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EMILIO LLEDÓ O EL LOGOS DE LA MEMORIA. Joaquín Esteban

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Emilio Lledó: la pasión del lógos.

Joaquín Esteban Ortega

El pensamiento de Emilio Lledó se ha ido consolidando y se consolida sobre


el supuesto que vincula ineludiblemente la vida a las palabras. Las consecuencias
de hacer de esta realidad humana un compromiso personal para interpretar el
mundo nos está permitiendo ver, a lo largo de toda su biografía intelectual, que el
ejercicio lector en el que nos instala el carácter espaciotemporal de nuestra
liminaridad se concreta en la proyectividad ética de la memoria. Podríamos decir,
con la advertencia de que no nos referirnos más que a discontinuidades
expositivas, que la energía del lógos, la pasión creativa del lógos, tal y como el
profesor Lledó a explicitado en el conjunto de sus libros y trabajos a lo largo de
todos estos años, se configura en y desde tres grandes espacios y se dinamiza
desde también desde tres tiempos.

1. Espacios de reflexión y de tránsito.

El primer gran foco desde el cual se han iluminado buena parte de los
intereses de Lledó, quizá el más determinante de ellos, es el pensamiento
platónico. El modelo platónico del diálogo, rehabilitado por la hermenéutica, se
encuentra implícito en toda su obra en cuanto que en ella se acepta que la tarea del
filósofo se centra, esencialmente, en la responsabilidad de desvelar el poder
constituido y constituyente del lógos con respecto a la realidad dentro del marco
cultural e intersubjetivo de la sociedad. Mitigar la pureza del idealismo platónico y
de la filosofía trascendental le ha sido posible a Lledó gracias al hecho de
contemplar el pensamiento platónico a partir de la practicidad lingüística y
hermenéutica de las intuiciones aristotélicas sobre la phrónesis. Cabría hablar aquí,
por tanto, de un "platonismo aristotélico".
El segundo gran centro de interés acaba de ser anticipado implícitamente en
lo que antecede. Se trata de la preocupación de Lledó por el lenguaje. Dicho interés
se concreta, en un principio, filológicamente, más tarde se determina desde las
distintas implicaciones de la hermenéutica, y, por último, se consolida desde la
consideración necesaria de la intersubjetividad del lógos. Prácticamente en todos
los trabajos de Lledó podemos encontrar explícita o implícitamente sus intuiciones
sobre el lenguaje.
El tercer gran foco de estudio, sobre el que inciden los trabajos de Lledó, es
también una consecuencia ineludible del anterior; se trata de la temporalidad y la
historicidad del lógos. Desde la dimensión filológico-hermeneutica en que nuestro
autor contempla el fenómeno del lenguaje, la palabra no se resiste a ser

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inmovilizada objetivamente por el análisis. La palabra, entendida como enérgeia,
trasciende desde el tiempo silencioso de la interioridad hasta el tiempo histórico de
la expresividad textual. El estudio de la historicidad del tiempo resulta ser, por
tanto, condición de posibilidad en la comprensión filosófica del fenómeno
lingüístico. Podríamos decir que la proyección práctica de esta temporalidad del
lógos en la memoria es lo que sustenta la preocupación ética de nuestro autor y lo
que dota de contenido el propio dinamismo vital de la palabra.

2. Dinamismo temporal del lógos.

En la intimidad para Lledó es donde se consigue alimentar el primer impulso


creador de la energia del lógos. Dicha dinamicidad imposibilita cualquier
perspectiva solipsista en tanto que adueñarse uno de si mismo se realiza siempre
trascendiendo. Piensa Lledó que con Platón, y en concreto en el texto del Fedro
sobre la escritura, se inaugura la toma en consideración filosófica sobre la
conciencia y sobre el yo que sabe de sí mismo. Esta consciencia de la que se nos habla
está definida por el tiempo histórico; es continuidad de la experiencia, es cúmulo
biográfico, es memoria. Lo que somos es pasado con el que se forja la intimidad, la
personalidad, desde la que vamos a filtrar el producto histórico en el que se nos da
aquello que viene de fuera. La subjetividad, de esta manera, no puede ser un hecho
sino un proceso. Cada memoria es un hacerse permanente, y en este hacerse es
donde se reconoce la mutabilidad de la pertenencia. En ella nos identificamos pero
sin ninguna aspiración de pureza epistemológica. La memoria del lógos habla de la
verdad desde un orden no exclusivamente epistemológico, sino también práctico.
En este contexto, y de la mano de Aristóteles, Lledó se ha esforzado siempre por
vincular el saber práctico de la phrónesis con la memoria y con el mundo cultural de
la doxa.
El segundo gran momento, en el que se especifica la continuidad energética
del lógos es precisamente la objetivación de esta tradición; es decir, la concreción
material de la memoria en la historia y en la escritura. La historia es el orden del
pensamiento mediante el cual se ha determinado objetivamente el fenómeno
dinámico del discurrir del lógos; sin embargo, no corren buenos tiempos para la
historia. Lledó, para dar salida tanto a la crisis de "filosoficidad" como a la crisis de
la historia, se centra en el compromiso históricolingüístico de la aplicación. La
reflexión histórica, se nos sugiere, no podrá ser comprendida propiamente si no va
unida a la reflexión filosófica sobre el lenguaje.
El lenguaje escrito es lo que refleja con más intensidad la consolidación
cultural de las ideas y de la tradición. La escritura, para la filosofía hermenéutica
de la memoria de Lledó, es el garante de la aspiración humana a la verdad, en
tanto que la trascendencia del tiempo hacia el pasado es precisamente lo que

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provoca, desde su autonomía, una apertura dialógica hacia el Futuro. Aquí se
encuentra, a nuestro entender, la inspiración hermenéutica de nuestro autor. La
lectura pone en funcionamiento el activo mecanismo semántico de una
subjetividad entendida ahora desde el fáctico contenido de su historicidad. Las
letras son, así, rescatadas de su penumbra física consiguiendo que la memoria
infunda vida sobre sí misma.
El tránsito de la palabra interior expresada en el tiempo y en las letras a la
palabra compartida representa el medio apropiado para enfrentarnos con la época
de la desmemoria. La escritura, en este sentido, es el apoyo esencial, no sólo para
resistir y rescatarnos a nosotros mismos del adormecimiento existencial de nuestra
propia consciencia, sino para reavivar nuestra natural condición intersubjetiva. El
pensamiento de Lledó, al situarse en la referencia de la comunidad que se
desprende necesariamente de la dimensión dialógica del Iógos, se abre al espacio
moral donde se legitima la necesidad de amistad y de comunicación. La verdad del
yo acontece dialógicamente en ese Iógos que se despliega en el tiempo de la
pregunta y de la respuesta y que es capaz de alienarse fecundamente para
preguntar por sí mismo.
Emilio Lledó, por medio de sus libros y de su propia biografía nos está
permitiendo corroborar cómo la philia recorre idéntico camino que el lógos en su
proceso de plenificación. Es justamente al final cuando ambos se encuentran;
cuando se nos permite vislumbrar la esperanza crítica de la memoria del futuro al
haber conseguido ser protagonistas de lo que somos por haberlo sido. En dicho
encuentro, consolidado por la mediación necesaria de la paideía, se legitiman todas
nuestras comunes aspiraciones éticas y ontológicas para seguir siendo.

Bibliografía1.
-El concepto 'poíesis" en la Filosfla Griega. (Heráclito. Sofistas. Platón), Madrid, CSIC, 1961.
-Filosofía y lenguaje, Barcelona, Ariel, 1974.
-Lenguaje e historia , Barcelona, Ariel, 1978; Madrid, Taurus, 1996.
-La memoria del logos, Madrid, Taurus, 1984.
-El epicureismo, Barcelona, Montesinos, 1984.
-El surco del tiempo, Barcelona, Crítica, 1992.
-El silencio de la escritura, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1991.
-Días y libros, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1994.
-Memoria de la ética, Madrid, Taurus, 1994.
-Palabras entrevistas, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1997.
-Imágenes y palabras, Madrid, Taurus, 1998.
-Elogio de la infelicidad, Valladolid, Cuatro, 2005.

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Una bibliografía general de y sobre el autor así como una exposición amplia sobre su trabajo en vinculación abierta
con el pensamiento contemporáneo puede consultarse en nuestro trabajo ESTEBAN ORTEGA, Joaquín.: Emilio Lledó: Una
filosofía de la memoria, Salamanca, San Esteban, 1997.

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