Tarea 3
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Tarea 3
Renán Silva**
Se puede tomar entonces la vía de una ''Nota crítica'', también en la tradición de ANNALES,
para hacer la presentación de la obra, indicar las líneas de fuerza que la cruzan, describir
de manera un tanto rápida sus contenidos y tratar de discutir algunos de los aspectos
centrales que la caracterizan y señalar la pertinencia de la propuesta que se encuentra en
el núcleo de este trabajo. Este será nuestro camino.
Indiquemos ante todo algunas de las características externas de la obra, pues ellas nos
pueden poner en camino de entender algunos de sus aspectos más sobresalientes. Se trata
de una obra de alrededor de unas mil páginas, dividida en tres volúmenes, subtitulados
como Criticar, Comparar, Generalizar, tres palabras que indican con toda exactitud tres
operaciones básicas de investigación –es decir de conocimiento, de ciencia, de producción
de ciencia social– que van a ser discutidas a lo largo de la obra y con énfasis en cada
volumen correspondiente. El conjunto de la obra comprende 30 artículos y 35 autores,
estando cada volumen precedido de una introducción que describe el volumen respectivo y
que traza a manera de síntesis algunas observaciones sobre los aspectos más
sobresalientes que son examinados, sin proponerse como una lectura excedente y
parasitaria respecto del contenido del volumen.
El conjunto de la obra viene acompañado por una breve Nota del Editor, que se repite en
cada uno de los volúmenes. Señalemos además que la obra ha encontrado su lugar en la
Colección Cas de Figure, una de las menos convencionales entre las colecciones de libros de
la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, colección en la que algunas de las más
originales (y a veces hasta excéntricas) novedades de las ciencias sociales han encontrado
su lugar, una colección que, junto con Raisons d'agir, permite seguir muy de cerca ese
movimiento de la ciencia social que la lleva por caminos arriesgados y prometedores que
amplían sus horizontes de problemas, y que además la inscriben en un diálogo productivo
con la filosofía y con otros tipos de saberes, en el examen de problemas que su propio
presente impone a la consideración de los estudiosos de la sociedad y en el
replanteamiento de formas de considerar el pasado en las cuales la lucha contra la rutina y
la necesidad de actualización del conocimiento reclaman sacudones que permitan alertar
sobre la necesidad de modificar perspectivas de análisis menos bien establecidos de lo que
la tradición ha pensado.
Podemos comenzar por indicar los aspectos más elementales de Faire des sciences sociales,
resaltando de una vez lo que su título indica: que no se trata ni de la exposición de
un ideario –ni de un ideal– de investigación en ciencias sociales (de manera básica la
sociología, la antropología, la economía, la psicología y la historia, aunque la lingüística y la
filosofía no dejan de tener su parte importante en la obra), ni de un estado del arte
simplificado de las disciplinas que se interrogan sobre la sociedad, sino que se trata de una
muestra de formas concretas de hacer investigación, y por lo tanto de una mirada sobre la
ciencia que efectivamente se hace, en el campo que designamos grosso modo como
ciencias sociales, sin que se deje de lado un diálogo respetuoso pero crítico con la tradición
y con las grandes obras de los clásicos.1
Sin embargo, presentadas así las cosas puede quedar la idea de que se trata de
un summa extensa de variedades –y tratándose del caso francés de vanidades–. Como
sabemos, a todo lo largo del siglo XX y en lo que va corrido del siglo XXI las ciencias
sociales no han hecho más que dar prueba de su capacidad de historizar todos los objetos y
procesos de la vida social, incluidos aquellos en los que la historia y la sociedad parecerían
encontrarse más lejanas, destruyendo esa falsa aura de objeto natural que por mucho
tiempo los hizo hurtarse al análisis histórico y social.2 Por ello mismo una compilación
puramente agregada de textos sobre los más diversos –y hasta exóticos– objetos sociales,
adornados con algún comentario inteligente de tipo medianamente abstracto, con
apariencia de filosofía, no resulta empresa muy difícil.
Pero lo que nos ofrece Faire des sciences sociales no tiene nada que ver con ese tipo de
publicaciones tan corrientes en la bibliografía académica –frecuentes en gran medida
porque se prestan a la publicación de libros que pueden ser compilaciones útiles, pero que
desde el punto de vista de su unidad no constituyen lo que habitualmente se esperaría de
un libro–. La riqueza de casos examinados simplemente recuerda la manera como la
perspectiva de pensar por caso ha terminado por ganar un lugar en el análisis histórico y
social, y la forma como el enfoque de caso –un caso posible de lo real, como dirían Gaston
Bachelard o Pierre Bourdieu, por lo tanto un caso construido como objeto de investigación–,
ha ganado espacio en las ciencias sociales, en gran medida por la manera como permite
ligar perspectivas de teoría, de método y de técnica, y por la forma como permite discutir
en forma comparativa, mientras se avanza en el estudio de lo que en principio aparece
como ''singularidad''.3
Faire des sciences sociales es además obra de una generación nueva, que conoce las
tradiciones que la preceden –heredadas de por lo menos tres generaciones de investigación
que la anteceden–, que quiere poner los acentos en lo nuevo de la investigación, ''mostrar
cómo la investigación se hace y se renueva'' y ''cuál es la coyuntura intelectual –y en parte
institucional– en que estas evoluciones se inscriben''. La obra no es, desde luego, una obra
cerrada ni excluyente que encuentre sus apoyos exclusivamente en la tradición francesa o
del Continente europeo, y las referencias intelectuales que incluye atraviesan el Atlántico y
dan prueba de una apertura que no puede cerrar los ojos ante un mundo global, aunque
desde luego es mucho más lo que podría hacerse en este campo de la búsqueda de
experiencias de investigación y de reflexiones teóricas más allá del tradicional encierro
parisino.
En un plano más concreto, indican los editores, la obra quiere dar prueba de todo lo que
hay de renovación en el campo de los problemas, de los métodos y de las referencias
intelectuales, constituyéndose en una muestra (claro que incompleta) de la vitalidad de
todo que se hace hoy en las ciencias sociales, y ello después, como se sabe, de una fase
escéptica que en cierta manera reclamaba nuestra claudicación en medio del
descubrimiento de una supuesta crisis del conocimiento que al final del siglo XX habría
descubierto que el escepticismo y el relativismo –o la propia imposibilidad de un
conocimiento asimilable a algo que fuera considerado como verdad siquiera provisional–
eran el único destino posible para las ciencias sociales, aunque lo terminante de esta
conclusión, que no es ajena al conjunto de la obra, es responsabilidad de quien firma estas
líneas y no debe dejar en el aire la idea de que se trata de uno más de los famosos ''libros
manifiesto'' a que en ciertas épocas nos han acostumbrado profetas de la ciencia social del
tipo de Edgar Morin o Inmanuel Wallerstein, a lo largo de una serie de obras breves (como
en el caso del sociólogo) o extensas y repetitivas (como en el caso del filósofo).
Como ya indicamos, Faire des sciences sociales se organiza como una estructura en tres
volúmenes que pueden ser abordados uno a uno en orden consecutivo (Criticar, Comparar,
Generalizar), o leídos en un orden no consecutivo (ya que las tres dimensiones centrales ya
anotadas aparecen en medidas diversas en cada uno de los volúmenes), o aún pueden ser
abordados de forma ''saltona'', a la manera de quien explora un menú que en parte le es
conocido, en parte le es desconocido, en parte le reitera ciertos temas clásicos de la
investigación en ciencias sociales, en parte se los presenta bajo formas nuevas y ángulos
sorprendentes. Nosotros podemos proceder aquí de manera consecutiva, apoyándonos en
el orden que la propia se propone editorialmente.
Criticar, el primer volumen, desde el principio sorprende por la fidelidad a un programa que
ha sido el programa repetido de las ciencias sociales clásicas y de sus grandes
continuadores; pero un programa que aquí se presenta, descubriendo ángulos nuevos,
vinculado a esa tradición que se encuentra en el comienzo de las mayores obras de ciencia
social en el cierre del siglo XIX y el comienzo del siglo XX (de Marx a Durkheim y a Weber),
y que encontró su venerable continuidad en obras como las de Marcel Mauss, de justificada
presencia en la obra, y de Pierre Bourdieu y Jean Claude Passeron –con mucha más
presencia del segundo que del primero, lo que parece también muy justificado, si se tiene
en cuenta los abusos de promoción de Bourdieu que se han hecho después de su muerte y
los intentos de constitución de su importante y admirable trabajo en la obra por excelencia,
al tiempo que un cierto silencio ha rodeado la obra del segundo, situación a la que ha
contribuido su propia escritura, una escritura que a veces se pone como barrera ante sus
propios devotos lectores.5
Pero más allá de los autores, lo que importa es la restitución del movimiento de la crítica
como el movimiento fundador no solo de las ciencias sociales, sino de cada una de las
obras y trabajos de investigación que desean mantener la continuidad y potenciar los
alcances de las disciplinas de la sociedad; y más importante aunque la propia restitución de
la exigencia crítica como exigencia primera de la investigación, puede ser proceso
de clarificación que respecto de esa operación de conocimiento realiza la obra en su
conjunto y de manera particular en su primer volumen.
La presencia inicial de la crítica tendría que ver con ese primer gesto de investigación que
la caracteriza con el verbo desplazar, que remite a la exigencia de introducir quiebres y
fracturas, discontinuidades, por relación con las formas del pensamiento ordinario sobre el
mundo social, y avanzar por tanto en el proceso de objetivación, es decir de formas nuevas
de definición de la materia que se considera, descubriendo en ella nuevos ángulos que en la
mirada cotidiana se hurtan a la observación ordinaria que necesariamente se vence a la
rutina y huye de la sorpresa y la interrogación, al establecer con los objetos una relación
puramente utilitaria.7
La crítica es pues todo menos una proclama escandalosa y en principio se hace a través de
un movimiento suave de deslocalización del objeto, un movimiento que puede ser
caracterizado –o lo debería ser– con el rótulo de ''irónico-crítico'', resultado de poner un
objeto en observación bajo otra luz, bajo otro conjunto de relaciones, preguntarse por su
aparición o por su formas anteriores de relación; o para decirlo de manera más breve,
desplazar, el verbo reiterado por los autores, puede ser el equivalente de la operación
brechtiana por excelencia: el distanciamiento, si no se olvida que la operación compromete
también al investigador, y no es solamente una forma que aparece al final, cuando se trata
de establecer el diálogo con el público a través de la representación –en Brecht– o de la
escritura (y en general de la presentación de resultados, que no tienen por qué asumir
como forma exclusiva la escritura) –en el caso del investigador social–.8