7-Ilustración Francesa
7-Ilustración Francesa
7-Ilustración Francesa
La Enciclopedia pretendió guardar en forma compendiada “la mayor cantidad de hechos”, principalmente los conocimientos producidos por la
humanidad hasta ese momento, así como establecer su lugar y correlación, es decir, convertirse en el gran repositorio de la memoria, cuyo sistema
de organización buscó ser racional, al seguir un orden cronológico y uno geográfico, ya que el tiempo y el espacio fueron considerados las dos
coordenadas básicas de todas las ciencias.
Tanto la Razón como el Progreso fueron entendidos por los enciclopedistas franceses como fuerzas religiosas superiores, tomadas como ejes de
las grandes narrativas del devenir humano. Erigida como una diosa, la Razón, la facultad humana de pensar, reflexionar y usar el entendimiento en
forma ordenada, pretende conducir adecuadamente las pasiones y los sentimientos. Los tres tiempos (pasado, presente y futuro) se imaginaron
entrelazados y en ascenso. Para estos pensadores, la conciencia del pasado permitiría avizorar el futuro desde el presente. Los pueblos carentes de
esta conciencia serían incapaces de imaginar el futuro y, por lo tanto, de avanzar.
En la mayor parte de la historiografía de la Ilustración, el plan completo de la Humanidad está trazado por el Progreso conducido por la Razón
para el conocimiento de la Naturaleza y el descubrimiento de la Verdad; en lugar de estar trazado por Dios o la Providencia. En consecuencia, la
religión queda limitada a asuntos relacionados con la fe y la moral o regulación de las conductas humanas , y Dios concederá a los seres humanos la
Razón, la Verdad, el Progreso, e inclusive la Naturaleza, para que descubran el sistema del mundo, su sustancia y dirección.
Immanuel Kant dice que la Ilustración es una nueva manera de pensar y actuar. “La Ilustración es la superación de la inmadurez mental del
hombre producida por su propia culpa”. ¿Incapacidad de qué? Incapacidad de los seres humanos de pensar por sí mismos; incapacidad debida a su
falta de decisión y voluntad, a su pereza y cobardía; incapacidad para superar sus conductas serviles y su sumisión; incapacidad por dejarse guiar
cómodamente por los dictados de otro y no servirse de su razón para entender el mundo. De acuerdo con Kant, para progresar era necesario librarse
de los contratos eternos, los mitos, los dogmas y los prejuicios; librarse de culpa; quienes alimentaban el miedo, la superstición y los sentimientos de
en cambio, tomar el destino en las propias manos, practicar la duda y la crítica, actuar contra las injusticias, protestar contra los abusos, expresar
públicamente lo que se piensa y promover el “sentido común”. "¡Sapere aude! (Atrévete a saber)" fue para Kant el lema de la Ilustración.
El término Ilustración designa un movimiento intelectual rico, variado y en ocasiones contradictorio que surgió en el siglo XVIII y desembocó en
un proyecto social que influyó en las grandes revoluciones de finales de este siglo y del siguiente : la Independencia de las Trece Colonias de
Norteamérica, la Revolución Francesa, la Independencia de las colonias españolas en América y las revoluciones burguesas. Este proyecto modificó la
concepción de la vida, las relaciones de los seres humanos con la naturaleza y con sus semejantes, e influyó en todas partes del globo. Sus
representantes pertenecieron a diversas nacionalidades, oficios y profesiones, incursionaron en muy distintos temas, y el impacto de sus trabajos fue
desigual.
Pero además de entenderse como un movimiento intelectual que desembocó en un proyecto social. Este proceso se había iniciado en la Grecia
antigua y había renacido en varios momentos del pasado, cuando la búsqueda de la justicia, la paz, la libertad y el mejoramiento general de las
condiciones de vida se dirigía a superar el miedo, la violencia, la desigualdad y la dependencia. Los ilustrados elogiaron estas épocas porque en ellas los
seres humanos habían usado críticamente la razón para explicar el acaecer del mundo y, desde su perspectiva, esto había abierto las puertas al
conocimiento de la naturaleza física y humana para dejar atrás la ignorancia y la superstición.
LA CRÍTICA DEL ANTIGUO RÉGIMEN= La Ilustración se vincula estrechamente a los cambios acaecidos en la Europa occidental en el siglo XVIII: el
crecimiento demográfico, la expansión económica, el urbanismo y la mejora de los transportes y las comunicaciones . En ese periodo, una parte de la
nobleza mostró sus aspiraciones burguesas al invertir en empresas manufactureras y comerciales con el fin de reproducir sus capitales, y una parte de la
burguesía mostró aspiraciones nobles, como ser elogiada y condecorada, disponer de servidumbre y codearse con personalidades distinguidas. En el
siglo XVIII, los capitalistas no fueron antimonárquicos; sólo presionaron para ampliar las libertades y el goce de la propiedad privada; para eliminar los
fueros estamentales y reconocer los derechos individuales.
Los debates abiertos desde la Reforma protestante en torno a la religión y, particularmente, los conflictos entre las distintas iglesias cristianas
también abrieron paso al pensamiento ilustrado. En Francia, todo ello propició la crisis de la fe, el desencanto de los ritos, el alejamiento de las
fórmulas religiosas, en suma, un proceso de desacralización que proseguiría en el siglo XIX con el desmantelamiento de la estructura eclesiástica y la
separación de la Iglesia y el Estado.
Para muchos ilustrados, las religiones habían funcionado como instrumentos de control de los seres humanos , y sus líderes habían empleado la
persuasión y la amenaza para moldear los sentimientos y las emociones y para preservar así sus privilegios y dominación. Para estos mismos ilustrados,
la revelación, la promesa de alcanzar el paraíso, y el miedo al infierno habían cerrado la posibilidad de cuestionar los fundamentos del mundo. Las
instituciones cristianas habían traicionado los principios de la filosofía grecolatina al cancelar la crítica, despreciar los recursos de la mente y adaptar los
temas de la mitología antigua a su conveniencia; vaciándolos de contenido y convirtiéndolos muchas veces en pura retórica: metáforas, alegorías,
retórica o tópicos literarios.
Según Voltaire, todos los seres pensantes debían unirse contra los fanáticos y los hipócritas, destruir la superstición y promover el valor de pensar
por sí mismo. La crítica era el arma más importante para desmantelar al antiguo régimen, sobre todo el abuso del poder, el uso autoritario del gobierno,
y los privilegios de los dos estamentos u órdenes superiores: el noble-aristocrático y el eclesiástico. Según él mismo, los filósofos tenían en sus manos la
misión de sembrar el árbol de la sabiduría, ordenar los argumentos para aclarar las cosas y oponerse a los secretos, los misterios y el lenguaje oscuro.
Los ilustrados franceses siguieron creyendo en Dios, y algunos de ellos se conservaron como religiosos apasionados llenos de preocupaciones
teológicas. Cuestionaron el oscurantismo y el secretismo de las religiones organizadas e institucionalizadas, abandonaron el catolicismo o el
protestantismo, pero muchos de ellos se convirtieron al deísmo, el movimiento religioso de origen inglés que afirmaba la imposibilidad de conocer a
Dios, sus actos, sus deseos e intenciones, pero admitía su existencia como Causa Primera, Creador del Universo, Inteligencia omnipotente, sin influencia
en las elecciones de los hombres.
EL AMBIENTE CULTURAL= La expansión de la cultura escrita y la difusión del impreso captaron la atención de los trabajadores rurales y urbanos en el
siglo XVIII, tanto en las grandes ciudades francesas como en los ámbitos agrarios apartados de ellas. En ese siglo la alfabetización creció y, aunque el
conocimiento popular siguió girando en torno a los textos religiosos, devocionales y la historia mitológica, la circulación de otro tipo de impresos y las
reuniones de lectura donde se presentaron descubrimientos científicos y nuevas ideas sociales y políticas se multiplicaron.
Los cuentos infantiles, los relatos de viajes, las biografías, las novelas y los periódicos se ofrecieron en las ferias y un mayor número de bibliotecas
se abrió al público. Esto significó la aparición de escritores de alta y baja monta, es decir, desde aquellos que indagaron los problemas con seriedad y
rigor, hasta los que vivieron de la nota roja, la pornografía o el escándalo público. Asimismo, la producción de impresos motivó la difusión de la prensa
como un medio autónomo y la apertura de nuevos negocios: imprentas, librerías, casas distribuidoras, etcétera. Si frente a la cultura oral y la
comunicación por medio de símbolos, mensajes ocultos e imágenes, predominantes en los siglos anteriores, la cultura escrita ganó terreno.
La república de las letras se había constituido en el siglo XVII como un espacio virtual a través del cual habían transitado cartas, reflexiones científicas
y filosóficas e informaciones políticas y culturales entre la elite científica e intelectual.
La discusión, el debate, el intercambio de puntos de vista y la comunicación pública, libre y abierta, crearon la costumbre de compartir los
secretos y las intimidades de las personas, es decir, generaron formas nuevas de socialización, más directas y transparentes . Estas animaron la vida de
los cafés, los restaurantes, las bibliotecas y las salas de conferencias, los teatros, los espectáculos callejeros y la ópera . A ello se sumó la producción de
los primeros medios de comunicación en un sentido masivo: boletines, periódicos, folletos, libros y revistas.
El traslado de los asuntos que antes eran exclusivos de las autoridades estatales o religiosas al público en general requirió que los interesados en
ellos compartieran un mismo entendimiento, esto es, una misma racionalidad. Los acuerdos comunes, base de la nueva comunicación, serían el
antecedente del consenso u “opinión pública” que se formaría a partir de la transmisión oral de las ideas y, cada vez más, a través de la expresión
escrita, sobre todo en los espacios urbanos.
Los avances logrados en las ciencias y la tecnología, la necesidad de pensar libremente e intentar desprenderse de los prejuicios o ideas
preconcebidas, y la crítica de las doctrinas religiosas que empleaban la magia y el miedo para imponer verdades únicas o una sola explicación del mundo,
y promovían así la dependencia de los seres humanos en fuerzas sobrenaturales todopoderosas, pusieron en entredicho los dogmas religiosos, sobre
todo en Francia, donde la Iglesia católica mantenía sólidas alianzas con la monarquía. El conocimiento por medio de la revelación, los textos sagrados, los
intérpretes o la tradición no fue aceptado al considerar irracionales estas formas de acceso a la realidad; en cambio se retomaron los principios de la
dialéctica: el mal nos hace reflexionar sobre las virtudes; es, en este sentido, un bien –afirmó D’Alembert.
LA HISTORIA UNIVERSAL Y SU EVOLUCIÓN= los historiadores profundizaron la separación de lo mundano y lo divino, y se acercaron a los
acontecimientos históricos con mente crítica. Además, se emanciparon de la tutela del Estado y pocas de sus obras estuvieron a su servicio, o bajo su
dirección, aunque siguieron siendo vigiladas por los gobernantes, y algunos textos fueron severamente censurados.
El enfrentamiento con gente extraña avivó la discusión en torno a las semejanzas y diferencias entre unos pueblos y otros, la clasificación de las
“razas” humanas, la división entre civilizaciones y sociedades primitivas, la superioridad e inferioridad de las naciones, las etapas evolutivas de lo pobre y
primitivo hasta lo rico y civilizado, y las causas del desarrollo y el atraso. Por ende, la obsesión enciclopédica por conocerlo todo ocurrió en forma
simultánea al impulso por dominar y transformarlo todo. En este contexto, la ciencia de la Historia cobró gran importancia al convertirse en un
excelente vehículo de legitimación del colonialismo. Esto ayudó a que se independizara de otros saberes y adquiriera un propio objeto de estudio: el
pasado humano.
Con la Ilustración se adoptó un “tono cada vez más marcadamente historicista”. Para La Enciclopedia, la memoria es, junto con la razón y la
imaginación, una de las tres facultades que forman las tres divisiones del árbol o sistema: la Historia es cosa de la memoria, la Filosofía es fruto de la
razón y las Bellas Artes nacen de la imaginación. El interés de los ilustrados se dirigió a todas las civilizaciones, desde las más antiguas hasta las más
modernas, para dar cuenta así de las diversas manifestaciones humanas y completar el conocimiento del pasado. Consecuente con la exaltación de la
historia de la naturaleza y su mecánica, los historiadores prestaron mayor atención a la historia de la industria, el comercio y la vida material; aunque
conservaron la costumbre de atribuirle a los héroes y las grandes personalidades una importancia singular, y enfatizar la vida de los reyes y los
nobles, las discordias diplomáticas y las guerras.
La preocupación por darle un orden evolutivo al pasado --una estricta organización espacial y secuencia cronológica-- y descubrir su proceso
continuo e ineludible hacia la perfección, promovió entre los ilustrados la recuperación de la doctrina cristiana de la ley natural que concebía a todos
los seres humanos como integrantes de una misma especie cuya naturaleza era, en esencia, la misma en todos los tiempos y lugares y perseguía
metas universales comunes.
Al descubrir y escribir la historia universal conforme al plan de la Naturaleza, previamente concebido, toda la humanidad tendería a conformar la
asociación ciudadana, esto es, propulsaría la idea de la historia universal en un sentido cosmopolita , como la concebía Kant. La historiografía ilustrada
francesa coincidió con la idea de Kant y, en función de su universalismo, también se preocupó por estudiar lo particular. El pasado aparecía como un
cúmulo de experiencias de sociedades apartadas por el tiempo y el espacio que era necesario observar para distinguir los diferentes puntos de vista y
las múltiples relaciones entre las cosas. De ahí surgieron esquemas donde los distintos pueblos aparecen siguiendo cadenas de desarrollo hasta
completar el mapa global del mundo.
Voltaire y Condorcet pusieron especial atención en la manera como los pueblos habían desarrollado los conocimientos técnicos, artísticos, científicos
para dominar a la naturaleza. La lucha contra la barbarie y la ignorancia apareció en ellos como la ley que había hecho posible la organización de las
instituciones que configuraban la natural base de las civilizaciones.
El pasado se asumió como maestro del presente y el futuro y, en este sentido, la crítica, la principal actividad de la razón, se cultivó como el mejor
método, el mejor camino de aproximación a la verdad, al procurar extraer del mar de datos y hechos menores las grandes lecciones a seguir (a pesar
de haber ilustrados que consideraron a la verdad como algo siempre provisional).
MONTESQUIEU= plasmó una nueva interpretación del pasado en la cual, por primera vez, se puso atención en pueblos con otras culturas para
valorar positivamente sus tradiciones.
Como lo sugiere su título, la finalidad del El espíritu de las leyes es investigar las “leyes”, esto es, las constantes o regularidades del acaecer
humano, los hechos que se asemejan, repiten y rigen los comportamientos a lo largo del tiempo, por existir una razón o universal que actúa por
encima de ellos. Montesquieu piensa que los seres humanos crearon las leyes políticas, civiles, religiosas, etcétera, para evitar el exceso de libertad, es
decir, para combatir sus propios actos salvajes y establecer formas de convivencia y relaciones justas entre los distintos órdenes. “La ley, en general, es la
razón humana en cuanto se aplica al gobierno de todos los pueblos de la Tierra; y las leyes políticas y civiles de cada nación no deben ser otra cosa sino
casos particulares en que se aplica la misma razón humana”.
Las leyes son hechos históricos y positivos que tienen como finalidad garantizar el orden y guardan un “espíritu” que es el juego o la libre actuación
de los individuos en el marco de las mismas leyes para que todos ellos alcancen la felicidad.
Según Montesquieu, cada pueblo posee su individualidad y es necesario analizarlo tomando en cuenta sus propias circunstancias (el clima, la
economía, las jerarquías sociales, las ideas morales, los principios religiosos, etcétera), lo cual, en conjunto, conduce al descubrimiento del “espíritu de
los pueblos”.
De acuerdo con Montesquieu, el espíritu de un pueblo se forma de aquello que “[…] gobierna a los hombres: el clima, la religión, las leyes, las
costumbres, las máximas aprendidas, los ejemplos del pasado…”.
Montesquieu pensó que la razón fue la facultad dada por Dios a los seres humanos para descubrir las leyes de la Naturaleza, sin embargo, en su
idea de la historia, las religiones han sido necesarias, sobre todo para el pueblo llano, y deben convertirse en objetos de conocimiento, estudiados en
su contexto histórico, en sus nexos con el clima y la vida de las naciones. La Providencia no juega algún papel.
VOLTAIRE= Si bien Voltaire no proporciona referencias en sus textos, pues en esa época el aparato crítico no se empleaba como hoy, este historiador
sometió los hechos del pasado a examen. Voltaire cuestionó que la gente leyera las historias antiguas “sin discriminación ni juicio” y en su cabeza
sólo se metieran errores.
Voltaire recurrió a la duda metódica de Descartes e intentó aplicarla a la crítica de las autoridades y a la crítica documental al no dejarse cegar por
los elogios ni confiar ciegamente en las fuentes. Pero, a pesar de sus reclamos para hacer de la historia una disciplina científica, adoptó las ideas que
más se ajustaron a las suyas y en sus juicios reprodujo mitos y falsificaciones.
Voltaire despreció las generalizaciones vagas, los relatos ornamentados y pintorescos, llenos de detalles y enseñanzas morales, así como los
tratados oficiales escritos con intenciones políticas. Pensó que la historia debía narrarse como un drama que atendiera a las ideas generales y
contuviera “un nudo y un desenlace” para promover el interés general.
En El Ensayo… se advierten las intenciones de Voltaire de desacralizar la historia, es decir, de borrar explicaciones que atribuyan la ocurrencia de los
hechos a las fuerzas divinas o a la providencia. Para él todo es producto de los seres humanos, fundamentalmente de las grandes personalidades, y es
necesario buscar las causas profundas del devenir histórico.
Él lucha en contra del espíritu dogmático, el autoritarismo de las sectas y el despotismo de la Iglesia, y valora las religiones como invenciones astutas
de quienes quieren vivir a expensas de los demás.
A pesar de la diversidad, Voltaire sostiene que la naturaleza es la misma en todas partes y los seres humanos han adoptado las mismas verdades, los
mismos valores morales y los mismos errores en función de sus necesidades.
CONDORCET= Como se ha visto hasta ahora, los ilustrados coinciden en que la historia demuestra el despliegue del progreso y en que la razón se ha
impuesto y seguirá imponiéndose en el futuro para lograr la felicidad general. Para ello, según Condorcet, es necesario destruir los prejuicios
establecidos en relación con la diferencia entre los géneros, reprobar la guerra y, en general la violencia.
Condorcet vio la posibilidad de unir las ciencias y las letras al aplicar el cálculo de probabilidades al estudio de la sociedad. Si bien su obra no logra
llevar a cabo tal experimento, sí se esfuerza por seguir la pauta científica de limitarse a narrar el tiempo terrenal de los hombres y no el eterno de la
Providencia. Como parte de su fe en el progreso, este historiador espera que las ciencias y las artes ejerzan una influencia directa en el plan de
perfeccionamiento indefinido, toda vez que la especie humana camine “[…] con paso firme y seguro por la ruta de la verdad, de la virtud y de la felicidad
[…].” En este sentido, se adelanta a Saint Simón y Comte, pero difiere de historia, ellos al no creer que la evolución hacia la perfección siga las leyes de
la aunque el fundamento de su comprobación se encuentre en el pasado.
También para Condorcet, la crítica es el método a seguir para llegar al conocimiento. A ella este autor añade la autocrítica, el hábito de reflexionar
sobre la propia conducta para dirigir correctamente la moral y para que el pacto social alcance libertad, una mayor igualdad, grados superiores de
justicia, beneficios, benevolencia, y el perfeccionamiento de las leyes y las instituciones públicas.
ROUSSEAU= Rousseau cuestionó la fría objetividad de la lógica y la razón por considerar que rebajaba a los seres humanos, al menospreciar sus
experiencias interiores --la esencia humana--, proveedoras de expresiones artísticas y de conciencia de sí mismo. Por ello, en este pensador se han
encontrado los orígenes del romanticismo, el movimiento que ejerció una notable influencia en la historiografía por recuperar la atención en los
sentimientos y los instintos de los hombres como orientadores de las conductas, así como manifestaciones superiores del conocimiento de la realidad
y, sobre todo, de aproximación a Dios.
De acuerdo con el Contrato social (1762) --una de las obras de Rousseau donde mejor se observa su atenta lectura de Montesquieu--, la libertad es
un derecho innato que no puede ser concedido u otorgado. La libertad consiste en no poder ser obligado a hacer lo que la ley no ordena, pero, para
garantizarla, debe imponerse una ley que todos obedezcan. Por consiguiente, los hombres han de gozar de la libertad de disponer de su vida y pensar lo
que quieran y, cuando todos hayan desarrollado la facultad de pensar por sí mismos, nacerá la nueva humanidad. Asimismo, coincide con Montesquieu
al señalar que la libertad se adquiere al amparo de las leyes civiles, y estas pueden ser modificadas por una nación en función de sus costumbres y
modales.
Para Rousseau el Estado es una asociación de individuos dotados por sí mismos de derechos. El fin de esta asociación es respetar los
derechos de todos los miembros de una comunidad, los cuales establecen sus representantes en el contrato social.
LA ILUSTRACIÓN: UN PROYECTO INACABADO= En el terreno de la historiografía, el árbol del conocimiento, rescatado por Diderot y D’Alembert de la obra
de Francis Bacon, para ordenar las ciencias, las artes y los oficios de La Enciclopedia, tendió a perder su tronco articulador para dejar los conocimientos
especializados inconexos (lo político, lo económico, lo social, lo religioso, etcétera) y alejar la idea de totalidad. O bien, para todo lo contrario: realizar
juicios precipitados y comentarios fuera de lugar; sacar conclusiones rápidas acerca del acaecer pasado; desprender generalizaciones de las fuentes
secundarias como verdades para todas las civilizaciones, sin los fundamentos que proporcionan los testigos oculares de los hechos y las fuentes de
primera mano. A estas deficiencias metodológicas se añadió la frecuente elección arbitraria de los sucesos y el afán por localizar relaciones de causa y
efecto entre unos y otros hechos históricos (causalismo), lo cual daría por resultado cadenas lineales poco apegadas a la complejidad de la realidad.
A finales del siglo XVIII, las críticas al racionalismo ilustrado se multiplicaron, sobre todo entre los románticos. La idea de universalidad fue
cuestionada por oscurecer la sabiduría ancestral de los campesinos, las costumbres inmemoriales, las tradiciones de los pueblos y anular la
contemplación de Dios y la naturaleza, de lo intangible e infinito, en suma, por ignorar a la historia del espíritu. Algunas posiciones recomendaron el
retorno del antiguo régimen, la religión y la vida feudal (restauración) o vieron mal toda forma de política y vida social institucionalizada (anarquismo).