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Taller La Fabula de Aguilucho

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ACTIVIDAD INICIO DE PERIODO 4 2020

1. Lee la siguiente fabula y reflexiona acerca de ella, luego escríbela,


realiza un dibujo que ilustre la enseñanza o moraleja que te dejo.

2. Siéntate un momento piensa y analízate, ahora escribe cuáles son tus


Fortalezas, Amenazas, Oportunidades, Debilidades.

3. ¿Cómo puedes aplicar esta lectura a tu vida personal?

4. ¿En que situaciones siento que no confió en mí mismo?

5. ¿Qué debo hacer para confiar más en mí mismo?

LA FÁBULA DEL AGUILUCHO

Érase una vez un granjero que, mientras caminaba por el bosque, encontró un
aguilucho malherido. Se lo llevó a su casa, lo curó y lo puso en el corral, donde
pronto aprendió a comer la misma comida que los pollos y a comportarse como
éstos.
Un día, un naturalista que pasaba por allí le preguntó al granjero:

 ¿Por qué esta águila, la reina de todas las aves y pájaros, permanece
encerrada en el corral con los pollos?

El granjero contestó:

 Me la encontré malherida en el bosque y, como le he dado la misma comida


que a los pollos y le he enseñado a ser como un pollo, no ha aprendido a
volar. Se comporta como los pollos y, por tanto, ya no es un águila.
El naturalista dijo:

 El tuyo me parece un bello gesto, haberla recogido y haberla curado y


cuidado. Además, le has dado la oportunidad de sobrevivir y le has
proporcionado la compañía y el calor de los pollos de tu corral. Sin embargo,
tiene corazón de águila y, con toda seguridad, se le puede enseñar a volar.
¿Qué te parece si la ponemos en situación de hacerlo?

 No entiendo lo que me dices -respondió el granjero-. Si hubiera querido volar,


lo hubiese hecho. Yo no se lo he impedido.

 Es verdad, tú no se lo has impedido, pero como muy bien decías antes, como
le enseñaste a comportarse como los pollo, por eso no vuela. ¿Y si le
enseñamos a volar como las águilas?

 ¿Por qué insistes tanto? Mira, se comporta como los pollos y ya no es un


águila, qué le vamos a hacer. Hay cosas que no se pueden cambiar.

El naturalista hizo una pausa, y luego dijo:

 Es verdad que en estos últimos meses se está comportando como los pollos.
Pero tengo la impresión de que te fijas demasiado en sus dificultades para
volar. ¿Qué te parece si nos fijamos ahora en su corazón de águila y en sus
posibilidades de volar?

 Tengo mis dudas porque, ¿qué es lo que cambia si en lugar de pensar en las
dificultades, pensamos en las posibilidades?

 Me parece una buena pregunta la que me haces. Si pensamos en las


dificultades, es más probable que nos conformemos con su comportamiento
actual. Pero, ¿no crees que si pensamos en las posibilidades de volar esto
nos invita a darle oportunidades y a probar si esas posibilidades se hacen
efectivas?

 Es posible -reconoció el granjero-.

 ¿Qué te parece si probamos?

 Probemos.

Animado, el naturalista, al día siguiente, sacó al aguilucho del corral, lo cogió


suavemente en brazos y lo llevó hasta una loma cercana. Le dijo:

 - Tú perteneces al cielo, no a la tierra. Abre tus alas y vuela. Puedes hacerlo.


Estas palabras persuasivas no convencieron al aguilucho. Estaba confuso y, al ver
desde la loma a los pollos comiendo, se fue dando saltos a reunirse con ellos.
Creyó que había perdido su capacidad de volar y tuvo miedo.
Desanimarse, al día siguiente, el naturalista llevó al aguilucho al tejado de la
granja y le animó diciendo:

 Eres un águila. Abre las alas y vuela. Puedes hacerlo.

El aguilucho tuvo miedo de nuevo de sí mismo y de todo lo que le rodeaba. Nunca


lo había contemplado desde aquella altura. Temblando, miró al naturalista y saltó
una vez más hacia el corral.
Muy temprano, al día siguiente, el naturalista llevó al aguilucho a una elevada
montaña. Una vez allí, le animó diciendo:

 Eres un águila, abre las alas y vuela.

El aguilucho miró fijamente a los ojos del naturalista. Éste, impresionado por
aquella mirada, le dijo en voz baja y suavemente.

 No me sorprende que tengas miedo. Es normal que lo tengas. Pero ya verás


cómo vale la pena intentarlo. Podrás recorrer distancias enormes, jugar con el
viento y conocer otros corazones de águila. Además, estos días pasados,
cuando saltabas pudiste comprobar qué fuerza tienen tus alas.

El aguilucho miró alrededor, abajo, hacia el corral, y arriba, hacia el cielo.


Entonces el naturalista lo levantó hacia el sol y lo acarició suavemente. El
aguilucho abrió lentamente las alas y, finalmente, con un grito triunfante, voló
alejándose en el cielo. Había recuperado por fin sus posibilidades.
Anónimo

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