1. En diciembre de 1895, los hermanos Lumiere presentaron su cinematógrafo en el sótano del Grand Café en París, llamado Salón Indien. Aunque solo asistieron algunas personas invitadas y la recaudación fue modesta, la proyección de cortometrajes de apenas 10 minutos causó sensación entre los espectadores por la calidad de las imágenes en movimiento.
2. Al día siguiente, los periódicos elogiaron el nuevo invento. En dos semanas, la recaudación aumentó a casi 2.500 francos diarios. A
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1. En diciembre de 1895, los hermanos Lumiere presentaron su cinematógrafo en el sótano del Grand Café en París, llamado Salón Indien. Aunque solo asistieron algunas personas invitadas y la recaudación fue modesta, la proyección de cortometrajes de apenas 10 minutos causó sensación entre los espectadores por la calidad de las imágenes en movimiento.
2. Al día siguiente, los periódicos elogiaron el nuevo invento. En dos semanas, la recaudación aumentó a casi 2.500 francos diarios. A
1. En diciembre de 1895, los hermanos Lumiere presentaron su cinematógrafo en el sótano del Grand Café en París, llamado Salón Indien. Aunque solo asistieron algunas personas invitadas y la recaudación fue modesta, la proyección de cortometrajes de apenas 10 minutos causó sensación entre los espectadores por la calidad de las imágenes en movimiento.
2. Al día siguiente, los periódicos elogiaron el nuevo invento. En dos semanas, la recaudación aumentó a casi 2.500 francos diarios. A
1. En diciembre de 1895, los hermanos Lumiere presentaron su cinematógrafo en el sótano del Grand Café en París, llamado Salón Indien. Aunque solo asistieron algunas personas invitadas y la recaudación fue modesta, la proyección de cortometrajes de apenas 10 minutos causó sensación entre los espectadores por la calidad de las imágenes en movimiento.
2. Al día siguiente, los periódicos elogiaron el nuevo invento. En dos semanas, la recaudación aumentó a casi 2.500 francos diarios. A
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1.
Los fantasmas del Salón Indien
El año 1895 fue un año tumultuoso y agitado para la historia. En la isla de Cuba, se lanza el Grito de Baire, con lo que estallará de nuevo la guerra, esta vez definitiva, por la independencia de la isla, las calientes arenas del sur de África se llenan de sangre en la guerra de los Boers. Las cosas no van mucho mejor en Francia, donde el escándalo Dreifus, miembro del estado mayor, que ha sido degradado y exiliado a la Guayana, en la temida cárcel del diablo. Pero, es también el siglo del progreso, de la técnica y a la tecnología. Algunos maldicen a la civilización maquinista que está dando la vuelta al globo. Otros, alaban el progreso de la maquina a vapor y la electricidad, los símbolos del progreso industrial. Y, de este formidable empuje de la civilización maquinista ha nacido en Lyon, la que sería la máquina de imprimir la vida, creándose a partir de ella fabulosos mitos y sueños. Satisfechos con los ensayos iniciales, los hermanos Lumiere decidieron emprender la presentación pública de su invento en la capital de su país, Paris. El local elegido para la presentación, sería un sótano del Gran Café, en el Boulevard de las Capuchinas. El saloncito había sido bautizado on el presuntuoso nombre de “Salón Indien” y solía ser utilizado como salón de billar. La sala era de dimensiones reducidas, para que en el caso de que supusiese un fracaso, este no fuera muy sonoro. Antoine Lumiere visito al dueño del Grand Café, un italiano de nombre Volpini y le propuso alquilar la sala a cambio del 20% de la recaudación, pero este tenía tan poca confianza en el nuevo artilugio que rechazo la oferta y estipulo la suma de 30 francos al día. Los inventores eligieron la decisiva semana de Navidad para mostrar el cinematógrafo, que así había sido bautizado, durante la cual se llenaban los bulevares de gentes buscando sus regalos y haciendo sus compras. Los Lumiere pusieron en los cristales del Grand Palace carteles publicitarios, así como repartieron algunas entradas entre destacados personajes parisinos que pudieran hacer eco de su invento. Los carteles indicaban “Este aparato, inventado por MM. Auguste y Louis Lumiere, permite recoger durante cierto tiempo una serie de acciones que acontecen rente al objetivo, para luego proyectarlas a tamaño natural, sobre una pantalla”. La fecha elegida para la primera sesión fue el 28 de diciembre de 1895. Pero solo algunas personas invitadas asistieron a aquella proyección histórica y, la verdad, el aspecto de la sala no era muy prometedor. Aquel día la recaudación fue muy modesta, apenas 35 francos que permitían el alquiler del local. Al apagar la luz y proyectar las primeras escenas de la plaza Bellecour de Lyon, los espectadores se quedaron atónitos, al ver los carruajes que se desplazaban, así como los transeúntes. Era algo mágico. Sin embargo, aquellas brevísimas diez películas de 17 metros que componían el primer programa presentado por los Lumiere mostraba imágenes absolutamente vulgares e inocentes: la salida de la fábrica de los obreros, riña de niños, la llegada del tren, partida de naipes, la demolición de un muro… Al día siguiente, los periódicos del país se deshacían en elogios ante el nuevo invento. No serían los temas, muy banales e incluso estúpidos de las películas, sino aquella fidelísima calidad de la imagen que conservaba su movimiento real. A las dos semanas de la primera sesión, la recaudación ascendía a casi 2.500 francos al día. El inocente repertorio de peliculitas que presentaron los Lumiere al estupefacto publico parisino tenía el inestimable valor intrínseco como documento de una época, de sus gentes, de sus gustos, de sus modas, etc. Las películas serían desde entonces, fundamentalmente testimonio. Entre las escenas antes señaladas, la que más sensación causo, sin lugar a dudas, es la de La llegada de un tren, que provocaba el pánico en la sala, pues los espectadores creían que la locomotora está realmente allí misma, a punto de atropellarles. Para ellos, resultaba excesivamente realista para su mentalidad pre cinematográfica y les hacía identificar su visión con la del ojo de la cámara. Desde el punto de vista técnico, esta pequeña peliculita se grabó con una cámara fija, aparecen todos los encuadres que pueden aparecer en una película, que va del plano general al primer plano. Ante las puertas del Gran Café se agolpaban los parisinos y forasteros, para contemplar con regocijo esas pequeñas películas, como la del jardinero Lumiere empapado con una manguera o el nacimiento de los primeros trucajes como en Demolición de un muro, que no hacían especialmente bien los Lumiere, que veían en el cine un instrumento de investigación científica, con escaso poder comercial, según ellos. Los Lumiere continuaron rodando peliculitas de entre uno y tres minutos. Con el paso del tiempo, comenzaron a enviar emisarios de la casa a otras partes del mundo para rodar escenarios exóticos, naciendo lo que hoy llamamos noticiario o reportajes de actualidad es. En 1896 se rueda la coronación del zar Nicolás II, que con sus siete bobinas marca un hito en este momento pre cinematográfico. Peo, la vocación científica y la holgada posición de los Lumiere les llevaba a menospreciar su invento y sus posibilidades comerciales, de modo que en 1898 despidieron a todos sus empleados y en 1900 realizaron su última aventura cinematográfica, dejando en manos de otros pioneros el futuro de su invento.