Maria Alejandra Castro Sanchez Lectura
Maria Alejandra Castro Sanchez Lectura
Maria Alejandra Castro Sanchez Lectura
Nunca podía imaginarme una vida dónde el contacto físico no existiera, tal vez era
un poco irreal imaginarme que el ser humano podría ser independiente, no
necesitar de nadie en dónde el amor y las muestras afectivas eran tan solo una
locura que acercaba más al ser humano a llegar a un precipicio el cual no tiene
una explicación, tampoco razón y mucho menos una salida. Bueno era de
imaginarse que nadie está fuera de este juego donde el poder sentir a una
persona, poder contarle experiencias sensacionales, el poder sentir un abrazo y
ver que era fundamental para la vida, es un algo que no tiene ni tendrá un precio,
todos en algún momento de la vida tendremos un amor inigualable unos más
profundos que otros, pero todos iremos de la mano a mirar hacia un solo lugar la
felicidad.
Siempre he pensado que suele existir personas que dejan una marca imborrable
en el alma, un sello que nunca puede ser borrado.
Algunos nos enamoramos tanto que perdemos la cordura, solemos volar tan alto
en ese pequeño hilo rojo que se va desenvolviendo con el pasar de los segundos
que marca el reloj, solemos recordar aquel rostro por el cual nos perdemos, el
amor es poesía, el amor es arte. Los rostros del amor quedan grabados en el
alma, los momentos en el corazón y los recuerdos se almacenan en nuestro mejor
carrete la mente allí está nuestro centro de operaciones, dónde él también se
empieza a enamorar así sea lento él lo hará, junto a nuestro cuerpo y el alma los
llevará tomados de la mano. Cada placer que nos da la vida , nos roba el aliento ,
los suspiros y por supuesto cada pensamiento que se nos escapa lo atrapa y es
de quién me he enamorado y me seguiré enamorando de la vida , de tus
placeres , de la armonía que traes y la necesidad de tomarte de la mano , salir
corriendo poder gritarlo que te extrañe más de lo que podrías imaginar , llegará el
momento dónde seré feliz tan feliz , que se borrará cada momento de sufrimiento
y es ahí en aquel rinconcito donde en un principio me enamore...
El recordar las cosas que se han marchado es en definitivo, una forma de retener
algo de ellas y eso, quizás, rescata un poco la felicidad en tiempos pasados,
cuando la felicidad era plena. Sin embargo, ese recuerdo de beatitud que se
marchó encierra en sí, a la misma, indestructible melancólica.