Hombre Irracional
Hombre Irracional
Hombre Irracional
Un día lee un ensayo de una alumna, Jill Polard (Emma Stone), que le
llama particularmente la atención. Jill Pollard resulta ser alto bombón y,
lentamente, Abe y Jill se hacen amigos, desarrollan una suerte de
amor platónico. Abe, profesor entrado en años, y su alumna, joven,
inocente y bonita. Hermoso cliché. Como era de esperar, Jill se
enamora de su profesor, a pesar de tener un novio que la ama. Sin
embargo, Abe parece estar fatigado de las relaciones y no parece muy
entusiasmado con intentar nada.
Ahora bien, más allá de la trama (que no sorprende, pero que resulta
sólida y bien construida), lo interesante pasa por otro lado: el cambio
habilita un debate ético intempestivo. ¿Qué pasa cuando la justicia
humana es injusta? En Manhattan, hay una escena en la que Isaac, el
protagonista, dice que el debate teórico no aplica con los nazis, que la
única resolución sensata es golpearlos en la cabeza con un bate de
beisbol. La violencia y contundencia de este discurso reaparece en el
discurso de Abe Lucas que, pese al título de la película, es un
pensador estrictamente racional.
Del otro lado estan Jill, una joven que contrasta la oscuridad de Lucas
con una (siempre bien argumentada) sensacion de esperanza, de
alguien que tiene toda la vida por delante; y Rita, una profesora de
quimica en un matrimonio que no la satisface, que sueña con que un
espiritu libre como el de Lucas la saque de la mediocridad en la que
vive.
¿Por qué Jill no quiere seguir con su novio que la quiere y que daría
todo por ella? ¿Por qué Rita quiere dejar su “perfecto” matrimonio para
lanzarse a la aventura? ¿Por qué Abe no disfruta que aprecian su
trabajo como maestro? ¿Habrá que poner emoción a la vida sea como
sea?
Acto irracional o no, lo que hace Abe provoca que la película pegue un
giro de casi 180 grados. Y a partir de allí aparece el Allen que gusta a
muchos, el que cuestiona la moral -y la suerte- de los personajes, el
que intenta meterse al público en el bolsillo, porque crea un trío de
cómplices. Sólo él, el protagonista y el espectador saben lo que Abe
hizo.