ENSAYO
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Se procurará en las cárceles hondureñas la rehabilitación del privado de libertad. El Estado
está obligado, en su caso, a proteger, rehabilitar y vigilar la infancia de acuerdo al Derecho
Internacional. La ley establecerá la jurisdicción y los tribunales especializados que conocerán
de los asuntos de menores y no se permitirá el ingreso de un menor de 18 años a una cárcel
o penitenciaria. Todos estos son enunciados Constitucionales de la Republica de Honduras.
Consideremos que el fin de la sanción penal juvenil es eminentemente pedagógico, y el
objetivo fundamental del amplio marco sancionatorio es el de fijar y fomentar las acciones
que le permitan al menor de edad su permanente desarrollo personal y la reinserción en su
familia y la sociedad.
La prisión no constituye un medio eficiente para lograr la reeducación, la resocialización o
la rehabilitación de una persona, ni siquiera sirve para reafirmar en ella la práctica de una
vida sin violación de la ley. Ningún país ha logrado disminuir los índices de criminalidad, y
por el contrario en la actualidad están empeñados en modificar totalmente la legislación penal
con el fin de buscar nuevas respuestas para resolver este grave problema, con fórmulas menos
rígidas y más modernas que la represión indiscriminada. Por otra parte, la prisión tiene un
altísimo costo. Sin tomar en consideración la afectación económica que se produce en la
persona privada de libertad y su familia, porque no puede trabajar, para nadie exacerbar el
uso de la prisión parece ser la solución recomendable. (1) (2)
Todo lo que hagamos o dejemos de hacer tiene una respuesta que, en el derecho penal, se
concreta a través de la imposición de una pena, pero cuya aplicación es distinta, no sólo por
el delito cometido, sino también dependiendo de la edad del que lo comete. Lo que se impone
en esta franja de edad son medidas, más que penas, que tienen como finalidad la reeducación
y resociabilización.
Siendo impórtate considerar que hay casos en los que son los mayores los que,
aprovechándose de la condición de menores de aquéllos, utilizan su vulnerabilidad y lo
alienable de su conducta para cometer, a través de ellos, actos delictivos, para intentar eludir
una respuesta penal. Deberá primar el interés del menor a la hora de valorar judicialmente
cuál es la medida más idónea dadas las características del caso concreto y la evolución
personal del sancionado durante la ejecución de la medida. Quizá haya de considerarse que
no tienen la madurez suficiente para comprender las consecuencias que sus actos conllevan.
Cuestión que para algunos resulta un tanto controvertida teniendo en cuenta la barrera
“lógica” de la distinción más primitiva entre el llamado “bien” y “mal”, así como la “madurez
mental” que cada uno de ellos pueda tener.
Determinar la minoría de edad para efectos de la responsabilidad penal ante la ley es un tema
que se ha debatido mucho, y existe una variedad de criterios para fijar la edad límite en que
una persona pueda considerarse como menor.
Los menores de doce años de edad no delinquen(3), considerándose una causa de
inimputabilidad(4), ser menor de doce años según el Código Penal reformado 2019(5). El
Estado garantizará no trasladar a quienes se les ha impuesto una medida o sanción, fuera de
su residencia habitual, habilitando programas locales tanto de medidas no privativas de la
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libertad como de las que impliquen privación de la misma. No obstante La UNICEF
recomienda en el caso de aplicar medidas de internamiento será en centros específicos para
menores, ya sea en régimen cerrado, semiabierto, abierto y terapéutico. (6) (7)
En virtud de esto, la sustitución de la pena privativa de libertad, de remotos antecedentes
canónicos, proviene en la de los Estados Unidos del Norte (1859), de donde pasó a Europa y
a otros países de América(8). Mediante la misma se suspenden las penas privativas de la
libertad, a condición de que el sentenciado no vuelva a delinquir en un tiempo determinado;
de lo contrario se le hace cumplir la sanción señalada. En tal caso la concesión de la misma
es potestativa para el juzgador más no imperativa. De esta manera, en los países bajos una
persona menor de 12 años de edad puede ser perseguida penalmente; Mientras que en Bélgica
ninguna persona menor de edad puede ser perseguida antes de los 18 años de edad, en
Alemania un joven de 20 años será juzgado por las jurisdicciones juveniles; mientras que en
los países escandinavos un joven de 15 años de edad, en Inglaterra uno de 18 años de edad,
serán penados por las jurisdicciones para adultos al igual que en nuestro país Honduras que
a los 18 años es enjuiciado por la jurisdicción de los adultos.
Iniciaré comparando con una propuesta del derecho costarricense donde el principio de
justicia especializada constituye uno de los aspectos fundamentales que contempla la ley. Se
crea una justicia especializada, es decir, una jurisdicción penal juvenil, compuesta por
Juzgados Penales Juveniles y un Tribunal Superior Penal Juvenil. Se crea un cuerpo
especializado de fiscales y abogados defensores especializados en la materia penal juvenil,
lo mismo que una policía especial para menores de edad para la etapa de investigación. Así
mismo, en la etapa de ejecución, se crea el Juzgado de Ejecución de las Sanciones. Se orienta
bajo la concepción de la intervención mínima, es decir solo se interviene cuando resulte
necesaria la intervención judicial. Esto se refleja en la previsión de formas anticipadas para
la terminación del proceso como la conciliación y la suspensión del proceso a prueba, en
soluciones procesales como el principio de oportunidad reglado y la condena de ejecución
condicional sin limitaciones. Esto permite que la sanción privativa de libertad en un centro
especializado se fije solo con carácter excepcional y como último recurso para casos graves.
La pena es una restricción o privación de derechos: en esto consiste lo que algunos autores
consideran el carácter aflictivo de la pena. Se ha dicho que la pena no es un mal sino un bien
para el criminal, ya que lo está ayudando a ser "bueno", o sea socialmente adaptado. Quizá
esta idea tenga más de moral o de religiosa que de propiamente penológica. La pena es un
mal; si fuera un bien no sería pena, sería premio(9). Las funciones de la pena son básicamente:
retribución, prevención general y prevención especial(10) a una Justicia Restaurativa.
El análisis teórico que propongo en el enjuiciamiento diferenciado en la determinación y
sustitución de las sanciones penales juveniles en el derecho Internacional de los derechos
humanos en proporcionalidad de la sanción penal adolescente y que la finalidad principal sea
no vulnerar derechos del menor y siempre tomando en cuenta el interés superior del mismo,
desde la óptica de mis funciones como Juez de Ejecución de la pena, garante constitucional
de los derechos de los reos, de definir las relaciones que existen entre el delito o infracción,
el procedimiento y su autor cuando este último es un menor de edad, las circunstancias, así
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como los efectos sociales que generan, considerando que dichas relaciones son de una
causalidad definida, que las abordado desde tres perspectivas diferentes: Criminológica,
Social y Jurídica.
Según enfoque criminológico, la sociedad denomina a los grupos de jóvenes y adolescentes
calificados en "riesgo social" por sus actitudes, costumbres, situación de vida. Esas
denominaciones varían: pandillas, barras, maras, gangas, gavillas, hooligan etc. (11); Pero
tienen en común dos cosas: Por un lado la preocupación y la alarma social que provocan y,
por otro, la falta de distinción entre lo que constituye una actividad delictiva propiamente
dicha y un comportamiento simplemente desviado de las costumbres y tradiciones, o lo que
es peor, "desviado" por los condicionamientos socioeconómicos en que se encuentran y la
ausencia de una familia.
Las respuestas tradicionales están inspiradas en la idea de "endurecer" el sistema penal dentro
de los límites constitucionales, con algunas medidas que son las que siempre se han utilizado
con mayor frecuencia para combatir la criminalidad juvenil: Aumentar y militarizar a la
policía, aumentar y endurecer las penas, aumentar el número de personas detenidas. Desde
hace muchos años los menores infractores, durante el periodo de su detención, han sido
recluidos preventivamente en las prisiones, donde no siempre se les aísla de los delincuentes
adultos, menores que van a ser corrompidos por los mayores delincuentes y son víctimas de
los delitos que se cometen en el interior del penal, porque, como ya lo hemos visto en
infinidad de veces, un menor es victimizado por los mayores(12) (13).
La nueva tendencia del derecho internacional de menores que ha traído consigo radicales
transformaciones en el régimen jurídico es que toda intervención social determinada por
causa de delito ha perdido el sentido aflictivo y penal que aún conserva para los adultos,
revistiendo un espíritu puramente tutelar y protector, respecto del menor, la noción del
derecho penal ha sido sustituido por la pedagogía correctiva y para estos “delincuentes” las
penas se han abolido o llevan camino de abolirse y sólo se conciben medidas educativas y
reformadoras(14). Es necesario implantar en el país un sistema que trate de prevenir y ayudar
a los menores infractores, procurando la no reiteración de los mismos, como también a las
víctimas en su minoría de edad para que después no tiendan a ser menores infractores. No
olvidemos que existe también una Criminalidad legal de malas resoluciones adoptadas por
los tribunales de la república o creaciones de leyes arbitrarias, de ahí el carácter de garantía
condicionada otorgada al individuo tanto en la averiguación de los delitos como en el
desahogo de los procesos judiciales(15).
¿Se debe de aplicar principios uniformes a la justicia penal juvenil? Consideramos que es de
suma importancia la implementación de los estándares, ya que esto resulta en una aplicación
diferenciada de las sanciones no privativas de libertad en los adolescentes infractores de la
ley(16). Prevaleciendo el principio de racionalidad y proporcionalidad de las sanciones y el
principio de determinación de las mismas. Así mismo, contiene el derecho a la seguridad
jurídica de conocer exactamente cuál es el tipo y la extensión de la sanción que se aplica, el
derecho de igualdad y no discriminación, contenido en la Constitución Política. Por otra
parte, está el principio de confidencialidad y el derecho de privacidad, que son normas que
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se imponen al principio de publicidad procesal del derecho penal de adultos, y que protegen
la vida privada del menor de edad e incluso la de su familia, en relación con el proceso, por
las consecuencias estigmatizastes(17), y negativas que pueden provocar las penas privativas
de libertad, penas alternativas a la privativa de libertad, y penas intermediarias. Por último
también se contempla un proceso más expedito o sumario, plazos más cortos y mayores
garantías que a los adultos. Un proceso sin formalidades y con la mayor oralidad posible, que
incluye también el principio de justicia especializada, según el cual se crea el órgano judicial
encargado de la ejecución de las sanciones penales juveniles, y de velar por el respeto de los
derechos de los menores de edad. Integra el derecho al internamiento en centros
especializados, el cual consiste en la creación de áreas físicas y la disposición de personal
técnico idóneo para el trabajo con menores de edad, así como la separación e
individualización de un plan de ejecución, derechos y garantías durante la fase de
cumplimiento de la sanción. En definitiva el tratamiento de los jóvenes que cometen delitos
debe incluir un verdadero sistema reformatorio, además de medidas de coerción y tratamiento
psicológico.
Desde la reforma al Código de la Niñez, los jueces están aplicando más las medidas
alternativas al internamiento(18). Con esta medida se busca el interés superior del niño, no
separarlo de la familia y que la familia tome en serio su papel. Se prefiere siempre la medida
menos gravosa. Esto origina que sean más los menores con medidas alternativas no privativas
a la libertad.
Según acuerdo 04-15, emitido el 16 de octubre de 2015, se unifica a los Juzgados 1 y 2 de la
Niñez e instruye a los jueces de Ejecución a nivel nacional a dar apoyo al Juzgado de Niñez
en lo concerniente a las medidas de ejecución de penas y medidas de seguridad.
Las medidas alternativas distintas al internamiento(19), están evitando la sobrepoblación en
los centros, pero también la necesidad de que el Estado cumpla con la rehabilitación de
menores atrapados en la violencia o usados con organizaciones delictivas (20).
Los Jueces de ejecución(21), analizamos las medidas alternativas no privativas de la libertad
antes de considerar el internamiento, una medida cautelar que evite el envío del menor a los
centros pedagógicos de internamiento, siendo el objetivo del tratamiento, bien sea
internación o no, tiene como finalidad adaptarlos a la sociedad y modificar los factores
negativos. Los jueces valoramos cada caso y si es el primer proceso del menor. Analizamos
el riesgo, considerando la integridad física en primordial del que no es pandillero; Y las
medidas sustitutivas se aplican en busca del interés superior del niño. Los jueces debemos
aplican siempre la medida menos gravosa para el menor(22).
No fue sino hasta el año de 1899 cuando, con la creación del primer Tribunal Juvenil en
Chicago, Illinois, se empezó a comentar la necesidad de sustraer al menor de la justicia penal.
Con este objetivo, se inició la labor de creación de una jurisdicción especializada, totalmente
diferente a la concepción del Derecho Penal de adultos y con una marcada tendencia tutelar
y proteccionista. Los menores de edad estaban "fuera" del derecho penal, según opinión
generalizada de doctrina tutelar. Este modelo tutelar se constituyó en la base de muchas de
las legislaciones de menores de Latinoamérica, empezando con la Ley Agote de 1919 en
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Argentina, y continuando con las legislaciones del resto de países latinoamericanos,
incluyendo a Costa Rica que, en 1963, que emite la Ley Orgánica de la Jurisdicción Tutelar
de Menores con el fin de adaptarse a la corriente vigente en aquella época. La gran mayoría
de esas legislaciones se mantienen aún vigentes, a pesar de que contienen una estructura y
una concepción totalmente incompatibles con los principios que se establecen en la
Convención de los Derechos del Niño suscrita por la totalidad de países latinoamericanos(23).
La concepción tutelar del derecho de menores se fundamenta en la llamada "Doctrina de la
Situación Irregular", según la cual, el menor de edad es considerado sujeto pasivo de la
intervención jurídica, objeto y no sujeto de derecho. La figura del juez es una figura
"paternalista", que debe buscar una solución para ese menor -objeto de protección- que se
encuentra en situación irregular. Tal objetivo es logrado por medio de la aplicación de las
medidas tutelares, que tienen como fines la recuperación social del menor. Con ello, lo que
se está afirmando es que ese menor es un ser incompleto, inadaptado y que requiere de ayuda
para su reincorporación en la sociedad. Se utiliza la Convención sobre los Derechos del Niño
como punto de referencia, debido a que ha sido este instrumento del Derecho Internacional
el que ha provocado la coyuntura que hoy vive el Derecho de Menores a nivel internacional.
Habiéndose establecido otro importantes instrumento, las Reglas Mínimas de las Naciones
Unidas para la Administración de la Justicia de Menores (también conocida como las Reglas
de Beijing)(24).
La Concepción Punitivo-Garantista o de responsabilidad del Derecho Penal de Menores
debido a que se le atribuye al menor de edad una mayor responsabilidad, pero, a su vez, le
son reconocidas una serie de garantías sustantivas y procesales que no eran siquiera pensadas
dentro de la concepción tutelar. Esta nueva concepción denominada "Doctrina de la
Protección Integral" encontró su fundamento en un reconocimiento de los menores de edad
como seres humanos y sujetos de derecho, por tanto, en un reconocimiento de los derechos
del niño como una categoría de los derechos humanos. Esta nueva concepción considera que
el joven o adolescente está sujeto a una regulación especial en todos los ámbitos de su
desarrollo, sea éste social, psíquico o jurídico. Se limita al mínimo indispensable la
intervención de la justicia penal y se establece una amplia gama de sanciones como respuesta
jurídica al delito, basadas en principios educativos y la reducción al mínimo de sanciones
privativas de libertad. Lo mismo que se busca la desjudicialización al máximo posible por
medio de controles formales, como el principio de oportunidad, la conciliación entre el autor
y la víctima, la justicia restaurativa, la suspensión del proceso a prueba y la condena de
ejecución condicional sin limitaciones(25). En el campo del derecho procesal, las mismas
normas comunes que le asisten a los adultos en el proceso penal, como lo son la presunción
de inocencia, el derecho al debido proceso, el derecho de abstenerse de declarar, el principio
del "non bis in idem", el principio de aplicación de la Ley y la norma más favorable, el
derecho de defensa, el principio de prohibición de reforma en perjuicio y el principio del
contradictorio(26). Así se contemplan el principio de la justicia especializada, que comprende
no solo tribunales exclusivos para la materia relativa al juzgamiento de los menores de edad,
sino también la especialización de los demás sujetos que intervienen en el proceso, como por
ejemplo los fiscales y los defensores. Según el principio de justicia especializada, se crea
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diferentes órganos jurisdiccionales que son los encargados, durante el proceso y la fase de
ejecución, de aplicar la ley. De esta forma se crearían Juzgados que son los encargados de
conocer las causas penales en las que menores de edad se encuentren involucrados teniendo
entre sus funciones más importantes la de decidir sobre la procedencia de la acusación; la
aplicación de las medidas provisionales; la aprobación de la conciliación, decidir sobre las
formas anticipadas de conclusión del proceso, y resolver, en definitiva, las acusaciones del
Ministerio Público(27).
Como primera etapa jurisdiccional se ha previsto la posibilidad de la conciliación entre las
partes, que puede constituir, en caso de arreglo, una forma anticipada de conclusión del
proceso. Cuando la conciliación no procede o no se produjo, se inicia una segunda etapa. El
primer acto es la declaración indagatoria del acusado. Luego de lo anterior, el Juez resolverá
con las pruebas presentadas por el Ministerio Público, la procedencia o no de la acusación.
Sólo en caso de que admita la procedencia de la acusación continuará el proceso. Se podrá
ordenar la detención provisional del joven o adolescente solo en casos graves y
excepcionales, lo mismo que la imposición provisional de alguna orden de orientación y
supervisión, según cada caso en particular. Se ha fijado en esta segunda etapa la posibilidad
del sobreseimiento, lo mismo que la suspensión del proceso a prueba, como formas de
conclusión anticipada del proceso. El sobreseimiento es definitivo y pone fin al proceso; y la
conclusión anticipada del proceso es provisional y está sujeta al cumplimiento de una de las
órdenes de orientación y supervisión que puede imponer el juez(28). Una tercera etapa se
inicia posteriormente a la resolución que admite la procedencia de la acusación. Se inicia la
etapa de juicio. Esta etapa debe ser lo menos formal posible, pero respetando las garantías
procesales para un juicio imparcial y objetivo(29) (30).
La transformación del proceso judicial, en el instrumento más eficiente para redefinir el
conflicto. En alguna medida estas ideas se desprenden de las Reglas mínimas de N. U. para
la administración de la justicia de menores(31). Mantener el principio de última ratio del
derecho penal, "la más rigurosa reducción posible del sistema penal", es decir, convertirlo en
el último medio de control social. Aumentar la gama de sanciones no privativas de libertad
y alternativas a la de privación de libertad (realizables) es nuestro reto(32).
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1) Se entiende que la respuesta no ha de ser la misma frente al menor que delinque o al adulto que lo
hace. En materia de menores UNICEF ha determinado que en América Latina los institutos de
internación alcanzan a cubrir solamente el 4.5% del fenómeno de los llamados menores de edad en
"situación irregular". De lo que se desprende que, además de sus desventajas y efectos negativos (tales
como el de "prisionización" y "rotulamiento" de los niños), los institutos de internamiento no son la
solución posible hacia la que los países en vías de desarrollo podrían orientarse.
2) CARRANZA, Elías; y MAXERA, Rita. El Control social sobre niños, niñas y adolescentes en América
Latina, en "La niñez y la adolescencia en conflicto con la ley penal, ed. Hombres de Maíz, San
Salvador, 1995, p.78
3) Código de la Niñez y la Adolescencia. Art. 180. Créase el Sistema Especial de Justicia para la Niñez
Infractora, cuyo objeto es la rehabilitación integral y reinserción a la familia y la comunidad, al cual
estarán sujetos los niños y niñas cuyas edades oscilen en el rango de doce (12) hasta antes que cumplan
los dieciocho (18) años, a quienes se les suponga o sean declarados Infractores de la Ley. Si se les
supone responsable de un Hecho Delictivo o Falta, solamente se les brindará la protección especial
que su caso requiera, procurándose su formación integral por medio de la DINAF (Dirección de Niñez,
Adolescencia y Familia).
El Sistema comprende el proceso para determinar la existencia de la comisión de una infracción penal,
la identificación de su autor, el grado de su participación, la aplicación de medidas alternativas o de
simplificación procesal, las sanciones y las reglas de aplicación de las mismas.
La Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia (DINAF), desarrollará un sistema de programas
descentralizados y de atención especializada, centrada en aspectos que promueven su desarrollo
integral. Se auxiliará de los gobiernos municipales u organizaciones de la sociedad civil con quienes
suscribirá convenios de cooperación técnica y financiera y, será co-responsable de su administración
y supervisión.
El cumplimiento de los dieciocho (18) años de edad no afectará la sujeción al Proceso de el niño(a),
ni a las medidas o tratamientos y sanciones decretados por la autoridad competente. No obstante, si
estando sujeto a una de ellas, comete éste un nuevo Hecho Delictivo, el Juez competente lo pasará a
la jurisdicción de los tribunales comunes.
Para los efectos de este Título, se entenderá por “El Sistema”: El Sistema Especial de Justicia para
Niñez Infractora y por “El Niño (a)”: el niño o niña que se encuentre en proceso de investigación por
atribuírsele la comisión de un Hecho Delictivo o haya sido Sancionado.
4) No es imputable.
5) Art. 30, Núm. 1 Código Penal. El nuevo Código penal ya no señala “...así como el menor de dieciocho
(18) años que quedarán sujetos a una ley especial, establecido en el Art. 23 reformado.
6) Otras medidas son el tratamiento ambulatorio, la asistencia a un centro de día, la permanencia de fin
de semana en su domicilio o en un centro, la libertad vigilada cumpliendo las reglas de conducta
impuestas por el Juez (asistir con regularidad al centro docente y justificar ante el juez las ausencias,
someterse a los programas de tipo formativo, cultural, educativo, etc., prohibición de acudir a
determinados lugares, establecimientos o espectáculos, prohibición de acercarse a la víctima, la
convivencia con otras personas, familia o grupo educativo para orientar al menor en su proceso de
socialización, prestaciones no retribuidas en beneficio de la comunidad (que sólo pueden imponerse
con consentimiento del menor ) y la amonestación.
Un derecho de menores caracterizado por el modelo de la culpabilidad del autor y la peligrosidad, se
ha pasado a un derecho penal juvenil de culpabilidad por el hecho con una intervención judicial
mínima. Es decir, que cualquier sanción debe suponer la culpabilidad, y que la sanción no debe
sobrepasar la medida de esta culpabilidad.
Por último, el menor de edad tiene derecho a que, próximo a egresar del centro, sea preparado para su
salida. Debe por tanto brindársele asistencia de especialistas y, de ser posible, con la colaboración de
sus familiares.
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7) Según la Legislación de Finlandia dichas medidas que se pueden aplicar a los menores no pueden
exceder de dos años. En el caso de que los menores contaran con 14 ó 15, las medidas pueden ampliarse
hasta tres años, pero si tienen 16 o 17 años se podrá ampliar a seis años. Cuando el hecho revista
extrema gravedad, el Juez debe imponer una medida de internamiento en régimen cerrado de uno a
seis años, complementada sucesivamente con otra medida de libertad vigilada con asistencia educativa
hasta un máximo de cinco años.
8) Se estableció por vez primera en 1929 en el Distrito Federal en el Código de Almaraz, y en la República
Mexicana fue en La ley de San Luis Potosí en donde inicialmente se instituyó (1921).
9) Por esto la pena es el mal que se da al delincuente por el mal que él hizo. Principio de necesidad: la
pena debe ser necesaria. Ya lo decía la Asamblea Constituyente Francesa del 89; "La ley no debe
establecer más que penas estrictamente necesarias". El problema del principio de necesidad no se
concreta al momento legislativo; en una buena técnica penológica deben buscarse sistemas en los que
no se pene a delincuentes en los que la pena no sea estrictamente necesaria (por su máxima o por su
mínima peligrosidad), sustituyéndola por otros medios o medidas de seguridad.
10) Cuello Calón opina que la pena es la justa retribución del mal del delito proporcionada a la culpabilidad
del reo. De todas las definiciones se desprende esta función, lo que da a la pena la característica de ser
el resultado jurídico y social del delito. Por formal que parezca, la retribución es la única función de
la cual parecen preocuparse todavía nuestros jueces en un noventa por ciento de los casos. La pena
retributiva es considerada como un sufrimiento que viene considerado como proporcional al hecho
cometido y que viene infligido en razón de aquello que aconteció, como reacción a él, sin una liga
necesaria con el futuro, como restablecimiento de un equilibrio roto. La pena es una retribución, es el
mal que se le hace al delincuente por el mal que él hizo a la sociedad. La función retributiva es
necesaria, y estamos de acuerdo en que este carácter no debe desaparecer, pero no debe predominar
hasta el punto de comprometer el fin de readaptación social que es también perseguido y que figura al
primer plano en la organización del tratamiento.
La discusión sobre la retribución no es reciente y ha ocupado a filósofos y literatos, así Víctor Hugo
afirma que "Cuando mayor es el delito, mayor debe ser el tiempo consagrado a los remordimientos".
En Kant encontramos que "La pena que castiga es un bien en sí mismo". Y Bernard Shaw, con su
sarcasmo acostumbrado, dice que "Permitir que un perro purgue su mordedura con un periodo de
tormento y después dejarlo en libertad en una condición más salvaje, para que muerda otra vez y
purgue otra vez, habiendo, en tanto, malgastado una gran cantidad de vida y felicidad humanas en la
fecha de encadenarlo, nutrirlo y atormentarlo, me parece idiota y supersticioso. Sin embargo, esto es
lo que hacemos con los hombres que ladran, muerden y roban". La función retributiva no es una simple
venganza que el Estado impone en nombre de la sociedad.
11) Lopez-Acevedo, Criminalista mexicano. Los actos agresivos en los menores infractores casi siempre
es previo a este tipo de conducta. A veces, el niño emite "sus señales" con gran intensidad (un robo,
una pelea con heridos, una agresión a los padres, a un compañero o profesor) y surge el problema, ya
ineludible. El "mensaje" requiere respuestas. El rebelde sin causa no existe, detrás de su
comportamiento se esconde la necesidad de expresar sentimientos: está incómodo, se golpea
alocadamente con una vida que para otros resulta llevadera cuando no dichosa. Y emite,
desesperadamente, señales para que le ayuden o, al menos, le atiendan. Tanto la familia como la
escuela, las autoridades y la sociedad misma, deben abordar el tema con la seriedad y responsabilidad
que requiere. Las líneas que deberían inspirar la pedagogía de la tolerancia, la convivencia pacífica y
el respeto, parten de una ética de convivencia, de educar para la socialización, mediante la cooperación,
el juicio intelectual (conductas reflexivas) y la educación para la frustración. Desde que un niño tiene
2 ó 3 años, debe sentir, y saber, que hay pautas a su alrededor, que no es posible cumplir todos sus
caprichos y que incluso algunas necesidades tendrán que esperar un tiempo para ser satisfechas.
Se observa que la civilización moderna llama a los niños y a los jóvenes a la vida social antes de
tiempo, anticipa su precocidad y tiende a multiplicar su criminalidad e incluso, la mujer al encontrarse
cada vez más sustraída de los cuidados domésticos y dentro de la actividad moderna, produce una
tendencia al aumento de la criminalidad femenina. Sin embargo, la civilización aparte de transformar
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las conductas delictivas, ocasiona al mismo tiempo que el Estado cree frenos y motivos que funcionen
como inhibidores de la actividad delictiva. Desde una perspectiva de seguridad ciudadana las
dimensiones abarcan la prevención, rehabilitación, (re) inserción y reacción (coerción).
12) Un menor infractor cuando ingresa a un consejo tutelar o albergue, es atemorizado en primer lugar por
los encargados de estos lugares, después de pasar por lo regular entre cinco y diez días en una posta
policial, que en estos lugares se encuentran recluidos junto con los delincuentes adultos, en calidad de
que mientras su familia no les compruebe su minoría de edad, no son separados de los delincuentes
adultos.
Después de haber recorrido el menor infractor un largo trecho detenido es víctima del burocratismo y
en algunos casos de la mala fe de algunos representantes sociales, así como de algunos jueces tutelares
que lo trata como si fuera un delincuente adulto, humillándole al extremo de que si alguno de los
menores infractores no participó en el delito, pero es detenido en conjunto con los mayores culpables
es tratado en la misma forma a fin de que se declare culpable pasando así a los albergues tutelares.
Es por eso que a un menor infractor debe cuidársele, tratársele mejor y orientarlo a olvidar el odio
hacia los demás y a la sociedad misma, y que no sea víctima de esa misma sociedad en la que ha vivido
y que nunca le ha tendido la mano y siempre le da la espalda, que muchas veces tienden a caer en ser
menores infractores por carecer de todo lo manifestado y no sean después delincuentes adultos y
hereden ese mal camino a sus semejantes.
13) Los menores infractores tienen una conducta antisocial, es decir, actos que violan las normas sociales
y los derechos de los demás. Son los actos que pueden violar la ley y que implican infracciones.
La tendencia colectiva o pragmática: es que "no hay delitos, sino delincuentes"; "No hay delincuentes,
sino hombres". El delito es un hecho contingente; la pena es un mal necesario, se justifica por la
intimidación, ejemplaridad, expiación en aras del bien colectivo; necesidad de evitar la venganza
privada pero fundamental para conservar el orden social, "rescatar al hombre y educarlo"; y evitar la
“contaminación” en los centros penales. Cabe recordar que la criminalidad de los menores ofrece como
causa principal, tradicionalmente en nuestro país, el círculo familiar, siendo uno de los factores por los
cuales el menor delinque, ya que el menor se encuentra con factores negativos que difícilmente se
pueden cambiar, así como también dentro de estas razones encontramos la miseria, que en infinidad
de veces lo venimos repitiendo y que comprende y compendió mayores carencias económicas y
morales: hambre, enfermedad, promiscuidad, suciedad, malos tratos, abandono y soledad.
15) La exigencia para privar de la libertad a un presunto responsable y mantenerlo en lugar seguro, deriva
de un interés elemental de orden público: que el individuo a quien fundadamente se supone autor del
delito, sea segregado del medio social tanto para evitar que su libre actividad pueda resultar peligrosa,
como para facilitar al representante de la sociedad el acopio de pruebas que permitan el esclarecimiento
de la verdad, situación que sería difícil de cumplir si el acusado estuviere libre. Terminada la
averiguación y comprobada la presunta responsabilidad, el reo debe ser entregado a la autoridad
judicial, exigiendo ésta se le mantenga en lugar adecuado y seguro. Es de esta manera como se inicia
la prisión preventiva del inculpado, quien queda sujeto a proceso penal y totalmente bajo
responsabilidad del juez que deba instruir el proceso correspondiente.
16) Los que cobran extorsión, roban a transeúntes, distribuyen droga y hasta sirven de sicarios a mafias
son cada vez más niños, en un país donde es bajo el porcentaje de menores que enfrenta la justicia por
sus delitos. De enero a junio, la Unidad de Estadísticas del Centro Electrónico de Documentación e
Información Judicial (Cedij), de la Corte Suprema de Justicia, apenas reporta 593 menores que llegaron
a ser procesados. Según los Medios de Comunicación del país este año (2020) los Centros pedagógicos
Internan a los menores en conflicto con la ley, donde son enviados: Renaciendo, El Carmen, Jalteva,
Los Cobras y Sagrado Corazón de María. De ellos, 197 han obtenido una resolución condenatoria, 63
absolutoria y a 170 menores se les decretó sobreseimiento definitivo. Pero del grupo que fueron
sentenciados, la mayoría están cumpliendo medidas cautelares no privativas de libertad. Algunos están
con arresto domiciliario, otros bajo el cuidado o vigilancia de una institución o persona, y a otros se
les pide que se presenten periódicamente ante un juez, o tienen prohibiciones. Los menos son los que
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se les dicta detención y son internados en un centro de menores. Según el Ministerio Público (MP), a
la mayoría de los menores detenidos generalmente se les procesa por robo, posesión de droga o hurto.
18) De ahí que el número de niños, niñas y adolescentes en los centros juveniles Renaciendo en Támara,
Los Cobras y Sagrado Corazón de María, ambos en la capital; Jalteva en Cedros, y El Carmen en San
Pedro Sula, es menor que en 2016.
19) Muchos de los que han sido sancionados en materia de niñez pero que están recluidos en la prisión de
El Pozo fueron condenados como adultos porque han delinquido cuando cumplieron los 18 años.
Los que han estado en los centros de internamiento de menores, sobre todo si son pandilleros, no han
recibido un tratamiento, por lo que se vuelven potenciales delincuentes. Este tema se ha vuelto urgente.
Hay muchos retos en los centros de internamiento, en los que existen continúan los problemas de
autogobierno, violencia, falta de control y sobre todo la falta de un sistema integral de rehabilitación
para estos jóvenes.
20) La puesta en marcha del Instituto Nacional para la Atención de Menores Infractores (Inami) ha
enfatizado que se protejan los derechos de los menores; pero el sistema adolece de rehabilitación, lo
que no le garantiza ni al menor ni a la sociedad una mejora de estos jóvenes.
21) Competencia y Atribuciones de los Jueces de Ejecución. Código Procesal Penal. Libro Cuarto.- De la
vigilancia y control de la ejecución de las penas y de las medidas de seguridad de los jueces de
ejecución y su competencia. Art. 381. La vigilancia y control de la ejecución de las penas y de las
medidas de seguridad, estará a cargo de un Juez de Ejecución, el cual velara por la correcta aplicación
de las normas que regulan el régimen penitenciario, por el respeto de las finalidades constitucionales
de la pena y por el estricto cumplimiento de las sentencias dictadas por los órganos jurisdiccionales.
El Juez de Ejecución corregirá, asimismo, los abusos y desviaciones que puedan producirse en el
cumplimiento de los preceptos contenidos en la legislación penitenciaria, y resolverá los recursos que
se puedan interponer contra las resoluciones de los órganos directivos, administrativos y técnicos de
los establecimientos penitenciarios.
Art. 382. 1) Adoptar todas las decisiones necesarias para que se cumplan los pronunciamientos
contenidos en las resoluciones de los tribunales sentenciadores, en relación con las penas privativas de
libertad; 2) Resolver sobre las propuestas de libertad condicional de los penados y acordar las
revocaciones que procedan; 3) Resolver las reclamaciones que formulen los reclusos en caso de
denegación del disfrute de beneficios penitenciarios, por las autoridades del respectivo establecimiento
penal; 4) Resolver las reclamaciones que formulen los reclusos sobre sanciones disciplinarias; 5)
Resolver con base en los estudios de los equipos técnicos de los establecimientos penales, las
reclamaciones de los reclusos contra las decisiones referentes a clasificación inicial y a progresiones
de periodo de tratamiento; y, 6) Acordar lo que proceda, sobre las quejas que formulen los internos en
los establecimientos penales, en relación con el régimen y funcionamiento de los mismos, y con el
trato que los reclamantes reciban, en cuanto resulten afectados sus derechos fundamentales o sus
derechos y beneficios penitenciarios. Funciones Atribuidas al Juez de Ejecución.- El Juez puede, en
cierto momento, Sustituir la Pena por Medidas de Seguridad que no sean las de Reclusión. 1- En cuanto
a la ejecución de las penas privativas de libertad, le corresponde: a) El control del cumplimiento por
parte del penado; Y realizar el computo de la pena y resolver sobre la libertad condicional, así como
las condiciones, régimen y revocación de la misma (Arts. 386, 388 y 389 del Código Procesal Penal).
b) La vigilancia sobre el régimen de cumplimiento efectuado por la administración penitenciaria.
Velando por la salvaguarda de los derechos de los penados, resolver las reclamaciones de éstos, etc.
2- En cuanto a las penas distintivas de las privativas de libertad (inhabilitaciones, interdicción civil y
multa) le corresponde, a) En caso de multa. El J. E. debe fijar las condiciones de pago de la sanción,
y en su caso a la ejecución forzosa sobre la garantía prestada o los bienes del condenado y en caso de
que esto no sea posible, a la conmutación de la multa por privación de libertad (Art. 390 Código
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Procesal Penal), b) En los casos de inhabilitación absoluta o especial. El J. E. comunicará la liquidación
de condena a los organismos correspondientes encargados de impedir el ejercicio de la profesión,
empleo, cargo o derecho correspondiente. c) En el caso de la interdicción civil. El J. E. deberá
comunicar a los organismos correspondientes la duración y características del cumplimiento de la pena
y deberá nombrar el guardador que represente al interdicto en la administración de sus bienes. 3- En
cuanto a la tasación y cobro de las costas procesales, le corresponde: En el Código Penal aparecen
indebidamente entre las penas (Art. 56 y 57), pese a que el legislador no las incluye en el catálogo de
penas recogido en el Artículo 38 del mismo cuerpo legal. 4- Vigilar y controlar las medidas de
seguridad impuestas conforme al Art. 80 y siguientes del Código Penal. Dadas las características de
las medidas de seguridad, que atienden a la peligrosidad del penado el C. P. P. atribuye al J. E. la
posibilidad de sustituir, modificar y cesar las medidas de seguridad (Art. 397 C. P. P.). Lo que resulta
sorprendente y contradictorio con el diseño del J. E., como órgano jurisdiccional encargado de dar
ejecución a los contenidos de una sentencia firme, es que “ex novo” puede imponer medidas de
seguridad no acordadas por el Tribunal Sentenciador. El Art. 397 citado reza así: “El J. E. impondrá,
sustituirá, modificará o hará cesar las medidas de seguridad a que se refiere el C. P. en audiencia oral,
en la que deberá participar el Ministerio Público, el condenado o su representante legal, en su caso, y
el defensor. La víctima o su apoderado participaran en esa audiencia, en el caso previsto en el Art.
384”
22) Hay un gran incremento en los índices de delincuencia de menores de edad que se ha presentado en
nuestro país, no es una solución tratarlos como delincuentes mayores, aunque por su grado de
perversidad, en muchos casos así debería de ser. Tampoco es una solución pretender resolver el
problema en la legislación, sino actuando con los niños y adolescentes en su ámbito familiar, escolar
y comunal para dar un tono preventivo al problema que nos aqueja, solo así tendríamos una legislación
que se ajuste realmente a la realidad y capacidades para atender los problemas.
(Menores infractores. Paul Jaubert:
http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/16_may_2015/casa_del_tiempo_eV_num_16_56_58.pd
f)
23) En 1989 se aprueba la “Convención sobre los Derechos del Niño”, en la Asamblea General de las
Naciones Unidas. Honduras fue uno de los primeros 20 países en suscribirla y ratificarla, en 1990,
convirtiéndola en parte de sus directrices legislativas internas.
24) En la cual se habla que los niños son menores de doce años de edad, y adolescentes son los que están
entre los doce y dieciocho años de edad.
25) Este nuevo modelo de justicia juvenil le atribuye a los jóvenes delincuentes una responsabilidad en
relación a sus actos, pero a la vez, les reconoce las garantías de juzgamiento de los adultos, así como
otras consideradas especiales por su condición de menores de edad. Para la intervención judicial, se
diferencia este grupo en menores de edad mayores de doce años, pero menores de quince años; y los
menores de edad mayores de quince años, pero menores de dieciocho años. Este ámbito de aplicación
según los sujetos, se ajustó a las disposiciones de Naciones Unidas, contenidas especialmente en las
Reglas de Beijing, y a la tendencia latinoamericana. Carlos Tiffer Sotomayor. Profesor de la
Universidad de Costa Rica. Ley de Justicia Penal Juvenil comentada y concordada. http://www.Ley
de Justicia Penal Juvenil.htm
26) En relación con estos principios y derechos hay que tomar en cuenta que la mayoría de ellos no eran
considerados como tales por la legislación tutelar anterior.
27) En consecuencia, del principio de justicia especializada y del principio del contradictorio, se establece
la participación esencial de un Ministerio Público especializado. Este órgano realiza los actos que
tradicionalmente le han sido asignados en el proceso penal de adultos, es decir, su deber es dirigir la
investigación, la búsqueda y presentación de las pruebas de cargo, con el auxilio de una Policía
conocedora de la justicia de menores. Es decir, realizar y mantener la acusación cuando lo considere
necesario. Así también, es este órgano el que tiene la facultad de hacer uso del principio de oportunidad
reglado.
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El ofendido es considerado sujeto de derecho, y por ello se le concede una participación más amplia
que en el proceso penal de adultos. Es la persona directamente afectada, o bien el representante de
quien sufrió el daño. Su participación está garantizada en casi todas las etapas del proceso ya sea como
testigo, como parte necesaria en la conciliación, en el desistimiento, puede estar presente en la etapa
de juicio, y puede utilizar los recursos necesarios para salvaguardar sus intereses. Puede participar con
o sin representación legal. La participación del DINAF tiene un carácter subsidiario en el proceso penal
juvenil. Su función es la de brindar una posible ayuda asistencial en los casos en que un menor de edad
lo requieran, especialmente cuando se trate de menores de edad víctimas de un delito.
28) Esta segunda etapa tiene una duración máxima de dos meses, con posibilidad de prórroga de dos meses
más para casos extremos.
29) El juez, en esta etapa, invita al menor de edad a que rinda declaración oral sobre los hechos que se le
acusan. Así mismo, es el momento en el cual, deben presentarse las pruebas ofrecidas por las partes.
La etapa de juicio se caracteriza por la oralidad y la privacidad e inmediatez. Con el objeto de dar
mayor participación a la víctima y una búsqueda efectiva para solucionar el conflicto, la Ley contendrá
un instituto de la conciliación. Constituye otra de las formas de terminación anticipada del proceso, y
se trata con ello de reconocer el protagonismo que corresponde al acusado y a la víctima de la
infracción o el delito.
El juez penal juvenil, debe ir orientando la discusión y ejerciendo su capacidad de convencimiento con
la finalidad de lograr el acuerdo, procurando que con el mismo no se perjudiquen los derechos
fundamentales del acusado. Sin embargo, dependerá de las partes la actitud de armonizar y de ajustar
intereses, en lugar de buscar la venganza.
En el caso de que el menor de edad incumpla injustificadamente las obligaciones que se pactaron en
el arreglo conciliatorio, se continuará con el procedimiento por la vía penal, independientemente de
que el incumplimiento sea de una obligación de carácter patrimonial o no patrimonial.
En el caso de que se cumplan con las obligaciones pactadas en el acuerdo de conciliación, se extinguen
las acciones legales derivadas del hecho delictivo. El juez lo hará constar de esa forma en una
resolución que da por terminado el proceso.
31) (Reglas de Beijing), al disponer: “Artículo 1.4: La justicia de menores se ha de concebir como un
aparte integrante del proceso de desarrollo nacional de cada país y deberá administrarse en el marco
general de justicia social para todos los menores, de manera que contribuya a la protección de los
jóvenes y al mantenimiento del orden pacífico de la sociedad”.
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