Katz, Walter Luis - Salinas Chicas Masacre
Katz, Walter Luis - Salinas Chicas Masacre
Katz, Walter Luis - Salinas Chicas Masacre
LA MASACRE DE SALINAS
CHICAS
(El caso Galíndez)
Walter Luis Katz
Mi agradecimiento a:
Comité Popular Pro
Defensa de G. Russin
Andrea López, Secretaria
de la Intendencia de Médanos.
Prof.ª Andrea Valdman.
Miguel Novo y Sra.
Ernesto y Rosa Teplitz.
Simón Dorfman.
David y Nélida Valdman
Este libro está basado en hechos reales, en que las
situaciones y personajes auténticos se confunden con
los imaginarios
LA MASACRE DE SALINAS CHICAS
(El caso Galíndez)
1. La colonización.
La situación de la población judía era insoportable en
la Rusia Zarista; el antisemitismo era la causa de per-
secuciones, "pogroms" y matanzas diarias que realiza-
ban grupos organizados; en las pequeñas aldeas por lo
general aparecían durante la noche grupos a caballo
que quemaban las viviendas de los desprevenidos ha-
bitantes y sus sinagogas, y los golpeaban y mataban;
frente a esa realidad las autoridades no intervenían, y a
veces colaboraban.
La discriminación y persecución era notoria y descollaba
por la negación a recibir alumnos judíos en las escuelas,
no daban trabajo a integrantes de esa colectividad, y por
cualquier causa o sin ella desterraban personas a Siberia,
donde debían vivir en condiciones infrahumanas. Los
hostigados habitantes organizaron escapatorias en masa
agrupando familias completas que vendieron o abandona-
ron sus propiedades y aldeas; algunos salieron con lo
puesto y lo que podían cargar con sus manos. Los que
disponían de medios viajaron en diferentes condiciones; a
veces hacinados en barcos no adaptados para el transporte
de pasajeros, soportando incomodidades, malas condicio-
nes climáticas y enfermedades. Los países de destino
muchas veces eran elegidos al azar, sin que conocieran
sus características, lo que convertía a esas emigracio-
nes en verdaderos albures.
Por lo general se dirigieron a países que permitían la
entrada de ese grupo étnico y religioso, donde ya se
La masacre de Salinas Chicas - Radowitzky
mera necesidad.
La colonización se realizó en las provincias de Santa
Fe, Entre Ríos, Buenos Aires y Santiago del Estero.
Cada población fue construida según las características
de los lugares de los cuales vinieron sus habitantes, y
también del terreno en que se encontraban; en los cam-
pos se dedicaron a producciones que estaban de acuer-
do con el clima de cada lugar.
Palacios tomó el nombre de Moisés Ville; mientras, el
pueblo fue creciendo. Los hermanos Katz llegaron a
Moisés Ville en mil novecientos diez y probaron su
suerte en las parcelas que recibieron. Todos los miem-
bros de cada familia, padres e hijos trabajaban; las mu-
jeres en la casa y los varones en las tareas agrícolas. A
los niños pequeños, de seis o siete años de edad los
ocupaban como caballerizos; se levantaban a las cinco
de la mañana para dar agua y alimento a los caballos, y
después de ellos llegaban los hermanos mayores para
colocarles las bridas y prepararlos para salir al campo
junto con los mayores. La jornada era larga y continua-
ba hasta la caída del sol.
El trabajo de la tierra fue difícil al principio pues no te-
nían experiencia como labradores, pero fueron apren-
diendo; en esas condiciones continuaron varios años so-
portando sequías y plagas, hasta que una inundación des-
truyó todo lo construido. Muchos decidieron trasladarse al
pueblo y dedicarse a los oficios que habían practicado en
la Rusia zarista.
Los cinco hermanos Katz eran músicos; dos de ellos
habían actuado en orquestas clásicas de Vilna y Minsk.
Algunos eran también peluqueros y sastres. Nacieron
nuevos niños; todo continuaba en su rutina, pero una des-
La masacre de Salinas Chicas - Radowitzky
*
En mil ochocientos noventa y uno la Asociación fun-
dada por el barón Hirsch adquirió veinticinco mil hec-
táreas en la Provincia de Buenos Aires, que compren-
dían una estancia vecina al pueblo de Carlos Casares,
donde se instalaron trescientas familias, con una po-
blación de mil setecientos treinta y cinco personas.
Repartieron parcelas de cincuenta a ciento cincuenta
hectáreas y animales e instrumentos de labranza de
acuerdo con la cantidad de la tierra y número de miem-
bros.
Los colonos en su mayoría no tenían experiencia en los
trabajos de campo, pero tenían la voluntad suficiente
para comenzar; con ese asentamiento se fundó la Co-
lonia Mauricio. Hacia mil novecientos cinco la pobla-
ción llegó a dos mil ciento dieciocho colonos traídos
por la Asociación, más ochocientos cuatro que se agre-
garon como inmigrantes venidos por sus propias ini-
ciativas; las diferencias entre los habitantes de Carlos
Casares y los de Moisés Ville consistían en que fueron
atraídos por la cercanía de Buenos Aires, la buena ca-
lidad de las tierras, y por ser la más próspera de las co-
lonias.
Con la adquisición de más tierras, en mil novecientos
Walter Luis Katz
*
Médanos, otro de los asentamientos, estaba en la re-
gión del secano, lugar semidesértico con tierras areno-
sas. Cabeza del partido de Villarino, era una de las pri-
meras poblaciones fundadas desde que se inició la co-
lonización del Barón Hirsh en Argentina, y años atrás
paso obligado de las tropas de la conquista del desierto
hacia el Sur.
Algarrobo era otro pueblo del partido, con muchos co-
lonos judíos; entre los dos se hallaba el paraje Nicolás
Levalle, donde se encontraban dos salinas y un estable-
cimiento agrícola propiedad de la familia Galíndez. En
esa zona las grandes extensiones de tierras fértiles no
tenían riego y dependían de las lluvias para la produc-
Walter Luis Katz
*
Tebie era uno de los inmigrantes venidos de Polonia
que como casi todos los demás no tenía familia
en el pueblo. Un primo suyo llegado al país junto con
él eligió otra colonización para asentarse, y con ello se
interrumpió el contacto, salvo cartas de felicitación en
ocasión de alguna fiesta, o invitaciones para casamien-
tos.
Tebie trabajaba todos los veranos en la trilla; conocía
los trabajos del campo y tenía experiencia para cerrar
bolsas de arpillera llenas de trigo. Las cosía ordenada-
mente dejando en cada extremo una oreja, que era ele-
mento de apoyo; los cargadores tomaban cada oreja
fuertemente con las manos, y con la fuerza de los bra-
zos y de las piernas se ayudaban para cargar las bolsas
sobre los hombros. Al finalizar la temporada, Tebie se
empleaba en las cuadrillas como changarín, (*) cargan-
do bolsas en los vagones del ferrocarril.
Un día, mientras preparaba las trilladoras para el tra-
bajo, un caballo le dio una patada, fracturándole una
pierna. Lo llevaron inmediatamente al pueblo a una
persona que entendía de huesos, quien decidió ponerle
un yeso alrededor de la parte quebrada. Tebie debió
permanecer acostado o sentado sin poder apoyar el pie
durante más de dos meses, esperando que la fractura se
uniera.
Terminado el plazo y sacado el yeso, al tener las dos
piernas libres comprobó que no podía apoyar la que
La masacre de Salinas Chicas - Radowitzky
*
Uno de los primeros síntomas de antisemitismo se co-
noció cuando la directora de la escuela provincial tuvo
un acto de diferenciación con un niño israelita. En ac-
titud solidaria con él, todos los alumnos de esa colec-
tividad se levantaron y caminaron directamente a la es-
cuela nacional para inscribirse. Fueron bien recibidos
por el director, que no puso ningún impedimento para
aceptarlos como alumnos en el establecimiento, en
momentos en que las clases estaban avanzadas.
Otro caso ocurrido en esa época conmovió al vecinda-
rio de Médanos. Un grupo de personas cuya identi-
dad no fue dada a conocer, atacó a un anciano judío
Walter Luis Katz
*
El pueblo seguía creciendo, pero conservaba su espe-
cial carácter de aldea; las actividades sociales eran
compartidas entre diversos grupos, y como en toda ur-
be, algunas personas se dedicaban a saber artes y par-
tes de los demás. Un buen ejemplo era la capacidad
que los chismosos tenían para reconocer atributos en
los forasteros y adivinar sus intenciones, por ejemplo
si tenían interés en asentarse en el pueblo, o llegaban
para curiosear.
También hacían cálculos sobre la posibilidad de hacer-
le "gancho" a un nuevo muchacho con alguna de las
chicas solteras, y no podían comprender qué atractivo
encontró en el lugar que los demás jóvenes abandona-
ban por falta de trabajo. También especularon sobre
Walter Luis Katz
*
En el pueblo había una gran actividad deportiva y
cultural. Hubo destacados jugadores de futbol y un de-
tallle los diferenciaba de los demás: jugaban descalzos
y tenían en sus pies suficiente potencia para patear con
fuerza la pelota.
También había un grupo que se dedicaba al teatro, en
que representaban obras de autores surgidos de la re-
volución bolchevique, y clásicos de la Europa oriental
del siglo diecinueve.
En cierta oportunidad, durante una actuación se des-
compuso uno de los actores cuando estaban casi al fi-
nal de la presentación; su papel era cerrar la obra con
un monólogo dramático que daba solución a los pro-
blemas planteados en el transcurso de la obra.
De inmediato llamaron a un amigo para que lo suplan-
tara y llenara el vacío; éste vino rápidamente y en po-
cos segundos, dentro del ruido que venía del escenario
La masacre de Salinas Chicas - Radowitzky
paradero.
Juan Bautista Vairoletto nació en mil ochocientos no-
venta y cuatro en una localidad de la Provincia de San-
ta Fe; luego se radicó en La Pampa. Su sistema era di-
ferente del utilizado por Mate cocido; actuaba solo,
tenía mujer e hijos a los que visitaba esporádicamente,
y fue conocido como buen jinete, seductor y bailarín.
Se dedicaba a asaltar negocios a lo largo de la vieja go-
bernación, y vivía huyendo, escondiéndose entre rese-
ros e indios a quienes ayudaba económicamente.
Chicos y grandes lo conocían como un Robin Hood de
las Pampas, y las historias que se contaban de él siem-
pre eran diferentes. Su elegante caballo alazán era re-
emplazado en algunos cuentos por un pequeño tordillo,
sobre el que montaba trotando sin ostentación. Por su
osadía y valentía lo admiraban todos los niños y ma-
yores, y también los policías que no lograban captu-
rarlo.
Vairoletto murió en su ley, en momentos que vivía re-
tirado en un pueblito de Mendoza, dedicado a su mujer
y dos hijas, acorralado después que lo delataron. No
cedió; antes de recibir un balazo de la policía, prefirió
morir por una de sus propias balas.
También había en el país una serie de asaltantes im-
provisados que mataban por una pequeña suma de di-
nero, y representaban el terror en los caminos. Méda-
nos y sus vecindades eran lugares tranquilos en que no
se conocían esos peligros.
*
Manuel Katz era petiso, cascarrabias, ateo y rezon-
gón; lo llamaban "Mendel de lituik" (Manuel el litua-
Walter Luis Katz
*
Gregorio y Jaique Sbriller llegaron al país con sus hi-
jos en mil novecientos diez desde Marculesti en Besa-
ravia, y se dirigieron a Santa Catalina, una coloniza-
ción ubicada cerca del ferrocarril del Sud, vía Patago-
nes. Se instalaron en el lugar, laboraron la tierra por un
tiempo, hasta que una inundación destruyó todo. Al
perder su pequeño capital; don Gregorio tomó a su fa-
milia y se radicó en Médanos, donde trabajó como co-
misionista entre el pueblo y la ciudad de Bahía Blanca.
*
La masacre de Salinas Chicas - Radowitzky
*
El anarquismo de cada simpatizante de esa idea tenía
diferentes grados, y aunque originalmente la intención
era intervenir en acciones sindicalistas y políticas, se
convirtió en actos de protesta, con el propósito de mo-
lestar en todas las actividades. Los jóvenes del pueblo
adoptaron esas ideas, pero nunca las concretaron, pues
no ofrecían soluciones prácticas, sino que sirvieron pa-
ra representar a la generación en su romanticismo.
En uno de los pequeños grupos salidos de Rusia llegó
el joven Moseike. Era conocido por sus dotes de char-
latán, y así lo demostraba en reuniones familiares, en
las que participaba aceptando invitaciones para comer
o para tomar un bromfn (trago).
Era de baja altura, relleno, aceptado entre los jovenes y
mayores, conversador, extrovertido, con dotes natura-
les para ser líder, aunque su educación estaba basada
en simulaciones y poses; lograba reunir a la gente para
darles conferencias, aunque eran inofensivas, sin re-
sultados positivos en sus intentos por convencer, pero
La masacre de Salinas Chicas - Radowitzky
trovertida e irrespetuosa.
Jacobo Presberg era otro inmigrante venido de Rusia,
era un hombre de familia; casado y padre de dos niños,
practicaba la religión de sus padres, aunque no tenía
educación religiosa. Su oficio era la albañilería y no te-
nía relación diaria con la gente llegada de Europa
oriental.
Tebie pertenecía al grupo de jóvenes inmigrantes, pero
por su carácter recatado y más tarde por el accidente
que lo dejó disminuido físicamente, interrumpió sus
encuentros con ellos.
En esa época, en el pequeño pueblo no había muchos
lugares de diversión; por eso se realizaban fiestas y
reuniones en casas de familia a las que concurrían jó-
venes y también gente mayor. En una ocasión se fes-
tejó un cumpleaños; al principio estuvo animado, pero
pronto algunos jóvenes comenzaron a aburrirse; para
evitar que se fueran, uno apodado Natan de freser (el
tragón) tuvo una brillante idea: realizar un certamen
con otro al que llamaban David de nasher (el goloso).
La apuesta era quien comía más de la torta de crema
que estaba sobre una mesa, en determinado tiempo.
Moishe de grover (el gordo; también el grosero) quiso
participar – momentito; yo entro.
El tragón lo paró en seco – aquí no entra nadie, esa tor-
ta es para dos, no para tres; andá a sentarte, gordo – és-
te lo hizo con pocas ganas. La competición comen-
zó; los comilones atacaron a las dos mitades de torta,
cada uno a la suya; la dueña de casa, al ver el círculo
de muchachos y escuchar que alentaban con gritos y
aplausos, se acercó a mirar y casi se desmayó al ver lo
que ocurría con su torta, a la que había dedicado mu-
Walter Luis Katz
***
La masacre de Salinas Chicas - Radowitzky
2. La masacre.
Galíndez no explotaba la totalidad de sus propiedades
que incluían las salinas y campos ubicados en el paraje
Nicolás Levalle. Le convenía arrendar a colonos buena
parte de las tierras; la principal entrada de la estancia
estaba integrada por porcentajes sobre las bolsas de
trigo cosechadas, a la que agregaba lo logrado sobre el
triguillo, mezcla obtenida de los rechazos de trigo, y
paja. Ese producto no se consideraba comercial, y has-
ta entonces ningún propietario de tierras lo tuvo en
cuenta para agregar algunos pesos a sus ingresos.
Federico Winckler, joven inmigrante alemán era el re-
cibidor de los productos y guardaba fidelidad incondi-
cional a su patrón; comenzaba muy temprano su tra-
bajo, recorría el campo a caballo y regresaba muy tar-
de. Había instalado su habitación en forma miserable,
en uno de los galpones.
El día sábado diecinueve de marzo de mil novecientos
veintisiete llegaron a la estancia de Galíndez Jacobo
Presberg, que se ocupaba de trabajos de albañilería, y
su dependiente Gregorio Russin, a quien había cono-
cido un tiempo antes y contratado como oficial albañil
para que lo ayudara en tareas de reparaciones en la
mansión de esa familia, dentro de la estancia.
Salvador Marino los trajo desde Médanos en una vi-
llalonga; esa tarde conocieron a su mujer Elvira. Los
Marino se veían tensos y se expresaban con movi-
mientos nerviosos; era tanta la religiosidad de esas per-
sonas, que podría llegar al fanatismo. Estaban en Sali-
nas Chicas, él como encargado y su mujer como acom-
pañante. Galíndez lo había contratado en Buenos Aires
para trabajar en la estancia. También conocieron a Fe-
Walter Luis Katz
14 *
15 La policía había reunido muchos datos, pero no los da-
16 ba a conocer a la prensa; tampoco los rumores eran
17 confirmados. Moseike aprovechó para convertirse en
18 fuente de información. Visitó a cada uno de sus diarios
19 interlocutores y los puso al tanto de las novedades,
20 mientras aprovechaba la invitación para una cena y
21 unos tragos en la sobremesa.
22 "En la huida, los asesinos atravesaron parte de varias
23 provincias y se dirigieron hacia el norte; continuaban
24 la fuga montados a caballo sin dificultades porque en
25 los campos no faltaban pastos frescos y agua para los
26 animales. Cuando quedaban sin provisiones, alguno de
27 ellos entraba a algún almacén o pulpería a comprar al-
28 go para comer; en los bolsillos conservaban los pesos
29 robados a Galíndez."
30 "En el límite entre San Luis y Córdoba se separaron;
31 uno de ellos siguió hacia La Rioja y Catamarca con in-
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1 *
2 "Otro de los delincuentes era una mujer; a duras pe-
3 nas llegó a Bolivia bajo el fuerte sol de la puna. Los
4 policías de la frontera la estaban observando desde un
5 lugar alto, y cuando pasó los límites detuvieron su
6 marcha y la obligaron a volver atrás. Debilitada por la
7 sed se entregó en la comisaría de un punto fronterizo, y
8 de allí la enviaron al lugar donde era reclamada, para
9 ser sometida a juicio. En la opinión de las fuerzas poli-
10 ciales, aún quedaba sin capturar un peligroso asesino."
11 Moseike continuaba relatando hechos, recibidos de su
12 secreta fuente de información.
13 "Russin estaba distraído trabajando entre los viñedos,
14 cuando de pronto vio un policía apuntándole con una
15 carabina; miró hacia un costado y vio otro; en el otro
16 costado estaba un tercero; levantó las manos y miró
17 hacia atrás; un cuarto agente armado le apuntaba. Ca-
18 minó hacia uno de ellos con las manos en alto y se de-
19 jó esposar. Lo condujeron caminando hasta la comisa-
20 ría local, donde fue encerrado e incomunicado. Su fuga
21 de casi dos meses había concluido."
22 "Carmela fue citada para declarar lo que sabía del de-
23 tenido. Estaba asombrada y en sus declaraciones mani-
24 festó que el trabajador de su chacra siempre demostró
25 ser una persona tranquila y de buenos sentimientos.
26 Los investigadores no desconfiaron de ella, y le comu-
27 nicaron que estaba libre, pero le advirtieron que se re-
28 servaban la opción de llamarla a declarar nuevamente.
29 *
30 Uno de los hermanos Galíndez y su hijo Totín se sal-
31 varon de la matanza, porque habían viajado a Buenos
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1 3. La verdadera versión.
2 La realidad de los hechos se recogió de las declaracio-
3 nes de cada uno de los detenidos y los testigos que fue-
4 ron apareciendo en el curso de la investígación.
5 Presberg aseguraba ser inocente junto con Russin y
6 acusó como autores del hecho a Salvador Marino y a
7 su esposa Elvira Farulla. "Dijo que no lo mataron por
8 tenerle lástima, pero lo ataron con alambre, cruzándole
9 los brazos y dejándolo inmóvil mientras cometían las
10 fechorías" (*)
11 Jacobo informó que el veintitrés de marzo en horas de
12 la tarde fueron asesinados los ancianos, mientras sus
13 hijos habían llevado a Médanos a Casares, amigo de la
14 familia. Cuando regresaron a la estancia, fueron muer-
15 tos después que bajaron las mercaderías del auto.
16 Afirmaba que la masacre fue realizada por venganza
17 debido a malos tratos que recibían de los Galíndez, que
18 a Winckler lo asesinaron por que era incondicional de
19 la familia, y a la sirvienta para que no los delatara.
20 Presberg también describió las prendas que el matri-
21 monio vistió en diversas ocasiones, detalle que podría
22 ser relevante en la continuación del sumario.
23 El trato recibido y la poca comida no eran sufícientes
24 causas para cometer semejante atrocidad; más tarde se
25 comentó que el motivo tenía un fondo más profundo.
26 Según los comentarios, más de veinte años atrás, la
27 madre de Elvira Farulla trabajó como mucama en la
28 estancia Salinas Chicas; durante esa época tuvo rela-
29 ciones con un cuñado de Galíndez; la joven quedó em-
30 barazada y Galíndez la despidió para evitar complica-
31 (*) La Nueva Provincia
La masacre de Salinas Chicas - Radowitzky
27 *
28 Declaración de Salvador Marino:
29 "Alegó que el día que trajo de Médanos Jacobo Pres-
30 berg junto con Russin, éste pidió carne para comer; el
31 dueño le dijo que no había y que se arreglaran como
La masacre de Salinas Chicas - Radowitzky
1 torsiones de un payaso.
2 Al finalizar la entrevista les apretó las manos y agra-
3 deció la visita. Cuando se fue el alcaide dijo - ¡ustedes
4 habían sido amigos! Si le hacen caso van a quedar
5 aturdidos. – Pero ellos ya estaban aturdidos. De la con-
6 versación mantenida con Gregorio Russin tenían mu-
7 cho para pensar, y en el fondo de sus almas se reen-
8 contraban con un montón de recuerdos. (*)
9
10 *
11 El abogado defensor se propuso encarar la defensa
12 desde un punto de vista sumamente interesante. En el
13 sumario se hizo pie al parecer en las ideas avanzadas
14 de Russin. Se estableció que tenía numerosos ascen-
15 dientes que tuvieron activa participación en las luchas
16 sociales, y el Dr. Palacio Zino se propuso desenvolver
17 el tema "La doctrina socialista en la perversidad de
18 Russin". Prometía ser una pieza interesante y el acusa-
19 do confiaba que iba a ser documento importante para
20 gravitar en la hora definitiva de la sentencia.
21
22 *
23 La puerta de rejas se abrió con un chirrido quejum-
24 broso; un perrazo que dormía en el patio de la guardia
25 corrió presurosamente al lado del guardián y esperó la
26 salida del recluso. Marino ya estaba frente a ellos ca-
27 minando con agilidad. Estaba perfectamente afeitado;
28 parecía que acababa de salir de una peluquería; sus ro-
29 pas eran claras y limpias. Llegó frente a los periodistas
30 y se cuadró frente al alcaide, haciendo un saludo que
31 bien podría ser militar. La cortesía de Marino les hizo
32 (*) Extractado de la Nueva Provincia del 30-3-1930.
Walter Luis Katz
14 *
15 Jacobo Presberg vino hacia los periodistas caminando
16 despaciosamente. Lo miraban venir desde el patio de la
17 guardia. El alcaide como adivinando los pensamientos
18 de los otros exclamó – de los cuatro, éste es el más
19 desgraciado. – Ciertamente, parecía que vivía agobia-
20 do, sumergido en sus pensamientos.
21 - De La Nueva Provincia. Desearíamos fotografiarlo y
22 también conversar con usted – Presberg pareció reani-
23 marse; una sonrisa melancólica se dibujó en su rostro.
24 - ¡Oh! ¡Cómo no! – Dijo con una inflexión particular
25 en su extraño castellano. Cuando el fotógrafo cumplió
26 con su trabajo Presberg se acercó. - Ya he visto que La
27 Nueva Provincia publicó la defensa que me hizo el
28 doctor Dillon.
29 - ¿La ha visto nomás? - Preguntaron los periodistas.
30 - También me la han leído los muchachos, porque yo
31 no sé leer.
Walter Luis Katz
1 *
2 La defensa llegó a la conclusión de que a Jacobo Pres-
3 berg le correspondía únicamente la responsabilidad de
4 encubrimiento en el hecho, e hizo una serie de consi-
5 deraciones que fueron publicadas en el diario. Pidió
6 que en el más riguroso de los casos se le aplicara la
7 condena que merecía tal delito atento a los buenos an-
8 tecedentes y por ser delincuente primario, es decir
9 quince días de prisión.
10 *
11 Dolorosa repugnancia se siente al recordar los detalles
12 de la cruenta jornada en la que perdió la vida una fa-
13 milia entera, masacrada por el instinto incontenible de
14 la fiera humana. Llegó la hora de la sentencia. La vin-
15 dicta pública se sentirá satisfecha, pero la sociedad ha-
16 brá logrado a medias su reparación, ya que deberá sen-
17 tir una vez más el triste desgarramiento que produce
18 toda separación, aún cuando ellos sean reos de un de-
19 lito cometido en un cuarto de hora en que, pese a todas
20 las explicaciones, sus actores necesariamente deberán
21 vivir el resto de una vida fantásticamente anormal y
22 tristemente sangrienta.
23 Dentro de las normas taxativas de la justicia humana,
24 de la imperfecta y limitada justicia humana, este fallo
25 será entonces el epílogo normal de la dolorosa trage-
26 dia. (*)
27 Las sentencias provisorias se dictaron en el año mil
28 nove cientos treinta y uno. Russin recibió la condena
29 de reclusión perpetua y Presberg veinte años de re-
30 clusión.
31 (*) La Nueva Provincia del 25 de marzo de 1931
Walter Luis Katz
1 4. La reclusión.
2 Durante las primeras décadas del siglo los movimien-
3 tos de protesta en el país estaban representados por el
4 anarquismo y el comunismo. Las raíces del anarquis-
5 mo estaban en la inmigración de países europeos, en
6 especial de España y el este de Europa. Se agrupaban
7 en sindicatos, difundiendo sus ideas y participando en
8 acciones de terror.
9 Los movimientos de represión del país eran antisemi-
10 tas y xenófobos, y con aquiescencia y colaboración de
11 la policía asesinaban a obreros y anarquistas, y a ve-
12 ces también a los que tenían aspecto de extranjeros.
13 El país era reaccionario en relación con elementos ex-
14 tremistas, a los que detenían sin que cometieran deli-
15 tos; los anarquistas eran enviados a las prisiones más
16 seguras del país, en especial a la que esperaba a Rus-
17 sin, Marino y Presberg en el lejano sur. Los asesinos
18 más peligrosos se encontraban allí cumpliendo conde-
19 na, y los envíos continuaban; con ellos deberían con-
20 vivir.
21 ***
22 En Médanos la vida proseguía. Había fiesta en la casa
23 de doña Jaique y don Gregorio; se casaba una hija de
24 ambos con un amigo de Russín y Moseike. El novio,
25 hijo de Manuel el lituano había regresado de Buenos
26 Aires, donde trabajó varios años y ahorró algo para po-
27 der comenzar. Era uno de los chicos llegados desde
28 Moisés Ville y Coronel Suárez muchos años antes. Por
29 falta de trabajo en Médanos para los jóvenes con ofi-
30 cio, éstos viajaban a las grandes ciudades y se emple-
31 aban; algunos formaban familia y permanecían; otros
Walter Luis Katz
1 5. El recurso de revisión.
2 Cuando la Suprema Corte de la Provincia de Buenos
3 Aires ya había dictado su sentencia contra Gregorio
4 Russin, y sus defensores la Doctora María Rosa Ro-
5 senblat y el Doctor Julio C. Martella tenían en trámite
6 un recurso ante la Suprema Corte de Justicia de la Na-
7 ción, se publicó una carta en que Salvador Marino
8 anunciaba la inocencia de aquél y de Jacobo Presberg
9 en el hecho de Salinas Chicas, manifestándose como
10 único responsable de esas muertes.
11 Amigos de Gregorio Russin de la ciudad de Bahía
12 Blanca y Médanos formaron un comité en su defensa,
13 lo acompañaron en el transcurso del recurso de revi-
14 sión presentado por sus abogados en abril del año mil
15 novecientos treinta y nueve, y publicaron un manifies-
16 to, a manera de prólogo del Recurso Extraordinario de
17 Revisión y lo repartieron para ser conocido por los ha-
18 bitantes de ambos lugares instituciones y autoridades.
19 "Los amigos del condenado, a quien conocemos desde
20 la infancia, con quien muchos hemos frecuentado la
21 misma aula escolar y pasado momentos de la juventud,
22 nos sentimos gratamente sorprendidos. Pensamos que
23 sería posible al fin lograr su libertad.
24 "Pasaron algunos días y entrevistamos a Gregorio Rus-
25 sin en la Cárcel Departamental, el que nos dijo: "He
26 sostenido siempre mi inocencia y la seguiré afirman-
27 do. Sólo deseo ahora que mi defensora encuentre la co-
28 laboración necesaria para la revisación del proceso y
29 todo se andará".
30 "La verdad es una, y siempre se llega a la verdad".
31 "Él mismo nos sugirió el nombre de un colaborador,
32 por cierto lo suficientemente conocido en nuestro me-
Walter Luis Katz
24 *
25 El prólogo de ese recurso no carente de sentimientos
26 anunciaba muchos datos esclarecedores:
27 Cuando el delito ocurre la conciencia pública se alar-
28 ma y busca con ansias al culpable. Hasta aquí nada hay
29 de malo. Turbada la seguridad de las ciudades y cam-
30 pos, todos se sienten amenazados, a todos interesa que
31 el delito no pueda repetirse por obra del reo o de cual-
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31 En el Recurso extraordinario de Revisión, los presen-
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15 José María Garay compareció como testigo en marzo
16 de mil novecientos veintisiete y también envió a los
17 abogados de Russin una carta de reconocimiento en
18 febrero de mil novecientos treinta y nueve:
19 "Médanos, 6 de febrero de 1939. Doctores María Ro-
20 senblat y Julio C. Martella. "Bahía Blanca. De mi con-
21 sideración:
22 Por la presente ratifico a Uds. Las manifestaciones ver-
23 bales que he hecho, de que la fotografía publicada en
24 "Noticias Gráficas" del Viernes 3 de Febrero y que se
25 da como correspondiente a Juan Galiffi, reconozco a la
26 persona que se entrevistó con Salvador Marino en Mé-
27 danos, pocos días antes del hecho de Salinas Chicas y
28 a quien me referí en la declaración prestada ante el
29 Juez de Crimen Doctor Manuel Cañas. Entonces no
30 pude, de las fotografías que se exhibieron, identificar
31 al mismo, porque su fotografía no estaba comprendida
La masacre de Salinas Chicas - Radowitzky
1 ha denunciado últimamente.
2 En el expediente de estos Tribunales se condenó a re-
3 clusión perpetua a Salvador Marino, autor confeso del
4 hecho; a 17 años de de prisión a su esposa Elvira Fa-
5 rulla, que ahora está radicada en libertad provisional en
6 esa provincia; y a prisión perpetua a Gregorio Russin y
7 Jacobo Presberg, dos israelitas que habían sido contra-
8 tados para trabajar en el lugar cuatro días antes del he-
9 cho (el último apenas hablaba el castellano); a quienes
10 Marino y la Farulla imputaron participación, y que son
11 los que afirman ser inocentes.
12 Las imputaciones de los dos coprocesados y el hecho
13 de que el primero siguió a Marino en su fuga y el se-
14 gundo guardara silencio, han sido las causas principa-
15 les que justificaron la condena. Russin en su declara-
16 ción indagatoria en el año 1927 dice que cuando Salva-
17 dor Marino los obligó a seguirlos y dejó a Presberg, los
18 amenazó con la "maffia", que los vigilaría, si lo delata-
19 ban. Le hemos preguntado ahora en la prisión e insiste
20 en la verdad.
21 En autos aparece copia de un telegrama que el 19 de
22 Marzo dirigió Salvador Marino a un tal Felipe Lubba-
23 bo, domiciliado en la calle Aráoz de la Capital Federal,
24 concebido en estos términos: "Salga mañana. Lo espe-
25 ro Lunes en la estación". Está despachado en la oficina
26 de Correos de Médanos.
27 Hay antes en autos otro telegrama dirigido a la misma
28 persona y suscripto por Juan Gate. Salvador Marino el
29 año 1927 negó que los telegramas fueran de él, pero se
30 estableció por peritaje su caligrafía. Además un parien-
31 te de los asesinados lo vio despachar el último y de-
32 claró en el sumario que a Marino lo acompañaba otra
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1 6. Coda.
2 Se sabe de la buena conducta de Gregorio Russin en el
3 presidio y que estudió abogacía y se recibió estando re-
4 cluido.
5 En los años cincuenta, por consejo de amigos y el apo-
6 yo de un comité popular fundado para su defensa, ele-
7 vó un pedido especial de amnistía a la Señora Eva
8 Duarte de Perón; quien intercedió para que recobrara
9 la libertad. Después de su absolución, Russin se trasla-
10 dó a Bahía Blanca al hogar en que su esposa lo esperó
11 durante veintiocho años. Algunos amigos de la adoles-
12 cencia viajaron contentos a visitarlo, pero volvieron
13 decepcionados; no era la persona activa y optimista
14 que habían conocido. Ya era tarde para que gozara de
15 la libertad. Cuando salió de la cárcel era otra persona,
16 destrozada y pesimista. En su rostro no se veían arru-
17 gas producidas por sonrisas, sino las que traen el sufri-
18 miento y la amargura. Enfermo, casi ciego y sin moti-
19 vación para seguir viviendo, falleció pocos meses des-
20 pués.
21 Marino permaneció en la cárcel de Sierra Chica, incon-
22 movible ante su situación personal y sin demostrar
23 arrepentimiento por el daño hecho. Su esposa, que lo
24 visitaba periódicamente comenzó relaciones con un
25 empleado de la cárcel. En el transcurso de los años
26 Salvador ganó la confianza del director del instituto
27 penal, fue bien tratado y recibió un buen puesto de tra-
28 bajo. Fue encargado de uno de los depósitos y disfrutó
29 de algunas preferencias del director del penal; continuó
30 con su condena hasta que falleció en el presidio. Jaco-
31 bo Presberg continuó su reclusión llorando a solas su
32 desgracia, y esperando con estoicismo el momento de
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12 El caso de Salinas Chica caso de Salinas Chicas en su
13 momento puso al Partido de Villarino y a la localidad
14 de Médanos en el conocimiento público de todo el pa-
15 ís, y con el correr del tiempo fue el señuelo que atrajo
16 gente para visitar el lugar y establecerse en él. Aunque
17 los sucesos fueron negativos, los participantes son con-
18 siderados pequeños héroes dentro de la tragedia.
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21 Observación del autor:
22 Con el paso de los años y el avance de la ciencia se descu-
23 brió el ADN. Si los comentarios de que Elvira Farulla po-
24 dría ser hija natural de un cuñado de Galíndez tenían valor,
25 la comparación del ADN entre esas personas o descendien-
26 tes de ellas podrían traer la verdad. Con ella se podría acla-
27 rar los verdaderos motivos del crimen, la culpabilidad abso-
28 luta de Marino y la inocencia de Russin y Presberg.
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BIBLIOGRAFIA
Diario "La Nueva Provincia"
Comité Popular Pro Defensa de G. Russin "Recurso
Extraordinario de Revisión"
Extraordinario de Revisión"