Tecnica - Terapia - Cuidar - Niño - Interior PDF

Facilitador en Desarrollo Transpersonal
Cuaderno de Prácticas Terapéuticas:

Cuidar al niño interior
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Cuaderno de Prácticas Terapéuticas: Cuidar al niño interior
Cuaderno ¿De dónde proviene esta práctica?
de Prácticas Numerosos autores han seguido la estela trazada por Gustav Carl Jung a la hora de señalar
la presencia en nuestra psique de una instancia de naturaleza fundamentalmente emocional,
Terapéuticas: forjada en nuestra infancia, a la que llamamos “el niño interior”. A pesar de nuestra edad
cronológica y del desarrollo cognitivo propio del adulto, nuestra interacción emocional
Cuidar al niño tiende a seguir patrones inconscientes que quedaron fijados a una edad temprana.
interior ¿En qué consiste?
La práctica propone realizar un desdoble de estas dos conciencias, personal y prepersonal,

de manera que nuestra parte adulta pueda responsabilizarse plenamente de escuchar las
necesidades y emociones del niño interior, y proporcionarle los cuidados y la atención que
demande. Supone un acto de compasión profunda hacia necesidades que podemos disociar
al considerarlas demasiado infantiles, instalándonos en una posición victimista y de espera
inconsciente a que alguien nos atienda y preste atención.
¿Para qué sirve?
Supone el paso definitivo para independizarse emocionalmente de nuestros padres, y sentir

que podemos caminar por nuestra cuenta. Recuperamos las proyecciones que realizamos
inconscientemente en nuestras parejas, amistades e incluso hijos… Esperando de ellos una
atención y cuidados que ya no corresponden.
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¿En qué momento del proceso terapéutico puede ser útil?
Puede ser una buena forma de culminar el trabajo con la parte prepersonal del cliente, que por lo general genera la
sintomatología de malestar que le haya podido traer a consulta.
Introducción
A menudo nos pillamos teniendo reacciones emocionales exageradas, que nos da hasta vergüenza reconocer. En
los demás vemos claramente cuando alguien reacciona de una manera infantil, desproporcionada… como si uno
demandara atención a través de pataletas emocionales que tratamos de disfrazar de racionalidad.
Este ejercicio lleva a identificar claramente cuál es la necesidad que está expresando lo que llamamos nuestro niño
herido, esa parte de nuestra personalidad que continúa relacionándose con el mundo como si fuéramos mucho más
vulnerables y pequeños de lo que en realidad somos.
Al identificar claramente a nuestro niño interior, y a sus necesidades emocionales, por vergonzosas e inapropiadas
que nos resulten desde nuestra mentalidad adulta, podemos colocarnos en posición de ofrecerle nuestros recursos,
atención y cuidado… como si de un hijo amado se tratara.
De esta forma te sentirás más maduro emocionalmente, y menos dependiente de la atención y cuidados de las
personas que te rodean. Desbloqueas así los momentos en los que te sientes víctima de las circunstancias, y te colocas
en la posición de cuidador principal de ti mismo. Es una práctica que fomenta de manera profunda tu amor propio.
Instrucciones
(Tras realizar una práctica breve de observación consciente del cuerpo)
…Y ahora que tu cuerpo está relajado, tus emociones en calma y tu mente sosegada, vas a tu propio niño interior.
Recuerda alguna imagen de ti mismo en tu primera infancia, asociada a alguna fotografía o video, con la que puedas
identificar con claridad a tu niño interno.
Observa su carita…, su mirada…, su gesto…, sus manos…, sus brazos…, sus pies…, observa su ropa y el lugar en
donde se encuentra. Siente sus emociones, percibe sus necesidades no satisfechas.
…Ves con claridad la raíz de su dolor, y sientes una profunda compasión… Desde tu corazón te surge abrazarle,
dándole todo tu amor y sintiendo cómo sus bracitos rodean con ternura y agradecimiento tu cuello.
…Respira con él, tranquilizándole al enlentecer el ritmo de tu respiración.
Susúrrale suavemente que lo quieres, que siempre vas a estar a su lado, que puede confiar en la vida. Siempre que te
necesite, vas a estar ahí para cuidarle y darle lo que necesite. Amas profundamente a este niño interior. Vas a velar
por él en los momentos de mayor confusión e inquietud. Este niño admira todas las capacidades que has desarrollado,
confía en ti y te siente fuerte. Tú crees en él, sabes que va a vivir cosas muy hermosas, que va a superar obstáculos
que ni siquiera imagina que sea capaz de superar. Sabes que en la aventura de la vida va a desarrollar potencialidades
sorprendentes que le harán florecer.
…Respira con él. Siente cómo su corazón late al ritmo perfecto…, siente cómo tu niño interior se tranquiliza y confía.
…Ahora mientras tu niño descansa tranquilo y seguro, y duerme apoyando su cabecita en tu hombro, abres tu visión a la
fortaleza de la vida que se abre paso a través de las dificultades y del dolor de la existencia… Das las gracias por las
capacidades que como adulto consciente has sido capaz de desplegar en beneficio de este niño que ahora proteges,
cuidas, orientas y atiendes.
Un sentimiento profundo de gratitud va conectando todas las células de tu cuerpo y sientes que tanto tu niño interior
como tú respiráis en el mismo campo de consciencia de gratitud y confianza profundas. Sientes cómo fluyes en el río
del devenir sabiendo que todo aquello que precises para el Camino te encontrará.
…Ahora sabes que eres capaz de apoyar y superar aquellos momentos de tu vida en los que sientas la inseguridad
y otros síntomas derivados de la confusión mental y de la carencia afectiva.
Cuando esos síntomas reaparezcan en el camino de tu vida puedes volver a recordar la imagen de tu niño abrazado
a ti, confiando en tus recursos de adulto, respirando en el sosiego que produce la protección y el amor que le otorgas.
Y ahora, para finalizar este ejercicio, voy a contar hasta 10, cuando llegue al número 10 te sentirás en la confianza
y en el amor vibrante de tu corazón abierto.
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9…. y 10.
Toma una respiración profunda, mueve los dedos de tus manos y de tus pies y, lentamente, puedes abrir los ojos.

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La práctica propone realizar un desdoble de estas dos conciencias, personal y prepersonal,

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(Tras realizar una práctica breve de observación consciente del cuerpo)

…Respira con él, tranquilizándole al enlentecer el ritmo de tu respiración.

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