estamos en el terreno de la vivencia, de la pérdida y también de lo novedoso aún no
hecho experiencia, por lo tanto consideramos que nuestra posición analítica sería mantener los interrogantes
sin saturarlos de significaciones. Reconocemos también que resulta costoso realizar toda nuestra práctica
frente a una pantalla. ¿Cuál es la relación con el cuerpo en la pantalla? ¿De qué cuerpo hablamos? ¿Algo se
pierde? ¿Dónde transcurre el análisis? La función analítica en la mente del analista ¿se mantiene invariable?
“Adentro y Afuera” al mismo tiempo. Espacio de lo extimio del campo analítico que sucede con características
distintivas. ¿Necesitamos otro tipo de encuadre de índole situacional? ¿Diferentes dispositivos ad-hoc?
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Todo ser humano desde el nacimiento y, en la aventura de vivir, debe afrontar la incertidumbre pero ¿es la
misma incertidumbre de la que hablamos hoy? Incertidumbre y proyecto se entretejen para paliar la angustia.
Hay sujetos que necesitan o suponen poder tener bajo control todo acontecimiento, sensación ilusoria de
poder controlar su vida y la de su entorno, realizando proyectos, intentando procurarse seguridad o
certidumbre a través de planificaciones a futuro. El malestar que atraviesa la sociedad actual es que se
enfrenta, una vez más, con la imposibilidad del control de la naturaleza, del cuerpo, de la relación con sus
semejantes. Si bien ha sucedido así desde el principio de los tiempos, la pandemia y la cuarentena hacen
temblar las habitualidades a las que estábamos acostumbrados y daban esa cierta ilusión de seguridad y
continuidad.
La propuesta del Simposio acerca de lo infantil nos llevó a pensar en diferentes abordajes sobre este tema.
Hemos tratado de enhebrar los distintos aspectos de lo infantil reprimido, de lo infantil actualizado y de las
producciones nuevas vinculares que no remiten a lo originario. Intentaremos mostrar, a través de viñetas
clínicas o series televisivas, la diversidad con la que se expresa lo infantil en la clínica vincular.
Viñeta 1: Marta le decía a su esposo cómo debía limpiar los fines de semana según el estilo de su familia y
Esteban pretendía que Marta manejase el dinero de la manera que lo hacían sus padres.
Viñeta 2: en la serie ‘’Tratame bien’’, capítulo 4, se muestra una pareja en sesión Sofía y José atravesando
una crisis. Sofía quejándose de que su madre nunca le había dado un abrazo, ni una caricia. Había sido el
aniversario del fallecimiento de la madre de José y éste la recordaba como una mujer muy buena, ama de
casa, sencilla y seguidora del marido pero, para Sofía, fue una mujer anulada por su esposo. Se ve, en esta
sesión, la dificultad que tienen como pareja para poder hablar acerca de ellos. Cada integrante, estaba muy
unido a sus vínculos primarios. No había lugar para producir algo novedoso. Se dan cuenta que están
repitiendo el modelo de ambos padres. Si prevalece lo endogámico, es difícil que lo nuevo y lo común a la
pareja tenga espacio.
M. Spivacow alude a una madre que, en la infancia, funciona como un ente exterior al bebé y que el
psiquismo de ella va a producir “incrustaciones” en el psiquismo del niño. Este va a funcionar con las palabras
y los códigos que le “prestan” los adultos, repitiendo “sin entender” las palabras y frases que no van a
desaparecer, ya que se mantendrán a lo largo de la vida adulta’’. Para que una pareja o familia pueda armar
algo nuevo, se debería pensar en la creación de un espacio- tiempo que dé lugar a una deconstrucción,
posibilitando así un intercambio lúdico en el que se puedan desplegar nuevas ideas, sentimientos y
pensamientos.
Estas viñetas también nos evocaron el concepto de ‘’enamoramiento’’, como modo fundante de las parejas de
la modernidad. En dicho estado se tiende a una complementariedad perfecta y se juega al máximo la
idealización, se sobrestima al objeto amado. Esta etapa conlleva una pérdida de los límites del yo y el anhelo
de una fusión total con el objeto. Hay una investidura libidinal hacia al otro promovida por la falta y nace
entonces el deseo de encontrar-reencontrar el objeto ideal que garantice cierto recubrimiento de la vivencia
humana de desamparo. Inevitablemente sobreviene la desilusión y cada vínculo tendrá que tramitarla de
acuerdo a la modalidad vincular que predomine en ellos.
Sabemos que en los escenarios clínicos vinculares coexisten las marcas de la historia infantil junto a algo
nuevo. Se juegan tensiones entre lo representado y aquello indeterminado que se presenta. La creación
vincular, cuando se logra, surge en el espacio ‘’entre’’ los integrantes de un vínculo, se construye entre la
representación y la presentación, entre lo psíquicamente determinado por la historia infantil y lo
indeterminado que se impone como alteridad: lo ajeno del otro y de uno mismo. El vínculo aporta un plus que
no puede reducirse la historia pasada de sus integrantes. Es novedoso y capaz de producir efectos inéditos.
Da cuenta de un movimiento subjetivo que se apoya en la alteridad de sus participantes.
Una primerísima apreciación es que la pandemia y su cuarentena concomitante, serían una ocasión prínceps
para que “lo infantil” advenga como figura sobre fondo y sin embargo hay quienes logran habitar un espacio
creativo conjunto. Veamos viñetas ilustrativas:
Viñeta 3: Un matrimonio con veinte años de casados consulta por cotidianas peleas que ocurren desde hace
largo tiempo. Ella cuenta que en las vacaciones él estuvo insoportable. El, gritando dice que, ahora cuando
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van a la playa, cada uno se acuesta en una lona distinta cuando antes tenían una para los dos y estaban
juntitos y también que cuando salen de la playa, ella va adelante mirando a todos los hombres y él va atrás
cargando la sombrilla y la heladera. Ella comenta que las lonas están una al lado de la otra y que ella miró a
alguien porque le pareció conocido. El grita a la terapeuta, que había dicho algo en relación a la no
aceptación de los cambios:- ¡no me entendés! Antes usábamos la misma lona y estábamos juntos. Se levanta
y se va. Después de esa sesión, avisa que no van a seguir con la terapia y si le deben igual esa clase.
Esta pareja parece sufrir por creer que lo que antes tenían era mejor y que ahora lo han perdido. Les resulta
imposible incluir el paso del tiempo y aceptar la alteridad. Del ser Uno, juntitos y bien pegados del
enamoramiento se fue dando lugar a una diferencia que no puede ser aceptada y que por eso lleva a la
esterilidad vincular incluyendo al analista que, como integrante del vínculo que allí se produce, queda
también descartado.
Acordamos que los vínculos poseen potencia transformadora de las subjetividades en juego en la medida en
que pueda producirse una suspensión de lo conocido del otro y de sí mismo para dejarse impactar por lo que
se presenta.
En los vínculos, según J. Puget, habrá siempre algo excedentario al sujeto y será necesario ‘’crear un espacio
de diálogo y procedimientos adecuados para ir apropiándose de lo que va sucediendo y poder habitar un
lugar, sin que ello implique un habitarlo para siempre’’ Habla de ‘’inquilinos temporarios’’, no de dueños.
Viñeta 4: A una pareja que tenía fecha de casamiento, contratada una gran fiesta y comprados pasajes para
pasar la luna de miel en el extranjero, los sorprende la pandemia con todo organizado pero aún sin
decretarse la cuarentena. Ella quiere seguir con los planes tal como los habían previsto. Él no quiere viajar,
está aterrado. Teme por lo que pueda pasar, teme por sus padres y por los hijos de su primer matrimonio. No
quiere dejarlos. Ella niega la gravedad de lo que ya está ocurriendo en otras latitudes. No puede entender
razones, llora, se angustia y se enoja mucho con él por frustrarle las ilusiones largamente ambicionadas. Se
declara la cuarentena con sus prohibiciones de casamientos, fiestas, reuniones, viajes, etc. Ella está
desolada, él aliviado.
Hay varias sesiones con un clima cargado de reproches hasta que, en una sesión, ella dice que la cuarentena
les vino muy bien, que están muy bien. El coincide con ese bienestar. Se plantea un nuevo problema, pero
en esta ocasión ensayan diferentes alternativas que construyen juntos, proponiendo una solución que les
satisface y que se espeja en el proyecto de construcción de una nueva casa.
Para esta pareja la pandemia, en un primer momento, tuvo un efecto devastador porque barrió con un
proyecto que habían atesorado largamente. Así este ¿acontecimiento?, ¿trauma?, impensado e impredecible,
produjo un vacío de significaciones. En un principio no pudieron alojar la novedad ni tampoco las diferencias
entre ellos. Pero la cuarentena, como ley, y el análisis como lugar para pensar y ser pensados, fue
produciendo sujetos que emergen en el encuentro. Van siendo capaces de habitar el lugar de pareja que
creen ser en la que se alojan las posturas de cada uno.
Viñeta 5: Ismael y Amanda hace 25 años que están juntos. Cuentan cómo se sienten en la nueva
cotidianeidad en el contexto de pandemia. Describen con entusiasmo el día a día compartido y transcurridos
en armonía, situaciones que los tranquilizan en la suposición ilusoria de que así no surgirán conflictos. En la
sesión, Ismael dice que está convencido de que si hace las cosas bien podrá ser mirado como una buena
persona, en esto dice que se empeña, no obstante a veces siente que Amanda piensa que él vale poco, a
continuación recuerda que su madre le requería que se capacitara, que siguiera una carrera. Amanda,
sorprendida por lo escuchado, dice sentirse cuidada y protegida por Ismael y que eso le gusta, que la remite
mucho a su padre y a la relación que dice haber tenido con él de sentirse requerida y mirada de niña y que las
cosas que la enojan de Ismael responden más a los vínculos idealizados por ella que a la realidad objetiva.
Comentan la decisión buscar una solución para poder mancomunar los bienes materiales de ambos para
ordenarlos por si alguno de ellos muere.
Inevitablemente una parte de lo infantil tendrá resonancia en los vínculos. Jugarán en lo intersubjetivo
aquellos aspectos que pertenecen a los tiempos de constitución del inconsciente, pensado como producto de
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cultura, que se da en la relación sexualizante con el semejante y que contiene las primeras representaciones
inscriptas.
S. Freud nos dice que ‘’…los estados primitivos pueden restablecerse siempre, lo anímico primitivo es
imperecedero en el sentido más pleno”. (1915) T. XIV pg. 286 Se puede retornar a esos estados primitivos, a
sus contenidos identificatorios, a sus elecciones de objeto o a otros momentos del desarrollo. En situaciones
de apremio, zozobra, de sentimientos de vulnerabilidad, de conflictos, suelen ponerse en funcionamiento
viejas inscripciones. En la viñeta de referencia, se visibilizan algunos aspectos de esos funcionamientos que,
al ser semantizados e incluidos en el discurso del conjunto, dan lugar a transformar el malestar que provocan
en nuevos significados. Con la irrupción del coronavirus, la posibilidad de la muerte se hace “real”. Ante la
incertidumbre crean nuevas estrategias en el día a día, arman teorías con lo disponible de experiencias
anteriores, trabajan aspectos que consideran pendientes.
Nos interesa tomar también el aspecto no de lo infantil en las parejas. Tomamos la visión de D. Winnicott; R.
Rodulfo y otros autores que enfocan lo infantil, no sólo desde la perspectiva pulsional repetitiva, sino desde un
aspecto concomitante que tiene que ver con el niño jugando. Un jugar que produce novedad ya que el juego,
no sólo actualiza situaciones no resueltas sino también, es una de las instancias de subjetivación del niño en
construcción.
Viñeta 6: Mario y Josefina, ambos de edad avanzada se encuentran cumpliendo con la cuarentena en forma
estricta. Josefina optimista por naturaleza, Mario con características depresivas. Entre ambos han
podido construir espacios creativos y de juego. Este espacio lúdico, Infantil los lanza cada vez hacia un
futuro más esperanzador que el actual, que los atemoriza. Inventan para salir de la preocupación por la
pandemia, el presente y el futuro, un mensaje de amor y de esperanza para todos los seres queridos. Graban
una canción y crean un espacio de juego virtual compartido, sin censuras, ni idealizaciones, solo saber y
poder jugar. Este pensar de a dos produce ideas que no pertenecen ni a uno ni a otro y que actualizan y
motorizan la creación vincular.
Podríamos decir que Mario y Josefina se atrevieron a profanar el bell canto a través del juego, quitándole lo
sagrado de la perfección para inventar otra finalidad, otro sentido, un sentido creado por ellos.
I.Lewkowicz menciona tres nociones que afectan la subjetividad contemporánea y que parecen muy
pertinentes en estos tiempos de pandemia-cuarentena. Habla de la noción de catástrofe a partir de otras dos
categorías: trauma y acontecimiento. En las tres algo irrumpe y produce cambios que requerirán un nuevo
lugar. El trauma no admite un apronte angustioso y excede las posibilidades del aparato psíquico que, sólo
con el tiempo, podrá adquirir alguna respuesta elaborativa. El acontecimiento, posibilita diagramar una
respuesta novedosa frente a lo que acontece, permitiendo así un cambio en la subjetividad. En la catástrofe
hay un sujeto devastado, sin recursos Puede quedar sólo una experiencia de vacío.
Los psicoanalistas estamos acostumbrados a trabajar en y con la incertidumbre, pero percibimos que, en
pandemia y aislamiento, los niveles de incertidumbre no son los mismos con los que trabajábamos
habitualmente. Esto nos lleva en un no entender, a un no teorizar ni saturar con interpretaciones lo que en
realidad no conocemos ni sabremos sus consecuencias por mucho tiempo. ¿Qué hacemos entonces los
psicoanalistas? ¿Sólo acompañamos a los pacientes o nos acompañamos nosotros mismos junto a ellos para
pasar los miedos, los no saberes? Estamos tratando de comprender con los recursos teóricos con los que
contamos pero, ¿seremos capaces de abrir nuestras mentes, nuestras teorizaciones y nuestra caja de
herramientas a la espera de nuevas significaciones?
Estamos frente a un tiempo detenido y a su vez progresivo en busca de salidas de todo tipo, tiempo que en
muchos casos, impulsa a la creatividad, a reinventarse, a intentar sustituir los vínculos presenciales por los
virtuales. Tiempo que está creando nuevas instancias de subjetivación que quizás podremos interpretar en
otro espacio-tiempo.
Lo Infantil nos invade por momentos, permitiendo refugiarnos en anclajes conocidos, amparadores pero
también nos da la oportunidad de ser curiosos, crear e investigar este mundo tan incierto en el que
repentinamente se convirtió nuestro hábitat y nuestro contexto.
112
SIMPOSIO APdeBA 2020
Nos preguntamos finalmente qué efecto tendrán todos estos cambios en los vínculos familiares, en las
parejas, los grupos, en las políticas y en lo social.
Referencias bibliográficas
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MCs3DY TiiY
- Berenstein I. Devenir otro con otro/s Buenos Aires, Paidos; 2004
- Berenstein I Del ser al hacer (2007) Buenos Aires. Paidós
- Bleichmar Silvia: Los orígenes del sujeto ps íquico. Del mito a la historia. Amorrort u Ed.1984 (1993)
- Bleichmar Silvia:(1993) La fundación de lo inconsciente. Destinos de la pulsión, destinos del sujet o. Amorrortu Ed.
(1998)
- Freud S. (1915) De guerra y muerte. Temas de actualidad. 1915. Amorrortu Ed. V. XIV pg.286
- Freud S. (1927-1931) El Malestar en la cultura. Vol XXI. Amorrortu Ed.
- Lewk owicz, I. (Julio 2002) Traumas, acont ecimientos y catástrofes en la historia. Página 12.
- Moguillansky R. (2017) Fuentes y orígenes de los bienestares y malestares (del amor) en la pareja moderna. Buenos
Aires.
- Moreno, J. (2014) La infancia y sus bordes. Un desafío para el psicoanálisis. Buenos Aires. Paidós. Primera edición.
- Puget, J. (2015) Subjetivación discontinua y psicoanálisis. Lugar Edit orial.
- Puget- Berenstein:Psicoanálisis de la pareja matrimonial. Buenos Aires: Paidós
- Rodulfo, R. (2013) Andamios del Psicoanálisis-Lenguaje vivo y lenguaje muerto de las teorías psicoanalíticas. Bs. As.
Paidós.
- Spivacow M. (2011). La pareja en conflicto: Aportes psicoanalíticos. Buenos Aires. Paidós.
- Spivacow M. (2011). “Conflictos en las parejas en el tratamiento individual” Rev. de Psicoanálisis. V.XXX nro. 23 pp
347-364
- Spivacow M. (2012). Clínica psicoanalítica con parejas. Ed. Lugar
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injusto y hostil. Cuando L. tiene ocho años , su madre constituye una nueva pareja y familia con sus dos
medios hermanos. L. los sigue considerando como los que se entrometieron en la relación entre ella y su
mamá.
L. refiere que siempre fue gordita, tímida y siempre tapada aunque hiciera calor.
A los 15 años….
Descubre como comer sin engordar: vomitar, y hacer mucha actividad física para consumir las calorías que
había ingerido.
A los 15 años… viaja con su madre, con gran ilusión para ver a su papá (con quien hablaba telefónicamente
desde los 13 años) y tener su fiesta de 15 años en la provincia donde el vive, alentada por sus tías paternas
Se siente en un cuento de hadas, pero su padre se rehúsa a asistir. Conoce a su media hermana delgada,
bella y desea ser así : su Yo ideal :.linda, flaca y aceptada por papá.
A los 15 años….descubre, junto a su grupo de amigas, que al ser delgada puede ser mirada por un chico
sexualmente .A los 15 años debuta como mujer. Se pone de novia con Jorge , continuando con esta relación
hasta la actualidad. Se siente mujer.
Podemos decir que sus problemas con la alimentación, son la traducción de problemas con su sexualidad. El
conflicto entre ser gordita y “tapada” o ser delgada,”destapada” y deseada L. Vacila entre dos posiciones: el
ser un objeto narcisista con un amor incondicional como la que la une a su madre o ser un objeto de deseo
sexual para el sexo masculino.
L. pertenece a una cultura donde el hombre y su pene, son inestables , traen problemas y donde ser mujer
implica servirlos y hacerse cargo de los hijos.
Desde chica, L quiere ser médica. “Yo nací para eso”. Su mamá le dice:”Traéme el título”.
L. se debate entre dos violencias de interpretación: Violencia de género?, Violencia cultural?, Violencia
naturalizada, invisibilizada por los” usos y costumbres”. Violencia que no puede ser sentida , pensada, mucho
menos denunciada. Solo puede ser actuada.
Ser médica es lo que L. “debe ser” para compensar el esfuerzo que hizo su madre por darle la vida, el
sustento económico y debe darle el título de médica que por su “culpa” ella no pudo obtener y para
demostrarle a su padre que ella puede ser y tener lo que el pudo lograr..
Pero ser médica también significa traicionar a su madre, abandonarla, como lo hizo su padre y no cumplir con
ser la heredera mujer de estar al servicio de la casa y de los hombres.
L. vive permanentemente en conflicto, abrumada por tratar de pertenecer a dos mundos irreconciliables. Ser
hija, pobre como mamá y “servir” a los hombres o ser médica exitosa social y económicamente pero también,
fría e hipócrita como papá, donde el Ser se confunde con el tener. Siempre está traicionando a alguien,
siempre está traicionándose. No pudiendo identificarse con la madre ni con el padre.
No encuentra “SU” medicina. Promediando el año y medio de análisis L. descubre por primera vez que algo
que estudia en la facultad, le causa genuino interés, curiosidad: la diabetes que la lleva a la enfermedad de su
abuelo (Papaleo), a sus largas vacaciones de su infancia en Perú , al patio con sus olores y colores, a su
idioma, a comprender que su mamá no era mala porque no lo dejaba comer a su abuelo, sino que lo estaba
cuidando. La diabetes le permite hacer de nexo con su historia, y los recuerdos de su infancia van
sumándose y vivenciándose , sesión tras sesión. Y L. siente que “ama” la diabetes.. La diabetes le permite
que Medicina cobre vida en su vida. Sea elegida, sea suya. No es más la Medicina, pobre, discriminada, que
abandonó su mamá, ni la elitista e hipócrita que eligió su papá. La diabetes , le permite salir de la pasividad de
su elección. Restaura el narcisismo, encuentra su deseo, puede pensarlo, vivirlo, revivirlo y elaborarlo ,
condición necesaria para no pasar al acto. Como el acto de ser expulsada del colectivo, dos pareadas antes
de llegar a la facultad y no ir a rendir el exámen que la acerca a ser como papá o alejarse de mamá.
Con la diabetes L. hace una filiación:”Ilusión simbólica inconsciente por medio del deseo, uniendo el presente
con el pasado en un acto de transferencia”(C. Moguillansky, 2019). La vocación de ser médica era un conflicto
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En la práctica psicoanalítica inicial, que S. Freud construyó en base al tratamiento de pacientes neuróticos de
transferencia adultos, el lugar y los desplazamientos de los cuerpos de paciente y terapeuta estaba planteado
al modo de variables fijas, y fueron objeto de control y vigilancia. El cuerpo, sobre todo el del analista, debía
quedar afuera de toda consideración, y el del paciente podía ser objeto de predicamento toda vez que
expresara o visibilizara contenidos de su mundo interno. El cuerpo, público y propio, como la familia del
paciente designado, fue considerado como inapropiado para la reflexión analítica, y su irremediable presencia
anticipaba problemáticas de efectos resistenciales.
El trabajo clínico con niños (y adolescentes) sacudió muchos tabúes que se habían forjado en las primeras
décadas de labor psicoanalítica. Este acontecimiento permitió interrogar muchas nociones y estimuló la
creación de nuevos conceptos y criterios técnicos. Actualmente asistimos a otro acontecimiento: el aumento
del teleanálisis en época de pandemia, y que coexiste, en determinados lugares y circunstancias, con el
clásico análisis presencial. La presencia del cuerpo, como algo con el que hacemos, nos hacemos y nos
hace(n) en el análisis es nuevamente problematizada.
No me interesa, en este trabajo, debatir acerca de la legitimidad del teleanálisis, al que considero otro análisis
genuino. Sí puntualizar, a la luz de estas recientes experiencias, qué aspectos del cuerpo del cuerpo del
paciente y del terapeuta, productores de sentido, quedan resaltados o intensificados, qué aspectos pueden
quedar alterados, y cuáles otros son hallazgos inéditos generados por las particulares situaciones del
teleanálisis y las circunstancias familiares y sociales que están deviniendo. Me voy a detener, entonces, en los
elementos que particularizan estas situaciones clínicas y los diferencian del psicoanálisis presencial. Me
moveré, así, entre cierta continuidad y una estimulante ruptura.
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En el teleanálisis realidades físicas, familiares y sociales, que habitualmente pasan desapercibidas o son
invisibilizadas en el análisis presencial, encuentran ocasión de hacerse presentes y molestar escuchas
anticipables, con ruidos estrepitosos en ocasiones.
Prefiero ilustrar mis ideas con viñetas de tratamientos, sobre todo con niños, pues ellos muestran
abiertamente la importancia de la exploración de los cuerpos propios y ajenos, de sus capacidades, poderes y
funciones, y de los espacios y territorios que necesitan y desean explorar en un nomadismo lúdico
subjetivante compartido, en el mejor de los casos.
La percepción de estos cuerpos (construcción, antes que simple dato manifiesto natural o inferencia de algún
elemento latente defendido) es ahora ostensiblemente parcial. Los cuerpos que las pantallas recortan
visibilizan lo limitado de nuestro registro. En mi experiencia, y en la de otros colegas, solemos presentarnos
usando planos que, en el lenguaje cinematográfico, nos remiten a lo que llaman “primer plano” o al “plano
medio”. Es decir, acentuamos el rostro, y su capacidad expresiva en una atmósfera cálida y confiable o nos
centramos en nuestra imagen desde la mitad de nuestro cuerpo. Ambas imágenes nos resultan familiares, y,
sobre todo la primera, nos representa. Es la imagen que ilustra nuestro DNI, aquello que documenta quien
somos, ante los otros y, también, frente a nosotros mismos. No deja de resultar llamativo, también en relación
al segundo, que ese” adulto-de-la-cintura-para-arriba” en la pantalla, que algún video reciente denuncia
humorísticamente, nos da la ilusión, pese a tratarse de perspectivas segmentadas, de totalidad o completud.
Esta impresión reaparece cuando estamos frente a un paciente adulto que se expone de un modo semejante.
A veces esta composición habitual, que se impone “por defecto”, se altera y sintomatiza, al modo de un acto
casual. Veamos un ejemplo que me acerca una colega latinoamericana. Se trata de una joven pareja que
consulta a partir de haber descubierto la mujer que, al revisar el celular de su esposo, encuentra notas que
muestran que su marido le ha vuelto a ser infiel, a pesar de su previo arrepentimiento y de garantizarle que no
volvería a pasar. En su pantalla la terapeuta ve a la mujer ocupando el centro de la misma, y, sentada, su
cuerpo se acerca por momentos al calor de los apasionados argumentos con los que se queja de su situación
y muestra cómo se siente humillada y mancillada por la nueva traición “de este hombre”. El esposo está
sentado de tal modo que sólo fragmentariamente aparece en la pantalla. Está visiblemente incómodo, calla la
mayor parte del tiempo, su mirada elude la pantalla y tampoco sigue los dichos de su mujer. Es interesante,
en éste y otros casos, el correlacionar lo que estas impresiones nos dicen con el relato verbal del paciente
designado, en este caso, de la pareja en cuestión.
Cuando comienza la sesión un niño, sólo al principio la imagen puede parecerse a la recién mencionada,
sobre todo cuando la madre, el padre u otro adulto significativo, ha organizado técnicamente el contacto con el
terapeuta, a través de un notebook o, más frecuentemente en mi experiencia, a través de un celular. Ni bien el
paciente se adueña de la situación o toma un abierto protagonismo, advertimos que su cámara deja atrás
muchos convencionalismos y cuidados formales sociales, y se transforma en un ojo que va a presentarnos la
problemática acotada sobre la que le interesa que reflexionemos. En algunos latentes que tienen un dominio
sobre su angustia pueden estar sentados un tiempo prolongado mientras dibujan o juegan un juego reglado.
Las imágenes no narran predominantemente su decir verbal sino su hacer lúdico o gráfico. Un niño ansioso
tomaba el celular con el que se conectaba con el terapeuta, y lo agarraba ,mientras daba vueltas a velocidad
por su cuarto, balanceando su cuerpo hacia uno y otro lado, mientras anunciaba: “ Con ustedes, el Mono
Loquibambio”, luego atravesaba la cocina mientras contaba que extrañaba las clases de gimnasia en el
colegio. Al llegar al living tomaba una soga y saltaba con ella, dejando el celular sobre una mesa, mientras el
terapeuta escuchaba cómo comentaba qué saltos le salían y cuáles no. Luego, dejó la soga tirada, tomó
nuevamente el celular y fue al patio de la casa. Dejó ahora el celular sobre una mesita baja, apuntando la
cámara hacia un sector del piso y anunció que va a mostrarme cómo progresó en natación, y se tira sobre ese
sector y empezó a mover su cuerpo como si estuviera en una pileta de natación, Queda resaltado, en estas
situaciones, el estar participando como testigos calificados que damos cuenta de la experiencia vincular y del
análisis de los conflictos de su mundo interno (la lógica del Dos y la del Uno, de acuerdo a las teorías de I.
Berenstein y J. Puget)..Los cuerpos de paciente y terapeuta quedan implicados en operaciones de imitación,
igualación ,complementación y suplementación.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
Una madre acompaña a su hijo de cinco años en su primera hora de juego. Temas que preocupan a los
padres: berrinches, intolerancia a la frustración, les pega a sus compañeros del jardín, por lo que está aislado
socialmente, se golpea la cabeza cuando se enfurece, rechaza los límites. La madre le presenta a la
terapeuta, pero él está tratando, infructuosamente, de armar algo. Aparece el padre y le propone construir
torres con unos bloques. Empiezan a hacerlo. El padre pondera la suya: es más alta, tiene ciertos detalles. El
hijo, que muestra una menor destreza y una torre más sencilla, empieza a discutirle. Por momentos se gritan.
El padre dice que está aburrido y que se va a ver televisión. El hijo sigue muy nervioso. Por un acto
sintomático, tira involuntariamente su torre. Enojado, comienza a patear los bloques…
Al comenzar la segunda hora de juego, la terapeuta se encuentra con el niño sentado a upa de su madre. En
una escena de granja, se queja, mientras sostiene un caballo, que la vaca es mala porque le inunda de leche
la casa y porque juega con el toro, pero que al caballito nunca lo invitan.
Del material que trabajamos con la colega que me lo facilitó, y que yo acoté a los fines del trabajo, y que
sugieren qué elementos de la dinámica familiar pueden influir en la preocupante conducta del paciente
designado, voy a destacar sólo un aspecto. La posición física en la que la díada madre-hijo inician ese
segundo encuentro muestra que la separatividad y diferenciación es una problemática que esta familia no
puede tramitar. La subjetivación del hijo queda también afectada por esta situación. Desde el mundo interno
del hijo pensaríamos en alteraciones yoicas y problemas madurativos emocionales. Desde lo vincular
pensamos en posiciones fijas de dominación y sometimiento que no hacen lugar al pensar juntos y al
reconocimiento de diferencias subjetivantes.
Es diferente para el paciente designado (y no sólo para él) la significación de la terapeuta que se presenta en
su imaginación, que la que impone su presencia en una entrevista presencial, y ésta seguramente es
diferenciable de la que se presenta a través de una pantalla. Este último recurso requiere más labor psíquica y
puede ser fuente de mayor resistencia, al alejarse de lugares familiares y consagrados por el uso. Desde
posiciones conservadoras se rechaza estas “nuevas realidades”. Los pacientes que por dificultades
personales no aceptarían la posición de estar acostados en un diván sin ver al terapeuta, no aceptan la
mediación de la pantalla. Decía una adolescente: “Prefiero esperar y vernos como antes. Me desarrollo más
ante un trato personal. No se me da lo de la virtualidad”. En algunos casos de teleanálisis se hace más
intensa la resistencia a la vincularidad. En el caso de la familia anteriormente mencionada, tal como la
muestra la posición corporal de la díada, hay una dificultad en moverse y abrirse hacia otros afuera ,menos
opresivos y peligrosos, y más confortables y agradables.
Es posible que el niño pueda, en su imaginación, anular o desdibujar la diferencia entre la presencia
presencial del terapeuta y la presencia virtual (en la pantalla) del terapeuta, sobre todo en ciertos climas
emocionales y frente a la intensidad de determinadas fantasías. Es importante examinar qué se puede pensar
y hacer con el paciente para que estas distinciones puedan ser aceptadas. La imposibilidad de tener las
sesiones habituales no era la única privación que las condiciones sociales agregaban a las familiares y
personales, y por las que resultaba frustrado en sus deseos Tito, un paciente severamente perturbado. A
veces iniciaba una sesión pasando cerca de la pantalla un helado o una galletita que estaba comiendo
mientras decía: “ Sufra,sufra! “
Yo, desde un personaje ávido, perjudicado, quejoso e irritado, trataba inútilmente de manotear para alcanzar
algo, mientras lamentaba mi suerte, viéndome perdedor y reconociendo la imposibilidad de hacerlo por una
distancia que no podía eliminar.En el espacio compartido, la golosina muestra lo no común ,eso diferente de
un sujeto que no es asimilable por el otro.
A veces es el mismo analista que debe convivir con esa distancia, que se le hace apenas soportable, cuando
debe dolorosamente admitir esa restricción en el poder brindar una deseada tranquilidad, contención,
protección y cuidado al paciente. Un ejemplo de esta situación me la relataba recientemente una colega.
Estaba en sesión con un paciente que utilizaba el celular que le había prestado la tía. El paciente, en un clima
angustiante, le decía que tenía que hablar en voz baja para que su mamá no lo escuchara. Había dejado la
luz apagada y se había hecho el dormido, esperando el momento en que regresara la tía. La madre había
vuelto a su casa alcoholizada, y, en la cocina, seguía tomando. Estaba muy nerviosa, le decía, y discutía con
el novio por teléfono. Le gritaba que no iba a permitir que la siguiera engañando. En un momento de furia
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SIMPOSIO APdeBA 2020
había tirado al piso, y destrozado, una fuente de loza. Disimulaba porque no quería que entrase en su
habitación y, por cualquier motivo, lo retara y le pegara Por suerte, poco tiempo después que finalizara la
sesión vendría la tía. La terapeuta le decía, en ese clima dramático, que ella lo iba a seguir acompañando, y
que si tenía que cortar la volviera a llamar ni bien pudiera y que le dijera a la tía que se ponga en contacto con
ella ni bien le resultara posible.
Tengo la impresión que en el encuentro a través del teleanálisis nuestros cuerpos están más expuestos,
menos “producidos”, con menor elaboración secundaria, y que ilustran un diferente clima de intimidad y
confianza. Es interesante y emocionante ver, en los análisis, hasta qué punto los adolescentes y los niños se
comprometen con preservar la privacidad de la experiencia. Y el mismo analista tiene que examinar sus
criterios y valores al respecto. Una colega me relató que, en una sesión con una niña, ésta la comenzó desde
su habitación, pero luego realizó una especie de “visita guiada” por su casa. Cuando la terminó, hablaron
acerca de las impresiones de ambas. En un momento la paciente se detuvo y le preguntó como era su
dormitorio, y , tras una breve vacilación, la terapeuta aceptó la propuesta y se lo mostró. La paciente satisfizo
su curiosidad y pasó a otros temas. Esta intervención es, como muchas, riesgosa. Cuestiona el criterio de la
neutralidad del analista y abre un interrogante acerca de cómo entender la regla de abstinencia. En estos
vínculos frente a frente irrumpe un clima de horizontalidad no jerárquica y de diferencias que no son opositivas
y que pueden situarse en alternativas no binarias.
La aceptación de las circunstancias actuales del paciente, de sus problemáticas y conflictos angustiantes, y la
plasticidad y creatividad en sus intervenciones, que caracterizan todo análisis, también es requerida en las
terapias on line. Pero, como dije, muchos adultos se resisten a aceptar las diferencias, aún las que im ponen
las actuales circunstancias. No sólo quieren mantener los tradicionales usos sociales sino también aspiran a
reiterar las formas que previamente integraban la experiencia terapéutica. Prefieren el contacto telefónico o, si
incluyen la imagen, evitan mirar la pantalla que muestra el rostro del terapeuta. En algunas ocasiones, el
paciente se recuesta y pone la pantalla atrás suyo, imitando la icónica figura del “paciente-en-el-diván”.
En la medida en que el terapeuta está más expuesto como persona, se pueden llegar a intensificar la
afectación corporal del analista por el clima emocional de la situación analítica. Cuando el paciente es tomado,
en una relación de objeto, como un resto diurno privilegiado por el terapeuta, que reacciona al activarse una
estructura defendida temprana, hablamos de respuesta contratransferencial. Pero si es estimulado por alguna
particularidad del paciente que lo afecta como persona otra, éste singulariza una interferencia emocional
compartida. Por ejemplo, puede llegar a sentir irritación o tensión ante el modo en que una madre controla e
impone qué ha de hacerse y cuándo en una sesión en la que su hija y una empleada doméstica están
presentes y acatan sus directivas. O puede resaltar detalles de su aspecto físico o de la ropa que el paciente
usa o del impacto estético que ésta le produce.
La llegada inesperada de otro cuerpo a veces puede hacer presente la porosidad de la distinción entre
espacios, el interjuego entre lo interno y lo que está afuera. En un momento determinado, en la sesión con un
niño, aparece su perro. Mientras lo toma y acaricia, el paciente se queja: el perro es malo, porque le mordió
los cables del auricular, y por eso tuvieron que comprarle otro. En la misma sesión, un poco después, el chico
llegó a reconocer que él mismo, cuando se enoja, rompe cosas suyas, o de otro con quien se peleó, a
propósito.
En síntesis, en estas circunstancias sociales y familiares, en que las circunstancias económicas y culturales
acentúan la incertidumbre, la fluidez y la fragmentación, el cuerpo suele aparecer como una presencia sólida,
continua, integrada y estable. Se lo suele naturalizar como previsible referente identitario y como base de lo
propio y lo apropiable. Estas experiencias inéditas y lo novedoso del teleanálisis nos invitan a interrogar cómo
aparece el cuerpo en los vínculos y cómo va alojándose en distintos espacios en los que operan diferentes
lógicas heterólogas.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
El dispositivo, instrumento que valorizamos y diferenciamos del encuadre, se nos va imponiendo como una
organización de experiencias y datos que visualizan problemáticas que van aconteciendo en la situación
analítica. Discontinúa y altera previas imposiciones, subjetivantes y patógenas, y reclama una renovada
configuración, que aloja los cambiantes posicionamientos de los sujetos que en él se hacen presentes.
Ilustramos estas reflexiones con una viñeta clínica.
José solicita un turno para su hijo menor Tomás, que se encuentra en edad de latencia y que “está
presentando problemas y ensucia los calzoncillos”. Asiste a la entrevista y agrega que se encuentra separado
desde hace años de la mamá del niño, que tienen otra hija mayor que se llama Matilda, también en edad de
latencia, que le preocupa pero que más le inquieta Tomás porque él observa que “tiene dificultades, que se
ensucia, que es retraído y que tiene problemas de autoestima”. De la mamá de los niños 43, Estela refiere que
con ella hablaba poco y lo necesario, que le pidió realizar una consulta psicológica pero que ella lo ve como
propio de la situación actual y que cree que se le irá pasando. Se muestra preocupado por la influencia que
las mujeres separadas pueden tener sobre los hijos.
Previo a la primera hora de juego diagnóstica se comunica José y comenta que Estela quisiera llevar al niño.
Se aclara que no hay inconvenientes. En el día y el horario pautado llegan los cuatro: José, Tomás, Estela y
Matilda. Hasta entonces el intercambio fue sólo el saludo y la indicación para el ingreso.
… Una vez dentro del consultorio, se sienta el padre, la madre lo hace en otro sillón, luego ésta se vuelve a
ubicar, y los niños se ubican de su lado. Ella dice: “Yo quería venir y saber qué te dijo y porqué la consulta.”
Terapeuta: “Estela, la consulta la realizó la semana pasada José. Ahora para mí lo importante es lo que
puedan decir los cuatro, ya que han venido juntos los cuatro pueden contarme. Esa entrevista con José fue
importante porque hizo que hoy estén todos presentes pero ésta también lo es, y los chicos también pueden
contarme, hablando, pintado, jugando, como quieran hacerlo.”
Estela.: “¿es por la caca?, eso le pasa porque no quiere dejar de hacer lo que está haciendo. Hay que estar
encima, le cuesta ir al baño. También había un compañerito de la escuela que lo molestaba, pero yo ya fui, lo
hablamos y ya se solucionó.”
Mientras Matilda permanece al lado de su mamá, escucha, menea la cabeza y mira para abajo. Tomás está
ubicado en la mesita, toca los materiales, los mira, pero aún no decide por ninguno. José mira al piso o trata
de mirar por la ventana, evitando el contacto visual con Estela.
Estela: “Matilda es más sensible. Hay cosas que son de chicos, hay cosas que son de adultos y que no se
solucionan, como pasó con la cuota alimentaria. Las visitas son amplias, yo nunca se lo impedí.”
Los niños piden ir al baño, primero va Matilda, luego va Tomás. Estela cuenta que el fin de semana le hicieron
a Tomás 4 puntos porque se cayó. Las únicas palabras de José fueron que solo le interesaba el niño menor.
Hasta el momento no había lugar para que los niños puedan decir algo a través de las palabras, o que se
tomara en cuenta los dibujos que estaba haciendo Tomás, o que se puedan registrar los gestos y la postura
43
De aquí en más cuando nos referimos a ambos utilizaremos el vocablo niños independientemente del género.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
de Matilda. Tampoco para incluir a la terapeuta, y sus potenciales intervenciones. En ese momento se les
propone que solo queden los niños y la terapeuta. Salen los padres.
Allí, Tomás toma los pinos de los bolos, los ubica, tira la pelota y no continúa. Matilda cuenta qué le gusta
hacer y que usa vinchas protectoras, que son vinchas que no dejan entrar nada. Agrega: “Yo pensé que tenía
que venir acá y ayudar a tenerlo a Tomás para que vos le pongas una inyección.” Éste en ese momento
estaba pintando en una hoja blanca rayas con tempera roja.
Antes de que termine la hora, ingresan los padres, y se les comenta que a los dos niños les pasan cosas
importantes, que Matilda también sufre y que siente que se tiene que defender, mientras Tomás se lastima, se
golpea, se ensucia. Se indica en ese momento el propósito de ver una vez más a los niños juntos ya que de
forma distinta a los dos viven situaciones que los hacen sufrir. Estela agrega: “Todos sufrimos.” El padre
acepta pero vuelve a decir que le preocupa el menor de ellos.
De acuerdo a pautas culturales compartidas, no nos sorprende que en una primera entrevista, el padre nos
indique quién es el paciente designado, qué conductas le resultan distónicas y preocupantes y cuál es el
contexto familiar en el que sus hijos se mueven. En este caso aparecen los desacuerdos con la madre de sus
hijos y, al modo de una teoría etiológica, su preocupación por el efecto patógeno que podría tener sobre ellos
determinadas conductas de la madre.
Las lógicas, discursos y puntos de vista de los padres nos muestran qué problemas ellos pueden visibilizar,
con qué teorías pueden comprenderlos o explicarlos, el modo en que se implican en lo que les pasa a los
hijos, qué estrategias terapéuticas pueden ser sugeridas y cómo pueden participar, inconscientemente, en la
dinámica familiar que genere las conductas preocupantes por las que consultan.
La terapeuta, entonces, hace otro movimiento con el que estamos familiarizados: invita al paciente designado
para conocerlo, para tener una nueva impresión del mismo basada en el material que se produzca en el
encuentro con él.
El dispositivo, concepto propuesto por Foucault, Deleuze y Agamben, entre otros, es el que más idóneamente
suplementa las reglas clásicas del psicoanálisis: asociación libre, atención flotante y abstinencia. Es el que va
configurando la situación analítica y quien produce el material clínico que construimos y analizamos. Tiene el
poder de subjetivar al conjunto convocado y de generar marcas que singularizan a los sujetos que interactúan
vincularmente. Se impone a través de un acto que lo autoriza y tiene, también, capacidad de imponer o
instituir subjetividad.
No es algo que se mantiene inmutable o invariante sino que, en su dinámica, se va configurando y
transformando al calor de las circunstancias que acontecen en la entrevista o sesión, y acompañan el clima
emocional de estos encuentros.
Partiendo de una invitación inicial, propuesta por la terapeuta, se comienza a crear una herramienta abierta al
abrirse, a lo que siga acaeciendo, a lo incierto y por venir.
Esa disponibilidad para alojar lo arribante inesperado se pone a prueba en el siguiente mensaje del padre: es
la madre, no el padre, quien va a llevarlo al hijo. Respaldada por su decisión de esperar nada, la terapeuta
ofrece y mantiene su receptividad. Más el inicio real del siguiente encuentro no era el que anticipaba el
mensaje del padre, pues es ahora toda la familia la que se presenta. El gesto con el que la terapeuta los invita
a pasar muestra el modo en que acepta ser llevada por el flujo de los hechos que se van sucediendo, y que es
ésta su fidelidad y compromiso últimos.
La madre de los niños quiere saber cuál es la posición de la terapeuta, si está aliada al padre y si tiene el
propósito de excluirla o de ocultarle información. Hace presente de este modo una problemática conyugal
cuya intensidad había comenzado a conjeturarse en el primer encuentro. Presiona a la terapeuta para que
esclarezca una situación conflictiva que sitúa en el encuentro previo. Tal vez los hijos queden incluidos en
este tipo de escena, como ahora lo está la terapeuta. Los hijos suelen ser implicados de este modo,
amplificando el conflicto o expandiendo una escena que mantiene la estructura que sintomátiza el vínculo, sin
ofrecer una salida. Ésta podría acontecer si se abriera otro espacio-el dispositivo- y se incluyera un sujeto
otro-la terapeuta-que, al unirse al conjunto pudiera contribuir a establecer perspectivas nuevas. La terapeuta
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SIMPOSIO APdeBA 2020
en su intervención, aclara la situación de la consulta y los convoca a participar de una experiencia inédita.
¿Podrá su comentario tener un efecto terapéutico? Lo que se produzca, entre todos, en el sendero que tracen
al avanzar el material clínico proveerá alguna respuesta a esta inquietud.
De todos modos, la situación planteada y el comentario inicial de la madre ilustran los preconceptos que
obstaculizan el diálogo en la pareja. Cada uno toma su propia opinión como una certeza incuestionable y llega
a suponer que el otro cuenta con una información que, en realidad, ignora. Se rechaza así al otro como
singular y como diferente, no conocido y, aún más, como radicalmente ajeno. Creen tener razón y reprochan
al otro por no subordinarse al propio registro y perspectiva. La diferencia es vivida, por cada uno, como un
amenazante ataque a la subjetividad propia, antes que una presencia extraña que produce interés y
curiosidad. (Una teoría intersubjetiva plantearía la confusión, la fusión y la indiscriminación, o el fracaso de un
aferramiento ansioso).
En su comentario la madre señala al paciente designado y abre una ilusión: ella apuesta a resolver un
problema como ya resolvió otro (distinto). Y pasa, entonces, a quejarse del malestar ante el padre, al que
considera un problema sin solución. También el padre, corporalmente, transmite tensión e incomodidad ante
la presencia de la madre. En ese clima emocional sobrecargado los niños piden permiso y van al baño. Atenta
a que aún no hay podido expresarse los hijos, les pide a los padres que salgan. Ahora los tres enfrentan un
nuevo punto de partida. Vemos que, para la madre, lo modificable (el síntoma del hijo, la conducta de su ex-
pareja) se mide en función de los resultados de sus esfuerzos personales. En nuestra versión se lo debiera
considerar en función de una labor compartida, de un hacer conjunto, en un espacio nuevo.
El dispositivo va deviniendo como efecto de ese hacer conjunto, por la lucha entre diferentes estrategias e
intervenciones, que muestran decisiones tácticas coyunturales, de destino incierto, pues sólo a posteriori
pueden evaluarse. Algunas de las características de los dispositivos son: es un instrumento necesario; tiene
un costo, debido al trabajo de hacerse un lugar como un procedimiento inédito y de afectar a los sujetos que
implica; tiene firmeza, elasticidad y versatilidad; tiene su normatividad y, entre ellas, el potencial de generar
sus propias regulaciones; lucha contra todo tipo de certezas, presupuestos y actos de dominación.
A partir del material lúdico y de las verbalizaciones de ambos niños infiere la terapeuta que ambos están
tomados y afectados por el malestar vincular, y que intentan formar una especie de “sociedad de ayuda
mutua”, intentando establecer una estrategia de contención y cuidados, funciones que sus padres no lograban
llevar adelante satisfactoriamente.
La terapeuta les transmite que el sufrimiento es de todos y que también la hija mayor necesitaría ayuda. La
madre acepta que todos están mal, tal vez para incluirse ella misma entre quien son afectados, y el padre
reitera que el hijo menor es quien tiene dificultades. Agrega la analista que los espera a los hijos para tener
una nueva entrevista con ellos y ver cómo podría ayudarlos. Los padres aceptan esta propuesta.
El padre, en este segundo encuentro, encarna la resistencia a la vincularidad en esta familia. Anclado en (por)
la repetición, se atiene a lo ya sabido (pensado), desde certezas que sólo buscan la confirmación de su
planteo; espera soluciones directas y sencillas que no modifiquen sus dichos o alteren sus actos. Por haber
participado en una situación novedosa la madre se muestra un poco más afectada y, tal vez, dispuesta a
reconsiderar las cosas, a que algo acontezca que altere su malestar hacia el padre de sus hijos. Son los
chicos, con sus actos, juegos y comentarios quienes más utilidad extraen de la experiencia, haciendo lugar a
otra lógica, a una mirada diferente y permiten que sus vivencias se puedan organizar de otro modo. La
terapeuta los invita a explorar las inconsistencias, las situaciones inesperadas que se presentan, a interrogar
lugares naturalizados.
Estos distintos matices se suelen presentan en los materiales clínicos cuando lo vincular es pensado desde la
lógica del Dos, de acuerdo a las teorías de I.Berenstein y J.Puget.
Hemos decidido detenernos y reflexionar sobre estos dos primeros encuentros para pensar acerca de la
imposición y devenir de un dispositivo terapéutico. Advertimos con este material, que en el dispositivo, al
contrario de un marco terapéutico más estructurado, lo continuo es la sucesión discontinua de productividades
subjetivantes, y que, contrariando las demandas de ambos padres, la única fidelidad que la analista atiende es
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SIMPOSIO APdeBA 2020
el hacer algo con lo que va irrumpiendo inesperadamente y que lleva a pensar con otros. Al modo de lo que
un poeta escribió en su tarjeta personal; “Belleza obliga”.
Es verdad que la terapeuta podría haber tomado otras decisiones en el segundo encuentro: continuar con la
entrevista familiar, quedarse sólo con el paciente designado, o apartar a los hijos para centrarse en la
conflictiva conyugal de los padres. Hubiéramos tenido otras experiencias y materiales en lugar de lo que
efectivamente pasó. Una intervención de este tipo siempre es riesgosa y procura organizar el encuentro para
que sea clínicamente productivo, para que haga pensar, o permita interrogar teorías previas encorsetantes y/
o posicionamientos patógenos, pues inicialmente ambos padres sólo aspiraban a ver confirmadas sus
convicciones y certezas, que viven como incuestionables
Ocupar el lugar de paciente y analista es una tarea sencilla y anticipable. Habitar con otros una situación
clínica no.
La pandemia nos sorprendió, irrumpió en nuestras vidas. La cuarentena, que en nuestro país se decidió como
medida sanitaria protectora frente al Covid19, hizo que ya no regresara a mi consultorio que está alejado de
mi vivienda y no pudiera traer historias clínicas, ni juegos. Sólo contaba con mi persona, mi computadora,
celular y mi deseo de continuar el trabajo con mis pacientes adultos, los niños y sus padres. Pero
paulatinamente vi que no era tan poco lo que tenía como inicialmente pensaba.
Cómo jugar virtualmente con los niños fue una de las primeras inquietudes que tuve.
Tenía experiencia previa en el trabajo a distancia, con o sin cámara, con pacientes adultos realizando un
tratamiento completo o algunas sesiones cuando viajaban, y con algún adolescente ocasionalmente, por
enfermedad o dificultad de los padres en poder traerlos.
Las ansiedades de los primeros días, sobre todo el cansancio al final de la jornada era muy intenso. A la
asistencia de los pacientes se sumaban las dificultades con la tecnología: que hubiera buena conexión a
internet, ¿qué hacer si se cortaba, a qué iba a jugar, ¿cómo iban a responder los niños?
En general los pacientes antes de la pandemia, nos afectaban en distinto modo. Algunos producían
identificaciones si estábamos atravesando alguna situación similar, o si movilizaban puntos inconscientes no
resueltos, pero ahora las preocupaciones son comunes a ambos porque estamos inmersos en una situación
de amenaza de muerte, de peligro que es la misma que la de nuestros pacientes que nos tocan muy
profundamente. Janine Puget llama a esto vivir en “mundos superpuestos”.
Tolerar esas ansiedades era difícil pero fue el camino para poder seguir trabajando.
Los niños llegan a tratamiento traídos por sus padres con quienes hay que establecer la alianza terapéutica.
La transferencia de los padres al analista es un factor muy importante que puede interferir seriamente en el
desarrollo del tratamiento o facilitarlo. Pienso que influyen incluso en la constitución misma de la transferencia
del niño. Los factores inconscientes en la relación con los padres influyen en la posibilidad de realizar un
análisis. Me refiero no solamente a los factores inconscientes de los padres, sino a los del analista también.
Pienso que es imprescindible tener entrevistas con el fin de abordar los distintos tipos de transferencia y
construir un vínculo de confianza que nos permita trabajar con sus hijos y vencer las resistencias que ellos
pudieran tener, además de poder reflexionar con ellos sobre los problemas de los niños.
Los padres más que nunca tienen que ser aliados del tratamiento del niño y del terapeuta para que sea
posible llevarlo a cabo en forma virtual. Por ejemplo tienen que estar cerca y disponibles por si es necesario
llamarlos si hay alguna dificultad con la tecnología, tener un aparato disponible para el niño, arreglar horarios,
tener un espacio de intimidad para la sesión.
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Yo les pedí que tuvieran una mesita, papel, marcadores, lápiz, goma, además de un dispositivo, para los que
quisieran expresarse en forma gráfica y que luego de la sesión los dibujos los guardaran en una carpeta y esa
carpeta estuviera nuevamente en la próxima sesión. Les dije que cuando nos reunamos nuevamente la
trajeran, para guardar sus producciones en su caja que está en mi consultorio.
Qué pasa con el encuadre cuando no hay puerta en el espacio físico pero sí en el virtual, ¿quién abre o cierra
la puerta?, ¿quién entra al espacio de quién?
Nosotros entramos a la casa de los pacientes, pero ellos a la nuestra también.
Nos llevan a recorrerla, nos muestran lugares, interior de placares, mascotas, hermanos. Hoy una niña
estaba en lo de su abuela pasando unos días y me la presentó, la señora se incluyó en la sesión porque la
escuchó hablar con alguien, los acompañamos a tomar el té, comen en sesión, etc.
Los más grandes pueden llamar, pero a veces se olvidan, y los padres también, al estar sumergidos en una
temporalidad que borra los días y los horarios, las estaciones del año debido a la pandemia y la cuarentena.
Entonces: ¿qué hacer? ¿Los llamamos nosotros o se pierde la sesión? Yo he decidido llamar después de
unos minutos de demora.
La construcción del encuadre es fundamental en todos los tratamientos presenciales pero en especial es
importante en las sesiones a distancia durante la cuarentena, que son diferentes a las sesiones remotas en
épocas anteriores, ya que ahora están en general todos en casa, lo que lo hace más complicado.
La flexibilidad del encuadre es fundamental en este momento. Mantener entrevistas con los padres es
imprescindible.
Considero que los niños entran naturalmente en el proceso analítico desplegando la transferencia, y la
persona del analista es el instrumento del proceso prestándose al vínculo
Viene a mi mente la bellísima cita que hace Winnicott (1971) de Marion Millner (1952):
“Cuando empecé a ver… que ese uso de mí misma podía ser, no solo una regresión defensiva, sino una fase
esencial y repetida de una relación creadora con el mundo…”
Al recordarla vi que no era poco con lo que contaba para seguir con el trabajo que veníamos haciendo.
Ahora, a cinco meses de trabajo virtual en cuarentena, puedo ponerme a reflexionar sobre la labor realizada y
refrescar algunas conceptualizaciones acerca del juego en los niños y ver cómo gracias a su creatividad el
juego es posible a través de un celular o una computadora.
Quiero diferenciar juego y transferencia, cito al Dr. José A. Valeros (1997:
“No está justificado equiparar juego y transferencia…La vida diaria de niños y adultos dentro y fuera del
consultorio está jalonada de transferencias de contenidos inconscientes, sobre objetos humanos y no
humanos, sin que este fenómeno normal y constante de la vida psicológica por sí mismo nos lleve al
juego…Se juega porque jugar está relacionado con una necesidad básica, vital y exclusiva de los seres
humanos, la de simbolizar, que es satisfactoria en si misma… Las transferencias aparecen dentro del juego
porque éste es el estado mental más propicio para su objetivación, elaboración e integración. (p. 113)
Considero que es en la dinámica dramática del juego donde el inconsciente se hace presente y que la labor
interpretativa del analista es más útil cuando la realiza dentro del juego y en forma dramática. Jugar el juego
del paciente es posible en forma virtual como en presencia. Sólo depende de la posibilidad del analista de
prestarse al juego del paciente, en ese sentido las resistencias suelen ser del analista.
Cada niño fue jugando, los que hacían juegos de competencia como el truco continuaron, usamos una
aplicación de un juego de truco. Otros jugaron al tuti fruti con papel y lápiz, al ahorcado. Otros dibujaban con
la pizarra del zoom, otros se escondían. Su maravillosa creatividad mostraba el camino, y yo podía seguirlo.
En mi experiencia con niños muy pequeños puede trabajarse en sesiones vinculares. Si no es posible
puede hacerse a través de los padres. Salvo en casos donde los niños necesitan un lugar a solas con el
analista, en ese caso es conveniente suspender y seguir con entrevistas con los padres.
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Los niños que juegan pueden hacerlo virtualmente como ejemplifiqué más arriba. Los que hablan, siguen
hablando.
Los más contentos con la cuarentena son los que tienen dificultades de contacto y pueden quedarse en sus
cuartos conectados con la computadora.
Los adolescentes no ofrecen dificultad porque les gusta conectarse por la computadora, es un medio muy
habitual para ellos. La mayor dificultad que he visto es el temor a ser escuchados, a no tener privacidad.
Una breve viñeta sobre un tratamiento iniciado durante la cuarentena en forma virtual, con muchas dudas de
mi parte, lo que me causaba una mayor ansiedad y temor a no poder. Tolerar estas incómodas ansiedades ha
sido imprescindible para poder continuar, o como en este caso, comenzar con los tratamientos.
Se trata de un niño de 9 años que me había sido derivado para tratamiento. Llegué a tener dos entrevistas
con los padres y cuando iba a conocerlo comenzó la cuarentena.
Al comienzo sugerí esperar para vernos en forma presencial. Cuando vi que iba para largo, decidí comenzar y
le pedí a la madre colaboración con el espacio físico donde transcurriría la sesión, materiales y cercanía de la
mamá por si era necesario llamarla.
En la primera sesión me recibió en el lavadero de la casa, espacio de intimidad que la madre ofreció para que
no fuera interrumpido por sus hermanos. Me presentó algunos juguetes y dibujó, fuimos conversando. En
otras dibujaba, o jugaba a embocar la pelota en un aro mientras yo aplaudía cada gol. También compartimos
música, él elegía una canción que le gustaba y yo otra, así fuimos conociendo nuestros gustos musicales.
Luego comenzó a desplegar un interesante juego dramático donde me dejaba muda o me hacía desaparecer,
ya que era el anfitrión en zoom y tenía esos poderes.
Para ser más clara quiero explicitar cómo pienso el jugar de los niños en su dimensión dramática en este caso
como forma de restauración de la autoestima en los niños con un déficit en su self, donde el niño asigna al
analista el rol de perdedor al analista, por ejemplo, valiéndose de trampas.
Recomiendo un interesante escrito de José Valeros sobre este tema publicado en la revista de APdeBA en el
2015, donde dice que el tema central del juego elegido y diseñado por el niño está relacionado con algún
aspecto que él sentía como dañado, afectado, o desarrollado deficientemente en su self. Así este niño,
necesitado de aplausos y de ser reconocido poderoso como un mago en su representación simbólica irá
sanando esos aspectos debilitados de su self. Él asignó esos roles, yo soy la desvalida dependiente de su
voluntad, yo juego su juego.
En el juego virtual los chicos despliegan la transferencia y juegan, permitiendo el desarrollo del proceso
terapéutico, salvo en muy pocos casos no es posible.
Donald Meltzer (1996) en “El proceso Psicoanalítico” (p. 35, 36) dice:
Por esta razón, a pesar de que la vida del niño está colmada de objetos, cualquier adulto con el que tenga
contacto seguido tiende a acumular significancia transferencial…la mayoría de los adultos en el mundo del
niño no tienen la requerida intensidad de interés como para sostener un rol transferencial sin ocasionarles
rebeliones contra la tiranía y la restricción. Por esta razón…los procesos transferenciales del niño se ven
forzados casi constantemente a buscar objetos nuevos.
Meltzer considera que el vínculo es, por supuesto, la transferencia y la contratransferencia, las funciones
inconscientes e infantiles de las mentes del paciente y el analista. Yo agregaría las transferencias del analista
también, y la relación establecida entre ambos.
De allí la importancia del análisis del analista, “la afinación del instrumento”, pues tiene que poder sumergirse
en la transferencia del paciente y rescatarse después de la sesión, momento en que podrá pensar, escribir,
compartir con otros, es decir trabajar intelectualmente sobre su labor con el paciente.
Meltzer discrimina el “hacer” de la tarea analítica y el “hablar” acerca de la misma, como dos funciones muy
diferentes:
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SIMPOSIO APdeBA 2020
“El analista al trabajar debe estar sumergido en el proceso analítico del mismo modo que el músico en su
instrumento, confiando en la virtuosidad de su mente en las profundidades. Debe emerger de esta absorción
cuando descansa, entre pacientes, cuando habla con sus colegas, cuando escribe”. (p.19)
Quiero mencionar espacios que nos permiten tramitar nuestras ansiedades emociones y resistir, sobrevivir
con integración personal, a nuestro trabajo en esta difícil situación que nos toca vivir. Uno de ellos son los
webinars que IPA ha organizado ofreciendo un espacio de reflexión, donde podemos compartir con nuestros
colegas, espacio de sostén para las fuertes ansiedades que vamos viviendo durante la pandemia. Así como
otros espacios compartidos con colegas, amigos y familia.
APdeBA se puso en marcha en forma virtual de un día para el otro, ofreciendo además espacios gratuitos de
asistencia de pacientes, charlas para padres y también uno para docentes. Permitiendo así poder hacer algo a
nivel institucional por ayudar a los otros.
Vernos reflejados en nuestras preocupaciones, nos brinda esperanza en el encuentro con el otro para poder
enfrentar las adversidades de la vida, la experiencia del límite, que esta vez se hace presente
simultáneamente a toda la humanidad.
Dice Winnicott que la psicoterapia se desarrolla en la superposición de dos zonas de juego, la del paciente y
la del analista y que si no puede jugar hay que esperar y facilitar la posibilidad de hacerlo.
El espacio transicional citado por Winnicott es donde se desarrolla la cultura, el arte, la ciencia, la religión, es
el área del juego y también del análisis. Es una zona de experiencia en la que el ser humano podrá refugiarse
toda su vida, y que está compuesta por su realidad interior y la vida exterior. Esta superposición en mi
experiencia se da también en el tratamiento a distancia con muy buen resultado. En ese espacio continuaron
desarrollándose las sesiones virtuales. Fue imprescindible la colaboración de los padres, la transferencia de
los niños, su capacidad creadora, su interés por conectarse conmigo y sus sesiones, así como mi interés por
ayudarlos a continuar su tratamiento.
Referencias bibliográficas
- Bion, W. (2006) Volviendo a pensar (6° edición) Hormé. Buenos Aires
- Freud S. (1912) La dinámica de la trans ferencia. Amorrortu Editores. Tomo XII
- Kaplan, Ana, “La evolución de la práctica psicoanalítica con niños”, Octavo encuentro Internacional de la Asociación
Internacional de la Historia del Psicoanálisis.
- Kohen de A bdala, G. y Scalozub, L.: “Transferencia y c ontratransferencia más allá del paciente niño”. Presentado en
el ateneo de A.P.de B.A., Departamento de Niñez y Adolescencia. 1993.
- Kohut, H. (1971) Análisis del self. Amorrortu Editores. Buenos Aires
- Meltzer, D. (1996) El proceso psicoanalítico. Cuarta Edición. Lumen – Hormé. Buenos Aires
- Segal, H. y O´Shaughnessy, E.: “La transferencia en el análisis de niños ”. Revista de Psicoanálisis Nº1, 1993.
- Smola, A.: “Transferencia y contratrans ferencia en el análisis de niños ”. Ed. Federación Psicoanalítica de América
Latina, 1984.
- Valeros, J. A. (1997) El jugar del analista. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires
- Valeros, J. “Acerca de una forma de reparación de la aut oestima en el análisis de niños” Revista de APdeBA, 2015
- Winnicott, Donald W. (1971) Realidad y juego. Editorial Gedisa. España
Un primer encuentro con el tema me lleva a evocar la revolución copernicana que implicó el advenimiento, de
la mano de Freud, del concepto de sexualidad infantil, acto creativo que cambió un paradigma. A partir de ese
momento ya no fue lo mismo ni “lo sexual” ni “lo infantil”.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
Mi aproximación al tema en este momento, va a privilegiar el aspecto ligado a lo creativo. Desde esa
perspectiva me propongo pensar “lo infantil” no como una estación del desarrollo, sino más bien como una
reserva creativa generadora de mundos ficcionales que no tienen edad.
Algunas notas relativas al lugar del niño en la cultura
Muchos pensadores de distintas disciplinas, sociólogos, historiadores, antropólogos, etc., se han ocupado del
lugar del niño en la cultura, y han ido señalando sucesivos cambios y giros que se fueron produciendo a lo
largo de los últimos años de historia en nuestra sociedad occidental. Sin extendernos demasiado en el punto,
tal vez valga recordar que no hace mucho tiempo atrás el niño era considerado un objeto apropiable, era
propiedad del padre.
Fue recién en diciembre de 1924 cuan do se produce la primera declaración de los derechos del niño, en
Ginebra y este pasa a ser recién entonces, reconocido como sujeto de derecho. Recordemos también que
unos años antes, en 1874, una trabajadora social, en Estados Unidos, recurrió a los tribunales de Nueva York
para pedir amparo por una niña que era cruelmente maltratada por sus cuidadores. Esperó alguna acción de
la justicia de aquel entonces, y no obtuvo respuesta alguna. Apelando a su ingenio, y a su conocimiento del
derecho, decidió recurrir con su reclamo a la Sociedad Protectora de Animales con el siguiente argumento: la
niña pertenece al reino animal y por lo tanto la ampara la ley que protege a los animales del maltrato. Fue de
este modo, y apelando a su condición de animal, que finalmente logró que el tribunal tomara en cuenta su
demanda, se iniciara una investigación y terminara ganando el juicio.
Quiero ahora situar entre esas dos fechas, 1784 y 1924, un hecho que jalona la producción teórica freudiana:
en 1905, aparece el texto “Tres ensayos de teoría sexual” en el que establece, como ya dijimos, y para
escándalo de su tiempo, la noción de sexualidad infantil. Hoy solo nos llegan los ecos lejanos de la
conmoción y repulsa que provocó en el establishmen intelectual de su época, esta noción.
Es la chispa creadora de Freud, la que pone en el centro de la escena, “lo infantil” desde una mirada nueva, y
es entonces, a partir de ese hecho fundacional que se abre un nuevo campo de observación, reflexión y
producción teórica.
Se ha dicho que cada época tiene “su niño”, podríamos preguntarnos entonces qué aspectos de nuestra
cultura están gravitando en el modo que tenemos hoy de pensar al niño y, ya en el dominio de nuestra
disciplina, cómo pensamos lo infantil, dentro de una cultura que ha sido nombrada como del consumo, de la
imagen, de lo líquido, etc. Y en la que “la cura por la palabra” fue dejando de ser considerada solo desde una
perspectiva ligada a lo mágico para encontrar su lugar propio en la dignidad de la palabra.
Posiblemente haya muchas maneras de pesar lo infantil hoy, una de ellas es privilegiando la centralidad que
tiene la actividad del juego en el mundo del niño.
El jugar es una actividad a la que el niño se “entrega”. Y es esa actitud de entrega apasionada lo que
caracteriza el jugar infantil. Dentro de ese espacio del juego que el niño claramente marca con la
minuciosidad de un acto sacro, se va a ir desplegando la ceremonia del juego.
Es una ceremonia que requiere, para su actualización, tolerar la conjunción entre el ser y no ser. Es en el
“como si fuera” o el “dale que soy” del juego, que se va a ir configurando un lugar tercero, fuera de la lógica
binaria del “ser o no ser”, un espacio creativo apto para la emergencia de algo nuevo, tal vez un “llegar a ser”
ubicado en un punto de fuga de un futuro imaginado.
Ya Winnicott, nos había alertado que, más allá de la posibilidad que tiene el psicoanalista de niños de tomar
al juego como un texto a descifrar, el jugar, como actividad, merece ser tomada en cuenta por su propio peso.
Dice en “Realidad y juego”: “el juego debe ser estudiado como un tema por sí mismo, y agrega: Todo lo que
diga sobre el jugar de los niños también rige para los adultos. Winnicott creó el concepto de espacio
transicional que le permitió correrse del binarismo adentro-afuera, yo-no yo, objeto interno-objeto externo. En
ese espacio ubicó, además de la actividad de jugar, todo lo que pertenece al campo de la cultura y de la
actividad creativa.
Por su parte Freud, en ese bello texto que es “El creador literario y el fantaseo”, se pregunta acerca de “esa
maravillosa personalidad”, la del poeta, y también quiere averiguar acerca de la actividad misma, el poetizar, y
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SIMPOSIO APdeBA 2020
dice: ¿”no deberíamos buscar en el niño las primeras huellas del quehacer poético? Y agrega: “todo niño que
juega se comporta como un poeta”, inserta las cosas de su mundo en un nuevo orden que le agrada” También
marcará en el mismo texto que la posibilidad del adulto de fantasear, (y de soñar), está enlazada a la actividad
del niño de jugar, y que todas ellas responden al empuje del deseo.
Entonces, el poetizar, el soñar, el fantasear, son rendimientos anímicos ligados a las producciones del
inconsciente y entroncan con el jugar infantil.
En la misma línea Freud va a examinar en “El chiste y su relación con el inconsciente” esa otra producción
exquisitamente humana que es el chiste y la va a enlazar con el tesoro del significante y con esa ductilidad de
la palabra que le permite articular diversos sentidos y producir, frente a lo inesperado y sorpresivo del chiste,
el estallido de risa del que lo escucha y, de esa manera, lo sanciona como tal.
En el apartado “La psicogénesis del chiste” Freud va a decir: “En la época en que el niño aprende a manejar el
tesoro verbal de su lengua materna le proporciona un franco placer unir las palabras sin tener para nada en
cuenta su sentido (convencional) más adelante los prosigue, dándose perfecta cuenta que son desatinados,
utiliza el juego para eludir el peso de la razón crítica. Hemos llegado a conocer ciertos grados preliminares del
chiste…, algo que podemos calificar de juego que aparece en el niño cuando aprende a emplear palabras y a
unir ideas…Así el grado preliminar del chiste sería el juego de palabras.”
El chiste se produce en un encuentro con lo inesperado, lo que sorprende. Pierde toda su fuerza, y su gracia,
si se lo quiere forzar por un camino que le es ajeno, el de la asociación explicativa.
Esa misma diferencia la encontramos entre el decir poético y el discurrir de la prosa convencional, En ese
sentido dice Umberto Eco en “Obra abierta” (1992) “Solo la originalidad provocada por lo imprevisible
constituye, dentro del mensaje poético, un aumento de información. Estaría ligada a un desorden, a una cierta
entropía de lo imprevisible.
Llegados a este punto, podríamos preguntarnos ¿cuánto hay de un niño jugando en un analista trabajando?
Nuestra intervención ¿no implica también insertar las cosas, en un nuevo orden? ¿No tiene acaso la
interpretación, cuando es lograda, ese efecto de sorpresa frente a lo inesperado, y, al revés, si lo que decimos
es lo que se esperaba, no resulta redundante y mas bien trivial, o sea, sin gracia?
En la literatura psicoanalítica de los últimos años, dos autores creativos, desde distintos esquemas
referenciales, se refirieron al tema que nos ocupa. Uno es Meltzer que utilizó el término de interpretación
inspirada diferenciándola de la que llamó interpretación rutinaria, el otro es Lacan que habló de una “poética”
de la interpretación.
Hay algo ligado a la libertad creativa del juego, y del juego con palabras, que nos permite “insertar las cosas
en otro orden” que nutre la actividad interpretativa del analista. Para que ello ocurra conviene mantener fresca
esa capacidad renovada para el asombro y de incansable inclinación a la aventura tan propia de “lo infantil”.
El propósito de este trabajo libre es intentar articular algunas líneas teóricas para pensar una experiencia
grupal surgida en forma espontánea entre un grupo de analistas durante el aislamiento preventivo de la
pandemia por COVID - 19.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
Comenzamos a reunirnos semanalmente en el espacio virtual a fines de marzo, momento en que vivimos un
cambio radical al inicio de la cuarentena. Cambió vertiginosamente el modo de vida familiar, social y de
trabajo.
Inició el reinado de las pantallas, de las presencias virtuales. Teníamos agendado en nuestros celulares un
grupo llamado “Chicas APdeBianas” y en algunas ocasiones nos encontrábamos para desayunar.
En ese momento surgió la inquietud de leer juntas, empezamos por lo conocido, buscando “algo del trauma”;
hasta que nos fueron llegando artículos que salían en medio de la pandemia como, “Sopa de Wuhan”, “...un
artículo de Calibán que me llegó ayer por mail…”, en fin, algo o alguien que nos permitiera entender o poner
palabras a lo que ocurría y compartirlo grupalmente. Todo esto en medio de un clima de tinte maníaco en que
los mensajes de WhatsApp y recomendaciones se multiplicaban junto con otras propuestas de reuniones
virtuales como intento de alojar la incertidumbre.
El grupo fue y es un ámbito valioso de reflexión e intercambio para pensar. Si bien el espacio grupal se fue
configurando a partir de lecturas vinculadas con la situación actual, el mismo a su vez cumplió una función
contenedora y metabolizadora:
“Los grupos sociales a los que se recurre espontáneamente como recurso durante las crisis, constituyen uno
de los instrumentos fundamentales para albergar al sujeto en condición de indefensión, y otorgar el
apuntalamiento necesario. Funcionan como un aparato protésico. Además de contener, si son grupos en los
que el apuntalamiento no predomina la sutura, cumplen funciones proteicas, en el sentido de funcionar como
una nueva matriz para el desarrollo de aspectos del psiquismo” (Edelman y Kordon, 2010).
Surgieron diferentes interrogantes acerca de cómo reorganizar estos nuevos modelos en la vida y en el
trabajo con otros parámetros, a través de medios tecnológicos. Diversas lecturas de periodistas, filósofos,
antropólogos y psicoanalistas de distintos lugares del planeta fueron dialogando con nuestras inquietudes:
- Efectos en nuestra salud mental y en los pacientes.
- La diferencia en el significado entre la muerte real y las curvas estadísticas.
- Implicancias del aislamiento físico, emocional y la importancia de la red vincular.
- Lugar del grupo, los vínculos intersubjetivos como sostén, como mirada enriquecedora y cuestionadora de
nuestras propias perspectivas.
- Incertidumbre respecto al futuro, a posibles cambios.
- La presencia del virus y del otro como peligro potencial.
- Trauma y/o acontecimiento.
- Reformulación de un encuadre posible en este contexto. Llamados, plataformas disponibles, juegos con
niños a través de las pantallas, la inestabilidad de la señal de Internet.
Así iniciamos esta aventura centradas en una tarea: “leer para entender”. El grupo funcionó como
canalizador de ansiedades y al mismo tiempo, promotor de la creatividad. Lo pulsional corría por el espacio
virtual y el inconsciente grupal e individual permitía que “lo infantil” de cada integrante se transforme, arme
mapas mentales para abordar nuestras actividades y nuestro ser analistas. La dimensión fraterna y horizontal
de intercambio fue un vehículo mediatizador importante:
“...el “niño” constituye en cada uno de nosotros y durante toda la vida, la preforma permanente de todas
nuestras actividades mentales hasta los límites del inconsciente y del preconsciente, preforma subyacente de
las organizaciones más maduras que van a ‘dar el tono’ a nuestro funcionamiento habitual de adulto, una vez
que la cura analítica haya desanudado los puntos de fijación que determinaban nuestros modos de ser y de
tener, en una repetición estéril” (Guignard. F. 2013, p. 328).
Si tomamos la idea de que “lo infantil” estaría ligado a la experiencia, a lo pulsional, al deseo, a vivencias, a
impresiones sensoriales, podemos dar cuenta que en el grupo se pusieron en juego estos aspectos. Quizás
fue un medio propicio para dar ligadura, cohesión y al mismo tiempo disenso, cuestionamientos a nuestros
intercambios y pensamientos acerca de estas experiencias personales. Las palabras en el espacio virtual
fueron el lugar propicio para el despliegue de “lo infantil”.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
Introducción
Lo infantil inevitablemente va a estar presente en la sesión psicoanalítica de adultos, ya que la transferencia
consiste precisamente en eso, en la reedicción de esos aspectos en la relación con el analista.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
Es más, siguiendo el modelo de desarrollo de Stern (1985), basado en estudios sobre observación de bebés,
se podría decir que incluso los componentes más tempranos del desarrollo están siempre presentes en cada
ser humano, estén o no en sesión. Según este autor cada uno de los “dominios” del desarrollo sirve de
cimiento y base para los “dominios” posteriores y están subsumidos en los mismos. En otras palabras,
siempre tenemos unos bebés de diferentes etapas de desarrollo vigentes y activos en nuestro interior, incluido
el bebé de los primeros 2 meses: el de la percepción amodal, el de los afectos de la vitalidad. Se podría decir
que, desde este modelo, no hay necesidad de “regresión” para que aparezca el bebé, “no es necesaria la
presencia de ninguna condición o proceso extraordinarios para permitir el movimiento hacia atrás y adelante
entre las experiencias de los diferentes dominios, es decir, entre los diferentes sentidos del sí-mismo.” (p 49)
Existe una simultaneidad de los sentidos del sí mismo.
El problema que surge es cómo tratar a ese niño que a veces progresivamente y a veces sorpresivamente se
instala en las sesiones. ¿Le damos la bienvenida aunque a veces venga a reclamarnos o recurrimos a los
aspectos más maduros del paciente y le pedimos racionalidad y reflexión a fin de neutralizar a ese niño a
veces disruptivo?
Si tomamos esa última opción seguimos hablando en el lenguaje adulto: con un contenido lógico discursivo,
con la entonación y el ritmo adulto, al estilo de “Mire Juan, el reproche que me está haciendo diciéndome que
mi pregunta acerca del retraso por el pago de mis honorarios demuestra que mi único interés en Ud. es el
dinero que me aporta, creo que es muy similar al reproche interior que siempre le ha hecho a su padre por la
ausencia que ha significado en la relación con Ud. por su dedicación al trabajo” . Pero es evidente que ese
lenguaje no nos es útil para comunicarnos con un bebé, o un niño de 5 o 6 años.
Valeros (comunicación personal) propone la virtualización lúdica de la situación: ¡en este ejemplo cuando el
paciente paga los honorarios mirarlo sonriente y refregándose las manos decirle con humor algo así como
“Qué lindo! ¡Al fin llega la platita para mi bolsillo!”
El lenguaje del bebé
Entonces, si tomáramos la primera opción, la de aceptar al niño o al bebé que irrumpe en la sesión, ¿qué
lenguaje emplearíamos?
Según los estudios de observación de bebés (Stern 1985), los desarrollos más básicos de le mente humana,
que van a ser los cimientos de los desarrollos posteriores, se dan en el primer año de vida. En ese período los
aspectos cognitivos del contenido del lenguaje están ausentes. Lo importante pasa por la música del lenguaje
de la mamá en sus aspectos melódicos (variación de frecuencia de vibración), intensidades de volumen y
ritmo. Si esta interacción es adecuada, construirá la base de la integración de los aspectos emocionales del
bebé, es decir el núcleo del “self”.
Se trata del conocido “lenguaje de bebé”, que surge espontáneamente cuando estamos en presencia de uno
ellos. Es un lenguaje, que para que cumpla su función tiene que ser exagerado por lo agudo, por los
“glissandos”, por el ritmo y las expresiones faciales y gestos corporales también exagerados, todos ellos
emparejándose con las expresiones del bebé. Esta melodía continúa en un estilo de tema con variaciones y
tiene que tener un nivel óptimo de excitación. La otra característica es que el acompañamiento de la madre
tenga una manifestación trasmodal para diferenciarse de la concretud de la expresión afectiva del bebé.
Esta descripción que hace Stern de este encuentro lúdico entre madre y bebe es lo que llama “entonamiento”.
Consiste en la afectividad compartida con la madre de una manera metafórica no verbal y por lo tanto
constituye la base de la virtualización de los afectos y la iniciación del juego.
Las teorizaciones de Stern son una reformulación de las ideas de “integración”, de “personalización” y de
“espacio transicional” de Winnicott (1958) y de las ideas de Bion (1977) de “capacidad de reverie”.
Fonagy (2004) sigue un desarrollo similar a Stern. Tomando como base el concepto de apego de Bowlby
(1989), lo reformula modificando su sentido, ya que para él apuntaría a ser el cimiento de la “regulación de
afecto” y de la “mentalización”.
La regulación de afecto se logra por medio de la función espejante o reflectiva (“affect-mirroring”) del cuidador
del bebé que tiene que tener la característica de que lo que se espeja de la manifestación afectiva del bebé no
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SIMPOSIO APdeBA 2020
es idéntico a lo que expresa el bebé. Tiene que ser una imitación exagerada (la misma idea de Stern). Aunque
idealmente tiene que ser “congruente” en el sentido que refleja el mismo tipo de afecto, tiene que ser más
enfatizado, o exagerado 44. De esta manera el bebé sabe que lo que expresa su cuidador no es concretamente
lo que él siente, es una representación de lo que siente, es algo virtual. Si el cuidador repitiera la misma
expresión, con la misma intensidad del bebé este hecho se volvería abrumador para el último. En cambio la
interacción lúdica “marcada”, o exagerada llevaría a darle el carácter de virtual. Comienza el proceso de
“regulación de afecto”, que culminando en la “mentalización” sería el objetivo central del psicoanálisis, según
este autor (p 5).
La separación entre lo concreto y lo virtual es esencial en el desarrollo psíquico. En una etapa posterior se va
a desarrollar en el “pretend mode” en el juego “como sí”.
Un ejemplo de Fonagy (2004) ilustra este proceso: un chico jugaba en su casa a ser Batman. Se ataba una
toalla oscura en su cuello y corría por toda la casa en sus aventuras contra los delincuentes. En un viaje que
hizo el padre encontró en un comercio un disfraz de Batman perfecto para la estatura de su hijo.
Entusiasmado se lo compró. Cuando el chico se vio en el espejo con el traje “auténtico” de su héroe se quedó
paralizado. Se sacó el disfraz, le pidió a la madre que le atara la toalla oscura y siguió con sus aventuras
heroicas. El disfraz nunca fue usado. La toalla era más útil que el “uniforme oficial” para separar mundo
interno y mundo externo. No es lo mismo jugar a luchar contra los malechores que tener que ir a luchar
concretamente contra ellos.
Por otro lado, el lenguaje de bebé no es aplicado exclusivamente en los primeros meses de vida. Resurge con
todas las características en la vida adulta en situaciones de mucha intimidad como en la vida de pareja,
especialmente cuando se activan las conductas de apego. Una escena común:
- Hola. ¿Qué tal? ¿Cómo te fue hoy en el trabajo?
- Bien, bien…... Pero estoy cansado…mucho lío hoy….
- Uuuuuuy…..pobreciiiiiito…..pobreciiiito, mi bebé. Venga que está cansadito…..Veenga que le hago unos
mimiiitos….
(Todo acompañado de expresiones faciales y corporales exageradas y tiernas)
Ejemplos clínicos
Retomando la pregunta: ¿hasta qué punto emplearíamos ese tipo de lenguaje no verbal con el niño (o bebé)
que encontramos en sesión?
En un artículo anterior (Valeros, Benhamú Aserraf, Castaño Blanco, 1995) presentábamos el trabajo con
técnicas lúdicas con un paciente adulto severamente perturbado. Dábamos varios ejemplos del empleo de
estas situaciones de juego, que clasificábamos esquemáticamente como a. imágenes metafóricas, b.
dramatizaciones y c. juego fantaseado.
Un ejemplo de las imágenes metafóricas sería cuando mi paciente comenzó la sesión diciendo que estaba
muy cansado porque había estado trabajando mucho y después encima tuvo que esperar a que llegara la
hora de sesión. Le contesté (empleando un tono juguetón y sonriendo): “Bueno, bueno...menos mal que ahora
ha llegado al oasis, después de haber cruzado por las áridas arenas…. ¡Mire que linda sombra debajo de
este bosquecito de palmeras! Y mire el agua fresca que brota de ese manantial. Qué lindo. Ahora se va a
poder refrescar un poco.” El paciente se sonreía y aceptaba este tipo de imágenes y generalmente él se
incluía en las escenas. En este ejemplo, unos minutos después decía sonriendo: “Castaño, espéreme unos
minutos que me voy a orinar ahí, al costado del cañaveral”.
Mi participación apuntaba a señalarle al paciente de una manera metafórica las necesidades de dependencia
que comenzaba a poner en juego conmigo y con el análisis. El hecho de que fueran formuladas de esa
44 El autor reitera la palabra “marked” a lo largo de todo el libro (inclusive usa el sustantivo “markedness”), palabra con
la cual creo que no se hace justicia si se la traduce como “marcado”.
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manera virtual apuntaba a quitarle a la situación de dependencia el carácter de peligro abrumador por la
sensación de indefensión concreta que implicaba para él este tipo de vínculos. En otras palabras: jugábamos
a que él me necesitaba y dependía de mí y del espacio analítico.
Valeros (2015) ofrece la transcripción de 480 sesiones de tratamiento de un paciente púber con técnicas de
juego. Veamos una breve secuencia del relato del comienzo de una sesión (p. 352):
“César tocó el timbre ocho minutos antes de su hora, lo que es desusual para él y apenas entró, en forma más
urgente de lo habitual, me preguntó a dónde quería viajar. Le propuse ir a Francia pero esto no le atrajo y él
decidió que viajáramos a Miami, pero no a Miami Beach sino al centro y que nos alojáramos en la mansión
“Boludo I”.
César imaginó haber diseñado una nueva clase de aviones para su compañía “Lunar”, aclarando que no
tenían forma de medialuna, sólo “el dibujito de luna en la propaganda”. De ahora en adelante se dedicará a
ser dueño de los clubes y la compañía “Lunar”. Cuando sacamos los pasajes para Miami, me sorprendí que él
eligiera clase “Hinchas de Independiente” y me mandara a la clase “Hinchas del Barcelona,” nunca antes
estuvimos separados.”
Llama la atención en este pequeño extracto (como muestra de todo el libro), el grado de involucramiento que
tiene el analista con su paciente. Ya desde el comienzo se refiere a él como “César”, que no es su nombre
verdadero, sino el nombre “lúdico” que había elegido el paciente para sí mismo en sesiones anteriores para el
desarrollo de estas escenas del tratamiento. Al leerlo se tiene la impresión que ambos están metidos en este
mundo fantástico casi en una “folie a deux” maravillosa, simbiótica. En un juego permanente del “pretend
mode” o “como sí” descripto por Fonagy.
En ese artículo y en otros, existen varios ejemplos similares de varios autores. Algunos de esos ejemplos son
agradables y los disfrutan tanto los analistas como los pacientes, ya que también hay un bebé vigente en cada
analista. Pero el bebé no siempre se sonríe, o ríe a carcajadas. A veces también se enoja o llora
desconsolado. Y el niño que tienen adentro los pacientes adultos también:
Hace aproximadamente 3 meses, en los comienzos de la cuarentena por el coronavirus me llamó por teléfono
Santiago. Es un paciente de 70 años que había estado en tratamiento conmigo durante varios años y que
hacía 5 años que no lo veía. Cuando escuche su voz lo reconocí y me sorprendió. Lo primero que hizo fue
pedirme disculpas por molestarme y “que eran 5 minutitos nada más”, que quería que lo derivara a un
psiquiatra para que le diera un ansiolítico porque estaba un poco angustiado.
Le dije que estaba a punto de ocuparme y que prefería que combináramos un horario para que me contara
más detenidamente qué estaba pasando. Aceptó enseguida. Como estábamos en plena cuarentena, yo
atendía solamente por video llamada o por teléfono. Le dije que eligiera el modo de comunicación.
A la tarde me llamó por teléfono, muy puntual como siempre, ya que es una persona muy formal. A sus
sesiones siempre venía vestido con un elegante traje. Es un empresario muy exitoso en su vida laboral. En
sus sesiones su lenguaje siempre había sido pausado, medido y muy correcto.
Comenzó la conversación, nuevamente pidiendo disculpas por molestar y contándome que desde hacía unos
quince días estaba un poco angustiado. Parecía que quería terminar la conversación rápido así que durante la
primera media hora tuve que hacerle preguntas para entender algo de lo que le estaba pasando. Con
pequeños fragmentos que surgían como respuestas a mis preguntas fui escuchando que por las tardes y a la
noche estaba asustado porque pensaba que se estaba enfermando del coronavirus y a veces se tomaba la
fiebre para controlarse. También sentía disnea, pero después se daba cuenta de que no era nada. Explicaba
que a las mañanas se sentía bien y salía de su casa para ir a su empresa donde trabajaba hasta las primeras
horas de la tarde. Era habitual que en su oficina entrevistara gente. En realidad no tenía necesidad de ir a
trabajar, sino que le gustaba hacerlo.
A esta altura de la conversación me sentía confundido y me preguntaba si Santiago también estaba confuso o
muy disociado, ya que por un lado me decía que estaba asustado a las tardes y noches, y en contraste me
decía que a las mañanas salía de su casa sin ningún temor, exponiéndose al contagio a pesar de la
cuarentena y del hecho que por su edad y por algunos antecedentes era una persona de riesgo. Le pregunté
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si no estaba asustado cuando salía de su casa y me contestó: “Pero no doctor, ¿por qué habría de estar
asustado? Yo disfruto de mi trabajo y además me cuido, me lavo las manos después de entrevistar a la gente
y al llegar a mi casa.”
Mi desconcierto iba en aumento. No entendía qué estaba pasando. Ya le había mostrado la contradicción
entre el Santiago de la tarde-noche y el Santiago de la mañana y no podíamos avanzar. Le había preguntado
qué le asustaba de estar enfermo del Covid y me contestaba “estar enfermo”. También le había preguntado si
tenía miedo de morirse y me había contestado: “No doctor. No tengo ningún miedo a morirme, yo ya tengo mi
vida hecha. Si Dios piensa que es el momento de llevarme, está bien.”
Por un lado estaba preocupado por Santiago. En los años que lo había tenido en tratamiento nunca lo había
visto tan disociado. Me preguntaba si se estaba descompensando. También me incomodaba la situación del
teléfono ya que el paciente se quedaba en silencio después de cada frase y yo no podía recibir información de
la expresividad de su rostro y de su cuerpo. El lenguaje también está bastante distorsionado en sus
componentes musicales en una comunicación telefónica.
También me molestaba tener que hacerle preguntas, ya que mi estilo cuando comienzo una entrevista
consiste en decirle al paciente que me cuente por qué me consulta y lo dejo hablar libremente, esperando que
el paciente estructure el campo, casi sin hacerle preguntas, esperando sus silencios en caso de que surjan.
Me preguntaba si el paciente necesitaba una consulta presencial para evaluarlo adecuadamente, aunque yo
no estaba aceptando ese tipo de consultas para cuidarme a mí mismo y a mis pacientes. Entonces me
cuestionaba si yo estaba exagerando con mis propios cuidados como una defensa a mis temores y angustias
frente a la enfermedad. Quizás yo también estaba aterrado disociadamente y eso era la razón de mi malestar
y confusión. Quizás lo mejor era derivarlo a un profesional joven que no fuera una persona de riesgo como yo
por mi edad, lo que lo dejaría menos contaminado afectivamente en la relación con el paciente.
Después de casi media hora de preguntas y vacilaciones le dije que no entendía qué le estaba pasando y que
íbamos a probar quedarnos un rato más largo en silencio y que tratara de registrar qué imágenes recordaba
de las tardes de angustia. Hasta ese momento el tono de la conversación había sido en “modo” adulto y con
cierta distancia por el uso del “usted” acompañado de una dosis de seriedad.
Después de un rato me dijo: “Bérgamo, doctor...”. Y luego de un silencio con una voz casi susurrante, que
empezaba a quebrarse, con un ritmo muy lento: “Los pacientes sufriendo en los pasillos del hospital…. en
soledad frente a su enfermedad...”
En ese instante se corrió la niebla en mi cabeza y le dije con un “decresendo” y un glissando largo hacia lo
grave y apoyando mi cabeza en una mano (como si el paciente me pudiera ver): “Uuuhhhh...claro...la
soledad…la soledad interior…. el coronavirus es la soledad interior frente al sufrimiento...” (1)
Entonces Santiago cambió su voz, se volvió más aguda, casi de falsete y comenzó a llorar desconsolado,
diciéndome de forma entrecortada: “Discúlpeme doctor…...discúlpeme...”
Le dije con voz muy baja: “Sí…Santiago, sí…Es muy triste sentirse solo frente al sufrimiento…. muy triste…”
(2)
El paciente siguió llorando desconsolado y diciendo con voz muy baja: “disculpe….”
Continué diciendo con voz baja y un ritmo lento: “Sí Santiago…..muy triste esa soledad… la soledad de toda
una vida...” (3)
Santiago siguió llorando varios minutos y luego con voz muy aguda y entrecortada y siguiendo en “adagio” me
contó mientras seguía llorando: “Me...me estoy acordando….que cuando tenía 7 años me enfermé de
escarlatina. …estaba en cama muy asustado y la llamé a mi mamá…y…y ella desde la puerta me dijo ...me
dijo que no la molestara más...y se fue…”
Continué diciendo con un nuevo glissando en decresendo hacia lo grave: “Uuuuhhh, que doloroso
Santiago…qué doloroso!” (4)
133
SIMPOSIO APdeBA 2020
En el mismo modo y aun llorando el paciente continuó: “Y.…y. Me estoy acordando que otra vez…otra vez,
cuando yo tenía 8 años ella había ido al médico a hacerse un control. Y cuando volvió le pregunté: mamá,
¿qué te dijo el médico? Y ella me contestó: me dijo que si vos me seguís molestando así me vas a matar….”
Le dije siempre en el tono bajo y lento: “Aaaaah… terrible... ¡terrible escuchar eso en boca de mamá,
Santiago…...!” (5)
El paciente siguió llorando durante unos minutos más y termino agradeciéndome reiteradamente.
Repasando esta secuencia, en el momento de (1) apareció una clara manifestación emocional que estaba
buscando, con cierta resistencia, ser compartida por medio del entonamiento: la angustia y la tristeza frente a
la soledad en el sufrimiento. Mi acompañamiento por medio predominantemente musical nacía
espontáneamente frente a la tristeza que despertó en m í el paciente. No era una tristeza abrumadora que me
tocara alguna fibra íntima como para sentir deseos de ponerme a llorar con él. Si hubiera sido así hubiera
abrumado aún más al paciente. Hubiera sido como la mamá que se angustia tanto o más que el bebé.
Tomando una metáfora musical, el entonamiento (Stern) o espejamiento afectivo (Fonagy) implica una
afinación no al unísono, sino con un intervalo de tercera o quinta más bajo. También está presente el tema con
variaciones: soledad- soledad interior- soledad interior frente al sufrimiento. Conocía el peso de la soledad
interior del paciente desde su infancia por los años de tratamiento conmigo. Mis intervenciones no dejaron de
lado los contenidos cognitivos incluidos en el discurso verbal. Eran como una “canción” por el hecho de incluir
tanto la música como la letra.
En la secuencia que culmina en (2) y en (3) se ve cómo el paciente despliega intensamente su transferencia.
Me impresionaba porque su voz en falsete y su llorar desconsolado le daban un sentido de total “verismo” a la
escena del infante que tenía a mi lado.
Entendía el pedido de disculpas tanto en (4), como en (5) como consecuencia del rechazo culpógeno que
tenía interiorizado de la figura materna que aparecen reflejados en los dos recuerdos infantiles. “No puedo
molestar a mi mamá con mi miedo y con mi angustia porque la puedo dañar.”
Esta descripción ilustra el sentido de una afectividad no integrada (Winnicott), o no entonada (Stern), o no
regulada (Fonagy) y que se encuentra en el dominio de la “equivalencia psíquica” (Fonagy), es decir “lo que
está dentro de la mente del paciente está también afuera”, y puede dañar. No hay discriminación yo-no yo.
Lo no verbal como interpretación
En las teorías presentadas se trasunta que el desarrollo del “self” es esencialmente afectivo, en oposición al
“cogito” cartesiano 45. Según Fonagy la “mentalización” no es un proceso cognitivo, surge con el
descubrimiento de los afectos y sigue con la regulación de los mismos. Este proceso de integración y
regulación se da con la comunicación no verbal.
Según Stern (p. 200-216), cuando surge el desarrollo del “self” verbal se produce un enriquecimiento notable
por el hecho de lograr una pertenencia cultural muy amplia pero al mismo tiempo se produce una “cuña” y las
experiencias más tempranas quedan “alienadas” y “soterradas”, ya que el lenguaje puede representarlas
pobremente. Estos dominios del “self” tempranos van a aparecer “sólo cuando las condiciones suprimen o
prevalecen sobre la versión lingüística” (p 216, mi cursiva). Si siguiéramos este modelo estaríamos muy
atentos a los aspectos no verbales de la relación porque son los únicos que le pueden dar la bienvenida al
bebé cuando golpea la puerta para aparecer en sesión.
Como desarrollé en un artículo anterior (Castaño Blanco, 2004) en nuestra cultura se tiende a ver lo lingüístico
como el único organizador altamente simbólico de la experiencia humana, pero los desarrollos del concepto
de “mente modular” (Jackendoff, 1992), conciben al pensamiento musical, video espacial y posiblemente la
expresión facial (la gramática de los rostros) como poseedores de un alto nivel de abstracción. En ese sentido
lo no verbal en sesión es una interpretación por el grado de virtualidad que introduce en la relación.
Siguiendo esta línea de pensamiento se sigue que nuestra tarea es bastante compleja, ya que, si bien hay
una tendencia instintiva y espontánea a asumir la tarea de cuidador, o de “base segura” (Bowlby), tendríamos
que estar atentos a qué aspecto del self tenemos en cada momento en sesión: si el bebé de 2 meses, el de 1
año, etc., ya que la comunicación no es la misma en cada caso.
Siguiendo a Ekstein (1966), se trata de que el analista interprete “en la metáfora”, es decir que se ubique en el
nivel de “concretud” o simbolismo en qué está el paciente. En consecuencia sería erróneo que el analista esté
en todo momento entonando, o jugando al “como si”, o usando metáforas, o reflexionando racionalmente con
el paciente sobre el significado profundo de sus conductas. El paciente es el que determina como va a “hacer
uso” del analista y del ámbito analítico en cada instante. El analista le ofrece su “reluciente bajalenguas”. El
bebé paciente decide si tomarlo, si jugar a llevarlo a la boca, o si tirarlo al piso. (Winnicott, 1941)
Referencias bibliográficas
- Bowlby, J. Una base segura. Paidós. Barcelona. 1989.
- Bion W. R. Volviendo a pensar. Horme. Buenos Aires. 1977
- Castaño Blanco, A.G. “La interpretación no verbal. Repercusiones de la teoría de la mente modular”. En Revista
Latinoamericana de Psicoanálisis. FEPAL. Vol. 6. 2004.
- Damasio A . [1994] El error de descartes. Crítica. Barcelona. 2007
- Ekstein, R. [1966] La psicosis infantil. Pax. México.1969
- Fonagy, P. et al. Affect regulation, mentalization and the development of the self,Other Press. New York. 2004
- Jackendoff, R.S Consciouness and the computational mind. The MIT P ress. Massachusetts,1992
- Stern, D. [1985] El mundo interpersonal del infante, Paidós, Argentina, 1991
- Valeros, J. A. Narrativa del análisis de un púber. Letra Viva. Buenos Aires. 2015
- Valeros, J. A. Benhamú Aserraf, S., Castaño Blanco A. “Exploraciones con técnicas de juego en el tratamiento de un
o
paciente adulto severamente perturbado” en Psicoanálisis. Vol. XV II. N 2. ApdeBA .1995
- Winnicott, D.W. [1971] Realidad y juego. Gedisa. 1985,Argentina
- Winnicott, D.W. [1941] “La observación de niños en una situación fija” en Escritos de pediatría y psicoanálisis. Laia.
Barcelona, 1958
un lugar más o menos seguro. Actualmente ocurre durante la cuarentena por la pandemia. Es así que
recurrimos a ciertos artículos de Winnicott, para comprender estos fenómenos que pensamos relacionados
con la estructuración del YO. Fenómenos que estarían vinculados con lo infantil que hay en los adultos y que
los acompañan toda la vida.
Para este autor el “Yo es lo primero” ¿Por qué es lo primero? Porque si no hay Yo no se puede, desde el
punto de vita del bebé, dar cuenta de todo lo demás. Para Winnicott, al revés que Freud, donde hay Yo hay
Ello.
Green nos dice en su libro Jugando con Winnicott, en relación a las pulsiones “Winnicott no niega la
importancia de éstas o del ello. Según él se necesita una buena integración de las pulsiones para la vitalidad y
originalidad; a su juicio, sin embargo, aquellas sólo pueden influir en el desarrollo del self tras la resolución de
problemas más urgentes para la salud mental, que se logra por medio de la integración. Si para Freud, pues,
al principio todo era el ello, para Winnicott es necesario que se construya una estructura mínima de YO antes
que las pulsiones puedan adquirir alguna conciencia de su existencia”
¿Y qué se necesita para tener un Yo bien constituido? Se necesita “Una madre suficientemente buena” que
sepa dar respuesta a las tendencias que emanan del infante. La tendencia a la integración en tiempo y
espacio. Un bebé tiene momentos de integración y otros de no integración. En esa no integración estará
tranquilo en tanto que el sostén (Holding) sea mantenido. La desintegración tiene lugar cuando hubo fallas
importantes en el sostén y se constituye en una defensa contra una angustia inconcebible.
La personalización es otra de las tendencias que trae el bebé y demanda de un medio, en general el materno,
que esté preparado para ofrecerle una buena manipulación (Handing) que está destinada a proporcionar una
buena integración psicosomática. Al principio el Yo es un Yo corporal y si todo va bien, el bebé, como
persona, empieza a estar vinculado con su cuerpo, sus funciones y con una membrana limitadora.
La despersonalización significa la pérdida de la firme unión del yo con el cuerpo e, incluso, con los impulsos y
satisfacciones del Ello.
La última tendencia es la iniciación de las relaciones objetales en la que la madre le ofrece un objeto. El
infante tiene una vaga expectativa de una necesidad y la madre, la empatía de ofrecerle el objeto, el cual ella
siente, que el bebé necesita. Si la elección es acertada, ese objeto satisface la necesidad y empieza a ser
necesitado.
Nos parece importante esta presentación de las ideas de Winnicott, para dar cuenta del marco teórico, a partir
del cual, nos surgieron las hipótesis clínicas mencionadas.
Llama la atención en el recién nacido cuando se lo acuesta en su moises, que en poquito tiempo se acerca a
los barrotes del mismo, motivo por el cual se le agrega desde hace unos años ¨una chichonera¨ para no
lastimarse. Es probable que busque, de esa manera, la pared uterina donde se apoyaba. Lo hace reptando.
Otra observación en este sentido es como se calma con el sostén de los brazos de su madre/padre en los
momentos en que pareciera que se sobresaltase ante lo ajeno que le es el aire y el espacio.
A partir de los primeros gateos del niño y luego el poder andar, la función de apoyo de la madre va
decreciendo y toma progresivamente, su lugar, el suelo. Esto puede ser una de las principales razones que,
inconscientemente se relacione ¨la madre tierra¨, con el suelo (La Pachamama)
También los trastornos neuróticos del equilibrio suelen vincularse, a menudo, a conflictos relacionados a la
dependencia con la madre.
Winnicott en el artículo La angustia asociada con la inseguridad, sostiene que en los comienzos de la vida del
bebé el centro de gravedad del ser no empieza en el individuo sino que se halla en la organización total
madre-bebé. Con una técnica satisfactoria de cuidados infantiles ¨el centro de gravedad del ser puede alojarse
en el núcleo más que en la cáscara¨, de tal modo que el centro de gravedad puede quedar ahora localizado
en el centro del bebe ´¨pudiendo así empezar a crear un mundo externo al mismo tiempo que adquiere una
membrana limítrofe y un mundo interior¨.
136
SIMPOSIO APdeBA 2020
También es un hecho de observación, que hay niños y sobre todo los púberes que estando autorizados, se
niegan a salir en estos momentos de pandemia.
Las razones pueden ser muchas, desde luego. A nosotras nos interesó investigar qué es lo qué sucede con la
estructuración del YO.
Una buena integración obtenida en la infancia no garantiza que no pueda ser conmovida por sucesos de
grandes magnitudes de peligrosidad. Esas reacciones frente a situaciones que pueden significar, para quienes
las padecen, situaciones traumáticas. En ellas se pone en juego el sentimiento de vulnerabilidad y el de
incertidumbre frente a hechos que son difíciles de manejar. No se trata de situaciones más o menos
habituales, difíciles pero conocidas aunque no hayan sido padecidas por la persona en cuestión. Es decir,
sabemos de las guerras, de las pestes, de los fenómenos naturales, pero lo que sabemos de ellos son por
referencias lejanas. Es decir que cuando realmente nos ocurren, carecemos de experiencia previa que nos
brinde los elementos necesarios para su manejo. El vivir se vuelve peligrosamente extraño, desconocido.
Winnicott ha trabajado este tema en los niños y en el niño que todos llevamos en nuestro interior.
El vértigo, el mareo e incluso la desorientación, pueden producirse cuando nuestro equilibrio se ve
amenazado.
Esto sucede con los niños que al ponerse de pie tienden a aferrarse a algo como si buscaran la mano de la
madre. Es común en esta etapa ver niñitos que caminan agarrados de un lápiz, que si se les cae, caen ellos
también.
En los adultos mayores que salen a la calle, pueden aparecer los citados síntomas.
Lo que sucede es una suerte de desintegración parcial. Es decir una parte del Yo se desintegra y tiene
reacciones parecidas a la de los niños. Pero hay otra parte del Yo que se mantiene integrada y puede
explicarse, a su manera, que es lo que está sucediendo.
Observamos, entonces, que el salir a la calle, alejarse de el interior de la casa donde se sentía una suerte de
protección, asegurada por los “Protectores” (médicos, autoridades, etc.) aparecen síntomas físicos que
remedan sensaciones infantiles ante la falta de sostén.
Lo que postulamos que puede haber en común en todas estas situaciones es la angustia frente a lo que
pensamos como una situación traumática, en la que se ponen en juego el sentimiento de vulnerabilidad y
también el de incertidumbre, sabiendo que en general la mente tiene poca capacidad para manejarla.
Siendo esta experiencia de la pandemia una situación en que todo deviene excepcional se hace necesario
pensar que se trataría de una falta de representaciones, que requiere, por parte de la analista el poder ofrecer
un espacio de significaciones, a la manera de como Bion se refiere a la capacidad de reverie de la madre,
haciendo lugar a las distintas situaciones regresivas que se puedan suscitar.
*Lo relatado al comienzo del trabajo es un resúmen de lo que les sucede a muchos pacientes, unificado en
uno, para ejemplificar su sintomatología.
Resumen
Ante la pandemia que nos acosa con sus distintos grados de incertidumbre, nos encontramos con cierto tipo
de sintomatología que afecta a las personas en cuarentena (vértigo, mareos, nauseas, desorientación, etc.)
Estos síntomas aparecen cuando esas personas salen del encierro a la calle. Se trata de personas que, hasta
estos momentos, han demostrado una buena respuesta a situaciones difíciles pero no tanto como puede ser
una pandemia, la guerra, todo tipo de desastres naturales, etc.
En esta oportunidad en que nos ocuparemos de lo infantil, quisieramos acercar una idea de Winnicott que
suscita algunos malos entendidos, y se trata de cuando el autor postula:
¨El yo está primero¨
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Y la pregunta suele ser ¿Primero: Por qué? Trabajaremos a la luz de las ideas de D. Winnicott, quien ha
tratado extensamente este tema, no solo en el infante humano, sino también en el que existe en cada adulto a
lo largo de su vida.
Referencias bibliográficas
-Winnicott Donald (1979) Escritos de Pediatría y Psicoanálisis. Barcelona. Laia.
-Cap.VI. La angustia asociada a la inseguridad (1952). Segunda Parte.
-Cap. II. Desarrollo Emocional Primitivo (1945). Terc era Parte.
-Green André (2012) Jugar con Winnic ott. Buenos Aires, Amorrortu.
.Cap. III. Winnicott en transición, entre Freud y Melanie Klein. Pág.64
La teoría de “Lo infantil” delínea un camino a recorrer, remitiéndonos al deseo infantil, a la sexualidad infantil,
a las fantasías originarias, escena primaria, narcisismo, castración, Edipo, enarbolando, en el mejor de los
casos, el malestar neurótico a desenmarañar por la pareja analítica.
Dicha delineación conlleva un efecto de anticipación, el camino se encuentra iluminado, señalizado, “es por
aquí”, produciendo una suerte de incertidumbre tolerable para el analista ya que la ruta, el por dónde caminar,
la conoce de antemano.
En éste sentido, el valor agregado que ofrece la presencia flotante de dicha teoría en la actitud mental del
analista, es doblemente significativo, ya que por un lado lo infantil ofrece una clave potente para la escucha
analítica: el analista lleva adelante una particular conjetura apoyada en una búsqueda-reencuentro, al servicio
de confirmar una verdad teórica considerada universal, que además ofrece un alto nivel de certidumbre: el
adulto y el adolescente hablan, el niño/a dibuja, acontece el jugar y habla, ambos tres, desde la exclusividad
del entramado parental a develar por la pareja analítica.
De ésta manera, conjeturar es leer la fantasía inconsciente que emerge en transferencia, con posibilidad que
se resignifique en ella, vía levantamiento de la represión, dando lugar a nuevos significados.
Entonces el/la analista conjetura, hipotetiza respecto del malestar del paciente, sostenido por poderosas
teorías con fuerza de axiomas, que disminuyen el nivel de incertidumbre del no saber, garantizando, en gran
parte, el sostenimiento del poder hegemónico de “lo infantil “ en la mente del analista.
Dicho poder hegemónico se posiciona al estilo de un predicativo subjetivo obligatorio, pensémoslo en términos
gramaticales: si a la oración: “El paciente niño/a, adolescente y adulto padecen lo infantil”, le quitamos por un
instante “lo infantil “, la oración quedaría incompleta.
El punto en cuestión es que la oración que incluye lo infantil debería resultarnos una formulación incompleta,
ya que propone un padecimiento posible, verosímil que se circunscribe al particular universo de lo infantil,
entre otros universos posibles por los que transita, vive el ser humano, no pudiendo ser registrados desde el
ojo de lo infantil.
Entonces, el paciente niño/a, adolescente y adulto no sólo padecen porque el aquí y ahora es en realidad un
aquí y ahora de alla entonces, sino también por lo imposible de explicar, en cuanto a remitirlo a un tiempo
pretérito, posibilitándonos habilitar la presencia de otros universos no conocidos por conocer, que muchas
veces son reducidos a lo desconocido a reconocer.
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Dicha reducción aliviana al analista de la incomodidad respecto de un no saber qué hacer técnicamente, con
enunciados inéditos, que requieren otras formas de abordaje técnico, otro ojo.
Abordajes novedosos, posiblemente sentidos por el analista como todo un desacomodamiento identitario, ya
que la técnica, en cierta forma, nos otorga una identidad, la pertenencia al estatuto psicoanalítico.
Habilitar otros posibles universos del padecimiento humano, implicaría para el analista poner en suspenso, por
ejemplo, cierta muletilla técnica, con base teórica: “ en realidad lo que usted me está queriendo decir....”,
dando quizás lugar a : “ el comentario suyo me hizo pensar", es decir un analista pensando, desacomodado
de la interpretación.
También pensaba, abrir la pregunta al dibujar de los niños, respecto de cierto apresuramiento a descifrarlo al
estilo de un sueño, como expresión de otra cosa.
Me imagino un niño que en su primera entrevista corre por el consultorio, tocando todo lo que tiene a su
alcance, mirando para todos lados, se detiene, ve un papel sobre el escritorio y realiza unos trazos.
Acto seguido el analista le pregunta, qué nombre tiene eso que dibujó y el niño dice: es una rata. El analista
expectante piensa que en algún momento dicha situación analítica se va a poder explicar, se le va poder
encontrar el sentido, dentro de una cadena de significantes, dentro del entramado objetal parental de lo
infantil.
Proponiendo habilitar otros universos posibles, pienso la recién citada dinámica entre paciente y analista
como un instante en el que no sólo el niño va de aquí para allá, tocando todo, no conoce el lugar, no conoce al
señor/a -analista que está mirándolo sin perderle el rastro. También el/la analista va de aquí para allá,
tocando, corriendo entre los diferentes conceptos que conforman su marco teórico flotante, tampoco conoce al
niño. La atmósfera por la que transitan es incierta, entonces surge la pregunta : ésto que dibujaste qué es?,
cómo se llama?
Y es en ese preciso instante de las preguntas donde se comienza a esbozar la supremacía del universo de lo
infantil, en clave identitaria, en la mente del/ la analista, por sobre otros posibles universos que nos convocan
a ser pensados, tomando como punto de partida otras palabras claves, por ejemplo, lo imprevisto, lo extraño,
lo imposible de ser explicado vía relación objetal.
Justamente las preguntas del analista interrumpen defensivamente el clima incierto por el que transitan
paciente y analista, denotando un intento de salida de dicho clima, poniendo en marcha una particular
escucha: la rápida traducción de la singular semiótica del dibujar, en cuanto a su modo de producción, de
creación en el comunicar, equiparándolo al lenguaje verbal de desciframiento, de búsqueda de un
significante.
En éste sentido, el trazo recubre otro trazo, las preguntas explicitadas por el analista recubren otra pregunta,
la expresión rata recubre otra rata: el territorio de lo infantil a develar, avanza como centro.
Entonces me pregunto: el trazo en el papel, la expresión ”es una rata”, sólo le pertenecen al niño?
Las preguntas: ésto que dibujaste, qué es?, cómo se llama?, sólo le pertenecen a el/la analista?
Existe una incógnita presente entre paciente-analista, hago incapié en el signo – (guión) remarcando la
presencia simultánea de dos personas, en un espacio en común, sin vínculo alguno entre ellas...... no se
conocen.
Habilitar dicha incógnita no intenta anular el poder teórico-técnico de lo infantil en la práxis psicoanalítica, el
sentido se refiere a interrogarnos respecto del lugar que ocupa dicha teoría en la teorización flotante del
analista.
Sobre todo en los momentos que puede estar funcionando como un obstáculo que nos impide im aginar
nuevos enunciados que describen situaciones analíticas, al estilo de suplementos analíticos que escapan a lo
pre-moldeado y ameritan otros referentes, nuevas palabras claves de enunciados que antes no estaban,
ofreciéndose a ser pensados desde otro lugar.
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Cuánto tiempo puede sostener el analista el trazo sin nombre del niño, autorizándose a pensar el trazo como
parte de un posible recorrido que el niño lleva adelante en una situación nunca vivida por él, en el que la
presencia de /la analista estaría incluída pero como una presencia no conocida, por conocer?
Cuánto tiempo puede soportar el niño sin responder a las preguntas del analista que lo empujan a ponerle
nombre a un trazo que es parte de un camino que en ese preciso instante el/la analista estaría transitando,
intentando reconocer al niño a conocer ?
Un recorrido territorial en el que tanto paciente como analista producen un particular movimiento, una
particular mezcla, producto de ese preciso instante.
En éste último sentido, los trazos, las preguntas y respuestas podrían estar esbozando el diseño de lo extraño
entre dos personas no conocidas por conocerse , un clima rata de laboratorio en cuanto a una singular
experimentación entre dos personas, de un instante presente nunca vivido, imposible de anticipar.
Un clima-devenir ratas de laboratorio experimental, para seguir deviniendo en otra cosa, en otro estado, en
otro clima, en otras personas, en una pareja analítica , en otra pareja analítica.
Fuerte impacto frente a la experimentación del no conocimiento del otro que se impone entre ellos, que
rápidamente podría ser neutralizado al estilo del consultorio que se transformó en un laboratorio, vía lógica
representacional.
El punto en cuestión es poder interrogarnos respecto de la creencia que sostiene que toda intervención,
apoyada teóricamente en lo infantil, es apropiada al material, ya sea porque el paciente la confirma con un
sueño, con un recuerdo o porque dice que no tiene nada que ver, es decir el analista dió en el clavo porque la
intervención es resistida.
Considero vital para nuestra práxis cotidiana, el estar expectantes de ciertos momentos en que los pacientes,
con sus argumentaciones, sacuden nuestras teorías instituídas, sacuden Lo infantil, lo inapropiado de una
intervención. Sobre todo cuando dicha impugnación enseguida es decodificada por el analista como una
resistencia, una transferencia negativa. No pudiendo escuchar un hablar del paciente que posiblemente no
tiene registro previo. Lo diferente es rápidamente reducido a lo semejante a tal cosa.
Quizás una pista, una señal al respecto la encontremos en un estado de cierta tranquilidad que podría estar
experimentando el analista: el “es por aquí“, por lo infantil, como fuente de lo inconsciente, pero como único
camino a recorrer.
Anestesiando la capacidad de interrogación respecto de otros posibles enunciados que pudieran estar
desprendiéndose de lo infantil pero en otra clave, pasando desapercibidos frente a la mirada del/la analista.
Tengo la impresión que la institución psicoanalítica intenta actualizarse proponiendo pensar respecto de cómo
son, qué piensan, cómo piensan, cómo sufren, cómo se relacionan los niños/as, adolescentes y adultos, en la
actualidad, tomando lo infantil como punto de partida por antonomasia.
El desafío en cambio, es tratar de inventar nuevos referentes, instrumentar una nueva semiótica en cuanto a
captar nuevos procesos de subjetivación, que nos posibiliten pensar respecto de qué diversidad de
actualidades estamos construyendo entre niños/as, adolescentes, adultos, parejas, familias y analistas,
tomando como punto de partida, parafraseando a G. Agamben, lo inactual, en cuanto a percibir y capturar la
oscuridad de nuestro propio tiempo.
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46
Este trabajo es una adaptación de: “¿Por qué André Gr een? El pensamiento clínico y Las ideas directrices para un Psicoanálisis
contemporáneo”, presentado en el Ateneo de APdeBA del 16 de septiembre de 2016.
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IV) ¿Por qué las pulsiones de destrucción o de muerte? París, 2010 y Buenos Aires en forma póstuma, en
2014).
En el primero de ellos, sostiene que el pensamiento clínico es una construcción teórica que incluye los
conceptos de interpretación en primera tópica de Freud (hacer consciente lo inconsciente, la teoría de la
representación), su teoría sobre el lenguaje en psicoanálisis, su concepción de la pulsión, el afecto y el
“discurso vivo”, el trabajo de lo negativo, sus ideas sobre el encuadre y el abordaje en las distintas patologías,
los procesos terciarios, el trabajo de la pulsión de muerte y la función desobjetalizante, el síndrome de
desertificación mental…Conceptos fundamentales renovados o resignificados, conceptos nuevos, creados,
pero esencialmente puestos en relación. En síntesis, el pensamiento clínico, manifiesto como función teórica
del analista, se caracteriza por dos cualidades esenciales: la idea de hipercomplejidad y la idea de lazo,
ligadura y relación.
En el ámbito de la práctica del psicoanalista, el pensamiento clínico se ejerce dentro de los límites
establecidos por el encuadre de la sesión, con sus pautas específicas, la asociación libre, la atención flotante
y la neutralidad benévola del analista –como llama a la regla de abstinencia –.
A esta Regla Fundamental, Green le agrega una Segunda Regla Fundamental: el análisis del analista 47. Esta
actividad, bajo estas condiciones, que se manifiesta bajo la forma de un diálogo peculiar analizante - analista,
constituye el núcleo de la acción psicoanalítica, tanto en el análisis clásico como en las terapias
psicoanalíticas 48. Green la denomina la Matriz Activa: corresponde al encuadre interno del psicoanalista,
mientras que lo que él llama el Estuche, corresponde a los aspectos secundarios y variables del encuadre
(diván, cara a cara, número de sesiones, honorarios etc.). El Estuche, en cada uno de los casos y
circunstancias, está destinado a proteger y velar las condiciones y reglas del trabajo analítico: es el accesorio
que guarda lo valioso o lo delicado.
En síntesis, el encuadre interno del analista, concebido como matriz objetalizante y representativa, es la sede
del pensamiento clínico.
Al llegar a este punto, realizo un paréntesis para recordar las fuentes principales de sus ideas teóricas:
esencialmente Freud, con una lectura que lleva implícita una revisión y revaloración de su obra, y, sobre todo,
una compleja relación entre sus conceptos (por ejemplo, entre la primera y segunda tópica, entre las teorías
de las pulsiones, entre los conceptos metapsicológicos y los técnicos…). Incorpora, a su manera (recurriendo
a los conceptos de la semiótica de Pierce y no a los de la lingüística de Saussure), las propuestas de Lacan
no en cuanto a que el inconsciente está estructurado como un lenguaje, sino en cuanto a remarcar la
importancia de la relación del sujeto con el significante 49.
También, sobre todo a partir de su tercer análisis con C. Parat, incluye las ideas de Winnicott sobre la
incidencia de las características reales de los objetos tempranos en la estructuración psíquica, sus conceptos
de ilusión y desilusión, de objeto transicional y encuadre analítico, ideas que lo ayudaron a modificar su clínica
de las estructuras no neuróticas.
Para Green, el pensamiento clínico se debate entre lo intrapsíquico y lo intersubjetivo, y la transferencia se
vehiculizará por una doble vía: la transferencia sobre la palabra y la transferencia sobre el objeto analista:
“Todos estarán de acuerdo en reconocer que el eje de la cura apunta a iluminar lo intrapsíquico, el
47
Requisito esencial, porque la subjetividad del analista está absolutamente involucrada en su trabajo.
48
Green diferencia entre el trabajo de psicoanálisis, el trabajo de psicoanalista, y el trabajo de psicoanalizado.
49
En este sentido, Green afirma que, en la tarea de dilucidar cómo se hace preconsciente lo inconsciente a través de la
interpretación, algunos autores descuidan el punto de vista económico en beneficio de la hipótesis de la doble inscripción. Dice que
esta elección se funda en la necesidad de sostener que “el inconsciente está estructurado como un lenguaje” y aclara que “no se
dice: la estructura del inconsciente es la del lenguaje, sino que aquel está estructurado como este”. No se trata por lo tanto de
identificar meramente el significante con el representante de la pulsión y en “El lenguaje en psicoanálisis”, va a sostener que “no es
posible fundar teoría psicoanalítica alguna sin la puesta en perspectiva del aparato del lenguaje dentro del aparato psíquico… será
tarea nuestra representarnos estas relaciones…de ninguna manera debemos olvidar la heterogeneidad de estructuras entre la
psique y el lenguaje”. Para él, la tarea de interpretar., de hacer consciente lo inconsciente, debe incluir la hipótesis tópica de la doble
inscripción, sin descuidar la hipótesis económica”.
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mundo interior del analizante, pero todos también tendrán que admitir que es la transferencia la que
fuerza –empleo este verbo a propósito pues pienso en el recorrido de Freud- al analista a entrar en el
juego, metido como está en el proceso analítico por las proyecciones de que es objeto. Más aún: sólo
el análisis de esas proyecciones y de la respuesta que será llevado a darles remitirá su palabra y su
acción a la realidad psíquica del paciente. ¿Cómo lo lograría sin hacer participar su propia realidad
psíquica? Ese es el sentido de lo que se ha denominado “segunda regla fundamental”, la necesidad de
análisis del analista. En este entrelazamiento de los mundos interiores de ambas partes de la relación
analítica, la intersubjetividad toma cuerpo, lo cual no implica la simetría de los protagonistas”
Green define así dos campos: el campo de lo intrapsíquico, interior, cuya hipótesis central es la pulsión (la
“fuerza”) y sus movimientos hacia el objeto, que van “creando” lo psíquico al ir en su búsqueda , y que al
significar y simbolizar (trabajo psíquico), se transforma en representaciones; y el campo de lo intersubjetivo,
entre adentro y afuera, que implica la relación con el otro, que es el objeto de la pulsión y que de hecho
remite a otro sujeto. En síntesis, el objeto se halla en un doble lugar: pertenece a su vez al espacio interno
(consciente-inconsciente; Yo-SuperYo) y al espacio externo, como otro, como otro sujeto50. En varias
oportunidades cita una fórmula de César y Sara Botella: “únicamente adentro, también fuera”.
La relación pulsión /es – objeto/s y el movimiento que se crea entre ellos, la dinámica que los reúne, es
esencial tanto en su metapsicología como en su clínica. Sostiene que cuando Freud elabora la teoría de la
melancolía, al referirse a un objeto único al que hay que reemplazar de cualquier manera cuando se lo pierde
aún a costa de sacrificar una parte de sí mismo para lograrlo, se contradice respecto del lugar que le da al
objeto cuando habla de su contingencia (reemplazable, sustituible, simbolizable) al describir los componentes
de la pulsión. Entonces fue necesario revisar la teoría para revalorizar el papel del objeto. A su modo de ver,
Winnicott fue quien en el fondo planteó mejor el problema, al señalar la importancia del objeto, el concepto de
la “madre suficientemente buena” y la necesidad de modificar el encuadre en los pacientes graves en su
artículo “Aspectos metapsicológicos y clínicos de la regresión dentro del marco psicoanalítico”: “…fue él
quien me puso sobre la pista. Al hablar de holding, al decir: “Un bebé, eso no existe”, me llevó a
preguntarme qué son los brazos de la madre. ¿Qué quieren decir hold y handle para el bebé que es
sostenido? ¿Qué significan? Pues bien, se trata de una estructura encuadrante. Cuando el bebé es
separado de su madre, lo relevante no es el recuerdo de su rostro, de su sonrisa, sino las huellas del
encuadre que representaba el contacto de su cuerpo. En ese momento, ellas determinan el encuadre
para la representación. El rostro y la sonrisa de la madre pueden desaparecer o ser reemplazadas. El
encuadre permanece.”
Describe así este concepto de estructura encuadrante que implica una alucinación negativa (la no percepción
del rostro), que le permite introyectar un marco ofrecido por el cuerpo de la madre y la forma en que lo
sostiene. Este momento negativo instituye un espacio entre el adentro y el afuera en el que podrán
probablemente luego encontrar un lugar las primeras alucinaciones positivas de satisfacción, y luego
registrarse como huellas mnémicas de dicha experiencia.
“El trabajo de lo negativo es sin duda el texto más importante que he escrito”, afirma su autor, y, sin que
nos detengamos demasiado en ello, una comparación que puede ser simple pero profundamente explicativa:
lo negativo, para A. Green es en la teoría psicoanalítica tan esencial como el silencio en la música. Asimismo,
siendo la pulsión el elemento clave del pensamiento analítico, es necesario negativizar la manifestación
excesiva de su fuerza: es la idea de base de la teoría de la represión y de la inhibición del impulso para evitar
el pasaje al acto y la expresión de la destructividad. Su consideración merece un trabajo aparte, pero en
relación a la estructura encuadrante esta funciona, dentro del diálogo analítico con su doble función de sostén
(hold) y de acción (handle), en el sentido de “manos a la obra”, de poner en marcha “acciones específicas”.
50
En este sentido, Green observa que este tema –el problema del concepto de objeto en psicoanálisis-, ha dado lugar a distintos
debates entr e los psicoanalistas por los distintos significados teóricos en que fueron usados los términos. Por ejemplo “objeto”: el
objeto incluido en el montaje pulsional y el objeto al que apunta la satisfacción buscada, el objeto del fantasma, el objeto real, los
objetos diferentes del C. de Edipo (objetos de identificación), el objeto interno de M. Klein, el objeto transicional de Winnicott, el
objeto a y el objeto A en Lacan. En relación al “sujeto”: el sujeto, el je, el moi, la persona, el Self. Sugiere una genealogía o linaje
objetal para referirse a los primeros y una genealogía o linaje subjetal para los segundos.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
Me detengo para insistir sobre un punto muy preciso en la reelaboración metapsicológica de la obra de Freud
que realiza Green, al intentar dar cuenta de la clínica con pacientes no neuróticos: me refiero al problema de
la representación y de lo irrepresentable, es decir, al problema de los fracasos o límites del trabajo de
representación.
Considera dos formulaciones que permiten abordar el campo de la clínica contemporánea. El primer modelo,
que corresponde a la primera tópica freudiana, está conformado por el par sueño/relato de sueño, válido para
el análisis de la neurosis: se apuntala en la relación, conflictiva pero consistente, entre representación de cosa
y representación de palabra. En este modelo, la pulsión se sitúa fuera del aparato psíquico, en los límites con
el soma: la pulsión no es consciente ni inconsciente, y no es cognoscible sino por sus representantes
(representante representación).
Para Green dicho modelo es insuficiente para los pacientes no neuróticos, en la medida en que el trabajo de
representación puede ser puesto en jaque por la pulsión de muerte (un ejemplo de ello es la respuesta
terapéutica negativa -RTN-): entonces, la segunda teoría de las pulsiones y la segunda tópica, dan lugar al
segundo modelo, conformado por la problemática: pulsión/descarga o elaboración representativa. “Lo
irrepresentable constituye una dimensión esencial de este segundo modelo, en el cual el acto ocupa el
lugar paradigmático que tenía anteriormente el sueño”.
Veamos cómo funciona el pensamiento clínico en ambos modelos.
Partiendo desde el primer modelo, que toma como eje la teoría de la representación y la interpretación, surge
otro concepto original y central en la obra de Green: los procesos terciarios. Teniendo las nociones de
procesos primarios y procesos secundarios como modos de funcionamiento de los procesos inconscientes y
preconscientes-conscientes respectivamente, Green define los procesos terciarios como aquellos procesos
que ponen en relación los procesos primarios y secundarios, de tal manera que los primarios limitan la
saturación de los secundarios y los secundarios la de los primarios. Se supera el concepto de poder de unos
sobre otros y se abre la posibilidad de una relación o un diálogo entre ellos.
Si bien sostiene que en el funcionamiento fuera de la práctica analítica no hay total independencia entre
ambos, y, así, aún en el soñar mismo en pleno dominio de los procesos primarios hay una cierta
secundariedad, y, a la inversa, en los procesos más elevados de pensamiento hay cierta apertura a la
irrupción creadora, “la situación creada por el encuadre está dirigida a establecer una particular alianza entre
procesos primarios y secundarios y a liberar la tiranía exclusiva de unos sobre otros”. El trabajo analítico exige
este doble funcionamiento, no solamente en el analizante sino también en el analista: “No basta asociar y
hacer flotar la atención, también hay que poder deducir, llegado el momento, algo de este movimiento
inducido. Deducir, o sea, sacar la conclusión lógica de lo que se manifestó, sin lo cual el vagabundeo
no conduce a ningún lado. Deducir, esto es, incluir en el producto de la deducción lo que falta en ella y
debe ser inferido…”
En síntesis, la idea de procesos terciarios se centra en la consideración de una transicionalidad interna,
intrapsíquica, que le permite al sujeto, establecer vínculos tanto en el plano de la lógica de la realidad como en
la de la fantasía, entre la lógica de lo inconsciente y la lógica de lo preconsciente – consciente.
En esta puesta en relación entre procesos primarios y secundarios, es esencial tener en cuenta la movilidad
pulsional, pero tanto como ella, es necesario el establecimiento del encuadre que garantiza la posibilidad de
funcionar dentro de un campo de ilusión. El espacio analítico habilitará a que se despliegue el juego de la
transferencia, tanto sobre la palabra como sobre el objeto analista. Los procesos terciarios explicitan una
modalidad de funcionamiento peculiar, tanto en el analizante como en el analista (“trabajo en doble”, “trabajo
en pareja”), con el objetivo de establecer conexiones entre representaciones inconscientes y preconscientes.
Su resultado o producto es la interpretación analítica.
Con la introducción de la segunda tópica Freud reduciría el alcance del concepto de representación, al que se
había mantenido fiel hasta 1923, inclinándose a favor de mociones pulsionales orientadas hacia la descarga:
privilegia la pulsión, la energía, las relaciones de fuerza y de sentidos entre los dos sistemas. Para Green, ya
desde la Metapsicología de 1915, se encontraba presente esta idea en el pensamiento de Freud al distinguir
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SIMPOSIO APdeBA 2020
el representante psíquico de la pulsión del representante-representación. Este último implica una alusión a
algo percibido, mientras que el concepto de representante psíquico de la pulsión no remite a esa misma
concepción de representación, ya que son excitaciones psíquicas provenientes del interior del cuerpo. Aquí el
término representación esta utilizado en sentido de delegación: “Este mixto de representación y afecto
está dominado por su potencial dinámico: es decir que el concepto de movimiento prevalece aquí
sobre cualquier otro. El papel de las representaciones de objeto, secundariamente distinguidas del
afecto, sería entonces fijar periódicamente este movimiento”. Privilegia la hipótesis económica sobre la
de la doble inscripción, sin descartarla, en cuanto a cómo hacer consciente lo inconsciente en el trabajo de
interpretación.
No interesa sólo lo que se dice, el contenido, sino el cómo se dice (la puntuación del discurso, sus pausas,
sus cortes, su acentuación) y lo que se hace – o se intenta inducir- con eso). Es así como el discurso analítico
es también un “discurso viviente”, un discurso animado por el afecto, refiriéndonos a este como el
representante psíquico de la pulsión.
Este modelo de la segunda tópica, al que Green llama el modelo del acto (pulsión/descarga o representación
elaborativa), no excluye al modelo de la primera tópica, pero resulta más apropiado para comprender el
dinamismo psíquico de los cuadros no neuróticos, y permitir y tolerar las regresiones (“actuaciones”,
inhibiciones, manifestaciones somáticas, inducciones a la acción) dentro del encuadre.
La situación analítica, como espacio transicional, es el lugar ideal para el despliegue de la transferencia, tanto
sobre la palabra como sobre el objeto analista; sede de los procesos terciarios, lugar de enlace entre los
procesos primarios y secundarios; permite “representar”-en el sentido de actuación teatral o lúdica, puesta en
escena-, aquellos contenidos imaginarios que buscan la “representación verbal”. Un trabajo de figurabilidad
está presente tanto en el analizante como en el analista en orden a favorecer el diálogo entre los lenguajes
inconsciente y preconsciente. En el analizante, el trabajo de figurabilidad se hace cargo de realizar el pasaje
de las representaciones imaginarias a “presentaciones” en la transferencia, en la búsqueda de
representaciones verbales. El analista “desanda” dicho trabajo en el trabajo de interpretación, y mediante su
propia figurabilidad, puede volcar en construcciones representativas, las representaciones imaginarias
captadas en la “presentación” transferencial. Desde su óptica, el preconsciente del analista adquiere
importancia como espacio transicional interno, espacio de mediación e interacción; el analista debe ser
creativo, y en relación a la lucha y conflicto pulsional, favorecer la intrincación entre libido y destructividad así
como cumplir una función objetalizante o reobjetalizante en los casos de desobjetalización.
André Green toma de César y Sara Botella un punto de vista interesante: la importancia de la regresión formal
del pensamiento del analista especialmente en aquellos casos en que el pasado no puede volver en forma de
recuerdo representado. En esos casos, la atención flotante del analista puede tomar la vía regrediente –la vía
del trabajo del sueño-, y desembocar en una figurabilidad, generalmente bajo la forma de una imagen visual o
de una palabra que responde a la captación de una zona de no representación del paciente. La equiparan a
una actividad cuasi alucinatoria (Freud en Construcciones en el análisis habla de “alucinación de gente
normales”, comparándola con el sueño), facilitada por el encuadre analítico, y que puede manifestarse con
mayor frecuencia como imagen onírica, pero también como un acto o un afecto invasor. La llaman
“interpretación en segunda tópica”, ya que responde a las ideas vertidas por Freud en dicho texto: se trata de
una construcción más que de una interpretación, cuyo valor no reside en la rememoración que provoca sino
en la “convicción” que puede despertar en el analizante y en el analista. Puede relacionársela con la función
reverie de Bion, los elementos beta y la función alfa y el trabajo de ensoñación del analista.
Unos párrafos más arriba, decía que “Las ideas directrices…” es un libro muy especial…y lo es ya desde su
prólogo, que comienza con la reproducción literal del prólogo de Freud al “Esquema del Psicoanálisis”, a la
manera de una identificación consciente con él y, creo yo, también con Winnicott, que también dejó su
“esquema”: “La naturaleza humana”. Tanto Freud como Winnicott no pudieron concluirlo, y quizás por ello,
André Green, adelantándose diez años a su partida, nos legó su esquema, que, en sus cuatrocientas páginas,
logra ser una sinopsis de las ideas del psicoanálisis vertidas en sus muchísimos libros y artículos, más una
especie de “diccionario comentado” de sus conceptos psicoanalíticos renovados, y, lo que es más
trascendente, un generoso, inteligente y prolijo proyecto colectivo de investigación.
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Referencias bibliográficas
- GREEN, A. (1984) El lenguaje en Psicoanálisis. Bs. As.1° edición, Amorrort u Editores.1995.
- (1993) El trabajo de lo negativo. Bs. As. Amorrortu, 2007.
- (2007) Jugar con Winnicott. Bs. As. Amorrortu, 2007.
(1995) La metapsicología revisitada. Eudeba, Bs. As, 1996.
- (2002) El pensamiento clínico. Bs. As. Amorrortu, 2010.
- (2003) “Ideas directrices para un psicoanálisis
- Cont emporáneo. Bs. As. Amorrortu , 2005
- Green, A y Urribarri, F. (2013). Del pensamiento clínico al paradigma contemporáneo. Conversaciones. Bs. As.
Amorrortu, 2015.
En este taller nos proponemos, trabajar sobre los efectos del coronavirus en:
• En el paciente
• En el analista y
• En el dispositivo
Allí a través de algunas viñetas clínicas, trabajaremos sobre:
• Experiencias como analistas
• ¿Nos preguntamos que aprendimos?
• Trasmitiremos nuestra experiencia desde la Comisión Directiva del Centro Liberman.
Participarán los coordinadores y prestadores de equipo (Adultos, Niñez y Adolescencia, Familia y Pareja,
Orientación Vocacional), trasmitirán su experiencia en este tiempo de Covid 19.
0045- LOS MONSTRUOS NO EXISTEN, PERO EL VIRUS SÍ. LO INFANTIL EN EL MARCO DEL
TRABAJO DE UN EQUIPO DE ORIENTACIÓN ESCOLAR
María de los Ángeles RODRÍGUEZ FEITO
INSTITUTO UNIVERSITARIO DE SALUD MENTAL DE APDEBA
Resumen
El propósito del trabajo es reflexionar sobre algunos aspectos de lo infantil que los padres presentan en las
entrevistas mantenidas con el Equipo de Orientación Escolar (EOE de aquí adelante) en el contexto de la
pandemia.
La peculiaridad de vivencias que los padres despliegan, en el marco de la incertidumbre que la pandemia nos
sumerge, nos lleva a trabajar al modo de “una madre suficientemente buena” que sostiene al adulto, (o al niño
que el adulto cobija) para que pueda funcionar de sostén.
Todos sabemos que los monstruos no existen y que no nos pueden dañar. Frente a este miedo en los niños
los adultos cuentan con los recursos para acompañar y dar seguridad. Pero, ¿qué pasa frente a un virus que
sí existe y frente al cual somos todos vulnerables? Estas son algunas reflexiones del trabajo de un Equipo de
Orientación Escolar con los padres en el marco de la pandemia.
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“Mamá, ¿Ya se fue el virus? Papi, ¿Abrió el jardín? Mami, ¿Podemos ir a la calle? Papi, ¿Los abuelos se van
a enfermar? Mami, mami “¿Si no uso el barbijo me enfermo y me muero?” Mami “No quiero salir.” ¿Cuándo
voy a ver a mis amigos? ¿Cuándo voy a volver a la escuela?”
Incansablemente se repiten estas preguntas y otras, como un mantra sin fin, dirigidas a adultos perplejos por
el contexto incierto que transitamos. Preguntas que no tienen respuesta, que generan temor, duda,
desconcierto, inseguridad, angustia… una lista infinita de emociones áridas de habitar. ¿Cómo consolar desde
la congoja? ¿Cómo transmitir seguridad desde la duda? ¿En qué lugar nos encuentran las preguntas de los
niños a los que les toca hoy crecer con estas peculiares marcas de época?
En el marco del trabajo de un Equipo de Orientación Escolar, en las entrevistas con padres, suelen darse
consultas respecto a la crianza, a desafíos evolutivos, a situaciones vitales… Pero el denominador común de
las entrevistas mantenidas con padres los últimos meses ha sido la demanda de “tips” para dar respuestas a
los hijos en el marco de la pandemia.
Huelga decir que la demanda de “tips” es por demás habitual en el contexto de nuestro quehacer (ameritaría
un trabajo aparte). Al modo de receta infalible para aplicar en todo niño y adolescente como si fuese una
prenda de talle único que tendría que sentarle bien a toda la población, los padres suelen pedir “tips”. Frente a
este requerimiento la tarea inicial es la apertura de un espacio para pensar con otro y no la mera reproducción
de pautas descontextualizadas.
Tal vez subyace a este pedido una posición defensiva frente a la inermidad que despierta la vulnerabilidad de
un niño, que en algún punto desenmascara la propia vulnerabilidad. Pedir respuestas prefabricadas, en
algunos casos, puede ser un intento por evitar escuchar las preguntas.
A lo largo de los últimos meses el pedido de los padres que se fue desplegando guardaba al menos un rasgo
en común: ¿Cómo responder frente a los temores que la pandemia ha despertado en los niños? ¿Los temores
de los niños no son los nuestros también?
Como adultos sabemos calmar a un niño frente a su temor a los monstruos, a la oscuridad, los podemos
reconfortar cuando la rodilla se les lastima o poner una “curita” al raspón que sangra. Pero, ¿qué pasa cuando
el “sana sana colita de rana” no alcanza?
¿Acaso las preguntas de los niños frente al contexto que nos toca atravesar nos arrojan a la soledad de
nuestros propios monstruos? Quizá sean preguntas que dejan al desnudo “lo infantil” de cada uno de
nosotros.
Un poco al modo de la “madre suficientemente buena” de Winnicott (1948), que sostiene lo que se despliega y
“protege a niño contra coincidencias y conmociones, tratando de que la situación física y emocional sea lo
bastante sencilla como para que la comprenda el pequeño y, al mismo tiempo, rica en grado adecuado a la
creciente capacidad del bebé” (p. 224), pensamos nuestra escucha. Fuimos dando lugar a las vivencias que
los padres nos trasmitían, habilitando el espacio a estas preguntas, a los silencios, a la posibilidad de que sea
viable no tener una respuesta. Fuimos pensando juntos que tal vez sea el momento de vivir las preguntas sin
obturar la curiosidad que movilizan con “tips” salvadores, sino potenciando la vitalidad que acarrean.
Constatamos que no tenemos las respuestas a las infinitas preguntas de los niños. Que tal vez sus preguntas
despiertan nuestras propias preguntas y temores infantiles.
Experimentamos que tampoco como equipo de orientación nuestro lugar es el dar respuestas, sino el de
brindar un espacio para pensar juntos las preguntas, para habitarlas y que tal vez desde ese lugar sea viable
sostenernos y sostener a lo infantil de nosotros y de los otros, que tal vez desde este lugar pueda surgir algo
espontáneo, genuino y novedoso
Referencias bibliográficas
- Puget, J. (2015). Subjetivación discontinua y psicoanálisis. Incertidumbre y certezas. Buenos Aires, Argentina: Editorial
Lugar.
- Winnicott, D. (1958) Pediatría y Psiquiatría. Escritos de Pediatría y Psicoanálisis. Barcelona, España: Editorial Laia.
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Presentaré las viñetas de dos casos que lograron la simbolización de sus aspectos infantiles, antes limitados a
la repetición. El primer caso, un hombre, B. contó en su análisis que había soñado con un león. Relacionó
este sueño con una profesora hacia quien tenía sentimientos hostiles porque lo había tratado en forma
despectiva y B. se había sentido inhibido para reclamar un trato diferente. El abundante pelo de la profesora le
evocaba la melena de un león.
El sueño le recordó que, a la edad de cinco años, jugaba con juguetes que reproducían animales domésticos:
vacas, terneros, caballos, perros, etc. Entre sus juguetes, tenía también dos predadores: un león y un tigre. B.
solía construir con los animales domésticos un juego que escenificaba una granja. Utilizaba animales más
grandes que parecían representar figuras parentales, otros medianos y pequeños que simbolizaban quizás
hermanos. Los animales eran distribuidos en corrales y estaban protegidos y alimentados. Esa construcción
imaginaria parecía representar una familia idealizada, en la cual existía armonía que alegraba al niño. Por otra
parte, los predadores habían sido dejados en su caja de juguetes. B. recordó la angustia y férrea oposición
que le despertó el intento de un adulto que observaba el juego, de incluir esos predadores en la escena del
juego. En el contexto del juego, la escisión entre animales buenos y malos lo preservaba de la angustia, pero
esto fracasaba si la separación entre buenos y malos no podía cumplirse. La angustia ante los predadores
muestra que la simbolización no estaba plenamente lograda y que éstos funcionaban como ecuaciones
simbólicas al ser equiparados al peligro real. Sin embargo, cuando el niño terminó su juego colocó todos sus
animales, domésticos y predadores, juntos en la misma caja y sin angustia.
El juego recordado de B. permite observar cómo los objetos inanimados eran investidos de significación y
adquirían representabilidad sólo cuando se encontraban en un contexto de juego. Fuera de este contexto, su
yo podía desinvestirlos de significación y poner a todos juntos en la caja. De este modo, B. conservaba la
capacidad de adjudicar o de retirar el valor simbólico que le había otorgado a la cosa en sus diferentes
contextos. Esta capacidad del yo de investir y desinvestir con carácter representacional el mundo de los
objetos inanimados cuando el juego se inicia y termina depende de la intensidad del conflicto. El juego
muestra que B. necesitaba establecer una escisión entre animales buenos o domésticos y otros que
resultaban peligrosos representados por los depredadores. Estos últimos estaban excluidos de la escena de
juego, pero incluidos en el contexto amplio del juego, la caja de juguetes. Resultaban así parte del juego.
Estaban incluidos en ese contexto, precisamente, para poder excluirlos de la escena. Su presencia era
requerida y necesitada por B. para poder atribuir a estos objetos sus fantasías hostiles y escindirlas y aislarlas
de las libidinales adjudicadas a los animales domésticos.
Una evaluación del desarrollo de B. en su vida adulta da lugar a considerar que los aspectos libidinales,
representados por los animales domésticos, adquirieron sin obstáculo nuevas formas de expresión, en tanto
B. logró constituir una familia y descendencia en la que vivía con armonía, similar a la concebida en su
infancia mediante el juego de la granja. También había logrado establecer vínculos positivos con sus pares y
con objetos sucedáneos de sus padres. De este modo, los aspectos libidinales de su fantasía inconsciente --
que en su infancia había investido libidinalmente su juego-- pudo luego, en su adultez, ser transferida a
sucesivos, diferentes y nuevos objetos libidinales.
Sin embargo, los aspectos infantiles hostiles, representados por los depredadores escindidos del juego, no
tuvieron el mismo destino. La escisión, como en este caso, deja secuelas que persisten a nivel del sistema
representacional. Un fenómeno residual de la escisión de los objetos que puede observarse en B. es que,
hasta la formación del sueño, B. había podido disponer, en su presente y en su infancia, sólo de la
representación león para establecer un juicio de atribución correspondiente a la hostilidad infantil. La agresión
se encontraba en B. expresada en su inhibición ante la profesora mediante el mismo representante, la imagen
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‘león’, que tenía en el juego infantil. La representación ‘león’ tenía el mismo carácter de ecuación simbólica
tanto al generar su angustia infantil como al generar su inhibición actual. Existía un obstáculo en B. en cuanto
a la capacidad de investir objetos diversos -otros que no fueran león- con significación hostil. Había quedado
establecida una condición de fijeza a esa sola representación. De este modo, la posibilidad de que la fantasía
inconsciente pudiera investir en forma alternativa diferentes representaciones con el sentido de agresión, se
encontraba obstaculizada. Esto contrastaba con lo que había acontecido con sus aspectos libidinales que
habían evolucionado en el curso de su historia, invistiendo sin dificultad diversos representantes.
Sin embargo, a partir de la formación y relato del sueño, y como consecuencia de interpretaciones previas de
la hostilidad, un cambio quedó establecido en el sistema representacional de B. Este consiste en una
evolución de la simbolización en tanto el juego infantil, antes segregado, es ahora articulado con la imagen
actual de la profesora. Hasta la formación del sueño, la hostilidad infantil y la actual habían permanecido
desconectadas entre sí, pero mediante el sueño fueron conjugadas en una nueva significación. Presente e
historia son integrados. La ‘conjugación comparativa’ es el estadio inicial de un nuevo acto psíquico: la
elaboración. Tanto el pensamiento como la simbolización se inician mediante la comparación perceptual. La
elaboración inconsciente no es un acto único; es un proceso que tiene lugar a nivel de la simbolización, que
genera sucesivas transformaciones en el sistema representacional; esas transformaciones transcurren desde
la ecuación simbólica hacia la representación. Mediante la elaboración, sucesivas mutaciones acontecen a
nivel de la investidura de sus representantes. La elaboración consiste en una resignificación (Nachträglichkeit)
de la experiencia. La conjugación comparativa, mediante la cual la elaboración se inicia, capacita a B. para
aunar distintas experiencias; esto da lugar a una ampliación significativa de su sistema representacional.
El segundo caso que está en consideración, un hombre, ‘X’ había padecido una severa neurosis obsesiva.
Entre sus numerosos síntomas había referido lavados reiterados de manos que le producían heridas,
rumiación, masturbación compulsiva, imposibilidad de acercarse a la cocina de su casa por temor a abrir
accidentalmente la llave de gas; necesidad de cerciorarse innumerables veces si dejaba una luz apagada,
entre otros atormentadores actos compulsivos. Uno de sus síntomas consistía en encerrarse de noche en el
baño durante horas frotando su pene hasta los momentos previos al orgasmo; luego reiniciaba el proceso,
pero el orgasmo era siempre evitado.
‘X’ sostenía que masturbarse sin llegar al orgasmo era indicador de progreso del análisis en relación con la
anterior masturbación compulsiva. Negaba así el significado masoquista que contenía generarse una
excitación frustrante e insatisfactoria. Esta era, a la vez, una forma sádica de exasperar a su pareja, a quien
ignoraba sexualmente. Su síntoma era también un desafío al analista mediante la ostentación de su
masoquismo cuyas motivaciones no parecía dispuesto a investigar. Esta actuación sadomasoquista respondía
a una conflictiva narcisista que se sustentaba en una teoría inconciente: “Su masturbación, en sus distintas
formas, tenía mejores efectos curativos de las perturbaciones de su mente que las intervenciones del
analista”.
Luego de un análisis centrado en la omnipotencia con la cual había investido su sexualidad, ‘X’ aportó un
elemento que tenía el valor de hecho seleccionado cuando refirió que encontró un cuchillo herrumbrado para
hacer asados, que había traído de la casa de su padre, y luego agregó: ‘Anoche me quedé hasta tarde
quitándole el herrumbre, frotándolo’. En la imagen narrada la acción de frotar de noche persistía como en la
masturbación, pero la variable residía en que su pene había sido sustituido por el cuchillo del padre. Este
presentaba una nueva connotación simbólica en tanto permitía conjeturar acerca de fantasías confusionales
que ‘X’ tenía establecidas entre su pene y el pene de su padre. También permitió interpretarle la hostilidad
implícita en sus fantasías sexuales, en tanto el pene-cuchillo implicaba la función de instrumento cortante.
Luego agregó que ‘el padre también solía limpiar de noche su cuchillo frotándolo, cuando hacía un asado’.
Esto permitió visualizar sus fantasías sádicas acerca de su padre y su cuchillo “limpiado” durante las
relaciones sexuales con la madre: “cuando de noche hacía un asado”.
El material muestra una evolución de la acción de ‘frotar su pene’ como expresión estática y repetición de una
fantasía inconciente que sólo tenía en la masturbación una única forma de expresión; la comunicación de la
fantasía mediante la representación, “frotar un cuchillo”, había sustituido a la repetición. ‘X’ lograba así un
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nivel de simbolización que permitió observar su fantasía hostil infantil que, antes actuada, había luego
adquirido figurabilidad mediante la representación ‘cuchillo’, y podía así ser representada.
Por medio de la simbolización, ‘X’ logró un grado de reparación de su psiquismo como también del objeto de
la transferencia en tanto permitió al analista investigar posibles sentidos de su fantasía. Lo infantil había
adquirido así figurabilidad y simbolización. La elaboración que tiene lugar en el aparato simbólico, que
consiste en sucesivas transformaciones de las representaciones de la cosa, había comenzado a intervenir en
su mundo interior. En el material de B. tanto como en el de ‘X’ es posible observar la evolución del sistema
representacional y el consiguiente pasaje desde la condición estática de lo infantil hacia la simbolización de lo
infantil.
Resulta difícil pensar a lo infantil dentro de un contexto de guerra, sus imágenes estremecen, sus relatos
conmueven, sus testimonios o vivencias nos interrogan y convocan a pensar en temáticas como el trauma, la
elaboración y el acontecimiento.
Dentro del psicoanálisis, el trauma es un concepto nodal. En él se ve reflejada y articulada gran parte de los
avances teóricos freudianos, partiendo desde una concepción biologicista, económica y producto de una
causación externa hasta una comprensión más dinámica y tópica en la que se consideran también factores
internos y se plantea un conflicto, que impacta directamente en la comprensión de la temporalidad psíquica.
Hablar de trauma implica desplegar una serie de dimensiones y acepciones del mismo, así como sus
posibilidades de abordaje, historización y resignificación temporal que implica la comprensión a posteriori de
sus efectos.
El presente trabajo parte de un análisis de un relato de ficción llamado “La niña” que narra el impacto
traumático de las vicisitudes de la guerra en un infante y las formas de elaboración que permiten una
transformación de dicho impacto.
Parir: entre el nacer y el morir
Parir en medio de un contexto adverso producto del conflicto armado o guerra, acompañado de fragilidades o
ausencias de un sostén familiar, resaltan nociones como el desvalimiento o desamparo que se ligan al
momento de nacer. Otto Rank ya había señalado la conjunción de estas ideas al hablar del trauma del
nacimiento, concepto que Freud retomó para reformular su noción de angustia como marca que deja este
momento de la emergencia de la vida.
En cada trauma algo se causa, el nacimiento deja la huella de la angustia, producida por la separación del
cuerpo materno. Angustia que se va a reeditar en cada momento del desarrollo y que va dejando esquemas
inconscientes de funcionamiento. De forma similar, las otras experiencias de la vida, al impactar sobre nuestro
cuerpo, van dejando marcas que irán construyendo las huellas de nuestro aparato psíquico.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
Fruto del desvalimiento somos sensibles al impacto natural del encuentro con el mundo externo, impacto que
va desde la presencia erógena de la corporeidad materna (que despierta con la caricia de su cuidado la
experiencia libidinal en nuestro ser) hasta el impacto de la destrucción del tejido social (que despierta en
nuestra piel la áspera caricia del dolor y que irá marcando la forma de nuestros miedos). Eros y Tánatos,
impactan nuestro cuerpo desde temprana edad.
Estos esquemas de funcionamiento van configurando en cada ser humano las formas del inconsciente, las
huellas mnémicas desde las cuales organizaremos las experiencias posteriores de la vida. Podríamos decir
que lo infantil es la marca de las formas en que experimentaremos el futuro. Si la comprensión en el contexto
psicoanalítico está marcada por un a posteriori, lo infantil es el a priori de la experiencia humana.
Frente a ese desamparo del ser humano, enunciado en párrafos anteriores, los Estados generan sistemas
legales de cuidado frente a la infancia, su fin sería proteger la vulnerabilidad a la que está expuesto un ser que
aún no tiene el armazón suficiente para regular los embates del mundo externo. La protección frente al
desvalimiento se desarrolla desde la intimidad del cuidado familiar durante los primeros años de vida hasta la
protección social de un estado de derecho que cuida la indefensión de un cuerpo pasible de ser maltratado.
Las situaciones bélicas, la violencia social, la agresión, en sus diversas formas de manifestación, implican una
vulneración de los derechos de un infante y por lo tanto tendrían un efecto traumático en el desarrollo del ser
al impactar sobre una organización que aún no toma características estables. Cada trauma dejaría una huella
de desestabilización, de fragmentación o no integración
El trauma deshace los sistemas de protección y deja al ser expuesto, sin una membrana-piel que lo preserve,
con un sistema interno en fragmentación sin posibilidad de fantasía o de representaciones verbales debido a
la fuerza de su impacto emocional.
En efecto, el trauma es por definición algo que irrumpe y que en general carece de palabra/nombre. Baranger,
Baranger & Mom (1987) realizan un recorrido por los postulados freudianos señalando la evolución del mismo
y ubicando que, cuando se habla de trauma este siempre refiere a una situación infantil en donde además de
la abreacción, está presente la fantasía del sujeto y sus vínculos, acentuando por tanto la vivencia del
desamparo:
“(…) impresiones tempranas que no pueden ser tramitadas mediante las funciones normales del yo, porque el
yo inmaduro y desvalido, no puede integrar estas experiencias, no entiende de su significado, quedando así
como algo operativo no representable, con una elaboración imposible o limitada, en un equilibrio inestable,
susceptible de una ulterior desorganización” (Tutte, 2002, p.6).
Los autores anteriores establecen diferenciaciones cualitativas en torno a las diversas experiencias
traumáticas, ubicando lo que se denominaría trauma puro, como aquello que no puede ponerse en palabras
ni significarse, ya que cuenta con un carácter mudo. Es decir, pulsión de muerte.
Como resultado de este tipo de experiencias traumáticas, se activa en el sujeto un complejo sistema defensivo
que “empuja” o hace más probable, la recurrencia de vivencias similares. El esquema apriorístico de lo infantil
emerge como un sistema que devora y se identifica con experiencias acumulativas, que reproducen una
serialidad de lo mismo.
Ahora bien, para que una vivencia tome el estatuto de trauma psíquico, se requiere de una operación en dos
tiempos, en donde un nuevo acontecimiento permita por asociación tramitar algo del mismo: après coup. Por
ello, la narrativa establece un puente entre el presente y el pasado producto de una acción retroactiva que
consiste en “(…) el intento de constituir el trauma como tal dentro de una historización nueva, es decir, hacerlo
comprensible (…) le permite hablar y constituirse como un trauma” (Baranger, Baranger & Mom, 1987, p.
771); y esta posibilidad de elaboración es la que a su vez favorece la narrativa.
Por lo tanto, en las neurosis traumáticas la reconstrucción a posteriori consiste en partir de lo que sabemos, a
lo que no sabemos; en donde: “la abreacción, además de su aspecto emocional, implica todo un trabajo de
memoria, de restablecimiento de vínculos asociativos, de reintegración en el yo de lo que había sido
escindido” (Baranger, Baranger & Mom, 1987, p.748).
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SIMPOSIO APdeBA 2020
El testimonio: La niña
Para ilustrar estas ideas tomamos como referente de reflexión la novelada historia de un caso en nuestro país,
relato denominado “La Niña”.
La niña es el testimonio de cómo en Colombia, desde hace décadas, los jóvenes son reclutados de manera
forzosa para hacerlos parte de los diversos grupos armados que pelean por territorios donde el Estado no
hace presencia. En zonas rurales y en algunas zonas periféricas de las ciudades, muchas familias “pagan”
con un hijo como tributo de este conflicto. Pugna que se inició por demandas campesinas que clamaban por
una reforma agraria y hoy devino en un deforma rural de grupos armados que cuidan cultivos y laboratorios de
hoja de coca tanto como de las rutas por donde transitan con el fin de ser exportadas.
En la historia mencionada el grupo armado llega a tomar posesión de un niño enfermo de una familia
campesina, frente a lo cual, su hermana-protectora decide asumir su función de cuidadora, sustituyéndolo.
La niña ocupa el lugar del escogido, más allá de los impactos que el conflicto bélico tomará en su vida, hay
una primera decisión que la afecta, identificada con su rol protector del hermano menor. Es particularmente
significativo que en el momento del ingreso al grupo armado su nombre deba desaparecer, como se plantea
en el epígrafe a cada nueva experiencia traumática algo nuevo se causa, hay un nuevo parir, hay un
trastocamiento subjetivo. Por ello la niña debe dejar atrás el esquema de lo familiar primariamente dado y
adquirir un nuevo “alias”, que la aliena y la alía, a la nueva estructura familiar.
Un niño que ingresa a la guerrilla queda huérfano de su familia de origen y es adoptado por una nueva
estructura. La niña ahora es una pupila que debe ser entrenada y adiestrada para ingresar forzosamente en
un nuevo esquema de representación. La huérfana es un testimonio de los estragos de la guerra en nuestro
país, donde las identidades se deshacen permanentemente y la estructura estable, es sustituida por la
incertidumbre. Pero esta idea de pupila también denota el reflejo de la imagen del que mira a otra persona
desde muy cerca a los ojos, como podría ser el rol de cuidadora de su hermano, al que la protagonista se ve
forzada desde muy pequeña por su madre.
¿Ese rol de sustituta de su hermano que la lleva a la guerra, es una repetición de un destino forzoso al que
estaba determinada como cuidadora de su hermano?
Algo de un destino impuesto como necesidad, concepto que trae Fariña (2013) a propósito de la lectura de
Aristóteles y su comprensión de Ananké, emerge en el constructo vital de la niña quien ahora se llama Sara.
En su nuevo alias, la cadena de abusos físicos y sexuales, van a establecer una cadena de la cual parece que
no puede escapar. De la manera en como los Baranger denominaban a ese trauma puro.
Pero no todo es un destino inmodificable, una Ananké imperiosa. Siguiendo a Fariña, también encontramos
que frente a la Diosa de la necesidad ineludible opera la Tyché, el azar, la suerte, la peripecia, que da un giro
en la historia; con los hechos que devienen traumáticos.
En el caso que tomamos como ejemplo, hay varios hechos importantes que operan como derivas. En un
momento de la serie fílmica, la mejor amiga de Sara queda en embarazo y frente al temor de un aborto
obligado, decide ocultarlo. Esta vivencia la conmueve, vía identificación, devolviéndole como en una pantalla
su propia experiencia y permitiéndole ubicarse ahora desde otra posición subjetiva (de víctima a testigo, de la
niña abusada a la pupila que observa). Se empieza a abrir en la cadena del tiempo de su vida un momento de
comprensión, un a posteriori, una nachträglichkite, que le da una resignificación.
La llegada de un bebé, de nuevo el nacimiento, implica un renacer de la protagonista en cuya mente se
empieza a gestar el deseo por salir de la guerrilla y reencontrarse con su hermano menor, aquel al que relevó.
Esta vez la misma operación de sustitución, no encarnada sino vivida a través de otro, le permite un giro en la
posición de un destino inflexible que la determinaba, a la encarnación de un deseo desalienante que le induce
a recuperar su antiguo nombre.
El acontecimiento: “una vuelta de tuerca”
La teoría del acontecimiento, postulada por Badiou abre la posibilidad de pensar como el conocimiento puede
modificar la realidad, es decir, que del encuentro puede surgir lo nuevo y de este se deriva la comprensión o el
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saber: “Nuestra mente no resiste lo novedoso. Tal vez tolera algún sinsentido, algún momento de perplejidad
o vacilación, pero se siente incómoda frente a lo ajeno, a visitantes desconocidos, a presentaciones no
representables o razonablemente enlazables” (Moreno, 2000, p.128). Por lo que, en lugar de cerrar el sentido
o totalizar, se produce una apertura, dado el carácter suplementario del mismo.
Y es justamente el encuentro con lo nuevo, aquello que estremece y resuena, en donde surge la condición de
posibilidad para el saber, para el sujeto. Algo similar plantea Freud (1912) en la dinámica de la transferencia
cuando manifiesta que el clisé o esquema de funcionamiento libidinal es susceptible de ser modificado bajo
nuevas experiencias.
Stavchansky & Untoiglich (2017) hacen referencia a que “Cada nacimiento llega con lo imprevisible y lo
imprevisto” (p.110), que encierra la potencia de un acto transformador, es decir, ya no es posible volver al
estado anterior, siendo esto también una condición de posibilidad para abrir nuevas alternativas para el sujeto.
Tal vez viejas experiencias vuelven pero la nueva posición subjetiva permite que sean significadas de diversas
formas. Sara ahora está internada en un lugar denominado “espacio de reinserción” donde lo jóvenes que
fueron reclutados por grupos armados hacen tránsito a la vida civil. Aquí aparece el dios juguetón, Eros, que
hará que la vieja estructura traumática devenga en otra forma de comprensión.
Dos guerrilleros intentan raptar a alias Sara para regresarla al comandante y a su vida al margen de la ley,
para ello activan una granada en el lugar donde ella estaba recluida, representando un posible nuevo trauma.
A partir de ahí, se despliega una escena reparadora que impulsa un cambio en el posicionamiento subjetivo
de la protagonista (de “subversiva” a persona que asiste). En efecto, ella termina utilizando sus conocimientos
de la guerra y medicina de la selva, para defenderse a sí misma y a todos sus compañeros, víctimas del
mismo flagelo, y salvar a Manuel, personaje con quién había comenzado a establecer un vínculo fraternal y
amoroso.
Este evento es posterior al desconsuelo producto del reencuentro con su madre y noticia de la muerte de su
hermano, que si bien fue en un principio devastador, habilitan el trabajo de los múltiples duelos en la “niña”,
devolviéndole la posibilidad de repararse y rescatarse. Y de ello nace la idea de estudiar medicina, como una
manera de reinsertarse en la sociedad y recuperar su identidad, ahora nuevamente con su nombre: Belky.
Que las heridas y los ecos de la guerra devengan en resonancias y ellas se transformen en espirales
narrativos de resignificación (psicoanálisis y actos creativos) permite que las marcas del trauma tengan la
posibilidad de ser tramitadas y comiencen a ser parte de la historización del sujeto, favoreciendo el encuentro
con su deseo. El campo psicoanalítico debe poder alojar los avatares de lo infantil como lo traumático y
relanzarlo para reelaborarlo, ya que todos somos sobrevivientes de alguna “guerra”.
Bibliografía de referencia
- Baranger, M., Baranger, W. & Mom, J. (1987). El trauma psíquico infantil, de nosot ros a Freud. Trauma puro,
retroactividad y reconstrucción. En Revista de Psicoanálisis APA Vol. 44, Núm. 4, pp. 745-774.
- Fariña, J. (2013). Contingencia y Automaton. En Aesthethik a Volumen 3(2), Julio 2013. Versión online disponible en
http://journal. eticaycine.org/ Contingencia-y -aut omaton
- Freud, S. (1912). Sobre la dinámica de la trans ferencia. En Obras completas Tomo XII. Buenos Aires: Amorrortu
Editores, 2003.
- Freud, S. (1925). La res ponsabilidad moral por el contenido de los sueños. En Obras completas Tomo XI X. Buenos
Aires: Amorrortu Editores, 1984.
- Moreno, J. (2000). ¿Hay lugar para lo indeterminado en psicoanálisis?, En Clínica Psicoanalítica Familiar. Buenos
Aires: Editorial Paidós.
- Stavchansky, L. & Untoiglich, G. (2017). ¿Cuánto más temprano mejor?, En: Infancias. México: Paraíso Edit ores.
- Tutte, J. (2002). El concepto de trauma psíquico: un puente en la interdisciplina. En Revista Uruguaya de
Psicoanálisis. Versión online disponible en
- https://www.apuruguay.org/apurevista/2000/1688724720029503.pdf
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SIMPOSIO APdeBA 2020
“Si el virus lo cambió todo, la escuela no puede pretender seguir igual, ya antes no funcionaba… no perdamos este
tiempo precioso dando deberes. Aprovec hemos para pensar si otra escuela es posible.”
Tonucci, Francesco (2020)
Los cambios y las transformaciones sociales, nos confrontan con nuestras teorías tanto con su vigencia como
así también con su eficacia. El dispositivo escolar, que desde el Psicoanálisis Vincular concebimos como
instancia de subjetivación, como lo son las familias, las pantallas, los grupos de pares y lo ficcional (Rodulfo,
2013), se encuentra en los últimos 30 años en una profunda crisis. Desde entonces se viene postulando la
necesidad de repensar las prácticas pedagógicas, con ellos los roles y funciones de los actores involucrados
en el acto educativo. En nuestro país son variadas y diversas la normativas y enunciados teóricos planteados
luego de la modificación de la Ley de Educación Nacional N° 26.206 en el año 2006 que no han logrado ser
instituidas en las prácticas y en los procesos de enseñanza aprendizaje. Frente al COVID-19 esta
problemática logró ser visibilizada al alterarse la rutina de lo escolar.
Asistimos a un acontecimiento, algo fuera de serie, productor de un magma de significaciones imaginarias
sociales, que como tal regulan discursos, prácticas, deseos y sentires, instituyentes de las subjetividades
pertenecientes a esta sociedad en este momento determinado. Promovió entonces un hacer en construcción
desde la experiencia y desde allí nuevos saberes y sentidos. A la vez que visibilizar y favorecer la
potencialidad de los estudiantes de ser -lo que conocemos como- nativos digitales y la posibilidad de los
adultos a migrar, con el simultáneo desarrollo de habilidades, a plataformas digitales. Éstas junto a los
dispositivos tecnológicos comenzaron a constituirse en un encuadre y simultáneo medio para la tarea
compartida, utilizados por los sujetos de diversos modos según sus propias formas singulares de producción y
posibilidades de acceso.
Desde nuestro hacer como analistas reflexionaremos sobre estas instancias de subjetivación, sus
producciones y sus efectos compartimos. Para ello compartimos pequeños fragmentos de relatos de
experiencias y vivencias referidas a la labor educativa en tiempos del COVID 19. Algunos provienen del
trabajo clínico con pacientes, otros de los trabajos institucionales en instituciones educativas públicas.
- Una docente que luego de 45 días del aislamiento social, preventivo y obligatorio realiza su primera clase de
zoom con sus estudiantes, refirió: “La semana pasada tuve un encuentro por zoom los alumnos me dijeron
que era la primera clase virtual que tenían. Que no se habían encontrado con ningún profesor.”
- Otra docente: “Yo no sé para los chicos… pero para mí fue hermosa la experiencia… no sé si les sirvió
mucho, respecto de los contenidos… pero a mí me encantó escucharlos.”
- Una estudiante universitaria finalizando el primer cuatrimestre sobre la nueva modalidad de trabajo,
comentó: “Está buenísimo hacer trabajos en grupo, podés intercambiar con otros… es el primer trabajo en
grupo que tenemos.”
- Madres de estudiantes de Primaria: “La seño de Carlos -el menor de sus hijos- les manda video, pero la de
Sergio... no le conoce ni la voz.” Dos meses después: “Ya están re cansados de los videos… todos empiezan
igual, él los repara “Hooola chicos” (con tono socarrón).
Otra mamá: “La semana pasada la seño de música hizo un zoom con los compañeros, estaba muy
entusiasmado de verlos.”
Otra mamá: “Yo no soy maestra a mí me enseñaron distinto, yo no sé cómo explicarle, es agobiante estamos
re cansados de tanta tarea… los chicos están cansados, yo no sé explicarle y la maestra sólo manda las
actividades para que ellos la resuelvan solos.”
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SIMPOSIO APdeBA 2020
- Un docente de educación rural: “La digitalización de la educación nos va poniendo a todos en un contexto
muy difícil de sortear, la desigualdad es otro factor que contemplar, los alumnos que viven en regiones
aisladas digitalmente hoy perdieron contacto con el entorno didáctico y afectivo, situación cultural que se
genera con la escuela como disparadora. En lo personal cuando hago contacto con estudiantes de la zona
rural, comienzo el diálogo digital preguntando por él, por sus hermanos y sus padres para no perder la calidez
de la relación que se daba en el aula cada semana, pero el aula es insustituible sin ninguna duda.”
En todos los niveles del sistema educativo se produjeron aperturas para considerar distintos y variados
aspectos que se hicieron presentes: prácticas que requieren ciertos saberes, diferencias sociales, económicas
y por ello de accesibilidad, se habla de didáctica, contenidos prioritarios, evaluaciones cualitativas en proceso,
“trabajos en grupo”, “plataformas”, “diálogo digital”. Cada uno de estos aspectos podría ser abordado y
discutidos ya que algunos de ellos ingresan en las instituciones y en los sujetos por primera vez, o bien se
presentan de una manera muy diferente, planteando otros trabajos psíquicos.
Pensadores, pedagogos, filósofos, sociólogos, psicoanalistas, educadores, entre otros, han planteado la
problemática de lo educativo en tiempos de pandemia desde una lógica binaria, opositiva en términos de
bueno o malo, si ha llegado para quedarse o vamos a volver a una normalidad cuando termine. Pero ¿hay
algo que podría pensarse como una normalidad? Volver, restablecer un estado anterior, sería para Janine
Puget una manera de negar la experiencia y con ella la incertidumbre que ocurre en presente, donde hoy no
es igual que ayer, hoy es hoy, es distinto, y yo soy otro.
En una jornada institución virtual, luego del receso de invierno, el directivo de una institución pública
dirigiéndose a los docentes decía: “Ustedes están entendiendo la importancia de estar dentro de los grupos.”
“Los primero pasos son resistencia, impuestos por una realidad que nadie eligió.” “Hay una realidad que
tenemos que entender, más allá de la infraestructura es probable que no volvamos este año, y que
planifiquemos el año de manera virtual.” “Después de este período de receso hay una aceptación de que
tenemos que pensar de otra forma esta situación.”
Por su parte la coordinadora del equipo de docentes: “La priorización de contenidos es para el docente.” “Ir
haciendo la secuenciación de los saberes, de los contenidos.” “No se va a desarrollar todo el programa, en la
cotidianidad es difícil, en la presencialidad trabajamos con aula diversas en estas situaciones más. Cómo
están los chicos también.” “No estamos enfocándonos en lo meramente curricular sino en el vínculo, en el
contacto con los estudiantes.”
También hubo docentes que realizaron comentarios como el del siguiente ejemplo: “Qué raro esto. Pero
bueno nos tenemos que amoldar.”
Amoldar, modelar, todos iguales, al mismo tiempo y al mismo ritmo en el aula, tal vez han sido las
convicciones más difíciles de destituir, obturando la posibilidad de dar lugar a lo nuevo que acontece en cada
situación pedagógica, donde cada estudiante que está en el aula no es el alumno que la escuela ha pensado.
Si en las prácticas pedagógicas se trabaja con un alumno (a-lumno: sin luz a quien el maestro debía iluminar),
concebido desde esta lógica de representación, no hay lugar para cada estudiante-otro en presencia, el que
efectivamente se encuentra allí, en al aula física, o en el aula virtual y/o en el grupo de WhatsApp.
Es necesario dar lugar a un estudiante, quien se ha subjetivado con otras lógicas, en otro tiempo muy
diferente al de hace 50, 100,150 o 200 años cuando se lo pensaba alumno. Para este joven, el de hoy, el
mundo virtual es una realidad, una experiencia de encuentro, de hacer con otros en otros tiempos. Con otras
formas de pensamientos, otras lógicas, otros modos, que pueden leer, escuchar música, bajar tutoriales, y
chatear todo al mismo tiempo.
Los más grandes, los que en general estamos en la función docente nos hemos subjetivado con la lógica del
libro, de lo más simple a lo complejo, secuenciado y con una temporalidad estipulada, los estudiantes más
jóvenes se han subjetivado con la lógica del ciberespacio, abriendo ventanas, con un ritmo y una temporalidad
diferente, y solo por mencionar una variante en los niños estos con juegos en red.
En este contexto se produce el desencuentro, estudiantes que se aburren en las clases, contenidos que sólo
se usan para aprobar el examen, falta de motivación, docentes que se frustran, que refieren que los chicos no
tienen comprensión lectora, que los estudiantes que reciben en sus aulas cada vez llegan con más déficit de
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los grados, años o niveles anteriores, que no pueden dar lo que tenían previsto porque les falta base, que
pierden el entusiasmo. Los chicos dicen: “los maestros no quieren enseñar, no les interesa”, que “cuando hay
un docente que tiene ganas se nota, te contagia el entusiasmo”. Ante, la otredad en donde el otro resulta
opaco y por tanto, asimétrico, la hospitalidad es posible aún en la condición inevitable de la incomprensión.
El término vínculo (del latín; vinculum, que significa atar) se constituye en elemento básico, donde lo vincular
excede el mundo individual. La presencia real del otro es postulada como un tope al mundo interno. Una
perspectiva de vínculo es una organización inconsciente constituida por dos polos, un yo y otro, y un conector
o ligadura. Remite a lo intersubjetivo. Se diferencia de la relación de objeto que es intrasubjetiva, que no da
lugar al encuentro con ese otro, ya que se busca encontrar la confirmación de ese pensado, que haga y
responda a lo que se espera de él.
Otra perspectiva de vínculo es la que nos propone Janine Puget. Desde la que comprendemos que, el ir
siendo Sujeto es sobre la base del Dos, es en el vínculo donde se constituyen los sujetos. La subjetividad
implica salir de la lógica del Uno. Producir es hacer con otro, al ser Dos, adquiriendo nuevas cualidades y
características. Construir un lugar en un conjunto. Habitar ese espacio implica un gran trabajo psíquico, que
es hacer con otro, porque ese otro tiene diferencias, plantea resistencias al no remitir a lo representacional, a
como creo que tiene que ser/actuar, o espero que sea/actúe. Ningún vínculo deja a quien lo habita igual a
como era antes, ya que un vínculo se constituye sobre un trabajo que privilegia la diferencia entre cada sujeto,
diferencia irreductible y propone el juego que se establece al reconocer lo que el otro tiene de alteridad.
Respecto de esto una docente decía: “Yo entiendo que esto es nuevo para nosotros, nos cuesta…es diferente
al trabajo que realizábamos en la soledad del aula, pero que en definitiva cada uno se manejaba con sus
recursos, daba sus clases… a tener que trabajar en equipo, subir actividades en conjunto. Yo soy muy
exigente, me cuesta aceptar los tiempos del otro sus ideas y limitaciones. Pero si logras superar las
diferencias esta bueno lo que se logra.”
Es en el entre que algo nuevo-diferente puede acontecer, algo que conmueva, sorprenda, entusiasme,
provoque. Que pase algo en-con esa experiencia. Que haya encuentro, que se dé el vínculo, y los vínculos
pedagógicos. Esa es una apuesta que tenemos los aprendi-enseñantes, generar algo en nuestros
estudiantes, provocar que se interroguen, que exploren su deseo de aprender en el encuentro. Para ello
necesitamos vincularnos-encontrarnos. Ser otro con otros. Experiencias de enseñanzas y aprendizajes que
producidas en el encuentro transforma a quien enseña y quien aprende.
Entre familias y escuelas se van construyendo nuevos escenarios para estar juntos a través de la mediación
tecnológica en un mundo virtualmente real. Muchos son los interrogantes, dudas, incertidumbres y angustias
que se presentan pero también el compromiso y la curiosidad. Resultan desafíos de la virtualización, construir
y promover junto a la caja de herramientas de cada docente dar lugar a dispositivos acordes a la población
con la que trabaja, promoviendo a su vez que la familia se constituya en un laboratorio de experimentación, en
pos de aprendizajes significativos, que más allá de los contenidos, se trate de aprender a aprender,
trascendiendo campos disciplinares.
La hospitalidad en la escuela es una apuesta, ya que conlleva una mayor apertura al respeto a la alteridad
ejerciendo la tolerancia, no será un encuentro con un otro como igual logrado desde la anulación de sus
diferencias, sino dando lugar a las mismas, a las aulas diversas con sujetos también diversos. Es a través de
los vínculos que podemos hacer experiencias pedagógicas transformadoras. Nuevas marcas, nuevos
registros, y efectos de singularización.
Solo el tiempo nos arribará noticias sobre las mutaciones de la modalidad de vincularnos en nuestras
instituciones, y de los procesos de subjetivación. En este sentido Ignacio Lewkowicz planteó que, las
subjetividades instituidas son el resultado de las prácticas de producción, si estas varían, también lo hace el
revés de sombra. Ese efecto invisible de lo visible, excedentario y no asimilable al campo de lo instituido. A
partir del envés de la subjetividad instituida es que se constituye el sujeto capaz de transformar la subjetividad
y los vínculos.
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Referencias bibliográficas
- Álvarez, P., Cantú, G. (2017). “Subjetividad y simbolización en la escuela. Problemas y perspectivas de trabajo. En:
Imaginando (en) la escuela. E xperiencias de producción simbólica en niños y adolescent es.” Ed. Entre Ideas. Buenos
Aires.
- LEY N° 26. 206 LEY DE EDUCA CIÓN NACIONAL. Buenos Aires, 2006. Disponible en:
- http://portal.educacion.gov. ar/consejo/files/2009/12/ley_de_educ_nac1.pdf
- Lewk owicz, I (2002). “Esparta o la paternidad abolida”. E n: Fariña,J. y Gutiérrez,C. (Comps.): La encrucijada de la
filiación. Lumen Humanitas, Buenos Aires. pp. 4-6.
- Puget, J. (2015). “Subjetivación discontinua y psicoanálisis. Incertidumbres y certezas.” Lugar editorial. Buenos Aires.
- Rodulfo, R. (2013). “Cinco instancias de subjetivación en la infancia y niñez contemporánea”. En: Psicología
Educacional en el contexto de la Clínica S ocioeducativa. Volumen I. Taborda, A., Leoz, G. (Comp.). Nueva E ditorial
Universitaria. San Luis
Resumen
El objetivo de este trabajo consiste en dibujar una hipótesis sobre la morfología en desarrollo del aparato
psíquico, esbozando así las primeras capas que constituirían la mente infantil. Las siguientes páginas
sintetizan un viaje para repensar al “confín” como un concepto que puede ayudarnos a estudiar los orígenes
desde una perspectiva diferente.
A lo largo del desarrollo temprano de cada ser humano, se forman tres estructuras corticales que cumplen con
la función paradójica de un confín: separan la individualidad y al mismo tiempo posibilitan una superficie de
unión con el Otro. Estos confines biológicos encuentran una clara analogía con la piel, por lo que nos podrían
guiar a generar metáforas y representaciones para imaginar el proceso de construcción de las envolturas o
epitelios psíquicos primordiales.
Introducción
La palabra confín [cum-finis] hace referencia a aquella frontera que el Yo [ego] tiene en común con el Otro
[alter], por lo que es paradójicamente tanto un lugar de separación como un espacio de unión: una línea que
separa la individualidad y al mismo tiempo posibilita una superficie de encuentro con el Otro.
Para justificar el título de este trabajo es necesario mencionar que el término “origen” es considerado un
antónimo del “confín”, porque mientras el primero hace referencia al inicio de un fenómeno, el segundo se
dirige hacia su final. Sin embargo, estos podrían ser considerados antónimos recíprocos ya que de manera
similar a una relación simbiótica (y paradójica) la existencia de Uno requeriría de la presencia del Otro: hay un
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Representación de un confín geográfico: Horizonte o línea que separa pero que también posibilita el
intercambio y la transferencia de información entre ambos países, una piel común. La permeabilidad de las
fronteras se evidenció aún más durante la pandemia.
País A: Yo-Nosotros/País B: Otro-Ellos.
"Los confines que fueron creados para separar, terminan uniendo. Sería bueno repensar continuamente
nuestra identidad a la luz de los encuentros y desencuentros con el Otro.”
— Stefano Allievi
2. La membrana celular como una piel microscópica
La membrana plasmática es la corteza que envuelve a cada célula eucariota. Se propone como modelo
microscópico de un confín porque cumple con la función de una frontera que separa el mundo celular interno,
y al mismo tiempo mantiene una esencia receptiva que permite el contacto [unión] con estímulos externos
(factor de crecimiento/virus):
La membrana plasmática delimita [separa] la individualidad celular y al mismo tiempo abre un canal de
comunicación [une] con el mundo externo, posibilitando un encuentro con un Otro microscópico que la altere,
modifique o cambie [tropismo]. La célula requiere del Otro microscópico para nutrirse, diferenciarse, crecer.
En sentido amplio, sin esta esencia receptiva nuestras células no serían vulnerables ante un virus, pero
tampoco tendrían la posibilidad de diferenciarse ni crecer. Serían muros impermeables, barreras intocables
(de no contacto).
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A través de este sistema de membranas la célula eucariota tiene la capacidad de contener y sostener su
funcionamiento: es continente de su contenido.
3. Buscando un isomorfismo en el desarrollo embriológico
"La embriología puede ayudarnos a escapar del pensamiento logocentrista”
— Didier Anzieu
Un isomorfismo se refiere al fenómeno donde dos estructuras poseen la misma organización, lo que significa
que las relaciones existentes en una pueden trasladarse de manera análoga a las de la otra.
Nos proponemos entonces a estudiar el posible isomorfismo entre la membrana plasmática y los tres tejidos
fronterizos formados a partir de la capa ectodérmica (trofectodermo y ectodermo): estructuras corticales que
coincidirían en funcionar como confines biológicos que tienen la capacidad de delimitar un mundo interno que
al mismo tiempo ponen en contacto con el ambiente externo, posibilitando una superficie de encuentro con el
Otro.
Posible isomorfismo entre la membrana plasmática (célula) y las estructuras ectodérmicas embriológicas
(organismo)
Esquema que representa los tres confines biológicos en el desarrollo temprano generados a partir de la capa
ectodérmica.
La embriología esboza las líneas primordiales que sustentarán el desarrollo corporal, permitiendo trazar una
morfología que se encuentra en constante cambio. La importancia de los confines formados en el periodo
embriológico se sintetiza a partir de la siguiente proposición:
"Un universo nace, cuando un espacio se corta en dos"
— Humberto Maturana y Francisco Varela
Se puede inferir que el resultado de ese corte es la delimitación de un mundo interno y otro externo (sistema
diádico). Sin embargo, no sólo habría dos partes en ese universo recién originado sino que entre ellas
debería latir una tercera (sistema triádico): el confín que mantendría a ambos mundos separados y al mismo
tiempo en comunicación recíproca.
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A. B.
A. Estructura sincitial. Células fusionadas que funcionan como una unidad indiferenciada. (invasión, sin límites
entre sí) B. Sincitiotrofoblasto. El primer confín biológico que separa al Uno del Otro, y que al mismo tiempo
los conecta permitiendo la absorción de nutrientes.
b) Neuroectodermo
El segundo confín biológico estaría constituido por el
neuroepitelio (tubo neural) que igualmente delimita [separa] un
mundo físico interno al cual también pone en contacto [une]
con los estímulos externos.
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El tubo neural representando el segundo confín biológico: uniendo-separando al mundo físico interno y
externo que su cierre origina.
Dentro de los bordes de este tubo fronterizo surge el movimiento migratorio de los neuroblastos, que se
mueven desde su lugar de origen hasta un destino igualmente limítrofe: la sinapsis (sin—hapsis).
Este recorrido nos hace visualizar a la estructura sináptica como otro confín: un espacio de unión y de
separación donde cada neurona resguarda su individualidad, pero al mismo tiempo establece un contacto
con Otra neurona (o célula) a través de sus proyecciones logrando un mecanismo de comunicación no
invasivo, no fusional.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
Por su parte José Bleger comprendía la simbiosis como un modo primitivo de organización mental
caracterizado por la fusión entre el Yo y el objeto, que encuentra su representación a partir de la estructura
sincitial que es sede de la ambigüedad (Etchegoyen, 2009). Esta idea de Bleger nos permite representar o
ponerle bordes (separar) al primer modo de organización mental que justamente se caracteriza por la
ausencia de bordes definidos (fusión/unión).
Fenómeno
biológico Metáfora
Los fenómenos descritos
por la biología nos permitirían elaborar metáforas y
representaciones gráficas para pensar el desarrollo psíquico Representación
gráfica
temprano.
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Resumen
La sexualidad infantil, borrada del recuerdo adulto, implicó la inscripción del sujeto en la lógica del UNO y lo
completamente OTRO. Lo universal nos permite habitar el lazo social, vivir en la cultura, ser sujetos en
relación. Lo indefinible que nos habita nos convierte en seres absolutamente únicos porque nos enfrenta a la
soledad (que nos constituye a partir de la piel que se vuelve nuestro territorio).
Edward Hopper es el artista de la “soledad”, en su obra podemos percibir personajes inquietantes habitando
ciudades vacías (su trabajo se inscribe en el realismo americano que surgió a partir de la Segunda Guerra
Mundial como una crítica al impresionismo abstracto que también tuvo su apogeo en esos tiempos), de alguna
manera la pandemia actual nos ha transportado a esos habitantes y a esas ciudades hopperianas,
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Este trabajo busca analizar la soledad, el no-todo que nos habita y la manera como esta parte “infantil” de
nuestro psiquismo podría manifestarse en las ciudades actuales y la norma del “distanciamiento social” que
estamos viviendo (resultado de la pandemia por el Covid-19)
Hopper y su obra
El autor posee innumerables obras destacadas en el mundo artístico mundial, en este trabajo vamos a tomar
solamente dos de ellas en base la influencia posterior que han tenido en otros artistas y la cultura en general:
En los años 20, Norteamérica vive un fenómeno importante: la industrialización incita a que muchas personas
migren a la ciudad, en ese proceso, un sin número de casas de estilo “victoriano” quedan deshabitadas, y
constituyen el paisaje rural cotidiano.
Esas misteriosas armaduras de hierro y cemento que antaño vivieron una era de esplendor miran -inmutables
en su abandono- pasar el progreso. Hopper recoge ese paisaje rural y lo plasma en algunas de sus obras.
La casa que muestra el cuadro de Hopper (en la fotografía anterior), al ser la fachada infranqueable de un
interior cotidiano-familiar que se oculta a la vista del espectador (se desconoce si algo humano habita el
espacio), transmite un sentimiento inquietante, alguna clase de amenaza indefinible, que se ve amplificada
por el ocaso que marca el fin del día que ambienta la obra.
Este impactante sentimiento que transmite el autor, incita a Alfred Hitchcock a mirar en este cuadro un
espacio idóneo imaginario donde situar el escenario de una de sus más destacadas películas: Psicosis (1960).
Hitchcock utiliza este escenario rural habitado por objetos “misteriosos” sin personas para incitar en el
espectador cierto sentido de lo siniestro, elemento básico del género de terror que desarrolla en su cine.
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2. Edward Hopper - “Nighthawks” (1942, óleo sobre lienzo, 84,1 x 152,4 cm, Instituto de Artes de Chicago,
EEUU)
Nighthawks, Trasnochadores o Halcones de la Noche es una imagen misteriosa: el ambiente de la obra
corresponde a un “dinner” americano, un interesante lugar creado en base a varios pequeños restaurantes
ubicados en la séptima avenida de New York, donde el autor transitaba regularmente: un espacio citadino
común para un transeúnte neoyorkino cualquiera que habita la ciudad en los años 40.
La escena invita al espectador a fijar su mirada en 4 personajes ensimismados en sus propios pensamientos,
seres solitarios a pesar de encontrarse junto a otros personajes, localizados en un espacio social casi
minimalista, la falta de contacto entre ellos y el vacío del espacio despierta una inquietante sensación que
incita a quien mira la obra a profundizar en las emociones y pensamientos de estos “habitantes nocturnos”.
Los personajes que pueblan esta obra, de la madurez artística del autor, corresponde a seres atribulados de
post guerra que no pudieron conquistar el “sueño americano”, deambulan perdidos en sus laberintos internos
sin saber la causa de su sufrimiento, hombres y mujeres anónimos, con la mirada opaca y con sus cuerpos
abatidos por el tiempo, preguntándose por la razón de su existencia, en medio de lugares abandonados de
una gran ciudad en transición (del capitalismo al consumismo de la mitad del siglo XX).
Los Habitantes de la Noche es una obra que ha inspirado un número sorprendente de otras creaciones
artísticas de diversos géneros:
- Pennies from Heaven (1981) película de Herbert Ross.
- Deep Red (1975) creación cinematográfica del director Darío Argento.
- The End of Violence (1997) obra de cine creada por el alemán Wim Wenders.
- Boulevard of Broken Dreams (1984) producción audiovisual del artista Gottfried Helnwein.
- Los Simpsons (1997) en el capítulo "Homero contra la prohibición", tres personajes del capítulo toman un
café en un sitio casi idéntico al de “Nighthawks”.
- Are You Using That Chair (2005), obra pictórica en óleo del artista Bansky.
- Nighthaws at the diner (1975) se titula el disco del músico Tom Waits.
- Edward Hopper's Nighthawks (1942) es un poema de Joyce Carol Oates que quiso responder en su texto
a la pregunta ¿Qué hablarán los personajes de “Nighthawks”?.
Reflexiones sobre las obras de Hopper y su relación con la crisis social actual derivada de la
pandemia Covid-19
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SIMPOSIO APdeBA 2020
Desde las ciudades rurales abandonadas de los años 20 hasta los paisajes urbanos descoloridos de la
Norteamérica de los años 40, el autor nos invita a conmovernos y vivir la inquietante extrañeza de la soledad
que el ser humano vivencia en medio del cuestionamiento socio cultural que algunos eventos históricos
movilizan: la migración del campo a las ciudades por el fenómeno de la industrialización y el cambio social-
económico de una época de post guerra que vacía de sentido la vida de los habitantes citadinos.
Es interesante comparar estas dos obras de Hopper con dos imágenes comunes producidas en estos días de
aislamiento y declive económico resultado de la pandemia por COVID-19 que vivimos actualmente; en la
comparación visual podemos notar la similitud entre las ciudades vacías hopperianas de los años 20 y los
habitantes inmóviles dentro de ambientes minimalistas de los años 40, con las ciudades vacías y el
aislamiento social que nos muestran estas fotografías actuales.
La pandemia, ha transformado las ciudades y la forma de vida de sus habitantes, al igual que los procesos
históricos de la Norteamérica Hopperiana de los 20 o de los 40 que nos incitaron a reconocer la inmensa
soledad de los Halcones de la Noche conmocionados por la crisis cultural que debieron asumir y simbolizar.
La crisis del siglo XXI “Covid-19”: la reestructuración de las ciudades y la vida de sus habitantes.
Frente a un destino desconocido, en la espera de una posible cura ante el Covid-19 o por lo menos la
presencia de una vacuna, la angustia se presenta como señal de que algo podría acontecer (aunque no se
sepa qué será); un elemento imposible de simbolizar ronda la estructura de ficción que le permite al sujeto
actual habilitar su mundo.
El manejo por parte de los estados del sistema de salud, abarrotado de enfermos, muestra su inconsistencia,
la certezas que la cultura podía proveer al ciudadano regular se desvanecen, al caer la solvencia del sistema
de salud, el mundo se ve incitado a elegir la “vida de sus ciudadanos” o la “economía de sus ciudades”, el
objetivo último de los gobiernos se centra en “cuidar la vida”, cada país escoge si la vida implica “salud” o
“economía”, en esa elección cualquiera de las alternativas derivan en una práctica de “no vida” (finalm ente la
única diferencia entre una elección u otra es el factor tiempo para que ambas terminen en la muerte).
Cuando el estado no puede asegurar el derecho más básico de sus ciudadanos que es la conservación de la
vida, aparece la “Gran Incertidumbre del discurso político”, nadie sabe nada, nadie puede garantizar nada:
algo nos puede pasar, pero no se sabe cuándo, el virus se vuelve una presencia desconocida que se
entromete en la vida de los habitantes de las ciudades y los obliga a esconderse en sus casas y redefinir sus
normas de interacción social cotidianas (distancia social, contacto físico, estilo de trabajo, modos de
interacción, etc.).
El virus se vuelve algo que irrumpe y deshace el mundo ficcional del sujeto, el tejido de sentidos que nos
permite habitar la realidad social. Esta amenaza indefinible produce a su vez una necesidad irrefrenable de
crear respuestas que intenten restituir una escena posible del mundo: teorías explicativas científicas, teorías
de control, e incluso hasta teorías que toman formas paranoides e implican una idea de complot o daño.
Dentro del discurso sanitario nace la importancia de la “distancia social” como una manera de evitar contagios,
entonces se produce un esfuerzo estatal importante por separar los cuerpos, normativa nueva que incita a los
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SIMPOSIO APdeBA 2020
ciudadanos a buscar otras formas de relación que se sostienen, especialmente, en el uso de la tecnología
para ampliar las posibilidades de comunicaciónn e interacción social con sus cuerpos propios y de los otros.
La necesidad de los estados de sostener las economías fragmentadas de sus miembros, favorece la creación
de modelos económicos diversos: los modelos de vida autosustentables se convierten en nuevos ideales
sociales.
Y a pesar de toda la transformación social que hemos descrito, se cuela en las nuevas imágenes, que
produce la cultura de sí misma, una profunda sensación de soledad hopperiana que puebla las calles vacías
de nuestras ciudades e inscribe miradas inquietantes en sus habitantes ensimismados en las dudas
existenciales que los capturan.
Lo infantil y la soledad que nos habita
Como la mayoría de los fenómenos psíquicos, el sentimiento de soledad, para Klein (1973) puede entenderse
en referencia a las primeras vivencias que tiene el niño:
“Toda vez que surgen violentos impulsos destructivos, la madre y el pecho de ésta se viven en virtud de la
proyección como persecutorios, y por lo tanto el bebé experimenta inevitablemente cierta inseguridad, siendo
esta inseguridad paranoide una de las causas esenciales de la soledad. Cuando se alcanza la posición
depresiva -por lo común al promediar la primera mitad del primer año de vida-, el yo se encuentra ya más
integrado, lo cual se manifiesta en una mayor sensación de totalidad, con lo que el bebé está en mejores
condiciones para relacionarse con la madre, y más adelante con otra gente, como una persona total. De este
modo la ansiedad paranoide, como elemento constitutivo de la soledad, va siendo reemplazada cada vez más
por la ansiedad depresiva. […] La integración se realiza sólo en forma muy gradual, y es factible que la
seguridad que proporciona se vea perturbada en momentos de fuerte presión interna y externa; y esto
conserva su validez durante toda la vida. Nunca se llega a una integridad total y permanente, ya que siempre
persiste cierta polaridad entre los instintos de vida y de muerte, la cual sigue siendo la causa más profunda de
conflicto. Puesto que nunca se logra una integración total, tampoco es posible comprender y aceptar
plenamente las propias emociones, fantasías y ansiedades, y esto subsiste como un factor importante en la
soledad”. (pp 308)
Para Klein el sentimiento de soledad se encontrará siempre ligado a los elementos no integrados que pueden
circular entre los objetos internos y externos con los que vivenciamos nuestra realidad.
Desde otra perspectiva, Freud (1978) sitúa a la soledad como parte de las fobias y menciona que “en ellas
ocurre lo mismo que en la angustia infantil; la libido que permanece inaplicable se transmuta en una aparente
angustia realista y, de ese modo, un minúsculo peligro externo se erige como subrogación de los reclamos
libidinales. […] la mudanza en angustia o, mejor, la descarga en la forma de la angustia es el destino más
inmediato de la libido afectada por la represión” (pp. 373). Podemos decir que desde la perspectiva freudiana
la soledad, tiene que ver con la castración en su vertiente de perdidas de amor del objeto amado, pero
también, queda señalado que implica un elemento no ligado que se transmuta en una especie de angustia.
En “El psicoanalisis en la Era Trans” de Antonio Quinet (2019) se hace una interesante revisión de las
fórmulas de la sexuación propuestas por Lacan, el autor puntualiza que por un lado tenemos un conjunto de
lo universal (lo instituido) y por otro lado un conjunto de lo abierto (lo diferente, lo extraño, lo siempre Otro): “la
diferencia sexual estaría leída desde esta posibilidad de goces, posiciones y argumentos lógicos de manera
que alguien se diga del lado del todo fálico o del no-todo fálico”. Quinet frente a estas dos posibilidades (lo
universal y lo abierto) refiere dos posibles lecturas diferentes de la propuesta de Lacan:
1. Lo UNO y lo Otro serian dos universos discursivos que pudieran ser habitados por un ser hablante:
“cada uno puede inscribirse del un lado o del otro”-
2. Lo UNO y lo OTRO “serian diferentes posiciones que un mismo sujeto puede tomar en relación a su
vida sexual independiente del sexo, género y orientación sexual por lo tanto el sujeto puede existir como
sujeto, objeto, falo y La mujer no existe”; es decir, por un lado, un sujeto podría colocarse como sujeto, objeto,
o falo buscando un partenaire sexual y, por otro lado, simultáneamente podría colocarse como “no-toda” al
momento de enfrentarse con su propia soledad (la parte de su ser absolutamente indefinible)
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SIMPOSIO APdeBA 2020
La segunda lectura de las fórmulas de la sexuación, que propone el autor, podría correlacionarse bastante
bien con el análisis que podría hacerse a partir de Freud sobre el sentimiento de soledad que implicaría algo
de lo “no ligado” y también con la idea Kleiniana de que “no-todo” impulso destructivo puede ser integrado por
el yo, de manera que el sentimiento de soledad se alimenta siempre de este imposible de integrar.
Conclusiones
La sexualidad infantil, borrada del recuerdo adulto, implicó la inscripción del sujeto en la lógica del UNO y lo
completamente OTRO. Lo universal nos permite habitar el lazo social, vivir en la cultura, ser sujetos en
relación, sin embargo, lo indefinible que nos habita nos convierte en seres absolutamente únicos porque nos
enfrenta a la soledad (que nos constituye a partir de la piel que se vuelve nuestro territorio).
Si las formulas de la sexuación son leídas como un territorio de lo UNO y lo OTRO que nos habita a todo ser
hablante, el extraño e inquietante sentimiento de soledad que palpita en las ciudades vacías hopperianas y
sus personajes ensimismados en sus propias tribulaciones estarían del lado de ese “no-todo” que nos incita a
vivir como seres nunca totalmente pertenecientes a algún lugar, nunca completamente en relación con el otro
y en un aislamiento existencial instituyente.
Al verse cuestionada nuestra cultura por la caída de los ideales estatales de “cuidado de la vida”, podemos
observar con mayor nitidez la soledad que nos habita, que nos constituye separándonos de la cultura sin la
cual tampoco existimos.
Esta parte “infantil” de nuestro psiquismo -ese extraño e inquietante sentimiento de soledad que hoy vemos en
la mayoría de las producciones audiovisuales que nos rodean y sirven para definir “la nueva normalidad” a la
que vamos a ir ingresando paulatinamente- podría ser reconocible en las ciudades actuales y en la norma del
“distanciamiento social” que estamos viviendo (resultado de la pandemia por el Covid-19) y a la vez podría
hablarnos de lo absolutamente particular y general que nos constituye.
Referencias bibliográficas
- Santiago Candia Agustina Saubidet (2019). El psicoanálisis en la era trans.Traducción.
https://www.aac ademica.org/agustina.saubidet/40
- Freud, S. (1978). Conferencias de Int roducción al Psicoanálisis (25 Conferencia).La Angustia. En Obras Completas,
16.(pp.357-37).Buenos Aires: Amorrortu
- Klein, M. (1963). Sobre el sentimiento de soledad. En Obras Completas, 3 (pp.306-320). Barcelona: Paidós
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Llegada
Me adapto
Me disuelvo
Soy polvo de polvos
En nuevos pies
Apaciguados pies
Emancipados pies
Yos líquidos
Yos nómades
Invertebrados, muchos yos
Danz ando largos sonidos
En lunas al revés
El encuentro con adultos que en su infancia han migrado a distintos países, nos llevó a preguntarnos qué
sucede en la mente de niños que migraron con sus familias en los primeros años de vida.
Entre las vivencias que registramos, el lenguaje les recordaba que estaban lejos de sus orígenes y los alejaba
del nuevo “mundo externo”. Atrás dejaron un paisaje, vínculos, olores, sabores, entre otras sensaciones, que
les eran familiares e ingresaron a un mundo por conocer en donde sus afectos y la expresión de los mismos,
en ocasiones les resultaban incomprendida.
En general este proceso se desarrolló con angustia, confusión y desconcierto por parte de los padres. Los
mismos se encontraban abocados a la supervivencia cotidiana, sin poder en muchos casos contener la
vivencia emocional propia y la de sus hijos.
Estos niños no eligieron la migración, acompañaron a sus padres en esta decisión pensando en el bienestar
del grupo familiar.
En general, estos niños ahora adultos llegan al consultorio preocupados por sus reacciones intensas que les
dificultan la convivencia, inhibiciones, desconfianza en los vínculos afectivos y somatizaciones diversas.
Los pacientes recuerdan momentos en los que prevalecían el miedo, las burlas, las humillaciones, los enojos,
situaciones en las que se tenían que ocultar a través de máscaras que construían para sobrevivir y en otros
casos la mejor opción fue aislarse.
Pensamos que estas vivencias constituyeron episodios traumáticos que luego fueron resignificados a lo largo
del análisis.
Para definir trauma, nos acercamos al pensamiento de Ferenczi a través del recorrido de su obra realizado
por Pedro Boschán. Este autor lo refiere como la imposición al sujeto por distintos medios de violencia, de una
realidad psíquica ajena, desconociendo sus propias necesidades, sentimientos y percepciones del sujeto y
que sostiene la desmentida del otro significativo, elemento esencial en este desconocimiento. (Boschán, 2008)
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SIMPOSIO APdeBA 2020
En nuestra experiencia clínica, las vivencias de los pacientes con respecto a la migración, no siempre
pudieron ser representadas, a veces, debido a la dificultad para encontrarse con el otro que ayudara a
otorgarle un sentido. Quienes podrían sostener y contener para llevar adelante este proceso, también se
encontraban viviendo una migración. Para otros, en cambio, el costo emocional de tamaña experiencia, no fue
tenido en cuenta si se lograba cumplir con los motivos de la migración: trabajo y mejores condiciones de vida
(desmentida).
Observamos que algunos niños, en estas situaciones, desarrollaron mecanismos psíquicos defensivos como,
por ejemplo: sobreadaptación, falso self, disociación e idealización que continúan rigiendo en la actualidad.
Creemos que estos mecanismos son puestos en marcha a fin de, entre otras cosas, evitar el duelo. ¿Qué
hace falta para poder sostener y atravesarlo? Pensar esta cuestión nos lleva directamente al pensamiento de
Melanie Klein.
Para esta autora, cuando se pierde a la persona amada, se experimenta la sensación de estar destruido. Se
reactiva la posición depresiva temprana y la situación edípica, esto implica que también retornen los temores
persecutorios. Sintéticamente diremos que en esta posición se lucha por establecer e integrar el mundo
interno. Si en esta tarea prevalece el odio hacia lo que se perdió, que antes había sido amado, este se vuelve
persecutorio y pone en duda la creencia en los objetos del mundo interno. Aquí la autora hace prevalecer la
idealización como un paso fundamental en el desarrollo mental: es la garantía contra todos los objetos malos
y representa seguridad.
Recordar bondades alivia y ayuda a restablecer la confianza en los objetos externos. Progresivamente, lo
perdido dejará de ser perfecto, por lo tanto, no será más temido o idealizado y aparecerá el dolor. La cuestión
es que los objetos internos también están tristes y esta experiencia de empatía con ellos se vincula con las
relaciones externas. En la medida que pueden conectarse mejor con el mundo externo y recibir ayuda de él, el
mundo interno se vuelve más amoroso y bondadoso, volviéndose así más seguro. En él puede conservarse el
objeto amado perdido. Si el duelo sigue este camino exitoso, se reconstruirá el mundo interno que se creyó
destruido con la pérdida sufrida “… gana nueva seguridad y logra armonía y paz verdaderas.” (Klein, 1940).
Siguiendo esta línea teórica, quienes fracasan en este trabajo, no lograron en su infancia establecer objetos
buenos internos y sentir seguro su mundo interno.
Es así como nos encontramos con niños que, frente al temor a ser excluidos por sus rasgos, lenguas o
costumbres de origen, adoptaron las del país al que migraron, como un traje que diariamente era puesto y el
que esforzadamente se debía sostener, otorgando al nuevo mundo externo el valor de único, valioso e
inmejorable.
La identidad se desdibujó, ahora eran lo que ellos asumían que los demás querían ver. La angustia y la
tristeza ya no eran registradas como tales porque el continente receptor de estas emociones, que estaba
representado por los padres, en ocasiones éstos no se daban cuenta de lo que internamente cada niño estaba
viviendo. La idealización y su sostenimiento, tal vez imposibilitaron pensar lo que implicaba el cambio de vida.
Los objetos internos y externos perdidos, habían sido anulados y sólo transitaban por la actuación. En estos
casos el cuerpo fue el lugar donde algunos pudieron proyectar lo intolerable e incomprensible de esta
experiencia, trastornos en la alimentación y adicciones fueron uno de los visibles actos de este proceso.
Mantener el físico que los demás compañeros de escuela tenían, comían y bebían lo que los demás
consumían a sabiendas que dichos alimentos eran desconocidos y en ocasiones no les generaban agrado,
pero sin embargo los incorporaban renegando sus gustos y costumbres.
Esto nos llevó a pensar en la construcción de la identidad de estos chicos, entendiéndola como: … la
representación que el sujeto tiene de sí mismo que le permite reconocerse a lo largo del tiempo a pesar de los
cambios y vicisitudes por los que puede haber atravesado. Esta representación de sí mismo le da acceso a un
sentimiento de identidad personal. (Rotemberg;2004).
Nos preguntamos acerca de las implicancias que tuvo la edad en la que se llevó a cabo la migración. Cuando
comenzamos a elaborar este trabajo, pensábamos que cuanto más pequeño fuera el niño menos
posibilidades tendría de contar con los recursos psíquicos para afrontar una migración. Sin embargo,
revisando los materiales clínicos que nos convocaron a este escrito observamos que no siempre es así.
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Creemos que en cada migración se ponen en juego los vínculos que se establecieron desde los primeros
momentos de la vida, contando para ello con los recursos propios y con los que se fueron desarrollando en las
diferentes etapas de la niñez. Es imperativo tener en cuenta otros factores que inciden sobre la identidad,
como, por ejemplo, los de índole cultural, geográficos, étnicos, religiosos, ideológicos, éticos, económicos,
sociales, laborales, etc. Ellos incidirán, con diferentes intensidades, dando matices a la identidad.
Una migración favorable dependerá de la posibilidad de integrar estos factores a los ya existentes logrando un
crecimiento psíquico, que le permita afrontar nuevos cambios con mayor flexibilidad y creatividad. Así es
como la autora de la canción que da inicio a este trabajo, simboliza en su disco APEGO su experiencia
emocional como migrante: “Es una obra musical performática con canciones y dramaturgia que abrazan al
territorio trazado por las migraciones, el exilio y sus efectos; códigos desconocidos, malos entendidos, lo ajeno
y lo propio, las lenguas extranjeras y sus musicalidades, dan cuerpo a estas canciones”. (Arellano 2019)
En otras personas que sufren efectos de una migración temprana aún no elaborada, la cuarentena
implementada por la pandemia del Covid19 permitió que su casa se convirtiera en su país de origen
recuperando sensaciones y emociones que creían perdidas en la migración. Esto dio lugar a fuertes
emociones de ansiedad ante la posibilidad de volver a encontrarse con “lo extranjero” cuando se dé por
concluida la cuarentena. Esta situación actual de cuarentena, evoca experiencias infantiles de migración que,
al ser observadas y trabajadas en el análisis, podrían evitar las actuaciones con las que se defendió en la
infancia. Probablemente, sea el momento de comenzar a elaborar un duelo que estaba congelado.
Referencias bibliográficas
1) Arellano, Cecilia (2019) del disco APEGO – htt://youtu.be/lvRRklOXbtY
2) Bion, W. R. (2006) En Volviendo a pensar. Ediciones Horme S.A.E. 6ta edición.
3) B orgogno F. (2008) La concepción clínica y teórica del t rauma en Ferenczi. Un breve mapa int roductorio. Revista de
la Sociedad Argentina de Psicoanálisis. Número 11/12.
4) Boschán, P J. (2008) Trauma y niñez. Revista de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis. Número 11/12.
5) Bot ella C. y Botella S. (2005). The Work of Psychic Figurability. The New Library of Psychoanalysis, Brunner-
Routledge, Taylor & Francis Group.
6) Guinsberg, E. (2005) Migraciones, exilios y traumas síquicos. Política y Cultura, primavera 2005, núm. 23, pp. 161-
180.
7) Klein, M. (1940) El duelo y su relación con los estados maníaco-depresivos. O.C. Tomo I, Amor, Culpa y Reparación,
pp 346-371.
8) Korman, V. (2018) Determinantes simbólicos e imaginarios de la identidad. Migración, exilio, racismo y xenofobia.
Psicoanálisis, Vol. XL, n 1 y 2, 85-114.
9) Rotemberg, H. (2004) Estructuras Psicopatológicas e Identidad. Nueva E ditorial Universitaria. Universidad Nacional de
San Luis.
10) S ambucetti, A. y col. (2014) Los efectos ps íquicos de la migración en niños: un estudio c omparativo con Rors chach.
VI Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología. UBA.
11) Vispo C.A. y Podruzny M. (2002) Cambios de la estructuración ps íquic a en la migración. Psicoanálisis APdeB A- Vol.
XXIV-pp 217-232
12) Winnicott, D.W. (1971) Realidad y juego. Editorial Gedisa, S.A. undécima reimpresión, febrero 2008, Barcelona.
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Monet, 1883
Así descritas las cosas, un asistente desprevenido, poco conocedor de teorías psicológicas, podría haber
pensado con toda razón, que se trataba de una caricatura que contenía cierto aire de pequeña burla. En
efecto, afectos ego-distónicos predominaron aquella vez al escuchar estas descripciones, aunque la
experiencia toda, quedó reverberando en alguna parte de mi memoria. Por lo demás, la curiosidad primó
sobre el desconcierto: De no haber sido así habría abandonado la sala de conferencias.
Una familiar experiencia. La teoría internalizada
Transcurridos los años, formado como Psicoanalista y con algunos cuantos años de práctica, tuve una nueva
experiencia con un árbol de limones. Esta vez no en un aula académica, sino que caminando distraídamente
por el jardín.
La presencia del árbol evocó en mí, de manera muy natural, una sucesión de imágenes e impresiones que
podría describir con algunos términos generales como: belleza; fuerza; hermanos; mamá; vigor; dolor;
colaboración; frutos; familia; y otras. De todas estas palabras, me llamó particularmente la evocación de la
palabra dolor. ¿Qué hacía allí? ¿De dónde había surgido? Reparé entonces en el limón que yacía botado en
el suelo, y pensé para mis adentros: este pobre limón está sufriendo. Lo abandonaron y está en una condición
bastante desmejorada en relación a los demás, a pesar de conservar su potente color amarillo, y de que el
árbol al que pertenece se ve de buena salud.
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La elección de los términos recién mencionados, y las emociones a que dio lugar mi encuentro con el mismo
fruto, que años atrás había estimulado la creatividad del colega Psicoanalista, y no la mía, tenía que deberse
a algún particular fenómeno. Si bien hoy, no aparecían cuestiones tan directamente relacionadas con el
Psicoanálisis como las descripciones de antaño (Pecho-pezón; Escena primaria), si había una selección
particular en las percepciones y en las emociones explícitamente referidas o tácitamente implícitas (la belleza
y el vigor, el dolor, la familia, como algunos ejemplos) que parecían tener un arraigo en nuestra disciplina.
Teorizando, es decir intentando formalizar en un conjunto coherente lo señalado, podría decir: Un bebé que
formaba parte de la familia, con una mamá aparentemente realizando bien sus labores, había sufrido algún
tipo de abandono y yacía, desconsolado, desconcertado, adolorido, en el suelo. Es decir, había acontecido un
trauma
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El jardinero
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Desesperado, incrédulo, desconcertado y solitario, el niño se ha visto obligado a iniciar una serie de
movimientos defensivos, en parte para recuperar algo de esta súbita desaparición. En este breve extracto de
los planteamientos de Green que estamos realizando, solo mencionaremos uno de ellos: La Identificación con
el objeto perdido, el traslado de la madre hacendosa pero muerta, desde el Exterior hacia el Interior
incluidos en el: En la Escena Primaria participan como actores importantes una feca y un orificio (la mayor
parte de las veces, el ano). Una de las consecuencias, entonces, es que se contaminarán las teorías sexuales
infantiles generando una evolución distorsionada de la sexualidad. Se fijará así, un polimorfismo (en
ocasiones una perversión) en las relaciones futuras de este individuo.
La segunda consecuencia que señalaremos derivaría directamente del mecanismo de Identificación del niño
con una madre eficiente, productiva, rendidora, pero ausente, muerta. Tendremos, entonces de allí en
adelante, un niñito que será el mejor alumno de su curso, simpático y atractivo, pero que fracasará, una y otra
vez en su futuro, a la hora de establecer relaciones con intimidad. Hete que esto que acabamos de describir,
se sitúa muy cerca de descripciones en la línea de la Sobreadaptación; Pseudomadurez; Falso Self.
A modo de conclusión ¿Mi o Su? Jardín
Para terminar, señalaré que el jardín fotografiado que se ha utilizado como Modelo, fue diseñado por una
paisajista muy cercana a quién escribe este trabajo. Lo correcto y preciso, entonces, sería hablar de SU
jardín. Su seguro servidor, solo ha colaborado en su mantenimiento posterior, en poner flores y plantas de
temporada, en las labores de poda y en el riego. Nada más. El diseño y la ejecución fueron realizados por la
artista mencionada (paisajista) quién solía concurrir acompañada por un equipo ejecutor encabezado por un
jefe de obras. Aparecen nuevamente en escena, ocupando el primer lugar del podio, Mamá y Papá, cada uno
con sus respectivas funciones. Esta descripción, volviendo a nuestra bruja Metapsicología, se corresponde
con las Identificaciones Introyectivas.
De la misma manera, si hablásemos de MI jardín, con desfachatez y cierto desdén, estaríamos incurriendo en
una Identificación Proyectiva, al apropiarnos como quién no quiere la cosa, de todo el arte y la destreza que
implicó dar a luz un bello jardín. Al incurrir en un tal robo, el ambiente se tornará inevitablemente amenazante:
muy probable es que nuestro admirado jardinero, de quién estuvimos tan agradecidos en la foto de la página
6, se nos transformará en el temible y amenazante Viejo del saco
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SIMPOSIO APdeBA 2020
Referencias bibliográficas
- Bion, W. (1980). Experiencias en grupos. Barcelona: Paidós Editorial
- Caper, R. (1998). A Mind of One´s Own. London: Routledge
- Freud, S. (1908). Sobre las teorías sexuales infantiles. Buenos Aires: Amorrort u Editores
- Green, A. (1986). Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Buenos Aires: Amorrortu Editores
- Klimovsky, G. (2004). Epistemología y Psicoanálisis. Buenos Aires: Biebel Ediciones
- Meltzer, D. (1973). Los estados sexuales de la mente. Buenos Aires: Kargieman Ediciones
El presente trabajo se desprende de una beca doctoral UBACyT titulada "El estereotipo de `pibe chorro´:
subjetividad y circularidad", la cual se ocupa de indagar en el modo de construcción de subjetividad de los
jóvenes infractores a la ley penal. Dicha beca se encuentra enmarcada en el proyecto UBACyT dirigido por la
Mgter. Nora Vitale y denominado "Factores que inciden en la circularidad de los jóvenes alojados en los
dispositivos penales juveniles: lo individual, lo grupal, lo institucional". El reingreso de los jóvenes al sistema
penal juvenil es una problemática de profunda gravedad ya que más de la mitad de los que egresan vuelven a
ser institucionalizados.
Para analizar sujetos, consideramos fundamental el trabajo con las subjetividades. Reconocer los sistemas
que sostienen determinadas producciones de subjetividad a partir de las cuales se constituyen los psiquismos
individuales, resulta insoslayable. El presente escrito se propone reflexionar acerca de la encrucijada subjetiva
que se configura para estos jóvenes a partir de los procesos propios de la adolescencia, atravesados por los
mandatos varoniles y de consumo, en contextos de profunda vulneración de derechos.
Como licenciado en Psicología comparto la profunda convicción de una práctica implicada y ocupada en lo
social. Además de nuestra labor asistencial tenemos una responsabilidad ética como analistas sociales.
Desde nuestro lugar, con las herramientas que contamos, tenemos el deber de leer los procesos históricos,
sociales, políticos, culturales, que producen y enmarcan los padeceres de época. Siguiendo el mandato de
José Bleger (1966) y su legado de psicohigiene, comparto su vocación de realizar aportes desde nuestro
campo de conocimiento para contribuir a generar las condiciones de vida necesarias que habiliten el
despliegue de subjetividades dentro de los límites de la salud mental. Este pasaje de enfoques centrados en
la cura a enfoques centrados en la promoción de la salud, lo traduzco en la construcción de sociedades cada
vez más igualitarias en donde las oportunidades sean para todos, y ya no privilegios para unos y
vulnerabilidades para otros. La desigualdad genera desigualaciones, y estas están dadas por múltiples
factores: la desigualdad entre los géneros es una de ellas, y una muy importante. Abogar por la igualdad entre
los géneros en todos los aspectos de una sociedad significa contribuir a la producción de subjetividades
diversas, femeninas, masculinas, más saludables y más libres.
Poder incorporar al análisis de la delincuencia juvenil la perspectiva de la psicología complejiza los abordajes
posibles que se puedan hacer desde otras disciplinas como la economía, la sociología, el derecho, la
antropología, la historia. La construcción de subjetividad de estos jóvenes se da desde una posición de
múltiples vulneraciones de derechos. Sin embargo, las mujeres que crecen en la misma posición social de
vulneración, no construyen subjetividad como “pibas chorras”. ¿Por qué los pibes chorros son solo
varones? Probablemente, incorporar la perspectiva de género a este análisis resulte muy enriquecedor.
Para indagar en la singularidad de cada joven infractor a la ley penal, reconocemos la necesidad de indagar
en las circunstancias que habilitan dicha construcción. Los sistemas culturales se sostienen en modos
instituidos de producción de subjetividad, que a su vez se materializan en la constitución de los psiquismos de
los sujetos que habitan la sociedad. Los modos de producción de subjetividad no son otra cosa que
regulaciones sociales, históricas, políticas, instituidas por la ley o la costumbre, que establecen y orientan los
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SIMPOSIO APdeBA 2020
modos de pensar, sentir y actuar. Se trata de una relación entre lo externo a las personas y la configuración
de su espacio interno, es decir, una relación entre las formas de representación que cada sociedad instituye
para la conformación de sujetos aptos para desplegarse en su interior y las maneras en las cuales cada sujeto
constituye su singularidad (Bleichmar, 2009). Por este motivo es fundamental estar advertidos que cuando se
trabaja con sujetos, se trabaja con subjetividades. Es fundamental tener en cuenta esto, ya que si sólo se
analizara al sujeto que consulta, se caería en reduccionismos psicologizantes y resultaría en diagnósticos
sesgados. Cada momento social con su cultura dominante generará y sostendrá los modos en que se
producen las subjetividades: para un análisis acabado se deberá articular lo político con lo psíquico y a partir
de allí preguntarnos acerca de qué sujeto se puede ser según el contexto (Tajer, 2017).
El sistema actual, la cultura imperante, podría definirse de múltiples formas pero a los fines de este breve
escrito nos interesan esencialmente dos: su costado patriarcal y su costado neoliberal, intrínsecamente
vinculados y con el punto en común de estar sostenidos por profundas desigualdades; desigualdad de género
de un lado, desigualdad económica y social del otro. Este sistema patriarcal y neoliberal construye sus propias
instituciones, prácticas y regulaciones que producen determinadas subjetividades: subjetividad femenina y
subjetividad masculina, subjetividad de clase alta, media o baja. Subjetividades de privilegios para unos y
subjetividades de vulnerabilidades para otros. No es lo mismo ser parte de una mayoría hegemónica, que
pertenecer desde el origen a una minoría. Esta segunda posición implica desde el inicio haber tenido que lidiar
con las marcas de la subordinación en la constitución del psiquismo -no será lo mismo constituir un psiquismo
del lado de los desigualados que del lado de los hegemónicos. Atribuir el psiquismo resultante solo a la
dimensión intrapsíquica soslayando todos los demás determinantes en juego resultará sesgado. Existen
múltiples factores desigualadores como la etnia, la clase social, la preferencia sexual, las discapacidades, las
afiliaciones políticas y religiosas: es importante aclarar que cuando se habla de perspectiva de género se
alude a un abordaje de las distintas temáticas que contemple la variable del género como un factor de gran
incidencia. Desde esta perspectiva, se entiende que el género es otro de los factores generadores de
desigualdad.
Como venimos señalando, la masculinidad es una construcción histórica y política. Las formas de ser hombre
se aprenden y se reproducen socialmente con la intervención de las instituciones: la familia, la escuela, la
iglesia, el Estado, los medios de comunicación, etc. Así es como se van moldeando los modos de representar
al género. Dentro del modelo de masculinidad hegemónica, al varón se lo educa para responder a un tipo de
masculinidad, para cumplir una serie de exigencias. Para ser un hombre, hijo sano del patriarcado, hay que
reventarse, tener aguante, hacer todo lo posible para mantenerse como proveedor de la familia; un verdadero
macho debe ser respetado, tener poder y honor, ser dominante (Stola y Faur, 2018). En la subjetivación
masculina dentro del patriarcado, los varones suelen confundir identidad personal con identidad corporativa de
género masculino. El sentido de pertenencia a la corporación es parte de las propuestas identificatorias hacia
los varones, como en cualquier pertenencia a un grupo hegemónico y privilegiado. Creen que ser “sí mismos”
es ser “como todos los hombres”, como el estereotipo, ser lo que se espera de él, en tanto varón.
Los pibes chorros son en su abrumadora mayoría jóvenes varones que han crecido en contextos de
vulnerabilidad. Es decir, en estos sujetos coexisten y se combinan dos segmentos contrapuestos: la
hegemonía del ser hombre en la cultura patriarcal, y la vulnerabilidad socioeconómica en el neoliberalismo. La
constitución del psiquismo de estos sujetos se produce en estas coordenadas incómodas por las condiciones
de posibilidad en las que deben cumplir mandatos. Por un lado, cargan con propuestas identificatorias que se
ofrecen a las personas que son socializadas como varones. Si bien hemos señalado los privilegios de las
posiciones hegemónicas, estas propuestas de masculinidad traen a su vez muchos costos para los varones y
para las personas de su entorno. Son los costos de la hegemonía, es decir, del deber habitar lugares de poder
en la estructura social. La idea del varón como proveedor tanto económico como simbólico se configura como
un bastión identitario, que cuando se pierde ese lugar o no se lo tiene, propicia un malestar particular.
Ejemplos de esto son la cantidad de cuadros depresivos y suicidios de varones propiciados por la crisis
socioeconómica del año 2001, a raíz del vacío identitario generado por la imposibilidad de sostenerse en el rol
de proveedores; o también los altos índices de enfermedad y mortalidad sostenidos a lo largo de los años por
los varones en todas las franjas etarias, quienes se mueren más y antes que las mujeres. Esto, desde una
lectura de género, está en estrecha relación con la construcción de la masculinidad; me permito afirmar que la
asunción de la identidad de “pibe chorro” también. Se trata de jóvenes que por el contexto de vulneración de
derechos y por la posición de sometimiento, han encontrado un modo de sostenerse machos, en este caso, a
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Referencias bibliográficas
- Bleger, J. (1966). Psicohigiene y psicología institucional. Buenos Aires: Paidós.
- Bleichmar S. (2009). Producción de subjetividad y constitución del Psiquismo. En El Desmantelamiento de la
Subjetividad. Estallido del Yo. Buenos Aires: Topía.
- Stola, E. y Faur, E. (2018). ¿Qué es la masculinidad hegemónica? Canal de la Ciudad. Recuperado en:
https://www.youtube.com/watch?v= rEi1V DnspKs&t=5s
- Tajer, D. (2017). ¿Qué quiere un hombre? Hacia una clínica de varones con perspectiva de género. En Revista digital,
Psicoanálisis ayer y hoy, N° 16. Recuperado en: https://www.elpsicoanalisis.org.ar/nota/que-quiere-un-hombre-hacia-
una-clinica-de-varones-con-perspectiva-de-genero/
- Tajer, D. (2019). El consentimiento y las nuevas formas del amor. Charla TE DxRiodelaPlata. Recuperado en:
https://www.youtube.com/watch?v= bLk4NwOdeeQ&feature=yout u.be
Este trabajo es el producto de la elaboración que realizamos ante la situación difícil que tuvimos que vivir
como sociedad, pero sobre todo como analistas de niños. Compartiremos el camino recorrido desde aquellas
dificultades iniciales, para dar continuidad a los análisis de niños, hasta las posibilidades que nos permitieron
transformar en terreno de juego aquello que parecía el peor de los desiertos.
La pandemia nos ha implicado a todos. Nos tomó por sorpresa, nos obligó a tomar medidas extremas y a
modificar nuestras costumbres y rutinas. El Aislamiento Preventivo Social y Obligatorio nos llevó a
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permanecer en nuestras casas, tuvimos que dejar el consultorio y recrearlo a través de las pantallas. Sufrimos
el impacto del aislamiento tanto en lo personal como en lo profesional.
Aquello que encuadraba nuestro trabajo con los pacientes, el consultorio, las cajas de juegos, el espacio que
compartimos habitualmente, se perdió abruptamente. Esta pérdida nos llevó a preguntarnos cómo continuar el
trabajo analítico con los niños sin poder encontrarnos de manera presencial. Los encuentros virtuales eran los
únicos permitidos en esos tiempos de aislamiento obligatorio. En la bibliografía psicoanalítica, encontramos
varias referencias al trabajo virtual de la clínica de adultos. Pero en lo referente a niños, solo conocíamos
algunas pocas experiencias con escasas teorizaciones en cuanto al trabajo a través de las pantallas. No
encontrábamos referencias que nos permitieran posicionarnos y orientar nuestra clínica. Estas ausencias de
teorías, sumado a la situación social de lo incierto, parecía el peor de los desiertos.
Muchos colegas afirmaban que el trabajo con niños y sobre todo con los más pequeños, era imposible de
realizarse de manera no presencial. En un principio, cuando la cuarentena se decretó por quince días,
unánimemente se pensó que era oportuno esperar a su finalización para retomar la atención en el consultorio.
Pero, al extenderse el aislamiento, nos encontramos con la necesidad de pensar en aquellos pequeños
pacientes, que no solo estaban aislados, sin rutinas, sin otros de referencia sino también sin sus tratamientos.
Ellos también se encontraban en el peor de los desiertos.
Pacientes y analistas nos encontrábamos en mundos superpuestos (Puget & Wender, 1982). Los niños
dejaron de tener sus espacios, sus rutinas y sus actividades. Los analistas de niños dejamos de tener nuestro
espacio (consultorio), rutinas y nuestras actividades, los niños ya no podían asistir al consultorio y nosotros
creíamos no tener las posibilidades para encontrarnos con ellos desde otro lugar. ¿Cómo seguir siendo
analista de niños en este contexto?
Al perderse la posibilidad del encuentro presencial, cuerpo a cuerpo, perdimos nuestros referentes técnicos
del trabajo con niños. Siempre dijimos que lo característico del análisis de niños era el juego, y ese era
nuestra vía regia de acceso al inconsciente (Klein, 1926). ¿Pero cómo jugar a través de las pantallas? La
pérdidas de estos referentes teóricos y técnicos nos generó una herida en nuestro narcisismo psicoanalítico.
Fue necesario un momento de silencio, de pausa, un cierto repliegue narcisista para recuperar nuestra función
analitica y la capacidad creadora.
Para poder llevar adelante estos cambios, necesitamos un trabajo psíquico de elaboración que nos permitiera
salir del repliegue narcisista en el que nos vimos inmersos. Aceptar esta situación, pensarla con colegas,
escribir sobre ello, nos permitió que el aislamiento sea físico y no social o afectivo. Nos permitió iniciar el
trabajo de duelo necesario para poder repensar una nueva manera de trabajar. Nos llevó a repensar las
cuestiones técnicas.
“Se trata sólo una dif erencia de técnica,
no de los principios del tratamiento”
Melanie Klein (1926)
Frente a las dificultades que se nos presentaban en la clínica, nos preguntamos dónde encontrar respuesta.
Sabíamos que este era un suceso único y que la respuesta no estaba escrita. Fuimos en la búsqueda de
aquellos autores que sortearon dificultades, y aún más, crearon allí donde no era ni pensado. Esta forma de
pensar, de trabajar, nos estimuló para repensar esta situación de pandemia y los obstáculos con los que nos
fuimos topando. Así llegamos a una frase de Klein, que nos inspiró: “Se trata sólo de una diferencia de
técnica, no de los principios del tratamiento. Los criterios del método psicoanalítico propuesto por Freud, es
decir: que usemos como punto de partida la transferencia y la resistencia, que debemos tomar en cuenta los
impulsos infantiles, la represión y sus efectos, la amnesia y la compulsión de repetición y además, que
debemos descubrir la escena primaria, todos estos criterios se mantienen en la técnica de juego.” (Klein,
1926, pp.147)
Es interesante recordar el contexto en el que Klein escribió esa frase, fue en los orígenes del psicoanálisis de
niños, cuando eran muy discutidos sus alcances. Sabemos que previo a las teorizaciones kleinianas, fue Hug-
Hellmuth quien había iniciado los análisis infantiles. La historia trágica de su muerte, en manos de su sobrino,
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SIMPOSIO APdeBA 2020
quien fue su primer paciente, silenció sus descubrimientos y cuestionó la factibilidad de analizar
psicoanalíticamente a los niños (Geissmann & Geissmann, 1992). Las feroces críticas hacia el psicoanálisis y
el levantamiento de la represión, encontraron fundamento para desprestigiar al psicoanálisis en general y a la
clínica de niños en particular. Además se discutían las cuestiones técnicas, ya que se consideraba que los
niños no eran capaces de asociar libremente.
Frente a todas las críticas, Klein creó una técnica capaz de adaptarse a las características de los niños sin
apartarse de los principios fundamentales del psicoanálisis. En aquellos tiempos se decía que a los niños no
se los podía analizar y si se lo hacía, era con muchos recaudos y con influencias educativas (Klein, 1927).
Notamos en este tiempo de pandemia que nos ha sucedido lo mismo. En un principio, entre los colegas, se
alzaba la voz que con los niños no se podía trabajar a través de las pantallas. Solo se realizaban entrevistas a
los padres o actividades psicoeducativas, a la manera de cuentos que enseñen las emociones o tareas
pedagógicas. Otra vez nos encontrábamos en las grandes controversias de los principios del psicoanálisis
infantil, donde la pelea era por un análisis basado en los principios freudianos o una terapia psicoeducativa.
La convicción de Klein, como de tantos otros autores que pudieron transformar las dificultades en
posibilidades, nos llevó a pensar en que el análisis de niños también era posible a través de las pantallas,
siempre y cuando pudiéramos seguir los principios analíticos. Principios que fuimos incorporando en nuestro
análisis personal, en la formación teórica, en las supervisiones y en el trabajo con nuestros pacientes, es
decir, aquello que constituye nuestro encuadre interno (Alizade, 2002). Se modificó nuestro encuadre externo,
el consultorio, los materiales, la presencia física con el paciente. El encuadre interno nos dio sostén, y nos
permitió desplegar nuestra creatividad y plasticidad, así pudimos dar continuidad a los tratamientos a través
de las pantallas y recuperar nuestra posición analítica.
“El juego es una experiencia
siempre creadora”
Donald Winnicott (1971)
La capacidad creadora nos permitió convertir en terreno de juego aquello que se nos presentaba como una
dificultad, un desierto. La posibilidad de animarnos a jugar, a permitir que el juego se desarrolle nos llevó a
investigar las posibilidades con las que contábamos. En el aislamiento, la manera de encontrarnos era
únicamente a través de las pantallas, celulares, tablets o computadoras. La incorporación de estos elementos
al espacio de análisis fue cuestionado durante mucho tiempo por los analistas de niños. Además, desde los
servicios de salud, se aconsejaba restringir la cantidad de tiempo frente a las pantallas.
Para nosotros, los analistas, el juego dentro de una sesión, estaba atravesado por aquellos juguetes que
ofrecíamos en el consultorio. La posibilidad de llevar el juego a otro terreno era un punto de análisis y de
investigación. Pensamos que a estas dificultades, se sumaba la cuestión generacional, donde la idea de
juguete la entendemos como un objeto tangible que permite el desarrollo del juego. La mayoría de los
analistas de niños no somos nativos digitales, por lo tanto, la incorporación de este elemento ha sido un
aprendizaje que cada uno ha tenido que desarrollar. En época de aislamiento fue obligado cierto aprendizaje
rápido y exigido para poder seguir conectado (aprendimos a usar zoom y palabras nuevas como mutearse,
entre varias otras). Por lo tanto, encontrarnos con un niño, nativo tecnológico, a través de una pantalla,
también implicaba un desafío. Los que sabían como usar ese elemento ahora eran los pacientes, debiamos
aceptar que no sabíamos y ponernos a disposición del niño. Eran los pacientes, nuevamente, quienes nos
enseñaban por donde transcurriría el proceso analitico.
Al poder ofrecer un espacio, tal vez resistido por los analistas pero no así por los niños, pudimos habitarlo y
recrear en las pantallas esa superposición de las zonas de juego del paciente y del analista (Winnicott, 1971).
Cuando pudimos confiar en nuestro encuadre interno y desplegar nuestro juego, la creatividad fue posible. En
las pantallas pudimos ofrecer a los niños la posibilidad de jugar, y ellos encontraron la manera de desplegar
su juego. Al poder ofrecer la pantalla como un espacio posible, los niños lo han tomado, han desplegado el
juego y el proceso analitico ha podido ser recuperado.
182
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Nos fuimos sorprendiendo con el desarrollo que cada niño pudo hacer en ese espacio virtual. Comenzamos a
ser testigos de la posibilidad del despliegue del juego simbólico que en muchas ocasiones era similar al que
se desplegaba en el consultorio. Pero también, cuando las posibilidades eran menores, los niños fueron
encontrando aquellas formas de desplegar su juego. Por ejemplo, la cámara comenzó a transformarse en el
ojo del analista y el juego de aparecer-desaparecer pudo desarrollarse. Los dibujos pudieron atravesar la
pantalla a través de las fotos. El juego del garabato se pudo desarrollar en la pizarra de zoom.
Una vez que pudimos recuperar el espacio analitico, ingresamos en la casa del paciente y entramos en su
intimidad. Una manera de transmitir lo que están viviendo, es mostrar donde se encuentran, no es en el
consultorio, como aquel espacio compartido, ahora el espacio físico es distinto, pero el virtual es el
compartido. Tiempo y espacio, quedan disociados, paciente y analista se encuentran juntos en un mismo
tiempo, pero en espacios distintos. Hemos observado que en los primeros encuentros la mayoría de los niños
han mostrado su casa, sus juguetes y manifestaron curiosidad por nuestros espacios. Quizás, el mostrar el
espacio donde está el paciente y querer conocer el espacio del analista, es un intento de crear un espacio
intermedio (Winnicott, 1971) que posibilite el encuentro entre ambos. Sabemos también, que mostrar es una
manera de decir algo de sí mismo que no puede ser puesto en palabras.
A través de las pantallas, muchas veces se muestran escenas que en el consultorio tenemos que deducir,
descifrar y construir. Ahora somos testigos de escenas familiares. Ingresamos a la intimidad de su casa,
conocemos sus espacios, en algunas oportunidades con cierta intencionalidad nos muestran esas escenas,
pero en otros momentos somos testigos casuales, el paciente no tiene intención consciente de mostrar. Estas
situaciones nos ayudan a entender las escenas transferenciales que se despliegan en el análisis y a confirmar
o refutar las hipótesis que fuimos construyendo sobre el paciente y su familia. Son elementos nuevos que
tenemos que poder pensar cómo considerarlos y nos generan un nuevo desafío a nuestra técnica.
Esta nueva forma de encuentro con los pacientes nos va a requerir ciertas investigaciones. Repensar
cuestiones de la técnica, qué efecto produce este encuentro a través de la pantalla, entrar a la casa del
paciente, que el paciente entre a nuestra casa, no poder tener contacto físico, entre tantas otras cuestiones
que transitamos en estos tiempos.
Transformar en terreno de juego el peor de los desiertos implica la posibilidad de crear. Para poder hacerlo
tuvimos que reconocer el terreno, las dificultades, las adversidades y además, las posibilidades con las que
contábamos. Allí recurrimos a nuestro encuadre interno, a nuestros colegas pero también a nuestros
pacientes. Pudimos ubicarnos desde la negación, la omnipotencia y continuar con los tratamientos como si
fuese exactamente lo mismo, creyendo que nada cambiaba, o desde la impotencia y creer que no era posible,
el trabajo con niños desde lo virtual. La posibilidad de transformar la dificultad en una posibilidad fue una guía
que nos ayudó a dar continuidad a los tratamientos sin caer en la omnipotencia o en la impotencia. En el
nuevo espacio construido pudimos desplegar nuestra capacidad creadora y posibilitar allí esta zona
intermedia de juego. Hacer jugar a la técnica, al encuadre y crear la posibilidad de jugar donde no existe, nos
parece que es el gran desafío que nos trajo esta pandemia.
Referencias bibliográficas
- Alizade, M. (2002): El rigor y el encuadre interno. En Revista Uruguaya de Psicoanálisis 2002; 96: 13-16
- Geissmann, C., & Geissmann, P. (2002): Historia del psicoanálisis infantil. Madrid: Síntesis.
- Klein, M (1926): Principios psicológicos del análisis infantil. En Obras Completas Melanie Klein. Amor culpa y
reparación. Tomo I. Paidós: Buenos Aires
- Klein, M (1927): Simposium sobre análisis infantil. En Obras Completas Melanie Klein. Amor culpa y reparación. Tomo
I. Paidós: Buenos Aires
- Puget, J., & Wender, L. (1982): Analista y pacient e en mundos superpuestos. En Psicoanálisis, Vol. IV Nº 3, 1982
- Winnicott, D. W. (1971): Realidad y juego. Barcelona: Gedisa.
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Venimos desde hace muchos años, como grupo, intercambiando reflexiones sobre material clínico.
Creemos que este acontecimiento traumático universal, la pandemia, nos obliga a encuentros cibernéticos
como el zoom, que requieren de la discreción y el cuidado de no exponer públicamente material clínico. Este
puede eventualmente ser subido a las redes y transgredir nuestro compromiso con el secreto profesional,
parte del contrato que posibilita la técnica psicoanalítica. Un matiz a tener especialmente en cuenta, una ética,
que nos demanda la situación.
En esta particular ocasión, utilizamos materiales de tres fuentes principales: El Historial de Philippe de la
revista de 1991 Nro 3 donde se publicó el trabajo de Piera Aulagnier: “Construirse un pasado”. Este material
forma parte del libro de Piera Aulagnier, El aprendiz de historiador y el maestro- brujo.
También, las páginas 73 y 74 del libro “Memorias de una joven formal” de Simone de Beauvoir, (Párrafos
seleccionados:
pag. 74: ¨ Yo miraba a mis padres, a mi hermana, sentía algo cálido en el corazón. ¡Nosotros cuatro! , me
decía con felicidad. Y pensaba: “¡Qué dichosos somos!”. Una sola cosa, por momentos me entristecía: un día,
lo sabía muy bien, ese período de mi vida terminaría. Eso no parecía posible. Cuando uno ha querido a sus
padres durante veinte años, ¿cómo puede, sin morir de dolor, dejarlos para seguir a un desconocido?;¿Y
cómo es posible, cuando se ha vivido sin él durante años, ponerse a querer _de la noche a la mañana_ a
alguien que no tiene nada que ver con una misma?...En otro párrafo: comenta…”la presencia de los adultos
sofoca”
Por último del libro “Infancia” de S.M. Coetzee (también una película de Neflix: BOYHOOD).
De este libro compartimos los siguientes párrafos en los que desarrolla su autobiografía (Profesores de
literatura las eligieron, para estimular una monografía sobre su niñez). (El libro con el que J.M.Coetzee ganó
el premio Nobel 2003).
“Si dejara de mentir tendría que dar betún a sus zapatos y hablar con educación y hacer todo lo que los chicos
normales hacen. En ese caso, dejaría de ser él mismo. Y si ya no fuera él mismo, ¿merecería la pena vivir?”.
Coetzee, se formula una serie de preguntas que emergen con nitidez: ¿Hay cierta tensión entre el estereotipo
de personalidad impuesto por la sociedad y la identidad construida por John? ¿Es posible que esta necesidad
de ocultamiento surja del sentimiento de otredad que nace del interior de John? ¿Podría decirse que, al
escribir en tercera persona su propia autobiografía, él mismo se identifica como un “otro” y genera un
distanciamiento con su propia identidad que sólo puede ser posible a través de la literatura? ¿Quién establece
lo que John considera una persona “normal”? ¿Es posible que en lugar de buscar su identidad, lo que relata
John es su "verdadera identidad", caracterizada por las ambigüedades, las elecciones binarias, la diversidad
de género, los secretos, los cuestionamientos y los temores?
Se habló de los chicos que se perciben “transparentes”, y sienten que los padres, o uno de ellos, saben todo.
Que no pueden lograr su autonomía porque están permanentemente observados, vigilados, aún en sus
pensamientos.
AK: aclaró que en la clínica se ve más con uno de los dos, y por un vínculo fusional.
DA: En la película: “Mamá cumple 100 años” un hijo que es epiléptico está haciendo alas para poder volar y
cada vez que quiere volar se cae permanente al suelo.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
DA: opina que Coetzee es un autor que sabe mucho de las mujeres.
Se comenta favorablemente la película india: “Like start on Earth”. Se trata, brevemente, de un niño de
aproximadamente 8 años con ¨serias dificultades en la escritura¨. Sus padres y maestros con total
incomprensión lo hostigan, amenazan, castigan de modo tal que el sufrimiento del niño aumenta en ¨forma
exponencial¨ hasta que en una oportunidad decide no ir al colegio y en un colectivo recorre desconocidos
lugares de su ciudad. Se lo ve gratamente ¨asombrado con el mundo que descubre¨, al ser un niño con una
enorme sensibilidad. Cuando en el colegio se dan cuenta que había falseado el boletín de asistencia, le había
pedido a su hermano mayor, muy aplicado y cariñoso que lo firme, lo ponen en un colegio pupilo, al que
ocasionalmente la familia lo va a visitar. Se ve el dolor de los padres y del hermano. El sufrimiento del niño es
cada vez mayor hasta que un nuevo maestro, excepcional lo ¨descubre¨ y comprueba que el niño solo tiene
una dislexia que le lleva a escribir en espejo. Y a partir de ahí se construye otro mundo para este niño…y su
familia.
AB: Los libros sobre la infancia de los escritores suelen mostrar a un niño que escucha más de lo que
entiende y que conserva fragmentos de cosas vistas sin comprender del todo las escenas que presenció.
GJ: Es así y en eso está el valor del trabajo de Piera acerca de la posibilidad de “construirse el pasado”, para
encontrar sentido en todas esas cosas que se vivieron y no se entendieron. Se establecen, se graban de
forma indeleble, sin poderlas comprender, en la memoria.
AB: Primero le da una significación sin sentido, significante sin significado, pero después que está marcado, le
va a dar sentido, por los relatos de la madre y luego las interpretaciones del entorno cultural de su época, su
generación (las diferencias entre las generaciones Ortega y Gasset…del libro “La Rebelión de las masas”.)
También se recuerda un texto sobre “la infancia “(Aclara DA, que no es igual a “lo infantil”) de Blanca
Montevechio donde afirmaba;
"Dada su prematuración, el ser humano recorre una primera etapa de extrema dependencia, en ese vínculo
primigenio, de enorme asimetría, en un camino lleno de obstáculos que significan las carencias, los excesos y
las distorsiones inherentes a dicho vínculo".
HR, Comenta: lo que no se entiende en esta película india, es que ése niño tiene una capacidad de crear
mundos, que no lo tiene cualquiera. Esto que parece una discapacidad, y en algún sentido lo es, aparece
como una capacidad enorme que lo lleva a proyectar su mundo, en la segunda parte, de un modo
absolutamente creativo. Ahí el problema es como el entorno no entiende la capacidad de este niño, que si
comprende mucho más de lo que se supone. Sobretodo la gente mayor que no comprende y se vuelve
impotente para responder a las necesidades de ese niño.
GJ, destaca la relación que mantenía con ese amiguito, que tenía la discapacidad motora de las piernas,
ambos arman un vínculo muy lindo.
AK: Yo en realidad no lo veo como discapacidad. En realidad tiene una capacidad distinta o capacidad
diferente. Por ejemplo; no me vas a decir que Leonardo Da Vinci era un discapacitado porque escribía en
espejo…cosa que es verdad, escribía en espejo!
HR, Aclara que Graciela aludía como discapacitado al niño que tenía una discapacidad motriz. Cómo se
ayudan entre ellos! También hay personajes muy brutales como algunos profesores o como el padre, mientras
otros son muy tiernos como el hermano….el profesor que después lo rescata, hacen que la película sea muy
linda.
DA: Yo aún no la vi pero pregunto en qué nos serviría esta película para pensar lo infantil en el adulto, por
ejemplo. La mirada del chico frente a la mirada de los grandes que no comprenden.
AB: Casualmente esto de Diana me hizo acordar un párrafo de Simone en el que afirma que” los adultos
sofocan a los jóvenes”.
AK: Si, por lo menos lo intentan…La madre es la primera que intenta sofocar al hijo, no tolera la autonomía del
hijo, yo diría que toda madre pasa por ese período, más allá que después termine aceptando la misma. Llega
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un momento que el chico deja de ser transparente y se vuelve opaco para la madre. Tiene que llegar a
aceptar que es otro, y otro diferente a ella,
DA: que el hijo sea transparente en realidad tiene más que ver con la omnipotencia de la madre. No me
parece que el niño recién nacido sea transparente para la madre, si algunas madres pueden creerlo, pero en
realidad no lo es nunca. De entrada pasan otras cosas inesperadas para la madre.
AK: Algunas si tienen una fantasía omnisciente, que saben todo acerca del chico, y algunos chicos corroboran
esa fantasía respondiendo mucho a la madre, pero en algún momento el chico empieza a hacer cosas por su
cuenta y empieza a mentirle, como sucedió con el chico de la película, acota GJ.
AK: Y ahí se plantea el drama. Drama que, de alguna manera, vivimos todos en nuestra infancia. Encontrarse
con lo diferente no esperado¿Cómo aceptar las diferencias no?
DA: ¿Como aceptar que es otro, que no es una duplicación de uno, sino que es otro de entrada?
HR: Además no sé si se pueden generalizar este tipo de cuestiones. Hay familias dónde la madre no termina
de entender esa otredad, no porque no le haya sido transparente en algún momento, sino porque en ningún
momento pudo tener un contacto, dónde reconoce esa figura, esa presencia nueva, y eso se ve mucho; yo
estuve coordinando durante 6 años una sala de mujeres psicóticas.
AK: Si, y eso ocurre ostensiblemente en las madres de psicóticos. Pero hay como un arco, donde la madre se
posesiona con distintos matices frente a ese recién llegado. En fin, no se puede generalizar, precisamente eso
es lo complicado. Por, ej. en la clínica hay padres que no logran captar al hijo y no quieren que sea otra cosa
que psicóticos, la transparencia aparece en algunas ocasiones y en otras es reemplazado por penumbras; lo
que quiero afirmar es la complejidad. O sea que la fantasía de la madre es una fantasía que no siempre está.
J.C.Sc: Todo esto que estaban hablando me hacía pensar si es posible pensar la infancia o lo infantil como
algo que ocurre en uno solo. Porque nosotros aquí nos fuimos deslizando a hablar del vínculo, ¿no?
AB: Ahora se podría hablar de la madre, el chico y la computadora.
ES: Respetando la confidencialidad, relato un caso de familiares lejanos de hace muchos años: Se trata de
una familia, en donde (según los hijos), la madre les hizo prometer a los cuatro, que ninguno se casaría
mientras ella viviera. Uno solo, se casó a la muerte de la madre, luego de más de veinte años de novio. En
verdad, no se casó, porque si bien con registro civil, iglesia y fiesta lo hizo; nunca ninguno de los bienes
propios, (fortuna incalculable de la familia endogámica), pasó a ser bien ganancial de ese matrimonio, ni
pudieron ya tener hijos. O sea, que de todas formas, cumplió con el mandato materno. Ninguno de los otros,
tuvo parejas. No hay descendientes.
JC Sc: Hay que sostener el cuidado de no dar datos singulares.
GJ: por eso a mí se me ocurrió trabajar a Philippe, como paciente psicótico, el caso de Piera para ver que
tenía que pasar en esa infancia para que después no se pudiera construir un pasado, en la adolescencia y
como paciente neurótica a la Joven, de Simone de Beauvoir.
AF: Piera utiliza la palabra Represión para desmentir esa infancia en el caso Philippe.
DA: Cuando yo trabajaba con niños, es cierto que esa situación de transparencia se daba.
JCSc: En fin, debemos pensar que hay un vínculo capturante narcisístico de ambos lados, por parte de la
madre y por parte del hijo.
ES: un cierto contrato narcisístico.
AB, pide leer en ese momento algo de Piera: “el descubrimiento de estar en un lugar que precede a una
nueva generación, imprime un sentimiento de responsabilidad que los adolescentes no siempre logran
sobrellevar. Para incluirse definitivamente en la cadena habrá que abandonar los ropajes narcisísticos y
asumir subjetivamente su potencialidad engendrante.
De acuerdo a eso me acuerdo que alguien dijo que el primer acto sexual que tiene un adolescente (debut
sexual ¿?) funciona a la manera de un nuevo acto psíquico.
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Hay acuerdo.
DA: cree que será distinto en las niñas que en los varones.
AF: Es hasta ahí que llega Freud en Introducción al narcisismo, en el paso del Autoerotismo al Narcisismo hay
un nuevo acto psíquico. Quiere decir que ocurre algo en la mente del niño que fortalece su estructura. Yo
hago ese paralelismo y digo que se parece mucho a lo que Freud llega en el narcisismo, cuando se
abandonan la diversidad de zonas erógenas.
AK.: Ese narcisismo no tiene una característica patológica, sino que es constitutiva
AF: Laplanche dice que el nuevo acto psíquico es la Identificación.
DA: Se refiere a una salida de la endogamia incestuosa o sea es un momento de volar.
Se trae el ejemplo de las aves que picotean a los pichones para que empiecen a abandonar el nido o sea a
volar.
AF: se refiere a un remedio de cierta vulgaridad que se usaba con la adolescencia de otras épocas donde se
pensaba que si el muchacho estaba desubicado, aparecía la idea de que habría que hacerlo debutar.
GJ: ¡qué cosa complicada que se lo llevara en manada a debutar sin que proviniera del si mismo!
AK: Piensa que las madres son ambivalentes, por un lado picotean y ayudan a crecer pero por otro sofocan.
Muchas sufren porque los hijos no evolucionen y hacen todo por hacerlos crecer.
HR: Comenta que por eso en ese contexto no hay que olvidarse del padre porque los vínculos son complejos.
Esa sería la función del padre.
HR: otra cosa es ayudar para lograr el difícil paso de saber si va a sobrevivir a la fusión con una mujer. Si tuvo
una madre muy absorbente la primera aproximación a una mujer es muy complicada.
DA: Plantea lo que cuentan ahora los adolescentes, dónde poco actúan los padres sobre ese tema y cuentan
más como van en manada a beber hasta emborracharse y tener relaciones con chicas distintas de las que ni
se acuerdan.
AB: Coincido con Diana yo veo que ahora los adolescentes son más hijos de los mandatos actuales de su
generación, que de sus padres.
DA: La barra tiene otras exigencias.
HR: Fíjense lo que pasó con los rugbiers, van en manada porque no se animan de a uno, habría una cuestión
narcisista grupal que los sostienen (psicología de las masas). Esto está ligado a lo patológico a la
indiferenciación.
(La pandilla de Meltzer). Se apoyan mutuamente para poder separarse lo cual no significa que se estén
separando.
JCSc: Uno debe entender que para acercarse al adolescente nos separa una brecha generacional.
Pero hagamos un duelo de nuestras adolescencias, aunque el mundo cambió mucho, también pasamos por
cosas parecidas…
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En la literatura psicoanalítica de los últimos 25 años hay publicaciones referidas al trabajo online. No
solamente trabajos escritos sino también programas en el mundo que plantean la inclusión de la terapia
remota, los casos publicados se refieren mayoritariamente a adultos.
En mi caso, la experiencia con pacientes adultos en terapia telefónica o video conferencia, con quienes había
tenido encuentros presenciales previos y que por diversos motivos requirieron abordajes remotos me
mantenía en dicho ejercicio, pero no poseía experiencia con niños. Impulsada por la pandemia y la
consecuente cuarentena inicié análisis online con algunos de mis pacientes niños y adolescentes. Es natural
que en un consultorio infantil se privilegie una caja de juguetes que permita desplegar la imaginación y que
ésta se asocie lo más libremente posible, y también la presencia del analista depositario de su imaginación
como un juguete disponible a ser jugado por el niño. Los escenarios infantiles son predominantemente
escenografías gestuales, muchas preverbales, acciones lúdicas y diálogos verbales entre personajes que
materializan los juguetes lo más neutrales posibles.
Un encuadre abierto
Lo disruptivo y el disloque del encuadre, del tiempo y del espacio que viene originando la pandemia imponen
recurrir a nuestra creatividad tomando el desafío de disponer de la tecnología al servicio también de los
análisis infantojuveniles. Considero que no es lo mismo el trabajo con adultos que con los niños y que
demanda cierta especificidad y que no todos los niños pueden acceder a esta modalidad, esto tiene que ver
con la singularidad de cada caso y sobretodo la edad. El análisis remoto se impuso como lo que hace posible
una terapia en la actualidad. El dispositivo tecnológico trae una consecuencia transformacional no sólo en la
subjetividad del niño sino también del analista. Nos hace volver a pensar qué es psicoanálisis, qué es lo que
hacemos y qué transformaciones lo extienden y reconfiguran la teoría y la técnica instituida.
Estamos en un campo de incertezas con experiencia teórica y técnica de un tiempo y una manera de vivir que
está cambiando, de un mundo al que no vamos a volver, digo que no volvemos en todo caso vamos a “otra
normalidad” con muchos interrogantes. Por otra parte por ser nativos digitales los niños responden mejor a la
propuesta. De cualquier manera, esto reclama una exhaustiva investigación, pero mientras tanto en estos
últimos meses tuve que recurrir a la invención y lo que en algún momento parecía un obstáculo convertirlo en
un instrumento eficaz para el análisis infantojuvenil. En todo caso ofrece la oportunidad de salir de la zona de
confort del encuadre tradicional y apostar a la invención. Como el artista que se sale del encuadre clásico de
caballete y recurre a otras formas de marco, que abarcan lo tridimensional.
Estos apuntes , que considero en tránsito porque es difícil mapear lo que está sucediendo, tienen que ver con
inaugurar el dispositivo en niños y adolescentes, y que me llevó a preguntarme si era posible jugar con un
niño a través de una pantalla, al principio fue con cierta resistencia de mi parte por lo vertiginoso y rápido que
fue la toma de las decisiones sin tener conceptualizadas las consecuencias y variables en juego en la
administración de este dispositivo en niños, pero a lo largo de estos meses , la respuesta de parte de ellos
me autorizó a continuar con esta práctica ya que estos nuevos objetos tienen un significado emocional en
tanto el niño los inviste libidinalmente. La pizarra de la pantalla de la computadora permitió dibujos, en
algunos aparecía escondida la imagen del coranavirus que muestran los noticieros. Otros jugaban guerras
planetarias donde venían seres extraterrestres que cobraban la apariencia de los humanos que invadían y
mataban. La posibilidad de mostrar esos dibujos y juegos y hablar sobre ellos trajo alivio a la irritabilidad y el
miedo.
Los juegos infantiles se van modificando, cambiando al ritmo epocal como ocurre con los juguetes
tradicionales de la caja de terapia que también han ido cambiando a lo largo de los años de mi práctica. Ej: los
personajes de Tarzán, Batman fueron cambiando por superhéroes contemporáneos que van mutando de
ropajes. Los niños pueden ser multiplicidad de personajes creados por ellos en una diversidad de atributos,
estados anímicos, cambios de género que van cambiando según la ocasión. Ej: Roblox.
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Actualmente las pantallas y sus juegos se encuentran dentro de los elementos cotidianos de material lúdico
del grupo infanto juvenil, estos dispositivos no son extraños para ellos porque han crecido junto al desarrollo
de distintos medios tecnológicos.
Los cambios que se producen son muy complejos a consecuencia del uso masivo de la tecnología en los
modos de encuentro y que junto con la pandemia y el confinamiento afectan la manera de construir la
subjetividad y el vínculo entre las personas hoy en día. Es decir como se van transformando los modos de ser
y estar en el mundo y no sabemos como devendrá en un futuro incierto. ¿Y también que huellas dejará este
acontecimiento global en nuestros niños? investigaciones sobre las implicancias de la tecnología en los niños
da resultados diferentes, desde beneficios hasta perjuicios. Por mi parte sigo desalentando ciertos
videojuegos que suelen traer muchas dificultades y problemas subjetivos por su agresividad y violencia,
muchos de ellos limitan la fantasía y la creatividad.
La decisión ética de incursionar en esta práctica debe examinar separadamente muchas preguntas que
emerjan de la clínica sin caer en la posición absolutista de pensar que no es ética sólo en virtud de su
naturaleza experimental, y más en el contexto excepcional que nos toca vivir. Considero que más bien sería
no ético interrumpir un tratamiento cuando el acceso a teleanálisis es una oportunidad de continuidad en
casos que lo requieran. Debemos permanecer abiertos a los cambios que están siendo y la adaptación es lo
mejor de lo que tenemos disponible en términos de la supervivencia del análisis. Hacer de esta oportunidad
una experiencia. En la clínica el juego de la improvisación y las incertezas se requiere una mayor flexibilidad y
permitirse dudar que hacer. Avanzar sobre lo desconocido es la propuesta, el legado que demandan los
escritos de Freud y el desafío es tomarla para extender las fronteras del psicoanálisis. La física cuántica ya
nos previene de los extraordinarios cambios para los años venideros. ¿El psicoanálisis será el mismo?
Virtualidad no es fantasía y no es realidad, es una nueva realidad.
En los tiempos que corren estos intercambios creativos y colaborativos online movidos sin duda por la
comunicación entre inconscientes y por la dinámica transferencial y contratransferencial escenario donde no
se pierde la individualidad, sino que nacen intuiciones y autoreflexiones en el analista que enriquecen la
subjetividad de cada uno.
Es fundamental la colaboración y confianza de los padres que puedan brindar una plataforma segura para
realizar la sesión y un cuarto privado en lo posible. Se requiere una fuerte alianza entre los padres y el
terapeuta para tener los estándares de cuidado necesarios para realizar la experiencia online. El facilitar
entrevistas de padres, donde ellos puedan hablar de sus propios temores y sus vivencias disruptivas trae
alivio para los niños que empiezan a dibujar, soñar y jugar en la sesión. Hoy la tecnología es omnipresente en
nuestras vidas profesionales. Y en la praxis de análisis con el niño, ambos vamos produciendo ese encuentro
en ese otro espacio virtual. La organización del espacio y el uso del mismo promueve el tipo de relaciones
que se dan y la comunicación. De parte de muchos de los terapeutas infantojuveniles en los que me incluyo
al ser como inmigrantes digitales se requiere de un esfuerzo por aprender tecnología y moderar los propios
miedos al acceso de un universo desconocido que cambia de una manera permanente y veloz. Instituidos en
la privacidad de nuestra práctica y en la abstinencia condiciones para el desarrollo de un proceso
psicoanalítico, esta fuerte instalación de la tecno en el mundo, lleva a tener que decidir como insertarnos en
este mundo contemporáneo o quedar afuera o semioculto en los velos transparentes del Dr. Google. En el
mundo de la tecnología los datos nos ponen en la vidriera de quien nos quiera googlear.
¿Estar en Instagram rompe con las reglas de encuadre y discreción? ¿Cómo estar en dichas aplicaciones?
Estos son algunas de los interrogantes que se me vienen planteando en el consultorio online.
Paula Sibilia (2006) hablando de la invasión de lo tecnológico en nuestras vidas dice: ”Esa transformación en
el plano de la subjetividad podría sintetizarse así: hay un desplazamiento del eje en torno al cual se construye
la subjetividad del interior, de ese interior oculto e enigmático y que en definitiva solo era accesible a cada
uno, en un diálogo, un drama interno que podía expresarse y mostrarse a los demás pero que el eje estaba
adentro, eso se desplazó y cada vez más es en la visibilidad donde construimos lo que somos y los vínculos
con los demás.” Los niños encuentran en la pantalla visibilidad, y a través de ello reconocimiento de sus pares
y familias.
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Agustín pudo encontrar formas de otorgarle representación a lo traumático de la situación. Otro ejemplo fue
empezar a hablar de la escuela presencial, sus amigos, los juegos del recreo, que él extraña, dice “jugábamos
a la mancha venenosa”. Se puede pensar que durante el uso adaptativo del juego en lo relativo a la
regulación del afecto en el que los niños, reflejándose ellos mismos, dan lugar a expresiones marcadas de
sus propios conflictos emocionales y de sus impulsos afectivos dolorosos a través de su proyección sobre los
protagonistas participantes en los escenarios “como si”. Agustín había asociado ese juego grupal como una
propuesta de poner a jugar el temor al contagio del covid19 en conjunto. Para la pandemia no hay salidas
individuales, no hay sálvese quien pueda.
¿Qué pasa con el cuerpo?
Mucho se ha hablado de la importancia de la inclusión del cuerpo del terapeuta en el análisis infantil.
Gustavo Del Cioppo (2019) se pregunta de qué cuerpo se habla cuando se dice que no está? Él dice que
siempre hay experiencia de corporalidad: “Se deslocaliza las categorías de tiempo y espacio el cuerpo virtual
tiene capacidad de afectación en el paciente y en nosotros.''
En estos casos que el cuerpo esta virtualizado. El niño y el terapeuta existen, y están presenten de alguna
manera aquí en esa relación, pero están en otro lugar. Acuerdo que esos cuerpos virtualizados se ven
afectados por la interacción, lúdica, gráfica, verbal, emocional en la terapia. El terapeuta escucha y observa
con todo el cuerpo, el cansancio al final de la jornada da cuenta de la afectación corporal.
Viñeta 2: El caso de M adolescente de 16 años que habita la casa con sus padres y hermanos más pequeños
en cuarentena, añora el grupo de pares, si bien se conecta por WhatsApp y otros medios, extraña los
encuentros presenciales, necesita otros cuerpos para construir su identidad. No encuentra en la casa un lugar
de privacidad se siente invadido y se generan situaciones de violencia doméstica especialmente con el padre,
recurre a las escaleras del edificio para hacer de allí un espacio posible para la terapia remota.
¿Cómo se construye intimidad en el análisis remoto?
Me hice esta pregunta y ese día escuché una conferencia de una artista americana Sarah Sze quien plantea
la construcción de intimidad en espacio público, con el recurso de instalaciones fugaces hace un montaje de
materiales de la cotidianidad donde busca relaciones entre los mismos y el espectador, que participa
involucrándose emocionalmente.
Mucho dependerá de la actitud psicoanalítica del terapeuta, compromiso emocional y la producción vincular
entre ambos.
Nos alcanzan las teorías para pensar ¿Transferencia y contratransferencia digital?
Un día le parece escuchar ruidos en mi casa, pregunta con quién estoy. ¿Es parte de su producción
paranoica?, recuerdo a su madre controladora e invasiva, potenciada en parte por el confinamiento familiar.
Otro día, al yo retrasarme unos minutos en atender el celular, imagina que yo puedo estar muerta, ¿cómo
tomar este comentario desde la realidad amenazante que estamos expuestos, mis propios temores o una
evidencia transferencial? ¿Asociaciones que podrían tener que ver con fantasías homicidas edípicas e
impulsos voyaristicos e incestuosos?
La pandemia y la cuarentena potencian padecimientos previos y convoca a los analistas a atender aquellos
niños y adolescentes que requieren ser escuchados, vistos, alojados, contenidos en ese espacio virtual lúdico
que se genera entre ambos. Ese espacio lúdico creativo es un lugar de amparo frente a la vulnerabilidad
humana que desenmascaró esta pandemia.
Referencias bibliográficas
- Del Cioppo Gustavo (2019) en Desenc uadres en la clínica: presencialidades e interficies virtuales.
- Moreno, Julio(2002) cap3 en Ser humano, La inconsistencia, los vínculos, la crianz a.
- Buenos Aires , Editorial Zorzal. 2002.
- Sibilia Paula (2006) El hombre postorgánico: cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales.España. Fondo de cultura
económic a.
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- Winnicott, D.W(1958) cap 2 .La capacidad para estar a solas en El proceso de maduración en el niño. Estudios para
una teoría del desarrollo emocional.
“Me llamo Sasa porque no soy ni Sabrina ni Santiago”. Con naturalidad y dulzura, Sasa Testa se dirige a los
alumnos de la clase mostrando empatía ante mi confusión de no poder incluir el “todes”, el lenguaje inclusivo
de aquellos que se autoperciben de forma diferente al modelo binario. Lo más difícil de la diplomatura y de
este trabajo, ha sido el cambio de paradigmas que implica la inclusión de las nuevas sexualidades.
La palabra identidad, viene del latín identitas y ésta de idem (lo mismo), tiene una dualidad, ya que se refiere a
las características únicas de una persona y aquellas que se mantienen sin cambio, es decir, que son lo
mismo. Para la RAE, “Identidad es el conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los
caracteriza y diferencia frente a los demás”. Dentro de la Filosofía, el principio ontológico de identidad o de
"no contradicción" afirma que todo ser es idéntico consigo mismo, una cosa puede ser y no ser al
mismo tiempo y desde un mismo punto de vista. Como una regla del pensamiento lógico, el principio de
identidad establece que dos proposiciones contradictorias no pueden ser falsas o verdaderas al mismo tiempo
y que una idea contradictoria (por ejemplo un círculo cuadrado) no tiene sentido. Como propiedad de todos los
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seres, la identidad no depende necesariamente de que un ser particular sea capaz de reflexión o no. Una
mesa es idéntica consigo misma del mismo modo que un ser humano es idéntico a sí mismo aunque la mesa
no sea consciente de ello y el ser humano pueda serlo.
Para algunos filósofos y sociólogos modernos, la reflexividad (Hegel y el “ser-para-si”) (Bordieu y su Teoría del
Campo), la conciencia de darse cuenta de sí mismo, es crucial para la identidad humana y marca una
diferencia importante con la identidad de las cosas inanimadas y los animales. Debido a ello insisten en que la
auto-conciencia y el auto-reconocimiento son elementos necesarios de la identidad humana. El problem a para
ellos está en establecer qué es lo que garantiza el auto-reconocimiento en el devenir del tiempo, desde
Sócrates y su “conócete a ti mismo” hasta Ortega y Gasset, pasando por Eckhart, Kant y otros, algunos de
ellos tomando en cuenta a la memoria como punto básico. Es desde esta perspectiva que retomo el concepto
de identidad, no sólo como algo que se sostiene en el tiempo, sino al hecho de que un individuo se reconozca
a través de su "sí mismo", igual que se reconoce por su "yo", entendiendo que, para Hartmann, por ejemplo, el
yo es "el conjunto de procesos psicológicos tales como el pensar, percibir, recordar, sentir, etc. que tienen una
función, primero organizativa y luego de regulación y que están en relación con el self". Es por medio de
ambos que logran satisfacerse los impulsos internos y las exigencias ambientales.
Sin extenderme demasiado, recupero el concepto que Grinberg L. y Grinbreg R, (1993) del self, que definen
así: "...(son) las formas en que el individuo reacciona ante sí mismo, en que se percibe, piensa y valora a sí
mismo y cómo, mediante diversas acciones y actitudes, trata de estimularse o defenderse." (p30) Es esa parte
intermedia entre los fenómenos intrapsíquicos y aquellos que se refieren a la experiencia interpersonal. Según
estos autores, "... el sentimiento de identidad es la resultante de un proceso de interacción continua de tres
vínculos de integración que denominamos espacial, temporal y grupal..." (p20). Esto es, cuando la relación de
las diferentes partes del self entre sí, permiten la diferenciación self-no self, se habla del vínculo de integración
espacial. Si se establece una continuidad de las distintas representaciones del self en el tiempo, se habla del
vínculo de integración temporal y cuando la relación se da entre los aspectos del self con aspectos de los
objetos a través de mecanismos de introyección e identificación introyectiva, se refiere al vínculo de
integración social.
La identidad es este largo y complejo proceso que se inicia aún antes del nacimiento y que será adquirido
primero a través de los roles de los padres y que continuará a lo largo de toda la vida, tendiendo a mantener
menor inestabilidad al final de la última etapa de la adolescencia. El sentimiento de mismidad y
autoconocimiento que se va adquiriendo, permitirá al individuo reconocerse y afirmarse a pesar de los
cambios externos e internos que le sobrevengan. Identidad no es destino. A través de todos los encuentros
del ser humano con sus objetos, tanto internos como externos, y su medio ambiente, construirá e irá
modificando, algunos elementos identitarios, aunque permanecerá, el ya mencionado sentimiento de
mismidad. Más adelante estos autores señalan que fue Victor Tausk quien integra al Psicoanálisis el concepto
de identidad en su trabajo sobre el "aparato de influencia": "En este artículo, Tausk estudió cómo el niño
descubría los objetos y su self, afirmando que el hombre, en su lucha por la supervivencia, debe
constantemente, encontrarse y experimentarse a sí mismo. Freud –agregan– habló de oscuras fuerzas
emocionales que eran tanto más poderosas cuanto menos se las podía expresar con palabras y una clara
conciencia de una identidad interior que no está basada en raza o religión, sino en una actitud común a un
grupo a vivir en oposición y estar libres de prejuicios que coartarían el uso del intelecto."(p.17) Estos
mismos autores, señalan que “Erikson, al comentar esta afirmación de Freud, considera que éste expresa una
relación entre un individuo y su grupo con la connotación de una persistente mismidad y un persistente
compartir cierto carácter esencial con otros”.(pág. 18)
Cuando digo que identidad no es destino, afirmo que si bien aquello que está en esencia permanece, los
cambios externos pueden provocar una modificación de lo esperado, de la misma forma que las capacidades
yoicas y pulsionales del individuo crearán al final un producto que tampoco permanecerá estático, sino que irá
generando cambios sobre esa base estable y continua, dando por resultado un producto nuevo. En la
identidad vemos de forma específica y concreta, el resultado de los embates del mundo interno y el externo, el
intercambio estructural, los aspectos psicodinámicos, la distribución de las catexias y en sus tres esferas, la
historia toda de ese ser humano en particular.
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Encontramos durante el curso, distintas formas de nombrar y ejercer la sexualidad, con una constante: la
necesidad de rescatarse como personas, del esquema binario de género con el que han sido tradicionalmente
identificados y clasificados. Sasa Testa se reconoce a sí mismo, se autopercibe, como perteneciente al sexo
fluido.
Otros autores, como Bion y Winnicott, reconocen al sujeto como un producto del deseo, del “inter”, de la
“fantasía” de la madre, el entre, como lo llama Martha Lamas.
De esa manera, lo trans queda dentro del campo de lo vincular. Anteriormente se colocaba a este tipo de
personas, de acuerdo a su patología ya que era lo que resultaba conocido para el psicoanalista. Sin embargo,
podemos encontrar los aspectos patológicos en cualquier persona, más allá de si autopercepción sexual y de
género.
Las primeras lecturas, videos y películas, como es el caso de Girl, me resultaron difíciles por los temas y las
realidades que nos fueron apareciendo, pero en efecto, conforme se avanzó, pude apreciar desde otro vértice
el problema, lo que me dio la oportunidad de no juzgar sino de encontrarme con un ser humano que, al ser
una persona destacada, como Lohana Berkins o Aitzole Araneta, se mostraba fuerte y confrontadora.
La mayoría de las historias, presentan a una persona que ha tenido que salir adelante gracias a una fuerza
yoica compartida con personas víctimas de discriminación y rechazo que, después de diferentes migraciones
sociales, culturales y/o económicas, han podido destacar. En este caso, la migración ha sido desde la
sexualidad.
Un ejemplo es el de Paul Beatriz Preciado, quien considera que existe una ficción identitaria pues “todo está
en tránsito”, reflexiona sobre los modos de subjetivación e identidad, sobre la construcción social y política del
sexo. Él realiza en sí mismo “una intoxicación voluntaria a base de testosterona sintética, un ensayo corporal”.
Su primer texto es Manifiesto contrasexual (2002). Habiendo nacido mujer, toma la decisión de convertirse en
hombre, a través de inyectarse testosterona. Igual que Butler, él habla de lo performativo, que se plantea
como un mecanismo de formación de identidad a partir del cual se demuestra la condición artificial y
construida del cuerpo, el género y la sexualidad. Esto va en oposición a las posiciones naturalistas o
biologicistas, a las propuestas del binarismo.
Se desea ser nombrado por otro nombre: Beatriz-Paul, Sabrina/Santiago-SaSa, etc, cambiar la cédula de
identificación y realizar una “performance” en su cuerpo, adquirir una imagen totalmente distinta de la
conocida hasta ese momento, “producirse” de otra forma, como hombre/mujer o chique.
La realidad que se nos muestra puede resultar muy dolorosa, confusa, es necesario acercarnos sin juzgar, es
indispensable estar preparados para este encuentro. Previamente, debe existir un aprendizaje a tolerar el
dolor a lo desconocido, a lo nuevo, a la tolerancia del pensar. Lo natural es la curiosidad, el deseo de
conocer, de saber, de investigar generando hipótesis alrededor de los sucesos, pero cuando este deseo de
saber es reprimido por la cultura, los eventos naturales devienen secretos que generan dolor psíquico a
menos que logre trascenderse este sufrimiento y se deje correr el impulso, atreviéndose a saber.
El entrecruzamiento entre el psicoanálisis y los Estudios de Género ha posibilitado una mayor comprensión de
la complejidad de la constitución de las subjetivdades, aportando aquél, en tanto teoría que da cuenta del
campo del inconsciente, las hipótesis teóricas que permiten explicar los procesos intrapsíquicos por los cuales
el infante humano deviene sujeto psíquico y adquiere su identidad sexuada que, desde la propuesta de la
diversidad, nos abre una mirada muy rica y diferente si logramos verlo desde lo performativo, tal y como lo
plantea Judith Buttler.
Los Estudios de Género, desde una perspectiva interdisciplinaria, han creado un cuerpo de conocimientos que
da cuenta de las razones históricas, sociales, económicas, políticas, simbólicas, que han dado fundam ento a
la desigualdad, falta de equidad, entre los llamados “cis” y aquellos que se autodenominan LGBTTTI,
incluyendo los de sexo fluido. A través del pensamiento complejo, podemos no solamente hacer un
entrecruzamiento sino lograr una integración que nos permite ir más allá, pudiendo generar una comprensión
integrada del ser humano, pudiendo no sólo mirar las desigualdades y la falta de equidad tanto para las
mujeres como para los varones. Nos permite entonces, apoyados en las distintas disciplinas, que la
testosterona, o los estrógenos, generan la pulsión que será matizada por la cultura y las vivencias que de ella
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haya tenido la persona y que se expresarán según haya sido la interacción vincular con sus objetos tanto
externos como internos. Desde esta misma forma de pensamiento, el interjuego estructural nos resulta cada
vez más lógico y armónico o, en caso contrario, resaltará las discrepancias e incongruencias de esas mismas
estructuras.
La fuente del deseo no es solamente un cuerpo anatómico sino un cuerpo construido en el conjunto de los
discursos y el conocimiento de sí mismo. (E Dio Bleichmar, 1997)
Desde el momento en que un bebé es esperado, deseado, se le asignará un sexo en las representaciones
inconscientes de los padres, al nacer, será reconocido dentro de alguno de los campos, apoyado por la
anatomía, aunque no siempre sea coincidente. Los conflictos de los padres, sus deseos y anhelos, se verán
manifestados porque el niño, la niña o el niñe, recibirá de ellos la denominación de su yo corporal, sexuado,
deseado y de género. A partir de esto, el niño o la niña, entrarán a formar parte del imaginario de los roles que
la cultura y la familia le asignarán. Aulagnier considera que se ejerce una violencia en el infante, al interpretar
de acuerdo a los estereotipos y mitos sobre el género que se le asigne.
Las experiencias corporales asociadas con la diferencia sexual anatómica ejercen un efecto mediado,
transformado, resignificado por complejos arreglos culturales que son variables a través de la historia, aunque
algunos aspectos, como la polarización entre los géneros y la jerarquía asimétrica a favor de los varones han
existido a lo largo del tiempo, salvo en las sociedades matriarcales o uniparentales. Cuando hay la posibilidad
de reconocer el propio cuerpo, cuando se le mira, se le toca, lo biológico o físico, se integra con la psique,
haciéndose uno con el ser. Es ahí donde la persona guarda las impresiones de lo vivido, se inscriben en el
cuerpo sensaciones o vivencias que cuando son experimentadas precozmente o cuya intensidad fue
inmanejable, quedan en la “memoria corporal” sin poderse expresar con palabras.
Erikson (1977) nos presenta una propuesta del desarrollo vital donde, a partir de los conflictos interiores y
exteriores el sujeto se enfrentará a una serie de crisis después de las cuales emergerá fortalecido y con un
sentimiento de unidad e integridad interior, un principio epigenético que esperamos se dé dentro de “la
proporción y la secuencia adecuada”. Si bien dichas crisis se darán casi en correspondencia con las etapas
del desarrollo psicosexual de Freud, los retos que enfrenta el sujeto en que cada una de las crisis no
necesariamente quedarán atrás, sino que se presentarán ante los cambios y situaciones tanto internas como
externas.
“La formación de la identidad, por norma, posee un aspecto negativo que, a lo largo de la vida, puede
permanecer como un aspecto rebelde de la identidad total. La identidad negativa es la suma de todas aquellas
identificaciones y fragmentos de identidad que el individuo tuvo que sumergir en su interior como indeseables
o irreconciliables o mediante los cuales se hace sentir como “diferentes” a individuos atípicos o a ciertas
minorías específicas” (Erikson 2004, págs. 13 y 14)
Conclusión
La diversidad en la vida nos proporciona un enriquecimiento, tanto en la vida, la teoría, la sexualidad y el
género. He abordado este trabajo ligándolo con la identidad
citando a algunos autores psicoanalíticos porque me parece que si abordamos el tema desde las tres esferas
que señalan los Grinberg: espacial, temporal y cultural, nos están remitiendo a la parte social en un entramado
donde el sujeto puede elegir de acuerdo a su deseo y mantener esa mismidad, ese reconocerse a sí mismo a
través del tiempo, el espacio y claro, la cultura.
Joyce McDougall, nombra a esta diversidad, como neosexualidades, abriendo un campo donde, a la manera
de Green con las patologías, permite que fluyan “las locuras privadas”, es decir, no sataniza sino permite “el
alegato por una cierta anormalidad”.
Este sentimiento de identidad que deviene, nos refiere a una identidad que corre, que fluye. Los seres
humanos buscan siempre formas distintas de evitar el dolor emocional, al parecer son las performatividades
las que dan la posibilidad de permitir el devenir de las diversidades sexuales.
En el adolescente, cualquier elección es básicamente una construcción; en el adulto, se da una vuelta al
mundo como lo conocía y vivía, es nueva elección. El trabajo de Simone-Simona es un relato doloroso que
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SIMPOSIO APdeBA 2020
nos permite conocer de primera mano, los sentimientos de dolor y frustración, la confusión y también la fuerza
y el coraje para llevar a cabo un cambio “de raíz”
Abrirnos a nuevas realidades, cambiando nuestros pre-conceptos, nuestros paradigmas, es necesario.
Muchas veces, la crisis no es sólo ante lo que vemos sino también ante lo que sentimos, lo que internamente
nos moviliza.
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196
SIMPOSIO APdeBA 2020
Breve introducción…
En el presente trabajo intentaremos compartir con colegas la experiencia de un equipo de salud mental de un
hospital general, en los primeros días de marzo 2020 a la actualidad…
Nuestra tarea fundamental hasta ese momento era asistir a pacientes que eran internados por síntomas
psiquiatricos en una sala de clínica y cuyas edades oscilaban entre los 9 y los 17 años, trabajar con sus
familias, con el grupo de pacientes, con cada uno en forma individual en psiquiatría y en psicoterapia,
también en musicoterapia y obviamente todos tenían su clínico de referencia y si fueran necesarios otras
especialidades.
Nuestra práctica está sostenida a partir de las diferentes teorizaciones psicoanalíticas y/o de psiquiatría
dinámica que desde Freud a la fecha se han ido escribiendo.
Pero el mundo comenzó lentamente a cambiar a partir de la pandemia y sus consecuencias, se vieron
reflejadas en nuestras vidas y en las de nuestros pacientes y en nuestro quehacer cotidiano.
Cómo fuimos pensando nuestro trabajo?, Agamben dice: contemporáneo es aquel que mantiene la mirada
fija en su tiempo, para percibir, no sus luces, sino su oscuridad. Todos los tiempos son, para quien
experimenta su contemporaneidad, oscuros (…) Por eso los contemporáneos son raros y por eso ser
contemporáneos es, ante todo, una cuestión de coraje: porque significa ser capaces, no sólo de mantener la
mirada fija en la oscuridad de la época, sino también de percibir en esa oscuridad una luz que, dirigida hacia
nosotros, se nos aleja infinitamente”…
Podríamos nosotros como equipo en tanto contemporáneos encontrar esa luz…
Nos encontramos preguntándonos si servirán los parámetros psicoanalíticos habituales, para que los
pacientes y nosotros, esta vez en el mismo mundo, no nos centremos en el devenir de los acontecimientos
que nos rodean y que podrían representar un trauma y sigamos trabajando y pensando analiticamente en
este contexto.
Para ello retomamos también escritos clásicos como el de mundos superpuestos de Puget, o algunos de otras
crisis que se vivieron en nuestro país, en otras épocas como los textos escritos por Silvia Bleichmar o de
países vecinos como los de Marcelo y Maren Viñar, pero la magnitud y la amenaza a la vida que representa
el acontecimiento actual y la globalidad con que se ha presentado, para nosotros y nuestra práctica lo hacen
único…
Quizá también en un futuro se pregunten los analistas de ese momento como trabajábamos nosostros en
2020, inmersos en esta terrible situación, así como muchas veces nos preguntamos como lo hacía Melanie
Klein cuando Londres era bombardeada y ella atendió entre otros pacientes a Dick. Será que esa disociación
operativa que utilizamos en nuestra práctica para ser abstinentes, nos permitirá en este momento poder
desarrollar nuestra práctica en este nuevo escenario.
Nosotros siempre decíamos, que para los pacientes que nos consultan a pesar de su dramatismo, la
internación puede representar una oportunidad para elaborar y resignificar diferentes situaciones tanto
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SIMPOSIO APdeBA 2020
individuales, como familiares de aquellos que son admitidos en nuestro dispositivo de internación, pero hoy
deberíamos repensar lo que representa la oportunidad.
Según la mitología griega Kairós es el nombre dado a la diosa hija de Cronos y de Tiké, quien era considerada
la diosa de la oportunidad. Siendo hija del dios del tiempo, y de Tiké, diosa de la fortuna; al hablar de Kairós
como oportunidad también hablamos del tiempo, y de la fortuna, de cómo se juegan y entrelazan estos
significantes y sus efectos.
Siguiendo lo antes expuesto podríamos pensar la oportunidad de trabajar en este momento con un modelo
conocido pero con las variantes de adecuación, lo que ocurre contenporaneamente y buscando esa luz en el
camino y por otro lado haciendo camino y experiencia al andar.
Retomando la temática….
Donde quedó lo infantil en nuestros pacientes?... Muchos de ellos comenzaron los síntomas en la pubertad o
algunos en la latencia…
Algunos provenían de familias con muchas dificultades emocionales, otros de familias socialmente
vulnerables, en otros no aparecían tan claramente indicios que nos invitaran a pensar tal o cual hipótesis, pero
todos tenían un factor en común: un claro motivo por el cual estaban internados, un intenso sufrimiento y de
alguna manera estaban buscando ser alojados en otro.
Uno se pregunta si será válido pensar en la actualidad la clínica como antes… pero como podríamos hacerlo?
En realidad los pacientes durante un corto período no concurrieron a las consultas, el miedo, las dificultades
para trasladarse, y seguramente otros factores deben haber incidido, pero lentamente están volviendo a
consultar…
Sus síntomas y motivos de consulta siguen siendo los mismos aunque estuvieron en modo pausa durante
unos meses, ideas de m uerte, intentos de suicidio, autolesiones, anorexias graves que no pueden ser
atendidas en forma ambulatoria.
En la transferencia con los profesionales que los atendemos siguen mostrando su mundo inconsciente sus
conflictos, sus miedos y la intensa angustia que llega a ser desgarradora, teñida por ansiedades y fantasías
primitivas ligadas su mundo emocional primitivo.
Las familias también nos muestran esa característica del padecer de los cuadros graves en los que muchas
veces actúan en lugar de pensar sus problemáticas aún en la sala del hospital.
Vamos a compartir la experiencia transitada con los que si presentaron síntomas, que terminaron en una
internación o de aquellos que como nosotros transitaron ambas experiencias, estaban internados al inicio y se
externaron después del 20/03/20 en que se inició el aislamiento social obligatorio.
Ellos junto a nosotros inauguraron una nueva forma de atención regida por la ética de nuestra práctica y por
los lineamientos epidemiológicos imperantes, en los que no podemos hacer actividades grupales, que los
pacientes no pueden estar en los jardines del hospital… que no pueden recibir visitas.
Las vignetas serán relatadas pero no forman parte de este escrito para que no se encuentren publicadas en
las redes.
Algunas ideas para ir compartiendo…
Como habran visto en las distintas vignietas, lo infantil y sus raíces inconscientes se presenta en todos los
pacientes y familias cuyo relato compartimos, además también merece ser mencionado que lo infantil de
todos nosotros también está presente de alguna manera para poder comprender los ejemplos relatados.
Según Piera Aulagnier, el éxito o fracaso de la transición adolescente radica en un trabajo que consiste
esencialmente en “poner en memoria y poner en historia”, operaciones que permiten que el tiempo pasado y
por tanto definitivamente perdido pueda tener continuidad como existencia en una organización psíquica en
constante devenir.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
Debemos además tener en cuenta que también se encuentran exacerbados los temores infantiles presentes
en todos nosotros activados por el miedo a la enfermedad y la muerte nuestra y / o de nuestros serese
queridos, que esta pandemia ha puesto en evidencia.
Debemos tener presente que lo traumático no es lo acontecido sino que es su efecto producido en un
psiquismo que está en constitución, en el caso de nuestros pacientes de algo proveniente de la realidad,
ligado a un acontecimiento, (la pandemia y sus efectos?) pero que en sí mismo no es determinante sino por la
forma en que opera en relación a las inscripciones previas. Por lo tanto algunos acontecimientos que
devendran traumáticos, pero no todos los traumas devienen patológicos.
Cómo cada uno transitará ese recorrido será en relación a las series complementarias, la constitución de su
psiquismo sus mecanismos defensivos y la oportunidad en que el acontecimiento traumático operó.
Por ello podemos o no ver en todas las manifestaciones que traen nuestros pacientes: sus discursos, sus
sueños, su dibujos, lo traumático a ser elaborado, para ser ligado a la manera de un enhebrado cuidadoso de
cada uno de los sentidos que hemos ido encontrando con ellos y sus familias acerca de su padecer, a cerca
de lo que motivo su internación, permitiendo en el mejor de los casos que la externación habilite la posibilidad
de continuar el trabajo en forma ambulatoria.
Dice Badieu: “Todo hombre puede ser inmortal, en las grandes o pequeñas circunstancias, por una verdad
importante o secundaria, poco importa. En todos los casos la subjetivación es inmortal y hace al Hombre.
Fuera de ella existe solamente una especie biológica sin singularidad”.
A partir de la Carta 101 (1899)“[….]las fantasías son productos de épocas posteriores, proyectadas hacia
atrás, desde el presente respectivo hasta la primera infancia; y el camino por el cual ello acontece ha
resultado ser de nuevo, una conexión-palabra”, y articulando con la Carta 84 (1898).”[…]Biológicamente, me
parece que la vida onírica parte por entero de los restos de la época prehistórica de la vida (de uno a tres
años) —la misma que es la fuente de lo inconciente- Lo que en la época prehistórica es visto, da por
resultado el sueño, lo que en ella es oído, las fantasías; y lo que en ella es vivenciado sexualmente, las
psiconeurosis”, pondremos en consideración nuestra concepción del nacimiento de” Lo infantil”
Estas cartas nos llevaron a interrogarnos acerca de cómo en la teoría freudiana, se desarrolla la
conceptualización acerca de la fantasía, a partir de la alucinación y sus posibles implicancias en la clínica.
Metodológicamente intentamos encontrar la respuesta a nuestros interrogantes dentro de los diversos textos
freudianos que abordan estas cuestiones, sin recurrir a otros autores. En ese sentido, las cartas citadas, así
como el “Proyecto…” merecerían tal vez ser reconsiderados cuando se los califica como prepsicoanalíticos.
Queremos destacar también que este, es un trabajo en curso, que nos pareció interesante poner en
consideración de nuestros colegas. También debemos aclarar que, a los fines de esta presentación, no hemos
incluido, a pesar de que exploramos los primeros momentos de la constitución del psiquismo, temas
fundamentales como los que se refieren al desarrollo del yo o de la libido, así como las distintas perspectivas
sobre la identificación primaria y las distintas acepciones de la represión primaria.
La dificultad con la que nos enfrentamos en primer lugar es la polisemia que envuelve a los conceptos
dentro y fuera de la misma teoría, especialmente referidos al pensamiento y la fantasía. Por ejemplo, todos
estos conceptos son utilizados como sinónimos:
Juicio: discernir, juzgar, apreciar judicativo, pensar discerniente.
Memoria: pensar reproductor, meditar reproductor, recordar.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
Recurrimos al “Proyecto de una psicología para neurólogos” ya que allí encontramos un exhaustivo estudio
del pensar, que posteriormente desarrolla en “La interpretación de los sueños”, “El creador literario y el
fantaseo”, “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico” y en los escritos metapsicológicos.
Teoría del pensamiento “Proyecto..” (Pag.373): en razón de los límites de este trabajo no vamos a
desarrollar todas las formas de pensamiento que explica Freud, sino solo aquellas que nos interesan a
nuestro objetivo.
El juicio es un proceso de análisis. Se analizan recuerdos y percepciones y se sacan conclusiones.
Es decir, se separan “cosa” de “atributos”. Si está o no la “cosa” se llama “juicio de existencia “abstraer la
cosa y reconocer los atributos se llama juicio de atribución. SI está la “cosa” (pecho) pero no el atributo b
(pecho de frente) esta c, (pecho de costado) la experiencia demuestra que con su atributo no utilizable se
puede llegar a una que sea utilizable y lograr la identidad necesaria para la satisfacción, este mecanismo se
llama Pensamiento. Hacer que un atributo no utilizable sea utilizable es un proceso de pensamiento. Por
ejemplo, rotando la cabeza.
El juicio determina si está el objeto con los atributos necesarios y es la manera que se inician todos los
procesos de pensamientos. Freud describe el proceso de pensamiento, como la migración de una cantidad a
través de una cadena de neuronas facilitadas, en búsqueda de una identidad entre una percepción y un
recuerdo. Este proceso es fundamental para el logro de la acción específica y la posibilidad de conocimiento
del mundo externo. Solo es posible un proceso de pensamiento con un Yo en estado de inhibición y con
intervención de la represión “El pensar judicativo brinda el trabajo previo al pensar reproductor, pues le
ofrece unas facilitaciones ya listas para una ulterior migración asociativa. Si, luego de concluido el acto de
pensar, el signo de realidad se suma a la percepción, se habrá obtenido el juicio de realidad, la creencia,
alcanzándose así la meta de todo el trabajo”. (pag.378).
Juicio de Realidad: es distinto que signo de realidad. Después de aquí lo va a tratar en 1925, (en la
Negación) a pesar que lo usa a lo largo de toda su obra, con definiciones que ya dio aquí.
En el “pensar primario” o “pensamiento puro” la tarea del Yo es encontrar la forma de lograr la identidad de
percepción, es decir, encontrar en el exterior el objeto que dé cuenta de la satisfacción del deseo activado.
El “pensar primario” es un estadio intermedio en el desarrollo del pensamiento, como un ensayo de
adquisición de proceso secundario. Es la forma en que los chicos aprenden a pensar.
Los chicos repiten lo que perciben antes de ser comprendido (“valor imitativo de una percepción”). A partir
del fracaso de eso, el chico va a inhibir y van a aprender a comprender en vez de repetir. El fracaso significa
que el repetir no produce alivio.
Se llama “pensamiento reproductor” cuando lo que se busca es obtener una identidad para reproducir una
vivencia de satisfacción. A diferencia del “pensamiento puro” que solo le interesa lograr una identidad de
percepción.
La sobre investidura (de atención) de un engrama, orienta las corrientes de energía dentro del aparato
actuando como polo de atracción.
Hasta aquí Freud describe un proceso de pensamiento inconciente que no requiere de huellas mnémicas de
palabras.
El “pensar discerniente”: “El pensar con investidura de los signos de realidad objetiva del pensar, o de los
signos de lenguaje, es entonces la forma más alta y segura, del proceso del pensar discerniente”. Este tipo
de pensamiento conciente requiere de la adquisición de palabras.
“La asociación lingüística” es definida como el enlace de las neuronas - con neu
presentaciones sonoras y poseen ellas mismas la asociación con imágenes lingüísticas motrices. Estas
asociaciones verbales, tienen la ventaja sobre las demás, en dos características: son cerradas (pocas en
número) y exclusivas. La excitación se dirige siempre de la imagen sonora, a la imagen-palabra, y de ésta, a
la descarga.
Por lo tanto, si las imágenes mnémicas tienen esta posibilidad, de que una corriente parcial pueda ir desde
ellas hasta las imágenes sonoras e imágenes motrices de palabra, la investidura de las imágenes mnémicas
estará acompañada de noticias de descarga que serán signos de cualidad, y por eso también serán signos
de que el recuerdo es conciente.
El lenguaje verbal no solo será un medio de comunicación con sus semejantes, sino que también merced a
su estructura sensorio-motora mediatiza la relación consigo mismo, posibilitando hacer conciente lo
inconciente.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
El lenguaje ahora utilizado como reflexión, puede además cumplir otra función dentro del psiquismo, como
es por ejemplo, modificar el recuerdo.
Hemos encontrado entonces en esta lectura del Proyecto, pensamientos que no dependen de las
representaciones palabras y pensamientos que, si dependen de ellas. Cuando describe que un objeto
(“individuo experimentado”) posibilita la “vivencia de satisfacción” y pone fin a la “alteración interior” realizando
la “acción específica” da lugar a la aparición de la alucinación desiderativa. A partir de este engrama de deseo
se inicia la tarea del juicio, y con él, la descripción de los procesos de pensamiento sin representaciones de
palabras, y los procesos primarios que responden al principio del placer.
Más adelante en “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”, retomando desarrollos de “La
Interpretación de los sueños”, describe que el desengaño pone fin al principio del placer por vía alucinatoria.
“Ya no se representó lo que era agradable, sino lo que era real, aunque fuera desagradable”, y así se
establece el principio de realidad.” (Pág. 224)
En una importante nota al pie señala: “Con razón se objetará que una organización así, esclava del principio
de placer y que descuida la realidad objetiva del mundo exterior no podría mantenerse en vida ni por un
instante, de suerte que ni siquiera habría podido generarse. Sin embargo, el uso de una ficción de esta índole
se justifica por la observación del lactante, con tal que le agreguemos el cuidado materno, realiza casi ese
sistema psíquico” (Pág. 225)
La descarga motriz, el gritar, fue utilizada para comunicar y de esa manera llamar al objeto auxiliar. La
suspensión de la acción, fue procurada por el proceso de pensar. “Es probable que en su origen el pensar
fuera inconciente, en la medida en que se elevó por encima del mero representar y se dirigió a las relaciones
entre las impresiones de objeto; entonces adquirió nuevas cualidades perceptibles para la conciencia
únicamente por la ligazón con los restos de palabra. (Pág. 226)
Es a partir de estas representaciones que se desarrolla otra cualidad del vínculo con el otro asistente, y
alrededor de la vivencia de dolor se organizara el vínculo de dependencia, desde el que se afirman las
representaciones palabras.
“Al establecerse el principio de realidad una clase de actividad del pensar se escindió (la negrilla es nuestra);
ella se mantuvo apartada del examen de realidad y permaneció sometida únicamente al principio del placer.
Es el fantasear que empieza ya con el juego de los niños y más tarde, proseguido con los sueños diurnos,
abandonara el apuntalamiento en objetos reales”.
(Pág. 227) Este proceso de escisión por el cual permanecen los dos principios en mutua dependencia, sin la
cual no es viable la vida, articula esas dos formas de pensamiento, con y sin palabras. Debemos en este
punto recordar que en el Proyecto también se pueden diferenciar dos exámenes de la realidad, uno que no
depende de las palabras, asentado sobre principios “biológicos” y otro que, si requiere palabras y que va a
resignificar al anterior manteniéndose escindidos uno del otro.
Esta escisión determina que la “represión permanezca omnipotente en el reino del fantasear, logra inhibir las
representaciones “in statu nascendi”, antes de que puedan hacerse notables a la conciencia” por su ligadura
con las representaciones palabras que pertenecen al preconcientes. (Pág.228)
Cuando Freud, casi al final de su vida, al escribir “La escisión del yo en el proceso defensivo” (1938), duda de
si está abordando algo nuevo o no, pensamos que sí, en la medida que profundiza estos desarrollos teóricos
de tan larga data
Desde esta perspectiva podemos considerar que la escisión no implica considerarla bajo la lógica de “lo uno o
lo otro” sino bajo ciertas particularidades de “lo uno y lo otro”, sostenida en una refundición de lo pretérito en lo
actual, de la misma forma que la fantasía sostiene al sueño.
Por estos motivos Freud escribe en “El creador literario y el fantaseo” (1908) que “el niño diferencia muy bien
de la realidad su mundo del juego, a pesar de toda su investidura afectiva; y tiende a apuntalar sus objetos y
situaciones imaginados en cosas palpables y visibles del mundo real. Solo ese apuntalamiento es el que
diferencia aun (las negrillas son nuestras) su jugar del fantasear”. (Pág. 128)
Es claro que in statu nascendi la fantasía no accede a la conciencia, el niño solo juega, sin embargo, la misma
permanece bajo represión, a pesar que en algún momento fueron concientes, a partir de su enlace con las
representaciones palabra.
Sin embargo, Freud también considera en “Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad” (1908)
que “las fantasías inconscientes pueden haberlo sido desde siempre” (Pág. 142) a pesar que no sea lo más
frecuente, y esto nos enfrenta a algunas cuestiones. Por un lado, al problema de la filogenia y a las “fantasías
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originarias”, pero también al destino de las percepciones que van a formar las huellas mnémicas, en los
procesos que hemos considerados de pensamientos sin palabras, o sea de esos pensamientos que no son
afectados por las representaciones palabras pero que permanecen escindidos y subsumidos en los
pensamientos que se organizan alrededor de las representaciones palabra.
Retomamos aquí la Carta 101: “las fantasías son productos de épocas posteriores, proyectadas hacia atrás,
desde el presente respectivo hasta la primera infancia; y el camino por el cual ello acontece ha resultado ser
de nuevo, una conexión-palabra”
Cuando Freud diferencia el lugar de la fantasía en el juego del niño del lugar de la fantasía en los sueños
diurnos, lo hace sobre la base de que en el soñar de los niños aún no se ha establecido la desfiguración. En
el trabajo “Sobre el sueño” (1901) Freud considera los sueños infantiles dice que “son simples y no
disfrazados, cumplimientos de deseos” (Pág. 628) en los que se echa de menos el trabajo del sueño y agrega:
“Un pensamiento en modo desiderativo es sustituido por una intuición (Anschauung) en tiempo presente”
(Pág. 631)
¿Sera que el soñar infantil encuentra su apoyo directo en las representaciones del objeto, en la medida que lo
elementos acústicos, visuales y kinestésicos no hayan sido totalmente integrados en la representación
palabra? ¿serán esas representaciones objeto las que retienen al deseo más allá de las palabras? (Lo
inconsciente, apéndice C”.)
En este punto nos convoca el “Mas allá del principio del placer” donde el juego del niño en el que, con el
apoyo de un objeto de la realidad, (carretel) repite con satisfacción a una perdida. ¿y no habrá también en el
juego con la palabra, “o-o-o-o” (fort,-se fue) Da (acá está) una satisfacción que nos remite a esa pérdida del
objeto que necesita expresar con esas palabras? Perdida que solo por medio de la palabra y el juego podrá
ser abordada. Nos parece importante destacar esto por las implicancias que seguramente tienen en el análisis
de niños.
Introducción
Este trabajo intentará evaluar las variaciones técnicas posibles para facilitar la simbolización y el desarrollo,
más allá de la interpretación de las defensas, en niños con déficit de simbolización y de desarrollo, e
incursionará en el sustento teórico de esta posibilidad teniendo en cuenta los desarrollos de Anne Alvarez [live
company,1996]quién enfatizó a la idealización como un logro indispensable en el transcurso del tratamiento
en niños deprivados, abusados y vulnerables. Para tal fin, recuerda que Klein en “Conclusiones teóricas
sobre la vida emocional del bebé” [1952], si bien afirma que la idealización es una defensa contra los objetos
persecutorios, también refiere “mientras que de alguna manera estas defensas [splitting e idealización]
impiden el paso hacia la integración, ellas son esenciales para todo el desarrollo del yo ya que alivian la
ansiedad del bebé-niño”. En “Contribuciones a la Psicogénesis de los estados maníacos depresivos” [1935]
enfatizó la necesidad antes que la defensa, puntualizó que para la eventual integración en la etapa depresiva
son necesarias una relación amorosa con el objeto y la eventual introyección del objeto bueno total.
Cabe señalar como antecedentes de la simbolización los planteos de Freud (1909] Ferenczi (1913] y Jones
[1919], quienes señalaron que el simbolismo de las zonas erógenas del cuerpo y los procesos sexuales se
indican por medio de objetos o fenómenos no sexuales. La primera actividad de simbolización es el juego, con
características de proceso personal e idiosincrático. Podemos pensar, siguiendo a Hinshelwood (1989) que
“en los trabajos de Klein está la idea de que si bien el niño recurre de forma espontánea a símbolos propios,
sin tener encuenta los consensuados socialmente, estos tienen validez por el hecho de ser comprensibles, en
tanto experiencias de las partes del cuerpo humano y su relación recíproca”. Klein aceptó a su vez, siguiendo
a Ferenczi (1913] a la identificación y el desplazamiento como precursores de la simbolización.
La equivalencia simbólica implicaría, en relación con la identificación, dos fenómenos recíprocos: a) las
representaciones de las cosas exteriores reciben la investidura libidinal de las partes del cuerpo, lo cual ocurre
por una semejanza advertida en función del principio de placer, y b) las partes visibles y los órganos invisibles
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SIMPOSIO APdeBA 2020
del cuerpo y su organización en un espacio representado, son pensados por medio de las imágenes
proporcionadas por esos objetos del mundo exterior. Estos son, el cuerpo de la madre y los objetos del mundo
exterior, los cuales derivarían su valor simbólico del hecho de ofrecer al niño el único medio que le permite a
este representarse su cuerpo.
Klein, a partir de 1926, reconoció la importancia de las pulsiones agresivas e incluyó la noción freudiana de la
pulsión de muerte. En 1927 consideró que la libido cumplía la función de atenuar la acción de la agresión, a la
que considera como el motor del desarrollo de la relación con el mundo circundante, del simbolismo y de las
sublimaciones. Ese mismo año introduce la noción de reparación y la sublimación basada en la reparación
pasa a ser un camino que se despliega después de una primera investidura agresiva del objeto o de la
actividad del yo. Se genera la inhibición si surge la angustia de retaliación o la libido, siguiendo el trayecto
trazado por las pulsiones agresivas, inviste los mismos objetos o las mismas actividades del yo y atenúa así la
angustia, reparando en la fantasía los objetos dañados por el sadismo arcaico.
Cabe pensar que el esquema general de la génesis del simbolismo conserva su operatividad tal como fue
concebido inicialmente al precio de una modificación, ya que el proceso fue atribuido a la actividad de la
pulsión de muerte. Bion [1962] agregó que los bebes tienen un abanico de estados emocionales, y un activo
movimiento lleno de pasiones cambiantes y confusiones junto a la capacidad de tener contacto con la cualidad
psíquica del otro. Desde los primeros días de vida y de acuerdo a representaciones rudimentarias de lo que
perciben, pueden tratar con los cambiantes estados anímicos del entorno. Sabemos respecto de la capacidad
de reverie de la madre, ésta recibe el stress de su bebe y le brinda contención, devolviéndoselo en un
estado transformado. Este modelo se extrapola a nuestro quehacer vía el modelo continente-contenido. Si
todo va medianamente bien, el bebe encuentra en el pecho-madre-sustituto, la desintoxicación de la aflicción,
que resulta así susceptible de ser almacenada y recordada como un elemento de pensamiento. Esto sería un
primer nivel de simbolización. En síntesis, las etapas en el desarrollo de símbolos son la representación
concreta, las ideografías producidas por la modificación de los elementos betas vía la función alfa Estos se
transforman en contenidos mentales utilizables para los sueños y la verbalización, siempre y cuando las
ideografías se presten para un ulterior desarrollo simbólico en lenguaje verbal. Si esta función fracasa, el
bebé/aspecto bebe del paciente pueden encontrarse con dificultades en su futura capacidad para pensar.
Recordemos también lo constitucional [factores genéticos e intrauterinos] que es la primera serie
complementaria [Freud, 1916-1917]
A partir de estos antecedentes teóricos me referiré al caso de un niño, al que llamaré Santiago, que a mi
entender permite sustentar la hipótesis inicial respecto a que la idealización puede tener que ver con un logro
en un momento del procesos psicoanalítico. En casos como el de este paciente, con déficits graves lo
relacionaré con el hecho de que ciertas modificaciones técnicas de la/el analista pueden ser más efectivas
que la interpretación de la defensa también en determinado momento del proceso.
Viñeta clínica:
Santiago era un niño de 5 años, cuyos padres consultaron por problemas de conducta. Tenía un
funcionamiento impulsivo, pegaba y mordía a sus compañeros, quienes lo excluían. Presentaba también
síntomas depresivos, tales como insomnio, disminución del apetito y desgano. Silvina, su madre, era una
mujer separada, de 29 años. El embarazo fue sorpresivo y ocurrió en el contexto de una relación de pareja
con características de mutuas agresiones tanto físicas como psíquicas. Estas se iniciaron al mes de la
concepción y desembocaron en la separación cuando el niño tenía 1 mes. En relación a Santiago, Silvina
refiere que cuando le sugieren realizar algo o jugar responde “no puedo”, “no sé”. Agregó: “de bebe lloraba
todo el tiempo; ahora con los chicos se pelea, los empuja, o se queda a un costado, retraído’’.
Pablo, el padre, de 32 años, contador comentó respecto del padecimiento de su hijo: “no es nada grave, son
cosas del crecimiento”. Santiago,en una sesión, miró con cierta alerta el consultorio y me preguntó dónde
conducía una de las puertas. Se dirigió hacia ella, abriéndola, y me dijo: “Esa es tu cocina”?, ¿me dibujas una
cocina? “. Cuando inicié el dibujo, el niño tomó los materiales (papeles glasé, plastilina, plásticola, tijeras,
lápices, etc.) y los arrojó hacia arriba en estado de excitación y con un tinte angustioso. Agarró la mesita con
la intención de revolearla. Me arrodillé a su altura, y mirándolo a los ojos le dije “estamos navegando en
medio de una tormenta” El niño detuvo ahí su conducta, me miró sorprendido y exclamó: “Dale, Yo soy el
capitán” .El juego consistió en navegar rumbo a una isla que él avistaba a lo lejos. Arribando al lugar, Santiago
jugo a ser el descubridor de lo que parecía un paraíso, había frutas y muchas cosas para disfrutar. Esto
continuó así por varias sesiones, con variaciones, como por ejemplo enemigos que atacaban, y otras. Este
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SIMPOSIO APdeBA 2020
juego se desplegó y favoreció el análisis de varias configuraciones inconscientes relacionadas con lo edípico
que fueron integrándose paulatinamente en su funcionamiento.
Varias investigaciones sobre el desarrollo emocional primitivo indicaron que hay actividades maternales [live-
company] que pueden ser relevantes en niños con graves déficits .Estas son: improvisaciones, alertas,
variaciones de un tema, improvisaciones. Este equipamiento técnico requiere hacer una extensión del modelo
psicoanalítico, que enfatiza la centralidad de los mecanismos de proyección e introyección [Anne Alvarez,
1996]. La improvisación con Santiago acerca de la tormenta, recién mencionada, entraría en esa categoría.
Esto agrega la posibilidad de aportar algo que funcione como un posible precursor simbólico. Esta escena -
juego tormenta/barco- actuó como una metáfora que fue enriqueciéndose en el proceso. También pienso,
siguiendo las ideas de Anne Alvarez, que el niño adquirió confianza y agregó con gran entusiasmo la idea de
ser el capitán del barco y el hallazgo de la isla con variados recursos. En este sentido, pienso que hay otra
dimensión importante que tiene que ver con la realidad de las experiencias transferenciales en el “aquí y
ahora “donde podemos reconocer que el paciente sintió en ese momento una buena y sorprendente
experiencia que él no estaba esperando pero que encontró un objeto que estaba disponible. Los elementos
Lo que cuenta en ese momento del análisis, no es tanto la actividad interpretativa decodificadora sino la real
transformación de las Identificaciones proyectivas patológicas del paciente. La intervención en el análisis de
Santiago acerca de estar en una tormenta entraría en la categoría de “’simbolizaciones de transición””
concepto de S.Bleinchmar que B Tanis menciona en su trabajo “Tiempo e Historia en la clínica
psicoanalítica”(Tanis ,B.,2010, 2011) e intentó apuntar al reconocimiento del lugar de la historia traumática y
las posibilidades de simbolización en la experiencia analítica.
Al comienzo de otra sesión puso a los indios en un camión y agregó: “van al tren fantasma para que se
asusten” y los tiraba .Luego hizo lo mismo con el bebe [personificación de su propio bebe interno) diciendo
con fastidio “no lo quiero porque molesta”. Le interpreté que durante el tiempo que transcurrió entre sesiones,
había sentido que yo lo había olvidado suponiendo que era un niño molesto. Se paró en una silla y
balanceándose agregó: “me caigo, me caigo, atájame”. Podríamos pensar que Santiago en su comentario “me
caigo, me caigo” se fusiona con el bebe. Es él ahí el bebé maltratado. Agrega, sin embargo, “atájame”, lo
que implica la expectativa de un sujeto contenedor. Más avanzado el tratamiento la palabra “atajame”aludió a
una experiencia no exenta del deseo de usurpar el lugar del padre en el contexto del Edipo positivo. En dicha
sesión, pidió que le hiciera una casa con papel glasé. El hizo un “tacho para la basura”, que pegó al lado de
la casa, agregando que era “para lo que no sirve” e imaginando que tiraba los papeles glasé restantes. Hizo
ñoquis con plastilina y acerco al bebe para que comiera junto a ambos, luego agarro la plasticola marrón y
empezó a verter su contenido en un bol, agregando que su mamá tenía un bebe. Tomo al bebe y propuso
jugar a ir de paseo y al rato, agregó “yo ahora soy más grande, quiero jugar a la mancha, atájame”.
Me interesa enfatizar el movimiento que permitió, según mi perspectiva, el pasaje de ecuación simbólica [el
bebe-paciente arrojado al piso] en dirección a la representación simbólica, en este caso, de la teoría sexual
infantil de la cloaca. En el juego el paciente otorga figurabilidad a la fantasía edipíca en la que él es el papá
que lleva de paseo a su bebe. Me interesa recordar aquí el aporte de Anna Segal [ ] respecto de la
necesidad de diferenciar estos dos fenómenos: la ecuación simbólica y la representación simbólica. En la
ecuación simbólica, el símbolo se convierte en el original, y atrae los mismos conflictos que el original, a
causa de la fusión del self y del objeto, cosa que sobreviene con la identificación proyectiva patológica. En la
representación simbólica, el símbolo pasa a ocupar el lugar del original; su rasgo definitorio es que se
reconocen al símbolo sus propias características, distintas a lo simbolizado.
El eje de esta presentación pasaría entonces por evocar, ampliar y ejemplificar lo que muchos pensadores
han considerado en relación a algunos niños muy privados y perturbados: que la parte buena y la creencia
en un objeto bueno pueden no estar necesariamente proyectadas, sino severamente subdesarrolladas.
Referencias bibliográficas
- Alvarez Anne, Live Company: Psychoanalytic Psycotherapy with autistic, borderline, deprived and abused children,
Tavistock/Routledge, 1992.
- Tanis Bernardo, Tiempo e historia en la clínica Psicoanalítica, Calibán: Revista latinoamericana de Psicoanálisis,
11[1]:73-92, 2013.
- R.D.Hinshelwood, Diccionario del pensamiento kleiniano, Amorrotu editores, 1989.
- Petot,Jean Michel, Melanie Klein, primeros descubrimientos y primer sistema 1919-1937, Paidos, 2013.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
Desde siempre el pensar cotidiano está basado y estructurado en premisas apoyadas en cómo viene siendo
la lógica corriente y sin señales alarmantes de que ello vaya a cambiar en grado significativo.
De aceptar como válido este enunciado, entonces se percibe que la actualidad presente, en cierta medida, ya
no es como venía siendo sino que está llena de señales de que, seguirá con esta tendencia de variación
aunque no se sepa bien en qué medida ni tampoco su meta.
Estas dos premisas básicas ponen en jaque a mucho de lo que venía siendo y participando y a la premisas
lógicas o lógica de base 54 con que ello venía siendo pensado. El campo del psicoanálisis y su implementación
clínica no pueden ni deben desentenderse de esta leve o mediana metamorfosis.
El proceso analítico, tal cual viene siendo encarado, está basado en la comunicación entre el analista y el
analizante inmersos ambos en una clima transferencial. Esto está basado en una experiencia centenaria y
graficado en miles de artículos que lo desarrollaron. ¿Puede concebirse el agregado de otra estructura en el
vínculo psicoanalítico, diferente de la anterior, sin que por ello se devaluara en mínimo grado?
Se me ocurre que podría haber otro proceso analítico basado en diferentes puntos de partida conceptuales y
también diferentes premisas operatorias con diferentes resultados, pero no por ello dejar de ser válido en
función de las metas buscadas. Más allá de estas premisas conceptuales, corresponde preguntarse si hay
necesidad de ello.
¡Claro que sí!
En este momento de padecimiento pandémico y, a su vez, del contexto creado por las medidas de restricción
social tomadas y sus consecuencias, estamos en condiciones de afirmar que “ahora no es como antes”.
Incluso el “ahora” de hoy es un momento provisorio que se va conformando primero y luego deformando para
dar lugar a lo que adviene en este proceso transformador. En estos momentos de cierta reestructuración
social que estamos transitando la realidad del día a día se va instalando con perspectiva de provisoriedad, por
lo que las decisiones tomadas fente a ella tienen características similares. Esta provisoriedad no es una falla
ni una inseguridad, es resultado del estado embrionario de la realidad que adviene en el que los elementos
constitutivos que producen la criatura esperada son múltiples y no dependen de la decisión de nadie. En
momentos así, la incertidumbre es un sentimiento generalizado, no como un trastorno afectivo sino como una
buena percepción tomada de lo que emerge de la realidad.
Desde siempre la “incertidumbre” tiene tendencia a ser percibida como negativa porque no da nada por cierto
y obliga a pensar y no a la repetición automática. Si bien la “incertidumbre”, como primer impacto no resulta
agradable a nadie. Sin embargo, a poco de percibirla y pensarla ofrece un estímulo virtuoso: des-anestesia
de la anestesia que provoca la costumbre. La “incertidumbre”, en el mejor de los casos, provoca un estado de
alerta que aviva la atención y dispone anímicamente a la creación. También es cierto que, en el peor de los
casos puede producir decaimiento anímico, desfallecimiento y hasta depresión. Este es el caso de los que
andan por la vida aferrados a las estructuras que lo social ofrece como sostén. Son personas que tienen
escasa o nula capacidad de autosostenerse ni producir pensamientos creativos adecuado a lo nuevo. No
puedo afirmar cuál de las dos tendencias prima, pero esta última resulta muy frecuente de observar. Las
personas con cierta morbilidad anímica están aferrados a lo que viene siendo debido a que las circunstancias
estables dificultan que sea percibida la su compulsión a la repetición.
54
Lógica de Base. Refiere a una postura personal axiomática que opera en la mente como protagonista activo al momento de
percibir-sentir-pensar, de tomar una decisión y al de adoptar una conducta. Es un punto de mira cualitativo que funciona
subliminalmente como lente cristalina que atribuye a lo captado cualidades y significados, promueve una orientación y una tendencia
ante los estímulos provenientes de sí y/o del medio circundante. Carlino, R. (2.000; 2010; 2011)
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Algo que venía siendo y deja de ser, puede ser vivenciado como amenazante debido a que lo que adviene es
algo no conocido. Esta reacción se da entre aquellos que creen que todo lo establecido es y será así y para
siempre. “Lo establecido” es vivido como “lógico y natural” con cualidades de atemporalidad. Está vinculado a
lo obvio, a lo que no necesita ser pensado por que “es así”. El acontecer fenoménico es tomado como
esencial y no como producto de una combinación de diferentes elementos. La aparición de cambios en lo
establecido opera como un shock anímico a lo que era considerado fijo, estable y atemporal. Es vivido como
un accidente, como una falla y no como un fenómeno del acontecer de la vida, tal como un “terremoto” que si
bien es un fenómeno natural se lo considera, por lo indeseado, como un accidente de la naturaleza.
¿A qué viene todo este razonamiento previo?
A que esto es lo que se está instalando actualmente en latinoamérica. Los que no pueden adaptarse y aceptar
la provisoria temporalidad de lo establecido van a tener dificultad de tolerar estos cambios con la consecuente
inestabilidad anímica.
Frente a ello el psicoanálisis y los psicoanalistas, además de atender en consultorio, por la instalación
bastante difundida de los fenómenos anímicos descritos, están convocados a abordar a estas personas y sus
síntomas aplicando tambiíén otros recursos terapéuticos accesibles a la población. Para ello es necesario
crear instrumentos de abordaje para ayudar masivamente a la población.
En un reciente Ateneo de APdeBA -mayo 2020- presenté un artículo técnico para atender estos desequilibrios
temporarios de la población por medio de “Grupos de Reflexion” (Carlino, R. 2020). Entre otros elementos
singulares de abordaje allí postulaba:
“Estos grupos no tienen fines psicoterapéuticos directos, aunque puede suponerse que sus efectos pueden
producir resultados benéficos a esa meta. En su implementación debe evitarse formular todo tipo de
intervención que intente explícitamente develar sentimientos inconscientes, en cambio, sí cabe formular una
explicación o deducción desde lo fenoménico acontecido en el grupo. Sin embargo, un psicoanalista debido a
su formación y a su comprensión dinámica de lo que ve que acontece en el diálogo y en el comportamiento
grupal no puede, ni en principio, tampoco debe abstenerse de interpretar para sí apuntando a su propia
comprensión”.
Es necesario que los analistas entrenen teórica y clínicamente para abordar situaciones de crisis, ya sea
individuales, de parejas, de familias con un conceptualización y un encuadre had hoc acorde a circunstancias
y posibilidades. Toda persona, pareja o familia que consulta a un psicoanalista no siempre viene a buscar
psicoanálisis sino que viene a pedir comprensión y ayuda a un psicoanalista. Si de esa experiencia puede
devenir un psicoanálisis donde se aborda sólo lo que surge como material manifiesto eso se irá o no
estableciendo en paralelo a la calidad de lo que va pudiéndose establecer y a las posibilidades materiales de
asumir un tratamiento psicoanalítico. La experiencia nos ha mostrado infinidad de veces que quien puede
pagar un análisis no por eso asegura psicoanalizarse y, lo opuesto también, se ha podido observar en
tratamientos analíticos que terminan siendo aprovechados como tal, aunque habiendo comenzado con
operaciones psicoterapéuticas que produjeron un efecto benéfico en la vida actual del analizante
Otro espectro muy importante en este momento de conmoción social de lo establecido convoca al
psicoanálisis al trabajo analítico en el campo social, ya sea en hospitales, escuelas, universidades, tribunales
de justricia, legislatura y otras entidades representativas y trascendentes que aportarán a la comprensión y a
procedimientos adecuados apoyados en lo que el psicoanálisis pueda ofrecer. Pero para que esto pueda ser
real debe cumplirse con lo planteado renglones arriba: que los analistas entrenen teórica y clínicamente para
saber abordar situaciones de crisis, ya sea en su trabajo privado o en su apertura social. Esta premisa la
promuevo también para que la preparación se haga extensiva a los planes de estudio durante la formación de
analistas, acompañadas de una práctica social. El analista para entender al analizante actual debe ampliar su
background formativo básico. El trabajo clásico y el ampliado que propongo para los analistas
latinoamericanos en el año 2020 requieren que todo el cuerpo profesional prepare su mente para que su
trabajo pueda operar en situaciones extraordinarias que en el horizonte de hoy se percibe que lo ordinario
será lo “extraordinario” de cada momento en este proceso de reacomodación socio-económico-cultural.
206
SIMPOSIO APdeBA 2020
La distancia en el psicoanálisis
Otro de los puntos que pretendo que sea motivo de abordaje elaborativo es el alcance y eficacia que puede
tener el trabajo psicoanalítico intermediado por eficaces y seguros aparatos de comunicación como un recurso
más para que el analista ejerza su objetivo de trabajo psicoanalítico en:
a) Sesiones de análisis
b) Supervisiones individuales o grupales a servicios hospitalarios
c) Grupos Terapéuticos
d) Grupos de Reflexión,
e) Tratamiento de parejas o familias
f) Trabajo institucional con fines elaborativos
Para que estas tareas sean efectivas se requiere instalar un proceso comunicativo en el que cada uno de sus
participantes tiene que tener muy claro el rol que le corresponde en esta específica experiencia comunicativa.
Si bien esta tarea se hace “hablando por teléfono” los participantes lo hacen al servicio de la tarea que se
proponen, es decir, no es que “hablan” sino que “ejercen una tarea” por medio del habla.
El contacto y el intercambio básico e imprescindible entre los participantes, básicamente es de naturaleza
comunicativa, lo que habilita a pensar que en el mismo no sea absolutamente imprescindible el acercamiento
corporal que rigió durante más de una centuria, debido a que dicha cercanía corporal era la única posibilidad
de poner en marcha lo que aquí denomino “proceso comunicativo”.
Proceso Comunicativo
Uno de los intercambios básicos para la tarea del analista es inter-comunicarse con la persona del analizante
o con lo que fuere su objeto de trabajo. El esquema básico emanado de la ideología contenida en la “Regla
fundamental” y la “Atención flotante” es el soporte en que fundamento mi propuesta. Estas dos entidades de la
técnica psicoanalítica forman una unidad dialéctica en que ambas guardan una dependencia entre sí ligadas
por una experiencia de mutua comunicación que deviene evolutivamente como un producto del
entrecruzamiento en el “Entre” de ese diálogo. La comunición “ida y vuelta” iterativa de esta unidad dialéctica
es el primum movens que pone en marcha y orienta las diferentes direcciones y sentidos que va tomando lo
que se va diciendo y entendiendo. A esto recién descrito lo he denominado “Proceso Comunicativo”
Cabe preguntarse si el proceso comunicativo requiere como imprescindible la cercanía física del otro del
diálogo. Se requiere, a un otro, pero no es indispensable que lo sea con cercanía corporal. Actualmente es
posible la cercanía del otro por medio de aparatos electrónicos de comunicación que hacen posible el
intercambio conceptual de palabras e ideas que dan cuenta de posturas ideológico-conceptuales que actúan
en actitud de intercambio con las del otro.
¿Dónde queda entonces la expresividad emanada del cuerpo? Ésta está, sólo en parte, incluida en las
inflexiones del hablar cuando el diálogo es sin imagen. Cuando se incluye ésta, al otro del diálogo las
imágenes le llegan a la pantalla perceptiva.
A esta explicación se le puede objetar que tanto las palabras como las imágenes percibidas no son directas
sino intermediadas por tecnología electrónica, afirmación esta última que es absolutamente cierta, pero no tan
contundente para que sea válida como objeción.
Muchos fenómenos comunicacativos, no obstante su cercanía corporal, contienen un proceso intermediario en
su trasmisión. Por ejemplo, lo auditivo tiene que tener el cuidado de no dejar pasar sonidos o ruidos
agregados a lo trasmitido. En cuanto a la trasmisión de las imágenes debe haber luz natural o artificial que
ilumine para que puedan éstas percibirse con claridad. Eso sí habrá alguna mínima o tal vez significativa
diferencia en cuanto a la incidencia e intensidad y tono de la luz natural y algo similar en la luz artificial. Estas
diferencias si bien implican una desemejanza entre lo emitido y lo percibido, en general no impiden hacer
válida la percepción, aunque haya alguna mínima deformación. Estamos acostumbrados a completar con la
mente lo que mínimamente falta o a corregir lo ínfimo deformado. Cuando hay un cajón de manzanas en
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SIMPOSIO APdeBA 2020
exhibición y asoma media manzana por encima de su papel de envoltorio no pensamos que es media
manzana sino que es una entera que solo asoma media.
La comunicación intermedidada por aparatos comunicativos produce una deformación de lo originario en el
transporte y recepción. Si dicha deformación no altera el significado, la recepción debe ser considerada válida.
A esto se le puede objetar que no siempre puede asegurarse que la percepción sea totalmente válida pues
contiene el defecto perceptivo de quien percibe.
Para validar o no lo percibido a pesar de todas estas dudas, tenemos que tener conciencia del quantum
porcentual de deformación que acontece y si nos deja conformes o no.
Cuando tenemos que validar un nuevo método perceptivo, es justo que llevemos la prueba a sus extremos de
validación, pero ésta está realizada con un método experimental y con aparatos de alta sensibidad, que no es
precisamente lo que acontece en los procesos comunicativos naturales y prácticos, es decir no
experimentales.
En la transformación de extremo a extremo damos como válida una comunicación si lo que le llega al polo
receptor da real cuenta de lo emitido. En el proceso de comunicación no todo es directo. En una sala de
conciertos la música emitida llega a nuestros oídos en forma directa con el agregado de la percepción visual
de los músicos ejecutando sus instrumentos. Este mismo concierto podemos escucharlo en un programa de
TV.Tanto las imágenes que llegan al televisor como el sonido musical han sufrido un proceso de
intermediación electrónica que si bien no es igual a si se escuchara en la sala de conciertos, si la trasmisión
televisiva y el aparato receptor cumplen con las normas de trasmisión, no será igual pero el concierto es válido
como tal y llega a emocionar al escucha del mismo.
En el año 2003 comencé a trabajar intermediado con el teléfono de línea en larga distancia, de manera que
hice una importante experiencia comunicándome sin imagen. Desarrollé una experticia semiológica tomando
como elemento básico el sonido de la voz que llegaba. No obstante, ello iba acompañado de otros elementos
como la disposición anímica del analizante en diferentes momentos de la sesión. A través de la línea
telefónica llega el llanto, la tristeza, la alegría, el odio directo o relatado del paciente, la narración de su
sufrimiento o éste producido al momento de la sesión. No olvidemos que la eficacia del análisis clínico no se
mide por el resultado de cada sesión sino por el proceso habido en la mente del analizante durante un período
de sesiones.
Para concluir quiero traer ante ustedes una imagen copiada de un cuadro de René Magritte agregando
algunos párrafos transcritos de mi libro PSICOANÁLISIS A DISTANCIA.
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SIMPOSIO APdeBA 2020
a la que aquí se alude tiene precisamente como título original: “La Trahison des images (Ceci n'est pas une
pipe)”. Tomaré a esta pintura para considerar el objeto original, su representación en la pintura y en la palabra
“pipa”. El artista nos muestra, parangonando a Bion (1965), “una tela con pigmento aplicado sobre la
superficie” conjugados en forma y color de manera tal que hacen alusión a una pipa. Debajo está escrita una
leyenda que dice: “ceci n’est pas une pipe”. Magritte no sólo pinta la imagen sino que también la nombra:
“pipe”. Algo similar ocurre con la imagen de la pipa incluida más arriba. Ésta corresponde a la impresión
gráfica de una pintura original de la artista plástica Beatriz Viola, quien la realizó a su vez con la intención de
representar a la pintura de Magritte. Tanto ésta, así como la pintura similar de B. Viola que hace referencia a
ella, y la que figura aquí impresarenglones arriba tienen algo en común: rememoran a una pipa. En la
transformación habida a partir del objeto material original “pipa” en sendas figuras pictóricas que la
representan, se mantiene algo -Bion lo llamó invariante- que remite al objeto real pipa representado. En
cuanto a las palabras “pipe” y “pipa” por convención idiomática hacen también alusión al objeto concreto pipa,
pero no son una pipa sino que son símbolos lingüísticos que la representan. Algo similar acontece con el
material clínico emitido por el analizante. Éste es sólo una representación de la idea-afecto original que la
transformó en palabras del idioma con que habla con el analista que, en el caso del Cyberanálisis, sufrirá otra
mínima transformación debido a la trasmisión electrónica.
Referencias bibliográficas
- Bion, W. 1965 “TRANSFORMACIONES: Del aprendizaje al crecimiento” Centro E ditor de América Latina; 1972.
- Carlino R. 2010. Psicoanálisis a distancia: Teléfono – Videoconferencia – Chat – Mail. Buenos Aires. Ed.Lumen.
- Carlino, R. 2011. Distance Psychoanalysis: The theory and practice of using communication technology in the clinic .
London. (Karnac), Routleadge.
- Carlino, R. 2020 ¿V olver o avanzar? Publicado en PSYCHOANALYS IS. Today Mayo 2020
- Carlino, R. Grupos de Reflexión. Trabajo present ado en el ateneo de APdeBA del 26 de mayo.
Pensar y escribir este ensayo sobre la música, se asemeja a trazar pinceladas de una pintura abstracta.
Determinismos y Aleatoriedades. Sus improntas en las creaciones y transformaciones musicales.
Dentro de la doctrina determinista, los sucesos que escriben nuestras vidas responden a un guión
predeterminado e inalterable. En la doctrina de la aleatoriedad nada es previsible y el presente siempre está
condicionado por la intervención del azar. Son dos doctrinas que enfrentan la complejidad del mundo desde
ópticas contrapuestas.
Este ensayo con una base teórica en el pensamiento de W.R Bion, recoge ideas acerca de las formas en el
tiempo de la mente primitiva, formas no coherentes y no representables, y su contribución a la música como
construcción humana. Intento imaginar los procesos de mentalización desde la niñez temprana hasta el final
de la vida, y su imbricación en la construcción artística, y el trabajo mental transformador del registro de las
sonoridades pre-linguístico y pre-semántico de la mente.
Propongo adentrarnos en el juego laberíntico de la abstracción, hacer una inmersión en una experiencia de
pensamiento, con pinceladas teóricas y trazos personales para compartir y abrir la propuesta. Es un aporte a
la ampliación del registro de las formas en el tiempo mental, al tiempo anterior al nacimiento, y al tiempo
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SIMPOSIO APdeBA 2020
posterior al nacimiento. Bien estudiado está, que este registro luego de atravesada la cesura del nacimiento,
es exteriorizado en la teoría y la clínica psicoanalítica, por la versatilidad de las identificaciones proyectivas
tempranas, con sus turbulencias y sus sutilezas para la exploración y la comunicación.
W.R Bion pensó y desarrolló el psicoanálisis alumbrado epistemológicamente por la geometría proyectiva, la
física cuántica y la matemática. Consideraba que para que nuestra observación, nuestra imaginación, y
nuestras teorías, no se transformen en dogmas, creencias, o hábitos vacíos, debían apoyarse en principios
epistemológicos. Pensó la mente como la existencia de un espacio infinito, multidimensional donde se
producen transformaciones. Siguiendo los desarrollos del matemático de Greog Cantor, quien demostró que
las funciones eran relaciones entre conjuntos, y concluyendo que todos los conjuntos eran infinitos. Y al
mismo tiempo inspirado por la física y de la filosofía de Werner Heisemberg en 1957, quien desarrolló el
principio de la incerteza, al formular que la verdad última no puede ser conocida. Bion con esta validación
epistemológica propone que la verdad última de la mente es incognoscible. Y que la búsqueda de esa verdad,
que también la llamó la búsqueda de “O”, al ser incognoscible, debemos de aprender a imaginarla; y formula
un pilar de su teoría, que es que esa verdad última incognoscible es el tercero incognoscible del Edipo. O sea.
La verdad incognoscible es el tercero del Edipo.
La perspectiva geométrica de simetrías complementarias y heterogéneas y coexistentes es fundamental para
este trabajo de la música en desarrollo, ya que refleja la modalidad dinámica acerca del cómo mi mente se
relaciona con la música. Pensando la mente como un campo mental iluminado, y con las funciones del yo
ensombrecidas, y con la renuncia a la sensorialidad consciente de ver, oír, hacia afuera; mirando hacia
adentro nos permite adentrarnos en el andar del palpitar inestable “del través”, de un oleaje que siempre está,
en el más acá de los elementos alfa y en el más allá de los elementos beta, y en el “entre ambos”, resonador
o refractario para la mente, luego de atravesada la cesura, tanto la mente del bebé como la del adulto. Con el
continuo fluir de las demandas corporales, de las impresiones sensoriales, y de las coloraturas de las
ansiedades psicóticas, pre-psicóticas. Posiblemente no sea más que hacer especulaciones imaginativas a
conceptos que resulten ser “lo obvio”. Pero es así como se pone sobre relieve lo ya existente, conocido o
intuido. Lo obvio de darle relieve psíquico a los registros musicales de la comunicación, a los climas, las
pausas, las intensidades, a las honduras de la comunicación anterior a los símbolos.
Apoyado en la teoría de Cantor de los conjuntos, Bion pensó que en la vida embrionaria se activan en la
mente multi-conjuntos abiertos de alta intensidad sensorial, conjuntos del tacto, del olfato, de la audición, de
los movimientos, lo que crea multi-conjuntos de ritmos ligados al cuerpo del bebé y de la madre. La
preconcepción= Ψ (ξ), (tanto con lo innato y con el carácter de lo psíquico), buscaría combinaciones de ritmos
de latidos del propio cuerpo del embrión y del cuerpo de la madre, ritmos peristálticos, sujetos al ritmo
circadiano social de los días y de las noches, tiempo y espacio fuera del útero. Estos multi-conjuntos abiertos
de ritmos hallados, crean la moldura psíquica preparatoria para el devenir en el mundo externo luego de
cruzar la cesura del nacimiento.
La música como proceso social, es posiblemente la expresión artística de mayor abstracción, y como todo
arte, revela transformaciones de los procesos histórico-culturales impregnando al tejido psíquico, que al
mismo tiempo deviene en mutaciones sociales. Psicoanalíticamente, algunos pensamos la música como el
derivado artístico que expresa manifestaciones del psiquismo temprano ligadas a espectros relacionados con
el comienzo de la vida, corporal y mental, prenatal y posnatal.
Para W R Bion el grupo es el espacio donde se producen las transformaciones, no como fantasías, sino como
hechos concretos en la mente. Podría decirse que los grupos –familia-sociedad- se comunican a través de un
looping o bucle autopoyético para la supervivencia del bebé humano en distintos niveles de experiencia.
Pienso interrogantes.
¿Cómo germinan las transformaciones psíquicas de nuevas sonoridades? ¿Qué condiciones deben darse en
la mente para la “vulneración de antiguos determinismos de secuencias musicales”, para que los mismos
sean transformados en “nuevas sonoridades humanas”?, ¿Qué condiciones deben darse para la aparición en
la mente de secuencias de sonidos nunca oídos ó de ritmos jamás oídos? ¿Cómo se imprime una nueva
dirección secuencial en este registro de la estética de la mente? ¿Cómo se apresa, se agarra una secuencia
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o un sonido jamás oído para que no se escurra de nuestras mentes? Eso jamás oído que inesperadamente
oímos, y que nos aproxima a lo más íntimo y genuino de nosotros mismos, para re-definirnos como sujeto y
como grupo humano. La revelación de una nueva secuencia de sonidos, provoca variopintos estados de la
conciencia, desde asombro estético fascinante, hasta aversión y rechazo enloquecedor plausible de
alucinaciones auditivas negativas. ¡Cuán poderoso es el efecto en la mente de esos nuevos visitantes
arcanos del registro de los sonidos y ruidos de la mente!
Qué es el fenómeno sonoro. A medida que se presentan las secuencias sonoras, la memoria va construyendo
estructuras comprensivas provisorias, imágenes mentales o formas en el tiempo. A medida que se percibe la
sucesión de sonidos la memoria las va guardando retrospectivamente, y determina el momento en que se
cierra el grupo que le parece significativo, o sea, en ese momento se le adjudica sentido. Y en ese momento
genera una expectativa hacia el futuro, suponiendo que lo que viene a continuación guarda relación con los
que ya se ha escuchado.
La percepción musical es un proceso que en cada instante realiza tres operaciones: -1) avanza en el tiempo. -
2) retrocede reconstruyendo comprensivamente lo ya escuchado. -3) apuesta a la continuidad en el futuro. A
su vez hay tres maneras básicas de construir estructuras musicales según exposición de la forma o del
motivo: 1. repetición, 2. periodicidad: oposición/simetrías 3. evolución-elaboración.
Intenté poner bajo la lupa el proceso de creación y transformación en nuestra mente de la sonoridad musical,
cuya percepción en el interior de la mente, propongo, es una marca pre-simbólica de lo humano, y pensando
bajo la óptica de la teoría de Bion, reflejaría la marca de la preconcepción= Ψ (ξ), con la presencia de lo
innato de las formas y movimientos del cuerpo, y la presencia lo psíquico de la fuerza de la urgencia del
encuentro con una mente, que caracteriza al bebé humano.
Para W R Bion la emoción es la unión que establece una función. Es un lazo. La emoción como enlace al
pensamiento es la materia prima de la teoría de su teoría. No es una teoría ni estructuralista ni determinista.
Es una teoría “espectral”, conceptualizando al espectro como un continuo infinito abierto en permanente
transformación, proveniente de la teoría de los fractales de Benoit Mandelbrot.
Invito pensar que el advenimiento de “secuencias musicales audibles internas” en la mente del bebé recién
nacido y del niño, como espejos reverberantes internos, son el reflejo de la presencia de una otra mente con
función réverié materna como “angel de la guarda” de la vida mental. La cualidad de la función réverié, no sólo
validaría la simbolización luego de atravesada la cesura, sino que para que la simbolización devenga en ética,
también debiera validar el primer encuentro con la estética de las primeras emociones. Suceso inmediato
posterior al nacimiento que habilita un ordenamiento secuencial de los sordos cristales audibles de la vida
prenatal. Un ejemplo simplista de lo que intento expresar, sería el poder diferenciar los sonidos del ruidos
como aglutinación anárquica de sonidos, de la sonoridad musical secuencial. Es un logro del crecimiento
temprano el descubrimiento de las cadencias o secuencias musicales. Seguramente reflejan secuencias
reconocidas de la vida embrionaria, pero para que cobren cualidad de sentido musical, es importante la
cualidad de los primeros encuentros con la mente de la madre.
El dolor mental no representable proveniente de la sofocación y el desconocimiento de las emociones con
preponderancia de anti-emociones, es parte de la materia prima-viva para las transformaciones. Podríamos
pensar que las dimensiones intra-subjetiva e inter-subjetiva de grupo, se hallan sujetas a las variaciones de
las formas en el tiempo de la concatenación intra-psíquica del tiempo del dolor mental social según las
vicisitudes particulares de cada momento histórico. Así también por añadidura, el advenimiento de nuevas
dimensiones del arte musical, expresado primero por los genios compositores intuitivos de la época en
devenir, como por la mente receptiva del grupo. La creación de nuevas secuencias o nuevos determinismos
musicales, serían transformaciones hacia O, hacia rincones que aproximan a la verdad última en la mente.
En lo originario de cada creación musical, en las etapas que la antecedieron, los incómodos y vitales
murmullos sin rumbo fijo, fueron hallando alojo en la mente colectiva, para luego ser recogidas por genios
intuitivos representantes de un grupo-sociedad. Sordos murmullos vehiculizados hacia la conciencia colectiva
y recogidos por la mente intuitiva de grandes compositores, inauguraban de este modo nuevas capacidades
humanas para relacionarse con el dolor mental y con la vida.
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Dolor mental por desconocimiento de la emoción== cambio de dirección en los sonidos pregnantes =
ruptura de determinismos musicales sintónicos de cada época.
Cada época con su historia de lo disruptivo, con su historia de la disrupción creativa. Los flujos musicales que
se hallaban cómodamente inmutables en sintonía de época, han ido atravesando imprevistas y azarosas
turbulencias, que fueron transformando “la historia de la música”.
De la sonoridad de la mente a la historia de la música. Las transformaciones psíquicas según las cualidades
sociales, nutrieron la fenomenología de los determinismos musicales de cada época, y auspiciaron “las
apariciones de novedades musicales”. La epifanía de escuchar “lo nunca oído” refleja lo sublime por revelar
verdades de uno mismo, por atrapar la inaudita densidad de una marca de origen. Estas epifanías han ido
transformando a la música, en tanto nuevas apariciones, de sonidos y ritmos, de formas y estructuras, y en
tanto a la notación musical, las altura de las notas, las distancias entre las notas, la superposición de notas o
armonía, y la secuencia o melodía, modulaciones e intensidades, y etc.
Se considera que el estudio de la historia de la notación occidental tiene su surgimiento entre los siglos VIII y
IX, aunque ya los griegos con sus postulados pitagóricos y Aristoxeno en sus “elementos armónicos y sus
elementos rítmicos” del 330 ac, hablarían de un ordenamiento fundacional. Podríamos pensar la historicidad
de las formas de secuencias en el tiempo desde la creación, como la expresión de una búsqueda inter-
psíquica de lechos mentales disponibles-permeables-recipientes para alojar flujos psíquicos en estados de
cambio y transformación. Ante el advenimiento de cambios sociales, los sonidos del alma cuán brújula
enloquecida, fueron hallando una nueva direccionalidad incómoda y vital, como poderoso imán de la emoción,
que nos guía hacia lo recóndito constitutivo y genuino de nosotros mismos. Bien sabido es el rechazo que
generan las transformaciones y su penetrabilidad en el tejido social hasta poder reacomodarse en la mente de
un grupo. Cada oleada evolutiva de la historia de la música podría ilustrarse desde este desarrollo, pero
expongo dos ejemplos cercanos en tiempo, sobre la pregnancia de los cambios psíquicos en la mente del
grupo social. Uno de ellos, el pasaje de los determinismos del sistema tonal al dodecafonismo atonal de
Arnold Schonberg en Europa en siglo XX en la entreguerras, con el comienzo de la “Era de las disonancias”. Y
el otro, el advenimiento de la “Era del Jazz” en América en las primeras décadas del siglo XX, con la aparición
de la “diádica blue note”. La blue-note, ha sido el giro melódico de la música negra de pueblos africanos en
fusión con la música blanca. La música negra no podía hallar identidad en el contexto de música europea de
terceras mayores, hasta lograr ese deslizamiento hacia la “blue note” jamás oída por los blancos. Es
interesante resaltar la consecuencia intrínseca de lo nuevo cuando penetra en el tejido social, generador de lo
enigmático y la incomodidad. Lo enigmático transformado luego en asombro estético, al llegar a lo más íntimo,
lo más recóndito del psiquismo, lo genuino de una memoria de ensueño, y un presente esperanzador por
verdadero. Quienes captamos ese impacto estético de lo insaturado, abrazamos con fuerza a la nota azul
cuando hace su estallido, escurridiza por ser evanescente, cuando hace su aparición en la mente para
desaparecer tan pronto como evocó su dicha nostalgiosa.
Ambos ejemplos son transformaciones culturales responsables de la condena moral al puritanismo de hasta
mediados del XX.
Para finalizar el ensayo un último comentario. El encadenamiento de las notas por las que nos dejamos llevar,
nos conducen, o hacia un punto esperable o fijo, o hacia un todo inasible. Punto fijo desde y hacia las
cadencias saturadas de las líneas predeterminadas por causas, o, hacia un todo inasible de las cadenas
insaturadas de las profundidades laberínticas en donde entraría en juego el azar. Un aporte para pensar sería
el siguiente, que según el grado de tolerancia al dolor empujado por la incertidumbre, acompañada de
sentimiento de esperanza por previos encuentros con otra mente permeable (preconcepción -- erealización),
el psiquismo iluminará un mayor espectro de cadencias, de formas, en el tiempo, y en los tiempos. Este
planteo surge de comparar los distintos paradigmas para acercarse a los laberintos la mente, de comparar
ambas doctrinas, el determinismo y la aleatoriedad. Ambas doctrinas limitadas en su afán, por encerrar
dentro de sí un axioma, con los infinitos porqués que mueven nuestros actos, y con ellos, la realidad que
habitamos. Pero lo que trasciende, es que esa realidad primitiva anterior al lenguaje que nos habita de cuerpo
entero, a muchos de nosotros nos desafía como analistas a construir modelos creativos para acercarnos a
ella.
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“La música es el único dominio donde el hombre realiza el presente. El fenómeno de la música nos ha sido dado con el
sólo fin de instituir un orden a las cosas, y por encima de todo, un orden entre el hombre y el tiempo”.
(Igor Stravinsk y)
Adjunto dos link para escuchar: - Arnold Schoenberg, creador de la “Era de las disonancias”, y - Ornette
Coleman, creador del “free jazz” transformador de “fundición de un todo instrumental” sin una base rítmica ni
armónica establecida, poniendo sobre-relieve al “sonido” más allá de las notas.
1. Arnold Schonberg. Suite para Piano. Op 25. (Boffard). 1899-1917:
https://www.youtube.com/watch?v=bQHR_Z8XVvI
2. Ornette Coleman. Lonely Woman. 1959:
https://www.youtube.com/watch?v=OIIyCOAByDU
Referencias bibliográficas
- Aguilar, María del Carmen. Formas en el tiempo. Análisis musical para int érpretes. 1era. Edición Julio 2015.
- Bion, W R. (1962). Volviendo a pensar. Buenos Aires: Hormé-P aidós. 2006.
- Bion, W. (1962). Aprendiendo de la experiencia. Barcelona: Paidós Ibérica. 2003.
- Bion, W R. (1963). Elementos de psicoanálisis. Buenos Aires: Hormé-Paidós. 1988.
- Bion, W R. (1965). Transformaciones. Valencia: Promolibro. 2001.
- Bion, W R. (1975). La tabla y la cesura: Bion en Nueva York y San Pablo. Barcelona: Editorial Gedisa. 1982.
- Chuster, Arnaldo. (2020).¿Bion mantuvo la int uición de Freud? Intuición psicoanalítica en el sueño y la vida despierta
Cesura, imaginación, y lenguaje de logro. Trabajo presentado en Bion 2020, Barcelona.
- Kagel, M. Palimpsestos. Caja negra editora. Buenos Aires. 2011
- Stravinsky, Igor. Crónicas de mi vida. Editorial Sur, Buenos Aires, 1935.
Introducción
En el presente trabajo me propongo exponer –aunque de forma extremadamente sucinta- algunos de los
fenómenos que la irrupción de la pandemia COVID-19 me permitió observar en el desempeño de mi función
como Jefe de Residentes de Psicología de un hospital de Buenos Aires.
Se trata de fenómenos que atañen tanto a la esfera individual como al grupo de trabajo, y que no se ciñen
necesaria y únicamente al equipo de profesionales que me tocó conducir en esta situación, sino que la
experiencia me permitió observar acontecimientos similares también en otros grupos de trabajo.
Es de mi interés compartir estas observaciones para estimular un debate que nos permita compartir
experiencias que, aunque diversas, a veces se transitan por senderos parecidos.
El comienzo
El mes de marzo anticipa, para la residencia, el tiempo de un duelo. Es un momento del año donde,
reencontrándonos a la vuelta de nuestras vacaciones, tropezamos con una verdad inevitable: la residencia
tiene un fin. Y esto es así no sólo para los jefes y r4 -que se van del hospital- sino para todos, ya que cada
año es especialmente diferente al anterior.
Es curioso, y forma parte de nuestro acervo cultural de residentes, que allí donde la gente está empezando su
año, nosotros lo estamos terminando. Porque en junio, si todo sale bien –insisto en este punto-, ingresan
nuevos residentes y los más viejos nos hacemos a un lado para dejar espacio a otros. Desde ya, esta verdad
permanece velada, reprimida, renegada o desmentida durante el transcurso del año. Pero marzo… Marzo es
un hito. Franqueado ese mes, ya no hay vuelta atrás.
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No sé cómo será en otros hospitales, pero en el nuestro –y esto se lo tenemos que agradecer a una larga
tradición- dicha salida viene acompañada de una innumerable serie de ritos, costumbres y rituales que se han
transmitido cuidadosamente de generación en generación.
Y en eso estábamos, allá por marzo de 2020. Vueltos de las vacaciones, empezamos con timidez a conversar
sobre aquellas cosas: ¿cuándo empezaríamos a derivar a los pacientes que teníamos en tratamiento? ¿Cómo
serían las transiciones hacia las nuevas áreas? ¿Cuándo se haría la fiesta de fin de año? Y, entre todo eso,
también: ¿qué sería de nuestras vidas después de junio?
Todo empezó, si mal no recuerdo, con conversaciones divertidas y algo banales sobre China y sus
murciélagos. Sería enero, a más tardar febrero. Y nos divertíamos mirando esas imágenes extravagantes de
gente que se protegía de forma exagerada frente a una gripe que, hasta el momento, parecía la consecuencia
natural de ciertos descuidos bromatológicos.
Pero la banalidad, tal como lo señaló Hanna Arendt (2019) a veces se cita con el mal, y en ese caso, incluso
de lo más inaudito, de una acción nimia y ocurrida en la otra parte del Planeta, extraemos una realidad que se
nos vuelve fantástica. Y así, a una velocidad a la altura del desarrollo global, nos encontramos, nosotros
también y en pocas semanas, en un problema serio.
Creo que eso fue lo más difícil de asimilar: lo absurdo de que una persona le dé sorbos a una sopa a miles de
kilómetros de aquí, y las consecuencias de esa acción nimia, estúpida y cotidiana tengan tan dramáticas
consecuencias en todo el mundo. Por supuesto, decido omitir las teorías que adjudican lo sucedido a ciertas
pruebas fallidas de laboratorio. Es ésa una explicación cartesiana, y aunque se pruebe como verdadera,
oculta con su pretendida racionalidad el hecho de que el destino humano es maravillosamente frágil, irracional
y fortuito.
Destaco este aspecto porque el primer fenómeno que dividió aguas, me parece, es el modo en que cada cual,
desde sus propias teorías sexuales infantiles (Freud, 2012), pudo responder a semejante absurdo. Al estilo de
la enciclopedia china que comenta Borges (1952), los podríamos agrupar en: los racionalistas, que abogan
por la sensatez del hombre y creen en su capacidad infinita para gobernar la naturaleza (son, en general, los
que creen en las teorías conspirativas del laboratorio); están también los melancólicos, que entienden esto
como un destino fatal e ineluctable que prueba nuestro escaso valor humano; están los hedonistas, que nos
proponen extraer el mayor gozo posible en el escaso tiempo que nos queda, olvidando nuestros
compromisos; y estamos los freudianos, a quienes no deja de sorprendernos la fragilidad de nuestra
existencia, pero no por ello renunciamos a nuestra capacidad deseante.
Lo curioso, lo encantador, lo divertido, es que la irrupción de la pandemia nos permitió corroborar, una vez
más, que no todos los que dicen ser psicoanalistas son freudianos: los hay también racionalistas,
melancólicos y hedonistas.
Recapitulando entonces, cuando promediábamos marzo, en lugar de dar inicio a nuestros ritos de finalización,
nos encontramos con una sentencia que cambió nuestro destino –tal vez para siempre-: en dos semanas, el
sistema de salud va a colapsar.
Crisis
Lo que siguió a esa premonición despiadada –y no por ello menos cierta- fue algo parecido a un ataque de
pánico colectivo. Angustia, perplejidad, sensación de muerte inminente, parálisis. Si bien estábam os en
perfecto conocimiento de lo que ocurría en el mundo, el golpe inicial nos tomó desprevenidos.
Tal vez fue el carácter dramático de aquella sentencia lo que nos hizo despertar. En especial, porque en aquel
momento se nos espejaban las historias de Italia y de España, países culturalmente mucho más próximos. Lo
cierto es que se esperaba de nosotros una respuesta. Y ese pedido recaía muy especialmente sobre los jefes;
algo teníamos que hacer.
Lo primero, sin dudas, fue sobreponerse a esa fuerza instintiva que nos indicaba huir frente al peligro. Y
promover, por el contrario, el sentido social del trabajo. Así que el primer movimiento fue armar con los jefes
de las distintas disciplinas, tanto los entrantes como los salientes, un grupo que decidimos llamar “El
cónclave”. Desde allí, constituidos como equipo de trabajo, la tarea se nos volvió posible.
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En ese primer tiempo se nos presentó un desafío muy importante, ya que el grupo empezó a dividirse en dos
respuestas generales. Algunos, sintiéndose en peligro, se preguntaron cuál era el sentido de venir al hospital.
Estar acá es exponernos. No somos trabajadores esenciales. ¿Cuál es el sentido de venir si nuestros
pacientes están en cuarentena y no los vamos a poder atender? Que nos llamen cuando nos necesiten.
Otros, en cambio, esgrimieron una respuesta que algunos calificaron de pretendidamente heroica, moral y
proscriptiva: somos trabajadores del sistema público de salud. El que no quiera venir, el que no esté a la altura
de los acontecimientos, que se vaya a la casa. No entendió el lugar en el que está trabajando.
Más allá de esta dicotomía, había algo claro: no estaba en nosotros tomar esa decisión. Ya se había resuelto
que por ser trabajadores de la salud continuaríamos en nuestras tareas: en algún sentido, se nos había
reconocido esenciales.
Pero esto, que para algunos les resultó un desafío interesante, una puesta a prueba de ciertas convicciones, a
otros los sumergió en una angustia devastadora y una sensación de enorme desprotección.
Y creo que allí nos encontramos con una primera decepción. De nuestra parte, es decir del lado de los jefes,
porque esperábamos una respuesta más comprometida. Como si hubiéramos asumido –injustamente- que la
respuesta natural frente a una crisis sanitaria fuera la asunción inmediata de cierta clase de expectativas: las
nuestras. Del otro lado, porque esperaban de nosotros algo así como garantías de protección. Y es que, ¿nos
habían elegido como jefes para que les diéramos órdenes? ¿O nos habían votado esperando que los
resguardáramos de ciertos avasallamientos?
De esta forma, frente a la angustia fue posible escuchar un primer llamado al padre. Un padre del que se
esperaba escucha, comprensión, protección, garantías. Sin embargo, ese padre tenía que responder a ciertas
leyes y a ciertas convicciones propias, que nada tenían que ver con aquellas expectativas.
Ahora bien, ¿cómo transmitir, en un contexto de tanta incertidumbre, de tanto desamparo, que Dios no existe?
¿Cómo ensayar un liderazgo que, aun en esas circunstancias, se resista al caudillismo mesiánico? No fue
fácil, pero fue una decisión –esa sí, personalísima- abstenerse de la demagogia e intentar obrar, con múltiples
tropiezos, en función de lo que nosotros entendíamos como el bien común.
En este sentido, resulta interesante pensar que la humanidad ya atravesó otras epidemias, y al parecer
también en esas épocas se pusieron en juego reacciones más altruistas o más narcisistas. Pero aquí,
curiosamente, el horror frente a la muerte encontró cobijo en un discurso de época que, aunque valioso y
problemático, ha logrado instalarse como una verdad total: el tan repetido paradigma de los derechos
(individuales).
No nos vamos a explayar al respecto, pero sería imposible compartir una experiencia verdadera si no
mencionara este fenómeno. De lo contrario, ¿cómo es posible que alguien que trabaja en un hospital público,
que ha demostrado en reiteradas oportunidades su idoneidad, su sentido de la responsabilidad y su
compromiso con el trabajo, cómo es posible que en el momento en que más se lo requiere se ampare en su
derecho a la vida para justificar su ausencia?
Es lo que ocurre cuando, en un capitalismo pobre, lo único que nos ampara no es el ejercicio de los derechos,
sino su evocación discursiva. Lo que queda como resto de una degradación política brutal, cuando gobiernan
la falta de sentido y incredulidad. Y lo más sorprendente es que esa defensa de los derechos individuales no
se enarbola desde un discurso liberal sino desde el llamado a un bien colectivo. Sobre esto no me extiendo
más: es lo que ocurre cuando no nos imaginamos como parte de un sistema público de salud sino como
víctimas de él. Y como víctimas, amparados en nuestros derechos, no podemos hacer otra cosa sino
consumirlos, todos, en el menor tiempo posible. Un verdadero consumismo de los derechos.
Reconstrucción
Henning Mankel (2015) realiza un brillante análisis sobre una famosa pintura de Géricault llamada “La balsa
de la medusa”, en donde relata el horror y el canibalismo del hombre lanzado a un estado de supervivencia –
en ese caso, producto de un naufragio-.
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La lectura de ese texto, tan oportuno para aquel momento, me permitió poner en perspectiva lo que nos
estaba ocurriendo. De algún modo, me alivió comprender que este evento, tan repetido en la historia universal
de la humanidad, nos enfrentaba a cierto estado natural de las cosas. Y si esto era así, ¿por qué habríamos
de asustarnos de nuestras pasiones? Estábamos atravesando un estado de exacerbación, de desmezcla
pulsional, pero esa energía era al mismo tiempo el signo de nuestra vitalidad (Freud, 2013).
Empecé a escuchar, en diversas reuniones, cómo todos los jefes padecíamos lo mismo: sin importar nuestros
esfuerzos, no nos creían. Todo lo que decíamos, incluso frente a diversos equipos de trabajo, caía bajo
sospecha. Y es que, ¿no era verdaderamente increíble lo que estaba ocurriendo? ¿Cómo podíamos esperar
que nos creyeran, si las certidumbres en las que nos habíamos sostenido hasta ese momento habían
quedado en suspenso?
Ahí pudimos hacer un punto de inflexión. Porque sobre la figura del jefe recaía una transferencia total, masiva
e indiferenciada tanto en su amor como en su odio. Por supuesto, de nuestro lado ocurrían exactamente las
mismas cosas.
Ahora bien, ¿cuál es el sentido de que exista un jefe? ¿Es alguien de quien se esperan respuestas, incluso
imposibles? ¿O alguien de quien se espera amparo? ¿O tal vez un castigo? También puede ser alguien que
está puesto en un lugar para confirmar que no se puede esperar nada de nadie… En fin, nombro distintos
nombres de la transferencia en las que me vi –creo que mis compañeros también- tomado como objeto. Y en
ninguna, por suerte, estuve a la altura de sus expectativas.
Porque de nuevo, cualquiera de esos escenarios nos ponía en relaciones personalísimas. Y desde allí,
cuando la persona queda por encima de la función, sólo se pueden esperar confusiones. De esta manera, se
nos ocurrió ensayar una respuesta pragmática: los jefes se inventaron para organizar a un grupo de personas
alrededor de una tarea.
¿De qué se trataba entonces? De recuperar un sentido. De reconstruir un proyecto de trabajo. De adaptarnos
con creatividad al nuevo escenario, aceptando que todos, absolutamente todos, tendríamos algo que perder.
O mejor dicho: ya habíamos perdido. Pero si nos abrazábamos melancólicamente a la pérdida, iríamos
desapareciendo, poco a poco, incluso antes de que llegara el virus.
Y es así como pudimos volver a la tarea. En ese punto, debemos reconocerlo, nos pusimos más directivos.
Debimos forzar un poco, sabiendo lo que hacíamos, porque de lo contrario nos ganaban la anomia y la apatía.
Desde ahí pudimos emprender diversos proyectos. Condujimos grupos de reflexión en sectores del hospital
que jamás habíamos conocido, atendimos pacientes telefónicamente, diseñamos un video explicativo para los
niños internados por COVID-19, nos redistribuimos en las salas de interconsulta, organizamos cursos de
temas que nunca habíamos explorado, aprendimos de epidemiología y de equipos de protección personal; y
también diseñamos proyectos que nunca podríamos hacer pero que sin embargo nos permitieron trabajar.
Hicimos lo que pudimos. Pero hicimos.
Lo que vino después, de forma paulatina, fue la tan ansiada recuperación de esas otras transferencias de
trabajo que tanto nos sostenían. Recuperamos espacios de supervisión, clases y talleres. Y eso también,
indudablemente, permitió que no todo se concentrara en la figura de los jefes. Así es que, cuando pudimos,
empezamos a corrernos y a dejar un poco de espacio.
Algunos dirán que lo hicimos bien, otros que lo hicimos mal. Pero al final me queda un sabor dulce, la alegría
de saber que vivimos esta experiencia con plenitud. Es por eso que podemos, y en eso somos privilegiados,
dar testimonio de lo que nos tocó vivir.
Referencias bibliográficas
Arendt, H. (2019). Eichman en Jerusalén. Buenos Aires: De Bolsillo.
Borges, J. (1952). El idioma analítico de John Wilkins. En Otras Inquisiciones. Buenos Aires: Sur.
Freud, S. (2012). Tres ensayos de teoría sexual. En Obras completas. Vol. VII. Buenos Aires: Amorrortu.
Freud, S. (2013). Más allá del principio de placer. En Obras completas. Vol. XV III. Buenos Aires: Amorrortu.
Mankell, H. (2015). Arenas movedizas. Barcelona: Tusquets.
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Lo inesperado del cambio, la incertidumbre sobre el futuro, el duelo por lo que ya no será igual, son sentires
que vivimos y que a su vez nos traen los pacientes. Los cambios actuales de la pandemia han modificado a su
vez la modalidad lúdica, el arte de trabajar, de recrear el amor, de estar con amigos, de vivir la vida en
general, en la mayoría las personas, en gran parte del mundo.
Los silencios no suenan de la misma forma, no oímos los suspiros, no captamos la densidad del aire, la
pantalla no nos muestra al paciente en su presencia corporal más completa, no vemos sus movimientos al
caminar o jugar, la imagen en las videollamadas deja ver una fracción, de medio cuerpo (la cara, el torso),
siempre que el paciente esté enfocando su mirada en algún lugar del dispositivo, donde él ve la imagen del
analista, ya que tampoco nos miramos a los ojos.
Pienso que el cuerpo, frente a lo inaprehensible de los sentimientos, hace posible expresarlos más
plenamente, mediante el contacto o la proximidad. La cercanía y el cuerpo a cuerpo, dice de las emociones
más de lo que las palabras, por sí solas, pueden expresar.
En el análisis virtual con niños, la presencia corporal que da la sensación de una cercanía más concreta, está
limitada, recurrimos a la mirada, o la voz, como modos de expresión y de contacto más allá de las palabras.
En un esfuerzo para compensar lo que está ausente, intentamos agudizar esas sensorialidades frente a la
pantalla. Las sesiones, al final del día, nos dejan una sensación de cansancio, que compartimos con los
colegas.
Sin embargo, así como hay dificultades en el encuentro, hay algo en la comunicación de voz y video que abre
posibilidades nuevas. El desplazamiento a este “otro lugar” de encuentro, en la virtualidad, donde se invertiría
la proporción de cuerpo y de imagen, lo vuelve un campo concebible, posible para el trabajo de análisis.
El espacio que albergaba a las sesiones regularmente, el consultorio: ha cambiado. En mi caso he adecuado
el encuadre, tomando en cuenta la disponibilidad y la capacidad de cada niño y sus familias.
Los analizantes que veo tienen diferentes edades, en cada caso varía la aptitud para jugar a la distancia, la
capacidad de formar y utilizar símbolos, el acceso al uso del lenguaje, para comunicarse, así como la
confianza en la constancia de la figura de la analista.
Las personas de su entorno social más inmediato, con quienes interactúan, se han reducido, casi
exclusivamente, a quienes comparten el mismo techo, bajo el cual sucede casi todo hoy en día: clases
virtuales, teletrabajo, convivencia 24 sobre 24 horas, lo que ocurre intramuros se ha vuelto más intenso, la
autonomía o la libertad está más condicionada en general.
En mi experiencia de trabajo con niños y adolescentes, me he encontrado creando un setting que es:
- más plástico: en el sentido de probar aplicaciones diferentes para las sesiones, experimentando con
ellos juegos adaptados y posibles;
- en transición: en cuanto a la adecuación a las dificultades en el manejo de la ansiedad y frustración
frente a la transformación del encuentro analítico, teniendo en cuenta los diferentes recursos
defensivos para vérselas con el acercamiento o alejamiento emocional frente al distanciamiento físico,
que en ocasiones, la imagen, a su vez, desmiente;
- a medida: según los casos he alternado entrevistas con los padres con mayor frecuencia, debido a
demandas de ellos, o para mantener la alianza terapéutica necesaria para el trabajo analítico con el
niño.
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Los analizandos nos van guiando, utilizando elementos digitales o dispositivos para nosotros inusuales, pero
que tienen la posibilidad, al privilegiar la imagen, de potenciar la imaginación, a través de experiencias
sensibles.
Los adolescentes usan la aplicación Houseparty, en la cual se puede jugar en línea durante la videosesión,
otros comparten su pantalla por zoom, de modo que, analista y paciente podamos dibujar en la misma
pantalla, jugar al ahorcado, al juego del garabato, hacer un Tateti; otros más chicos, se mueven por el cuarto
traen muñecas, títeres, bailan, juegan a la escondida, (cosa dificilísima para el analista si le toca contar, dado
que el campo visual no abarca toda la habitación y además el analista no conoce sus rincones…) otros más
grandes prefieren llamada de voz, porque están cansados de las horas de clases virtuales.
Esta flexibilización del encuadre, nos acerca la riqueza de una interacción alternativa. Vamos descubriendo,
con alivio y sorpresa, que la modalidad de escucha libremente flotante se mantiene y que la asociación libre
expresada en palabras, en el juego, en el modo de estar, se sostiene.
Las sesiones tienen lugar ahora en lugares inéditos, que a su vez las pueblan. Voy conociendo sus juguetes
favoritos, descubro la cantidad de horas que dedica un niño a la Playstation que tiene en su cuarto, con la que
juega hasta la madrugada, la soledad y el aislamiento de una adolescente en el suyo, donde nadie entra y de
donde casi nunca sale, el cuarto enorme, de techo alto, lleno de juguetes y libros de una niña que teme dormir
sola.
Mientras que la brújula en la escucha del material, es aún la de la expresión de los deseos inconscientes, la
transferencia, la angustia, el conflicto psíquico, los niños desplazan a otros soportes físicos sus fantasías,
angustias, conflictos.
Con algunas pacientes he creado un avatar para encontrarme con el suyo en un juego virtual, en el
videojuego, movemos el cuerpo del avatar, y en ese lugar nos podemos acercar, tomar un café juntos,
descubrir la experiencia de habitar las dos ese lugar diferente. Esta experiencia me llevó a preguntarme si hay
o no cuerpo allí. El cuerpo de mi avatar, es creado y movido por mí, según mi deseo. Al manejar su avatar, mi
paciente imagina su propio cuerpo en movimiento, y experimenta la libertad de crearse, mediante la
identificación con la imagen, un cuerpo.
La nueva cotidianidad ofrece a los pacientes otros modos de sujetar su subjetividad, de aprehender su
existencia en otros espejos. En el análisis con niños y adolescentes, se despliega en la crisis, una posibilidad,
la de trabajar acercando distancias, desarrollando los encuentros en atmósferas muy diferentes a las
acostumbradas, pero que aportan significantes que quizás no podíamos captar en el ambiente tan depurado
técnicamente, de nuestro consultorio. Porque nosotros, como analistas, a veces también nos alienamos, en
nuestras teorías, en nuestro encuadre.
La virtualidad de Freud
En 1909, Freud comienza el análisis de un niño de 3 años. Es un análisis a distancia, por correspondencia.
Sigmund lo piensa desde su estudio, mientras Max le refleja escenas relatadas de su hijo a quien observa, en
el establo donde Hans ve ordeñar una vaca, en la estación ferroviaria, durante el parto de su madre en la
casa, en la residencia de verano donde interactúa con otros niños, en un sueño escrito con fidelidad
taquigráfica que el niño le describe por primera vez en la mañana.
Se podría pensar en un análisis con la virtualidad de la época, en tanto se desterritorializa y se desprende de
las condiciones de percepción típicas para habitar un mundo, recreado, ficcionado, diferente de los que está
más allá de los encuentros presencialmente sucedidos.
Freud recibe solo una vez a Juanito junto a su padre, en una breve consulta. Allí, frente al niño y su padre,
tiene una ocurrencia, que es despertada por una imagen, la de Juanito y su padre con lentes y bigotes, dice:
“Pero al ver a los dos así, sentados enfrente, al tiempo que escuchaba la descripción de su angustia al
caballo, se me hizo la luz sobre otro fragmento de la resolución, que me resultó comprensible que se le
escapara justamente al padre. Pregunté a Hans en broma, si sus caballos llevaban gafas, cosa que él negó, y
luego si su padre las llevaba, cosa que también negó, contra toda evidencia; le pregunté si con lo negro
alrededor de la ‘boca’ quería significar bigote…” (Freud, 1909, pág. 36)
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Juanito se mantiene aferrado a la realidad cuando dice que los caballos no llevan lentes, pero se despega de
un dato de la realidad al decir que su padre no los lleva, cuando evidentemente si los usa. Esa negación
tiende a disfrazar el vínculo asociativo entre la figura del padre y el caballo, presente en su síntoma fóbico, y
que Freud advertía. Así ambos, Freud y el niño, imaginan y toman en cuenta, algo que no está allí, en la
realidad concreta frente a sus ojos. Freud visualiza al caballo fobígeno, con bigotes y lentes, como los que
lleva el padre, mientras que Juanito describe a ambos, sin bigotes y sin lentes.
La imagen que a Freud lo inspira, no se limita a las características físicas del padre, él las toma en cuenta,
pero imagina otra figura, que condensa en la imagen del caballo, algunos atributos del padre.
Es decir que su captación estética, sensible, imaginativa, se despega de la realidad concreta para ir más allá
de su percepción y más acá de una lógica racional. Esa experiencia de no estar del todo allí, es la capacidad
de virtualizar, que tenemos todos los seres humanos. Por eso pienso que lo virtual, no es lo opuesto a lo real,
ni se opone per se nada sino que es la posibilidad despegarse del aquí y ahora concretos.
En ambos momentos de este análisis, a la distancia por correspondencia o en la cercanía cuerpo a cuerpo,
podemos pensar la presencia de lo virtual, en el sentido del desplazamiento a otra topología, a otro lugar. Así
es que tanto al pensar, como al imaginar, Freud no está allí del todo. Está en parte está en un campo no
específicamente físico, tampoco se trata de un campo de pensamiento consciente, sino que estaría creando
otra realidad, en el escenario que la imagen le despliega, como una teatralidad.
Para Freud la virtualidad se asemeja a la imagen que se ve a través de un microscopio, la cual está
modificada por las proyecciones de luz sobre determinados lentes internos, y es imaginada en un lugar
potencial. La lente objetivo, genera una imagen aumentada de la muestra, que se conoce como imagen real,
esta imagen, al observarse a través de los lentes oculares, da lugar a una nueva imagen de nuevo
aumentada, que se conoce como imagen virtual. Las huellas psíquicas, que conforman la memoria, serían
equiparables a una imagen que es modificada en su intensidad, por el juego de reflejos de lentes a partir de la
experiencia con la realidad. Al igual que en el microscopio, las funcionalidades del alma no se corresponden
exactamente a la realidad, sino que son modificadas por juegos de proyecciones. Tampoco tienen, para él, un
lugar anatómico interior, ni están en la pupila que las percibe 55
Así la imagen virtual, se distancia de la muestra real, o de realidad, generando otra realidad que no está
afuera, de un modo tangible, pero tampoco está dentro del aparato, sino que se la percibe en un espacio otro.
Para la óptica geométrica, una imagen óptica puede ser de dos tipos: real o virtual. Cuando yo trabajo con mi
paciente por videollamada, la imagen de la paciente es una imagen real 56 (dado que la percibo como si fuese
proyectada en la pantalla, como una película) Mientras que yo para mí misma, es decir, la imagen de mi
misma en la videollamada, es una imagen virtual 57, (yo me veo como frente a un espejo).
Miradas e imágenes
Las imágenes también tejen los sueños, liberadas del tiempo, tienen la potencialidad de sintetizar y enhebrar
en la sucesión de ellas, como las cuentas de un collar, la expresión de lo más verdadero en nosotros: el deseo
inconsciente.
55
“La localidad psíquica corresponde ent onces a un lugar en el interior de un aparat o, en el que se produce uno de los
estadíos previos de la imagen. En el microscopio y el telescopio, como es sabido, estas son en parte unas localizaciones
ideales, unas zonas en las que no s e sitúa ningún componente aprehensible del aparat o” (FRE UD, S. (1900-01) La
interpretación de los sueños, p, 529,530; Tomo V, A.E)
56
La imagen real es aquella que se forma cuando tras pasar por el sistema óptico, los ray os de luz son convergentes.
Esta imagen no la podemos percibir directamente con nuestro s entido de la vista, pero puede registrarse coloc ando una
pantalla en el lugar donde convergen los rayos.
57
La imagen virtual es aquella que se forma cuando, tras pasar por el sistema óptico, los rayos divergen. Para nuestro
sentido de la vista los rayos parecen venir desde un punto por el que no han pasado realmente. La imagen se percibe en
el lugar donde convergen las prolongaciones de esos rayos divergentes . Es el caso de la imagen formada por un espejo
plano. Las imágenes virtuales no se pueden proyectar sobre una pantalla.
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Sin embargo, la imagen y la mirada no están separadas una de la otra. La imagen del avatar en el juego
online que compone una paciente en la sesión, convoca a un mirar diferente a la imagen del dibujo hecho con
lápiz negro por esa paciente, sobre el fondo blanco con renglones de una hoja de papel. Así como también la
visión del rostro del paciente en la pantalla en su ambiente y no en el nuestro, convoca a una mirada y a una
escucha alternativas y no asemejables a la visión de otro perfil corporal que nos ofrece de él el ángulo de
nuestro diván, desde donde nos llega su voz. Al cambiar las circunstancias de creación del encuadre, cambia
el modo de mirarlas y de pensarlas.
La imagen exige un sentido, al igual que la palabra hablada lo exige de la escucha, y a su vez, mirar no es
recibir pasivamente, sino ordenar lo visible, organizar la experiencia, es el inconsciente extendiendo “antenas
al encuentro del mundo exterior” (Freud, 1925). La construcción de la imagen corporal y los primeros sonidos
vocales, las primeras palabras, ocurren al mismo tiempo, en la historia del desarrollo humano. Imagen y
cuerpo no estarían la una sin la otra, en toda imagen hay algo de cuerpo, en todo cuerpo hay algo de imagen.
La palabra imagen se vincula etimológicamente a la palabra imaginación, imaginar es formar imágenes a
partir de lo percibido. Entiendo a la imaginación como una vivencia sensible, estética, capaz de generar
pensamiento. As í, la imagen tiene una función simbólica, capaz de enlazar y de conectar sensibilidad y
pensamiento. Pienso a la imagen como un híbrido, entre materialidad y pensamiento consciente, porque tiene
una cualidad sensible, experienciable y sin embargo es a la vez, una abstracción de la cosa en sí.
Freud habló del soñar como un pensar en imágenes, imágenes que a su vez portan un sentido significante. El
valor de la imagen no estaría en la sola representación de la realidad, sino que, en su calidad simbólica, tiene
la virtud, de trascender el aquí físico y el ahora temporal, configurando realidad. Esa potencialidad estaría
presente en la experiencia virtual.
Tanto el amor como la transferencia son inmateriales; aunque pueden ser comparables a sensaciones físicas
de calor, abrigo, contención, a las de un determinado aroma personal, como las que produce la materialidad
de un abrazo, o una mano tendida a menos de un metro y medio. Bion (1963) se pregunta: “…cuando la
madre quiere al niño, con qué lo hace?”, y agrega que “aparte de los canales físicos de comunicación … el
amor se expresa a través del ‘ensueño’ (reverie)” (Bion, 1963, pág. 58). El ensueño, la capacidad de soñar la
experiencia emocional, está más allá de la experiencia física, y más acá del pensamiento consciente. Sucede
en una zona de confluencia, de anticipación creativa, donde se conjugan cuerpo sensible y emoción
consciente, en una experiencia fuera del tiempo (ahora) y del espacio (aquí). En momentos intensos de
transferencia, el paciente sale del tiempo y del espacio, habitando un espacio de ilusión. Esa ilusión es
diferente a la fantasía y al delirio, dado que es una experiencia que se vivencia como realidad y que a su vez
tiene una posibilidad de concretización, al corporizarse en la imagen.
La virtualidad de hoy, es otro modo de encuentro con nuestros pacientes, donde cambian los canales físicos
en los que se produce, y se invierte la proporción de cuerpo e imagen. Aunque, sin embargo,
transferencialmente, se generan otras cercanías.
Referencias bibliográficas
- Bion, W. R.; Aprendiendo de la experiencia (1963) pág. 58; Editorial Paidós, Buenos Aires.
- Freud, Sigmund; Análisis de la fobia de un niño de cinco años (1909); Tomo X, Amorrortu Ediciones.
- Freud, Sigmund; Formulaciones de los des principios del acaecer psíquico (1911); Tomo XII, pág. 225, Amorrortu
Ediciones.
- Freud, Sigmund; La negación (1925), Tomo XIX, pág. 256, Amorrortu Ediciones.
- Parra Valencia, Juan Diego; Imagen, Virtualidad y heterotopía. Reflexiones acerca de la imagen y su función
heterotópica; En: Civilizar Ciencias Sociales y Humanas 17 (32); 229-244. Enero-Junio de 2017.
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